tr05-10 Artículo Semioticas del Cuerpo
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La actuacin: entre la simulacin, el contagio y la creatividad
Gabriela Prez Cubas. Miguel A. Santagada
El contagio es la vivencia
del otro que incorporo, la
creatividad es un sentido de
mi vivencia que proyecto.
Resumen
Revisitamos los debates de finales de la dcada de 1970, cuando los conceptos
de creatividad e imitacin representaban dos tendencias opuestas, pero conciliables, de
la prctica teatral. La imagen con que Chambers (1980) aport al debate fue la del
espejo y la lmpara. Esta ltima remite a la creatividad y el espejo, por razones obvias, a
la imitacin. La nocin antropolgica de corporeidad (Duch y col., 2005) revitaliza el
debate, pues permite pensar en trminos semiolgicos la materialidad corprea de los
significantes y los sentidos sociales que estos conllevan para la formacin y el
entrenamiento actoral, pues estas se realizan mediante el estudio y la adaptacin de los
patrones corporales de movimiento que caracterizan las distintas comunidades. De esta
forma, el aprendizaje de la gestualidad, de los movimientos corporales, y del sentido
con que stos son empleados en la vida cotidiana implican la creatividad y la imitacin,operaciones que configuran un eje a lo largo del cual se establecen puntos de contacto y
puntos de fuga entre la corporeidad caracterstica de un grupo social y la
especficamente personal, que cada uno desarrolla.
Gabriela Prez Cubas, Magster en Artes Escnicas, Licenciada en Teatro, actriz. Profesora Adjunta en la
Facultad de Arte de la Universidad Nacional del Centro, a cargo de las ctedras Expresin Corporal II y
Didctica de la actuacin. Su desempeo como actriz, investigadora y docente se centra en el estudio del
cuerpo como sujeto y objeto del arte teatral. Ha participado en numerosas puestas en escena como actriz y
directora, desarrolla peridicamente laboratorios sobre entrenamiento del actor y lleva publicados ms de
veinte trabajos sobre el tema. Sus ltimas publicaciones son: A repadronizacao: voltando s razes parapoder atuar. En Cadernos do GIPE CIT. N 18. UFBa. PPGAC, 2008; Cuerpos en busca de sus sombras
En El Peldao N 7. Cuaderno de Teatrologa. Facultad de Arte. UNCPBA CID. 2008. Tandil, Pcia de Bs.As. Argentina. E-mail:[email protected]. Direccin postal: Facultad de Arte. Pinto 399, 3 piso.
Tandil (7000) Provincia de Buenos Aires. Argentina.
Miguel Angel Santagada, Profesor y Doctor en Filosofa. Profesor Titular en la Facultad de Arte de la
Universidad Nacional del Centro, a cargo de las asignaturas Semitica y Teoras de la Comunicacin de
Masas. Dirige seminarios de posgrado en las Maestras de Anlisis del Discurso (Facultad de Filosofa y
Letras, Universidad de Buenos Aires) y de Comunicacin y Cultura (Facultad de Ciencias Sociales,
UBA) Es autor de una treintena de artculos acerca de la Recepcin Teatral, los consumos culturales y las
prcticas cotidianas en relacin con el teatro, la cinematografa y la televisin. Sus ltimos trabajos
editados son Paternalismos Hurfanos. Comunicacin, democracia, globalizacin. (Eudeba, 2004) y elartculo "Inseguridad y violencia en los medios, celebridad o celebracin?".en Polticas deComunicacin, Loretti y Sel (eds.), Buenos Aires, Koyatun, 2008. E-mail: [email protected].
Direccin postal: Facultad de Arte. Pinto 399, 3 piso. Tandil (7000) Provincia de Buenos Aires.Argentina.
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Palabras clave:
Actor - Entrenamiento - Imitacin Creacin Corporeidad
Acting: among simulation, contagion and creativity
Abstract
We revisit the debates of ends of 70s, when the concepts of creativity and imitation
were representing two opposite, but reconcilable trends, of the theatrical practice. The
image with which Chambers (1980) reached to the debate was that of the mirror and the
lamp. He sends the latter to the creativity and the mirror, for obvious reasons, to the
imitation. The anthropologic notion ofembodiment(Duch et al., 2005) revitalizes thedebate, since it allows to think in semiotic terms the corporeal materiality of the
significants and their social senses. These topics are relevant for the formation and the
training actoral, since these are executed by means of the study and the adaptation of the
corporal patterns of movement who characterize the different communities. So, thelearning of the gestures, of the corporal movements, and of the sense with which these
are used in the daily life imply both creativity and imitation, operations that form an
axis along which there are established points of contact and points of escape between
the embodiment typical of a social group and the specifically personal one, which each
one develops.
Keywords
Actor - training - imitation creation- embodied
Introduccin
Fuera de los estudios sistemticos de teatro, la labor del actor es entendida en
trminos de fraude y simulacin. La expresin popular hacer teatro implica un juicio
de valor y al mismo tiempo un juicio de conocimiento. Segn este ltimo, habra una
verdad objetiva accesible a todo el mundo. Segn el juicio de valor, la actuacin
implicara una representacin inaceptable y falsa de dicha verdad objetiva. Tambin
en los estudios clsicos sobre el teatro, se aceptaba la unicidad y accesibilidad de la
verdad. El principio de autoridad, tanto moral como epistmica, serva a los fines de un
imaginario paternalista, que condujo a proyectos como el de la crtica de las costumbres,
por ejemplo. En cierta forma, este imaginario se encuentra bosquejado en laParadoxe
sur le Comedien de Diderot (1994), publicado originalmente a fines del siglo XVIII,cuando se insiste en la necesidad de que el actor, para emocionar a los espectadores,
para arrancarles lgrimas (sic), no debe perder la consciencia de su rol, ni dejarse
arredrar por las emociones que intenta suscitar entre los asistentes de la sala teatral.
Ese horizonte de comprensin ha cambiado; la decadencia de las figuras
autoritarias, junto con el declive de los metarrelatos han convertido en problemtico el
realismo axiolgico o epistemolgico a partir de los cuales puedan establecerse,
inequvocamente, qu conductas son las correctas o qu representacin es la ms fiel.
La evolucin de las artes escnicas -desde Gordon Craig hasta nuestros das-, por su
parte, ha dilucidado que entre actuacin y simulacin no hay ms que una vaga relacin
conceptual; en gran medida, los desarrollos contemporneos del teatro y de la actuacin
cuestionan en varios sentidos los principios establecidos por el realismo acrtico
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tradicional. Principalmente desde el punto de vista corporal, el actor no resulta ser ya un
mero reproductor de las ideas de un autor, preconcebidas y transmitidas a travs de un
texto escrito. Ms bien, el actor contemporneo es un creador que aporta con su
corporeidad a la construccin de un fenmeno escnico donde interactan los elementos
constitutivos del hecho teatral, incluidos los objetos escenogrficos, la ambientacin
sonora y lumnica, y los espectadores (Durand, 1980).
La nocin de corporeidad ha abierto el camino para esta comprensin de la
actuacin escnica que proponemos. Entendida como la concrecin propia,identificante e identificadora, de la presencia corporal del ser humano en su mundo, queconstantemente, se ve constreida al uso y al trabajo con smbolos (Duch y col.,
Melich, 2005: 240), la corporeidad eslabona las dos dimensiones bsicas del teatro: la
presencialidad fsica y el sentido. Precisamente, la intervencin del actor en la
construccin creativa del hecho teatral cuestiona la existencia de una verdad unvoca.
Otros autores se refieren a la corporeidad como carne historiada (Matoso 2001: 15),
con lo cual se trasciende la concepcin reproductivista del cuerpo del actor como
soporte de una historia que no lo involucra. De este modo, hacer teatro implica uncompromiso vivencial de parte del actor para con su propia biografa, una indagacin en
las experiencias sociales en procura de una revisin crtica de la existencia humana a la
que l tuvo acceso. A partir de dicha revisin, el actor proyecta una construccin
artstica que tiene como soporte no slo su propio cuerpo, sus movimientos y su voz;
tambin se integran en ese constructo las emociones, las vivencias, las esperanzas y las
decepciones que se han hecho historia y que son la materia de la indagacin. De lo que
se trata, pues, es de construir formas alternativas a la corporeidad cotidiana que
sostienen, antes que una simulacin, su existencia real, aqu y ahora, adaptada a las
particularidades de la espaciotemporalidad escnica. Los materiales para dicha
construccin provienen de la revisin crtica de la existencia corprea que los actores
acometen en su formacin y entrenamiento.
Qu dispositivos se ponen en funcionamiento cuando indagamos en las
experiencias sociales? Una respuesta tentativa a esta cuestin podra indicar al menos
dos caminos complementarios: la observacin y la imaginacin. El primero de estos
dispositivos desemboca en la mmesis, la reproduccin de un objeto por va de
movimientos, gestos y expresiones alusivas. El dispositivo restante conduce a la
produccin -ex nihilo o no- de fenmenos o entidades que no preexistan al acto dedicha poiesis. Mientras observamos o imaginamos, no recreamos efectivamente la
experiencia: solo accedemos a ella provisional, sutilmente. Lo que transforma la
observacin y la imaginacin en nuevos objetos son las operaciones denominadas,respectivamente, imitacin y creacin.
Otra vez, la tradicin y el sentido comn han contribuido a distorsionar estas
nociones: la creacin ha sido pensada como un tipo de tarea del que resultara un objeto
absolutamente original, nuevo y hasta entonces inexistente en los planos ntico y
ontolgico. La creacin no se pensaba como un proceso inacabable, como una dinmica
contradictoria que abarcara a la vez lo nuevo y lo conocido; reducida al estatuto de un
tipo de accin orientada al xito, la creacin, que implica esfuerzos y bsquedas,
termin siendo evaluada por el resultado -imposible- original. En el polo opuesto, la
imitacin fue equiparada a las reacciones motoras -controlables o no por el sujeto- de
las que daban cuenta animales como los simios o las abejas. La imitacin implicabafalta de talento, el mismo que desbordaba el creador. Ni tanto ni tan poco, con respecto
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a la labor del actor, a su formacin y entrenamiento, la creacin y la imitacin
demandan un anlisis renovado, que aporte al campo teatrolgico algunas orientaciones
ms audaces y menos esquemticas.
Nos proponemos, pues, reflexionar sobre la formacin y el entrenamiento actoral
a partir de la desarticulacin de ciertas nociones aadidas indebidamente a lasoperaciones de imitar y de crear. Por lo pronto, preferiremos referirnos a la creatividad
y desistir del trmino creacin. La creatividad es una condicin de la bsqueda que en
nuestra opinin inicia el actor, sin conocer exactamente hacia dnde se dirige. No tiene
otro objetivo ms que el del encuentro con los espectadores para reorientar la bsqueda
a partir de la experiencia esttica que se genera en el espectculo. A la vez, con respecto
a la imitacin optaremos por reflexionar acerca de la tesis del contagio. La ventaja de
este trmino reside en su implicacin de una fuerza externa al sujeto que aparece en la
interaccin social. Mientras que la imitacin tiende a ser entendida como una reaccin
automtica, el contagio indicara la apropiacin que el sujeto hace de las experiencias de
los otros recrendolas.
Este escrito est organizado a partir de un eje que vincula el contagio con la
creatividad en el entrenamiento actoral. Sostendremos que lejos de ser contradictorios
son complementarios, pues ambos implican la experiencia social compartida, el aporte
constructivo del sujeto y la dinmica inacabable de la experiencia teatral.
Comenzaremos por una revisin de los estudios acerca del contagio social, lo que nos
permitir discutir algunos aspectos del contagio emocional. A partir de estas
consideraciones propondremos caracterizar la creatividad en la formacin y el
entrenamiento actoral en trminos matizados por la denominada tesis del contagio.
Por ltimo, desarrollaremos algunos lineamientos relacionados con la investigacin
emprica en el contexto de la formacin de actores.
El contagio como objeto de preocupacin acadmica
En cierta forma, debemos a la literatura romntica la sugerente pero confusa idea
de que las conductas se propagan gracias al hecho de que un sujeto A observa que otros
sujetos las llevan a cabo. Hace dos siglos, se produjo en Europa una serie de suicidios
que llev a las autoridades policiales y mdicas a sospechar que por detrs de la
decisin de suicidarse, se esconda algn factor que la provocaba. Segn un estudio de
la poca, muchos de los suicidas haban entrado en contacto con la novela de Goethe
Las cuitas del joven Werther, cuyo hroe decide matarse, crispado por un amor
contrariado. A partir de la conviccin de que no haba otra razn ms que la delcontagio para explicar tales suicidios, las autoridades prohibieron el libro en varias
regiones de Europa (Phillips, 1974).
Al cabo de los dos siglos transcurridos luego de la censura de la novela de
Goethe, la investigacin sociolgica ha relativizado la tesis de que las actitudes, las
creencias y ciertas conductas pueden diseminarse a travs de la poblacin como si se
tratara de infecciones (Sperber, 2005). La simple exposicin a veces parece ser una
condicin suficiente para que se produzca dicha transmisin. Estas ideas simples dieron
lugar a la tesis del contagio social, segn la cual ciertos fenmenos socioculturales
pueden difundirse a travs de poblaciones en la forma de epidemias tales como la del
sarampin. En su forma menos moderada la tesis del contagio considera que los sujetosno nos apropiamos de ciertas actitudes, conductas o creencias mediante alguna forma de
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proceso de eleccin racional, sino por el contacto (visual, intelectual) con alguien que
las exhibe.
De hecho, esta tesis ha surgido de la analoga que sugiere el trmino contagio,cuyas races se encuentran en la palabra latina cum tactum, literalmente con (un )
toque. Contagio se refiere, pues, a un proceso de transmisin por contacto. A partir dela etimologa tampoco se despeja la vaguedad de la idea de una transmisin lograda por
contacto (visual, o intelectual), ya sea de una enfermedad, o de estados de nimo. En
estos casos de contacto intelectual no se requiere la copresencialidad para contagiarse,
ya que ciertos artefactos socioculturales como el relato, la poesa o el cine aseguran la
difusin con igual eficacia que el contacto fsico: as se explicaron en su momento la
decisiones suicidas de los ms desdichados lectores de Werther, la lectura, la visin a
travs de los medios o la escucha de un relato que pueden llevar a ciertos sujetos a
adoptar actitudes, creencias, o conductas que ven en los otros.
Especialmente hacia fines del siglo XIX la idea del contagio lleg a ser muy
convincente para explicar ciertos fenmenos sociales, que despertaban la curiosidad dealgunos investigadores. James Mark Baldwin (1895), Gustave Le Bon (2000) y Gabriel
Tarde (1986), entre otros, dejaron una serie de reflexiones que no pudieron ser
confrontadas mediante la investigacin emprica sino hasta 1950. Esta fase de la
investigacin menos especulativa, y ms direccionada a la refutacin de hiptesis ha
establecido el carcter no necesariamente biolgico del contagio, y ha logrado
identificar algunas de sus facetas en diversas reas de la interaccin social. Al cabo de
cinco dcadas se ha reunido evidencia que sugiere que bajo ciertas circunstancias, el
mero contacto entre individuos parece ser una condicin suficiente para que ocurra la
transmisin social de conductas, creencias o actitudes.
Sin embargo, la falta de precisin en algunas posturas tericas acerca de las
motivaciones de la conducta ha ocasionado que la investigacin en torno al contagio
evolucionara en forma dispersa. Algunos autores deploran la falta de principios
generales de organizacin y el escaso desarrollo de un marco conceptual que permita
reunir toda la evidencia acumulada en un conjunto coherente (Levy y Nail, 1993). Esta
circunstancia ha impedido que se alcanzaran acuerdos bsicos con respecto al
mecanismo especfico, si es que hay alguno, que subyace al contagio. Debido a esta
falta de consensos elementales, las definiciones del contagio que circulan en mbitos
acadmicos ofrecen un panorama contradictorio1, que impide hacer ms comprensiva la
analoga en que se apoya la idea del contagio. Dicha analoga presume que si un sujeto
realiza la misma accin o los mismos movimientos que otro es porque existe una fuerzaexterior a los sujetos, que disemina ciertos patrones culturales como si tuvieran
propiedades contagiosas.
Esta idea de que una fuerza exterior cobrara vigor en la interaccin social
subyace en la definicin de contagio que propone el Manual de Psicologa Social deLindzey y col. (1985: 156): la difusin de afectos o conductas de un participante de
una multitud a otro; una persona sirve como estmulo para la accin imitativa de otra.
Tal definicin tiene la ventaja de focalizar y clarificar el fenmeno del contagio,
aunque no hay razn para que este quede restringido al escenario de las multitudes, ya
1 Por falta de espacio, remitimos al lector a la consulta de distintas definiciones de contagio en los textosque indicamos a continuacin: el Diccionario Enciclopdico de Psicologa (Furnham 1983), el
Diccionario Macmillan de Psicologa (Sutherland 1995) y el artculo de Levy y Nail (op. cit.)
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que, como vimos, medios de comunicacin o textos escritos permiten el contagio de
conductas, ideas y actitudes a travs de colectividades dispersas.
El contagio: las emociones o la conducta?
A pesar de la multiplicidad de las definiciones que se han venido acumulandoacerca del contagio, las diversas lneas de investigacin han sostenido la hiptesis
central de que los sujetos humanos tienden a uniformar sus ideas, expectativas y
conductas an sin que medien coerciones explcitas o motivos racionales. Esta tendencia
hacia la homogeneidad ha sido identificada en varios tipos de conducta a partir de tres
enfoques diferentes. En el caso de colectividades o masas dispersas, la evidencia acerca
de la intervencin del contagio fue obtenida mediante la correlacin de datos tomados
de crnicas periodsticas sobre historias de suicidios y tasas de suicidios (cfr. Phillips
op.cit, Marsden 1998). En el caso de multitudes, los mtodos de investigacin
incluyeron estudios de campo con observacin participante o no-participante (cfr.
Reicher 1984), o estudios experimentales bajo condiciones de laboratorio (cfr.
Freedman y col., 1980). Finalmente, tambin ha sido conducido un meta-anlisis delfenmeno del contagio en el que se consideraron los datos dispares resultantes del
conjunto de los dos diferentes enfoques mencionados (cfr. Levy y col., 1993).
La investigacin acadmica en torno al contagio comprende dos grandes reas:
los estudios acerca del contagio de emociones y los estudios acerca del contagio de
conductas. El rea del contagio emocional asume que la difusin de ciertos estados de
nimo, tales como la ira, el pnico, y algunos otros se producira o bien a partir de la
copresencialidad de los sujetos, o bien a partir de su sugestionabilidad frente a
descripciones verbales vvidas o imgenes realistas. Por su parte, los estudios que
investigan el contagio de conductas han desarrollado seis lneas diferentes, segn el
carcter de la conducta que se difunde: contagio histrico, contagio de trasgresin de
normas, contagio de dao auto infligido, contagio de agresin, contagio de conducta de
consumidores y contagio financiero.
El contagio histrico es definido como la diseminacin de un conjunto de
sntomas entre una poblacin en la que no hay bases manifiestas para que esos sntomas
puedan ser establecidos. (Kerckhoff y col.,1968). Tambin conocido como sndrome
del contagio psicognico (Cohen,y col., 1978), el contagio histrico implica la difusin
por contacto de sntomas y experiencias asociadas con la histeria clnica (alucinaciones,
nuseas, vmitos, desmayos, etc.) en ausencia de un contagio biolgico. El ejemplo
paradigmtico del contagio histrico es el incidente "June Bug" [bicho de junio],ocurrido en una fbrica textil de Estados Unidos en 1962, donde unos sesenta operarios
dijeron haber sido picados por un animal (imaginario) que les caus entumecimiento y
nauseas (Kerckhoff y col,, op. cit.). Ms recientemente, se analizaron 23 ejemplos de
contagio histrico la aparicin colectiva de un conjunto de sntomas fsicos y
creencias relacionadas entre dos o ms individuos en ausencia de un germen patgeno
identificable, y descubrieron que lo que se disemin en una forma contagiosa fue el
reporte verbal de los sntomas y no los sntomas en s mismos. La investigacin tambin
confirm la teora de Kerckhoff y Back de que los individuos susceptibles al contagio
histrico estaban sufriendo stress intra-psquico. Ms recientemente an, Elaine
Showalter (1997) sugiri que fenmenos de alta difusin televisiva o meditica, tales
como la fatiga crnica, el sndrome de la Guerra del Golfo y el sndrome de laspersonalidades mltiples podra difundirse por contagio.
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Otra clase de conducta contagiosa tiene que ver con la trasgresin de normas. La
evidencia ha sostenido la tesis de que si un individuo observa o comprueba que otros
individuos cometen violaciones, entonces se incrementar su probabilidad de atreverse a
conductas similares. Tales contagios han sido identificados entre adolescentes que
fuman, en automovilistas o motociclistas que superan la marca de velocidad permitida
(Connolly y col., 1993), en el abuso de sustancias txicas, la delincuencia, la iniciacinsexual y la criminalidad (Rodgers y col., 1993; Jones y col., 1995).
Una tercera clase de conducta contagiosa sobre la que trabaj la investigacin,
es el dao auto infligido (DAI), cuyo ejemplo principal es el suicidio. Especficamente,
la investigacin ha demostrado que las tasas de suicidio y otros ejemplos de DAI varan
proporcionalmente con la extensin, intensidad y contenido de la exposicin, en
colectividades tanto locales como dispersas (Phillips 1974, Gould y col., 1989). En la
actualidad, el contagio es considerado un factor de riesgo aceptado en la investigacin
sobre el suicidio, y la evidencia ha motivado que se establecieran diversos programas
gubernamentales a fin de minimizar los efectos del contagio del suicidio.
Otro centro de inters muy diferente de la investigacin en torno al contagio ha
sido el llamado contagio burstil, manifestado en la conducta de los brokers o agentes burstiles que vacilan entre los pnicos de vender y los terrores de comprar. La
investigacin sobre esta forma de contagio ha consistido en el anlisis de los factores
que pueden exacerbar y contribuir al fenmeno, tales como el nivel y carcter de la
informacin disponible entre los agentes, y las redes de comunicacin social (cfr.
Temzelides 1997).
Tambin la investigacin sobre el contagio ha destinado esfuerzos a la conducta
del consumidor. En ocasiones, la difusin de modas y tendencias de consumo parece
contener propiedades contagiosas, una forma ms parecida a las epidemias de influenza
que a la conducta racional. Este fenmeno ha impulsado el desarrollo de modelos
determinsticos y estocsticos destinados a anticipar ventas y patrones de adopcin de
los nuevos productos, sobre la base de la contagiosidad de los consumidores (Bass y
col., 1990, Rogers 1995).
Por ltimo, otro sector de la investigacin en torno al contagio se ha ocupado de
la conducta agresiva, un fenmeno que tiende a producirse, aunque no exclusivamente,
en colectividades copresenciales. Los primeros trabajos inscriptos en esta lnea de
investigacin han sido de carcter descriptivo y se restringieron a multitudes
encolerizadas de modo transitorio o impredecible (Reicher op. cit., Lachman 1996);desde mediados de los sesenta tambin se ha acumulado evidencia experimental de
laboratorio (Wheeler y col., 1966, Wheeler y col, 1967) sobre esta problemtica.
Como mencionamos ms arriba, la investigacin en torno al contagio no se ha
limitado a la difusin de conductas. Un significativo nmero de estudios ha identificado
varios tipos de contagios emocionales. A diferencia del contagio de conductas, la
emocin se contagia en un proceso de interaccin especfico, en el que los individuos
capturan y adoptan el estado de nimo de aquellos que los rodean (Sullins 1991). La
hiptesis de esta lnea de investigacin pretende que el mecanismo por el cual se
diseminan ciertos estados de nimo reside en nuestra tendencia a sincronizar o imitar
expresiones faciales, voces, y posturas con las de quienes se encuentran en nuestroentorno fsico inmediato (Hatfield y col., 1993). De esta manera, pues, observamos que
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los otros efectan gestos, mantienen ciertas posturas, mueven sus brazos o piernas de
determinado modo etc. Relacionamos estos estados o movimientos corporales con pistas
acerca del estado de nimo de los sujetos observados. A su vez, estas pistas nos
provocaran o desencadenaran las emociones relacionadas por nuestra cultura con
dichos estados de nimo. La recurrencia y sistematicidad de estas correlaciones permite
hablar de patrones expresivos ms o menos contagiosos, segn la escala de contagioemocional propuesta por Doherty (1997). A partir de una serie de estudios previos,
pudo obtenerse evidencia acerca de la mayor o menor facilidad con que ciertos estados
emocionales pueden ser contagiados: el humor (Hsee, y col., 1992), la ansiedad
(Behnke, y col., 1994), el miedo (Gump y col., 1997), la apreciacin (Freedman y col.,
1979) y el disfrute (Freedman y col.,. 1980).
A fines de siglo XIX, Ribot (2000) analiz las propiedades psicofisiolgicas
subyacentes al contagio emocional. Adems de considerar las tendencias e instintos
atribuidos a este tipo de contagio, propuso el concepto de simpata (del latn y del
griego, comunidad de sentimientos). Con este concepto Ribot pudo desglosar distintas
fases del contagio emocional, a fin de abarcar la plasticidad casi ilimitada de lasemociones y su carcter subjetivo, y a la vez comprender la dimensin moral de la
existencia social. En su fase primigenia, la simpata fisiolgica es un mero reflejo,
automtico e inconsciente. Se trata de la tendencia a imitar una actitud, un estado, un
movimiento corporal que observamos en otra persona. Este es el contagio en su forma
ms rudimentaria. Entre simpata y contagio solo habra una diferencia de aspectos en
esta primera fase: la simpata supone el aspecto pasivo, receptivo del fenmeno; el
contagio, su aspecto activo motor. Se manifiesta en algunos animales que forman
conjuntos (no sociedades), tales como las jauras de perros que persiguen, ladran, y se
detienen al mismo tiempo frente a un transente, etc. En estos casos, slo se advierte el
impulso a contagiarse de la conducta del otro; por su parte, en los seres humanos
tambin se dan casos de este estilo, como en la carcajada o el bostezo, el caminar al
paso, el seguir los movimientos de un acrbata en la cuerda floja mientras se contempla
su acto, o se siente como una contusin en una pierna cuando el acrbata tambalea, etc.
Esta forma de simpata juega una parte central en la psicologa de las multitudes, o la de
los grupos copresenciales ms o menos numerosos, en los que se registran accesos
vehementes y pnicos repentinos. En resumen, la simpata es originalmente una
propiedad de la materia viviente: del mismo modo en que existe la memoria orgnica y
la sensitividad orgnica que depende los tejidos de los elementos mnimos de que estn
compuestos los rganos, tambin hay un tipo de simpata orgnica, que se activa por
contagio al estar en presencia de movimientos externos.
La siguiente fase corresponde a la simpata en el sentido psicolgico,
necesariamente acompaada por la consciencia; esta forma de simpata crea en dos o
ms individuos estados emocionales anlogos. Los casos ms citados son el del miedo,
la indignacin, el placer, o la tristeza. En todos estos casos, sentimos la emocin que se
exterioriza en otro, y que se nos revela fundamentalmente por expresiones fisiolgicas,
tales como gestos faciales, movimientos de brazos y piernas, tono de la voz, etc. Segn
Ribot esta fase consiste en dos momentos: el de la armona psicolgica y el de la
simpata propiamente dicha. La armona psicolgica simplemente es un prerrequisito
para que se pueda dar la simpata, y constituye la base mnima para cierta solidaridad.
Equivale al momento en que sintonizamos con los dems, es decir, nos solidarizamos
con lo que estn haciendo en trminos de actitudes corporales y gestuales porquereconocemos que dichas actitudes derivan de ciertos estados de nimo y
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comprendemos cules son sus estados de nimo. Por ltimo, en la simpata, se agrega a
la armona psicolgica la manifestacin emocional y el sentimiento benevolente hacia
los dems. No se trata de un mero reflejo de sentimientos, ya que es un compuesto algo
ms complejo. En el caso humano la simpata debe luchar contra el instinto de
supervivencia, que no se verifica en otras especies animales gregarias. A diferencia del
colectivismo extremo de las hormigas o de las abejas, cuyos individuos se funden enuna empresa comn, lo caracterstico de la accin colectiva humana reside en que cada
individuo retiene su subjetividad, a pesar de solidarizarse con los dems respecto de las
causas o los objetivos de la tarea. Mientras los individuos de otras especies biolgicas
son indiferentes a la individualidad propia o ajena, los agentes humanos pueden
reaccionar de modos impredecibles, y mutuamente contradictorios: ante un escenario de
alto riesgo fsico, como un incendio en una ambiente cerrado, algunos tendern a
escapar y otros tendern a ayudar a los ms perjudicados. El contagio, en estos casos, se
enfrenta a una fuerza bsica de supervivencia que puede conjurarlo. El que decide,
conforme sus posibilidades, competencias y valores, es el sujeto; ste interpreta la
situacin y reacciona frente a ella, acaso inspirado en las reacciones de los otros, pero
resueltamente motivado a actuar por s mismo.
Sobre la creatividad y el cuerpo
Para exponer nuestro punto de vista, permtasenos retomar el tema del contagio
con un ejemplo extrado de una situacin en la que ciertas personas compartan de modo
casual unos minutos en una fila, a la espera de ser atendidos. Los circunstantes conocan
algo genrico de la situacin: la esperaba los importunaba, pero al comienzo
conservaban cierto tono de la voz, las miradas que se dirigan unos a otros eran fugaces
y slo rara vez se cruzaban, etc. De repente, uno de los circunstantes -llammoslo A-
advierte a los dems que la espera se ha vuelto injustamente larga y que les asiste el
derecho de reclamar. Hasta entonces, todos haban mantenido un comportamiento
calmo, a pesar de que la conversacin giraba en torno al tiempo que cada uno estaba
perdiendo en esa espera. Otro circunstante -B- decide insultar a los responsables de la
demora en la atencin. A partir de ese momento, otros circunstantes, refuerzan la
protesta y tensan an ms la situacin: abuchean, golpean las palmas, etc.
En su forma menos rudimentaria, pues, el contagio implica una respuesta
elaborada ante una situacin; Ms all de la propensin a contagiarnos del bostezo o de
la carcajada de nuestros ocasionales contertulios, los sujetos nos adaptamos a la
situacin mediante conductas que realizamos porque parecen congruentes con las que
realizan otros que comparten la situacin con nosotros. Desde ya, alguno de loscircunstantes puede promover espontneamente cierto comportamiento como modelo
para los dems. En nuestro ejemplo, acaso B sea ms influyente que A en el decurso de
la protesta. Podra decirse que A da una nueva definicin de la situacin, al anunciar en
cierto modo que la espera tranquila debera dar lugar a la protesta airada, mientras que
B iniciafcticamente la protesta. El es el que viola la norma de la discrecin, que rigeen lugares pblicos. Los dems circunstantes en cierta manera repiten la conducta de B,
luego de comprobar que es posible transgredir dicha norma. Nuestro ejemplo puede ser
comprendido tambin desde la perspectiva de los frames de experiencia social(Goffman, 2006) destinados a situaciones especficas: el tono de la voz, la actitud
postural, etc. son operaciones que realizamos en conformidad con la situacin que
estamos experimentando. Se trata de operaciones relacionadas con la comunicacin,ellas son indicadores emocionales que comunican por s mismos, pero que no son tema
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frecuente de la comunicacin. Lo que nuestro ejemplo quiere subrayar es que al interior
de un grupo hay quienes anuncian y definen situaciones, quienes efectivamente las
inician y quienes siguen a estos y se contagian de stos. Aun el contagio resulta ser una
rplica del comportamiento ajeno con una dosis de creatividad, esto es de refuerzo, de
modulacin, de aporte personal a la situacin social encabezada espontneamente por
un lder.
En nuestro ejemplo, los sujetos que no son A ni B se contagian de estos como
una forma emptica pero a la vez socialmente exitosa de relacin. Sin embargo, an los
que actan por contagio elaboran creativamente su participacin, no imitan ms que
marginalmente lo que hacen los otros; participan proponiendo nuevas expresiones,
agitando o descomprimiendo la protesta segn su propia percepcin y definicin de la
situacin. Este tipo de contagios constituyen un aspecto relevante de los
comportamientos sociales, pero no pueden ser asimilados a una fuerza estrictamente
exterior a los circunstantes. La respuesta de estos tiende a ser creativa en el sentido en
que cada circunstante ratifica o repite el sentido de la accin de los otros con un aporte
personal que modula la accin colectiva en la medida de los sujetos participantes.
Por su parte, tambin hemos propuesto que la creatividad no implica resultados
absolutamente originales, producto de la iluminacin del artista. En el caso especfico
del actor, el hecho de leer un texto ya le provoca reacciones, en principio producidas por
el contacto con la palabra escrita, que necesariamente son orgnicas para poder ser
sentidas (Damasio, 2001) y pueden resultar disparadoras de una indagacin dramtica,
que compondr, en dosis que no pueden calcularse a priori, reacciones creativas yrespuestas contagiosas. En todo caso, es la corporeidad historiada en forma de
subjetividad la que opera en el contacto inicial, orienta la bsqueda y define
intuitivamente los objetivos que habrn de alcanzarse. La creatividad actoral
(constituida por la integralidad de repeticiones moduladas) se pone en funcionamiento a
partir de las experiencias previas, que permiten al actor entablar una relacin con las
ideas y las sensaciones que el texto, u otro tipo de experiencias le sugiere. La
construccin del hecho teatral depender de cmo modulen la accin colectiva las
personas intervinientes en el proceso de entrenamiento destinado a una puesta en escena
o a una interpretacin dada. Como en el ejemplo de la fila, el contagio no seala ya la
estricta semejanza entre los comportamientos, sino los modos en que las ideas,
sensaciones y emociones de los circunstantes se estimulan recprocamente.
Probablemente, en ese intercambio, en el que se asimilan y adaptan experiencias
de vida heterogneas en la construccin de un fenmeno colectivo como el teatral, lahiptesis del contagio juegue un papel preponderante para comprender los modos en
que los sujetos se adaptan a las caractersticas de su entorno. Sin embargo, se muestran
insuficientes las versiones revisadas ms arriba acerca del contagio, pues no llegan a
establecer si, en la vida adulta, el contagio se realiza como un acto consciente de
apropiacin de conductas ajenas o como una imitacin acrtica de los dems
circunstantes.
En lo que hace especficamente al entrenamiento del actor, la posibilidad de
discernir entre la apropiacin consciente o la imitacin acrtica resulta un campo de
investigacin muy frtil. En principio, porque el objetivo de un entrenamiento actoral,
es, o debera ser segn nuestro planteo, un modo de sensibilizar al sujeto, motriz,expresiva y emocionalmente, para descubrir sus posibilidades de accin y relacin y
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toma de conciencia de los procedimientos subjetivos puestos en juego para adaptar
conductas, ya que en ellos se encuentra el germen de la creatividad.
Nuestra propuesta, entonces, plantea procesos de autoconocimiento de la propia
corporeidad como tcnicas de entrenamiento del actor. Dichas tcnicas estn orientadas
a la elaboracin de estrategias personales de diseo de comportamientos. A partir delreconocimiento de los modos subjetivos de apropiacin e imitacin de conductas, la
tarea de entrenar supondra para el actor, adems de sensibilizarlo
sensoperceptivamente, el reconocimiento de sus propios procesos creativos, que
articulan su comportamiento social. Podramos hablar entonces de objetivacin de los
modos de contagio como vehculo para la resiliencia a travs de la creacin escnica?
Podra entonces constituir el entrenamiento del actor un modo de autopoiesis de
poticas teatrales?
Conclusin
A fines de los setenta, Ross Chambers (1980) propuso una teora relacional del
teatro segn la cual las artes escnicas conjugaban dos polos opuestos: uno orientado a
promover la ilusin y el otro, crtico y contradictorio, a denunciarla. La fuerza del
primer polo reside en el aspecto emotivo, que captura a los espectadores y los sumerge
en una vivencia de cuyo carcter ficcional se es conciente en todo momento. La
intensidad del segundo polo corresponde al juego que sigue al espectculo: se
experimenta lo ficticio como si fuera la realidad, para luego salir a experimentar lo real
como si fuera ficticia. Ambos polos se dejan expresar en las figuras emblemticas de la
mscara y el espejo. La mscara oculta y a la vez muestra; el espejo refleja lo que se le
pone enfrente, pero al mismo tiempo insina que dentro de l se desarrolla otro mundo.
Este juego de remisiones y contradicciones ha inspirado nuestra combinacin de
contagio y creatividad.
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