Topicos Sobre Mujeres en Periodo de Trajano - Posadas

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    1. LA POLTICA MORAL DE TRAJANO

    La nueva y disimulada monarqua romana, instau-

    rada por Augusto bajo el nombre de Principado, lle-

    vaba ya poco ms de un siglo de funcionamiento cuan-do Nerva y su hijo adoptivo Trajano se hicieron con el

    poder tras la cada de la dinasta Flavia. En esos poco

    ms de cien aos, la vieja Urbshaba asistido a unainusitada sucesin de intrigas, asesinatos, envenena-mientos, levantamientos militares, depuraciones en elSenado, en el orden ecuestre, guerras civiles... Todauna forma de hacer poltica, por otra parte ya ensaya-da en la poca de los dinastas republicanos, haba sidodejada de lado tras la muerte de Nern; pero, sorpresi-vamente, el ltimo de los Flavios, Domiciano, recupe-r aquellos usos y costumbres y volvi a reactivar el

    proceso de absolutismo iniciado por Nern.Cuando Trajano sube al poder, su crculo de ami-

    gos se hace eco de lo que, al parecer, quera instaurar:un nuevo Saeculum, una Era diferenciada cualitati-vamente de la anterior, es decir, caracterizada por elrespeto a la libertad senatorial y a las formas institu-cionales del principado augsteo; dispar, por tanto, delo que haba significado el imperio de Domiciano. Unapoca, en definitiva, marcada por el respeto a los anti-qui mores, a la moral supuestamente propia de tiem-pos arcaicos (Fau, 1978: 160-162; Homo, 1947: 145).

    En los primeros aos de gobierno, y en lo relativo alos aspectos sociales derivados de esa orientacinmoralista de Trajano, una de sus mayores preocupa-ciones fue la perduracin del propio pueblo romano,

    es decir, la propia crianza de los nios, incluidos losilegtimos (Cantarella, 1991a: 252-254).2En efecto,se observa la insistencia de la literatura (Tcito, Favo-rino, Plutarco...) en la necesidad de que sean las pro-pias madres las que cren a sus hijos, y no unas sim-ples nodrizas (Dixon, 1988: 145-156; Guilln, 1981:192; Friedlnder, 1982: 276).3Las razones aducidasson claras: en primer lugar, la conservacin de la len-gua latina y su preservacin de influencias extranjerasdebida a las nodrizas griegas; en segundo lugar, latransmisin de los ideales de virtud romanos por partede la madre, que as cumpla, adems, con su tradicio-

    nal e importante papel de educadora de la infancia(Cantarella, 1991b: 96). Por otro lado, la institucin ali-mentaria de nios pobres de Trajano es una buenamuestra (aireada, adems, por monumentos en el Foro)

    Arx23 (199697), 173179. All rights reserved. ISSN 11378646.

    Se ha utilizado la literatura latina y griega del Imperio para efectuar estudios sobre la situacinde la mujer en Roma. Lejos de criticar la intencin reivindicativa de tal manera de proceder, con-viene quiz reflexionar sobre el mtodo elegido para aproximarse a las silenciosas fminas ro-manas; y es que es posible que las fuentes utilizadas estn ms que viciadas por tpicos litera-rios, y por necesidades ejemplificadoras propias de la moral dominante en las diversas pocas y

    preconizada por las diferentes situaciones polticas. La poca de Trajano, en este sentido, ofreceun gran inters, al ser el primer caso de sucesin no familiar en el Imperio, y al definirse su reina-do como un Saeculumdistinto de las dinastas anteriores. Por si ello fuera poco, su poca ofreceel inters de ser una de las cumbres de la literatura, con la presencia de literatos como Tcito,Juvenal, Plinio el Joven, Suetonio, Plutarco, Marcial y Din de Prusa.

    1Este artculo es una ampliacin de mi Tesis Doctoral, cita-da en mi breve biografa, y que, dirigida por el prof. GonzaloBravo en 1994, espera, en el limbo burocrtico del Servicio dePublicaciones de la Universidad Complutense, su recomenda-da publicacin.

    2La preocupacin de los Antoninos por la reduccin de losabortos a los imprescindibles y porque la decisin sobre stoscorrespondiera a los maridos es comn a varios emperadores:Trajano, con las recomendaciones del mdico SORANODEFESO(De anima25.4-6; Gynakeia19.60-63); Adriano, con su juris-ta Juliano (enDig.40.7.3.16); y Marco Aurelio, con la institu-cin jurdica de la custodia del vientre materno (en Dig.25.4.1).

    3TAC.,Dial.28; Favorino, en GEL. 12.1; PLUT.,Mor.3C-F.Tambin hubo autores de peso en poca de Trajano, comoSorano de feso, que se inclinaban por recomendar la crianzapor parte de amas griegas, tanto por razones culturales y de com-petencia profesional.

    TPICOS SOBRE MUJERES EN LA LITERATURADE POCA DE TRAJANO1

    Juan Luis PosadasMadrid, Spain

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    de su poltica en favor de la infancia y de la materni-dad romanas (Paribeni, 1927: II, 233), que favoreca,sobre todo, a los hijos legtimos y varones nacidos li-bres;4y la exencin total en el impuesto del 5% sobrelas sucesiones testamentarias, muy protectora de las pe-queas economas familiares.

    Conforme avanza el gobierno de Trajano se ve cla-ra otra preocupacin de Palacio y, por tanto, de loscrculos intelectuales cercanos: la pudicia de las mu-jeres romanas. En primer lugar, tanto Plinio como,sobre todo, Tcito, enfatizan los casos de adulteriosegn ellos, propios del pasado julio-claudio y do-micianeo y los contraponen a casos de fidelidad con-yugal. En este sentido, es muy reveladora la noticia quenos proporciona Plinio acerca de uno de los asuntosdebatidos en el propio Consejo Imperial de Trajano,en su presencia: el caso de la senatorial Gallitta, quehaba cometido adulterio con un simple centurin (Ep.

    6.31.4). Como es sabido, se conocen muy pocos de losasuntos tratados en este consejo privado de Trajano(Crook, 1955: 158), pero es significativo que uno deellos sea ste, pues muestra la preocupacin del em-perador por atajar este tipo de asuntos de manera claray contundente; la interfecta fue juzgada por el propioTrajano, sin participacin senatorial, y condenada se-gn laLex Iulia de adulteriis coercendi.

    Este castigo ejemplar, sentenciado personalmentepor Trajano, cuadra bien, creo yo, con la poltica mo-ral del nuevo Saeculum, ya prevista por los idelogosde los crculos afines como Tcito y Plinio, y defendi-da tambin en cierta medida por Din de Prusa, amigo

    personal del emperador: regeneracin en las costum-bres y lucha contra la impudicia, asociada ideolgica-mente con el antiguo rgimen.5

    En este ltimo aspecto inciden las obras de conte-nido histrico o historizante de Tcito y Plinio y, mstarde, de Juvenal y Suetonio, que versan, sin ningunaduda en el caso del primero y del ltimo, y con casitoda probabilidad en el de los otros dos, sobre las po-

    cas julio-claudias y domicianea, las ms denostadas porel nuevo rgimen. Y es que los personajes ms signifi-cativos de la literatura trajanea sonMessalina, la adl-tera mencionada por Tcito, Juvenal y Suetonio, yAgri-

    ppina, la mujer mandona y cruel cantada por estosautores, adems de por Probo. Estas mujeres parecen

    acumular sobre s todos los males que se achacan a lasdamas, y la imagen que de ellas se ha transmitido porestos escritores tuvo tanto xito que, an hoy, la lite-ratura moderna sigue recrendose y disfrutando con supretendida vileza y bajeza.6

    El inters gubernativo por favorecer la pudicia fe-menina como signo distintivo del nuevo rgimen, y dela nueva sociedad que se intentaba instaurar, se mues-tra bien en la defensa de esta cualidad por escritorespertenecientes al Senado como Plinio y Tcito, y porlos amigos griegos de Trajano, Din de Prusa y Plu-tarco. Otra muestra, an ms reveladora, es la disonan-

    cia que se encuentra en autores no pertenecientes alSenado como Probo, Suetonio y, sobre todo, Marcial.Ellos, o mencionan poco el asunto, y con poca convic-cin, o encuentran necesario que la adustez de lasmujeres de antao se suavice para dar paso a una nue-va moral femenina... Es que acaso la moralidad es-tricta en las mujeres, predicada por el crculo senato-rial ms cercano al emperador, fue un empeo ideol-gico ligado a un estamento o a una poltica de altura,y no al conjunto de la sociedad romana, que se desli-gaba de tales metas?

    La cuestin planteada puede resolverse al examinarla diferente actitud frente a la tpica y tpica virtud del

    gran modelo imperial de mujer: Cornelia, la madre delos Gracos. Si bien en Tcito (Dial.28) aparece comoun ejemplo de virtud maternal y de mujer, dos autoresde baja extraccin social, y jocosos adems, como sonMarcial y Juvenal, se burlan de ella. En efecto, Mar-cial explica que hasta la adusta Corneliase ofreca pordetrs a su marido cuando sus hijos no miraban (Ep.11.104), y Juvenal abomina de su ceo fruncido y desu arrogancia, y la manda a Cartago, que es comomandarla al infierno, prefiriendo unirse a una pobre-tona antes que a mujer tan perfecta (Sat.6.167-172).

    Esta burla, este escarnio del ejemplo asumido por

    el entorno de Trajano y, en general, considerado yacomo tpico en la literatura latina, puede ser muy bienun eco de lo que el comn de la ciudadana pensabade los modelos propagados por el Senado, modelosmuy apartados ya de la realidad social romana.

    La defensa a ultranza de la pudicia femenina desdePalacio y desde el Senado encuentra su punto lgidoen la creacin de nuevos modelos de virtud, contem-porneos y palmarios, que ofrecer a la ciudadana: lasmujeres del entorno familiar del emperador.

    4Las inscripciones de los ligures bebianos (CILIX, 1455)

    y, sobre todo, de Veleia(CILXI, 1147) muestran la proporcinde 7 a 1 entre nios y nias beneficiados (246 frente a 35). Seha explicado el hecho desde otra perspectiva: se atenda ms alos nios pobres porque haba ms, debido a que el infanticidioy la exposicin afectaban mucho ms a las nias (CANTARELLA,1991a: 236).

    5Es muy significativo el hecho de que, de las 562 mujeresde rango senatorial estudiadas por M.TH. RAEPSAET-CHARLIER(1981-82: 168-169), slo se sepa con claridad que 27 de ellasse divorciaron, con otras 24 como posibles divorcios. La asig-nacin de este rasgo tan criticado de impudicitiaal antiguo r-gimen julio-claudio viene dado porque, de los 27 divorciosconocidos, ms de la mitad, 15, son de princesas de esa dinas-ta (GARDNER, 1986: 261). Y es que el rasgo ms criticado enestas mujeres del siglo I es su emancipacin real, debido a su

    riqueza, juzgada excesiva por sus contemporneos. Cf. todo ellocon las conclusiones de A. DELCASTILLOen su Tesis Doctoral(1976: 244): Hubo una profunda cada en el relajamiento delas costumbres, que aparece en la sociedad romana imperial, conuna gran afluencia de adulterios y divorcios.

    6Hay varias novelas modernas sobre el tema: V. VAYONEKE,Mesalina, Madrid, 1989; idem,Agripina y Popea: las lobas delCapitolio, Madrid, 1990; P.GRIMAL, Memorias de Agripina,Madrid, 1993.

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    2. LA FAMILIA MODELO

    La familia femenina de Trajano en el momento deacceder al principado nos es conocida slo en parte(Castillo, 1993: 38-40). La emperatriz Pompeia Ploti-naera, seguramente, originaria de Nemauso, ciudad de

    la Galia Narbonense, y miembro de una familia biensituada e influyente (Balsdon, 1962: 135). Es posibleque hubiera un parentesco previo en segundo o tercergrado entre Plotina y su marido, ya que una tablilla deHerculano nos habla, en junio del ao 70, de una Ul-

    pia Plotina, a quien se ha identificado con una herma-na o hija del padre del emperador (Syme, 1958: II, 604).La emperatriz Plotina, que recibi el ttulo de Augustael ao 105, muri aos despus que su esposo, haciael 122, y fue divinizada (Temporini, 1978: 125-132).

    Tambin viva la hermana de Trajano, Ulpia Mar-ciana, quiz nieta de Q. Marcius Barea Soranus, cos.

    52 (Castillo, 1993: 39). Era viuda de su primer y, al pa-recer, nico marido, el senador de rango pretorio C. Sa-lonius Matidius Patruinus, muerto en el ao 78 (segnPIR584). Por ello poda ser considerada como unaadmirable uniuira. Tambin recibi el nombre de Au-gusta en el 105, junto con su cuada, y fue divinizadaa su muerte, en 112. De aquel matrimonio le qued unahija, Salonia Matidia, llamada tambin Matidia lamayor.

    Esta Matidia tendra cerca de treinta aos al acce-der su to al imperio. Probablemente se haba casadoya con unMindius, matrimonio corto, del que naci unahija, Matidia la menor. Despus cas con el senador

    L.Vibius Sabinus, quiz cnsul hacia el 97, del quenacieron dos hijas, Vibia Matidiay Vibia Sabina, laposterior esposa de Adriano. Su marido debi de mo-rir tempranamente, dejando a la sobrina de Trajano viu-da, segn se desprende de su elogio fnebre escrito porAdriano y encontrado en Tbur (CILXIV, 3579). Des-de la muerte de su madre Marciana en 112, llevaba elttulo de Augusta. Matidia fue divinizada tras su muertepor su devoto yerno Adriano (Balsdon, 1962: 138).

    En conclusin, y que se sepa, Trajano viva con suesposa, su hermana (hasta el 112), su sobrina, y sus tressobrinas-nietas; no haba, en cambio, familia poltica,

    pues los maridos de sus parientes femeninas habanmuerto todos antes del ao 100 (quiz vivi algo msVibius Sabinus, el segundo esposo de Matidia la ma-yor).

    Como con gracia se ha sealado, las mujeres de lafamilia de Trajano han pasado a la Historia en grupocon una imagen de alta integridad moral y de ciertoaburrimiento, incluso en su porte exterior y peinado(Balsdon, 1962: 133). Pero, y esto es lo ms importante,tambin en grupo pasaron al Olimpo romano, pues tresde las mujeres parientes de Trajano, Ulpia Marciana,Plotina y Matidia la mayor, fueron deificadas tras sumuerte. Nada similar haba ocurrido en Roma desde ladivinizacin de Liuia, la esposa de Augusto y madrede Tiberio, en poca de Claudio. Con ello y apartede la justificacin ideolgica que obtendra Adriano,como pariente poltico de estas damas, desde mi pun-

    to de vista, se sancionaba la actitud genrica, segn lasfuentes literarias, de todas estas mujeres: su virtudcomo univirasy su viudedad ejemplar; con un objeti-vo, subrayar y reafirmar la poltica en materia de cos-tumbres y moralidad propia de Trajano y seguida tam-bin, al menos en estos aspectos, por Adriano.

    En efecto, uno de los aspectos ms machaconamenterepetidos por los literatos que escriben en la poca deTrajano es la importancia de la pudicitiafemenina,resaltando los males que acaecan a la sociedad por suprdida.7 Es conveniente, en todo caso, confrontar loque las fuentes nos transmiten sobre las mujeres roma-nas de esa poca, bien analizadas por los historiadoresy fillogos de nuestro tiempo, y ya tratadas por noso-tros en otros lugares (Posadas, 1992), con un escritolaudatorio de Plinio que puede ser considerado comoopinin poltica cercana al prncipe, aunque no exentade cierta intencionalidad independiente, propia de un

    defensor moderado de las atribuciones del Senado(Rodrguez Gervs, 1991).Las mujeres en el Panegyricus Traianide Plinio el

    Joven aparecen, como es natural, en virtud de las pro-pias coordenadas ideolgicas del discurso, de justifi-cacin y alabanza del nuevo rgimen, del Optimus

    princeps. As, de las 11 menciones a mujeres en estaobra, casi la mitad, en concreto 5, se refieren al papelde las emperatrices y se dedican a glosar las figuras delas citadas. La descripcin del carcter de la empera-triz comienza, como no poda ser menos, por una ala-banza de la vida privada de Trajano, la que transcurreen Palacio y en su alcoba. Elegir esposa adecuada es

    lo ms necesario para el propio honor, segn Plinio, yla esposa de Trajano conveniente eleccin, pueses para l decus et gloria(83.4), virtuosa y mujer a laantigua, adecuada esposa de un pontfice mximo,imposible de encontrar mejor (83.5), sencilla en suaspecto, moderada en su escolta, modesta en sus an-dares (83.7). Con respecto a su marido, se alegra de sufortuna, pero no le respeta por ella, sino por l mismo,confortados por un mutuo aprecio (83.6). Pero todaslas virtudes de Plotina se las debe a Trajano, que as laha enseado, porque nam uxori sufficit obsequi gloria(83.7), es decir, que a una esposa le basta con la glo-

    ria de obedecer. Y es que el mrito de la emperatrizes la propia moderacin del emperador, ante la que todorespeto hacia l y hacia ella misma es poco en una es-posa y en una mujer (83.8).

    El papel de las esposas, pues, en Plinio, es el deobedecer al marido y servirle de gloria y ornato; y susprincipales obligaciones son las de ser virtuosas, sen-cillas, modestas y querer al marido, respetarlo y apre-ciarlo.

    7Los autores que, segn las conclusiones de mi Tesis Doc-toral, ms inciden en lapudicitiade la mujer son Juvenal, Mar-

    cial, Tcito y Plutarco. MONTERO(1994) ha demostrado cmotodas las prcticas adivinatorias de la religiosidad romana rela-cionadas con la mujer, en pocas republicana e imperial, tenanque ver con la salvaguarda de su pudicia y, por tanto, de la mismaintegridad moral y religiosa del Estado.

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    Otra mujer de la familia imperial de Trajano, Ulpia,es el vivo retrato de su hermano en sencillez, franque-za y candor (Pan.84.1). No compite para nada con sucuada la emperatriz, distinguindose su casa por laausencia de rivalidades y de disputas, querindose en-traablemente (84.3-4). Pero, otra vez, el mrito es de

    Trajano, a quien se esfuerzan en imitar, de donde vie-ne su moderacin, mostrada cuando rechazaron el t-tulo de Augustas que el Senado les ofreca (84.5-6).

    Para Plinio, el carcter ejemplificador de estas dosdamas es evidente, y as lo hace notar en algunos lu-gares del Panegrico, como en 83.7, 84.2 y 84.8, enreferencia a las cualidades de obediencia al marido, deausencia de envidia y malicia entre cuadas, y de mo-destia y huida de los honores excesivos. Y es que elejemplo dado por las mujeres imperiales debe ser se-guido segn Plinio por el resto de las mujeres ro-manas, evitando las querellas domsticas y la envidia,

    desdeando los honores, buscando slo la buena fama,y obedeciendo a los maridos. El resto de sus obliga-ciones ser dar hijos al Imperio y alabar hasta en pri-vado al emperador, en cuya glorificacin se unirn asus esposos.

    Plinio, pues, es muy conservador en cuanto a lasmujeres en estas menciones, y transmite un papel tra-dicional de las mismas en la sociedad romana: obedien-cia, sencillez, modestia, virtud y fidelidad al poder esta-blecido (Gonzlez-Conde, 1991: 130-131; Fau, 1978:165-167).

    Ms tarde, la labor histrica de deformacin de lasmujeres imperiales de pocas pretritas, acometida por

    Tcito en lasHistoriaey, sobre todo, en los Annales,entre los aos 105 y 116, sirvi bien de contraste conlas predicadas virtudes de las damas de Palacio de lapoca, Plotina y Ulpia Marciana. Esta denigracin delas mujeres imperiales de antao usada por Tcito tuvosu xito, y autores no senatoriales como Suetonio o elcrtico poeta Juvenal se harn eco de los vicios de lasemperatrices del pasado, sin darse cuenta de que, conesas crticas historizantes, resaltaban los ornatos vir-tuosos de las emperatrices del presente.

    En general, se alababa en Plotina y en Marciana, laesposa y la hermana de Trajano, su condicin de uni-

    viras, a lo que habra que aadir la viudedad ejemplarde esta ltima (Cantarella, 1991a: 255).8Esta cualidadiba muy en consonancia con la poltica moral de Tra-

    jano, pues la mujer viuda que segua estndolo dejabasus bienes a sus hijos y al Estado, mientras que unnuevo matrimonio, con la tutela ya tan debilitada, en-redara los beneficios testamentarios de los hijos delprimer matrimonio (Casado, 1972: 147-148); en el casode las princesas, adems, era preferible que siguieran

    viudas y que no alimentaran con sus matrimonios lasambiciones de sus nuevos esposos (Turcan, 1987: 120).

    Esta actividad literaria en torno a las habitantes delPalatino se vio respaldada por la propaganda oficial.En efecto, se ha sealado la existencia de unas mone-das de Plotina en cuyos reversos aparece una aracon

    la leyendaARA PVDIC(Mattingly, 1926: II, 298). Sinentrar en la cuestin de si el ararepresentada alude auna restauracin patrocinada por la emperatriz o a al-guna festividad en honor de la diosa Pudicitia Patri-ciacon el protagonismo de Plotina (Lichocka, 1982),el hecho es claramente significativo del patrocinio deesa cualidad, deificada adems entre las patricias, porparte de la propia emperatriz y, por ende, del empera-dor, en su poltica moral y familiar (Chaves Tristn,1993: 104).9A ello hay que aadir la asociacin sinto-mtica de Plotina con CONCORDIAen diversas mo-nedas posteriores, de poca de Adriano, que han de in-

    terpretarse ms como la continuidad en la polticamoral por parte de este emperador que como un ho-menaje dirigido a Plotina por su apoyo en el crucialtrance de la sucesin a Trajano.

    Mencin aparte, en este proceso de encarnacin enla familia de Trajano de todas las virtudes pblicas yprivadas, merecen las divinizaciones de su hermana y,posteriormente, de su propia esposa.

    En el ao 112 muere la hermana del emperador Tra-jano, Ulpia Marciana, intitulada Augusta desde hacasiete aos. Tan slo tres das despus de su funusesobjeto de una consecratio y declarada oficialmentediua Marciana.10Con tal motivo se lleg, incluso, a

    acuar monedas con su imagen aureolada (Robertson,1971: 299; Cohen, 1930: II, 100-101).

    Un acontecimiento casi inslito en la historia delImperio acababa de suceder: una mujer no emperatrizhaba sido divinizada y consagrada por parte del Se-nado romano, y su figura haba aparecido en la amo-nedacin. Qu ttulos tena para ello?

    En primer lugar, el padre de Trajano y, por tanto,tambin de esta mujer, acababa de ser deificado en esemismo ao; era normal, pues, que la hija de un diosfuera tambin diosa. Pero, por otra parte, deban deconcurrir algunas circunstancias personales en tal pro-

    ceso de apoteosis.La hermana de Trajano era bien conocida por elpueblo romano. Como se ha visto, Plinio la haba in-cluido en su Panegyricus Traianicomo mujer modes-ta, sencilla, franca, candorosa, de vivir recto y costum-bres sencillas, bien acomodadas a las de su cuada, laemperatriz Plotina (Plin., Pan.84). Su sencillez se ha-ba demostrado cuando, en el ao 99, rechaz el ttulode Augusta ofrecido por el Senado, aunque antes del

    8Como ejemplo de alabanza, aunque posterior, se halla la

    laudatio funebrisescrita por Adriano en el 119 para su suegraMatidia, en una inscripcin de Tvoli (CILXIV, 3579). Val-gan algunas lneas como muestra: Vixit marito castissima, matrisuae obsequentissima, ipsa mater indulgentissima, cognata

    piissima, omnes iuvans, nulli gravis, nemini tristis.

    9La propia emperatriz, y su sucesora Vibia Sabina, pertene-

    cieron a un conuentus matronarumsituado en el Foro deTrajano, de carcter religioso (FRIEDLNDER, 1982: 302).

    10 Inscripcin del ao 115 que se refiere a ella como DivaAugusta Marciana(CILIX, 5894), y otra que documenta unasacerdotisa deDiva Marcianaen Umbra (CILXI, 6520).

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    final del ao 105 ya aparece as nombrada en una ins-cripcin (CILXI, 1333). Pero todos estos argumentospueden ser atribuidos a la propaganda: el que Plinioescribiera de ella maravillas de sencillez y pudicia noquiere decir que realmente fuera como l la describa;y el hecho de que rechazara inicialmente un ttulo po-

    da no ser ms que un gesto, unapossede modestia muyalejada de su personalidad verdadera. No, lo que elpueblo seguramente perciba en ella era su viudez lle-vada con cierta dignidad desde el ao 78, es decir,desde haca treinta y cuatro.

    Pero, era acaso tan importante su condicin de uni-viracomo para ser la causa de su divinizacin? Es evi-dente que es menester hablar de una multicausalidad.El ao 112 marca un cambio en la poltica interior yexterior de Trajano, bien estudiada por Cizek, hacia unmayor absolutismo y paternalismo en el poder, cam-bio en el que la creacin de una dinasta Ulpia con dos

    miembros divinizados, el padre y la hermana, adorna-ra bien su propia testa (Cizek, 1983: 394-397). Esamisma fecha del 112 supuso la obtencin del ttulo deAugusta por parte de la hija de Marciana, Matidia, aso-ciada en diversas monedas a su madre, y del derechode acuacin de monedas por parte de Plotina, la cu-ada de la nueva diosa.

    Segn este punto de vista, Trajano procedera a ladivinizacin de su padre y de su hermana como parteimportante de un proceso propagandstico, tendente arealzar su figura como centro de un gobierno paterna-lista y absoluto. La idea no deja de tener sentido, peroun hecho permanece an evidente e intocado: la ausen-

    cia de precedentes en la divinizacin de hermanas. Estehecho slo puede explicarse en parte por las razonesesgrimidas por Cizek; la poltica de ejemplificacinmoral de Trajano, debida a su deseo de diferenciar suEra de la anterior, es, desde mi punto de vista el as-pecto que mejor explica la divinizacin de Ulpia. Porsi fuera poco, Adriano continuara esa poltica con ladivinizacin de Plotina.

    En el ao 122 muere Plotina, titulada Augusta des-de el 105, viuda de Trajano y ta-abuela poltica deAdriano. Durante la enfermedad de su esposo, enOriente, haba maniobrado de tal manera que consigui

    que Adriano fuera nombrado sucesor en el imperio.11

    Vivi, en consecuencia, sola, como uniuira, algo msde cinco aos. Su fallecimiento provoc la vuelta deAdriano desde Britania a la Galia. Una vez all, levan-t un templo en su honor en Nemauso, ciudad natalsuya y compuso una poesa, quiz una oratio funebris

    sobre ella (Dio69.10.3). Inmediatamente fue consagra-da como diosa, y as aparece en las monedas (Cohen,1930: II, 97 y 246). Como DIVA PLOTINAes men-cionada en algunas inscripciones (CILV, 4387, 4485,7617; VI, 966; VIII, 993; XI, 407...).

    Asistimos, en mi opinin, con estas divinizacionesde las mujeres del entorno familiar de Trajano, y apar-te de otras consideraciones polticas innegables, a la

    concrecin material y espiritual de las virtudes ejem-plares supuestamente preconizadas y encarnadas porestas damas: al hacerlas diosas, sus cualidades, ya co-nocidas a travs de la propaganda y de los decretos delSenado, quedaban intocables y eran susceptibles deculto pblico y privado, como de hecho ocurri.

    3. LA FORTUNA POSTERIOR DELTPICO

    Suetonio, romano nacido hacia el ao 70, unos diezo quince aos ms joven que los escritores que flore-cieron en la poca de Trajano, perteneci al mismocrculo que Plinio y que Tcito, permaneciendo casiindito durante la poca de Nerva y Trajano, excepcinhecha de su de uiris illustribus. Tras ponerse bajo laproteccin de Septicio Claro, hombre de confianza de

    Adriano y posterior Prefecto del Pretorio, recibe car-gos y honores en Palacio y encuentra el paso franco alos archivos imperiales. Pronto, sin embargo, y quizdebido a un ajuste de cuentas del entorno de la nuevaemperatriz, Sabina, cesa en su cargo de ab epistulisdeAdriano y se dedica a escribir su gran obra de uita duo-decim Caesarum.

    Suetonio divide su actividad literaria entre las po-cas de Trajano, en la que escribe, entre otras, el de ui-ris illustribus, que se nos ha conservado muy fragmen-tariamente, y la de Adriano, con sus famosas Vidasde los Doce Csares.

    En la primera de esas obras, de finales del principa-

    do trajaneo, se alinea en cierta forma con los idealesliterarios sobre la madre (as, en Gram.21); no hay,empero, al menos en lo que se ha conservado de la obra,una insistencia especial sobre lapudicitiade las muje-res o sobre la necesidad de fidelidad en las esposas: esun rasgo que se les presupone, ya que, numricamen-te, su falta no constituye un dato a tener en cuenta. Sinembargo, s hay una especial incidencia del tipo es-posa envenenadora o intrigante, personificado en

    Agrippina, que forma parte del tpico caracterizadorsobre esta mujer. Es todo lo que se puede decir del Sue-tonio de esta obra.

    Del anlisis de las menciones a mujeres en su de uitaduodecim Caesarum, ya de poca de Adriano, puedededucirse que Suetonio se pliega a la tradicin litera-ria previa, propio de un erudito como l, en la mismaforma que haba hecho, en el de uiris illustribus, conlas vidas literarias que seguan los modelos de ValerioProbo.

    En lo referente a las fuentes y a los tpicos sobrelas mujeres del siglo I, no tena que ir muy lejos paraencontrar en quien apoyarse: en el historiador Tcitoy en el poeta Juvenal (Vidn, 1993: 88-90). Y, de estaforma, su aprobacin de la legislacin augstea y sucrtica a la impudicia y el adulterio de las mujeres sehacen ostensibles, as como la denuncia de la ambicinde poder de ciertas mujeres, algo ms atenuada, quiz,que en Tcito (Vidn, 1993: 89; cf. Moreno Ferrero,1992: 89).

    11DIO69.1.2 y 10.3; uit Hadr.4.10; EUTROP. 8.6; VICT., Caes.13.12.

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    El que la razn de esta cierta inquina hacia las mu-jeres provenga o no del resentimiento hacia Sabina porsu despido de Palacio (Picn Garca, 1986: 279) esde menor importancia comparado, en mi opinin, conel hecho cultural claro de la continuidad en el tiempode las ideas sobre las mujeres surgidas en el seno de

    cierto debate ideolgico propio de la poca de Nervay Trajano. Ideas que, gracias a la labor divulgadora deSuetonio y a su influencia posterior,12cuajaran en unaserie de tpicos historiogrficos y literarios sobre lasmujeres del siglo I d.C., de gran fortuna en la literatu-ra posterior, tanto antigua como moderna.

    En efecto, el estudio de las menciones a mujeres enla llamada Historia Augusta, obra colectiva del si-glo IV, viene a mostrar la existencia de una singularcontinuidad entre el retrato de Sempronia presente enSalustio (Cat.25) y los contenidos en esa coleccin bio-grfica tarda; una coleccin que, siguiendo los patro-

    nes marcados por Suetonio, hara de las mujeres delsiglo I una suerte de ejemplos y, a la vez, baldonesfemeninos a la hora de escribir sobre las mujeres deotras pocas.13

    4. CONCLUSIONES

    La singularidad del Saeculuminstaurado por Traja-no, su diferencia cualitativa con respecto a la pocaFlavia, la accin de los crculos senatoriales e intelec-tuales cercanos al emperador, la cultura en ebullicinincluso en las capas medias de la poblacin, contribu-

    yeron grandemente a una reformulacin terica de losaspectos familiares de la sociedad romana y al plan-teamiento de nuevos paradigmas, nuevos tpicos devirtud para el uso de las mujeres de Roma.

    El poco xito de los ejemplos propuestos en pocade Nerva o primeros aos de Trajano por los consula-res Tcito y Plinio (las germanas, Cornelia, Fannia,Arria...), y el reflejo burlesco logrado en los autoresms populares, indujeron al crculo de Trajano a pro-poner modelos ideolgicamente intocables: la empe-ratriz, su cuada, y la Pudicitia, resaltadas por el his-toriador Tcito con el recuento y la narracin de las

    supuestas barbaridades cometidas por emperatrices delpasado comoLiuia,Messalina,Agrippinay Poppaea.

    Esta vez, los ejemplos propagados desde Palacio enforma de monedas, y desde el Senado con discursoscomo el de Plinio, o con la titulacin de Augusta otor-gada a ambas mujeres y, posteriormente, con las dei-ficaciones de las difuntas Ulpia Marciana, SaloniaMatidia y Plotina, s tuvieron xito. As, el popular ysatrico Juvenal se har eco de las crticas a las empe-ratrices antiguas e, incluso, de la defensa de la Pudici-

    tiay de su altar, profanado por dos hermanas beodasen Sat.6.306-313.

    El ecuestre Suetonio, expulsado de Palacio porAdriano precisamente por faltarle al respeto al nuevomodelo de virtudes,Vibia Sabina, ser el encargado dedar carta de naturaleza y de asentar las visiones traja-

    neas de las mujeres del siglo I con su obra Vidas delos doce Csares, escrita en los aos 20 del siglo II.Este libro, prueba palmaria del xito de la labor ideo-lgica de autores como Plinio y, sobre todo, Tcito, in-fluira enormemente en los escritores de la HistoriaAugusta y en toda la historiografa posterior sobre lasemperatrices de la dinasta Julio-Claudia, con la trans-misin de una imagen tpica de ellas que, mal que nospese a quienes creemos que las mujeres de aquel tiem-po merecen otros cantores, es la que ha quedado asen-tada en nuestra poca.

    El presente artculo fue remitido el 17-7-95 por el

    Dr. Juan Luis Posadas, calle Mrtires Concepcionis-

    tas, n. 17, 28006 Madrid, Spain.

    JUANLUISPOSADAS(Mlaga, 1967) dirige el Semi-

    nario Calasancio de Estudios Clsicos, entidad priva-

    da creada recientemente. Es Doctor en Historia Anti-

    gua por la Universidad Complutense de Madrid (1994)

    con su Tesis Retratos y caracteres femeninos en la li-teratura latina (poca de Trajano). Ha publicado va-rios artculos y reseas en revistas comoGerinyTem-pus, as como en diversas actas y congresos. Tiene enprensa una edicin bilinge de las Historiaede Salus-tio, por primera vez traducida al castellano. Aunque

    no ha descuidado facetas de la Historia Antigua Pe-

    ninsular, actualmente investiga sobre historiografaromana, especialmente de poca republicana, tambin

    sobre Tcito, y sobre mujeres en la literatura de po-

    ca imperial. Es colaborador de varias revistas, entre

    ellas Arxy Revista de Pensamiento Crtico, y miem-bro del Institute of Classical Studiesde la Universi-dad de Londres. Pertenece a la Roman Society, a laSociedad Espaola de Estudios Clsicos, y a la Socie-

    dad Espaola de Ciencias de las Religiones.

    12Por ejemplo, en los escritores de laHistoria Augusta, como

    se ha sealado (MORENOFERRERO, 1992: 108).13La influencia de Tcito en los politlogos y escritores de

    la Espaa filipina es patente; tambin en la imagen transmitidade las mujeres romanas, y usada para crtica de las mujeres desu poca (POSADAS, 1994: 545).

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    Abstract

    Latin and Greek Imperial literature has been

    used to study the womens situation in Rome. Far

    to criticize the vindicative intention of this way,

    maybe it is suitable to think about the chosen meth-od approaching to the silent roman women; it is

    possible the sources used are wrong because of lit-

    erary topics and of exemplifications due to politic

    reasons. The Trajans age offers, in this sense, a

    great interest being the first case of non familiar

    succession to Imperial Throne, and defining its

    reign as a different Saeculumfrom the others be-fore. Furthermore, its age offers the interest of

    being one of the literary summits of Rome, with

    writers like Tacitus, Juvenal, Pliny the Younger,

    Suetonius, Plutarch, Martial, and Dio of Prusa.

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