T.O.marzo.011

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TEMPUS OCTOBRIS, MARZO 2011 TEMPUS OCTOBRIS, MARZO 2011 1 TEMPUS OCTOBRIS Boletín de Apoyo al Manifiesto por la despolitización y la independencia judicial (Edición de marzo del año 2011) Diocleciano y Maximiano, emperadores romanos de la Tetrarquía. Basílica de San Marcos, Venecia. FIAT IUSTITIA ET PEREAT MUNDUS EQUIPO DE REDACCIÓN Y DIRECCIÓN Esther Fernández Arjonilla y Jesús Manuel Villegas Fernández. IDEARIO EDITORIAL Tempus octobris es una revista electrónica gratuita, de periodicidad mínima bimensual, en defensa de la independencia judicial. Aunque no hace suya ninguna posición ideológica -salvo los principios de la Constitución Española de 1978- está abierta a colaboraciones de todas las tendencias, de las que responden sus autores a título personal, sin más limitación que el respeto a la Ley.

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Spanish Judiciary Bulletin. Revista en defensa de una justicia independiente.

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TEMPUS OCTOBRIS, MARZO 2011

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TEMPUS OCTOBRIS Boletín de Apoyo al Manifiesto por la despolitización y la independencia

judicial (Edición de marzo del año 2011)

Diocleciano y Maximiano, emperadores romanos de la Tetrarquía. Basílica de San Marcos, Venecia.

FIAT IUSTITIA ET PEREAT MUNDUS

EQUIPO DE REDACCIÓN Y DIRECCIÓN

Esther Fernández Arjonilla y Jesús Manuel Villegas Fernández.

IDEARIO EDITORIAL

Tempus octobris es una revista electrónica gratuita, de periodicidad mínima bimensual, en defensa de la independencia judicial. Aunque no hace suya ninguna posición ideológica -salvo los principios de la Constitución Española de 1978- está abierta a colaboraciones de todas las tendencias, de las que responden sus autores a título personal, sin más limitación que el respeto a la Ley.

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SUMARIO

Página 3. Editorial: Democracia, o el temor de los déspotas. Páginas 4-6. Tribunales de Instancia, una más contra la independencia judicial, José María Bernacer María. Páginas 7-9. La revolución del Manifiesto, Jesús Manuel Villegas Fernández. Páginas 10-11. Carta a los decanos, Esther Fernández Arjonilla. Página 12. Sarkozy contra los jueces franceses, Obiter Dicta. Páginas 13-16. Un instante. Una eternidad, Siniestro. Como el perro y el gato (sección de debate): -Páginas 17-21. Y los abogados ¿qué?, Soraya Callejo. -Páginas 22-25. Y los jueces ¿qué?, Esther Fernández Arjonilla. Páginas 26-27. Estupefacto, Benjamín Monreal Hijas. Páginas 28-29. Historia de los jueces de Córdoba, Antonio Jesús Rodríguez Castilla. Página 30: El lenguaje de los juristas-políticos, ¿Suprimirán las oposiciones de judicatura? Obiter Dicta. Páginas 31-34: Sobre el alarde, o como aprovechar que el Pisuerga pasa por Valladolid, Patricia Bartolomé Obregón. Páginas 35-36: Los siete puntos del Manifiesto, Obiter Dicta. Páginas 37-38. Tiempo oscuro. La comunidad del Anillo; Gemma Vives Martínez. Páginas 39-43. El Incompatible, El especialista. Páginas 44-46: Cartas al Director. Página 47. Última, hora. Comunicado del CGPJ sobre Tribunales de Instancia.

Estimados compañeros: Os presentamos el número de marzo de nuestra revista, donde estrenamos algunas secciones nuevas. Una de ellas es un debate entre dos posturas enfrentadas; en este caso, entre dos colaboradoras habituales nuestras: una abogada y una abogada. Asimismo, otra dedicada, nada más y nada menos que ¡a hablar bien del Consejo¡ Además, reflexionamos sobre el aniversario de la presentación pública del Manifiesto así como sobre el anteproyecto de los tribunales de instancia. Ojalá os guste. Los interesados en colaborar deben mandar sus contribuciones a esta dirección: [email protected]

OBITER DICTA

2.949.214: ese es el número de la patente. Somos legales, por fin Tempus octobris ya es una marca registrada.

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EDITORIAL

Democracia o el temor de los déspotas. Cuando los viajeros nórdicos arribaban allá por el siglo XIX a las tierras de nuestra vieja piel de toro, lo hacían con la ilusión de adentrarse en un misterioso reducto oriental incrustado en suelo europeo; algo así como una provincia otomana incongruentemente poblada de toreros y lagarteranas. Despertaban de ese romántico ensueño ante la realidad de un país –pobre, sí- pero tan occidental como Italia, Grecia o la Francia meridional. Análogamente, hemos ahora aceptado el estereotipo de un mundo árabe atiborrado de fanáticos religiosos y potenciales terroristas que almacenan en la despensa de sus casas, en vez de harina y sal, carbunco y explosivos. Las recientes revueltas muestran, antes bien, que son sociedades donde los jóvenes desempleados que, al igual que aquí, sólo aspiran a un empleo digno y a un poco de libertad. Las protestas contra los jeques déspotas se han extendido, casi con arreglo a un modelo epidémico, merced a las nuevas tecnologías. Pero no nos engañemos. La clave radica en la posesión de unos mismos anhelos compartidos en un espacio cultural común. Ya antes de la era Internet implosionó el comunismo en la Europa del Este, al igual que fueron expulsadas las camarillas militares de Iberoamérica. Se cumple un año desde que se hizo público el Manifiesto por la Independencia y la Despolitización de la Justicia. Fue la muestra de que los jueces, al menos hasta ahora, hemos compartido la pertenencia a un espacio común, el sólido edificio del Poder Judicial. Esta estructura va a ser sacudida hasta las cuadernas. La proyectada reforma de la planta judicial afectará a la esencia de nuestra vida profesional: nos impondrá un jefe que nos diga cuál sea nuestro trabajo. Asombra el sigilo con el que se ha colado esta revolución silenciosa. ¿Han abierto acaso un debate público? Del Consejo no hay mucho que esperar; ellos nos gobiernan, pero no los hemos elegido. Mas, ¿y las asociaciones? La irritante polémica en la que se enzarzaron recientemente algunas de ellas es motivo de tristeza y preocupación. De verdad, ignoramos qué les pasa. Democracia significa hablar sin tutelas, según el principio de un hombre/un voto. Las Juntas de Jueces han sido nuestro cauce de libertad más limpio. A ellas debemos el movimiento de ocho de octubre, que desembocó en el Manifiesto. No es de extrañar que la reforma aspire a debilitarlas. Hay mucho déspota oriental. El ciudadano medio, obligado a soportar en la fábrica o en la oficina los cambios de humor de su jefe, se sonreirá ante nuestras cuitas por la injerencia cotidiana de un superior: ¡qué se aguanten como los demás, ya va siendo hora! Lo que no se sabe es que ese carguillo que nos va a mandar tendrá facilidades para endosar los expedientes políticamente sensibles a los jueces de derechas o izquierdas, según convenga; amén de acosar a los que se atrevan a plantar cara a los criterios de la jerarquía. Malas noticias para la independencia judicial y, por ende, para los intereses de los justiciables. Hace unos días unos compañeros redactaron una carta donde pedían a los Señores Decanos de España la convocatoria masiva de Juntas de partido. ¿Reaccionarán agachando la cerviz o, por el contrario, siguiendo el modelo de nuestros valientes camaradas franceses, que han desafiado al Presidente de la República?

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TRIBUNALES DE INSTANCIA, UNA MÁS CONTRA LA INDEPENDENCIA

JUDICIAL.

José María Bernacer María, Magistrado.

Ante los futuros Tribunales de Instancia el autor examina, punto a punto, los aspectos que mayor repercusión tendrían en nuestra labor cotidiana y en qué medida repercutirán en la independencia judicial. Asimismo, se lamenta de que haya tenido que ser el mundo universitario, antes que la propia carrera, el que haya hecho saltar las señales de alarma.

OBITER DICTA

Las medidas normativas más recientes no se ajustan a la talla de la judicatura. Han sido confeccionadas por un sastre que a sueldo otro señor, uno que vive de la política. Lo más triste es que su premeditación y nocturnidad revela que nos tienen por poco más que graciosos saltimbanquis, no un auténtico poder del Estado.

No es fácil ofrecer una valoración en profundidad del reciente Anteproyecto

sobre Tribunales de Instancia porque, sorprendentemente, al tiempo de escribir estas líneas no está claro cuál sea el texto definitivo de dicho Anteproyecto. A través de Internet se han ofrecido dos versiones, con un contenido bien distinto, pero lo que llama la atención es que el propio Ministerio de Justicia no lo incluye dentro de la actividad legislativa de su “web”, donde sí constan otros textos incluso más recientes.

Esta circunstancia, que en otro ámbito o referida a otro colectivo, pudiera calificarse de anecdótica, no hace sino incrementar las suspicacias acerca de esta nueva “reforma”. El caso es que el texto que parece “definitivo” no debiera pasar inadvertido para la carrera judicial porque introduce cambios muy importantes, tanto organizativos como funcionales. Es cierto que la desvinculación Juez-Juzgado tiene alguna ventaja, como la posibilidad de aumentar el número de jueces sin necesidad de crear todo un Juzgado, pero los inconvenientes son muchos y muy graves.

Sin querer –ni poder- entrar en este momento en un estudio exhaustivo del alcance de la reforma, se adivinan en ella dos propósitos claros: el “apuntalamiento” de la NOJ y la restricción de la independencia judicial.

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En cuanto a esto último, la nueva reforma viene a establecer una organización colegiada con una cabeza visible, el Presidente del Tribunal de Instancia, al que, en la práctica, están subordinados los demás miembros del Tribunal. La función de las Juntas de Jueces, en aquellas poblaciones que tengan diez jueces o más, se reduce a elegir al Presidente; al margen de esta facultad, su competencia va a consistir en “ser oídos por el Presidente” sin ningún carácter vinculante. En poblaciones con menos de diez jueces, ni siquiera existe esta facultad elección, pues el Presidente será el más antiguo en el escalafón. Así ocurre, por ejemplo, en las normas de reparto –que adquieren ahora todavía más importancia para la atribución de asuntos dentro de una misma Sección- y que se aprueban por la Sala de Gobierno a propuesta del Presidente (nuevo artículo 167.1). Corresponde también al Presidente proponer al Consejo General del Poder Judicial que los integrantes de una Sección puedan conocer de asuntos de otras secciones dentro del mismo orden jurisdiccional. Ello será “atendiendo a criterios de racionalización” y afectará a “asuntos de nuevo ingreso o a asuntos de los que este conociendo otro juez o magistrado en los supuestos de licencias de larga duración”. Se consagra así una posibilidad de movilidad que no casa bien con el derecho a Juez ordinario predeterminado por la ley. También corresponde al Presidente proponer que uno o varios Jueces y Magistrados de una Sección asuman con carácter exclusivo el conocimiento de determinadas clases de asuntos o ejecuciones propias de esa Sección (artículo 95), proponer la liberación del reparto de asuntos a favor de algún Juez, a solicitud del interesado (artículo 167.2) o ejercer por delegación funciones de inspección sobre Juzgados y Tribunales (artículo 172.5).

Se decía también que se adivina en la reforma el propósito de “apuntalar” la NOJ, sin duda ante los problemas de implantación que están surgiendo. Así, de modo un tanto inadvertido, el nuevo artículo 437.2, que antes decía que “existirán tantas unidades procesales de apoyo directo como juzgados”, dirá ahora: “cada Tribunal de Instancia, contará con una unidad procesal de apoyo directo”. Es decir, en cada partido judicial, ya sea de pueblo, de capital mediana o de gran ciudad, habrá una sola UPAD. Esta medida permite reducir el número de funcionarios asignados a las mismas, pues donde antes tenía que haber dos o tres funcionarios por UPAD-Juzgado, ahora puede haber treinta o treinta y cinco funcionarios por UPAD-Tribunal de Instancia, que agrupe a veinte o veinticinco jueces. Pero es que, a través de ello, se vuelve a insistir en la restricción de la independencia judicial, pues se desapodera claramente al Juez de cualquier función directiva u organizativa dentro de la oficina judicial (si es que todavía le quedaba alguna). Es impensable que en una sola UPAD con treinta, cincuenta, doscientos funcionarios, cada Juez del Tribunal de Instancia dé sus propias instrucciones. Obviamente, las instrucciones las dará el Presidente del Tribunal, y los demás Jueces trabajarán con arreglo a ellas y a los criterios y prácticas “uniformes” acordados.

En definitiva, no cabe duda de que este Anteproyecto (o lo que sabemos de él) sigue la línea de las últimas reformas en la Administración de Justicia y aprovecha al máximo una de las grandes debilidades de nuestra carrera, que es la ausencia de reacción rápida y uniforme. Es sorprendente (bueno, cada vez menos) que una reforma de estas proporciones no se haya puesto en conocimiento de las asociaciones judiciales ni se haya debatido ni pedido opinión (lo cual dice mucho de la estima y consideración en que son tenidas por el Ministerio). Es más, la reacción ante el Anteproyecto a las tres semanas de su anuncio ha venido más por parte de profesores y catedráticos que de la carrera judicial.

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Sin duda que todavía no es tarde, pero lo cierto es que la independencia judicial languidece ante la ignorancia de los ciudadanos, la satisfacción del poder político y la indiferencia y resignación de los propios Jueces. El Juzgado ha muerto… El Juez agoniza…

OBITER DICTA Google acaba de sacar al mercado una herramienta gratuita (NGRAM VIEWER) que permite rastrear la frecuencia de uso de una determinada palabra o conjunto de ellas en varios idiomas, entre ellos el inglés, francés, alemán y…castellano. Nada más y nada menos que desde el año 1.500. Lo hace buscando en un base de datos donde se almacenan millones de libros publicados en la respectiva lengua. Escudriñando la aparición de los términos indicados, es capaz de detectar cuándo empezó a utilizarse por primera vez una expresión y cómo ha ido alterándose a lo largo de los siglos.

VOZ: “POLITIZACIÓN DE LA JUSTICIA”

EVOLUCIÓN EN LAS DÉCADAS 1978-2008

Apliquemos el buscador a dos expresiones muy emblemáticas: “Consejo General del Poder Judicial” y “Politización de la Justicia”. Su incremento corre parejo a lo largo de dos décadas. ¿Casualidad? Tal vez. Pero quizás esa correlación muestre cuál sea la verdadera finalidad de ese órgano que nos gobierna pero al que no hemos elegido.

VOZ: “CONSEJO GENERAL DEL PODER JUDICIAL”

EVOLUCIÓN EN LAS DÉCADAS 1978-2008

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LA REVOLUCIÓN DEL MANIFIESTO

Jesús Manuel Villegas Fernández, Magistrado. El autor repasa la metamorfosis sufrida por la carrera a raíz de la publicación del Manifiesto y augura el nacimiento de una nueva Justicia en España, sueño de algunos, pesadilla de otros.

OBITER DICTA No es tiempo de cuentos maniqueos de héroes revolucionarios contra demonios cornudos. Aquí no hay buenos ni malos, sino un sistema viciado que favorece la politización sobre la independencia judicial.

El día que me jubile (si es que no me han separado antes del servicio víctima de un expediente disciplinario, ni esa elegante y anoréxica dama vestida de negro me ha visitado antes) imagino que contaré una y otra vez la misma batallita: yo presencié en directo la revolución del Manifiesto. La historia parece mágica, un juez, Ernesto Carlos Manzano, sin el apoyo de ningún partido político, sin un céntimo de subvención, sin prebendas que ofrecer, fue llamando a los miembros de la carrera, hasta reunir a un millar y medio de compañeros que se unieron para firmar un Manifiesto contra la politización de la Justicia. Y yo lo vi con mis propios ojos el seis de marzo del año 2010, en una multitudinaria rueda de prensa. Este hecho sólo se entiende en su contexto: la indignación ante las ofensivas manifestaciones de la entonces Vicepresidenta del Gobierno que, dos años atrás, se había atrevido a inmiscuirse en la potestad sancionadora del Consejo General del Poder Judicial. No era algo insólito, pues es ya casi una costumbre que la prensa anuncie quien será agraciado por el Ejecutivo con el cargo de Presidente del CGPJ antes de que los vocales excreten sus estériles votos. Lo extraño fue que reaccionáramos de esa forma. ¿Por qué? Por el horrendo episodio del asesinato de una niñita que sirvió a tantos para hacer demagogia contra los jueces. No se daban cuenta, pero jugaban con fuego.

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En efecto, los miembros del poder judicial, a título individual, empezaron a comunicarse entre sí. Y lo hicieron utilizando los formidables medios informáticos que el CENDOJ (institución eficaz y hasta cierto punto autónoma) ingenuamente les había proporcionado. Las Juntas de Jueces se sucedieron una tras otra hasta el punto de que los oligarcas se asustaron de veras. Es un patrón revolucionario que vemos justo en estos instantes en el mundo árabe, pero que se repite una y otra vez a lo largo de la historia. Si ir más lejos, la invasión napoleónica convirtió España un mosaico de Juntas que terminó demoliendo el Antiguo Régimen. Como decía, el Manifiesto se muestra como la culminación de este seísmo. Sin embargo, ahora parece estancado. Poco después del seis de marzo, un grupo de sus signatarios solicitó una entrevista con la presidencia del Consejo General del Poder Judicial para exponer en persona sus reivindicaciones. La respuesta fue una negativa velada de evasivas con la excusa de su falta de representatividad. El mensaje era claro: la portavocía de la Judicatura corresponde a las asociaciones, a nadie más. Semejante salida condena al ostracismo a todos aquellos que, como yo, no están asociados. Muchos se preguntarán, ¿por qué no os afiliáis de una vez por todas y dejáis de quejaros? Muy simple, no queremos pagar el peaje del encasillamiento ideológico. Recuerdo que una vez un ex abogado se me dirigió en estos términos: “eres puro, se nota que no has hecho en tu vida otra cosa que estudiar antes de aprobar las oposiciones”. En efecto, jamás supe nada de dinero negro, piquetes violentos, doble contabilidad, peonadas falsas y, en definitiva, de todo ese mundillo de complicidades frente al que algunos suponen que ha de hacer la vista gorda el juez, según su personal opción ideológica. Yo nunca he hecho otra cosa que aplicar la Ley, sin colores ni banderías, incluso en contra de mis propias preferencias. En más de una ocasión, sobre todo cuando, recién casado, quería encontrar un destino cercano a mi esposa, solicité alguno de los cargos de letrado del Consejo. Nunca me lo dieron; supongo que mi curriculum era muy pobre. Ahora bien, una vez me hablaron de cierta “llamada” que, según parece, precedía a los nombramientos. Por todos los dioses, que no sabía a lo que se referían. Incluso me aconsejaron tocar la puerta de cierto personaje. Desde luego que quería seguir siendo “puro”. Todo tiene un precio. Es verdad que mi oficio es muy antiguo, pero es el del juez, no otro. Es triste tener que aclarar esto. Imaginará el lector la sensación de asco que padecí durante un tiempo. Pero, ¿acaso era yo mejor moralmente que los demás? Pues, no. Estoy cansado de encontrarme con compañeros mucho más valiosos que yo. El problema era otro: nos quieren inocular la idea de que ideologización de la función judicial es buena. Esa estratagema viene de perlas a los políticos para jugar a los cromos con las cartas marcadas. La designación partidista de los cargos, así como el forzamiento de la ley para adaptarla a intereses extrajurídicos, pasa por algo natural si se convence al juez de que su función es esencialmente política, que ha de mancharse la toga. Es sólo cuestión de escoger el bando. El sistema funciona así porque está mal diseñado. Mi entusiasmo, por tanto, ante el Manifiesto no tenía límites. Por fin un movimiento de abajo arriba, no teledirigido por esa casta que aupada digitalmente a las alturas. Por eso, los jerarcas han hecho caso omiso del Manifiesto. Pero sigue latente, como catalizador de un malestar que crece sin parar.

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No sólo dentro de la carrera. El ciudadano no tiene nada que ganar con una justicia ideologizada. Un juez que se deja arrastrar por los cantos de sirena de la política no sirve al Pueblo, sino a otra cosa. Se comprende, así, esa sensación de que el sistema está corrupto, de que la Justicia se ha vendido a la Política por un plato de lentejas. Pero no es eso; sólo está hipnotizada por la charlatanería de profetas mercenarios y aherrojada tras los barrotes de una estructura minuciosamente montada para repartir clientelarmente el poder. Algunos sueñan con una administración judicial donde el juez sea un actor político más. El acceso a la carrera será controlado para, ab initio, sexar ideológicamente a los candidatos (tranquilos, no duele, sólo hay que ser tiernamente dócil). Una vez dentro, todo el poder estará en manos de unas secretarias dependientes del estamento político. El juez no es el jefe de los funcionarios, ni siquiera dispone de las instalaciones materiales. Asimismo, desaparecerán los juzgados y, en su lugar, unos tribunales de instancia repartirán el trabajo según convenga en cada caso. Todo ello rematado por un Consejo políticamente determinado entre cuyas atribuciones se encuentra las facultades disciplinarias (eso sin contar la designación de los miembros del Tribunal Supremo). Solamente faltaba amordazar a las Juntas de Jueces. ¿Otro ocho de octubre? No, gracias. El Manifiesto es el desafío de mayor envergadura con el que hayan tenido que enfrentarse los muñidores de este bravo nuevo mundo. Yo me siento afortunado de haber estado donde mi conciencia me dictaba el seis de marzo. Y no soy el único. Siguen jugando con fuego.

OBITER DICTA

OCHO DE MARZO, DÍA DE LA MUJER TRABAJADORA ¿Qué significa la igualdad? No es la retahíla del lenguaje políticamente correcto (“jueces y juezas, y magitrad@s”); tampoco poblar la leyes de muletillas de inaprensible exégesis (En la adopción de las medidas a que se refiere este capítulo, se atenderá, de manera particular, la perspectiva de género y las desigualdades sociales –sic-, tal como crípticamente reza el artículo 13 de la nueva ley sobre tabaquismo). Es la absoluta libertad para escoger la vida propia: o bien dulce mocita enamorada, o bien gallarda Diana Cazadora. Pero, pasando toda la mañana en sala o en la guardia y poniendo las sentencias por la tarde, decidir sin trabas es muy complicado. Es un reto que no sólo afecta a las trabajadoras del Poder Judicial, sino de toda la sociedad española.

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CARTA A LOS DECANOS

Ante la anunciada reforma que supuestamente introducirá los Tribunales de Instancia, empezó a circular a finales de febrero de este año una carta donde se hacía una llamada, casi desesperada, a los decanos de todo el territorio nacional para que no se dejasen avasallar y lucharan para defendernos a todos. He aquí su texto literal.

Señores Jueces Decanos de España: Los redactores de esta carta, compañeros vuestros de los juzgados de todo el país, os pedimos públicamente que salgáis en defensa de la independencia judicial, que en estos momentos corre un peligro mortal. La venidera reforma de la planta judicial, que introducirá los llamados “tribunales de instancia”, traerá consigo el fin de la democracia judicial, así como la injerencia del poder político en el funcionamiento cotidiano de nuestros órganos jurisdiccionales. Lo escandaloso en primer lugar ha sido la confusión generada por las diversas versiones que han circulado secreta y públicamente sobre el Anteproyecto. Hemos contado con la versión rumor y finalmente con la que parece se ha remitido a las asociaciones sin que en estos momentos sepamos con seguridad cuál será el texto definitivo. Es evidente que no cuentan con nosotros ni en el Ministerio ni en el CGPJ que no ha alzado su voz por ahora. Os planteamos, al hilo de las confrontadas versiones que hemos leído, lo siguiente:

1) elección del Presidente colegiado, dotado de cruciales

competencias y designado por el CGPJ. No hace falta que

recordemos a quién deben su cargo los miembros de ese órgano

que nos gobierna pero al que no hemos elegido.

2) pérdida de competencia esencial relativa a los edificios judiciales.

3) Los jueces decanos, elegidos en su mayor parte según el principio un hombre/un voto, serán suprimidos o al menos se vaciará de

sentido su hasta ahora función crucial. Pérdida –asimismo- de

competencia de las Juntas de Jueces respecto a la aprobación

de normas de reparto y celebración de Juntas para abordar

temas de interés común.

4) Asignación al tribunal con carácter funcional, amén de que no son verdaderos tribunales colegiados y se baraja la posibilidad de

que profesores de Universidad formen parte de ellos.

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5) Los jueces perdemos las UPADS (parece colegirse de la última versión remitida a algunas asociaciones) que pasarán a ser UPADS

del Tribunal, y con ello, perdemos la última opción de

autoorganizarnos que teníamos.

6) Si no tendremos agenda, no contaremos con el secretario judicial….¿para eso era necesaria la puesta en marcha de la NOJ

cuya prueba piloto ha sido, además, un sonoro fracaso?

No cabe duda de que algunos compañeros acaso cegados por

otros tantos creen que individualismo es igual a independencia. No se trata de lo primero sino de lo segundo. La consigna es: vaciemos de sentido lo que aún funciona para que el poder político medre desde las bases, a saber, desde la instancia. Cuando el ocho de octubre del año 2008 la carrera se levantó contra la intromisión del Poder Ejecutivo, no lo hizo encabezada por los vocales del Consejo, sino impulsada por los jueces de base, cuya voz fue oída en juntas democráticas que se propagaron por todo el territorio nacional. Si el futuro texto normativo llega a convertirse en ley, seremos silenciados para siempre. Y tememos que ese sea el perverso fin de la reforma como respuesta al levantamiento del Manifiesto el pasado año suscrito por 1500 compañeros entre los que estáis muchos de vosotros. Compañeros decanos, tal vez nuestros últimos representantes democráticos, no os dejéis amordazar ni nos abandonéis. Pero no se trata sólo de nosotros, sino de todos los ciudadanos, a los que nadie les ha explicado que, bajo la apariencia de un ajuste técnico, se esconde el mayor proyecto de politización de la Justicia desde la recuperación de nuestro régimen constitucional. Os proponemos que convoquéis con urgencia Juntas de Jueces en vuestros respectivos partidos para que todos y cada uno de los jueces de España se pronuncien sin intermediarios a favor o en contra de la reforma.

Asimismo y con la misma urgencia e importancia os emplazamos para que de manera contundente se acuerde en dichas Juntas la adopción de medidas de presión incluida la huelga. El llamamiento a la unidad judicial pasa por ello porque las medidas de diálogo y negociación se hayan actualmente agotadas.

Esperamos vuestra respuesta.

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OBITER DICTA

SARKOZY CONTRA LOS JUECES FRANCESES

Los jueces franceses, a principios de febrero de este año, han reaccionado con inusitada firmeza ante unas manifestaciones del Presidente de la República, Nicolás Sarkozy. Los magistrados galos suspendieron masivamente las vistas (salvo las urgentes) para plantar cara al Jefe del Estado, el cual había arremetido contra la carrera a causa de un crimen que había estremecido al país: el rapto y asesinato de una joven de 18 años, violada y descuartizada por su captor.

EL PODER POLÍTICO SE TRAGA AL MOVIMIENTO DE OCHO DE OCTUBRE

Cuando en el año 2008 la Vicepresidenta del Gobierno a la sazón osó sugerir al Consejo la sanción disciplinaria que había que imponer contra un juez, sus compañeros reaccionaron con una bravura inesperada. Ojo, ellos, no el Consejo ni su áulico coro. Acostumbrados como estaban a la beata mansedumbre de una casta institucionalmente emasculada, algunos se llevaron una buena sorpresa. Si el proyecto de los Tribunales de Instancia sale adelante, las Juntas de Partido se verán drásticamente limitadas en sus competencias. Cirugía castradora en toda regla. Gato escaldado del agua fría huye. ¿Seguiremos el ejemplo francés? El Burgo de Osma

Los autores de la carta antes trascrita pretenden recabar el apoyo de todos y cada uno de los decanos de España para

que convoquen Juntas de Jueces o adopten las medidas que fueren necesarias para que se oiga nuestra voz. Los decanos no forman parte de esa coreografía de pedigrí dedicular que debe sus cargos al mercadeo político, sino que han sido en su mayoría democráticamente elegidos por sus pares. A ellos se dirigen todas las miradas, en la seguridad de que no nos traicionarán.

Para adherirse a la carta a los decanos basta enviar un correo electrónico al Foro de la

Extranet o hacerlo llegar a la revista Tempus Octobris.

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UN INSTANTE. UNA ETERNIDAD. Siniestro La realidad supera a la ficción. La anécdota que nos cuenta el autor no es una invención, sino un hecho. Recién aprobadas las oposiciones, cuando el juez novato llega cargado de ilusión a su destino, no espera que lo acojan con una alfombra roja…Pero es una cosa y otra el recibimiento con que le hicieron a este pobre compañero. Muy probablemente es lo que nos tengamos merecido por nuestro borreguismo. Algún día terminaremos pidiendo perdón por haber ganado nuestra toga.

No evoca el título el misterio de amor y vida que, en sábanas de transparente gozo, envolvió el tiempo perdido de dos enamorados. Tampoco la explosión de júbilo carnal, espasmódico, sacudiendo sus cuerpos entrelazados, jadeantes, en muerte peregrina, sin deseo alguno por el extinguir de los segundos.

Los jueces ya no son sino una sombra de lo que eran

No, es su reverso. El que nos alerta de lo cerca que, a veces, acecha la muerte (la otra, la que se instala para vivirnos, huésped impenitente de lo irreversible) sin que reparemos en ello. Sirva a modo de autocrítica y reflexión para un desembarazarnos de la criatura de ademanes hieráticos que nos desvencija y paraliza. Actúe, en suma, como pedal de freno del carruaje de la productividad y reprima los instintos laborales desbocados por el chasquido del látigo de la pecunia y el bramar flameado de los buitres de la hiperresponsabilidad.

Para los que aún no somos conscientes de que el corazón tiene su justo latido, como el trabajo su justa medida y que, amarlo sin ella, es el comienzo de la palabra amargura.

Fue el exceso de trabajo- ya se padecía entonces- que al fundirse con su

Asunción muda y desnuda, engendró el gangrenoso suceso. La misma gangrena sorda y sórdida que, jirón por jirón y golpe a golpe, nos desuella la dignidad y nos enseña a callar. Eso y, quizá, unas desconocidas y turbadoras llamadas telefónicas que atenazaban aquel juzgado.

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La anécdota- si así puede llamarse a un hecho real- ocurrió, hace algunos años, en uno de las muchas unidades judiciales (hoy pocas y renqueantes) de nuestra geografía.

A INGENUO, así se llamaba uno de los cuatro protagonistas de la historia, por

fin le había salido una plaza de magistrado en su ciudad natal. ¡¡¡Ahí es nada!!!! Volver definitivamente a su terruño de origen que- si bien nada mal le había ido en suelos volcánicos- tanto añoraba. A hora temprana (la mañana era fresca y bañada en rocío). Las calles vestían de flores por todos sus rincones) en ciernes Semana Santa, indumentaria florida- propia de los sureños lares que aún llevaba tatuados- tez apizarrada, delatora de los influjos de la tierra del fuego, enfiló a galope tendido (como antojaba la lustrosa y soleada mañanita ) la avenida que, a la postre, o habría de desembocar en una bienvenida.

Por el camino algún que otro antiguo conocido. En demasía no se paró, la

inquietud le podía. Dobló la última esquina y ¡¡¡ Allí estaba!!! El edificio se levantaba pundonoroso pero un tanto amazacotado, hasta prostituido por la modernidad. Nada de especial le llamó la atención en él, no siendo que carecía del más mínimo alarde de vigilancia. Así que penetró como el sexo de un adolescente. Sin control. Subió de corrido los inexhaustos peldaños laterales, sin desmayar un punto, como dándose un atracón de ansiedad. Al coronarlos, se dirigió a la puerta del juzgado. La jalonaba una severa y majestuosa escalera de caracol- entre solemne y burlona- que parecía vanagloriarse de ello. Le invadió una suerte de premonición nada halagüeña. Entró. Sin excesiva dulzura batió sus labios.

-¡¡¡¡ Buenos días!!! Trató de confraternizar con una mujer que, pensó, sería una agente. Sin

contestación, se adentró un poco más.... Tuvo sensación de que todas las miradas - cargadas de fulgor - en su rostro perdían la timidez. Mientras el silencio cobraba su crédito en protagonismo, el sol, que tras derramar un haz sobre un baldosín, perfilaba un rayo de plata hacia sus ojos deslumbrándolo, nubló su visión y terminó de encapotar su semblante.

Sin sello de altivez, hizo por presentarse. - Perdón - soy.... - Pase, pase.....venga por aquí le animó un hombre que por su amañada

vestimenta, timbre seguro y modales de cierta jerarquía, intuyó sería el titular (INCRÉDULO se llamaba) y a fe que no se equivocaba.

-¡¡¡Hola!!!.....verás.... soy tu compañero.... y vengo de......quisiera saber si esta

plaza va a quedar libre y..... -¡¡¡¡ Siéntese ahí...!!! (Inquirió su interlocutor) -¿Cómo?.... Ya te he dicho que soy.... -¿cómo se llama usted?

TEMPUS OCTOBRIS, MARZO 2011

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-Pero hombre que vengo de… Aguarde un momento, espetó INCRÉDULO mientras hojeaba no sé qué papeles

sobre su mesa. Al tiempo que por la puerta del despacho se introducía un señor de fiable corpulencia, que se sentó justo tras él, INGENUO se hacía mejor consciencia del lance. El visitante no era otro que SIGILO, un policía que vestido de paisano entraba en escena tal cual se llamaba. Como quiera que el cariz tornábase - a cada paso- más engorroso, echó mano al bolsillo (lo que inquietó al postrero invitado) buscando su carné de identidad -ignorase si el de juez lo llevaba encima- para que INCRÉDULO lo cotejara con el libro del escalafón. Así lo hizo, pero ¡¡¡¡ Ni por ésas!!!!!

Le vino a la cabeza César Lombroso y su tratado antropológico de “El hombre

delincuente” (tendencias criminales de orden genético observadas en ciertos rasgos físicos de algunos individuos). Al fin y al cabo, INGENUO había sido requerido- al presentarse en su primer destino- erróneamente por un funcionario del que luego sería su juzgado, para que firmara como el que lo hace el uno y quince de cada mes. De nuevo su faz angulada parecía jugarle una mala pasada.

Después de un lapso de infructuosa avenencia, insistió..... -Mira....Llama al juzgado de...... Allí te confirmarán que soy el que digo.... Pero el destino había escrito con letras de granito el sinuoso desenlace.

El teléfono fue más frío que nunca y nadie lo cogió. De repetidas llamadas se desentendió. Era el único lugar donde poder encontrar algún conocido común que desficiese el entuerto. Febrilmente trataba de justificarse, pero lo insoluble e indigesto del trance- que en la indefinición había encontrado acomodo- le provocó náuseas..... Y apunto de restallar su crudeza....Una voz de ensalmo, cercana pero de antaño, de ánima, lapidaria y fría como el filo de una espada (su padre- un militar familiarizado con la metralla- había fallecido poco tiempo atrás a escasos 400 metros) lo apaciguó.

-¡¡¡¡No lo hagas!!! - Si no quieres que un plomo del 39 te reviente la sesera. Se

rindió a lo inerte. ¡¡¡Vaya si lo hizo!!!!! Fue un instante que bien pudo ser su eternidad Con automatismo surrealista, acató la extraña bellaquería, que lo desquiciaba, para no hacerse "carne de cañón”. Con un leve y soslayado giro de cuello observó la mirada atenta de SIGILO. Adivinó en los bajos de su chaqueta y por el bruñir de su culata, la presencia de un revólver que garantizaba- aún más- lo funesto de lo establecido.

Confundiéndose con el brusco cerrar de una puerta, exhaló con estrépito su

aliento y alentó el pensamiento (que pasó por su testa como una nube de tronada) de tener a la vista personajes de ficción, como salidos del fondo oscura de una pesadilla. Mientras INCRÉDULO le hacía preguntas y más preguntas, rondó su cráneo un último cartucho que disparar al infortunio y no precisamente de los que albergaba la recámara del arma de SIGILO.

INSÓLITO (compañero de promoción allí felizmente destinado) podía desatar

aquel enredo. -¡¡¡¡Ya está!!!! Llama a INSÓLITO.... - Él te dirá....

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No pasaron cinco minutos por el reloj del cuco (que se deslizaron tan largos y callados como la sombra de un ciprés) cuando se presentó....

¡¡¡Hombre, como estás¡¡¡¡ -Pues....estoy.... -Al momento, SIGILO tomaba la puerta haciendo honor a su nombre -¿Conoces a este señor?, balbució INCRÉDULO ¡¡¡Claro!!!.. ¡¡¡Es...!!!...¿Pero qué ha pasado? ...Pues... si que es raro..... En fin..... Unas gaviotas que, graznando, volaban en círculo por un cielo abierto, le

anunciaron que era libre. Salió de allí enjaretado y controlado. Con una nada en la mirada y el alma envuelta en un suspiro. Durante un tiempo- desembalando un puñado de porqués- se ocultó en la guarida de la vida. Del sentido de lo vivido.

OBITER DICTA

EL CHULO PRESUMIDO Y EL ENANITO AMEDRENTADO Los políticos, al parir la NOJ, lucieron músculo y acabaron con eso de que los

jueces fuesen los jefes en sus propios despachos. Y, estos, tan chiquitines y bien educados, se callaron, con esquiva mirada, de entre temor y agradecimiento. Eso sí, lucharon como gatitos panza arriba por seguir mandando en los señalamientos. No se dieron cuenta de que lo grave no era esa concreta extirpación de nuestras facultades, sino el principio de fondo, a saber: que el centro de poder pasaba desde los Juzgados a unas Secretarias (ahora asépticamente llamadas “oficinas”) digitalmente untadas. Ellos, tan cándidamente ilusionados, se creyeron el cuento de que desaparecía su responsabilidad burocrática, que sólo se dedicarían a poner sentencias, cómodamente instalados en una torre marfileña muy por encima de las mesas atiborradas de papel. El proyecto de Reglamento de la carrera judicial les hizo ver la profundidad de su error y entonces vinieron las pataletas. Ahora pretenden suprimir los juzgados: ¡qué bien ¡ ¿no? Esperemos que no se tornen en quejicas y llorones cuando descubran que el nuevo sistema los pone a merced de un jefe que decida cuánto y cómo tienen que trabajar. No sería de extrañar que algún día fuesen cacheados al cruzar el umbral de la UPAD: “Umm ¡Qué gusto ¡”…¿acaso es eso lo que pensarán algunos?

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COMO EL PERRO Y EL GATO

(Répica y Dúplica)

Inauguramos una nueva sección donde se contraponen dos posiciones diferentes en abierto debate: Réplica y Dúplica. Aquí se enfrentan las experiencias de una abogada y de una magistrada, las dos caras de una misma moneda.

Y LOS ABOGADOS ¿QUÉ?

Soraya Callejo, Abogada.

La autora, desde su postura de letrada, con todo respeto a los integrantes del Poder

Judicial, repasa las quejas más frecuentes de los abogados para con los jueces:

impuntualidad, trato desconsiderado….

A mi padre, abogado, escuché, en los últimos días de su vida, estas palabras

tranquilizadoras: las sentencias de los jueces son siempre justas. En cincuenta y dos años de

ejercicio profesional, ni una vez he debido lamentarme de la Justicia. Cuando he ganado un

asunto ha sido porque mi cliente tenía razón; cuando lo he perdido ha sido porque tenía

razón mi adversario. ¿Ingenuidad? Acaso; pero sólo con esta santa ingenuidad, la abogacía

puede elevarse del juego de la astucia, engendradora de odios, hasta la fe operadora de la paz

humana.

Elogio de los jueces escrito por un abogado. Piero Calamandrei.

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En reiteradas ocasiones he roto más de una lanza a favor de la Justicia y,

sobre todo, de nuestros Jueces. No sin cierta amargura he manifestado en más de

una ocasión que la Justicia en España no funciona porque no puede funcionar,

porque nunca ha interesado a quien mandaba y tenía en sus manos acometer la

reforma profunda y estructural que ésta necesita desde hace 30 años, más allá de

algún impacto mediático, revestido de gran ley presentada al público como la gran

solución pero que en la práctica no soluciona nada aunque sí acalla voces, por lo

menos “ab initio”. Y esto a pesar de la profesionalidad de la mayoría de nuestros

Jueces, cuya competencia está fuera de todo duda, si bien, la falta de medios y la

tremenda saturación con que acometen su trabajo mina los resultados judiciales y

actúa como una losa en la percepción que los ciudadanos tienen, negativa a más no

poder, del asunto judicial en general y en particular de sus señorías.

Ahora bien, ¿qué papel asumen en todo esto los abogados? ¿Cuál es la

percepción que los letrados tienen de los jueces que les resuelven sus pleitos?

¿Hacen gala todos ellos de esa ingenuidad de la que hablaba Calamandrei o, por el

contrario, son críticos con la actuación de sus jueces?

Y es que aunque los abogados en su mayoría reconocen la labor y las

dificultades con que los jueces desempeñan su trabajo, no siempre se consideran

entendidos por estos; también tienen alguna crítica que hacerles, porque frente a

las dificultades con que se presentan los miembros del Poder Judicial, los letrados

tienen las suyas propias y cuándo se juntan unas y otras, el cóctel puede ser nefasto

no sólo para un buen resultado judicial, favorable a las pretensiones de parte, sino

para el derecho a la tutela judicial efectiva en sí mismo….Vayan algunos ejemplos.

Unos, potenciados por las deficiencias estructurales de que adolece nuestra Justicia

y otros, perfectamente evitables si todos los Jueces tomaran conciencia del respeto y

la complejidad que merece la labor de los abogados.

La vida judicial cotidiana de los letrados, en las grandes ciudades, suele

empezar teniendo que responderse a la pregunta de dónde está el Juzgado al que

“hoy me tengo que dirigir”, cuestión que no habría que resolver si se hubiera

fulminado de una vez la dispersión de sedes judiciales que representa un estrés

adicional a la labor jurídica misma, teniéndose en ocasiones que desplazar de una

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punta a otra de la ciudad en tiempo record, con el apremio generado por el caótico

tráfico de la gran ciudad y el estrés que se va acumulando según pasa el día.

Dispersión que se ha paliado en algunas ciudades pero que en otras como Madrid

no tiene visos de solucionarse porque para la Justicia no hay dotación

presupuestaria suficiente. (Vaya novedad).

A continuación, algunas de las quejas más “sonoras” de los letrados;

algunas son más de forma que de fondo pero consideran que inciden directamente

en su día a día y en la percepción que estos tienen de los Jueces aun cuando

algunas quejas no les sean directamente imputables a ellos.

1ª- En el ejercicio cotidiano de la abogacía, muchos letrados suelen quejarse

de la lejanía, tirantez y altanería con que se manifiestan algunos Magistrados.

Consideran que especialmente la última, no es necesaria para el buen ejercicio de la

función jurisdiccional y alegan ante esa situación que en ocasiones a los jueces se

les olvida que todos (ellos y letrados) se sitúan a la misma altura en estrados. Lo

que es indicativo de la, cuando menos, importancia igualitaria del papel que unos y

otros desempeñan en el ámbito de la Justicia. Se ven obligados a reivindicar respeto

en muchas ocasiones como si el abogado en sí mismo no fuera también un

colaborador de la Administración de Justicia, tal y como lo define la propia LOPJ.

2ª.- Si hay algo que saque de quicio a los letrados es que el Juez competente

en el asunto le abronque, no ya en audiencia pública, sino delante de su cliente.

Quizás sea esto debido a la idea casi inconsciente que ronda por la cabeza de

algunos jueces al concebir al letrado como un privilegiado que no puede permitirse

errores porque luego repercutirá una minuta millonaria a su cliente, pero frente a

esta concepción, muchas veces alejada de la realidad, cada vez que un letrado se

sube al estrado, mejor o peor, se está ganando el pan y para ello necesita de la

confianza de su cliente. Para eso están las sentencias judiciales, se ganan o se

pierden, las gana o las pierde el letrado si se quiere, pero el bochorno público

sobra; la ley del mercado ya es suficiente para depurar a los malos profesionales.

3ª.- Aunque hay abogados que no tienen noción del tiempo que dura su

exposición y acompañan la misma con una oratoria absolutamente torturadora,

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suelen llevar bastante mal que se les corte en conclusiones, especialmente, cuando

el propio Juez manifiesta que se tiene que ir a comer o a jugar al pádel (hecho

verídico). Esto, aunque excepcional, suena a escaso interés por la Justicia por parte

de quien más debía mostrarlo.

4ª.- Formular juicios de valor en sus sentencias acerca de lo desatinado del

modo de plantear una demanda o un recurso; para eso está el fallo, para dar o

quitar razones, pero los juicios de valor, a veces, atentatorios contra el honor

profesional del letrado están fuera de lugar, son gratuitos y con ellos no se consigue

nada, salvo poner en duda la profesionalidad del letrado y su puesto de trabajo. No

nos olvidemos que la gran mayoría de abogados, jóvenes o no, mantienen una

relación laboral estricta con su despacho, al margen de si se califica expresamente

como tal, pero eso y la precariedad con que muchos desempañan su labor, es

“harina de otro costal”

5ª.- Ir al juzgado es perder la mañana, por eso, de la misma forma que se exige

puntualidad a los letrados y la impuntualidad puede ser sancionada con las

consecuencias que establece, por ejemplo, el artículo 414 de la LEC, también sería

necesario que los jueces tomaran conciencia de la importancia de empezar la vistas a

tiempo, especialmente en los supuestos en que es factible, es decir, a primera hora de la

mañana. Además, elementales razones de respeto así lo imponen.

6ª. Por último, ¿qué me dicen de la necesidad de interpretar las sentencias que

nos notifican porque después de leerlas varias veces e incluso hacer una puesta en

común entre varios letrados del despacho, resulta que en el texto se colaron fragmentos

de otros autos? Los peligros del corta y pega, pero incluso cuando lo fundamentos son

los mismos, alguien debería dedicar tiempo a leer la resolución que se notificará a las

partes.

Finalmente, no voy a entrar en aquellas resoluciones judiciales que podrían

tildarse de extravagantes porque también demandas o recursos de letrados podrían

entrar en esa consideración y aberraciones hay en todas partes. Quiero terminar de la

misma forma que empecé este modesto escrito, es decir, citando a Piero Calamandrei

cuando en elogio de los jueces escrito por un abogado asegura que:

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“Feliz tú, juez, que puedes seguir en tu trabajo el regulado ritmo del horario de la

audiencia y sentir a tu alrededor, cuando trabajas, el reposante respeto de la sala o el secreto

recogimiento del despacho. Cuando entra el tribunal, calla todo murmullo. Tu obra se desarrolla

alejada del tumulto, sin acontecimientos imprevistos y sin precipitaciones; tú ignoras el ansia de

improvisar, las sorpresas de la última hora; tú no tienes que fatigarte para encontrar

argumentos, porque estás llamado solamente a escoger entre los buscados por nosotros, que

realizamos por ti el duro trabajo de excavar , y para mejor meditar tu elección, tienes el deber de

sentarte en tu cómodo sillón…..Pero la fatiga del abogado no conoce horario ni tregua; cada

proceso abre un nuevo camino, cada cliente suscita un nuevo enigma. El abogado debe estar

presente, al mismo tiempo, en cien sitios distintos, de la misma manera que su espíritu debe

seguir al mismo tiempo cien pistas. A los clientes y no a él, les pertenecen también sus horas

nocturnas, que son aquellas en que él, tormentosamente, elabora para ellos los más preciosos

argumentos….

OBITER DICTA: La refriega de las asociaciones

Beato de Liébana

Queridos lectores, si os parece intenso el fuego entre nuestras pugilistas de la oratoria forense, es que no habéis leído el reciente cruce de comunicados entre asociaciones. He aquí la secuencia fáctica:

El 21-II-2011 el Foro Judicial Independiente anunció su propósito de impugnar jurisdiccionalmente los acuerdos del Consejo en los que “sea detectable la influencia de los partidos políticos”.

Ese mismo día respondió Jueces para Democracia donde, en relación a la anterior misiva, critica las “proclamas simplistas y lenguajes demagógicos” al tiempo que propugnaban una lucha “desde la honestidad” y no “desde la mentira”.

Dos días después contestó la Asociaron Profesional de la Magistratura motejando de “puro ejercicio de retórica demagógica y propagandística” las intenciones impugnatorias del FJI.

¿Os imagináis, por ventura, quién se frota las manos en esta ridícula pugna fratricida? Pues, el Oryctolagus cuniculus. Está claro, ¿no?

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Y LOS JUECES ¿QUÉ?

Esther Fernández Arjonilla, Magistrado.

¿?

¿Por qué discutir con el minino cuando crucifican a los justiciables y los monstruos nos acechan?

No nos equivoquemos de bando.

La autora, desde su postura de magistrada, con todo respeto a los integrantes de la

Abogacía, responde sistemáticamente a las críticas vertidas en el anterior alegato.

Era una colegiala todavía cuando nos preguntaron en clase qué queríamos ser

de mayores, me cogió de sorpresa, y lo veía tan lejos que no lo tenía claro. Cuando

llegué a casa se lo comenté a mi padre, que no sabía qué podría estudiar “de mayor”,

mi padre me dio varios ejemplos, periodismo, derecho….No sé por qué se me quedó

esta última opción, mantenida desde entonces hasta la selectividad, siempre con una

especie de rechazo a eso que llamaban “oposición”, algo que me parecía algo sólo para

personas con especial capacidad y paciencia podrían hacer….pero por la boca muere el

pez y acabé opositando, y ni tengo especial capacidad ni paciencia.

Tanto de la carrera, como después de la oposición, y durante los siete años que

llevo ejerciendo como Juez he ido haciendo amigos entre el cuerpo de los letrados.

Jamás me ha gustado generalizar para nada, y en todo los sitios hay de todo, pero

gracias a esos amigos he conocido mucho de lo que hay detrás de la profesión de

abogado, esas llamadas intempestivas de los clientes que por más que les explicas el

asunto ven un programa en la tele donde habla cualquiera de temas jurídicos y le creen

más, o del cliente que “amenaza” con denunciarte o quejarse al Colegio si no le haces un

recurso o petición descabellada, las horas de viajes, las horas de pasillo, las guardias

mal pagadas, etc.

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El Juez es un ser humano que entra por vocación en una Carrera en la que cree,

por una justicia que desea impartir a partir de unas leyes que no hace él, sino los

políticos, políticos que no creen en la Justicia ya que no le reporta votos. ¿¿Qué más da

si un ciudadano tiene que esperar años a que se atienda su legítima pretensión o si los

Juzgados se desbordan de papel y los jueces y oficinas no dan a basto?? Siempre ha

sido así por la falta de inversión, la falta de una concepción de que una Justicia rápida,

eficaz, y que pueda responder a las demandas del ciudadano es una Justicia de un país

avanzado. El juez debe cada día ajustar las leyes que hacen esos políticos a golpe en

muchos casos de intereses partidistas, de votos, a la realidad que se le presenta. Para

ello tiene la ayuda de los abogados, que en el caso del derecho civil y de su concepción

de la justicia rogada le marcan las pautas para resolver, y en el caso del penal, le

marcan los derechos e intereses tanto del acusado como de la víctima para satisfacerlos

del mejor modo en un Estado de Derecho.

El Juez no es un Dios, no es un ser inerte, pero sí debe mantener una objetividad

y lejanía para resolver los casos con arreglo a los hechos probados. Como me dijo un

día sabiamente un letrado, la razón no se tiene, se prueba. Todo ello abstraído de

sentimientos subjetivos, opiniones, moralidades, etc. La ley es igual en todos los sitios,

sean capitales de provincia o pueblos, y habiendo ejercicio en ambas, todavía me sigue

asombrando porque algunos letrados que vienen al pueblo piensan que ejercemos una

justicia de segunda o que los jueces de pueblo no sabemos la ley…. Y en este punto

paso a contestar a Soraya que tan bien ha escrito su artículo:

1º.- En el día a día de un Juez y en el ámbito de una declaración penal o de una

vista civil y/o penal, quizás a muchos letrados les parezca una tirantez o lejanía la

posición que adoptan algunos compañeros jueces. Sin embargo en esos ámbitos ambas

partes están trabajando, cada uno en su cometido, y lo mismo que yo no voy al banco y

el empleado me da una palmada en la espalda, hablamos de fútbol o me cuenta la

discusión que tenido con su mujer en el café, en esa labor, debe mantenerse al margen

cualquier subjetividad, lo que no quita que fuera del Juzgado o en privado en un

despacho se mantenga otro tipo de relación, pero en el ejercicio de la potestad

jurisdiccional no hay amigos ni colegas, esos están fuera, y fuera nos tomamos la copa,

me cuentas el chiste o bromeamos sobre lo que quieras, pero la seriedad y esa lejanía

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evita al justiciable que piense (especialmente si no se le da la razón) que pueda haber

amiguismos u otro tipo de cuestiones netamente subjetivas de las que dependa su caso

ajenas a la estricta aplicación de la ley;

2º. no creo que haya nadie que le guste las broncas gratuitas, no son plato de

buen gusto. Jamás he abroncado a un letrado salvo en el caso de estar faltando al

respeto a alguna de las partes, o cuando ha querido llevar el procedimiento por otros

derroteros que no eran los suyos a pesar de las advertencias previamente realizadas al

efecto. No creo que haya nadie que piense que los letrados son infalibles, igualmente

son humanos, y su instrumento de trabajo es algo tan cambiante como el Derecho,

donde como me dijo hace años un profesor en la universidad, no hay negros ni

blancos, sino grises. Lo que no es de recibo es que algunos letrados conviertan los

estrados en un plató de televisión donde lucirse delante de sus clientes ignorantes del

derecho, prescindiendo de toda norma de procedimiento;

3º. partimos de que el letrado se ha estudiado su caso, que lo quiere defender

del mejor modo que puede y sabe, pero eso no se logra por el tiempo de oratoria, esa

oratoria debe limitarse a lo razonable, razonabilidad que muchos pierden, olvidando

además que el Juez no sólo tiene esa vista, sino que otros justiciables esperan su turno

para entrar y ser oídos también, y además como ser humano el juez tiene que comer,

descansar, etc. No nos alimentamos del aire aunque el Ministerio lo piense a la vista de

nuestros sueldos;

4º. El juez debe aplicar la ley, cierto, pero desde luego debe valorar la prueba

según conforme a las reglas de la sana crítica dice nuestra LEC, y quizás en alguno casos

eso pueda llevar a expresiones que puedan entenderse en un sentido subjetivo. En

otras ocasiones es necesario incluir opiniones y valoraciones derivadas de las propias

manifestaciones del letrado al cual se le debe dar contestación ineludiblemente con

juicios de valor a otros que el letrado ha hecho en sus escritos y/o intervenciones, pero

siempre dentro del respeto que se le debe guardar al letrado en su ejercicio profesional,

aunque luego muchos salven su honor profesional echando la culpa al juez (comentado

por una amiga letrada);

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5º. los horarios están para cumplirlos, y desde luego incidentes podemos tener

todos, pero eso no debe ser la norma general. Cada parte acude con su juicio, asunto,

etc., al juzgado que espera que se le resuelva. Para esa parte ese es “SU” asunto, con

mayúsculas, generalmente el único que tiene con la justicia, y desea y demanda una

atención interesada al mismo por parte del Juez. Ojalá pudiéramos dedicarnos a cada

asunto con esa exclusividad, pero no puede perderse de vista que el Juez llega su

Juzgado por la mañana con una sobrecarga de trabajo, que según entra por la puerta le

abordan los funcionarios con dudas y problemas, que en el caso de los Juzgados Mixtos

está compaginando la marcha ordinaria del Juzgado con la atención a la Guardia, con

informe al TSJ o un informe que te ha pedido el Consejo, por no hablar de recursos

pendientes de resolver que se acumulan, etc., y todo este conglomerado junto con la

actual carga y exceso de trabajo impide a cualquier Juez ajustarse siempre a los

horarios;

6º. las sentencias tienen que ser lo más claras posibles, como las demandas,

contestaciones y demás escritos que presentan los letrados a los que en más de una

ocasión tienes que pedir aclaración, como ellos de nuestras resoluciones. El corta y

pega también lo utilizan ellos, y vuelve a ser fruto de la carga de trabajo, y la lógica, ya

que aunque los casos sean diferentes, obviamente las leyes no, y la compraventa o robo

que hoy resuelvo lo será con las mismas normas mañana, normas que guardo en mi

resolución para no tener que volver a escribir y ralentizar mi trabajo innecesariamente.

Está claro que Piero Calamandrei no ha vivido la realidad judicial que hoy que

existe en España, donde el número de jueces por habitante nos asemeja a un país tercer

mundista, aunque nuestros políticos quieran vender que nos encontramos entre las

primeras potencias mundiales. Siguen vendiendo reformas a coste cero, es decir,

manteniendo la misma carga de trabajo para unos Jueces que además de eso, son seres

humanos, con vida personal, familia, y necesidad de descanso que no se le permite ni

garantiza con el actual sistema, ni tampoco se le paga. Llegamos a una realidad en que

la enfermedad profesional por excelencia en la carrera es la ansiedad, la depresión, el

stress….Al final somos todos pasajeros de un mismo barco, el barco de la justicia, pero

en vez de remar hacia el mismo lado de una Administración de Justicia eficaz y del

S.XXI cada uno rema para su lado, y así los políticos siguen haciendo de las suyas, sin

invertir en justicia, sin dotarla de medios, y así, tanto Jueces como Letrados perdemos,

y con nosotros el resto de la ciudadanía.

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ESTUPEFACTO

Benjamín Monreal Híjar, Magistrado.

El autor, miembro del Foro Judicial Independiente, ofrece su versión sobre la polémica suscitada a raíz del comunicado emitido por dicha asociación el 21 de febrero del año 2011, donde anunciaba su propósito de impugnar aquellos nombramientos efectuados por el Consejo en los que se detectase “la influencia de los partidos políticos”.Dicha comunicación generó un cruce de comunicados entre FJI, APM y JpD, tal como explicábamos en otro apartado de este numero.

OBITER DICTA

¿Están FJI, APM y Jpd en el mismo bando, a la vanguardia de la judicatura, o pelearán entre sí? Esa es la ventaja del poder político, que se aprovecha de nuestra fragmentación. A los políticos les gustaría una carrera judicial a imagen y semejanza del Consejo, un reflejo miniaturizado de los partidos. ¿Morderemos el anzuelo?

NOTA: La redacción de Tempus Octobris ofreció escribir un artículo de contestación a las demás asociaciones implicadas en la polémica. JdP declinó amablemente la oferta APM no ha contestado a la fecha de cierre de esta tirada.

Día tras día asisto estupefacto y sin dar crédito a lo que sucede en esta Carrera de la que formo parte desde hace ya algunos años.

Asisto estupefacto a como se está acorralando al Poder Judicial con la finalidad de reducirlo, someterlo y convertirlo en un engranaje mas de la Administración de Justicia.

Asisto estupefacto a como ya desde hace algunos años los políticos que se suceden en el Gobierno de la Nación intentan una y otra vez el “asalto” al Poder Judicial.

Asisto también estupefacto a como quienes vociferaron pretender liderar nuestras reivindicaciones y defender a la Carrera contribuyen a dicho asalto y allanan el camino para que el Poder Judicial quede politizado y derrotado.

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Asisto estupefacto a como de forma callada y silenciosa se van minando los

pilares de la Independencia Judicial sin que apenas tengamos noticias de ello con tiempo suficiente para reaccionar y sin que se recabe nuestra opinión.

Asisto estupefacto a como pese a que se ponen en evidencia numerosos fallos y fracasos de la implantación de la NOJ-1, NOJ-2….. NOJ-3000, no impera el sentido común y se decide frenar dicha implantación hasta que se subsanen los problemas.

Asisto estupefacto a la pasividad y conformismo de muchos de mis compañeros que no dan un paso a frente para unir fuerzas y poner fin a tanto desmán como el que estamos viviendo y presenciando.

Asisto estupefacto a como cuando una Asociación Judicial, sí, mi asociación, decide dar un puñetazo en la mesa y ponerse manos a la obra aportando su “grano de arena” para frenar tanta politización en la Justicia, algunas de las otras asociaciones en lugar de sumarse a la iniciativa, se “lanzan a la yugular” quizás porque se ha pisado un callo muy doloroso y no interesaba que nadie hiciese frente a él.

Y después de asistir estupefacto a todo eso y mucho más que en mi mente de Juez con deseos de Independencia se agolpa día tras día, me pregunto:

¿Por qué no nos volvemos a unir todos como aquel hasta ahora irrepetible 8 de octubre de 2008?

¿Por qué cuando surge una iniciativa de Frente Común se bombardea, cuestiona y se intenta parar a toda costa?

¿Por qué hay compañeros que no respiran? ¿Están “muertos”?

¿Por qué no podemos hacer como los Jueces franceses e italianos y plantar cara a quienes quieren robarnos nuestra Independencia que es nuestro bien más preciado y la garantía de una verdadera Justicia?

¿Por qué no olvidamos de una puñetera vez si somos de FJI, APM, JD, AJFV o ANJ y nos damos cuenta que tenemos algo en común que es nuestra condición de Juez que de seguir desunidos se va a devaluar ante la sociedad y la vamos a perder por completo?

¿Por qué no ponemos fin de una vez por todas a tanto atropello y recuperamos la dignidad de Poder del Estado garante de los derechos y libertades de los ciudadanos?

Estimados compañeros, si no tomamos una decisión de forma inmediata mañana será demasiado tarde y acabaremos como “Boabdil El Chico”, llorando la pérdida de nuestra Granada que es la Independencia Judicial. Y una vez que la perdamos ya nunca más la recuperaremos.

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HISTORA DE LOS JUECES DE CÓRDOBA Antonio Jesús Rodríguez Castilla, Magistrado. El autor repasa algunos de los episodios del famoso libro “Historia de los Jueces de Córdoba” que relata el quehacer cotidiano de los jueces andalusíes durante la época musulmana. Aunque sin ser una administración judicial independiente, aquellos magistrados dieron muestras de libertad de criterio que, a buen seguro, no serían del agrado de ciertos oligarcas que, al igual que hoy día, se empecinan en que la Política domeñe a la Justicia.

Mezquita de Córdoba.

He estado releyendo estos días uno de los mejores libros que existen sobre nuestra profesión. Lo singular de ese libro, lo que lo hace único, es que fue escrito en el siglo X en pleno califato cordobés.

HISTORIA DE LOS JUECES DE CÓRDOBA escrita por ALJOXANÍ, relata de forma sensible y minuciosa, a veces desordenada, el trabajo diario de unos jueces que impartieron justicia durante la dominación musulmana de Al-Andalus.

El libro está lleno de anécdotas maravillosas y de jueces admirables y admirados, que convirtieron la cotidianidad de su trabajo en verdaderas historias de leyenda en las que más de uno se querría ver identificado mil años después.

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Lo más curioso es ver como en una época donde el nombramiento de los jueces lo realizaba el Califa, líder político y espiritual; donde el juez además de funciones jurisdiccionales se constituía en autoridad religiosa; donde el fallo judicial dependía de la voluntad del propio Califa, la independencia judicial existió, no por decisión regia o imperativo legal, sino por pura convicción personal de cada juez. Sólo aquellos jueces que decidieron alejarse del poder que los nombró para llevar a cabo su trabajo, consiguieron hacer verdadera justicia. La independencia judicial nunca fue un capricho de jueces, sino la única fórmula de garantizar los derechos de los ciudadanos, que es para lo que siempre nos pagaron.

Os trascribo dos párrafos de dos de los jueces para acercaros a mi Córdoba

musulmana del siglo X, buscando una alianza con los compañeros del pasado que nos sirva para afrontar el futuro.

“Estando en Mérida el emir Mohamed, en vida de su padre Abderrahmen II, ocurrió que

uno de sus guardias tuvo el atrevimiento de arrebatar a un hombre su hija. Era entonces juez de Mérida SOLEIMAN BEN ASUAD. El hombre contra el que se había realizado el delito, acudió al juez Soleiman e imploró ayuda. El juez escribió al emir Mohamed poniendo en su conocimiento la denuncia. El emir retrasó en contestar a esa petición de justicia que se le exigía, y el juez montó a caballo y se plantó a la puerta del alcázar de Mérida y escribió al emir lo siguiente: “Estoy dispuesto a marchar a Córdoba a decírselo a su padre, si no corriges lo que tus guardias han hecho”. El emir Mohamed tuvo que acceder en justicia a lo que el juez solicitaba. Y cuando Mohamed subió al trono le dijeron a Soleiman: “No tienes más remedio que hacer un agujero en tierra y sepultarte en él, después de haber hecho con el emir Mohamed lo que hiciste cuando él estaba en Mérida”. Pero ocurrió lo contrario: no sólo no le hizo ningún daño, sino que lo consideró y distinguió mucho, siendo una de las cuatro personas que entraban en palacio, cuando el monarca necesitaba como testigos (en sus contratos) o para consultar como jurisconsulto”.

En otro capítulo del libro se habla del juez AMER BEN ABDALA, describiéndolo como un juez:

(…) “de sano criterio, de excelente conducta, muy poco hablador y, cuando hablaba,

apenas se movía: sus palabras parecían salir de la hendidura de una peña; infundía mucho temor o respeto; trataba a todos con exquisita urbanidad; apenas levantaba la vista para mirar a su interlocutor y hablaba siempre sonriéndose amablemente. La época de su mando se ha puesto en parangón con la de MOHAMED BEN BAXIR, por la semejanza de cualidades que ambos adornaban: ser integérrimos, escrupulosos, de intachable conducta y decidido empeño en mantener la justicia. Cuando Amer se sentaba para juzgar, no se le acercaba nadie, fuera litigante o no litigante; lo mismo ocurría cuando iba montado; no admitía familiaridad de amigo ninguno, ni consentía siquiera se le pusiesen al lado cabalgando. Era hombre de mucha tranquilidad de ánimo y reposado de movimientos del cuerpo; pero vigoroso y rápido en ejecutar. No guardaba tolerancias ni atenciones con los cortesanos, cualquiera que fuese su rango o categoría, por alta que fuera”.

Sobran las palabras. Espero que estas dos gotas os animen a leer este magnífico

libro. Finalizo este artículo con una canción de Presuntos Implicados cuyo estribillo me ha venido a la cabeza y no lo consigo sacar: ¡Ahhhhh, cómo hemos cambiado…!

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EL LENGUAJE DE LOS JURISTAS-POLÍTICOS.

(¿Suprimirán las oposiciones de judicatura?)

Obiter Dicta Hace ya años que suena el runrún de que las oposiciones se acaban. Aunque sea sólo por curiosidad, un pronunciamiento al respecto del Consejo vendría como agua de mayo para aliviar nuestra sedienta ignorancia. Por fin, el 18 de enero de 2011, sus excelencias aprobaron un acuerdo donde se contenían unas bases relativas a “los futuros procesos de selección de jueces”. Con voraz apetito nos lanzamos a la lectura de ese trascendental documento. ¿Y con qué nos encontramos? Una pastosa verborrea cocida con los ingredientes de lugares comunes y ambigüedades. No es culpa de ellos, no se atreven a hablar con la limpieza cristalina del jurista, pues la dimensión política de su alma escindida los obliga a mantenerse con una dieta a base de compromisos, una y cien veces regurgitados en las cocinas de los pasillos consiliares. Al fin y al cabo, están ahí por lo que están. Todos lo sabemos. Degustemos algunas de las más suculentas frases de este majar pasteleado. “(…) permitir la participación en las pruebas de acceso a la Escuela Judicial a quienes se hallen en posesión de un Grado y Master de contenidos esencialmente jurídicos, con intervención del Consejo General del Poder Judicial”.

- Master y Grado, ¿significado ello que basta la Universidad, sin oposiciones? - Contenidos esencialmente jurídicos, ¿significa ello que se no habrá que haber

estudiado Derecho para ser juez? (Vg. Economía, sociología, periodismo...) - Con intervención del Consejo General del Poder Judicial, ¿significa ello que

participarán otros órganos como el Gobierno, el Parlamento, los sindicatos...o algún testaferro de los partidos políticos?

“Las pruebas de acceso deberán verificar la adquisición, o en su caso, la posibilidad de adquisición de competencias técnicas, analíticas, relacionales y personales” ¿A qué competencias se refiere? ¿tests psicométricos, exámenes psicológicos, habilidades oratorias..o qué?

Con todo, el acuerdo contiene algunos destellos de sabia sensatez, como cuando se preocupa por aquellos aspirantes que, tras quemar su juventud en las oposiciones, se quedaron atrás en el camino. Eso sí, con ese lenguaje precocinado que sabe a vianda recalentada en el microondas político: “(…) que esta preparación permita el acceso a otras profesiones jurídicas a quienes, por decisión propia u otras circunstancias, no culminen con éxito el proceso de selección”.

Lo malo es que tanta indefinición expresiva nos hace temer lo peor: que se

pretenda politizar el acceso a la carrera. Tal vez no, pero esa forma de hablar, impropia de los jueces, evoca una trastienda de tiras y aflojas negociales muy alejada de la racionalidad objetiva. ¿No será, por ventura, que no se atreven a decir esto otro?

Cursum honorum iudicum Hispaniae mutare volumus ut politica positio eorum

ab ibnitio inspecta sit.

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SOBRE EL ALARDE, O CÓMO APROVECHAR QUE EL PISUERGA PASA POR VALLADOLID

Patricia Bartolomé Obregón, Magistrada.

Completamos con este artículo la serie de estudios dedicados al estudio del borrador del Reglamento de la Carrera Judicial. La autora lleva a cabo un trabajo que, conjugando rigor jurídico con visión práctica, destaca las dificultades con que habremos de lidiar por culpa de una norma que, en ocasiones, crea más problemas de los que resuelve.

OBITER DICTA He aquí el extraño ser que vomitaron las aguas malagueñas hacen unos años. Los zoólogos se parten la cabeza para descifrar cuál sea su filiación taxonómica. Por desgracia, no sólo aparecen engendros en el mundo biológico, sino en el jurídico. Muestra de ello es el borrador de Reglamento del Consejo. Las siguientes líneas son un intento de científica disección de tan desafortunado espécimen legal.

De que existe el Alarde te enteras cuando te llama la Inspección del CGPJ. Pero

si lees la LOPJ, parece que el Alarde es otra cosa. Un juez se va de un destino y le deja la lista de tareas pendientes al que viene detrás. Sin embargo, llega un día en que la Inspección te manda una carta y te pide que expliques las divergencias que ella ha observado entre el Alarde de tu predecesor y la Estadística del Secretario. Y te sorprende que te pidan explicaciones a ti, que no has hecho ni el uno ni la otra. Buena lección para el Juez novato. Esto funciona así. Sujetos obligados

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La LOPJ establece, en su artículo 317, la sola obligación de presentar alarde a

“los presidentes de la sala y sección o jueces”. El supuesto de hecho es “cesar en el destino, por ser nombrados para otro cargo”.

El Reglamento de la Carrera Judicial, en la redacción aún vigente, exige alarde a más personas. Parece lógico incluir a quienes cesan para ir a desempeñar otro cargo o empleo o dedicarse a otras cosas, por estar en servicios especiales o por excedencia voluntaria (art. 129.1.a del Reglamento) o porque se jubilen, de manera voluntaria o forzosa, por razón de edad (art. 129.1.d).

Pero no tiene sentido que se amplíe a los magistrados suplentes o los jueces sustitutos que hubiesen desempeñado el cargo ininterrumpidamente por un período superior a tres meses (art. 129.1.b, segundo inciso) o a los que fuesen nombrados en régimen de comisión de servicio con relevación de funciones por tiempo superior a tres meses. No hay en ese caso un cese definitivo de la relación con el órgano. Y con sólo tres meses, ¿se puede opinar fundadamente sobre el estado del órgano? Además, si se cumple la amenaza de dos concursos anuales, el Juzgado en el que cese el titular tendrá sustituto durante más de tres meses. Tendrá que pasar por, al menos, dos alardes en el mismo año. Se paralizará todo, durante días o semanas, cual supermercado que echa el cierre para hacer inventario.

¿Y por qué 3 meses? Debería exigirse una permanencia mínima como la de los titulares, un año.

El Proyecto de Reglamento empeora las cosas. Imaginemos a un Juez de Adscripción Territorial. Algún sufrido compañero que por razones que al resto se nos escapan, ha decidido que le atrae eso de hacer una licencia por maternidad en un Juzgado de Instrucción cuatro meses, para pasar luego a hacer cinco meses de licencia por enfermedad en un Juzgado de lo Social para rematar el año pasando otros tres meses y un día reforzando unos desgraciados Juzgados de Primera Instancia e Instrucción sobrecargados de trabajo. Cuando, finalmente, concurse, tendrá que hacer una memoria descriptiva de su actividad (art. 120.2 Proyecto). Pero, además, habrá elaborado ya tres alardes, uno por cada Juzgado en el que ha estado ininterrumpidamente más de tres meses (art. 129.1.b Proyecto).

Pero, ¿quién hace el alarde materialmente? Los funcionarios. ¿Y con la NOJ? El Proyecto de Reglamento se limita a decir que los funcionarios que tienen que prestar el apoyo y colaboración para confeccionar el alarde son los de las UPAD. Ahora bien, las dotaciones de las UPAD son muy pequeñas, ¿de verdad podrá la exigua dotación de un Juzgado de Instrucción, por ejemplo, hacer un alarde de “todos los procedimientos en curso del órgano judicial”? Por supuesto, no dice qué pasará allí donde no se implante la NOJ-2. Objeto del alarde

Es la “relación de los asuntos que queden pendientes en el respectivo órgano, consignando la fecha de su iniciación y el estado en que se hallen”. O, en términos reglamentarios, “asuntos que se encuentren en tramitación en el órgano judicial”.

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El “órgano judicial” está constituido sólo por el Juez y las UPAD (art. 437.2 LOPJ), de manera que sólo se debería incluir lo que esté en trámite en la UPAD. Y, dentro de lo que se tramite allí, lo que sea la exclusiva competencia del Juez. ¿Hay que incluir en el alarde los actos de conciliación, competencia exclusiva del Secretario? ¿O las ejecuciones que se llevan en el servicio común? Responsabilidad

El art. 130.1 del Proyecto de Reglamento (que, por cierto, no tiene 130.2), contiene una referencia a la responsabilidad disciplinaria conforme al art. 417.13 LOPJ (abuso de la condición de Juez). Posiblemente quiera recordarnos otra faltita, la del 418.13 LOPJ, que sí sanciona la falta de elaboración de los alardes. La infracción se comete cuando hay una “ausencia total y manifiesta de alarde, como consecuencia de la inactividad absoluta para llevar a cabo el mismo” (VACAS GARCÍA-ALÓS, La responsabilidad disciplinaria de jueces y magistrados). No se sanciona el retraso en su elaboración, ni tampoco la existencia de errores.

Esta falta no se aplica en jurisdicción militar (Disp. Adicional 1.ª de la L.O. 16/1994) y, según he leído en RODRÍGUEZ-VILLASANTE Y PRIETO, La modificación del régimen disciplinario judicial militar por la Ley orgánica 16/1994 de reforma de la Ley Orgánica del Poder Judicial, debe ser por la ausencia de un precepto similar al art. 317 en la L.O. 4/1987 o la L.O. Procesal Militar. Resulta que los alardes no es algo indispensable. Conclusión

Al final, parece que, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, o sea, que alguien que trabajaba como juez se va (puede ser un sustituto o un titular, puede haber estado tres meses o treinta años, da lo mismo), la Inspección quiere una imagen detallada de cómo está en ese momento el Juzgado. Daría lo mismo que lo pidiera en otro momento, por ejemplo, cuando cese un Secretario, o que se establecieran alardes cada cinco años.

El Alarde, en palabras del Acuerdo de 21 de febrero de 1990, del Pleno del CGPJ tiene como finalidad “mejorar los mecanismos de control en cuanto a la situación de los diferentes órganos jurisdiccionales”. Se dice que ha sido una “garantía para los titulares entrante y saliente”. Y que se trata de saber cómo están los Juzgados para “la adopción de las medidas necesarias para subsanar posibles anomalías”. ¿De verdad? Desde hace años los alardes, como la estadística, han tenido que poner de manifiesto la sobrecarga generalizada de trabajo que padecemos. Da lo mismo qué criterio de “carga máxima” se utilice. Sea el del Libro Blanco de la Justicia, el de los módulos del 2000 o del 2003. ¿Ha servido para que haya más jueces o se haya cambiado la estructura decimonónica de nuestra demarcación y planta?

En realidad, sirve como mucho para lo que se dice más adelante: el Presidente del Tribunal competente, después de examinar el alarde, adoptará las medidas pertinentes, “entre las que no cabe descartar una visita de inspección y, en su caso, la incoación del expediente disciplinario previsto por la ley”. Se veía venir.

Pero si se quiere sancionar a un juez por retraso en los asuntos, también el

alarde es inadecuado.

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Sólo enumera “los procedimientos pendientes”. No cuánto se ha incoado y resuelto. No dice si se ha trabajado poco, mucho o nada. A menos, claro está, que la función del juez sea sacar en un tiempo razonable todo lo que entre en el juzgado, sea sean cien asuntos o cien mil.

Para saber cómo está de verdad un juzgado, el alarde es obsoleto. Más realista es el programa informático. Si todos lo usaran correctamente. Desde 2003 es obligación del Secretario Judicial adoptar las medidas precisas para que la información integrada en las aplicaciones informáticas obedezca a los requisitos de autenticidad e integridad (Instrucción 2/2003). Son ellos quienes tienen que examinar mensualmente los listados de alarde que proporcionan las aplicaciones informáticas, al objeto de hacer un seguimiento periódico del estado de los procedimientos que pendan ante su oficina judicial.

Cumpliendo con esto, y una estadística exacta, sobran alardes “en papel”, que no hacen sino paralizar los Juzgados durante días, haciendo perder el tiempo a los funcionarios. Y haciéndoselo perder a los Jueces. El que se ha ido, y el que viene. Más burocracia e ineficiencia. En fin.

OBITER DICTA: El Rincón de Carlos III.

Estatua ecuestre de Carlos III, Madrid.

Carlos III, déspota ilustrado, reinó por el bienestar de su pueblo. Carecía de legitimidad democrática, pero eso no le impidió desvivirse por todos los españoles. Análogamente, nuestro Consejo, que nos gobierna pero al que no hemos elegido, no sólo se dedica a parir monstruos jurídicos y a ningunear a sus súbditos-jueces. También adopta decisiones que merecen el aplauso, cuales la memoria USB con la que nos ha obsequiado, el aumento de la transparencia informativa o la apertura de trámites de alegaciones -tal como aconteció con el borrador de Reglamento de la Carrera Judicial. Especialmente eficaz es el CENDOJ, auténtico lujo para los magistrados españoles (pese a yerro de su disposición sobre los derechos pecuniarios de las resoluciones judiciales…nadie es perfecto). Inauguramos, pues, una sección donde estaremos atentos a los aciertos del CGPJ, injerto político en nuestras carnes, es verdad, pero no por ello, fuente de todos los males. Al contrario, la imparcialidad nos obliga a reconocer sus denuedos por mejorar la condición de la Justicia española, tan castigada por la indiferencia, cuando no la hostilidad, de los poderes públicos.

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OBITER DICTA El seis de marzo del año 2010 un grupo de jueces de toda España presentó ante los medios de comunicación un Manifiesto que hasta la fecha ha recibido la adhesión de más de 1.400 compañeros. Fue una reacción espontánea, fruto de la comunicación electrónica. Surgió al margen de cualquier tendencia política, articulado horizontalmente, sin transitar los cauces institucionalizados de la jerarquía judicial. Trae causa de la rebelión informática de ocho de octubre de 2008, cuando los magistrados españoles se movilizaron ante unas declaraciones de la Vicepresidenta del Gobierno que consideraron atentatorias contra su independencia y que, a la postre, desembocaron en dos históricas huelgas de jueces.

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LOS SIETE PUNTOS DEL MANIFIESTO

1) Elección democrática de los órganos de gobierno interno de la magistratura, lo que comprende todos los jueces decanos, presidentes de órganos colegiados y de las salas de gobierno de los TSJ así como los doce vocales de extracción judicial pertenecientes al Consejo General del Poder Judicial.

2) Mantenimiento del juez en sus funciones estrictamente jurisdiccionales delimitando sus competencias con las de los secretarios judiciales. Además, conservación de la instrucción judicial mientras el Ministerio Público siga dependiendo del Poder Ejecutivo.

3) Elaboración de una planta judicial de 20 jueces por cada 10.000 habitantes, conforme a la media europea. La proporción actual en España es la mitad: 10/100.000.

4) Inversión en justicia hasta alcanzar, según la media europea, el 3´5 por ciento de los presupuestos generales, mientras que ahora se halla en el uno por ciento.

5) Adecuación de la carga de trabajo judicial a niveles humanamente soportables que permitan conciliar la vida familiar y laboral, desempeñando la profesión con el mínimo de atención que requieren los ciudadanos. Por tanto, concertación de un acuerdo solidario entre los compañeros para la autorregulación, hasta que se consiga un marco normativo que fije un volumen razonable de trabajo ajeno a la imposición de módulos productivistas.

6) Aprobación de un Estatuto personal del juez que regule los beneficios sociales a que tiene derecho como cualquier otro ciudadano, entre los que se hallan los riesgos laborales y condiciones de jubilación. Asimismo, la clarificación de su situación disciplinaria que, ante la nueva oficina judicial, genera el riesgo de responsabilidad objetiva.

7) Independencia económica que desligue sus retribuciones del voluntarismo del Gobierno de turno, por constituir ésta una garantía de respeto a la independencia jurisdiccional constitucionalmente establecida.

NOTA: aquí sólo se ha incluido un resumen del Manifiesto. El texto completo es fácilmente accesible en Internet. La Dirección lo remitirá por correo electrónico a quienes lo soliciten.

DUDAS SOBRE EL MANIFIESTO ¿Qué hacer para adherirse?

Basta enviar un correo electrónico al Foro de la Extranet del CGPJ o a la dirección de esta revista. ¿A qué compromete el Manifiesto? Únicamente implica la expresión del apoyo público a las ideas que contiene, sin que ello suponga pertenencia a Plataforma o cualquier otro grupo.

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TIEMPO OSCURO. LA COMUNIDAD DEL ANILLO.

Gemma Vives Martínez, Magistrada y Doctora en Derecho.

La autora pone el dedo en la llaga al analizar el significado de los nuevos Tribunales de Instancia: la profundización en el designio de la Nueva Oficina Judicial de aislar al juez de cualquier centro de decisión relativo a su trabajo cotidiano. Y lo hace acudiendo al eterno arquetipo del poder corruptor, esta vez en la versión de Tolkien.

OBITER DICTA ¿Anillo o argolla? Dicen que el poder corrompe. También dicen que es una droga, que engancha, arrebata. Pero tal vez sea más adictiva la sumisión; ese placer abyecto de la cómoda complacencia a una férrea voluntad ajena que venalmente engalana con abalorios engrilletados.

Palacio de Carlos V. Granada.

Leer en tiempos de confusión aclara las ideas. Leer en todo momento. Leer por

placer, por necesidad, por inquietud, por evasión. Siempre leer. Conjugar ese verbo en todos los tiempos, especialmente cuando los tiempos se presentan oscuros y confusos.

Leo correos, centenares de correos desde el 2008. Ignoro si leerlos me forma o me deforma. Sin embargo es la única manera que conozco de apuntalar mi hemeroteca intelectual y emocional, habitualmente alimentadas a base de expedientes y procedimientos, que no es el mejor alimento para la desazón en estos tiempos de cólera y mentiras. Ello me llevó a Tolkien. Y Tolkien me llevó hasta aquí.

Leo intensamente las quejas de los compañeros y de los amigos. Asimismo y de modo transversal contemplo los lugares comunes a los que acuden muchos de ellos. Detecto un denostado interés y una gran voluntad en hallar puntos de encuentro, que las asociaciones suelen bombardear con comunicados que dejan secuela pero no conllevan estrategia generosa en su intención. Diríamos que los comunicados generan a menudo desencuentros entre jueces cuando previamente los jueces se habían encontrado. La táctica no falla. Es cuestión de observar atentamente.

Me planteo, tras la habitual lectura diaria, si no se estarán confundiendo términos básicos de manera intencionada. Y lo escribo al hilo del famoso (tristemente famoso) Anteproyecto de Tribunales de Instancia. Unos sostendrán que cualquier novedad siempre es una diana para el furibundo ataque de algunos. Otros dirán que hay que ser progresista y otros se apoyarán en la unidad sindical. Y otros se aferrarán a la canonjía o harán llamadas o tocarán teclas (control+alt+suprimir) para que el pastelito dé de si lo suficiente como para que lo de medrar siga funcionando.

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El Ministro de Justicia, Sr. Caamaño, anunció a inicios de febrero (imagino que en viernes, lógicamente, rueda de prensa o comunicado ídem, acuerdos Congreso o análogos) lo de los tribunales de instancia para dar mejor servicio al ciudadano. Siempre el Hobbit de turno y el Ministro correspondiente salvándole del desastre.

Debo decir desde esta pequeña tribuna, que he leído hasta la fecha hasta tres versiones distintas del enjambre legislativo en cuestión, y ninguna proviene de fuente oficial, quiero decir, no llegó a mi correo nada remitido por quien lo divulgó. O sea, el Ministro que lo dijo aquel día.

Otros compañeros, peleones, sacaron de alguna asociación parte del texto, ya reversionado, remasterizado, descontextualizado o como quieran llamarlo, y entre confusiones, mezclas, versiones originales, subtituladas, traducidas y disimuladas ya se han emitido pareceres de todo color y tamaño. El tamaño a lo grande proclama “qué bien, por fin los jueces seremos jueces de verdad, no de un juzgado, porque dejaremos de ser unos individualistas y aprenderemos a compartir decisiones”. El tamaño pequeño es el que suele callar y esperar, posición prudente donde las haya. Y luego tenemos el tamaño mediano que cuando menos, exige un texto sobre el que debatir. Cada tamaño me indica un camino. Y ese camino será el viaje que cada cual elija en La Comarca.

Repasadas las versiones circulantes (incluida la versión rumor, que suele ser la que más miedo produce), cabe aventurar que la estrategia es perversa. Y hasta me atrevo a sostener que los de la política han encontrado su Tesoro (la versión cinematográfica de El señor de los anillos ayuda mucho a comprender la enjundia del asunto, recomiendo verla/leerla para entender el núcleo duro del tesoro que esconde el anteproyecto y repartir papeles por doquier, hay para todos).

Yo destruiría el Anillo. Si el asunto es aislarnos sin UPADS, a merced de los secretarios judiciales (los futuros controladores terrestres de los jueces, actualmente en fase de pruebas), encasquetarnos la NOJ a fuerza de tribunales de instancia (quién los compondrá y quién presidirá y quién hará voto particular en su caso), si las Juntas de Jueces –el último reducto de la Comarca, siguiendo con el hilo cinematográfico- dejan de ser el auténtico foro democrático de la carrera judicial y si los Decanos quedan desapoderados de sus esenciales funciones.....miraremos hacia otro lado como si todo fuese ficción?

En dos años hemos peregrinado hacia ninguna parte. Y el resultado es, entre otros no menos lamentables, este Anteproyecto (sea en V.O. o doblada). Destruyamos el Anillo. «Tres anillos para los reyes elfos bajo el cielo. Siete para los señores enanos en casas de piedra. Nueve para los hombres mortales condenados a morir. Uno para el Señor oscuro, sobre el trono oscuro en la tierra de Mordor donde se extienden las Sombras. Un Anillo para gobernarlos a todos. Un Anillo para encontrarlos, un Anillo para atraerlos a todos y atarlos en las tinieblas en la tierra de Mordor donde se extienden las sombras». J.R.R. Tolkien, El señor de los Anillos.

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EL ESPECIALISTA

El Incompatible.

Continuamos con las penurias cotidianas de El Incompatible, ese juez anónimo víctima del sistema que, como remedio a sus males, ha decidido especializarse. Nada más y nada menos que en lo mercantil. Pero, del dicho al hecho, hay gran trecho. Compatibilizar los estudios, la vida doméstica y las taras del juzgado no es tarea fácil. ¿Lo logrará?

OBITER DICTA: Biblioteca de Éfeso

¡Qué difícil es estudiar a una determinada edad, cuando uno ya es talludito. La Biblioteca de Éfeso comunicaba mediante un secreto pasadizo subterráneo con el prostíbulo. Entre col y col, lechuga. Seguro que no es el caso de nuestro Incompatible. ¿Por qué? Porque con él no va el venal mercadeo de los que han sido ungidos en las alturas con las mieles de las perfumadas madamas.

-¿Se puede saber que haces? -Me limito a especializarme, mujer (sinónimo de esposa, de momento…) -Ya eres lo suficientemente especial (...) El rincón más oscuro del “encajado” dormitorio matrimonial – sede del lecho de nuestro jurista en el apartamento de los mil y un códigos – estaba iluminado por un flácido flexo de los noventa, preñado de bombilla azul retrasamiopías, recuerdo de la ya lejana universidad.

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Por cierto, 0,90 euros me han cobrado por 60 vatios “celestes” de mierda, quizá más poéticamente descriptibles como la añil incandescencia que brota del tallo flexible del que emana el sol artificial de nosotros, los opositores. Sea como fuere, esa cegadora estrella iluminaba un dossier, al que esa noche apetecía desvirgar. “Pruebas de especialización de derecho mercantil. Magistrados” -Huy. De repente, y como diría el sr. Alejandro Sanz, “se le apagó la luz, tembló…”. Sentado, a oscuras, junto a la mesa, mesita, mesitita, el que no es compatible pensó, acaso angustiado, que necesitaría una guardia y media para pagar otra bombilla azul… Salvo que se especializara, claro. -En fin –pensó resignado - qué le vamos a hacer. Estudiaré. Pero hoy no… (José Mota dixit) Y así, acariciando la medianoche, fue privado por un azar esquivo de comenzar el estudio del primer tema de la especialización. A cambio, decidió, aparte de volver a la cama, camita, camitita, autoestimularse – en el sentido puramente intelectual de la palabra – con pensamientos. El pensamiento, bien empleado, es un instrumento muy útil, y como en él anidaba aquella vez un pragmatismo de los que hacen historia en una vida vulgar, se empleó con denuedo en un proceso interno de euforización ligado a los más que seguros efectos de su nueva vocación. -Seré magistrado especialista en mercantil. Mercantil. Toma ya. Como Fuentes Bujalance (que lo es, lo sea o no) Cerrando los ojos, cónyuge adyacente, se imaginó triunfal en una sala de Tribunal Superior de Justicia (que dicen que es menos que Supremo), con los brazos en alto, la toga “repuñetada” en oro, con un diploma gigante firmado por Bill Gates, medallas con el rostro –es un decir - de Berlusconi... ohhh, qué gusto… También imaginó a Guardiola, junto al sr. Dívar, aplaudiéndole, lo cual no duró mucho (invasiones del subconsciente). Y es que especializarse significa, para los jueces, ser más que Jueces. Ser, dentro de los jueces, los que más saben en una materia determinada. La Leche (y no precisamente condensada). No bastan cinco años de carrera, cinco de oposiciones, dos de prácticas, siete ejerciendo, no, hay que estudiar más, y aprobar, y bueno… para ser Especialista.

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Y ganar un mojón, claro (permítaseme la expresión, y téngase en cuenta la coma). Esta reflexión fue la primera en “arañar” su entusiasmo inicial. Pero no importaba, sería maravilloso erigirse en el togado que más supiera de aumentos de capital y efectos de la declaración de concurso sobre créditos pignoraticios. O hipotecarios, que son aún más estimulantes (por aquello de permitir aplicar la doctrina del abuso de derecho a los “humildes” bancos). Ensabanado convenientemente para distraer el frío de tan duro y paupérrimo invierno, fantaseaba –reitero, junto a la “incompatible con el incompatible” - con una toga roja (no sé por qué, pero la palabra “mercantil” me sugiere este color), con gualdos y radiantes galones, con taxis plateados, de los que usan los diputados. Sí, se imaginaba, qué atrevido, por una vez, engendrando envidia en los fiscales, y se reía bajo la testigo almohada (butterfly pillow, la pera)… Se veía a sí mismo como sin par Monarca del Poder Judicial en el Reino de la Gasolina Implacable y el Maldito Euro, ay, y también adentrándose en las madrileñas torres del Gran Florentino Pérez, para materializar un reconocimiento judicial motivado (esto sigue siendo esencial si los jueces queremos tener imaginación). Y como colofón, decidiendo precintar, desprecintar, y después descubrir, los secretos económicos mejor guardados, para, finalmente, decidir sobre el destino de “los dineros” del sr. Presidente del Real. (Soy del Atleti, y eso desemboca en fobias y complejos de inferioridad…) Sí, entre Botines y Ratos, entre Mapfres y Caixas, decidiendo, decidiendo, decidiendo, transcurrió ese minuto glorioso de la noche… “¡Pero cómo le gusta decidir a este maldito juececito”, (pensarían los sumisos Timones del Pecunio). “Cuán especialista tiene que ser”… Tras apartar con el digitus minimus un ligero acúmulo de baba jurídico-vocacional que sólo de unos mordidos labios de juez puede emerger, se replanteó aquello de acostarse, y, cual resorte recién engrasado, recobró la verticalidad, despojóse del hedoroso y sudado embozo de cama (ya se sabe, los magistrados huelen a podrido), y se dirigió raudo y veloz hacia su manual de mercantil, rojo, rojoo, con ánimo de retomar la lectura y aprendizaje (que no siempre es lo mismo, ni nunca). La señora, grácilmente, y sobre el lecho, lo miraba en tanto, y, tras negar con el cuello que un día fuera de cisne y hoy de lechuza, prefirió contener esta vez la espontaneidad del universalmente conveniente reproche femenino. Allí estaba de nuevo, si bien tenía que subvenir de algún modo a la oscuridad en la que la bombilla de alto consumo le había sumergido. Por tal razón, 00:36 minutos, decidió cambiar de emplazamiento, y memorizar sobre el retrete casi anexo a la habitación

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OBITER DICTA: letrinas públicas de Éfeso.

¿Qué mejor para relajarse que una charla con los amigos sentados a la barra de un café? Pues desahogarse en unas letrinas públicas mientras se satisfacen ciertas necesidades fisiológicas. Esa era la costumbre greco-romana. Entre bromas y risas, se pasaban unos a otros una esponjilla humedecida, antecedente del papel higiénico. En la actualidad, en cambio, esos momentos se destinan a actividades más solemnes: estudiar.

(Un día entraremos a las casas por el lavabo). “La luz del cuarto de baño es la que más tarda en fundirse, y está en alto” (pensó). “Será buena para estudiar”. Una vez posado sobre el evacuatorio, se dio cuenta de que, seguramente por mor de la rutina, de manera inconsciente se había dejado descender la parte inferior del pijama hasta el nivel los tobillos (un juez suele tener dos), y, válgame Dios, había olvidado el temario junto al apagado “curvoflexo” (también colorado, por cierto). De modo que, separados postura e intención humana en el cuarto de baño, optó por dar coherencia a su noble propósito de madrugada, y, eso sí, sin elevarse la prenda, y pasito a pasito, nalgas desnudas pululantes, recuperó “su tesooro” de la esquina del dormitorio, mientras la eterna compañera no daba crédito, con el ojo semiabierto que aún alimentaba su tortuosa vigilia de jueves noche. Regresó fervoroso el Incompatible al otrora llamado excusado. Tras darse cuenta de que, si no vas a excretar, huelga enfriar gemelos y fémur, devolvió a su posición originaria (coxis) el que había sido freno de sus pasos en el dormitorio, se volvió a sentar, y abrió, con toda la solemnidad que el señor Roca merece, el Manual. Pero un bostezo más alargado que unas conclusiones se apoderó de la estrenada sede de su estudio. Hasta tal punto se abrió la boca de este personaje que se tragó mi pluma y mano derecha, abocando al escritor que represento – sin poder - a usar la zurda (más bien siniestra), tras encontrar en el cajón nuevo cálamo valiente. El bostezo, por lo demás, alcanzó tal diámetro que, como tsunami de la conciencia, le condujo al sueño, haciendo improsperable el conato de “mercantilizar” su mente aquella noche.

TEMPUS OCTOBRIS, MARZO 2011

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-¿Qué haces aquí? – preguntó Ella, a la mañana siguiente, tras encontrarle sentado en el váter, con la cabeza tumbada y adherida a aquel libro gigante, a modo de sándwich de Carperi a la salsa de estúpido. -Pues especializarme, ¿no? – musitó. Efectivamente, aquella madrugada había sido especial, e inútil... No por más que dure, ni por más ganas que se pongan, el tiempo es más útilmente aprovechado. Esto lo sabía su mujer, que, enamorada aún de él, y de sus extrañas costumbres nocturnas, se había acostumbrado a verle fagocitar uno tras otro sus intelectuales y morales propósitos de prosperar en su Carrera. Es tan bueno – decía su madre. O tan tonto. Aquel mismo día, al llegar a su oficina judicial, el Incompatible, especialista frustrado, miró fijamente a la tramitadora de su unidad de apoyo directo (obsérvese cómo la abreviatura, UAD, ya da susto), y le preguntó: -Oiga, Lavanda (es su nombre, no me lo he inventado), ¿qué es para usted un buen juez? -A usted se lo voy a decir… Y así, algo desconcertado, entró en su despacho, intentando comprender el alcance de la frase que acababa de escuchar, hasta que, cuasi preso de la casmodia, un nuevo y limpio bostezo le arrojó al cráter de la inspiración. Un buen juez es lo que no conviene al individuo, y sí, sin embargo, al colectivo. Luego sólo quien gobierna para el colectivo, y no para el individuo, podrá ayudarnos. Por eso, al anochecer de ese mismo día, volvió a intentarlo. ¿El qué? Especializarse, para Todos.

MORALEJA

UN BUEN JUEZ ES LO QUE NO CONVIENE AL INDIVIDUO; Y SÍ, SIN EMBARGO, AL

COLECTIVO.

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CARTAS AL DIRECTOR

Inauguramos una nueva sección, donde recogemos las opiniones de nuestros lectores. Publicaremos cualquier opinión, cono tal que sea respetuosa, aunque sea contraria a la línea editorial de la revista. Eso sí, para próximas veces, ROGAMOS QUE LAS COMUNICACIONES SEAN MÁS BREVES…por favor.

La autora, magistrada de un juzgado de lo penal, manifiesta su oposición a los tribunales de instancia, no por motivos de forma, sino de fondo.

Agradezco al equipo de redacción de la revista Tempus Octobris con el que

tantos lazos me unen, la oportunidad de expresar mi opinión con esta nueva sección de

Cartas al Director.

Y aprovecho para retomar un tema que ya traté en un correo que recientemente

envié al Foro de Discusión de la Extranet. Es este el de los Tribunales de Instancia.

Agradezco también las aportaciones de distintos compañeros que mediante su

dedicación y estudio han ido desbrozando opiniones diversas sobre el reciente

Anteproyecto. Estas opiniones tan dispares abarcan desde quien considera que nos

encontramos ante una nueva de vuelta de tuerca que tiene por finalidad poner fin a la

independencia judicial hasta quien considera que el nuevo sistema vendrá a paliar la

necesidad de reestructurar la organización y funcionamiento de los órganos judiciales

unipersonales, ya obsoletos.

TEMPUS OCTOBRIS, MARZO 2011

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Sin embargo, unos y otros, en general, coinciden en la necesidad de paliar una

serie de peligros que encierra el proyecto a lo largo de su articulado. Pues bien, yo

parto de la base de discrepar de la bondad intrínseca de los Tribunales de Instancia.

Considero que hay otras formas de adecuar la actividad jurisdiccional a la realidad

actual, como pueden ser la reagrupación de partidos, sin necesidad de acudir al

sistema de los Tribunales de Instancia que siempre va a traer más inconvenientes que

ventajas.

Atisbo varios de esos peligros que se desprenden del Anteproyecto como la

previsión que establece su art. 95. Este artículo prevé que el Consejo, a propuesta del

Presidente del Tribunal pueda acordar que en las secciones de los T. de I. donde sea

necesario, uno o varios de estos Jueces y Magistrados asuman con carácter exclusivo el

conocimiento de determinadas clases de asuntos o de las ejecuciones propias de su

Sección. Esta posibilidad de especialización no corresponde ya al órgano como hasta

ahora; órgano al que tú podías concursar para acceder o para trasladarte, sino a la

persona del Juez o Magistrado, con la inseguridad que ello conlleva. Y supone,

además, la pérdida total de cualquier tipo de derecho adquirido, con independencia

del escalafón y de cualquier otro criterio objetivo.

Preocupante es también la posibilidad de decisiones en las Secciones de los

Tribunales de Instancia para unificar criterios relativos a cuestiones sustantivas o

procesales, con carácter vinculante, que prevé su art. 94. Especialmente inquietante en

el ámbito de la jurisdicción penal, y que para algunos compañeros es uno de los

aciertos del Anteproyecto, finalidad que, por otra parte, puede conseguirse por otras

vías como las reuniones que ya vienen celebrando las Secciones de la Audiencia

Provincial de Madrid periódicamente, si bien dichos criterios nunca deberían tener

carácter vinculante.

También se vislumbra en el trasfondo del Anteproyecto la idea de la

eliminación de las sustituciones externas, al prever la asunción de las sustituciones de

larga duración por el resto de compañeros titulares.

TEMPUS OCTOBRIS, MARZO 2011

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Entiendo, en fin, que las teóricas ventajas que podría suponer el sistema de los

Tribunales de Instancia, como es la posibilidad de creación de plazas y Jueces y

Magistrados sin la necesidad de creación de juzgados, tampoco es tal, puesto que no

pueden crearse indiscriminadamente tales plazas sin la creación de las

correspondientes plazas de funcionarios de la UPAD, según el sistema de la nueva

oficina judicial. Y que, en todo caso, tales hipotéticas ventajas no se ven compensadas

por los peligros y riesgos que encierra el sistema. Riesgos de burocratización en el caso

de funcionamiento normal (un paso más allá de la ya creada por la Nueva Oficina

Judicial); riesgos aún peores en el caso de un eventual funcionamiento “anormal” del

sistema, pues no hay que olvidar que este sistema, que hace recordar más al

funcionamiento propio de una Fiscalía (sin principio de jerarquía, hasta ahí podíamos

llegar), es un caldo de cultivo potencial para la proliferación de técnicas de mobbing.

Cuando un compañero bromeaba en el Foro de Discusión diciendo: “a sus

órdenes mi Presidente”, no está tan lejos de la realidad que impera en los Tribunales

franceses, donde hice una estancia no hace mucho tiempo y los compañeros jueces se

dirigían con respeto casi reverencial al Presidente todas las mañanas con un “Bonjour,

Monsieur le President”.

Como ya he aprendido que hay que decir las cosas cuando todavía hay tiempo

y no esperar a verlas venir, esta es mi opinión uni-personal, mientras pueda seguir

siendo uni-personal: NO A LOS TRIBUNALES DE INSTANCIA.

Y para intentar que esto cambie, o expresar mi opinión al menos, seguiré

luchando, como decía un compañero, desde mi Asociación, desde mi grupo de amigos

o….desde mi matrimonio.

Atentamente,

Julia Patricia Santamaría Matesanz, Magistrada-Juez del Juzgado de lo Penal nº

21 de Madrid.

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ÚLTIMA HORA: COMUNICADO DEL CONSEJO GENERAL DEL PODER JUDICIAL SOBRE LOS TRIBUNALES DE INSTANCIA

El Consejo General del Poder Judicial emitió una nota el cuatro de marzo del

año 2011 donde se pronunciaba acerca del anteproyecto de los tribunales de instancia. Aunque se mostraba favorable a la reforma, expresaba su preocupación en tres puntos del futuro texto normativo, a saber:

1) La previsión del artículo 84.4 del anteproyecto, en virtud de la cual,

en determinadas circunstancias, los miembros de una sección conocerían de los asuntos de nuevo ingreso correspondientes otras secciones del mismo tribunal, siempre que perteneciesen a idéntico orden jurisdiccional. Según el Consejo, dicha eventualidad tendría que ajustarse a criterios objetivos y nunca suponer un exceso de carga competencial.

2) La atribución a los Presidentes de Instancia de facultades de inspección y dirección de los asuntos de los que conozca otro juez. El Consejo la califica de “incompatible con la independencia judicial”.

3) Las facultades de avocación del Tribunal de asuntos concretos para establecer criterios vinculantes de unificación doctrinal. Para el consejo se atenta “contra el juez predeterminado por la Ley”.

RINCÓN DE CARLOS III Enhorabuena por nuestros gobernantes que, aunque no los hayamos elegido, han reaccionado con agilidad para oponerse a algunos de los aspectos más escandalosos del anteproyecto. Sería de esperar que no se quedaran en este encomiable gesto, sino que avanzaran y se pusieran al frente de la carrera judicial. Por ejemplo, abriendo un trámite de alegaciones para todos y cada uno de nosotros, a título individual. O más todavía, impulsando la celebración de Juntas de Jueces en toda la geografía nacional para que nos pronunciásemos democráticamente, según el principio de un hombre/un voto. La revolución de ocho de octubre se hizo de espaldas al Consejo. Ojalá esta vez sea la cúpula del Poder Judicial la que la dirija. No teman que le ocurra lo que a Luis XVI cuando convocó los Estados Generales. No rodarán cabezas. Al contrario, evocaríamos a Carlos III, el más querido de nuestros déspotas ilustrados, que yace para la eternidad en el panteón de los buenos reyes de nuestra patria. OBITER DICTA: Motivos de preocupación. El uno de marzo se celebró la primera reunión conjunta entre el Consejo General del Poder Judicial y la Sala de Gobierno del Tribunal Supremo. De ella salió el acuerdo de apremiar, nada más y nada menos que al Presidente de la Nación, para que acelere las futuras normas procesales actualmente en tramitación. Entre ellas, el anteproyecto de tribunales de instancia. ¿Por qué tanta prisa? Mejor el sosiego y la reflexión. La prudencia es la cualidad del juez por excelencia. ¡ Cuánto mejor sería que nuestros gobernantes judiciales quisieran reunirse con sus gobernados, los jueces de base, antes que con los políticos ¡. En cualquier caso, no perdemos la esperanza.