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102 III. EL PSIQUISMO FREUDIANO Y EL JUEGO DE LA FANTOLOGÍA Todo lo que puede ser objeto de nuestra percepción interior es virtual, como la imagen dada en el telescopio por la propagación de los rayos de luz. Freud, La interpretación de los sueños 3.1 Un lugar atópico: khôra y el aparato psíquico Una forma de ambigüedad distinta se desprende cuando el aparato psíquico, pensado como máquina de escritura, entra en el juego de la lógica de la inscripcionalidad. Ya no se trata, en términos de la metapsicología, de topologías carentes de dinamismo, ni tampoco, para fines clínicos, de la búsqueda de un sentido último y originario del discurso del paciente. Leer el aparato psíquico como una máquina de escritura, como una pizarra mágica, coloca al sujeto 130 frente a un abismo; el abismo de lo inacabado, imperfecto, improvisado y un 129 Ver El aparato psíquico: máquina y repetición. 130 Entiendo aquí por sujeto aquél que tiene la experiencia de su aparato psíquico. Podría también decir que, en este contexto, es aquél que sufre los efectos de su aparato psíquico. Ver también la cita #132.

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    III. EL PSIQUISMO FREUDIANO Y EL JUEGO DE LA FANTOLOGA

    Todo lo que puede ser objeto de nuestrapercepcin interior es virtual, como la

    imagen dada en el telescopio por lapropagacin de los rayos de luz.

    Freud, La interpretacin de los sueos

    3.1 Un lugar atpico: khra y el aparato psquico

    Una forma de ambigedad distinta se desprende cuando el aparato

    psquico, pensado como mquina de escritura, entra en el juego de la lgica de la

    inscripcionalidad. Ya no se trata, en trminos de la metapsicologa, de topologas

    carentes de dinamismo, ni tampoco, para fines clnicos, de la bsqueda de un

    sentido ltimo y originario del discurso del paciente. Leer el aparato psquico

    como una mquina de escritura, como una pizarra mgica, coloca al sujeto130

    frente a un abismo; el abismo de lo inacabado, imperfecto, improvisado y un

    129 Ver El aparato psquico: mquina y repeticin.130 Entiendo aqu por sujeto aqul que tiene la experiencia de su aparato psquico. Podra tambindecir que, en este contexto, es aqul que sufre los efectos de su aparato psquico. Ver tambin lacita #132.

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    amplio etctera que podra condensarse en el precipicio de la imposibilidad de

    toda plenitud.131

    Pero qu es lo que se juega en el juego de la inscripcionalidad? Qu pasa

    en el juego? En el juego hay riesgo, peligro, inseguridad, conflicto, lance. El

    juego libre se va construyendo sobre la marcha, es siempre gerundio. El juego

    estructurado, aunque con reglas predeterminadas, admite siempre, por un lado, el

    riesgo de ganar o perder y, por otro, la posibilidad de cambiar las reglas en

    cualquier momento. El juego es acontecimiento, ocurre una sola vez. Aunque se

    repita, esta repeticin es siempre en diferencia. El juego es acontecimiento porque

    se inscribe dentro de la misma lgica de aquello que Derrida refiere por

    iterabilidad. En este sentido, la inscripcionalidad pone en juego la veracidad de la

    mquina, pero sobretodo, la posibilidad de pensar en una verdad ltima y

    originaria que el trabajo de anlisis o analtico pudiera recuperar.

    El sujeto se torna, entonces, proceso,132 un interminable proceso; la

    conciencia se plasma como un efecto, un a posteriori, ya desde siempre en

    131 Pero, hay que aclarar, que esta imposibilidad devela toda posibilidad, esto es, pensamos enposibilidades porque nuestra existencia es finita. En otras palabras, no podramos pensar enposibilidad alguna si nuestra existencia no estuviera atravesada por la imposibilidad radical: lamuerte. Es por esta muerte como imposibilidad radical que hay deseo y necesidad de actuar en elmundo.132 En su artculo El sujeto en proceso, Julia Kristeva desarrolla una interesante crtica a lo queella llama el sujeto unario que, desde el psicoanlisis lacaniano, sera una unidad estratificada,nacida y determinada por la carencia (el vaco, la nada, el cero, segn la doctrina de la referencia),buscando insaciablemente un imposible que figura el deseo metonmico Sin embargo, planteaKristeva, la constitucin de este sujeto nunca se instala segn una ley universal y refiere a laexistencia de prcticas significantes que parecen testimoniar otra economa. Explica tambin quehabra prcticas tales que el sujeto unario, para ser polo indispensable que asegura la

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    retardamiento y en espera.133 Este desplazamiento de la conciencia, este

    lanzamiento, la despoja de toda posibilidad de efecto pleno y puro. Se trata de la

    conciencia retardada y abierta a lo porvenir, pero marcadamente abierta a la

    posibilidad. La posibilidad la atraviesa, y se trata de una radical posibilidad,

    siempre posibilidad, incluso si se trata de la posibilidad de la muerte.

    Ms an, la pregunta no es solamente acerca de lo que se juega en el juego

    de la escritura, sino tambin qu se pone en juego cuando entramos en la lgica de

    la inscripcionalidad. Se pone en juego una ontologa de lo indecidible, una

    fantologa. Esta ontologa asediada por fantasmas del pasado y del futuro-, que

    pone en tela de juicio toda lgica binaria y se abre a una particular ambigedad,

    cuestiona tambin, y esto es muy importante para la concepcin freudiana del

    aparato psquico, la nocin de espacio, de lugar, de topos.

    verbalizacin (la puesta en la lengua), tiene que ser llevado al abismo, licuado, excedido por loque llamamos proceso de la significancia, o sea, las pulsiones y operaciones semiticaspreverbales (lgica, sino cronolgicamente, anteriores al fenmeno del lenguaje). En este procesoel sujeto unario descubierto por el psicoanlisis no es ms que un momento, un alto en el camino,llammosle un xtasis, excedido por el movimiento y amenazado por l. El proceso del que setrata no es nicamente una topologizacin, o una dinmica espacial siempre subaadible a loUno. Tiende a rechazar hasta la divisin Inconsciente/Consciente, Significado/Significante, o sea,incluso la propia censura en la que se instituye el orden social y el sujeto. [Kristeva, J. (1977). Elsujeto en proceso. En: A.A.V.V. Artaud. Valencia: Pre-textos. p.p. 35-6]Tambin Derrida en la entrevista que le hizo Jean Luc Nancy y que titularon Hay que comer bieno el clculo del sujeto, dice que de hablar de sujeto o de subjetividad habra que pensar ms bienen un efecto de subjetividad, pues una vez inscrito el sostn dentro de la lgica de la huella o dela diffrance, el sujeto es algo que viene siempre despus. Pero lo ms interesante de estaentrevista es, creo yo, que este efecto de subjetividad viene despus de un clculo y el sujeto,para Derrida, es un principio de calculabilidad que atraviesa necesariamente la experiencia de loincalculable y de lo indecidible. Esto es, una vez que pensamos no en sujeto sino en un sujeto queest atravesado por el clculo, despojamos al sujeto de toda certeza y de toda inmutabilidad.[Nancy, J. (1991). Who comes after the subject? EEUU: Routledge]133 Ver p.p. 63-5.

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    El aparato psquico como mquina de escritura se convierte entonces en

    una especie de khra, en un lugar a-tpico donde, sin embargo, se inscribe. Khra

    es aquella figura de la ontologa del Timeo que Platn hace intervenir como un

    espacio a-tpico y lgicamente anterior al mundo divisible en sensible e

    inteligible, pero que, al mismo tiempo, hace posible esta distincin. El estudio de

    Platn sobre la gnesis del universo concluye que hay un estado anterior a la

    creacin del mismo. Los principios fuego, agua, aire y tierra, dice, lo son slo

    metafricamente pues son causados. Antes de la introduccin de khra, Timeo

    haba ya propuesto dos causas distintas, una que daba origen a lo inteligible y otra

    a lo sensible. Pero todo esto deba tener un estado anterior, este es el del caos y la

    indistincin y que khra cobija. Propone entonces una tercera difcil y vaga

    especie de causa del universo. Dice el Timeo: Qu caractersticas y qu

    naturaleza debemos suponer que posee? Sobre todas, la siguiente: la de ser un

    receptculo de toda la generacin, como si fuera su nodriza.134 Y contina ms

    adelante:

    Debemos decir que es siempre idntica a s misma,pues no cambia para nada sus propiedades. En efecto,recibe siempre todo sin adoptar en lo ms mnimoninguna forma semejante a nada de lo que entra enella, dado que por naturaleza subyace a todo comouna masa que, por ser cambiada y conformada por loque entra, parece diversa en diversas ocasiones; ytanto lo que ingresa como lo que sale son siempreimitaciones de los seres, impresos a partir de ellos deuna manera difcil de concebir y admirable135

    134 Platn, Timeo. (Mercedes Lpez, trad.) Espaa: Gredos. p. 199. 49a.135 Ibd., p. 202. 50c.

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    En este sentido, se puede pensar en khra como una crtica a slo ubicar

    en trminos espaciotemporales, que para los fines de mi exposicin resulta

    pertinente si pensamos en el aparato psquico como algo que excede la anatoma

    del sistema nervioso.

    Khra es algo donde se inscribe, pero que la inscripcin excede. Hablamos

    entonces de una inscripcionalidad que es anterior aqu tambin por economa

    del discurso y no cronolgicamente- a toda lgica binaria y que pone en tela de

    juicio el patrimonio de la metafsica. La enigmtica y paradjica naturaleza de

    khra cuestiona la primaca del principio de no contradiccin y del tercero

    excluso. Khra no se somete a una lgica de la participacin y exclusin. Para

    Derrida se trata de una oscilacin, de un habitar en la oscilacin, pero no de un

    movimiento que vaya de polo a polo sino de una oscilacin entre dos gneros de

    oscilacin: la doble exclusin (ni/ni) y la participacin (a la vezy, esto y

    aquello).136 Unas veces khra no es ni esto ni aquello y otras veces es esto y

    aquello.

    El aparato psquico, como khra, no es ni un espacio ni un contenedor. Dice

    Freud, por un lado, que se trata de un aparato virtual y, por otro, que funciona

    como una mquina de escritura, esto es, un aparato virtual donde se inscribe una

    huella mnmica. Sin embargo, la inscripcin de la huella en la pizarra mgica no

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    es un hecho consumado, sino ms bien, un proceso, radicalmente proceso,

    siempre proceso, la huella mnmica como inscripcin, como aquello que se

    inscribe en la khra de Platn, escapa y excede ese topos. La alter-abilidad de la

    huella mnmica no significa otra cosa que su posibilidad de ser modificada por

    la otredad, por lo otro o el otro. Ser alterable es estar abierto a la intervencin

    de lo otro, pero se trata de una intervencin que produce transformaciones, esto

    es, alteraciones.

    Dice Derrida en Freud y la escena de la escritura que la huella como

    memoria no es un abrirse-paso puro que siempre podra recuperarse como

    presencia simple, es la diferencia incapturable e invisible entre los actos de

    abrirse-paso137. El lugar de la inscripcin es un lugar que no es lugar. El espacio

    en el que se inscribe la huella en la pizarra mgica es un lugar a-tpico donde

    confluyen, la fuerza de resistencia de la capa de cera y la fuerza de aquello que

    ejerce presin sobre la misma. Es un lugar incapturable e invisible. Se trata de

    un lugar sin domicilio. No podemos saber dnde se ubica ese lugar, y no por una

    dificultad o incluso imposibilidad epistemolgica, sino porque no est, no se

    encuentra, no podemos decir dnde porque no podemos verlo, aprehenderlo,

    medirlo, definir su permetro. Ese a-tpico lugar de la inscripcin es algo para

    inscribir que no es algo, que no es un ente sino algo abierto a la inscripcin y a

    136 Derrida, J. (1995). Khra . (Diego Tatin, trad.) Argentina: Alcin Editora. p. 19.137 Derrida, J. (1989). Freud y la escena de la escritura. En: La escritura y la diferencia. (PatricioPealver, trad.) Barcelona: Anthropos. p. 277. Subrayado mo.

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    ser inscrito. Podremos seguir hablando de lugar? Se trata de un acontecimiento

    paradjico, como aquello que dice Diego Tatin sobre khra, en su nota

    preliminar al texto que Derrida dedica a ese enigmtico pasaje del Timeo:

    Ni ser ni vaco, ni inteligible ni sensible, niparadigma ni copia, khra sucede de manera extraa,aportica, dando lugar sin dar en realidad nada;dejando que todas las cosas se inscriban en ella, sinser no obstante fundamento de nada.138

    Y el mismo Platn dice: Si afirmamos, contrariamente, que es una cierta

    especie invisible, amorfa, que admite todo y que participa de manera ms

    paradjica y difcil de comprender de lo inteligible, no nos equivocaremos.139

    Ni khra ni el aparato psquico son fundamento porque no son cosa o ente,

    de hecho, ni khra ni el aparato psquico son. No son tampoco sujeto, sostn o

    sustrato de nada. El aparato psquico no es el sujeto del psicoanlisis. En todo

    caso, de ser algo, el aparato psquico sera aquello que posibilita al sujeto, previo

    al sujeto, anterior al sujeto; si no cronolgicamente, al menos en trminos de una

    lgica del discurso. El aparato psquico no sostiene impresiones; cuando el

    aparato psquico freudiano se convierte en una mquina de escritura, las huellas

    mnmicas que se imprimen tan slo podemos decir que le visitan, y esa visita

    es slo anunciada, pues nunca es visita de una presencia plena. El aparato

    psquico no es sujeto pues las huellas mnmicas no le pertenecen, no le

    pertenecen a nadie, a nada, ni siquiera a un lugar o topos del aparato psquico.

    138 Ver nota preliminar de Diego Tatin en: Derrida, J. (1995). Khra . (Diego Tatin, trad.)Argentina: Alcin Editora. p. 7.

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    Cabe subrayar que a pesar de que Freud identifica lo inconsciente con la

    memoria y, en particular, dice en su Nota... que la capa de cera de la pizarra

    mgica es el lugar donde se guarda el archivo de las impresiones y que, por lo

    tanto, es esta parte del artefacto la que puede equipararse con lo inconsciente, no

    su puede afirmar que las huellas mnmicas le pertenecen a aquello inconsciente

    del aparato. Una afirmacin de este tipo supondra una simple sustitucin del

    sujeto de la modernidad por un sujeto del inconsciente comprometido con las

    mismas consecuencias de hipostatizacin.

    Desde una lgica de la inscripcionalidad, esto es, desde una fantologa u

    ontologa de lo indecidible, la pregunta quin sostiene las huellas mnmicas no

    tiene ya cabida, no se puede seguir con las preguntas: a qu lugar del aparato

    psquico pertenecen los registros de la memoria? o de qu repblica son oriundas

    estas o aquellas representaciones? A propsito de khra dice Derrida:

    Porque, por una parte, la polisemia ordenada de lapalabra comporta siempre el sentido del lugar polticoo, ms generalmente, del lugar investido, poroposicin al espacio abstracto. Khra quiere decir:sitio ocupado por alguien, pas, lugar habitado, sededesignada, rango, puesto, posicin asignada, territorioo regin. Y de hecho khra estar siempre yaocupada, investida, incluso como lugar general, a lavez que se distingue de todo lo que toma sitio en ella.Por eso la dificultad de tratarla como espacio vaco ogeomtrico140

    139 Platn, Timeo. (Mercedes Lpez, trad.) Espaa: Gredos. p. 203. 51b. Subrayado mo.140 Derrida, J. (1995). Khra . (Diego Tatin, trad.) Argentina: Alcin Editora. p. 47.

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    Platn insiste en que khra es un receptculo, un lugar de alojamiento y

    recepcin. Es en este sentido que khra no puede ser un espacio vaco donde tan

    slo se imprima, khra slo es, o mejor dicho, slo hay khra en tanto algo se

    alberga en ella, khra slo es en tanto algo la ocupa, la inviste; el aparato psquico

    es tambin cabe aqu tambin corregir el es por hay aparato psquico- slo en

    tanto ocupado, investido, impreso, marcado. No hay aparato psquico previo o

    anterior a lo que podramos llamar psiquismo. Hay aparato psquico, algo como

    un aparato psquico porque hay psiquismo; hay psiquismo que funciona como

    aparato, como mquina.

    Por otro lado, la lectura que Derrida hace de este pasaje del Timeo no

    pretende proponer una palabra que le haga verdadera justicia a khra; Derrida

    asume lo ineludible de toda geografa o topologa, sin embargo, su intensin s es

    mostrar cmo la estructura de khra vuelve inevitable todo accidente, debilidad o

    momento provisorio.141 El aparato psquico y khra son espacios donde no hay ni

    regularidades, ni esencias; no hay presencias plenas, hay slo diffrance.142

    Recordemos aqu cmo, en el caso del aparato psquico freudiano, el Proyecto de

    psicologa muestra al psiquismo como la diferencia entre los pasos-abiertos, en la

    141 Cf. p. 23.142 Dice Derrida en su texto La diffrance: Lo que se escribe como ser as elmovimiento de juego que , por lo que no es simplemente una actividad, estasdiferencias, estos efectos de diferencia. Esto no quiere decir que la diferancia que produce lasdiferencias est antes que ellas en un presente simple y en s mismo inmodificado, in-diferente. Ladiferancia es el no-pleno, no-simple, el origen estructurado y diferente (de diferir) delas diferencias. El nombre de , pues, ya no le conviene. [Derrida, J. (2003). Ladiffrance. En: Mrgenes de la filosofa. (Carmen Gonzlez Marn, trad.) Madrid: Ctedra. p. 47]

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    pizarra mgica como la diferencia entre la fuerza de la impresin y la resistencia

    de la capa de cera, y esta diferencia es tambin, como dice Derrida, un juego

    espaciotemporal, un indecidible hacerse espacio en el tiempo y/o tiempo en el

    espacio. Y es que ms que ser espacios a-tpicos, como ya he dicho, el aparato

    psquico y khra son espaciamientos.

    Por supuesto que esta lectura de Freud es una del tipo a pesar de Freud

    con Freud, pues no hay que olvidar que al mismo tiempo que no descansa en

    aclarar la virtualidad y la necesidad del estudio del dinamismo del aparato

    psquico, tambin afirma, en varios pasajes de su obra, que toda pulsin es la

    representacin psquica de una excitacin endosomtica, esto es, toda represin

    involucra la representacin ideacional de un instinto. Esto quiere decir que para

    Freud hay representacin al nivel del inconsciente.143 El inconsciente es ahora el

    sujeto de la representacin, el dueo de las representaciones del aparato

    psquico. Si el sujeto est ahora en casa en el inconsciente, seguimos

    comprometidos con una herencia Cartesiana. Como concluye Descartes en sus

    Meditaciones metafsicas, para que algo pueda ser representado, tiene que haber

    el quin de la representacin, tiene que haber un agente que albergue estas

    143 De hecho, no podra ubicarse representacin en otro lugar del aparato psquico pues, paraFreud, la conciencia es pura percepcin. Es cierto que en el preconsciente se ubicara todarepresentacin-palabra pero, aclarado incluso por el mismo Freud, el preconsciente no es ms queuna parte del inconsciente. Siguiendo con m lnea de exposicin, estas aclaraciones a las queconstantemente tiene que recurrir Freud constatan la fragilidad con la que se puede sostener unatopologa del aparato psquico, la que sea, inconsciente, preconsciente y conciente o ello, yo ysupery.

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    representaciones, un lugar donde se encuentren, alguien que responda por esas

    representaciones, un domicilio. En este sentido, Freud parece haber tan slo

    transferido el sujeto de la consciencia al inconsciente.

    Sin embargo, las huellas mnmicas estn siempre en un juego entre

    ausencia y presencia, estn siempre en un entre, esto es, no estn ni aqu, ni all,

    no estn en ningn lado. La huella inscrita en este juego entre presencia y

    ausencia coloca toda presentacin como re-presentacin, no hay ya presencia

    plena, toda presencia est contaminada, asechada por espectros del pasado y del

    futuro.

    Al igual que el aparato psquico que carece de referente material, khra

    no tiene los caracteres de un ente, entendamos por esto un ente admisible en lo

    ontolgico, a saber un ente inteligible o sensible. Hay khra, pero la khra no

    existe.144 Dice Derrida que es ms situante que situada.

    La memoria en Freud, cuando est atravesada por esta lgica de la

    inscripcionalidad como en su Proyecto de psicologa, se alberga en un espacio

    tan enigmtico y paradjico como khra. Recordemos cmo las barreras-contacto

    de las neuronas ? no estn igualmente facilitadas o no ofrecen igual

    resistencia y que es adems esta diferencia entre las facilitaciones la que da

    origen a toda memoria; la memoria no es si no la diferencia entre las

    facilitaciones. Recordemos tambin que estas neuronas ? son aquellas capaces de

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    quedar permanentemente alteradas, las que conservan la huella mnmica, esto es,

    las de la memoria, por lo tanto, dice Freud, son el origen del aparato psquico y de

    todo proceso psquico. Entonces, el origen del aparato psquico es un origen no-

    origen, un origen con tachadura: origen. Podemos entonces colocar tanto a khra

    como al aparato psquico como momentos de la diffrance, como diffrance. La

    huella mnmica en el Proyecto es aquella de la alteracin de la barrera-contacto y

    es esta diferencia en el grado de alteracin o facilitacin que hace que se prefiera

    una va sobre otra para la descarga de la energa. Cuando Freud dice que la

    memoria est representada por la diferencia entre las facilitaciones, ubica a la

    memoria en un espacio incapturable e invisible. Como dice Derrida, la vida

    psquica no es ni la transparencia del sentido ni la opacidad de la fuerza, sino la

    diferencia en el trabajo de las fuerzas145, y la diferencia no est en ningn lado.

    3. 2 Espectralidad en el aparato psquico

    As, la virtualidad del aparato psquico habla tambin de su carcter de

    espectro, de su espectralidad. Como espectro, el aparato psquico produce efectos,

    hace cosas, altera cosas, pero sin presentarse. Son los efectos del espectro quienes

    anuncian que hay espectro, pues no podemos decir que un espectro es o existe. El

    144 Derrida, J. (1995). Khra . (Diego Tatin, trad.) Argentina: Alcin Editora. p. 28.145 Derrida, J. (1989). Freud y la escena de la escritura. En: La escritura y la diferencia. Barcelona:Anthropos. p. 277.

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    aparato psquico comparte esta estructura, esto es, el aparato psquico freudiano es

    un aparato sin referente real, no tiene aparato, no hay aparato ni rganos

    psquicos, se trata de un aparato sin aparato, el aparato psquico no tiene

    presencia, no se presenta, se anuncia en sus productos o efectos psquicos, lase

    sueos, dolor, sntomas neurticos, placer, etc. En este sentido, podemos decir

    que ms que un aparato psquico hay psiquismo. Se trata de una espectralidad que

    sobrelleva una economa de fuerzas que, por ejemplo, crea o produce sentido:

    [La energa] no limita sino que produce el sentido. Ladistincin entre la fuerza y el sentido es derivada enrelacin a la archi-huella, depende de la metafsica dela conciencia y de la presencia, o ms bien de lapresencia en el verbo, en la alucinacin de unlenguaje determinado a partir de la palabra, de larepresentacin verbal. Metafsica de lapreconsciencia dira Freud, puesto que elpreconsciente es el lugar que le asigna a laverbalidad. Al margen de eso, qu nos habraenseado Freud realmente nuevo?La fuerza produce el sentido (y el espacio) medianteel mero poder de que habita en ellaoriginariamente como su muerte. Este poder, es decir,este imponer que abre y limita el trabajo de la fuerzainaugura la intraducibilidad, hace posible lo que sellama , transforma el idioma absolutoen lmite desde siempre ya transgredido: un idiomapuro no es un lenguaje, slo llega a serlorepitindose: la repeticin desdobla ya desde siemprela punta de la primera vez. 146

    Es a travs de la repeticin de la impresin que la fuerza produce el

    significado, en el mismo sentido en el que el signo slo es signo si podemos

    repetirlo. Esto es lo que Derrida llama iterabilidad, lo repetible en diferencia.

    146 Ibd., p.p. 293-4.

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    El aparato psquico como espectro sera aquello que no se ve, pero que

    permite y da la posibilidad de ver: El espectro, como su nombre lo indica, es la

    frecuencia de cierta visibilidad. Pero la visibilidad de lo invisible. Y la visibilidad,

    por esencia, no se ve, por eso permanece epekeina tes ousas, ms all del

    fenmeno o del ente. El espectro tambin es, entre otras cosas, aquello que uno

    imagina, aquello, aquello que uno cree ver y que proyecta: es una pantalla

    imaginaria, all donde no hay nada que ver. Ni siquiera la pantalla, a veces; y una

    pantalla siempre tiene, en el fondo, en el fondo que es ella, una estructura de

    aparicin desapariciente.147

    Para Cragnolini, la fantologa, en tanto relacionada con los fantasmas

    del pasado y con los del porvenir, alude a un doble juego de memoria y espera,

    que se hace visible en la relacin con el otro, y que no es, en manera alguna,

    dialectizable.148 Es en esta lgica en la que quiero inscribir al aparato psquico

    freudiano pensado como mquina de escritura. Recordemos el proceso de

    inscripcin de la huella (mnmica) en la pizarra mgica: por un lado, la huella que

    va a inscribirse sufrir modificaciones no slo por la resistencia que la capa de

    cera le opone, sino tambin por la arquitectura de este estrato y, por otro, la

    impresin de esta huella alterar todo este texto previo, es decir, el nuevo trazo

    147 Derrida, J. (1995). Espectros de Marx. El estado de la deuda, el trabajo del duelo y la nuevaInternacional. (Jos Miguel Alarcn y Cristina de Peretti, trad.) Madrid: Trotta. p. 117.148 Cragnolini, M., Una ontologa asediada por fantasmas: el juego de la memoria y la espera enDerrida, en: Escritos de filosofa. No. 41-42, Buenos Aires, 2002. p.p. 235-41.

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    har que el diseo de los trazos anteriores se transforme.149 La impresin en la

    capa de cera es siempre sobre-impresin. Adems esta sobre-impresin tiene

    lugar sobre una capa de cera que tiene la particular de no tener fondo, esto es, se

    trata de una profundidad sin fondo, la impresin se torna infinita y la impresin

    siempre nueva pues es renovadora de lo anteriormente impreso. Me parece que en

    el funcionamiento de la pizarra mgica y, por supuesto, en el del aparato psquico,

    se juega esta lgica de la espectralidad donde pasado y futuro se lan

    desapaciblemente.

    En este sentido, el aparato psquico est atravesado por la experiencia del

    acontecimiento, esto es, por la irrupcin de aquello que es imprevisible. Lo que se

    devela entonces es una apertura: el aparato queda abierto a la re-escritura y la

    experiencia psquica se muestra siempre desplazada, en retardamiento

    (Nachtrglichkeit), pero se trata de un retardamiento que es siempre espera,

    radical espera.

    Ahora bien, deca yo en otro momento de este trabajo que el aparato

    psquico que le interesa al psicoanlisis es aquel que se encuentra entre el

    preparado anatmico y los actos de conciencia.150 Qu quiere decir estar en el

    entre? Quiere decir, creo yo, no estar o mejor dicho, estar y no estar a la vez,

    como un fantasma o un espectro. Estar en el entre es estar no estando, en otras

    149 Ver p. 44.150 Ver el apartado que titul Las mquinas de la interpretacin de los sueos.

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    palabras, es nunca presentarse y slo anunciarse. O, tambin, nunca presentarse,

    pero producir efectos as como khra.

    El inconciente est tambin bajo la lgica del fantasma, es un espectro que

    slo se anuncia, nunca se presenta en persona, ya desde siempre asecha

    advirtiendo su futura aparicin. Esto es lo que dice Freud, por ejemplo, de la

    compulsin a la repeticin que considera la resistencia de lo inconsciente por

    excelencia.151

    Pensemos ahora en la pizarra mgica. La capa de cera de este artefacto que

    describe Freud en su Nota sobre la pizarra mgica, es el estrato donde se

    inscriben huellas que tienen la caracterstica de no ser inalterables. Esta

    alterabilidad trae como consecuencia que el aparato psquico se coloque en el

    medio de un juego entre presencia y ausencia y memoria y espera.152

    Se juega tambin en este artilugio de escritura la lgica del espectro que

    describe Derrida en, por ejemplo, Espectros de Marx. La huella inscrita en la capa

    de cera es huella de la herencia, pero tambin de lo porvenir, su carcter de

    mudable la abre a la posibilidad de la re-escritura. No hay en la pizarra mgica

    posibilidad de hecho consumado, como espectro, el registro en la pizarra est

    siempre por venir y por (re)aparecer. La pizarra mgica es una mquina de la

    151 La repeticin en la compulsin a la repeticin es siempre una repeticin en diferencia,siempre iterabilidad. No se puede pensar en una repeticin absoluta. Lo que aterra de lo ominoso,por ejemplo, es de hecho la presentacin o, ms bien, re-presentacin, de algo del pasado que justodeba permanecer en el pasado, pero no re-presentarse.

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    fantologa153, de una ontologa asediada por fantasmas y no de la ontologa de la

    presencia. No se trata de una cmara fotogrfica que registre un presente vivo,

    pleno e idntico a s mismo, sino de una mquina que est siempre en el entre,

    entre la vida y la muerte, entre el principio de placer y el principio de realidad,

    entre el proceso primario y el proceso secundario. La huella est siempre entre la

    herencia y lo porvenir. La huella es huella de la escritura, huella de la huella dice

    Derrida, archihuella. Y este entre es insuperable: La fantologa, como filosofa

    de umbrales, se mueve entre: entre los vivos y los muertos, entre el pasado y la

    espera. Pero este entre no supone un espacio de dialectizacin posible, sino un

    mbito de incertidumbre que no puede ser saldado por ninguna dialctica, por

    ninguna sntesis. Este entre supone una disyuncin del presente que dificulta las

    filosofas de la presencia y, con ellas, las lgicas identificatorias de lo mismo.154

    La alteridad como acontecimiento, esto es, como aquello que no se puede

    predecir, se patentiza en el aparato psquico en el proceder de lo inconsciente y su

    relacin con las otras instancias psquicas; lo inconciente irrumpe en la conciencia

    y no se puede prever su infiltracin. El inconciente como acontecimiento, es,

    como dice Derrida, la alteridad en la mismidad del aparato psquico. Alteridad

    152 Encuentra as Derrida en el pensamiento freudiano elementos que coinciden con su crtica a lametafsica de la presencia.153 Para la traduccin de la palabra hantologie de Derrida por fantologa, vase la nota de lostraductores de Espectros de Marx. El estado de la deuda, el trabajo del duelo y la nuevaInternacional. (Jos Miguel Alarcn y Cristina de Peretti, trad.) Madrid: Trotta. p. 24.154 Cragnolini, M., Una ontologa asediada por fantasmas: el juego de la memoria y la espera enDerrida, en: Escritos de filosofa. No. 41-42, Buenos Aires, 2002. p. p. 235-241.

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    porque no podemos dominarlo; es esa capa de cera sobre la que se imprime, pero

    la que resiste tambin a la nueva escritura e interviene en la formacin de la

    nueva huella. Est ah ya desde siempre contaminando, pero tambin

    contaminado. Hay que anotar aqu cmo, si radicalizamos la nocin de huella en

    el pensamiento freudiano, peticin que hace Derrida al final de Freud y la escena

    de la escritura,155 aquella idea de lo inconsciente como el lugar donde a nada

    puede ponerse fin, nada es pasado ni est olvidado156 se torna insostenible o, al

    menos, incompatible con lo inconsciente como cera imprimible, como receptculo

    de huellas alterables, como khra. Cuando lo psquico se convierte en texto y el

    aparato psquico en un artilugio de escritura, se torna imposible seguir pensando

    en aquellos oscuros lugares de lo inconsciente donde la huella no era huella sino

    una imagen, una fotografa de un presente pasado.

    Cmo pensar, por ejemplo, a la luz del pensamiento de la huella, aquello

    que Freud llamaba el ombligo del sueo en La interpretacin de los sueos?

    Deca Freud: Aun en los sueos mejor interpretados es preciso a menudo dejar

    un lugar en sombras, porque en la interpretacin se observa que de ah arranca

    una madeja de pensamientos onricos que no se dejan desenredar, pero que

    155Dice Derrida: En consecuencia, hay que radicalizar el concepto freudiano de huella y extraerlode la metafsica de la presencia que lo sigue reteniendo (en particular en los conceptos deconciencia, inconsciente, percepcin, memoria, realidad, es decir, tambin de algunos otros).[Derrida, J. (1989). Freud y la escena de la escritura. En: La escritura y la diferencia. Barcelona:Anthropos. p. 315]156 Freud, S. (1900). La interpretacin de los sueos. En: AE , 5. p. 569.

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    tampoco han hecho otras contribuciones al contenido del sueo.157 Esto es lo que

    Freud llama el ombligo del sueo, y lo considera como el punto donde el sueo

    alcanza lo desconocido. En otras palabras, el ombligo del sueo es algo que

    resiste al anlisis, pero no se sabe si resiste como sentido oculto o como un

    resto sin sentido, como resto de fuerza. Es aqu donde Derrida hace un llamado de

    atencin hacia la premonicin y confesin de Freud de que el anlisis tiene

    un lmite, de que existe lo inanalizable. Como seala Derrida, cuando nos

    enfrentamos a fenmenos como el de la compulsin de repeticin y el ombligo

    del sueo sabemos que: la aceptacin intelectual, terica, filosfica, ideal o

    ideica de la interpretacin analtica no basta para levantar la represin, es decir,

    segn Freud, la fuente ltima de la resistencia.158

    Se ven dos posibilidades: o bien no podemos saber nada sobre el ombligo

    del sueo porque resistimos conocer su significado; o no podemos saber nada

    sobre el ombligo del sueo porque no tiene sentido alguno. La primera posibilidad

    estara comprometida con la idea de un inconsciente o, por lo menos, una parte

    del inconsciente- pleno y puro, un inconsciente comprometido con la metafsica

    de la presencia y fuera del pensamiento de la huella. Aqu, el inconsciente no sera

    un texto por escribirse sino ya escrito. La segunda posibilidad puede hablarnos de

    una imposibilidad de articulacin por un resto de fuerza sin sentido, pero

    157 Ibd., p. 519.158 Derrida, J. (1997). Resistencias del psicoanlisis. (Jorge Piatigorsky, trad.) Argentina: Paids.p. 40.

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    posibilidad de todo sentido e interpretacin. La interpretacin en psicoanlisis

    tendra un lmite. Habra algo anterior al sentido. La restauracin o recuperacin

    del sentido en psicoanlisis sera una tarea limitada. Quedara siempre un resto, un

    remanente que debe tratarse de, como sostiene Derrida, pura diferencia entre

    distintas fuerzas. En este sentido, si se piensa en el ombligo del sueo como algo

    que permanece desconocido y, an ms, como algo que est desde su mismo

    origen ms all de cualquier posibilidad de articulacin, entonces, se enfrenta uno

    a una parte del inconsciente que no tiene sujeto, no hay nadie que sostenga esta

    energa, fuerza o excitacin. Hay algo ms all del sujeto, como algo ms all de

    la representacin y la articulacin. Pero este locus ms all de la subjetividad,

    representacin y articulacin puede, al mismo tiempo, ser exactamente la

    posibilidad de todos estos. Este topos es un lugar como khra.

    En La interpretacin de los sueos, Freud dice: Los pensamientos

    onricos con que nos topamos a raz de la interpretacin tienen que permanecer

    sin clausura alguna y desbordar en todas las direcciones dentro de la enmaraada

    red de nuestro mundo de pensamientos. Y desde un lugar ms espeso de ese tejido

    se eleva luego el deseo del sueo como el hongo de su micelio.159 Esta idea es la

    inmediata posterior a la revelacin sobre el ombligo del sueo. Por lo tanto, para

    Freud es en un lugar in-interpretable donde toda posibilidad de sentido e

    interpretacin nace. El deseo del sueo nace de una red que es inanalizable, in-

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    interpretable o imposible de desenredar. En palabras de Derrida: El lugar de

    origen de ese deseo sera entonces el lugar mismo donde el anlisis debe

    detenerse, el lugar que debe dejarse en la oscuridadY este lugar sera un nudo o

    un tejido enmaraado: en pocas palabras, una sntesis inanalizable.160

    Quiz podramos decir que un cuerpo humano no est habitado y bajo las

    rdenes de un sujeto moderno, sino posedo por un aparato psquico que

    funciona bajo la lgica del fantasma y somete al ser humano a una existencia que

    se debate en el entre de todas las oposiciones del psicoanlisis: principio del

    placer/principio de realidad, pulsin de vida/pulsin de muerte, principio

    primario/principio secundario y las triadas de las dos topologas freudianas, ello,

    yo y supery e inconciente, preconsciente y conciente.161 Se trata de un sujeto que

    est, con toda su herencia, siempre en la espera, en una radical e insuperable

    espera. La consecuencia no es slo que el aparato psquico funcione en esta lgica

    de una huella siempre abierta al porvenir, sino que es tambin el ser humano

    como existencia que queda inscrito en esta lgica del asedio de los fantasmas de

    su pasado y de su futuro, para bien o para mal, para una mejor o peor vida.

    159 Freud, S. (1900). La interpretacin de los sueos. En: AE , 5. p. 519.160 Op. Cit. p. 31.161 Desde esta lectura del aparato psquico freudiano se deben poner en cuestin las topologas,primera y segunda, que hablaran de supuestos lugares y organizaciones que anulan elmovimiento. Como dije en la pgina 48, creo que cuando se trata de escritura y reescritura en elaparato psquico toda topologa se convierte en un intento fallido por reestablecer una insoportabley metafsica falta de soporte. Las explicaciones topolgicas en estos niveles de exposicin resultan