Traducción Eneida

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Traducción corregida. Virgilio, Eneida, 660-686 Aquí el grupo que sufrió heridas, al luchar por la patria; y quienes eran sacerdotes castos, mientras permanecía la vida; y quienes eran píos vates y hablaron cosas dignas a Febo, o quienes adornaron la vida por medio de artes descubiertas; y quienes hicieron, mereciendo, a otros reconocidos suyos; a todos estos se les ciñen las sienes con nívea cinta. A éstos, esparcidos en torno, así habló la Sibila a Museo ante todos, pues éste estaba en medio de la turba, lo mira, sobresaliendo en sus altos hombros: “Digan, felices almas y tú, óptimo profeta, ¿qué región tiene a Anquises?, ¿qué lugar tiene? Pues por su causa hemos venido y atravesamos los grandes ríos del Erebo”. Y el héroe devolvió respuesta así, con pocas palabras: “Nadie tiene una casa; habitamos en bosques opacos y vivimos en los lechos de las riberas y en los prados frescos con los ríos. Pero ustedes, si la voluntad se dirige con el corazón, superen el yugo y los pondré en camino fácil”. Dijo y antepuso su paso y muestra los campos resplandecientes de arriba; desde aquí abandonan las más altas cumbres. Mas el padre Anquises pasaba revista a las armas encerradas hasta lo más profundo, en un valle verde, estas que deben ir hacia la luz de arriba, revisando afanosamente, y contaba por casualidad todo el número de queridos familiares, destinos, fortunas de hombres, costumbres y el grupo. Y él, luego que vio a Eneas, extendiéndose hacia enfrente por las hierbas, alegre, tendió

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Traduccin corregida. Virgilio, Eneida, 660-686Aqu el grupo que sufri heridas, al luchar por la patria; y quienes eran sacerdotes castos, mientras permaneca la vida; y quienes eran pos vates y hablaron cosas dignas a Febo, o quienes adornaron la vida por medio de artes descubiertas; y quienes hicieron, mereciendo, a otros reconocidos suyos; a todos estos se les cien las sienes con nvea cinta. A stos, esparcidos en torno, as habl la Sibila a Museo ante todos, pues ste estaba en medio de la turba, lo mira, sobresaliendo en sus altos hombros: Digan, felices almas y t, ptimo profeta, qu regin tiene a Anquises?, qu lugar tiene? Pues por su causa hemos venido y atravesamos los grandes ros del Erebo. Y el hroe devolvi respuesta as, con pocas palabras: Nadie tiene una casa; habitamos en bosques opacos y vivimos en los lechos de las riberas y en los prados frescos con los ros. Pero ustedes, si la voluntad se dirige con el corazn, superen el yugo y los pondr en camino fcil. Dijo y antepuso su paso y muestra los campos resplandecientes de arriba; desde aqu abandonan las ms altas cumbres. Mas el padre Anquises pasaba revista a las armas encerradas hasta lo ms profundo, en un valle verde, estas que deben ir hacia la luz de arriba, revisando afanosamente, y contaba por casualidad todo el nmero de queridos familiares, destinos, fortunas de hombres, costumbres y el grupo. Y l, luego que vio a Eneas, extendindose hacia enfrente por las hierbas, alegre, tendi ambas palmas y las lgrimas se derramaron y la voz sali de su boca: