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En el conjunto social afectado, junto a comportamientos de ayuda mutua y de colaboración social, pueden aparecer problemas psicológicos que se pueden clasificar en tres tipos de síndromes: - Síndrome del estrés postraumático: Surge como respuesta retardada o prolongada a una grave amenaza, a un acontecimiento psicológicamente desastroso que se encuentra fuera del marco normal de la experiencia habitual. Síntomas específicos: - Reexperimentación del acontecimiento traumático: el individuo tiene pensamientos recurrentes e invasores del evento o bien sueños angustiantes. También pueden darse episodios disociativos. Existe un intenso malestar psicológico. - Evitación persistente de los estímulos asociados al acontecimiento: el individuo efectúa esfuerzos deliberados para evitar sus pensamientos o los sentimientos que provocan sus recuerdos. Esto puede suponer una amnesia psicógena: el sujeto puede quejarse de que se siente distanciado o extraño con respecto a los demás, de que ha perdido la capacidad para interesarse por actividades que previamente le atraían o de que nota un descenso marcado en la capacidad de sentir emociones de cualquier tipo, especialmente aquellas asociadas con la intimidad, la ternura o la sexualidad. - Aumento del "arousal": el individuo tiene una hiperexcitación autónoma con hipervigilancia y reacción aumentada de alarma, que le puede producir un largo periodo de insomnio. - Es frecuente la idea de suicidio, el abuso de las drogas y del alcohol. El comienzo del síndrome puede surgir a los pocos días o semanas. Rara vez excede a los seis meses. - Síndrome de aflicción por la catástrofe: Para las personas que han sufrido pérdidas considerables las reacciones emocionales más probables son el dolor (dolor por la pérdida de seres queridos, del hogar, de posesiones, de sustento, etc.) que manifiestan con acusados signos de tristeza, ira, ansiedad, nostalgia, preocupación, sentimiento de desgracia con intensidad y duración mantenida en el tiempo. Puede aparecer una regresión y una mayor dependencia, así como un mayor aislamiento o incremento de la apatía. A veces el dolor se cronifica y puede aparecer en forma de profunda depresión. Hay factores que incrementan la morbilidad psicológica entre los afectados, por ejemplo la falta o escasez de ayudas sociales y la pérdida de un hijo. - Síndrome del superviviente: Sentimientos de frustración o culpabilidad por no haber sabido ayudar a las víctimas, fuerte ansiedad que puede dar lugar a conductas agresivas o suicidas, reivindicación y protestas colectivas que se manifiestan en una fuerte agresividad, con razón o sin ella, hacia las autoridades consideradas como los culpables de que se haya producido la catástrofe e, incluso, hacia los servicios de emergencia como culpables de que se haya tardado en el envío de ayuda. La irritabilidad, la ira y la agresión aumentan en los años siguientes al desastre; también los desórdenes físicos (hipertensión, cefaleas tensionales, trastornos gastrointestinales) y los porcentajes de mortalidad aumentan entre los supervivientes, siendo particularmente notable en el año siguiente a la catástrofe entre los familiares de víctimas que no sobrevivieron. - Efectos en los niños: En niños afectados por desastres se constatan comportamientos regresivos y un gran aumento de la dependencia. También aumenta la vulnerabilidad para tensiones futuras y aparece un sentido alterado de poder sobre las mismas. Los efectos en los niños dependen de su nivel de desarrollo en el momento del suceso, de sus percepciones de las reacciones familiares al suceso catastrófico y del grado de exposición directa del niño al trauma. Los niños tienden a reflejar las reacciones de sus padres. También ha aparecido la paralización psíquica y el sentimiento de un futuro corto provocado por la cercanía de muertes que pueden ser masivas. Esto puede tener un efecto contraproducente, sobre todo en países en vías de desarrollo donde ellos mismos renuncian a la escolarización y forman su propi a familia cuando son demasiado jóvenes.

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A - Efectos individualesJunto con una vivencia de vulnerabilidad y falta de control sobre losacontecimientos, la desorganización psicológica propia de la crisis se manifiestaen alteraciones en distintas áreas del funcionamiento. Por lo tanto, las personasafectadas por una emergencia o desastre pueden presentar algunos de lossiguientes efectos:Efectos cognitivos• Incredulidad y dificultad para dimensionar la magnitud del evento crítico • Confusión • Dificultad para pensar • Dificultad para focalizar, tendencia a la dispersión • Dificultad para encontrar alternativas de solución a los problemas • Dificultad para tomar decisiones • Dificultades de concentración • Dificultad para incorporar nuevas informaciones • Reexperimentación del evento crítico • Asociación de objetos, personas o situaciones con la emergencia o desastre Efectos emocionales• Fuerte impacto emocional, estado de shock • Emociones intensas de angustia, tristeza, rabia, miedo o impotencia • Desborde emocional • Labilidad emocional • Tensión e irritabilidad • Aplanamiento afectivo • Negación o minimización • Desconexión emocional • Revivir los efectos emocionales generados por la emergencia o desastre Efectos conductuales• Sobreactivación o conductas erráticas • Impulsividad • Paralización o inhibición de la conducta • Conductas de evitación • Aumento de consumo de alcohol u otras sustancias psicoactivas • Conductas de aislamiento, reducción de la vida social Efectos fisiológicos• Dolores corporales generalizados y difusos • Jaquecas, mareos o desmayos • Taquicardia y alteraciones abruptas de la tensión arterial • Presión en el pecho ("sofocamiento" o "falta de aire") • Problemas gastrointestinales • Cansancio • Trastornos del sueño; insomnio, pesadillas o dormir en exceso • Trastornos del apetito, inapetencia o comer en exceso Es importante considerar que no todas las personas reaccionan de la misma manera y que estas reacciones no necesariamente aparecen juntas. En un primer momento, estas reacciones son esperables, pero si se mantienenen el tiempo, limitan las posibilidades de buscar soluciones constructivas frente ala situación.B- Efectos en las relacionesUna situación de emergencia o desastre no solo afecta a las personas individualmente, sino también afecta las relaciones entre las personas en la familia, el barrio, los grupos, los equipos

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de trabajo, las institución o la comunidad entera, por lo que, los facilitadores deben enfatizar de alguna formael impacto comunitario que va a probablemente amplificar los efectos en las relaciones interpersonales.Por tanto, es esperable que se produzca:• Cambio de las formas habituales de relación • Descoordinación en las acciones • Dificultades para ponerse de acuerdo acerca de cómo proceder • Las responsabilidades se superponen y/o se diluyen • Culpabilización mutua • Descalificación de los recursos de otro • Activación de conflictos previos Dado lo anterior, en situaciones de emergencia o desastre existe el riesgo quese produzca una desarticulación de redes sociales y, por tanto, se interfieran lasfuentes habituales de apoyo.

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E xisten una serie de estrategias y técnicas de intervención psicológica orientadas a personas que viven situaciones complicadas por emergencias. Normalmente, esta intervención s e caracteriza por ser temporal, breve e intensa y que se realiza cuando los recursos propios de la persona son ineficaces para afrontar determinadas situaciones.

Su objetivo principal es ayudar a reestablecer a la persona afectada a sus niveles anteriores de independencia lo antes posible. Este tipo de intervención no necesariamente surge de una demanda por parte del afectado, sino que son los propios equipos los que pueden ofrecer este servicio.

Otra característica de la intervención en crisis, es que no están predeterminados sus límites temporales y espaciales, puesto que se desarrolla de acuerdo a lo que las circunstancias requieran, sin perjuicio de que una vez realizada la intervención en crisis por el especialista, su misión finaliza, y el afectado de requerir ser derivado, lo es hacia terceros profesionales.

El contacto físico en este contexto de intervención es mucho más frecuente que en otros contextos terapéuticos, sin embargo se debe considerar el origen cultural, la variable de género del afectado y el tipo de experiencia vivida en la situación de emergencia o desastre.

Más allá del tipo de intervención que se utilice, resulta necesario recordar los principios básicos de toda intervención en crisis en materia de emergencias y desastres:

Seguridad: Asegurar la protección y el bienestar físico son parte también de intervenciones en crisis, como dar un vaso de agua, abrigo, etc.

Proximidad: Toda atención psicosocial ha de realizarse en escenarios próximos a la emergencia o desastre, evitando así “patologizar” la situación trasladando a todo afectado a centros de salud mental.

Inmediatez: La intervención ha de ser una asistencia temprana y contingente, de manera de aliviar la sintomatología y prevenir una futura cronicidad.

Normalizar: Fundamental es no etiquetar o sobre diagnosticar a los sujetos accidentados como enfermos, pacientes o con reacciones anormales.