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25 de febrero al 3 de marzo de 2019 Tribunas Asociaciones SUPLEMENTO ESPECIAL 38 ANIVERSARIO SUPLEMENTO ESPECIAL 38 ANIVERSARIO Tribunas Analistas 53 U na década después de la irrup- ción del primer iPhone, los smartphone han llegado a países como España a más del 95% de la población, convirtiéndose en un básico de nuestra vida cotidiana. Todo es digital porque siempre estamos conectados: como ciuda- danos que comparten sus ideas e inquietudes en las redes sociales; como profesionales que incorpora- mos herramientas de productividad formidables a nuestro trabajo; y sobre todo como consumidores con un acceso ilimitado a una ofer- ta de productos y servicios nunca antes soñada. La adaptación y difusión de las nuevas tecnologías alcanza un rit- mo vertiginoso. Según datos de eMarketer recogidos por Financial Times, sólo en Estados Unidos habrá a finales de este año más de 74 millones de hogares con altavoces inteligentes y asistentes virtuales. La combinación de la inteligencia arti- ficial y el machine learning permiten ya a Alexa de Amazon o a Google Assistant seleccionar las noticias matutinas que queremos oír, encon- trar unas entradas para el teatro este sábado o reponernos automática- mente los básicos del hogar: papel, leche, detergente, cuchillas de afei- tar… Si éstas estas tecnologías (y las que vendrán) llegan a alcanzar una penetración similar a los smart- phone... ¿cómo será nuestro mode- lo de negocio dentro de diez años? Frente a lo que algunos todavía creen, la digitalización del retail no es sólo empezar a vender online. Esta transformación, mucho más profunda, implica cambiar toda la estructura y estrategia de la compa- ñía, sus procesos, operaciones, logística, relación con proveedores, medios de pago, los equipos huma- nos y también adecuar las tiendas a la realidad del consumidor conec- tado. En resumen, estamos trans- formando la forma de crear valor, lo que sin duda tiene un impacto sobre los costes, los márgenes y los pre- cios, más tensionados que nunca por la amplitud de oferta, de infor- mación y transparencia con la que cuenta el consumidor. Ante este escenario, la adapta- ción es necesaria. Las empresas de ANGED han demostrado a los largo de los años una gran capa- cidad de transformación e innova- ción. La inversión en transforma- ción digital avanzó el último año un 15% y en la última década han invertido 15.000 millones de euros para modernizar su estructura y red comercial al nuevo entorno de con- sumo. Pero mientras que empresas y consumidores caminan en una direc- ción, la legislación sigue siendo un angosto cuello de botella que ame- naza con estrangular la transforma- ción de todo un sector. En la era en la que competimos con gigantes glo- bales como Amazon y Alibabá que venden 24 horas sin una sóla tien- da en nuestras ciudades y en la que compramos desde el móvil a cual- quier retail del mundo, el debate comercial de muchos parlamentos autonómicos sigue aireando asun- tos de la hemeroteca el siglo XX. Por ejemplo, se sigue prohibiendo por ley abrir las tiendas durante 56 domingos y festivos al año, dejan- do casi dos meses de libre compe- tencia al ecommerce. Se sigue estu- diando como restringir al máximo (incluso prohibir) la apertura de tien- das de más de 2.500 metros, mien- tras se abren plataformas logísticas de 100.000 metros cuadrados para servir pedidos online en 24 horas. Se plantea regular las rebajas de las tiendas físicas a periodos fijos del año, cuando empresas como Aliba- ba vende en la promoción del Sin- gle Day más que Mercadona o El Corte Inglés en un año. O se impo- nen y crean impuestos específicos sobre las grandes tiendas que son a día de hoy un motor de empleo, inversión y compras a proveedores locales en cientos de ciudades. Por desgracia, nuestro diagnós- tico parece certero. La Comisión Europea ha señalado a España como el segundo país de la UE con más barreras operativas al comer- cio. Mantener esta deriva regulato- ria y una fragmentación cada vez mayor del mercado tendrá altos cos- tes en términos de inversión y empleo. Estamos a tiempo de corregir el rumbo y abrir un debate sensato sobre el futuro del sector, con inicia- tivas como el Observatorio de Comercio 4.0 que ha impulsado el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio. Entre todos, tenemos que avanzar hacia una mayor libertad comercial. Un marco regulatorio y medidas que permitan hacer más competitivos a los menos eficientes, pero sin perjudicar la competitividad de los que ya quieren adaptarse y competir mejor en el nuevo entorno digital. Un debate sensato sobre el futuro del comercio Javier Millán-Astray, Director General de ANGED “La inversión en transformación digital avanzó el último año un 15% y en la última se década han invertido 15.000 millones de euros” L as grandes innovaciones tecno- lógicas provocan cambios estructurales de gran calado que modifican los acontecimientos socia- les, políticos y económicos. Nikolai Kondratiev, precisamente estable- ció que estos procesos técnicos pro- vocaban los denominados ciclos lar- gos, que duran del orden de 60 años. El desarrollo de la maquina de vapor, redujo los costes de produc- ción en el S XVIII, incrementó la capacidad adquisitiva, generó la industrialización, que necesitó para abastecerse de mano de obra, emi- graciones del campo a la ciudad. Un proceso técnico que generó una revolución económica y social. Más llamativo fue el desarrollo del barco de vapor con casco de acero en el SXIX, que redujo espectacularmen- te los costes de los fletes, lo que per- mitió desarrollar el comercio Inter- nacional, provocar una división inter- nacional del trabajo y aprovechar empíricamente las ventajas relativas del comercio internacional que defi- nió David Ricardo. En este artículo se utiliza esta teoría para explicar el proceso de globalización que esta- mos viviendo, Konchatiev falleció en 1938, pero es de suponer que esta- ría de acuerdo con esta actualiza- ción de su teoría de “Los ciclos lar- gos”. Las tecnologías de información y comunicación, Tic’s, han permitido comunicar el mundo en tiempo real, a muy bajo coste, lo que elimina los desfases temporales que tantos pro- blemas ocasionen, es decir han pro- vocado la globalización del mundo, frente a la internacionalización que supuso el barco de vapor en el SXIX, y que beneficio fundamentalmente a los mercados de bienes. Sin embargo, tradicionalmente los mer- cados de servicios requerían que oferente y demandante coincidieses en tiempo y lugar; con lo que eran mercados muy imperfectos regio- nales y muy fragmentados. Un aumento de la demanda en la mayo- ría de los casos que no era respon- dida por una oferta muy rígida por lo que se provocaba “grandes ten- siones inflacionistas. En España en los años 80 la inflación era “dual” muy baja para los bines sometidos a la competencia internacional, y de dos dígitos en los servicios, que ope- raban con grandes restricciones de oferta, y mucho al abrigo de la com- petencia. Sin embargo en la actua- lidad, se pueden producir y consu- mir una gran cantidad de servicios, en tiempo real con miles de Kilóme- tros de distancia, con lo que la ofer- ta responde a incrementos de con- sumo, con lo que las tensiones infla- cionistas del lado de la demanda se reducen significativamente. Las tecnologías de información y comunicación también favorecen ganancias de productividad del fac- tor trabajo e impulsan la movilidad a través del teletrabajo. En efecto las Tic’s están alargando enorme- mente, de forma voluntaria, la jor- nada laboral., a prácticamente la totalidad del día; puesto que muchos trabajadores, emplearían con fines laborales estas tecnologías, prácti- camente todas las horas de con- ciencia, solo se restringen durante sueño casi todos los días del año. Además permiten mucho más la conciliación familiar, ocio, etc…, puesto que no es imprescindible estar físicamente en el puesto de trabajo y se puede seleccionar el tiempo que dedicamos a cada acti- vidad. En definitiva aumenta mucho la productividad y la eficiencia de la mano de obra, con lo que se redu- cen las tensiones inflacionistas del lado de los costes; y también mejo- ra la calidad de vida del trabajador. Tradicionalmente la falta de mano de obra disponible, al reducirse el paro, generaba subidas salariales, y por tanto incremento de costes laborales e inflación provocada por los mismos. De hecho la curva de Phillips vinculaba la inflación con el paro; cuanto menor es este último mayor es inflación, y además llega un momento, NAIRU, tasa de paro no acelerada de la inflación que está se convierte en rigida, situando su nivel de paro en una cifra que depen- de de la regulación de cada merca- do laboral y que por debajo de ese paro la inflación tendera al infinito. En España en los años 90 la tasa de paro no acelerada de la inflación se estimó en el 14%, por las grandes rigideces de nuestro mercado labo- ral. La falta de mano de obra, se ha cubierto habitualmente con inmigra- ciones físicas, de hecho nuestro país llego a ser el segundo del mundo, después de EEUU, en entrada abso- luta de emigrantes, al comenzar el presente Siglo XXI. Sin embargo, estos procesos en muchos casos son traumáticos para el trabajador que tiene que abandonar su país de origen. Las tic’s tienen la ventaja que permiten la emigración de la mano de obra a través de la red, sin des- plazamiento desde el lugar de ori- gen, con lo que para muchas acti- vidades, cuando en una zona esca- sea la mano de obra física, está se puede contratar a través de la red y prestar la actividad desde cualquier distancia física. Este fenómeno sig- nifica la ruptura de la Curva de Phi- llips y por tanto se reducen espec- tacularmente la inflación de costes, derivada de la falta de mano de obra. En definitiva las tecnologías de información y comunicación han reducido estructuralmente las ten- siones inflacionistas, tanto del lado de la demanda, como desde la ver- tiente de los costes. Esto implica que la política monetaria en épocas de expansión económica, tiene que ser menos estricta que en la época de fuertes subidas de precios, con lo que los tipos de interés pueden ser mucho más bajos que en el pasado, lo que a su vez permite pro- longar el ciclo expansivo de inver- sión y consumo. Sin embargo si se aplica una polí- tica monetaria excesivamente expansiva, como la del Banco Cen- tral Europeo en los últimos años y se provocan tipos de interés reales negativos, no solo se dificulta la via- bilidad de las instituciones Banca- rias, sino que además se genera inflación de activos. En efecto, si “se regala el dinero”, se favorece el sobreendeudamiento, una mayor asunción de riesgo y un encareci- miento de los activos en lo que se invierte, “burbujas”. La última infla- ción de activos ha sido inmobiliaria, con todos los efectos negativos que se ha provocado en muchos países, como es el nuestro. Por tanto las tic’s favorecen la contención de precios, actualmen- te, salvo en Venezuela, es muy difí- cil que la inflación se sitúe en dos dígitos y de tipos de interés; pero hay que evitar las políticas moneta- rias muy expansivas, que provocan una gran cantidad de distorsiones, incluidas la inflación de activos. TIC e inflación Juan E. Iranzo, Catedrático de Economía Aplicada de la UNED. Miembro del Consejo de Expertos de EL NUEVO LUNES

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25 de febrero al 3 de marzo de 2019

Tribunas Asociaciones SUPLEMENTO ESPECIAL 38 ANIVERSARIO

SUPLEMENTO ESPECIAL 38 ANIVERSARIO Tribunas Analistas

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U na década después de la irrup-ción del primer iPhone, los

smartphone han llegado a paísescomo España a más del 95% de lapoblación, convirtiéndose en unbásico de nuestra vida cotidiana.Todo es digital porque siempreestamos conectados: como ciuda-danos que comparten sus ideas einquietudes en las redes sociales;como profesionales que incorpora-mos herramientas de productividadformidables a nuestro trabajo; ysobre todo como consumidorescon un acceso ilimitado a una ofer-ta de productos y servicios nuncaantes soñada.

La adaptación y difusión de lasnuevas tecnologías alcanza un rit-mo vertiginoso. Según datos deeMarketer recogidos por FinancialTimes, sólo en Estados Unidos habráa finales de este año más de 74millones de hogares con altavocesinteligentes y asistentes virtuales. La

combinación de la inteligencia arti-ficial y el machine learning permitenya a Alexa de Amazon o a GoogleAssistant seleccionar las noticiasmatutinas que queremos oír, encon-trar unas entradas para el teatro estesábado o reponernos automática-mente los básicos del hogar: papel,leche, detergente, cuchillas de afei-tar… Si éstas estas tecnologías (ylas que vendrán) llegan a alcanzaruna penetración similar a los smart-phone... ¿cómo será nuestro mode-lo de negocio dentro de diez años?

Frente a lo que algunos todavíacreen, la digitalización del retail noes sólo empezar a vender online.Esta transformación, mucho másprofunda, implica cambiar toda laestructura y estrategia de la compa-ñía, sus procesos, operaciones,logística, relación con proveedores,medios de pago, los equipos huma-nos y también adecuar las tiendasa la realidad del consumidor conec-

tado. En resumen, estamos trans-formando la forma de crear valor, loque sin duda tiene un impacto sobrelos costes, los márgenes y los pre-cios, más tensionados que nuncapor la amplitud de oferta, de infor-mación y transparencia con la quecuenta el consumidor.

Ante este escenario, la adapta-ción es necesaria. Las empresasde ANGED han demostrado a loslargo de los años una gran capa-cidad de transformación e innova-

ción. La inversión en transforma-ción digital avanzó el último año un15% y en la última década haninvertido 15.000 millones de eurospara modernizar su estructura y redcomercial al nuevo entorno de con-sumo.

Pero mientras que empresas yconsumidores caminan en una direc-ción, la legislación sigue siendo unangosto cuello de botella que ame-naza con estrangular la transforma-ción de todo un sector. En la era enla que competimos con gigantes glo-bales como Amazon y Alibabá quevenden 24 horas sin una sóla tien-da en nuestras ciudades y en la quecompramos desde el móvil a cual-quier retail del mundo, el debatecomercial de muchos parlamentosautonómicos sigue aireando asun-tos de la hemeroteca el siglo XX. Por

ejemplo, se sigue prohibiendo porley abrir las tiendas durante 56domingos y festivos al año, dejan-do casi dos meses de libre compe-tencia al ecommerce. Se sigue estu-diando como restringir al máximo(incluso prohibir) la apertura de tien-das de más de 2.500 metros, mien-tras se abren plataformas logísticasde 100.000 metros cuadrados paraservir pedidos online en 24 horas.Se plantea regular las rebajas de lastiendas físicas a periodos fijos delaño, cuando empresas como Aliba-ba vende en la promoción del Sin-gle Day más que Mercadona o ElCorte Inglés en un año. O se impo-nen y crean impuestos específicossobre las grandes tiendas que sona día de hoy un motor de empleo,inversión y compras a proveedoreslocales en cientos de ciudades.

Por desgracia, nuestro diagnós-tico parece certero. La ComisiónEuropea ha señalado a Españacomo el segundo país de la UE conmás barreras operativas al comer-cio. Mantener esta deriva regulato-ria y una fragmentación cada vezmayor del mercado tendrá altos cos-tes en términos de inversión yempleo.

Estamos a tiempo de corregir elrumbo y abrir un debate sensatosobre el futuro del sector, con inicia-tivas como el Observatorio deComercio 4.0 que ha impulsado elMinisterio de Industria, Turismo yComercio. Entre todos, tenemos queavanzar hacia una mayor libertadcomercial. Un marco regulatorio ymedidas que permitan hacer máscompetitivos a los menos eficientes,pero sin perjudicar la competitividadde los que ya quieren adaptarse ycompetir mejor en el nuevo entornodigital.

Un debatesensato sobre elfuturo delcomercio Javier Millán-Astray, Director General de ANGED

“La inversión entransformación digitalavanzó el último año un15% y en la última sedécada han invertido15.000 millones de euros”

L as grandes innovaciones tecno-lógicas provocan cambios

estructurales de gran calado quemodifican los acontecimientos socia-les, políticos y económicos. NikolaiKondratiev, precisamente estable-ció que estos procesos técnicos pro-vocaban los denominados ciclos lar-gos, que duran del orden de 60años. El desarrollo de la maquina devapor, redujo los costes de produc-ción en el S XVIII, incrementó lacapacidad adquisitiva, generó laindustrialización, que necesitó paraabastecerse de mano de obra, emi-graciones del campo a la ciudad. Unproceso técnico que generó unarevolución económica y social. Másllamativo fue el desarrollo del barcode vapor con casco de acero en elSXIX, que redujo espectacularmen-te los costes de los fletes, lo que per-mitió desarrollar el comercio Inter-nacional, provocar una división inter-nacional del trabajo y aprovecharempíricamente las ventajas relativasdel comercio internacional que defi-nió David Ricardo. En este artículose utiliza esta teoría para explicar elproceso de globalización que esta-mos viviendo, Konchatiev falleció en1938, pero es de suponer que esta-ría de acuerdo con esta actualiza-ción de su teoría de “Los ciclos lar-gos”.

Las tecnologías de información ycomunicación, Tic’s, han permitidocomunicar el mundo en tiempo real,a muy bajo coste, lo que elimina losdesfases temporales que tantos pro-blemas ocasionen, es decir han pro-

vocado la globalización del mundo,frente a la internacionalización quesupuso el barco de vapor en el SXIX,y que beneficio fundamentalmentea los mercados de bienes. Sinembargo, tradicionalmente los mer-cados de servicios requerían queoferente y demandante coincidiesesen tiempo y lugar; con lo que eranmercados muy imperfectos regio-nales y muy fragmentados. Unaumento de la demanda en la mayo-ría de los casos que no era respon-dida por una oferta muy rígida porlo que se provocaba “grandes ten-siones inflacionistas. En España enlos años 80 la inflación era “dual”muy baja para los bines sometidosa la competencia internacional, y dedos dígitos en los servicios, que ope-raban con grandes restricciones deoferta, y mucho al abrigo de la com-petencia. Sin embargo en la actua-lidad, se pueden producir y consu-mir una gran cantidad de servicios,en tiempo real con miles de Kilóme-tros de distancia, con lo que la ofer-ta responde a incrementos de con-sumo, con lo que las tensiones infla-cionistas del lado de la demanda sereducen significativamente.

Las tecnologías de información ycomunicación también favorecenganancias de productividad del fac-tor trabajo e impulsan la movilidada través del teletrabajo. En efectolas Tic’s están alargando enorme-mente, de forma voluntaria, la jor-nada laboral., a prácticamente latotalidad del día; puesto que muchostrabajadores, emplearían con fines

laborales estas tecnologías, prácti-camente todas las horas de con-ciencia, solo se restringen durantesueño casi todos los días del año.Además permiten mucho más laconciliación familiar, ocio, etc…,puesto que no es imprescindibleestar físicamente en el puesto detrabajo y se puede seleccionar eltiempo que dedicamos a cada acti-vidad. En definitiva aumenta muchola productividad y la eficiencia de lamano de obra, con lo que se redu-cen las tensiones inflacionistas dellado de los costes; y también mejo-ra la calidad de vida del trabajador.

Tradicionalmente la falta de manode obra disponible, al reducirse elparo, generaba subidas salariales,y por tanto incremento de costeslaborales e inflación provocada porlos mismos. De hecho la curva dePhillips vinculaba la inflación con elparo; cuanto menor es este últimomayor es inflación, y además llega

un momento, NAIRU, tasa de parono acelerada de la inflación que estáse convierte en rigida, situando sunivel de paro en una cifra que depen-de de la regulación de cada merca-do laboral y que por debajo de eseparo la inflación tendera al infinito.En España en los años 90 la tasa deparo no acelerada de la inflación seestimó en el 14%, por las grandesrigideces de nuestro mercado labo-ral. La falta de mano de obra, se hacubierto habitualmente con inmigra-ciones físicas, de hecho nuestro paísllego a ser el segundo del mundo,después de EEUU, en entrada abso-luta de emigrantes, al comenzar elpresente Siglo XXI. Sin embargo,estos procesos en muchos casosson traumáticos para el trabajadorque tiene que abandonar su país deorigen. Las tic’s tienen la ventaja quepermiten la emigración de la manode obra a través de la red, sin des-plazamiento desde el lugar de ori-

gen, con lo que para muchas acti-vidades, cuando en una zona esca-sea la mano de obra física, está sepuede contratar a través de la red yprestar la actividad desde cualquierdistancia física. Este fenómeno sig-nifica la ruptura de la Curva de Phi-llips y por tanto se reducen espec-tacularmente la inflación de costes,derivada de la falta de mano de obra.

En definitiva las tecnologías deinformación y comunicación hanreducido estructuralmente las ten-siones inflacionistas, tanto del ladode la demanda, como desde la ver-tiente de los costes. Esto implicaque la política monetaria en épocasde expansión económica, tiene queser menos estricta que en la épocade fuertes subidas de precios, conlo que los tipos de interés puedenser mucho más bajos que en elpasado, lo que a su vez permite pro-longar el ciclo expansivo de inver-sión y consumo.

Sin embargo si se aplica una polí-tica monetaria excesivamenteexpansiva, como la del Banco Cen-tral Europeo en los últimos años yse provocan tipos de interés realesnegativos, no solo se dificulta la via-bilidad de las instituciones Banca-rias, sino que además se generainflación de activos. En efecto, si “seregala el dinero”, se favorece elsobreendeudamiento, una mayorasunción de riesgo y un encareci-miento de los activos en lo que seinvierte, “burbujas”. La última infla-ción de activos ha sido inmobiliaria,con todos los efectos negativos quese ha provocado en muchos países,como es el nuestro.

Por tanto las tic’s favorecen lacontención de precios, actualmen-te, salvo en Venezuela, es muy difí-cil que la inflación se sitúe en dosdígitos y de tipos de interés; perohay que evitar las políticas moneta-rias muy expansivas, que provocanuna gran cantidad de distorsiones,incluidas la inflación de activos.

TIC e inflación Juan E. Iranzo, Catedrático de Economía Aplicadade la UNED. Miembro del Consejo de Expertos de EL NUEVO LUNES

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SUPLEMENTO ESPECIAL 38 ANIVERSARIO Tribunas Analistas

A unque la atención de los inver-sores y de los medios de

comunicación se centra, como eslógico, en las cuestiones de másrabiosa actualidad, no son, sinembargo, esas cuestiones, las querealmente explican las tendenciasde largo plazo, que son las que real-mente importan. El Brexit, la gue-rra comercial de Trump, los popu-lismos europeos o la inestabilidadgeopolítica son normalmente más“consecuencias de” que “causasde” y ayudan poco a entender lasgrandes líneas.

En cierto modo, todas esas cues-tiones, y algunas otras, derivan dela enorme transformación que estáexperimentando la sociedad en esteinicio del siglo XXI, una sociedadque evoluciona hacia lo que podrí-amos llamar un nuevo estándar, elestándar “digital-global”. Las suce-sivas oleadas de revolución digital,lideradas ahora por la inteligenciaartificial, y la eclosión de las clasesmedias emergentes, tienen comoconsecuencia una mayor produc-tividad y una enorme ampliación de

los mercados. Ese coctel es enor-memente explosivo en términos decreación de valor.

Sin embargo, a corto plazo, alempezar el 2019, hay una sensa-ción de inquietud y de desconcier-to, una sensación comprensible ala vista de los datos que se vanconociendo. Todo indica que laeconomía global se enfrenta a unadesaceleración del crecimiento yque se trata de una desaceleraciónno solo cíclica sino también estruc-tural. El agotamiento del modelo decrecimiento basado en acumular ymonetizar deuda, por un lado, y lapropia madurez del ciclo económi-co y de negocios, por otro lado,hace que, haya o no recesión, vaya-mos hacia menores ritmos de cre-cimiento.

Esa situación está provocandouna mayor volatilidad en los mer-cados financieros, que han entra-do en una fase de ajuste a partir defebrero de 2018, cuyas causas pro-fundas van más allá de circunstan-cias políticas como el Brexit o elenfrentamiento comercial entre

EEUU y China. En el fondo, hay unmodelo de crecimiento que toca asu final, el del dinero barato y ladeuda sin límite, y otro modelo decrecimiento que emerge, el de latransformación tecnológica y laeclosión de las clases medias emer-gentes. Pero queda todavía bas-tante “destrucción creativa” del vie-

jo modelo y el nuevo modelo alter-nativo no aparece todavía con sufi-ciente claridad.

Aunque los Bancos Centralesvuelvan a relajar sus políticas mone-tarias, tal y como lo ha hecho ya laFed es muy dudoso que por esa víapuedan reactivar un ciclo que yaestá agotado y en el que más deu-da y más dinero barato no van aayudar como lo hicieron despuésde 2008. Es mejor apostar por elproceso, de enorme creación devalor y de riqueza que genera lacombinación de la transformacióndigital y la eclosión de las clasesmedias de países emergentes, queson la gran fábrica de crecimientodel siglo XXI.

La industria de inversión y losmercados financieros deben jugarun papel es esa transformación delmodelo de crecimiento, dedicandomás recursos hacia aquellas eco-nomías y empresas que estánsabiendo aprovechar la revolucióndigital y que se abren a los merca-dos emergentes. Esas son lasempresas y economías ganadorasa medio plazo y las que van a darretornos relevantes a quienesapuesten por ellas. Potenciar a lasempresas y a las economías quelideren el nuevo estándar es lamejor función que los mercadosfinancieros pueden cumplir paraimpulsar el progreso.

De forma simultánea, nuestrapropia actividad como gestores deinversiones y canalizadores derecursos se ve muy impactada porla revolución “digital-global”. Cam-bia la forma de relacionarse con losclientes, cambia la forma de asig-nar los recursos, cambia la formade gestionar los riesgos. En unosaños, el sector de servicios deinversión habrá cambiado profun-damente, aunque la esencia denuestra actividad, que es asignarrecursos y gestionar riesgos, seasiempre la misma. Los Bancos, lasentidades financieras, no vamos aser empresas tecnológicas, porquenuestro negocio y nuestra aporta-ción a los clientes no es ser “tec-nológos”, pero disponer de unaexcelente tecnología va a ser unacondición “sine qua non” parapoder desarrollar nuestra actividadde servicios de inversión y parapoder dar mejores soluciones a losahorradores e inversores aprove-chando de forma simultánea larevolución digital y la ampliación delos mercados emergentes.

Hacia el nuevoentorno digital-global Juan Carlos Ureta, Presidente de Renta 4 Banco.Miembro del Consejo de Expertos de EL NUEVO LUNES

“Cambia la forma derelacionarse con losclientes, cambia la formade asignar los recursos,cambia la forma degestionar los riesgos”

P odemos entender la digitali-zación como la utilización de

un conjunto de tecnologías y apli-caciones basadas en el formatodigital y que utilizan internet comomedio de utilización. La variedadde tecnologías y su ámbito de apli-cación son amplísimos y puededecirse que abarcan al conjuntode actividades humanas, entreellas de forma muy importante laeconomía.

La parte más visible de este pro-ceso para las personas tiene quever con la creciente utilización deinternet para obtener los bienes yservicios que nos ofrecen las com-pañías. En algunos casos puedenser servicios nuevos, como todo lorelacionado con las redes sociales,pero en la mayoría se trata de bien-es y servicios que ya existían.Encontramos aquí dos circunstan-cias diferentes: por un lado bienesy servicios ofrecidos por las mis-mas compañías tradicionales peropor canales diferentes, y por otrola irrupción de nuevas compañías

que están desplazando del merca-do a las tradicionales en determi-nados segmentos del mercado.Uber, Airbnb o Netflix serían ejem-plos de esto último.

Pero la digitalización no se limi-ta a los nuevos canales de ventasde las empresas. Supone tambiénun cambio profundo de los proce-sos internos de las propias compa-ñías que enlaza con el desarrollode la inteligencia artificial. Estamosaquí ante un cambio mucho másprofundo y disruptivo que va a afec-tar a las personas en las próximasdécadas que España y Europa ensu conjunto tiene que ir anticipan-do y adaptándose. En este sentidoayudar a digitalizar nuestro paísconsistiría en favorecer el desarro-llo de una gran base de empresasdigitales competitivas, en un eco-sistema propio, que ayude a trans-formar y modernizar digitalmenteel conjunto de la sociedad españo-la. Para ello hay que involucrar a ungran número de acciones y agen-tes económicos: administraciones,

empresas, cultura de usuarios… yser muy proactivos en áreas comola educación, la salud, el empren-dimiento, etc.

En el sector financiero la trans-formación digital se está producien-do sin grandes disrupciones demomento. El mercado sigue domi-nado por las entidades financierastradicionales sin una amenaza cla-ra de posibles competidores a cor-to plazo. La parte más visible delproceso de digitalización se plas-ma en la generalización de las pla-taformas digitales de los bancosque canalizan un porcentaje cre-ciente de la actividad comercial conlos clientes. Los últimos datos deBBVA reflejan que 1 de cada 3 ope-raciones se hace ya a través deinternet y cerca del 50% de losclientes son digitales.

En paralelo a esta transformacióntecnológica dentro de los bancosha ido surgiendo el universo Fin-tech. Encontramos aquí compañí-as innovadoras del sector financie-ro que ofrecen determinados ser-

vicios y productos financieros encompetencia o colaboración conlos bancos. Algunas compañíasFintech tienen la vocación de com-petir con los bancos, pero la mayo-ría pueden verse como desarrollostecnológicos para una aplicaciónconcreta (transferencias al exterior,cuenta bancaria para no residen-tes, etc.) cuyo destino final es seradquirida por algún banco paraofrecer el servicio a sus clientes. Demomento los bancos no se estánviendo amenazados por las gran-des compañías tecnológicas (Ama-zon, Google…) pero no es descar-table que lo sean en el futuro. Elnegocio bancario tradicional de cré-dito y depósito no parece que pue-da ser susceptible de ser replicadocon ventajas tecnológicas como hasucedido en sectores como eltransporte urbano, medios decomunicación, alojamientos, ven-ta retail y muchos otros por lo quevemos poco probable que los ban-cos vayan a perder su papel domi-nante en el sector financiero tal y

como está diseñado actualmente(dinero Fiat, bancos centrales…).

La parte del negocio bancariodonde los cambios pueden ser másdisruptivos es la relacionada conlos servicios de inversión. Aquí loscambios tecnológicos están dan-do lugar a un sistema mucho másabierto y competitivo en el que nue-vos jugadores tecnológicos pue-den intentar entrar a competir porla gestión quedando los bancoscomo meros depositarios y liquida-dores. Pero quizás la transforma-ción más importante para el ciuda-dano es que empieza a tener a gol-pe de click la opción de decidirinversiones en un gran rango deproductos financieros. Esta ganan-cia en facilidad y amplitud de opcio-nes de inversión tiene una partenegativa: el riesgo de toma de deci-siones equivocadas que tenga gra-ves consecuencias sobre vidafinanciera de las personas.

Para abordar la cuestión concre-ta del impacto de la revolución digi-tal en la vida financiera de las per-sonas hay que incidir en dos vías.Por un lado en la importancia delasesoramiento financiero para ayu-dar a las personas a un correctoplanteamiento de sus objetivosfinancieros y sus decisiones deinversión. Por otro lado, la revolu-ción digital hace cada vez más evi-dente la necesidad de que las per-sonas adquieran en su etapa esco-lar una formación económico-finan-ciera básica que les ayude a enten-der la dimensión económica delmundo en que vivimos. El objetivono es convertir a las personas enexpertos financieros que toman porsu cuenta arriesgadas decisionesde inversión. El objetivo es ayudara las personas a desenvolverse enun mundo en el que la transforma-ción lo económico tiene una pre-sencia enorme en nuestras vidas yla transformación digital va a hacerimprescindible unos conocimien-tos económicos básicos en las per-sonas que sólo pueden adquirirseen la etapa escolar.

La transformacióndigital en el sectorfinanciero: ¿cómoafecta a laspersonas? Nicolás López, Director de Análisis de MG Valores.Miembro del Consejo de Expertos de EL NUEVO LUNES

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L a revolución digital comenzóhace algunas décadas y aún no

está finalizada. La aceleración tec-nológica que se está viviendo esrealmente impresionante y los avan-ces que se están dando se suce-den a una velocidad de vértigo. Lastecnologías digitales han supues-to cambios significativos en los pro-cesos productivos, intercambio, dis-tribución y consumo, así como enel sector servicios. Todo el circuitoeconómico, que se rige en gran par-te por la digitalización, está tenien-do un impacto en nuestras vidas yen el bienestar. Se están modifican-do los hábitos de consumo y delcomportamiento del consumidor.En muchas ocasiones la vida sehace más fácil a la hora de adquirirproductos o demandar servicios.

Los progresos que se estánalcanzando supone mejoras dediferente índole, tanto por lo que serefiere a la producción de bienes yservicios, como a las ventajas queobtiene el consumidor. Los benefi-cios que se pueden obtener de latecnología digital se encuentran, sinembargo, repartidos de un mododesigual a lo largo del mundo perotambién dentro de los países. Todoello depende del nivel de desarro-llo alcanzado y de la desigualdadexistente entre los países y dentrode cada país. Las desigualdadesde renta, género, oportunidades yformación, determinan las ventajasy o desventajas que se puedenobtener de la puesta en marcha deestas tecnologías.

Estos avances tecnológicos coe-xisten con un panorama escanda-loso como el hambre, la pobreza,y las guerras, y como consecuen-cia la situación penosa, que acabaen muchos casos con la muerte,por la que pasan los emigrados yrefugiados en su marcha hacia lospaíses desarrollados. A su vez enlos países receptores de emigra-ción se está produciendo un deter-minado rechazo hacia las personasque vienen de fuera huyendo deunas circunstancias políticas y eco-nómicas realmente pavorosas. Vivi-mos en un mundo de contrastes,en el que coexisten, la miseria y laopulencia, la guerra y la paz, lasdictaduras y la democracia, la bar-barie y la civilización. De ello no tie-ne la culpa la tecnología pero tam-poco esta es capaz de resolver losgraves problemas que atenazan almundo actual. Esto último pareceobvio pero no en todos los casoslo es.

Al hilo de lo que acabo de decir,resulta frecuente leer artículos ylibros que nos plantean un mundofeliz en el futuro gracias a los avan-ces tecnológicos que se están pro-duciendo y que se van a dar en losaños venideros. Se cae en lo queSampedro con acierto bautizó comotecnolatría. La adoración a la tec-nología como el instrumento capazde resolver los graves problemassociales y políticos existentes, comolos mencionados, y otros que estánadquiriendo suma gravedad comoel deterioro ecológico y el cambio

climático. La tecnología a su vez nosiempre tiene efectos positivos sinoque genera otros que pueden tenerrepercusiones negativas sobre elecosistema y el desempleo. No sepude obviar tampoco que el avan-ce digital también sirve para la cons-trucción de armamento, mediospara la destrucción y no para alcan-zar avances en la paz.

Resulta evidente que se produ-ce una gran disfuncionalidad entrelos avances tecnológicos y lasestructuras políticas, económicasy sociales. Por esto es por lo queresulta necesario vincular la tecno-logía con la urdimbre social. La tec-nología se desarrolla dentro de uncontexto social determinado quees capaz de impulsar la investiga-ción y la innovación. Unos incenti-vos que viene dados por intereseseconómicos y militares. A su vezlas nuevas tecnologías se aplicanen un tejido social determinado ycuyas características influirán deun modo decisivo sobre el progre-so o retroceso social.

Resulta muy llamativo que losgrandes avances científicos y tec-nológicos coincidan en los paísesdesarrollados, en los que estosavances se materializan de una for-ma más evidente, con la crecienteprecarización del mercado laboral,aumentos en la desigualdad, yretroceso en los derechos labora-les, sociales y democráticos. Todoello está generando una elevadomalestar en las sociedades occi-dentales. Mientras la ciencia avan-za no sucede lo mismo en el bien-estar de la ciudadanía.

De modo que se puede concluirque ante los nuevos retos quesupone la revolución digital se estápreparado profesionalmente, y enesto Espala no es una excepción,pero no se está preparado en unaurdimbre social en la que existe unaprogresiva concentración empre-sarial y de riqueza. En este contex-to, se seguirá produciendo una cre-ciente inseguridad económica, máshoras de trabajo y más paro.

Revolución digitaly urdimbre social Carlos Berzosa, Catedrático de Economía Aplicadade la Universidad Complutense de Madrid

“Los avances tecnológicos coexisten con unpanorama escandaloso como el hambre, la pobreza, ylas guerras, y como consecuencia, la situaciónpenosa, que acaba en muchos casos con la muerte,por la que pasan los emigrados y refugiados en sumarcha hacia los países desarrollados”

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SUPLEMENTO ESPECIAL 38 ANIVERSARIO Tribunas Analistas

I nternet y todos sus acompa-ñantes nos están conducien-

do a un nuevo mundo, en el quese pide un taxi tocando con eldedo en la pantalla del móvil o sehace la compra desde casa, des-pués de cenar, usando un orde-nador.

A la vez que se ha puesto a dis-posición de prácticamente cual-quier persona un enorme caudalde conocimientos y acceso ainformación, ha habido sectorescuyas reglas de juego tradiciona-les han saltado por los aires y hansido sustituidas no solo por unasnuevas formas de hacer sino, tam-bién, por unas nuevas formas defacturar que no todas las empre-sas han sido capaces de com-prender y adoptar.

Sectores como la publicaciónde libros, la música, el cine, laprensa escrita, los viajes, la dis-tribución al por menor o las finan-zas tienen hoy una configuracióny unos parámetros de competen-cia que los han convertido en sec-tores “nuevos”, aunque vengan demuy lejos, porque ni los produc-tos, ni los precios, ni los actores,ni las formas de comprar y venderson los mismos que eran tradicio-nalmente.

Esto no es nuevo y es impara-ble, pese a la resistencia de algu-nos perjudicados por las nuevas

formas de competir –recordar elcaso de los taxistas es casi inevi-table–.

Hay sectores enteros cuyospuestos de trabajo están amena-zados por las nuevas tecnologías,y serán aún más cuando la inteli-gencia artificial vaya consiguien-do avances que la conviertan enefectivamente utilizable (¿se ima-ginan un mundo en el que hayatraductores automáticos en cual-quier idioma y los coches o laslavadoras se manejen solo con lavoz?). Parece que será así. Y elhecho de que no sea algo nuevoen la historia de la Humanidad–¿quién echa de menos a los con-ductores de diligencias?– no ali-via el daño inmediato que produ-cirá sobre muchas personas conpocas herramientas disponiblespara defenderse de las conse-cuencias de esta transición.

Si no se hace algo decidido ydecisivo, corremos el riesgo degenerar una brecha social insal-vable y, por tanto, creciente, entrelos que han podido moverse conla marea y los que se han queda-do atrás.

No parece una perspectivadesea ble. La experiencia quetenemos de países con grandesdesigualdades es que la calidadde vida se reduce para todos losciudadanos, incluidos los más

afortunados: acaban necesitandorecluirse en guetos vallados paraprotegerse. En mi opinión, vivirescondido y asustado detrás deuna valla es justo lo contrario dela libertad que disfrutamos, por

ejemplo, en España, sin necesi-dad de ir más lejos.

Va en interés de todos que lasinevitables consecuencias delavance tecnológico no se traduz-can en una fractura social con

ganadores y excluidos. Si estoacaba sucediendo, nadie serárealmente ganador y todos sere-mos perdedores a medio plazo.

La Revolución Industrial acabóconduciendo a un nuevo contra-to social, donde aparecieron laeducación obligatoria, la sanidadpública, las vacaciones pagadaso las pensiones por jubilación; sintodos estos avances, la industria-lización habría sido socialmenteimposible de sostener.

Del mismo modo, la RevoluciónDigital nos obliga a plantearnoslas cosas de manera radicalmen-te diferente, incluyendo la mane-ra de organizar nuestra sociedady nuestra convivencia.

Los cambios tendrán que serradicales, porque el mundo estácambiando de forma radical: nose trata de dar subvenciones a lossectores “perjudicados” para queel impacto sea menos gravoso(que a lo mejor hay que hacerlo).Se trata de pensar de manera nue-va y distinta.

En este sentido, hay algunasideas que merecen ser explora-das seriamente, sin cargas ideo-lógicas ni rechazos apriorísticos.

Por ejemplo, el sistema fiscaltendrá que ser renovado en pro-fundidad: cada vez será menossoportable, por concepto y porcapacidad recaudatoria, un siste-ma como el actual, centrado enimpuestos sobre los salarios. O,en una línea de reflexión pareci-da, la renta básica universal ten-drá que ser considerada muyseriamente, como mecanismoequilibrador del conjunto del sis-tema.

Si no lo hacemos, las dificulta-des se convertirán en insalvables.

Exclusión digital José Massa, CUNEF, Economista del Estado.Miembro del Consejo de Expertos de EL NUEVO LUNES

“Corremos el riesgo degenerar una brechasocial insalvable y, portanto, creciente, entre losque han podido moversecon la marea y los que sehan quedado atrás”

“La renta básicauniversal tendrá que serconsiderada muyseriamente comomecanismo equilibradordel conjunto del sistema”

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Tribunas Analistas SUPLEMENTO ESPECIAL 38 ANIVERSARIO

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L os años acabados en nueve,final de década, suelen ser

convulsos, tanto desde un puntode vista político como económico.Una regularidad que parece cum-plirse tanto en el entorno globalcomo en el caso de España. Cuan-do hablo de convulsión, lo que losanglosajones denominan ‘shocks’,no tienen por qué ser necesaria-mente negativos, aunque desgra-ciadamente los positivos son másdifíciles de recordar. Repasemosalgunos de estos acontecimientosque han marcado los fines dedécada.

1919: se firma el Tratado de Ver-salles, se crea la Sociedad deNaciones y, aparentemente, se ini-cia un período de paz y bonanza,“los felices 20”, que incluyó el logrodel voto femenino, por primera vezen la Historia. Sin embargo, eldesastroso cierre de la GuerraMundial, con la obligación de pagoa Alemania de las reparaciones delconflicto, metieron a la Repúblicade Weimar en una espiral hiperin-flacionista que hicieron emerger alnazismo y fueron el germen de laSegunda Guerra Mundial.

1929: se inicia la Gran Depresiónen EE.UU. y en buena parte de laeconomía mundial, fuertementeglobalizada por el impulso alcomercio mundial. Su amplitud(tasa de paro del 25%, deflación,quiebra bancaria) y duración (unadécada) cambiaron el paradigma

político y económico vigente.1939: Alemania invade Polonia

y se inicia la Segunda Guerra Mun-dial, el peor conflicto bélico de laHistoria, marcado por unas inédi-tas matanzas de civiles, y que cam-bió el mapa político mundial. EnEspaña termina la Guerra Civil ycomienza un período de dictadu-ra política y autarquía económica.

1949: en China triunfa la revolu-ción maoísta y se instala la Repú-blica Popular. En el hemisferio Oes-te se crea la OTAN y se inicia lapolítica de bloques y la guerra fría.

1959: Revolución en Cuba. EnEspaña se aprueba el “Plan deEstabilización” que supone el finalde la autarquía y el comienzo de lamodernización y despegue de laeconomía española, que se con-vertiría, en las siguientes décadas,en un caso de éxito.

1969: Arrecian los movimientoscontra la Guerra de Vietnam (fes-tival de Woodstock). El hombre lle-ga a la Luna. Nace la primera Inter-net, entre las Universidades deStanford y UCLA (ARPANET). EnEspaña, Juan Carlos es designa-do sucesor de Franco, a título deRey, dando comienzo el “posfran-quismo”.

1979: Revolución sandinista.Revolución en Irán. Invasión sovié-tica de Afganistán, que da origenal movimiento talibán. En Españase estrena la Constitución demo-crática, con elecciones municipa-

les y generales. La crisis del petró-leo golpea duramente a la econo-mía española.

1989: La Unión Soviética se reti-ra de Afganistán, que queda enmanos de los talibanes. Cae elMuro de Berlín y buena parte delos regímenes comunistas. EnEuropa se crea el Sistema Mone-tario Europeo, un régimen cambia-rio fijo con bandas de fluctuaciónque iba a ser el primer paso parauna futura unión monetaria. El SMEprovoca en España una avalanchade capitales, una notable burbujainmobiliaria y un fuerte desequili-brio fiscal y exterior que estalla en

1992, provocando una grave crisiseconómica.

1999: Nace el euro, en el queparticipan inicialmente 11 de los15 países que formaban parte dela UE. En España, la fijación del tipode cambio, como había ocurridouna década antes, provoca unagigantesca burbuja inmobiliaria,acompañada de burbujas de cré-dito, de infraestructuras y de deu-da privada (véase La Falsa Bonan-za, editorial Península, 2015).

2009: El mundo vive su peorregistro económico desde la GranDepresión de 1929, con un creci-miento negativo generalizado. La

zona euro cae un 5% y España un3,6%, el peor dato desde la GuerraCivil. La Gran Recesión iniciada en2008 tuvo una duración de 4-7años, dependiendo de los países.

¿Y 2019?¿Añadiremos el año recién

estrenado a esta “convulsa” listadel 9? Es cierto que el año hacomenzado algo más tranquiloque el final del año anterior, perolos nubarrones en el horizonte noson desdeñables. A continuación,enumeramos de forma sucinta losmás relevantes.

• Brexit. Es difícil anticipar sifinalmente habrá un Brexit duro, unBrexit blando o una reversión delmismo. Pero lo que sí está claro esque en 2019 terminará la incerti-dumbre de un proceso iniciado conel referéndum de 2016. Una salidasin acuerdo podría tener efectosdevastadores sobre el PIB, losintercambios comerciales y los flu-jos de capital.

• Guerra comercial: aunque latensión por la subida de arancelesanunciada en 2018 por Trump seha suavizado, el riesgo sigue laten-te y dependerá de la evolución deldéficit comercial norteamericano yde la cotización del dólar.

• Burbuja de Bolsa y bonos: lainusual expansión monetaria de losúltimos años ha dado lugar, segúnalgunos, a una burbuja de rentavariable, en EE.UU., y de renta fija,en la zona euro y Japón. La rever-sión de las políticas monetariasexpansivas podría dar al traste conestas sobrevaloraciones.

• Desaceleración en la zonaeuro: sin margen de maniobramonetario, sólo quedaría laexpansión fiscal de países comoAlemania.

• Frenazo del crecimiento chi-no. Su pujanza explica un 50% delcrecimiento mundial, y una des-aceleración brusca provocaría unacrisis como la de 2009.

Esperemos que esta vez sea unaexcepción.

Los difícilesaños 9 Miguel Sebastián, Universidad Complutense de Madrid. Miembro del Consejo de Expertos de EL NUEVO LUNES

¿Añadiremos el año recién estrenado a esta ‘convulsa’lista del 9? Es cierto que el año ha comenzado algomás tranquilo que el final del año anterior, pero losnubarrones en el horizonte no son desdeñables: Brexit,guerra comercial, burbuja de Bolsa y bonos,desaceleración de la zona euro, frenazo delcrecimiento chino...”

L a denominada economía digi-tal comporta, sin duda, nota-

bles beneficios para el consumi-dor y el bienestar general. Contodo, no todo son ventajas. Lasvertiginosas mutaciones queincorpora a la actividad producti-va se están traduciendo en unaprogresiva sustitución de la manode obra por máquinas y aplicacio-nes día a día más sofisticadas. Siel riesgo para el factor trabajo noparece inminente, a largo plazo,su capacidad de adaptación a unentorno de tan acelerado cambiopodría resentirse. Ya aparecen losprimeros indicios de potencialesdesajustes. Desde la paradójicatendencia bajista de la producti-vidad, hasta una demanda aleja-da de la cadencia registrada en elpasado. Incluso en un país don-de la actividad mantiene un perfilrazonablemente robusto, LaReserva Federal expresa preocu-pación por estos síntomas.

No se trata de formular vatici-nios milenaristas, las más de las

veces desmentidos por la reali-dad. Pero, si la sustitución del fac-tor trabajo llegara a acelerarseexponencialmente, afectaría nosólo a la ocupación. Podría deri-var en un desfase estructural entrela potencial oferta y una deman-da incapaz de seguir su ritmo. Yase avanzan soluciones imaginati-vas como imponer gravar lasmáquinas que desplacen mano deobra para atender los crecientesapuros en la financiación de laspensiones. Menos eco merece eldinero soberano como posible res-puesta, aunque prestigiosos eco-nomistas hayan apoyado esta ideadesde que Irving Fisher le otorga-ra sólido fundamento teórico. Sebarajó, incluso , como salida a laGran Depresión. Los avances digi-tales permiten, ahora, poner enpráctica lo que en su día no pasa-ba de constituir una mera utopía.

En esencia, consiste en elimi-nar el práctico monopolio paracrear dinero de que gozan las enti-dades de crédito, transfiriéndolo

a los bancos centrales que permi-tirían la libre apertura de cuentaspor todos en sus libros. Desapa-

recería así la desproporcionadacarga de asegurar la estabilidadde la comunidad bancaria a fuer-za de rescates con dinero públi-co, el otorgamiento de sistemáti-cas ventajas y las distorsiones quetan peculiar status genera. Elmonopolio y la prioridad otorga-da a consideraciones prudencia-les, amplían artificialmente losmárgenes de intermediación y gra-vitan, en última instancia, sobre elcoste del crédito. Un conjunto debeneficios, hoy por hoy, indispen-sables para el funcionamiento delsistema de pagos y, por tanto, dela economía. El valor añadido del

dinero soberano no se agota conesta efectiva liberalización del sis-tema financiero. También contri-buiría poderosamente a mitigar losdesequilibrios entre oferta ydemanda globales en un hipoté-tico contexto de pronunciadomarasmo y contracción delempleo y las rentas.

¿Cómo se lograría este objeti-vo? Mediante la fijación por lasautoridades monetarias del incre-mento anual de la masa moneta-ria que garantice la estabilidadmacroeconómica, abonándolo atítulo gratuito bien a cada ciuda-dano, bien al Estado para cubrirparte de sus necesidades definanciación. Tan drástica modifi-cación en los sistemas financieroy de pagos, como resulta obvio,comporta no pocos problemaspara asegurar una transición orde-nada. Desde riesgos de contrac-ción del crédito, hasta pérdidasmasivas de empleo en la banca.Estas prevenciones y temoresminusvaloran la capacidad deadaptación del sector e ignoran laprevisible incorporación en fuer-za de nuevos entrantes dotadosde extensos recursos y habilida-des tecnológicas. En última ins-tancia, la competencia introduci-da en un sector tan abrigado pre-sionará a la baja los márgenes deintermediación y logrará una asig-nación más eficiente.

Más aún, el dinero soberanopodría erigirse en instrumentoesencial para afrontar el desafíodigital y su potencial impacto sobreel empleo, la actividad y la finan-ciación pública. Que se estudieesta opción por los responsablesmonetarios de países a la vanguar-dia, constituye signo inequívoco deque la cosa va en serio.

El dinerosoberano y eldesafío digital Juan Pedro Marín, Analista Económicoy Profesor del IEB, UCM. Miembro del Consejode Expertos de EL NUEVO LUNES

“Si la sustitución delfactor trabajo llegara aacelerarseexponencialmente,afectaría no sólo a laocupación. Podría derivaren un desfase estructuralentre la potencial oferta yuna demanda incapaz deseguir su ritmo”

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L a revolución digital ha estadopresente en nuestra sociedad

durante varias décadas. Lo quecaracteriza el momento que vivi-mos actualmente no es tanto larevolución en sí como la acelera-ción con que se está produciendo.No cabe duda de que la revolucióndigital genera enormes beneficiospara nuestra sociedad: reducciónde asimetrías de información; acce-so instantáneo a productos, servi-cios y conocimiento; reducción debarreras de entrada; generación deeconomías de red; aceleración deideas; capacidad de competir aescala global; conexión entre indi-viduos y muchas otras. Sin embar-go, esta aceleración genera unaserie de dificultades y retos que,en mi opinión, se sintetizan en lassiguientes consideraciones:

La primera dificultad que afron-tamos las compañías que presta-mos servicios en torno a la digita-lización es la escasez de personal

especializado. El crecimiento expo-nencial de la demanda de perfilescon alta especialización en tecno-logías de la información y trata-miento de datos (especialmentecientíficos de datos) no se corres-ponde con la velocidad de creci-miento en el censo de estos pro-fesionales. Adicionalmente a esteproblema, las estructuras educati-vas en torno a este ámbito no hancrecido de forma suficiente comopara poder abastecer al mercadouna vez se completen los ciclosformativos que se encuentran enmarcha en este momento.

Por otra parte, este nuevo con-texto no se puede afrontar congarantías de supervivencia si pen-samos en nuestros equipos de digi-talización como un “área” de nues-tras empresas. La digitalización hade entenderse como un elementotransversal a la estrategia de laorganización y, por tanto, nuestrosequipos directivos han de “pensar

en digital”, más que “crear áreasde negocio digital”. La reducciónde barreras de entrada y capaci-

dad de competir a escala globalanteriormente mencionadas, sontanto una oportunidad como unaamenaza, que nos obliga a acele-rar nuestros ciclos de decisión.

Es un hecho que la revolucióndigital – en muchos casos ligada ala utilización de inteligencia artifi-cial – genera efectos de concen-tración. Esta concentración, sea decapital, de valor en determinadospuestos de trabajo, de tracciónsobre clientes finales, de poder, ode la cuantía de competidores,conlleva una serie de riesgos quehan de afrontarse desde una pers-pectiva regulatoria. La incapacidad

de los reguladores para adaptarseal ritmo de cambio, así como la difi-cultad por parte de los superviso-res de dotarse de personal concapacidad para interpretar estaderivada tecnológica comportaríauna gran dificultad para garantizarque el cambio derivado de la digi-talización no produzca desequili-brios y desigualdades.

En cuanto a la perspectiva deconsumidor, aunque la revolucióndigital presenta grandes ventajaspara éste, se da la paradoja de queaquellos consumidores que, pormotivos de edad, de (dis)capaci-dades, de ubicación o de cualquierotra índole, tienen dificultades paraconsumir en este nuevo entorno,corren el peligro de no disponer deuna alternativa de consumo. Laenorme generación de eficienciasque conlleva la digitalización nodebería dejar olvidados a los colec-tivos más vulnerables.

Por último, el nacimiento de losgigantes digitales nos presenta uncontexto que no habíamos vividocon anterioridad. El acceso a infor-mación privada de, literalmente,miles de millones de personas dis-tribuidos por todo el planeta, asícomo la capacidad de influir en lossesgos de la información que sepone al alcance de las mismasconvierte a estos gigantes digita-les en comunidades supranacio-nales. La responsabilidad en el tra-tamiento de los datos del usuarioy en la utilización de técnicas deinteligencia artificial para el apro-visionamiento de productos y ser-vicios serán factores claves paradeterminar en qué estos ecosiste-mas terminarán siendo generado-res y distribuidores de riqueza oconcentradores y generadores dedesigualdad.

Cómo abordar la revolucióndigital. Un reto y una oportunidad Borja Foncillas, Consejero Delegado de Afi

“La digitalización ha deentenderse como unelemento transversal a laestrategia de laorganización y nuestrosequipos directivos han de“pensar en digital” másque “crear áreas denegocio digital”

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SUPLEMENTO ESPECIAL 38 ANIVERSARIO Tribunas Analistas

E n el anterior número extraordi-nario de esta publicación seña-

laba que la digitalización de la eco-nomía ofrece a España la oportuni-dad de cambiar el patrón de creci-miento y su sostenibilidad, por susefectos positivos en las actividadesde mayor valor añadido, en la pro-ductividad de las pymes y en mejo-res servicios públicos y privados alos ciudadanos y los consumidores.

En ese mismo número analiza-ba un exministro de Industria sobrela Productividad Total de los Fac-tores (PTF): “Nuestra endémicabaja productividad se traduce enuna baja competitividad, bajossalarios, escaso crecimiento poten-cial y problemas de sostenibilidaddel estado de bienestar”, para ter-minar añadiendo: “Que la PTF nohaya crecido nada desde que per-

tenecemos al euro, debería sermotivo de reflexión y de preocupa-ción, porque refleja que las caren-cias de nuestro modelo producti-vo se han incluso agravado desdeentonces”.

Por todo ello, debemos apostarpor la innovación y la digitalización.No se trata de una opción, si no deuna tarea obligatoria pues el mun-do ya es digital y, consecuentemen-te, el comercio también lo será. Loque no innovemos nosotros –en pro-cesos y en productos– otros lo haránen cualquier parte del mundo.

Así lo ha hecho Israel, comoseñalaba recientemente el presi-dente de la Cámara de Comercioe Industria Hispano Israelí, al con-seguir que 36 multinacionales deI+D+i hayan fijado en su país loscentros de innovación más impor-

tantes fuera de sus sedes respec-tivas como son el caso de Apple,Microsoft, Dupont o Intel. Ello hafacilitado que las empresas israe-líes tengan acceso rápido a esoscentros de progreso tecnológico,concluyendo que el esfuerzo eninnovación ha cambiado el PIB ensu país.

Ahora bien, ¿las leyes y regla-mentos estatales y autonómicoscrean un entorno que facilite anuestras empresas a acometerestas actividades de alto rieegocomo son la innovación y la digi-talización?

Son bien conocidas, por los ana-listas económicos, las “regulacio-nes administrativas” que dificultan

la entrada en el mercado de nue-vas empresas o que limitan su cre-cimiento o los costes adicionalesde hacer frente a diecisietes legis-laciones autonómicas diferentesque dificultan el “mercado interiorde los servicios” que quiere la U.E.

Cuando escribo estas líneasobservo cómo se penalizan las acti-vidades de una empresa innovado-ra y de éxito. Se trata de Cabify,uno de los pocos ejemplos de losque podemos presumir en España,una startup que compite con mul-tinacionales como la estadouniden-se Uber. En efecto, se trata de unaempresa creada por un pequeñonúmero de españoles emprende-dores que tuvieron que endeudar-

se para ponerla en marcha desarro-llando una plataforma informática.Cuando después de años deesfuerzo y de agotar sus ahorros,vieron la posibilidad de desarrollaren plenitud sus actividades en lasprincipales ciudades españolas ycompetir en otros países iberoame-ricanos, tuvieron que acudir a abrirel capital social a nuevos inverso-res, ello, les permitiría crear milesde puestos de trabajo. En España,para cubrir una ampliación de capi-tal es necesario que quienes sesumen al capital deben compare-cer todos el mismo día, ante un solonotario. La legislación en el esta-do de Delaware (EE.UU.), por ejem-plo, permite aplicaciones abiertasque se suscriben online por cual-quier interesado desde cualquierpunto el mundo y en cualquiermomento, ¡esto es facilitar el cre-cimiento de un negocio! Otro ejem-plo es la expulsión de Barcelona delas VTC por la Generalitat catalana.

Por último, no puedo dejar demencionar la propuesta de creardurante el año en curso la “tasaGoogle”, es decir, un impuestosobre determinados servicios digi-tales de nada menos que el 3%,impuesto (1200 millones de euros)que obstaculizará la utilización porpymes españolas de grandes redescomerciales online para poderexportar.

Así pues, se dificultará la apari-ción de nuevos modelos de nego-cio que creen empleo en nuestropaís y que aporten “valor añadido”a la economía española mejoran-do su potencial de crecimiento, quelos últimos estudios sitúan pordebajo de una tasa del 2%. Si que-remos recuperar la totalidad delempleo perdido en la crisis de losaños 2008-2010 debemos crecerpor encima del 3% en los próxi-mos ocho años ininterrumpidamen-te. Un entorno de “regulación” queapoye, y no dificulte, la digitaliza-ción de nuestra economía es elmejor medio para conseguirlo.

¿Ayudamosa las empresasa aprovechar lasoportunidadesde la revolucióndigital? Enrique de la Lama-Noriega, Analista y Exconsejero del CES España

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SUPLEMENTO ESPECIAL 38 ANIVERSARIO Tribunas Analistas

E L NUEVO LUNES cumple 38mirando hacia adelante, cen-

trándose en la revolución digital. Elmomento no está exento de retos,pero ofrece la posibilidad de cons-truir una sociedad próspera y jus-ta que aproveche las oportunida-des que la tecnología pone a sualcance.

En estos casi cuarenta añoshemos visto desarrollos tecnológi-cos que han generado los cambiosde la última década, caracteriza-dos por la interconexión y el usode los teléfonos móviles inteligen-tes y las redes sociales, converti-das en un pilar de la comunicacióndigital.

La digitalización está presenteen todos los ámbitos de nuestravida cotidiana: en la economía, ennuestros gobiernos, en nuestrascomunidades y en nuestras rela-ciones personales. En esta revolu-ción confluyen transformacionesen los modelos organizacionales yen las preferencias de las perso-nas. Las empresas están renovan-do sus modelos de negocio y lamanera en la que interactúan con

los consumidores, adaptándose alas nuevas necesidades de lasociedad.

Sin embargo, para que los avan-ces tecnológicos, las innovacionesy los nuevos modelos de negocioestén verdaderamente al serviciode la sociedad es preciso contarcon un marco que funcione paralas empresas y los consumidores,también en este entorno digital.

El próximo ciclo político en Euro-pa representa una buena oportu-nidad para reconsiderar los con-ceptos tradicionales de mercado ydelimitaciones sectoriales, asícomo para revisar la adecuacióndel marco regulatorio a la nuevarealidad.

Los últimos años han venidomarcados por la ausencia de unmarco que regule las actividadesde los actores digitales. El debateestá virando a medida que la socie-dad empieza a entender cómo fun-ciona el mundo digital: la impor-tancia de los efectos de red; la inje-rencia de la tecnología digital en lavida privada y los datos comomotor de este sistema.

A medida que las empresasmaduran en este ecosistema, sedeben revisar algunos funciona-mientos para multiplicar las opor-tunidades que ofrece la digitaliza-ción, y contener los posibles ries-gos. En este sentido, es importan-te promover la innovación y la com-petencia entre empresas, asegu-rando que éstas tengan acceso alos elementos clave de la era digi-tal. Asegurar que los consumido-res pueden compartir sus datoscon los proveedores que eligen, deforma segura e informada, y que elecosistema de infraestructuras digi-tales de acceso a los consumido-res es lo suficientemente abiertocomo para permitir que múltiplesproveedores pueden hacer llegarsus ofertas al mercado.

Es también necesario revisar la

protección de consumidores yempresas usuarios de serviciosdigitales ya que, en el nuevo con-texto, las dinámicas de relación sondistintas y deben abordarse des-de una perspectiva más amplia. Sedebe proteger la privacidad y faci-litar a los usuarios la comprensiónde sus implicaciones. Al mismotiempo, en este nuevo ámbito derelaciones en la que múltiples juga-dores, organizados en torno a pla-taformas, estamos involucrados,es necesario abordar una nuevaprotección de consumidores yempresas para que puedan tomarsus decisiones de forma informa-da, libre y segura. Al operar cadavez más en una multiplicidad desectores, todo tipo de proveedo-res digitales deben ser conscien-tes de su gran influencia y deben

hacerse respon-sables de quesus interesesestán alineadoscon los de susclientes y usua-rios, aseguran-do un trato per-sonal y justo.

Todos tene-mos una res-ponsabilidadcon los indivi-duos y comuni-dades con quie-nes interactua-mos. Si el siste-ma pierde laconfianza de losconsumidores,el potencialtransformadorde los avancestecnológicosquedará muylimitado.

Tanto las empresas como el sec-tor público tenemos la obligaciónde ayudar a la sociedad a adaptar-se a la revolución digital. El sectorprivado debe promover culturasmás flexibles y colaborativas conmayor facilidad de adaptación alcambio y debe apoyar a sus pro-fesionales para que se adapten anuevas formas de trabajar y depensar.

Para que el conjunto de la socie-dad se beneficie de la transforma-ción digital, todos los actoresdeben actuar de manera respon-sable y mantener elevados están-dares de justicia, privacidad, pro-tección al consumidor y seguridad.El respeto y la adopción de estosestándares formarán la base de laconfianza, pilar fundamental de unaeconomía y sociedad abiertas.

Un marcoregulatorio para elentorno digital María Dolores Ramos y Alejandra de Villota, PublicPolicy del Banco Santander

E l avance de la tecnología digitaly de la inteligencia artificial anun-

cia una profunda transformación dela economía. Su carácter es disrup-tivo, por alterar radicalmente las pau-tas de producción y consumo, asícomo el empleo y el trabajo.

Estos cambios conllevan nume-rosas oportunidades, porque creanun entorno propicio a la innovación,facilitan la incorporación de perso-nas y empresas alejadas de losnúcleos de actividad más dinámi-cos y responden a una demandadiversificada y cambiante. Cerca dela mitad de los españoles realiza suscompras de manera digital, no lejosde los países más avanzados en ladigitalización. La plataforma digitalfacilita los intercambios y permiteadaptar el servicio a las pautas deconsumo, cada vez más diversas.Todo ello debería repercutir favora-blemente sobre la productividad yel bienestar.

Pero los beneficios no se produ-cirán automáticamente. Y acarrean costes en términos de posiciona-miento competitivo de actividadesamenazadas por empresas que

operan por la red, y pérdidas deempleo. Cambia el modelo denegocios de las empresas, que tie-nen que competir en base a sucapacidad de conexión a las pla-taformas digitales, y no del tama-ño de su plantilla o del capital inver-tido. El conflicto del taxi, o la adap-tación de los servicios bancarios alnuevo entorno digital, son algunasde las numerosas disrupciones alas que nos enfrentamos. Tambiénse modifican rápidamente las rela-ciones contractuales, por ejemplo,se incrementan formas de empleodesprotegidas, el trabajo transitadirectamente por la red –cortocir-cuitando la empresa tradicional—y las actividades más rutinarias sonsustituidas por algoritmos.

Por tanto, sería erróneo conside-rar que la revolución digital por sísola mejorará nuestros déficits eco-nómicos y sociales. Y que basta conexigir mayor adaptación a las per-sonas y las empresas ante un entor-no cambiante.

En realidad, el impacto de la tec-nología depende enteramente de larespuesta de las políticas públicas.

Primero porque sus beneficios sonproporcionales al buen funciona-miento de los mercados de bienesy servicios. La plataforma, como ins-trumento de acercamiento entre pro-ductores y consumidores, reduceintermediarios, tiende a concentrarel poder de mercado y de acumula-ción de ingentes cantidades de

datos personales, o big data (ver porejemplo el enorme peso de Amazonen el comercio electrónico). Todo elloplantea importantes retos en mate-ria de competencia, rentas de mono-polio y privacidad.

En segundo lugar, el comporta-miento del mercado laboral es cru-cial. Los robots sustituyen a loshumanos para desarrollar tareasautomatizables, pero también segeneran nuevos empleos y comple-mentariedades entre tecnología ytrabajo humano. Para que este pro-ceso calificado por Schumpeter de“destrucción creativa” no provoquemás paro, se necesitan políticas efi-cientes en materia de colocación,formación y gestión de las transicio-nes. Asimismo, la normativa laboraly la protección social tienen que

alcanzar las nuevas formas deempleo, de modo a contener la pre-cariedad, sin distorsionar la creaciónde puestos de trabajo.

Otro gran desafío es la políticaeducativa. Según el Instituto para elFuturo, el 65% de los niños queentran en escuela primaria trabaja-rán en nuevos tipos de empleo, quetodavía no existen. Sin embargo,todo apunta a que la imaginación,la creatividad y las competenciascientíficas ocuparán un papel cru-cial en la era digital. Esta es la orien-tación de las estrategias de inteli-gencia artificial de países como Ale-mania y Japón.

Estas y otras políticas –innova-ción, cohesión social, etc.—requie-ren de recursos públicos, y sinembargo estos sufren una erosióncomo consecuencia de las transfor-maciones tecnológicas, que facili-tan la transferencia de beneficiosfuera del lugar donde la actividadeconómica se desarrolla, hacia terri-torios donde el impuesto es prácti-camente nulo. Es más, la economíadigital, al no ser necesaria la presen-cia física en el país donde se reali-zan las ventas, plantea arduos des-afíos fiscales, en materia de pagode IVA por ejemplo, una de las prin-cipales fuentes de financiación delos Estados. Las contribuciones a laseguridad social también sufren laerosión ligada al empleo de traba-jadores desplazados o falsos autó-nomos, un fenómeno muy extendi-do en la economía de plataforma.

En suma, ante la revolución digi-tal, no vale el mantra de la necesa-ria adaptación de personas yempresas a las mutaciones delmundo. Este planteamiento no sólodesaprovecharía el potencial deinnovación y crecimiento, ademásgeneraría nuevas brechas y des-igualdades. Para convertir la revo-lución digital en un factor de pros-peridad compartida, la clave estáen la puesta en marcha de unaestrategia inteligente.

La revolucióndigital pone aprueba laspolíticas públicas Raymond Torres, Director de Coyuntura y AnálisisInternacional de FUNCAS

“Sería erróneo considerarque la revolución digitalpor sí sola mejoraránuestros déficitseconómicos y sociales. Yque basta con exigir mayoradaptación a las personasy las empresas ante unentorno cambiante”