TSMC Clase-4 Heidegger
-
Upload
luciana-mir -
Category
Documents
-
view
214 -
download
0
description
Transcript of TSMC Clase-4 Heidegger
Heidegger y la técnica
En diferentes partes de su obra, Martín Heidegger se refirió y analizó la esencia y los efectos de la
técnica moderna desde una perspectiva filosófica. Lo que aquí sigue son extractos de dos
conferencias y de un discurso referidos a la significación y efectos de la técnica moderna-
1) Lenguaje tradicional y lenguaje técnico 1
La idea corriente de técnica viene a decir que,
(1) La técnica moderna es un medio ideado y fabricado por el hombre, es decir, un
instrumento para la realización de fines que el hombre se propone, de objetivos de tipo industrial
en el sentido más lato.
(2) La técnica moderna, en tanto que tal instrumento, consiste en una aplicación práctica
de la moderna ciencia de la naturaleza.
(3) La técnica industrial basada en la ciencia moderna no es sino una esfera especial dentro
del contexto de la cultura moderna.
(4) La técnica moderna es resultado de un desarrollo continuo y progresivamente
ascendente de la vieja técnica artesanal conforme a las posibilidades ofrecidas por la civilización
moderna.
(5) La técnica moderna, en tanto que instrumento humano tal como la hemos
caracterizado, exige que también quede bajo control humano, que el hombre quede a su altura y
pueda dominarla como con algo producido por él.
En el sentido de la idea antropológico-instrumental de la técnica moderna ésta puede considerarse
una aplicación práctica de la ciencia moderna de la naturaleza. Sin embargo, tanto por el lado de
1 Extracto de la conferencia Lenguaje tradicional y lenguaje técnico dictada en el año 1962.Martin Heidegger.Versión completa en la Web: http://www.heideggeriana.com.ar/textos/tecnico_tradicional.htm
los físicos, como también por el lado de los técnicos, se multiplican las voces que tienen por
insuficiente esa caracterización de la técnica moderna como ciencia aplicada de la naturaleza. En
lugar de eso se habla ahora de un “mutuo apoyo” en la relación entre ciencia de la naturaleza y
técnica (Heisenberg).
La técnica moderna exige a la naturaleza suministrar energía. Hay que hacer aflorar esa energía,
pro-ducirla, volverla disponible. Este sacar a la luz urgiendo, desafiando y volviendo disponible,
que domina a toda la técnica moderna, se despliega en diversas fases y formas relacionadas unas
con otras. La energía encerrada en la naturaleza se la hace salir a la luz, lo así alumbrado es
transformado, lo transformado reforzado, lo reforzado almacenado, lo almacenado distribuido.
Estas formas conforme a las que nos aseguramos de la energía natural, son objeto de regulación y
control, regulación y control que a su vez hay que asegurar y afianzar.
Mediante lo dicho parece sugerirse por sí sola la idea de que la ciencia moderna de la naturaleza,
la consideración y descripción que hace de la naturaleza obligándola a mostrarse en su
objetualidad susceptible de cálculo y medida, podría ser una modalidad de la técnica moderna.
Entonces habría que invertir la representación que habitualmente nos hacemos de la relación
entre la ciencia de la naturaleza y la técnica: no es la ciencia de la naturaleza la base de la técnica
sino la técnica moderna la característica básica y sustentadora de la ciencia moderna de la
naturaleza. Aun cuando tal inversión se acerca más a la cosa, no atina sin embargo con su núcleo.
En lo que respecta a la relación entre ciencia moderna y técnica moderna hay que tener presente
que lo más propio de ambas, su origen común, se oculta en aquello que hemos llamado disponer y
traer a la luz por vía de urgir, obligar y desafiar. Pero, ¿qué queremos decir con esto, en qué
consiste ello en realidad? Manifiestamente, se trata de un hacer del hombre, de un proceder del
hombre contra la naturaleza por vía de hacerse representación de cosas y de fabricar cosas. La
interpretación de la técnica moderna que ahora hemos obtenido no sólo confirma la idea
antropológica de la técnica en el derecho que ésta tiene, sino que la refuerza. ¿O es que lo que
acabamos de señalar convierte en enteramente cuestionable esa representación? Habremos de
posponer la respuesta hasta tanto no hayamos pensado el otro fenómeno de la técnica moderna, a
saber, lo incontenible de su dominación sin límites.
Ya las llamadas que han venido produciéndose hasta hace bien poco en el sentido de que hay que
dominar el curso de la técnica, de que hay que ponerlo bajo control, testifican de forma bien clara
que lo que aquí se expresa es el temor de que en la técnica moderna pudiese hablar una
pretensión cuya imposición el hombre ni podría contenerla ni mucho menos abarcarla en conjunto
y dominarla. Pero mientras tanto (y esto es sobre todo lo significativo) esas llamadas enmudecen
poco a poco; lo que de ningún modo quiere decir que el hombre se haya hecho ahora con las
riendas del curso de la técnica. Antes el silencio delata que el hombre, frente a la pretensión de
poder de la técnica se ve empujado al desconcierto y a la impotencia, es decir, a la necesidad de
tener que aceptar y afirmar, sea de forma expresa o inexpresa, lo incontenible de la dominación de
la técnica. Pero si en tal afirmación o aceptación de lo ineludible uno se atiene enteramente al
contenido de la habitual representación instrumental de la técnica, entonces ello no puede tener
otra interpretación que la siguiente: que se está asintiendo a la dominación ejercida por un
proceso que se limita a suministrar constantemente medios sin reparar en ningún momento en
ninguna posición de fines.
Pero mientras tanto hemos mostrado que la representación medio-fin no atina con lo más propio
de la técnica. Lo más propio de ésta consiste en que en ella se expresa la pretensión de desafiar a
la naturaleza con vistas a la obtención y aseguramiento de energía natural. Esta pretensión es más
potente que toda finalidad humana. Afirmarla no significa nada menos que reconocer un misterio
en el desarrollo y dominación de aquello que hoy es; significa: corresponder a una pretensión que
queda más allá del hombre, de sus afanes y de sus planes. Lo más propio de la técnica moderna no
es algo meramente hecho por el hombre ni que esté en poder del hombre. El propio hombre
actual se ve él mismo provocado y desafiado por la pretensión de provocar y desafiar a la
naturaleza a que le suministre energía. El hombre mismo se ve obligado, se ve solicitado a
corresponder a la mencionada pretensión.
2) La pregunta por la técnica2
¿Qué es la técnica moderna? También ella es un hacer salir lo oculto. Sólo dejando descansar
nuestra mirada en este rasgo fundamental se nos mostrará lo nuevo de la técnica moderna.
A una región de tierra, en cambio, se la provoca para que saque carbón y mineral. El reino de la
tierra sale de lo oculto ahora como cuenca de carbón; el suelo, como yacimiento de mineral. De
2 Extracto de la conferencia de 1953 pronunciada en la Academia Bávara de las Bellas Artes. Versión completa en la Web: http://www.heideggeriana.com.ar/textos/tecnica.htm
otro modo aparece el campo que cultivaba antes el labrador, cuando cultivar significaba aún
abrigar y cuidar. El hacer del campesino no provoca al campo de labor. En la siembra del grano,
entrega la sementera a las fuerzas de crecimiento y cobija su prosperar. Ahora hasta el cultivo del
campo ha sido arrastrado por la corriente de un cultivar de otro género, un cultivar (encargar) que
emplaza a la Naturaleza. La emplaza en el sentido de la provocación. La agricultura es ahora
industria mecanizada de la alimentación.
Al aire se lo emplaza a que dé nitrógeno, al suelo a que dé minerales, al mineral a que dé, por
ejemplo, uranio, a éste a que dé energía atómica, que puede ser desatada para la destrucción o
para la utilización pacífica.
El emplazar que provoca las energías de la Naturaleza es un promover en un doble sentido.
Promueve alumbrando y exponiendo. Este promover, sin embargo, está emplazado de antemano a
promover otras cosas, es decir, a impulsar hacia la máxima utilización con el mínimo gasto. El
carbón extraído de la cuenca no está emplazado para que esté presente sin importar dónde sea.
Está en depósito, es decir, está puesto y a punto para la solicitación del calor solar que está
almacenado en él. Este calor solar es provocado en vistas al calor solicitado para suministrar vapor,
cuya presión empuja el mecanismo por medio del cual la fábrica se mantiene en actividad.
La central hidroeléctrica está emplazada en la corriente del Rin. Emplaza a ésta en vistas a su
presión hidráulica, que emplaza a las turbinas en vistas a que giren, y este movimiento giratorio
hace girar aquella máquina, cuyo mecanismo produce la corriente eléctrica, en relación con la cual
la central regional y su red están solicitadas para promover esta corriente. En la región de estas
series, imbricadas unas con otras, de solicitación de energía eléctrica, la corriente del Rin aparece
también como algo solicitado. La central hidroeléctrica no está construida en la corriente del Rin
como el viejo puente de madera que desde hace siglos junta una orilla con otra. Es más bien la
corriente la que está construida en la central. Ella es ahora lo que ahora es como corriente, a saber,
suministradora de presión hidráulica, y lo es desde la esencia de la central. Para calibrar, aunque
sólo sea desde lejos, la medida de lo monstruoso que se hace valer aquí, fijémonos un momento
en el contraste que se expresa en estos dos títulos: «El Rin» construido en la central energética,
como obstruyéndola, y «El Rin», dicho desde la obra de arte del himno de Hölderlin del mismo
nombre. Pero, se replicará: el Rin sigue siendo la corriente de agua del paisaje. Es posible, pero
¿cómo? No de otro modo que como objeto para ser visitado, susceptible de ser solicitado por una
agencia de viajes que ha hecho emplazar allí una industria de vacaciones.
El hacer salir de lo oculto que domina por completo a la técnica moderna tiene el carácter del
emplazar, en el sentido de la provocación. Éste acontece así: la energía oculta en la Naturaleza es
sacada a la luz, a lo sacado a la luz se lo transforma, lo transformado es almacenado, a lo
almacenado a su vez se lo distribuye, y lo distribuido es nuevamente conmutado. Sacar a la luz,
transformar, almacenar, distribuir, conmutar son maneras del hacer salir lo oculto. Sin embargo,
esto no discurre de un modo simple. Tampoco se pierde en lo indeterminado. El hacer salir lo
oculto desoculta para sí mismo sus propias rutas, imbricadas de un modo múltiple, y las desoculta
dirigiéndolas. Por su parte, esta misma dirección viene asegurada por doquier. La dirección y el
aseguramiento son incluso los rasgos fundamentales del salir a la luz que provoca.
Sólo en la medida en que el hombre, por su parte, está ya provocado a extraer energías naturales
puede acontecer este hacer salir lo oculto que solicita y emplaza. Si el hombre está provocado a
esto, si se ve solicitado a esto, ¿no pertenecerá entonces también él, y de un modo aún más
originario que la Naturaleza, a la categoría de las existencias? El modo de hablar tan corriente de
material humano, de activo de enfermos de una clínica habla en favor de esto. Hoy en día, el
guardabosques que en el bosque mide con exactitud la cantidad de madera cortada y que, a juzgar
por lo que se ve, recorre los mismos caminos forestales que su abuelo, y del mismo modo como los
recorría éste, tanto si lo sabe como si no, está emplazado y solicitado por la industria del
aprovechamiento de la madera. Está solicitado a la solicitabilidad de celulosa, provocada a su vez
por la necesidad de papel, emplazado por los periódicos y revistas ilustradas y puesto a la
disposición de estos medios. Éstos emplazan, por su parte, a la opinión pública a engullir letra
impresa a fin de que esa opinión sea susceptible de ser solicitada para conseguir una organización
emplazada y solicitada de la opinión. Pero precisamente porque el hombre está provocado de un
modo más originario que las energías naturales, a saber, provocado al solicitar, nunca se convertirá
en una mera existencia. El hombre, al impulsar la técnica, toma parte en el solicitar como un modo
del hacer salir lo oculto. Con todo, el estado de desocultamiento mismo, en cuyo interior se
despliega el solicitar no es nunca un artefacto del hombre, como tampoco lo es la región que el
hombre ya está atravesando cada vez que, como sujeto, se refiere a un objeto.
3) Serenidad3
Si intentamos meditar lo que la celebración de hoy nos sugiere, observaremos que nuestra época
se ve amenazada por la pérdida de arraigo. Y preguntamos: ¿qué acontece propiamente en esta
época?, ¿qué es lo que la caracteriza?
La época que ahora comienza se denomina últimamente la era atómica. Su característica más
llamativa es la bomba atómica. Pero este signo es bien superficial, pues enseguida se ha caído en la
cuenta de que la energía atómica podía ser también provechosa para fines pacíficos. Por eso, hoy
la física atómica y sus técnicos están en todas partes haciendo efectivo el aprovechamiento
pacífico de la energía atómica mediante planificaciones de amplio alcance. Los grandes consorcios
industriales de los países influyentes, a su cabeza Inglaterra, han calculado ya que la energía
atómica puede llegar a ser un negocio gigantesco. Se mira al negocio atómico como la nueva
felicidad. La ciencia atómica no se mantiene al margen. Proclama públicamente esta felicidad. Así,
en el mes de julio de este año, dieciocho titulares del premio Nobel reunidos en la isla de Mainau
han declarado literalmente en un manifiesto: «La ciencia - o sea, aquí, la ciencia natural moderna -
es un camino que conduce a una vida humana más feliz.»
¿Qué hay de esta afirmación? ¿Nace de una meditación? ¿Piensa alguna vez en pos del sentido de
la era atómica? No. En el caso de que nos dejemos satisfacer por la citada afirmación respecto a la
ciencia, permaneceremos todo lo posiblemente alejados de una meditación acerca de la época
presente. ¿Por qué? Porque olvidamos reflexionar. Porque olvidamos preguntar: ¿A qué se debe
que la técnica científica haya podido descubrir y poner en libertad nuevas energías naturales?
Se debe a que, desde hace algunos siglos, tiene lugar una revolución en todas las representaciones
cardinales (massgebenden Vorstellungen). Al hombre se le traslada así a otra realidad. Esta
revolución radical de nuestro modo de ver el mundo se lleva a cabo en la filosofía moderna. De ahí
nace una posición totalmente nueva del hombre en el mundo y respecto al mundo. Ahora el
mundo aparece como un objeto al que el pensamiento calculador dirige sus ataques y a los que ya
nada debe poder resistir. La naturaleza se convierte así en una única estación gigantesca de
3 Extracto del discurso pronunciado el 30 de octubre de 1955 en Meßkirch, con ocasión de las festividades para el 175 aniversario del compositor Conradin Kreutzer. Publicado por Neske, Pfullingen, 1959. Versión completa en la Web: http://www.heideggeriana.com.ar/textos/serenidad.htm
gasolina, en fuente de energía para la técnica y la industria modernas. Esta relación
fundamentalmente técnica del hombre para con el mundo como totalidad se desarrolló
primeramente en el siglo XVII, y además en Europa y sólo en ella. Permaneció durante mucho
tiempo desconocida para las demás partes de la tierra. Fue del todo extraña a las anteriores
épocas y destinos de los pueblos.
El poder oculto en la técnica moderna determina la relación del hombre con lo que es. Este poder
domina la Tierra entera. E1 hombre comienza ya a alejarse de ella para penetrar en el espacio
cósmico. En apenas dos decenios se han conocido tan gigantescas fuentes atómicas, que en un
futuro previsible la demanda mundial de energía de cualquier clase quedará cubierta para
siempre. El suministro inmediato de las nuevas energías ya no dependerá de determinados países
o continentes, como es el caso del carbón, del petróleo y la madera de los bosques. En un tiempo
previsible se podrán construir centrales nucleares en cada lugar de la tierra.
Así, la pregunta fundamental de la ciencia y de la técnica contemporáneas no reza ya: ¿de dónde
se obtendrán las cantidades suficientes de carburante y combustible? La pregunta decisiva es
ahora: ¿de qué modo podremos dominar y dirigir las inimaginables magnitudes de energía atómica
y asegurarle así a la humanidad que estas energías gigantescas no vayan de pronto - aun sin
acciones guerreras - a explotar en algún lugar y aniquilarlo todo?
Si se logra el dominio sobre la energía atómica, y se logrará, comenzará entonces un desarrollo
enteramente nuevo del mundo técnico. Lo que hoy conocemos como técnica cinematográfica y
televisiva; como técnica del tráfico, especialmente la técnica aérea; como técnica de noticias; como
técnica médica; como técnica de medios de nutrición, representa, presumiblemente, tan sólo un
tosco estado inicial. Nadie puede prever las radicales transformaciones que se avecinan. Pero el
desarrollo de la técnica se efectuará cada vez con mayor velocidad y no podrá ser detenido en
parte alguna. En todas las regiones de la existencia el hombre estará cada vez más estrechamente
cercado por las fuerzas de los aparatos técnicos y de los autómatas. Los poderes que en todas
partes y a todas horas retan, encadenan, arrastran y acosan al hombre bajo alguna forma de
utillaje o instalación técnica, estos poderes hace ya tiempo que han desbordado la voluntad y
capacidad de decisión humana porque no han sido hechos por el hombre.
Pero también es característico del nuevo modo en que se da el mundo técnico el hecho de que sus
logros sean conocidos y públicamente admirados por el camino más rápido. Así, hoy todo el
mundo puede leer lo que se dice sobre el mundo técnico en cualquier revista llevada con
competencia, o puede oírlo por la radio. Pero... una cosa es haber oído o leído algo, esto es, tener
meramente noticia de ello y otra cosa es reconocer lo oído o lo leído, es decir, pararse a pensarlo.
En el verano de este año de 1955 volvió a tener lugar de nuevo en Lindau el encuentro
internacional de los premios Nobel. En esta ocasión, el químico norteamericano Stanley dijo lo
siguiente: «Se acerca la hora en que la vida estará puesta en manos del químico, que podrá
descomponer o construir, o bien modificar la sustancia vital a su arbitrio.» Se toma nota de
semejante declaración. Se admira incluso la audacia de la investigación científica y no se piensa
nada al respecto. Nadie se para a pensar en el hecho de que aquí se está preparando, con los
medios de la técnica, una agresión contra la vida y la esencia del ser humano, una agresión
comparada con la cual bien poco significa la explosión de la bomba de hidrógeno. Porque
precisamente cuando las bombas de hidrógeno no exploten y la vida humana sobre la Tierra esté
salvaguardada será cuando, junto con la era atómica, se suscitará una inquietante transformación
del mundo.
Lo verdaderamente inquietante, con todo, no es que el mundo se tecnifique enteramente. Mucho
más inquietante es que el ser humano no esté preparado para esta transformación universal; que
aún no logremos enfrentar meditativamente lo que propiamente se avecina en esta época.
Ningún individuo, ningún grupo humano ni comisión, aunque sea de eminentes hombres de
estado, investigadores y técnicos, ninguna conferencia de directivos de la economía y la industria
pueden ni frenar ni encauzar siquiera el proceso histórico de la era atómica. Ninguna organización
exclusivamente humana es capaz de hacerse con el dominio sobre la época.
Así, el hombre de la era atómica se vería librado, tan indefenso como desconcertado, a la
irresistible prepotencia de la técnica. Y efectivamente lo estaría si el hombre de hoy desistiera de
poner en juego, un juego decisivo, el pensar meditativo frente al pensar meramente calculador.
Pero, una vez despierto, el pensar meditativo debe obrar sin tregua, aun en las ocasiones más
insignificantes; por tanto, también aquí y ahora, y precisamente con ocasión de esta celebración
conmemorativa. Ella nos da que pensar algo particularmente amenazado en la era atómica: el
arraigo de las obras humanas.