tribalismo

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 Neo-Tribalismo y Globalización J aime Ordóñez

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Neo-Tribalismo y GlobalizacinJaime Ordez

(Ficha bibliogrfica e ISBN)

Correccin de pruebas: Flora Ma. Aguilar Diagramacin y diseo de portada: Mauricio Ordez

Jaime Ordez Chacn. Derechos reservados conforme a la ley. Primera Edicin: San Jos, Costa Rica, ao 2002. Bajo el auspicio de: Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), Maestra Centroamericana en Ciencias Polticas UCR, y Centro Estudios para el Futuro.

Neo-Tribalismo y GlobalizacinJaime Ordez

Maestra Centroamericana en Ciencias Polticas UCR

ESTUDIOS PARAELFUTURO

A la memoria de Alberto Ordez Argello, mi padre. A la memoria de Diego Alfaro, profesor y amigo.

ndicePrefacio. Antnio A. Canado Trindade. Prlogo y reconocimientos. Jaime Ordez. Introduccin. El siglo de las ideologas. Un mundo en transformacin El mundo post-muro de Berln Las nuevas gobernabilidades: globalizacin, regionalizacin y localismos Un mundo multipolar y los retos del futuro Amrica Latina y Centroamrica en el contexto del cambio Captulo 1. La fuerza centrfuga y la fuerza centrpeta: las tendencias del poder contemporneo. 1.1 Dos fuerzas contrapuestas y simultneas. 1.2 Ethos polticos y desarrollos regionales. 1.3 La fuerza centrfuga y la fuerza centrpeta. 1.4 Los cuatro escenarios del poder. 1.5 Otras tipologas. Captulo 2. Relaciones de poder en el escenario global. 2.1 Hacia una revisin del concepto de globalizacin. 2.2 Algunas trampas analticas del debate sobre la globalizacin. 2.3 Globalizacin no significa desregulacin 2.4 Los instrumentos de la globalizacin: La Ronda de Uruguay, el GATT y la OMC. 11 25 31

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2.5 2.6 2.7 2.8

Dilemas y contradicciones en el mundo de la OMC. Existe realmente una cultura global? Cultura, semntica y semitica de la cuestin global. Un ejemplo de globalizacin positiva: la cuestion de los derechos humanos. 2.9 La ecologa como otro discurso de la globalizacin 2.10 La cuestin jurdica y poltica en el escenario global. Captulo 3. Los bloques regionales como un nuevo referente del poder. 105

3.1 La globalizacin y la regionalizacin. Dos efectos del mismo fenmeno. 3.2 Las claves econmicas de los bloques regionales. 3.3 El inicio de la aventura del regionalismo: la Unin Europea (UE). 3.4 El Tratado de Libre Comercio de Norte-Amrica (NAFTA). 3.5 El resurgimiento de los procesos de integracin latinoamericana. 3.6 El Mercado Comn Centroamericano (MCCA). 3.7 El Grupo Andino. 3.8 El MERCOSUR. 3.9 Otros grupos y tratados regionales latinoamericanos. 3.10 Otros mercados regionales a nivel mundial. El bloque asitico. Captulo 4. El estado-nacin: transformaciones e incertidumbres. 139

4.1 Un paradigma en crisis? 4.2 La fragilidad de la base cultural, poltica y econmica del estado-nacin. 4.3 El estado-nacin como referente de procesos econmicos y comerciales. 4.4 Una inconguencia analtica entre el plano nacional y global.

4.5 La soberana jurdica y poltica y la cuestin de la legitimidad nacional. 4.7 El caso Pinochet: Un precedente del cuestionamiento al principio de soberana. Captulo 5. La revuelta de los particularismos y el poder local. 157

5.1 Los efectos de la fuerza centrpeta: la revuelta de los particularismos. 5.2 La revuelta neo-tribal. 5.3 La estructura ideolgica del nacionalismo. 5.4 La vindicacin tnica y la vindicacin cultural. 5.5 Nacionalismo cvico versus nacionalismo tnico. 5.6 Una aplicacin de la microfsica del poder 5.7 Neo-tribalismo y su bsqueda de expresin poltica. Captulo 6. 181 La dialctica neo-tribalismo y globalizacin. (Claves y signos del poder en el siglo XXI) 6.1 Estructura de una falsa paradoja. 6.2 Problemas de la globalizacin no gobernada. La cuestin de la inequidad y la propuesta de Soros. 6.3 El final de la teora del inters nacional? Centroamrica y los dilemas de la modernidad tarda.

Prefacio-IEn este inicio del siglo XXI testimoniamos, ms que una poca de cambios, un cambio de poca. Entre las graves interrogantes que hoy nos asaltan se encuentra la del futuro del Estado nacional en un mundo marcado por profundas contradicciones, como la que plantea la coexistencia de la llamada globalizacin de la economa a la par de las alarmantes disparidades socio-econmicas entre pases y al interior de stos (entre segmentos de la poblacin), y la irrupcin de violentos conflictos internos en varias partes del mundo. Los eventos que cambiaron dramticamente el escenario internacional a partir de 1989 siguen desencadenndose en ritmo avasallador, sin que podamos divisar lo que nos espera en el futuro inmediato. A los victimados por los actuales conflictos internos en tantos pases, se suman otros tantos en bsqueda de su identidad en este vertiginoso cambio de poca. La creciente concentracin de renta en escala mundial ha acarreado el trgico aumento de los marginados y excludos en todas las partes del mundo. La Agenda Habitat y Declaracin de Estambul, adoptadas por la II Conferencia Mundial de Naciones Unidas sobre

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Asentamientos Humanos (Estambul, junio de 1996) advierte sobre la situacin precaria de ms de 1.000 millones de personas que en el mundo hoy en da se encuentran en estado de abandono, sin vivienda adecuada y viviendo en condiciones infra-humanas. 1 Ante la realidad contempornea, la llamada globalizacin de la economa se revela ms bien como un eufemismo inadecuado, que no retrata la tragedia de la marginacin y exclusin sociales de nuestros tiempos; todo lo contrario, busca ocultarla. En efecto, en tiempos de la globalizacin de la economa se abren las fronteras a la libre circulacin de los bienes y capitales, pero no necesariamente de los seres humanos. Avances logrados por los esfuerzos y sufrimientos de las generaciones pasadas, inclusive los que eran considerados como una conquista definitiva de la civilizacin, como el dere cho de asilo, pasan hoy da por un peligroso proceso de erosin.2 Los nuevos marginados y excluidos slo pueden contar con una esperanza, o defensa, la del Derecho. Ya no es posible intentar comprender este inicio del siglo XXI desde un prisma tan slo poltico y econmico: hay que tener presentes los verdaderos valores, aparentemente perdidos, as como el papel reservado al Derecho. Si, por un lado, con la revolucin de los medios de comunicacin, vivimos actualmente en un mundo ms transparente, por otro lado corremos el riesgo de la masificacin y la irremediable prdida definitiva de valores. Somos llamados a repensar todo el universo conceptual en el cual nos formamos, en nuestra visin tanto del sistema internacional como, a nivel nacional, de las instituciones pblicas, comenzando por el propio Estado nacional.

1 Cf. United Nations, Habitat Agenda and Istanbul Declaration (II U.N. Conference on Human Settlements, 03-14 June 1996), N.Y., U.N., 1997, p.47, y cf. pp.6-7, 17-17, 78-79 y 158-159. 2 Cf., v.g., F. Crpeau, Droit dasile - De lhospitalit aux contrles migratoires, Bruxelles, Bruylant, 1995, pp.17-353.

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Por Estado tenemos en mente el Estado de Derecho en una sociedad democrtica, es decir, aquel dirigido al bien comn, y cuyos poderes pblicos, separados, estn sometidos a la Constitucin y al imperio de la ley, con garantas procesales efectivas de los derechos fundamentales y las libertades pblicas. Slo hay un verdadero progreso de la humanidad cuando marcha en el sentido de la emancipacin humana.3 No hay que olvidarse jams que el Estado fue originalmente concebido para la realizacin del bien comn. Ningn Estado puede considerarse por encima del Derecho, cuyas normas tienen por destinatarios ltimos los seres humanos; en suma, el Estado existe para el ser humano, y no vice versa.

- II Una de las grandes interrogantes de nuestros das se refiere precisamente al futuro de los Estados nacionales en un mundo, como el nuestro, marcado por contradiciones, como la globalizacin de la economa y las reacciones concomitantes al interior de las sociedades nacionales. El tema, que empieza a ser investigado de forma sistemtica en centros acadmicos en distintas partes del mundo, forma objeto del presente libro, sugestivamente titulado Neo-Tribalismo y Globalizacin (Ensayo sobre la Evolucin del Estado Contemporneo), que tengo la grata satisfaccin y el privilegio de prefaciar, y que en buena hora es dado al pblico por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), la Maestra Centroamericana en Ciencias Polticas de la Universidad de Costa Rica y la Fundacin Estudios para el Futuro.

3 J. Maritain, Los Derechos del Hombre y la Ley Natural, Buenos Aires, Ed. Leviatn, 1982 (reimpr.), pp.12, 18, 38, 43, 50, 94-96 y 105-108. Para Maritain, la persona humana trasciende el Estado, por tener un destino superior al tiempo; ibid., pp.81-82. Sobre los fines humanos del poder, cf. Ch. de Visscher, Thories et ralits en Droit international public, 4a. ed. rev., Paris, Pdone, 1970, pp.18-32 et seq.

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El autor encuntrase altamente capacitado para la investigacin del tema, por conjugar el conocimiento terico de la materia con experiencias profesionales de relevancia directa a su comprensin. Sus calificaciones acadmicas - Master en Ciencias Polticas por la George Washington University, de Washington D.C.; Doctor en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid, y Profesor Catedrtico de Teora del Estado en la Universidad de Costa Rica, en la cual tambin es Miembro de la Direccin de la Maestra Centroamericana en Ciencias Polticas, as como sus trabajos como consultor internacional en diversos pases de Amrica Latina, lo han proyectado tambin ms all de las fronteras nacionales. As, desde mediados de la dcada del 90, el Dr. Jaime Ordez ha sido Profesor Visitante en la Tulane University y en la Universidad Complutense de Madrid; Post-Doctoral Fellow en la Universidad de Maryland, as como profesor invitado a Columbia University, en New York para la primavera del ao 2003. Estas actividades acadmicas, adems de distinguirlo, le han proporcionado las condiciones de mantenerse actualizado con la bibliografa especializada sobre el tema abordado en el presente libro. Sus conocimientos e intereses se extienden, en realidad, a todo el campo de las Humanidades (algo cada vez ms raro en nuestros das), como se desprende de sus artculos divulgados regularmente, hace aos, por los medios de comunicacin en su pas, Costa Rica, y como he podido constatar personalmente en estos quince aos de convivencia acadmica que hemos tenido, tanto en Centroamrica como en Amrica del Sur. Durante el bienio en que tuve el honor de actuar como Director Ejecutivo del Instituto Interamericano de Derechos Humanos (1994-1996), tuve el gusto de desarrollar, con el Dr. Jaime Ordez como uno de los coordinadores de rea de mi equipo de trabajo, importantes proyectos del Instituto en el campo de la administracin de justicia (y leyes de ombudsman), as como de los derechos econmicos, sociales y culturales en pases tanto de Centroamrica como de Am-

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rica del Sur, y en particular del Cono Sur. Su experiencia acadmica, aliada a la profesional, lo sitan como uno de los ms lcidos intelectuales centroamericanos de la nueva generacin. La ocasin de este Prefacio me es particularmente grata, adems, por fortalecer los lazos de afecto por los cuales me siento tan estrechamente ligado a su pas, Costa Rica, y en particular a sus centros acadmicos.

- III -

El presente libro Neo-Tribalismo y Globalizacin retrata con fidelidad, en su Introduccin y en sus seis captulos, las contradicciones del mundo en que vivimos. De inicio, el autor mustrase crtico en relacin con las pretensiones de racionalidad manifestadas a lo largo del siglo XX, que, al intentar imponer ortodoxias y dogmatismos poltico-ideolgicos (inter alia, corporativismo colectivista, liberalismo y neoliberalismo, nacionalismos, particularismos tnicos y culturales), victimaron millones de seres humanos (Introduccin). Sin embargo, las trgicas lecciones del siglo pasado no parecen haber sido aprendidas, como lo ilustran la actual crisis de la gobernabilidad y el escepticismo en cuanto a la legitimidad de los regmenes polticos. Las causas de estas incertidumbres son conocidas: la falta de transparencia en la gestin pblica, la utilizacin indebida del poder pblico en beneficio de intereses privados, y la aparente incapacidad del Estado moderno de atender las crecientes demandas sociales (captulo 2). Este cuadro genera un sentimiendo no slo de imprevisibilidad, sino tambin - y sobre todo - de inseguridad humana. La propia seguridad de la persona es una necesidad humana (como hace dcadas han sealado los escritos al respecto), que el Estado moderno, desvirtuado por otros intereses que la realizacin del bien comn, se muestra lamentablemente incapaz de atender. Al abordar este

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problema, el autor no descuida el buscar vincular elementos de orden poltico y econmico con el marco jurdico constitucional y administrativo de los Estados nacionales. Desarrolla el Profesor Ordez el anlisis de la doble tendencia, verificable en el mundo contemporneo, a un tiempo centrfuga y centrpeta (captulo 1), de crear instancias macrorregionales, y de simultneamente fortalecer los gobiernos locales. As, los mbitos global, regional y local pasan a coexistir, con repercusiones en los dominios poltico, jurdico y socio-econmico. Para el autor de Neo-Tribalismo y Globalizacin, las dos tendencias contrapuestas hoy verificables, tienen una explicacin. La primera tendencia, centrfuga, se forma en razn de la internacionalizacin de los mercados y la formacin de los bloques econmicos regionales, configurando una disolucin hacia afuera del estado-nacin (en el sentido weberiano); la segunda tendencia, centrpeta, ocurre en virtud de una vuelta a particularismos culturales y a la auto-regulacin a nivel local, acarreando una disolucin hacia adentro del estado-nacin. Ambas tendencias son examinadas por el autor desde un enfoque necesariamente interdisciplinario. La investigacin conlleva a la conclusin de que estos dos fenmenos concomitantes caracterizarn la evolucin de las formas de poder en las prximas dcadas. El autor advierte, con prudencia, que no hay coincidencia entre los cientistas sociales contemporneos sobre el resultado final de ese proceso, - lo que no les impide de conjeturar acerca de las posibilidades de mayor control democrtico sobre los gobernantes, con las nuevas formas emergentes de reestructuracin del poder. Esta preocupacin me parece de las ms legtimas y necesarias. En mi entender, en la bsqueda de formas alternativas de autoridad, ambas tendencias presentan problemas que afectan los derechos humanos.

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La glorificacin del mercado ha generado quizs una nueva manifestacin de darwinismo social, con un nmero cada vez mayor de marginados y excludos. Recurdese que, en el marco de los travaux prparatoires de la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social (Copenhague, marzo de 1995), la CEPAL, al advertir sobre la situacin en que se encontraban 200 millones de latinoamericanos, imposibilitados de satisfacer sus necesidades fundamentales (de los cuales 94 millones viviendo en situacin de extrema pobreza),4 alert igualmente sobre el profundo deterioro de dicha situacin social. Una de las manifestaciones ms preocupantes de este deterioro, agreg la CEPAL, resida en el aumento del porcentaje de jvenes que dejaron de estudiar y de trabajar, sumado a los altos niveles de desempleo entre los jefes de familia.5 El cuadro general, nada alentador, fue as resumido por la CEPAL: Entre 1960 y 1990, la disparidad de ingreso y de calidad de vida entre los habitantes del planeta aument en forma alarmante. Se estima que en 1960, el quintil de mayores ingresos de la humanidad reciba 70% del producto interno bruto global, mientras que el quintil ms pobre reciba 2.3%. En 1990, esos coeficientes haban variado hasta alcanzar a 82.7% y 1.3%, respectivamente, lo que significa que si en 1960 la cspide de la pirmide tena un nivel de ingresos 30 veces superior al de la base, esa relacin se haba ampliado a 60 en 1990. Ese deterioro refleja la desigual distribucin del ingreso que predomina en numerosos pases, tanto industrializados como en desarrollo, as como la notoria diferencia del ingreso por habitante an existente entre ambos tipos de pases.6

4 Naciones Unidas/CEPAL, La Cumbre Social - Una Visin desde Amrica Latina y el Caribe , Santiago, CEPAL, 1994, p.29. 5 Ibid., p.16. 6 Ibid., p.14.

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A su vez, el Secretario General de Naciones Unidas, en una Nota (de junio de 1994) al Comit Preparatorio de la referida Cumbre Mundial de Copenhague, advirti que el desempleo abierto afecta hoy da a cerca de 120 millones de personas en el mundo entero, sumadas a 700 millones que se encuentran subempleadas; adems, los pobres que trabajan comprenden la mayor parte de quienes se hallan en absoluta pobreza en el mundo, estimados en 1.000 millones de personas.7 En un mundo como este, hablar, desde este ngulo, de globalizacin, me parece un eufemismo, adems de inadecuado, inmoral: en realidad, muy pocos son los globa lizantes (los detentores del poder), en medio de tantos marginados y excludos, los globalizados. En su Nota supracitada, el Secretario-General de Naciones Unidas propugna por un renacimiento de los ideales de justicia social para la solucin de los problemas de nuestras sociedades, as como por un desarrollo mundial de la humanidad; advierte, adems, teniendo presente el porvenir de la humanidad, sobre las responsabilidades sociales del saber, por cuanto la ciencia sin conciencia no es ms que la ruina del alma. 8 La Declaracin de Copenhague sobre Desarrollo Social, adoptada por la Cumbre Mundial de 1995, enfatiza debidamente la necesidad apremiante de buscar solucin a los problemas sociales contemporneos.9

7 Naciones Unidas, documento A/CONF.166/PC/L.13, del 03.06.1994, p. 37. El documento agrega que ms de 1.000 millones de personas en el mundo hoy en da viven en la pobreza y cerca de 550 millones se acuestan todas las noches con hambre. Ms de 1.500 millones carecen de acceso a agua no contaminada y saneamiento, cerca de 500 millones de nios no tienen ni siquiera acceso a la enseanza primaria y aproximadamente 1.000 millones de adultos nunca aprenden a leer ni a escribir; ibid., p. 21. El documento advierte, adems, la necesidad -como tarea prioritaria- de reducir la carga de la deuda externa y del servicio de la deuda; ibid., p.16. 8 Ibid., pp.3-4 y 6. 9 Particularmente en sus prrafos 2, 5, 16, 20 y 24; texto in Naciones Unidas, documento A/CONF.166/9, del 19.04.1995, Informe de la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social (Copenhague, 06-12.03.1995), pp.5-23.

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Los conflictos internos de nuestros tiempos han igualmente generado numerosas vctimas, y presentado nuevos desafos para el desarrollo del Derecho Internacional Humanitario y del Derecho Internacional de los Refugiados. Urge que se contemplen medios de asegurar que las mutaciones del Estado contemporneo, y la emergencia de nuevas formas de organizacin poltica y social en medio de los rumbos de la economa mundial, se desarrollen teniendo presentes las necesidades bsicas de todos los seres humanos y el imperativo de la proteccin de sus derechos.

- IV -

Quizs el punto de partida de las reflexiones con este propsito resida en las lecciones a ser extradas del actual cambio de poca. El siglo XX dej una trgica marca: nunca, como en el siglo pasado, se verific tanto progreso en la ciencia y tecnologa, acompaado paradjicamente de tanta destruccin y crueldad. A pesar de todos los avances registrados en las ltimas dcadas en la proteccin de los derechos humanos, han persistido violaciones graves y masivas de stos.10 Los cambios vertiginosos en medio de la bsqueda de nuevas formas de organizacin poltica, social y econmica - objeto de anlisis del presente libro - ponen de manifiesto la creciente vulnerabilidad de los seres humanos, y sus necesidades cada vez mayores de proteccin. De ah la necesidad de replantearse, en el plano nacional, la operacin de los mecanismos constitucionales e internos de proteccin, a la

10 A las violaciones tradicionales, en particular de algunos derechos civiles y polticos (como las libertades de pensamiento, expresin e informacin, y el debido proceso legal), que continan a ocurrir, desafortunadamente se han sumado graves discriminaciones contemporneas (contra miembros de minoras y otros grupos vulnerables, de base tnica, nacional, religiosa y lingstica), adems de violaciones de los derechos fundamentales y del Derecho Humanitario.

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par de buscarse asegurar la aplicabilidad directa de las normas internacionales de proteccin de los derechos humanos en el mbito del derecho interno.11 A lo largo del presente libro, Neo-Tribalismo y Globalizacin, el autor demuestra con perspicacia que todo el nuevo dilogo entre lo global y lo local se desarrolla por encima del estado-nacional. En este particular, otra lnea de reflexiones del Profesor J. Ordez merece atencin especial: en su visin, no se ha confirmado la prediccin de que la revolucin informtica afectara fatalmente las manifestaciones culturales. Todo lo contrario, estas ltimas se han incrementado. Los cdigos de la comunicacin informtica se han mostrado demasiado genricos e incapaces hasta la fecha de amenazar seriamente los localismos culturales (captulo 1) y los regionalismos defensivos (captulo 4). Es precisamente en este escenario de tensiones que hoy se plantea el debate acerca de una redefinicin del rol del estado-nacin en el siglo XXI. Segn el argumento bsico del autor del presente libro, en el mundo globalizado de nuestros das emerge el neo-tribalismo en reaccin contra las amenazas globalizantes a la integridad del estado-nacin, y tambin en bsqueda de la satisfaccin de una necesidad existencial de todo ser humano: la de tener races, de integrarse en una comunidad (captulo 5). Otro gran debate, tambin abordado en el presente libro, generado y conducido en medio a las contradicciones del mundo contemporneo, se refleja en la contraposicin entre la universalidad de los derechos humanos y los llamados particularismos culturales. De mi parte, siempre he defendido

11 Siempre he sostenido que, en el presente dominio de proteccin, el derecho internacional y el derecho interno se encuentran en constante interaccin, dada la identidad bsica de propsito, de uno y de otro, en cuanto a la proteccin de la persona humana.

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la universalidad de los derechos humanos.12 Mi experiencia de Delegado a la II Conferencia Mundial de Derechos Humanos (Viena, junio de 1993), y mi participacin en los trabajos de su Comit de Redaccin, han inclusive reforzado mi conviccin. Nadie osara cuestionar la importancia de las culturas (como vnculo entre cada ser humano y el mundo exterior). Se debe dar expresin a las culturas en el campo del Derecho. No se trata, en absoluto, de un relativismo cultural, sino ms bien del reconocimiento de la relevancia de la identidad y diversidad culturales para la efectividad de las normas jurdicas. Los adeptos del llamado relativismo cultural parecen olvidarse de algunos datos bsicos incuestionables. Primero, las culturas no son estticas, se manifiestan dinmicamente en el tiempo, y se han mostrado abiertas a los avances en el dominio de los derechos humanos en las ltimas dcadas. Segundo, muchos tratados de derechos humanos han sido ratificados por Estados con las ms diversas culturas; tercero, hay tratados ms recientes -como la Convencin sobre los Derechos del Nio (1989)- que, en sus travaux prparatoires, tomaron en debida cuenta la diversidad cultural, y hoy disfrutan de una aceptacin virtualmente universal;13 cuarto, la diversidad cultural jams obstaculiz la formacin de un ncleo universal de derechos fundamentales inderogables, consagrado en muchos tratados de derechos humanos. Adems, la diversidad cultural no ha frenado la tendencia contempornea de criminalizacin de las violaciones graves de los derechos humanos, ni los avances en el dere-

12 Cf., recientemente, A.A. Canado Trindade, El Derecho Internacional de los Derechos Humanos en el Siglo XXI, Santiago, Editorial Jurdica de Chile, 2001, pp.15-455. 13 Por ejemplo, tambin las Convenciones de Ginebra sobre Derecho Internacional Humanitario (1949) cuentan hoy con una aceptacin virtualmente universal.

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cho penal internacional, ni la consagracin de la jurisdiccin universal en algunos tratados de derechos humanos,14 ni el combate universal a los crmenes contra la humanidad. La diversidad cultural tampoco ha impedido la creacin, en nuestros das, de un verdadero rgimen internacional contra la tortura, las desapariciones forzadas de personas, y las ejecuciones sumarias, extra-legales y arbitrarias.15 Todo esto impone la salvaguardia de los derechos inderogables en cualesquiera circunstancias. En suma, la diversidad cultural (enteramente distinta del llamado relativismo cultural, con todas sus distorsiones) ha contribudo al primado de la universalidad de los derechos humanos. En efecto, la conciencia de la necesidad de atender las necesidades bsicas de todos los seres humanos ha generado una tica global, que hoy en da repercute, inter alia, en desarrollos recientes en el dominio del Derecho (en lo civil y lo penal, en lo procesal, en lo ambiental, en el combate a todo tipo de discriminacin, en la atencin especial a las personas en situacin vulnerable). Se afirma hoy la legitimidad de la preocupacin de toda la comunidad internacional con la situacin y las condiciones de vida de todos los seres humanos en todas partes.

14 A ejemplo de la Convencin de las Naciones Unidas contra la Tortura (1984), entre otros. 15 Cf. A.A. Canado Trindade, Tratado de Direito Internacional dos Direitos Humanos, vol. II, Porto Alegre/Brasil, S.A. Fabris Ed., 1999, pp.338-358. - Siendo as, el llamado relativismo cultural en el campo del Derecho Internacional de los Derechos Humanos padece, pues, de demasiadas falacias. Tampoco puedo aceptar el llamado relativismo jurdico en el dominio del Derecho Internacional Pblico: dicho relativismo no es nada ms que una visin neopositivista del ordenamiento jurdico internacional, desde una anacrnica perspectiva estatocntrica y no comunitaria (la civitas maxima gentium). Igualmente insostenible me parece la corriente realista en las ciencias jurdicas y sociales contemporneas, con su cobarda intelectual y su capitulacin frente a la realidad bruta de los hechos (como si se redujeran stos a fruto de una simple inevitabilidad histrica).

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Cabe concebir nuevas formas de proteccin de los seres humanos ante la actual diversificacin de las fuentes de violaciones de sus derechos (v.g., por los detentores del poder econmico, o del poder de las comunicaciones, por grupos clandestinos, por la corrupcin y la impunidad). Los cambios examinados en este libro sugieren que el actual paradigma de proteccin del individuo vis--vis el poder pblico corre el riesgo de tornarse insuficiente y anacrnico, por no mostrarse equipado para hacer frente a tales violaciones diversificadas entendindose que, tambin en estas situaciones, permanece el Estado aunque debilitado responsable por omisin, por no tomar medidas positivas de proteccin. No pueden el Estado, y otras formas de organizacin poltica, social y econmica, simplemente eximirse de tomar medidas de proteccin redoblada de los seres humanos, particularmente en medio a las incertezas y perplejidades de este cambio de poca que vivimos. En conclusin, el anlisis de sta que es una de las grandes interrogantes de este inicio del siglo XXI debe darse, en mi entender, desde una visin necesariamente humanista. La presente obra del Profesor Jaime Ordez, Neo-Tribalismo y Globalizacin, al identificar con lucidez las contradicciones del mundo en que vivimos al inicio del siglo XXI, un verdadero cambio de poca, constituye un valioso aporte a este gran debate, que ciertamente fomentar la realizacin y difusin de otros estudios del gnero en nuestra Amrica Latina.

San Jos de Costa Rica, 10 de diciembre de 2001.

Antnio Augusto CANADO TRINDADEPh.D. (Cambridge); Presidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos; Profesor Catedrtico de la Universidad de Braslia, Brasil; Miembro Titular del Institut de Droit International

Prlogo y reconocimientos

-IEste libro tiene su raz en las discusiones sostenidas en Washington D.C., durante la primavera y el otoo de 1989 con el Profesor Karl Linden, experto en Europa del Este y transiciones polticas de la Escuela de Ciencias Polticas de The George Washington University. Por esos das, quien escribe estas lneas preparaba su disertacin de post-grado acerca de las crisis de legitimidad y eficacia en los sistemas polticos de Centroamrica. Me encontraba una maana de noviembre reunido justamente con el Profesor Linden en su oficina de Foggy Bottom, cuando nos lleg la repentina noticia de la cada del Muro de Berln. En los das, semanas y meses posteriores, una vorgine de hechos se fueron sucediendo y empezaron a cambiar la faz, no slo de la antigua Europa del Este y de la Unin Sovitica, sino, adems, del mapa geopoltico del planeta en su conjunto. Como si la realidad quisiera confirmar varias de las reflexiones que durante varios meses haba discutido con Linden, la cada del Muro y las subsecuentes transformaciones polticas y econmicas que afectaron violentamente los pases del antiguo Bloque del Este, constituyeron hechos que

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coincidan asombrosamente con algunos de los conceptos ya adelantados en la disertacin. Por ejemplo, las llamadas fuerzas centrfugas y fuerzas centrpetas conceptos desarrollados para explicar los efectos de desintegracin del bloque central del aparato estatal en virtud de un paralelismo inverso y de signo distinto, por un lado, econmico, por el otro, socio cultural resultaron nociones extraordinariamente eficaces para explicar varias de las causas del derrumbe, no slo de los regmenes socialistas, sino de los estados-naciones formados a su sombra. Posteriormente, el concepto de las fuerzas centrfugas y centrpetas, as como algunos otros desarrollos (tales como la subdivisin sobre los perfiles funcionales de las esferas globales, regionales, nacionales y locales) tambin mostraron utilidad para analizar otros procesos de transformacin y recomposicin del estado-nacional en diversas regiones del mundo, incluidas Amrica Latina, Africa o Asia. Aos despus, de 1990 a 1997, durante el tiempo que ocup los cargos de Asesor Acadmico y Coordinador de las Areas de Administracin de Justicia y Ombudsman del Instituto Interamericano de Derechos Humanos (IIDH), tuve la oportunidad de establecer un correlato analtico entre estos temas y el proceso de desarrollo del bloque de legalidad conformado por los instrumentos del derecho internacional pblico de los derechos humanos y su integracin con la legislacin interna nacional. La erosin y el debilitamiento de algunos conceptos tradicionales, como el principio de soberana o el de autonoma estatal, sirvieron para percatarme de que tambin en el plano jurdico y como reflejo de los procesos fcticos econmicos y sociales nos encontrbamos justamente ante un cambio de paradigma en las estructuras del poder poltico. El trabajo estrecho que desarroll con varios de los acadmicos del IIDH, pero muy especialmente con el Dr. Antonio A. Canado Trindade, ex-director del Instituto, actual Presidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y una de las principales autoridades mundiales en su campo,

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me result de invaluable utilidad para perfilar las ideas en esta materia. Dos visitas acadmicas a universidades norteamericanas me ayudaron a completar y configurar las tesis comprendidas en el libro. En 1977, a Tulane University, en New Orleans, como profesor invitado para impartir el curso sobre Derechos Humanos en Amrica Latina, bajo la amable atencin del Dr. Gnther Handl, autoridad internacional en su campo. En 1998, como Post-Doctoral Fellow del Center for Latin American Studies de la Universidad de Maryland, bajo el auspicio de Dr. Saul Sosnowski, figura central del anlisis literario y sociolgico en nuestro Continente. Todo este proceso de casi una dcada me ayud a decantar las ideas sobre el tema, al punto de generar algunas sntesis explicativas, acuadas justamente con el ttulo que tiene este ensayo: Neo-Tribalismo y Globalizacin, el cual, de suyo, sugiere la tesis sobre el proceso de transformacin que sufre el estado-nacin contemporneo. De un lado, su explosin hacia fuera como resultado de procesos de ndole econmica y comerciales; por otra parte, un fenmeno de implosin y reconstitucin interno de las comunidades de base cultural, de nacionalismos histricos que buscan expresin poltica y jurdica.

- II -

Adems del Profesor Karl Linden, a quien le debo agradecimiento por sus reflexiones germinales para la preparacin de la disertacin de 1989-1990 que sirvi de base para este libro, quiero consignar tambin mi gratitud a varias otras personas.

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Al Dr. Canado Trindade muy especialmente, no slo por su amistad estrecha y cercana acadmica de tantos aos sino, adems, por su infatigable aliento para llevar a cabo esta obra acadmica. La lucidez y profundidad de sus comentarios rebasan con creces la especialidad de uno de los principales juristas del Continente americano, pues se adentra siempre con hondura y humanismo en otros temas de las Ciencias Sociales. A mis buenos amigos, el Dr. Gnther Handl y el Dr. Sal Sosnowski por crearme las condiciones necesarias para aprovechar mis visitas acadmicas a Tula ne y Maryland y poder realizar investigacin documental especializada. A mis colegas y amigos, la Lic. Flora Mara Aguilar, el Dr. Adrin Torrealba y el Dr. Jos Luis Vega Carballo, de la Fundacin Estudios para el Futuro, con sede en Costa Rica. Varios aos de debate acadmico y discusin compartida sobre estos temas me resultaron de suma utilidad para perfilar adecuadamente algunos de los conceptos aqu tratados. Muy especialmente quiero reconocer la ayuda de mi amiga, Flora Mara Aguilar. Sus comentarios y correcciones al manuscrito original son invaluables y este libro le debe mucho. Mi aprecio al Dr. Carlos Sojo, Director de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), Sede Acadmica de Costa Rica, y al Dr. Fernando Zeledn, Director de la Maestra Centroamericana de Ciencias Polticas de la UCR, por auspiciar esta publicacin. Un agradecimiento especial a la Dra. Vanessa Retana por sus aportes a la investigacin, a Carla Baltodano por la precisin de su trabajo en la asistencia y apoyo acadmico, a Cindy Sabatt, quien colabor en la investigacin bibliogrfica. Mi aprecio a Marcela Bravo, por su asistencia secretarial. Mi agradecimiento y cario a Dborah Rojas por su ayuda en la correcin final de galeras. Finalmente, mi gratitud de siempre a mi hermano, Mauricio Ordez, artista y arquitecto, quien dise la portada y diagram en forma prolija y cuidadosa texto y grficos, haciendo verdadero

Prlogo 29

aquel aserto de Carlos Barral, de que el diseo y la edicin de un libro son un arte en s mismo. Mi gratitud a todos ellos, pues sin su colaboracin esta publicacin no hubiese sido posible. Desde luego, todas las imprecisiones y defectos que pueda tener, son exclusivamente imputables al autor.

Jaime ORDEZ, San Jos, junio de 2002.

Introduccin

El siglo de las ideologas?

El Siglo XX termin justamente como empez: con una guerra tnica en los Balcanes y con la mayora de los estadistas y polticos del planeta tratando de imponer orden en una regin que histricamente se denomin como el polvorn o la caja de Pandora de Europa. Se trat de una centuria que se llam a s misma como el siglo de las ideologas y de la pretensin de racionalidad en la arquitectura social. Esto es cierto, en buena medida. Como nunca antes en la historia de la civilizacin, el siglo XX fue una serie de intentos por interpretar el mundo poltico y econmico y la aventura de organizar la sociedad, a partir de distintos modelos conceptuales: liberalismo, marxismo, keynesianismo, corporativismo colectivista, socialdemocracia, cristianismo social, modelo de mercado y varios otros que llenaron los ltimos cien aos. Sin embargo, en trminos prcticos, no fue mejor que los anteriores. Todo lo contrario: conoci dos guerras mundiales y arroj como resultado millones de muertos a raz de las ortodoxias y los dogmatismos polticos e ideolgicos, del mito de la raza y las pretensiones de dominio de etnias, de nacionalismos y de particularismos culturales. Desde los primeros aos de la centuria, los conflictos de raz tnica daran lugar a la Primera Guerra Mundial y al inicio, adems, de una serie de enfrentamientos que jalonaran el

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resto del siglo: la confrontacin entre Francia y Alemania, entre Hungra y Rumania y de all hasta la Segunda Guerra Mundial. De ndole similar, en otras regiones del plane ta, el siglo XX fue testigo tambin del conflicto arabe-israel, la guerra del Viet-Nam, el desmantelamiento tribal de los incipientes estados-nacionales en el frica sub-sahariana, las vindicaciones raciales en la India, las revueltas de distinta ndole en frica del Sur, en Amrica Latina y en Amrica del Norte. La mayora de los conflictos de esta centuria fueron aparemente ideolgicos. Apariencia engaosa. En el fondo, ocultndose, perviva su verdadera naturaleza: los particularismos tnicos y los nacionalismos histricos. Con el fin de la Guerra Fra y una vez levantada la olla de presin de las ideologas el perodo que fue desde 1990 hasta el 2000 sirvi para desnudar una de las causas esenciales del conflicto humano: la afirmacin del territorio, el sentido de identidad y de la patria, la religin y la raza. (La otra causa de conflicto fue histricamente la econmica, y por una razn similar: se refiere tambin al sentido de la pertenencia y la identidad). Tanto la Primera Guerra Mundial como la Segunda fueron resultado del intento de imponer unos nacionalismos sobre otros, valores de raza e histricos odios ancestrales. El siglo XX es un enorme fresco en el cual estn dibujadas la mayora de sus guerras y avances con un signo contradictorio: la racionalidad poltica versus la revuelta neo-tribal. La revuelta de la pre-modernidad, como rechazo al racionalismo de la Ilustracin que constituy el Estado neutro de la modernidad, esa arena neutra y racional donde compiten todos los intereses, como deca Bobbio. Esa es la gran paradoja del fin del siglo XX. Por un lado, la afirmacin de un mundo global caracterizado por la eliminacin de las fronteras econmicas y la ubicuidad de los procesos productivos y de intercambio. Por otro lado, emergiendo de las noches de los tiempos, los atvicos y virulentos reflejos de tribu, la eterna lucha de los nacionalismos.

Introduccin 33

Un mundo en transformacin En el nuevo milenio, el mundo contina siendo un lugar bsicamente incierto y peligroso. Desde fines de la tumultuosa dcada de 1980, el planeta haba realizado parcialmente lo que Huntington denomin, en su oportunidad, la tercera ola de la transicin a la democracia. Sin embargo, esa transicin parece hoy veinte aos despus todava parcial, frgil e incierta en muchos lugares del planeta. Tanto en el Sur de frica, como en el frica sub-sahariana, as como en Amrica Latina, incluidos Afghanistn y el Medio Oriente, por no hablar de la hirviente zona de los Balcanes o los pases de la antigua Unin Sovitica, las transiciones democrticas dieron lugar ciertamente a democracias electorales caracterizadas, no obstante, por una fuerte debilidad institucional y diversas formas de corporativismo, autoritarismo y patriarcado ideolgico. Muchas de estas experiencias no han logrado an acertar en algo esencial para el sostenimiento democrtico: la produccin de riqueza social. Rpidamente se evidenci que el xito rampante de los tigres asiticos a partir de los aos 70 (Hong Kong, Singapur, Corea del Sur y Taiwn) no constitua un modelo fcil de imitar en otros lugares del mundo, por diversas razones, tanto socioculturales como geopolticas. El xito de los llamados NICs (Newly Industrialized Countries) resultaba ser parcial o limitado a un modelo poltico vertical difcil de imitar por los pases en vas de desarrollo de Occidente. Los primeros pases en experimentar esta transicin a la democracia fueron las naciones mediterrneas: Grecia, Espaa y Portugal. Las tres vivieron su transicin democrtica entre 1974 y 1975, logrando, en una dcada y media, un cambio sin precedentes: de ser pases marginales de la escena europea, en pocos aos quintuplicaron su ingreso per cpita y su PIB y lo han llevado al 70% del promedio europeo. Adicionalmente, ingresaron a la UE y a la OTAN y constituyen hoy pases estables. Como ha recordado irnicamente Howard J. Wiarda en The Death of the International Systems Debate (World Affairs, Spring 1999) incluso se

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dan hoy el lujo de ser aburridos polticamente. La nica excepcin es el violento conflicto en el pas vasco y el enfrentamiento de la ETA con el estado-nacin espaol, otro conflicto de la pre-modernidad pendiente. Una evolucin similar se experiment en Asia. Paulatinamente, los modelos polticos autoritarios de pases como Corea del Sur, Taiwn y Singapur se han transformado en sistemas polticos ms abiertos, tendiendo al pluralismo y a la democracia. Los modelos corporatistas-autoritarios del Partido-Gobierno (el histrico Kuomintang taiwans es el ejemplo ms claro) se transformaron poco a poco en sistemas ms abiertos y participativos, y con una clara participacin social, en lo que se ha dado por llamar corporativismo social. Adicional al xito de los principales NICs, el boom econmico se ha extendido a otras naciones como Indonesia, Malasia, Filipinas, Laos y Tailandia, e inclusive a pases todava formalmente comunistas como Vietnam y China, que en la ltima dcada experimentaron los beneficios del crecimiento, resultantes de la sociedad de mercado. Inclusive la India, que ha gozado de un proceso democrtico durante los ltimos 50 aos, abri su sistema siguiendo el ejemplo de sus vecinos asiticos, generando mayor riqueza y dinamismo en su economa.

El mundo post-muro de Berln La antigua Europa del Este, por su parte, ha tenido una transicin relativamente exitosa. Como ha recordado recientemente Wiarda, el aserto de W. W. Rostow referido a considerar el marximo-leninismo como una enfermedad de la transicin entre la tradicin y la modernizacin poltica econmica, debera ser extendido y considerar el autoritarismo-corporatista (Franco, Pinochet, el autoritarismo asitico de los sesenta y setenta, etc.) como un fenmeno si milar y como una enfermedad igualmente transicional. Esta acotacin sirve para explicar tambin la evolucin de los pases antiguos de Europa del Este. Aquellas naciones que

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tenan una suerte de memoria histrica del estado-nacin desarrollado institucionalmente, fueron capaces de vivir la transicin del fin del comunismo con xito: Polonia, Hungra y la Repblica Checa constituyen los casos ms notables de afianzamiento poltico y econmico en la ltima dcada y son ahora miembros plenos de la OTAN. A la par de ellos, tambin los Estados Blticos y Eslovenia, estn cada da ms cercanos a los patrones occidentales. Los casos de Rumania, Bulgaria, Croacia, Bosnia y Serbia son ms complejos y sangrientos, como se ha evidenciado en la ltima dcada. En estos pases, el desacomodo entre el mapa poltico y sus habitantes constituye un problema histrico, que viene de muchos siglos atrs. El conflicto entre la nacin serbia y sus vecinos es prcticamente milenario. Otro problema de pre-modernidad an no resuelto. En el caso de Rusia y los antiguos estados soviticos, la situacin es mucho ms compleja. Rusia ha desarrollado una transicin contradictoria. Por un lado, la apertura del mercado y la dinamizacin de la economa presentan algunos avances. En su conjunto, sin embargo, el sistema no funciona an, porque la capacidad instalada tecnolgica no es competitiva y, lo ms grave, el sistema poltico arrastra muchos de los vicios de corrupcin y de la burocracia ideolgica del pasado. Por otra parte, las reformas democrticas no se han institucionalizado y la amenaza pendiente de un coup dtat y un retorno de los sectores comunistas duros, pende como una espada de Damocles sobre el sistema. La reestructuracin poltica e institucional, el crear reglas claras y modernas que permitan el crecimiento del mercado y de la sociedad civil, es el nico camino inteligente que puede tomar Rusia. En el caso de la antigua Comunidad de Estados Independientes, los Estados Blticos, Chechenia, Azerbaijn, Kazakhistn, Uzbekistn, Tadzhikistn, Kyrgyztn y Turkmenistn parecen estar ms inspirados en el modelo del Este-Asitico y con una propensin al autoritarismo poltico y al centralismo econmico.

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El panorama sigue siendo complejo en otras regiones del mundo como el frica sub-sahariana y el mundo islmico. En esos pases se vive una situacin contradictoria, pendiendo entre el ocaso de los viejos modelos de inspiracin marxista y la pervivencia de autocracias monopersonalistas, en muchos casos inspiradas en fundamentalismos tribales y religiosos. El estado-nacin de la modernidad, es decir, la repblica como creacin colectiva y depositaria del poder ciudadano, ha sido un estadio alcanzado slo parcialmente en algunos de esos pases: Argelia, Jordania, Irn, Kuwait. El resto sigue inspirado en el estado-nacin premoderno, segn el cual la legitimidad y la soberana tienen un signo trascendentalista o autocrtico, distinto a la justificacin que funda la democracia. En Asia, China es un caso particular: est destinada a convertirse en una de las grandes potencias del siglo XXI. Con casi una cuarta parte de la poblacin mundial, sus posibilidades de crecimiento econmico son enormes y harn valer su peso en las prximas dcadas. Su principal problema todava es ideolgico y poltico: cmo pasar de un estado monoltico y cerrado, a un sistema abierto sin morir en el intento, tal y como le sucedi a su vecino sovitico. Amrica Latina, por su parte, ha avanzado significativamente en lo poltico y en el crecimiento econmico. No as en el crecimiento social. Desde 1960 hasta la fecha, la regin no slo se democratiz en lo electoral sino, adicionalmente, logr pasar de un 40% a un 70% de alfabetismo, cuadruplicando adems, y durante el mismo perodo, su PIB y su ingreso per cpita. Este impresionante crecimiento econmico, que pone a Amrica Latina despus de Asia como la zona de ms acelerado dinamismo econmico del planeta, es sin embargo tramposo. Los ndices de crecimiento de desarrollo humano del PNUD demuestran que, despus de 30 aos de crecimiento macro-econmico, la regin presenta ms pobreza absoluta y relativa que en el pasado. El ndice de disparidad social de Amrica Latina (Coeficiente Gini) muestra que la diferencia entre clases altas y bajas es la ms aguda del mundo, superando incluso la de frica. Has-

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ta en las estadsticas, Amrica Latina sigue mostrando su propensin a la fbula injusta, al realismo mgico, a la exageracin barroca y al desvaro.

Las nuevas gobernabilidades: globalizacin, regionalizacin y localismos. Una de las noticias para el nuevo milenio, es que nuestras formas de gobierno van a cambiar. En los ltimos aos, el modelo tradicional de estado-nacin se encuentra viviendo una transicin y transformacin acelerada, como resultado de dos variables fundamentales. Por un lado, hay una explosin hacia afuera, llamada en este ensayo la fuerza centrfuga, que transforma el poder en sentido externo internacionalizndolo hacia los mercados regionales y hacia algo que se podr llamar el desierto insondable de la globalizacin. Esta fuerza centrfuga es que la que conforma estructuras como la Unin Europea (UE) y el NAFTA (North American Free Trade Agreement) o el MERCOSUR. Esta regionalizacin est agrupando el planeta en bolsones de poder econmico, con un sentido de pertenencia y de unidad, que ya ha transformado el escenario internacional en un campo de enfrentamientos y negociaciones por cuotas y proteccionismos regionales. Los recurrentes enfrentamientos por barreras arancelarias entre Estados Unidos, Europa o Japn siguen siendo una muestra de ese fenmeno. Ese regionalismo se encuentra en tensin con otra de las grandes tendencias: la globalizacin productiva y del comercio. El planeta se dirige a convertirse en un solo mercado y en una sola plaza como resultado de la ubicuidad de los insumos, de los procesos productivos y de los intercambios, del Internet y la globalizacin de la tecnologa. Tal y como lo profetizara MacLuhan all en los aos 60 y sobre todo como lo previera Daniel Bell desde el ao 1976 en ese libro lcido y premonitorio llamado The Coming Post-Industrial Society. La regionalizacin y la globalizacin constituyen fuerzas en contradiccin, con su propia lgica e intereses, en una puja que seguir durante las prximas dos o tres dcadas.

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Por el otro lado, est la fuerza centrpeta, que en forma paralela est transformado el poder hacia adentro, fortaleciendo los gobiernos locales y las instancias nacionalistas del poder. El fortalecimiento del Gobierno del Pas Vasco o la Generalitat de Catalua en detrimento de Madrid, la revuelta municipal y de los gobiernos locales en Amrica Latina, la eterna aspiracin del secesionismo de Montreal y las provincias francesas en Canad, son apenas pocos ejemplos de esa otra tendencia que est impactando las instancias de gobernabilidad en todo el planeta: Los viejos estados-nacionales se encuentran en un proceso de reestructuracin y reacomodo, buscando sus races en la vieja afirmacin de sus entidades tnicas, sus referentes nacionales e histricos. Es parte de la revuelta neo-tribal. Esta tendencia al localismo, sin embargo, tambin tiene que ver con una exigencia de gobernabilidad: el sistema de relaciones econmicas y sociales se ha vuelto tan complejo, que las exigencias de su propio gobierno son cada da ms complicadas. Las escalas locales del poder estn cambiando y existe hoy un paulatino traslado de competencias (administrativas, tributarias, fiscales) de los gobiernos centrales hacia los gobiernos locales. Es la micro-fsica del poder a la cual se refera agudamente Michel Foucault en los aos 70. El mundo por venir ser (ya lo es, en buena medida) una curiosa mezcla de gobiernos locales y de gobernabilidad intermedia un conjunto de tribus, si se permite la metfora dentro de un universo econmico globalizado por la tecnologa y la informacin.

Un mundo multipolar y los retos del futuro Estados Unidos emergi de la Guerra Fra como la nica superpotencia del planeta, con un escenario complejo, resultante de una dispora del poder militar, nuclear y convencional. La desintegracin de la antigua Unin Sovitica y del modelo bipolar, dio lugar a un escenario peligroso, con arsenal nuclear desperdigado en una gran cantidad de pases del globo: India, Corea, China, Japn, Israel, Irak, Rusia, Brasil, casi toda Europa, as como algunas otras nacio-

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nes capaces de desarrollar hoy potencial nuclear. Los peligros de una conflagracin nuclear son en la actualidad, paradjicamente, mayores que en la poca del deterrence de la Guerra Fra. Los avances de la OTAN para integrar a otros pases europeos de Europa del Este han sido ciertamente efectivos y parecen tender, en el largo plazo, a la instalacin de un sistema militar mundial, el cual ofrecera mayor seguridad y podra avanzar en ausencia de amenaza en la reduccin mundial de armamento. La necesidad de que ese aparato militar dependa, sin embargo, de una suerte de gobierno mundial, es urgente. Es imperiosa la reestructuracin o reconversin de la ONU para recuperar la legitimidad y el apoyo de todos los gobiernos del planeta. El siglo XXI deber buscar formas de imponer un modelo racional de solucin de conflictos. Un paso adelante en este sentido constituy la entrada en vigencia del Tribunal Penal Internacional (TPI), que supuso la instalacin del Tribunal propuesto en el Estatuto de Roma, firmado en julio de 1998. De todas formas, esta ser una tarea difcil mientras no se logren armonizar los intereses de los pases desarrollados o post-industriales y aquellos que an estn en vas de desarrollo. La experiencia acumulada hasta ahora por la humanidad supone un valor que debera aprovecharse. Como ha indicado recientemente Thomas Friedman en su libro The Lexus and the Olive Tree, la creciente brecha de inequidad de ingresos que se genera en el mundo es resultado de la estandarizacin de las demandas y las necesidades. De hecho, el mundo es ms inequitativo que nunca, pero tiene el potencial para cambiar. Como informa el PNUD, para 1998 un 20% de los habitantes del planeta ganaba 30 veces ms que el 20% ms pobre, y la suma de personas que tiene que vivir con un dlar diario lleg ya a los dos mil millones. Toda una vergenza para la raza humana. Pues bien, ante las tendencias inexorables de la globalizacin econmica, al estado-nacional y al emergente estado-local le restan todava importantes tareas. Su funcin no deber, en forma alguna, coartar el crecimiento del mercado, el cual ha mostrado his-

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tricamente su xito. Deber, sin embargo, seguir la receta de los pases desarrollados, que han logrado conciliar crecimiento y equidad. Por ejemplo, imponer modelos de redistribucin de la riqueza, con polticas fiscales y tributarias efectivas que permitan reinvertir en la poblacin, en clases medias, en lo que se ha dado en llamar capital humano.

Amrica Latina y Centroamrica en el contexto del cambio Estas nuevas tendencias estn tambin transformado el sistema de poder en Amrica Latina. Los mismos fenmenos que se verifican en el mbito mundial globalizacin, regionalizacin, transformacin del estado-nacin y revuelta de los particularismos estn afectando a esta regin del mundo. Por un lado, fenmenos como el de NAFTA o MERCOSUR, o el MERCOMUN de Centroamrica, estn creando bloques de integracin, que transformarn rpidamente el interior de los pases que los conforman. Varios de sus perfiles polticos, institucionales, econmicos e, incluso, culturales, viven hoy un proceso de acelerado cambio. Paralelamente, una importante revuelta de particularismos nacionalistas, de signo tnico, cultural, religioso y de, inclusive, vindicacin antropolgica, est transformando silenciosa y rpidamente la cara de muchos de nuestros estados nacionales. La revuelta de Chiapas independientemente de su mviles polticos inmediatistas pertenece en el fondo, al mbito de la llamada cuenta larga cultural y poltica, tal y como Octavio Paz (siguiendo la perspectiva oriental) se refera a los procesos de largo plazo que impactan el cambio de las civilizaciones. La recuperacin y el dilogo con Occidente que el mundo maya de Guatemala se est planteando a partir de la firma de los Acuerdos de Paz de 1996, estn destinados, tambin en el largo plazo, a cambiar la fisonoma de ese pas centroamericano y de esa regin del mundo. Al mismo signo corresponde la revuelta silenciosa por el fortalecimiento de los gobiernos locales que se est ofician-

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do en este justo momento en Amrica Central y en Amrica del Sur. Las pginas que siguen procuran establecer conceptualmente algunos de los patrones que estn definiendo este proceso, tanto en el mbito internacional, como en el caso concreto de Amrica Latina y Centroamrica, y examinar algunos de sus ejemplos ms marcados.

Captulo 1

La fuerza centrfuga y la fuerza centrpeta: las tendencias del poder contemporneo

1.1 Dos fuerzas contrapuestas y simultneas. Las ltimas dcadas han evidenciado la crisis del modelo tradicional del estado-nacin, el cual experimenta hoy un acelerado proceso de transformacin en el mbito mundial. A pesar de ello, no existe coincidencia en la comunidad de cientistas sociales sobre el resultado final de ese proceso, ni sobre la sobrevivencia en el largo plazo de los particularismos antropolgicos y tnicos. Tampoco existe certidumbre alguna acerca de las formas jurdicas o polticas definitivas con que los nuevos escenarios del poder (regional y global) integrararn las estructuras de estado-nacin republicano y decimonnico con el que, impensadamente, hemos llegado al siglo XXI. A estas alturas del debate (y prcticamente casi tres dcadas despus de que Daniel Bell premo-

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nizara sobre la nueva sociedad global)1 el anlisis de este hecho puede hacerse en una doble perspectiva. Por un lado, a partir de las llamadas mega-tendencias, esto es, como resultado de la internacionalizacin de los mercados econmicos, de diversos factores derivados de las tendencias comerciales y econmico-regionales. Por otro lado, como un proceso inverso simultneo, y aparentemente paradjico de fortalecimiento de las instancias locales de poder.2 La hiptesis sobre la transformacin del estado-nacin que se desarrolla en este libro encuentra su base en una serie de hechos econmicos, polticos y culturales, que activan dinmicas diversas y contradictorias. En trminos generales, la hiptesis de trabajo puede sintetizarse de la siguiente manera: existen dos tendencias diametralmente inversas, una de carcter centrfugo y otra de carcter centrpeto, las cuales operando en forma simultnea generan un fenmeno de disolucin creciente y transformacin del estado nacin histrico. La tendencia centrfuga supone una disolucin hacia afuera del estado-nacin, mediante la internacionalizacin de los centros de poder. La tendencia centrpeta, por su parte, supone ms bien una disolucin hacia adentro, como resultado del fortalecimiento de los gobiernos locales y de las instancias particulares de poder, tanto desde el punto de vista cultural como poltico.

1 Los trabajos pioneros en esta materia, y en especial la formulacin del concepto de sociedad global como resultado de un proceso econmico postindustrial, se deben bsicamente a Bell, en sus textos clsicos The End of Ideology and The Coming Pos-Insdustrial Society. 2 Sobre el tema, MOYNIHAN, Daniel P. Pandemonium, Ethnicity in International Politics, Oxford: Oxford University Press, 1993. SIMAI, M. The Future of Global Governance: Managing Risks and Change in the International System. Washington, D.C. Unites States Institute of Peace Press, p.131-168. ANDERSON, Benedict, Imagined Comunitie: Reflections on the Origins and the Spread of Nationalism, London: Verso, 1991.. Asimismo, SMITH, Anthony, Nationalism, Theories of Nationalism , New York: Harper Row, 1983.

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En algunos casos, estas tendencias tienen un signo esencialmente econmico y mercantil (fuerza centrfuga) y, en otros casos, el impacto es complejo y dismil, pues las fuerzas referidas a las regulaciones de lo pblico (derecho pblico, derecho administrativo, rgimen institucional, derechos humanos, defensa de gnero o del medio ambiente) tienen dos direcciones: una centrpeta y otra centrfuga. Algunos de los discursos de la ltima mitad del siglo XX pertenecen al mbito de lo externo o de la globalidad, como el caso de los derechos humanos o el ambientalismo. Otros discursos, como el que se refiere a lo procedimental de la organizacin de las formas del poder pblico o a los contenidos de la cultura en su sentido ms etnogrfico pertenecen, con toda claridad, al mbito de lo interno, de lo local, y son impulsados por lo que se llama aqu la fuerza centrpeta o la disolucin hacia adentro. Ambas tendencias, la centrfuga y la centrpeta, coexisten, desintegran el poder en direcciones claramente opuestas y marcarn el proceso de transformacin del viejo estado nacional en las prximas dcadas. Ms adelante en este ensayo se especula acerca de la relacin entre los factores ideolgicos y econmicos de reciente evolucin en las sociedades contemporneas y se analizan sus interacciones.3 De esta manera, se busca determinar cmo los nuevos estadios de la organizacin econmica han empezado a transformar, no slo la estructura del estado, sino, adems, las estructuras de poder poltico emergente y paralelas al estado-nacin (estructuras de poder global, entidades regionales o gobiernos locales) como entidades ideolgicas con su propia lgica y dinmica.4 Asmismo, se especula tambin sobre la forma que asumirn los nuevos agen-

3 Se acepta aqu, como punto de partida, la mutua influencia e interaccin entre la esfera ideolgica y la econmica. Para un tipo de anlisis epistemolgico con-causal, ver COLLETI, Lucio, La superacin de la ideologa, Ctedra, Madrid, 1990, p.20 y ss. 4 Como ha sido desarrollado profusamente, los eventos histricos de fines de la dcada de los ochenta e inicios de los noventa (Berlin, 1989; Kuwait, 1991; el conflicto balcnico de 1993 a 1998 y, a la hora de escribir

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tes locales del poder pblico gobiernos locales, entes municipales y regionales que tendern a emerger como resultado de la crisis del estado tradicional. Los procesos de transformacin del estado-nacin en distintas zonas geogrficas varan de acuerdo al tamao de los pases especficos, y de sus correspondientes economas. A mayor volumen de sus mercados y fortaleza relativa de sus entidades polticas, como entes autnomos de decisin, mayor capacidad de sobrevivencia de sus estructuras polticas nacionales. Esta observacin, sin embargo, puede arrojar algunas interesantes paradojas. Tambin los estados-nacionales ms robustos y maduros son aquellos que han mostrado, durante las ltimas dcadas, mayor capacidad para formar parte de estructuras de poder regionales altamente desarrolladas. Un ejemplo es la Unin Europea (UE), la cual ha logrado integrar a un conjunto de las naciones ms industrializadas del planeta, incluyendo a Alemania, Francia, Inglaterra, Italia, Holanda, Espaa y otros pases de alto desarrollo econmico. Otro ejemplo similar es NAFTA, que tiene en su seno a los Estados Unidos, Canad y Mxico. La aparente paradoja se resume de esta forma: un vehculo decisivo para preservar la individualidad poltica del estadonacin reside, curiosamente, en su capacidad para formar parte de un mbito mayor, por ejemplo, de una entidad regional. Slo a partir de una cierta fortaleza poltica y econmica, es posible interactuar con otros socios similares. Los ltimos aos han demostrado que son, cabalmente, los pases ms desarrollados aquellos que tienen la aptitud de asociarse entre s en escalas de poder regionales, mientras

estas lneas, el recrudecimiento del conflicto israel- palestino en el ao 2002) mostraron en la prctica que las predicciones histricas de distinta filiacin resultaron falsas ante los sucesos de la propia realidad. Adicionalmente, esos hechos marcaron un proceso de transformacin del estadonacin y su predominancia como centro del poder poltico en los ltimos cuatrocientos aos. Para una reflexin que cubre hasta los primeros aos despus de la Guerra Fra, ver DRUCKER, Peter F. Post-Capitalist Society. New York: Harper Collins Publishers Inc, 1993, p.11-25.

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los pases en vas de desarrollo se muestran an desintegrados y aislados. 5

1.2 Ethos polticos y desarrollos regionales. Uno de los aspectos centrales de este debate consiste en determinar si el desarrollo de un ethos ideolgico y cultural comn el discurso o la institucionalidad de la democracia o los derechos humanos, por ejemplo es enteramente capaz de generar procesos de integracin regional. Tambin la experiencia de la Unin Europea (UE) y, en menor grado, del NAFTA o TLC, pareceran confirmar esas posibilidades, al haberse generado gobernabilidades inter-pases y polticas regionales, como resultado de pre-requisitos polticos e instituciones comunes. El caso europeo es casi paradigmtico: en el proceso de evolucin de sus pases miembros, Espaa, Portugal y Grecia tuvieron, en su oportunidad, que esperar a la consolidacin de sus transiciones democrticas para ser miembros plenos de la Unin. De la misma manera, ms recientemente, pases como Polonia o la Repblica Checa, pertenecientes al antiguo bloque de pases del Este, han aportado sus credenciales democrticas para acceder a su paulatina integracin dentro del club europeo. Lo mismo sucede con el NAFTA, aunque las asimetras todava existentes entre Mxico, por un lado, y Canad y Estados Unidos, por el otro, parecen ser los principales impedimentos para consoli-

5 En realidad, la prdida de poder del estado-nacin empez desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. El proceso se lleva a cabo en distintas direcciones. Por un lado, los pases desarrollados se convierten cada da ms en sociedades plurales con distintas organizaciones en su interior. Adicionalmente, son justamente las naciones industrializadas las que crean mecanismos ms efectivos de proteccin y competitividad ante la globalizacin, al formar entidades regionales capaces de negociar en bloque en el campo arancelario, comercial o de proteccin de cuotas de produccin e intercambio. En este mbito, igualmente, las naciones menos desarrolladas funcionan en forma aislada o dependiendo de escenarios ms acotados y restringidos.

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dar nuevos y ms acelerados pasos en el desarrollo de un sistema poltico e institucional integrado.6 El caso de Centroamrica parece ser ms dbil y problemtico. Las dificultades existentes para consolidar el MERCOMUN, iniciado en la dcada de 1960, tienen estrecha relacin con las trabas inherentes a las asimetras polticas e institucionales de los pases del istmo. Las dcadas de 1970 y 1980 se caracterizaron por gobiernos militares en algunos de estos pases, circunstancia que abort el proceso integracionista iniciado diez aos atrs. La dcada de 1990 demostr que, adicionalmente, existan otras dificultades, aparte del dispar desarrollo democrtico de la regin. Asimetras econmicas entre pases y, adems, al interior de los mismos, han sido factores que han influido para que el siglo XX se cierre con un proceso de integracin centroamericana todava muy limitado y apenas incipiente en algunas reas. La correlacin entre similares pre-requisitos polticos y sociales, por un lado, y las dinmicas de regionalizacin poltica y econmica, por otro, parece evidente. La comunidad cientfica no es, sin embargo, unnime en torno a este punto. Seyom Brown, en sentido opuesto, sostiene que ni las tendencias de democratizacin, ni las de modernizacin institucional han llevado, necesariamente, a formas de mejor dilogo entre los pases de la comunidad internacional.7 A pesar de que los conflictos inter-pases continuaron en el trnsito del siglo XX al siglo XXI (alimentados y generados, en muchos casos, por las contradicciones nacionalistas) la comprobacin emprica parece indicar que, efectivamente, el desarrollo de paralelismos y comunes denominadores en estilos de gobierno, paradigmas polticos, etc., constituy un

6 En sentido contrario a esta tesis, ver a Seyom Brown, International Relations in a Changing Global System (Toward a Theory of the World Polity), Londres: Westview Press, 1992, p.89. 7 BROWN, Seyom. Opus cit (1992). pp.139 ss. Al menos en el caso de la Unin Europea como el del todava incipiente Mercado Comn Centroamericano, la posicin de Brown no parece comprobarse.

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factor relevante en la disminucin de las contradicciones. Por ejemplo, el pacfico y exitoso desarrollo de la Unin Europea, parece demostrar que pases hasta hace apenas sesenta aos enfrascados en histricos conflictos nacionalistas, culturales y tnicos, los cuales generaron, incluso, dos guerras mundiales han entrado en las ltimas dcadas en un co-gobierno regional, caracterizado por un ethos comn ideolgico y por la disminucin de las asimetras econmicas y polticas de sus estados. La formalizacin de este proceso en el caso de Europa se di, justamente, en los Tratados de Maastricht de 1992.

1.3 La fuerza centrfuga y la fuerza centrpeta En el mbito mundial se experimenta un proceso de transformacin del estado-nacin como resultado de dos variables. Por un lado, existe una suerte de explosin hacia afuera, una fuerza centrfuga, la cual transforma el poder en sentido externo hacia el mbito ms o menos indeterminado de la globalizacin y que es caracterizada por espacios de gobernabilidad informal. Esta gobernabilidad informal se manifiesta por el todava decisivo predominio de lo fctico en el mbito de lo global e, inclusive, lo regional. El mundo de lo global carece, por el momento, de un gobierno global y, en consecuencia, sus expresiones ms marcadas en el campo econmico o militar pertenecen si se permite la metfora del contractualismo clsico al mbito pre- social. Se refiere aqu el concepto social ms bien como la afirmacin de una ausencia: esto es, una sociedad o una comunidad global an precaria. Existir sociedad global, en sentido estricto, en el tanto que exista un gobierno global y no a la inversa, como se ha argumentado comnmente en los ltimos aos. Esta cualidad pre-social del escenario global da lugar a que, en aspectos tan decisivos como la utilizacin de la fuerza militar, o el desarrollo de formas monopolsticas econmicas,

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los actores de la globalizacin no conozcan frenos ni gobiernos definidos. De manera excepcional, se verifican varias formas de auto-regulacin, la cual se imponen algunos de esos actores en virtud de factores de oportunidad, de una cierta racionalidad y equilibrio, motivados por la sobrevivencia del planeta, o, bien, como resultado de algunos ethos globales (como los derechos humanos) ms o menos claros en sus alcances, pero difusos en su aplicacin y prctica. Los monopolios informticos e informativos del presente (Intel, Microsoft, CNN, entre varios otros), o las concentraciones militares decisivas y no controladas (la OTAN, por indicar la ms relevante) constituyen muestras de este fenmeno, al cual se aludir con posterioridad. Monopolios econmicos de esa ndole o, bien, fuerzas militares sin derecho previo que las regule, son impensables en el contexto contemporneo de una sociedad libre, en la cual las leyes antimonopolios o, bien, el principio de legalidad y la sujecin de la fuerza militar a las normas civiles, constituyen la base de la convivencia. Esto no se presenta an en la sociedad global. Por eso se puede afirmar que, en el campo internacional o global, an se vive una etapa pre-social, caracterizada por la espontaneidad y la ausencia de regulacin de sus fuerzas y actores. En ausencia de una racionalidad operantecomo la estructura de un gobierno global eficienteel mundo de la globalizacin es un magma en ebullicin, cambiante e impredecible. Por otro lado y en forma simultnea se verifica una fuerza centrpeta, dirigida hacia el interior del antiguo estado nacional, hacia el mbito de lo local y de las relaciones primarias y polticas de interaccin social y humana. Si en el plano o mbito hacia afuera an prima la ingobernabilidad, en este proceso hacia adentro se constata un mayor reforzamiento de la gobernabilidad, del principio de representacin y de los mecanismos de control ciudadano sobre los poderes. Existen razones de orden socio-cultural que explican este hecho. Como se ver ms adelante, la revuelta localista (el neotribalismo poltico y cultural) nace como una respuesta de los nacionalismos y del reforzamiento del poder local

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nacido de la interaccin civil ante los dilemas de ingobernabilidad generados por el estado-nacin en el ltimo medio siglo. Estado-nacin que, en una gran cantidad de casos, se erigi como una ficcin ideolgica y una camisa de fuerza jurdica y poltica, la cual encubri o reprimi, segn el caso, la diversidad cultural, tnica, religiosa, artstica, que guardan los nacionalismos. Como se menciona ms adelante, el planeta posea a fines del siglo XX alrededor de 200 pases y, sin embargo, ms de 10,000 etnias y nacionalismos diversos. En el desempate entre ambos fenmenos se encuentra la raz de la virulenta vindicacin de los particularismos y localismos nacionalistas. Ambas fuerzas la centrfuga y la centrpeta coexisten y se desarrollan paralelamente, transformando el modelo del antiguo estado- nacin, debilitando su rgimen de potestades tradicionales, transformndolas y replantendolas, creando nuevos escenarios de poder y de regulaciones, segn sea el mbito especfico de interaccin o el objeto de su dominio. En trminos generales, la tendencia se ha movido hacia la regionalizacin, y en algunos casos, hacia la globalizacin de los trminos de intercambio econmico (mbito de lo mercantil e intercambio de bienes y servicios), y a la focalizacin de las organizaciones del poder pblico, en gobiernos locales y en mbitos ms cerrados del poder. El siguiente cuadro comparativo explica los nfasis de ambas tendencias:

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FUERZA CENTRFUGA

FUERZA CENTRPETA

Es resultante de los intercambios econmicos y tecnolgicos. Las formas de produccin e intercambio econmico trascienden el modelo de fronteras del antiguo estado nacional. Se empieza a desarrollar una cultura de lo regional y lo global en sentido antropolgico, que establece un dilo go con las culturas nacionales. El mbito de significacin de lo poltico se transforma ms lentamente y, en algunos casos, no tiene una expresin jurdica o poltica concreta. Se diluye el concepto de soberana clsico. Se establece un enfrentamiento adicional entre lo regional y lo global.

En el plano econmico, su autonoma es cada vez ms reducida. Salvo en casos de economa de auto-subsistencia, sus insumos e intercambios dependen cada da ms de las economas regionales y globales. Se refuerzan o emergen los particularismos culturales y los nacionalismos. Opera la intensificacin de los valores de intercambio humano en pequeos mbitos del poder. Se genera una microfsica del poder, que desarrolla alta complejidad en las pequeas escalas de gobierno y regulacin humana. Se refuerzan los valores del control de lo poltico (del mbito de los intereses ciudadanos y sus mecanismos de control del poder).

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1.4 Los cuatro escenarios del poder. La transformacin del poder que se experimenta actualmente en el mbito mundial supone un continuo proceso de reestructuracin y disolucin de las competencias clsicas del estado nacin, apareciendo como resultado nuevos y distintos niveles de ejercicio y control de los poderes pblicos, de las funciones econmicas y polticas y de los mecanismos de representacin y de control ciudadano. De esa manera, las competencias del antiguo estado-nacin se ven hoy desagregadas en, al menos, cuatro niveles distintos: el gobierno global, el gobierno regional, el gobierno del estado-nacin (que persiste con parte de sus antiguas atribuciones) y el gobierno local. La dinmica de descomposicin y reubicacin de las antiguas competencias tiene un ritmo desigual en distintos lugares del planeta, segn su centralidad o marginalidad en la economa mundial. En el siguiente diagrama se propone una descripcin del comportamiento de las esferas de poder (o perfiles) en cada uno de los mbitos o escenarios especficos. En algunos casos, se trata de rasgos ms o menos tendenciales, los cuales se cumplen parcialmente y no se verifican simultneamente en todos los procesos. En otros casos, se perfilan con mayor claridad nuevas formas de organizacin del poder en distintas reas:

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EL MBITO DE LO GLOBAL Perfil econmico Signado por un proceso de procuracin y utilizacin global de los factores de la produccin. Perfil socio-cultural Presenta una zona ms o menos indefinida. Con valores de una cultura genrica, con patrones de adhesin bastante dbiles. Perfil poltico-y jurdico Indefinido. El poder fctico priva sobre el poder racional. No existen mecanismos de re-distribucin (generadores de instancias de equidad). En materia punitiva y de derechos humanos se abre la oportunidad para cambios sustantivos. Ejemplo, el TPI (Tribunal Penal Internacional).

EL MBITO DE LO LOCAL Perfil econmico Creciente en el mbito de la subsistencia y en algunos rubros de especificidad econmica. Perfil socio- cultural De fuerte intensidad. Perfil poltico jurdico De fuerte intensidad.

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EL MBITO DE LO REGIONAL Perfil econmico Similar al global, pero presenta un mbito ms restringido que se enfrenta comnmente a las polticas globales. (Ejemplo, el mbito arancelario). Perfil socio-cultural Crea zonas de inclusin importantes (lo europeo, lo suramericano, lo andino, etc). Perfil poltico y jurdico Ha creado regmenes de gobernabilidad en el plano de la regulacin de los intercambios econmicos y en algunos campos de los intereses pblicos. (La Unin Europea y sus regulaciones, por ejemplo).

EL MBITO DEL ESTADO-NACIN Perfil econmico Disminuido. Perfil socio-cultural Falsificado, cuando resulta de una construccin jurdico-poltica sin referente antropolgico o sociolgico (una falsa invencin de la modernidad en muchos casos). Perfil poltico y jurdico Disminuido.

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Las interrelaciones entre estas categoras o mbitos son intrincadas, as como los niveles y desniveles que se presentan a su interior. El mbito global, como se desprende del diagrama, presenta gradaciones muy variadas dentro de sus perfiles. Su fortaleza se encuentra, obviamente, en el mbito econmico. La sociedad global es exitosa en la produccin de bienes y servicios y el esquema de su crecimiento est basado, fundamentalmente, en la ubicuidad de los insumos y de la fuerza laboral. En este sentido (como se analiza en el Captulo 2) hay una relacin estrecha entre globalidad y ubicuidad de los factores de la produccin. Los valores culturales son de carcter genrico, y plantean patrones de adhesin ciertamente dbiles. Conforme se examina tambin en el captulo 2, los conos globales (productos tecnolgicos, televisin, formatos globales como CNN, MTV, artistas globales de distintas ndole, cdigos de conducta estandarizados) son capaces de generar identificaciones sustantivamente distintas a aquellas generadas por los valores nacionalistas. Segn se explica posteriormente, se trata de sistemas (o sub-sistemas) de valores complementarios. Los primeros (los globales) se caracterizan por su inmediatez y por su dificultosa perduracin histrica. Los segundos (los nacionalistas) perviven ms largamente, pues estn relacionadas con las memorias de la cuenta larga, ligada a la tierra, al contexto geogrfico, la etnia, la religin y las costumbres locales. Tanto en el captulo 2 como en el 5 y 6, se concluye que el mbito global parece fortalecer en una aparente paradoja el mbito local. Como se desprende, adicionalmente, de algunas reflexiones de los captulos 2, 5 y 6, el mbito global presenta contradicciones importantes. La normativa que regula en el escenario global los procesos productivos y comerciales bajo el amparo de la Organizacin Mundial de Comercio (OMC) es altamente efectiva y con poder coercitivo y coactivo sobre los estados. A diferencia, los organismos dirigidos al desarrollo humano, educacin, salud, etc., esto es, la mayora de las agencias que conforman la Organizacin de las Naciones Unidas (ONU), tienen normativa sumamente dbil, a la cual los estados, em-

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pezando por los grandes pases industrializados, no se sienten vinculados.

El mbito regional (explorado con detalle en el captulo 3) presenta un signo econmico similar, pero a la vez contradictorio con el mbito global. Por un lado, es resultado de fuerzas expansivas y centrfugas, esto es, resultado de la supra-nacionalizacin de los procesos productivos y la fluidez de los trminos de intercambio. Sin embargo, el conflicto entre regionalismo y multilateralismo fu durante la dcada de 1990 y lo ser durante el inicio del siglo XXI uno de los signos caractersticos de la puja de poder contempornea. La desregulacin del modelo global choca con las murallas arancelarias creadas por los grandes bloques regionales, en cuenta la Unin Europea (UE), as como los Estados Unidos, Canad (dentro del NAFTA), y otras naciones como Japn y los Tigres Asiticos. Finalmente en el Captulo 4 se examinan los perfiles propios del mbito del estado-nacin, haciendo un recuento de sus fortalezas y debilidades en el momento actual. Como se analiza con detalle en ese captulo, las categoras weberianas y en particular las potestades de imperio del estado-nacin no obstante haberse debilitado sustancialmente, no pueden, por su propia naturaleza, ser trasladadas con claridad ni eficacia a cualesquiera de los otros mbitos en todos los casos en examen. Desde luego que existe una transferencia de competencias al mbito local en las cuestiones relativas a la gobernabilidad jurdica, poltica, a las cuestiones atinentes a seguridad, administracin pblica general, as como a la ejecucin de polticas pblicas de desarrollo e inversin social. Un esquema bsico de transferencia de competencias, en virtud de los procesos de descomposicin del poder indicado, sera el siguiente:

Esquema de TRASLADO DE COMPETENCIAS (no exhaustivo y en transicin con el estado nacional)

INSTANCIAS GLOBALES O REGIONALESTendencia centrfuga

Sistemas arancelarios Regulaciones genricas ambientales Polticas monetarias Polticas de subsidios para preservar equilibrios regionales Instrumentos de comercio internacional Normativa general sobre derechos humanos, derecho humanitario y derecho internacional pblico Normativa sobre propiedad intelectual Desreglamentacin y apertura comercial

ESTADO-NACIN

Seguridad ciudadana Infraestructura y construccin de obra fsica Sistema tributario y fiscal y fortalecimiento de la hacienda local Administracin y ejecucin de polticas pblicas en inversin social Ejecucin polticas pblicas en educacin Ejecucin polticas pblicas en salud Proteccin tcnica y jurdica del medio ambiente

MBITO LOCALTendencia centrpeta

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1.5 Otras tipologas. En un sentido parecido al expuesto aqu, se encuentran otras taxonomas, las cuales establecen la distincin en un sistema poltico mundial8 dividido en una serie de sub-sistemas, en atencin al contexto, al mbito, a las funciones, o a otras posibles categoras. En lo esencial, el rasgo comn de todas las posibles clasificaciones radica en que no se trata nicamente de una diferente escala del poder sino, adems, de mbitos con naturalezas crecientemente distintas. Para una tipologa diversa a la expuesta aqu, ver la propuesta de Brown,9 acerca de un sistema de filiacin normativista, que distinguira, al menos, cuatro sub-sistemas polticos: 1. El sistema de los estados nacionales, comnmente conocido como sistema internacional. Se refiere al sistema formal, inter-estatal de pases, agrupados en una serie de agencias u organismos de carcter global internacional o, bien, de carcter regional. Pertenece al mbito de lo pblico. Ejemplos, la ONU (Organizacin de las Naciones Unidas), o la OEA (Organizacin de Estados Americanos), la OPEP (Organizacin de Pases Productores de Petrleo), la OTAN (Organizacin del Tratado Atlntico Norte), etc. 2. El sistema transnacional, el cual pertenece al mbito de lo privado, caracterizado por poderosas entidades econmicas que cruzan el mbito de lo nacional e internacional. Sus actividades se encuentran reguladas parcialmente por las entidades pblicas de carcter nacional o internacional, encontrndose reas ms o menos difusas de control en materia ambiental, tributaria, fiscal, y otros aspectos regulativos. En algunos casos, estos sistemas transnacionales pueden ser de ndole no econmica, como organizaciones no gu-

8 Acerca del carcter sistmico de la organizacin poltica mundial ver BOULDING, Kenneth E. The world as a total system, Beverly Hills: Sage Publications, 1985, el cual ilustra sobre los atributos y caractersticas de una estructura sistmica de poder poltico. 9 As Seyom Brown. Opus cit, 1992, pp.169-172.

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bernamentales de defensa ciudadana, derechos humanos, etc. Ejemplos, Coca Cola Inc. Exxon, General Motors, ITT, perteneceran al primer mbito. Al segundo mbito, organismos como Amnesty International, Americas Watch, Mdicos sin Fronteras, etc. 3. Los sistemas polticos internos o nacionales, correspondientes a cada pas o a cada estado-nacin, segn el caso. Dichos sistemas poseen, a su vez, sistemas polticos ms internos de carcter provincial, cantonal, estadual, como parte de sistemas federales o federados, as como grupos privados no estatales, organismos no gubernamentales nacionales, organizaciones de consumidores, grupos de presin, etc. Ejemplos: Espaa, el Pas Vasco, la Comunidad Catalana; o, bien, Brasil, Estado de Ro Grande do Sul, Estado de Paran. En otro orden, organizaciones internas como el Grupo Zapatista en Mxico, la Liga de Consumidores de Medelln, etc., entraran en esta clasificacin. 4. El individuo como un acto poltico. En este caso, la clasificacin privilegia el valor volitivo y resolutivo de personas individuales y su capacidad de influir en procesos de escala nacional, regional o global. Nelson Mandela sera un ejemplo tpico en esta clasificacin.

Captulo 2

Relaciones de poder en el escenario global2.1 Hacia una revisin del concepto de globalizacin. El perfil econmico del nuevo escenario global se caracteriza por una distinta dimensin de los mbitos donde operan los procesos de produccin y comercializacin de bienes y servicios. En trminos generales, se manifiesta aqu una supra-territorialidad de la procuracin de los insumos, de los procesos de manufacturacin y ensamblaje y, desde luego, de la comercializacin. Supra-territorialidad, multinacionalidad y ubicuidad (de los insumos y los procesos productivos) vienen a ser los ejes conceptuales de este nuevo hecho. No son sinnimos, sino perfiles comunes al mbito de este actual escenario productivo.1

1 El trmino globalizacin ha devenido en polismico, utilizado en ocasiones a partir de generalizaciones groseras y poco tiles para efectos analticos. Un esfuerzo de de-construccin debera ir dirigido a distinguir, en lo referido a la globalizacin econmica y productiva, el papel y la interaccin especfica de los diversos factores de la produccin. El examen de una serie de casos particulares, como el que se infiere de los distintos enfoques expuestos en libros comprensivos como, FERNNDEZ JILBERTO,

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El carcter de globalidad proviene, pues, de la supra-territorialidad de los procesos productivos y, en muchos casos, de la multinacionalidad de las partes involucradas en stos. Tal sucede con algunos procesos informticos contemporneos, probablemente el ejemplo ms manido y extendido durante los ltimos aos. De esta manera, la produccin actual del high-tech aplicado a la economa de servicios, a las empresas de comunicacin internacional, as como a la industria qumica, la medicina, el petrleo y sus derivados, opera en un mbito casi exclusivamente supra-nacional. En consecuencia, las empresas o entidades dueas de los procesos y productos pueden estar ubicadas en distintos lugares y pertenecer a diferentes pases sin afectar su naturaleza econmica y productiva, todo lo contrario, facilitndola por la competitividad en relacin a precios de los insumos y la mano de obra. La supra-nacionalidad del proceso econmico presenta, en otro sentido, enormes dificultades en el rea de los controles jurdicos, tributarios y fiscales, as como en el mbito de las responsabilidades de diversa ndole, como, por ejemplo, las resultantes de la violacin del medio ambiente. (La explosin del petrolero de la empresa ShellExon hace algunos aos en aguas internacionales, con los consecuentes daos que gener en materia medio ambiental, plante, en su oportunidad, cuestionamientos e incertidumbres mayores en relacin a los regmenes jurdicos aplicables). En sentido estricto, la globalizacin opera cuando se desarrolla la internacionalizacin y la creciente ubicuidad de, al menos, dos de los tres factores clsicos del proceso productivo: la fuerza laboral y los insumos. El origen o la pertenencia territorial del tercer factor, el capital, parecera resultar irrelevante. Mientras los otros factores participan de esa ubicuidad, la propiedad del capital de las empresas resulta

Alex and MOMMEN, Andr, Regionalization and Globalization in the Modern World Economy (Perspectives on the Third World and transitional economies) , Routledge, London, New York, 1998, permite distinguir el valor diferenciado de tales factores.

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de poca importancia para que operen, no obstante, los procesos de globalizacin. 2 Hace apenas cincuenta aos, el estado nacional era todava el mbito casi exclusivo de los procesos de produccin, aunque la comercializacin ya era desde mucho tiempo atrs una actividad de carcter transnacional. La clave de este nuevo fenmeno est justamente en la ubicuidad de la produccin y de los sujetos productivos. En definitiva, estos son los factores que parecen determinar la globalizacin y la regionalizacin. Esta transnacionalidad o globalidad del proceso productivo es directamente proporcional al valor y sofistificacin del producto. A inicios del siglo XXI, un conjunto importante de los bienes que el mundo produce (y los que tienen, cabalmente, ms valor) se generan en plazas globales o regionales. La globalizacin consiste, en consecuencia, en el crecimiento o ensanchamien