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Tu Testimonio HACE EL CAMBIO Visibilizando el género en nuestras vidas

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Lima, Perú Julio 2012

“Tu Testimonio Hace el Cambio: Visibilizando el Género en Nuestras Vidas” es una publicación del Programa de Igualdad de Género de CARE Perú.

Coordinación GeneralMaría Elena Reyes - Coordinadora del Programa Igualdad de Género

Asesoría TécnicaGabriela Ayzanoa - Asesora Nacional de Comunicaciones

Jurado del ConcursoMariela Jara - Comunicadora

Diseño y DiagramaciónJuan José Vásquez

FotografíasPortada e interiores: Juan José Vásquez / CARE, Archivo CARE

*Poema de María Emilia Cornejo, de la obra En la mitad del camino recorrido, Lima 2005, Ediciones Flora Tristán, pp 19 y 21

ImpresiónPublimagen ABC SACCalle Collasuyo 125, Lima 28

Hecho el depósito legal en la BibliotecaNacional del Perú N° 2012-07586

© CARE PerúAv. General Santa Cruz 659Lima 11, PerúTelf. +51 1 4171100www.care.org.pe

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Maria Emilia Cornejo - Poeta(1949 - 1972)

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CONTENIDO

Presentación 01Testimonios ganadores 05Renacer 07

¡Nunca más! 09

Mujeres dueñas de sus vidas 13

Menciones honrosas 15Avancemos Juntas 17

Desafíos 19

Doña Chelita 21

Un reto personal, ante la familia 23

Un destino compartido 25

Innovaciones para la aplicación del género en la salud materna de CARE 27

Testimonios participantes 31La historia de Luz 33

Son épocas diferentes a las de mi madre 35

Mi testimonio: Biddy, construyendo un sueño 37

Si queremos, podemos 39

¡Tenía que ser mujer! 41

Anexo 43

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PRESENTACIÓN

María Elena ReyesCoordinadoraPrograma Igualdad de GéneroCARE Perú

Con motivo del Día Internacional de la Mujer, el Programa de Igualdad de Género de CARE Perú organizó el I Concurso Nacional de carácter interno “Tu testimonio hace el cambio” con la finalidad de promover un espacio de reflexión individual en el que cada trabajadora y trabajador de la organización pudiera compartir testimonios de vida que expresen el reto cotidiano de entender y lograr la igualdad de género.

Desde la mirada estratégica del programa, el concurso fue pensado como una herramienta pedagógica para hacer visible el género en nuestras vidas estableciendo, a partir de los testimonios, el vínculo entre lo conceptual y lo vivencial.

Como tal, la herramienta ha estado orientada a generar pensamiento crítico, cuestionando conocimientos, creencias y percepciones que dificultan la igualdad entre los géneros, proponiéndose como un espacio para mover conciencias en el entorno laboral de CARE Perú.

Dos momentos clave en este proceso:

• La reflexión individual tanto de las personas que participaron formalmente en el concurso así como de todas aquellas que a raíz de la convocatoria nos han compartido preguntas, dudas y estados de ánimo sobre la forma de expresar en palabras sus vivencias. En opinión del jurado que evaluó los testimonios,” la gran

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mayoría pone en evidencia el peso de la formación tradicional en una sociedad patriarcal como la peruana, y sus impactos negativos en las vidas de mujeres y hombres, y en las relaciones de género que se establecen a partir de mandatos y sentidos comunes que se van aprendiendo desde la cuna, inclusive desde el vientre”. (Mariela Jara, Jurado del Concurso)

• La reflexión colectiva en torno a los testimonios compartidos, las expresiones de identificación con las experiencias narradas, los gestos de solidaridad, la actitud de respeto y el reconocimiento a la capacidad de transformación. Después de la premiación los testimonios han actuado en otras personas como mecanismos de identificación de experiencias similares y con ello, el reconocimiento que todas las personas estamos afectadas por la desigualdad de género. Sin embargo, ha sido importante mostrar un antes y un ahora, la evidencia del cambio en el que destaca rotundamente la importancia de la educación, la formación y profesionalización de las mujeres con el consiguiente acceso al empleo como herramientas fundamentales para afirmar procesos de autonomía y ejercicio de derechos.

Lecciones aprendidas de este ejercicio metodológico:

1. El desafío de narrarnos a nosotras mismas, describiendo y nombrando nuestras acciones cotidianas, dando forma a la desigualdad y los mecanismos usados para desafiarla. La narración individual al ser compartida colectivamente cuestiona de manera crítica la cotidianeidad con el objetivo de encontrar soluciones.

2. Los testimonios han permitido visibilizar el fuerte nexo entre el mundo privado con el mundo de lo público, rompiendo el mito de que son mundos separados y funcionan sin conexión aparente, cuando lo real es que

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se condicionan entre sí ya que lo privado es el espacio por excelencia en el que se producen las grandes transformaciones.

3. Consideraciones éticas. Los temas críticos abordados en los testimonios han sido tratados con responsabilidad y respeto al personal de la institución en conjunto. Esto fue considerado desde el diseño de las bases hasta la consulta realizada a cada participante para obtener su consentimiento informado para compartir los testimonios en la ceremonia de premiación así como en esta publicación.

Finalmente, señalar que esta experiencia forma parte de la estrategia de incorporación del enfoque de género en la cultura organizacional de CARE Perú. Estos 15 testimonios muestran el proceso de largo aliento, muchas veces doloroso, que ha hecho posible el cambio y que al mismo tiempo nos demuestra que sí es posible mirar el mundo de una manera igualitaria e inclusiva. Este es el comienzo.

Lima, julio 2012

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TESTIMONIOSGANADORES

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TESTIMONIOSGANADORES

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Nací y crecí en un hogar con costumbres tradicionales, donde las mujeres se dedicaban a los quehaceres del hogar, estudiar un oficio sencillo que se complemente con las labores domésticas. Desde mi infancia, me negué a aceptar estas costumbres. Las rutinas, la separación de tareas entre hombres y mujeres eran tan desiguales, que no las consideraba justas. A mis 17 años, creía que había superado las ataduras de lo tradicional y que me esperaba un camino más sencillo para ser profesional.

De pronto una pesadilla se apoderó de mí, cambiando el sentido de mis planes. Mi madre había encontrado la “persona ideal” para que yo formara una familia. Esperaba encontrar el respaldo de mi padre para alejarme de esta presión, pero él también se unió a la causa. Sin reconocer mi voluntad, se realizó el matrimonio, al siguiente día que cumplí mi mayoría de edad. Pocos meses después, mi “esposo” obtuvo la patria potestad de su hijo de 5 años, que pasó a ser el hijo mayor, dándole una sonrisa a mi vida; luego vinieron nuestros tres hijos. A los 25 años, con cuatro hijos, insistí en estudiar. Logré ingresar en el primer puesto al Instituto Pedagógico en Santiago de Chuco, donde trabajaba mi esposo y a donde llegué por primera vez para dar el examen de admisión. Organizarme para estudiar fue complejo los primeros meses, iba al instituto llevando conmigo a mis dos hijos pequeños, haciendo malabares para entretenerlos, no incomodar a los demás y a la vez mantener la atención suficiente

RENACERPRIMER PUESTO

POR: NELLY HORNAPSEUDÓNIMO: PIRINCHA

en las clases. Además, había que sobrevivir a los sucesos del terrorismo que al poco tiempo se apoderaron de la ciudad.

Ese mismo año, una tarde de diciembre pasadas las seis, mi hijo mayor de 11 años fue sorprendido por el toque de queda fuera de casa. Un resplandor traslucía por la abertura de la puerta y percibía gritos cercanos; pude distinguir a mi hijo en el centro de un grupo de policías apuntándole a la cabeza. Me abrí paso entre ellos y protegí a mi hijo con mis brazos, pidiendo una explicación... Este momento revoloteó mi conciencia, estaba arriesgando la vida de mis hijos y la propia, por mantener una careta de matrimonio y no ser aplastada por la presión familiar. Reconocí la cruda realidad, estaba sola frente al mundo, asumiendo la protección y el cuidado de mis hijos, todo dependía de una decisión: continuar o renacer.

…Decidí renacer, regresar a la casa de mis padres y hacer respetar mi decisión (la separación iba en contra de los “principios” familiares), conseguí el apoyo de mi padre. Trabajé, estudié y participé en grupos de desarrollo personal y profesional, sorteando obstáculos. Logré fortalecer las normas de convivencia con mis hijos, organizamos horarios, tareas, responsabilidades y diversión; teníamos poco tiempo juntos, pero de provecho, hasta en los cachuelos me apoyaban todos: haciendo banderolas, la validación previa de las sesiones de aprendizaje para el jardín de niños, animación de fiestas infantiles, teatro infantil, etc.

Si hay algo que he querido transmitir a mi hija e hijos con mis acciones, es que luchen hasta alcanzar sus sueños; que se valoren a sí mismos, entre ellos y a los demás; tengan libertad de elegir el camino que quieren seguir. Siento orgullo de haber logrado mis metas personales, de haber superado las barreras que por ser mujer me había impuesto mi entorno. Estoy cerca de ver graduado a mi último hijo y la vida encaminada y provechosa de los cuatro.

Mi desarrollo y superación personal son mi reto constante, no importa cuan grande sea la adversidad, sé que puedo renacer.

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¡NUNCA MÁS!SEGUNDO PUESTO

POR: TERESA OJEDAPSEUDÓNIMO: ANGELA MÍA

La primera golpiza la recibí cuando teníamos casi tres meses de casados, y yo con cuatro semanas de embarazo….. ocurrió al salir de la fiesta de cumpleaños de su hermana, él estaba invadido nuevamente de celos infundados y ni bien dimos la vuelta a la esquina, recibí el primer golpe: me sujetó de los cabellos y vino la cachetada de ida y vuelta…. Aún no terminaba de reaccionar cuando sentí un puñetazo en mi abdomen que me dobló de dolor… Era solo el preámbulo que anunciaba los rodillazos en mi vientre… Finalmente innumerables patadas caían en cualquier parte de mi cuerpo mientras me arrastraba jalándome de los cabellos y un brazo hacia la otra esquina...

Eran casi las 2:00 am, no había nadie en la calle y apenas si se escuchaban mis quejidos, que cada golpe se encargó de silenciar más y más: por primera vez el miedo me había paralizado, me había enmudecido… Todo me daba vueltas y era muy difícil distinguir qué parte de mi cuerpo me dolía más…. Hasta que un indescriptible dolor se ubicó en el centro de mis entrañas y comencé a sangrar: era mi primer embarazo y empezaba la amenaza de aborto…. No podía creer lo que me ocurría!! No entendía por qué recibía tantos golpes de quien apenas dos meses y medio atrás había jurado ante un altar “amarme hasta que la muerte nos separe”. Al día siguiente fui al

hospital y confirmaron la amenaza de aborto, debía guardar cama estrictamente, cosa que no pude cumplir porque no tenía quien me atendiera… Tres semanas después regresé por emergencia pues sangraba mucho y un intenso dolor se había apoderado de mí vientre…. me tomaron una ecografía y me confirmaron que mi embarazo era múltiple: eran trillizos!! Pero uno de los bebes estaba perdiendo sus latidos y durante las dos siguientes semanas perdí a dos de los bebes, solo se pudo salvar Andrea. Mi segundo embarazo también fue “accidentado”, esta vez eran mellizos, uno de los cuales murió porque su padre, en uno de sus arrebatos, estrelló la mesa sobre mi abdomen mientras cenábamos. Fue imposible esquivar tremendo golpe dirigido a mis bebes de 5 meses de embarazo, pues tenía mi espalda contra la pared…. solo se salvó Alejandro.

Las demás golpizas fueron innumerables y se caracterizaron porque los golpes no me dejaban lesiones en el rostro, solo en el cuerpo, brazos y piernas…… esas lesiones las curé silenciosamente a escondidas de mis hijos, y solo acudí al hospital cuando no podía curarlas yo sola. Además estaban sus insultos, groserías, injurias, chantajes, amenazas, que marcaron mi alma, o aquel lugar en el cual una siente….. esas heridas no pude curarlas, esas marcas se quedaron indelebles en lo más profundo de mi ser.

Hoy me miro en el pasado y reconozco haber sido criada en una cultura de sumisión; mi madre se había esmerado en “formarme” como toda una mujercita, de acuerdo al modelo y exigencias que mi abuela le había enseñado. Recuerdo haber vivido convencida de que las enseñanzas de mi madre traían consigo el secreto para lograr la felicidad: solo debía cumplir con ser una mujer hacendosa, comprensiva, delicada, cariñosa, y al casarme ser, además, muy obediente con quien sería mi esposo, también tolerante, fiel, dócil, sumamente comprensiva, entre otras tantas cualidades que debía cultivar sabiamente. Pero una de las frases que más retumbaba en mis oídos era aquel “consejo” que mi madre me repetía incansablemente: “el éxito del matrimonio depende de la inteligencia de la mujer”. Y por muy simple que parezca esta frase, el significado que guardaba tras de sí, condujo mi vida durante

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esos 7 años y meses de matrimonio. Me explico: un matrimonio exitoso era aquel que no se disolvía, que no terminaba, que permanecía intacto y para siempre; y la inteligencia de la mujer implicaba, consecuentemente, que la mujer asumiera la responsabilidad de “conservar el santo matrimonio” y actuar “inteligentemente” pero para ingeniársela y “justificar”, “sobrellevar”, “comprender”, “tolerar”, “disculpar”, “perdonar” cualquier mentira, infidelidad, uso y abuso de los ”recursos económicos familiares” (principalmente los generados por la mujer), humillaciones a solas y en público, y ETC1 : el objetivo era lograr que el matrimonio siga siendo exitoso!!

Pasé más de 7 años “haciendo exitoso mi matrimonio” y “sosteniendo lo insostenible”, y eso solo fue posible al cumplir con el modelo de “ser mujer” enseñado por mi madre y que fuera reforzado por mis profesores/as en el colegio. Pero también hubieron otros “detalles” que facilitaron que siguiera en ese círculo de violencia: (i) al no tener a mis padres y hermanos en Lima, no tenía a quien recurrir en ningún momento; (ii) este hombre me aisló de mis amistades, cambiaba una y otra vez de número telefónico, y me negaba visitar o recibir visitas; (iii) no tenía ingresos económicos (dejé de trabajar al nacer Andrea y volví a hacerlo después de 5 años); (iv) no tenía conciencia de que lo que vivía cotidianamente se llamaba “violencia”; (v) no conocía mis derechos como persona, como mujer, por lo mismo, no tenía noción de que era sujeto de derechos; (vi) aprendí a adelantarme y evitar sus posibles motivos de agresión; (vii) aprendí a inventar excusas de todo tipo para justificar sus agresiones y hacer más ligera “mi cruz”; (viii) aprendí que “consentir” y cumplir con el “débito conyugal” era una forma de proteger mi integridad y seguridad (negarme a tener relaciones sexuales implicaba ser acusada de tener un amante, por lo tanto, mi supuesta infidelidad debía ser castigada con más golpes); (ix) aprendí a “sobrevivir” en “cautiverio”.

1 En “ETC” agrupo todas las formas imaginables e inimaginables de maltrato físico, psicológico y sexual, y también otros mecanismos de control, abuso y tortura.

El cambio empezó a generarse en mí cuando volví a trabajar, precisamente como entrevistadora en un proyecto sobre violencia contra la mujer e ir escuchando en los relatos de otras mujeres mi propia historia de violencia. Fue cuando empecé a tomar conciencia de lo que me ocurría, de mis derechos y del grave impacto que la violencia había ocasionado en mi salud: una profunda depresión, síntomas de estrés post traumático (dificultades para conciliar o mantener el sueño, pesadillas, recuerdos recurrentes e intrusos que me provocaban malestar, miedo y angustia frecuentes, evitaba actividades o lugares que me recordaban los hechos traumáticos, falta de esperanza, dificultades para concentrarme, hipervigilancia, etc.), mi autoestima estaba por los suelos, tenía sentimientos de culpa, vergüenza, desconfianza, además que había sufrido numerosas lesiones en todo mi cuerpo, infecciones urinarias y abortos provocados por sus golpes, entre otros.

Me tomó un tiempo aceptar que era otra víctima de violencia por parte de la pareja, y mi decisión de terminar con esa relación se agilizó cuando este hombre empezó a golpear a mis hijos y amenazó con matarme para que nunca ningún hombre se fijara en mí. Esta amenaza la repitió todos los días y la extendió a mis hijos, pues afirmaba que una vez que yo estuviera muerta, ellos le recordarían a mí. Los 3 últimos meses que viví con él, me tuvo encerrada bajo llave en nuestro confortable departamento: “mi jaula de oro”. El 24 de julio de 2001 apenas se fue a trabajar, recogí las camas de mis hijos, su ropa y la mía, unos cuantos juguetes, la cocina, algunos enseres y víveres que tenía en la despensa. Ese día escapé llevando conmigo a Andrea y Alejandro: tenían 6 y 5 años y ya habían aprendido mucho de la escuela de la vida, pero tocaba que aprendieran a “empezar de nuevo” y que sí se puede comenzar de cero; yo aprendería a ser jefa de mi hogar, a mantenerlo, a protegerlo, es decir, a ser “papá” sin dejar de ser “mamá”, y también tenía el reto de enseñar a mis hijos que hombres y mujeres son iguales en capacidades, en cualidades, pero sobre todo, en derechos; debía lograr que entendieran y practicaran que “los derechos de uno terminan donde comienzan los del otro”: Debía cambiar el esquema de vida que había aprendido de mi madre y re-educar a mis hijos en una cultura de equidad.

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“Mami, no importa que ahora seamos pobres!! lo bueno es que ya nadie nos grita, nadie nos insulta, nadie nos pega……” susurraba Alejandro muy bajito mientras acariciaba mi frente…… Era la mañana del 25 de julio de 2001, estábamos en el pequeño cuarto al cual nos habíamos mudado y yo despertaba con el murmullo de mi pequeño que me convenció de que la pesadilla había terminado!! Me miré en sus ojitos y le dije “así es hijito y eso no ocurrirá NUNCA MÁS!!”. 2

2 Hoy Andrea tiene 17 años y ha iniciado sus estudios de Administración y Negocios Internacionales; Alejandro cumplió 16, cursa el 5º de secundaria y ya estudia para Cheff.

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MUJERES DUEÑASDE SUS VIDAS

TERCER PUESTOPOR: CECILIA ODAR

PSEUDÓNIMO: ROMA

Nacida a mediados de la década de los 50, escuchaba decir a mi madre que las mujeres no debíamos pensar en estudiar una carrera larga, pues nos enamoraríamos y la dejaríamos; que más bien debíamos aprender a cocinar bien para ser buenas amas de casa. Y aún a pesar de que ella había sido una mujer de avanzada para su época, pues trabajaba en una oficina “como hombre” según le decía mi bisabuela.

Algo en mí se revelaba al pensar en llevar una vida como ama de casa; sin embargo el ambiente de la época me envolvió y me casé a los 19 años. Pronto me di cuenta que necesitaba desarrollarme profesionalmente y que tenía la capacidad para hacerlo, así que decidí poner en práctica la carrera corta que estudié antes de casarme, y buscar trabajo, pero bajo la censura total de mi esposo, quien con una formación castrense arraigada no lo veía con buenos ojos, aún cuando era muy necesario un ingreso más en la familia.

Al principio tuve que soportar insinuaciones como aquella de que una secretaria joven es una pieza decorativa que no piensa mucho. Pero luego de conocer en el extranjero la forma en que las mujeres asumen sus vidas, sin depender de nadie, conociendo y haciendo valer sus derechos, volví al Perú decidida a continuar trabajando y a colaborar en lo posible a que las mujeres asuman el rol que les corresponde en la sociedad.

Y empecé a combinar mis labores de oficina - donde poco a poco fui alcanzando el reconocimiento a mi trabajo y capacidad - con las de la casa, acompañando a mis hijos en sus momentos importantes, dándome tiempo para conversar con ellos y ser su amiga, sin descuidar los compromisos laborales; ganándole horas al reloj, y asumiendo también a pedido de mis compañeras, roles adicionales de liderazgo en la oficina, algunos de los cuales habían estado destinados para hombres solamente.

Cuando pienso en la energía que desplegaba cuando mis hijos eran pequeños, me parece algo irreal; combinar las responsabilidades del trabajo con las del hogar, y educar y guiar a los hijos a la vez, parece demasiado, pero las mujeres lo logramos con mucho esfuerzo y decisión. Naturalmente los padres acompañan y ayudan en este esfuerzo, pero la mayor responsabilidad la asumen las madres, trabajen fuera de la casa o no.

En mi caso, paralelamente sobreviví a la muerte temprana de uno de mis hijos y al embate de un cáncer agresivo, pero logré canalizar estas tremendas adversidades fortaleciendo mi carácter y mi voluntad. Todo ello me hizo ver la vida desde ángulos diferentes.

Hay una frase que he recordado y me ha guiado a lo largo de muchos años: permite que un hombre te levante la voz sólo cuando sea para felicitarte.Y mis hijos y mi entorno me han escuchado siempre reclamar mis derechos donde han querido negármelos, e insistir en todas las instancias que ambos géneros están al mismo nivel.

Liderando el grupo de ayuda navideña de la oficina, hace dos años tuve la oportunidad de conversar con una asociación de mujeres de Villa María del Triunfo y quedé conmovída con el empuje y decisión de estas personas para mejorar sus vidas. Paralelamente, el porcentaje de feminicidios en el Perú va en aumento, y aún falta mucho para que en nuestro país se internalicen y respeten plenamente los derechos de las mujeres, pero creo que estamos en el camino, y cada hombre y mujer que se sensibiliza con este tema puede hacer su parte en su entorno cercano. Sólo tenemos que comprometernos para hacer crecer la ola.

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MENCIONES HONROSAS

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Con el paso del tiempo tome conciencia de la opresión que sentimos las mujeres, a veces sutil, a veces brutal, pero siempre presente, recordándonos que somos parte del sistema, que tenemos roles que cumplir.

Siendo una mujer profesional muchas veces enfrente situaciones difíciles, recuerdo que una vez me presente a un trabajo, y la persona que realizó la evaluación no me eligió porque prefería a un ingeniero hombre, con el argumento que el trabajo era en campo y había que caminar mucho, me sentí mal, peor aun cuando me entere que la solicitud de contratar a un hombre había venido de una mujer, amiga mía en ese entonces.

Las experiencias duras que viví, me ayudaron a reflexionar, a entender que la igualdad empieza desde una misma, aprendí a mirarme, a reconocerme, a sentirme, a explorar mis capacidades, mis fortalezas, también mis debilidades, todo aquello que me hace ser una mujer única y plena; pero sobre todo aprendí a no conformarme, a no quedarme callada.

Siento que el camino hacia la igualdad en lo personal, en el trabajo, en la sociedad en general; es todavía largo, para hacerlo menos duro, podemos juntarnos con otras mujeres, organizarnos, compartir lo que sentimos, lo que vivimos, lo que hemos aprendido, además de no perder esa capacidad de cuestionar la realidad, más mujeres consientes pueden lograr mayores cambios.

Quiero celebrar el 08 de marzo, entre mujeres, amigas, hermanas, compañeras, encontrándonos en nuestras similitudes y en nuestras diferencias, acompañándonos en nuestros caminos, celebrando nuestra feminidad y recordando a todas aquellas que lucharon, que pagaron con sus vidas, el avance hacia la igualdad.

AVANCEMOS JUNTAS

POR: ELIANA CERDÁNPSEUDÓNIMO: KILLA WARMI

Desde niña percibí el trato diferente a las mujeres, aquellas pequeñas actitudes que no parecen significativas, pero que marcan las desigualdades entre las niñas y los niños, como los vestidos rosados, juegos de cocina, las muñecas de bebe, para ellas; mientras que carros, trenes, bloques para armar, armas de juguete para ellos. Entonces no entendía porque se nos prepara desde pequeños/as para asumir diferentes roles en la vida, tampoco me lo preguntaba, solo lo sentía.

Estudie una carrera, en la que la mayoría eran hombres, entre profesores y alumnos, algunos de ellos todavía pensaban, que la Ingeniería “no era una carrera para mujeres”, se cuidaban de decirlo directamente, pero lo dejaban entrever, en las bromas y en los chistes, insinuando que nosotras no podríamos realizar las tareas duras en campo, otros nos trataban con demasiada condescendencia, como si no fuéramos capaces; aun así las mujeres siempre destacábamos, no solo en lo académico, sino también en las prácticas de campo, en las que había que realizar labores agrícolas a veces pesadas.

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DESAFÍOS

POR: MARÍA ÁNGELA ORTÍZPSEUDÓNIMO: FLOR DE LOTO

Eran otros tiempos, escenarios, ideales, otras expectativas, en fin una serie de “otros” y ahí estaba frente al espejo del ropero del dormitorio de mis padres –la esencia de mi vida- y me preguntaba a mis cortos casi 6 años de vida porqué la imagen reflejaba una niña de caminar distinto y de piernas ocultas por un pantalón de hacían el triste rol de cubrir esos espantosos fierros que me ayudaban a sostener mi pequeño cuerpo, al mirar mi entorno no encontré quien me pueda decirme la respuesta, mi imagen se tornó triste.

Ese fue el inicio expectante ante el entorno y sus actores, y esa ventana en la sala se convirtió en el lugar perfecto para observar el mundo exterior y ahí estaban niñas que corrían felices, con bellos vestidos y andar parejo, mi vestido era bello, si lo hizo mi madre coraje, con especial amor y dedicación, como todo aquello dedicado a sus hijos, mujer excepcional.

Como cada tarde veía llegar a mi padre siempre a la misma hora, sencillo e incansable luchador por los derechos laborales, de pisada firme y andar elegante, serio y formal, claro eran otros tiempos, cómo preguntarles porqué mi apariencia era diferente.No sé cuánto tiempo transcurrió y de pronto estábamos frente a mis padres, mis hermanos mayores y yo, y ellos recibían la instrucción de enseñarme a leer y escribir, porque “su hermana no irá al colegio”, fue un extraño sentimiento que me rebelaba

y qué hice? si todos van al colegio, esa noche no podía dormir y pude escuchar la respuesta que estuve buscando en silencio: “nuestra hija no debe sufrir, lo que hacemos es para protegerla de insultos y marginaciones, la vacuna no llegó a tiempo, ella ya ha sufrido mucho en su rehabilitación”.

Ante esa confesión de pareja, no había tiempo que perder era el inicio de “otro tiempo”, había que demostrar que si podía aprender y eso haría que cambien de opinión y puedo decir como aquella antigua y aún vigente expresión “a cocachos aprendí” y de pronto mientras mi madre regaba el jardín estaban ahí 2 monjas gringas de hábitos plomos haciéndole una maravillosa oferta educativa para mí, siempre pensé que fue el premio a mi dedicación, beca completa en un excelente colegio, fue uno de los tantos días más felices de mi vida, así inicié mi vida escolar, la etapa más hermosa.

Si a tan temprana edad logré mi sueño escolar, ¿por qué no proponerse más objetivos?

Recostada en el pasto fresco y verde del jardín estaba soñando que trabajaba en una oficina; otro reto hacerme secretaria para esos tiempo s “misión imposible”, si ellas son la imagen bonita y perfecta, para lograrlo no podía ser junto a mis padres, quienes me inculcaron lealtad, compromiso, respeto, igualdad y amor; había que dejar el calor del hogar donde puede crecer en libertad …. Y pese al duro recorrido, lo logré.

Así inicié una serie de retos con resultados favorables, y con el privilegio de ser mujer, disfruto de mi trabajo, autosuficiente, capaz de liderar mi vida con actitud, alegría y aún no cesan los retos, hay mucho por “pulir”.

Soy feliz, deseando que todos y todas crean y confíen en sí mismos, la vida está llena de posibilidades y la única diferencia es aquella a la que le damos espacio, cada día nos brinda la oportunidad para cambiar.

Este pensamiento resume mi desafío de vida: “Para alcanzar algo que nunca has tenido, tendrás que hacer algo que nunca hiciste, y si lo haces con honestidad, dedicación y perseverancia, lograrás cosas increíbles”.

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DOÑA CHELITA

POR: GABRIELA AYZANOAPSEUDÓNIMO: MATA HARI

Tengo demasiados recuerdos de su sacrificio combinado con la ternura que sólo una

madre “abnegada” suele darnos. “Sírveme rápido que tengo que volver al trabajo”,

“Prepárate algo que vienen unos amigos a comer”….y es que si Gastón hubiera

existido hace 40 años, estoy segura que también habría alabado su buena mano para

cocinar desde un bufet para amigos extranjeros hasta el menú diario cuidadosamente

balanceado y sobretodo rico. Pero, Chelita no sólo era una excelente chef, también era

administradora, economista, planificadora, maestra, enfermera, costurera, psicóloga,

médica y todo cuanto había que ser para encajar en el molde de “buena esposa”.

Asi la ví envejecer, dejando de lado su título universitario por la crianza de

cuatro muchachos traviesos y felices de tener a su mamá siempre con ellos. Asi

también, la ví solícita, tolerante, obediente, sumisa a los mandatos del jefe del

hogar. Crecí, guardando con cien candados el grito que calle más de una vez:

RESPONDELE!. Y en mis noches de insomnio adolescente, me imaginaba escenas,

fotografías y guiones donde Chelita le respondía con la fuerza y autonomía

de la feminista más radical. Pero eso nunca sucedió y en mi fue madurando un

culposo rechazo a ese molde patriarcal, rasgo que se manifestaba en cada pelea

por la libertad sin límites que quería experimentar en mi vida universitaria.

Un día, de esos que nunca olvidaré, caí en una charla donde una famosa economista

hablaba de un tema nuevo para mí, ella hacia cálculos, sumaba horas, multiplicaba

tareas y el resultado final fue brutalmente revelador para mí. Todos mis recuerdos

caseros se “monetizaron” en soles y dólares y el precio de cada arruga y cada cana se

disparó en la bolsa de valores económicos y familiares. O sea que todo lo que Chelita

hizo durante su vida, tuvo un valor económico gigantesco imposible de pagar?

Dios!, porque nadie se lo había contado!, porque nadie me lo había contado a mí!.

Ese día, mis lágrimas limpiaron el lente con el que veía a doña Chelita… felizmente

tuve tiempo de decírselo.

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UN RETO PERSONAL, ANTE LA FAMILIA

POR: NANCY SALAZARPSEUDÓNIMO: PAMELA

Mi nombre es Pamela, actualmente vivo en la ciudad de Huaraz, con mis hijos Mariana y Gonzalo y mi esposo, yo vengo de una familia con 3 hermanas, donde mis padres, principalmente mi papá, creía que había tenido mala suerte de tener tres niñas y que todas acabaríamos al igual que mamá, ( que teníamos que estar en casa con sus hijos e hijas “sin trabajar”), eso creía mi padre, que los quehaceres de la casa no era un trabajo sino la obligación de la mujer, es así que la responsabilidad de la crianza de nosotras estaba volcada en mi madre.

Un día cuando era niña e iba a la escuela, para ese entonces cursaba el 4to grado de primaria, escuche que mi padre le decía a mi mamá “Si hubiera sido varón mi hija, seguro que sería profesional, pero como es mujer por lo menos acabará la secundaria”, paradójicamente hasta ese grado yo era la primera alumna del salón de clase, esas palabras me quedaron grabadas en la mente y siempre me preguntaba, si eso era cierto, y cuando preguntaba a mi hermana mayor me corroboraba aún más “debe ser porque los primeros puestos de mi salón todos son varones”.

Pasó el tiempo culmine la secundaria, luego ingrese a la universidad, cuando estuve por culminar me parecía que encontrar trabajo era lo más difícil, ya que no conocía a nadie, en ninguna institución y una vez más; mi padre me decía que si hubiera sido varón ya estaría trabajando. Bueno siempre quería demostrarle lo contrario, un día

me entere de la convocatoria de CARE Huaraz para realizar prácticas pre profesionales, pero ya había pasado la fecha de presentación de mis documentos, pero mi persistencia me llevó a presentarme “pase lo que pase”, por suerte me recibieron mis documentos, pasado un mes, me llamaron a la entrevista y felizmente fui escogida entre tantas personas, es más hubieron más varones que mujeres que nos presentamos, le comente eso a mi padre y lo tomo como “suerte” y no como preparación, luego para iniciar el trabajo tuvimos una inducción en la Oficina de CARE Lima, nos hablaron sobre los lineamientos y estrategias de intervención de CARE, entre ellos me llamo mucho la atención sobre el tema de equidad género, para ese entonces era nuevo para mí, y el proyecto tenía un componente de género, diseñamos algunas estrategias y herramientas para el trabajo con las comunidades, y las reflexiones que propiciábamos allí, también las realizaba en casa, inicialmente era difícil porque mi padre no lo aceptaba, y como aprendía cada vez más, el sustento era mejor, pero la incomodidad de mi padre crecía cada vez más no solo porque le demostré que las capacidades de asimilar los conocimientos es igual en la mujer y el varón, sino también sobre la generación de recursos económicos y los quehaceres del hogar es corresponsabilidad de pareja porque él tenía arraizado en mente que la generación de ingresos económicos era responsabilidad solo del varón; cada vez que tocábamos el tema de igualdad y equidad se generaba las discusiones, por otra parte mis hermanas y mi mamá callaban y querían también que yo haga lo mismo, pero aún más, crecía mis ansias por demostrarles lo contrario, seguía siempre provocando ese tipo de conversaciones.

Después de varios años tuve mi pareja, que era todo lo contrario de mi padre, me ayudaba en todo, sin tener ningún tipo de perjuicio, inicialmente mi papá no lo podía creer de lo que estaba pasando, después de 2 años tuve mi primer hijo y por motivos de trabajo tuve que dejarle apenas con 3 meses de nacido, para lo cual mi pareja tuvo que responsabilizarse como darle la leche, cambiar y lavar los pañales de tela que no era muy usual su uso, pero viendo esas acciones mi padre entendió y hasta que por fin después de varios años me dio la razón. Mi padre ahora que tiene 03 nietas mujeres, quiere que todas sean profesionales y que salgan adelante, y está convencido que la mujer y el varón tenemos las mismas facilidad de aprender y hacer las cosas.

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UN DESTINO COMPARTIDO

POR: ARIEL FRISANCHOPSEUDÓNIMO: EL APRENDÍZ

Ahí está, una vez más. Con su andar dinámico y precisión de administradora, discutiendo, bromeando, “regateando” con la casera de las frutas. Desplegando ante nuestros ojos – los de mi pequeño hijo y los míos propios - la lección semanal de sabiduría popular, apenas interrumpida por las agudas y ruidosas voces del mercado.

Pareciera apenas ayer cuando la conocí. Había ido al Cusco, en mi primera misión de trabajo en CARE Perú, para hacer una presentación sobre la importancia de la Participación Ciudadana en Salud.

Me di con la sorpresa de encontrarme con una linda joven, que era nada más y nada menos la Sub-Directora Regional de Salud. En un medio tan machista como aquél, alimentado por las complejidades propias de las instituciones públicas, podía dimensionar el reto personal que significaba asumir la responsabilidad de gestionar las políticas de salud de toda una región. No debió resultar fácil enfrentar prejuicios – muchos de ellos provenientes de las propias compañeras de trabajo – sobre su capacidad. Muchos solían afirmar que “esos eran cargos para varones”.

Con el tiempo, he podido comprender que, desde muy temprano, desde las aulas escolares, se supo rebelar a una educación en la que las jóvenes estudiantes parecían destinadas, con prioridad, a “casarse bien”, conformar un hogar y ser amas de casa. Muchas de sus compañeras optaron por ese camino. Ella se planteó estudiar Medicina Humana y tener un desempeño

semejante o superior al de sus compañeros de estudios. Luego, los estudios de especialidad la llevaron a vivir sola en Lima, tras convencer a sus padres que tal era la necesidad que demandaba su desarrollo personal.

Tal convencimiento sobre su propia capacidad la llevaría luego a Huancavelica, como responsable del Programa de reforma de la salud del Banco Mundial. Dicha inquietud por asumir nuevos retos y demostrarse capaz la vinculó a la construcción de iniciativas innovadoras y nuevos programas sociales, como JUNTOS y ahora el SAMU.

Pienso que dicha experiencia de vida, marcada por la independencia y el convencimiento de su propia fuerza interior, el saberse tan valiosa y competente como las demás personas, hicieron posible que, llegado el momento, la magia del amor la llevase a asumir con la misma decisión la construcción de una hermosa familia.

Particular reto, que asumió con cariño y constancia, fue la tarea de orientarme sobre la manera de complementarnos, no sólo en el amor, sino en las tareas y roles compartidos de nuestro joven hogar.

Yo, que había sido educado con los engreimientos propios de los hijos varones de una familia tradicional, ya había vivido el fin de mis engreimientos cuando me tocó hacer el servicio médico rural, y luego al hacer mi maestría en un país extranjero y lejano. Pero muchas veces, las “altas responsabilidades” que nos toca asumir van dejando de lado las lecciones de vida, o sirven de excusa creíble y autocomplaciente para ir “olvidando” lo aprendido.

Además, esto es otra cosa: un caminar y descubrir entre dos. Es construir aquello que orientará todos nuestros logros. Si antes la había admirado por su decisión y capacidad en el trabajo, fue en el calor de nuestro hogar que reconocí su paciencia para explicarme aquellas cosas que a veces no hemos aprendido a ver o entender, y que forman la base de la convivencia en equidad.Hoy, que la vida nos ha iluminado con dos hermosos bebes, nuevamente me toca apreciar el cómo sigue balanceando su vida profesional con su vida familiar, cómo me va acompañando para que construyamos nuestro camino y disfrutemos nuestro andar. Y cómo me hace sentir un poco torpe, porque ni con 600 palabras puedo expresar tanta felicidad.

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INNOVACIONES PARA LA APLICACIÓN DEL GÉNERO EN LA

POR: ELENA ESQUICHEPSEUDÓNIMO: CAPRICORNIO

En 1997 el coordinador de un nuevo proyecto del MINSA y USAID (el proyecto 2000), me convenció de ingresar a CARE para trabajar en el área de la región Libertadores Wari, la frase fue “… usted puede hacer mucho por las mujeres, vamos a trabajar para disminuir la mortalidad materna”, en una tarde donde lejano esta el recuerdo, se concluían acciones de otra de mis actividades favoritas, trabajaba con los niños y jóvenes en Ayacucho.

En este periodo la razón de la mortalidad materna era una de las más altas de la región, 185 x 100,000 NV; se iniciaban nuevos proyectos orientados a mejorar la gestión de los servicios de salud, la infraestructura y la disponibilidad de recursos humanos en las áreas rurales en el país.

CARE tuvo las oficinas regionales, me tocó viajar por las regiones de Huancavelica, Ayacucho, Ica, Andahuaylas y Chincheros. Recorrí por primera vez la mayoría de los pueblos, hablando con el personal de salud, con las autoridades locales, los agentes comunitarios, las parteras tradicionales, las mujeres gestantes que acudían a estos servicios, se iniciaba así la comprensión del complejo contexto multi causal en que ocurren las muertes maternas al interior del país.

Hasta ese entonces ya se contaban con estudios explicativos, las intervenciones para enfrentar el problema se centraba en los servicios de salud, la capacitación de los recursos humanos, equipamiento, mejora de la infraestructura, complicados cursos de costos de la atención en salud, capacitación a ACS, programas de IEC para proveedores y población objetivo.

Sin embargo existían otros problemas que requerían más atención, la mayoría de casos de las mujeres que morían representaban un grado de analfabetismo muy alto, sólo llegaron al primer o tercero de primaría, los testimonios de las familias de las mujeres que murieron era que no pudieron decidir ellas mismas para buscar ayuda porque el marido estuvo fuera trabajando, o la suegra o la partera son quienes toman las decisiones antes de la madre que está presentando una complicación obstétrica, es decir el poder de decidir por su salud no era derecho ejercido, esto en el entorno familiar, y en el comunitario, la percepción de valoración de la mujer gestante frente a los peligros que se presentaban por complicaciones del embarazo o el parto, no era relevante, la mayoría de casos de muerte en sus comunidades no contaban con un grupo de ayuda para la referencia al establecimiento, aún más complicado cuando la autoridad local (por lo general un varón) no contaba un plan de ayuda coordinado con el establecimiento de salud. A esto se han denominado demoras, al reconocer el peligro, a buscar ayuda, a recibir atención de calidad.

Para el caso de los servicios, la percepción de la pertinencia cultural no era un tema de la agenda del establecimiento, las mujeres requieren ser tratadas en algunas zonas sólo por mujeres y que hablen en su idioma y que les dejen hacer sus prácticas culturales en la atención en el establecimiento de salud.

Ese es el perfil de las mujeres que mueren en el Perú, el proyecto contribuyó de manera significativa a nivel de los servicios pero había mucho por hacer en las comunidades y trabajar con el personal de salud desde un enfoque de los derechos humanos, el género y la interculturalidad.

SALUD MATERNA DE CARE

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CARE continuo con un nuevo proyecto FEMME (2000 – 2005), en el cual también participé, frente a los conocimientos generados en el primer proyecto, en este nuevo proyecto se veía alguna luz porque tuvo un componente de derechos humanos, consideré una oportunidad para ensayar algunas ideas para intervenir en lo que no se pudo anteriormente.

En el año 2000, presentamos el proyecto a un alto funcionario de salud de la región Ayacucho, se quedó preocupado por el componente de derechos humanos, al final nos dijo que “el proyecto es bueno y nos va ayudar, pero que tengamos cuidado con el tema de derechos, género… que no quería problemas” … y al intentar explicar desde estos lineamientos al personal médico que se estaba vulnerando los derechos de las mujeres, etc, y nunca olvidaré una frase para la histeria de cualquiera que trabaja en estos programas, nos dijo “que tanto hablamos de la muerte materna, si se tiene que morir que se mueran, si eso era la voluntad de Dios”, y por otro lado con muchas dificultades con los políticos locales, los medios de comunicación que tenían un marco claro de entendimiento del tema, entonces quedaba claro que el camino de organizar los servicios de salud darían resultados pronto, pero mejorar el contexto externo de coordinación desde la comunidad, el distrito, iba a ser una tarea larga, difícil y va requerir de estrategias ágiles y eficaces con los actores.

Iniciábamos entonces el camino de la incidencia política, sin mucha experiencia, sin entrenamiento, cada vez mejorando cada herramienta, en el objetivo de posicionar en el personal de salud, las autoridades de las comunidades, los alcaldes, los presidentes regionales, que era necesario trabajar de manera articulada por la salud de las madres que sufren complicaciones, se hicieron boletines, se construyeron historias de vidas de las mujeres de la comunidad, se tomaron fotos para mostrarlos en las reuniones de cabildeo, se editaron videos testimoniales, utilizando los diferentes radioemisoras locales, socio dramas en las ferias, en las reuniones de los concejales, se promovieron con éxito el comité regional de la reducción de la mortalidad materna y neonatal con mucho éxito, luego de haberse sistematizado existe una contribución que ahora estamos compartiendo con el resto de regiones y las universidades del país, haber incorporado a las políticas de salud un módulo de derechos genero e interculturalidad, experiencia que hemos compartido con muchos países hasta ahora que vienen a conocer la experiencia desarrollada.

Si bien estamos próximos al 2015 donde se evaluarán las metas del ODM, estamos claros que este enfoque de Género y los DDHH serán una herramienta poderosa en el contexto actual y CARE seguirá contribuyendo en lograr que las mujeres más pobres no sigan muriendo innecesariamente.

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TESTIMONIOS PARTICIPANTES

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LA HISTORIA DE LUZ

POR: LUZ ESTRADAPSEUDÓNIMO: PAMELA

Mis padres, decidieron dejar su vida en el campo y migrar a la ciudad cuando mi hermano mayor terminó la primaria, yo no comprendía cuando veía llorar a mi mamá al dejar nuestro pueblo, nuestra comunidad y nuestra casa, años mas tarde le daría la real valoración a este hecho.

Cuando llegamos a la ciudad, entramos a la escuela y mis papás buscaron trabajo para poder vivir con mis 6 hermanos, el mandato era “Olvidemos la vida en el campo, ahora todo es diferente” este mandato que nunca fue dicha pero que todas las acciones de nuestras vidas la cumplían, me acompañó hasta cuando terminé la universidad y empecé a trabajar.

Durante mis años de estudiante principalmente, olvidé hablar el quechua, mis padres no realizaban los ritos que se hacían en el campo, los estudios me hicieron olvidar esta otra vida que tuve de niña, lo importante era adoptar formas de vida urbana, en mi caso las ciencias sociales era muy importante, leer a los cientistas sociales quienes te dicen como debe funcionar el mundo, para luego como profesional interactuar con una población que es diferente a aquella en la que ahora vives.

En la Institución de desarrollo social en el que trabajaba, fui asignada para ser

contraparte de una pasante antropóloga Alemana, Ángela, que venia a trabajar en el

área Mujer, conocerla fue muy interesante, por que estaba siempre dispuesta a innovar

el trabajo que realizábamos con mujeres campesinas, y siempre estaba preguntando

sobre las costumbres de las mujeres, sobre mi percepción en relación con el trabajo,

a mi situación como migrante quechua y las estrategias que deberíamos utilizar para

revalorar el trabajo de las mujeres como productoras, educadoras y reconociendo sus

derechos como ciudadanas.

Hay un dicho que dice: ”A las personas se las valora cuando ya no las tienes presente”

eso fue lo que me pasó, valoré a Ángela años mas tarde, por que me enseñó a

revalorar mi cultura, reconocer mi identidad cultural, valorar el sacrificio que hizo mi

madre al dejar su tierra, pensando en un futuro diferente para sus hijos, luchar por

mis ideales y continuar con el trabajo de lograr que las mujeres andinas conozcan sus

derechos y sean ciudadanas plenas.

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SON ÉPOCAS DIFERENTES

POR: BETZABETH NÚÑEZPSEUDÓNIMO: ÁNGEL

Vengo de un hogar donde predominan las mujeres, cuya fortaleza radica en mi madre, quién ha sido una eterna luchadora. Desde muy niña la vi realizar diferentes labores para darnos lo mejor, para brindarnos una verdadera calidad de vida. Siempre pensé que mi padre era el que nos había sacado adelante, pero… al pasar los años comprendí que ella había hecho un trabajo muy importante con todas nosotras.

La época que le tocó vivir a mi madre fue una época en la cual las mujeres no tenían muchas oportunidades en el campo laboral. Constantemente nos recordaba que el tener estudios universitarios era considerarnos de otra categoría y cuánta razón tenían sus palabras, ya que si no hubiese sido así, hoy no tendríamos las mismas oportunidades que sí tienen los del sexo fuerte. Ella comprendió que los varones y las mujeres debían tener las mismas oportunidades, es por eso que procuró que todos seamos profesionales.

Mi madre siempre se rebeló contra mi padre, porque se sentía tan igual que él en todo sentido: en fuerza, en carácter e incluso en el aspecto económico. Cuando tenía alrededor de 45 años y con siete hijos, buscó su independencia económica. Este hecho fue trascendental ya que, al sentirse libre y en condiciones de igualdad frente a mi padre, su autoestima creció, se sintió realizada y no marginada, su carácter cambió y todo en ella denotaba un gran cambio.

Estudié en un colegio mixto donde la igualdad era esencial, pero las diferencias se marcaban por que las niñas se sentaban con las niñas y los niños con los niños y en filas diferentes. Además, durante el recreo, los juegos eran distintos para cada sexo: las niñas jugábamos voleibol, yaces y los niños a la pelota, pero algo en mí me hacía romper estos esquemas. Cuando empecé a dejar mi timidez y a sentirme en el mismo nivel que ellos intelectualmente, entonces mis preferencias cambiaron: ahora jugaba canicas y fútbol, ¿juegos de hombres? ¡No!. La simetría también se dio en otros aspectos. Un día, mi amigo Joel me molestó, yo me enojé tanto al punto que me enfrenté con él a los golpes. Aquel niño insolente y fastidioso no esperaba lo que ocurrió. Fui superior en fuerza y lo vencí. Desde ese momento, me gané su respeto y nunca más me molestó.

En mi hogar también había diferencias. Mi hermano mayor, al cual le llevo quince años, siempre tuvo algunos privilegios en casa. Era el único que tenia un cuarto para él solo y las mejores presas a la hora del almuerzo por su condición de hombre. No obstante, por ese mismo motivo también se llevaba las reprimendas y castigos fuertes por parte de mi padre.

En la época universitaria, no hubo muchas diferencias entre los hombres y las mujeres, era completamente diferente al colegio, ya que aquí los grupos eran bastante heterogéneos, la única discriminación que se veía era con los de condición gay, a los cuales yo nunca discriminé, al contrario, fueron mis mejores amigos y compinches de esta época maravillosa.

Ya en mis primeros trabajos descubrí muchas diferencias que la sociedad nos impone: diferencias raciales, sociales, económicas y de género. Así, cuando uno busca un trabajo exigen: “solo hombres”, “de tal universidad”, “hasta cierta edad”. Estas diferencias restan oportunidades de demostrar quién eres y cuánto vales como ser humano.

A LAS DE MI MADRE

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Hace más de una década llegué a CARE. No tenía ni la más mínima idea de que se trataba de una ONG. Por mi trabajo no he tenido mucho contacto con la gente de escasos recursos, pero, cuando compartes con estas personas parte de tu vida, te das cuenta que este trabajo es importante, ya que contribuyes a mejorar la calidad de vida de otras personas, el poder servir a los demás es gratificante.

He conocido gente que me ha hecho pensar que la desigualdad de género cada vez va en disminución, que tanto hombres como mujeres nos vamos involucrando poco a poco con el quehacer del otro.

Recuerdo, por ejemplo, como un compañero de Relaciones Exteriores, me confió que andaba apurado revisando los detalles y preparativos para su boda. ¡Imagínense! Cuando esto era trabajo sólo de la mujer, hoy en día los hombres ayudan en el hogar y tienen en cuenta que las labores deben ser compartidas. Esto no se daba en la época de mi madre, ¡cuánto habrá tenido que soportar! Gracias a Dios que de sexo débil no tenemos nada.

CARE me permitió conocer a “Chabu“ con quien coordino algunos trabajos. Ella es una mujer excepcional perfeccionista, es una guerrera de la vida. Presa de la poliomielitis desde muy niña ha hecho actividades en igual de condiciones que una persona sin discapacidades. Comprendí que las desigualdades y las trabas las pone el mismo ser humano y la sociedad.

Las diferencias no debieran existir entre hombres y mujeres. Los tiempos han cambiado y las desigualdades entre ambos sexos van desapareciendo. Son épocas muy distintas a las de mi madre y agradezco pertenecer a esta época.

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MI TESTIMONIO:BIDDY, CONSTRUYENDO

UN SUEÑO

POR: OMAR VARILLASPSEUDÓNIMO: EL GRECO

Cuando conocí a Biddy hace veinte años yo estaba en la universidad. Lo que más me sorprendió de ella era su capacidad de estar alegre y poner siempre buen rostro a la adversidad. De hecho su desenfado ante la vida fue lo primero que me flechó de ella.

No fue a la universidad, tampoco pudo estudiar teatro como a ella le gustaba. Huérfana de madre a los dieciséis y siendo la mayor de seis hermanos, asumió el rigor de ser “madre” a temprana edad. Nunca se quejó de ello.

Nuestro joven amor y las ansias de estar juntos nos llevó muy jóvenes a tener nuestra primera hija Alejandra. La vida de estudiante me copaba y por tanto Biddy sumó al cuidado de sus hermanos, el criar a nuestra hija. Aún queriendo yo trabajar, ella me alentó a culminar lo empezado.

Con mi niña de un año culminé la universidad y poco después decidí asumir una oferta de trabajo lejos de Lima. La decisión irme, enviar dinero y que ella se quedase en Lima con la bebé, esperando, fue mía. Fueron tres años separados que pasaron factura a nuestra relación que por el tiempo y la distancia se enfrío.

Sería largo narrar cómo fue que regresamos, pero lo hicimos prometiendo no volver

a separarnos. Y fue así, cuando años después el trabajo me convocó nuevamente a viajar. Esta vez ya éramos cuatro con la pequeña María Fernanda de cinco meses; cargamos bultos y nos fuimos a vivir a la sierra.

Como dice mi esposa, tal vez los mejores años de nuestras vidas hasta hoy los hemos pasado allá. En pequeños pueblos donde yo era el ingeniero respetado y ella mi respetada esposa. La felicidad de estar juntos, de tener muchos amigos y de que el dinero no faltara, llenaban nuestro día a día de mucho amor.

Pero Biddy necesitaba algo más. Hasta entonces, desde que nos conocimos, sentía que todo su camino estaba marcado por lo que yo decidiera. Necesitaba su espacio.

Por ello no dudó en comprometerse con la promoción del pequeño colegio de mi hija donde vivíamos en Lircay, Huancavelica. Se propuso llevar a los niños de dicha promoción a Cusco. Cargó con la responsabilidad de organizar a los niños y a sus padres, que aún brindando su apoyo, no tenían dinero y por tanto dudaban de si lograrían tener los recursos suficientes para viajar. Las múltiples actividades que hicieron para conseguir el dinero coparon el tiempo de mi esposa, incluso yo mismo aún ayudando, dudaba de esta empresa. Pero ella estaba segura de lograrlo y lo hizo. En noviembre del 2007 un pequeño bus con catorce niños, incluidas mis dos hijas, y una madre de familia surcaba la ruta Huancavelica, Ayacucho, Andahuaylas, Abancay y llegaban luego de dos días a Cusco. Cansados, extenuados, sucios, pero felices, los niños corrían por la ciudad imperial. Había logrado el sueño de los niños y cuando retornaron las palabras del Director del colegio resumieron lo hecho:

• Los niños de colegios de Huancavelica solo soñamos con ir de promoción a Ayacucho o Huancayo. Cusco es lejano y ajeno para nosotros. Pero la Sra. Biddy nos demostró que nuestros niños también tienen el derecho de conocer el ombligo del mundo.

Aún hasta hoy es muy recordada cariñosamente por los niños y las familias de Lircay. Más aún porque a ello sumó sus actividades en el Comité de Damas Voluntarias de la

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Municipalidad, promoviendo campañas de salud y donaciones a colegios. Hasta hoy la placa del centro cívico de dicha ciudad lleva su nombre como madrina junto al del Presidente Regional de Huancavelica.

Está de más decirlo, cuando nos fuimos de Lircay, Biddy había dejado más recuerdos que su esposo, el ingeniero llevado allá a apoyar.

Cuando retornamos a Lima las dudas y la incertidumbre de regresar a la gran ciudad nuevamente nos asaltaron. Por esos días, en más de una ocasión vi a Biddy no tan feliz; mejor lo digo: triste.

Como todas las grandes ciudades, Lima se encarga de alejarte de los momentos del compartir en familia: los almuerzos juntos, las siestas de medio día, las conversaciones de mesa, etc. Todo ello que teníamos en provincia, lo íbamos perdiendo nuevamente en la rutina de yo en el trabajo, las chicas en la escuela y mi esposa en la casa.

Biddy no se conformó con ello y se propuso hacer algo más. Ubicó nuevamente su espacio en el colegio de mi hija mayor. Esta vez en algo que es su pasión, apoyar en la preparación de los alumnos para el concurso de teatro. Se propuso ganar el concurso y nuevamente reuniéndose con los padres eligió la casa como centro de ensayo, sus ropas como utilería y llamó a un amigo profesor de teatro para los ensayos. Algunos días después, El Médico a Palos de Moliere adaptada por Biddy estaba listo para ser estrenado. Como dice ella, “he preparado a los chicos no solo actoral, sino también mentalmente para sacar lo mejor de ellos en escena”.

No solo ganó uno, sino fueron hasta tres años consecutivos que el aula A del Colegio Camino Brent de San Juan de Lurigancho ganó en concurso. Como a toda buena artista, no fue dinero lo que obtuvo. Cuando dieron el premio al salón de mi hija mi esposa fue llevada por los alumnos, padres de familia y profesores al salón y en un aplauso interminable, agradecieron a Biddy haberlos hecho ganadores.

Pero como dicen en teatro, al apagar las luces y volver a casa, tienes que enfrentar

la realidad. Algo faltaba y cierto día lo planteó. Se sentía sola cuando nos íbamos; el silencio de la casa, el no saber qué pasa más allá de su espacio de hogar, mirando el mundo a través de las niñas o de lo que yo le podía contar. Biddy no se sentía lograda. Tenía que cambiar y así lo decidió.

No me lo preguntó cuando tomó la decisión de tomar parte de nuestros ahorros para iniciar su sueño: Poner su negocio. Amoldó la casa, separó ambientes, compró mercadería y empezó su pequeña tienda de disfraces de niños, como empiezan los negocios en el país, de manera informal. Al principio con poca clientela. Sentía ganas de consolarla y decirle ya saldrá, pero ella no me lo permitió porque antes de eso me dijo “esos clientes se fueron felices y van a regresar”..

Ya va año y medio con el negocio, su cartera de clientes ha crecido, ya tiene mostradores y ahora se ha propuesto ser “empresaria de verdad”. Hace un mes exactamente estaba en una reunión importante de trabajo (como todas las que tengo) cuando me llamó al celular y dijo: - “cholo, disculpa, pero solo una consultita: ¿Dónde queda la SUNAT?”

Esa noche en casa pregunté por qué lo de la SUNAT. Lo que respondió me llenó de emoción: “Mira cholito, tengo la copia de mi boleta de venta, el negocio se llama Adriano´s Kids (por mi hijo menor Adriano), además ya tengo licencia de la municipalidad y hoy fui al banco a solicitar un crédito, porque quiero existir en el mundo financiero”.

No sé si habrá una cadena de Adriano´s Kids en Lima como ella quiere. Espero que sí. Pero sí estoy seguro de que Biddy ha empezado a caminar hacia su sueño personal.

PD: A veces cuando llaman a la tienda y salgo me dicen “¿Está la dueña?”.

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SI QUEREMOS, PODEMOS

POR: HELBA COTILLOPSEUDÓNIMO: MAREMAR

En la década de los 90, con la llegada a CARE Perú, de Sandra Laumark como Directora, se empezó a hablar de Género, de la necesidad de dar más oportunidades a mujeres en nuevos cargos y en los puestos de dirección y toma de decisiones. Se me invitó a participar en el equipo directivo para completar el equilibrio numérico de género; aunque no entendía el tema.

Hice un repaso de mi vida y no encontré situaciones de discriminación por género, pues crecí convencida que era capaz de lograr lo que me propusiera. Nací en Aija una provincia rural de Ancash, mis hermanas estudiaron secundaria fuera, como todos los hombres y mujeres cuyas familias buscaban progreso. Conocí Lima desde pequeña y me enamoré de la ciudad. Al destacar en mis estudios de jardín de la infancia y primer grado mis padres decidieron que debía salir en busca de un futuro mejor; mi padre me dio a elegir entre Huaraz y Lima y a mis 8 años decidí por la ciudad que me cautivaba con sus luces y sus sonidos de cláxon… algo que en Aija no existía.

Mis padres no lograron realizar sus sueños profesionales, mi madre porque según mi abuelo no lo necesitaba, tenía chacras suficientes para vivir -no imaginó la reforma agraria- y según mi abuela debía cumplir su rol de hija atendiendo a sus padres envejecidos. Mi madre a sus 15 años repitió 5to. de primaria porque le encantaba estudiar y no había escuela secundaria en Aija. Un buen día decidió escapar para

estudiar dirigiéndose a Huaraz durante un día de camino, junto a 12 varones que retornaban a sus estudios luego de las vacaciones de verano. A la semana llegó mi abuela y la devolvió arrastrándola de las trenzas. Mi padre sí estudió secundaria en Huaraz gracias al esfuerzo de su familia. Él soñaba con estudiar medicina, pero la pobreza no se lo permitió.

Ambos se propusieron que sus hijas serían profesionales y tendrían las oportunidades que ellos no tuvieron. Ambos trabajaron, ambos enfrentaron la crisis económica, ambos cocinaron, ambos lavaron, compartieron la crianza y las labores domésticas por igual. A pesar que mi padre nació en 1,910 y mi madre en 1,920, tenían pensamientos de avanzada para la época.

Llegué a Lima a los 8 años, chaposa y con trencitas. Todo me llamaba la atención y muchos me hicieron sentir que era de otro mundo. Sólo en el colegio y gracias a mis buenas notas recibí reconocimiento y respeto. Ésto reforzó mi autoestima.

Terminé el colegio público con éxito, ingresé a la Universidad Nacional de Ingeniería, donde las mujeres nos confundíamos con el 90% de varones. No sentí diferencias, siempre me sentí valorada y respetada. Fuí elegida la primera mujer presidenta de un centro de estudiantes. Competí con un antiguo y carismático líder estudiantil. Luego de un año de gestión otros dos centros de estudiantes fueron dirigidos por mujeres.

Mi experiencia de logro, de superación de dificultades económicas junto con mis padres, mi terquedad por lograr mis sueños me hicieron pensar que todo dependía de nosotras las mujeres; que no era necesaria una política de género. Sin embargo pronto comprendí que estaba equivocada. El haber sido invitada tan joven a completar la cuota de género en el Equipo Directivo me permitió conocer la dimensión del poder, la discriminación sutil de colegas hombres y mujeres, y tuve que buscar textos para entender las dinámicas de género entre ejecutivos/as y aprender a lidiar con algo nuevo para mí.

Escuchar, leer y hablar del tema me permitió entenderlo y enfrentarlo.

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¡TENÍA QUE SER MUJER!

POR: HÉCTOR LEÓNPSEUDÓNIMO: HERALDO

1990, La Perla del Huallaga, en el oriente peruano… fui invitado a trabajar a una clínica particular en esta hermosa ciudad, en el aeropuerto me esperaban el Médico, un paisano mío y su esposa, una hermosa mujer loretana y a un lado una señorita también loretana, algo tímida, delgada, de mirada triste de quien luego me dirían era la recepcionista de la clínica donde trabajaría, todos ellos me dieron la bienvenida...

Pasaban los días y la hermosa amistad con Rosario fue poco a poco tornándose en algo más, todo contra viento y marea... ¡Cómo vas a estar con ella!..., ¡ella no es para ti!, etc. etc. días después la echaron del trabajo por culpa mía, creo que estas actitudes me acercaron mas a ella, ambos habíamos perdido al ser mas sublime, nuestras madres y lo que vino después… nació una encantadora bebé, nos casamos y después de un par de años nos separamos por culpa mía, le fui infiel, las mismas frases que me unieron a ella, esta vez me separaban y en lugar de pedir perdón, pedí nuestra separación…

Recuerdo como si fuera ayer que llorando me decía: está bien, cumple solo tus sueños… demostrándome una vez más que aun en los peores momentos no descuidaba su dignidad.

Ella había terminado su secundaria y venía de una familia humilde pero inmensamente unida, mientras que la “otra” con quien la engañaba no era del lugar, profesional, aparentemente de buena familia…que imbéciles!! somos a veces los del “sexo fuerte” y dejamos escapar la verdadera felicidad de la peor manera…ella como siempre, valiente, buena y decidida no se amilanó, estudió una carrera técnica en salud siendo una de las mejores de su promoción y actualmente trabaja en un asilo de ancianos, noble y sacrificada labor, verdad? fue elegida hace poco como la mejor trabajadora del año, un orgullo para ella, para nuestra hija, para su familia… y para mí???...

Nuestra hija, linda y súper cariñosa, de carácter fuerte , en abril cumplirá 20 años, ¡cómo pasa el tiempo!, la vida te va poniendo a prueba todos los días, lo malo que se hace creo yo, se va pagando aquí mismo, soy de los que piensan que el verdadero infierno está aquí, en la tierra, construido por nosotros mismos...

Hoy somos buenos amigos, que maravilloso hubiera sido terminar esto diciendo: HOY SOMOS UNA GRAN FAMILIA…

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ANEX0BASES DEL CONCURSO

I Concurso Nacional Interno Por El Día Internacional de la Mujer 8 de Marzo del 2012 - Tu Testimonio Hace El Cambio

Objetivos

Promover un espacio de reflexión sobre la igualdad de género dando a conocer los testimonios de vida, al mismo tiempo que se reconoce y valora la tarea cotidiana de las mujeres trabajadoras de CARE Perú.

Bases

Quienes pueden participar:

• Trabajadoras y trabajadores de CARE Perú a nivel nacional.

• Las mujeres trabajadoras escribirán sus testimonios basados en hechos de sus propias vidas.

• Los hombres trabajadores de CARE Perú escribirán sus testimonios basados en su percepción sobre las mujeres de su entorno.

Aspectos específicos

Del testimonio:

Se consideran testimonios de vida las narraciones escritas de las experiencias de vida de las y los participantes en torno a la igualdad o desigualdad de género en sus ámbitos laboral y personal.

El testimonio es individual y narrado en primera persona.

Temas motivadores para el testimonio

• Compatibilidad entre vida laboral y vida personal • Retos en el desarrollo personal y profesional como mujer• Experiencias de liderazgo• Vida libre de violencia• Otros temas propuestos por participantes

Extensión y características

• Una carilla A4 (300 palabras) máximo dos carillas (600 palabras).• Letra Arial 11, interlineado sencillo.• Cada participante puede enviar hasta dos testimonios.• Cada testimonio debe tener un título.• Se usará seudónimo.

Criterios

En la calificación se tomará en cuenta los siguientes criterios: • Creatividad• Claridad en la redacción• Habilidad para narrar de manera concreta• Sensibilidad al género en su enfoque narrativo

Del Jurado calificador

El jurado estará integrado por personas con experiencia en temas de género así como en temas de edición y redacción y participación en concursos literarios.El jurado tiene 7 días para calificar los trabajos. El 5 de marzo se publicarán los resultados.

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