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TURISMO Y POBREZA

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UNIVERSIDAD NACIONAL DE LANÚS

Dra. Ana JaramilloRectora

Dr. Juan Carlos GeneyroVicerrector

Dr. Jorge MolinaDirector del Departamento de Desarrollo Productivo y Trabajo

Comité EditorialLic. Ana FarberDr. Juan Carlos GeneyroProf. Héctor Muzzopappa

EDUNLa Cooperativa29 de setiembre 3901Remedios de Escalada – Partido de LanúsPcia de Buenos Aires – ArgentinaTEL. 54 11 6322-9200 int. [email protected]

La fotocopia mata al libro y es un delito.

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Universidad Nacional de Lanús

Colección Desarrollo Productivo y Trabajos e r i e o b s e rvat o r i o t u r í s t i c o

Ediciones de la UNLa

Julián KopecekCompilador

Ana JaramilloPresentación

AutoresRodolfo Barros / Cristian Brisacani / Sabrina Carlini

Jorge Defino / Julián Kopecek / Marco MoraniFabián Román / Valentina Uccelli / Ernesto Villanueva

TURISMO Y POBREZAuna aproximación a los modelos de desarrollo turístico

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Diseño e ilustración de tapa / Diseño de interior: Vladimir Merchensky, www.tantatinta.com.ar

ISBN: 978-987-1326-14-3

Impreso en ArgentinaQueda hecho el depósito que marca la Ley 11.723

© Los autores

© Ediciones de la UNLa.29 de setiembre 3901Remedios de Escalada - Partido de LanúsPcia. de Buenos Aires - ArgentinaTel. +54 11 6322-9200 int. [email protected]/public

Turismo y pobreza : una aproximación a los modelos de desarrollo turístico / Julián Kopecek...[et.al.]. ; compilado por Julián Kopecek. - 1a ed. Remedios de Escalada : De la UNLa - Universidad Nacional de Lanús, 2007. 104 p. ; 22x15 cm. (Desarrollo productivo y trabajo. Observatorio turístico dirigida por Julián Kopecek)

ISBN 978-987-1326-14-3

1. Turismo. 2. Desarrollo Económico. I. Julián Kopecek, comp.CDD 338.479 1

Fecha de catalogación: 22/10/2007

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Índice

Presentación

Ana Jaramillo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

Turismo y pobreza. Una aproximación a los modelos de desarrollo turístico

Julián Kopecek . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13

El turismo durante el primer peronismo

Ernesto Villanueva . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23

El turismo social como aporte a las políticas sociales

Jorge Defino . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37

A Mar del Plata en alpargatas. Una crónica de viajes de la clase media

Rodolfo Barros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41

Alianza para el desarrollo turístico sostenible de pequeñas comunidades

Fabián Román . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51

El turismo es desarrollo… ¿pero para quién?

Marco Morani / Sabrina Carlini / Valentina Uccelli / Cristian Brisacani . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59

Curriculums de los autores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83

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Presentación

Ana Jaramillo

Cuando Julián Kopecek, Director de la Licenciatura de Turismo de la Uni-versidad Nacional de Lanús, me solicitó que escribiera el prólogo de este libro, pensé acerca de las distintas posibilidades de abordar la relación entre turismo y pobreza, y me pareció importante reflexionar por qué esta conjunción aparenta ser antinómica.

Parecería que la pobreza excluye en primera instancia la posibilidad de que los carenciados accedan al turismo, ya que si no poseen medios para sustentarse, menos aún los tienen para acceder a ciertas formas de recreación. Si no tienen acceso al turismo, ¿cuál es la relación?

Creo que hay tres grandes perspectivas desde las cuales podemos abordar el problema y que han sido planteadas por los distintos artículos que inte-gran este libro.

Desde la política pública. Se debe responder a la pregunta de por qué es nece-sario tener una política de turismo social, y en consecuencia se deben pensar las razones y posibilidades de instalar políticas públicas para promoverlo.

Desde la política económica. Se debe analizar de qué manera puede la actividad turística en nuestro país colaborar con el desarrollo social y económico del mismo, al ingreso de divisas, a la generación de recursos y de empleo, como así también a disminuir la pobreza, ya que el turismo es actualmente una de las industrias más trabajo-intensivas y por lo tanto más generadora de empleo. Debemos responder a dicha pregunta con un análisis actualizado de la contri-bución socioeconómica de la actividad turística.

Desde la formación profesional. Es necesario que la formación de recursos hu-manos para incorporar al sector turismo se lleve a cabo de manera planificada. Dada la irrupción novedosa en nuestro país del turismo como actividad y como industria, son aún pocos los efectores dedicados a formar recursos humanos para el sector. Son aún menos las universidades o instituciones públicas dedicadas a la formación profesional y a la capacitación para lograr mejores oportunidades de empleabilidad así como de vocaciones emprendedoras. Debemos responder a la pregunta sobre las necesidades de formación profesional, analizando las competencias necesarias para la actividad turística.

Quienes analizan las políticas de lucha contra la pobreza –desde las políticas públicas impulsadas por el Estado y desde las acciones de la sociedad civil–, se plantean en forma recurrente el objetivo de “garantizar la indivisibilidad de los

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derechos fundamentales y el acceso de todos a esos derechos” y buscan con-ciliar el desarrollo social y económico con la solidaridad. Eso implica, según Dutrenit, que son al mismo tiempo derechos civiles, económicos, sociales y culturales1. A su vez implica focalizar el desarrollo económico en el ser humano o, mejor aún, en el desarrollo humano.

Dicha perspectiva se suma a las políticas de construcción de ciudadanía, ya que en América Latina fundamentalmente, el multiculturalismo, el crecimiento de la exclusión en el acceso a bienes y servicios por parte de las grandes ma-yorías, así como la escisión existente entre los derechos cívicos, legales, sociales, culturales y económicos, evidencia cada vez más las dificultades que nuestras sociedades tienen para entenderse y saberse conciudadanos en pie de igualdad.

Dicha situación tiene razones históricas, políticas, ideológicas, culturales y económicas, como podemos apreciar cuando separamos analíticamente dichas esferas en la realidad social.

En nuestra historia política y social tenemos que, hasta el momento, quienes se ocuparon del llamado “turismo social” (entendiendo que el mismo es para quienes no tienen acceso individual al turismo en sentido amplio) han sido en nuestro país las organizaciones sindicales que durante el primer gobierno de Perón se organizaron para garantizar el acceso de los trabajadores a una recrea-ción digna, así como a otros bienes culturales que hacen al desarrollo humano de la población. Y decimos bienes culturales ya que el turismo implica también, más allá del descanso y la recreación, una ampliación del horizonte de visibili-dad de quienes solo conocen su realidad cotidiana y cercana.

En 1954, Perón sostenía: “Hace diez años visité esta ciudad y en ese enton-ces era un lugar de privilegio, donde los pudientes del país venían a descansar los ocios de toda la vida y de todo el año”. “Ahora, en cuanto a la situación social, bastaría decir que el 90 por ciento de los que veranean en esta ciudad de maravilla son obreros y empleados de toda la patria”.

En 1973 todavía existían en Mar del Plata sesenta y dos hoteles sindicales. Elisa Pastoriza, historiadora, sostiene al respecto en el periódico Clarín que el turismo social llegó acompañado de “consignas clave del peronismo: el agui-naldo, las vacaciones pagas y las jubilaciones”. Y añade, a pesar de sostener que fue “pura retórica”, que lo cierto es que el general Perón instaló, a partir de 1946, cuando asumió la presidencia, el concepto de “turismo social”, el goce del ocio como un derecho de las clases trabajadoras impulsado desde el Estado. Para cumplir con esta política, en 1948 se inauguró el complejo turístico de Chapadmalal –dependía de la Fundación Eva Perón– que en los veranos de

1 Ulysse, Pierre Joseph, “Lucha contra la pobreza y construcción de ciudadanía: las políticas públicas quebe-quenses en cuestión”, VIII Congreso Internacional del CLAD sobre Reforma del Estado y de la Administración Pública, Panamá, 2003.

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pre se ntac ión

1953 y 1954 fue visitado por 24.218 trabajadores que no pagaron ni un centa-vo. “Una colonia de vacaciones muy completa: 19 hoteles, uno especialmente construido para los chicos. Hay que hablar de una mini ciudad, con asistencia médica gratuita, cines, galerías comerciales”.

En la actualidad, sin embargo, los nuevos actores sociales y políticos que na-cen de la exclusión o la marginalidad tampoco serían beneficiarios de las orga-nizaciones sindicales de otros tiempos. Las mayorías excluidas de los beneficios y de la riqueza nacional no participan siquiera de mínimos derechos, como el derecho al trabajo. Y en tanto carecen de empleo, tampoco son representados por la dirigencia sindical.

Nos podemos preguntar entonces: ¿qué relación tiene esta democracia re-presentativa de los últimos veinte años con la posibilidad de los carenciados de acceder a ciertos bienes y en particular al turismo? ¿Qué posibilidades existen de planificar el turismo social en tanto política pública?

El debate actual en torno a la construcción de ciudadanía plena implica ir más allá de los derechos políticos de la democracia liberal. Implica entender que –si queremos buscar la equidad entre todos los miembros de la sociedad y llamarnos conciudadanos– los derechos sociales, económicos y culturales son inescindibles de la democracia. Entre esos derechos de los trabajadores y de los ciudadanos en general, el turismo ocupa un lugar particular.

No es casual que los países socialistas de la ex Unión Soviética así como el Estado y el sindicalismo argentino se preocuparan por el acceso al turismo de sus trabajadores, y que los gobiernos peronistas tuvieran las primeras políticas tendientes a dar acceso universal a dicha actividad.

Otra pregunta a la que debemos dar respuesta es ¿cómo colabora el capital privado a expandir este sector y generar empleo entre los carenciados? Para ello, debemos generar nuevas estadísticas para todo el país y hacer un análisis y seguimiento de la generación de recursos y de empleo del sector, así como del ingreso de divisas, la generación de emprendimientos productivos indirectos y subsidiarios a la actividad turística, entre otros.

El presente libro, en el cual distintos autores abordan desde diversas perspec-tivas el problema, busca profundizar la problemática y comenzar a textualizar el problema en nuestro país hasta ahora sin demasiadas investigaciones.

Nos referimos también a la importancia que tiene la formación de recursos humanos para el sector desde la Universidad Pública o, dicho de otra forma, por qué es necesario que esta colabore con las políticas públicas, con las organiza-ciones sindicales, con otras organizaciones sociales y con la empresa privada, en la formación de recursos humanos para incorporar a la industria turística.

Existen en el país varias universidades públicas que tienen en su oferta aca-démica desde cursos de extensión hasta licenciaturas en materia de hotelería,

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gastronomía y turismo. En la provincia de Buenos Aires, sin embargo, no existen muchas. La Universidad Nacional de Lanús, como parte de su proyecto institu-cional, ha creado no solo la Licenciatura en Turismo, sino que está en desarrollo la puesta en marcha de una Maestría en Gestión del Turismo Cultural. Los aspiran-tes, así como los nuevos egresados han tenido y continúan teniendo un grado de empleabilidad casi total en distintas empresas públicas y privadas dedicadas a la ac-tividad, desde agencias de viajes, efectores del sector público u hoteles privados.

Estamos convencidos de que ciertas actividades novedosas en nuestro país requieren de una formación específica. Sabemos que, para poder enseñar un fenómeno nuevo, es necesario investigarlo previamente. En nuestro país sigue siendo escasa la investigación turística. Es llamativo que hasta hace muy poco tiempo las estadísticas nacionales no contemplaban al sector turismo, carecían de indicadores de todo tipo y por lo tanto el crecimiento del sector tampoco reconocía parámetros claros hacia dónde se dirigía, pues se producía en forma espontánea. La extensión de nuestro país, así como los recursos naturales y riquezas culturales que hacen a nuestra identidad, tampoco estaban registra-dos. Recién con la aparición de la gran cantidad de turistas y con el ingreso de divisas por esa vía, comenzaron a aparecer registros oficiales, provinciales y nacionales de la actividad.

La Universidad Nacional de Lanús se propone ser una herramienta, a través de la educación, que sirva para alcanzar una mayor equidad social. Para ello, las ofertas académicas que ha incorporado a lo largo de su corta existencia abordan áreas de vacancia en la oferta regional en materia de formación de los recursos humanos necesarios para nuestra sociedad. Ello implica investigar previamente la nueva morfología social y realizar un relevamiento de las necesidades de for-mación universitaria para resolver sus problemas.

Los investigadores que escribieron este primer texto han comenzado a co-laborar desde distintas e interesantes perspectivas con la comprensión de este nuevo sector en nuestro país, su contribución a la generación de empleo, las necesidades de formación existentes así como la potencialidad derivada de su crecimiento para la redistribución de la riqueza.

Quiero agradecer y felicitar a Julián Kopecek, a Jorge Defino, a Rodolfo Ba-rros, a Fabián Román, a Marco Morani, a Sabrina Carlini, a Valentina Uccelli, a Cristian Brisacani y a Ernesto Villanueva, quienes han aceptado el desafío de ser unos de los primeros en abordar reflexivamente las características de esta nueva y vertiginosa inserción del turismo en nuestro país así como su vinculación con las necesidades de formación y de justicia social.

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Turismo y pobreza. Una aproximación a los modelos de desarrollo turístico

Julián Kopecek

País célebre por sus riquezas naturales y culturales, la Argentina es, sin em-bargo, uno de los países que más dificultades ha encontrado en su camino hacia el desarrollo. Para comprender esto debemos conocer su historia, sus políticas y los diversos procesos económicos vividos.

En la Argentina del siglo XXI se presenta una “nueva promesa de desarro-llo”, fundamentada ya no en su riqueza agropecuaria ni industrial, sino en la explotación turística. Y esto merece una profunda reflexión de aquellos que pensamos la realidad política desde el turismo.

Lamentablemente, tanto el mercado editorial privado como los medios de comunicación carecen de trabajos analíticos acerca del turismo y su proble-mática excede las publicaciones –demasiadas, por otra parte– que publicitan destinos turísticos, exóticos y no tanto, para el disfrute de muy pocos.

En los últimos años se viene prestando cada vez más atención a esta orien-tación, y se ha observado que el sector tiene un inmenso potencial para ayudar en la lucha contra la pobreza.

Uno de los escasos aportes al respecto lo brinda la Organización Mundial del Turismo (OMT), que ha iniciado estudios y consultas sobre la relación mutua en-tre el turismo y la lucha contra la pobreza, componente central de sus actividades para la sostenibilidad de “triple base” (ambiental, social y económica).

Una de las piedras angulares de “la sostenibilidad de triple base es el bienes-tar de las comunidades pobres y la conservación de su entorno. El turismo pue-de desempeñar un papel significativo en el desarrollo sostenible y equilibrado y generar beneficios para los pobres”.2

Para conseguir una sostenibilidad de triple base es necesario que las políticas económicas revaloricen los sistemas humanos por medio de la distribución equitativa de los recursos y el desarrollo turístico. Y es contundente en su afir-mación: “El turismo sólo podrá ayudar a la sociedad si su crecimiento se gestio-na y se centra en la ética, en la lucha contra la pobreza y en la sostenibilidad”.

El turismo, entonces, puede ser estudiado desde una doble perspectiva. Una que tiene que ver con la producción de servicios turísticos (en tanto eje de acu-

2 Organización Mundial del Turismo, “Turismo y atenuación de la pobreza”, 2001. http://www.world-tourism.org

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mulación) y otra con las formas de acceder a esos servicios; por ende se puede abordar tanto desde la esfera productiva como desde la distributiva.3

Visto desde esta representación, la esfera productiva representa lo concer-niente a la industria de viajes: su difusión, la búsqueda de calidad de servicios, las certificaciones de sustentabilidad ambiental, el marketing de destinos y lu-gares… y hasta podemos incluir el gerenciamiento y la administración hotelera. En cambio, visto desde la esfera distributiva, se analiza de qué forma se accede a los servicios turísticos y cuáles son las condiciones de acceder a los beneficios de la explotación turística.

El nuevo orden económico internacional genera, en el caso del turismo, un modelo de desarrollo “único”, en donde los países pueden dividirse en dos clases: países que producen bienes turísticos, y países que los consumen.

La Argentina, como el resto de los países latinoamericanos, se coloca prin-cipalmente como oferente de servicios. Esto conlleva a que, en los países con potencial desarrollo turístico por sus riquezas culturales o naturales, son muy pocas las personas que tienen la oportunidad de salir de sus lugares de origen a hacer turismo.

El turismo es cada vez más restringido debido a las dificultades en que la crisis económica coloca a las familias y a los individuos. Del mismo modo, la igualdad interna de una sociedad se puede medir no solamente en términos de índices de pobreza o de igualdad sino, además, en términos de acceso igualitario o diferenciado a los bienes turísticos.

A partir de esta aseveración:¿Qué es lo que el turismo aporta –o aportará– al desarrollo de la Argentina,

cómo y de qué manera?Con un 40% de nuestros compatriotas en situación de pobreza, ¿podemos

darnos el lujo de consolidar un crecimiento del turismo para el beneficio de unos pocos?

El modelo actual, ¿consolidará la concentración económica o por lo contra-rio distribuirá la riqueza haciendo un país más justo y solidario?

Estas preguntas surgen a partir de que el turismo no siempre ha cumplido con las expectativas que se cifraban en él en tanto motor de desarrollo econó-mico: “muchos países apuestan por este sector como fuente de esperanza de obtener ingresos de divisas, nuevos empleos (también de otros sectores) y un equilibrio socioeconómico en todas sus regiones. Pero, con más frecuencia de la deseada, este intento resulta en vano”.4

3 Cordero Ulate Allen, Nuevos ejes de acumulación y naturaleza. FLACSO libros, Buenos Aires, 2006.

4 Kopecek, Julián en Desarrollo Turístico Sustentable de la Costa Bonaerense, de Guido Rubén, Ediciones de la UNLa, pág. 9.

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La expansión deL turismo popuLar

Este año se celebran cien años de actividad turística en el país. Su planifica-ción y las políticas nacionales y provinciales estuvieron muy localizadas en los destinos tradicionales de mar y sierra, que con el paso del tiempo y las malas planificaciones han ido sufriendo cansancio y agotamiento.

La evolución del turismo es absolutamente dependiente de los sistemas eco-nómicos sobre los cuales se apoya. Por lo tanto, como explica la Secretaría de Turismo de la Nación, “la política turística se subordina funcionalmente a los ejes rectores de la política económica”.5

En nuestra historia destacamos fundamentalmente las activas políticas públi-cas de turismo que existieron en la década del ‘40 y ‘50.

“…el General Perón instaló a partir de 1946, cuando asumió la presidencia, el concepto de ‘turismo social’, el goce del ocio como un derecho de las clases trabajadoras, impulsadas desde el Estado.

Para cumplir esta política, en 1948 se inauguró el complejo turístico de Cha-padmalal –que dependía de la Fundación Eva Perón– que en los veraneos de 1953 y 1954 fue visitado por 24.218 trabajadores que no pagaron ni un centavo”.6

Asimismo, aprovechando las instalaciones que habían sido utilizadas por el personal jerarquizado que construyó la represa sobre el Río Tercero en la pro-vincia de Córdoba, se conformó la base operativa y subvencionada que, junto con Chapadmalal, recibió contingentes de trabajadores argentinos provenientes de distintas provincias.

Como complementación a estas políticas se generaron múltiples líneas de crédito público para la construcción de hoteles. Entre estos planes en 1947 se implementó un sistema de créditos denominado Préstamo Nacional Hotelero, otorgado por el Banco Hipotecario Nacional, cuyo objetivo era financiar la construcción de nuevos complejos hoteleros. Para el otorgamiento se estudia-ban las propuestas considerando el lugar y el tipo de hotel que se preveía cons-truir. En ese sentido, la gestión pública también intentó regular la organización y puesta en marcha de una más amplia red hotelera.

En estos años quienes más aprovecharon estas líneas de crédito fueron los emergentes sindicatos peronistas que diseminaron en distintos destinos turís-ticos hoteles de características excepcionales, configurando la mayor cadena hotelera del país.

En “Mar del Plata: apogeo y caída del turismo obrero”, de Elisa Pastoriza (UNMdP), se enumera con precisión cómo se fue gestando este fenomenal

5 PFETS- SECTUR, 2004, pág. 14.

6 González Toro, Alberto, “Mar del Plata: apogeo y caída del turismo obrero”, Clarín, 01/02/2004.

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proceso: “En 1948 Empleados de Comercio adquirió dos importantes hote-les, el Hurlingham y el Riviera; en 1955 el SUPE inauguró su propio hotel en Mar del Plata.

La Asociación Mutualista de Previsión Social de Correos y Telecomunica-ciones había adquirido en 1944 un excelente hotel en Huerta Grande, Cór-doba, el cual fue remodelado e inaugurado en 1945. Disponía de más de 300 camas e intentaba recrear, en sus rutinas de veraneo, un clima de solidaridad y fraternidad entre todos aquellos concurrían: empleados, jefes, personas prove-nientes de distintas parte del país.

“La poderosa Unión Obrera Metalúrgica (UOM) de entonces, compró el Royal Hotel de Mar del Plata, que había sido uno de los más íntimos refugios de la elite.7 Por otra parte, los empleados municipales de la ciudad de Buenos Aires sumaron, a las instalaciones que poseían, un hotel en San Clemente del Tuyú, otra colonia en Córdoba, una isla en el Delta. Los trabajadores de la sa-nidad, del comercio, de la alimentación, del espectáculo y tantos otros también fueron adquiriendo o alquilando instalaciones para ofrecer a sus afiliados un programa de vacaciones”.

Las políticas turísticas de ese tiempo han constituido un verdadero puntal de referencia de cómo el Estado puede planificar el turismo, puesto que las esta-dísticas de la época demuestran que “para 1938 –luego de la inauguración de la Ruta Nacional Nº 2– recibió 100.000 pasajeros, durante el año 1950 alcanzó el millón de pasajeros y en el primer lustro de la década del ‘60 llegó a un ingreso promedio temporario de 1.403.748 personas. En el primer lustro de la década del ‘70 la cifra de arribos se multiplica, de modo que el promedio de la tempo-rada estival se estima en 2.431.084 pasajeros”.8

El turismo nacional acompañó las políticas de industrialización y sustitución de importaciones, y produjo como consecuencia directa el mayor proceso de distribución equitativa de la riqueza nunca antes vivido por nuestro país, au-mentando la calidad y la cantidad de empleos, reduciendo la pobreza y conso-lidando una cultura del descanso turístico para las clases trabajadoras que no iba a disminuir en los próximos cincuenta años.

Los noventa y eL subdesarroLLo turístico

Los años subsiguientes se caracterizaron por un lento retroceso en los dere-chos sociales conseguidos en la etapa peronista.

7 Gonzalez Toro, Alberto, “Mar del Plata: apogeo y caída del turismo obrero”, op. cit.

8 Cicalese, Guillermo, “La implantación del modelo económico aperturista en los 70 y la crisis del turismo masivo en la Ciudad de Mar del Plata, 1976-1987” en Pastoriza, Elisa, Mar del Plata en los años 30: entre la regresión política y el progresismo social, 1996.

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Sin embargo, y a pesar de la inexistencia de nuevas inversiones públi-cas, de las características de Embalse y Chapadmalal, tanto las organizaciones sindicales como la inversión privada orientada al disfrute de la clase media, continuaron su expansión en el sector hotelero, consolidando los destinos turísticos emergentes de la Costa Bonaerense, Bariloche y las Sierras de Cór-doba, principalmente.

Fue en la década del noventa en donde los paradigmas económicos se subvirtieron. El turismo como factor de desarrollo dejó de ser una herra-mienta para el derecho al descanso y a las vacaciones de los trabajadores, y se convirtió en un instrumento macroeconómico más para favorecer el ingreso de capitales extranjeros.

Las fotografías que nos deja esta época son sin lugar a dudas fieles reflejos de este proceso:

la instalación de los hoteles cinco estrellas de cadenas interna-cionalesel cierre de los ramales ferroviariosla trasnacionalización del transporte aéreo internacional y de ca-botajelas concesiones de las rutas nacionalesla desinversión en el transporte terrestre, entre otras consecuencias

¿A qué tipo de desarrollo turístico podemos aspirar como país con estas limitaciones?

¿Acaso no se está direccionando un cierto “modelo” turístico si favorece-mos la instalación de cadenas hoteleras internacionales y cerramos los ramales ferroviarios?

¿Es consecuencia de qué concepción política la sobrevaloración del turismo internacional por sobre el turismo nacional?

Con el final de la convertibilidad monetaria, y a partir del “3 a 1” el flujo de turistas extranjeros fue creciendo año a año y la mirada de los empresarios se situó ahí: en la ventaja del cambio de moneda.

A partir de la información proveniente de la Encuesta de Turismo Interna-cional (ETI), elaborada por la Dirección Nacional de Cuentas Internacionales del INDEC extraemos los datos disponibles de llegadas en el año 2005 y los tres primeros trimestres del 2006 de turistas internacionales por el Aeropuerto Internacional de Ezeiza y otros pasos fronterizos relevados.

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julián kopecek

Origen 2005I Trimestre

2006II Trimestre

2006III Trimestre

2006*

TOTAL 3.895.396 1.242.078 818.975 968.720

Variación porcentual anual1 12,7% 11,9% 7,1% 3,0%

Limítrofes 2.323.776 717.829 502.540 623.030

Variación porcentual anual1 9,2% 11,3% 8,1% 3,3%

Bolivia 151.628 43.902 30.867 36.219

Brasil 453.346 120.046 120.517 167.947

Chile 978.475 347.960 177.363 202.669

Paraguay 302.174 110.074 58.935 75.912

Uruguay 438.153 95.846 114.859 140.283

No Limítrofes 1.571.620 524.250 316.435 345.690

Variación porcentual anual1 18,4% 12,7% 5,6% 2,3%

América del Norte 371.407 141.419 76.532 77.334

Resto de América 356.852 96.271 80.207 95.157

Europa 633.536 220.114 114.409 126.645

Asia y otros 209.825 66.446 45.286 46.555

(*) Estimaciones preliminares

Según los informes oficiales, el turismo no para de crecer. En el año 2006 visitaron la Argentina casi un 16 por ciento más de viajeros de los que lo hicie-ron en 2005. Pero la pregunta que nos hacemos es: ¿qué porcentaje en la parti-cipación obtenemos por la distribución de la riqueza generada por la actividad turística internacional? Las estadísticas elaboradas por el INDEC a pedido de la SECTUR reflejan un crecimiento de los arribos y del gasto de éstos, pero la duda que se nos presenta es: ¿cómo se distribuye la riqueza generada por la actividad turística?

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eL turismo nacionaL: una herramienta fundamentaL deL desarroLLo sustentabLe

Hay sin embargo otro mercado, un tanto oculto y postergado por la realidad actual: el de cabotaje.

Sin intenciones de iniciar un enfrentamiento entre el turismo receptivo y el turismo nacional, consideramos que las políticas turísticas deben buscar un equilibrio entre ambas tendencias.

La SECTUR9, a través de su Plan Estratégico (PFETS), planifica al 2016 la llegada de turismo internacional, con un incremento año a año hasta alcanzar a los cinco millones de extranjeros. Pero el turismo nacional carece de estadísticas oficiales, nada sabemos de cuántos cordobeses ingresan a Mar del Plata, cuántos mendocinos viajaron a Salta, cuántos porteños estuvieron en la Sierras de Córdo-ba, cuánto gastaron, en dónde se hospedaron y por qué. Básicamente, porque los resabios de las políticas económicas de los años noventa han configurado un mo-delo económico único. El turismo internacional sin lugar a dudas es un impor-tante factor de ingreso de capitales, pero en este estudio hemos reflexionado que, dado que esos capitales forman parte de un sistema económico concentrado, es muy limitada la riqueza que realmente queda en el país, sus empresas y su gente.

Como contraparte, el turismo nacional, con su concepto de desarrollo des-concentrado e inclusivo asegura que el sector está fundamentado en el efecto multiplicador que genera la actividad turística en vastos sectores de la econo-mía, impulsando –entre otros beneficios– la capacidad de generación de pues-tos de trabajo.

En los países desarrollados el turismo interno es considerado como una he-rramienta más que eficiente para la distribución de la renta, y por su capacidad inclusiva atenúa la pobreza y mejora la calidad de vida de los ciudadanos.

Si, como reflejan las estadísticas, los argentinos preferimos mayoritariamente veranear en el país, ¿por qué no apostar nuevamente al turismo nacional, con inversiones públicas y planificación estatal?10

El crecimiento del sector turístico nacional y su gran incidencia directa e indirecta en todas las economías regionales hacen de él una herramienta espe-cialmente adecuada para el desarrollo sustentable.

Como contracara, si ponemos nuestros esfuerzos únicamente en el creci-miento del turismo internacional, corremos el peligro de convertir al turismo nuevamente en una actividad de la elite, ahora extrajera, dejando a la gran ma-yoría del pueblo como espectadores de tal fenómeno.

9 PFETS-SECTUR, op.cit., 2004, pág. 19.

10 “Ocho de cada diez personas aseguran que prefieren pasar las vacaciones en el país antes de salir al exterior”. (Los datos corresponden a un estudio de mercado realizado por la consultora TNS Gallup). Clarín, 17/02/2007.

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julián kopecek

concLusiones

Como hemos dicho, el modelo de desarrollo del turismo es absolutamente dependiente de los sistemas económicos dentro de los cuales se concibe.

En los países en desarrollo el turismo es casi siempre la primera fuente de crecimiento económico, divisas, inversión y empleo, siendo uno de los pocos ámbitos de posible ventaja comparativa para todos esos países. En este contex-to, la Argentina tiene un potencial único para generar comercio e inversiones directamente en el plano local, crear puestos de trabajo genuino al buscar los turistas y los empresarios nuevos destinos.

En nuestra historia hemos tenido modelos de desarrollo como el que acom-pañó al primer peronismo y que ha ubicado a la Argentina entre los países precursores en cuanto a la inserción del turismo entre el conjunto de derechos del trabajador y su familia, haciendo realidad la Declaración Universal de los Derechos Humanos11; no sólo convirtió el turismo en un derecho gracias a políticas activas del Estado, sino que dejó atrás el concepto del turismo como actividad relacionada a una elite nacional.

La misma política económica que impulsó la recuperación salarial de los trabajadores también apoyó las inversiones en instalaciones turísticas, la amplia-ción de la red vial, la creación de una red hotelera sindical, la construcción de complejos vacacionales de Embalse y Chapadmalal, entre otros.

Medio siglo después, devino el subdesarrollo turístico, solamente orientado al desarrollo del turismo internacional, devaluando las capacidades económicas del turismo nacional y olvidando derechos asumidos al descanso, al disfrute del tiempo libre, a una limitación razonable de la duración del trabajo y a las vacaciones periódicas pagas.

Desarrollo turístico

Creación de empleoAtracción de inversionesIngresos en divisas

En la sociedad de:Empleo juvenilEnriquecimiento de la comunidadIgualdad de hombres y mujeresProtección de la cultura

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Subdesarrollo turístico

Concentración económicaAgotamiento de la infraestructura existenteRenta trasnacional

En la sociedad de:Explotación juvenilComunidad ajena a la riqueza turísticaDepredación del patrimonio

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¿Qué modelo de turismo estamos capacitados para enfrentar hoy?

11 Art. 24: “Toda persona tiene derecho al descanso, al disfrute del tiempo libre, a una limitación razonable de la duración del trabajo y a vacaciones periódicas pagadas”. .http://www.un.org/spanish

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turi smo y pobreza

¿Cuál es la capacidad de la Argentina para encarar el turismo como polí-tica de Estado?

Las nuevas políticas turísticas deben encontrar un equilibrio de esfuerzos entre el turismo receptivo y el turismo nacional.

El turismo nacional deberá ser apoyado con marcos políticos y legislativos apropiados, con inversiones en nuevos proyectos turísticos que consoliden des-tinos emergentes, con capacitación local y nacional, creando conciencia sobre el turismo sustentable, entre otros datos.

El turismo internacional deberá ser incrementado aún más, para lo cual es necesario fortalecer alianzas estratégicas con países vecinos, incorporar a la ma-yor cantidad de agentes sociales y económicos posibles y favorecer el ingreso de nuevas inversiones que sustituyan paulatinamente la actual concentración de operadores trasnacionales.

Estos son algunos de los aportes que se podrían y deberían producir en un país donde se habla del turismo como la nueva industria para paliar la pobreza y resolver alguno de los muchos problemas sociales.

Fomentar un trabajo ético entre todos los actores.Educar en el cuidado de los atractivos turísticos.Actualizar una legislación productiva para el sector turístico.Incentivar los trabajos de investigación coordinadamente entre el Estado

nacional y provincial y la unidades académicas.Realizar una puesta en valor de los centros turísticos.Aumentar la cantidad de centros turísticos de la Argentina.Revalorizar la cultura local.Proteger las áreas naturales.Distribuir equitativamente las vacaciones y los feriados.Crear conciencia en todos los estratos sociales sobre el uso del tiempo de

ocio y la recreación.Motivar a las pequeñas y medianas empresas a la inversión en el turismo.Promover y descentralizar un proceso sistemático y participativo de cali-

dad turística.Proponer y gestionar la eliminación de gravámenes distorsivos que inci-

den en los costos finales de los servicios atentando contra la competitividad de los destinos.

Sólo si construimos una Argentina turística desarrollada con centros turísticos sustentables en todas las regiones del país y con una pobla-ción beneficiada por el descanso turístico, no como un privilegio para pocos, sino como un derecho universal, nos convertiremos en un desti-no turístico “desarrollado” de calidad, diferenciado y competitivo.

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El turismo durante el primer peronismo

Ernesto Villanueva

introducción

La relevancia social del turismo es un dato irrefutable de la realidad en la mayoría de los países desarrollados y en vías de desarrollo: en cada temporada de vacaciones miles de pasajeros se trasladan de un rincón al otro de su propio país buscando disfrutar de paisajes naturales, conocer sitios históricos o simple-mente encontrar un tiempo y un espacio para el descanso y el esparcimiento. Otros tantos paseantes, aquellos que cuentan con los recursos económicos su-ficientes, emprenden viajes al exterior de su nación, a veces con los mismos objetivos que los primeros, a veces buscando darle a su viaje un tono más exclusivo o exótico.

Visto desde otra perspectiva, el turismo se ha convertido en una impor-tantísima actividad económica: por un lado, los recursos mismos que dejan los turistas que llegan; por otro, el estímulo que genera para la creación de puestos de trabajo, infraestructura y servicios, indispensables para sostener una actividad turística.

En este sentido, el turismo funciona como un objeto de consumo más, propio de la sociedad capitalista que ha conseguido, incluso, convertirse en un derecho. Según la Organización Mundial del Turismo: “el turismo […] es un medio de acceso al derecho de vacaciones y al descanso derivado del derecho al trabajo, reconocido por la Declaración de los Derechos del Hombre; es un medio de reforzar la conciencia de pertenencia a un pueblo y a una cultura y la forma más directa de relacionar personas de distintas áreas geográficas”12.

Este destacado lugar de la actividad turística ha dado lugar a un sin fin de estudios y análisis: económicos, financieros, sociológicos, históricos, culturales, etc. Del abigarrado mapa de preguntas que sobre la cuestión del turismo es posible hacerse, este trabajo propone considerar la situación del turismo du-rante el primer peronismo, en particular aquellos aspectos que den cuenta de la importancia económica y política que dicha actividad pudo tener entre 1945 y 1955. Las reflexiones finales intentarán sugerir cuánto de lo actuado durante

12 Organización Mundial del Turismo, 1980. Actas de la Conferencia Mundial de Turismo de Manila. Citado en Bertoncello, Rodolfo, “Configuración socio-espacial de los balnearios del partido de la costa. (Prov. de Buenos Aires). Instituto de Geografía, FFyL.,UBA. Buenos Aires, 1992.

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ese primer peronismo podría o no ser de utilidad para la actual discusión sobre el diseño de una política de turismo nacional.

eL turismo en La argentina

De manera general, podría sostenerse que el turismo es una antigua práctica, pero que siempre estuvo limitada a los sectores más altos de la sociedad y con-dicionada por la existencia de medios de transporte e infraestructura. En el siglo XIX, a partir de la invención y difusión del ferrocarril la posibilidad de trasla-darse se multiplicó y con ello las posibilidades de viajar para más cantidad de personas. No obstante, el hecho de ausentarse de la ciudad y solventar el viaje y la estadía lejos de la casa seguía limitada a una mínima parte de la población. Es recién en las primeras décadas del siglo XX cuando el turismo comienza a convertirse en una práctica con un mayor grado de masividad. Diversas con-diciones permitieron esta ampliación: la disponibilidad de tiempo libre para más amplios sectores de la sociedad, a partir de legislaciones que aceptaban el descanso pago; el relativo crecimiento de los sectores medios, con recursos suficientes para ser destinados al ocio; el surgimiento de nuevas pautas de con-sumo, que hicieron del viaje turístico una de las tantas vías para conseguir la felicidad y un buen vivir y, por último, el acelerado desarrollo de los medios de transporte y la comunicación, que permitió achicar las distancias físicas y el conocimiento que se tenía de lugares distantes entre sí.

En la Argentina, la historia del turismo siguió esa línea general de desa-rrollo también. La reorganización política y el despegue económico de las últimas décadas del siglo XIX consolidaron una elite con suficientes ingresos y altas expectativas de consumo que pudo disfrutar de viajes y paseos como parte de su rutina. En principio, el destino par excellence de la clase alta fue Europa, sus capitales y centros turísticos; pero pronto surgió la necesidad de contar con lugares de recreación y paseo en el propio país. Este proceso fue posible también gracias a la expansión de las líneas de ferrocarril; incluso hay quienes sostienen que así como los rieles diseñaron y posibilitaron determi-nado mapa productivo del país, algo similar ocurrió con el desarrollo de los centros turísticos: sólo pudieron consolidarse aquellos que fueron beneficiados con la llegada del tren. Poco a poco, algunos sitios alejados de Buenos Aires comenzaron a convertirse en centros turísticos que atraían a las familias aco-modadas de la capital y de otras ciudades del país. Mar del Plata es el ejemplo más característico de este proceso13. A comienzos del siglo XX la ciudad ya se perfilaba claramente como un exclusivo balneario, poblado de casonas, restau-rantes y salones de baile.

13 Pastoriza, Elisa y Juan Carlos Torre, Mar del Plata, un sueño de los argentinos. www.mpd.edu.ar

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e l turi smo durante e l p r ime r pe ron i smo

A partir de 1910 y sobre todo en los años ‘20, la práctica del turismo creció y se transformó al compás de los cambios que experimentaba la sociedad y la economía. Por un lado, la mayor disponibilidad de tiempo libre, a partir de una nueva legislación laboral y una cierta mejoría en el nivel de ingresos, permitió que algunos comerciantes, empleados y pequeños propietarios pudieran acceder a una temporada de vacaciones. Es notable que los destinos elegidos por estos nuevos contingentes de paseantes fueran los mismos a los que tradicionalmente se dirigía la elite (Mar del Plata y las sierras de Córdoba), aunque alojándose en habitaciones más modestas o más alejadas del núcleo de la ciudad.

También en este caso, el ferrocarril cumplió un destacado papel. Por un lado porque permitía viajar hasta lugares a los cuales, de otra manera, hubiera sido prácticamente imposible acceder; por otro, porque a medida que el transpor-te ferroviario se generalizaba, el costo de los pasajes se hacía más accesible y con ello la posibilidad de que sectores medios y bajos pudieran disfrutarlos. Al mismo tiempo, a partir de 1910 varias de las empresas ferroviarias pusieron en marcha distintos planes para promocionar los viajes en tren: pasajes con des-cuentos, rebajas en las estadías, boletos combinados, etc. Este tipo de políticas generó un importante crecimiento de aquellos sitios a los cuales el ferrocarril se había propuesto promocionar. Las sierras de Córdoba y Mendoza fueron algunos de esos lugares. Años más tarde, el Ferrocarril del Sud también se ocu-paría de publicitar las virtudes de la región por la cual pasaban sus vagones: Mar del Plata, Miramar y Necochea eran presentadas como las “mejores playas de Sudamérica”, agregando además que era una obligación veranear allí “por patriotismo” y “por ser las más hermosas y las más baratas”. También formaban parte de sus ofertas turísticas Tandil, Sierra de la Ventana (Pcia. de Buenos Aires), los Copahues (Neuquén), la zona de Nahuel Huapi (Río Negro).14

La publicidad del Ferrocarril de Sud citada más arriba es de los años ’30 y puede leerse en ella una clara intencionalidad de “construir” determinados lu-gares como espacios para el turismo. Sobre esto, Rodolfo Bertoncello, sostiene que un aspecto central de la actividad turística es la construcción social de des-tinos, el establecerlos como lugares atractivos, interesantes, agradables u origina-les, dotarlos de infraestructura y servicios para los visitantes, publicitarlos. En ese proceso de construcción de la atractividad de los lugares se naturalizan ciertos rasgos como si esos valores estuvieran naturalmente adscriptos a los lugares y sus paisajes.15 En el caso del Ferrocarril del Sud no sólo se le atribuían valores

14 Ospital, María Silvia. “Turismo y territorio nacional en Argentina. Actores sociales y políticas públicas. 1920-1940”. EIAL, XVI N°2, Julio-Dic., 2005.

15 Bertoncello, Rodolfo, Turismo y territorio. Otras prácticas, otras miradas. Aportes y Transferencias. Mar del Plata, Uni-versidad Nacional de Mar del Plata. En prensa. Citado en Troncoso, Claudia y Carla Lois. “Políticas turísticas y peronismo. Los atractivos turísticos promocionados en Visión de Argentina. (1950)”. www.naya.org.ar

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positivos a las playas bonaerenses sino que además se connotaba el hecho de visitarlas con contenidos nacionalistas y patrióticos. Este tipo de construcción será retomada también por el peronismo.

En otro plano, las actividades desarrolladas por el Automóvil Club Argentino también fueron un poderoso estímulo para el desarrollo de las prácticas del tu-rismo y los lugares turísticos. En este caso, otros factores condicionaron el éxito de este desarrollo: en primer lugar, la difusión del automóvil, y junto con esto, la progresiva extensión y mejoramiento de los caminos. Cabe aclarar en este punto la importancia del rol del estado a la hora de realizar las inversiones correspon-dientes en caminos y señales16. Por otro lado, la asociación que comienza a darse entre turismo y deporte y entre turismo y vida sana. El resultado fue la creación de campings, espacios, relativamente alejados de las ciudades, en los cuales las familias podían estar en contacto con la naturaleza, respirar un aire distinto y descansar. A partir de 1926, año en que se aprueba la iniciativa de promover la creación de “campings familiares”, el ACA destinó cada vez más recursos y energías a difundir este tipo de práctica. Si en un comienzo ir de camping signi-fica simplemente pasar un día de campo, poco a poco quedó asociado a la idea de campamento, que implicaba pasar varias noches y pernoctar en carpas17.

La información presentada permite visualizar, al menos en borrador, la situa-ción del turismo hacia fines de los años ’30: más personas en condiciones de viajar (es decir, más demanda) medios de transporte extendidos, cierta infraestructura hotelera y de caminos, propuestas diversas que incluyen también la posibilidad de acampar, un acompañamiento del Estado a través de inversiones en caminos.

Desde esta perspectiva, el notable aumento del turismo registrado durante el peronismo podría ser considerado simplemente como una extensión del proceso anterior, una etapa que profundiza y consolida lo iniciado en las décadas anterio-res. No obstante, sin poner entredicho esa conclusión, en los apartados que siguen intentaremos mostrar que el turismo del primer peronismo podría considerarse como algo bastante diferente del de la etapa anterior y, por cierto, novedoso.

eL turismo durante eL primer peronismo

En la temporada 1930-32 ingresaron a la ciudad de Mar del Plata aproxima-damente 65.000 pasajeros; en 1935 la cifra llegó a los 121.000. En la temporada de 1940-41, casi 377.000 pasajeros llegaron a la ciudad balnearia; en 1945 ya eran más de 500.000 y en 1950 fueron 990.000 pasajeros. En la temporada 1955-56 Mar del Plata recibió a más de un millón de pasajeros. Estos datos

16 Ballent, Anahí, “Kilómetro cero: la construcción del universo del camino en la Argentina de los años ’30”. Mimeo.

17 Piglia, Melina, “Ciudades de lona”. En prensa.

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muestran el crecimiento del turismo que, siguiendo la curva ascendente de la etapa anterior, se dio durante el peronismo. No obstante, y como adelantába-mos más arriba, el turismo del primer peronismo llama la atención no sólo por sus números sino sobre todo por la perspectiva desde la cual se transformó.

“…Hace diez años visité Mar del Plata y en ese entonces era un lugar de privilegio, donde los pudientes del país venían a descansar los ocios de toda la vida y de todo el año. Han pasado diez años. Durante ellos esta maravillosa sín-tesis de toda nuestra patria, aglutina en sus maravillosas playas y lugares de des-canso al pueblo argentino y en especial, a sus hombres de trabajo que necesitan descansar de sus sacrificios. Nuestro lema fue cumplir también acá. Nosotros no quisimos una Argentina disfrutada por un grupo de privilegiados, sino una Argentina para el pueblo argentino […]. En cuanto a la situación social bastaría decir que aquí el noventa por ciento de los que veranean en esta ciudad de maravilla, son obreros y empleados de toda la patria”. Juan Perón.18

Dos aspectos marcan una clara diferencia con el período anterior a 1945: la explícita y planificada acción del Estado y el sector social al cual se dirigen las políticas del Estado. En realidad, ambas cuestiones están relacionadas, dado que la intervención del Estado en el área de turismo apuntó básicamente a crear las con-diciones necesarias para que las clases trabajadoras pudieran acceder a las ofertas turísticas. En las décadas previas los socialistas ya hablaban de la necesidad de quitar a la temporada estival su carácter exclusivista, pero es el peronismo el que, además de apropiarse de ese discurso creó las condiciones legales y materiales para concre-tarlo. Los pilares del turismo social peronista fueron colocados en 1945, sostienen Juan Carlos Torre y Elisa Pastoriza19. ¿De qué se trataba esta política?, cuáles fueron las acciones que permitieron dar contenido al turismo social?

a)ElEstadocomoagentedepromociónsocial delturismo:eldescansocomoderecho.

En primer lugar, para el gobierno peronista el acceso al descanso pasa a formar parte de los derechos inalienables de los trabajadores. Tal como se citaba en las palabras de Perón, el punto de partida era considerar que quienes habían trabajado toda su vida y trabajaban todo el año tenían el derecho de gozar de un descanso pago. Perón se había comprometido a asegurarle las vacaciones, en el mar o las sierras, a todos aquellos que siempre las habían pasado “en camiseta a la puerta del conventillo”.20

18 Citado en Pastoriza, Elisa, “Turismo social y acceso al ocio. El arribo a la ciudad balnearia durante las décadas peronistas. Mar del Plata”, 1943-1955. www.mdp.edu.ar

19 Torre, Juan Carlos y Elisa Pastoriza. “La democratización del bienestar en los años peronistas”. Mimeo.

20 Scarzanella, Eugenia, “El ocio peronista: vacaciones y turismo popular en Argentina (1943-1955)”. Entrepasados. Año VII, N°14, 1998.

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Para cumplir este objetivo, la política laboral cumplió un rol clave: el au-mento de sueldos, el otorgamiento de aguinaldos, la obligatoriedad de las vacaciones pagas como así también la puesta en marcha de una amplia política en materia jubilatoria permitió dotar a los trabajadores de recursos extras que podían ser destinados al pago de un viaje o una excursión. De esta manera quienes estaban en condiciones de programar un viaje o una excursión eran cada vez más. Es en estas condiciones que surge el concepto de “turismo social”, es decir, el goce del ocio como un derecho de las clases trabajadoras, impulsado desde el Estado.

b) ElEstadocomoagentedepromocióneconómica delturismo:lainversióneninfraestructura.

En 1934 se había creado la Dirección Nacional de Parques, dependiente de la Secretaría de Agricultura, cuya principal misión era administración los nue-vos parques Nahuel Huapi e Iguazú. Junto con esta tarea, la Dirección comenzó también a diseñar algunos planes de fomento del turismo para esas zonas. No obstante, esos planes estaban dirigidos a un grupo muy reducido y exclusivo.

En 1944 la Dirección de Parques pasó a depender del Ministerio de Obras Públicas. Este cambio en el organigrama fue clave para el cambio de orien-tación que pasaron a tener los planes de turismo: el Ministro Pistarini tomó al turismo como un área clave desde la cual lanzar proyectos de inversión en infraestructura. Es decir, el turismo no sólo tenía que ver con el legítimo dere-cho de los trabajadores al descanso, sino también con el desarrollo económico general que se pretendía.

Entonces, además de promover el turismo como derecho de los trabajadores, y asegurar un aumento en sus ingresos, el estado se ocupó de la infraestructura de los centros turísticos. Gran parte de estos proyectos estuvieron a cargo del Ministerio de Obras Públicas

Por un lado, amplió y mejoró las comunicaciones viales. Este proceso ya se había iniciado en los años ’30; el peronismo lo completó: consolidó una red caminera que se distribuía prácticamente por todo el país y complementaba a la ferroviaria. También en el caso de las rutas es posible trazar un mapa de caminos más vinculado al turismo que a la producción.

Un claro exponente del tipo de inversión en infraestructura al que aspiraba el gobierno peronista fue la construcción del complejo de Ezeiza. Su núcleo central era el aeropuerto internacional (inaugurado en 1949); a su alrededor se levantaban conjuntos habitacionales, instalaciones deportivas, educativas, asis-tenciales y sanitarias. Su acceso se hacía a través de la autopista Riccheri. Este complejo podía ser destinado a usos múltiples, entre los cuales el fomento del turismo ocupaba un lugar central.

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Por otro lado, el incremento de la capacidad hotelera fue uno de los princi-pales objetivos desarrollados: la construcción de complejos vacacionales, la ad-quisición de hoteles propios o el alquiler de instalaciones por temporada fueron algunos de los proyectos encarados. A cargo de estos planes estuvieron tanto el gobierno nacional, como los gobiernos provinciales y municipales, como así también algunos sindicatos y la Fundación Eva Perón.

En 1948, por ejemplo, se inauguró el complejo turístico de Chapadmalal, el cual estaba administrado por la Fundación Eva Perón. En el verano de 1953 fue visitado por más de 24.000 trabajadores que pudieron disfrutarlo en forma totalmente gratuita. Se trataba de una colonia de vacaciones muy completa, que incluía hoteles, servicios médicos, cines, galerías comerciales y espacios espe-ciales para los niños.21 El otro complejo de importancia fue construido en Río Tercero y también quedó bajo la administración de la fundación.

Los sindicatos también tuvieron un importante papel en la construcción y administración de hoteles para el turismo social. Ya desde los años ’30 varios gremios poseían instalaciones destinadas al descanso de sus afiliados: la Unión de Obrero Municipales (Buenos Aires) en Salsipuedes, Córdoba; el Círculo de Prensa en Mar del Plata; la Federación de Agentes Comerciales en San Antonio, Córdoba. En 1937 los empleados nacionales tuvieron también una colonia de vacaciones en Río Tercero. Sobre ese esquema, otros sindicatos se sumaron aprovechando los créditos del Préstamo Nacional Hotelero, que se mencionarán más abajo.

En 1948 Empleados de Comercio adquirió dos importantes hoteles, el Hur-lingham y el Riviera; en 1955 el SUPE inauguró su propio hotel en Mar del Plata. La Asociación Mutualista de Previsión Social de Correos y Telecomu-nicaciones había adquirido en 1944 un excelente hotel en Huerta Grande, Córdoba, el cual fue remodelado e inaugurado en 1945. Disponía de más de 300 camas e intentaba recrear, en sus rutinas de veraneo, un clima de solida-ridad y fraternidad entre todos quienes concurrían: empleados, jefes, personas provenientes de distintas parte del país. Los empleados municipales de la ciudad de Buenos Aires sumaron, a las instalaciones que poseían, un hotel en San Cle-mente del Tuyú, otra colonia en Córdoba, una isla en el delta. Los trabajadores de la sanidad, del comercio, de la alimentación, el espectáculo y tantos otros también fueron adquiriendo o alquilando instalaciones para ofrecer a sus afilia-dos un programa de vacaciones. No obstante, cabe aclarar que la mayor expan-sión de la hotelería de las organizaciones obreras se da durante los gobiernos que siguieron al peronismo, en especial durante la presidencia de Onganía22.

21 Pastoriza, Elisa, “Mar del Plata: apogeo y caída del turismo obrero”. Clarín.1/02/04.

22 Pastoriza, Elisa, Ibid.

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Los numerosos planes públicos para la construcción de hoteles no inhibie-ron la iniciativa privada, por el contrario, trataron también de estimularla. En 1947 se implementó un sistema de créditos denominado Préstamo Nacional Hotelero, otorgado por el Banco Hipotecario Nacional cuyo objetivo era fi-nanciar la construcción de nuevos complejos hoteleros. Para el otorgamiento se estudiaban las propuestas considerando el lugar y el tipo de hotel que se preveía construir. En ese sentido, la gestión pública también intentó regular la organi-zación y puesta en marcha de una más amplia red hotelera.

También es de destacar que, por ejemplo, en 1951, la asociación empresaria de los Hoteleros colaboraba con instituciones de la Fundación Eva Perón, con la Dirección de Turismo y el Ministerio de Salud, instituciones a las cuales le facilitaba plazas gratuitas por determinada cantidad de días para que sean asig-nadas según el parecer de cada una.

En 1948 la Secretaría de Turismo, que dependía de Parques Nacionales, vio potenciadas sus funciones, ya que tuvo a su cargo no sólo la administración de los parques sino también de gran parte de la infraestructura turística que se es-taba montando. La gestión de los planes y proyectos de turismo tenían un lugar específico desde el cual se gestionaban. Pero también la gestión del turismo fue diseñando sus modos de financiación. Se instituyó un descuento del 5% del sueldo anual complementario (3% de aporte patronal y 2% de aporte obrero), del cual se destinaban tres puntos al turismo social. Ese descuento era depositado en el Instituto Nacional de Remuneraciones y servía para fomentar el turismo social y la creación de colonias de vacaciones. También se determinaron porcen-tajes de los impuestos cobrados a los espectáculos, carreras de caballos, parques de atracción, salas de entretenimiento y un pequeño aumento en el precio de las entradas de cine para ser destinado al turismo social; se sancionó una ley que es-tablecía que parte de los gravámenes e impuestos de algunas actividades turísticas privadas serían girados al turismo social. Asimismo, la estatización de los casino, en 1946, también se convirtió en una excelente fuente de recursos.

c) Losplanesdeturismosocial

¿De qué se trataban los planes de turismo social?Las instancias gubernamentales y sindicales organizaron distintos tipos de

programas para los turistas: algunos organizaban a empleados, obreros, pensio-nados y jubilados en contingentes que se dirigían a Mar del Plata, Necochea, Sierra de la Ventana, Carhué o Tandil en los meses de verano. El Estado provin-cial solía hacerse cargo del hospedaje durante al menos diez días allí donde tu-viera instalaciones propias y el usuario sólo debía abonar el pasaje. Entre 1948 y 1955 estos planes de turismo provincial fueron utilizados por cerca de 200.000 personas. En los meses de invierno los viajes colectivos se dirigían a Mendoza,

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San Luis, Catamarca, Santiago del Estero o Córdoba. También los planes de turismo organizados por los gobiernos incluían campamentos para jóvenes. En 1948 llegaron al lago Nahuel Huapi más de 1500 estudiantes acompañados de profesores; la estadía estaba subsidiada y los pasajes estaban rebajados.

Los sindicatos, a veces a través de sus obras sociales, también organizaban viajes para sus afiliados, parte de los cuales era pagado por el usuario y la otra parte por el sindicato. En algunos casos utilizaban sus propias instalaciones ho-teleras y en otros realizaban convenios con otras instituciones o alquilaban las plazas que necesitaban.

La Secretaría de Educación también tuvo participación en la organización de viajes para estudiantes. Junto con la Administración Nacional de Parques organizó excursiones y recorridos por los parques nacionales y puso a disposi-ción de los colegios transportes del Estado para trasladarlos. Pero los viajes no fueron solamente hacia lugares distantes, también se organizaron paseos de fin de semana que incluían picnics, actividades recreativas, etc. En muchos casos, esto se hacía también en articulación con algún sindicato que prestaba sus insta-laciones. Por otro lado, ofreció los propios colegios de Buenos Aires para alojar a los contingentes provenientes del interior.

d) Lacreacióndenuevossitiosturísticos

En un principio los centros turísticos más visitados fueron los mismos que en los años previos: las playas de Buenos Aires, las sierras de Córdoba, Mendoza, fueron abandonando su carácter exclusivista y se fueron abriendo a un públi-co cada vez más amplio y heterogéneo. Pero además de estos sitios, a instan-cias del gobierno nacional de algunos gobiernos provinciales, se comenzaron a promocionar otros centros. En este caso vale lo dicho anteriormente sobre la intencionalidad de construir, o convertir a algunos sitios en lugares turísticos: el peronismo continuó esa tendencia de asignar una valoración positiva y una connotación nacional a los paisajes de las provincias, a sus monumentos o sitios históricos e incluso a sus tradiciones y costumbres.

La revista Visión Argentina, por ejemplo –una publicación de la época– anunciaba en su primer número:

“La Administración General de Parques Nacionales y Turismo presenta esta obra que tiene por finalidad divulgar en el mundo entero el inmenso caudal de bellezas panorámicas que atesora la República Argentina, incluyendo en esta visión el bosquejo de su desarrollo económico, vinculado íntimamente a su paisaje, y la pintura del elemento humano, cuya presencia señala la fisonomía inconfundible del carácter nacional”.23

23 Citado en Troncos, Claudia y Carla Lois, “Políticas turísticas….” Op. cit.

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Por otro lado, también se dio la creación concreta de nuevo lugares de turismo: en este caso, el atractivo turístico era la construcción misma, como exponente del desarrollo que está viviendo el país: Ezeiza y la Ciudad de los Niños pasaron a ser dos orgullos de la administración peronista. En ellos se reflejaba no sólo el esfuer-zo puesto en la inversión en infraestructura sino también algunas de las consignas peronistas, por ejemplos “los únicos privilegiados son los niños”.

refLexiones finaLes

En las páginas anteriores hemos presentado distintos aspectos del desarrollo del turismo durante el primer peronismo para mostrar en qué sentido ese de-sarrollo fue específico y novedoso. Si bien en las décadas anteriores el turismo ya se proyectaba como una importante actividad, es sólo con el peronismo que se vuelve un área de intervención y gestión del Estado dirigida, en particular, a los sectores trabajadores: en ese sentido, el impacto económico y político del turismo social del peronismo debería medirse más por este cambio en la pers-pectiva desde la cual se organiza que por los cambios cuantitativos que pueda haber conseguido.

Elisa Pastoriza ha realizado cálculos a partir de diversas fuentes para concluir que los intentos de que los trabajadores urbanos llegaran a Mar del Plata aún tuvieron resultados limitados: pese a que millones ahora tenían vacaciones, las posibilidades de viajar eran reducidas para la gran mayoría de los trabajadores. Esto queda evidenciado en la cantidad de turistas que llegaron por micro, por tren y por auto. Proporcionalmente, estos representan el mayor porcentaje.

No obstante, este dato podría inducir alguna equivocación: por un lado, por-que el turismo nunca podría ser una práctica más difundida entre los sectores más bajos que entre los más acomodados, con lo cual probablemente el porcen-taje siempre será más alto para estos últimos. Por otro lado, si sólo nos quedamos en una conclusión cuantitativa pierde relevancia el impacto político que el turismo social tuvo: aunque no todos pudieran practicarlo, las puertas de acceso a ese bien –el turismo– estaban abiertas y se percibía como algo alcanzable.

La posibilidad estaba dada no sólo por los incrementos salariales o la política laboral sino concretamente porque había planes de turismo específicos para los sectores de menores ingresos: sea a través de subsidios, subvenciones, programas de vacaciones colectivas, colonias de vacaciones, estadías con descuento en los hoteles sindicales, etc. Por otro lado, podría pensarse en cierto efecto derrame: a medida que las clases medias podían alquilar o comprar alguna propiedad cerca del mar, las clases bajas estaban en mejores condiciones también de trasladarse y disfrutar de las vacaciones.

Desde un punto de vista económico, las consecuencias del turismo social se vieron reflejadas en diversas situaciones: el mejoramiento y la extensión de

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los caminos, la expansión de la capacidad hotelera, la inversión e infraestructu-ra, la creación de complejos vacacionales, etc. La ciudad de Mar del Plata, por ejemplo, se transformó radicalmente: entre 1950 y 1970 se construyó más del 50% del parque habitacional actual. En una primera etapa hubo demoliciones, compras, ventas, expropiaciones para luego avanzar con rápidas e importantes construcciones, a través de créditos hipotecarios y bancarios e inversiones pri-vadas. Ahora bien, también en este caso las consecuencias económicas aparecen asociadas a la destacada presencia del Estado, realizando las inversiones o estimu-lándolas (por ejemplo a través del Préstamo Nacional Hipotecario. El turismo era también un “negocio” económico, en el cual el Estado era partícipe activo.

Se juega aquí la idea de una especie de “política integral” de turismo: el Estado, pero no sólo él, opera por el lado de la demanda, asegurando recursos y condiciones, pero también por el lado de la oferta invirtiendo y ayudando a mejorar la infraestructura. Complementariamente se convierte en “gestor” el mismo de los planes turísticos, atendiendo a los sectores específicos, sea porque son más vulnerables o porque le interesa concretamente apoyarlos.

Para algunos autores, la gestión política y económica del turismo social del peronismo careció de planificación centralizada y funcionó con un alto gra-do de discrecionalidad en la asignación de fondos24. Probablemente haya sido así; pero si se lo compara con lo actuado en las décadas previas (en las cuales directamente no había gestión estatal del turismo para sectores populares ni para ningún sector específico) el turismo social peronista aún sigue llamando la atención y despertando reflexiones.

¿Cuánto de ese tipo de turismo social podría recuperarse hoy? ¿cuál es la capacidad del Estado para gestionarlo?, ¿cuál es la posición de los sindicatos para poder ofrecer paquetes de vacaciones a sus afiliados?

Es difícil dar respuestas claras a estas preguntas: han sido demasiados los cambios en el medio siglo transcurrido para suponer que es posible poner en marcha algo similar al turismo social del primer peronismo.

En primer lugar, porque en la definición de turismo social había implícita una definición de trabajador que hoy ya no existe: junto con la pérdida de la es-tabilidad laboral –producto de la flexibilización, el sistema de contratos, etc.– ha desaparecido también el concepto de que quien trabaja todo el año tiene “de-recho” a su descanso. ¿Cuánto deberá transformarse, nuevamente, la legislación laboral y su concreta aplicación para que nuevamente los trabajadores gocen de descanso pago? Sin duda, bastante.

Por otra parte, ha sido también la transformación en las reglas laborales la que ha dejado a muchos sindicatos en una posición mucho más débil que en

24 Scarzanella, Eugenia, “El ocio peronista…”, op. cit.

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otras épocas. Consecuentemente muchos han tenido que reducir o directa-mente suspender sus programas de turismo.

Por otro lado, la aguda crisis económica que hemos atravesado en los últimos años ha hecho del viaje turístico un bien casi exclusivo de las clases más pu-dientes. Sólo en los últimos veranos ha comenzado a crecer el turismo asociado más a la clase media o a sectores más bajos. También en este caso será necesario un progresivo aumento de los salarios que permita asegurar los recursos para planificar las vacaciones.

Por último, el Estado: el neoliberalismo puso en juego su capacidad pero, más grave aún, también su legitimidad para gestionar políticas públicas. Al conside-rarlo predominantemente desde una lógica cuantitativa (cuánto gasta, cuánto es necesario recortar, cuánto hay que ahorrar), las áreas de gestión de políticas dirigidas a los sectores más vulnerables fueron puestas en cuestión. El turismo social fue, claramente, una de ellas.

Ahora bien, si es verdad que el Estado argentino está recomponiéndose, recuperando su capacidad y sobre todo su legitimidad, podríamos esperar un cambio favorable en la orientación de las políticas del turismo social. En rea-lidad, tal vez se trate de poder proyectarlo en sus dimensiones políticas pero también económicas: tal como se vio durante el peronismo, la inversión en infraestructura, por ejemplo, al tiempo que asegura plazas de alojamiento para sectores que tal vez no puedan pagar por sí mismos un hotel, moviliza recursos económicos y humanos, atrae otras inversiones y estimula el crecimiento. El tu-rismo social no es una política de beneficencia: es la realización de un derecho que también contribuye al desarrollo del país.

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El turismo social como aporte a las políticas sociales

Jorge Defino

La República Argentina se encuentra entre los pocos países que, en la década de 1940, fueron pioneros en el campo de integrar al turismo en el conjunto de reinvidicaciones y derechos del ciudadano, fundamentalmente en aquellas clases o segmentos que por sus propios medios no podían acceder a programas de turismo en destinos de verano.

En 1945, la Declaración Universal de los Derechos Humanos estableció que toda persona tiene derecho al descanso y al ocio, especialmente a una limita-ción razonable de la duración del trabajo y a vacaciones pagas.

Durante el primer gobierno del general Juan Domingo Perón se conformó la base operativa y subvencionada para recepcionar a grupos de contingentes de menores recursos provenientes de las distintas provincias argentinas. Para ello fueron aprovechadas las instalaciones que el personal jerarquizado había usado cuando se construyó la represa sobre el Río Tercero en la provincia de Córdoba, sumado a la construcción específica del complejo hotelero en la zona de Chapadmalal en la Costa Atlántica Bonaerense.

Los viajes organizados propuestos a grupos y familias de ingresos modestos tuvieron en la Fundación Eva Perón su máxima expresión y desarrollo para esos años del gobierno peronista.

Continua a esta decisión gubernamental, fundamentalmente a partir de la década de 1960, se produce una fuerte incursión de los sindicatos y organiza-ciones gremiales de trabajadores en este ámbito cuando adquieren, constru-yen o contratan unidades para facilitar a sus afiliados la concreción de viajes y estadías en lugares de playa de mar como también en las sierras cordobesas, convirtiéndose en los dos grandes escenarios para el disfrute y descanso de sus vacaciones anuales.

En el concierto de naciones, recién en la década de 1970 se conocieron las primeras declaraciones y conceptualizaciones en torno al turismo social. El rasgo característico de esta forma de turismo fue permitir el acceso a la acti-vidad a capas o grupos sociales que por su cuenta no podían realizar o tomar vacaciones, fuera de su lugar habitual de residencia.

Este capítulo que se inició por ese entonces no dejó de tener vigencia con el correr de las décadas, aunque sin incrementarse las unidades de recepción, oficialmente administradas por el Estado nacional.

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Desde el punto de vista social, cultural y económico, la implantación de esta modalidad en la Argentina no fue otra cosa que una de las reivindicaciones que el gobierno peronista tuvo entre sus prioridades. En sus comienzos, el turismo social formó parte de las políticas de Estado para brindarle acceso a las clases ingresantes a los nuevos contextos políticos, gremiales y sociales. Hoy, en ple-no siglo XXI, una política de turismo debe tener como requisito sustancial la participación y compromiso de todos los actores que configuren el espectro enrolado en la determinación, definición y operación de los programas de tu-rismo social, propuesto para el disfrute y acceso a la actividad en condiciones favorables a los grupos de menores o escasos recursos económicos.

Las poLíticas estataLes y Las poLíticas sociaLes

Para poder organizar y garantizar las relaciones de dominación y desigual-dad excedentes en una sociedad, el Estado debe abocarse a múltiples tareas que abarcan todos los aspectos de la vida social.

A grandes rasgos, pueden distinguirse al menos tres áreas de esa acción estatal:La política económica, destinada a facilitar la reproducción ampliada de

capital, entendiendo al Estado como la representación de la base económica de la sociedad y regulador de los ciclos económicos a través de las políticas finan-ciera, monetaria, crediticia y de endeudamiento público.

La política de seguridad, destinada a controlar y canalizar los conflictos sociales (seguridad interna) y los conflictos interestatales (seguridad externa).

La política social, donde el Estado aparece atenuando las diferencias exis-tentes entre sectores sociales con intereses contradictorios.

Así lo conceptualizado, la política social es un conjunto de decisiones que crea derechos y obligaciones en el seno de la sociedad. Por otra parte la política social también aparece como una variada gama de políticas particulares de salud, vivien-da, seguridad social, promoción social, tiempo libre y recreación, etcétera.

Las políticas sociales surgen, entonces, como decisiones del Estado desti-nadas principalmente a atenuar los efectos negativos de los problemas sociales generadas por las desigualdades económicas, lo que las define como un tipo de políticas estatales.

Hasta aquí, observamos el desarrollo del turismo social dentro del conjunto de reivindicaciones y programas sociales, para ser ofrecidos a grupos y familias que por sus propios medios no podrían acceder a la actividad turística. Esto es, la posibilidad de trasladarse fuera de su lugar de residencia habitual en familia, o compartiendo en grupos y disfrutar unos días de descanso y recuperación de su desgaste anual. Esto es, una actividad dentro del tiempo libre –no trabajo–, especialmente preparado y con evidentes condiciones favorables –subvención– para quienes lo realicen.

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e l turi smo soc ial como aporte a las pol í t i cas soc iale s

Ahora bien, esta versión del turismo, unido al conjunto de políticas sociales en manos del Estado y de instituciones gremiales y sin fines de lucro con la finalidad de beneficiar a la población con menores recursos asegura, al menos para los que objetivamente puedan acceder a los programas, el ejercicio al derecho de vacacio-nar, recuperar energías e ingresar al uso adecuado del tiempo libre.

Sin embargo, la subsistencia y el crecimiento de las posibilidades de contar con más unidades y destinos para la modalidad social de la actividad turística no están asegurados hacia el futuro sólo por las políticas estatales y las que otras organizaciones vienen realizando y sosteniendo hasta ahora.

El hecho turístico es un hecho en el mundo actual y comprobable en todos los países incorporados a las Naciones Unidas; desborda la situación social y cultural en que se encuentra, e impacta centralmente en los sectores y políticas económicas de los países y comunidades, por supuesto con distinta intensidad y éxito, más allá de las estadísticas oficiales de la Organización Mundial del Turis-mo (OMT) que marcan cifras equivalentes a las primeras actividades de genera-ción de ingresos a nivel mundial, superando incluso a las cifras de producciones tradicionales primarias e industriales en numerosos países que la tienen como primera o segunda actividad económica por su volumen e ingresos de divisas.

Estos datos y estadísticas especializados –que se pueden obtener con facili-dad en organismos internacionales o nacionales– muestran la importancia que la actividad turística tiene para los países en particular y que debe ser comparada o constatada con la magnitud y seriedad de las políticas de Estado, relacionado con lo social y lo económico, más allá de las connotaciones culturales que mo-viliza y genera la actividad turística.

A nuestro entender, ya no hay dos actividades turísticas –una social subven-cionada y otra económica, comercial y de mercado–, a visualizar como dos vertientes y finalidades separadas: por lo contrario, la suerte o la buena gestión del turismo está dada por la calidad de integración que se tiene en la sociedad; la concepción de esa actividad, tomada como una sola visión de la misma, debe ser dentro de un contexto de desarrollo no sólo desde quien lo realiza –Usuario-Turista–, sino desde el punto de vista del destino –Comunidad Re-ceptiva– donde se realiza.

Muchas de las actividades que tuvieron un nacimiento como políticas de Estado, como el turismo social, hoy deben transitar para su formulación por estrategias amplias y participativas con todos los actores sociales, económicos y culturales intervinientes, junto con los organismos del Estado comprometidos con la actividad receptiva y emisiva.

A este diseño hay que agregar, dentro de un proceso de descentralización, la necesaria intervención de provincias y municipios como escenarios necesarios para la gestión y producción de propuestas alternativas que sumen productos y

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posibilidades para aumentar la cantidad de destinos donde realizar la actividad y fundamentalmente la calidad y mejoramiento de las condiciones de vida para las comunidades locales receptivas.

Finalmente, nos encontramos en una situación en donde necesariamente deben participar los organismos nacionales, provinciales y municipales coordi-nando a todo el espectro de prestadores e instituciones que hacen al producto junto a servicios que definen a la actividad turística en sus distintos niveles.

En tal sentido se debe potenciar y posibilitar el surgimiento de políticas estatales compatibles y duraderas que tengan al turismo como actividad que conforma el espectro de políticas de un turismo social.

De esta manera, el turismo pasa centralmente a conformar el grupo de áreas y actividades estratégicas “posibles” de instrumentar políticas superadoras de si-tuaciones de pobreza, ya que coadyuva a provocar oportunidades de desarrollo socioeconómico y cultural; en este sentido, se debilitan las posibilidades de que la pobreza sea estructural en contextos tradicionales de subdesarrollos regionales.

Por último, nos resulta necesario aclarar que en este sucinto escrito lo que queremos comunicar es más la vocación y la potencialidad del turismo como alternativa integradora y de desarrollo, que tiene en el “turismo social” una modalidad del turismo y no cumple una finalidad en sí misma.

Esto nos lleva a concluir que muchas actividades o “derechos” que ayer (1950) fueron fines dentro de políticas sociales precisas y reinvidicativas como el turismo social, hoy, en pleno siglo XXI, deben asegurarse desde políticas que integren fines con medios, ya que la práctica sin reformulaciones sistemáticas y participativas nos puede dejar en un momento en situaciones de enfrentar las necesidades y demandas genuinas desde y con los medios, lejanos de los fines a los que se deben apuntar.

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A Mar del Plata en alpargatas. Una crónica de viajes de la clase media

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Es diciembre de 2003 y el sol casi derrite el asfalto de la Ruta 2, repleta de autos que se dirigen hacia la costa atlántica. Hay de todo: desde camionetas 4x4 que arrastran motos de agua hasta coches que están a punto de reventar por la cantidad de ocupantes, familias enteras que incluyen a los abuelos. Sobre los portaequipajes hay tantos bultos que los autos duplican su altura. Algunos van con las ventanillas cerradas, son modelos nuevos con aire acondicionado. En los más viejos, la transpiración hace brillar la cara de los que se aprietan en su interior como conservas en un frasco.

El semáforo del kilómetro 39 los detiene y se forma una fila de más de un kilómetro. Los bomberos voluntarios de El Pato aprovechan para cambiar calcomanías por algunas monedas que ayudan a mantener la autobomba y los gastos del cuartel.

El cóctel de vehículos que se apiñan esperando la luz verde es una muestra interesante de la salida de la crisis: están los que se escaparon del corralito finan-ciero de Domingo Cavallo y compañía y apostaron su dinero a la soja y la nueva panacea del 3 a 1 que garantiza interesantes ganancias en dólares por los costos de un peso bajo, como los salarios. La construcción es otro de los refugios de este millón de familias afortunadas que eligen como principales destinos a las playas de la Costa Verde (Pinamar, Cariló y la recién descubierta Mar de las Pampas) o la Patagonia.

También están los que no cambiaron el auto y juntaron como pudieron el dine-ro para pagarse el alquiler de la quincena en San Bernardo, La Lucila, Villa Gesell.

Otros, en cambio, viajan en colectivo. Mar del Plata es su destino preferido, luego de pasar por la rotonda de Alpargatas, recordando acaso, la letra del can-tautor tucumano devenido en pálido candidato, Ramón Palito Ortega.

Hay buenas noticias: el diario Clarín dice en sus páginas de ese comienzo del verano que si las vacaciones fueron una de las conquistas sociales y políticas, por las batallas callejeras y legales que la jalonaron, entonces en esta tempora-da por lo menos el 25 por ciento de los argentinos mejoró su condición de ciudadanos, estatus que fue notablemente cercenado por la crisis. “Las razones

25 Algunas historias para este artículo se extractaron del libro de su autoría Fuimos, aventuras y desventuras de la clase media, Aguilar, 2005.

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por las que más de seis millones de argentinos veranearan en enero, y que más de tres millones de extranjeros lo hicieran durante 2002, son diversas. La más obvia apunta a la económica. Las menos obvias, y quizá más permanentes, son aquellas que revelan el apego a las tradiciones culturales más profundas de los argentinos”, afirma el matutino más leído.

La crónica continúa con algunos datos: enero de 2003 fue, así, el mes que pareció mostrar una luz al final del túnel de la crisis. Casi seis millones y medio de turistas recorrieron el país, un 46.9 por ciento más que en enero de 2002, y gastaron casi 1.500 millones de pesos, un 33 por ciento más del promedio de los últimos años, aunque la hotelería playera aumentó el doble (66,3 por ciento) con respecto al mismo período.

Más allá de estos datos, la nota de Clarín afirma que “los trabajadores fueron los protagonistas de este fenómeno que fue una revancha por aquel verano de 2002, cuando el miedo a perder los ahorros atrapados en el corralito paraliza-ron a la sociedad. Este verano vino acompañado de la apertura de las cuentas bancarias, un dólar alto que impide viajar al exterior y un renovado orgullo –de vivir con lo nuestro–, actuando aquello que le dio una fisonomía propia a la Argentina de la segunda mitad del siglo XX, cuando los derechos asegurados a la salud y educación fueron acompañados por la posibilidad de la recreación”.

Es en este verano de revancha que hay otra parte de la clase media que no forma parte de las crónicas de vacaciones de los principales diarios. Es esa clase media que en la última crisis recibió un golpe que la hundió por debajo de la línea de pobreza, pero que utiliza su capital cultural para inge-niárselas y “vacacionar” aun cuando tiene trabajos informales que ni siquiera les paga las vacaciones.

Gustavo Díaz avanza entre los coches que esperan la luz verde en el semáfo-ro de la Ruta 2 con su ciclomotor desvencijado para llegar, unos minutos tarde, a nuestro encuentro. No lo demoró el tránsito, sino el dueño de una quinta con el que no se pone de acuerdo por el diseño de una cascada que le está mon-tando. Es sábado por la tarde y el jardinero, como siempre, insiste en ir hasta su casa a ducharse antes de sentarse conmigo en el bar de Villalba, a un costado de la ruta, para una de las entrevistas que pautamos en ocasión del libro que ese verano comenzaba a escribir sobre la clase media.

Llega vestido con una remera blanca con rayas celestes que en algún momento fueron azules. Denota años de uso, pero está planchada como si fuera nueva.

Gustavo me cuenta las mil alternativas que piensa para diseñar la cascada en el jardín ajeno. Pero tiene cosas más importantes de qué preocuparse. Planifica su viaje a Misiones para pasar las fiestas de fin de año. Elsa, su esposa, es misione-ra y tiene allí a toda su familia. Ella y sus cuatro chicos se irán casi un mes, pero Díaz se quedará, con suerte, poco más de una semana. El verano es la temporada

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en la que los parques requieren más trabajo, porque los dueños de las quintas las usan a más no poder.

Durante su estadía en Misiones, aprovechará para cruzar a Paraguay y com-prar las mochilas y algunos útiles escolares para sus hijos. Gustavo es el único padre que conozco que empieza a preocuparse por el inicio de las clases ni bien ha terminado el ciclo escolar.

En esta oportunidad, preferimos sentarnos en las mesas de la vereda del bar de Villalba. Hace calor, pero corre una brisa fresca bajo la sombra de los sauces que cubre las baldosas grises y resquebrajadas. Las puertas del bar están abiertas de par en par y eso nos permite escuchar el ruido seco de las bolas de pool que chocan en la mesa donde juegan cuatro adolescentes que no estudian y trabajan cuando pueden en las explotaciones frutiortícolas de la zona.

Gustavo Díaz y su familia viven inmersos en esa compleja realidad que emerge de la crisis. Hasta no hace muchos años, Gustavo era operario en una fábrica de autos de la Ruta 2 que le daba medicina prepaga, vacaciones pagas y ahorros como para poder invertir en un pequeño comercio: un vivero que a su vez le permitió comprar dos autos. Pero todo se vino abajo cuando comenzó la última recesión, en 1998. De ese pasado tranquilo, a este presente sin cobertura social ni vacaciones pagas de las changas.

Todo lo contrario le pasa a Maximiliano Fernández, un empresario que na-ció en una familia de clase media y que tras la crisis se “descalzó hacia arriba”.

Entre el bar de Villalba donde me encuentro con Gustavo Díaz y el restó-bar en el que me reúno con Maximiliano Fernández hay 40 kilómetros de distancia. Pero las comodidades, los precios y los entornos los hacen parecer de galaxias distintas.

Tingo es uno de los restaurantes nuevos de Puerto Madero, de los que están en la parte más joven de ese barrio porteño. A diferencia de la parte más vieja, destacada por los restaurantes y las oficinas que Carlos Menem mostraba con orgullo como referencia de las transformaciones del país, del otro lado de los diques hay edificios de departamentos y hoteles de cinco estrellas con habita-ciones que cotizan desde los 150 dólares. Las oficinas se alquilan a razón de 11 dólares el metro cuadrado por mes y las viviendas tienen costos que van del millar de dólares por metro, en adelante. Todo eso en un país en el que el sueldo promedio de un trabajador registrado es de 300 dólares –el equivalente a dos días de hotel en Puerto Madero– aunque la mitad de la fuerza laboral araña una paga en negro del equivalente a 150 dólares, apenas una noche en una suite de este lado de la ciudad.

El Tingo está ubicado en la planta baja del edificio en donde Maximiliano tiene su oficina. Los tres pisos están vidriados y se encuentran bien al sur del puerto. La mejor vista da a los diques. He llegado antes de la hora señalada para

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rodolfo barros

la cita, al bar invadido por la luz del atardecer. Trato de encontrar una mesa vacía entre los turistas extranjeros que colman el lugar. La encuentro. A mi derecha, un trío de alemanes compara fotos en los visores de sus cámaras digitales. Son dos hombres y una mujer jóvenes. Usan lentes recortados con marcos gruesos, como los que llevan los directores de cine que pasan por modernos. Visten los típicos pantalones desmontables de turismo aventura y botines gruesos. Me pregunto por qué usan esas ropas si están pisando asfalto. A la izquierda hay un grupo de jubilados estadounidenses, todos con bermudas y camperas que contrastan con el calor de principios de diciembre que hay afuera. Los cuatro tienen la tez muy blanca y los cuellos rojos. Enfrente hay dos hombres con sus computadoras portátiles sobre la mesa. Su tonada es centroamericana. Están sa-cando cuentas. Planean negocios de exportación de software. Pienso que todos los extranjeros están aquí por un solo motivo: la Argentina es un país barato en dólares o en euros.

Desde el Tingo se ve claro y enorme el edificio El Porteño. Es una construc-ción en ladrillos, de principios de siglo, que almacenaba los granos que se mo-vían en esos diques cuando el puerto era productivo. Ahora es un complejo re-ciclado a nuevo por el mediático empresario Alan Faena, que juntó 37 millones de dólares entre varios socios extranjeros para crear su propio universo. En uno de los extremos de la construcción se va a inaugurar el Faena Hotel & Universe. La mayor parte la ocupan departamentos diseñados por el francés Phillip Starck. Cada unidad promedia un costo de 2800 dólares el metro cuadrado.

Repaso los datos sobre El Porteño que leo en un diario de negocios apoyado sobre mi mesa y miro alrededor. Pongo atención en el mobiliario de diseño del Tigo, en los sillones cómodos y amplios, y recuerdo las sillas desvencijadas del bar de Villalba. Aquí no hay nadie acodado a la barra ni un pasador de quiniela. Pruebo transportar mentalmente a algunos de los extranjeros que me rodean a un poco más de 40 kilómetros hacia el sur. Y no puedo. Y pienso que no hay caso, que cada vez más, la Argentina es Belindia. Maximiliano se encuentra en la escueta región en la que los estándares de vida se parecen a los de Bélgica, mientras que la de Gustavo se aproxima a los de la India.

El más del metro noventa de estatura de Maximiliano atraviesa la entrada. Como siempre, está despeinado. Lleva una camisa arrugada color crema, que nunca se acomoda adentro de los pantalones. Tiene el pelo castaño, un tanto largo. Fernández desentona en el ambiente y parece no importarle. Recuerdo entonces a Díaz, que siempre llegaba a nuestras entrevistas recién bañando, pro-lijamente peinado a pesar del viaje en ciclomotor y con la ropa acomodada.

Fernández se acerca a mi mesa, pero no se sienta. Me sugiere que nos ubi-quemos afuera, que aprovechemos el atardecer al aire libre. Lo sigo. Maximilia-no tiene lentes oscuros que no me permiten verlo directo a los ojos, para seguir

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sus movimientos, sus dudas, sus certezas. Nos ubicamos debajo de un parasol enorme y verde, mientras el ex manager de Diego Maradona, Guillermo Có-ppola, pasa a nuestro lado para sentarse con otros tres hombres adentro del bar.

Le cuento que las distancias sociales en la Argentina me tienen perplejo y entonces le pregunto si él, un empresario con oficina en Puerto Madero, se considera de clase media.

Su respuesta es compleja pero contundente: “Si lo medimos por ingresos, no. Yo tengo conciencia social y sé que en la Argentina el que gana más de 3000 pesos al mes es un privilegiado. Pero si lo vemos desde el punto de vista cultural, lo soy claramente, aunque estoy muy aburguesado. Nací en Palermo, mi viejo era profesor de literatura y mi mamá, ama de casa. Ella venía de una familia acomodada, pero mi abuelo paterno era un inmigrante que no terminó la primaria y mandó a sus hijos a estudiar hasta la universidad. Mis tíos eran todos profesores de algo. Y en mi casa no sobraba la plata; es más, vivíamos muy ajustados. Crecí en un hogar en el que era claro que la educación nos iba a movilizar socialmente. Así que, culturalmente, sí, soy de clase media”.

Y recuerda que en su infancia la clase media no tenía muchos más ingresos que el obrero metalúrgico, que terminó saliéndose de la clase obrera un escalón hacia arriba. “Si la medís desde el punto de vista económico, es obvio que la clase media está destruida, pero hay otras cuestiones que la sostienen. Es esa resistencia a ir hacia abajo, que en los países africanos no existe. Vemos que la educación es un paso para adelante más allá de que esa idea no esté sustentada en nada, porque no hay ningún indicio de la realidad que te demuestre que la educación te haga mejorar en un país que se destruyó. La clase media es como ese flaco que se levanta a la mañana entre los bombazos de una guerra en Bos-nia para llevar a su hijo al colegio primario. Y aunque no es racional esa idea termina siendo una verdad, una profecía autocumplida, porque la educación te mantiene con la cabeza en el camino. La clase media une la educación con la sensación del progreso, piensa que está para más. Y eso no es del todo malo. Sentir que tenés derecho a ser más es una utopía imprescindible para progre-sar, porque si viviéramos en una sociedad cristalizada, donde la clase media se sintiera cómoda en la situación en la que se encuentra, estaríamos mucho peor, porque estaríamos resignados. No está resignada. Por ello existe”.

La distinción de Maximiliano entre sus ingresos y su sentido de pertenencia es honesta. A fines de 2004, unos días antes de iniciar mis entrevistas con Fer-nández, la consultora Cicmas Strategy Group reveló que más de la mitad de los que están en la punta de la pirámide (54 por ciento) se considera de clase media. El trabajo también muestra que los ricos tienen tristeza: ocho de cada diez dicen que les gustaría mudarse a una casa mejor y la mitad prefiere tener un trabajo estable aunque gane menos. Además, seis de cada diez realizan inversiones en el

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confort de su hogar porque se encierran allí para zafar de la inseguridad. Tres cuartos de los más ricos piensan que “cada vez nos parecemos más a los países latinoamericanos en la estructura social”. Y la mayoría no busca diferenciarse por sus consumos culturales: su programa preferido es Los Roldán.

Menos del diez por ciento de los argentinos se encuentra en esa franja que tienen ingresos de más de 3.000 pesos mensuales. Allí hay de todo, porque en ese escueto segmento también están Gregorio Pérez Companc o Amalia La-croze de Fortabat.

Maximiliano reinterpreta la encuesta. Piensa que los ricos en la Argentina no se consideran ricos porque miran para otro lado.

Lo cierto es que estamos rodeados de turistas extranjeros en ese selecto espa-cio de Puerto Madero. Pienso entonces en que, durante los ‘90 y la panacea del 1 a 1, se decía que la Argentina estaba integrada al mundo, cosa que certificaron los que elegían vacacionar en las playas de Miami, Cuba o el resto del Caribe.

Pero sin embargo, es en los tiempos del 3 a 1 que esa apertura al mundo parece sentirse una realidad en estas tierras.

En este verano de 2003, el todavía secretario de Turismo, Daniel Scioli, se agranda y pronostica casi cuatro millones de visitantes extranjeros.

El corcet del 3 a 1 también sirve para que la clase media redescubra los destinos locales.

En la nota de Clarín, la historiadora Elisa Pastoriza acercó una reflexión: “Las vacaciones son un derecho civil, que se impuso como reivindicación con el peronismo. Desde ese punto de partida se las consideró como una ‘conquista social’”. Es verdad que hubo razones económicas (el dólar a más de tres pesos) que alejaron a los argentinos de aquellas imágenes idílicas de las playas de Costa Rica, Dominicana, Miami, las ciudades europeas o los destinos exóticos como la Polinesia o el sudeste asiático, y los devolvió a un presente de revaloración del entorno natural y cultural.

“A partir de la situación económica se da un redescubrimiento de destinos poco conocidos del país. Esta nueva coyuntura hizo que la gente haya ido a estos lugares no sólo por las bellezas naturales sino también por la infraestructura. Re-descubrieron que las alternativas locales para vacacionar son mucho más amplias que la costa atlántica”, dijo Gustavo Marangoni, jefe de asesores de Turismo.

En ese reencuentro con lo telúrico, los argentinos de clase media encontra-ron su espejo. Según la Dirección Nacional de Migraciones, en enero de 2003 salieron por Ezeiza 97.475 personas, mientras que en 2001 partieron 215.381. El lugar elegido para vacacionar alude también al retorno de ciertas tradiciones. Pero este verano, la costa atlántica debió compartir cartel con Puerto Madryn, El Calafate, Traslasierra, Iguazú y Bariloche, entre otras zonas. Aunque la costa con sus arenas calientes y el mar frío, siguió expresando las preferencias de la

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clase media y de los trabajadores sindicalizados. Los más ricos, aquellos que en la época del 1 a 1 de Menem y Cavallo elegían Punta del Este siguieron hacién-dolo o cambiando su destino por Pinamar.

Mar del Plata fue la Meca del turismo gasolero. En 1954 Juan Domingo Perón definía a Mar del Plata como una “maravillosa síntesis de toda nuestra patria que aglutina en sus maravillosas playas y lugares de descanso al pueblo argentino y, en especial, a sus hombres de trabajo que necesitan descansar de sus sacrificios”. Tanto impactó la democratización de las vacaciones en la subjetivi-dad de ese actor social revalorizado (los trabajadores) que aún hoy el imaginario en torno de los derechos más elementales incluye sí o sí el derecho al descanso. Pero si bien las vacaciones se encuentran dentro de la simbología de los sectores medios urbanos, como un elemento de pertenencia de clase, hay otro factor que las define: el tiempo libre. “Las vacaciones son también una necesidad im-periosa de subsistencia. Más en épocas en que los fenómenos económicos y sociales se desequilibran”, señala Alejandro Gavric, decano de la Facultad de Turismo de la Universidad de Morón, y agrega que “en la Argentina hace falta planificar el tiempo libre. En materia laboral uno no trabaja ocho horas sino más. Habría que analizar qué tiempo libre tiene el argentino para tomar ese descanso que es un derecho adquirido”.

Sin embargo, en la concepción de las vacaciones por parte de los argenti-nos juega también como elemento la incertidumbre. “El argentino también toma las vacaciones como un renacer, como una forma de tomar fuerzas para afrontar un año en el que no sabemos qué puede pasar”, dice Gavric. Pero este escape del frenesí urbano, este fortalecerse frente a lo indefinido no tiene que ver estrictamente con el corralito, ni con el país post 20 de diciembre de 2001. “En los 90 hubo convertibilidad pero también precariedad del empleo. La incertidumbre de no tener un país previsible hace que necesitemos renovar fuerzas para poder afrontar el año. Y eso es parte de nuestra cultura de vacacio-nes”, aclara Gavric. La expresión concreta del derecho a las vacaciones fue el turismo sindical. En su reciente libro Las puertas al mar, Pastoriza señala que “las banderas del turismo social anunciaban el logro del descanso de la familia obre-ra y la necesidad de un amplio conocimiento de la geografía del país y de las realizaciones del pueblo argentino”. Para tal fin, se construyeron los complejos vacacionales (Chapadmalal y Embalse Río Tercero como los más importantes), los gremios adquirieron hoteles propios y las provincias encararon sus propios planes. Sin embargo, y también fruto de la precarización del empleo y de las políticas neoliberales, esta estructura se fue debilitando. Pastoriza explica que “la crisis de la hotelería sindical tiene directa relación con la crisis de la industria y la de los sindicatos”. En tanto, el sociólogo Horacio Conrado apunta que “los hoteles sindicales se privatizaron o se tercerizaron a partir del ‘95”. La mayoría

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de los hoteles sindicales de Mar del Plata, por caso, hoy ofrece un servicio pa-ralelo para turistas no afiliados, con tarifas diferenciales.

La evolución de las formas laborales incidió históricamente en las modali-dades del viajar. Conrado señala que “el viaje turístico estuvo siempre ligado a las vacaciones anuales pagas. Fundamentalmente el que viaja es el trabajador tradicional, el poco trabajador tradicional que ha quedado”. El abogado Alber-to Robles, del Instituto del Mundo del Trabajo, indica que “si bien es cierto que hay tres millones de desocupados, también hay diez millones de ocupados. Los que veranean son los trabajadores, el ochenta por ciento en relación de dependencia”. De ahí que se registre un cambio cualitativo importante en las vacaciones, que tiene que ver con lo que Conrado tipifica como vacaciones de reposo (las vacaciones anuales pagas) y vacaciones de recreo (una suerte de “es-capada” en busca del tiempo libre). “Las vacaciones de reposo están muriendo lentamente. Al achicarse la estructura ocupacional, el mes tradicional que tenía el trabajador ya no es el denominador común”, explica el sociólogo. Jorge Bus-quets, asesor de la Federación Hotelera (FEHGRA), dice al respecto que “hoy más que de derecho adquirido podemos hablar de prioridades, ya que se obser-va una reasignación del gasto para evitar el dejar de tener vacaciones”. Conrado ubica el comienzo del auge de las vacaciones de recreo, más cortas, en 1995. Y hay cifras que ilustran esta evolución. Según la Secretaría de Turismo de la Municipalidad de General Pueyrredón, en la temporada 1980-1981 de Mar del Plata el promedio de estadías fue de 18,7 días; mientras que el promedio para 1989-1990 fue de 11,06. Pero la reducción es más notable en los últimos tres años. En 2001, 2002 y 2003 la estadía promedio –en todos los centros turísticos del país– fue de cinco días.

Si bien el actor principal en el teatro social de las vacaciones es el trabajador, las personas desempleadas no están afuera del juego. “Los piqueteros que mili-tan en los barrios y construyen sus casas no van de vacaciones. Pero ir de vaca-ciones no tiene que ver con estar o no desocupado, sino con el dinero que se tiene encima para salir. Y la televisión muestra una Mar del Plata más orientada en su consumo a un grupo de clase media para abajo”, señaló Robles.

“La clase media que en 2003 generó el boom del turismo interno, es parte de un país en el cual el 57,5 por ciento de la población es pobre. Y éste no es un dato menor: es el relieve de un país que se resiste a ser abatido por las cifras y que aun en el contexto de la crisis no sólo no abandona sus tradiciones sino que marca una tendencia de cómo serán los años por venir”, terminaba la nota de Clarín.

Es julio de 2006. La Secretaría de Turismo de la Nación ya no está a cargo de Daniel Scioli, que ahora es vicepresidente de la Nación.

El organismo informa: La Secretaría de Turismo de la Nación (Sectur) di-fundió las estadísticas correspondientes al segundo trimestre del año, que se-

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ñalan un incremento del 19,6 por ciento en los arribos a Ezeiza con respecto al mismo período del 2005 y un aumento del 23,1 por ciento en los ingresos generados por este turismo receptivo.

Los datos de la Encuesta de Turismo Internacional (ETI), revelaron además que la estadía promedio de los 445.302 turistas llegados al país entre abril y junio de 2006 pasó de 11,6 a 13,2 noches en relación al segundo trimestre del año pasado.

“La información muestra que el Turismo continúa siendo uno de los sec-tores más dinámicos de la economía argentina”, puntualizó el subsecretario de Turismo de la Nación, Daniel Aguilera, en su exposición ante la prensa. “Hay muy pocos lugares en el mundo que ofrezcan los atractivos culturales y turísti-cos que dispone nuestro país”, puntualizó.

En tanto, en la Encuesta de Ocupación Hotelera (EOH) se observó que en el primer cuatrimestre de 2006 hubo, con 17.568.461 pernoctes en esta-blecimientos hoteleros y parahoteleros, un incremento del 17 por ciento con respecto al mismo período del año anterior.

También se incrementaron un 11,4 por ciento las habitaciones o unidades disponibles y la tasa de ocupación creció 1,59 por ciento, cifras que reflejan el fuerte dinamismo de la hotelería y el turismo, la potencial rentabilidad de las inversiones en el sector.

Al respecto, cabe destacar que la inversión en alojamiento turístico conti-nuó con una tendencia positiva durante el 2005, con 152 millones de dólares. La región Norte es donde el año pasado fue inaugurada la mayor cantidad de establecimientos, seguida por Buenos Aires, Litoral y Patagonia.

En el primer semestre de 2006, las principales inversiones correspondieron a la Ciudad de Buenos Aires, Misiones y la región patagónica, con establecimien-tos inaugurados por 94 millones de dólares. En la actualidad, más de 200 nuevos hoteles se encuentran en construcción en todo el país, con una inversión de 566 millones de dólares y las regiones de Litoral y Patagonia encabezando la lista.

La Encuesta de Turismo Internacional, la Encuesta de Ocupación Hotelera y la Encuesta de Viajes y Turismo en los Hogares –que se realizará en octubre– forman parte del operativo puesto en marcha por la Secretaría de Turismo de la Nación en el marco de uno de sus principales proyectos: la elaboración de la Cuenta Satélite de Turismo, que permitirá contar con la información necesaria para un desarrollo estratégico del sector.

¿Qué significan estos datos en términos de la clase media?Que las inversiones hoteleras se están dirigiendo a la crema de la torta del

mercado del turismo, es decir, los extranjeros con sus dólares, que cada vez vie-nen en mayor cantidad y dejan más de sus divisas.

Es que, al parecer, el sector del turismo está generando también cierta seg-mentación dentro de la clase media ya que en un país donde las brechas sociales

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se agigantaron y no se cierran, destinos como Ushuaia o El Calafate, reservados para el turismo extranjero, suenan tan lejanos como Londres o Moscú. De he-cho, en este julio de 2006, un pasaje al glaciar más conocido de la Argentina, desde Buenos Aires, es tan caro como un vuelo a Río de Janeiro.

La clase media asalariada en blanco, ha recuperado su poder de compra lue-go de la crisis, pero cuatro de cada diez trabajadores no lo ha hecho. Para ellos, entonces no hay destino patagónico alcanzable, a menos que sea en carpa.

Es más, otro estudio reciente dice que dos de cada 10 asalariados, tampoco gana lo suficiente para completar la canasta de alimentos y servicios básica, lo que le sigue ocurriendo, por ejemplo a Gustavo Días, para quien Misiones es su destino de vacaciones sólo porque tiene suegros y cuñados que le hacen espacio para pasar las noches.

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Alianza para el desarrollo turístico sostenible de pequeñas comunidades

Fabián Román

introducción

Debido al crecimiento del sector turístico, existen una serie de problemas y potenciales dificultades que los países en vías de desarrollo deben enfrentar, como el deterioro de algunos polos y atractivos turísticos, producto de la pre-sión que se origina por la falta de conciencia, la sobrecarga de algunos destinos, la explotación no controlada y la falta de gestión y manejo turístico adecuado. El crecimiento de operaciones de turismo no sostenible amenaza los ecosiste-mas frágiles y el bienestar de las comunidades locales.

Dentro de este panorama general existen pequeñas comunidades en nuestro país que, por diferentes razones –como por ejemplo la accesibilidad–, no se han desarrollado todavía, contando en muchos casos con un patrimonio natural y cultural excepcional y ubicadas en las cercanías de circuitos turísticos conso-lidados. Estos pueblos empobrecidos, según las estadísticas, normales pero con una tremenda potencialidad para el crecimiento en base a la actividad turística generan un triple desafío: preservar el entorno y los recursos naturales, mitigar los impactos sociales y generar una equitativa distribución de los ingresos ge-nerados por la actividad.

Además de la debilidad propia de las administraciones locales, hay que re-marcar la inexistencia de una masa crítica de productos turísticos debidamente definidos en términos de la segmentación de mercado, que impide una clara comercialización de paquetes turísticos diseñados y operados por parte de las MiPyMEs; la inexistencia de elementos de control sobre la calidad del servicio y la sostenibilidad, que origina heterogeneidad y variabilidad en la prestación de los servicios y ausencia de una visión de conjunto que impide comercializar los diferentes destinos con un desarrollo ordenado de los mismos a partir de una visión compartida de futuro.

Estas comunidades vulnerables no están en condiciones de aprovechar la oportunidad de desarrollo económico que podría permitir el turismo, debido a los bajos niveles de capacitación para la gestión de emprendimientos y la falta de recursos para producir las inversiones necesarias para proveer bienes y servicios a los turistas.

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fabián román

un camino posibLe

No existe en nuestro país una cultura consolidada de desarrollo sostenible a escala local. Para instalarla definitivamente es imprescindible fortalecer a los dis-tintos actores que intervienen en ese proceso: el sector público local, los empren-dedores, la comunidad en su conjunto. Y hay que hacerlo en tres dimensiones:

Establecer un marco conceptual claro acerca del significado profundo de la sostenibilidad, en todos sus ámbitos.

Brindar herramientas concretas para la planificación, gestión y monitoreo del proceso de desarrollo.

Facilitar el encuentro colectivo de esas comunidades, haciendo hincapié en la necesidad de establecer procesos endógenos de toma de decisiones, respetan-do la diversidad de los otros actores que intervienen en esa dinámica.

Una aproximación interesante es el modelo propuesto por la Organización Mundial de Turismo para evaluar proyectos que efectivamente combatan la pobreza, y que sean pasibles de apoyo económico por parte de su programa ST-EP (Sustainable Tourism - Eliminating Poverty). Estas iniciativas deben incluir claramente algunos de los siguientes resultados:

Empleo de los pobres en empresas turísticas.Suministro de bienes y servicios al turismo a cargo de pobres o empresas en

las que éstos trabajen.Los pobres venderán directamente bienes y servicios a los visitantes (econo-

mía no estructurada).Los pobres crearán y gestionarán empresas turísticas, por ejemplo, microe-

mpresas, pequeñas y medianas empresas o empresas comunitarias (economía estructurada).

Los impuestos o cargas sobre los ingresos o beneficios generados por el tu-rismo acabarán beneficiando a los sectores pobres.

Donaciones o apoyo voluntarios aportados por empresas turísticas y turistas.Las inversiones en infraestructura estimuladas por el turismo también be-

neficiarán a los pobres del lugar, ya sea directamente o mediante apoyo a otros sectores de la población.

Ahora bien, esta tarea requiere un modelo de intervención territorial claro, multidisciplinario y extremadamente respetuoso de los tiempos y necesidades de los miembros de la comunidad.

Con esta idea, se hace necesario pensar en la política de alianzas que deben llevar adelante las organizaciones de la sociedad civil interesadas en consoli-dar un desarrollo turístico sostenible, en términos profundos, y que además se incluya en el centro del debate la cuestión de la distribución del ingreso y el alivio de la pobreza.

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al ianza para e l de sarrollo tur í st i co so ste n i ble. . .

eL caso de manzano amargo, en La provincia de neuquén

Manzano Amargo es una localidad ubicada en el departamento Minas, a tan sólo 135 km al noroeste de la histórica capital del territorio provincial, Chos Malal. Cuenta con una población estimada en 600 habitantes de zona urbana y de 90 en zona rural, quienes desarrollan diferentes tareas como forestación, agricultura, ganadería, docencia, el servicio de energía eléctrica, gestión del Centro de Salud y actividades de bien público realizadas por la Comisión de Fomento.

Su ejido tiene una extensión de 90 km de largo por 30 km de ancho, com-prendidos desde Ranquileo, al sur, hasta Los Cerrillos (Lagunas Varvarco Campo y Varvarco Tapia), al norte, y desde Varvarco, al este, hasta Los Llanos, al oeste.

La actividad silvícola abarca más de 3000 has en las que se plantan ejemplares de coníferas pertenecientes a las especies ponderosa y murrayanas, siendo este el principal motor productivo.

Sus atractivos geográficos, históricos y culturales comienzan a partir del momento en que el visitante ingresa a la ruta provincial Nº 43 que conduce a los pueblos de Andacollo y Las Ovejas para luego penetrar en la Nº 54 algu-nos kilómetros antes de Varvarco. Ese camino lleva directamente a Manzano Amargo, donde se podrá contemplar en primer lugar la costa del río Neu-quén, de gran diversidad de fauna, en el cual se pueden observar patos, corta corrientes, biguás, garzas cucas o guairavos. Una conjunción de movimientos geológicos da lugar a caprichosas formaciones rocosas relacionadas con el surgimiento de la Cordillera de los Andes. En los alrededores de Manzano Amargo se puede admirar una famosa cascada de agua identificada con el nombre de La Fragua.

La oportunidad y eL desafío

La población de Manzano Amargo depende fundamentalmente del empleo público y se trata de una comunidad humilde, pero con una gran cohesión so-cial, que ha expresado su preocupación acerca del tipo de desarrollo que podría darse si se transformaran en un destino turístico.

El pueblo se encuentra en una región que será favorecida con el flujo turís-tico en los próximos años, lo que permite imaginar un destino exitoso, dadas las características excepcionales ya mencionadas. Este es el momento de forta-lecerlos para que definan y ejecuten un modelo de desarrollo sostenible que les permita posicionarse respecto de otros destinos de características similares, teniendo en cuenta una distribución más equitativa de la riqueza, favoreciendo a los actuales habitantes del lugar, y en particular a las mujeres que se encuen-tran fuera del sistema laboral.

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fabián román

Respecto del sector público local existe una clara determinación, plasmada en el convenio marco con la Fundación Plan21, de apoyar este viraje en el modo de gestionar el desarrollo de Manzano Amargo, comprometiendo con-trapartes locales para la continuidad de este proceso.

La Fundación Plan21 por el Desarrollo Humano Sostenible fue fundada el 15 de enero de 2004 y tiene como misión “preservar los recursos naturales y mejorar la calidad de vida de nuestras comunidades, facilitando procesos par-ticipativos y promoviendo la implementación de mejores prácticas públicas y privadas, en el marco del desarrollo Humano Sostenible”.

Plan21 lleva adelante, junto con la Fundación UNIDA y la Universidad para la Cooperación Internacional de Costa Rica, el primer Programa de Turismo Sostenible de la Argentina, declarado de interés nacional por la Secretaría de Turismo de la Nación.

En el caso de Manzano Amargo, Plan21 viene desarrollando actividades desde el año 2005 con la Comisión de Fomento. Estas incluyen apoyo a mi-croemprendedores por sistema de microbanca, gestión de espacios naturales amenazados y fortalecimiento institucional.

Plan21 es cofundador en el año 2003 y enlace nacional en Argentina de la Red de Certificación en Turismo Sostenible de la Américas.

A partir del año en curso, junto con la Fundación Myclimate de Suiza y Sustainable Travel International de EEUU se ha lanzado la iniciativa Carbo-nocero, para apoyar proyectos de energías limpias y renovables en pequeñas comunidades de Sudamérica.

programa puebLos protegidos

Objetivogeneral

“Promover acciones para el Desarrollo Local Sostenible que permitan forta-lecer a los diferentes actores de la comunidad, favoreciendo proyectos públicos y privados e incrementando la participación ciudadana en la toma de decisio-nes, teniendo en cuenta la necesidad de mejorar los niveles de equidad, estable-cer alianzas estratégicas, dar viabilidad económica, dotar de capacitación técnica en manejo y conservación de la biodiversidad y administración de pequeñas y medianas empresas a las comunidades que actúan en turismo, promover la equidad de género y cooperar en la movilización de recursos”.

Beneficiarios

Micro, pequeñas y medianas empresas que trabajan en turismo sostenible o ecoturismo en Argentina que se capacitarán y sensibilizarán en el uso de herra-mientas de gestión empresarial y buenas prácticas ambientales y sociales.

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Grupos comunitarios involucrados u orientados en actividades sostenibles o de ecoturismo en Argentina que mejorarán su gestión administrativa, la sosteni-bilidad y la calidad, accediendo a microcréditos para sus emprendimientos.

Administraciones locales que se verán fortalecidas, incluyendo la incorpora-ción de nuevos modelos de gestión a través de la implementación de Agendas 21 Locales y prácticas de co-manejo de áreas naturales.

La elaboración de normas para el uso sostenible de atractivos y la elaboración de planes de manejo para las áreas de uso público de los atractivos tanto culturales como naturales tendrá un alto valor estratégico para el proyecto, porque permitirá tener reglas claras de uso para evitar saturación e impactos no deseados que aten-ten contra los propios atractivos y la competitividad del destino.

Líneasdeacción

Estas han sido consensuadas con la comunidad a partir de un proceso de consulta que generó una matriz de necesidades por parte de la comunidad, como se muestra en el anexo 1. Las líneas prioritarias son las siguientes:

Agenda21Local

Co-manejo de áreas naturales para conservación y valorización para uso turístico y recreativo

Valorización de atractivos naturales y culturales existentesSistema de microcréditos para micoremprendedoresInstituciones nuevas para un nuevo modelo de desarrollo

La agenda 21 LocaL como factor integrador

La Agenda 21 Local es una herramienta de planificación, gestión y monito-reo del desarrollo local sostenible. Se trata básicamente de un proyecto a escala municipal o intermunicipal, de participación ciudadana, que genera un plan de gobierno a través de un proceso de consulta basado en la creatividad colectiva de esa comunidad. El Plan de acción resultante es el producto de esa apertura por parte del gobierno local que continuará siendo de todos modos el respon-sable de liderar el proceso de la Agenda.

De hecho el primer paso consiste en la declaración formal del inicio del proceso por parte de la máxima autoridad del municipio o comisión de fo-mento. En las fases subsiguientes se procederá a sensibilizar a la población sobre los principios del desarrollo local sostenible y las implicancias de la Agenda 21 Local, fortalecer al sector público y comenzar a facilitar los talleres que permitan elaborar la Visión que tiene la comunidad para un plazo futuro, que habitualmente es de veinte años. Terminada esa fase previa, se inicia el proceso de planificación más clásico, incorporando herramientas como Indicadores de

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Sostenibilidad y Planes de Manejo en el caso de Áreas Naturales bajo gestión municipal, elaborando de ese modo el Plan de Acción Local.

Las Agendas 21 locales tienen un claro principio en el tiempo, el momento de la Declaración formal, pero no deben plantearse con plazos, es decir, de-ben generar un cambio de paradigma permanente en el modelo de gestión municipal. Los plazos son necesarios para cumplir los objetivos que se plantea el documento de acción a partir de las líneas estratégicas y los proyectos que resultan de ellas, pero no deben afectar la continuidad del proceso de la Agenda, que supone un mecanismo de retroalimentación permanente.

Si bien cada lugar debe darse su forma de estructurar el proceso de la Agen-da 21 Local, típicamente podemos mencionar la siguiente organización:

Comisión Política: formado por agentes del gobierno local y presidida por el Intendente o Jefe Comunal, que tiene a su cargo el cumplimiento de los objetivos de la Agenda 21 Local.

Comité Ejecutivo: constituido por los responsables directos de la implemen-tación del Plan de Acción Local.

Equipo Técnico: formado por los especialistas locales y organizaciones que aportan conocimientos específicos para la ejecución de los proyectos.

Foros de Participación Ciudadana o Consejo Local para el Desarrollo Soste-nible: formado por las instituciones claves, grupos sociales y ciudadanos intere-sados en participar activamente en la implementación de la Agenda 21 Local.

En el marco del Programa Pueblos Protegidos, la Agenda 21 Local juega un rol fundamental en el proceso de intervención territorial de la ONG, permi-tiendo la aparición de procesos endógenos de fortalecimiento institucional y comunitario, que permiten mejorar las posibilidades de desarrollo local soste-nible, más allá de la presencia de actores externos y fondos de Cooperación In-ternacional. Y este es un factor clave para garantizar procesos de equidad social y económica a partir del desarrollo turístico.

En Julio de 2006, la Comisión de Fomento, junto con la Fundación Plan21 firmaron la Declaración formal de inicio de la Agenda 21 Local de Manzano Amargo.

Aliados

Desde la perspectiva de una ONG para el Desarrollo, es importante admitir la necesidad de trabajar en alianza con otras organizaciones. En este caso la Fundación Plan21 identificó los siguientes actores:

FundaciónUNIDA

Se trata de una organización sin fines de lucro especializada en la promo-ción de procesos participativos para el desarrollo humano sostenible, recono-

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cida por su Centro de Posgrados junto con Universidades como la Boliva-riana de Chile, NUR de Bolivia y Girona de España. Plan21 tiene una vieja relación de cooperación que ha permitido desarrollar múltiples actividades conjuntas en los últimos años.

ICEIdeItalia

El Instituto de Cooperación Económica Internacional de Milán ha focaliza-do todos sus esfuerzos en trabajar en el tema de Alivio a la Pobreza en países en vías de desarrollo. La modalidad de su trabajo es la gestión de fondos de coope-ración internacional, particularmente de la Unión Europea y la Cooperación directa del Gobierno italiano a través del Ministerio de Asuntos Exteriores. ICEI es la primera ONG miembro de la Organización Mundial de Turismo y un aliado clave para esta iniciativa.

UniversidadparalaCooperaciónInternacionaldeCostaRica

La UCI es internacionalmente reconocida por sus programas de posgrado y en particular por su Maestría en Gestión del Turismo Sostenible, así como por la Escuela Latinoamericana de Áreas Protegidas de la cual es fundadora. Su gran experiencia en Agenda 21 Local y manejo de Áreas Protegidas, entre otros temas, la transforman en un excelente socio del Programa.

Una de las propuestas que está bajo análisis es la constitución de un Steering Committee, una suerte de consejo Asesor del Programa, formado por represen-tantes de organizaciones como las mencionadas y que juega un rol fundamental en el direccionamiento de la iniciativa, la gestión de recursos y el monitoreo de los avances concretos. Es una figura novedosa, pensada para dotar a los pro-yectos de mayor transparencia y prestigio, incorporando la mirada de otras organizaciones para enriquecer el desarrollo del Programa.

concLusión

Este Programa es un buen ejemplo del modelo “learning by doing” y los resultados de su aplicación serán interesantes para evaluar su posible replicación en otras comunidades similares. Al fin, esta alianza de organizaciones junto con la comunidad deberá demostrar con el tiempo, en base a indicadores claros, que deben ser construidos en el proceso de elaboración del Plan de Acción de la Agenda 21 Local, si efectivamente el desarrollo turístico de Manzano Amargo se ha producido de acuerdo con la Visión consensuada por sus habitantes y fun-damentalmente si la riqueza generada por la actividad se ha distribuido de una manera más equitativa. Pero esa es otra historia.

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anexo

Matriz de necesidades y proyectos potenciales(Consensuadas con la comunidad)

Nº Atractivo Necesidad Proyecto Plazo

1 La Fragua Puesta en valor Sendero de acceso Inmediato

2 Bosque comunal Puesta en valor Sendero del bosque Inmediato

3 Río NeuquénPuesta en valor para uso y contemplación

Miradores y Descansos

Corto

4 Paseo del ríoPoner en valor

y uso residencial y turístico

Apertura de accesos y demarcación

de la senda (peatonal y ciclovía)

Mediano

5 Chenques Puesta en valor Paseo a los Chenques Inmediato

6 Bosque los Llao LlaoPlan de manejo y uso recreativo y turístico

Plan: diseño e implementación

Mediano

7 Pozos Termales Puesta en valor Refugio termal Mediano

8 El Manzano Amargo Puesta en valor Accesibilidad Corto

9 Arte Rupestre Puesta en valor y uso Plan de manejo Mediano

10Historia de

Manzano AmargoDocumentarla Libro de la Historia Corto

11 Camping Puesta en usoEco camping organizado

Corto

12 FarmacopeaPoner en valor y comercialización

Vivero de plantas medicinales

y aromáticasMediano

13Bosque

Los Roblecillos Plan de manejo y uso recreativo y turístico

Plan: diseño e implementación

Mediano

14 Complejo turísticoIncrementar la oferta

de alojamiento

Complejo turístico de cabañas y hostería

con serviciosMediano

15 Rafting Constituir una mype Empresa de rafting Corto

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El turismo es desarrollo… ¿pero para quién?

Marco MoraniSabrina Carlini

Valentina UccelliCristian Brisacani26

paraísos en venta: eL nuevo turista se prueba a sí mismo

Elturismoencifras

No solamente el turismo es la más grande industria del planeta, sino que es aquella que se expande más rápidamente: su aporte al PIB mundial es del 6% y de esa dependen 200 millones de empleados (equivalente al 8% del total de la población empleada).

Entre los años 1950-2000, el número de los turistas pasó de 25 a 702 millo-nes, con un crecimiento anual de casi el 4%. La OMC (Organización Mundial del Comercio) prevé que en el año 2010 se alcanzarán los mil millones.

El crecimiento incomparable de las últimas décadas tiene múltiples razones: la mayor disponibilidad de tiempo libre en la vida de las personas, la subida de los ingresos per cápita, el desarrollo del sector de los transportes y de las comunica-ciones que permiten llegar a cualquier rincón del planeta en breve tiempo.

El turismo se ubica en las cinco primeras categorías de la exportación en el 83% de los países. El UNCTAD ((United Nations Conference on Trade and Development) destaca que los países del Norte son los principales beneficiarios de este sector, considerando que en el Norte se concentran tanto la mayoría de las empresas turísticas como sus actores principales. No hace falta mencionar que las compañías aéreas, los grandes tour-operators, las cadenas hoteleras son de pertenencia exclusivamente occidental.

Además, los más destacados destinos turísticos quedan justamente en el Nor-te: Francia, Estados Unidos, España e Italia se clasifican de manera consecutiva en los cuatro primeros lugares.

26 Los autores pertenecen a I.C.E.I. Instituto de Cooperación Económica Internacional. El mismo comenzó sus actividades en el año 1978. En 1991 fue reconocido como Organización No Gubernamental (ONG) de Desarrollo por el Ministerio de Asuntos Exteriores Italiano y desde entonces gestiona y promueve proyectos de Educación y de Cooperación para el Desarrollo. Los ejes temáticos de ICEI son: la economía social, el apoyo a la pequeña agricultura familiar y a la agricultura agroecologica y el turismo responsable, como herramientas de inserción socioeconómica y de lucha contra la pobreza y la degradación socioambiental. ICEI es uno de los miembros fundadores de AITR, la Asociación Italiana de Turismo Responsable y es afiliado de UNWTO (United Nations World Tourism Organization). Sitios web: www.icei.it / www.iceimercosur.org.ar

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Adicionalmente, la industria turística es extremamente dependiente de las infraestructuras, así como de los transportes, de los servicios financieros y del sector sanitario: un destino turístico necesita ser cómodamente alcanzable y debe poder contar con aquellos servicios básicos que garanticen seguridad a los turistas y a los operadores, incluyendo desde el primer auxilio hasta la disponi-bilidad de agua.

Paralelamente, los PVD (Países en Vías de Desarrollo) se abren con mayor frecuencia al turismo, representando este último el principal recurso de comer-cio internacional, capaz de favorecer el desarrollo, a través de la creación de empleo, la importación de la moneda fuerte, el potenciamiento de las infraes-tructuras y de otras actividades productivas que soportan al sector turístico.

A menudo, los mayores obstáculos para el desarrollo del turismo en los PDV están justamente representados por la ausencia de infraestructuras (las rutas y la higiene), el costo del transporte aéreo y por las prácticas anti-competitivas de algunos tour-operators.

¿Qué significa turismo?

Desde un punto de vista económico, se describe tradicionalmente al turismo como el consumo, en el territorio, por parte de visitantes no residentes de bienes y servicios brindados por los residentes. En especial modo, el turista se diferencia del visitante por el hecho de permanecer por lo menos una noche (pero menos de un año) en el territorio de destino turístico.

Actualmente en el mundo, una persona de cada nueve viaja: se trata de un cre-cimiento que tiene una calidad casi espectacular. ¡Pero atención! No hay que de-jarse desviar por las cifras, sin tener en cuenta la desigual distribución geográfica:

De los países y de los destinos receptores: alrededor de cincuenta localida-des (no Países) atraen a la mayoría de los turistas en el mundo. Solamente las grandes ciudades de la Europa Occidental y del Norteamérica representan el 80% de los movimientos turísticos. El 56,9 % de los arribos turísticos mundiales pertenece a Europa (un 38, 7 % se concentra en el Sur Oeste de Europa).

La procedencia de los turistas: solamente las grandes ciudades de la Europa Occidental y de Norteamérica representan el 80% de los movimientos turísti-cos mundiales. Sin embargo, los turistas originarios del norte del mundo viajan en su mayoría dentro de su región (el 87% de los europeos viajan entre las fronteras europeas), mientras el 41% de los turistas africanos se queda en África. Hay que señalar además que con mayor frecuencia, los pocos ciudadanos de los PVD que pueden llegar a viajar, tienen que enfrentar obstáculos que limitan su

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posibilidad de libre movimiento: medidas legales relacionadas con el disciplina-miento de los flujos migratorios dificultan el desplazamiento de un país a otro (en muchos casos no se otorgan las visas de entrada).

De los beneficios económicos procedentes del sector: las ganancias más altas se registran entre los destinos que son contemporáneamente emisores (partidas) y receptores (arribos). Por cuanto restringidas, las ventajas económicas que re-caen sobre los destinos del Sur del mundo, quedan en definitiva en manos de los grandes operadores que controlan los transportes aéreos, las cadenas hotele-ras y los resorts turísticos.

Este conjunto de datos sugiere que actualmente el mercado turístico es casi exclusivamente atributo de los países más ricos, donde se originan no solamen-te la mayoría de los turistas, sino también la mayoría de los recursos invertidos en el sector, de la propiedad de actividades y en consecuencia de las correspon-dientes recaídas económicas.

El sector turístico, al mismo tiempo, constituye una interesante oportunidad también para los países más pobres, que desde ya reciben los flujos turísticos relevantes (por lo menos a nivel local) atraídos por un medioambiente inconta-minado, condiciones climáticas favorables y culturas exóticas.

turismo, desarroLLo y sustentabiLidad

El boom turístico y el rápido crecimiento de los arribos en los PVD con-llevan paralelamente a la aparición de las primeras críticas y denuncias contra el turismo, generando consecuencias dañinas para el medio ambiente y para las poblaciones locales. En un primer momento, son las iglesias quienes se hacen voceras de las primeras críticas, las cuales se manifiestan con ocasión del Año Internacional del Turismo, proclamado por el OMT. En los años ochenta, las asociaciones comienzan a movilizarse, invitando a la opinión publica a confron-tarse con la necesidad de promover y practicar un turismo menos dañino.

La atención y sensibilización hacia el sector turístico aumentaron en los años noventa que vieron surgir, crecer y madurar algunos de los fundamentales conceptos, objeto todavía de un debate activo a nivel internacional.

El documento más representativo es el que contiene los resultados de la Conferencia ONU sobre Medio-ambiente y Desarrollo, que se realizó en Río de Janeiro en el año 1992. En esa ocasión se consolidó el concepto de desarro-llo sustentable, entendido como aquel “desarrollo que satisface las necesidades de las personas existentes, sin perjudicar la capacidad de las generaciones futuras de satisfacer sus necesidades”.

Los participantes suscribieron el programa de la Agenda 21, un conjunto de principios, objetivos, acciones para el desarrollo en el siglo XXI, desarrollo concebido como proceso dinámico y consensual.

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El núcleo central de la Agenda 21 está constituido por la cuestión de la sustentabilidad medio ambiental de todas las actividades humanas: se indica también el camino para conjugar protección del medio ambiente, desarrollo social y económico.

El logro del objetivo mencionado, de forma duradera y equitativa, requiere:Compromiso, elecciones y soluciones institucionales, tecnológicas, legisla-

tivas, económicas;Profundos cambios a nivel de estilos de vida y de valores sociales;Una aproximación integrada y multidisciplinar;Co-responsabilidad y participación para el cambio de todos los actores so-

ciales y económicos.De este último punto deriva el desarrollo de un segundo concepto impor-

tante, el de realización participativa de proyectos, construido a través de las Agendas 21 locales.

Siguió, en el año 1995, la Carta de Lanzarote, firmada durante la Conferencia Mundial sobre el Turismo Sustentable, promovida por diferentes instituciones, entre cuales la UNESCO (United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization) y UNEP (United Nations Environment Program) que están deci-didas a aplicar el criterio de sustentabilidad también en el sector turístico.

Se trata de 18 puntos y de un plan de acción que define una forma diferente de hacer turismo, y que prevé la introducción de algunos de los principios y temas destinados a desarrollarse ulteriormente en los años siguientes.

Estas son algunas de las ideas expuestas en la carta:La atención del turismo a nivel local y la necesidad de integrar al turismo

con otras actividades económicas, diferenciando los ingresos, para prevenir una excesiva dependencia de un sector que sufre importantes e imprevistas varia-ciones, debidas tanto a los cambios de estación, como a variables macroeconó-micas, climáticas, políticas, todas de difícil previsión y control.

La invitación a promover “formas alternativas de turismo” en el respeto de los principios del desarrollo sustentables, imaginando un papel de “pioneros” para las ONG y las asociaciones, pero invitando también a las empresas a par-ticipar del cambio.

La necesidad de planificar las actividades turísticas, en el tiempo y en el es-pacio, para lograr un monitoreo de su crecimiento.

La atención para la tutela, el respeto y el apoyo de las tradiciones e identida-des de las comunidades receptoras.

La necesidad de construir una distribución más equitativa de los daños y beneficios aportados por el turismo, a través del monitoreo de las herramientas económicas y legislativas.

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El estímulo para construir redes para el intercambio de experiencias, moni-toreo, investigación, sensibilización.

Una atención especial a los lugares y a los ecosistemas más vulnerables, como por ejemplo las áreas montañosas y las islas, pero incluyendo también los destinos turísticos en fase de decadencia y las ciudades de arte.

En 1996 se trabajó en la redacción de una Agenda 21 para el turismo, que se plantea el rol social del sector y se indican, en positivo, las áreas donde el mismo puede aportar a la mejoría de la calidad del medioambiente y de la vida de las personas.

Se afirma que “el turismo, la paz, el desarrollo, la tutela del medio ambiente son elementos interrelacionados”, considerando de hecho al turismo como un factor de importancia vital para el mantenimiento de un equilibrio entre los hombres a nivel mundial. En el marco del documento, además, se solicita la participación de los ciudadanos en la planificación turística local y se subraya el potencial del turismo sobre otros sectores, como motor de empleo laboral para hombres y mujeres.

En el mismo año, la Declaración de Montreal hizo hincapié en el derecho de todos a viajar, incluido el de las personas que pertenecen a culturas diferen-tes y que disponen de modestos medios económicos y que sufren de reducida capacidad física. La atención para el ser humano continúa en la declaración con la descripción de un producto turístico que debe incluir un valor agregado no necesariamente económico, respetar el medioambiente, brindar al comprador términos contractuales transparentes y sustentarse en un trabajo humano equi-tativamente remunerado y conforme a la legislación vigente.

En este contexto, enriquecido por otros debates, se produjo en 1997 un documento italiano llamado “Carta de identidad de los viajes sustentables”, cu-yos principios son difundidos por la constituida Associazione Italiana Turismo Responsabile (Asociación Italiana Turismo Responsible, AITR).

La Carta esta dirigida a tres sujetos complementarios: el viajero, el tour-operator y la comunidad local, todos responsables, en su correspondiente rol de usuario del servicio (consumidor), sujeto comercial y comunidad territorial receptora (formada por las instituciones locales, por los empresarios locales que ofrecen servicios, y por ende por la población).

Citando las palabras de Alfredo Somoza, presidente de AITR desde su fundación: “Nosotros no hemos creído nunca en la existencia de derechos unilaterales, sobre todo cuando están en juego, como en el caso del turis-mo, relaciones interpersonales entre mundos con grados de desarrollo tan impares, cuando hay condiciones donde es fácil prevaricar, cuando hay que enfrentar situaciones de miseria”.

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La carta de AITR propone algunas reglas de conducta que los tres tipos de actores tienen que seguir para lograr una aproximación responsable al viaje. Se trata de principios que involucran el antes, el durante y el después del viaje: el viaje se transforma así en un proceso de planificación, conocimien-to, valorización de la cultura (en un sentido más amplio posible, material e inmaterial) de una realidad territorial. Los ejes de la carta toman en cuenta de forma equilibrada los impactos medioambientales, socioculturales y eco-nómicos del turismo, proveyendo indicaciones para reducir máximamente el impacto negativo, por un lado, y por otro, para crear condiciones favorables en las cuales las recaídas positivas del turismo crezcan a nivel cuantitativo y mejoren a nivel cualitativo.

En este contexto el Istituto di Cooperazione Economica Internazionale (ICEI) ha desempeñado un papel de suma importancia, aportando tanto en el debate teórico, como en el terreno práctico. Miembro fundador de AITR y cen-tro de información activo para la población del Norte de Italia sobre las temáticas de “Viajar con los ojos abiertos”, ICEI ha sido el pionero, en el contexto de la cooperación italiana, de la proposición de proyectos que apuntan al desarrollo local a través de un fortalecimiento del turismo sustentable comunitario.

hacia una nueva cuLtura turística: nuevas tendencias

Una nueva concepción del turismo se revela de importancia fundamental para los destinos turísticos, sobretodo para aquellos contextos que desde un punto de vista medio ambiental, sociocultural y económico se revelan como más frágiles y vulnerables. Una nueva concepción tiene necesariamente que acompañarse de un cambio en el turista y su conducta.

Está sin duda aumentando la necesidad de un contacto más genuino con la naturaleza, en primera instancia, con las poblaciones de los países visitados y, finalmente, de un conocimiento de la historia, de la cultura y de la realidad del destino: en fin, crece la necesidad de contar con instrumentos que propicien una mejor comprensión de lo visitado y explorado.

El turista es el primer anillo de una cadena que puede determinar la aparición de una oferta turística alternativa a la tradicional: se trataría de una propuesta distinta, capaz de satisfacer las exigencias de una demanda más conciente.

Al recorrer brevemente la historia de la evolución del “hombre turístico res-ponsable”, podemos individualizar una primera exigencia en el turista maduro: necesidad de disfrutar de su tiempo libre sumergiéndose en la naturaleza, en espacios “incontaminados”, obviamente respetándolos.

Nace así el ecoturismo y en una acepción más general el turismo verde, en las áreas de preservación, trekking, paseos en bici, en canoa, bird-wat-ching o photo-safari.

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A nivel mundial, antes del 11 de septiembre, con respecto al promedio del crecimiento del sector turístico que oscila entre el 3% y el 5%, el ecoturismo creció tres veces más, entre el 10% y el 25%.

Las características que diferencian el ecoturismo de un turismo más clásico son:El número inferior/limitado de los integrantes de un grupo, cuando se trata

de viajes organizados.El cuidado de los participantes y de las organizaciones en la limitación del

impacto negativo del viaje, y de las estructuras turísticas sobre el medioambien-te (aparición de los eco-lodges).

La inclusión de algún elemento educativo y de interpretación ambiental.

En épocas más recientes, el turismo rural estuvo ganando consenso. Si bien se acerca en sus fundamentos a las definiciones anteriores, elige destinos del interior, caracterizados por la vida del campo, y privilegia una aproximación más simple y genuina a la tierra, dejando en segundo plano el sensacionalismo de propuestas más exóticas.

Sobre todo entre los jóvenes, pero no de manera excluyente, se difun-den los “viajes de trabajo voluntario”, conocidos también bajo el nombre de “brigadas de solidaridad”. Muchos jóvenes deciden dedicar sus propias vacaciones y su propia energía, en general por un lapso temporal de algunas semanas, a pequeñas-grandes obras de trabajo, en cualquier lugar donde haya necesidad. Uno se puede encontrar con las más variadas tareas: construcción de letrinas, arreglos de las sedes de asociaciones y hospitales, hogares, recupe-ración medioambiental (incluyendo la acomodación de senderos, la limpieza y mantenimiento de un bosque, entre otros), animación para niños, gente mayor, enfermos.

En los últimos tiempos estas actividades de voluntariado se han transforma-do en una forma alternativa de conocer a un país: la combinación entre horas de trabajo y visitas a los países y localidades lejanas, permite entrar eficazmente en contacto con la población local.

Las características de estos viajes son:La motivación a viajar está más focalizada sobre el conocimiento que sobre

la diversión o sobre la visita a lugares y monumentos.La estadía en un lugar habilita efectivamente la creación de vínculos con la

comunidad local.Las definiciones se van multiplicando, adquiriendo en los diferentes países

donde se profundiza el debate, diversos matices y connotaciones que a menudo generan cierta ambigüedad: turismo equitativo, turismo sustentable, turismo solidario, turismo justo, turismo comunitario, turismo responsable.

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El turismo sustentable es la transposición del concepto de desarrollo susten-table al sector turístico: un imperativo, por lo menos teórico, a la no-explota-ción indiscriminada, en el nombre del progreso y de la producción sin límites y sin reglas, de los recursos no-renovables de nuestro planeta. La directiva de la sustentabilidad se revela prioritaria en el área turística, justamente porque su industria se funda sobre los recursos naturales, culturales y sociales de los destinos turísticos.

Es más, el turismo, como conjunto de actividades y servicios dirigidos a los visitantes, tiene que ser obligatoriamente sustentable para las personas que viven en los destinos turísticos: tiene que aportar beneficios económicos sin perjudicar en forma determinante la cultura, la vida, la organización social de la población residente.

Es justamente esta especial consideración para la participación y las recaídas del turismo sobre la población las que generan el nacimiento del turismo res-ponsable, que si bien en Europa adquiere actualmente facetas diferentes, indu-dablemente se funda sobre la toma de conciencia por parte de la totalidad de los actores involucrados en las diferentes ramas del sector, de la centralidad y de la influencia de las propias elecciones y de las relativas acciones.

Elturistaresponsable

Se acerca al destino elegido con un bagaje de conocimientos relativo a la realidad que se apresta a visitar. Se trata de conocimientos que abarcan no solamente los aspectos históricos y artísticos, sino también aquellos políticos, culturales, sociales, y que permiten disponer de las herramientas para entender el contexto donde se sumerge.

Elige servicios turísticos administrados directamente por la población lo-cal, de manera que las ganancias económicas relacionadas al viaje queden, por cuanto sea posible, en el destino mismo.

Busca un contacto auténtico con la población local y con la realidad del lu-gar, acercándose con humildad y respeto, tratando de no caer en estereotipos.

Elige vivir en una forma no demasiado diferente de aquella de la población residente, sin exigir comodidades inútiles y exageradas.

Los adjetivos equitativo, justo, solidario asociados al turismo, a pesar de las sutiles connotaciones, retoman el concepto de comercio justo y solidario, cuyo marco teórico representa una fuente de inspiración y un valioso referente para los otros sectores.

En la base de este modelo está la propuesta de una revisión radical de las relaciones económicas entre interlocutores del Norte y del Sur del mun-do. En esta perspectiva, el turismo es un medio a través del cual es posible dinamizar un intercambio que no se base en la competitividad económica

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del servicio, sino en la equidad: los empleados trabajan en condiciones de seguridad y reciben sueldos equitativos, es decir, según los criterios vigentes en el Norte.

El turismo equitativo abarca un modelo de desarrollo, infatigablemente de-fendido por muchos, pero que no es universalmente compartido: el consumi-dor- turista decide abonar para el producto-viaje un valor monetario equitativo a nivel global: un valor que posibilita el desarrollo en el Sur del mundo.

En este sentido, el intercambio comercial se transforma en un medio, antes que en una finalidad.

Para concluir, el turismo comunitario enfatiza no tanto en la figura del tu-rista sino más bien en la capacidad de la comunidad para brindar directamente servicios turísticos, sin recurrir a los intermediarios extranjeros.

La ventaja para la comunidad es realmente considerable, porque crea y otor-ga trabajo a sí misma, volviéndose sujeto protagonista de su propio desarrollo. Con respecto al turista, este tipo de experiencia interesa generalmente a los viajeros más experimentados y maduros, con mayor ductilidad y capacidad de adaptación, que buscan en el viaje una oportunidad de encuentro e intercam-bio con los pobladores y que eligen compartir la vida de la comunidad recep-tora, con sus ritmos, costumbres y actividades cotidianas.

El turismo comunitario es un concepto más reciente y uno de los más interesantes, porque de alguna forma excluye el operador turístico del Norte del mundo y en todo caso limita su papel a favor de la comunidad receptora que debe a esta altura elegir su propio porvenir, y actuar para realizarlo, ad-quiriendo las competencias necesarias para construir, manejar y promover su propia oferta turística.

Las Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) y generalmente las aso-ciaciones cumplen la importante función de acompañar y sostener a las co-munidades locales en un proceso de no siempre fácil realización, pero que representa un valioso instrumento en la lucha contra la pobreza.

turismo y organización mundiaL para eL comercio

Con certeza, se puede afirmar que el turismo es un fenómeno global, difundido en todo el mundo y directamente relacionado con la apertura geopolítica, cultural, económica y financiera de los países. El General Agree-ment on Trade and Services (GATS) es uno de los acuerdos firmados en Marrakech en abril de 1994, durante la finalización del ciclo de negociacio-nes llamado Uruguay Round que condujo a la creación de la Organización Mundial para el Comercio (OMC). Se trata del “primer acuerdo multilateral de principios y normas para el comercio de los servicios, creado para favo-recer este tipo de comercio en condiciones de transparencia y progresiva

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liberalización”, para citar el preámbulo del mismo acuerdo, de marcada ins-piración neoliberal.

El GATS está constituido por un “texto” con reglas aplicables a todos los sectores, y por los “listados nacionales” que contienen el elenco de los sectores que cada país abre al mercado exterior, es decir que decide liberalizar según las reglas del GATS.

El turismo pertenece a la clase de servicios, y como consecuencia está in-cluido en el GATS. Al ser por naturaleza un sector que prevé la presencia co-mercial y de personas físicas en el exterior, provisiones transfronterizas (desde un país hacia otro) y el consumo del mismo servicio en el exterior, el turismo representa un sector que ya está en gran parte liberalizado; tanto es así que 125 países miembros del OMC lo incluyeron en su propio listado de compromisos. Se trata de una cifra mayor que cualquier otro sector.

Los tres pilares del GATS

La regla de la nación favorita, por la cual las concesiones sobre los servicios y proveedores garantizados a un país, deben ser también aplicadas a cualquier otro país signatario, sin ningún tipo de discri-minación;

Acceso al mercado: las empresas extranjeras tienen libre acceso al mercado doméstico;

Mismo tratamiento: los inversores extranjeros tienen que ser tra-tados de la misma forma que los inversores nacionales, los cuales no deben gozar de ningún tipo de privilegio debido a políticas protec-cionistas.

En enero de 2000 se inauguró otro ciclo de negociaciones, esta vez que interesa sector por sector, y tendrá que llevarse a cabo en diciembre de 2004: el objetivo es establecer nuevos acuerdos para favorecer siempre más el libre intercambio de servicios.

En el marco de estas negociaciones internacionales, una siempre mayor liberalización del sector turístico es recomendada como favorable tanto por los países industrializados como por los países en vía de desarrollo: los pri-meros tienen amplio campo de acción para inversiones en los países con gran vocación turística; los segundos consideran esta apertura como instru-mento potencial para la proposición directa y sin barreras de sus propios servicios, a través de la libre circulación de informaciones, dinero y personas por un lado y por el acceso facilitado a los canales de distribución interna-cional por otro.

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¿Cuáles son los “Servicios Turísticos”?

En la OMC, la mesa que discute sobre turismo tiene la denomina-ción de “turismo y servicios relacionados al viaje”, e incluye exclusiva-mente las actividades vinculadas a: (1) hoteles y restaurantes, (2) agencias de viaje y tour-operators, (3) guías turísticas y (4) “otros”. En realidad, esta clasificación es juzgada como insuficiente por la misma OMT, y en el 2000 se aclaró que hay que considerar “servicios turísticos” a todos aquellos “servicios que cesarían de existir de forma cuantitativamente relevante, o por los cuales los niveles de consumo resultarían reducidos de forma significativa en ausencia de turistas”.

En realidad, la liberalización sin condiciones, promovida y defendida por el GATS, lleva consigo un riesgo muy peligroso: limitar de manera sustancial el derecho de los gobiernos nacionales de reglamentar, a través de medidas legis-lativas y en el interés de su propio país, la conducta de las empresas extranjeras en su propio territorio.

De hecho, el GATS por un lado influencia los reglamentos nacionales, porque exige que los Estados eliminen todas las medidas que constituyen en algún modo una barrera contra el comercio libre, y por otro lado, los obliga a adoptar medidas que al contrario lo facilitan (estándares, procedimientos, concesiones, licencias).

Además, el acuerdo no involucra ningún tipo de obligación para las em-presas que desarrollan sus actividades privadas en el exterior, es decir que las mismas no tienen que respetar las convenciones internacionales sobre susten-tabilidad medio ambiental, derechos humanos, incluidas aquellas relacionadas con el trabajo.

En consecuencia, los gobiernos encaran una serie de dificultades para limitar la negatividad de los impactos medioambientales, sociales y culturales produ-cidos por el turismo en su propio territorio. Se encuentran así limitados en su autoridad nacional a favor de aquella supranacional, que tiende a responder a lógicas exclusivamente de mercado. En la práctica, una vez que el país adhiere al GATS, difícilmente puede controlar las modalidades con que las inversiones extranjeras son realizadas entre sus propias fronteras.

Cuestiones de importancia primaria, que resultan extremadamente influen-ciadas por el desarrollo turístico, como la preservación del patrimonio natural y cultural del destino turístico, la explotación del territorio y de sus recursos, la participación y el empleo de la población local en las actividades turísticas, corren el riesgo de no poder ser manejadas por el mismo país receptor según su propios procesos decisorios y sus orientaciones.

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eL turismo en La gLobaLización

Los efectos de la liberalización en el sector turístico, entonces, pueden ser positivos y negativos. La globalización, entendida aquí como gradual, pero inexorable pasaje desde sistemas cerrados a sistemas abiertos, desde sistemas “protegidos” y asistidos a sistemas libremente interactivos e interconectados, trae obviamente muchos cambios. Para poder desempeñar un papel activo, es necesario controlar estos cambios. Es necesario analizar dichos cambios, especi-ficar sus consecuencias (riesgos y ventajas) y asegurarse antes que nada que ellos sean realmente globales, es decir, representen una realidad, o por lo menos una tendencia de todos los países del mundo, sin limitaciones y privilegios.

A nivel mundial, las que siguen son algunas de las aperturas seleccionadas y que se focalizan sobre los aspectos vinculados al turismo:

Apertura geopolítica: las fronteras entre naciones tienden a ser siem-pre más permeables; esto implica por un lado mayor facilidad de movi-miento y por otro, un aumento de la interdependencia política y militar. El orden tradicional tiende a desaparecer, pero al mismo tiempo no queda claro por qué tipo de escenario va a ser reemplazado.

Apertura tecnológica: son sobre todo las tecnologías vinculadas a los transportes y a la información (de manera relevante la Web) las que per-miten siempre mayores conocimientos y que aseguran movilidad, física y virtual, abarcando a los rincones más remotos del mundo y del hombre.

Apertura económica: la libertad de la circulación de capitales, la li-bertad de la inversión, las compras y las ventas en cualquier lugar, pue-den ser potencialidades o riesgos para los mercados locales, incluido para el mercado turístico.

Apertura social: es decir, el mercado internacional del trabajo, pero también el mismo respeto de los derechos humanos en todo el mundo.

Apertura cultural: nos estamos acercando a una mayor convivencia entre las diferentes culturas: por un lado, porque las frecuentes migra-ciones están trasformando a la sociedad en una sociedad multicultural, y por otro lado, porque el turismo facilita el contacto y el encuentro entre personas que pertenecen a diferentes culturas. La mutua influencia entre culturas es una tendencia que continúa afirmándose, y puede constituir un factor positivo (nacimiento de expresiones culturales nuevas y diná-micas) o negativo (pérdida de tradiciones e influencias de los modelos culturales dominantes sobre las más vulnerables).

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Apertura biológica: especies vegetales, animales y micróbicas tran-sitan entre áreas distintas y lejanas en el mundo, viajando en medios de transporte más cómodos y rápidos. Esto implica también la di-fusión de epidemias que afectan contemporáneamente a diferentes partes del mundo.

Apertura ecológica: con la ruptura de las fronteras entre ecosistemas, el mundo comparte los mismos problemas como contaminación atmos-férica, cambio climático, crecimiento exponencial de los desechos. Es necesario llamar la atención sobre la cuestión de los derechos de propie-dad intelectual y sobre las patentes de los principios activos literalmente “robados” y substraídos a las comunidades locales por obra de avivados “turistas-científicos”.

Podemos afirmar que el turismo sin aperturas a nivel global no existiría, porque no existirían ni los medios ni la mentalidad para emprender un viaje.

Adicionalmente, el turismo puede generar un importante feed-back sobre los destinos, siendo también un canal de comunicación, una herramienta privilegiada para transmitir y compartir informaciones, tanto biológicas como culturales.

Estas aperturas, para ser condiciones positivas, tienen que ser manejadas por los individuos, los grupos sociales y los Estados de la misma forma, si bien en distintos niveles: con la conciencia de los objetivos correspondientes, de los valores y con cierta madurez política y cultural que habilite la construcción de un escenario de referencia, más allá de la flexibilidad de las elecciones singulares y del carácter imprevisible de las situaciones donde se actúa. Otro elemento fundamental para el turismo es la diversidad: diversidad del medioambiente, de paisaje, de la flora y de la fauna, de culturas, de población, de estilos de vida, de expresiones artísticas.

¿Quién estaría dispuesto a alejarse de su hogar para llegar a lo idéntico?Es necesario entonces defender y garantizar la diversidad sobre cualquier

otra cosa: proteger, promocionar, valorizar. El sector turístico, cuando es ejer-cido con conciencia y respeto, puede transformarse en un elemento de trans-formación e integración mundial: su vocación para el encuentro entre culturas, entre miembros de diferentes sociedades, su invitación a la comprensión res-petuosa y al diálogo puede ayudarlo a abandonar el rol de espectador pasivo a favor de un papel protagónico en el contexto de la globalización.

Lo dicho tiene validez si nos quedamos en un nivel macro y en un nivel de propuestas e intenciones... pero, ¿qué pasa en la realidad cotidiana? ¿Quién se hace responsable del respeto por la diversidad? ¿Cómo moverse hacia la susten-tabilidad del turismo?

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Los efectos deL turismo sobre Los destinos

Existe la posibilidad de que los ingresos generados por los turistas puedan ser utilizados e invertidos en la salvaguardia de los recursos del país de destino a través de programas de preservación y recuperación; que las comunidades locales puedan recibir los beneficios –en términos de informaciones, conoci-mientos, conciencia de su propio patrimonio– a través de la vinculación con turistas; que los flujos turísticos puedan aportar al crecimiento del mercado de productos típicos locales como alimentos, pero sobre todo, artesanía y arte.

Pero también es cierto que la utilización directa de los recursos locales para los servicios destinados a los turistas tiene un fuerte impacto. Especialmente, tiene consecuencias negativas:

La explotación de los recursos naturales por parte de las estructuras de hos-pedaje y de diversión prima entre pares la utilización indiscriminada del agua, pero también la edificación en zonas ecológicamente frágiles, o la promoción de actividades que no son sustentables, como por ejemplo la caza, buceo indis-criminado en ecosistemas vulnerables, el turismo náutico, los teleféricos para transportar esquiadores. En general, el turismo incrementa, de forma excepcio-nal, el número de habitantes en una localidad, alterando los equilibrios locales en materia de gestión de los recursos naturales y de los desechos.

La conducta de los turistas y operadores con respecto al medioambiente y al paisaje: a menudo el impacto de las actividades turísticas es fuertemente agudi-zado por el comportamiento individual de aquellos que se dirigen al exterior sin conocer el contexto donde se sumergirán. Muchas veces estas presencias actúan sin la necesaria atención y tutela para la naturaleza, las técnicas de cons-trucción, las tradiciones y la estética local.

Y de la población local: es necesario recordar que muchas de las actitudes de la población local en los PVD percibidas como “molestas” (un ejemplo es la mendicidad) son consecuencia de la conducta de los turistas mismos.

Casi siempre el turista está “protegido”: es anónimo, se le reconoce el de-recho a conductas que no serían aceptadas si fueran ejercidas por una persona radicada en el territorio local. A veces el turista no es conciente por ignorancia (desconoce el idioma y la cultura del lugar), a veces se aprovecha de su parti-cular condición, viviendo en una especie de suspensión de su propio sistema de valores, y considerando la totalidad de los bienes a su disposición: personas, objetos, tierras, sin excluir las sonrisas, las experiencias y los saberes.

Las presuntas ganancias procedentes del despliegue de los recursos turísticos: quienes trabajan en las empresas turísticas en los PVD ganan mucho comparado con aquellos que son empleados en los tradicionales sectores productivos, como por ejemplo la agricultura. Estas diferencias causan el abandono de los campos,

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la pérdida de importantes saberes locales cuya transmisión se detiene. Se delinea así la tendencia a preferir un trabajo en relación de dependencia, en general de bajo perfil profesional (a menudo los trabajadores locales terminan empleados como camareros en las urbanizaciones turísticas y en las grandes estructuras hoteleras) y con posibilidad de desarrollo humano y profesional condenada casi siempre a un grado cero.

Agua, turistas y costumbres resistentes a los cambios

Un tercio de la población mundial sufre problemas vinculados al agua y a las bajas condiciones higiénicas relacionadas a la escasez hídrica. El 80% de las enfermedades son causadas por la desigual distribución de los recursos hídricos, por el consumo exponencial por parte de los países ricos de la industria, de la agricultura, por la crianza intensiva de anima-les para uso alimenticio, por la contaminación y el crecimiento demo-gráfico propio de los países que más sufren la escasez del “oro azul”.

Las paradojas, vistas y vividas desde lejos suelen ser olvidadas en lo cotidiano, pero es más difícil quedarse indiferentes cuando las mismas se hacen abiertamente visibles todo el tiempo. Todos sabemos que el agua es un bien precioso y necesario para la supervivencia de las poblaciones que viven en esos lugares donde este recurso es muy escaso, donde no hay agua ni siquiera para tomar.

Sin embargo, en estos mismos lugares, los turistas con cinco estrellas pueden contar con agua sin límite para lavarse, para lavar su ropa, para cuidar el jardín del hotel, regar la cancha de golf y disfrutar la frescura del aire acondicionado.

Se trata de costumbres y lujos que el operador turístico trata de sa-tisfacer a cualquier precio y que el turista tiene como exigencia desde su casa: Italia es el primer consumidor europeo de agua, y el tercero en el mundo, con 1.200 metros cúbicos de consumo per cápita anual: el promedio en África es de 250 metros cúbicos.

Si bien es cierto que tres semanas de “vacaciones responsables” en un año no significan nada si son comparadas con el derroche de las otras 51 semanas, también es cierto que es mucho más fácil incorporar nuevos comportamientos en una situación fuera de lo cotidiano, y las vacaciones pueden transformarse en un momento de ruptura positiva, de toma de conciencia.

El turismo debe ser sustentable desde un punto de vista económico, social y medioambiental en el mismo momento/contemporáneamente. Desde lo eco-

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nómico, hay que hacer hincapié en la distribución de los beneficios generados por el desarrollo turístico.

turismo y Lucha contra La pobreza

El 80% de los pobres en el mundo se distribuyen en trece países, y en diez de ellos el turismo es un sector considerado importante para la economía nacional, y que constituye por lo menos el 5% de las exportaciones, es decir el 2% del PIB.

En los 49 países más pobres del mundo, si excluimos el petróleo, el turismo es la principal fuente de moneda extranjera y en la totalidad de los PVD re-presenta la tercera más destacada categoría de exportación (después del sector primario y manufacturero). Si bien con cotizaciones de mercado inferiores a las de los países del Norte del mundo, en los PVD el turismo está creciendo de forma exponencial: entre 1990 y 2000 hubo un aumento de los arribos que varía entre el 75% y el 95%, contra el 38-39% de crecimiento en los países industrializados.

No podemos negar que, como ya tuvimos la ocasión de mencionar, el turis-mo es a menudo manejado por intereses privados y extranjeros, y por lo tanto no solamente no contribuye a la reducción de la pobreza, sino que afecta direc-tamente o indirectamente a los ciudadanos de los PVD. Sin embargo, hay quie-nes plantean que los inconvenientes relacionados con el desarrollo del turismo son comunes a la mayoría de las modalidades y actividades de crecimiento en un mundo globalizado, mientras que el turismo tiene mayores posibilidades de dar inclusive resultados positivos.

Según los defensores de esta última posición, esto se hace posible porque el turismo tiene algunas características que lo diferencian:

Más que una industria es un sistema de industrias, que a su vez genera un valor agregado muy amplio, con potenciales recaídas potenciales sobre la población local, incluyendo el sector informal (con el valor agregado, el PIB generado por el sector turístico pasa del 6% al 10%); el consumidor “llega” al producto: esto permite tener una recaída inmediata también sobre otros secto-res productivos, como el sector alimenticio, artesanal, y de transporte;

El turismo depende íntimamente de las bellezas naturales y de la cultura de un destino: recursos que no son financieros y que están también en las manos de los PVD;

El turismo es un sector que puede emplear un importante número de per-sonas, y entre ellas, una porción destacada, en comparación con otros sectores, puede ser constituida por mujeres.

En particular modo, las estrategias para un turismo “pro-poor”, o sea contra la pobreza, tienen como objetivo el de ampliar las oportunidades que el turismo

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ofrece a las franjas más vulnerables de la comunidad receptora, teniendo un gran cuidado frente a los impactos negativos (sociales, económicos y medioambien-tales) que el turismo llega a causar, para poder controlarlos y neutralizarlos.

Si este tema representa el objetivo, y de consecuencia el principal desafío para las ONGs y las asociaciones que trabajan para el desarrollo de actividades de turismo comunitario, hace falta interrogarse sobre el menos obvio interés actual del OMT que, siguiendo la misma dirección, ha inaugurado reciente-mente el Programa ST-EP: Sustainable Tourism - Eliminating Poverty, que ha sido incluido en el marco de la línea de estudio “Liberalization with a Human Face” y que está vinculado con la trasformación de la OMC en Agencia ONU en diciembre de 2003. ST-EP busca reunir operadores públicos y privados, pre-viendo la creación de una fundación, de un pequeño instituto de investigación y de la realización directa de proyectos en los PVD.

El programa se propone poner en segundo plano el objetivo del incremento de los volúmenes turísticos a favor de la optimización de los beneficios rea-les que el turismo puede directamente o indirectamente traer a la población local: mejoría de los servicios sanitarios, de la seguridad, de la educación y de las ganancias, fortalecimiento de la identidad cultural y del sentimiento de pertenencia, control sobre su propio territorio, desarrollo de conocimiento y capacidades empresariales.

Jornada Mundial del Turismo 2003

En el año 2003, con ocasión de la jornada mundial sobre el turismo, que se celebra el día 27 de septiembre, se eligió el tema: “Turismo: ele-mento propulsor de lucha contra la pobreza, para la creación de empleos y la armonía social”. El tema despertó el interés del Pontífice, cuya intervención fue difundida a través de un mensaje y de la cual propo-nemos algunos fragmentos: “En efecto, el turismo se ha de considerar como una expresión particular de la vida social, con implicaciones eco-nómicas, financieras, culturales y con consecuencias decisivas para las personas y los pueblos. Su relación directa con el desarrollo integral de la persona debería orientar su servicio, como el de las demás actividades humanas, a la edificación de la civilización en el sentido más auténtico y completo, es decir, la edificación de la “civilización del amor”.

La actividad turística puede desempeñar un papel relevante en la lucha contra la pobreza, tanto desde el punto de vista económico como social y cultural.

Viajando se conocen lugares y situaciones diversas, y se hace con-ciencia de cuán grande es la brecha entre los países ricos y los pobres.

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Además, se pueden valorar mejor los recursos y las actividades locales, favoreciendo la participación de los sectores más pobres de la población.

El viaje turístico y la estadía en otros países implican siempre un en-cuentro con personas y culturas diversas. Por doquier, pero sobre todo en los países en vías de desarrollo, el visitante y el turista difícilmente pueden evitar entrar en contacto con realidades dolorosas de pobreza y de hambre. En este caso, no sólo es necesario resistir a la tentación de encerrarse en una especie de “isla feliz”, aislándose del ambiente social; más aún, es preciso evitar aprovecharse de la propia posición de privile-gio para explotar las “necesidades” de la gente del lugar.

Por tanto, la visita ha de ser ocasión de diálogo entre personas de igual dignidad; motivo de mayor conocimiento de los habitantes del lugar y de su historia y cultura; y apertura sincera a la comprensión del otro, que desemboque en gestos concretos de solidaridad.

Esta solidaridad se practica ante todo respetando la dignidad personal de la población del lugar, su cultura y sus costumbres, con una actitud de diálogo para promover el desarrollo integral de cada uno. En el viaje turístico esta actitud es aún más exigente, puesto que es más palpable la diversidad de civilizaciones, culturas, condiciones sociales y religiones.

Hay que comprometerse para que en ninguna ocasión el bienestar de pocos privilegiados sea conseguido en detrimento de la calidad de vida de muchos más seres humanos (...).

Deseo vivamente que la actividad turística sea un instrumento cada vez más eficaz para la reducción de la pobreza, para la promoción del crecimiento personal y social de las personas y de los pueblos, y para la consolidación de la participación y la cooperación entre las naciones, las culturas y las religiones.

¿cómo podemos intervenir en un niveL más operativo?

Según la OMT, existen estrategias que ya fueron ensayadas, que resultaron exitosas y que pueden ser aplicadas para aumentar los beneficios económicos del turismo para que funcionen en la eliminación de la pobreza de los habitantes.

Algunas de las indicaciones son:Atraer a segmentos de mercado turístico con mayor propensión de inversiónIncrementar la estancia de los turistasDesarrollar productos complementarios a los estrictamente necesarios para

el sector turístico

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Crear una mayor difusión geográfica de los beneficios del turismo (de las litorales al interior, por ejemplo)

Implementar la gestión local del sectorDesarrollar alianzas y redes con otros interlocutoresReducir el carácter estacional del turismoImplementar la formación profesional de la población localSe identifican también las principales desventajas comúnmente imputadas

al sector turístico: propiedad extranjera de las principales estructuras y de los servicios, saqueo de los recursos naturales a la población local, necesidad de destacadas inversiones de marketing para la promoción del destino turístico en el mercado internacional.

Se plantea que las desventajas mencionadas, si bien reales, pueden ser en parte contrabalanceadas por los resultados positivos, y en parte ser consideradas como riesgos propios de otros sectores que no sean turísticos.

Podemos organizar las estrategias potencialmente viables en categorías que resuman ejes temáticos:

Estrategias dirigidas a aumentar la interrelación hacia la población local de las actividades relacionadas con las grandes estructuras turísticas (grandes hote-les y urbanizaciones turísticas): favoreciendo las relaciones con los proveedores locales y la utilización de fuerza trabajo del país receptor con contratos equita-tivos a nivel local e internacional.

Estrategias dirigidas a aumentar la conciencia, la capacidad y la profesiona-lidad de la población local, para la gestión en primera persona de servicios tu-rísticos o de otros sectores relacionados, a través de la constitución de pequeñas empresas o cooperativas a nivel local.

Estrategias dirigidas a construir políticas, modelos y procesos participativos para un turismo que represente una oportunidad concreta de desarrollo econó-mico local sustentable a nivel internacional y nacional.

Estrategias dirigidas a la educación del turista conciente del impacto de sus propias elecciones y de consecuencia de su poder en calidad de consumidor.

El turista responsable es un valioso elemento para un turismo más susten-table y equitativo, en virtud de su capacidad de influenciar las acciones de los grandes operadores turísticos.

Cada eje puede ser considerado desde un punto de vista propiamente técnico (elaboración de estudios, planes, análisis que permitan generar co-nocimiento sobre el tema), productivo (intervenciones, experimentaciones, realizaciones de proyectos), comercial (apoyo a la difusión, promoción y dis-tribución de ideas y productos).

Se debe obviamente tener en cuenta que cada país tiene su especificidad y sus propias problemáticas; que si nos proponemos aportar beneficios a las franjas

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más vulnerables de la sociedad habrá que comprender las dinámicas y las difi-cultades de estas personas en el marco de su propio contexto; que algunas de las soluciones propuestas a nivel teórico podrían a nivel práctico revelarse difí-cilmente sustentables en el destino, es decir que podrían llegar a causar fuertes desequilibrios a nivel medioambiental, cultural, social.

Con respecto a lo que se puede hacer, las ideas pueden no ser claras, exhaus-tivas, y en algunos casos tampoco exitosas, pero existen ejemplos de logros, así como existen experiencias piloto y primeras evaluaciones.

Se hace imprescindible entender a qué nivel territorial se evalúa oportuno y ventajoso (en términos de resultados) y correcto (en términos de respeto por las capacidades e instituciones existentes) actuar y a cuál interlocutor conviene invo-lucrar en la intervención. Entonces las preguntas básicas son ¿dónde y quién?

turismo LocaL, turismo gLobaL

Cuando el turismo se radica en contextos locales con un sistema de normas débiles y permeables a las imposiciones externas, aparece la marginalización de las actividades pre-existentes, la pérdida de control local sobre las herramientas de la nueva proyectualidad turística y la alteración del espacio social.

La capacidad proyectual y política de un sistema territorial debe traducirse en la actuación de un modelo de desarrollo turístico que apele a la idiosincrasia del lugar y sepa respetar sus valores identitarios, realizando, o contribuyendo a la realización de iniciativas compatibles y territorialmente coherentes.

No hay que subestimar el hecho de que, para intervenir con eficacia a nivel local, es necesario contar con el consenso, y mejor aún con el apoyo de las instituciones nacionales.

Los sectores productivos, los operadores, los institutos involucrados en el sector turístico son realmente numerosos. Las presiones, pero también las de-cisiones tomadas a nivel nacional e internacional afectan el contexto local y pueden incidir violentamente sobre el mismo.

Siguiendo el contenido y los actores que participaron de la redacción de las cartas elaboradas en los años 90, se especifica un rol y una función para cada interlocutor: el turista, el operador turístico tradicional, la comunidad local receptora, las ONGs y las asociaciones, las organizaciones internacionales, los entes públicos.

Sin embargo, las responsabilidades y el poder de los Estados quedan más en las sombras en este nuevo contexto global guiado por el liberalismo, donde instituciones supranacionales por un lado, e intereses privados por otro, afectan directamente a la realidad local.

Las relaciones entre aquellos que operan a nivel local y aquellos que operan a nivel global son muy estrechas, tanto que se puede hablar de interdependencia.

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Se hace todavía referencia al concepto “pensar globalmente, actuar local-mente”, pero el ámbito local no puede ser simplemente considerado como nivel territorial en el que las estrategias construidas a nivel internacional son experimentadas o aplicadas.

El local hoy tiene que confrontarse con el global, justamente a causa del debilitamiento del nivel intermedio (lo nacional y más lo supranacional) deter-minado por la fuerte liberalización.

La ausencia de mediaciones (que podían revelarse en su momento vinculan-tes o protectoras de la escala local) lleva a la oferta turística a confrontarse direc-tamente con la demanda mundial, y con dificultades de fácil determinación.

En este contexto, los organismos non-profit pueden actuar como puente entre comunidad local y realidades internacionales, creando las necesarias competen-cias y tratando de evitar la explotación indiscriminada de los recursos, a través de la formación de una amplia y articulada conciencia entre las poblaciones locales.

Deberán brindar entonces asistencia, tanto en términos económicos como en términos de formación y profesionalización, a las comunidades que van a emprender un desarrollo local sustentable.

Este proceso se realiza a través de la realización, por parte de las ONGs, de proyectos ideados en colaboración con la contraparte local en los PVD y finan-ciados por los Estados, la Unión Europea, pero también por las Regiones, los Municipios, las fundaciones del Norte del mundo.

El ámbito global, por lo tanto, si por un lado constituye un peligro, por-que permite a los privados comprar enteras regiones, litorales, parques en los rincones más remotos del planeta, por otro lado, permite la vinculación entre asociaciones, movimientos internacionales y Sur del mundo, garantizando un apoyo y una fuerza comunicativa de otra forma impensable.

No hay que olvidar las tareas que están por desarrollarse en el Norte, para in-tentar cambiar la mentalidad de los operadores turísticos privados y la aproxima-ción de los turistas mismos en los lugares elegidos como destino de vacaciones.

aLgunas refLexiones para avanzar

Terminadas estas primeras reflexiones, en seguida aparecen otras.¿Existen lugares en los países donde es más eficaz construir las condiciones

necesarias para el desarrollo de un turismo que aporta beneficios estructurales y duraderos a la población local? “Pobreza” de hecho es un término multidimen-sional: si técnicamente con este se indica la población que vive con una renta per cápita de u$s 1 por día, en realidad la situación es mucho más compleja, porque incluso en lugares donde aparentemente parece existir cierto bienestar, existen realidades de extrema pobreza que conllevan a la total exclusión de la vida social. Son ejemplo de ello las grandes ciudades del mundo o bien los paí-

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ses donde un imprevisto y rápido desarrollo económico (turístico también) han generado un bienestar concentrado en pocos ámbitos y, como consecuencia, fuertes desequilibrios.

El producto turístico tiene algunas características que hasta ahora lo han di-ferenciado: inmovilidad de la oferta y, como consecuencia de ello, un desplaza-miento del turista, intangibilidad y persistencia del producto luego del consumo. Pero, ¿cuáles son las funciones de esta característica en el éxito del sector turístico y en la percepción del turismo como recurso para los países más pobres? ¿Son y serán todavía válidas? Y más aún: ¿Es todavía cierto que después del consumo de un destino turístico queda todavía disponible e intacto? ¿Es todavía cierto que las características físicas y culturales de un destino turístico no son reproducibles en otro lugar, de pronto un lugar más cercano, más cómodo, menos peligroso?

Trabajar en el marco de un turismo construido, promovido, vivido según la perspectiva de sustentabilidad y de lucha contra la pobreza requiere mucho tiempo, y a su vez, las cifras, es decir las estadísticas, difícilmente serán capaces de medir el cambio. ¿Porqué vale realmente la pena apostar a este desafío?

¿Qué significa hoy un turismo de calidad? ¿Servicios con cinco estrellas siem-pre más exclusivos o servicios accesibles a la mayoría de las personas? ¿Estructuras, actividades, destinos turísticos certificados o realidades genuinas, pero ricas en sorpresas e inconvenientes? ¿La posibilidad de entrar en contacto con minorías indígenas refugiadas en los rincones más apartados del planeta o la oportunidad de conocer personas mucho más cercanas de las cuales no sabemos casi nada?

No siempre es fácil elegir, pero se trata de una responsabilidad que cada viajero, operador turístico, político tiene que asumirse singularmente, creando luego información, grupos de opinión, movimientos de acción para un turismo que sea sustentable para todos.

acrónimos

AITR Asociación Italiana Turismo ResponsableGATS General Agreement on Trade in ServicesICEI Istituto di Cooperazione Economica InternazionaleOMC Organización Mundial del Comercio

(en inglés la sigla es WTO - World Trade Organization)OMT Organización Mundial del Turismo

(en inglés la sigla es WTO - World Tourism Organization)ONG Organización No GubernamentalPIB Producto Interno BrutoPDV Países en Vía de DesarrolloUNCTAD United Nations Conference on Trade and DevelopmentUNEP United Nations Environment ProgrammeUNESCO United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization

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bibLiografía

Actas del Congreso “Gli studi di impatto come strumenti per un turismo sostenibile”, Genova 1997.

Actas del Congreso “Turismo è sviluppo?”, Torino, 2002.

Actas de la Conferencia Internacional sobre el Turismo Sustentable, Rimini, 2001.

Atlante Mondiale, Le Monde Diplomatique, 2003.

Annuario del Turismo, Touring Club Italiano, Milano, 2003.

Canestrini, D., “Andare a quel paese - vademecum del turista responsabile”, Feltrinelli Traveller, Milano, 2001.

Direction Générale de la Coopération Internationale et du Développement “Caractériser le tourisme responsable facteur de développement durable”, Ministerio de Asuntos Exte-riores de Francia, 2003.

Galli, P. e M. Notarianni, “La sfida dell’ecoturismo”, De Agostini, Novara, 2002.

Tourism and poverty alleviation, WTO, 2002.

Migotto, Mauro, “Tutti insieme a vantaggio di pochi”, ICEI-Fundació Pau i Solidaritat, Milano, 2001.

Morazzoni, M., “Turismo, territorio e cultura”, De Agostini, Novara, 2003.

Sachs, W., “Dizionario dello sviluppo”, Edizioni gruppo Abele, Torino, 1998.

Varone, R. (a cura di) “Viaggiare a passo leggero - giochi, strumenti e idee per un turismo sostenible”, CISV, 2003.

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Curriculums de los autores

rodoLfo barros

(Mendoza, 1967). Formado en la Universidad de La Plata –donde trabaja como docente–, lleva diez años escribiendo sobre los vaivenes de la economía y del consumo en la Argentina. Se inició como colaborador en medios gráficos como Página/12, La Nación y Humor. Pasó por las revistas Mercado, TXT y El Economista, y actualmente forma parte de la redacción del semanario Veintitrés, donde escribe sobre economía y está a cargo de la sección Negocios. Además, es editor de contenidos en emprendimientos relacionados con las te-lecomunicaciones. Fuimos… es su primer libro.

cristian brisacani

(Castellaneta, 1978). Se graduó en Ciencias Internacionales y Diplomáticas en la Universidad de Bologna y tiene un master en Procesos de Integración Regional con énfasis en el Mercosur (CEA-UBA). Después de una breve ex-periencia en el tercer sector en España y Argentina, desde hace tres años trabaja en la ONG italiana de cooperación al desarrollo ICEI, desempeñándose en el diseño y la gestión de proyectos.

sabrina carLini

(Bolzano, 1971). Graduada en Psicología Social con maestría en Antropo-logía Cultural y Visual; empieza a colaborar con ICEI en el año 2002 como directora de un programa de educación al desarrollo financiado por el Minis-terio de Asuntos Exteriores Italiano sobre immigración italiana en la Argentina. En la actualidad es coordinadora de las actividades de Turismo Responsable. Es autora del libro Fuori Rotta, passi verso un turismo responsabile.

Jorge defino

(Buenos Aires, 1946). 1966, Trabajador social, título expedido por el Ins-tituto de Trabajo Social. 1981, Licenciado en Ciencia Política de la Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de El Salvador. 1995, Curso de posgrado de Gestión y Control de las políticas públicas, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO). Instituto Nacional de la Administración Pública

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(INAP). 1986-1989, Director General de Turismo de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires. 1983-1986, Director General Adjunto de la Dirección de Turismo de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires. 2003, Coordi-nador Consejo Federal de Turismo, Secretaría de Turismo de la Nación.

JuLián KopeceK

(Buenos Aires, 1966). Director de la Carrera de Turismo de la Universi-dad Nacional de Lanús. Director del Observatorio Turístico de la República Argentina. Master en Gestión Cultural de la Universidad de Barcelona (Espa-ña). Posgrado de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de la Sorbonne (Francia). Becario del Ministerio de Cultura de la República Francesa. Docente universitario y consultor de organismos internacionales, nacionales y provin-ciales. Sitio web: www.observatur.edu.ar

marco morani

(Pavia, 1964). Graduado en Ciencias Políticas en la Universidad de Pavia, Italia. Trabajador social en cooperativas para la reinserción sociolaboral durante la primera mitad de los ‘90, pasa al sector Profit en el ‘96 como gerente de un centro de Asistencia Clientes para América Latina de un importante grupo textil italiano; a principio de 2002 vuelve al sector No Profit, coordinando la “Campaña Niños”, iniciativa privada italiana de apoyo a comedores infantiles en la Argentina. Desde enero de 2003 es el Director de la sede regional de ICEI, coordinando las actividades de cooperación al desarrollo que se imple-mentan en Argentina, Uruguay, Paraguay y Brasil.

fabián román

(Buenos Aires, 1963). Fundador y Presidente de la Fundación Plan21 por el Desarrollo Humano Sostenible. Coordinador del Centro de Estudios sobre Desarrollo Sostenible. Ingeniero químico, UBA. Diplomatura de especializa-ción profesional en Desarrollo Sustentable y Gestión Ambiental, Universidad Bolivariana de Chile. Profesor Titular Universidad Nacional de Lanús.

vaLentina ucceLLi

(Verbania, 1978). Se graduó en Economía Política en la Universidad de Bologna y tiene un master en Economía del Desarrollo para América Latina otorgado por la Universidad Internacional de Andalucía. Después de una breve experiencia en el tercer sector en Italia, hace tres años trabaja para la ONG

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italiana de cooperación al desarrollo Istituto Cooperazione Económica Inter-nazionale (ICEI), desempeñándose en el diseño y gestión de proyectos.

ernesto viLLanueva

(Buenos Aires, 1945). Licenciado en Sociología, Facultad de Filosofía y Le-tras, Universidad de Buenos Aires, 1968. Integrante de la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria desde agosto de 1996. Presidente desde febrero de 1999 hasta agosto de 2000 y desde febrero de 2002 hasta la actualidad. Director del CONICET. 1994. Secretario General a cargo del Rectorado de la Universidad Nacional de Buenos Aires. Períodos junio 1973-octubre 1973; octubre 1973-abril 1974 y abril 1974-septiembre 1974.

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