Trabajo Arte de la Antigüedad Tardía

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Enrique Baile Ficha técnica del libro Título : ARTE Y FIESTA EN LA CELEBRACIÓN DE LA SEMANA SANTA. DESDE LOS PRIMEROS CRISTIANOS HASTA LAS MÁS ANTIGUAS COFRADIAS PASIONISTAS Autor : F. GALTER MARTÍ Editorial : MIRA EDITORES Año de edición 2014 ISBN : 9788484654650 Resumen del contenido El arte cristiano de los primeros tiempos surgió en las catacumbas del centro de Italia, entre finales del siglo II y principios del III. Este arte, con una clara naturaleza funeraria, apareció con una iconografía positiva y optimista, por lo que las primeras imágenes de la Pasión de Cristo así lo fueron también. Ejemplo de ello son las primeras representaciones del Quem quaeritis como la de la Iglesia clandestina de Dura Europos, en Siria, o la coronación de espinas del cubículo de la Coronatio de la Catacumba de Pretestato en Roma. A partir de siglo III se empezaron a representar las narraciones evangélicas, a pesar de que se evitara representar la pasión en occidente. Mientras, en oriente se optaba por una representación más verídica de la Pasión, reflejada en los souvenirs de tierra santa que adquirían los peregrinos. En Occidente, ya con el papa Gregorio Magno (590-604) se afirmó la representación de Cristo en la cruz, así como de niño o en el trono, para que finalmente, ya en los años 691-692, en el concilio Quinisexto celebrado en Constantinopla, se aceptara oficialmente la representación de Cristo en la cruz. Una vez asimilado el elemento iconográfico principal de la pasión, el resto de imágenes de la pasión no tuvo demasiadas dificultades en instaurarse completamente en el seno del arte cristiano, ya en torno al 800. A finales del siglo IV, ya la liturgia hierosolimitana revivía la pasión de Jesús, y además, en los supuestos mismos 1

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Semana Santa

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Enrique Baile

Ficha técnica del libro

Título: ARTE Y FIESTA EN LA CELEBRACIÓN DE LA SEMANA SANTA. DESDE LOS PRIMEROS CRISTIANOS HASTA LAS MÁS ANTIGUAS COFRADIAS PASIONISTASAutor: F. GALTER MARTÍ Editorial: MIRA EDITORES Año de edición 2014ISBN: 9788484654650

Resumen del contenido

El arte cristiano de los primeros tiempos surgió en las catacumbas del centro de Italia, entre finales del siglo II y principios del III. Este arte, con una clara naturaleza funeraria, apareció con una iconografía positiva y optimista, por lo que las primeras imágenes de la Pasión de Cristo así lo fueron también. Ejemplo de ello son las primeras representaciones del Quem quaeritis como la de la Iglesia clandestina de Dura Europos, en Siria, o la coronación de espinas del cubículo de la Coronatio de la Catacumba de Pretestato en Roma.

A partir de siglo III se empezaron a representar las narraciones evangélicas, a pesar de que se evitara representar la pasión en occidente. Mientras, en oriente se optaba por una representación más verídica de la Pasión, reflejada en los souvenirs de tierra santa que adquirían los peregrinos. En Occidente, ya con el papa Gregorio Magno (590-604) se afirmó la representación de Cristo en la cruz, así como de niño o en el trono, para que finalmente, ya en los años 691-692, en el concilio Quinisexto celebrado en Constantinopla, se aceptara oficialmente la representación de Cristo en la cruz.Una vez asimilado el elemento iconográfico principal de la pasión, el resto de imágenes de la pasión no tuvo demasiadas dificultades en instaurarse completamente en el seno del arte cristiano, ya en torno al 800.

A finales del siglo IV, ya la liturgia hierosolimitana revivía la pasión de Jesús, y además, en los supuestos mismos escenarios de la Pasión de Jesús. Así pues, a partir de ella, occidente creó su liturgia. Ejemplo de ello es la procesión que se inmortalizó en el Menologio de Basilio II (976-1025), o la liturgia pontificia del siglo VIII.

El icono era el modo tradicional de procesionar la representación figurativa cristiana en oriente, y en occidente hasta el año 1200, lo que se constata en testimonios como el relieve románico de Santa María Beltrade que representa el icono Madonna Idea.En torno al 1200 encontramos el primer testimonio de bulto redondo, no pasionista, portado en procesiones. Se trata del signum que representa a Notre-Dane-sous-Terre de Chartres.

Las primicias de la dramatización cristiana aparecieron en época carolingia, cuando el paganismo ya se encontraba más controlado, y la imagen de bulto redondo empezó a ser aceptada, formulándose así una “ficción litúrgico-teatral”, es decir, una liturgia más formal y expresiva, que tras el ensayo carolingio se multiplicará en el románico.Ya a fines del siglo X se empieza a desarrollar la escultura de bulto redondo en Cristos y Vírgenes, y se vuelca la pasión fuera del templo, aunque eso sí, la serenidad constante siguió

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definiendo al cristianismo hasta el siglo XII. Así pues, a fines del siglo X ya se había superado la ausencia de Cristo en la cruz. Un ejemplo es El Cristo de Gero. Además estos Cristos solían incluir receptáculos para reliquias.

La imagen de bulto redondo más característica del Románico es el Cristo Majestad o Volto Santo, mostrando a Cristo crucificado con una larga túnica. Este es una adaptación para occidente del Cristo Sirio, por lo que se traduce como emblema del triunfo sobre la muerte en la cruz. Un ejemplo es el Cristo de la Catedral de Luca, en Italia.Cabe destacar además algunos Cristos románicos de evidentemente carácter procesional, por su pequeño tamaño y desnudez, como es el Cristo de la iglesia de Sant Martí d’Ix.

Otro tipo de iconografías son la representación del Palmesel, que surge en torno al siglo XI, representando la llegada de Jesús a Jerusalén el Domingo de Ramos, y siendo por tanto la representación más amable y gozosa de la serie pasionista, o los descendimientos.Los descendimientos del románico catalán e italiano se originan como reacción de la Iglesia católica ante la herejía albigense. Por tanto, se creó el iconograma de la deposición de Cristo de la cruz para profundizar en la teología de la pasión. Pero además, su aparición coincide con la primera cruzada (1096-1099), años en torno a los que se reiteró en los temas del Santo Sepulcro y del Calvario en el arte occidental.Pese a la sugestiva madurez de los descendimientos en Cataluña e Italia, parece que fue en el ámbito alemán donde se realizó el primer relieve con tema del descendimiento. Ejemplo de ello es el relieve de Externsteine, mandado construir antes de 1115 y consagrado tras la primera cruzada.Cabe citar que los descendimientos italianos destacan por su expresividad dramática y acercamiento al gótico, puesto que el auge de esta tipología data de los siglos XI y XII, cuando la penitencia se entiende como ideal. Sin embargo los descendimientos dejan de realizarse cuando la pasión comenzó a ser reproducida con todo lujo de detalle, dejando a los descendimientos como una sola estación y no como evocación de la tragedia completa.

A partir del siglo XIII, con la llegada del Gótico, surge un nuevo género sobre la pasión de Cristo en torno al dolor. Así pues, pese a algunas resistencias como en Inglaterra, en el siglo XIV se desarrolla el famoso crucifijo gótico doloroso.El crucifijo gótico doloroso es el culmen del horror en la escultura pasionista, demostrando el conocimiento del cuerpo humano y de los límites del dolor físico de los artistas, con el fin de hacer sufrir psicológicamente a sus espectadores.Este dolorosísimo encajó muy bien con las realidades del hombre del siglo XIV, como eran la muerte, la miseria y la guerra. Sin embargo la Iglesia decidió relajar la horripilación desconcertante para dar un carácter más amable y pastoral, no sin violencia, con el fin de mostrar la truculencia del camino a la salvación. Esta bajada de tensión desembocó en el Cristo elegante y esbelto en la exquisita cruz de finales del siglo XIV.Cabe destacar el uso procesional de estos Cristos dolorosos, muy ligados a las procesiones de flagelación colectiva.

Otra tipología importante de esta época es el crocifisso-deposto destinado al desenclavo y a la procesión del Santo Entierro celebrada el Viernes Santo, en el marco de una emotiva

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ceremonia. Parece que estas ceremonias se realizan desde mediado del siglo XII, con el ejemplo de Salzburgo.En Oriente también se realizaba algo similar, con la única diferencia de que su ceremonia formaba parte de la liturgia y no de la paraliturgia como en el caso occidental.Los crocifisso-depostos se caracterizan por tener los brazos articulados al nivel de los hombros, lo cual generalmente se realizaba a partir de Cristos rígidos, adaptándolos a esta nueva necesidad paraliturgia. Además, conforme avanza el tiempo, vemos ejemplos con los dedos, piernas, o incluso ojos y boca, móviles, así como el cabello natural. Así pues, el auge de esta tipología surge a causa de la fuerte impresión sensitiva que provocaba en sus espectadores, ayudada por la fascinación hacia los ingenios articulados y autómatas.Gracias a los grandes testimonios gráficos como el cuadro Función del Desenclavo datado en 1722, conocemos como se realizaba esta piadosa celebración del descendimiento con el Cristo articulado.

El tema iconográfico de la flagelación de Cristo surgió a partir de mediados del siglo XIII, cuando la flagelación personal se convirtió en exitoso acto de devoción penitencial.La imagen de la flagelación parte de una serie iconográfica destinada a ilustrar el cántico de Habacuc, la cual se piensa que es de época carolingia.Así pues tenemos la famosa imagen de Cristo, con los brazos atados a la espalda, amarrado a una columna para ser flagelado por dos sayones.

Por otro lado, vamos a ver otra tipología que es la del Jesús Nazareno o camino del calvario. Este título parece destinado a mostrar la humanidad y divinidad de Cristo, sus dos naturalezas.Esta iconografía surge en torno al 1350, en el arte alemán, y ejemplo de ello es el Nazareno del Bayerisches Nationalmuseum de Múnich, en madera y susceptible a ser procesionado. El iconograma de bulto redondo en madera avanza hasta que se puede considerar conseguido en torno al 1460 y 1480 con ejemplos como las conservadas en Wienhausen o Radolfzell.Además, hacia 1460, se empezaron a crear los grupos de Jesús camino del Calvario ayudado por Simón Cireneo, con el ejemplo entre muchos del conservado en Sterzing, datado hacia 1480. Este hecho es claramente el fermento que dio origen al grupo pasionista de múltiples figuras.

En cuanto a las escenas pasionistas de múltiples figuras destaca el conjunto de once imágenes de bulto redondo de la Iglesia de Santa Isabel de Wroclaw. Este conjunto de grandes dimensiones se entiende más sobre un desarrollo temático o aso de Semana Sanra que en un Calvario. Así pues se representa con de, gran realismo, a Jesús camino del Calvario, Simón de Cirene, la dolorosa Verónica, dos soldados, dos malhechores, un sayón, una mujer de Jerusalén, la Virgen Dolorosa y san Juan.

Otro tema nuevo pasionista que surge en torno al siglo XIV con el deseo de descomponer el desarrollo narrativo de la pasión para afrontar, es el llamado Vesperbild, que muestra a María, rota por el dolor e invadida por el llano, sosteniendo sobre sus rodillas al Hijo muerto. Este género, susceptible a la procesión, generará en este mismo siglo XIV la conocida versión de la pietá.

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En este mismo contexto también destaca el género iconográfico llamado Varón de la Dolores, que presenta a Cristo desnudo y a veces saliendo de su propia tumba, mostrando sus heridas, así como el llamado Cristo en aflicción, que muestra a Cristo descansando sobre una fría piedra antes de ser crucificado, muy similar al famoso Ecce Homo, o el iconograma de la depositio.Ejemplo de depositio es el conjunto del siglo XV “Lamentación por Cristo” de Bolonia, que pese a perder la policromía sigue siendo muy impactante y doloroso.

Esta expansiva multiplicidad de imágenes pasionistas sirvió para la meditación cotidiana y, especialmente, de Semana Santa, sin que se pueda excluir que algunas de ellas fueran procesionadas, pero que si no lo fueron, aportaron una preciosa cantera de información y sugerencias que, a no tardar acabó saliendo a la calle.

El origen de la piedad institucionalizada en cofradía se puede encontrar en torno al 1260, con los llamados disciplinati, que celebraban un ejercicio ascético de la flagelación con un carácter excepcional, público y procesional, con el fin de ver la salvación a partir de sus sufrimientos, a imitación de Cristo. Sin embargo, se relaciona más fácilmente la aparición de las cofradías con los Bianchi de finales del siglo XIV y principios del XV. Estos fueron un fenómeno sociorreligioso muy significativo cuyo nombre procedía de su blanca vestimenta. Buscaban la paz y el perdón desde la conversión de los corazones mediante peregrinaciones breves y sin riesgo que, por tanto, podían realizar cualquier persona. Sin embargo, ni los disciplinati ni los Bianchi realizaban sus actividades en Semana Santa, sino en verano y otoño.En conclusión, el origen de las cofradías surge a partir del carácter grupal de la religiosidad popular bajomedieval, primero mediante los movimientos flagelantes del 1260 como ejemplo, para llegar a las cofradías laicas organizadas y con aprobación episcopal, que reivindicaban sus derechos en la práctica religiosa.Estos movimientos, cada vez más en el seno de la Iglesia, desembocaron en la necesidad de expresar esos anhelos comunes y manifestarlos públicamente con actitudes, ritos, cantos y poesías como las laudes narrativas y dramáticas, llevándonos así al teatro de las cofradías. Este se desarrolló entre el siglo XIII y XV con el fin de reactualizar la pasión, es decir, no solo conmemorar su historia, requiriendo por tanto cada vez más atrezo, como Cristos resucitados.

A partir del Renacimiento, y por primera vez en Europa Occidental, el tiempo procesional se detuvo y se mantuvo igual hasta hace pocas décadas en según qué sitios, mientras el teatro se desarrollaba cada vez más, para no adquirir la mera función de divertir. Esto desembocó en un amplio desarrollo dramático “sacro” en el barroco de gran austeridad.Las cofradías, debido al control de las sacras representaciones, y a la representación litúrgica, escogieron la procesión como manifestación de la comunidad. Sin embargo, esta celebración pasionista fue gestionada por clérigos exclusivamente, hasta que en torno al 1540 se dio un paso hacia el control popular de estas cofradías, aunque obviamente nunca se desligaran de las jerarquías eclesiásticas.

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Los pasos de Semana Santa, hasta el siglo XVIII, estaban poco desarrollados puesto que en escasas ocasiones superaban la figura única, si no eran objeto de estática veneración.Se cree que fue Venecia el centro que recogió y proyectó el movimiento creativo de la escultura pasionista tras el protagonismo de los países germánicos entre el siglo XIII y XVI.A partir del Cinquecento se hicieron habituales los carros triunfales o stationes con cuadros vivos o pantomimas que ponían en escena los momentos culminantes de la pasión, acompañados por laudes.

En España contamos con documentos que muestran que, ya desde 1418, en Toledo se intervenía en el Corpus Christi con carros para representar los autos durante la procesión. Sin embargo, a partir del concilio de Trento (1545-1563), todo esto cambio, puesto que se mando sustituir las representaciones, en ocasiones descontroladas, por imágenes fijas en bulto redondo, perfectamente controladas por la Iglesia.

En cuanto a los materiales el siglo XVII fue muy importante en España, puesto que se dio comienzo al uso de telas encoladas y complementos lígneos que comúnmente se conoce como papelón. Un ejemplo es el paso de la Borriquilla atribuida a Francisco Giralte y datado hacia 1545, o el Cristo de Tagarabuena.Esta técnica barata y ligera tenía el inconveniente de crear imágenes endebles, por lo que pronto se empezaron a realizar tallas en madera ahuecadas, cuya unión con el papelón formaría la llamada “imaginería ligera”: telas encoladas a una escultura en madera. La superación del papelón permitió que grandes escultores de principios del siglo XVII sacaran a la calle impresionantes creaciones, como el paso de la Elevación de la Cruz de Valladolid.

Valoración

Como fiel amante de la Semana Santa, este libro de Fernando Galtier me ha dado a conocer, de una forma muy amena, los orígenes de una de las fiestas más importante para mí. Así pues he podido comprender de dónde y cómo surgió el apasionante mundo de la representación de la Pasión de Cristo, y su evolución desde los primeros cristianos con las catacumbas, hasta la imaginería ligera pasando por interesantísimos apartados de la representación de la Pasión, como los Cristos dolorosos del Gótico, o el Palmesel.

Como punto final a esta recensión quiero citar el hecho de que me gustaría que este repaso a la Historia de la Semana Santa hubiera incluido un apartado que abordara la evolución de la música procesional de la Semana Santa desde los poemas o laudes, puesto que me parece un tema muy interesante dentro de la Historia de la Música.

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