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XI Congreso Español de Sociología
Crisis y cambio: Propuestas desde la Sociología
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Titulo: La movilidad residencial de los jóvenes en la
transformación urbana del área metropolitana de Granada
Autor/es: Susino Arbucias, Joaquín; Fuster González, Nayla
Inserción
institucional:
Departamento de Sociología, Universidad de Granada
Palabras Clave: Movilidad residencial, área metropolitana de Granada, juventud,
emancipación
Correo Electrónico: [email protected]
Teléfono: 690 21 10 67 / 640 12 57 16
Resumen: La movilidad residencial es clave para entender la evolución de las
ciudades pues ésta afecta al desarrollo y la reconfiguración urbana. A su
vez la emancipación de los jóvenes constituye una forma de movilidad
residencial diferenciada. En este estudio, partiendo de una encuesta del
área metropolitana de Granada sobre vivienda, se analiza la emancipación
de los jóvenes y su influencia en la reconfiguración social del espacio
urbano en Granada y su área metropolitana1. Estudios anteriores muestran
que son múltiples los factores que intervienen tanto en la emancipación
como en la dirección de los desplazamientos residenciales. El objetivo de
la comunicación es doble. Por un lado, examinar las diferentes pautas de
movilidad de los jóvenes en función de la posición que ocupan en la
estructura social y analizar si tienen pautas diferenciales respecto a la
movilidad residencial familiar. Por otro lado, analizar los posibles
motivos sociales, culturales y de preferencias que podrían explicar el
porqué de la dirección de los desplazamientos.
1 Esta comunicación forma parte de los resultados del proyecto de investigación titulado "La movilidad
residencial en la reconfiguración social de las áreas metropolitanas españolas", del Plan Nacional de I+D
CSO2011-29943-C03-03, financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación
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La movilidad residencial de los jóvenes en la transformación urbana del
área metropolitana de Granada
Nayla Fuster y Joaquín Susino
1. Introducción
Hablar de juventud es, ante todo, hablar de una fase diferenciada del ciclo vital
caracterizada por la transición hacia la vida adulta. Uno de los momentos claves de esta
transición es la emancipación de la familia de origen, en la que el joven se desprende de las
dependencias familiares y asume responsabilidades y funciones propias de un adulto;
especialmente la emancipación residencial donde el joven, en solitario, con amigos,
compañeros o en pareja, inicia un proyecto de vida autónomo de su familia de origen en una
nueva vivienda (Garrido y Requena, 1997).
Este proceso de emancipación residencial tiene importantes implicaciones sobre el
mercado de vivienda y los cambios urbanos. Por un lado, porque los jóvenes en edad de
emancipación tienen unas tasas de movilidad, en general, muy superiores a las del resto de
edades por el momento del ciclo vital en el que se encuentran (Susino, 2010). Por otro lado,
porque el impacto sobre el mercado de vivienda es mayor que en otras transiciones
residenciales puesto que, normalmente, no se libera una vivienda en el cambio (Módenes,
2001). Y, por último, porque la población joven es la gran protagonista de la movilidad
residencial y de la suburbanización producida en las últimas décadas (Susino y Duque, 2012).
Nuestro objetivo es estudiar el papel de la emancipación en la reconfiguración social
metropolitana; es decir, en el cambio que se produce en la distribución espacial de los
distintos grupos sociales en la ciudad y en las relaciones entre ellos, como consecuencia de
sus diferencias en la movilidad residencial y migratoria. Si bien la emancipación juvenil es el
principal componente de la formación de nuevos hogares, no hay que olvidar que es una
forma de movilidad minoritaria en relación al total de cambios de vivienda. Además, no existe
un único modelo de joven, sino una gran variedad de jóvenes, por lo que sería un error
considerar su movilidad como si se tratara de un grupo social homogéneo (Cruz y Santiago,
1999; Hernández y Susino, 2008).
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2. La emancipación de los jóvenes en España: retraso y características.
Una parte importante del debate sobre la emancipación en España se ha centrado en su
retraso, la prolongación de la permanencia en el hogar paterno hasta edades cada vez más
avanzadas. Aunque no es éste el objeto de nuestro trabajo, una breve revisión de este debate
permite entender algunos de los factores que condicionan la incidencia que la emancipación
tiene sobre la reconfiguración social urbana.
Las teorías que han dominado la explicación del retraso de la emancipación han sido
tradicionalmente teorías económicas, aunque Gil Calvo (2002) señala que existen tres tipos de
modelos: económicos, institucionales y culturales. Las explicaciones económicas se centran
en que el retraso de la edad de emancipación está ligada a las dificultades que tienen los
jóvenes para acceder al mercado de trabajo y al mercado de vivienda. Este discurso domina en
los estudios sobre juventud y es el que los propios jóvenes adoptan y reproducen (Hernández
y Susino, 2008). Algunos autores (Cruz y Santiago, 1999; Colom et al., 2000; Fernández et
al., 2003; Garrido y Requena, 1996) afirman que la inestabilidad laboral y los bajos salarios
explicarían el retraso de la emancipación, ya que dificulta afrontar los gastos de una vida
independiente. Estos bajos recursos se unen a un mercado de vivienda con altos precios.
A esto Bernardi (2007) añade la importancia del tamaño de las cohortes, puesto que los
jóvenes que pertenecen a generaciones numerosas encuentran peores oportunidades vitales
que las de sus padres. En línea con los trabajos de Easterlin sobre la fecundidad, la
perspectiva de una movilidad social descendente tiende a retrasar la emancipación (véase
también Garrido y Requena, 1996; De Miguel, 2000; Albertini, 2010).
Las limitaciones de esta perspectiva, según Gil Calvo (2002) vendrían dadas porque el
aumentar los niveles de empleo o los salarios o incluso al bajar los precios de la vivienda los
jóvenes tampoco adelantan el calendario de emancipación. Además, incluso en las
explicaciones económicas ligadas al mercado de vivienda, hay que acercarse a la cultura de la
propiedad para entender el retraso. En los discursos sociales la vivienda propia se equipara
con la vivienda en propiedad, que provee estabilidad y seguridad, mientras que el alquiler está
cargado de connotaciones negativas (Garrido y Requena, 1997; Cruz y Santiago, 1999;
Albertini, 2010; Fernández et al., 2003; Hernández y Susino, 2008; Ferrer y Jiménez, 2009).
Hay, por tanto, que acudir a otras perspectivas, si no alternativas, sí complementarias.
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Desde el punto de vista de las estrategias de movilidad social, muchos afirman que el
retraso de la emancipación es una estrategia de movilidad social ascendente mediante la que
se van acumulando recursos materiales y cognitivos para la futura emancipación. Las familias
llevan a cabo “estrategias de instalación de la prole” ayudándoles a ahorrar para acceder a la
propiedad o a una vivienda cercana para proporcionar cuidados mutuos (Modénes y Cabré
2001; Gil, 2002; Lorenzo y Martínez, 2003), además de “estrategias de retención” (Gaviria,
2002), donde los padres proporcionan a los jóvenes comodidad y relaciones flexibles y menos
autoritarias reduciéndose así los incentivos tradicionales asociados a la emancipación (por
ejemplo, la necesidad de espacio para la intimidad no aparece en los discursos de los jóvenes
como una preocupación ni un problema) (Hernández y Susino, 2008).
Otras explicaciones están relacionadas con el familismo mediterráneo. Gil Calvo (2002)
afirma que en España el modelo de familia católico y paternalista hace que los jóvenes
tiendan a permanecer más tiempo en el hogar familiar (al contrario que el modelo liberal
característico de Francia o los países nórdicos). Así, irse joven se interpreta como un fracaso
de las relaciones familiares. Cuando los jóvenes se marchan suelen hacerlo a zonas cercanas y
en la mayoría de las ocasiones siguen manteniendo la habitación del hijo emancipado en el
hogar familiar. Módenes (2001) lo llama “casas abiertas”, siempre disponibles al regreso en
caso de dificultad económica, separación, divorcio, viudez, etc. (veáse también Gil y Garrido,
1997; Gaviria, 2002). Así, en España la emancipación se relaciona con lógicas de seguridad y
protección: la vivienda tiene que ser en propiedad, nueva, con muebles nuevos…, mientras
que en Francia, se relaciona con lógicas de autonomía y riesgo; los jóvenes aceptan vivir en
pisos antiguos, en alquiler y con muebles recuperados (Gavira, 2002).
Otras aportaciones lo relacionan con un cambio de valores respecto a épocas anteriores.
Se ha pasado de la ética del trabajo a la ética del ocio, pues la sensación de carencia de
proyecto para el futuro, hace que los jóvenes se orienten hacia la satisfacción inmediata de las
necesidades (Cruz y Santiago, 1999). Hernández y Susino (2008) señalan que el trabajo se ha
desvinculado del proceso emancipatorio, se trabaja por el mantenimiento de un cierto nivel de
vida asociado a un consumo, principalmente relacionado con el ocio y la imagen. El trabajo
les proporciona un nivel de vida alto que, unido a la comodidad del hogar familiar y la
prolongación de la formación, hacen que la emancipación sea poco atractiva, pues supondría
una renuncia al nivel de vida alcanzado (Garrido y Requena, 1997; Cruz y Gordillo, 1999;
Lorenzo y Martinez, 2003).
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Finalmente, en España, el motivo por el que los jóvenes se van del hogar familiar,
parece estar más relacionado con la formación de la pareja que por el valor de la
emancipación en sí misma. Multitud de autores (Cruz y Santiago, 1999; de Miguel et al.,
2000; Modénes y Cabré, 2001; Gil Calvo, 2002; Valles, 2007) coinciden en que ésto parece
un requisito indispensable para la formación de un nuevo hogar; hasta el punto que incluso en
los discursos sociales de los jóvenes se confunde la emancipación con la formación de la
pareja o el matrimonio (Hernández y Susino, 2008).
Aun así, la emancipación es el principal componente de la formación de los nuevos
hogares, e influye en la reconfiguración urbana y metropolitana a través de las distintas
estrategias y preferencias de los jóvenes en su proceso de emancipación. Expectativas de tipo
de vivienda, régimen de tenencia y zona de residencia no son las mismas en el momento de la
emancipación que en posteriores fases del ciclo vital, ni son comunes a todos los jóvenes,
cualquiera sea su posición en la estructura social.
3. Pautas de movilidad residencial asociadas a la emancipación
Las pautas de movilidad diferencial de los jóvenes tienen características particulares que
diferencian su movilidad de la de otros grupos, por el momento del ciclo de vida en el que se
encuentran. No hay, sin embargo, muchos trabajos que aborden la movilidad específica en el
momento de la emancipación, pues esta suele englobarse en la de los jóvenes en general,
muchas veces cuando ya viven en pareja y tienen hijos.
Una de las características principales es su protagonismo en la suburbanización en las
ciudades españoles (López y Recaño, 2008, Susino, 2010). Este traslado, explica el cambio
del perfil socio demográfico de la población en las últimas décadas: el envejecimiento del
centro y el rejuvenecimiento de la corona metropolitana (Modénes, 2001). Entre las
explicaciones se cita la saturación del tejido urbano, el aumento de los precios del suelo, y el
aumento de la demanda de vivienda, lo que provocó en los años ochenta una masiva
movilidad de los jóvenes con hijos hacia las áreas periféricas de las ciudades buscando
viviendas más grandes a precios más bajos.
Por otro lado, muchos autores coinciden en que las relaciones de parentesco y la red
familiar son muy importantes para explicar el comportamiento residencial de los jóvenes
cuando se emancipan. La familia influye en las decisiones de movilidad y localización, en
parte porque da ayuda económica para financiar la vivienda. Es así porque la emancipación
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residencial de un joven no suele significar aislamiento de su entorno familiar y social, es más,
en muchas ocasiones, dentro de la estrategia se cuenta la permanencia en el barrio o en una
zona cercana al domicilio paterno para no perder las ayudas mutuas. Incluso hay quienes
observan que hay una cierta reproducción de las trayectorias residenciales de los padres
(Modénes, 2001).
Sin embargo, las diferencias en nivel de estudios, clase social de pertenencia, estado
civil, etc. influyen, no solo en la emancipación sino también en la dirección de los
desplazamientos. Ya que en las decisiones de movilidad residencial influyen tanto factores
macro, sean el mercado de trabajo o el mercado de vivienda, como aspectos micro, las
preferencias de los actores sociales y sus estrategias.
En este sentido, generalmente suele asociarse a los obreros con una menor movilidad,
ya sea por sus menores posibilidades económicas, por su dependencia del transporte público o
por la existencia de lazos comunitarios fuertes en sus barrios de origen. Pero entre jóvenes
obreros la movilidad es alta y con un notable grado de suburbanización, posiblemente por una
emancipación ligada a la formación de una nueva familia y al acceso a una vivienda en
propiedad. Mientras que directivos, profesionales y técnicos tienen una movilidad muy
superior en edades más tardías, asociada a la postergación de la emancipación y a trayectorias
residenciales vinculadas a las carreras profesionales, con una mayor movilidad territorial y
social. Por otra parte, las clases medias altas tienen una mayor tendencia a la suburbanización,
pero en edades adultas, en momentos del ciclo familiar en que la familia está creciendo por la
llegada de los hijos, mientras que en los jóvenes se observa menor suburbanización (Susino,
2010; Susino y Duque, 2012).
En los discursos de los jóvenes, la opción de vivir en las afueras de las ciudades se
percibe como una tendencia cada vez más mayoritaria y se asocia a precios más bajos. Existe
efectivamente un imaginario de la estratificación de la ciudad, una valoración de las zonas
(por distancia de los servicios o del centro y por la población que la habita) que se reflejarían
en las diferencias de precios según la ubicación de la vivienda (Ferrer y Jiménez, 2009). En
los discursos de clases medias, vivir en el centro de la ciudad aparece como una opción, frente
a vivir en la periferia, que supone una pérdida de calidad de vida, sobre todo por el tiempo
empleado en desplazamiento. Por el contrario las clases trabajadoras no parecen tan
preocupadas por la zona como por las características de la vivienda: tamaño y comodidades
(por ejemplo: las mujeres de clases trabajadoras prefieren viviendas unifamiliares). Y si bien
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participan en el discurso de estratificación por zonas, quienes viven en zonas menos valoradas
le restan importancia y se la dan a las características de la vivienda (Hernández y Susino,
2008).
Respecto al tipo de régimen de tenencia, el discurso dominante identifica vivienda con
propiedad y el alquiler parece apenas contemplarse como opción, aunque encontramos
diferencias: entre los que tienen menor nivel educativo y trabajos no cualificados, prefieren la
propiedad. Aunque haya excepciones, por ejemplo, los hombres no cualificados y con un
nivel educativo medio, no descartan por completo el alquiler. En los grupos de clases más
acomodadas y con estudios superiores el alquiler permitiría vivir por menos dinero o en una
mejor zona. Aunque también hay aquí peculiaridades, por ejemplo el grupo de mujeres no
emancipadas, con formación universitaria, tiene una clara preferencia por la propiedad, a
pesar de que comparten la mayoría de argumentos a favor del alquiler (Hernández y Susino,
2008).
En los siguientes cuadros aparecen sintetizadas las aportaciones de diversos autores al
respecto, diferenciando en razón de la dirección de la movilidad: hacia zonas centrales de la
ciudad o hacia las periferias, especialmente suburbanas, prestando especial atención a los
motivos o explicaciones de esta movilidad diferencial.
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Como hemos visto, no hay un único modelo de joven, sino una diversidad de grupos
que mantienen estrategias de emancipación residencial heterogéneas (Módenes, 2001). No
hay una única pauta de movilidad, apareciendo diferencias de diversos tipos.
El interés del estudio de esta primera pauta de movilidad residencial, viene dada, en parte
porque la primera residencia, puede definir el nivel social de la familia dentro de la
comunidad en la que convive. Es en ésta fase de la vida en la que se configura el lugar social
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que probablemente ocupara el individuo la mayor parte de su vida (Garrido y Requena, 1997).
Por otro lado, porque las estrategias y expectativas de emancipación desiguales que asumen
los jóvenes de distintos grupos sociales, influirán en la división social del espacio,
aumentando o disminuyendo la segregación por zonas: algunas de alto estatus y otras
principalmente obreras, la expansión de ciertas zonas, el envejecimiento en otras, o incluso en
la existencia de un mayor o menor mercado de viviendas de alquiler. En este sentido, el caso
de la ciudad de Granada, permite contemplar estas diferencias por zonas y por tipo de
vivienda; al ser una de las ciudades españolas donde el proceso de suburbanización ha sido
más fuerte, con un centro de la ciudad más envejecido y una periferia más joven (Susino,
2010).
4. Fuentes y metodología
La fuente principal de datos es la encuesta sobre vivienda realizada por el Instituto de
Desarrollo Regional de la Universidad de Granada en 2008 a petición del Ayuntamiento de
Granada2. Esta encuesta se insertaba en un informe más amplio sobre población y viviendas
en Granada (Ferrer y Jiménez, 2009), que formaba parte de los trabajos de información
realizados para la formulación del planeamiento urbanístico municipal, y partía de la idea de
que los procesos demográficos y residenciales no pueden estudiarse en Granada sin tener en
cuenta la dimensión metropolitana que ha alcanzado la ciudad.
Se llevó a cabo durante los meses de junio a diciembre del 2008, dirigida a personas de
18 años o más que habitaban en Granada capital y el resto de su área metropolitana. El tipo de
muestreo fue bietápico estratificado, con las secciones censales como primera unidad de
selección mediante muestra aleatoria simple con probabilidad proporcional al tamaño de la
población en la sección censal y al hogar como segundo nivel a partir de una muestra aleatoria
de viviendas dentro de la sección3. El acceso a las viviendas se hizo a partir de sendas
relaciones de hogares: la lista de localizaciones de viviendas que mantiene el Ayuntamiento
de Granada y la lista de viviendas del Catastro en el caso de la corona metropolitana. Una vez
que se accedía a la vivienda, los individuos encuestados se seleccionaban en función de
cuotas de edad y sexo en proporción a la distribución de ambas variables en la población. 2 Agradecemos al Ayuntamiento de Granada el permiso dado para explotar esta encuesta con fines de
investigación. Aunque la encuesta pertenece al Ayuntamiento, nos referiremos a ella por el instituto de
investigación que la realizó, el IDR. 3 Con objeto de hacer más preciso el muestreo las secciones censales se consideraron agrupadas en unos estratos
que resumían las características socioeconómicas de su población. Tales estratos fueron construidos a partir de
un análisis de conglomerados con datos censales del año 2001. Dentro de cada sección se tomaban al azar 20
viviendas.
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El tamaño de la muestra -calculado para los niveles de confianza y precisión
habitualmente utilizados en este tipo de encuestas- fue para Granada capital de 1.529 hogares
y para el caso de la corona de 893. Efectivamente, se terminaron encuestando 1.473 y 890
hogares respectivamente.
Aunque el Plan de Ordenación de la Aglomeración Urbana de Granada de 1999
comprende un ámbito de 32 municipios, en este trabajo el área se ciñe a lo que podría ser un
primer anillo de interrelaciones conformado por 24 municipios y que, hoy por hoy, constituye
tanto el verdadero mercado unitario de trabajo y vivienda que se genera en torno a la ciudad,
como el origen y destino del grueso de los desplazamientos pendulares que cada día se
producen entre los municipios metropolitanos.
Para la construcción de dichas áreas metropolitanas se parte de los ámbitos delimitados
a partir de la movilidad cotidiana por razón de trabajo (Feria y Susino, 2005). Ámbitos
funcionales en que la cohesión interna se produce exclusivamente a través de los mercados de
trabajo. El paso siguiente es analizar la movilidad residencial para delimitar áreas
metropolitanas donde se verifique una doble unidad funcional, de los mercados de trabajo y
vivienda. Esto se ha realizado partiendo del análisis de las matrices de movilidad residencial
entre todos los municipios del área más amplia y dentro de cada municipio, según el censo de
2001 (Feria et al., 2008). Se incluyen como plenamente metropolitanos los municipios cuyo
mercado de vivienda ha alcanzado un cierto umbral que nos permite identificarlo como
metropolitano. Como resultado de aplicar este criterio, los 24 municipios integrantes del área
metropolitana de Granada son: Albolote, Alfacar, Alhendín, Armilla, Atarfe, Cájar, Cenes de
la Vega, Cúllar Vega, Churriana de la Vega, Gójar, Granada, Güevéjar, Huétor Vega, Jun,
Maracena, Monachil, Ogíjares, Otura, Peligros, Pulianas, Santa Fe, La Zubia, Las Gabias y
Vegas del Genil4.
La encuesta comprende cuatro bloques: trayectoria residencial familiar, situación
residencial actual, expectativas de cambio de vivienda y preferencias residenciales. Además
de los datos de clasificación propios de toda encuesta sociológica. En esta comunicación se
profundizará en la movilidad residencial del área de Granada haciendo hincapié en
lasdiferencias y semejanzas entre movimientos residenciales por emancipación y otros tipos
de movilidad, tanto por lo que se refiere a las trayectorias residenciales anteriores, como a la
4 Para más información sobre el procedimiento seguido en la delimitación del área, ver Feria et al., 2008.
Posteriormente hemos perfeccionado este procedimiento de delimitación, utilizando lógica difusa, pero aun no se
había desarrollado cuando se diseñó la encuesta del IDR de 2008 (ver Susino y Barrena, 2010).
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posible demanda, gracias a que consta de una batería de preguntas dedicada a las expectativas
y preferencias de emancipación de los jóvenes.
5. Movilidad residencial en el periodo 1998-2008
Para analizar la movilidad residencial diferencial se han considerado tres grupos. En
primer lugar, los movimientos por emancipación que incluyen las personas que vivían con sus
padres o con otros familiares o parientes, se fueron solos o con parte de la familia con la que
convivían y actualmente viven solos, con su cónyuge o con otras personas no emparentadas,
menores de 39 años cuando dejaron la vivienda. Además se incluyeron los casos en los que
los individuos si bien no cumplían con estos requisitos, afirmaron que cambiaron por
emancipación. En segundo lugar, definidos de forma bastante restrictiva, los movimientos
familiares serían los protagonizados por individuos que vivían con su pareja o sus padres, se
mudaron toda la familia al completo y actualmente mantienen la misma situación de
convivencia. Por último, incluimos una última categoría que incluye el resto de cambios de
vivienda que no siguen las pautas anteriores, que incluyen movimientos como por ejemplo los
realizados por individuos que se separan o divorcian, por quienes cambian de vivienda en
solitario, o la movilidad residencial de quienes viven con personas no emparentadas.
Si bien, en la definición de emancipación el criterio fundamental es la forma de
convivencia antes y después del cambio, se ha utilizado un límite de edad para eliminar casos
de personas que cumpliendo esas condiciones no podían ser definidas como jóvenes. En todo
caso, los límites de edad de lo que es población joven son siempre convencionales y difíciles
de acotar (Cruz y Santiago, 1999; De Miguel et al.,2000); muchos los sitúan entre los 16 y 29
años (CIS, UE, INJUVE), otros consideran el grupo de edad de 18 a 34 años e incluso hay
quienes retrasan el límite hasta los 40 años (Garrido y Requena, 1997; Fernández et al.,2003).
Se analizó la dirección de la movilidad en éstos tres grupos: emancipación, familiares
y otros tipos, a lo largo de una década, de 1998 a 2008. Solo se consideraron los movimientos
internos al área, no la inmigración con origen exterior, fuese nacional o internacional. Nos
centramos en los movimientos que se producen, por un lado, dentro de Granada,
diferenciando entre los que tienen lugar en el mismo barrio y entre distintos barrios, por otro
lado, los movimientos de la corona a Granada y viceversa y, por último, los movimientos en
la corona, donde no se hace referencia a barrios sino a municipios. Pues en la corona
metropolitana los municipios son, en general, pequeños y los propios habitantes no suelen
distinguir bien los barrios que los constituyen.
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En el conjunto del área el total de personas que cambiaron de vivienda a lo largo de
los diez años anteriores a la encuesta se puede estimar en 192.000, sobre una población de 18
y más años que no llegaba a los 370.000 habitantes; lo que hace una tasa de movilidad de 519
cambios por cada mil habitantes (52 cambios expresada en tasa anual). Los cambios
familiares constituyeron aproximadamente la mitad de los desplazamientos, un 46% del total,
los cambios por emancipación fueron un 24% y los cambios de otro tipo supusieron el 30%
restante.
En la figura 1 se observan las diferencias en las tasas de movilidad residencial por mil
habitantes a lo largo de 10 años. Como se puede ver, las tasas totales de cambios familiares y
por emancipación son similares en Granada y la corona. Hay ciertas diferencias en la
distribución por ámbito del cambio entre emancipación y familiares, pero sobre todo en
relación con los de otro tipo.
Estudiar estos “otros tipos” parece de gran interés pues no solo constituyen
aproximadamente una tercera parte de los movimientos, sino por su propia heterogeneidad
que les otorga características especiales. No solo hay mayor presencia de los cambios entre
distintos barrios y menor desde Granada a corona, en comparación con los familiares y de
emancipación, sino que hay un gran contraste en la tasa global entre Granada y corona. En
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Granada representan un 38% del total de cambios, mientras que en la corona solo suponen un
16%.
Sin embargo, para estudiar los movimientos por emancipación nos parece conveniente
hacerlo comparando éstos movimientos con la movilidad con más peso en el total de cambios:
la movilidad familiar, que como hemos visto supone aproximadamente la mitad del total de
cambios. Es por esto, por lo que en los siguientes análisis nuestro interés se centrará en la
comparación entre estos dos grupos, obviando los otros tipos de cambio.
Ambos grupos reflejan el proceso de suburbanización acontecido en las últimas
décadas, así los movimientos de Granada con destino la corona son un 39% del total de
cambios por emancipación con origen en Granada y un 40% del total de cambios familiares
que parten de la ciudad central. Esto, unido a que entre los movimientos que tienen origen en
la corona, la mayoría (64%) son en dirección a otros municipios, y una pequeña parte (13%)
son de centralización, hacia el municipio central, denota el ámbito metropolitano del mercado
de vivienda en Granada, más allá de la tendencia en ciertos grupos a permanecer en el mismo
barrio o municipio.
En este sentido, las diferencias más destacables encontradas entre ambos tipos de
movilidad están relacionadas con el grupo socioeconómico al que pertenece el individuo que
cambia de vivienda. En la tabla 1 se resumen las diferencias de movilidad entre tres categorías
socioeconómicas. Los índices fueron calculados sobre la tasa de cambios en cada ámbito de
movilidad; es decir, que para cada fila habría un índice cien correspondiente a la tasa media
de todas las categorías socioeconómicas, por lo que los índices representan la mayor o menor
propensión a cambiar de cada categoría dentro de cada ámbito.
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Así, podemos ver que por lo que respecta a la emancipación, los trabajadores
manuales tienden a una movilidad de suburbanización más alta, pero también a mayor
movilidad dentro del mismo barrio de Granada y entre municipios de la corona. En contraste,
empresarios, profesionales y técnicos que se emanciparon son los que presentan mayor
propensión a cambiar desde la corona al municipio de Granada (centralización) y también
entre barrios distintos de la ciudad central, presentando índices más bajos de la media allí
donde los trabajadores manuales los tenían más altos. En general, los empleados de los
servicios y los trabajadores autónomos tienen índices intermedios, como corresponde a su
propia posición en la estructura social, aunque con alguna desviación respecto a esta pauta. La
principal es que son los que menor tasa tienen de suburbanización. En otro lugar (Susino y
Duque, 2013) hemos señalado, basándonos en datos censales, que las pautas de
suburbanización de las diferentes categorías sociales se apartan en Granada respecto a las
tendencias más generales que prevalecen en el conjunto de las áreas metropolitanas españolas.
Por otro lado, si nos fijamos en los índices de cambio familiares, podemos observar
que entre los trabajadores manuales también hay una tendencia a permanecer en el mismo
barrio y el mismo municipio, y destacan en los movimientos de la corona a Granada.
Respecto a los empresarios, profesionales y técnicos, al contrario que en el caso de los
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movimientos por emancipación, presentan fuerte tendencia a la suburbanización y una gran
movilidad entre municipios de la corona. Aun así, también son protagonistas en la movilidad
entre distintos barrios de Granada. En cuanto a los grupos intermedios, en este caso sus
índices, al igual que con la emancipación, son cercanos a la media, y solo se apartan de esta
con una baja tasa de movilidad intramunicipal.
Así, si bien hay patrones que son similares en ambos tipos, como el de permanencia en
el mismo barrio de los trabajadores manuales, parece que para un mismo grupo
socioeconómico varían entre la emancipación y el cambio familiar. Los trabajadores manuales
presentan una mayor tendencia a la suburbanización al emanciparse que otras categorías,
mientras que ocurre lo contrario con el cambio familiar de suburbanización en el que los
trabajadores manuales tiene una debilísima presencia. Sin embargo, profesionales y técnicos
duplican la media en su propensión a la suburbanización cuando el cambio es familiar y
destacan poco cuando es de emancipación.
Esta movilidad diferencial por grupos socioeconómicos y por tipos de movilidad
contribuye no solo a reproducir las diferencias socioespaciales en Granada y su corona, sino
que también puede acentuarlas o transformarlas. La importancia de la movilidad interna a la
ciudad central hace necesario estudiarla de forma más desagregada. La encuesta nos permite
analizar los movimientos intramunicipales por orígenes y destinos, en grandes unidades para
no perder significación estadística. Para ello utilizamos la agrupación de los barrios elaborada
para otro trabajo anterior (Palomares y Susino, 2011) que divide el municipio en tres zonas
combinando dos dimensiones, centralidad y composición social: casco histórico, enchanches
de clases medias y barrios populares, zonas que, en cierta forma, expresan una estratificación
espacial. Con esta agregación por zonas, construimos una matriz origen-destino para la
movilidad por emancipación y familiar, donde la diagonal significa que la gente se mueve
entre barrios pertenecientes a estratos equivalentes, mientras que por debajo supondrían un
ascenso en la categoría social o centralidad de la zona de residencia y por encima de la
diagonal un descenso. Nos acercamos, por tanto, a una interpretación de las estructura urbana
que presenta cierta homología con la estructura social.
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Aunque un análisis más desagregado ayudaría a matizar las siguientes deducciones, la
tabla 2 nos permite advertir que más de dos terceras partes de los movimientos se producen
entre zonas de estatus socioespacial parecido. Lo más relevante es que en los cambios
familiares los "ascendentes" son tres puntos porcentuales más frecuentes que los descendentes
(15,6 frente a 12,7), mientras que en la movilidad por emancipación apenas hay diferencias
(en torno a 16%). En los familiares, la mejora en el "estatus residencial" es, sin duda, un
motor de una parte de la movilidad. En la emancipación, el hecho mismo de la emancipación
residencial tiene prioridad sobre la zona a dónde se cambia.
En lo que respecta a movimientos por emancipación, pocos son los que cambian
dentro del barrio histórico de Granada, lo que en buena parte se debe a que es una zona de
población envejecida con pocos jóvenes en edad de emanciparse y los que lo hacen salen
hacia los barrios populares y periféricos. Sin embargo, en comparación con los cambios
familiares, pocos se mueven de los ensanches medios hacia el caso histórico, pero muchos
más son los que se mueven de los barrios populares a los ensanches medios. Es decir, que al
menos en la medida en que los datos disponibles lo permiten, parece haber una cierta
movilidad residencial ascendente con la emancipación, aunque sea menor que en los cambios
sucesivos.
Para comprender las cuestiones en juego en estos dos tipos de movilidad es necesario
ir más allá de estas hipótesis y valorar algunos factores subyacentes a estas apuestas de los
actores, para lo que nos centraremos en el último movimiento residencial, para el que la
encuesta nos ofrece información adicional relativa a la situación tras el cambio de vivienda.
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6. Ultimo movimiento residencial.
Para analizar éste último cambio se utilizaron los mismos criterios del epígrafe
anterior para diferenciar los tipos de movimientos residenciales. Dado que se trabajó solo con
el último cambio de vivienda (sin contar las migraciones) en los 10 años anteriores, contamos
en total con 935 casos, de los cuales 198 son cambios de vivienda por emancipación, que
suponen un 21% del total, 474 son cambios familiares que suman más del 50% y 263 son
otros tipos de cambio, el 28%.
En un intento por comprender a qué responden las distintas pautas de movilidad en el
espacio detectadas, nos preguntamos por su relación con algunos factores claves. La idea
subyacente es que no cabe dudar de la importancia de los factores económicos en el cambio
de vivienda, básicamente recursos a disposición de los sujetos para dar forma a sus estrategias
residenciales, tanto económicos como de redes y ayudas que puedan movilizar, así como los
precios de la vivienda, sea en compra o en alquiler, y las posibilidades de financiación que
ofrece el mercado y las instituciones públicas. Por eso nos detenemos en otros factores que
frecuentemente no reciben tanta atención. La encuesta nos permite investigar profusamente la
situación residencial actual en cuanto a características de la vivienda, satisfacción con el
barrio o redes de sociabilidad en el entorno residencial inmediato y en el metropolitano.
Algunos de estos aspectos son redundantes con el proceso de cambio de vivienda. Por
ejemplo, el arraigo en el barrio actual, que ya habíamos estudiado en otra ocasión anterior (de
Pablos y Susino, 2009). Es obvio que las personas que cambian de vivienda dentro del mismo
barrio están más arraigadas en él; el arraigo no puede ser una variable explicativa del cambio
puesto que es tanto un motivo de esa forma espacial de movilidad como su consecuencia,
puesto que los que se mueven en otro ámbito tienden a desarraigarse.
De las variables exploradas retenemos el régimen de tenencia de la vivienda tras el
cambio como un factor especialmente significativo para entender esas pautas espaciales de
movilidad, tanto entre los que se emancipan como en los cambios familiares5. Para hacerlo
nos fijamos exclusivamente en los cambios que tienen origen en la capital, diferenciando
entre los que se producen dentro del mismo barrio, los que se dan entre barrios distintos pero
de estatus y centralidad equivalentes, los que suponen un ascenso o descenso en estas
dimensiones y, por último, la suburbanización. Pues bien, el análisis de correspondencias
5 En los análisis de la figura 3 se han eliminado la tercera categoría del régimen de tenencia, la cesión gratuita,
por el pequeño número de casos y su posición muy excéntrica en los gráficos.
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simple (figura 2) muestra que las formas de movilidad más periféricas, es decir las de
suburbanización y las de "descenso" de estatus o centralidad, están ligadas a la propiedad de
la vivienda, especialmente en el cambio por emancipación, aunque también en menor medida
en el cambio familiar. Por otra parte, el cambio a una vivienda en alquiler (con independencia
del régimen de tenencia de la vivienda anterior) parece vinculado a otras formas de movilidad,
a una mayor probabilidad de "ascenso" para quienes se emancipan o incluso de permanencia
en el mismo barrio o mismo tipo de zona. En el caso del cambio familiar aparece vinculado a
la permanencia en el mismo barrio, pero no al ascenso.
El análisis de los tipos de movilidad espacial en relación con la condición
socioeconómica no resulta, sin embargo, tan claro. En la figura 3 se recogen los análisis de
correspondencias simples para las dos formas de movilidad que estamos comparando,
emancipación y familiar, aunque anteriormente advertíamos comportamientos diferentes en
función de la posición en la estructura social.
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En la figura 3, las categorías socioeconómicas analizadas configuran un triángulo,
lejos de situarse a lo largo de una única dimensión, como un continuo, del análisis de
correspondencias. Los trabajadores manuales están a parecida distancia de la suburbanización
y el cambio en el mismo barrio, es decir, de los dos tipos más opuestos de movilidad espacial.
Por el contrario, directivos, profesionales y técnicos se sitúan a una cierta equidistancia del
cambio entre barrios de parecido estatus y centralidad y el descenso; aunque en la
emancipación también están relativamente cerca de la suburbanización. Son los trabajadores
de los serlos que tienen una relación más ambigua con las formas espaciales de movilidad que
hemos distinguido. En el momento de la emancipación son los más alejados de la
suburbanización, al contrario que en el cambio familiar. Lo llamativo es que están
relativamente cerca de trayectorias de ascenso residencial, a pesar de la relativa excentricidad
de esta categoría, que es sobre todo especialmente ajena a los trabajadores manuales.
7. Expectativa de movilidad futura
Como hemos visto, la movilidad no solo está relacionada con el estatus socioeconómico,
también tiene relación con las expectativas y preferencias de los individuos. En la encuesta
existía una batería de preguntas destinadas a conocer qué preferían los encuestados en el caso
de que pudiesen elegir con toda libertad la tipología de vivienda y la zona donde vivir, sin
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condicionantes económicos o de otro tipo. Para analizar los datos referidos a las preferencias
se ofrece, en la figura 4, dos análisis de correspondencias múltiples: uno calculado para los
posibles movimientos familiares y otro para los de emancipación. Es decir, no analizamos ya
movimientos reales, ni siquiera expectativas de cambios, sino preferencias residenciales muy
generales que diferenciamos en función de la posición que los individuos ocupan en el hogar.
Por un lado, las personas menores de 64 años que dijeron convivir con su pareja o con sus
hijos; por otro, menores de 39 años que residen en la vivienda familiar de sus padres. Los
hemos llamado, respectivamente, familiar y emancipación, aludiendo a que esas preferencias
harán referencia más bien a un posible cambio de uno u otro tipo.
Si analizamos el área a que prefieren moverse junto a la que estarían dispuestos a
hacerlo, encontramos que hay cuatro posibilidades: los que prefieren la corona metropolitana
y solo están dispuestos a cambiar a la corona; los que prefieren Granada y solo están
dispuestos a residir en la capital; los que ven el cambio a la corona simplemente como
aceptable, aunque prefieran la capital; y los que ven aceptable vivir en Granada aunque
prefieran la corona, opción que es tan minoritaria que no aparece en los gráficos.
Las variables adicionales utilizadas son cuatro. La primera se refieren al tipo de zona
residencial preferido, distinguiendo entre tipos de barrios de forma parecida a como se ha
hecho anteriormente, al distinguir entre casco histórico, barrios centrales de clases medias,
barrios populares, o nuevas zonas de desarrollo, además de la opción referida al mismo barrio.
La segunda se refiere a la tipología de la vivienda, distinguiendo entre pido, unifamiliar
adosada y unifamiliar aislada. La tercera, El tipo de construcción, distinguiendo entre
rehabilitada, nueva e indiferente. Por último, una pregunta más general ofrecía una serie de
frases entre las que elegir la más cercana a los gustos del encuestado: una vivienda más
amplia o más nueva en el mismo barrio (aparece en los gráficos como vivienda más amplia),
una vivienda en una zona mejor aunque sea similar a la actual (zona mejor), una vivienda más
próxima al campo o la naturaleza (más próxima al campo), una vivienda más cercana al
trabajo o mejor comunicada (zona céntrica), una vivienda en una urbanización cerrada con
zonas comunes (urbanización cerrada), una vivienda en mejores condiciones
independientemente de la situación (mejores condiciones).
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Si nos atenemos a las tres posibilidades de zonas de preferencia y disposición,
observamos un patrón coherente en los que tienen a Granada como zona preferente pues éstos
buscan una zona céntrica o un barrio consolidado, prefieren viviendas rehabilitadas o les da
igual y les gustaría principalmente vivir en una vivienda más amplia. Estos vínculos son
mucho más cercanos entre los que están en edad de emancipación que entre los que están en
una situación de posible cambio familiar. Por el contrario, los que prefieren la corona, parecen
sobretodo buscar la cercanía a la naturaleza, pues dicen querer una vivienda más próxima al
campo, por lo que parecen alimentar un imaginario de lo suburbano como próximo a lo rural.
Además, en relación con esto último, son los más cercanos a la preferencia por viviendas
unifamiliares aisladas o chalets. Por último, parece que aquellos que ven la corona como
aceptable son los que más cercanos a los nuevos desarrollos urbanos que se están
produciendo: preferencia por urbanizaciones cerradas, zonas de nuevo desarrollo y; viviendas
de nueva construcción y en mejores condiciones. De nuevo aquí, los vínculos se presentan
más cercanos entre los están en una situación de posible emancipación.
En otros aspectos, para los que están en situación posible cambio familiar una zona
más comunicada parece estar más relacionada con la corona metropolitana, mientras que para
los que se emanciparían esta más relacionado con Granada. Pero, sobre todo, lo que aparece
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en los análisis de correspondencia es una mayor rotundidad en la relaciones entre las variables
enunciadas anteriormente.
8. Conclusiones
Este trabajo se mueve en una línea de investigación que venimos desarrollando desde
hace tiempo. La ciudad metropolitana, que es la forma típica que la mayoría de las ciudades
españolas han adquirido en las últimas décadas, está sometida a claras tendencias a la
suburbanización, a la extensión del proceso de crecimiento urbano más allá de los límites
tradicionales de la ciudad dominante hasta los años setenta. Estas tendencias son fruto, sin
duda, de factores estructurales cuya lógica se sitúa más allá de los que los actores individuales
pueden controlar. Pero, a su vez, estos actores desarrollan estrategias de movilidad residencial
que intentan adaptarse a tales circunstancias, desarrollando sus preferencias, construyendo
expectativas y tomando decisiones que contribuyen a moldear las transformaciones urbanas.
Entre los cambios más importantes que se están produciendo en nuestras ciudades se
cuenta la suburbanización. Pero para entenderla hay que hacerlo en el contexto de otras
opciones y otras estrategias residenciales. En este trabajo hemos constatado la importancia de
la movilidad de los jóvenes ligada a la emancipación. En cierta medida sustentan parecidas
representaciones sociales sobre la ciudad y sobre lo que es deseable como opción residencial.
A partir de la encuesta analizada parecería que estos jóvenes mantienen posiciones más
rotundas y definidas. Unas posiciones muy dependientes del ideal de la vivienda en propiedad
y en parte también del ideal suburbano. Este no aparece solo como la única opción posible en
un marco de circunstancias dadas, como es la carestía de la vivienda en las zonas centrales,
sino como algo deseable, una aspiración que está más allá de ser un simple mal menor.
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