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GUATEMALA, MIGRACION Y REMESAS: IMPACTOS SOCIO-ECONOMICOS EN EL SISTEMA DE VIDA NACIONAL

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GUATEMALA, MIGRACION Y REMESAS:

IMPACTOS SOCIO-ECONOMICOS

EN EL SISTEMA DE VIDA NACIONAL

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Introducción

En el último siglo de historia, la sociedad guatemalteca ha vivido etapas muy difíciles de desarrollo

y de vida política: los gobiernos liberales presentes a principio del siglo XX decretaron profundas

divisiones socio-económicas adentro del país; las dictaduras que se produjeron desde 1954 y la

guerra civil que se generó desde los años „70 han contribuido a endurecer – y a veces aniquilar - las

condiciones de vida de la mayoría de la población.

El siglo terminó con un proceso de pacificación forzoso que abrió las puertas a una nueva etapa de

democracia formal abierta a las necesidades de desarrollo económico impuestas por el empuje de la

economía globalizada y las necesidades consumistas del sistema neoliberal.

Sobre todo, la subscripción de acuerdos comerciales desventajosos para el desarrollo de la

economía local, tal como el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos y los demás países

centroamericanos, y la ausencia de una política proteccionista hacia la producción nacional han

generado una situación de pobreza creciente en el país.

Sin mayores posibilidades de encontrar fuentes de sustento económico adentro de las fronteras

nacionales, la población guatemalteca, al igual que la de los demás países centroamericanos, mira al

extranjero como la única oportunidad de escaparse de la miseria y conseguir una vida digna.

México, y sobre todo Estados Unidos, han sido los países donde, desde el principio del siglo XXI,

siempre más guatemaltecas y guatemaltecos se refugian para buscar un empleo y poder ahorrar

dinero para sustentar sus propias familias en las comunidades de origen. Todo eso a pesar de las

dificultades que este sistema de vida prevé.

Paradójicamente, esta nueva dinámica económica basada sobre la recepción de remesas desde el

extranjero constituye la única forma para que las economías de los países centroamericanos

sobrevivan y no colapsen.

El presente trabajo trata de analizar el fenómeno migratorio de inicio siglo en Guatemala, sus

repercusiones en los hogares de origen de los migrantes y el nuevo panorama económico generado

por el envío de remesas desde el extranjero.

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1. El fenómeno migratorio en Guatemala

En la historia reciente del país, la migración ha sido siempre concebida como una oportunidad para

mejorar las oportunidades de empleo de la población: tradicionalmente, a México viajaban 100,000

trabajadores temporales que se mudaban desde sus comunidades fronterizas para el corte del café.

El terremoto que en el 1976 destruyó enteras comunidades del interior del país decretó un flujo

migratorio importante. Las dictaduras y el periodo de fuerte represión interna vivida en los años ‟80

fomentó una segunda etapa de emigración: después de la firma de la paz, en 1996, regresaron de

México alrededor de 42,000 refugiados.

Paralelamente a la realidad migratoria hacia México, se desarrolló la práctica de buscar nuevas

oportunidades de vida en los Estados Unidos. El analista Luis Rivadeneira (2001)1 indica que para

el 1990 la cifra global de los guatemaltecos en los Estados Unidos podría haber sido de 500,000

personas, tomando en cuenta los inmigrantes ilegales. Esta cifra equivalía al 6% de la población de

Guatemala, en aquel entonces.

A principio del año 2000, casi dos tercios de la población migrante guatemalteca se encontraba en

el estado de California, y se caracterizaba por el predominio de fuerza laboral joven, por lo general,

trabajando en los servicios, en el comercio y actividades de manufactura (CEPAL/CELADE 2000).

Por el 70% se trataba de población masculina. La mayor parte de este sector estaba comprendida en

los grupos de edad entre 15 y 45 años, tanto a nivel de población masculina como femenina.

Al momento de emigrar, el grupo de trabajadores más grande está constituido por personas

empleadas en ocupaciones agropecuarias que vivían en áreas rurales del país.

El segundo grupo más grande está formado por trabajadores desempeñados como artesanos,

trabajadores de la construcción, mecánicos y que provenien de áreas urbanas y semiurbanas.

El tercer grupo más grande está constituido por trabajadores no calificados en los tres sectores

económicos.

Según los datos elaborados en la Encuesta sobre emigración internacional de Guatemaltecos por la

Organización Internacional para las Migraciones – OIM -, hasta en la actualidad, el volumen de

estos tres grupos de trabajadores representa entre el 55% y el 70% de la población total de

emigrantes. Para ellos la edad de la migración es temprana - entre los 15 y los 29 años de edad -

porque por el tipo de perfil profesional que tienen tienden a incorporarse más temprano al mundo

del trabajo: en la mayoría de los casos estas personas tienen una formación de estudios incompleta.

La mayoría de emigrantes que trabajan en el exterior tuvo que adecuarse al mercado de trabajo en el

país de destino: en efecto, el 77% de los emigrantes cambió de actividad y solamente el 23% se

mantuvo en el mismo grupo ocupacional.

El cambio ocupacional impuso, y sigue imponiendo, ocupaciones no calificadas como las de peones

en minería, cargadores, trabajadores en oficios domésticos, porteros, guardianes, lavanderos,

vendedores ambulantes y ayudantes de albañil. Uno de los grupos más grandes de emigrantes, lo de

los maestros, padece una inflexión fuerte a la hora de encontrar trabajo en los EEUU: solamente el

3% de ellos sigue en la misma ocupación que tenía en Guatemala.

En cambio, las ocupaciones básicas calificadas (albañiles, plomeros, carpinteros, electricistas)

tienen apertura en el mercado extranjero.

El 12% de las amas de casa permanece como tal en el extranjero.

En general, se puede afirmar que en comparación con el grupo masculino, el grupo de mujeres

tiende a mejorar su situación ocupacional en el exterior: en este sentido, las posibilidades laborales

que brinda el mercado de trabajo en el extranjero permiten que la mujer se incorpore a las diferentes

1 Rivadeneira, Luis, Guatemala: Población y Desarrollo: un diagnostico socio demográfico, 2001 p.52

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ocupaciones que se ofrecen, desarrollando su perfil profesional con más facilidad con respecto al

mercado laboral guatemalteco.

El 51% de los emigrantes, o sea la mayoría, ha viajado al país de inmigración a través del apoyo

ofrecido por un “coyote”, el 46% lo ha hecho con visa de turista y, de estos últimos, el 1% tiene la

condición de residente en el extranjero.

Actualmente, en Estados Unidos residen más del 10% de los habitantes de Guatemala2.

La situación del emigrante guatemalteco en este país no es pasiva: hay cerca de 300 asociaciones de

diverso tipo (CEPAL). GUATENET, fundada en junio de 1998 es una red integrada por 16

organizaciones de varios estados: junto con las asociaciones afiliadas, GUATENET representa a

casi un millón doscientos mil guatemaltecos residentes en EEUU. Los grupos y asociaciones de

guatemaltecos mantienen relaciones con sus homologas de países centroamericanos y llegan a

formar coaliciones coyunturales. De acuerdo a la CEPAL, existen organizaciones de guatemaltecos

desde comunitarias, formadas por quienes se originan de lugares comunes, y otras que participan y

se organizan ante la Casa Blanca y las cámaras del Congreso para formular propuestas de inclusión

social y de medidas favorables a la regularización del estatus migratorio de los guatemaltecos.

2 GUATENET, http://www.fhrg.org/immigrs.htm

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2. Las remesas

Según el análisis de Manuel Orozco, la integración económica que ha producido la fuerte ola de

migraciones de la última década ha producido efectos financieros muy significativos y que se

resumen en las “5 Ts” propias de este proceso: turismo, telecomunicaciones, transportes,

transferencias de remesas y comercio nostálgico. Aunque el presente trabajo quiere investigar la

situación relacionada con las remesas, no deben ser descuidados otros importantes datos

económicos generados por las migraciones masivas de personas.

En el caso de Guatemala, por ejemplo, el negocio que deriva de los transportes que utilizan los

migrantes para salir y regresar del país es representado por 180 mil viajes al año, principalmente por

vía aérea. Mensualmente, los migrantes y sus familiares invierten 17,3 millones de dólares en

llamadas telefónicas y desde Guatemala se realizan 50.000 envíos de productos pertenecientes al

“comercio nostálgico” donde se pueden listar queso duro, dulces típicos, crema fresca, tejidos, miel,

chocolate, botas/zapatos, café molido, artículos de cuero, cerámica, ron botran, incaparina, cigarros

etc.

Volviendo al tema principal de este trabajo, de acuerdo a la CEPAL, el monto de las remesas

representa alrededor del 11% de los ingresos del remitente, suponiendo una ocupación plena de

180-192 horas mensuales y un salario mínimo de 6 dólares la hora3.

En la actualidad, el volumen del flujo financiero representado por las remesas es superior al monto

total de las exportaciones anuales de mercancías y de los ingresos económicos generados por el

turismo.

Las remesas no implican obligaciones financieras futuras por parte del estado que las recibe y

tienen un impacto positivo en las condiciones de vida de millones de familias receptoras porque

ayudan a satisfacer las necesidades básicas, realizar mejoras a las viviendas y, en algunos casos,

hasta permiten financiar inversiones en actividades productivas y comerciales en las comunidades

de origen.

En el caso de Guatemala, en el periodo desde el 2002 al 2005 el volumen de las remesas,

comparado respecto al PIB, pasó del 6,8% al 9,5%, es decir, un incremento del orden del 40%. Si a

estos valores se aplican los indicadores del Banco Mundial podríamos decir que sólo el efecto de las

remesas habría contribuido en reducir los niveles de pobreza en un 6,4% en el periodo de cuatro

años (2002/2005).

Lejos de ser utilizadas principalmente como fuente de ahorros e inversión, las remesas siguen

siendo el principal medio para mejorar las condiciones personales de los receptores, en sus vidas

diarias.

Según la última Encuesta sobre remesas y microempresas realizada por la OIM en Guatemala, en

el 2005, el 48,7% de los montos recibidos se gastan en consumo familiar. De este monto, el 79,5%

se utiliza para gastos alimentarios, el 6,7% para compra de ropa y zapatos, el 1,9% para gastos

destinados a la adquisición de mobiliario, equipo y para transportes.

El 20,6% de las remesas se gasta en los denominados consumos intermedios: de este gasto, el 37%

se utiliza para la compra de medios de producción, el 53% para mantenimiento e instalaciones y

equipo, el 9,2% para alquileres e instalaciones. Un aspecto significativo es que, con respecto al

2004, en el 2005 se invirtió más en medios de producción, llegando el dato del año anterior

solamente al 11% del total de gastos de remesas.

De forma consecuente, y con una tendencia en decrecer con respecto a las anteriores anualidades, se

estimó que solamente un 15,2% de las remesas se está utilizando para la promoción de inversiones

3 CEPAL, Uso productivo de las remesas en Centroamérica, p. 8

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y ahorros: en el 2004 este dato llegaba al 25% del total. De este monto, se destina el 62,4% al

ahorro, el 19,5% a la compra de bienes inmuebles, el 16,9% a la construcción de viviendas y el

1,1% a la compra de maquinarias y animales.

En cambio, otro dato que subió con respecto al año pasado es relativo a la inversión social

(educación y salud) y que alcanza el 15,4% del total de utilizo de las remesas. De este monto, el

57,7% se dedica a la salud y el 42,3% a la educación: principalmente, se incrementó el rubro de

educación, ya que de US$ 75 pasó a US$ 195,7.

En términos generales, entonces, se puede decir que no contando con perspectivas de inversión y

ahorro seguras, aquella parte de sociedad guatemalteca que recibe remesas prefiere invertir en

educación para los hijos y en medios de producción.

En este sentido, el Fondo Multilateral de Inversiones – FOMIN – en su Clúster “Las remesas como

instrumento de desarrollo” manifiesta que las remesas no son tan significativas en el impacto

productivo y que, en general, no derivan en iniciativas empresariales, por lo que sugiere

incrementar los flujos de remesas hacia la región, reduciendo su costo de envío y mejorar los

efectos de desarrollo de estos fondos. También, recomienda que los proyectos deben dirigirse a

perfeccionar la regulación y la supervisión del ahorro popular y de las instituciones micro

financieras, con el fin de situarlas en una mejor posición y de ofrecer servicios financieros a los

titulares de depósitos. Por lo tanto, los proyectos deben orientarse hacia el desarrollo de

instrumentos financieros y fondos de inversión destinados a aprovechar el capital de los emigrantes

en la creación de nuevas empresas y otras aplicaciones innovadoras4.

Según esta línea de análisis, se puede afirmar que la magnitud del aporte directo de las actividades

económicas generadas con las remesas es muy pequeña, pues solamente se encontraron cerca de 8

mil negocios y/o empresas y 17 mil hogares que exploran pequeñas unidades agropecuarias. En su

conjunto, éstas generan un valor agregado del orden de los 557 millones de quetzales al año - su

contribución directa al PIB es cercana al 0,3% -, lo que demuestra un bajo valor agregado, debido a

diferentes causas, tales como la falta de maquinaria y equipo apropiado, dificultades para el acceso

a los servicios financieros de la banca, etc.

Tal como se puede considerar en los debates más actuales sobre este tema, las remesas son flujos

financieros en busca de opciones de inversión. Sin embargo, un número muy reducido de

instituciones financieras cubre las necesidades de las familias transnacionales y pocos organismos

públicos están creando un entorno que multiplique el impacto de estos flujos.

Hogares de origen y beneficiarios

Los gastos de los hogares que reciben remesas es 70% superior al gasto de un hogar promedio

nacional: de este dato, se puede afirmar que las personas que reciben remesas tienen una mejor

calidad de vida que el promedio nacional.

Entre los beneficiarios de las remesas se encuentra un 21,9% de jefes(as) de hogar, de los cuales el

23,3% corresponde a población indígena y el 76,7% a población no indígena, lo que significa que

tres cuartas partes del total de la población beneficiaria con las remesas corresponde a población no

indígena.

Sigue un 11,8% de cónyuges, un 48,7% de hijos, un 10% de nietos, un 1.5% de padres/suegros, un

1,4% de hermanos y un 2,4% de otros parientes.

4 Clúster Las remesas como instrumento de desarrollo. Elaborado por el Fondo Multilateral de Inversiones – FOMIN –

www.iadb.org/mif

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En total, en Guatemala hay 3,7 millones de beneficiarios, de los cuales el 43% reside en áreas

urbanas y el 57% en área rural.

Los departamentos más beneficiados son el de Guatemala (21%) donde se ubica la ciudad más

poblada del país, el departamento de San Marcos (9,6%), el de Huehuetenango (9,1%) y el de

Quetzaltenango (6,6%).

Tal como en la encuesta del año 2004, también la del 2005 confirma que los cuatro departamentos

arriba mencionados alcanzan una cuarta parte del total de la población beneficiaria. Este dato

confirma la tradición de migración que tienen algunos de los departamentos fronterizos con México,

que históricamente han generado el volumen mayor de migración al exterior.

Según la Encuesta del 2005 son 814,911 los hogares beneficiados por las remesas y la relación de

parentesco es vinculante con el envío de remesas.

El 47,9% de los hogares son beneficiados por las remesas enviadas por hijos(as), el 24,2% por

esposos(as). Si a este último rubro se le suma la categoría de yerno/nuera (1,3%) se podría decir que

una cuarta parte de los hogares receptores de remesas tienen a sus cónyuges residiendo en el

exterior. Sigue un 12,2% de remesas enviadas por hermanos y un 9,9% enviadas por otros parientes.

El 69,8% de los hogares recibe remesas mensualmente, el 5,6% cada dos meses, el 5,1% de forma

semestral y el 4,1% de forma trimestral.

La remesas son recibidas por el 65,4% por transferencias electrónicas - incremento significativo con

respecto al 2004 (51,7%) por la confianza en este medio, rapidez y accesibilidad - aunque es

elevado el costo. La empresa Western Unión domina este mercado, con un 87,9% de preferencias.

El 21,1% de las remesas se reciben a través de Money Order – aquí se nota un decrecimiento con

respecto al 2003 y al 2004 (54,4% y 34,3% respectivamente) –. Solamente el 10,6% de las remesas

se reciben a través de cuenta bancaria, aunque se puede notar un incremento del 1% en el utilizo de

este medio con respecto al 2004 (9,7%). Este dato significa que el mecanismo es lento pero que está

ganando confianza entre la población migrante.

El 36,8% de los hogares receptores tienen entre 1 y 3 años de estar recibiendo remesas, el 18,8%

más de 11 años, reflejando que los remitentes no se olvidan de sus familiares en Guatemala aunque

los años pasen, el 17,9% entre 4 y 5 años, el 15,9% entre 6 y 10 años y el 9,8% menos de un año.

A nivel de sectores productivos beneficiados por las remesas, el 25,9% pertenece al comercio y

servicios, el 18,9% a la agricultura, el 18,4% a la industria, el 17,7% a la educación, el 6,4% a la

construcción, el 5% a establecimientos financieros y el 4,6% a transportes y comunicaciones.

Entre las categorías ocupacionales, el 45,3% de los beneficiados por las remesas son empleados

privados, el 30,6% son trabajadores por cuenta propia con local, el 9,6% son empleados públicos, el

5,9% son trabajadores por cuenta propia sin local, el 3,8% jornaleros o peones y el 3,4% patrones.

El 38,9% de las jefaturas del hogar que reciben remesas corresponde a población femenina y el

61,1% corresponde a población masculina, indicadores diferentes a los reportados por el Censo de

Población 2002 (22,7% jefaturas femeninas y 77,3% masculinas). Este dato explica la realidad

solamente de forma parcial, porque la migración es un fenómeno mayoritariamente masculino y la

lógica impondría que la mayoría de las personas que se quedan responsables del hogar sean

mujeres. Este asunto se explica por los rasgos culturales tradicionales, por los cuales se prefiere

destinar las remesas a hombres, aunque no sean tan directamente relacionados con el hogar de

origen como las mujeres.

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Carrera, M. (1998), al respecto de los hogares de procedencia de migrantes dice que suelen ser

extendidos pero con mas miembros en edad de trabajar, o con menos niños dependientes. Esto

refleja las lógicas de inserción laboral con las que generalmente actúa el hogar frente a la pobreza5.

La cuestión mas problemática acerca de los hogares de origen del migrante es, por supuesto, el

fuerte peligro de desintegración familiar que se puede generar de la separación de los dos cónyuges

o de los hijos con respecto a los padres.

Además, para la gente que se queda, no siempre la situación sigue mejorando: de acuerdo a la

CEPAL (1992) y otras organizaciones de la sociedad civil (1997), “las mujeres que se quedan a

cargo de la familia no obtienen una mayor autonomía dentro del hogar”6.

Sin embargo, la migración es vista como la única manera para salir de la pobreza y como tal es

aceptada, aunque provoque mucho sufrimiento.

Los hogares de los migrantes, por razones de necesidad, en cierta manera aceptan la separación de

sus miembros, pues en determinado momento, un hogar con un emigrante es propenso a convertirse

en un hogar en el extranjero, ante el posible viaje del núcleo principal del hogar.

En los emigrantes de 22 municipios de Guatemala, se estableció que de un total de 19,689

cónyuges, el 45% están dispuestos a continuar el matrimonio aún separados en el presente y al

momento del reencuentro, solamente el 6% ha disuelto la unión, mientras se ignora acerca del 49%

restante, dato que es revelador en cuanto a la posible duda o expectativa que se presenta como

consecuencia de la separación.

Es importante resaltar que la separación o el divorcio varían en cuanto al grupo étnico de referencia:

es así como en los hogares indígenas sólo el 2% de las uniones se han separado, mientras que en los

hogares no indígenas la separación asciende al 9%.

Finalmente, aunque en el medio de muchísimas dificultades, se puede afirmar que la ausencia física

de la persona emigrante en el hogar es parcialmente aliviada por el producto final de su emigración:

la remesa.

Población residente en el extranjero

El volumen de población guatemalteca que reside en el extranjero es constantemente mayor. Según

las últimas encuestas, se puede brindar la siguiente tabla.

AÑO

POBLACION

TOTAL7

POBLACION

RESIDENTE EN EL

EXTRANJERO8

TASA DE

EMIGRACION

2002 11,799,056 1,237,162 10,5

2003 12,084,398 1,260,000 10,4

2004 12,388,861 1,312,000 10,6

2005 12,699,780 1,364546 10,7

Se calcula que la cantidad de población en el extranjero que enviaba remesas en el 2005 fuera de

1,136,175 personas, de las cuales el porcentaje de hombres es del 73% y el de las mujeres del 27%.

5 Carrera, Maribel, Migración y comunidad de origen, 1998.

6 CEPAL, Uso productivo de las remesas en Centroamérica, p. 5

7 Fuente: Instituto Nacional de Estadística – Celade. Año 2002 Censo de Población 2002 con la omisión incluía y los

años subsiguientes Proyecciones de Población. 8 OIM Estimaciones de Estudios de OIM

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Las principales ciudades de inmigración en los Estados Unidos, donde se concentra el 97% del total

de migrantes guatemaltecos son Los Ángeles, CA (36,3%), New York, NC (10,6%), Miami, FL

(8,3%), Washington, DC (4,1%) Houston, TX (3,8%), Boston, MA (3,6%) Chicago, IL (3,2%).

En general, la mayor parte de población que toma la decisión de viajar está comprendida entre los

25 y 45 años de edad. De estos, los que envían remesas son, por el 51,6% hijos de los jefes del

hogar, por el 17,4% esposos, por el 12,7% hermanos, por el 10,7% otros parientes, por el 4% padres

o suegros y por el 1,7% nietos.

El nivel de escolaridad que presenta la población migrante no es muy alto, por lo general. El 52,5%

tiene algún grado de primaria (31,7% primaria completa, 20,9% primaria incompleta), el 19%

terminó el ciclo de educación diversificada, el 3,4% no completó el diversificado, el 12,6%

concluyó la secundaria, el 6,1% no la completó, el 0,5% son profesionales universitarios, el 0,6%

tiene algún grado de educación universitaria y el 4,8% no tiene ningún grado de escolaridad.

En el 2005, el volumen de remesas enviadas a Guatemala alcanzó los US$ 2,998,245,399 y el

promedio mensual que recibió cada hogar receptor de remesas fue de alrededor US$ 306.

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3. Las oportunidades de inversión productivas en Guatemala:

Las microempresas

En Guatemala existen aproximadamente 312,322 (38,3% del total) hogares que reciben remesas y

que tienen una actividad productiva.

Del total de hogares identificados que tienen una actividad productiva, el 66,8% corresponde a

microempresas, el 3,2% a pequeñas empresas, el 28% a unidades agrícolas y un 2% pertenece a

otras actividades. De esos resultados, se puede derivar que mas de una tercera parte de los hogares

beneficiados de remesas están canalizándo los recursos hacia una actividad productiva,

principalmente en pequeños negocios y unidades agrícolas que generan economía y empleos.

Eventualmente, y con el seguimiento adecuado, estas pequeñas unidades productivas podrían crecer

en el futuro, consolidarse y transformarse en pequeñas empresas, lo cual permitiría generar más

empleo para las comunidades de origen de los emigrantes.

Las actividades productivas donde se desempeñan estos negocios son, por el 42,1% el comercio,

por el 15,8% la industria y por el 12,1% los servicios (restaurantes, hoteles).

El 48,5% de los dueños de estos negocios tienen legalizadas sus microempresas y/o unidades

agropecuarias, mientras que el 51,5% no tienen sus negocios de forma legal.

El 82,3% de estas actividades están financiadas exclusivamente por recursos propios, mientras que

el 4,6%de las empresas son financiadas exclusivamente por las remesas.

En síntesis, podemos decir que entre negocios financiados a través de recursos propios, remesas y

recursos propios y remesas se llega a un 92,8% del total.

Las remesas influyen positivamente porque permiten abrir negocios y acceder a créditos, pero la

parte más importante de la cuestión relacionada con las perspectivas de implementación de

actividades productivas tiene que ver con la situación ambiental donde se realizan las actividades

productivas.

La microempresa en Guatemala actúa sola en un contexto de actividad económica, es decir, no se ha

desarrollado la capacidad de asociación. Además, con la globalización, cada vez más, se hace

necesaria la integración a redes económicas para que estos pequeños negocios y/o industrias puedan

sobrevivir, ya que al unir esfuerzos con otras unidades productivas, las actividades e inversiones

diversas de beneficio común pueden lograr incrementar colectivamente en cuanto a capacidad de

competencia.

En Guatemala, la realidad del administrador y/o propietario de la pequeña unidad productiva

mantiene una preferencia natural hacia la acción individual, aun cuando esta tendencia obstaculice

su propio desarrollo, poniendo límites a la modernización de su negocio, la comercialización de sus

productos y, en consecuencia, niveles de eficiencia que exige el mercado competitivo. Sin embargo,

no se les puede cargar toda la responsabilidad de esto a los pequeños empresarios, porque puede ser

que aun no han tenido acceso a información sobre las ventajas de pertenecer a un programa de

microempresario.

Lo antes mencionado se puede sustentar con algunos datos que demuestran que de los 814,911

hogares solamente el 9,9% reportaron tener conocimiento sobre los programas de microempresa, el

66,7% indicó que estos programas le parecían buenos y el 33,3% indicó que le parecían regulares,

es decir, que no llenan las expectativas de los propietarios.

Con relación a los programas de microempresa, se señaló que los programas que mas conocían eran

los que tienen las Ong (19,4%), las cooperativas (19%), Génesis (12,7%); siguen, en menor

proporción, el MIPYME (5,3%) que promueve el Ministerio de Economía, los grupos de mujeres

(4,5%), las fundaciones (4%) y el 32,6% que promueven otras instituciones, entre las que se

encuentra el sistema bancario.

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De los 361,709 jefes(as) de hogar que indicaron que tenían deseos de iniciar y/o ampliar un

negocio, el 91% manifestó interés en ser capacitados, principalmente en administración de negocios

(51,8%) y en procesos productivos (23,4%), y en cómo mejorar las ventas (16,3%)

Principalmente, según la Encuesta sobre remesas 2005 y microempresas, habría que implementar el

proceso de capacitación en:

a) área empresarial: donde es necesario desarrollar capacidad de gestión, fomentando la

implementación de procesos innovadores en la gestión productiva y empresarial

b) área técnica: donde la capacitación debe dirigirse al perfeccionamiento en el manejo productivo y

la transformación de productos, fomentando, también en este caso, la introducción de procesos

innovadores.

c) área de mercadeo: donde la capacitación debe preparar a los microempresarios para diseñar

estrategias encaminadas a aprovechar nuevas oportunidades en una economía globalizada9.

Además, habría que mejorar las dinámicas de acceso a los créditos, ya que es evidente que los

productores tienen que financiar sus actividades con sus propios recursos.

La encuesta reportó que el 43,9% no recurre al crédito debido a los altos intereses, el 30,7% indicó

no tener capacidad de pago, el 9,1% respondió que el trámite es muy difícil, el 4,9% no tiene

garantías para realizar un préstamo, el 0,4% indicó que no tiene cerca las financieras y el 8%

manifestó otras causas.

En este sentido, es evidente la ausencia del Estado, que debería facilitar procesos para abrir serias y

concretas oportunidades productivas para sus ciudadanos.

En el 2001, después de la crisis estructural que afectó el mercado del café y que produjo desempleo

para 600,000 trabajadores guatemaltecos, el Estado, junto con la OIM promovió un proyecto

denominado Fondo Comunitario para Guatemala, inversiones conjuntas entre vecinos y migrantes.

El concepto era acumular los ahorros de los vecinos y de los migrantes en una sola cuenta y

mecanismo financiero al que se denominaba con el nombre de Cuenta Comunitaria, operada por un

banco del sistema privado del país – denominado plataforma financiera -.

Los Fondos Comunitarios buscaban aprovechar el envío de remesas monetarias de los migrantes a

sus familiares en sus respectivas comunidades de origen, pero, a su vez, tratando de ampliar y

fortalecer el potencial de desarrollo que encierra esa relación entre vecinos y migrantes, poniendo

en sus manos el control y el usufructo del poder conjunto que esa relación encierra. En este

contexto, los Fondos Comunitarios hubieran sido instrumentos para movilizar recursos propios de

comunidades específicas, tanto de las remesas que reciben del exterior, como de la capacidad

conjunta de ahorro e inversión. Dichas comunidades hubieran sido apoyadas con asistencia técnica

para descubrir y desarrollar el potencial existente, mejorar sus condiciones de infraestructura básica

a la formación y capacitación y aprovechar la tecnología para conectarse directamente a los

mercados nacionales e internacionales.

Hasta el 2010, fecha en que se realizó la presente investigación, no se supo nada con respecto a las

proyecciones obtenidas por este programa en el tiempo.

Es probable que, como muchos programas intentados sin mucha voluntad política por parte del

estado guatemalteco, este proyecto también fracasó frente a la evidencia de la incapacidad pública

en asumirse sus propias responsabilidades.

9 Ernesto Parra Escobar, El impacto de la Microempresa Rural en la Economía Latinoamericana, Bogotá, agosto del

2000

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BIBLIOGRAFIA

Bimal Ghosh, Las remesas de migrantes y el desarrollo: mitos, retorica y realidades, Organización

para las Migraciones – OIM – y Proceso de la Haya sobre Refugiados y Migración – THP -

Carrera, Maribel, Migración y comunidad de origen, 1998

CEPAL, Uso productivo de las remesas en Centroamérica

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