Turquía: el muro para lograr la paz

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L a tregua de la violencia ar- mada en Turquía atraviesa un momento delicado tras “el paquete de democratiza- ción” que el primer ministro, Recep Tayyip Erdogán, anunció el pasado 30 de septiembre, en un supuesto in- tento por aliviar la tensión del proceso de paz que mantienen la considerada organización terrorista Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK, en kurdo) y el Gobierno turco en su len- titud por avanzar en el reconocimiento de los derechos del pueblo kurdo. Un conflicto armado algo aliviado desde hace diez meses en su contexto polí- tico pero que continúa cimentado en la separación social, muy sutil, entre turcos y kurdos, un enzarce de prejui- cios y distanciamiento mutuo que no acerca posiciones, aunque la situación entre ambos ‘bandos’ haya mejorado a raíz del estallido social que exigía de- mocratización en Turquía. Una paz muy necesaria, cuya cons- trucción se impulsó ante la posibili- dad de que los kurdos que habitan el norte de Siria pudieran acceder a una autonomía y presionara de esta mane- ra las fronteras “forzosas” del Estado turco en el que vive gran parte de la población kurda, fronteras preocupa- das también por el posible contagio de la desestabilización de Siria, en medio de una guerra civil que arroja en una habitualidad horrorosa cifras de muer- tes civiles (más de 100.000, según la ONU), y que alcanzó una alerta máxi- ma ante la posible intervención de Es- tados Unidos para combatir el régimen sirio de Basahr Al-Assad como res- puesta a un supuesto ataque químico lanzado contra la población siria. LAS DOS TURQUÍAS “La enarbolación de banderas turcas es una forma de censura invisible ha- cia los kurdos”, opinaba un abogado kurdo en Kadiköy, un barrio conocido por su apertura ideológica y asimila- do a los aires europeístas de Taksim, situado en la parte asiática de Estam- bul. Las banderas turcas continuaban invadiendo la gran metrópoli y el ba- rrio Taksim se mostraba más tranqui- lo tras el estallido social que Turquía sufrió hace cuatro meses, a raíz de las protestas que quisieron paralizar la destrucción del parque Gezi y que Por Josune Murgoitio / Corresponsal en Turquía (@josmurgui) Fotos: J.M. el muro para lograr la paz Turquía: Crónica Internacional 84 - 85

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El reportaje aborda la separación social entre turcos y kurdos en la que se cimienta el proceso de paz tan delicado que vive el país.

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La tregua de la violencia ar-

mada en Turquía atraviesa

un momento delicado tras

“el paquete de democratiza-

ción” que el primer ministro, Recep

Tayyip Erdogán, anunció el pasado

30 de septiembre, en un supuesto in-

tento por aliviar la tensión del proceso

de paz que mantienen la considerada

organización terrorista Partido de los

Trabajadores del Kurdistán (PKK, en

kurdo) y el Gobierno turco en su len-

titud por avanzar en el reconocimiento

de los derechos del pueblo kurdo. Un

con$icto armado algo aliviado desde

hace diez meses en su contexto polí-

tico pero que continúa cimentado en

la separación social, muy sutil, entre

turcos y kurdos, un enzarce de prejui-

cios y distanciamiento mutuo que no

acerca posiciones, aunque la situación

entre ambos ‘bandos’ haya mejorado a

raíz del estallido social que exigía de-

mocratización en Turquía.

Una paz muy necesaria, cuya cons-

trucción se impulsó ante la posibili-

dad de que los kurdos que habitan el

norte de Siria pudieran acceder a una

autonomía y presionara de esta mane-

ra las fronteras “forzosas” del Estado

turco en el que vive gran parte de la

población kurda, fronteras preocupa-

das también por el posible contagio de

la desestabilización de Siria, en medio

de una guerra civil que arroja en una

habitualidad horrorosa cifras de muer-

tes civiles (más de 100.000, según la

ONU), y que alcanzó una alerta máxi-

ma ante la posible intervención de Es-

tados Unidos para combatir el régimen

sirio de Basahr Al-Assad como res-

puesta a un supuesto ataque químico

lanzado contra la población siria.

LAS DOS TURQUÍAS“La enarbolación de banderas turcas

es una forma de censura invisible ha-

cia los kurdos”, opinaba un abogado

kurdo en Kadiköy, un barrio conocido

por su apertura ideológica y asimila-

do a los aires europeístas de Taksim,

situado en la parte asiática de Estam-

bul. Las banderas turcas continuaban

invadiendo la gran metrópoli y el ba-

rrio Taksim se mostraba más tranqui-

lo tras el estallido social que Turquía

sufrió hace cuatro meses, a raíz de

las protestas que quisieron paralizar

la destrucción del parque Gezi y que

Por Josune Murgoitio / Corresponsal

en Turquía (@josmurgui)

Fotos: J.M.

el muro para lograr la paz

Turquía:

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acabaron propagándose para reivin-

dicar democratización; serios distur-

bios entre la Policía y miles de ma-

nifestantes que exigían al Gobierno

del primer ministro Erdogán respetar

los principios básicos de una Turquía

constitucionalmente laica. Las reivin-

dicaciones desataron miles de bande-

ras y la propugnación de los retratos

de Atatürk, el padre de la patria turca.

Desde entonces, el oeste de Tur-

quía ha asistido a una alteración social

como resultado del despertar de una

parte de la población que critica dura-

mente, a través de protestas pací�cas,

las políticas y el espíritu del Partido por

la Libertad y la Democracia (AKP, en

turco) que Recep Tayyip Erdogán lide-

ra. A pesar de dicha alteración social,

la vida cotidiana es bastante relajada y

el trabajo y las relaciones sociales se

desarrollan con relativa tranquilidad, a

excepción de la presión religiosa que

coarta sutilmente la vida de quienes

no profesan religión. Un hecho visual

son las banderas y retratos de Atatürk

que imperan en el oeste y una percep-

ción de vida más o menos tranquila

que contrasta con lo que ocurre en el

este del país, cuyo ambiente y visión

cambia sustancialmente; una especie

de zona de con�icto muy disimulada.

A punto de aterrizar en la que se

considera capital kurda de Turquía y

un lugar muy peligroso, se avistaba la

ciudad amurallada de Diyarbakir. Pre-

viamente al viaje, jóvenes turcos ad-

vertían de que era mejor no ir allí por

la a�uencia de terroristas del PKK, por

la delincuencia de sus gentes pobre y

el machismo que caracteriza al hombre

kurdo, y la discordia abierta, por todos

sufrida, con las fuerzas de Seguridad

de Turquía desde hace ya 40 años: la

reivindicación de la independencia del

Kurdistán. El aeropuerto de Diyarbakir

contaba, a diferencia del oeste de Tur-

quía, con medidas policiales añadidas

y un ambiente de hostigamiento y hos-

tilidad que se percibía nada más aterri-

zar, y después, paseando por sus calles

y distrito centro, conocido como Sur,

se con�rmaba por la fuerte presencia

de convoys policiales y militares.

En Diyarbakir, que cuenta con la

segunda muralla más larga del mun-

do después de la de China debido a su

longitud de 5,5 km, no se observaban

banderas color rojo y blanco con la

luna y la estrella que caracteriza a Tur-

quía, a excepción de una muy pequeñi-

ta acompañada de un retrato pequeño

también de Mustafá Kemal Atatürk en

esa misma muralla, pero tampoco apa-

recía por ningún lado la bandera que

los habitantes de Diyarbakir de�enden

y sienten; color verde, amarillo y rojo,

perteneciente a la suprimida Kurdis-

tán, según la opinión generalizada de

sus ciudadanos, una “nación” actual-

mente dividida entre Turquía, Irán, Si-

ria e Irak, aunque en este último país,

los kurdos cuenten con un estatus es-

pecial que les hace funcionar práctica-

mente como un Estado independiente.

UN MURO SOCIAL “Desde 1923 los gobiernos en Tur-

quía no han enfatizado en el este,

utilizándolo para la agricultura y el

oeste para la industria. El oeste ha ido

asimilándose a Europea día tras días

y el este a la vida de Oriente Medio”,

señalaba Asu, una joven residente en

Esmirna, situada en el sudoeste de

Turquía y considerada la más kema-

lista de la ciudad- se les considera

kemalistas a los seguidores del padre

de la República de Turquía: Mustafá

Kemal Atatürk-. La falta de desarro-

llo económico en el este de Turquía,

propiciada también por la guerra que

se inició entre turcos y kurdos, mar-

ca la vida cotidiana de los habitantes

de Diyarbakir, Batman o Hasankeyf,

entre otras ciudades conocidas en esta

zona del país. Una diferenciación en-

tre oeste y este que se extrapola tam-

bién en la propia población.

“Existe un muro entre turcos y kur-

dos”, a�rmaba un joven periodista en

Diyarbakir. “Existe algo dentro de un

La construcción de Turquía

El Tratado de Sèvres (1920) reconocía el derecho a la autonomía kurda, guiándose en el Programa de 14 puntos del presidente de Estados Unidos Wilson. Las élites kurdas apoyaron a Mustafa Kemal Atatürk en su levanta-miento para recuperar el territorio de lo que después sería el estado turco a cambio de que los kurdos disfrutaran de la autonomía una vez se constitu-yera la República de Turquía tras las ruinas del Imperio Otomano. Sin em-bargo, Atatürk se negó a �rmar dicho tratado y fue sustituido por el Tratado de Lausana (1923) en el que desaparecía el derecho a la autonomía kurda. Desde entonces, los kurdos quedaron divididos bajo cuatro soberanías na-cionales: Turquía, Iraq, Irán y Siria. En 1978 el con�icto estalló con toda su virulencia cuando de la mano de Abdullah Öcalan se creó el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) que reivindicaba bajo mandatos marxistas-socialistas la independencia para después verse forzado a rebajar las expectativas a la autonomía y el reconocimiento de los derechos.

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kurdo y un turco que les impide hablar

con total libertad”, explicaba, “cuando

hablas sobre el problema kurdo se cor-

ta la relación”, añadía y ejempli$caba

con el caso de una mujer kurda muy

rica que tenía unos amigos turcos que

la visitaban en Diyarbakir, respetaban

su condición de kurda, pero rompieron

la relación con ella al verla vestida con

el traje típico del Newroz, $esta kurda

por excelencia que se celebra el 21 de

marzo y conmemora el inicio de la pri-

mavera, durante muchos años prohibi-

da por el Gobierno turco.

Según algunos analistas, periodis-

tas y muchos ciudadanos, el pueblo

kurdo representa la mayor minoría ét-

nica sin Estado del mundo (22 millo-

nes de personas aproximadamente). La

mayor parte de la población de origen

kurdo, aproximadamente 15 millones

de personas y alrededor del 20 por

ciento de la población de Turquía, es-

tán asentados en el este del país, pero

debido a las condiciones de pobreza

y vida restrictiva por la asimilación a

Oriente Medio, muchos han emigra-

do a otros países como Alemania o

Francia o se han trasladado al oeste de

Turquía y viven en barrios aislados de

Estambul o Esmirna, entre otras.

“Estudié en la Universidad de Anka-

ra y al acabar la carrera hablaba inglés y

francés, un turco me preguntó de dónde

era y respondí que kurda, me dijo que

no podía ser kurda si sabía hablar in-

glés y francés”, declaraba una profesora

de inglés en Diyarbakir, cuya identidad

pre$rió salvaguardar por miedo a sufrir

represalias por parte de la policía turca,

“otro me dijo que no podía ser kurda

porque las kurdas son feas”. “Nosotros

creemos que el problema no radica en

los nacionalismos, sino en la mentalidad

imperante de una única nación con una

única identidad y lengua. Los kurdos no

solo luchan por sus derechos, sino por

los derechos de los árabes, alevis… lo

único que queremos es vivir en igual-

dad, el respeto de nuestros derechos y la

convivencia mutua. Las fronteras no tie-

nen importancia cuando vivimos en de-

mocracia”, opinaba Abdullah Demirbas,

alcalde del distrito Sur de Diyarbakir.

“En general no existe una separa-

ción entre turcos y kurdos”, a$rmaba

Asu. “Por supuesto que existen peque-

ños grupos de nacionalistas en ambas

partes [turcos y kurdos] que quieren

separarse. Odio el racismo y en mi opi-

nión todos juntos somos uno”, añadía.

“Los turcos cambian, a solas con un

kurdo son más cercanos, pero cuando

se juntan entre ellos, el kurdo se sien-

te discriminado e inferior”, a$rmaba el

joven periodista. Asu admitió que sí es

cierto que algunos turcos tengan pre-

juicios hacia los kurdos, pero advirtió

también de que sucede al revés, y alertó

de que dichos prejuicios provienen de

la existencia del “Partido de los Traba-

jadores del Kurdistán y los Gobiernos”.

Jóvenes turcos consultados nega-

ban la existencia de una separación

social con kurdos e insistían en que

mantienen relaciones de amistad con

ellos. Es común mantener conversa-

ciones con turcos que niegan dicha se-

paración social porque, según ellos, no

existe ninguna diferencia entre ambos:

se asemejan y se respetan mutuamente.

Al contrario de todos los kurdos a los

que esta revista ha accedido, repetían

Abdullah Demirbas, alcalde del distrito Sur, fue detenido por supuesta implicación en el PKK. En la actualidad ejerce la política y ayuda a los ciudadanos a resolver sus problemas

La muralla rodea el casco antiguo de Diyarbakir, separa la zona antigua de la nueva, y es utilizada en muchas ocasiones para ocio y celebración de bodas

El pueblo kurdo interpreta como un nuevo ataque a su identidad la construcción de un pantano por parte del Gobierno turco que inundará Hasankeyf e implicará su total destrucción, a pesar de sus ruinas arqueológicas.

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con insistencia: la idea dominante en

Turquía de una única nación, identidad y lengua, que provoca la exclusión de identidades como la kurda o situacio-nes de marginalidad como los alevís, una religión-cultura que se identi$ca con una progresión ideológica que im-pacta con la mayoría musulmana suní en el país. “Desde que se fundó la Re-pública de Turquía ha existido el pro-blema kurdo y desde entonces kurdos y turcos siempre han tenido proble-mas. Los gobiernos no han enfatizado en el este de Turquía que es donde se desarrolla la vida kurda, por lo que los kurdos están intentando deshacerse de la parte turca”, explicaba Asu.

A día de hoy los kurdos continúan viviendo en un estado de paranoia ge-neral. Miran hacia todos los lados, ob-servando si algún policía secreta les escucha. Existe una gran descon$anza hacia las Fuerzas de Seguridad del Es-tado como si la impunidad de la actua-ción excesiva policial fuese una idea muy interiorizada en la mentalidad kur-da y mantienen conversaciones muy li-mitadas sobre política, alejados siempre de teléfonos o móviles: creen que la Po-licía turca tiene pinchados los aparatos.

“PEQUEÑOS AVANCES”Sin embargo, la vida en Diyarbakir se ha calmado. Se perciben “pequeños avances que suponen grandes cam-bios”, explicaba un abogado kurdo. La denominación Kurdistán es un crimen penado en el artículo 14 de la Constitución turca y el artículo 302 del Código Penal. Los kurdos cuentan con un propio idioma que está prohi-bido estudiarlo en la escuela, a excep-ción de las dos horas semanales que el gobierno de Recept Tayyip Erdogán ha permitido como lengua extranjera, por lo que el habla del idioma se redu-ce al ámbito familiar.

Un pequeño avance, que aunque sea tachado de insu$ciente por la mayoría de la población kurda que supone un gran cambio, al igual que la aceptación por el gobierno de Erdogán de que la lengua kurda sea utilizada en los Tribu-nales, pero cuya regulación causa dis-cordia porque, a diferencia de la traduc-ción de otros idiomas como el español o francés que corren a cargo del Estado, el solicitante kurdo tiene que acarrear con la factura. De la misma manera que actualmente la lengua kurda puede

utilizarse en medios de comunicación, pero solo en los o$ciales y estatales.

Paradójicamente esos “pequeños avances” han corrido a cargo del go-bierno del Partido de la Libertad y la Democracia (AKP, en turco), ideológi-camente de derechas y con tendencia islamista, que a la vez, es seriamente criticado por los kemalistas, que nacio-nalistas y “rozando el fascismo” han atentado siempre contra el reconoci-miento de los derechos del pueblo kur-do, según la mentalidad que impera en Diyarbakir. Un triángulo de separación social que se hace notable en Turquía. El Gobierno de Erdogán es criticado por intentar islamizar a la población turca y al mismo tiempo introduce ciertos avances en el reconocimiento de los derechos del pueblo kurdo, que resulta una sociedad que vive en un es-tado generalizado de pobreza, a pesar de contar con petróleo en determina-das ciudades kurdas como Batman, muy patriarcal y de fuerte presión reli-giosa, lo que conlleva a una alarmante situación de la mujer.

“Las protestas que se han desarro-llado y se desarrollan son una buena representación de la democracia”, a$rmaba Abdullah Demirbas, alcalde del distrito Sur de Diyarbakir, “aun-que desafortunadamente, después de la guerra los grupos nacionalistas [ke-malistas, militares conocidos como Er-genekon…] siempre han atacado a los grupos democráticos”. Las protestas reivindicaron desde el principio más democracia, pero con el tiempo, según la mentalidad kurda, dichos grupos na-cionalistas fueron apoderándose de la causa y se apoderaron de las reivindi-caciones con signos que atentan contra su identidad y honor, como la bandera turca o el retrato de Atatürk.

Lo positivo, más allá de que se rei-vindique democracia, es la referencia insistente de jóvenes turcos de la ma-nipulación que ha caracterizado a los medios de comunicación en las infor-maciones que cubrían los disturbios que se produjeron entre la policía y los manifestantes, en un claro uso de la fuerza excesiva por parte de las fuerzas de seguridad, que indujo a la Unión Europea, a las puertas de la renegocia-ción de las condiciones del proceso de adhesión de Turquía que se reabrirán en octubre, a llamar la atención al pri-mer ministro Recep Tayyip Erdogán por su actitud hostil hacia la libertad de expresión de los ciudadanos.

Esa misma manipulación ha sido extrapolada por los jóvenes turcos a los que Orden y Ley ha tenido acceso a la resolución del con+icto kurdo; dudan ahora de la perspectiva o$cial de terro-ristas que han tenido siempre respecto de ellos, por lo que cierto puente empieza a hilarse. “Los juzgados y los medios de comunicación han mostrado a los kur-dos como terroristas. Yo mismo fui de-tenido y mostrado en los medios como un terrorista y solo quiero la libertad y el reconocimiento de nuestros derechos”, declaraba Abdullah Demirbas, que aña-día “de acuerdo con la versión estatal cualquier reivindicación de derecho es considerada terrorista”, y ejempli$caba con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán, una organización considerada terrorista por Estados Unidos, la Unión Europa, Turquía y los ciudadanos turcos, pero que en Diyarbakir se asimila en las conciencias a un grupo revolucionario que lucha por y libera al pueblo kurdo. “Mi hijo es guerrillero, está en la mon-taña y estoy orgulloso de él. Öcalan es su líder, lleva el poder en el proceso de paz, no tenemos esperanza en este pro-

Manifestación del BDP en contra de la regulación actual que no reconoce ofi-cialmente el idioma kurdo. Diyarbakir

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ceso, pero continúa y hace nueve meses que no asistimos a funerales ni contamos muertos”, a!rmaba tajante Demirbas.

¿DEMOCRATIZACIÓN?

El proceso de paz ha dado una tregua de nueve meses sin muertes ni fune-rales, pero atraviesa actualmente un momento delicado ante la reacción del PKK, el Partido de la Paz y la De-mocracia (BDP, en turco y partido le-gal pro kurdo) y la ciudadanía kurda a las medidas “insu!cientes” que el go-bierno de Erdogán anunció, el pasado 30 de septiembre, dentro del denomi-nado “paquete de democratización”.

En contra de la reivindicación de la minoría kurda de estudiar su lengua en la escuela, el paquete de democratización anunció la posibilidad de hacerlo, pero en las escuelas privadas. Una situación inviable por la pobreza que caracteriza a la sociedad kurda. Se despenaliza tam-bién el uso de letras inexistentes en el alfabeto turco como la q, la x y la w. Se permite que pueblos y ciudades kurdas puedan utilizar su nombre original en kurdo, Diyarbakir que es conocida como Amed. Los partidos políticos podrán uti-lizar un idioma diferente al turco duran-te las campañas electorales. El paquete democratizador introduce también una novedad: las funcionarias turcas podrán utilizar velo, a excepción de juezas, !s-cales, policías y militares. Una novedad que rompe con el principio que Mustafa Kemal Atatürk instauró en Turquía: la separación entre Estado y religión.

Las reformas dan alas a los parti-dos pequeños, reducen del 7% al 3% el mínimo de votos nacionales para que un grupo reciba !nanciación pública. Igualmente, las medidas incrementan las penas por “crímenes de odio” de uno a tres años para quienes impidan a los grupos religiosos practicar su fe, al tiempo que se creará “una institución para luchar contra la discriminación”. Se elimina la práctica de recitar el ju-ramento nacionalista turco en las es-cuelas primarias y se hacen pequeños gestos hacia las minorías musulmana aleví, siriaca cristina y gitana.

Sin embargo, el “paquete democrati-zador” no reduce el mínimo del diez por ciento de votos nacionales necesarios para acceder al Parlamento, tampoco modi!ca la polémica ley antiterrorista, que de!ne vagamente el terrorismo y ha favorecido el encarcelamiento de miles de activistas, periodistas, abogados y políticos kurdos considerados cercanos al PKK. Turquía es el país con más pe-riodistas encarcelados de todo el mundo, según Reporteros Sin Fronteras. “Exigi-mos el reconocimiento de todos los de-rechos, una nueva Constitución que los incluya, acceder en nuestro idioma y el reconocimiento del idioma kurdo en los servicios públicos. La reforma de la ley electoral modi!cándola a un cinco por ciento. La modi!cación de la ley antite-rrorista. La vuelta de los exiliados y refu-giados. El !nal del servicio militar obli-gatorio y la liberación de Öcalan. Esta última demanda es la más importante”, explicaba Abdullah Demirbas.

El primer ministro Erdogán explicó las reformas a seguir un mes después de que el PKK hiciera pública la para-lización de la retirada de sus milicianos del suelo turco a la zona autónoma que los kurdos tienen en Irak ante la ausen-cia de pasos del Gobierno turco para avanzar en la “resolución de la cues-tión kurda” y en un contexto también de renegociación de las condiciones del proceso de paz con la Unión Europea. Un día después de que el gobierno de Erdogán anunciara el denominado “pa-quete de democratización”, Amnistía Internacional acusó al Gobierno turco, el pasado 1 de octubre, en un Informe presentado en Estambul, de no permitir el derecho de manifestación, la existen-cia de impunidad policial y las “bruta-les violaciones de derechos humanos” a “gran escala” en su violenta respuesta a las protestas que comenzaron el pasado 30 de mayo.

El contenido de las reformas creó un estado de indignación en todas las esferas sociales en Turquía y agudizó la desesperanza en la población kurda res-pecto del proceso de paz que comenzó hace diez meses y es conocido por su opacidad y las reuniones secretas que Gobierno y el líder del PKK Öcalan mantienen. “El gobierno turco tiene el poder y puso fronteras entre Turquía y Siria. Nuestros hemanos, los kurdos de Siria, tienen la posibilidad de conseguir un estatus especial y construir una Si-ria democrática”, explicaba Abdullah Demirbas cuando se le preguntaba por qué un proceso de paz en una con/icto

El centro de Diyarbakir es pobre y a primera vista feo, pero callejeando el visitante puede encontrarse con cafés antiguos en donde reposar y disfrutar también de su arquitectura

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armado de las dimensiones como el de

Turquía comienza de un día para otro

y se desarrolla en su primera fase con

tanta rapidez. “En el caso de que los

kurdos en Siria consiguiesen sus dere-

chos sería malo para las potencias inter-

nacionales (Estados Unidos, la Unión

Europea, Francia e Italia), el Gobierno

turco tiene miedo de que los kurdos ob-

tengan sus derechos, ya tiene miedo del

estatus especial que los kurdos tienen

en Irak”, aseguraba.

LA GERNIKA DE LOS KURDOS

Representaciones del Partido de la

Unidad Democrática en distintas ca-

pitales europeas hacían eco, a $nales del pasado julio, de una campaña de limpieza étnica que supuestamente los grupos yihadistas estaban come-tiendo contra los kurdos que habitan en el norte de Siria. Dicha matanza se produjo en el contexto de guerra civil que desde 2011 enfrenta al go-bierno de Siria y las Fuerzas Armadas con grupos rebledes de la oposición

que intentan derrocar al gobierno y,

en particular, sacar del poder al pre-

sidente Bashar Al-Asad. La guerra

comenzó hace dos años a raíz de las

manifestaciones pací$cas que exigían

más libertades, tras la represión de

las Fuerzas de Seguridad, una parte

de la sociedad civil y del Ejército se

alzó en armas y formó el denomina-

do Ejército Libre de Siria (ELS). Sin

embargo, después comenzaron los

enfrentamientos dentro del bando de

los rebeldes, creando los kurdos un

Frente Kurdo que los enfrenta con

grupos yihadistas y algunas brigadas

del Ejército libre de Siria.

Estimaciones aproximadas cuen-

tan unos 40.000 el número de civiles

que tuvieron que abandonar sus hoga-

res ante las amenazas yihadistas que

consideraron de forma genérica a los

kurdos como “traidores”, lo que afec-

tó a las zonas habitadas por los kurdos

en el norte de Siria. La guerra en Siria

resulta una constante cifra de muertes

civiles. El equipo de inspectores co-

menzó, el pasado uno de octubre, la

destrucción de los arsenales químicos

en Siria, en el contexto del acuerdo

$rmado en el Consejo de Seguridad

de Naciones Unidas, impulsado por

Rusia y Estados Unidos, que contem-

pla la desmantelación de los labora-

torios e instalaciones de producción

antes de noviembre. El régimen Ba-

char Al Asad llegó a este acuerdo, el

pasado agosto, para evitar un ataque

con misiles de Estados Unidos en res-

puesta a un supuesto ataque con gas

sarín en las afueras de Damasco en

el que murieron cientos de personas

y que causó conmoción a nivel mun-

dial por la crueldad de las imágenes

hechas públicas.

Según la investigación de la Orga-

nización de Naciones Unidas (ONU)

que envió a inspectores para evaluar

si efectivamente el régimen Bachar Al

Asad había utilizado arsenal químico

contra la población, detectó que se ha-

bían empleado misiles cargados con

gas sarín en la zona de Ghuta, con-

trolada por los rebeldes, en Damasco.

EEUU estima, en su anális, un total de

1.429 muertos a causa del ataque quí-

mico del que responsabiliza al régimen

El Asad, quien lo niega y mantiene

no haber utilizado sus arsenales a

lo largo de la guerra civil en la que

han muerto más de 100.000 perso-

nas. Sin embargo, los inspectores de

la ONU han investigado al menos

ocho ataques en los que se sospecha

se han empleado químicos. En la

mayoría de esos casos se sospecha

del uso de sarín, un agente nervioso

desarrollado en 1938 en la Alemania

nazi y empleado por Sadam Hussein

en la zona kurda de Irak en 1988,

una matanza que contabilizó 5.000

muertos y es conocida como la Ger-

nika de los kurdos.

La tragedia de ser inmigrante

Un total de 500 inmigrantes a bordo en una gran barca se encontraba a

media milla de la isla italiana de Lampedusa procedente del puerto libio

de Misrata, cuando tras encender un fuego para llamar la atención, la barca

ardió en llamas, produciéndose la cifra escalofriante de 200 eritreos y so-

malíes muertos, 150 continúan desaparecidos y los restantes 150 lograron

ser rescatados con vida por pesqueros y patrullas de la Guardia Costera. La

tragedia propició una crítica masiva de medios y ciudadanos ante la deriva

xenófoba que la Unión Europea está adquiriendo en los últimos años para

impedir la llegada de más inmigrantes en un contexto de crisis económica y

desempleo alarmante de algunos estados, mientras Italia acusaba a la Unión

Europea de no reforzar su$cientemente los controles migratorios, la organi-

zación internacional recordaba que se trata de una competencia estatal que

corresponde a Italia. El Papa Francisco cali$có la tragedia de “vergüenza”.

La violencia en Egipto derroca al presidente Morsi

Desde que el ex presidente Mohamed Morsi fuera derrocado en Egipto, el

pasado 3 de julio, la violencia en el país no ha cesado. La conmemoración

del 40 aniversario de la última guerra contra Israel, celebrada el pasado 6

de octubre, acabó con la vida de 50 manifestantes y un centenar de heridos.

Miles de ciudadanos festejan mostrando su apoyo al Ejército en la plaza Ta-

hrir cuando las fuerzas de seguridad se enzarzaron en una sangrienta batalla

con los partidarios del presidente depuesto Mohamed Morsi. Una ola de

atentados siguieron al día siguiente produciendo otros seis muertos.

Asalto al centro comercial de Nairobi

El grupo islamista Al Shabab atacó, el pasado 23 de septiembre, el centro

comercial Westgate de Nairobi, a lo que el Ejército de Kenia respondió

asaltando el edi$cio para liberar a la mayoría de los rehenes. Aunque el Go-

bierno de Kenia aceptó la oferta de ayuda internacional, y unidades de élite

del Ejército israelí y Estados Unidos se unieron a la operación de rescate. El

mundo entero se hizo eco de las imágenes de horror y miedo que vivieron

las personas secuestradas que explicaban cómo los terroristas disparaban

indiscriminadamente desde las rampas de acceso. La Cruz Roja cifró en 69

los muertos (en un último balance).

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