Traducci6n del Centro Editorial Presa -...

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ExroRTACJ6N, Paseo de S. Juaa, 54 :fjp. EL AKOoUUO D! LA/II ,., miltuiniiJ LIKOTTPR) (OJrll e•m,uu • • Los pequeiio s grandes libros.-60 • • P. La Anarquia ante los Tribunales Traducci6n del Centro Editorial Presa Segund.a. ed.ioiOn BARCELONA Centro Eldi to rial Pres a 344, Diputao16n, 844

Transcript of Traducci6n del Centro Editorial Presa -...

ExroRTACJ6N, Paseo de S. Juaa, 54 :fjp. EL AKOoUUO D! LA/II ,., miltuiniiJ LIKOTTPR)

(OJrll e•m,uu -~ •

• • Los pequeiios grandes libros.-60 • •

P. CO~I

La Anarquia ante los Tribunales

Traducci6n del Centro Editorial Presa

Segund.a. ed.ioiOn

BARCELONA

Centro Eldi to rial Pres a 344, Diputao16n, 844

I FUll{.! tlfTI!UillillJHIIIHIDIO III!I.IJIILtlJJ.lUtlLJj(jlMJ(] (I ufi

La Anarqufa antB los TribunaiBs

Los anarquistas y el articulo 248 del C6digo Penal Italiano.-Defensa ante el Tribunal de Genova.

Proceso incoado contra Luis Galleani y otros 35 in­dividuos, entre estudiante , artistas y obreros, acusa­dos de asociaci6n para delinquir (articulo 248 del C6-digo Penal Italiano}, en virtud de profesar princi­pios anarquistas comunistas.

En el banco de los defensores asisten varios abo­gados de entre los mas ilustres del foro italiano.

Pedro Gori defiende colectivamente a todos los acu­sados, y por encargo de confianza especial a los com­paiieros Galleani, Pellaco, N omellini y Barabino.

Sesi(m de la tarde 2 de funio de 1894

Una multitud inmensa llena el local. Rodean Ia jaula que encierra a los 35 acusados muchos geJidar­mes y una multitud de bayoneta forma uu doble cord6n de guardias.

6 LA ANARQUfA ANTE

E~ las tribunas reservadas se aglomeran abogados, mag1 trados, estudiantes, ofic1ales y muchisima seno­ras. Cuando Ia presidencia concede Ia palabra a Ia defensa, se produce un religiose silencio.

DEFEN A DE PEDRO GORI

Seiiores del Trtbunal:

De pues de raudo vuelo al cielo de Ia ciencia y del entimiento de esa agmla del pensamiento juridico

italiano, que tiene por nombre Antonio Pellegrini, mi am1go y mae tro, doy comienzo a mi tarea v1vamente conmovido y casi de e peranzado, hablando desde el punto de Yi ta social de e tos hombres y de e tas ideas que Ia engafiada multitud inconsciente tan poco conoce y entiende. Pero mis pobre palabras, aunque lleven Ia tembloro a impresi6n de Ia solemnidad del memento, brotaran, sin embargo, del coraz6n, y ten­dran ante vosotros el merito, el unico acaso, de Ia . encillez y de Ia leal tad.

Y por deber de lealtad, permitidme antes de conti­nuar que hag a con ·tar una co a y haga una declara­

ci6n. El senor Siro Sironi, ex jefe de policia de Genova Y

jefe actualmente en Ia capital de Italia, e compla­ci6 en denunciarme a mi tambien como asociado a es­tos acusados para delinquir contra las personas, Ia propiedad, el orden publico, y para cometer en su rompafiia todas las pillerias de que habla el articu­

lo 248 del C6digo Penal. La Camara del Consejo del Tribunal de Genova,

LOS TRIBUNA.LES 7

con un acto de relativa justicia, me absolvi6 de Ia acu aCJon. Ahora b1en, senores, yo tengo vivisimo empeiio en declarar lo siguiente : Que si el profesar las noble ideas anarqui ta es delito, si denunciar las imquidades sociale , si analizar las mcntiras de una mal llamada civilizaci6n, si combatir toda forma de tirania y explotaci6n, de tener los ojos fijos hacia Ia aurora del porvenir incorruptible y llevar entre las multitudes de miseros y oprimidos Ia buena nueva de Ia libertad y de Ia ju ticia, i todo eso es delito, yo tambien de toda esas co a soy culpable, y mal hi­cJsteis en absolverme. Y si vuestras !eyes o lo con­sienten, yo o ruego me abriis las rejas de aquella jaula, honrada en esto .. momenta , y permitidme me iente al !ado de estos honradisimos malhechores, pa­

ra responder como acusador a las extrafias acusacio­nes que hoy Ia ocieclad, demosle este nombre, Ianza a estos hombres.

Ha dicho Ia acusaci6n fi cal que estc no es el pro­ceso de las ideas; y yo sostengo que si, que es el proceso de las ideas, y algo peor aun, es el proceso de las intenciones.

Ha intentado el fiscal ostener que todo indivi­duo e libre de pensar como quiera. Esto se dice, e verdad; pero tam bien es esta una de tantas mentiras convencionales obre las cuales se basa Ia caduca y bamboleante organizaci6n social.

l Libre de pen ar, segun pretende, entre las im-penetrables paredes del cnineo ? ... Pues en este caso ilushe acu ador publico, un mill6n de gracias po; vue·tra liberalidad y por vuestras !eye . El pensa-

LA ANARQt'fA \ 'TF

miento humano no tiene necesidad de esta concesi6n. Este ejercita en el secreta de todo organismo pensan­te los derechos imprescriptibles de un oberano que no tiene Ia prepotencia de sospcchosos inquisidores 6

torpes policias. Es Ia libertad de propagar y defender este pensa­

miento lo que las !eyes abias y libres (si !eyes sabias y libres puede haber) deben, no solamente consentir, sino garantizar.

Pero mi egregio adversario no lo entiende de este modo y llega hasta afirmar que este proceso no e proceso politico. l Por que? ... l Acaso por politica de­be entenderse solamente el arte mezquino de hacer y deshacer ministerios? l Y no ois, en todas las sefiales del tiernpo, que toda cuesti6n politica es actualmente cuesti6n esencialmente social ? .i o os dais cuenta que los intelectos agudos y los espiritus sedientos de idealidad elevada y humana, mirando a Ia substancia de las cosas tanto como a Ia arida forma, tienden a I a gran obra de renovaci6n, a traves de las modest as y perennes comprobaciones de Ia injusticia econ6-mica que hiere a los trabajadore , )os cua)e SOD

(tanto si gusta como no al senor Fiscal) los unicos productores de toda Ia riqueza social ?

Pero el actual sost~nedor de las !eyes quiere que esta obra de critica y de reconstrucci6n ideal sea so­lamente privilegio y monopolio de los fil6sofos ... se­gun el Fiscal dice. Y le pone nervioso que estos obre­ro , estos trabajadore , que on los mas interesados en e~ta ele\'ada cuesti6n, que al fin y al cabo e pro­blema eterno de Ia vida social (y que es hoy proble-

r.OS TRifH' 'ALES

rna esencialmente obrero), se preocupen Y se ocu­pen con amor de estas ideas, de estos d~bates~ de estas aspiraciones. El obrero ideal del senor F1scal deberia ser el pacifico rumiante, sin sensaciones y sin pensamientos, que se deja tranquilamente, Y sin pro­testa, trasquilar por el que tuvo Ia astucia de pro­veerse de un persuasive bast6n y de un par de tijeras.

Pero estos trabajadores, que estan siempre en ruda y perpetua lucha con Ia fatiga y con Ia miseria dia­rias (una y otra herencia dolorosa del pueblo), le­vantan Ia frente y protestan contra esta clase que ex­trae de sus musculos las mejores fuerzas sin contra­cambiarlas con adecuada compensaci6ri; estos seres aspiran a dias mejores para su clase aplastada; a pi­ran a un porvenir de libertad y bienestar para to­dos; proclaman que los obreros-estos desconocidos creadores del bienestar y de Ia sociedad-tienen el derecho de sentarse en el gran banquete social, al cual sus esfuerzos mancomunados aportaron tantos tesoros de vajillas y tantas exquisiteces de manjares; demuestran que todo cuanto existe de bello y util so­bre Ia tierra fue producido por su esfuerzo; afirman que el unico vinculo que envuelve Ia exterminada fa­lange de los nuevas catecumenos es el trabajo, que hoy se convierte para ellos en un estigma de inferiori­dad social, como manana sera para todos el unico blas6n d~ nobleza; y mientra brama en torno Ia rna­rea de las pasiones egoistas y vile , despliegan vale­rosamente al viento una bandera y erenamente anos­tran las persecuciones rna microcefala y lo~ ~ car­nios rna amargos.

10 LA ANARQUfA ANTE

Y, sm embargo, en esta bandera esta escrita una palabra de e peranza y de amor para todos los des­hcredado , para todo lo oprim1dos, para to{lo lo hambriento de Ia tierra, 6 ea para Ia multitude in­finitas y benemerita sobre Ia cuales e rige riendo a carcajadas una pequefia minoria de satisfechos.

i Ah ! ~ Acaso e tos seres no tienen derecho a pen-ar porque no son fil6sofos? ~. o tienen el derecho de

emitir a voces y alta Ia frente us pensamientos? ~ Se le prohibira profe~ar publicamente una fe en un por­venir mas equitativo y mas humano ? ... 1 Como i el tragico y vergonzo o presente fuera Ia ulttma etapa de Ia humanidad en su incesante peregrinaci6n hacta Ia conquista de los icleales! ... Sf; e te es un deli to, un atroz delito de grande amor a los hombres, li­bremente profe ado en una ociedad en Ia cual el an­tagoni ·mo de lo intereses determina el odio entre lo mdividuo , entre Ia cia e , entre las naciones; un odio inmen o que hace sangrar los corazones sensi­bles, una injusticia sin confines que permite al pant-ito reventar de indigesti6n al !ado del productor que

muere de hambre. He aquf toda Ia sfnte is del pro­

blema. El analisis lo haec cotid1anamente el campesino, el

cual e pregunta c6mo es po ible que el, fatigandose dfa y noche cavando Ia tierra, curtido por los inver­nales vientos y tostado por los rayos del sol del estfo, permanece siempre pobre y econ6micamente sujeto a un amo que ni una gota de sudor derram6 sobre aquellos campos, que ningun esfuerzo muscular dedi­c6 a aquellos despreciados trabajo de lo cuales Ia humamdad iaca el diario pan.

r.OS TRIRUt AI.ES II

El analisis lo continua el obrero de Ia industna, el cual \'e salir de su trabajo, asociado al de sus com­pafieros, torrentes de riqueza, que, en Iugar de pro­porcionar el bienestar de Ia familia de los verdadera­mente productores, como son lo obreros, van a au­mentar Ia ga,·eta del capital, que sin Ia virtud fe­cund a del trabajo serfa una cosa perfectamente inutil

en el mundo. El analisis lo completan todos los trabajadores,

de de el del mar que de affa lo peligros de mil tem­pestades para traernos los artfsticos objetos japone­e· y las perlas precio as para las languidas Jama ,

preocupadas todo el dia de c6mo realizaran ma facil­mente los fe tines proporcionados por las rent a ... de los dema , ha ta el escualido maestro elemental a! cual Ia patria no da siquiera la milesima parte de lo que paga a los galoneados indagadores del modo mas breve para exterminar al propio semejante en guerra abierta y leal, y si ocasi6n llega, convencer a los ple­beyos con el plomo de que noes cuesti6n de que alcen demasiado Ia voz cuando tengan hambre.

Pero e tos analisis, estas comprobaciones pueden hacerse ... in pectore>. 1 ay del que las denuncie I. .. La verdad (especialmente cuando es verdad amarga y de nuda) debe decirse sotto voce. Mejor es aun no ha­blar de ella; de este modo no se tienen quebraderos de cabeza ni molestias. En caso contrario, un Sironi cualquiera, aunque sea comn1datore, os hace encar­celar (por lo menos) en menos tiempo que canta un gallo, trama leyendas romanticas que luego transmite a Ia autoridad judiciaria; habla campanudamente de

12 LA ANARQl'f A 'l'F.

ciertos indicia proporcionados por el espionaje ... ( respetabilisimo ), y despues de haber asociado duran­te varia meses cstos honrado hombres en Ia comun de gracia de una encarcelac16n preventiva, encuen­tra a! fin un Tribunal que lo asocia para re ponder (in s6lidum) del art. 248 del C6digo Penal, hasta que el Fiscal, atandolos en Ia misma cruz, los asocia de nuevo en el placer colectivo de disfrutar media siglo de penas, entre reclusiones y vigilancias. Y muchos de estos, como se prob6 ya, ni siquiera se co­nocian, ni una sola vez e habian tropezado en el camino del trabajo y de Ia miseria que les son co­munes.

Debian encontrarse y asociarse en el banco de Ia desgracia; porque hoy, menos que nunca, puede lla­marse a este banco, banco del deshonor.

Ciertamente que una cadena invisible e ideal unia, aunque se desconocieran, sus espiritus sofiadores de una era luminosa de paz y de justicia; y despertaron de su bellisimo sueiio con las esposas en las muiiecas y amontonados como fieras peligrosas entre los hie­rros de esta jaula que los encierra.

j Ah, nobles malhechores! Yo os renuevo el salu­da y os envidio el honor de poder reivindicar, de de esta alta y solemne tribuna, las ideas que me unen a mi, libre, con vosotros, encadenados. Y renuevo Ia petici6n a Ia publica acusaci6n. Si estas ideas son un delito, encarceladme a mi tambien y asociadme

con estos hombres. Entre estos malhechores, si, entre ellos me sentiria

orgulloso; no entre aquellos otros que a Roma en

LO TRlBU 'ALES

·smos dias vense conducidos en cache y sin cstos m1 · 1 f esposas a! Tribunal Supremo porque tuvJeron a or-tuna de hacer millones .. . Pero perdonadme; me o~­vidaba de que aquellos aludidos senores de. Ia capi­tal, aunque celosos guardianes de !.a prop!edad en

t , se deleitaban aboliendo practJcamente Ia pro-eona, . piedad de los demas ... en beneficia prop!O, y qu.c vosotros, amigos acusados, aunque demoledores te6r~­cos de Ia propiedad, como privilegio de clase, y rel­vindicaclores de Ia entera riqueza para Ia entera so­ciedad no habeis nunca alargado Ia rapaz mana sa­bre Jo 'superfluo de los demas (aun sabiendo que todo este superfluo era fruto de vuestros sudores Y de vuestras privaciones), y os conservasteis puros para tener el derecho de gritar en plena cara de aquellos otros: cq so is unos ladrones !n Y sin embargo, Ia mi­seria os ha atormentado varias veces, Ia necesidad va­rias veces os ha estimulado y habeis sabido resistirla; y mientras los dema~ robaban para satisfacer sus or­gias, vosotros no habeis quitado a los demas siquiera cinco centavos para alimentaros, ni para nutrir a vuestros hijos que as pedian pan; vosotros permane­cisteis firmes, pobres, honrados hasta Ia escrupulosi­dad, hasta el ridicule; y el representante de la ley pi­de, sin embargo, vuestra condena como si hubierais

ido malhechores. Los demas, los prevaricadores, los devoradorcs de

mill ones, obtendnin acaso la 1 ibertad... para robar otros tan tos (!).

(1) FAcil profecla que se cumpli6 m:l.s tarde.

l A A'\ \RQl f \ \'\TE.

on e'to~. 1 oh enorc~ d I tnbunal, lo . hombre que debeis juzgar! Y · mon truo o el razonam1ento que haec el FiscaL Con1·iene en que todo lo actua­le · acu. ados son mcapac de delinquir ; rna aun. e-ta acorde en reconocer que son rapac~s de hacer to­da clase de obra: buena- r genero~a . ) trabajadores in­fatigable ·, ciudadano sin mancha. Reconoce, y con­,·iene conmigo, aun ·in que yo lo haya d1cho, que <i

c<to hombres para lo · cuales quier una condena, cl ,e ,entlra siempre orgulloso y se con:.iderara hom·ado, ante y de pue de Ia condena, ea e ta cualquiera que sea, en e ·trechar Ia mano.

1 Pero c6mo! .. De. pue. de toda e ta~ declaracio­ncs i no os quemaban lo labios cuando para esto hombres que 1'0 mismo reconoceis honrado a Carta cabal, habei pedido tantas gratificaciones de carcel y l'igilancia? 0 mi grande amor a Ia causa me apa-iona, 6 habeis olvidado la norma mas elemental de

toda legi laci6n penaL l Que ley, y cual Magistrado que sea, aun superficialmente, consciente y sereno, puede condenar a individuos que no han delinquido y que son incapaces de delinquir?

Y yo o pregunto: l que deli to han cometido estos hombres?

Y me respondeis · _ Tmguno. Pero (afiadis) dados lo principios que dicen profesar, para alcanzar us fine· politicos sociale , deberan cometer esto, aque­llo y lo de mas alla, que Ia ley preve como delito. Lo decia · este es, pues, un proceso a Ia intenci6n, y de hecho, durante los debates, se os ha escapade ''a­rias veces Ia peregnna palabra delito intenciatzal.

LOS TRIDL "ALES

t-la. dJTe : e algo mas aun que un proceso a Ia mtcn-• Es un proceso a Ia probabilidad que estos acusa-

CJon. · d dos tengan, dentro de algun tiempo, . la intencJ6n e rcalizar un determinado hecho prev1sto y cast1gado

por el C6digo PenaL Esto es ya el_ ~olmo~ ~o de Ia reprcsi6n juridica, sino de Ia rcpres10n po!Jctaca.

De donde vienen y quienes son, todos lo vcmos.

cl6nde tienden estos individuo ? ... La cue:.ti6n social, que es tan antigua como cl an­

tagoni mo entre dominados y dominadore , atrancsa hoy cl periodo agudo, y una oluci6n (que algun_os de can pacifica, otros creen sera inevitablemente '10-lcnta) e impone al viejo mundo en bancarrota. Y ha ta el rna c1ego (menos el senor Fi cal) ve los re­l<impago angrientos que rasgan Ia nubes cargadas

de electricidad. En estas obscuras epocas de transici6n, Ia parte de

los que escoltan cl pon·enir es peligro a. La pala­bra amonestador se cambia con el grito de Ia rebel­dia; el libre pacta de fraternidad entre los que sue­nan y entreven un nuevo mundo, se interpreta como un contrato de ladrones que preestablecen el modo de repartirse los despojos del pr6jimo; la critica forma­da con elevados argumentos de transformaci6n a be­neficia de todos, interpretase cbmo ataque maligno de e piritus rebeldes a decrepitas 6rdene que los orto­doxos creen santas e inderrocables.

i Pero que es lo que hay de inderrocable en este mundo, que hay de inmutable en las multiformes !e­yes de los hombres?

Sin embargo, en esta secular lucha de las nueYas

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r6 LA A ARQ"LI \ A 'TE

contra Ia - viej ~ ideas; en estc agudo periodo entre · a que muere como un \' iejo cargado de acha-una epoc

que y otra epoca que apunta en el orie~te, radiant: como una aurora , hay una extrafia semeJanza de epr­·odios sintomaticos. si que no es nuevo el careo en­tre Ia actual epoca hi t6rica de innegable decadencia, mejor dicho, de derrumbamiento del paganismo bur­gues, sin mas misi6n civil y sin mas ideales, y el de­rrumbarniento apocaliptico del antiguo paganismo arrastrado por Ia gallarda corriente del joYen cris­

tianismo. Entonces, como ahara, de entre Ia turba pisoteada

se levantaron hombre , pobres de ciencia, pero ricos de sentimientos, los cuales combatian el desenfreno de los poderosos y de los para itos.

En aquella revuelta de Ia multitud, encendida por Ia propaganda cri tiana, preoisamente Emilio de La­Yeleye ya vi6 el genesis del socialismo.

Socialismo todo sentimental, disparidad impulsiva; mejor irrupci6n pasional de almas generosas contra las flagrantes mon truosidades sociales que compro­baci6n serenamente cientifica del antagonismo entre los derechos del pueblo, siempre pobre y explotado, y los privilegios de los ricos, de los amos, siempre refractario a Ia libertad y bienestar de los miseros.

i Ah! Si yo os leyera, representantes de Ia ley, las \'ehementes invectivas que aquellas almas rebeldes que fueron los antos padres de Ia iglesia, lanzaron contra los ricos, acaso os sentiriais impulsados a imi­tar a vuestro colega y superior, el Fiscal de Milan, que en un peri6dico a vosotros adicto, &e complaci6

LOS TRIBUNALES

en recriminar las opiniones de los santos sobre Ia ri­queza y Ia propiedad privada, opiniones en dich~ peri6dico reproducidas del libro de Laveleye, que a Ia vista tengo, El Socialismo contempordneo, y que principia con una insolente definici6n de San Basilio: uEI rico es un ladr6nn, y termina, despues de formular los mas terribles improperios contra los privilegiadoi de Ia tierra, con e ta comunfstica consideraci6n San Clemente : uEn buen '\ justicia to do debe ria pertenecer a todos. Es Ia iniquidad Ia que hizo la propiedad privada.n

Y Laveleye, que fue un ferviente socialista cristia­no, aca como cone! u i6n que : Hes imposible leer atentan:.ente las profecias del Antiguo Testamento, y echar a! propio tiempo una mirada sabre las condi­ciones econ6micas actuales, sin verse impulsado a condenar este estado de cosas en nombre del ideal evangelico. n

Pero los santos padres de Ia iglesia, hombres sim­ples )' n1sticos, recriminaban personalmente a los ricos porque ignoraban (cos a que Ia ciencia ha veni­do a ensefiar mas tarde) Ia rigidez de las !eyes his­t6ricas, que no permiten se atribuya a Ia maldad de lo individuos lo que es producto de Ia injusticia de los istema econ6micos y politicos que hasta el pre­ente han perjudicado al genera humano.

Por esto los socialistas anarquistas modernos, cuan­do hablan de explotadores, cuando se alzan desde­fiosos a apostrofar a los burgueses y a combatirlos, no es que atribuyan a estos, como maldad, Ia culpa d I · · · e as m1senas soc1ales. Saben muy bien que Ia po-

2

LA ANARQL1A A. TF I

hr za fi,io16grca intclectual y moral de Ia plebe enga­riada, debe atriburr·c a todo un i tema de co as que mc\'ltablemente con' !ertc a unos n cscla\'os y en ti-

l ano~ a otro . Pero como decra poco hace, Jo que rna~ a!:>emeja n

_u fi 0~0m1 a compllcada Ia epoca en Ia cual surgio 1 primer apostolado batallador del cri tianismo con

el actual memento hist6rico que urge, bello como un

)O\'en gladiador, el nue\'O concepto del humanitari :­mo, es Ia nue,·a de Ia dominaci6n frente a Ia manl­

fe taci6n de Ia ideas renovadoras. Catfa ( ea d1cho m mahcio a mtenci6n) era un

fi ·cal de u trempos, y ptdi6 Ia condena del fusto,

como :eductor e instigador de las plebes contra Ia. ley 5 del E tado y contra el uti possidetis de lo ricos,

de lo escriba y de los fariseos. y yo p1enso que si nuevo nos parece el art. 248 del

C6digo Penal italiano, vieja es, sin embargo, Ia acu­aci6n, \'lejos lo metodo. y lo objetivos que Ia acon­

ejan. Es Ia guerra no confesada y di imulada; Ia guerra

orda, implacable a! pensamiento, un dia religio o,

ayer politico, hoy ooal. Pero antigua y glonosa e Ia falange de los malhe­

chore , mmortale en Ia histona. Y obre nue tra ca­beza, i oh, jueces I habla aun, con Ia muda clocuencia del acrificio, e ta lumina a figura de Cn to, el anar­quico de Ia roja ramisa de hace d1ez y ocho . iglo., como dijo Renan, crucificado como malhechor entre do· malhecbore .

La hi toria incorruptible di6 Ia raz6n al rebelde de

LOS TRTB'JNALES 19

Galilea y conden6 ~ sus juece . Desde el mas vii de los patibulos, el, el primero que aport6 Ia buena nue­va a los pobres y a los afligidos, el inexorable acusa­dor de los ricos y de los hip6critas fariseos, el rebelde fu · tigador de los mercaderes del templo, habla aun, a traves de los siglos, el lenguaje humano que a mu­chos, despues de Ia santificaci6n de su martirio, pare­ci6 y parece aun palabra divina.

Y de aquella otra camisa roja, que en este dia re­,.i,•e en nuestra memoria con su aniversario de muer­te, de Garibaldi, el pro cripto, el malhechor, el con­denado a Ia horca por aquella misma dinastia que de ~u mano recibi6 dos reinos ~no os acordais?

i Ah! Entre esas dos camisas rojas, flameando a! principia Y al fin de esos diez y ocho siglos cuantas nobles vidas extinguidas 6 condenadas por 1: tirania.

Suerte comun es esta a todos los precursores. Se ha creido a menudo (a veces con relativa buena fe) en­carcelar Y condenar a malhechores, a malvados, y e _ to hombres no han sido sino las vanguardias de unas generaciones nuevas.

E , por cousiguiente, hi toria vieja la de e to pro­ce os ~e malhechores ... honradi imos. y con corta di­

~renC!a SQ~ siempre las mi mas las imputaciones. os .persegUJdos de ayer, convertido~ en dominadores

~ers•guen. al dia siguiente las vanguardias, con iden~ IICOS IDQtiVO de ·, S' , acusac!On. In embargo, el pasado debena ser en -senanza que nos demostrara que nin-guna pe '6 si , rsecucJ n e bastante para detener una idea, - esta e verdadera y justa.

n llustre sacerdote, Lamenna,·s , escribia hace un

LA ANARQUfA A TE zo

siglo en su. Palabrar dt wr crerente, estas santas e hortacione a los cristiano de su tlempo. Pueden repetirse dirigidas a lo mal llamados cristianos de

nuestra epoca: «Acordaos de las catacumba . nEn aquellos tiempos os conductan al patibulo, o'

abandonaban a las bestias feroces n los anfiteatros para diversi6n de Ia plebe, os arropban a millares en e\ fondo de \as ruinaS )' de )as carce\e , OS pi oteaban cual i fuerais el barro de las plazas publicas, os con­fi caban vue tro bienes y no poseiats, para celebrar vuestros proscritos misterio ' mas que las visceras de

Ia tierra. "t Que decian vuestros perseguidores? nDecian, que vosotros predicabais doctrinas peli­

grosas, que \'Uestra secta (asi Ia llamaban) turbaba e\ orden y Ia paz publica; que, viol adores de las !eyes y enemtgos del genero humane, amenazabais al mundo.

• uY en tanta desventura, bajo esta opresi6n t que pe­diais vosotros? La libertad. Reclamabais el derecho de no obedecer -ino a vuestro Dios, de servirle y ado­rarle segun vuestra conciencia.

nY cuando, aun engaiidndose en su ft, otros os re­claman este agrado derecho, re petadselo tal como para vosotros pedisteis un dia a los paganos que os lo respetaran.

nSi, respetadlo para no renegar Ia memoria de \'uestro antecesores, para no pisotear las cenizas de vuestros martires. Si ya no os acordais de las ense­iianzas de Cristo, acordaos siquiera de las catacum­bas.,,

LOS TRIBUNALES 21

Yo quisiera que algun libcralote y volleriano hom­bre de gobierno de nuestros tiempos, Ieyese de nuevo y meditase el librito de este ferviente sacerdote. Al­go podrfa aprender en el sobre esto que mucho se predica y poco se practica : el culto de Ia libertad.

Y ahora volvamos a Ia causa. t Quienes son estos socialistas anarquistas? Vosotros

ya lo sabeis, senores. Alii, en aquella jaula, estais viendo una numerosa y escogida representaci6n de ellos.

Son trabajadores integros y alegres, estudiosos de coraz6n e inteligentes, como Luis Galleani; artistas innovadores, como Plinio Nomellini, burgueses que, habiendo renunciado a los privilegios y los prejui­cios de su clase, son fraternalmente acogidos por Ia gran familia del pueblo que espera los inevitables destines suyos.

Son obreros, como el bravo Faina y el pequeiio Ba­rabino, que tienen coraz6n y mente para sentir y pen­sar, Y que creen tener el derecho de pensar en alta voz.

Estos, como todos los hombres que observan des­ap~sio~adamente las cosas del mundo, hanse dirigido a SJ mtsmo las siguientes simples preguntas:

. t Por que Ia mayoria de los hombres, aunque traba­JC y produzca, vese constrefiida a ser pobre y a manle­ner co~ sus su~ores a una ociosa minoria, cuya unica ocupact6~ constste en consumir los productos del a. e-no trabaJo? J

~ Por que .Ia tierra, que Ia naturaleza di6 por co­mun herencla a todos los hombr•s, fue por algunos

LA ANARQUfA ANTE

fracctonada fraudulenta y \ 10lentamente y dividida n su exclusivo l>eneficio? .. t Que SC dirfa Sl Jo mismo e hubiese hecho con el a1re y el agua, elementos ne­

ce·ano :1. Ia vtda? l Se diria que es un sacrilego robo? Pero el aire y el agua-un fhhdo y liquido rebeldes,

a11drquicos-se han substraido en gran parte a! mono­polio de los privilegiados.

· Pero acaso Ia tierra no es tambien un elemento c ;ncial 1 Ia vida colectiva? t Acaso no deberia ser, por naturaleza y destino propio, herencia comun del genero humano ?

y las maqumas, los instrumentos de trabajo, las ra ·a , los medto de cambio y de producci6n (si deble­ran er privilegio de algunos) t acaso no deberian ser­lo mejor de los trabajadores, que todo esto con su u­dor han convertido en productivo y fecundo, que no de los que nada hicieron, que jamas produjeron?

Pero no, dicen los socialistas anarquicos/ tampoco e to serfa justo. Todo, desde los instrumentos del tra­bajo ha ta los productos, desde Ia tierra basta Ia ma­qumaria, desde las minas basta lo medios de cambio y de producci6n, todo, siendo fruto de Ia cooperaci6n social, debe ser declarado patrimonio de Ia sociedad entera.

Y es en esta afirmaci6n cuando el luminoso ideal de Ia fraternidad surge como un florecimiento espon· taneo de esta armonfa de intereses entre el individuo y Ia sociedad, de este admirable entrelazamiento de los derechos de cada hombre con los derecbos de Ia especie entera.

Coo uo ejemplo simple y claro, Lameooais, siem·

r OS TRTBU 'ALE.

pze en el librito de que os hablaba haec poco, ~int("­

tzza !a nece idad jurfdica y natural del comuntsmo.

Oidle otra vez: . . . . uSi en una colmena alguna abeps avanciOsas dt-

jeran toda la miel que hay aqui es 11Uestra/ y s-e pu­~zera n a disponer a su arbitrio de los fruto del traba­jo de las dema , t que serf a de las otras abejas?

uLa tierra c~ como una grande colmena, y los hom­bres son las abejas.

,1Cada abeja tiene derecho a Ia porci6n de miel nc­ce aria a su subsistencia, y si entre lo hombres hay a quien le falte lo necesario , significa que otros tienen algo mas de lo sup~rfluo. Y entonces Ia justicia y Ia caridad han desaparecido de Ia tierra.n

t Quien puede dejar de dudar de que Ia justicia y Ia caridad se alberguen aun sobre esta tierra desolada por Ia injusticia, cuando tantos y tantos carecen de lo necesario?

De Ia humanas abejas muchas e tan condenadas a fabricar Ia miel, y otras pocas se reservan Ia fatiga de ... devorarla. Y Ia laboriosa basta han perdido el aguij6n.

Es, pues, a Ia socializaci6n de Ia colmena y de Ia miel, 6, dejando el lenguaje figurado, a Ia socializa­tion de todas las riquezas, a lo que los socialistas <l11arquistas tienden.

Y proclaman, como primera nece idad, Ia abolici6n de Ia propiedad privada, causa directa del privilegio econ6mico, e indirecta del monopolio politico de al­guna clase obre las demas de Ia socieclad.

• Los aoarquistas estao eo Ia vaoguardia del socialis-

LA ANARQU1A A TE

mo, pero no ~on, a\ fin y a\ cabo, sino Ia legi6n mas batalladora del grande ejcrcito so ialista.

El Fi cal ha querido razonar diciendo lo iguiente: uA lo! socialistas \es entiendo y les admiro. Estos son razonables, tienden a Ia conqUJsta del poder publico, y por consiguiente, se mue1·en dentro Ia 6rbita de n~estras !eye . Pero los anarquistas estan fuera de Ia ley; predican Ia revoluci6n COlllO unico medio que

puede realizar su ideal.n DeJO a los colegas socialistas (permitanmc que les

\lame colegas, por mucho que les sea antipatica Ia palabra) legalitarios de Ia defensa el demostrar que 'stos tambi~n quieren Ia abolici6n de Ia propiedad privada, necesidad fundamental de toda transforma­ci6n en sentido francamente sociali ta, y protestar contra esta implicita patente de inocuidad que el Fis­

cal regala a su partido. Se comprende perfectamente que e to es solamcnte

una astucia de acusaci6n; porque si los imputados fuecen simplemente sociallstas, entonces el razona­miento del Fiscal seria muy diferente.

Porque, en fin, cientificamente hablando, los anar­quistas no son sino los socialistas mas radicales, y tie­nen fija Ia vi ta contemponineamente a Ia abolici6n de toda clase de explotaci6n del hombre por el hom­bre, y a Ia abolici6n de Ia propiedad, y aspiran a Ia abolici6n de toda autoridad del hombre sobre el hom­bre, con Ia abolici6n del Estado 6 Gobierno, 6 sea cual fuere el 6rgano centralizador, e\ "ual pretenda imponer Ia voluntad de unos pocos 6 de muchos, a Ia autonomia y al libre acuerdo.

LOS TRIBUNALES 25

l Es ~ste un ideal irrealizablc ? . .. Vosotros, senores, sois incompetentes para juzgarlo. Vcrdad es que Ia historia marcha irresistiblemente de Ia tirania a Ia li­bertad. Los dias, los aiios, los siglos, son los pasos, las millas, las etapas de este inmenso, pero incesante viaje de Ia humanidad.

1 Cuan mezquinas son estas academias juridicas con su cortejo de humanos dolores, ante el rodar infinito de las cosas en el inmenso ciclo del tiempo y del espacio I Que si Ia fatalidad hist6rica arrastra Ia hu­mana sociedad hacia aquella meta ideal, a Ia cual mi­ran estos calumniados ap6stoles de Ia plebe, ninguna condena, por feroz que ca, podra impedir 6 detcner un segundo Ia irresistible marcha. Es una ley de gra­I'Itaci6n social, rigida c inviolable, como Ia ley de Ia gravitaci6n ffsica.

No impidais, pucs, al pensamiento de los hombres fil6sofos u obreros que sean, inclagar las finalidades de esta ley suprema de Ia vida social y permitid que el mas dificil problema ( el de Ia vida colectiva) halle al fin su rewton.

Y ya que el Fiscal, a prop6sito de Ia anarquia ha dicho ta~tas c?sas estupendas, por lo inexactas: ya que ha mcurndo en tantas invero imilitudes, escu­chad un memento lo que sobre el particular ha dicho un fil6sof? aut~ntico, Juan Bovio, a[ cual, en nombre de_I colegiO de defensores, del cual formo parte no­mmal_mente, envio un reverente saludo. En su magis­tr~l hbro La doctrina de los partidos en Europa es-cnbe: '

((.

nYa que Ia revol~ci~n,· p~ra.cu:U~lir.la. misi~n ~u~

LA AN RQt fA \. 'TE

sn ciclo Ia dc . tina, sc pr<:senta como social, el parti­

do rc,·oluciouario por excclcucia debe ser anarquico; debe presentar e no como ad,•ersario de esta 6 aquella

forma de Estado, :ino de todo el Estado, porque alii don de ,-e a! Estado, ,-e prn ilegios y miserias, ve do­

minadore y ubditos, clases directoras y clases de -

herecladas, ve politica y no ju ticia, ve c6digQ y no dcrecho , ve culto dominante y no religiones, ejer­cito y no defen a , e cue Ia - y no educaci6n, ve el

cxtremo lujo y Ia extrema carencia; y todo Pontifice, rey, presidente, duectorio, dictador, tal es siempre el

E tado; dn·ide en do- partes Ia comunidad, y alii

donde ma di,·ide, con uno u otr<> nombre, mas do­

mina. nOrgulloso y altanero con los subditos, envidioso

con el vecino, el Estado es Ia opresi6n dentro y Ia

guerra al exterior. Bajo el pretexto de ser el 6rgano de Ia seguridad publica, es, por nece idad, de poja­

dor y violento, con el pretexto de custodiar Ia paz en

lo ciudadanos y las partes, es el provocador de gue­rras \'ecina y lejanas. Llama bondad a Ia obediencia, orden al s!lencio, expan i6n a Ia destrucci6n , civiliza­

Li6n al disimulo. E , como Ia iglesia, hijo de Ia co­

mun Ignorancia y de Ia debilidad de los mas. A los

hombres adultos e manifiesta tal cual es : el mayor

enemigo del hombre , desde el nacimiento a Ia muertc.

'' .. Anarquico e el pcnsamiento y hacia Ia anarquia \'a Ia historia. El pensamiento de cada individuo es

aut6nomo, y todos los pen amientos de los hombres forman un pcnsamiento colectivo que mueve Ia His­

toria, agotando Ia VItalidad del Estado y poniendo de

LO. TRIB NALES

manifiesto cada dia mas Ia autonomia insuperable en­

tre el ser del poder central y Ia Jibertad del hombre.

nJustificad el Estado como querais, consagradlo,

transportando a el el Dios substraido a Ia iglesia, ha­

cedlo giielfo, gibelino, burgues, monarquico, republi­

cano, y siempre tendreis que daros cuenta de que te­

neis al cuello un tirano, contra el cual protestareis

de con tinuo en nombre del pensamiento y de Ia natu­raleza.n

El mas feroz anarquista no habria pronunciado

contra el ~stado, el Gobierno, 6 cualquier otro 6rga­

no centrahzador, una acusaci6n tan terrible.

Los anarquistas militantes, que son esencialmente

socialist.as~ entienden Ia anarquia como fin politico

del socialismo; y fil6 sofos y economistas insignes

entre los cuales pueden citarse a Spencer, en In:

glaterra, y al profeso. Loria, en Italia, dan implicita­

mente Ia raz6n a los anarquistas cuando consideran

e~ Estado y el Gobierno como superstructora del re­gimen econ6mico.

De hecho, en Ia antigiiedad, siendo los patricios los

poseed~res de las riquezas, eran estos los que creaban el gobierno, celoso defensor de sus intereses como

co~cul_cador de los derechos de las plebes. 'y las

agitacJOnes por las !eyes agrarias con los Gracos l~s rebeldias de los esclavos con Espartaco y T't V y z1o f 1 1 o e-

ueron a gran protesta de aquellos tiempo tra Ia 1 · s con-exp otac16n econ6mira y 1 · . . , I' · · a cons1gmente t1rama po JtJca del patriciado.

En Ia Edad Media, habiendose los senores fe\ida­les apoderado por medio del bandidaJ·e en las gue-

LA ANARQUfA A TE

rra de aventura , de las tierras, pueblos y ciudades, e.·tcndieron cl doble .efiorio econ6mico y politico en­tre lo sien·os de Ia gleba y sobre el ejercito multico­

lor de los vasallos. Pero aun aqui Ia base del privilegio politico era el

prinlcgio econ6mico; alii donde el clero posei_a una extensa superficie de terrenos y vastas comumdades rehgiosas, su poder, basado en los intereses materia­les se convertia en politico y asumia Ia mas feroz d•

' . . Ia tiranias, Ia de las almas y sobre las conc1enc1as.

El afio 89 surgi6 saludado como una aurora des­pues de Ia obscura noche de la Edad Media.

La burguesia se levant6 reivindicadora, y, entre to­rrente de sangre, proclam6 los derechos del hombre. Pcro Ia declaraci6n de los derechos qued6 solamente cscnta sobre el papel y nada mas. Y la igualdad civil apareci6, tal cual es realmente, una mentira ante la desigualdad econ6mica.

Los trabajadores, que se habian despertado al son de la l\Iarsellesa y habian ayudado a Ia burguesia pa­ra derribar la Bastilla y rechazar la Europa reaccio­naria que murmuraba en las fronteras de Francia, dieronse cuenta mas tarde que se habia efectuado un cambiamento de senores, pero nada mas.

y e tos trabajadores, obligados a fatigarse etern~­mente sobre las tierras de los otros, sobre las maqut­nas de los otros, en el fondo de las minas de los otros, pasaron de Ia condici6n de siervos a la de asala­riados. Los amos tuvieron en su mano Ia vida fisio\6-gica de estos esc! avos modernos: los asalariados. l Po­dra a estos quedarles aun una vida intelectual, una vida moral?

T OS TRIBUNI\LES

y como Ia libertacl fisiol6gica mantiene Ia plebe de Ia ciudades y de los campos en una aun mas tnstc misena de Ia inteligenCla y del coraz6n, de este modo Ia riqueza capitalistica asegur6 a Ia burguesia triun­fante el monopolio del poder polftico.

Por e to los anarquistas, acordes con las demas es­cuelas socialistas en Ia critica del capital y de Ia n­queza y en Ia abolici6n de Ia propiedad privada, sa­can como conclusi6n que la supresi6n del privilegio ccon6mico conduce a Ia supresi6n del Estado y a Ia hbre asoc1aci6n de las soberanias individuales, her­manadas por los intereses, y arm6nicos, en Ia comuni­dad del trabajo y del bienestar.

Ya que lo anarquistas, habiendo aprendido en Ia historia y en Ia experiencia que el Estado y el Go­

biemo no fueron ni son otra co a sino los instrumen­tos de defensa del privilegio econ6mico de algunas clases, piensan que cuando el privilegio de clases des­aparezca con el triunfo del socialismo, tampoco el Estado y el Gobierno tendnin raz6n de existir.

A e e alto problema, sei'iore -ya lo sabeis,-se sa­crifica todo aquel que tiene inteligencia y corazon.

La Vida Moderna, un peri6dico literario de l\1ilan que mucho circula, acaba de terminar una informa­ci6n sobre el socialismo.

Esta informaci6n result6 un verdadero plebiscita de simpatia por el gran ideal de renovaci6n, por parte de los mas ilustre hombres de ciencia y artista ita­lianos.

Ahora bien, de todas e tas respuestas mas 6 menos heterodoxas, permitidme leer la de un anarquista mi- •

30 LA ANARQt fA A TE

litante ruyo s61o y unico m~rito ronsi. te en no ocultar iquiera Ia m:L mimma YibraCJ6n de u pensamiento.

l I cste es mtimo de quicn 0 dJrige Ia palabra, tan­to que forman una misma persona, no me acuscis de inmode tia. Leo una parte de e ta re puc ta s6lo por­que reepiloga brevemente todo cuanto ya he expuesto de modo truncado y de unido.

uEI sociallsmo, que en su aplicaci6n integral con­duce al comuni mo cientifico, sera un ordenamiento econ6mico, en el cual Ia armenia del inter~s de cada uno con el intere~ de todo re olvera el sangriento antagonismo entre los derecho · del mcli,·iduo y los de Ia especie. Pero en el ocialismo, que e Ia base eco­n6mica de Ia futura sociedad, deben estar practica­mente conC1liados los dos grandes principios de Ia igualdad y de Ia libertad. De ahi el atrevido y mal comprendido concepto de Ia anarquia: libertad de las lzbertades. Esta sera manana el coronam1ento politi­co necesario del socialismo, como hoy es Ia corriente francamente libertaria. La anarquia no es el socialis· mo autoritario, Ia humanidad que ahoga al hombre . • • o es, como el desorden burgues, el hombre que pi o­tea Ia humanidad. Pero resume el ideal de un espon­taneo acuerdo de las voluntade y de las soberanias individuates en el disfrute del bienestar creado por el trabajo de todo sin explotacilm: he aqui Ia idealidad econ6mica; sm coaccilm: he aqui Ia idealidad po!itica del socialismo 'l•erdadero.>>

He aqui los hombres gue debeis juzgar, sefiore . He

aqui Ia ideas que e to hombres profesan. Pero lo hecho , por los cuales lo declaniis culpa-

!.0'\ TR!Bt'. 'ALES

hies, lo~ herho por los ruale lo~ rf'tenei~ a~ociado~

para dehnquir como dice el art. 2~R del C6digo Pe­nal, ucontra Ia admimstraci6n de Ia justicia, 6 Ia fc ptibhca, 6 Ia incolumidacl ptlblica, 6 las buenas cos­tumbres y el orclen de las famihas, 6 contra Ia per-ona 6 Ia prop1edadu, los hechos, lo hechos, j oh,

acusador pubhco! l cuales, cu;into ·, d6nde e tan? ... l Cmindo, d6nde, y c6mo Luis Galleani y sus com­

paiiero atentaron a Ia llamada justicia, cuanclo us­trajeron documentos a favor de potent ados (como im­punemente otros hicieron), cuando \'endieron 6 com­praron, 6 coartaron entencias de jueces?

i Cuando atentaron a Ia fe pzi.blica'! ... i Acaso hicie­ron moneda falsa, 6 duplicaron cheques de banco, 6

vaciaron las areas, 6 corrompieron diputados y minis­tros, 6 se dejaron corromper mediante alguna cruz de comendador 6 con un titulo de senador?

i D6nde, cuando atentaron a Ia incolumidad publi­, ca? i D6nde estan las bomb a , los cxplosivos, las ma­

quinas infernales por ello fabricadas?

El senor Fi cal se ha quebrada Ia cabeza fabrican­clo una bomba en el inocentisimo tubo secuestrado a uno de los acusadc . Ha hecho csfuerzos obrehuma­nos para cargarlo con palabra ... explosivas. Pero el tubo ha continuado iendo inofensivo, elocuente pruc­ba de Ia inocencia de estos individuos; y ha permane­cido vacio, \'ado como e te proceso, hinchado unica­mente con Ia fantasia morbo a de una policia roman-Ilea. i En que otra forma pusieron estos indi,·iduoo; n

ligro Ia publica incolumidad?

iAcaso on comerciante que fabifican el vino, 6

32 LA ANARQUfA ANTE

industriales avaro- que para ahorrar- e precauciones pondran manana en peligro en las minas 6 en las fabricas Ia vida de mill ares de obreros productores? 1. Son por ventura algunos fouravieff fin de siglo, que restablere el orden entre las plebes hambrien~s; a fuerza de plomo en los est6magos atrasados?

I. (~mo y ruando atentaron a las buenas costumbres y a! or den de las familzas ? . .. No son estos, senores, los que compran con el hambre el amor de las j6ve­nes desesperada , no estupraron las virgenes del pue­blo vahendose del dinero 6 de Ia autoridad patronal, no son e to lo brill antes Don Juan que pervierten las esposas pobres. Sofiaron, es verdad, una familia que fuese I re ultado e pontaneo del amor, y no el producto artificioso de un nudo legal, muchi imas ve­ce" a base de interes. Sobre el cepo antiguo de Ia fa­milia del c6digo sofiaron injertar virgules j6venes de un sentimiento que no tiene hipocresia de bajos calculos, ni convencionalismos de !eyes: el amor libre. El amor que acepta el vinculo de Ia unica ley, que en i mtsmo encierra el premio y Ia sanci6n: Ia ley de Ia naturaleza Estos individuos no quieren destruir Ia familia. Quieren regenerarla, purificarla, he aqut todo.

Preguntadlo a los viejos, preguntadselo a sus espo-as, preguntadlo a su madres, a aquella pobres hi­

JaS del pueblo que habreis visto a Jas puerta de este edificio con los ojos enrojecidos por el llanto, mudos interrogadores de vuestros semblantes, i oh, jueces I para leer en ellos Ia suerte de sus amados ere ; pre­guntadlo :i estos viejos y a estas mujeres.

LO TRIBU?\ALES 33

De seguro que os re ponderan que los treinta y cin­co hombres que Ia publica acusaci6n califica de mal­hechores, son hijos, maridos y padres amorosisimo . 0 responderan que su condena equivale a! derrum­bamtento econ6mico y moral de estas angustiadas fa­mllias. Y Ia cruel petici6n de Ia publica acusaci6n ha infendo ya terrible puiialada en los corazones de es­tas gentes que, llorosas, esperan, y Ia pena que para estos hombres e pide, esto i que es un verdadero atentado a Ia paz, a Ia tranquilidad de estas laborio­sa famllias inocentes.

i D6nde, cuando, por fin, atentaron a las personas 6 d Ia propiedad.? Ellos quieren Ia desaparici6n de Ia burguesia, como clase pnvileg1ada, pero no Ia

muerte de los burgueses. Como los anarquistas con­sideran que quie•1 nace hijo de millonario no tiene merito alguno, ni siquiera derecho a gozar de aque­llas riquezas, porque no las produjo, del mismo modo no pueclen atribuir a! rico Ia cui pa de ser tal rico. \'erdad es que de Ia excesiva riqueza de los unos de­rn·a Ia excesiva miserid de los otros, ya que es obvio dectr que, si hay quien tenga demasiado, habra por consiguiente, quien tenga poco. Pero no es para rna­

tar a todos lo burgue es que lo ocialistas anarquis­tas declaran Ia guerra a Ia burguesia, sino para su­

pnmir las causa de Ia explotaci6n y de Ia miseria de los trabajadores. Es una guerra al sistema econ6mico Y polftico, pero guerra de principios y de argumentos. Y esta lucha no naci6 en virtud de las predicaciones de los socialistas 6 de los anarquistas, sino por fatali­dad hist6rica Es el antagonismo de c.lases quien la

3

L.\ A. 'ARQLL\ A, 'TE

crea. era Ia de ·apanci6n de Ia :> cla:;es en Ia gran fa-.1. lt,ta de Jo· trabaJ'adore. hermanados, soh-nu ta .octa - -

I · - l'bre Ia que Ia had ce.ar. E sta lucha, m-e ano. ' 1 -·

c\'itabl~ .era tanto m:i: a. per a y feroz cuanto mas d_es-. d d Ia reacci6n La Yiolcnoa de los de arnba pta a a ~ea ·

dct rmina inc,·itablemente 'a ,-ioJ.encia de los de aba: jo. La libertad ,erdadcra, gra~de, rompleta: he aqut Ia m:i~ cficaz mcdida pren~ntt,·a contra el llamado

tleltto politico. Ya que cl delito poltttco 6 social no ., al fin y al cabo. para el que bien lo obserYa, sino

Ia prote,ta :,angrienta del pen amiento conc~lca_do. Hablando d del ito polttico ante Ia anarquta oer­

tamcnte que ,-ue · tra mente, enore., recurre a loses­

tallido · tcrnble . que Ia venganza de alma xagera­das e cogita contra Ia cinica ociedad de lo potenta­do.- y tie Io: hombre de gobierno que confian a Ia

politica Ia cura de Ia. enfermedade ociale . . y 0 , prcguntarci< : i no se confe aron anarqut ta

It" dinamiteros pansien ·cs? i. · o declararon querer tran. formar el munclo de truyendolo con Ia dmami­

ta ? ... i Ah, enores! .. Ante de JUZgar a esto hombres,

que enlle\eu Ia era feliz de Ia humamdad re]U\'ene­uda. fuaa del negro :ueno de una punficao6n m­mensa por medic de los incendto y los xplo ivos, e nece ario de cender antes en I infierno de dolores y de mi erias, en el cual us alma convirtieronse en

ceniza . E necesario antes comprender por que Iento pro­

ceso p·ico16gico e tas mente., estes corazones llegan

a su colmo rebosando odio .• 'i Ia propaganda de es-

LO TRIBUNALES 35 tos seductores, en cuya filas me honro al formar par­te, ya que fue .. iempr obra de mente · inquietas y re­beldes el renovamtento de Ia ctvilizaci6n, ni los vio­lentos articulos del peri6dico influyeron de modo al­guno en Ia determinaciones impulsivas de estes ca­balleros de Ia muerte y del ideal.

Ko simples \'ana . palabra pueden embrar tanto odio, rebeldia tanta. E Ia comprobaci6n diaria y pe­

renne de las iniquidade sociales que arrastra a estes voluntaries del patibulo a efectuar la prote ta tre­menda y ruidosa. 6\o el vertigo de un profundo es­pa mo moral es capaz de leYantar de:>de los abismos del oceano humane, agotado por tan negras tempes­tade , estos ignoto atomos, hasta Ia sensualidad es­panto a de hacer temblar el mundo olvidadizo, en medto de su orgias, de los derechos y hasta de Ia exi tencia de los miseros, y sacudir los suefios volup­

tuo os con fragores gigantesco !. ..

Ciertamente las generaciones ,·enideras, redimidas por un grande amor civil, se maravillaran de estas tragicas rabias de un iglo agonizante. Pero entonces Ia extrafieza sera Iegitima, porque Ia raz6n y el es­piritu de fraternidad y de solidaridad habran domado cuanto hay aun de herencia y de atavismo bestial en el organi mo de Ia casta humana.

l Pero, aca o tienen hoy el derecho de extrafiarse de cuanto sucede por -obra de los dinamiteros y apufiala­dores, las actuales dominacione , casi todas encasti­lladas en el militarismo, que es, como escribe Le6n Tolstoi, Ia e~cuel.1 de Ia ,·iolenoa?

l Tienen el derecho de maravillarse estes regidores

LA ANARQUiA ANTE

d~ pueblos que hacen consistir toda Ia 16gica del go­blerno en Ia boca de los fusiles y en Ia punta de las bayonetas, y que creen poder legalizar Ia violencia de los poderes constitufdos con el eterno pretexto de

Ia raz6n de estado? Yo os digo, senores, que anarquico ferviente como

soy, y ~e enorgullezco de serlo-y acordaos que el anarquismo militante procede en Italia de dos nom­bres gloriosos: :\I a rio Pagano y Carlos Pisacane.-Yo os digo, repito, que aborrezco Ia violencia y Ia san­gre, y !a vida de un semejante mio me es sagrada, como es sagrada (y os lo atestiguo ante el banco dolo­rose de estos 35 hombres honrados) para todos los anarquistas, que son corazones nobles que sangran ante el dolor ajeno mucho mas que con el propio

dolor. Pe ro cuando despues de tanta condensaci6n de mi­

serias y de injusticias sobre los debiles, los pobres y los indefensos, veamos alguna de esas almas tortura­das levantarse terribles, como Ia tempestad, contra los satisfechos y los poderosos de Ia tierra, no sere­mos seguramente nosotros los que nos unamos a los que nos juzgan y condenan, porque materialistas en filosofia , y deterministas en sociologia, creemos seria ridiculo hacer el proceso a! estallido del fulgor, por terror y ruina que pueda haber ocasionado.

Esto digolo para sostener que es locura querer in­ferir de los actos individuales e impulsivos d~ algu­nos individuos una cualquiera corresponsabilidad mo­ral para todos aquellos que profesan las mismas ideas politicas y sociales. Ferozmente absurdo seria pronun.-

LOS TRJBUNALES 37

ciar sobre los actuales acusados un jui.cio que se deja­ra en algun modo infiuir por el miedo a explosione , en otras partes acaecidas, y contra cuyos autores Ia sociedad se haya en un modo asaz despiadado, ven­gado.

No a Ia persona, no a Ia propiedad atentan, pues los anarquistas, que ante todo quieren formar una so­ciedad en Ia cual el robo y el asesi nato sean imposi­bles. La expropiaci6n que ellos quieren, sera hecha por el pueblo, a beneficio de todos, 6, como llamaria­se en lenguaje administrative, por razones de publi­ca utilidad. l Fulano roba el reloj a Zutano para convertirlo en provecho propio? He aqui el robo.

l Los campesinos de una regi6n ponen en comuu los campos por ellos cultivados y por otros explota­dos , y los declaran propiedad social, invitando a sus antiguos duefios a trabajarlos juntos 6 a largarse, substituyendo, en una palabra, Ia propiedad de todos a la propiedad de unos pocos? He aquf Ia expropia­ci6n legitim a, por raz6n de publica utilidad; he aqui lo que nosotros los socialistas anarquic6s llamamos reivindicaci6n de ias riquezas a Ia entera sociedad.

Imaginaos que a esta socializaci6n de Ia tierra se efectue luego, pot: obra de otros trabajadores, Ia so­cializaci6n de las maquinas, de las minas, y de todas las fuentes de riqueza y de producci6n, y tendreis una nueva economfa publica, que substituira el in teres pri­vado, destruyendo el antagonismo de las dases. Ten­dreis, en una palabra, el socialismo. Coronadlo con Ia libertad verdadera, integra, y tendreis Ia anarqufa.

l Que relaci6n puede tener ese luminoso ideal con el art. 248 del C6digo Penal italiano?

LA ANARQUfA ANTE

D cia bien Barabino, no ob. lantc lo a. pavientos del ~eii.or F1 ·cal. Hacer Ia apologia del robo ena haccr Ia apologia de Ia soCiedad burgue a. De hecho, se puede comprender que en una soCiedad en Ia cual, co­mo demue tra Ctt.rlos :\[arx, lo honrados beneficios del capital se sacan de aquella parte del trabajo que no se paga al obrero, y por consiguiente resultan ver­dadero y prop10 robos legale , e puede compren­der, decia, tanto Ia despiadada fatahdad social que arra5tra a Ctt.rlos :\Ioretti, el protagonista de lo · Di­sonesti, de Rovetta, a robar el dinero de Ia caja, lo mi~mo que Ia impeno a nece idad fi 10l6gica que obliga a Juan Yaljuan, en Los ,1/iserables, de Victor Hugo, a arrebatar, con l' iolencia, un pan, de alii don­de tantos habia, para aplacar el hambre de los uyo~,

que morfan de mercia. Pero ante simile hecho , aun cometidos por razo­

nes pri1·adas, no hay nece idad de ser socialistas 6

anarquico para encontrarles una justificaci6n. Ba~ta simplemente er un hombre de buen sentido

y de buen coraz6n para concluir, precisamente de acuerdo con un per·onaje de Ia bella y verdadera comedia de Rovetta, uque para tener el derecho de juzgar y condenar un hombre, e necesario haber pa-ado, sin culpa, a traves de las mismas circunstan­

cias, en 1·irtud de Ia cuales, el otro cedi6 y cay6u. Y hasta Ia ciencia del Derecho Penal enseiia que

ula nece idad no conoce leyn, y Francisco Carrara, como corolario juridico del derecho a Ia vida, conclu­ye que uel robo cometido por nece idad no es delito, ya que en el conflicto entre el supremo e inviolable

LOS TRIOUNALES 39

derecho a Ia existencia y el menor y tran>itorio den·­cho de Ia propicdad pn1·ada, no hay duda alguna que Ia superioridad y el triunfo deben de e · tar del !ado del derecho a Ia vida, que es oberano entre los dere­chos humanosu.

E te, ni mas ni menos, es el razonamientu de Io · anarqui stas al juzgar los ataqucs privados ~~ Ia prinl.­da propiedad. Y e ·, como todos pueden 1·er, el ra­zonamlento del buen cnt1do y del buen coraz6n que asocia Ia alta fanta fa del poeta france a Ia conclu­SIOn jurfdica del criminalista italiano.

De todo cuanto a corre pri a y buenamente os he expuesto, seiiore del Tribunal, habrei podido for­maro un cnterio sintetico, exacto y objetivo de Ia teorfas socialistas andrquicas_- y querreis concluir (confio en ello) que estas no con tituyen sino. un ideal de igualdad y de libertad, tan audaz como quera1~, pero muy contrario de ser criminal, y mucho menos en relaci6n con el art. 248 del C6digo Penal.

Pero e tos individuo , aiiade Ia acu ac.i6n, no son s6lo anarquistas te6ricos como Enrique Ibsen 6 Eliseo Rerlu ; se profc an anarquistas revolucionarios, y podran pasar facilmente del derecho a Ia acci6n.

i La revoluci6n! ... ~ Es esta Ia palabra que tanto miedo os produce?~ Y no habeis aprendido en Ia histo­ria que todo gran progreso humano esta trazado por un surco sangriento, y que tanto en el campo politico como en el cientifico fueron siempre minorias rebel­des las que alzaron Ia bandera de Ia verdad y en tor­no de Ia cual cayeron combatiendo 6 triunfaron, arrastrando tras ell as las mayorfas inconscientes ? ...

.jO LA ANAR QT f.\ \ 'TF

r o os acordai~ que a los grandes facoosos del rena­cimiento italiano hoy ~ lcs llama prccursore ·, mar­tires; que lo revoluc10narios por Ia pat ria han e convertido actualmente punto m<:nos que en manu­mentales? .! • • o pensais, por fin , que las mismas !eye , en nombre de las cuales ped1s, i oh acusador pUblico I Ia condena de mis amigos, que Ia misma forma sacra­mental con Ia cual I'Osotros i oh juece I comenzare1s vuestra sentencia nacieron de Ia sangre de una gran revoluci6n? . Espartaco, Guillermo Tell, Dant6n , Kossuth, Garibaldi he aqui Ia revoluci6n. Cristo, Confucio, Lutero, Giordano Bruno, Galileo, Darwin . he aqui aun Ia revoluci6n.

He aquf aun el presente que se revela al pasado madurando el porvenir. Lacerad Ia histona s1 quereis hacer trozos Ia gloriosa leyenda de Ia revol uci6n. Arrebatad de las manos de los nifios que van a Ia es­cuela los Iibras que hablando de Bruto, apufialador por amor a Ia libertad, y de Rienzi, propagandista por amor a! pueblo, ensefian que Ia revoluci6n es un deber sagrado contra Ia tirania. Y prohibid las pere­grinaciones de vuestro fuerte pueblo marino, que lle­va coronas de homenaje a Ia esta tua de Balilla, el pequefio hondero, cuyo nombre es caro a los oprimi­dos, porque de su mano parti6 Ia primera piedra con­tra los prepotentes opresores.

Ser revolucionario, sefiore , no quiere decir ser vio­lento. 1 Cuantas veces en Ia historia Ia violencia estu­vo de parte de las !eyes y sus defensores, y el arden, al contrario, de parte de Ia insurrecci6n y de sus mi­litantes! Ser revolucionario por Ia gran idea de la

r.oc; TRTRU 'ALES 4I

justicia social, quiere decir poner Ia fuerza consciente al servicio de los derechos de los trabajadores; es conspirar con el pensamiento y ron Ia acci6n para restablecer el arden verdadero en el mundo, con Ia pacificaci6n de los animas en Ia armonfa de los in­tereses y de las libertades individuales. En este sen­lido son revolucionarios mis imputados amigos. Es­tos dicen al pueblo· uTU. eres Ia mayor! a; tu eres el derecho y Ia fuerza . Basta que tu quieras, y el dia de Ia redenci6n sera realidad para ti.n Y a los tra­bajadores : uVosotros soi los mas, vosotros sois los creadores del biene tar de lo demas. Basta que lo querais, y el bienestar estara garantido para vos­otros y a las demas criaturas humanaS.Il

Imaginaos, sefiores, que este razonamiento se con­vierta, como inevitablemente se convertira, en Ia conciencia motriz del proletariado, y Ia revoluci6n se habra hecho.

i toda Ia fuerza del ejercito y de Ia policia seran suficientes para detener este humano entusiasmo, y esta fe y esta juventud. Hay algo mas alto y mas fuerte que el miedo y el capricho de los gobernan· tes y de las clase dominadora · es Ia irresistible ley de Ia historia. Y esta nos pronuncia Ia inevitable victoria del pro let ariado.

Figuraos, pues, senores del Tribunal, que serie­dad pueden tener estos procesos, construfdos sabre Ia delaci6n de confidentes comprados, ante Ia sere­na fatalidad de Ia historia.

~o quiero, no puedo, no debo entrar en las visce­ras, debiles, muy debiles a decir verd ad, de este pro-

LA ANARQUfA ANTE

c o. Lo valientec; colega5, a lo cuales fue enco­mendada Ia parte e pecifica, anatemat1zaran Ia m­tima ob curidades de e te poco envidiable parto de Ia fanta::.ia poetica del senor Sironi .

Pero apresurandome a Ia conclusion de mi larga defensa, debo manifestaros, aunque no sea nuevo ni ingenue en estas cosas, Ia impre ion de disgusto que me ba causado todo el i tema acu atorio del sefior Sironi.

Con gran aria melodramat1ca de salvador de Ia ociedad, e te egregio comendador o ba hablado de

Ia organizaci6n anarquica de Genova y de Sampier­darena os ha asegurado Ia ex1stencia de circulos y de grupos de propaganda y de acci6n. y a las pre­guntas del Presidente y nue tras, respecto quien le hubiese informado de ambas co as, el senor jefe de policia respondia invariablem.ente: por medio de confidentes cuyos nombre no puedo revelar.

1 Ah I l E pues el sistema de acu aci6n an6nim'a lo que se quiere inaugurar en Italia en los proce os politicos?

Si Ia voz de Ia acusaci6n permaneciera en Ia sam­bra y cncontrara el menor eco en vuestra conciencia, mag1strados del Tribunal, seria mil ,·eces mejor que os quitarai Ia toga y ahorrarai palabras.

Os haria desternillar de risa si os contara alguna treta inicua, una de e tas tretas jugadas a estos de­gradados de Ia sociedad bumana, que el pueblo lla­ma con el mas breve y de preciativo de los voca­ble , espias, y os persuadirla en seguida de su perfec­ta imbecilidad intelectual y moral. Permitidme que os de una sola muestra.

[.OS TRIRUNALES 43

En el Circulo de Estudios Sociales de Milan, ve­nian do aiio · hare, dos 1mestras figuras que ha­bianme despertado a mi y a varios, sospechas de e -pionaje. os imaginamos una comedia. Un amigo empleado en I com rcio, y sin color politico, tenia una extraiia semejanza con cl abogado Saverio Mer­lmo. Le encargamos sostuviera el papel de este, co­mo si hubiese venido :i 1Iilan de incognito, ya que el verdadero 1lerlino se veia persistentemente bus­

cado por Ia pohcia. Los dos o pecho os sujeto , oyendo hablar de

1Ierhno en :rlilan, me propu ieron invitarle a comer a ca a suya. El fingido Merlmo acept6 con entusias­mo aquel convite pagado con los fondos secretes de Ia policia. Pero a una senal convenida de uno de los apreciables sujetos, mientras atra,•esaba Ia galeria V. E., fue arre tado por una nube de policias que creyeron en erio, vista Ia formal delaci6n, haber Ia­grado echar el guante al verdadero Merlino. Bast6 que la pren a contara el solemnc chasco, para que

luego pusieranle en libertad. Este hecho puede se.r term6metro,

Tnbunal, para graduar, como merecen,

enores del las delacio-

nes de los confidentes rcspetahles del senor Sironi. Y si este no bastara, permitid que OS lea, mucho

rna elocuente que mi pobre palabra, una pagina del programa del derecho criminal de mi venerable maestro, el profesor Francisco Carrara, a prop6sito de Ia fe que lo magistrados concienzudos pueden

pre tar a los confidentes an6nimos. (A este punta el defensor se hace leer, en medio

44 LA ANARQUfA ANTF.

de Ia mayor atenci6n, algunac:; contundentes p:iginas del profe or Carrara contra ];~ arusaci6n >ecreta y contra el espionaje politico, con Ia exhortaci6n a Jos JUeces de gritar e] procu/ t:SlO, profanis a estos me­todos digno de Ia antigua inquisici6n Luego reanu­da su defensa).

. Despues de estas paginas de noble y justo despre­CIO del mas ilustre earn pe6n de Ia escuela penal chi­c ica, contra e to• sistemas acusadores, d1gnos de otros tiernpos, t que otra cosa podria yo aiiadir, para derrocar el edificio de Ia acusaci6n, el cual se de­rrumba y cae po1 su propio peso?

A Luis Galleani t6cale, e verdad, una grande culpa. Encuentrase registrada en Ia orden de no ha Iugar de Ia Camara del Consejo. i Oh, amigo Ga­lleani! Ttl habias hablado alguna vez, mientras el tren veloz cruzaba por Ia estaci6n de Sampierdare­na, con el terrible agitador rnilanes Pedro Gori i sabes? con aquel que Ia pohcia sigue sus pasos in~ cesanternente como a ti.

. Perd6nale amigo rnio. t Quien hubiera podido ima­gmarse que aquellos fraternales abrazos debieran pesar un dia, a dafio tuyo, en Ia balanza de Ia jus­ticia? l Quien podra pensar que despues de tanta angre derramada por Ia libertad, despues de tan­

tos rios rle tinta y tantos torrentes de ret6rica con­sagrados a celebrar los fastos de una nueva Italia una chuleta devorada en comun en el buft~t de un~ estaci6n,. e~tre el arribo y Ia partida del tren, pudie­ra constltuir el elemento de un complot dinamitero, Y que un apret6n de manos dado sin m1sterio al ami-

LO~ TR!Bll. 'ALES 45

go que pasa, pudiera ~umini trar Ia prueba de una

asoc1aci6n de rnalhechores? Fuera de estos trernendos coloq u1os con el amigo

de pasaJe, baJO I a cub1erta de una estaci6n l que otros hechos concretes pode1s exponer a cargo de Galleani ) ... Y SI son estos fntimos coloquios con el spantoso ag1tador milane lo que mayormente pc­

san y graYan a Galleani, l por que el odiado coco de Ia polida fue absuelto, y puede en estos mementos, cubnendose con Ia innolabilidad de la toga, ven­garse con este d1scurso del honor que le han negado no dejandole formal parte de estos temerarios mal­

hechores ? ... Senores del Tnbunal :\li deber de amigo de lo 1mputados, sohdario con

Ia 1deas por ello profesadas, mi piadoso oficio de defensor de estos hombres y de estos principios, lo he curnplido, no ciertarnente con habilidad, pero si con

sincera fe. . Yuestra bella y gloriosa Genova llegaba yo e5ta

maii.ana de mi :\Iilan, fuerte y laboriosa, con la me­mona llena de impre 1ones irnborrables que me rc­cordaban aquella :\Iae tr.t de las Bellas Arte .

i verdad que el arte refleja el e~piritu del tiempo, alii, en aquella palestra del gemo Italiano, pal pita hoy, efiore., una acentuada nota rebel de, contra Ia cual todos lo ironi y los grillos de est mundo nada pueden. Es Ia ola de las humanas mi-cn<~s que se cle,bord6 ron un grito de dolor y de

prote ta de los pincele~ y cinceles de los artista .. Desde d Ultimo Espartaco, del escultor Ripamon-

LA A .. \RQn \ A:\TE

ti, a Ia Rcflc;. iOII('S de /til lzambriento, de Longom,

todo el problema de nuestra (Cpoca serpentea gigan­tesco, y gnta y amenaza, entre aquellos ye 0 y aquella tela .

l Por que el senor Sironi no trama un proceso a! arte moderno, como instigador del odio de clases y

apologia de crimene ? ~ Por que no den uncia a to­

do aquellos arti tas, fina flor del joven genio italia­no, como una asociaci6n de malhechores ? ...

Pero tu, Plinio Tomellini, se las pagas por todos. A ti, pintor nato del azul y de Ia luz, el nombre de anarquia no te hizo miedo. SegUJste con OJO de ena­

morado Jas fulgidas constelac10ne del firmamento Y comprendiste que un c6digo inedito, pero inviola­ble, lo regula· Ia ley de natura. Contemplaste el flo­reCJente anarquico de los prados y en ello Jei te

tambien Ia misma ley natural, que ningun legi ]ador

humano puede encerrar en un libro, a no ser que lo adultere.

Y en Ia espontanea armonia de los colores de Ia formas y de las fuerzas de Ia vida, adivi~aste una e pontanea armonia de derechos y de intereses en Ia redimida humanidad. Adorador de Ia verdad de nuda y bella, Ia acaricia te en tus telas. Y el se~ iior S1roni ve en elias el simbolo · El odia l<>s sim­bolo · Tambien los emperadores que torturaban a los primero cristianos odiaban Ia cruz. Los subal ternos del comendador, mas tarde, en tus telas, vieron cla­ramente pianos ... de f<>rtificaciones.

Hoy Ia brutal realidad ha hecho presa en ti, te ha robado el mundo ideal de tus luminosos ensueiios, y

LOS TRIBU. 'ALES 47

te ha arroJado obre e te banco del sacrificio, entre GaJleani, caballero o y leal, y Barabino, en cuyas ve­

na de Gravoche marinero, corre ciertamente Ia hir­

viente sangre del genoves Balilla. Era necesario que 1 arte, precursor de lo tiempos, tuviera su repre­

scntante aqui, entre el ingenio y el trabajo. Pero Yosotros 1 oh 35 acusados! alzad Ia frente an­

te vue . tros jueces, sin miedo ni temblores. El pue­

blo, este juez soberano, e te pueblo audaz y tenaz de e ta nob1li ima ciudad, o ha ya ab uelto. Lo dicen

y repiten los mil estremeCimientos de afecto y sim­patia que o acompaiian d1anamente ha ta Ia puer­

ta de Ia carcel. Y ahora, eiiore del Tnbunal, juzgadlos vosotro~. Decid i es delito reclamar para los deshcredados

. u parte de felicidad, si es crimino a su misi6n de

libertad, de igualdad, de paz, para Ia cansada raza

hum:ma. Yosotro no querrei , no osareis condenar a esos

sereno combatientes de una idea, por culpas que no han cometido.

fine de este iglo, nacid<> de una revoluci6n, Ia cual cscribi6 oon sangre y pr<>mulg6 con el fuego de su canones Ia declaraci6n de los derechos del hom­bre en esta Genova, augusta por Ia memoria de do grandes revolucionario : Cristobal Colon, soii-ando

ante vuestro golfo encantador con un nuevo mundo para regalarlo a Ia vieja Europa, y fost: .1/rnz: •. ,;,

deseando una Italia mae tra de verdades y de justi­cia entre Ia gentes; dos grande solitarios, dos

grandes perseguidos y e carnecidos por el vulgo com-

LA ANARQLIA A 'TE

puesto de almas tontas y necia , en esta GenoYa, repito, y ante este pueblo fie! a sus trad1ciones d libertad, una condena a! pensamiento, como ena aceptar en todo 6 parte las conclus10nes del F1scal, _ ignificana un ultraJe a estas solemnes memorias.

Y vosotros, :\Iagistrados, absoll·ereis. Tengo fe en ello.

Que i creyerais poder detener el camino de las ideas de redenci6n social con los afios de reclusi6n y de vigilancia, os declara eis competentes para juzgar las imprescript1bles manife tac10nes del hu­mano pensam1ento que trabaJa para Ia paz y Ia feh­cidad de los hombres j si OS determinarai a seiiaJar las frente serenas de aquellos mtegros trabajadores con el estigma de una creida mfamia, que a! fin y a! cabo no seria para ello mas que el bautismo del sa­crificio, i ob ' entonces, aun cuando yo este lejos al pronunciar Yuestra sentencia, acordaos 1 ob jueces! de estas mis ultimas y honradas palabras Por encima de vuestra sen ten cia esta Ia sentencia de Ia Historia; por encima de vuestros tribunales esta el tribunal in­corruptible del porvenir.

<Ruidosos y p>·oiongados a.plausos, e11 vano 1·eprimido3 por e/ p1·~idente. La calurosa demostraci6n se renueva en Ia calle pol' Ia multitud entusill3mada al grito de: 1 Vivan los malhecft ores ftonrados!)

FIN