Tres guerras Benjamin en una · Actividad paralela a la ópera Death in Venice Su repertorio...

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Benjamin Britten fue un gran amante de las formas clásicas pero, tras pasar por sus manos, raramente dejaba de introducir en ellas elementos novedosos que las hacían aparecer ante ojos y oídos sutil o radicalmente remozadas. Pocos géneros han gozado de más raigambre en la música occidental que el de la misa de difuntos, pero el War Requiem, que bebe innegablemente de esa tradición secular, la transporta a una nueva dimensión, instilando en la obra un importante elemento espaciotemporal que resulta difícil, cuando no imposible, encontrar en otras misas de réquiem. Britten fue un pertinaz lector de poesía, que impregna gran parte de su catálogo, y tuvimos una buena muestra de ello en esta misma sala el pasado 18 de diciembre, cuando Ian Bostridge interpretó sus cinco Canticles –que recorren la totalidad de su trayectoria creativa– y su Nocturne. Uno de los poetas que inspiraron a Britten en esta última obra, su compatriota Wilfred Owen, fue el elegido tres años después para proporcionar el contrapunto profano, actual e intimista del texto latino ancestral de la misa de difuntos. Owen había muerto pocos días antes del final de la Primera Guerra Mundial y la obra se estrenó en la solemne consagración de la catedral de Coventry, destruida por los bombardeos alemanes en la Segunda. El War Requiem vio la luz muy pocos meses antes de la crisis de los misiles en Cuba, en plena Guerra Fría, por tanto, una tercera contienda ligada a la obra: menos sangrienta, pero igualmente absurda. Britten quería contar en el estreno en Coventry con cantantes que representaran simbólicamente a los tres países que más habían padecido la barbarie bélica que había puesto fin al horror nazi, pero las autoridades soviéticas no permitieron que Galina Vishnévskaia viajara a Inglaterra para cantar al lado de un alemán, Dietrich Fischer-Dieskau, por lo que hubo de ser sustituida in extremis por la británica Heather Harper. La terna solista la completaba, por supuesto, el tenor Peter Pears, la fiel pareja del compositor. Pacifista convencido, Britten concibió el War Requiem no sólo como un hondo alegato antibélico, sino como una profunda reflexión sobre los horrores que acompañan a cualquier guerra: una misa para que descansen los muertos y mediten los vivos. La cima emocional de la obra se reserva para el Libera me final, en cuyo centro Britten sitúa uno de los poemas más estremecedores de Owen, «Strange Meeting», el extraño encuentro que se produce bajo tierra, en «un túnel hondo y gris», entre un soldado inglés y un combatiente alemán al que él mismo ha matado el día anterior. Ambos encuentran la liberación y reconciliación final cuando se disponen a dormir, juntos y en paz, el largo sueño de la muerte mientras el coro de niños entona un etéreo y consolador In Paradisum. Las guerras continúan, implacables, a nuestro alrededor, pero el War Requiem –una obra no sólo para escuchar, sino también para ver– sigue proclamando, claro y fuerte, su mensaje. Tres guerras en una Luis Gago War Requiem Benjamin Britten 2014/2015

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Benjamin Britten fue un gran amante de las formas clásicas pero, tras pasar por sus manos, raramente dejaba de introducir en ellas elementos novedosos que las hacían aparecer ante ojos y oídos sutil o radicalmente remozadas. Pocos géneros han gozado de más raigambre en la música occidental que el de la misa de difuntos, pero el War Requiem, que bebe innegablemente de esa tradición secular, la transporta a una nueva dimensión, instilando en la obra un importante elemento espaciotemporal que resulta difícil, cuando no imposible, encontrar en otras misas de réquiem.

Britten fue un pertinaz lector de poesía, que impregna gran parte de su catálogo, y tuvimos una buena muestra de ello en esta misma sala el pasado 18 de diciembre, cuando Ian Bostridge interpretó sus cinco Canticles –que recorren la totalidad de su trayectoria creativa– y su Nocturne. Uno de los poetas que inspiraron a Britten en esta última obra, su compatriota Wilfred Owen, fue el elegido tres años después para proporcionar el contrapunto profano, actual e intimista del texto latino ancestral de la misa de difuntos. Owen había muerto pocos días antes del final de la Primera Guerra Mundial y la obra se estrenó en la solemne consagración de la catedral de Coventry, destruida por los bombardeos alemanes en la Segunda. El War Requiem vio la luz muy pocos meses antes de la crisis de los misiles en Cuba, en plena Guerra Fría, por tanto, una tercera contienda ligada a la obra: menos sangrienta, pero igualmente absurda. Britten quería contar en el estreno en Coventry con cantantes que representaran simbólicamente a los tres países que más habían padecido la barbarie bélica que había puesto fin al horror nazi, pero las autoridades soviéticas no permitieron que Galina Vishnévskaia viajara a Inglaterra para cantar al lado de un alemán, Dietrich Fischer-Dieskau, por lo que hubo de ser sustituida in extremis por la británica Heather Harper. La terna solista la completaba, por supuesto, el tenor Peter Pears, la fiel pareja del compositor.

Pacifista convencido, Britten concibió el War Requiem no sólo como un hondo alegato antibélico, sino como una profunda reflexión sobre los horrores que acompañan a cualquier guerra: una misa para que descansen los muertos y mediten los vivos. La cima emocional de la obra se reserva para el Libera me final, en cuyo centro Britten sitúa uno de los poemas más estremecedores de Owen, «Strange Meeting», el extraño encuentro que se produce bajo tierra, en «un túnel hondo y gris», entre un soldado inglés y un combatiente alemán al que él mismo ha matado el día anterior. Ambos encuentran la liberación y reconciliación final cuando se disponen a dormir, juntos y en paz, el largo sueño de la muerte mientras el coro de niños entona un etéreo y consolador In Paradisum. Las guerras continúan, implacables, a nuestro alrededor, pero el War Requiem –una obra no sólo para escuchar, sino también para ver– sigue proclamando, claro y fuerte, su mensaje.

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Su repertorio incluye obras sinfónicas y operísticas, abarcando desde música antigua hasta obras contemporáneas. Ha dirigido las orquestas de Nueva York, Los Ángeles,Chicago, San Francisco, London Symphony, la Berliner Philharmoniker, la Statskapelle Berlin y la Royal Concertgebouw. Ha dirigido Carmen y Rigoletto en el Metropolitan, L’elisir d’amore en Baden-Baden, y Rise and Fall of the City of Mahagonny, Il Postino y el estreno mundial de El Público, ópera basada en la obra homónima de Federcio García Lorca, compuesta por Mauricio Sotelo, todas ellas en el Teatro Real. Ha grabado discos con Harmonia Mundi, Deutsche Grammophon y con Plácido Domingo. En 2011 fue nombrado director principal de la Orchestra of St. Luke’s, y acaba de renovar el contrato hasta la temporada 2016/2017. En 2014 fue nombrado principal director invitado del Teatro Real, y también comenzó a colaborar como embajador de Ayuda en Acción. Medalla de Oro de la Ciudad de Granada, fue elegido Director del Año 2014 por la revista Musical America. Susan Gritton destaca por su

versatilidad, que abarca desde Händel y Mozart a Berg, Britten y Strauss. Su repertorio incluye los personajes de Liù, Micaëla y Marenka (Covent Garden); Ellen Orford (La Scala, Opera Australia y Tokio); Gobernanta y coro femenino (Aldeburgh); Konstanze (Bayerische Staatsoper y Deutsche Oper); Fiordiligi, Vittelia, Rodelinda y Blanche de la Force (Bayerische Staatsoper); Elektra (Netherlands Opera); Donna Anna (Opéra de Montreal y Bolshoi); Theodora (Glyndebourne) y Condesa Almaviva, Fiordiligi y Vixen (ENO). Su actividad en el terreno de los conciertos abarca también numerosos periodos y estilos, cuyos puntos álgidos los constituyen Ein deutsches Requiem de Brahms (Filarmónica de Berlín con Rattle); Jeanne d’Arc au bûcher de Honneger (Accademia Nazionale di Santa Cecilia con Pappano), Das Paradies und die Peri (Filarmónica de Viena con Rattle) y Les Illuminations de Britten con la inclusión del estreno mundial de los tres añadidos de Rimbaud (Orquesta de la BBC con Brabbins).

John Mark Ainsley ha ac tuado con reconocidas orquestas como las sinfónicas de Londres, Chicago, Boston y San Francisco, así como las fi larmónicas de Londres, Berlín, Viena y Nueva York, con directores de la talla de Davis, Haitink, Mackerras, Norrington, Rattle y Abbado. En 2010 interpretó por primera vez al Captain Vere de Billy Budd para el festival de Glyndebourne. Ha cantado el papel de Skuratov en Desde la casa de los muertos de Janácek en la puesta en escena de Patrice Chereau y dirigida por Pierre Boulez en Amsterdam, Viena y el festival de Aix-en-Provence, y en La Scala de Milan bajo la dirección musical de Salonen. También ha intervenido en Desde la casa de los muertos con Rattle en la Deutsche Oper de Berlín, y en Orfeo con Bolton en el Theater an der Wien. Este profesor visitante en la Royal Academy of Music cuenta en su discografía con la grabación de los tres ciclos para tenor de Britten Serenade for tenor, horn and strings, Les illuminations y Nocturne.

Este cantante sudafricano estudió en el Royal College of Music y en el Jette Parker Young Artists Programme de la Royal Opera House. Entre sus papeles más recientes destacan el protagonista en Pelléas et Mélisande (Ópera de Essen), Valentin en el Faust de Gounod (Baden-Baden), el titular de Don Giovanni (Scottish Opera); el de Tarquinius en The Rape of Lucretia (Florencia y Houston); el Conde Almaviva en Le nozze di Figaro (ROH, Welsh National Opera, Ópera de Lille); y Aeneas en Dido & Aeneas (Ópera de Roma). Debutó con gran éxito en el festival de Glyndebourne en 2010 como protagonista de Billy Budd. También ha sido Figaro en Il barbiere di Siviglia (Welsh National Opera), Malatesta en Don Pasquale (ROH), Schaunard en La bohème (ROH), y el protagonista de Billy Budd (Academia de Música de Brooklyn y Nederlandse Opera). Posee una extensa carrera como liederista y solista en conciertos con obras que van desde Carmina Burana hasta La pasión según San Juan de Bach, así como el Requiem de Brahms, el de Fauré y el de Durufl é.

Titulado por el Conservatorio Superior de Música de Madrid en piano, violín y composición, amplía su formación en Francia y Bélgica, donde se especializa en órgano y clave. Ofrece recitales en España y el extranjero. Participa habitualmente con orquestas, coros, grupos de cámara y solistas. Director-fundador de Pro Musica Antiqua de Madrid, ha recorrido España y más de veinte países de Europa y América y obtenido diversos premios. Ha compuesto una vasta obra que incluye la destinada a medios audiovisuales, siendo galardonado, entre otros, por la Academia de las Ciencias y las Artes de Televisión. Durante ocho lustros trabajó en TVE. Investigador y docente, ha sido profesor de Historia de la Música durante más de treinta años para la Universidad Complutense y el Ministerio de Asuntos Exteriores. Recientemente ha ofrecido conciertos de reinauguración de varios órganos históricos españoles.

Pablo Heras-CasadoDirector musical

SusanGrittonSoprano

JacquesImbrailoBarítono

Miguel Ángel TallanteOrganista

© Fernando Sancho

Benjamin Britten (1913-1976)

War Requiem, op. 66

I. Requiem aeternamII. Dies IraeIII. OffertoriumIV. SanctusV. Agnus DeiVI. Libera me

Duración aproximada: 1 hora y 15 minutos

Susan Gritton, sopranoJohn Mark Ainsley, tenorJacques Imbrailo, barítono

Miguel Ángel Tallante, organista

Pablo Heras-Casado, director de orquesta

Pedro Teixeira, director del Coro de la Comunidad de MadridAna González, directora del Coro de Pequeños Cantores de la JORCAMAndrés Máspero, director del Coro Titular del Teatro Real

Coro de la Comunidad de MadridCoro de Pequeños Cantores de la JORCAMCoro y Orquesta Titulares del Teatro Real

12, 14 de marzo de 201520.00 horas

Administración Pública colaboradora:

Administraciones Públicas fundadoras: Mecenas principales:

“Mi tema es la guerra, y el dolor por la guerra.La poesía está en el dolor...Lo único que puede hacer hoy un poeta es advertir.”

Wilfred Owen

John MarkAinsleyTenor

© Tim Cantrell © Sim Canetty-Clarke