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E . E . 6 ^ * ? T i \ t W l .... CAPITULO IV EL SISTEMA POLITICO I Las tribus nuer están divididas en segmentos. A los segmentos mayores los llamamos secciones tribales primarias, y éstas están segmentadas, a su vez, en secciones tribales secundarias que están también segmentadas, a su vez, en secciones tribales tercia- rias. La experiencia muestra que los términos de primaria, secun- daria y terciaria son términos de definición suficientes, y en las tribus más pequeñas probablemente se necesiten menos términos. Una sección tribal terciaria comprende una serie de comunidades de aldea que se componen de grupos de parentesco y domésticos. Así, la tribu lou, tal como muestra el diagrama de más abajo, está segmentada en las secciones primarias gun y mor. L a sección primaria gun está segmentada en las secciones secundarias rum- jok y gaatbal. L a sección secundaria gaatbal está segmentada, a su vez, en las secciones terciarias leng y nyarkwac. Sólo unos cuantos segmentos aparecen en el diagrama: gealiek está divi- TRIBU LOU Sección primaria mor Sección primaria gun sección sec. gealiek sección sec. . rumjok sección sec. jimac sección sec. . rumjok sección sec. jimac * « sección tere, leng sección sec. jaajoah * « sección tere, leng sección sec. jaajoah sección tere nyarkwac sección s e a gaatbal 157

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E . E . 6 ^ * ? T i \ t W l . . . .

C A P I T U L O I V

E L S I S T E M A P O L I T I C O

I

L a s t r i b u s n u e r están divididas en segmentos. A los segmentos mayores los l l a m a m o s secciones tribales p r i m a r i a s , y éstas están segmentadas, a s u vez, e n secciones tr ibales s e c u n d a r i a s que están también segmentadas, a s u vez, e n secciones tr ibales tercia ­r i a s . L a e x p e r i e n c i a m u e s t r a que los términos de p r i m a r i a , secun­d a r i a y t e r c i a r i a son términos de definición suficientes, y e n l a s t r i b u s más pequeñas probablemente se necesiten m e n o s términos. U n a sección t r i b a l terc iar ia comprende u n a serie de c o m u n i d a d e s de aldea que se componen de grupos de parentesco y domésticos.

Así, l a t r i b u l o u , tal c o m o m u e s t r a e l d iagrama de más a b a j o , está segmentada e n las secciones p r i m a r i a s gun y m o r . L a sección p r i m a r i a g u n está segmentada e n las secciones s e c u n d a r i a s r u m -j o k y gaatbal . L a sección s e c u n d a r i a gaatbal está segmentada, a s u vez, e n l a s secciones t e r c i a r i a s leng y n y a r k w a c . Sólo unos cuantos segmentos aparecen e n el d i a g r a m a : gealiek está div i -

T R I B U L O U Sección primaria mor Sección primaria gun

sección sec. gealiek sección sec.

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dido en n y a a k y b u t h ; R u m j o k , e n fa lker , n y a j i k a n y , kwacgien , y así sucesivamente.

E l d i a g r a m a de l a p. 159 m u e s t r a las secciones p r i m a r i a s de la t r i b u gaagwang o r i e n t a l y las secciones p r i m a r i a s y secunda,-rias de las tr ibus gaa jak y gaajok orientales. L a s he presentado con l a exactitud que permitía m i s conocimientos , pero cualquiera que esté famil iarizado c o n las dificultades que -presenta el des­ci fre del complejo s i s t e m a de las divisiones tr ibales nuer no habrá de sorprenderse , s i descubre secciones que conozca c o n otros n o m b r e s u otras que, en s u opinión, deberían haberse o m i ­tido. N o estoy seguro c o n respecto a las secciones secundarias de l a t r i b u gaagwang, que no he vis i tado.

E n t r e los j i k a n y orientales , los gaagwang aparecen clasif icados como parte de l a t r i b u gaajok, c u y a región se extiende a a m ­bos lados del B a h r - e l - G h a z a l , mientras que la t r i b u gaajak vive a l s u r de dicho ríorLas secciones . p r i m a r i a s de esas dos tr ibus , gaag­wang, reng, thiang, laang , w a n g k a c e y o l , sóñ'Tas m i s m a s que a l este, pero no encontramos algunas secciones secundarias que s o n importantes a l norte de l Sobat , excepto como concentraciones m u y pequeñas en el B h a r - e l - G h a z a l , y viceversa . L a razón de ello e s q u e a l g u n o s l inajes emigraron h a c i a e l este, m i e n t r a s que ofros p e r m a n e c i e r o n en s u t i e r r a natal .

Después de h a b e r m e cerciorado de que l a segmentación de otras t r i b u s n u e r sigue l a m i s m a p a u t a que l a de las tr ibus l o u y j i k a n y , n o hice l i s tas detalladas de sus divis iones , pues m e interesaban otras investigaciones nuevas y diferentes. N o obs­tante, inc luyo algunas representaciones gráficas de l a segmen­tación t r i b a l en las regiones gaawar, l a k y thiang, que debo a B . A . L e w i s , que en u n tiempo fue comisar io del distr i to del río Zeraf .

L a s secciones tribales mayores eran casi grupos autónomos y actuaban como tales en sus enemistades y alianzas. E n un mo­mento podían estar luchando entre sí y en otro podían combi-

. narse contra u n tercer bando. Dichas combinaciones'no siem­pre eran tan regulares y simples como a mí me las explicaron y como las he expuesto. Voy a dar algunos ejemplos de luchas entre secciones tribales. Una de las peores guerras de la histo­r i a nuer ocurrió e n la última generación entre las mitades gun y mor de la tribu lou. Se la llamó fyr luny yak, «la guerra de la hiena suelta», porque murieron tantos hombres, que se aban­donó a los muertos para que las hienas los comieran. Se dice que en aquella guerra los hombres dieron pruebas de ferocidad inhabitual, pues llegaban hasta el extremo de cortar los brazos para apoderarse rápidamente de los brazaletes de marfil . Hubo una vendetta (feud) larga, y más reciente, entre las secciones

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terciarias leng y nyarkwac de la tribu lou, que ha continuado hasta la actualidad. Surgió a partir de una lucha anterior entre los thiang y los yol, que en u n tiempo constituían subsecciones de los nyarkwac. Los antepasados de los linajes dominantes en las divisiones leng y yol eran hermanos, mientras que e l ante­pasado del linaje dominante de la división thiang guardaba con dichos hermanos la relación de hijo de la hermana. Durante mucho tiempo los yol y los thiang vivieron juntos y en paz, pero hace unos treinta años extalló u n a disputa entre ellos y los thiang, derrotados, huyeron a buscar protección entre la sección leng. Los yol enviaron mensajes a los leng para decirles que no debían dar acogida ni asilo a sus enemigos. L o s leng contestaron que el antepasado del linaje L E N G era el tío ma­terno del antepasado del linaje T H I A N G y que no podían negar asilo a los hijos de sus hermanas. Aquella actitud involucró a los yol (nyarkwac) en otra guerra, aquella vez contra una combinación de leng y thiang. Otras vendettas (feuds) lou re­cientes fueron las que hubo entre las divisiones falkir y nyajika-ny de la sección secundaria rumjok y las que hubo entre varias comunidades locales de l a sección primaria mor, especialmente entre las divisiones de la sección secundaria j imac.

E n l a región gaajok oriental, la sección primaria yol se unió-a l a tribu gaagwang -^-que parece haberse identificado tanto con la tribu gaajok, ""que casi podemos considerarlas, como ocurre al oeste del Nilo, como u n a sola tribu separada de los gaajak por los extensos pantanos M a c a r — contra varias , si no todas, las secciones de - la tribu gaajak. Los yol lucharon contra los nyayan, mientras que los gaagwang lucharon contra los reng y los kang. Hace medio siglo aproximadamente, las sec­ciones primarias laang y wangkac de la tribu gaajok se vieron implicadas en una larga vendetta (feud) y también hubo guerra entre las secciones yol y wangkac, en la que los yol, ayudados por sus aliados de la tribu gaagwang, resultaron victoriosos; la derrota de los wangkac fue tan tremenda, que se trasladaron ha­c ia el sur, a las orillas del río Pibor. Según dicen, allí se vieron atacados por los turuk (un tipo de árabes) y volvieron a trasla­darse hacia el norte, a l emplazamiento de sus antiguos hogares.

. E s t a b a n demasiado agotados para reanudar su vendetta (feud) con la sección yol. A pesar de esas vendettas (feuds) internas, s i una sección cualquiera de l a tribu gaajok está en guerra con l a tribu lou, todas las secciones acudirán a ayudar a l a sección amenazada, en caso de que no sea lo suficientemente fuerte para resistir a cualquier sección lou que se oponga a ella. También h a habido vendettas (feuds) entre las secciones gaajak orien­tales, es decir, entre los thiang y los reng. Cuando dos tribus luchan, las demás tribus permanecen neutrales, y, si dos seccio­nes de u n a tribu están en guerra, las demás secciones pueden dejar que luchen, en caso de que estén igualadas y no pidan ayuda. Algunos de los informadores de l a señorita Soule seña­laron que, cuando hubo problemas hace unos años entre la sec-

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T R I B U GAAWAR secc. prim. kerfail secc. prim. bar

secc. sec. kerfail secc. tere, bang

secc. sec. nyadakwon secc. tere, jamogh

secc. sec. per

secc. tere, jamogh

secc. sec. per secc. tere, caam secc. sec. nyaigua

secc. tere, caam secc. sec. nyaigua

secc. tere, gatkwa secc. sec. jitheib

secc. tere, gatkwa

secc. sec. lidh

secc. sec. gatkwa

T R I B U L A K secc. prim. jenyang secc. prim. kwacbur

secc. sec. kudwop secc. tere, nyawar

secc. sec. kudwop secc. tere, dongrial

secc. sec. nyapir

secc. tere, thiang

secc. sec. nyapir secc. tere, kar secc. sec. nyapir secc. tere, cuak

sede*, sec. tobut

secc. sec. lak

T R I B U T H I A N G secc. prim. riah secc. prim. bang

secc. sec. juak _ . . _ s e _ c f •_t_e5c; 8 u l _

secc. tere, bedid

secc. sec. manya! secc. tere, dwong

secc. sec. nyangur

secc. sec. kwoth secc. sec. gun secc. sec. cuol

6. — L O S NUER

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ción yol de la tribu gaajok y la sección lony de la tribu gaajak, ambas eran lo suficientemente fuertes como para luchar por sí solas, pero, si los lony no hubieran sido bastante fuertes para luchar por sí solos, en ese caso las secciones kaang y tar, y posiblemente otras, de los gaajak habrían acudido en su ayuda, en cuyo caso las secciones gaajok se habrían unido a ios yol. También señalaron que en la actualidad existen problemas enffe la sección luluaa y la sección wang. También existen entre va­rias secciones de los wangkac. S i los luluaa y los wang empie­zan a luchar, en ese caso las secciones wangkac olvidarán sus diferencias y se unirán a los luluaa.

De acuerdo con la tendencia general al oeste del Nilo, las tribus gaajok y gaajak occidentales no soto-son más pequeñas, sino que además están menos unidas que las gaajok y gaajak orientales. Ambas tuvieron frecuentes y enconadas vendettas (feuds) internas. Hubo una batalla feroz entre la división gai de l a sección primaria gaagwong y otras dos divisiones de la misma sección, los kwoth y los bor, cuyos" linajes dominantes parten de una madre. L a s divisiones kwoth y bor resultaron derrotadas y emigraron hacia el sur para establecerse en K w a c en la región rengyan. L a misma división gai tuvo también una vendetta (feud) con la división primaria reng, después de la cual se trasladó a la región karlual . E n la tribu gaajak hubo otras muchas ven­dettas (feuds). E n un tiempo, la tribu gaajok vivió en l a oril la izquierda del Bahr-el-Ghazal y su extensión actual a la ori l la derecha es consecuencia de la emigración resultante de las vendettas (feuds).

E n un tiempo, la tribu leek entera vivió en la orilla derecha del Bahr-el-Ghazal. Allí dos de sus secciones primarias, cuaagh y deng, qué vivían al oeste del río Gany, lucharon contra la tercera sección primaria, los keunyang (karlual) , que vivían al este de dicho río y, al resultar derrotadas, cruzaron el Bahr-el -Ghazal y se establecieron en su orilla izquierda. L a historia cuen­ta que algunos aristócratas de la sección nyapir y algunos aris­tócratas de la sección nyawah usaron expresiones ofensivas en canciones unos en relación con los otros. Aquellas canciones provocaron luchas entre los jóvenes, uno de los cuales de cada bando resultó muerto. A consecuencia de ello, hubo nuevas luchas y, finalmente, los deng y los cuaagh cruzaron el río. E l año siguiente, volvieron a cruzar el Bahr-el-Ghazal para acam­par en la orilla derecha durante la estación seca y, al regreso a sus aldeas, se llevaron manadas pertenecientes a los keunyang. Seis de sus muchachas regresaron a recoger sus vasijas para leche, que habían dejado en una cabana del campamento, y fueron asaltadas y asesinadas por algunos hombres keunyang. Aquel acto se consideró como una grave infracción de las reglas de la guerra, pues los nuer no matan a las mujeres de s u raza. A causa de ello, los deng pronunciaron una maldición, según la cual está prohibido a u n aristócrata keunyang, que cruce el Bahr-el-Ghazal y se establezca entre los deng o los cuaagh.

y. también a un aristócrata de los deng o cuaagh que se tras la ­de a l sur y se establezca entre los keunyang, construir un esta­blo de ganado en la forma habitual. L a maldición hace también que un aristócrata que cambie así de residencia engendre sólo, niños entre sus primeros hijos, a causa de las muchachas ase­sinadas. Cuando el gobierno hizo incursiones contra la región karlual (keunyang), muchos, aristócratas keunyang cruzaron el río para vivir en las regiones deng y cuaagh. E n l a actualidad, muchos deng y cuaagh pasan la estación seca en, la región keunyang, porque su región no es r i c a en pastos buenos, sino que se compone principalmente de hierbas de pantano que no son tan nutritivas.

Dentro de cada una de esas secciones primarias había ven­dettas (feuds) constantes. Así, en la región karlual , las seccio­nes riaagh, gom, j iom, nfaagh, j i k u l y ngwol han estado en­frentadas mutuamente con frecuencia. Resultaría aburrido dé-" tallar las ocasiones y resultados de esas vendettas (feuds) t r i ­viales. L o único que quiero dejar claro es que las aldeas ocu­padas por esas secciones menores, tutgar (ngwol), nyang (riaagh), nyueny ( juak) , kol ( j ikul ) , etc., se encuentran sólo a unas pocas millas de sus vecinos más próximos, pues todas ellas ocupan una zona de un radio de cinco millas . E n t r e aldeas y secciones terciarias es entre quienes se producen con mayor frecuencia las luchas y se desarrollan las vendettas (feuds).

C o m o habrá observado el lector, n o he intentado enumerar todas l a s secciones de c a d a tr ibu , s i n o que s i m p l e m e n t e he inten­tado i n d i c a r e l modo de segmentación, de modo que p u e d a enten­derse m e j o r la relación entre divis iones tribales y l inajes e n e l próximo capítulo.

I I

L o s segmentos de u n a tr ibu t ienen m u c h a s de l a s caracterís­t icas de l a p r o p i a t r i b u . C a d a uno de ellos J i e n e s u n o m b r e dis ­t intivo , s u sentimiento común y s u terr i tor io único. Generalmen­te, u n a suele es tar s e p a r a d a c l a r a m e n t e de o t r a p o r u n a exten­sión a m p l i a de m a l e z a o por u n río. L o s segmentos de u n a t r i b u t ienden también a seguir direcciones diferentes a l encaminarse a sus pastos de l a estación seca, como m u e s t r a n los m a p a s esque­máticos de las pp. 74, 76 y 77, de m o d o que las divis iones espacia­les de l a estación de l a s l luvias se m a n t i e n e n , y p u e d e n acentuar­se e n l a estación seca , s i bien, c o m o y a hemos señalado, e n las tr ibus m a y o r e s a l este de l Nilo l a sever idad de l a s condiciones naturales puede p r o d u c i r también re laciones m u t u a s más estre­c h a s que e n las tr ibus más pequeñas d e l oeste.

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Cuanto más pequeño es el segmento tribal , más compacto es s u terr i tor io , más cercanos están sus miembros , más variados y más íntimos son sus vínculos sociales generales y más intenso es s u sentimiento de u n i d a d . Como veremos, u n segmento t r i b a l está cr istal izado en torno a u n l inaje del c l a n dominante de l a t r i b u y cuanto m e n o r sea el segmento más estrechas serán las relaciones genealógicas entre los m i e m b r o s de ese fragmento del c l a n . También, cuanto m e n o r sea e l segmento, más determinará e l comportamiento e l s i s tema de grupos de e d a d y producirá acción colectiva denfro de él. Así, pues, no sólo varía l a cohesión política c o n las variaciones de l a d is tancia política, s ino que ade­más aquélla es u n a función de la d is tancia e s t r u c t u r a l de otros tipos.

C a d a segmento está segmentado, a s u vez, y existe oposición entre sus partes . L o s m i e m b r o s de c a d a segmento se unen p a r a l a g u e r r a c o n t r a los segmentos adyacentes de l m i s m o orden y se u n e n c o n dichos segmentos adyacentes contra secciones mayo­res . L o s propios n u e r exponen c laramente ese p r i n c i p i o estructu­r a l e n l a expresión de sus valores políticos. Así, d i c e n que, s i l a sección t e r c i a r i a leng de l a t r i b u l o u l u c h a contra l a sección.ter­c i a r i a n y a r k w a c — y , de hecho, h a existido u n a l a r g a vendetta (feud) entre e l l a s — , las aldeas que componen c a d a sección se unirán p a r a luchar ; p e r o , s i se produce u n a d isputa entre l a sec­ción t e r c i a r i a n y a r k w a c y l a sección secundaria r u m j o k , como h a ocurr ido recientemente a propósito de derechos c o n respecto a l agua e n e l F a d i n g , los leng y los n y a r k w a c se unirán contra s u enemigo común r u m j o k , que, a s u vez, forma u n a coalición de los diferentes segmentos e n que está dividida. S i s e produce u n a l u c h a entre las secciones p r i m a r i a s m o r y gun, los r u m j o k y los gaatbal se unirán c o n t r a las secciones m o r c o m b i n a d a s : gaaliek, jímac, y j a a j o a h . S i h a y u n a lucha c o n t r a los gaajok o los gaawar, las secciones p r i m a r i a s , gun y mor , se c o m b i n a r a n — p o r lo menos en teoría— y u n a t r i b u l o u u n i d a entrará en campaña, dado que a m b a s secciones pertenecen a l m i s m o grupo político y que sus l inajes dominantes pertenecen a l m i s m o clan. Desde luego, acos­t u m b r a b a n a unirse e n l a s incursiones contra los d i n k a .

E n t r e los gaajok orientales , las secciones m i n y a l , wang y nyathol se a l i a n c o n t r a los yo l . También las secciones t h i u r , dwong y k w i t h se u n e n p a r a l a guerra . E s a s luchas eqtre secciones t r i ­bales y las vendettas (feuds) que r e s u l t a n desel las , a pesar de estar b a s a d a s en u n pr inc ipio terr i tor ia l , se representan m u ­chas veces e n función de los l inajes , dado que existe u n a rela­ción es trecha entre los segmentos territoriales y los segmentos de l i n a j e , y los nuer acostumbran a expresar las obligaciones sociales e n función del parentesco. Así, a l decirme que los w a n -

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gkac y los y o l se unirían p a r a la güera c o n t r a c u a l q u i e r o t r a sec­ción, los n u e r enunciaban l a proposición diciendo que los l inajes WANGKAC y Y O L , que son los linajes dominantes e n esas seccio­nes, , se unirían, porque s u s antepasados e r a n hi jos de l a m i s m a m a d r e . E n e l capítulo V v a m o s a v e r que los n u e r suelen hablar e n esos términos.

E s e p r i n c i p i o de segmentación y l a oposición entre los seg­mentos se d a n en todas las secciones de u n a t r i b u y se extienden — m á s allá tle l a t r i b u — a las relaciones e n t r e las t r ibus , especial ­mente entre l a s tr ibus n u e r más pequeñas, que se u n e n p a r a h a c e r i n c u r s i o n e s contra los d inka y se a t a c a n c o n m a y o r facil i ­d a d y f r e c u e n c i a que las tr ibus m a y o r e s a l este del N i l o . Así, u n hombre de l a sección fadang de l a t r i b u bor ló ejemplificó, cuando m e d i j o : «Luchamos contra los rengyan, p e r o cuando u n o de nosotros está l u c h a n d o con u n t e r c e r bando, nos u n i m o s a ellos». L o s propios n u e r pueden e n u n c i a r l o e n términos hipoté­ticos y esa es l a m e j o r f o r m a de representar lo . E n e l diagra­m a inferior c u a n d o Z 1 l u c h a contra Z 2 , n i n g u n a otra sección par­t ic ipa . C u a n d o Z 1 lucha c o n t r a Y 1 , Z 1 y ' Z 2 se u n e n p a r a f o r m a r Y 2 . Cuando" Y 1 l u c h a contra X 1 Y 1 y Y 2 se u n e n , c o s a que h a c e n tam­bién X 1 y - X 2 . C u a n d o X 1 l u c h a contra A , X 1 , X 2 , Y 1 y Y 2 se unen p a r a f o r m a r B . Cuando A hace u n a incursión c o n t r a los d i n k a , A y B pueden u n i r s e .

A B x - Y

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i*

Podría ofrecer muchos más e jemplos de vendettas (feuds), p e r o no tendría sentido, pues las que he citado i l u s t r a n am­pl iamente l a fa l ta de c o n t r o l político e n las tr ibus n u e r . Po­demos s a c a r l a conclusión de que la t r i b u de u n hombre sólo pide s u lealtad e n l u c h a s intertr ibales y e n g u e r r a s c o n t r a los d i n k a . E n épocas n o r m a l e s , u n h o m b r e n u e r p i e n s a y actúa como m i e m b r o de grupos locales m u c h o más pequeños con c u y o s miem­b r o s tiene contactos múltiples.

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- Podemos u s a r el d iagrama de la p. 165 p a r a recalcar e l p r i n ­c ipio de contradicción en l a es tructura política. U n m i e m b r o de l a sección t e r c i a r i a Z 2 de l a t r i b u B se ve a sí m i s m o c o m o m i e m ­b r o de Z 2 e n relación con Z 1 , y^todos los demás miembros de Z 2 se v e n a sí m i s m o s como m i e m b r o s de ese grupo e n relación con Z 1

y así los c o n s i d e r a n los m i e m b r o s de Z l . P e r o se considera a sí m i s m o como m i e m b r o de Y 2 y no de Z 2 e n relación con Y 1 y así lo cons ideran los m i e m b r o s de Y 1 . Igualmente, se considera a sí mis­m o como m i e m b r o de Y y no de Y 2 e n relación con X y, como m i e m b r o de l a t r i b u B , y no de s u sección p r i m a r i a Y , e n rela­ción con la t r i b u A. C u a l q u i e r a de los segmentos se ve a sí m i s m o c o m o u n a u n i d a d independiente en relación c o n otro segmento de l a " m i s m a sección, pero ve a ambos segmentos como u n a uni ­d a d en relación c o n otra-sección; y á u n a sección que desde e l p u n t o de v i s t a de sus m i e m b r o s c o m p r e n d a segmentos opuestos los miembros de o t r a sección l a ven como u n a u n i d a d no segmen­t a d a . Así, pues , como, hemos señalado anteriormente , s iempre existe contradicción en la definición de u n g r u p o político, pues es u n grupo sólo en relación c o n otros grupos . U n segmento t r i b a l " es u n grupo político en relación con otros segmentos de l m i s m o t i p o y juntos f o r m a n u n a t r i b u sólo en relación con otras tr ibus n u e r y tribus extranjeras adyacentes que f o r m a n parte del m i s m o s i s t e m a político, y s i n esas relaciones poco significado podemos a t r i b u i r a los conceptos de segmento t r i b a l y t r i b u . E n este caso estamos haciendo l a m i s m a afirmación que a l e x a m i n a r l a p a l a b r a deng: que los valores políticos s o n ' r e l a t i v o s y que el s i s tema político es u n equl ibrio entre tendencias opuestas h a c i a l a esci ­sión y l a fusión, entre la tendencia de todos los grupos a segmen­tarse y s u tendencia" a combinarse c o n segmentos d e l m i s m o o r d e n . L a tendencia a la fusión es inherente a l carácter segmen­t a r i o de la e s t r u c t u r a política nuer , pues, a u n q u e todos los grupos t ienden a dividirse en partes opuestas-, d i c h a s partes h a n de ten­d e r a fundirse en relación c o n otros grupos , dado que f o r m a n p a r t e de u n s i s tema segmentario. E s a es l a razón por l a que l a fisión y la fusión en los grupos políticos s o n dos aspectos del m i s m o principio segmentario, y las tr ibus n u e r y sus divisiones h a n de entenderse comió u n equil ibrio entre esas dos tendencias contradictor ias y, s i n embargo, complementarias . E l ambiente físico, l a f o r m a de v¿da, las comunicaciones pobres, u n a tecnolo­gía simple y escasas provis iones de víveres — d e hecho, todos los elementos de lo que l lamamos ecología— expl ican hasta cierto p u n t o las características demográficas de l a segmentación polí­t i c a nuer, pero la tendencia h a c i a l a segmentación h a de con-

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s i d e r a r s e como u n pr inc ipio fundamental de s u e s t r u c t u r a s o c i a l . P o r consiguiente, s iempre h a de haber algo a r b i t r a r i o e n nues­

t r a definición f o r m a l de u n a t r i b u mediante las características que h e m o s enumerado más a r r i b a . E l s i s tema político es uña ser ie e n expansión de segmentos opuestos desde las relaciones dentro de la sección t r i b a l más pequeña h a s t a l a s relaciones inter ­t r iba les y exteriores , pues l a oposición entre los segmentos de l a sección más pequeña nos parece ser d e l m i s m o carácter es­t r u c t u r a l que l a oposición entre u n a t r i b u y sus vecinos d i n k a , a u n q u e l a f o r m a de s u expresión di f iera . Mucha¿ veces no r e s u l t a n a d a fácil dec id ir s i h a y que c o n s i d e r a r a u n grupo como u n a t r i b u o como el segmento"fle* u n a t r i b u , pues la e s t r u c t u r a política t ienen carácter dinámico. U s a n d o e l pago de u n a compensación p o r h o m i c i d i o c o m o criterio p r i n c i p a l , c las i f icamos a los gaajok y g a a j a k orientales como tr ibus dist intas , p o r q u e no h a y c o m ­pensación por h o m i c i d i o entre el los , pero se cons ideran c o m o u n a única c o m u n i d a d en relación c o n los l o u . E n toda la región l o u se reconoce todavía el v a l o r t r i b a l , pero , de hecho, las sec­c i o n e s gun y m o r s o n en gran m e d i d a autónomas y podemos du­d a r de que entre el las se l legara a pagar efectivamente la compen­sación p o r h o m i c i d i o , a pesar de que dicen que se debe pagar . A l p a r e c e r , tantas personas m u r i e r o n en vendettas (feuds) entre las secciones p r i m a r i a s yo l y w a n g k a c de l a t r i b u gaajak, que todos los pagos p o r homicidio se suspendieron . P o r otro lado , m e d i j e r o n que , -en l a época e n que l a inf luencia de los profetas l o u Ngundeng y G w e k estaba .en s u punto álgido, durante u n t i e m p o se pagó compensación p o r homicidio entre los yo l y los gaa jok . E n las t r i b u s mayores , los segmentos reconocen u n a u n i -

.dád f o r m a l , pero puede haber p o c a cohesión r e a l efectiva. S igue afirmándose e l v a l o r tr ibal , pero las relaciones reales pueden e s t a r e n conflicto c o n él, dado que se b a s a n e n lealtades locales dentro de l a t r i b u , y, en n u e s t r a opinión, ese confl icto entre v a ­lores r ivales dentro de u n s i s t e m a terr i tor ia l es l a esencia de l a e s t r u c t u r a política.

L a s tr ibus n u e r son u n a evaluación de l a distribución territo ­r i a l , y las relaciones tribales, intertr ibales y exteriores son modos u n i f o r m i z a d o s de comportamiento mediante los cuales se expre­s a n l o s valores . Así, pues, el v a l o r tr ibal es re lat ivo y, todo mo­m e n t o está v i n c u l a d o con u n a extensión de u n a serie en expan­sión de relaciones estructurales s i n estar fijado inevitablemente a d i c h a extensión. P o r otro lado, no es sólo re lat ivo porque lo que h o y consideramos u n a t r i b u mañana puede ser dos t r i b u s , s ino que, además, sólo podemos d e c i r que d e t e r m i n a el compor­tamiento , cuando funciona u n a serie de re laciones estructurales , p r i n c i p a l m e n t e actos hostiles entre segmentos tr ibales y entre u n a

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t r i b u y otros grupos del m i s m o orden e s t r u c t u r a l o actos que p u e d e n provocar" l a agresión. U n a t r i b u r a r a s veces emprende actividades colectivas y, además, e l va lor t r i b a l determina e l com­portamiento e n u n dominio determinado y l imitado de las rela­c iones sociales y es exclusivamente uno más dentro de u n a serie d e valores políticos, algunos de los cuales están en conflicto con él. L o mismo podemos decir de sus segmentos. P o r consiguiente, lo que sugerimos es qué se definan los grupos políticos e n función de los valores, mediante las relaciones entre sus segmentos y sus relaciones m u t u a s como segmentos de u n s i s tema m a y o r dentro de u n a organización de la sociedad y en determinadas s i tuaciones sociales y no c o m o partes de u n a especie de marco f i jo dentro d e l c u a l v iven los hombres .

N o dudamos de que existe u n a interdependencia- entre las diferentes relaciones mutuas de las secciones y el s i s tema políti­c o e n conjunto de l que f d r m a n parte, pero n o es fácil de demos­t r a r . Se h a observado que cuanto más pequeño es el grupo local , más cohesión existe dentro de él y más contactos mutuos de dife­rentes tipos t ienen sus m i e m b r o s . L a so l idar idad d isminuye a m e d i d a que a m p l i a m o s el círculo de u n a a ldea a las tr ibus adya­centes . E n consecuencia , hemos de supoqgr que s iempre hay m a y o r oposición entre dos grupos que entre los segmentos de c u a l q u i e r a de ellos y que los segmentos se mantienen unidos , por d e c i r l o así, gracias a esa presión exterior, pero no podemos con­c e d e r que esa opinión concuerde con los hechos , porque resul ta q u e entre aldeas, grupos de aldeas y secciones tribales terc iar ias existe mayor host i l idad que entre secciones mayores y entre t r i b u s . Probablemente las incursiones guerreras real izadas por u n a tr ibu y e n federación t r i b a l contra los d i n k a tuvieran u n efecto integrador, pero los d i n k a no e r a n agresivos p a r a c o n los n u e r y parece ser que el -mantenimiento de l a estructura t r i b a l h a de atribuirse a l a oposición entre sus segmentos menores más q u e a u n a presión exterior. E n caso de que así sea, y u n examén de l a institución de l a vendetta (feud) sugiere que lo es, l legamos a l a conclusión de que cuanto más variados y frecuentes s o n los contactos entre m i e m b r o s de u n segmento, más intensa es la oposición entre sus partes. P o r paradójica que parezca d i c h a conclusión a p r i m e r a vista , l a observación de l a constitución de u n sistema segmentario y l a reñexión sobre el la nos obliga a aceptar la .

I V

E n la sección anterior hemos usado la expresión de «vendetta»

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(feud) e n el sentido de hosti l idad m u t u a entre comunidades loca ­les dentro de u n a t r i b u . E s t e empleo ampl io y bastante vago parece just i f icado p o r l a convención y también, c o m o v a m o s a ver , porque, aunque l a responsabi l idad por e l . homicidio y él . deber de exigir venganza recaen directamente e n los parientes agnaticios próximos del asesino y d e l asesinado, respectivamente , las comunidades a que pertenecen a m b a s partes se ven i m p l i ­c a d a s , de u n a u o t r a forma, e n l a host i l idad resultante y, c o n bastante frecuencia , e n cualquier l u c h a que pueda resul tar de l a

•disputa . S i n embargo, en sentido estricto , podemos c o n s i d e r a r que e l u s o más apropiado de l a p a l a b r a es el de descr ib ir l a s re lac iones entre los parientes de a m b o s bandos e n u n a situación de homicidio , pues e n ese caso se refiere a u n a institución espe­cífica. P o r eso, a veces hablamos de l a vendetta de sangre (blood-feud) p a r a reca lcar ese significado restringido y más concreto . _ L a s vendettas de sangre (blood-feuds) son u n a institución t r i b a l , pues sólo pueden producirse e n los casos e n que se reco­nozca u n a transgresión de l a ley, dado que por medio de el las se consigue l a compensación. De hecho , e l temor a i n c u r r i r e n u n a vendetta de sangre (blood-feud) es l a sanción legal más i m p o r - -tante dentro de u n a t r i b u y l a garantía p r i n c i p a l de l a v i d a y l a p r o p i e d a d de u n individuo . S i la c o m u n i d a d de u n a t r i b u intenta vengar u n homicidio contra l a c o m u n i d a d de o t r a t r i b u , el r e s u l ­tado es u n estado de guerra i n t e r t r i b a l y no u n estado de vendetta (feud), y no hay m o d o de resolver l a d isputa mediante a r b i t r a j e .

C o m o los n u e r s o n muy propensos a l u c h a r , c o n frecuencia se p r o d u c e n asesinatos . De hecho, es r a r o ver a u n h o m b r e m a y o r s i n m a r c a s de p o r r a o de lanza. U n n u e r me expuso l a s siguientes c a u s a s de peleas: d i s p u t a por u n a v a c a ; u n a v a c a o u n a c a b r a come e l m i j o de u n hombre y éste l a pega; u n h o m b r e pega a l h i j o pequeño de o t r o ; adulterio; los derechos de riego e n l a esta­ción s e c a ; los derechos de apacentamiento ; u n h o m b r e t o m a prestado u n objeto, especialmente u n ornamento p a r a l a d a n z a , s i n p e d i r permiso a s u dueño. U n n u e r luchará a l instante , s i c o n ­s i d e r a que lo h a n insultado; s o n m u y susceptibles y se ofenden e n seguida . C u a n d o u n hombre siente que h a sufr ido u n p e r j u i ­c io , no h a y a u t o r i d a d ante l a que p u e d a q u e j a r s e y de l a c u a l pueda obtener desagravio, de modo que desafía a l ínstate a l h o m ­bre que lo h a y a agraviadqjy éste debe aceptar e l desafío. No existe o t r a f o r m a de reso lver u n a d isputa y e l va lor de u n h o m b r e e s s u única protección inmediata c o n t r a l a agresión. Sólo c u a n d o l a condición de parentesco o dentro de l grupo de edad i m p i d e r e c u r r i r a las a r m a s , vac i la u n n u e r a l a h o r a de p r o n u n c i a r u n desafío, pues n o se le o c u r r e p e d i r consejo p r i m e r o y n a d i e seguiría u n consejo que no h u b i e r a pedido. L a s personas mayores .

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a n i m a n a los niños, desde muy pequeños, a resolver las disputas luchando, por lo que éstos se a c o s t u m b r a n a cons iderar la des­treza p a r a la lucha como el logro más necesario y e l valor como l a v i r t u d más excelsa.

L o s niños luchan c o n brazaletes cubiertos de púas. L o s h o m ­bres de u n a m i s m a a l d e a o de u n m i s m o campamento luchan c o n porras , p u e s existe l a convención de que entre vecinos cercanos no se deben usar lanzas , p a r a que no resulte m u e r t o uno de los contendientes y l a c o m u n i d a d quede d i v i d i d a por u n a vendetta de sangre (blood-feud). También existe el acuerdo de que ningún tercero puede p a r t i c i p a r e n la l u c h a , aunque sea pariente pró­ximo de u n o de los combatientes . U n a vez empezada u n a pelea, ninguno de los contendientes puede ceder y t ienen que conti ­n u a r h a s t a que uno u otro esté malher ido , a no s e r que, c o m o

•suele o c u r r i r , otras personas los separen, p r o t e s t a n d o - a gritos , y se interpongan entre ellos.

C u a n d o se i n i c i a u n a l u c h a entre personas de aldeas diferentes, se u s a n l a s lanzas; todos los h o m b r e s adultos de a m b a s c o m u ­nidades part ic ipan e n e l la ; y no puede a c a b a r antes de que h a y a h a b i d o muchos muertos a consecuencia de e l la . L o s n u e r lo saben y, a no s e F q u e estén m u y enfurecidos, s ienten r e n u e n c i a a i n i c i a r u n a l u c h a c o n u n a aldea v e c i n a y c o n frecuencia están deseosos de que u n jefe piel de leopardo o los ancianos inter­vengan. E n u n a ocasión v i cómo l a mediación de los ancianos de ambos bandos impidió que se p r o d u j e r a u n a l u c h a de ese t ipo, pero r e s u l t a b a evidente que s u mediación habría servido de poco, si los jóvenes h u b i e r a n estado deseosos de l legar a las m a n o s . H o y ese tipo de l u c h a s son menos corrientes , pues e l temor a l a intervención del gobierno actúa c o m o factor disuasivo , pero v i campamentos y secciones tribales concentrados p a r a l a g u e r r a y a punto de luchar , y en otro t iempo las luchas debieron de s e r m u y frecuentes.

A veces , las tr ibus hacían incursiones u n a s c o n t r a otras p a r a apoderarse de ganado, pero las l u c h a s entre el las e r a n r a r a s . L a s luchas entre comunidades y las vendettas (feuds) que r e s u l t a n de el las f o r m a n parte de las* relaciones políticas que existen entre, segmentos de u n a organización t r i b a l común. Así, u n h o m b r e leek m e d i j o : «Nosotros luchamos entre nosotros y los gaajok luchan entre sí. N o luchamos c o n los gaajok. L u c h a m o s sólo entre nosotros . E l l o s t ienen sus propias luchas». E n dichas luchas se p r o d u c e n muertos a consecuencia de lo c u a l se i n i c i a n vendet­tas de sangre (blood-feuds). Dentro de u n a t r i b u existe u n méto­do p o r e l que.se les puede poner f i n mediante a r b i t r a j e .

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V a m o s a d a r u n a descripción c o n c i s a de l procedimiento para resolver u n a vendetta de sangre (blood-feud) s in d e s c r i b i r deta­l ladamente el r i tual . T a n pronto como u n h o m b r e m a t a a otro, se a p r e s u r a a presentarse e n l a c a s a de u n jefe piel de leopardo p a r a puri f icarse de la sangre que ha d e r r a m a d o y b u s c a r refugio, c o n t r a l a venganza a que se h a hecho acreedor . P u e d e ser que no c o m a n i beba h a s t a que no h a y a sa l ido de s u cuerpo la sangre de l muerto — p u e s se cree que p a s a a él de algún modo, p a r a lo c u a l el jefe hace u n a o dos incis iones vert ica les en su brazo mediante u n corte desde el h o m b r o h a c i a a b a j o c o n u n a lanza de pescar . E l asesino l leva a l jefe u n novil lo , u n carnero o u n m a c h o cabrío, que e l jefe sacr i f i ca . E l rito y l a m a r c a de Caín e n . e l brazo se conocen con el n o m b r e de bir. T a n pronto cóhió los parientes del m u e r t o se enteran de que lo h a n asesi­nado, b u s c a n l a forma, de vengar s u m u e r t e en el ases ino , pues l a venganza es l a obligación más i m p e r i o s a del parentesco pa­terno y u n compendio de todas sus obligaciones. Constituiría u n a gran d e s h o n r a p a r a los parientes que no^se esforzaran por ven­gar el h o m i c i d i o . V i v i e n d o con el jefe c o m o sU huésped desde e l momento en que le h a hecho el corte h a s t a el arreglo f inal , el asesino está protegido, pues el jefe es sagrado y e n s u c a s a no se debe d e r r a m a r sangre . E s posible que los h o m b r e s sólo se refugien c o n u n jefe, c u a n d o el peligro de venganza sea muy grande, p e r o parece s e r l a práctica general .

Mientras e l asesino está en la c a s a del jefe, los vengadores lo v igi lan de vez en c u a n d o p a r a ver s i a b a n d o n a el refugio y les d a l a oportunidad de a lancearlo . A p r o v e c h a n l a oportunidad que se presente de m a t a r l o , pero no i n s i s t e n demasiado e n bus­c a r u n a oportunidad. E s e estado de c o s a s puede prolongarse durante v a r i a s semanas antes de que e l je fe a b r a l a s negociacio­nes p a r a e l arreglo c o n los parientes del m u e r t o , pues n o es pro­bable que sus" ofertas encuentren respuesta favorable h a s t a que no se h a y a celebrado l a ceremonia f u n e r a r i a y l a cólera se haya disipado u n poco. L a s negociaciones se c e l e b r a n pausadamente . E l jefe aver igua en p r i m e r lugar cuánto ganado poseen los parien­tes del asesino (jithungá) y s i están dispuestos a p a g a r l a com­pensación. N o creo que pueda o c u r r i r c o n frecuencia que se nie­guen a p a g a r l a compensación por h o m i c i d i o , a no s e r que vivan m u y le jos de los vengadores o que exis tan u n a serie de vendettas (feuds) s i n conci l iar entre las secciones e n cuestión, aunque po­dría s e r que no tuvieran intención de p a g a r l a e n s u totalidad. Después, v i s i t a a los parientes del m u e r t o (jiran) y les pide que acepten ganado a cambio de l a v ida de s u pariente . S u e l e n negar-

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se, porque e l honor exige que se obstinen, pero s u negativa no significa que no estén dispuestos a aceptar la compensación. E l jefe lo sabe e insiste en que acepten, amenazándolos incluso con maldecir los s i no ceden, y sus exhortaciones se ven apoyadas por

. el consejo de parientes paternos lejanos y cognaticios que no v a n a recibir parte alguna del ganado y, por esa razón, no necesitan

- dar m u e s t r a s semejantes de orgullo y obstinación, pero tienen derecho a emitir s u opinión en v ir tud de s u relación c o n e l muer­to. L a opinión en favor del compromiso se ve apoyada por l a tendencia de l a tradición. No obstante, los parientes próximos h a n de negarse a e s c u c h a r l a hasta que el jefe h a y a agotado todos sus argumentos , y cuando ceden, dec laran que aceptan e l ganado sólo p a r a honrar le y no porque estén dispuestos a aceptar gana­do por l a v i d a de s u pariente muerto.

E n teoría, se pagan de cuarenta a c incuenta cabezas de gana­d o , pero lo menos probable es que se paguen de u n a vez y l a deuda puede seguir existiendo durante años. L a s ceremonias de compensación se c e l e b r a n cuando se h a n entregado veinte, y entonces los parientes del asesino pueden moverse s i n miedo a verse asaltados , a l menos de momento, pues no están libres de l a venganza" hasta que no se haya pagado e l ganado, y puede que n i s iquiera entonces. E l jefe conduce e l ganado h a s t a l a casa del muerto . L o s parientes del asesino no se aventurarían a acompa­ñarlo. U n a parte de l ganado se distribuye entre los parientes de l muerto y o t r a parte se u s a para c a s a r a u n a esposa con s u nombre p a r a que le dé herederos. A u n cuando h a y a habido u n muerto e n c a d a bando, ambas partes h a n de pagar c o n ganado, aunque quizás sólo veinte cabezas c a d a u n a , pues h a y que apla­c a r a los espíritus y defender el honor de los vivos . También hay que c e l e b r a r sacri f ic ios p a r a l iberar las aldeas de l a muerte , que está rondando p o r el las , y en viar la a l a se lva , y hay que

• pur i f icar l a mácula de ambos bandos . P o r s u participación e n los trámites e l jefe recibe , aparte de l a carne de los sacrif icios , dos reses , pero tiene que d a r u n a de ellas a u n pariente agna-ticio que l e ayuda. M u c h a s veces no gana nada, pues se espera de él que dé a l asesino u n a v a c a para ayudarle a pagar l a compen­sación y , además, tiene que hacerse cargo de los gastos creados p o r l a l a r g a hospita l idad que concede a aquél.

U n h o m i c i d i o n o sólo incumbe a l h o m b r e que lo h a come­tido, s ino también a s u s parientes agnaticios cercanos . E n t r e los parientes de ambos bandos existe u n a host i l idad m u t u a y n o pueden — b a j o pena de muerte , que sobrevendrá inevitablemente a quienes transgredan e l m a n d a t o — c o m e r n i beber j u n t o s ni de los m i s m o s platos o v a s i j a s e n que los otros h a y a n comido o bebido, a u n cuando estén e n casa de u n hombre que no sea pa -

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riente de ninguno de los dos bandos. E s a prohibición queda anulada después de-qüé se h a y a pagado el ganado y se hayan hecho los sacrif icios , p e r o los parientes próximos de ambos bandos no comerán j u n t o s durante años, incluso d u r a n t e u n a o dos generaciones, p o r razones sentimentales . «Un hueso (el muerto) se interpone entre ellos». De hecho, todos los n u e r reco­nocen que, a -pesar de los pagos y de los sacri f ic ios , u n a renci l la es eterna, pues los p a r i e n t e s ' del muerto nunca" d e j a n de «alber­gar la g u e r r a en sus corazones». Durante años, después de que se haya pagado e l ganado, los agnados próximos del ases ino evi­t a n a los agnados próximos del muerto , especialmente e n los bailes, pues , c o n la excitación que éstos provocan, e l simple hecho de c h o c a r con u n h o m b r e cuyo pariente h a y a s ido asesi­nado puede provocar e l estal l ido de u n a pelea, porque l a ofensa n o se p e r d o n a n u n c a y e l agravio h a d e pagarse e n última ins­tancia c o n u n a vida . C u a n d o T a s a n a l m u e r t o c o n u n a m u j e r , los parientes de s u esposo m u e r t o restriegan a la novia c o n ceni­zas é i n v o c a n a Dios p a r a que dé a luz a u n h i j o que vengue a su padre . D i c h o h i j o es u n gat ter, u n hi jo de vendetta (feud). E n los sacri f ic ios , dicen al espíritu que sus parientes h a n aceptado gana­do y con él v a n a pagar a l a esposa con l a c u a l van a c a s a r l o a él y a ellos e n s u nombre , p e r o le aseguran que un13ía lo vengarán adecuadamente con la l a n z a . «Un n u e r es orgulloso y desea el cuerpo de u n hombre c o m o venganza y n o s u ganado. Cuando h a matado a u n hombre , h a pagado l a deuda y s u corazón está contento.» E s es l a razón p o r l a que, aunque el jefe advierte a los parientes del muerto e n las ceremonias de conciliación que l a vendetta (feud) h a t e r m i n a d o y no debe volver a i n i c i a r s e , los n u e r saben que «una vendetta (feud) n o tiene fin». Puede haber paz durante u n tiempo p o r las razones que convencieron a los parientes a aceptar l a compensación y p o r el ganado que han recibido, pero l a enemistad continúa y los miembros de ambos bandos s iguen siendo jiter, personas que p a r t i c i p a n e n u n a ven­detta (feud), a u n cuando n o h a y a host i l idad manif iesta . N o hay luchas frecuentes n i host i l idad continua y s i n mitigar, p e r o e l do­l o r sigue inf lamado, aunque formalmente h a y a desaparecido, y, aunque se h a y a acabado formalmente , l a vendetta (feud) puede volver a e s t a l l a r en c u a l q u i e r momento.

V I

H e m o s d i c h o que las vendettas (feuds) c r e a n u n estado de hos­t i l idad entre los l inajes y, p o r esa razón, c o m o expl icaremos más

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adelante, entre secciones tribales enteras, y que no hay g r a n dife­r e n c i a entre los esfuerzos ocasionales p a r a ejercer venganza, cuando todavía no se h a llegado a u n arreglo de las vendettas (feuds), y l a host i l idad latente que persiste cuando se h a llegado a l a conciliación. No obstante, esto sólo es cierto e n los casos e n que los homic id ios se h a n producido entre secciones tribales p r i m a r i a s , secundarias o terciar ias . E n grupos más pequeños no es así, p u e s , a pesar de l a intensidad de los sentimientos despertados y s u pers is tencia después da que se h a y a pagado l a compensación, en dichos grupos las vendettas (feuds) t ienen que resolverse c o n m a y o r rapidez y no hay tantas probabil idades de que vuelvan a estal lar después de l a conciliación.

. L o que o c u r r e cuando u n hombre m a t a a otro depende de la relación entre l a s personas afectadas y de sus posiciones estruc­turales . L o s pagos referentes a u n n u e r auténtico, a uñ d i n k a que v i v a e n " N u e r l a n d i a y , entre los j i k a n y orientales , a u n miembro del c l a n aristocrático (véase p. 176) son diferentes. L a capacidad p a r a l levar- adelante u n a vendetta (feud) y, p o r tanto, p a r a conseguir obtener compensación con u n a v ida o c o n u n pago e n ganado depende h a s t a cierto punto de l a fuerza del l i n a j e de u n hombre y de sus relaciones de parentesco. Pero l a intensidad de u n a vendetta (feud) y la dificultad p a r a resolverla dependen principalmente de l tamaño del grupo afectado. S i u n h o m b r e ma­t a a otro que s e a pariente suyo próximo — s u primo paterno , por ejemplo—'también se paga ganado, aunque en menor cant idad , probablemente unas veinte cabezas. U n a de las fuentes c o n t r i b u ­yentes, los h e r m a n o s de l padre o los h i j o s de aquéllos, serían los receptores de l a compensación, razón p o r l a c u a l n o pueden pagar. A u n así, h a y que pagar algo de ganado, pues es necesario p a r a c o m p e n s a r a la f a m i l i a del muerto, p a r a p r o p o r c i o n a r u n a esposa a l espíritu y p a r a ce lebrar los sacrif icios debidos . Me d i j e r o n que e n esos casos l a cuestión se resuelve rápidamente. Probablemente pueda resolverse con m a y o r faci l idad u n a ven­detta de sangre (blood-feud) s i se h a producido dentro de u n c l a n , pues los n u e r no c o n s i d e r a n adecuado que los m i e m b r o s de u n c lan p a r t i c i p e n en u n a vendetta (feud). Después de que se h a y a satisfecho e l pago, d i c e n : «Hemos puesto f in a l a vendetta ; hemos vuelto a ser parientes». También se dice que, s i h a habi ­do muchos m a t r i m o n i o s comunes entre dos grupos, n o es pro­bable que s u r j a u n a vendetta (feud).

Cuando u n h o m b r e m a t a a u n miembro de s u aldea o a uno de u n a aldea c e r c a n a con l a que la s u y a mantenga relaciones sociales estrechas , u n a vendetta (feud) se resuelve pronto , por­que los m i e m b r o s de ambos bandos t ienen que a s o c i a r s e y porque h a n de producirse c o n seguridad muchos vínculos d e

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parentesco y a f i n i d a d entre ellos. I n d i c a n a l espíritu que se h a pagado el ganado y que resulta imposible vengar lo cobrándose l a v i d a de alguien porque , s i c o n t i n u a r a la vendet ta (feud) e n t r e parientes y vecinos, no quedaría nadie c o n v i d a . L a v i d a e n común es incompatible con u n estado de vendetta (feud). C u a n ­do u n hombre a lancea a otro de u n a aldea c e r c a n a , es h a b i t u a l , que los habitantes de l a aldea d e l atacante envíen l a lanza que causó l a her ida a l a del h o m b r e h e r i d o , p a r a q u e puedan t r a t a r l a mágicamente c o n e l f in de i m p e d i r que l a h e r i d a resulte f a t a l . También envían u n a oveja p a r a e l sacri f ic io . C o n ello not i f ican s u esperanza de que l a her ida c u r e pronto y e l hecho de que , e n cualquier caso , no desean i n i c i a r u n a vendetta (feud) a c a u s a de u n a riña p e r s o n a l . Después de esa cortesía, a u n cuando e l h o m b r e m u e r a , lo más probable es q u e . s u s parientes acepten l a compensación s i n hacerse d e - r o g a r demasiado . S i u n h o m b r e ^ m u e r e m u c h o s años después de h a b e r rec ib ido u n a h e r i d a " / s e a tr ibuye la muerte a d i c h a h e r i d a , pero lo más probable es que se acepte l a compensación s i n reparos , y e n pequeña e s c a l a . C u a n d o u n h o m b r e h a matado l a vaca de u n vecino, se paga inmediatamente -una v a c a como f ianza p a r a que l a c o m u n i d a d s iga viviendo e n paz . No obstante, no h a y que suponer que l a f a c i l i d a d con que se resuelvan l a s vendettas (feuds) indique ausen­c i a de indignación profunda o q u e l a di f icultad c o n que se resuel ­v a n indique m a y o r indignación.

L a s vendettas (feuds) se resuelven con r e l a t i v a faci l idad e n u n m e d i o social l i m i t a d o , en el que l a distancia e s t r u c t u r a l entre los part ic ipantes es pequeña, pero s o n más difíciles de resolver a m e d i d a que a u m e n t a e l tamaño d e l medio, h a s t a llegar a las r e l a ­c iones intertr ibales , e n las que n o se ofrece n i está prevista u n a compensación. E l grado de contro l social de l a s vendettas (feuds) varía según el tamaño del segmento tr ibal , y los propios n u e r m e e x p l i c a r o n eso c o n frecuencia . L a s vendettas (feuds) largas e i n ­tensas pueden p r o d u c i r s e entre secciones tr ibales terciarias , p e r o e n general se h a c e u n esfuerzo p a r a ponerles f in , pues u n seg­mento de ese tamaño tiene u n intenso sentimiento de c o m u n i d a d , estrechos vínculos de l inaje y c i e r t a interdependencia económi­c a . S i n embargo, resul ta m u c h o menos fácil poner f in a u n a vendetta (feud) entre personas de secciones t e r c i a r i a s diferentes q u e poner a f i n a u n a vendetta (feud) en u n a aldea o. entre a l ­deas vecinas , donde existen garantías p a r a l legar a u n a solución rápida y p e r m a n e n t e , y las vendettas (feuds) s i n conciliación entre secciones de ese tamaño t ienden a a c u m u l a r s e . Así o c u r r e especialmente e n los casos en los que no h a h a b i d o u n solo m u e r ­to a consecuencia de u n a riña personal , s ino v a r i o s muertos e n u n a l u c h a entre l a s dos secciones . Cuando se h a producido u n a

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l u c h a entre secciones tribales secundarias , existen pocas posibi ­l idades de exigir venganza salvo mediante u n a lucha general , y s u s miembros no s ienten tanta necesidad de someterse a l a m e d i a ­ción, dado que t ienen pocos contactos sociales y éstos son m o ­mentáneos, pues l a faci l idad re lat iva con que se resuelven las r e n c i l l a s indica l a cohesión de l a comunidad. Cuánto m a y o r es e l segmento afectado, mayor es la anarquía predominante. S u s

" m i e m b r o s dicen que existe u n pago en ganado como compensa­ción p o r u n h o m i c i d i o , pero no sienten profundamente l a nece­s i d a d de satisfacerlo . L a t r i b u es l a última etapa en esa a n a r ­quía e n aumento. Todavía tiene unidad política n o m i n a l , y se c o n s i d e r a que las vendettas (feuds) entre sus m i e m b r o s más dis ­tantes pueden resolverse mediante u n a compensación, pero m u ­c h a s veces no se resuelven, y s i muchos hombres resultan m u e r ­tos e n u n a gran l u c h a entre secciones grandes, no se hace n a d a p a r a vengarlos o p a g a r compensación por s u s muertes . S u s p a ­rientes esperan h a s t a que l a próxima lucha les brindé u n a opor­t u n i d a d . E n consecuencia , el integumento político puede es t i rarse h a s t a romperse y l a tr ibu puede dividirse e n dos. L a escisión e n t r e las secciones se extiende h a s t a que l lega u n momento e n q u e tienen poco q u e ver entre sí, salvo las uniones ocasionales p a r a h a c e r i n c u r s i o n e s guerreras ; y las vendettas (feuds) e n t r e s u s miembros se resuelven, s i acaso, c o n m a y o r diñcultad y c a s u a l i d a d .

V I I

Así, pues, las probabi l idades de que u n homicidio se convier ­ta e n vendetta de sangre (blood-feud) y sus posibi l idades de a r r e ­glo dependen de l a s relaciones m u t u a s estructurales de las per­s o n a s -afectadas. Además, podemos ver l a vendetta de sangre (blood-feud) como u n movimiento es tructura l entre segmentos políticos mediante e l que se mantiene l a f o r m a del s is tema polí­t ico nuer , tal c o m o lo conocemos. E s cierto que los únicos afec­tados de forma i n m e d i a t a y d irecta son los parientes agnaticios próximos, pero las vendettas (feuds) entre personas pertenecien­tes a secciones tr ibales diferentes tarde o temprano in f luyen e n l a s relaciones m u t u a s de las comunidades e n ' c o n j u n t o a l a s que pertenecen.

L o s parientes de u n hombre asesinado intentan m a t a r a l gwan thunga, e l asesino, pero tienen derecho a m a t a r a c u a l q u i e r a de s u s agnados próximos (gaat gwanlen). N o deben m a t a r a h i j o s d e l h e r m a n o de l a m a d r e , de l a h e r m a n a del p a d r e o de l a h e r -

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m a n a de la madre , porque esas personas no pertenecen al l i n a j e del ases ino . A s i m i s m o , l a vendetta (feud) sólo i n c u m b e d i r e c t a ­mente a los l inajes mínimos de ambos bandos. N o obstante, p o ­demos considerar que l a importancia de la vendetta (feud) e s t r i ­b a m e n o s en l a f a c i l i d a d de arreglo entre grupos más pequeños que e n l a s dificultades de arreglo entre los grupos mayores , q u e p a r t i c i p a n indirectamente en el confl icto. H e m o s observado que las personas impl icadas en u n a vendetta (feud) no pueden c o m e r e n las m i s m a s casas y, como u n h o m b r e come e n todas las c a s a s de s u aldea , los habitantes de l a a ldea se ven afectados por l a prohibición y e n t r a n e n u n estado de oposición ritual^ m u t u a . Generalmente , todos los habitantes de u n a a ldea están r e l a c i o ­nados mutuamente de algún modo y t ienen también u n ^ r o f u n d a sentimiento de c o m u n i d a d , de modo que, s i se p r o d u c e u n a l u c h a entre s u aldea y o t r a a c a u s a de una* vendetta (feud) que afecte a alguno de sus m i e m b r o s , es probable que l a a l d e a entera se v e a i m p l i c a d a e n e l la . Así, e n los bailes los hombtgs de cada a ldea que as i s ten a el los l legan en formación de combate y m a n ­tienen uña línea - in interrumpida a lo largo del bai le , de m o d o que, s i u n o de ellos se ve atacado, los otros están a s u lado y están obligados a ayudarle . Así, pues , las personas no afectadas directamente p o r l a vendetta (feud) pueden verse obligadas a a y u d a r a los protagonistas .

Además, hemos observado que l a intens idad de u n a vendet ta (feud) y l a forma de l l evar la adelante dependen de l a relación e s t r u c t u r a l de l a s personas abarcadas p o r . el s i s t e m a político. Dentro de u n a a l d e a no se puede to lerar u n a vendetta (feud) y resul ta imposible m a n t e n e r durante m u c h o t iempo u n a vendetta (feud) entre aldeas c e r c a n a s . E n consecuencia , a u n q u e l a m a y o r f recuencia de luchas se d a en e l i n t e r i o r de u n a a l d e a o entre a l ­deas y campamentos vecinos, u n a vendetta (feud), e n el s e n t i d o de u n a relación entre bandos entre los cuales existe u n a d e u d a no sat is fecha p o r h o m i c i d i o que se puede sat is facer mediante l a venganza o mediante e l pago de u n a compensación —estado pro ­v i s i o n a l de host i l idad que no requiere u n a solución inmediata , pero debe acabar t a r d e o t e m p r a n o — , sólo puede pers is t ir entre secciones tribales q u e estén lo suficientemente próximas c o m o p a r a que se puedan mantener las re laciones de host i l idad act iva y lo suficientemente a le jadas como p a r a que d ichas relaciones n o i m p i d a n contactos sociales esenciales de carácter más pacífico. U n a vendetta (feud) t iene poca i m p o r t a n c i a , a no ser que ex is tan re laciones sociales de algún tipo que se p u e d a n r o m p e r y r e a ­n u d a r y , a l m i s m o t iempo, dichas relaciones exigen u n arreglo f i n a l p a r a que no se produzca u n a r u p t u r a total . Así, pues, l a función de l a vendetta (feud), v i s t a desde este ángulo, es l a d e

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mantener el equil ibrio e s t r u c t u r a l entre segmentos tribales opues­tos y, s i n embargo, u n i d o s políticamente en relación con unida­des mayores .

L a vendetta (feud) co loca a secciones enteras e n u n estado de host i l idad m u t u a , s i n que ésta provoque enfrehtamientos frecuentes, pues el a lcance de la venganza directa se l i m i t a a pequeños grupos de parentesco y sus esfuerzos p a r a exigirla no son incesantes . Se d a u n a lucha entre dos secciones y algunas personas de cada b a n d o resultan muertas . Sólo los l inajes que hayan perdido a u n m i e m b r o están e n u n estado de vendetta (feud) d i recta c o n los l inajes que se h a y a n visto privados de algún m i e m b r o , pero por l a residencia común, e l patr iot ismo l o c a l y u n a red de lazos de parentesco, las secciones enteras par­ticipan e n l a enemistad resultante y l a prosecución de las ven­dettas (feuds) puede p r o v o c a r nuevas luchas entre l a s comunida­des afectadas y u n a multiplicación de las vendettas (feuds) entre

* '-éHas. Así, cuando la sección n y a r k w a c de l a t r i b u l o u luchó con­t r a l a sección leng, e l l i n a j e LAM y las personas que ^ i v e n c o n s u s m i e m b r o s se a l i n e a r o n contra los l inajes MAR, KWOTH y MALUAL y las personas que viven c o n los m i e m b r o s de éstos; e l l inaje MAMTHIEPNI se alineó contra e l l inaje DUMIEN, y así s u ­cesivamente . Sólo esos l inajes mínimos se v i e r o n implicados mutuamente en las vendettas (feuds) que resul taron , y no l inajes colaterales , aunque p a r t i c i p a r a n e n otros sectores de l a lucha , pero l a host i l idad entre las secciones e r a común a todos sus miembros . U n buen e j e m p l o de los sentimientos de los n u e r con respecto a esas cuestiones lo proporcionan sus reacciones en e l c a m p a m e n t o de ganado de Muot Di t , cuando e l gobierno cogió rehenes p a r a obligarlos a entregar a sus profetas. L a p r i n c i p a l

•queja que m e expusieron fue l a de que los rehenes n o pertenecían a los m i s m o s linajes que los profetas y, e n consecuencia , el l i t i ­gio no les afectaba directamente . E l gobierno enfocaba el asunto •desde e l punto de v is ta terr i tor ia l , y ellos desde e l punto de v is ta de la analogía con las convenciones de u n a vendetta (feud).

Aparte tie las observancias rituales, de las obligaciones de pa­rentesco, del sentimiento de c o m u n i d a d , etc., existe o t r a razón por l a q u e las vendettas de sangre (blood-feud) entre l inajes pequeños, especialmente cuando h a y m u c h o s , se convierten e n estados de vendetta (feud) y tienden a m a n t e n e r l a a n i m o s i d a d •entre l a s comunidades . T a l como hemos explicado e n e l capítu­lo V , c a d a comunidad v a asociada a u n l inaje de t a l modo, que todas l a s personas de l a c o m u n i d a d que no sean m i e m b r o s del l i ­naje q u e d a n asimiladas a él en las relaciones políticas, que, por esa razón, se expresan c o n frecuencia con los v a l o r e s de los l inajes . P o r eso, u n a vendeta de sangre (blood-feud) entre gru-

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pos agnaticios se - transforma en u n a r e n c i l l a , en el sentido más general, entre los linajes^cóh que dichos grupos v a n asociados mediante las relaciones confl ict ivas en función de s u e s t r u c t u r a , y las comunidades asociadas c o n los l i n a j e s se ven i m p l i c a d a s e n l a host i l idad mutua.

L a h o s t i l i d a d entre los segmentos más pequeños de u n a tr ibu puede i m p l i c a r a J o s segmentos mayores de que aquéllos f o r m a n parte . Así, como ya hemos observado, u n a disputa e n t r e dos " aldeas puede provocar u n a l u c h a entre secciones tr ibales secun­darias e i n c l u s o p r i m a r i a s . L a s relaciones m u t u a s entre secciones mayores funcionan , .por dec ir lo así, mediante las relaciones m u ­tuas entre secciones más pequeñas. C u a n d o una sección e n l a

"~7me exis tan vendettas (feuds) s in reso lver lucha c o n t r a otra sección, se o l v i d a n de momento toda clase de riñas y l a sección e n conjunto se c o m b i n a p a r a l a acción.

L a vendetta (feud) es u n a institución política, pues es u n modo de comportamiento aprobado y regulado entre c o m u n i ­dades dentro de u n a t r i b u . L a oposición equi l ibrada entre seg­mentos tr ibales y sus tendencias complementarias h a c i a l a fisión y la fusión, que , como h e m o s visto, constituye u n p r i n c i p i o es­t r u c t u r a l , es evidente en l a institución de l a vendetta (feud), que, por u n lado , expresa l a host i l idad mediante acciones"ócasionales y violentas que s irven p a r a mantener separadas a las secciones y, por otro lado, gracias a los medios previstos p a r a e l arreglo, impide que la oposición llegue hasta l a fisión completa . L a cons­titución t r i b a l requiere los dos elementos de u n a vendetta (feud): l a necesidad de venganza y los medios p a r a llegar a u n arreglo. E l medio p a r a llegar a u n arreglo es el jefe piel de leopardo, c u y a función examinaremos más adelante. P o r tanto, considera­mos l a vendetta (feud) c o m o esencial p a r a el s i s t e m a político, ta l como existe a c t u a l m e n t e . E n t r e t r i b u s sólo puede exist ir guerra, y mediante la guerra , el recuerdo de la g u e r r a y la v ir ­tual idad de l a , g u e r r a , se definen y expresan las relaciones entre las tr ibus . Dentro de u n a t r i b u la l u c h a s iempre p r o d u c e ven­dettas (feuds) y la relación de vendettas (feuds) es caracterís­t ica de los segmentos tribales y da a l a estructura t r i b a l u n mo­vimiento de expansión y contracción.

N a t u r a l m e n t e , no existe distinción c l a r a entre l a l u c h a contra otra t r i b u y l a l u c h a c o n t r a u n segmento de la p r o p i a t r i b u . No obstante, los n u e r ins is ten e n que la posibi l idad de a r b i t r a j e y pago de compensación p o r las muertes resultantes de u n a lucha dentro de u n a t r i b u la convierten en ter, e n u n a vendetta (feud) y en que es diferente de u n a lucha entre tr ibus , kur, e n l a que no se aceptarían las reclamaciones de compensación. A m b a s di­fieren de las incursiones c o n t r a los d i n k a , pee, y de l duelo indi -

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v i d u a l , dwac, aunque toda clase de l u c h a s son kur e n sentido general . P e r o _ c s - e v i d e n t e que u n a l u c h a en u n a aldea, que conduce inmediatamente al pago de u n a compensación por las muertes , y u n a lucha entre tribus, e n l a que no h a y compensa­ción p o r las muertes , son dos polos, y que cuanto más nos ale­j a m o s de l a comunidad de una aldea, más se van pareciendo las l u c h a s ejitre secciones tribales a las l u c h a s entre t r i b u s , en el sen­tido de que l a compensación p o r homicidio va resultando cada vez más difícil de c o b r a r y menos frecuente, de m o d o que entre secciones p r i m a r i a s el valor tr ibal , e l sentimiento de que la com­pensación ¿ O T homicidio puede, e inc luso debe, pagarse, es lo único que distingue s u s luchas de las luchas entre tr ibus . U n a vez más, hemos de r e c a l c a r aquí l a conclusión de que el valor t r i b a l es relativo y está en función de l a situación estructural .

Además, hemos de insist ir e n que l a s vendettas de sangre (blood-feuds) sólo afectan- directamente a unas pocas personas y que, a u n q u e a veces provocan v io lencia entre entecas comuni­dades locales — u n a vendetta (feud) e n sentido a m p l i o — , los contactos sociales ordinar ios continúan a pesar de ellas. L o s lazos de parentesco y de afinidad, de pertenencia a los grupos de edad, y de los intereses mil i tares e inc luso económicos siguen intactos ; y dichos lazos actúan como u n elástico entre las sec­ciones , pues las relaciones políticas confl ictivas pueden ampliar­los enormemente , pero siempre mant ienen unidas a las comuni­dades y hacen que s igan siendo u n grupo compacto e n relación con otros grupos del m i s m o tipo. C o m o ya h e m o s explicado, cuanto m a y o r sea la c o m u n i d a d menos numerosos e intensos son dichos lazos, pero se extienden más allá incluso de las fronteras tr ibales . E l aumento de la anarquía, d e l a di f icultad a la h o r a de reso lver las vendettas (feuds), v a u n i d o a la disminución de la frecuencia de los contactos sociales de todas clases . L a cohesión social a u m e n t a a m e d i d a que "disminuye e l tamaño de la comu­n i d a d .

V I I I

Natura lmente , existen entre los n u e r otras d isputas , además de las re lat ivas a homicidios , pero podemos examinar las breve­mente y e n relación d irecta con el h o m i c i d i o y c o n l a vendetta (feud). E n sentido estr icto , los nuer c a r e c e n de derecho. E x i s t e n compensaciones convencionales p o r p e r j u i c i o , adulterio , pérdida de u n m i e m b r o , etcétera, pero no existe u n a autor idad c o n poder p a r a f a l l a r c o n respecto a esas cuestiones o i m p o n e r e l c u m -

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pl imiento de u n veredicto. L a s funciones legislativa, j u d i c i a l y e jecut iva no se confieren a personas n i a asambles . E n t r e miem­bros de tr ibus diferentes, no hay n i que h a b l a r de desagravio ; e incluso dentro de u n a t r i b u , a lo que sé por e x p e r i e n c i a , los agravios no se denuncian e n f o r m a legal , como diríamos noso­tros , aunque a veces se pague u n a compensación (ruok) por daños. U n h o m b r e que c o n s i d e r a se* h a visto p e r j u d i c a d o por o b r a de otro n o puede e n t a b l a r j u i c i o c o n t r a él, p o r q u e no existe t r i b u n a l ante el que c i tar lo , a u n c u a n d o deseara presentar­se . Viví e n i n t i m i d a d con los nuer durante u n año y n u n c a supe de c a u s a a lguna que se presentara ante u n individuo o . u n tribu­n a l del tipo que fuera; más aún: llegué a l a conclusión de que es m u y r a r o que u n hombre obtenga compensación excepto por fuerza o a m e n a z a de fuerza. L a reciente introducción de tr ibu­nales del -gobierno, ante los cuales se r e s u e l v e n a veces las dispu­tas , no a l t e r a p a r a n a d a esta.impresión, p u e s es de s o b r a sabido que entre otros pueblos africanos se p r e s e n t a n c a u s a s ante los tr ibunales b a j o l a supervisión del gobierno que anteriormente no se habrían resuelto ante u n tr ibunal o n o se habrían resuelto en absoluto, y que , mucho t iempo después de l a institución de esos tr ibunales gubernamentales , siguen funcionando a l m i s m o t iempo que los métodos antiguos de administración de j u s t i c i a .

Antes de examinar las características principales del proce­dimiento legal nuer, hago constar que, según informaciones ver­bales, pues nunca he observado esa clase de procedimiento, un modo de resolver las disputas es el de usar a u n jefe piel de leopardo como mediador. Así, me dijeron que u n hombre a quien le han robado una vaca puede pedir al jefe que vaya con él a pedir la devolución de la vaca. Primero va el jefe, con varios de los ancianos de su aldea, a la casa del demandante, donde le ofrecen cerveza. Después van, junto con u n a delega­ción de la aldea del demandante, a l a aldea del demandado, y también allí pueden ofrecer al jefe cerveza o una cabra. Al jefe se lo considera neutral y su persona tiene cierto halo de santidad, por lo que no es probable "que la delegación se vea atacada. L o s ancianos visitantes se sientan con los ancianos de la aldea del demandado y el jefe en uno de los establos y discuten la cuestión en litigio. E l dueño del animal da su ver­sión y el hombre q u j lo h a robado intenta justificar s u acción. Después el jefe, y cualquier otra persona que desee hacerlo, emite u n a opinión sobre el asunto. Cuando todo el mundo ha dicho lo que tenía que decir, el jefe y los ancianos se retiran a discutir la cuestión entre ellos y a acordar una decisión. Los litigantes aceptan el veredicto del jefe y de los ancianos y, después, el dueño del animal da al jefe u n novillo o u n carnero, a no ser que sea pobre, en cuyo caso no le da nada.

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S i un hombre tiene una disputa con otro de la misma locali­dad, ambos pueden ir a la casa de un jefe local y dejar las lanzas en el suelo en su establo. Un hombre no puede colocar la lanza en posición vertical en el establo de un jefe; y me dijeron que, en caso de que lo hiciera, cualquier persona que estuviera cerca podría apropiársela, pues con esa acción habría faltado al respecto al jefe. Cuando los dos hombres han e x p r e - . sado sus opiniones, el jefe y los ancianos discuten el asunto fuera del establo y vuelven a entrar en él para dar a conocer a los litigantes s u decisión. L a persona a quien favorezca la decisión entrega s u lanza aí jefe, quien se l a da a un amigo o escupe en ella y se la devuelve a su dueño. Por la forma como mis informadores describían el procedimiento en conjunto, resultaba claro que el jefe emitía su decisión final como u n a opinión expresada en lenguaje persuasivo y no como un juicio emitido con autoridad. Además, si bien .el carácter sagrado del jefe y la influencia de los ancianos tienen peso, el veredicto se acepta exclusivamente porque ambas partes están de acuerdó

* con él. No puede haber discusión, a no ser que ambas partes deseen resolver la disputa y estén dispuestas a aceptar un com­promiso y someterse al arbitraje, pues la función del jefe es la de mediador entre personas que desean que otras personas las liberen de l a dificultad que podría provocar violencia. E l hombre contra quien se pronuncia la decisión puede ceder para honrar a los ancianos y al jefe en algo en lo que no habría cedido directamente y sin su intervención, pues la aceptación de su veredicto no menoscaba su prestigio. E n caso de que haya alguna duda sobre los hechos, pueden emplearse ciertos jura­mentos, que son algo parecido a las ordalías, en nombre del jefe piel de leopardo.

Para que una disputa se resuelva de este modo, no sólo es necesario que ambas partes deseen arreglar el asunto amistosa­mente, sino que además es necesario también que ellas mismas lleguen a un acuerdo durante la discusión. Nadie puede obligar a ninguna de las partes a aceptar una decisión y, de hecho, no se puede-emitir una decisión a no ser que haya unanimidad, dado que hay ancianos de ambas partes. Así, pues, siguen dis­cutiendo hasta ̂ u e todo el mundo haya expresado su opinión y se obtenga un consenso.

L o s c inco elementos importantes en u n arregló de ese tipo mediante negociación directa a través de u n jefe pareéen s e r : (1) e l deseo de los litigantes de resolver el asunto , (2) l a sant i ­dad de l a persona d e l jefe y s u función tradic ional de mediador , (3) discusión c o m p l e t a y l ibre que conduzca a u n acuerdo más completo entre todos los presentes, (4) el convencimiento de que u n h o m b r e puede ceder ante el jefe y los ancianos s in perder s u dignidad en algo e n lo que no h u b i e r a cedido ante s u oponen-

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te y (5) e l reconocimiento por parte d e l perdedor de l a j u s t i c i a de la c a u s a de s u oponente.

R e p i t o que no v i u s a r ese método y añado que, e n m i opinión, se u s a m u y r a r a s veces y sólo cuando los oponentes s o n vecinos bastante próximos y pertenecen a comunidades estrechamente v i n c u l a d a s p o r muchos lazos sociales. E n teoría, c u a l q u i e r miem­bro de u n a t r i b u puede obtener compensación de c u a l q u i e r otro, pero no disponemos de pruebas que n o s . p e r m i t a n suponer que s e obtuviera c o n frecuencia . Antes de r e s u m i r nuestro j u i c i o sobre l a n a t u r a l e z a y el objet ivo de las. re laciones legales e n Nuer lan-dia , v a m o s a ofrecer unos cuantos e jemplos de actos típicos-que p u e d e n provocar v io lencia , s i no se d a u n a compensación.

Cuando un nuer habla de que una persona ha robado (kwal) una res, quiere decir que la ha cogido s in permiso y furtiva­mente, pero no quiere decir en absoluto que no debería haberla cogido. Dentro de u n a tribu un raptor de ganado c o n s i d e r a siempre que coge lo que se le debe. De esa forma lo que cance­l a es u n a deuda (ngwal), pues el hombre que le debe ganado no lo h a devuelto espontáneamente. Por consiguiente, lo que se debate es si su alegación de deuda es justa y si debería haber cogido precisamente las reses que h a cogido. E s a práctica de que cada cual se encargue por sí mismo de recuperar lo que se le debe es una costumbre tan establecida, que podemos de­c i r que es la - forma habitual de cancelar las deudas. Así, con frecuencia, los acreedores cogen en los pastizales las reses del pago de una compensación final por homicidio, y muchas veces ocurre que, cuando un desposado y . sus parientes no entregan todo el ganado que Habían prometido, los hermanos de l a esposa intentan apoderarse de las reses que todavía les deben. E n otras circunstancias, u n hombre robará una vaca que se le deba, a veces empleando los servicios de un mago para hechizar a l dueño, de modo que no pueda custodiar su manada el día en que esté previsto el robo; por ejemplo, u n hombre que dejó a otro u n buey para el sacrificio por una enfermedad, para la boda de su hi ja , en época de escasez, etc. y no h a recibido una vaquil la a cambio, a pesar de que el deudor posee una. Des­pués de haberse apoderado de u n a vaca de l a manada del deudor, está dispuesto a devolverla, s i a cambio recibe la va­qui l la que le deben. Entonces, el deudor intentará robar s u vaca, a su vez, o abrirá una discusión cuyo resultado será el pago por su parte de una vaquilla y la recuperación de su vaca.

L a s únicas riñas dentro de una aldea o de un campamento a propósito de propiedad de ganado que presencié, se referían a obligaciones de parentesco o afinidad y a l final quedaron solu­cionadas al ceder una de las partes a causa de s u relación con la otra. S i un hombre se apodera de ganado de u n pariente o de u n vecino, entra en su corral y lo coge. S i el dueño tiene

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argumentos convincentes, puede oponer resistencia: en caso contrario, deja que se lleve el ganado, pues sabe que el otro hombre recibirá el apoyo de la opinión pública de la comunidad-Si un hombre se apodera de ganado de u n habitante de otra aldea, adopta una táctica diferente. Junto con uno o dos ami­gos, espía el ganado en su pastizal hasta que se presenta una oportunidad. Nunca oí hablar de que un nuer robara una vaca a otro miembro de su tribu simplemente porque la deseaba. Por otro lado, u n nuer no vacila a la hora de robar vacas a personas pertenecientes a* tribus vecinas e incluso irá con amigos a otra tribu para robar con ellos. Ese robo (kwal) no se consi­dera delito en absoluto.

S i un hombre comete adulterio, paga u n a indemnización de cinco vacas y un buey, a no ser que el marijio_sea impotente, en cuyo caso el adúltero puede reclamar una" vaca al casar a una hi ja de su adulterio. Aun en él caso de que el marido no sea impotente, si el adúltero puede demostrar que s u adul­terio ha dado fruto, puede reclamar la devolución del ganado que haya pagado como indemnización, excepto una vaca llamada yang kule, la vaca de la piel con la que se hace una estera para dormir, que tiene significado ritual. Pero probablemente sea raro el adulterio en una comunidad local pequeña, porque

** todos los habitantes guardan relaciones mutuas, y, por esa r a ­zón, se considera que no sólo sería censurable cometer adulte­rio con sus esposas, sino que, además, sería, en mayor o menor grado, incestuoso. S i los dos hombres son parientes próximos, el adúltero entrega un buey para sacrificio, pero no es proba­ble que pague una indemnización. S i no son parientes próximos, el marido puede intentar apoderarse del ganado del adúltero, pero sólo adopta esa medida, en caso de que sorprenda al ofen­sor en el momento de cometer adulterio. Para evitar una pelea, el adúltero escapa corriendo, y, si teme que le cojan su ganado, lo coloca en los corrales de amigos y parientes. Eso hace que al marido le resulte idifícil apoderarse de él, pues aunque sepa dónde está, no quiere verse implicado en riñas con algunos de sus vecinos por haber saqueado sus corrales. Los nuer no con­sideran inmoral cometer adulterio con las esposas de ios habi­tantes de otras aldeas. S i el marido descubre la ofensa, puede intentar apoderarse del ganado del ofensor, pero al hacerlo corre el riesgo de que se resista y alguien puede resultar muer­to, a consecuencia de lo cual puede surgir una vendetta (feud). Una manada es propiedad conjunta de hermanos, aunque esté dividida entre ellos, y éstos no aceptan de buen grado la pér­dida de ganado por causa de adulterio. Según mi experiencia, es muy poco frecuente verdaderamente que u n hombre obten­ga compensación por adulterio. E l adulterio con la esposa de un hombre de otra tribu es una cuestión sin importancia. De cualquier modo, ¿qué puede hacer aquél?

, Igualmente, la fornicación con una muchacha soltera se com­pensa con el pago de una vaquilla y de u n novillo. Pero es de

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todo punto improbable que se satisfaga el pago. S i los parien­tes de la muchacha saben que está teniendo relaciones con u n hombre que posee ganado y que es probable que se case con ella, hacen la vista gorda. S i carece de ganado, o si la mucha­c h a está ya prometida, y uno de sus hermanos lo sorprende en ayuntamiento carnal con ella, lucha con él, a no ser que, como suele ocurrir , el otro escape corriendo, pues no se con­sidera cobardía huir en esas circunstancias. Entonces, los pa­rientes de la' muchacha pueden acudir a su establo y coger una cría macho y otra hembra, en caso de que sean suyos, y, s i son lo suficientemente fuertes, puede ser que no encuentren resistencia. E s o 1° q u e i ° s nuer dicen, pero no supe nunca de nadie qué pagara una cría macho y otra hembra, a pesar de que después de todos los bailes que vi los muchachos y mucha­chas formaban parejas y había muchas relaciones promiscuas y pocos intentos de ocultarlo. C o n frecuencia ocurre que u n hombre deje embarazada a una muchacha soltera y, en ese caso,

" se espera que se case con ella. L o s parientes de la muchacha pueden saquear su corral , -pero él intentará impedirlo escon­diendo sus reses en los corrales de sus parientes y vecinos. S i , posteriormente, se casa con la muchacha, el ganado que los pa­rientes de ella hayan cogido cuenta como parte del pago que se hace por la novia, y, si se niega a casarse con ella, cuenta como pago por la posesión del hijo, de modo que, en cualquiera de los dos casos, lo que paga no es una indemnización, sino u n estipendio para afirmar sus derechos. E n realidad, también en •ese caso, a los hermanos de la muchacha les resulta muy difícil apoderarse de s u ganado, a no ser que esté dispuesto a permi­tírselo, y siempre existe el riesgo de una pelea que puede gene­ralizarse. Los nuer no fornican con las muchachas de su propia aldea, pues suelen ser parientes suyas, de modo que cuando se plantea u n litigio de ese tipo, suele ser entre personas de aldeas-diferentes del mismo distrito. S i el joven consigue evitar que le peguen u n porrazo en la cabeza en el momento del inci­dente y se mantiene alejado de la aldea de l a muchacha durante unos meses, no es probable que pague una indemnización ni que sufra consecuencias de otro tipo. E n caso de que haya •dejado embarazada a la muchacha, en circunstancias normales enviará a u n pariente para que diga q u e t i e n e intención de •casarse con ella. Entonces, se considera a la muchacha prome­tida y el joven pasa a ser yerno para los padres de ella y a u n yerno no se lo lastima. Aun cuando se niegue a casarse con su hermana, los hermanos vacilan a la hora de atacar al padre •del hi jo de aquélla.

E s posible conseguir de los nuer una lista de las compensa­ciones por las heridas causadas a una persona: por ejemplo, diez reses por la rotura de una pierna o por la abertura de la cabeza, diez reses por la pérdida de un ojo, dos reses por la rotura del diente de una muchacha, etc. Por una herida ligera, e n la carne, por grave que sea, no se paga compensación, a no

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Fig. 12 Mollejón de barro cocido coa muela de madera

ser que el herido muera. E n diferentes partes de Nuerlandia el número de reses que hay que pagar varía. No pude documen­tar caso alguno en que un hombre recibiera semejante compen­sación, excepto por decisión de un tribunal del gobierno, pero los nuer dicen que la recibiría, s i sus parientes fueran lo sufi­cientemente fuertes para vengarse.

Se dice que, "en los viejos tiempos, s i un hombre moría a consecuencia de una intervención mágica, sus parientes inten­taban matar al mago (gwan wat), aunque no pude documentar caso alguno de asesinato de u n mago. Los nuer señalan que un mago no usa su magia contra personas de su propia comu­nidad, sino sólo contra personas de otras aldeas, de modo qué no resulta fácil vengarse contra él, dado que recibirá e l apoyo de los habitantes de s u propia aldea, que consideran el poder má­gico como u n valor para su comunidad. También se dice que en la antigüedad a veces un brujo (peth) resultaba asesinado, aunque no puedo decir con qué frecuencia ocurría, en caso de que así fuese.

Muchas disputas surgen con relación a la compensación ma­trimonial: los parientes del esposo no pagan lo que habían prometido o el matrimonio se divorcia y los parientes de la esposa no devuelven todo el ganado que se había pagado. E n

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esas circunstancias, el deudor no niega la deuda, pero presenta una exigencia que hace de contrapeso o dice que no tiene ganado para satisfacerla. Muchas veces dice eso, a pesar de tener ganado. E l acreedor sólo puede estar seguro de conse­guir lo que le deben, si se apodera de ello por la fuerza del corral de su deudor o de la manada en el pastizal. S i es fuerte y está respaldado por un linaje poderoso, no encontrará resis­tencia, pues tiene la razón de s u lado. E s a s cuestiones se resuel­ven fácilmente dentro de un aldea y entre personas que compar­ten un^ campamento común en la estación seca, pues todo el mundo comprende que hay que llegar a un acuerdo mediante la discusión y que debe ser justo. Pero, cuando las partes perte-. necen a aldeas diferentes, y quizás hostiles, el arreglo no es fácil. Puede ser que se utilice al jefe piel de leopardo del modo que hemos descrito, para aceptar que las partes accedan a discutir y entonces se puede llegar a un acuerdo, pero muchas deudas de ese tipo nunca llegan a pagarse. Se recuerdan duran­te años. Quizás algún día, puede que e n la próxima generación, se presente una oportunidad de robar el ganado.

S i una esposa muere en s u primer embarazo o parto, se considera responsable al marido. No surge u n a vendetta (feud) n i mucho menos, pero el marido pierde e l ganado que. pagó por la mujer, pues éste se convierte en el ganado que debe pagar por la pérdida de la mujer, como si se tratara de una compen­sación por homicidio. E l marido es responsable sólo en el caso de que la muerte se produzca durante el parto antes de la expulsión de l a placenta. S i se produce alguna disputa sobre el tipo de muerte o la cantidad de ganado que todavía se debe, se zanja con u n mediador llamado kuaa yiika o kuaa yiini, «el jefe de las esteras», cargo que corresponde a determinados l i ­najes. E s e hombre no ocupa ningún otro cargo y no es una persona importante en virtud de su función de arbitro en esa clase de disputas. E s fácil obtener compensación, pues el suegro tiene en su poder el pago hecho por la esposa. Además, existe u n vínculo de afinidad y no es probable que alguno de los dos bandos recurra a la violencia.

U s a n d o estas breves notas c o m o ejemplos de las tendencias d e l derecho n u e r , a h o r a podemos decir cuáles son dichas ten­d e n c i a s . E n este c a s o hablamos de «derecho» e n e l sentido que p a r e c e más apropiado a l h a b l a r d« los n u e r : u n a obligación mo­r a l de z a n j a r las disputas mediante métodos convencionales , y n o e n e l sentido de procedimiento legal o de inst i tuciones lega­les . H a b l a m o s sólo de derecho c i v i l , pues no p a r e c e haber acción a l g u n a c o n s i d e r a d a ofensiva p a r a la c o m u n i d a d en c o n j u n t o y cast igada p o r ésta. L o s informadores que d i j e r o n que a veces se m a t a b a a los b r u j o s y magos a f i r m a r o n q u e s iempre e r a n

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individuos o grupos de parientes quienes los atacaban y asesi ­naban para vengarse .

L a p r i m e r a observación que hay que h a c e r sobre e l derecho n u e r es que n o tiene en todas las partes de u n a tr ibu l a m i s m a fuerza, sino que es relativo y está en función de la posición de las personas e n la estructura social , de l a distancia entre ellas e n los sistemas de parentesco, de l inaje , de grupos de edad, y, sobre todo, e n el político. E n teoría, se puede obtener compen­sación de c u a l q u i e r miembro de l a p r o p i a t r i b u , pero, de hecho,

-existen pocas posibil idades de que así sea , cuando no es u n m i e m ­b r o del propio distrito y pariente . C u a n t o m a y o r es l a zona que abarca a los bandos de u n a disputa, m e n o r es l a sensación de que sea obligatorio z a n j a r l a y más difícil resulta l a t a r e a de imponer el cumpl imiento de u n acuerdo y , por consiguiente, menores . las probabi l idades de que se z a n j e . Dentro de u n a aldea, los ancianos d e ésta discuten las diferencias entre personas y en general se l lega fácilmente á 'úñ acuerdo y l a compensación se paga, o se promete , pues todos están relacionados p o r parentesco o intereses c o m u n e s . L a s disputas entre m i e m b r o s de aldeas ve­c i n a s , entre l a s cuales existen muchos vínculos y contactos so­ciales , puede z a n j a r s e también mediante u n acuerdo, pero con menos faci l idad y con m a y o r probabi l idad de que se r e c u r r a a l a fuerza. C u a n t o más nos acercamos a l a t r i b u menores s o n las posibil idades d e arreglo. E l derecho f u n c i o n a débilmente fuera de u n radio m u y l imitado y e n ningún l u g a r c o n demasiada ef ica­c i a . Así, pues, l a debil idad de l a ley d e m u e s t r a la falta de control soc ia l a que hemos aludido, con frecuencia , y las relaciones m u ­tuas estructurales de los segmentos tribales se ven e n l a re lat i ­v i d a d del derecho, pues e l derecho nuer es relativo como l a p r o p i a es tructura .

U n a razón convincente p o r l a que existen pocas posibi l idades de compensación entre los m i e m b r o s de secciones tribales p r i ­m a r i a s y secundarias diferentes es la de que l a base de l derecho es l a fuerza. N o debemos d e j a r que u n a enumeración de los pagos tradicionales p o r daños nos hagan suponer erróneamente que es fácil exigirlos , a no ser que se esté dispuesto a u s a r l a fuerza. L a porra y l a lanza son las sanciones de los derechos. L o que principalmente hace que l a gente pague u n a compensación es el temor a que e l agraviado¿y sus parientes r e c u r r a n a l a v io lenc ia . L a consecuencia de e l lo ' es que u n m i e m b r o de u n l ina je fuer­te está en posición diferente a l a de u n m i e m b r o de u n l inaje débil. También, las posibil idades de que u n hombre , obtenga compensación p o r u n agravio son menores , cuanto más a le ja ­do esté del h o m b r e que lo h a y a agraviado, dado que las opor­tunidades p a r a u s a r la violencia y la efectividad del respaldo

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proporc ionado p o r e l l inaje d i s m i n u y e n a m e d i d a que a u m e n t a l a d i s t a n c i a entre los" protagonistas . Como l a acción personal , c o n c ierto respaldo de l a opinión pública, es l a sanción p r i n ­c i p a l , sólo es eficaz cuando las personas están a u n a dis tancia qué p e r m i t a pelearse. E s a es u n a de las razones principales p o r l a s que es difícil resolver las vendettas (feuds), cuando las par­tes pertenecen a secciones tr ibales p r i m a r i a s o^secundarias d i ­ferentes .

L a mayoría de las disputas se producen e n las a ldeas o e n ' l o s campamentos y entre personas de aldeas c e r c a n a s , dado que las personas que v i v e n en estrecho contacto tienenjnás o p o r t u ­n i d a d e s p a r a reñir que las que v i v e n lejos u n a s de otras. D i c h a s riñas suelen c o m p l i c a r s e c o n - n o c i o n e s de parentesco , af inidad, e d a d , etc . , y con frecuencia son resultado de infracciones de nor­m a s específicas de comportamiento más que de simples infrac ­c i o n e s d e las regulaciones sociales generales. P o r esa razón, sue­l e n resolverse en consonancia c o n dichas n o r m a s tradicionales . P e r o , s i no se resuelven c o n l a mediación de los parientes , lo más probable es que provoquen violencia , p o r q u e , como y a h e ­m o s observado, los n u e r están dispuestos a l u c h a r inmediata ­m e n t e , s i se ven ofendidos o insul tados , a n o s e r que e l paren­tesco o u n a gran di ferencia de e d a d los refrene. Así, pues, s i u n h o m b r e se niega a pagar compensación por u n agravio , c o r r e u n riesgo enorme de que le a b r a n l a cabeza con u n a p o r r a o i n c l u s o de q u e lo alanceen, s i la excitación aumenta . Y eso es lo q u e o c u r r e c o n frecuencia .

P o r esa razón, hemos dicho que e l derecho n u e r , en la m e d i d a efl q u e es pertinente p a r a u n estudio de las re laciones políticas, debe examinarse e n conexión c o n l a vendetta de sangre (blood-feud). L a s disputas pueden z a n j a r s e muchas veces gracias a l p a ­rentesco próximo y a otros lazos sociales, p e r o entre m i e m b r o s de u n a t r i b u como tales se z a n j a n bien mediante el uso de l a f u e r z a p o r parte de l agraviado, y e l resultado d e esto puede ser u n h o m i c i d i o y u n a vendetta de sangre (blood-feud), b ien por ­que e l deudor ceda, a l saber que puede l legar a usarse l a f u e r z a y que e l resultado puede ser u n a vendetta (feud) por homicidio . E l h e c h o de saber que u n nuer es bravo y se defenderá c o n t r a l a agresión y hará va ler sus derechos c o n la a y u d a de la p o r r a y de l a l a n z a es lo que garantiza el respeto a la p e r s o n a y a l a p r o p i e d a d .

E l n u e r tiene u n sentido profundo de l a dignidad personal y de los derechos. L a idea de derecho, cuong, está m u y a r r a i g a ­d a . Está reconocido que u n h o m b r e h a de obtener compensación p o r c iertos agravios. E s t o no está e n contradicción c o n la a f i r m a ­ción de que l a a m e n a z a de la v io lencia es la sanción p r i n c i p a l p a r a

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el pago de u n a compensación, sino que concuerda c o n el la , pues los parientes de u n h o m b r e sólo lo apoyarán e n caso de que tenga razón.. Indudablemente , , es c ierto que, s i u n h o m b r e es débil, no es probable q u e el hecho de que tenga razón le p e r m i t a obtener satisfacción, p e r o , s i tiene razón, contará c o n e l apoyo de sus parientes y s u oponente no, y p a r a r e c u r r i r a l a v io lencia o p a r a hacer le frente s o n necesarios el apoyo de los parientes y la aprobación de l a comunidad . Podemos d e c i r que, s i u n h o m b r e tiene la razón de su parte y, en v ir tud de ello, cuenta c o a e l apoyo de sus parientes y éstos están dispuestos a u s a r la fuerza , tiene m u c h a s posibilidades de obtener lo que le deben, s iempre que las partes de la disputa v i v a n c e r c a u n a de otra .

C u a n d o hablamos d e que u n h o m b r e , tenga razón no sugeri­mos que l a mayoría de las disputas sean litigios c l a r o s entre l a razón y l a in just ic ia . D e hecho, sería correcto d e c i r que, h a b i -tualmente , ambas p a r t e s tienen razón h a s t a cierto fñinto y que l a única cuestión que se plantea e s : ¿Quién tiene m a y o r razón? P a r a expresar lo de f o r m a diferente : u n a disputa n u e r suele s e r u n equilibrio" "de agravios , pues, salvo e n el terreno sexual , u n n u e r n o comete -un a c t o de agresión s i n motivo. N o r o b a la v a c a de otro , lo aporrea o niega el pago en ganado p o r l a esposa en caso de divorcio , a n o s e r que tenga que defenderse de algún agravio . E n consecuencia , es m u y r a r o que u n n u e r niegue el daño q u e h a causado. I n t e n t a just i f icar lo , con lo que u n arreglo es u n a j u s t e entre reclamaciones opuestas . U n funcionario que h a ­bía tratado a los a fr icanos durante m u c h o t iempo m e d i jo que los n u e r son admirables porque rarísimas veces m i e n t e n en cau­sas presentadas ante los tribunales del gobierno. N o necesitan hacer lo , dado que están deseosos de j u s t i f i c i a r e l daño que h a n causado demostrando que es u n a represa l ia p o r e l daño que e l demandante les había causado anteriormente .

I X

L a s vendettas (feuds) se resuelven c o n la mediación del jefe piel de leopardo, q u i e n desempeña u n papel m e n o r e n el arreglo de d isputas c u y a c a u s a no sea e l homic id io . Podría suponerse que ese funcionario o c u p a u n a posición de gran a u t o r i d a d , pero no es así. De hecho, p o r las m i s m a s razones p o r las que hemos d i c h o que los nuer c a r e c e n de derecho podríamos d e c i r que ca ­recen de gobierno. V a m o s a dedicar u n a s líneas a exponer las atr ibuciones rituales de l jefe piel de leopardo y, después, el papel que desempeña en l a s vendettas (feuds) y en las riñas.

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L a s pocas referencias que encontramos e n los escritos de l o s p r i m e r o s v i a j e r o s sobre los dirigentes n u e r n o sugieren que fue­s e n personas de gran autor idad . 5 L o s p r i m e r o s funcionarios b r i ­tánicos que e n t r a r o n e n N u e r l a n d i a expusieron e n términos m u y directos l a ausencia de personas c o n suficiente a u t o r i d a d o , exceptuando a unos cuantos profetas, suficiente inf luencia c o m o p a r a c o n s t r u i r c o n ellas u n s is tema adminis trat ivo . 6 L o s «jeques» que aquellos p r i m e r o s informes c o n s i d e r a b a n carentes de auto-

j r i d a d debían de ser las personas que posteriormente los europeos conocieron c o m o jefes p i e l de leopardo. U n jefe piel de leopardo , kuaar muon, está en asociación sagrada c o n l a t i e r r a (mun), q u e le conf iere determinados poderes rituales en relación con e l l a , inc luido e l poder p a r a bendecir o maldec ir . N o obstante , p a r a que n o s » suponga que e l poder p a r a p r o n u n c i a r m a l d i c i o ­n e s permite a l jefe e s g r i m i r gran a u t o r i d a d , m e a p r e s u r o a i n ­d i c a r que n u n c a v i a u n jefe e jercer d icho poder . E x i s t e n histo ­r i a s que c u e n t a n los terribles efectos de u n a maldición, pero c r e o que por reg la general , u n jefe sólo se a v e n t u r a a a m e n a z a r con p r o n u n c i a r u n a maldición, cuando está actuando ritualmente en e l arreglo de vendettas (feuds) ocasiones e n las que se e s p e r a de él que lo h a g a , pues l a a m e n a z a forma parte de los trámites. D e s -

• de luego, e n l a actual idad los jefes no t ienen autor idad e n v i r t u d de s u poder p a r a maldecir . También se lo conoce por kuaar twac, porque es l a única p e r s o n a que se c u b r e los hombros c o n u n a p i e l de leopardo (twac). E n l a fotografía de Corf ie ld que a p a r e c e e n l a Ilustración X X I V puede Verse a u n jefe cubierto c o n dicha p i e l . L a p a l a b r a kuaar t iene connotaciones rituales e n todas las lenguas nilóticas; pero, s i n examinar detal ladamente l a cuestión de cuál podría ser l a p a l a b r a que m e j o r def iniera s u f i n a l i d a d e n l a lengua n u e r , e n esta descripción v a m o s a ca l i f icar a l a p e r s o n a , c o m o y a h e m o s hecho h a s t a aquí, de jefe , c o n l a advertencia de q u e con el lo n o pretendemos dar a entender que tenga a u t o r i d a d s e c u l a r a l g u n a , pues consideramos que s u s actos públicos son p r i n c i p a l m e n t e r ituales .

No obstante , s u función es política, pues las relaciones entre los grupos políticos quedan reguladas grac ias a s u mediación, aunque no s e a u n a autor idad política que los controle. S u s act i ­v idades se r e f i e r e n sobre todo a l arreglo de vendettas de sangre (blood-feuds), pues u n a vendetta (feud) no puede c o n c i l i a r s e s i n s u intervención, y s u i m p o r t a n c i a política estriba e n ese hecho. A veces los je fes impiden l a s luchas entre comunidades c o r r i e n -

5. Werne, op. cit., p. 207: Poncet, op. cit., p. 40; Brun-RoIIet, op. cit., p. 222. L a descripción de Brun-Rollet es inaceptable.

6. Kaimakam G. Hawkes, S . I . R., ti.' 98, 1902; Bimbashi H. Cordón, S . I . R.„ a.' 107. 190.3.

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d o entre las dos líneas de combatientes y azadonando l a t i e r r a aquí y allá. E n t o n c e s , los ancianos intentan contener a los jó ­venes y conseguir u n arreglo de l a disputa mediante la d i s c u ­sión. N o obstante, creemos que u n a lucha sólo puede impedirse de ese modo, cuando los oponentes son vecinos próximos y n o desean m a t a r s e mutuamente .

Además del papel que desempeñan en las vendettas (feuds), los jefes ejecutan e l r i t u a l p a r a p u r i f i c a r a los participantes "éñ" u n ayuntamiento incestuoso, y poseen ligeros poderes p a r a p r o ­v o c a r l a l luvia , a u n q u e los nuer n p atribuyen demasiada impor­t a n c i a a ese arte. E n conjunto , podemos decir que los jefes n u e r son p e r s o n a s sagradas , pero que s u carácter sagrado no les con­f iere autor idad general fuera de las situaciones sociales específi­c a s . N u n c a v i a los n u e r tratar a los jefes c o n m a y o r respeto q u e a l a s demás personas o h a b l a r de ellos como de personas de m u c h a i m p o r t a n c i a . L o s consideran como agentes con c u y a mediación pueden z a n j a r s e las disputas de determinado tipo y puede b o r r a r s e l a contaminación de determinada clase, y c o n frecuencia escuché observaciones como ésta: «Los cogimos, les dimos pie les de leopardo y los nombramos nuestros jefes p a r a que se e n c a r g a r a n de h a b l a r en los sacrif icios p o r homicidio». S u es fera r i t u a l r a r a s veces se extiende más allá de l a sección t r i b a l .

Sólo e n determinados l inajes h a y jefes y sólo algunos m i e m ­b r o s de dichos l inajes^ e jercen el cargo. Quizás sea significativo que e n m u c h a s partes de Nuer landia , i n c l u i d a l a m a y o r parte de" l a z o n a que conozco, los jefes no pertenezcan a los c lanes d o m i n a n t e s de las tr ibus en que e jercen, aunque de algunos de ellos se dice que son aristócratas e n partes de las zonas gaa jak o r i e n t a l , gaawar y leek. Muchos de aquellos cuyos c lanes conozco pertenecen a los c lanes GAATLEAK y JIMEM, que e n ninguna p a r ­te t ienen posición aristocrática. C o m o las riñas entre las sec­c iones tr ibales se expresan en función de los l inajes del c l a n d o m i n a n t e asociado c o n las secciones, como explicaremos e n e l próximo capítulo, e l jefe, a l no o c u p a r u n a posición e n e l s i s tema de los l inajes predominantes , es e l más adecuado p a r a h a c e r de m e d i a d o r entre el los . N o es u n miembro del grupo de los propietar ios hereditarios de l a t i e r r a tr ibal , s ino que es u n ex­t r a n j e r o que vive en e l la . U n jefe puede actuar c o m o tal en c u a l ­q u i e r t r i b u en que r e s i d a . S i u n jefe resul ta asesinado, u n a r i s ­tócrata de l a t r i b u es quien ejecuta las ceremonias relacionadas c o n e l pago de l a compensación. Probablemente eso se deba a que, a u n cuando los jefes de u n a zona no s e a n todos m i e m ­b r o s de u n clan, se cree que tienen u n tipo especial de parentes­co g r a c i a s a s u dist int ivo común de l a piel de leopardo y no se pueden c a s a r dentro de sus famil ias mutuas . Nosotros vemos a

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los jefes c o m o m i e m b r o s de u n a categoría de expertos e n ritual y no c o n s i d e r a m o s que const i tuyan en m o d o alguno u n a clase o rango. C r e e m o s que s u función social es u n m e c a n i s m o mediante e l c u a l se mant iene e l equi l ibr io del s i s t e m a político gracias a l a institución de l a vendetta (feud). L a e s c a s a a u t o r i d a d de los jefes y, e n m u c h a s partes , s u posición f u e r a del c l a n dominante ,

. co inc iden c o n esta opinión. -A l a d o p t a r l a opinión de que c o n s i d e r a r a l jefe p i e l leopardo

c o m o u n agente político o u n a a u t o r i d a d j u d i c i a l e s entender m a l la constitución de l a sociedad n u e r y n o ver s u s p r i n c i p i o s fundamentales , hemos de expl icar el p a p e l que desempeña en e l arreglo de l a s vendettas (feuds). Hemos d i c h o que n o tiene auto­ridad j u d i c i a l o e jecut iva . N o es deber s u y o decidir los méritos de u n a c a u s a p o r h o m i c i d i o . A u n nuer n o se le ocurriría n u n c a que fuera necesar io u n j u i c i o de-t ipo a lguno . T a m p o c o dispone de medios p a r a obligar a - p a g a r o a a c e p t a r e l pago, eje ganado c o m o compensación p o r u n homicidio . N o tiene parientes pode­rosos n i e l respaldo de u n a c o m u n i d a d p o p u l o s a p a r a apoyarlo . E s s implemente u n m e d i a d o r e n u n a situación social específica y s u mediación surte efecto exclusivamente porque a m b a s partes reconocen los vínculos de l a c o m u n i d a d y porque d e s e a n evitar mayores host i l idades , a l m e n o s de m o m e n t o . Sólo e n e l caso de

' que a m b a s partes deseen z a n j a r l a cuestión puede i n t e r v e n i r e l je fe c o n éxito. E l es el m e c a n i s m o que p e r m i t e a los g r u p o s c r e a r u n estado de cosas , cuando desean obtener ese objet ivo .

E s c i e r t o que e n esas c i r c u n s t a n c i a s los jefes p i e l d e leopar­do t ienen s i e m p r e que convencer , mediante exhortaciones y ame­nazas , a los parientes del m u e r t o p a r a q u e acepten l a compen­sación, p e r o n o h a y que c o n s i d e r a r e s a presión c o m o u n m a n ­dato. M u c h a s a f irmaciones de los n u e r s o b r e esa cuestión reve­l a n con t o d a c l a r i d a d que se permite que l a s amenazas de l jefe l leguen a s u p u n t o máximo p a r a que los parientes de l m u e r t o , a l ceder "ante s u persuasión, n o queden deshonrados p o r n o haber exigido u n a v i d a p o r l a v i d a de s u par iente .

L a s amenazas de u n jefe pueden limitarse a decir que, s i los parientes no le escuchan, tampoco él les escuchará, cuando se encuentren en una dificultad semejante. Pero me dijeron que, s i se negaran a aceptar l a mediación con obstinación inhabi­tual, e l jefe podría amenazarlos con abandona/ s u casa y mal­decirlos. Cogería un buey, frotaría s u lomo con cenizas y em­pezaría a dirigirse a él, diciendo que, s i e l bando agraviado insis­tiera en la venganza, muchos de ellos morirían e n el intento y en vano arrojarían lanzas contra sus enemigos. Me dijeron que después alzaría su lanza para matar a l animal, pero los parien­tes del muerto no le dejarían seguir adelante. Después de haber

193 7. — tOS NUER

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afirmado su orgullo de parientes, uno dé los miembros de l a familia del muerto cogería su brazo alzado para impedir que atravesara a su buey, diciendo: «¡No! No mates a nuestro buey. Se acabó. Aceptaremos la compensación». Mi informador, cuyas afirmaciones apoyaron otros, añadió además que, s i insistieran en rechazar la mediación de u n jefe piel de leopardo, éste coge­ría a un buey de cuernos cortos y, después de invocar a Dios, lo mataría.y restregaría los.pelos de su cabeza, para que los miembros del linaje que rechazó la mediación perecieran al continuar la vendetta (feud).

P o r consiguiente, hemos de s a c a r l a conclusión de que l a maldición de u n jefe p o r sí m i s m a no es l a sanción real p a r a e l arreglo , sino que es u n a operación convencional , ritual, e n e l arreglo de las vendettas (feuds) que todo e l m u n d o conoce de antemano y está p r e v i s t a en sus cálculos. Aquel los sobre quienes recaería l a amenaza, e n caso de que se p r o n u n c i a r a , son quienes l a p r o v o c a n . E s o s asuntos son c o m o u n juego e n que todo e l m u n d o conoce las reglas y las etapas de s u d e s a r r o l l o : cuándo se espera que uno ceda, cuándo debe mostrarse f i r m e ; cuándo ceder en e l último momento , etcétera. E s t a conclusión se b a s a e n m u ­chas af irmaciones (sólo estuve u n a vez presente e n discusiones entre u n jefe y los parientes de u n h o m b r e ases inado , y entonces las c i rcunstancias e r a n excepcionales) . N o obstante, podemos de­c i r c o n certeza que l a presión de u n jefe p i e l de leopardo, por grande que sea , e n caso de que llegue a e jercerse , no puede z a n j a r l a s renci l las de f o r m a expeditiva, en casó de que las z a n ­je , e n t r e las secciones tribales m a y o r e s . E n otras disputas r a r a s veces interviene e l jefe , y sólo c u a n d o ambos b a n d o s desean i n ­tensamente el arreglo . N o tiene jurisdicción p a r a v e r causas e n u n a local idad . También con respecto a esto m e d i j e r o n que, s i u n a de las partes se n e g a r a a a c e p t a r s u decisión, como a r b i t r o , podría p a s a r a ese h o m b r e su pie l de leopardo, acción equivalente a u n a maldición. E n t o n c e s el h o m b r e debe h a c e r u n regalo a l jefe , antes de que cons ienta volver a aceptar l a p ie l . S i n embargo, probablemente sólo o c u r r a eso c u a n d o u n hombre se niega a acep­tar u n a decisión c o n l a que todos, incluyendo s u s ancianos, se h a y a n mostrado de acuerdo . También me d i j e r o n que, a l d i s c u t i r las p a l a b r a s de u n jefe , u n hombre debe hacerlo respetuosamente, escupiendo p r i m e r o e n las m a n o s del jefe e n señal de b u e n a voluntad . Indudablemente , u n jefe recibe m u e s t r a s de respeto e n esas ocasiones, pero los jefes que conocí e n l a v i d a cot idiana reci ­bían e l m i s m o trato q u e los demás hombres y n o h a y forma de saber que u n h o m b r e es u n jefe observando e l comportamiento de los demás p a r a c o n él. Podemos considerar s u función en l a s

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d i s p u t a s . c o m o u n medio gracias a l c u a l pueden negociar los vecinos que deseen z a n j a r u n a dif icultad s i n r e c u r r i r a l a fuerza y que reconozcan que l a o t r a parte tiene buenos argumentos .

X

H e m o s considerado l a posición del je fe p i e l de leopardo con c ierta extensión porque es importante es tructuralmente . N o re­presenta n i s imbol iza e n absoluto l a u n i d a d y exc lus iv idad de los grupos políticos, sino que es u n m e c a n i s m o mediante e l c u a l , gracias a l a institución de l a vendetta (feud), dichos grupos se inf luyen m u t u a m e n t e y m a n t i e n e n s u d i s t a n c i a e s t r u c t u r a l . E x i s ­ten otras p e r s o n a s en N u e r l a n d i a con poderes r i tuales , de u n tipo u otro, q u e a veces h a c e n q u e u n h o m b r e llegue a s e r m u y cono­cido y, ocasionalmente , m u y influyente, p e r o n i n g u n a dé el las es políticamente importante , excepto l o s profetas, c u y a s acti ­vidades e x a m i n a r e m o s más adelante. N i gobiernan n i j u z g a n y sus funciones sagradas, a di ferencia de las de los je fes "piel de leopardo, no están relacionadas específicamente con l a inf luencia m u t u a de los grupos locales . N o obstante, n o vamos a d e j a r l a s de lado enteramente , porque c o n frecuencia confieren prest igio a u n hombre , gracias a l c u a l puede conseguir eminencia l o c a l c o m o anciano importante , s i se c o m b i n a n c o n riqueza, h a b i l i d a d y a m ­pl ias conexiones de parentesco .

Después de los profetas y de los jefes piel de .leopardo, la posición ritual que confiere mayor prestigio es l a de wut ghok, e l Hombre del Ganado. Algunos linajes tienen poderes r i ­tuales hereditarios en relación con el ganado y se les pide que curen a las reses enfermas y que vuelvan fecundas a las vacas estériles, s i bien sólo algunos miembros de dichos l inajes usan sus poderes. Como los jefes p i e l de leopardo, los Hombres del Ganado son con frecuencia miembros de linajes extranjeros y no del c lan aristocrático de su tribu. Me dijeron que s u maldi­ción es temible, pues puede i r dirigida contra el ganado, y que los nuer procuran no ofenderlos, pero, aparte de en la tradición, no pude documentar ocasión alguna e n que la pronunciaran. Aparte de «nos pocos Hombres del Ganado que intervienen en la regulación de los grupos de edad (véase cap. V I ) y aquellos a quienes se consulta a veces con relación al traslado a nuevos pastos, no*desempeñan funciones públicas. Un wut ghok de los gaajok orientales llegó a ser muy rico y poderoso hace una generación, pero su prestigio se debió en gran medida a sus dotes mágicas.

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Además del kuaa muon, que guarda una relación ritual con la tierra, y el wut ghok, que guarda una relación ritual con el ganado, hay una serie de especialistas totémicos, cuya conexión ritual con leones, cocodrilos, tejedores, etc., les permite inñuir en el comportamiento de esos animales. U n especialista toté-mico es quien está poseído (gwan) por el espíritu (kwoth) de su tótem. Los especialistas totémicos no tienen importancia política n i influencia social en virtud de sus poderes exclusiva­mente. Exis te un especialista de la guerra cuyo deber consiste en agitar una lanza frente al enemigo y pronunciar una invoca­ción contra él. Se lo l lama gwan nuot, poseedor de la lanza, o ngut, y con frecuencia, quizás siempre, es u n miembro de un linaje antiguo del clan dominante de la tribu, pues invoca a la lanza con e l nombre-de-lanza del clan. También hay magos de diferentes tipos: curanderos, adivinos, propietarios de medicinas y propietarios de fetiches. De esas especialidades, sólo los pro­pietarios de fetiches llegan a ser miembros prominentes de sus comunidades a causa de sus poderes rituales. Los nuer temen-mucho a los espíritus fetiche y creen tanto en su poder, que llegan incluso a comprarlos con ganado. U n propietario de feti­ches puede llegar a ser el hombre más influyente de la aldea, y el respeto y el miedo con que sus vecinos lo tratan a veces me sorprendió. No obstante, no tiene una autoridad definida a la hora de controlar las relaciones mutuas de los habitantes de la aldea ni representa a ésta en sus relaciones con comuni­dades vecinas.

X I

; L a posición ritual confiere a u n h o m b r e inf luencia e n s u loca­l i d a d ; en c a m b i o , autoridad sólo e n s i tuaciones rituales específi­c a s . E l sexo y l a edad son dos atributos más generales que con­dic ionan l a inf luencia local . L a s m u j e r e s y los niños s iempre o c u p a n u n a posición inferior a l a de los h o m b r e s . E n ocasiones, l a s mujeres ganan f a m a como profetas y magas , pero , p o r regla general , no desempeñan u n p a p e l sobresaliente en los asuntos públicos. E n t r e los n u e r , las relaciones entre los sexos y entre e l hombre y l a m u j e r , son más equitativas y conceden a l a s m u ­j e r e s más privi legios que e n ninguna o t r a t r i b u de las que he visitado en e l s u r de Sudán. N o obstante, están sometidas a los h o m b r e s : las h i j a s a sus padres y las esposas a sus m a r i d o s . L o s niños están a l a s órdenes de sus padres y h e r m a n o s mayores y no llegan a s e r enteramente m i e m b r o s de l a t r i b u , c o n los privi ­legios y responsabi l idades correspondientes , hasta la iniciación. L a s relaciones entre los sexos y entre los niños y los adultos co-

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r r e s p o n d e n más a u n a descripción de las re lac iones domésticas que a u n estudió" 3 e las inst i tuciones políticas.

C u a n d o u n m u c h a c h o h a p a s a d o por l a iniciación se convierte e n «un hombre», y , cuando se h a casado y engendrado v a r i o s h i j o s , p a s a a ser «un auténtico hombre», lo que aquí hemos l l a ­m a d o anciano . De vez en cuando hemos hablado del papel desem-peñado-por los ancianos e n los homicidios y otras d ispustas . C u a n d o u n a c o m u n i d a d local actúa colectivamente y se requiere dirección y consejo , esas funciones recaen sobre los a n c i a n o s . D e c i d e n cuándo se h a n de h a c e r los traslados estacionales y dón­de h a n de i n s t a l a r s e los c a m p a m e n t o s , negocian los m a t r i m o n i o s , d a n consejos e n cuestiones de exogamia, rea l i zan sacri f ic ios , etcé­t e r a . L o s jóvenes, que intervienen poco e n l a s discusiones a n o s e r q u e l a cuestión los afecte directamente , aceptan de b u e n grado sus opiniones. Cuando l o s ancianos n o están de a c u e r d o , se p r o d u c e u n g r a n griterío y m u c h a s discusiones , pues q u i e n desea h a b l a r lo h a c e cuando le guste y gritando como le parez ­c a . L a s palabras de ciertos a n c i a n o s cuentan más que las de o t r o s y es fácil observar que n o r m a l m e n t e suelen aceptarse s u s o p i ­n iones .

D i c h o s ancianos son m i e m b r o s de los grupos de edad c e n t r a ­les , actualmente los Maker y Dangunga, pues*los miembros de ios grupos de más e d a d , Thut y Boiloc, p a r t i c i p a n poco en l a v i d a pública. E n e l capítulo V I e x a m i n a r e m o s l a s relaciones entre los grupos de edad. Aquí vamos a observar sólo que no existe u n a a u t o r i d a d const i tuida dentro de c a d a grupo, pues todos l o s m i e m ­b r o s s o n de l a m i s m a condición, y que, m i e n t r a s que los m i e m ­b r o s de los grupos jóvenes r e s p e t a n a los de los grupos m a y o r e s , l a a u t o r i d a d de los hombres más viejos es personal , m u y inde­f i n i d a , y está b a s a d a e n u n a analogía con l a s relaciones domésti­c a s dentro de l a fami l ia . E l comportamiento m u t u o de los i n d i ­v i d u o s está inf luido p o r l a d i s t a n c i a que los s e p a r a en el s i s t e m a de los grupos de edad, pero los grupos de e d a d no son u n a i n s t i ­tución política e n e l sentido de q u e el s i s t e m a tenga u n a organi ­zación a d m i n i s t r a t i v a , m i l i t a r o j u d i c i a l .

L a edad por sí so la no conf iere posición s o c i a l a u n h o m b r e . H a de tener también otras dotes . L o s adultos c o n m a y o r inf luen­c i a s o n los gaat twot, los h i j o s de los toros. A ese hombre se le l l a m a tut, «toro», y e n s u acepción estricta e s a pa labra equivale a dil, «aristócrata tribal». C o m o explicaremos detalladamente e n e l capítulo V , u n dil es u n m i e m b r o del c l a n dominante de c a d a t r i b u y , en v i r t u d de s u pertenencia a él, o c u p a dentro de d i c h a t r i b u u n a posición social l igeramente superior . Dicho c l a n no es u n a clase dominante y el realzado prestigio de sus m i e m b r o s es m u y indefinido. E l s is tema de clanes no tiene u n a j e f a t u r a

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.editaría; u n l inaje más viejo no ocupa u n a posición más a l t a que los otros; no h a y u n «padre del clan» n i u n «consejo de an ­cianos de l clan».. Tut se usa también e n u n sentido más a m p l i o , p a r a re fer irse a los h o m b r e s de posición social que no pertenecen a l c l a n dominante , s i n o a otros l ina jes que desde hace m u c h o se h a y a n establecido e n l a tr ibu . U n tut, e n este sentido bastante a m p l i o de «hombre de buena posición» o «dirigente social», sue­le s e r descendiente d e u n l ina je importante , e l cabeza de s u p r o p i a f a m i l i a , y dueño de s u c a s a y de s u m a n a d a . G e n e r a l ­mente , es e l h i jo superviviente y de más edad de l a famil ia de s u padre y, p o r esa razón, cabeza de l a f a m i l i a extensa compacta , e l dueño del caserío. P a r a conseguir u n a reputación social , h a de poseer suficientes v a c a s para p o d e r agasajar a los huéspedes y a t r a e r a jóvenes p a r a que r e s i d a n e n s u establo . E n tornó a l a v i v i e n d a de dicho h o m b r e se a g r u p a n las v iviendas de los m a ­ridos de sus h e r m a n a s y de sus h i j a s . P a r a ser u n dirigente socia l , c u y a opinión se acepte de buen grado, h a de ser también u n h o m ­bre d e carácter y c a p a z .

- L a a u t o r i d a d de ua-gat twot o tut wec, «toro del campamen­to», c o m o suele llamárselo, n u n c a está formal izada . No o c u p a u n a posición definida, n i tiene poderes o esfera d e dirección de­f inidos . E l l inaje , l a edad , la antigüedad dentro de l a f a m i l i a , m u c h o s h i j o s , a l i a n z a s matr imoniales , riqueza e n ganado, v a l o r e n l a g u e r r a , l a destreza oratoria , e l carácter y, e n muchos casos , poderes rituales de algún tipo son factores q u e se combinan , todos el los , p a r a p r o d u c i r u n a personal idad s o c i a l destacada, que está c o n s i d e r a d a c o m o cabeza de u n a f a m i l i a extensa com­p a c t a y de u n c o n j u n t o de parientes y afínes cognaticios, c o m o dirigente e n l a aldea y en el campamento y c o m o persona de i m ­p o r t a n c i a en l a esfera bastante i m p r e c i s a que l lamamos distr i to . R e s u l t a fácil v e r e n u n a aldea o e n u n campamento quiénes son s u s dirigentes sociales , y esas personas s o n las que h a n proporc ionado a l a administración l a mayoría de los jefes gu­bernamentales , pues l a inf luencia de l jefe p i e l de leopardo se l i m i t a pr inc ipalmente a l c ircuito de sus funciones rituales y sólo e n e l caso de q u e s e a también u n gat twot e jerce inf luencia más allá de esos límites.

S i n embargo, c u a n d o preguntamos de qué modo actúa u n tut, e n s u ca l id ad de dirigente, e n s u c o m u n i d a d , resulta difícil dar u n a respuesta . C o m o jefe de s u f a m i l i a s imple y de s u f a m i l i a extensa c o m p a c t a desempeña e l papel más prominente e n l a resolución de los asuntos de esos grupos, pero n o p o r ello pode­mos d e c i r que tenga autor idad política, pues esos grupos domés­ticos actúan independientemente de los demás e n l a aldea, s i b i e n sus necesidades c o m u n e s les imponen cierta coordinación e n t r e

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sí. U n a f a m i l i a extensa c o m p a c t a decide , a p a r t i r de l a opinión de s u tut, t r a s l a d a r el c a m p a m e n t o y está previsto que e l tut c lave l a p r i m e r a estaca p a r a a t a r reses e n e l nuevo c a m p a m e n t o , e n caso de que esté presente, pero otras fami l ias extensas compac­tas del m i s m o campamento pueden d e c i d i r no t r a s l a d a r s e hasta otro día. L a je fatura en u n a c o m u n i d a d l o c a l consiste e n que u n h o m b r e influyente dec ida h a c e r algo y los m i e m b r o s de otros caseríos s i g a n s u e jemplo c u a n d o l e s convenga. C u a n d o los h a b i ­tantes de u n a aldea t r a b a j a n colectivamente, no h a y u n d i r i ­gente designado que organice s u a c t i v i d a d . S i u n o s m i e m b r o s de u n a a l d e a se ven atacados , los otros c o r r e n e n s u ayuda , encabezados p o r el más veloz y val iente , pero nadie los convoca p a r a que lo hagan n i o r g a n i z a s u res i s tenc ia . U n a a ldea es u n a u n i d a d política en sentido e s t r u c t u r a l , pero carece de organiza ;

"ción política. N o h a y ningún caudi l lo o dirigente designado y a quien se h a y a otorgado autor idad q u e s imbolice s u u n i d a d n i tampoco u n consejo de l a aldea. Además de sobre s u s grupos do­mésticos, u n tut tiene a u t o r i d a d e n s u a ldea sólo e n e l sentido de que desempeña u n p a p e l destacado e n l a s cuestiones de proce­dimiento y e n otras d iscus iones . F u e r a de s u a ldea es u n a persona conocida a q u i e n ^ e n e r a l m e n t e r e s p e t a n e n s u dis tr i to , pero no ocupa u n a posición política.

E n grupos mayores q u e u n a a l d e a o u n c a m p a m e n t o , existe m u c h a m e n o s coordinación de l a s act ividades y m e n o s oportu­n i d a d p a r a los dirigentes. Sólo en l a g u e r r a se d a u n a a m p l i a coo­peración directa . L o s h o m b r e s conocidos por s u v a l o r y capacidad e s t i m u l a n e l entusiasmo de los jóvenes c o n vistas a u n a incursión c o n t r a los d i n k a o u n a l u c h a c o n t r a o t r a sección t r i b a l y dirigen l a s tácticas simples q u e se «mpleen, pero esos h o m b r e s no ocu­p a n u n a posición política n i s o n dirigentes permanentes . L o s guerreros se m o v i l i z a n e n divisiones locales espontáneamen­te, pues n o existen regimientos n i compañías m a n d a d a s p o r ofi­ciales , y e n l a l u c h a s i g u e n a los más atrevidos y val ientes . A l ­gunos de esos guerreros adquieren r e n o m b r e y s u f a m a atrae rápidamente a rec lutas p a r a las i n c u r s i o n e s . Dos de los dirigentes de g u e r r a más famosos e r a n L a t j o r y B i d i i t , quienes dir igieron -a las t r i b u s j i k a n y y l o u , respectivamente , h a c i a e l este. Ninguno de ellos tenía atr ibuciones rituales, pero a m b o s e r a n hombres que d e s t a c a b a n p o r s u capac idad y e r a n m i e m b r o s de los clanes dominantes de sus t r i b u s . L o s n u e r m e d i j e r o n q u e ninguno de los dos estableció u n c o n t r o l político n i tuvo s i q u i e r a g r a n auto­ridad e n s u t r i b u . Más adelante e x a m i n a r e m o s e l p a p e l que desem­peñan los profetas e n l a guerra . E n t r e los segmentos tribales no existen o t r a s actividades conjuntas que r e q u i e r a n organización y dirección.

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S o n de destacar l a falta de órganos de gobierno entre los nuer, l a ausencia de instituciones legales, de j e f a t u r a desarro­l lada y , e n general, de v i d a política organizada. S u estado es u n estado d e parentesco y acéfalo y sólo mediante u n estudio d e l s istema de parentesco puede entenderse perfectamente cómo se mantiene e l orden y se establecen y mantienen l a s relaciones so­ciales e n zonas extensas . L a anarquía ordenada e n que v i v e n c o n c u e r d a perfectamente con s u carácter, pues r e s u l t a imposible v iv ir e n t r e los nuer y concebir l a i d e a de unos gobernantes go­bernándolos.

E l n u e r es u n producto de u n a educación d u r a e igual i taria , es profundamente democrático y se exci ta con fac i l idad hasta e l punto de r e c u r r i r a l a violencia . A s u espíritu turbulento le m o ­lesta c u a l q u i e r c lase de restricción y ningún h o m b r e - n u e r reco­noce a u n superior . L a riqueza n o c r e a diferencias . S e e n v i d i a a u n h o m b r e que posea m u c h o ganado, pero no se le da u n trato diferente a l que se d a a u n hombre que tenga poco ganado. E l origen n o c r e a di ferencias . U n h o m b r e puede no ser m i e m b r o , del c l a n dominante de s u tr ibu , puede incluso s e r u n descendiente de los d i n k a s , pero, s i otro a l u d i e r a a ese hecho, correría g r a n riesgo de verse aporreado .

Basta ver el más mínimo movimiento de cualquier nuer para comprender que se considera tan importante como su veci­no. Andan pavoneándose como señores de la tierra, pues, e n realidad, como tales se consideran. E n su sociedad no hay amos n i criados, sólo iguales que se consideran a sí mismos como la creación más noble de Dios. S u respeto mutuo contrasta con e l desprecio que sienten hacia los otros pueblos. Entre ellos, la simple sospecha de una orden los enfurece y o bien no la obedecen o lo hacen con indiferencia y lentitud, lo que resulta más insultante que u n a negativa. Cuando u n nuer quiere que sus compañeros hagan algo, lo pide como un favor a un parien­te, diciendo: «Hijo de m i madre, haz tal cosa», o se incluye a sí mismo e n l a orden y dice: «Vayámonos», «regresemos a casa», etc. E n sus relaciones diarias con sus compañeros, u n nuer muestra respeto a sus mayores, a sus «padres», y a deter­minadas personas de posición ritual , den¿ro de s u círculo de re­laciones, mientras no atenten contra su independencia, pero no se someterá a autoridad alguna que choque con sus intereses y no se considera obligado a obedecer a nadie. Estaba una vez hablando de los shilluk con u n nuer* que había visitado s u región, y aquél observó: «Tienen u n gran jefe, pero nosotros no. E s e jefe puede mandar l lamar a un hombre y pedirle una vaca o cortarle el cuello. ¿Quién ha visto nunca a un nuer

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hacer algo así? ¿Cuándo ha acudido nunca un nuer, si alguien le ha llamado? ¿Cuándo ha pagado "una vaca a nadie?»

E l orgullo nuer constituyó una causa constante de asombro para mí. E s tan extraordinario como sus constantes indiferen­c ia y reticencia. Y a he descrito cómo interrumpían los nuer mis investigaciones. Cito aquí tres incidentes representativos del modo arrogante como me trataban. E n una ocasión, pre­gunté e l camino para determinado lugar y me engañaron deli-"* beradamente. Regresé. apesadumbrado al campamento y les pregunté por qué me habían indicado un camino que no era. Uno de ellos-respondió: «Eres u n extranjero, ¿por qué había­mos de indicarte e l camino correcto? Aun cuando u n nuer, que fuera forastero, nos preguntara e l camino, le diríamos: "Sigue recto por ese sendero'', pero no le diríamos~que el camino se bifurcaba. ¿Por qué habíamos de decírselo? Pero tú eres ahora u n miembro de nuestro campamento y eres bueno con nuestros niños, así que en e l futuro te indicaremos el camino correcto».

E n aquel mismo campamento, a l f inal de m i estancia, cuando estaba enfermo y u n vapor iba a evacuarme, les pedí qué lleva­r a n m i tienda y pertenencias hasta l a oril la del río. Se negaron, y m i criado, un joven nuer, y yo tuvimos que hacerlo solos. Cuando le pregunté por qué se portaban tan groseramente, res­pondió: «Les has dicho que lleven tus pertenencias hasta el

' río. E s a es la razón por la que se h a n negado. S i se lo hubieras pedido de esta manera: " H i j o s de m i madre, ayudadme", no se habrían negado».

E n c ierta ocasión, unos hombres me dieron información so­bre sus linajes. E l día siguiente, los mismos hombres vinieron a visitarme y uno de ellos me preguntó: «¿Te creíste lo que te dijimos ayer?» Cuando les respondí que lo había creído, se echaron a reír estrepitosamente y llamaron a otros para que vinieran y compartieran la diversión. Después, uno de ellos di jo : «Mira, lo que te dijimos ayer no tenía sentido. Ahora va­mos a explicártelo correctamente». Podría contar muchos casos semejantes.

Con frecuencia se h a considerado con razón hoscos a los nuer, y muchas veces se muestran desagradables y rudos unos con otros y especialmente con los extranjeros. Pero s i se acerca uno a ellos sin insinuar superioridad, no rechazan l a amistad, y e n las situaciones de desgracias y de enfermedades se mues­tran amables y bondadosos. E n esos momentos se dignan mos­trar compasión, que s u orgullo ahoga e n otras ocasiones, pues, a u n cuando los nuer le aprueben a uno, no quieren que lo ad­vierta y se muestran todavía más agresivos p a r a ocultar s u amistad. Nunca se muestran serviles o aduladores. Cuando u n nuer quiere u n regalo, lo pide abiertamente, y, s i uno se lo niega, sigue de buen humor. S u única prueba del carácter es la de s i uno puede defenderse solo. L a estima de los nuer hacia uno aumenta cuando comparte sü modo de vida y acepta sus valores.

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Si desea uno vivir entre los nuer, debe hacerlo al modo de ellos, lo que quiere decir que ha de tratarlos como u n a especie de parientes y entonces lo tratarán a uno como a una especie de pariente. L o s derechos, los privilegios y las obligaciones van determinados por el parentesco. U n hombre es bien un pariente, real o figurado, bien una persona con l a que no se tienen obli­gaciones recíprocas y a quien se trata como u n enemigo poten­cial . Todos los habitantes de la aldea y del distrito de u n nuer cuentan de uno u otro modo como parientes, aunque sólo sea" por asimilación lingüística, de modo que, excepto en e l caso de un vagabundo ocasional carente de hogar y despreciado, u n nuer sólo se asocia con personas cuyo comportamiento para con él se basa en una norma de parentesco.

Los parientes deben ayudarse mutuamente, y, s i uno de ellos tiene excedente de algo, debe compartirlo con sus vecinos. •En consecuencia, ningún nuer tiene nunca excedentes. Pero e l europeo tiene excedentes y , si sus posesiones son de alguna utilidad a los nuer, en opinión de éstos debería compartirlas con las personas entre las cuales está viviendo. Los viajeros han observado con frecuencia que los nuer los fastidiaron a fuerza de peticiones. E n t r e ellos se piden con igual persistencia* De nadie se espera que se desprenda de* s u ganado o de sus pro­piedades domésticas y, salvo en circunstancias especiales, " a nadie se le ocurriría pedirlos. Pero, s i u n hombre posee varias lanzas o azadones u otros objetos semejantes, inevitablemente los perderá. Deng, u n jefe gubernamental y hombre de posición, m e dijo, cuando abandonaba su aldea junto al río Pibor, que m e agradecía las lanzas para pescar que había distribuido entre sus parientes, pero añadió que no podrían conservarlas en su poder, cuando sus parientes de Fedoi vinieran a pasar l a pró­xima estación seca junto a l Pibor.

L a única forma de conservar el tabaco entre los nuer es negar que se tiene y conservarlo bien escondido. Cuando di a Deng un buen puñado de tabaco anuak, consiguió colocar una pequeña cantidad en su pipa, pero tuvo que distribuir inmedia­tamente e l resto. Cuando solía dar tabaco a los jóvenes de Yakwac, generalmente cogían una pequeña cantidad para el uso inmediato de aspirar y me pedían que escondiera el resto, de modo que pudieran venir y coger u n poco, cuando lo desea­r a n , sin que nadie supiera que lo tenían. Tenía escondites por toda mi tienda.Ningún nuer puede resistirse a las peticiones de tabaco por parfe de sus parientes. Los miembros de u n mismo grupo de edad, ni siquiera piden el tabaco, sino que, en caso de que lo encuentren en e l establo de alguien, lo cogen pura y simplemente. Mi sistema consistía en ceder a la pr imera opor­tunidad cualquier cosa que poseyera que los nuer pudieran desear y descansar en paz en la pobreza. L a s peticiones de rega­los por parte de los nuer casi sacan de quicio a los mercaderes árabes, pero generalmente hablan bien la lengua nuer y cono­cen bastante bien las costumbres nuer, con lo que pueden

manteners'e'firmes. No obstante, he observado qffirttacen regalos en casos en que no tienen esperanza de recibir nada a cambio.

Los nuer guardan sus posesiones y derechos con la mayor tenacidad. Cogen fácilmente, pero dan con dificultad. E s e egoís­mo es producto de su educación y de la naturaleza de sus obligaciones de parentesco. U n niño aprende e n seguida que, para mantener s u igualdad con sus padres, debe defenderse por

- sí solo contra cualquier atentado contra s u persona o sü" propie­dad. E s o significa que ha de estar siempre - l isto para la lucha, y s u disposición y habilidad para ella son T a única protección de su integridad como.persona libre e independiente contra la avaricia e mtimidación de sus parientes. Estos lo protegen contra los extranjeros, pere~debe resistir sus peticiones. Las peticiones hechas a u n hombre en nombre del parentesco son incesantes e imperiosas y él las resiste a más no poder.

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E n l a sección anter ior he c o m u n i c a d o algunos recuerdos per ­sonales e i m p r e s i o n e s generales p a r a que se ent iendan los senti ­mientos de los n u e r h a c i a l a a u t o r i d a d . P o r eso , resul ta tanto más a d m i r a b l e q u e se sometan c o n tanta fac i l idad a las personas que a s e g u r a n poseer determinados poderes sobrenaturales . L o s fetiches s o n u n a introducción reciente en N u e r l a n d i a e i n s p i r a n m u c h a aprehensión entre sus habitantes , así que , e n años re­cientes , sus propietar ios se h a n ganado con frecuencia prestigio e n sus aldeas y se h a n hecho t e m e r en sus distritos y, ocasio­na lmente , inc luso e n secciones tr ibales mayores . S i n embargo , esos propietar ios de fetiches n o s o n en sentido t r i b a l alguno d i ­rigentes n i p u e d e n c o m p a r a r s e e n i m p o r t a n c i a socia l c o n los profetas .

D e b i d o a que los profetas n u e r h a n sido los focos de opo­sición a l gobierno, durante m i s v i s i tas a N u e r l a n d i a es taban e n d e s g r a c i a y los más influyentes de ellos encerrados o escondidos , así q u e no pude h a c e r observaciones detalladas sobre s u c o m p o r ­tamiento . 7 S i n e n t r a r en el e x a m e n detallado de l a s categorías rel igiosas nuer , podemos decir q u e u n profeta es u n h o m b r e que está poseído p o r u n o de los espíritus del cielo , o p o r los dioses , a quienes los n u e r cons ideran h i j o s del dios de l Cie lo . L o s n u e r s ienten g r a n respeto h a c i a esos espíritus y temen, y siguen de b u e n grado, a aquel los a quienes poseen. E n consecuencia , los

7. E l gobierno siempre ha considerado con desconfianza a los profetas y se ha opuesto a su influencia. Véanse algunas referencias peyorativas a ellos en Jackson, op cit., pp. 90-1; Fergusson, Apéndice a Jackson, p. 107; C. A. Wilhs, "The Cult of Deng", S . N. «fe R., vol. x i , 1928, p. 200.

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profetas consiguieron m a y o r santidad e inf luencia que ninguna o t r a persona e n l a sociedad nuer. Un-íprofeta recibe e l nombre d e guk y a veces el de cok kwoth, poseedor de u n espíritu.

E l primer profeta que ganó gran influencia resulta haber sido Ngundeng, quien murió en 1906. E r a un miembro de la tribu lou del clan gaatleak y había emigrado de l a tribu j ikany oriental. Había practicado como jefe" piel de leopardo,' antes de adquirir fama de profeta gracias a ayunos prolongados y otras muestras de comportamiento excéntrico, por s u habili­dad para curar la esterilidad y Jas enfermedades y por sus pro­fecías. Mujeres procedentes detoda la región lou, de las tribus jikany orientales e incluso de las del oeste del Zeraf y del Nilo iban a verlo para que las volviera fecundas. Muchas lleva­ban bueyes que Ngundeng sacrificaba a Deng, el dios del Cielo que lo poseía. Después las ungía con su saliva. Cuando la viruela amenazó a los lou, salió a su encuentro para aetener s u avan­c e mediante e l sacrificio de bueyes. Predijo las epidemias del ganado y otros acontecimientos y dirigió expediciones contra los dinka.

Cuando Ngundend murió, el espíritu de Deng entró después e n su hi jo Gwek, quien empezó a hacer profecías y a curar la esterilidad y las enfermedades, como había hecho s u padre. No obstante, nunca demostró las características patológicas de su padre, quien resultó ser un auténtico psicótico. E l espíritu de Deng no entró en sus hermanos mayores o vivió poco tiempo dentro de ellos. Los nuer dicen que u n espíritu tarde o tempra­no regresa al linaje del hombre a quien primero poseyó, aunque sea una o dos generaciones' después, y e l recipiente escogido suele enterarse de su entrada al experimentar una grave enfer­medad acompañada de delirio. Los nuer ordinarios, sobre todo s i son jóvenes, no quieren verse poseídos, y parece ser que suele ser una persona anormal la poseída en primer lugar, mientras que e l manto recae en e l más ambicioso de sus hijos, pues al parecer aceptará gustoso la posesión, aunque no ayune para conseguirlo. E n 1928 las fuerzas gubernamentales mataron a Gwek. Otro profeta famoso, Diu o Dengleaka, de la tribu gaawar, era u n cautivo dinka que se entregó a la soledad y el ayuno para conseguir u n espíritu. Posteriormente, llegó a ser famoso y poderoso gracias a sus campañas victoriosas contra los dinka, cuya región ocuparon sus seguidores, y contra los mercaderes de esclavos árabes. Igual que Ngundeng, tenía fama de realizar milagros. Dengleaka murió en 1908 y entonces su hi jo Dwal se vio poseído por el espíritu del dios del Cielo, Diu. Actualmente es u n prisionero político. E l único profeta que conocí, Buom, de la región dok, estaba poseído por el espíritu de u n dios del Cielo, Teeny. Sus vecinos lo consideraban egoísta y avaro, pues había tenido la astucia de conseguir que lo aceptasen como jefe gubernamental. No obstante, dio pruebas dé demasiada ambi-

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ción y ahora está exiliado. Otros profetas conocidos en .ras partes de Nuerlandia eran M u r de los gaajak orientales, Kulang en Nuerlandia oriental y otros.

Hemos de hacer una breve referencia a l a extraordinaria pirámide erigida por Ngundeng y aumentada por Gwek e n la sección rumjok de la tribu lou. E r a dé cincuenta a sesenta pies de alta y tenía grandes colmillos de elefante colocados alrededor de la base y en la cima. L a fotografía del doctor Crispin. de la Ilustración X X V . tomada e n 1901, muestra l a empalizada de col­millos de marf i l , el tipo de material con que se construyó y la acción corrosiva de las lluvias alrededor de l a base. E n 1928 las fuerzas del gobierno la volaron. E l material usado para l a cons­trucción consistía en cenizas, tierra y escombros excavados en emplazamientos de campamentos de ganado. Gentes procedentes de todas las regiones de las tribus lou y j ikany oriental acudían con bueyes para hacer sacrificios y ayudar en la construcción. Los nuer dicen que se construyó en honor del dios del Cielo, Deng, y para maypr gloria de su profeta Ngundeng. No hay duda de que e l culto a Deng era de origen d iaka-y probable­mente la idea de elevar u n montículo procediera del mismo ori­gen. Además de la famosa pirámide lou, se dice que existe una más pequeña en Thoc en l a región j ikany oriental, construida por u n profeta llamado Deng, hijo de D u l .

L o s n u e r se m u e s t r a n unánimes a l d e c i r que esos profetas s o n u n fenómeno reciente. D i c e n que Deng descendió del c i e l o e n época reciente — e n real idad , l a generación q u e lo r e c u e r d a no h a desaparecido todavía— y q u e fue el p r i m e r o , o c a s i e l p r i m e ­r o , de los dioses de l Cielo que v i n o a la t i e r r a . Dicen que e n l a antigüedad n o había profetas; sólo los funcionarios d e l r i t u a l antes citados . L o s testimonios de los v i a j e r o s europeos n o son l o suficientemente explícitos p a r a c o n f i r m a r o rechazar e s a af ir ­mación. Poncet dice que en s u época había entre los n u e r perso­n a s r i c a s e importantes , a quienes rendían honores después de l a muerte , que l l a m a devins ousorciers y jongleurs* y B r u n - R o l l e t d i c e que j o s n u e r tenían u n a especie de p a p a p o r e l que sentían u n a veneración c e r c a n a a l a adoración, pero s u descripción^es demasiado fantástica p a r a s e r d igna de crédito. 9 A u n q u e r e s u l ­te difícil c r e e r que no h u b i e r a casos de posesión hace sesenta años, a falta de pruebas opuestas hemos de aceptar l a d e c l a r a ­ción tan unánime de los n u e r de que no había .posesión p o r parte d e los dioses d e l Cie lo , y parece bastante seguro que, e n c a s o de que h u b i e r a algún profeta e n aquel la época, s u i n f l u e n c i a se l i m i t a b a a pequeñas localidades y no tenía l a i m p o r t a n c i a t r i b a l d e época más reciente . E x i s t e n algunas p r u e b a s de que l a a p a r i -

8. Poncet, op. cit., p. 40. 9. Brun-Rollet, op. cit., p. 222.

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Fig. 13 Collar de ternera compuesto por esquilas hechas con cocos

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ción de los profetas n u e r estuvo en relación c o n l a difusión d e l m a h d i s m o a p a r t i r d e l norte de Sudán. F u e r a c o m o fuese, n o hay d u d a de que, e n l a época de l a penetración árabe e n N u e r ­landia , surgieron profetas poderosos, y de que, después de l a reconquista de Sudán, se los respetaba más y ejercían m a y o r inf luencia que ninguna o t r a categoría de personas e n N u e r l a n d i a .

A u n así, nos parece que el poder de dichos profetas , inc luso e l de los que tuvieron más éxito, se h a exagerado y que s u posi ­ción t r i b a l no se h a n entendido b i e n . L o s pr imeros funcionarios gubernamentales que e n t r a r o n en l a región lou h a n indicado que Ngungeng e r a m u y temido y respetado y expresaron l a opinión de que, p a r a a d m i n i s t r a r a los lou, había que conciliárselo o tras ­ladarlo. S i n embargo, s u h i j o , G w e k , no recibió apoyo de algunas secciones e n s u oposición a l gobierno. Struvé, entonces gober­nador de l a provincia d e l Al to Nilo , informó de que D w a I , h i j o de D i u , ejercía u n a «autoridad bastante dudosa» sobre ios gaawar . E n 1932 tuve l a impresión de que B u o m tenía m u c h o más p o d e r en la región dok c o m o jefe gubernamental que e l que había tenido n u n c a en l a época anterior a l gobierno e n s u ca l idad de profeta. L a maldición de u n profeta es temida, p e r o " l a inter ­vención a r m a d a de l a s fuerzas gubernamentales es u n a sanción de m a y o r peso. B u o m estaba intentando e jercer funciones j u d i ­ciales s i n precedentes y s u destierro no provocó host i l idad po­pular y p o c a pesadumbre. N o existen pruebas fidedignas de que los profetas fueran algo más que personajes religiosos, cuyos po­deres rituales se u s a b a n especialmente e n l a guerra , aunque parece s e r que algunos de los posteriores empezaron a z a n j a r disputas, p o r lo menos e n sus aldeas y distritos . D e todos el los , quien quizás estuvo más c e r c a de i m p o n e r s u a u t o r i d a d fuera d e s u distr i to fue G w e k , pero la host i l idad entre las tr ibus y entre

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los segmentos tribales imposibilitó u n c o n t r o l p e r s o n a l efectivo. L a s únicas actividades de los profetas que podemos l l a m a r

propiamente tribales e r a n s u iniciación de las incurs iones contra los dinkas y s u reanimación de l a oposición c o n t r a l a agresión árabe y europea , y en esas acciones es e n las que vemos s u im­portancia e s t r u c t u r a l .y l a s que e x p l i c a n s u aparición y e l desa­rro l lo de s u inf luencia . T o d o s los profetas importantes sobre los q u e tenemos información ganaron s u prestigio dirigiendo incur ­siones v ictoriosas c o n t r a los d i n k a , pues dichas i n c u r s i o n e s se l levaban a cabo en n o m b r e de los espíritus que prometían rico botín p o r mediación s u y a . N i n g u n a incursión extensa se empren­dió s i n e l permiso y l a dirección de los profetas , quienes recibían instrucciones de los dioses del Cielo , e n sueños y t r a n c e s , sobre e l momento y e l objetivo d e l ataque y m u c h a s veces p a r t i c i p a b a n personalmente en ellas y real izaban sacr i f ic ios antes de l a bata­l l a . S e q u e d a b a n con p a r t e de l botín y h a s t a cierto punto super­v i s a b a n e l reparto del res to . L o s g u e r r e r o s c a n t a b a n h i m n o s de guerra a los dioses del C i e l o antes de i n i c i a r las incurs iones y estaban convencidos de que los s a c r i f i c i o s que los profetas les ofrecían garantizaban e l botín-y l a segur idad .

P o r p r i m e r a vez u n a s o l a persona s imbol izaba , a u n q u e sólo f u e r a e n pequeña m e d i d a y de f o r m a p r i n c i p a l m e n t e espir i tual y no inst i tucional izada, l a u n i d a d de u n a t r i b u , pues los profetas s o n figuras tr ibales . P e r o t ienen otro s ignif icado, pues s u inf luen­c i a s u p e r a b a las fronteras tr ibales . G w e k ejerció g r a n inf luencia sobre los gaajok , y se d ice que , gracias a e l l a , durante u n tiempo los lou y los gaajok se p a g a r o n m u t u a m e n t e compensación por homicidio . S u inf luencia llegó hasta los gaagwang y g a a j a k orien­tales . D e n g l e a k a ejerció in f luencia semejante e n él val le de l Zeraf , especialmente entre los thiang. Algunos de los profetas n u e r orientales tuvieron f a m a e n t r e u n a serie de tr ibus vec inas que se unían p a r a r e a l i z a r i n c u r s i o n e s b a j o l a dirección de. s u s espíri­t u s . N o e r a n u n m e c a n i s m o de l a e s t r u c t u r a t r i b a l c o m o los jefes pie l de leopardo, pero e r a n puntales de l a federación entre tr i ­b u s adyacentes y personi f icaban e l p r i n c i p i o e s t r u c t u r a l de l a oposición e n s u expresión más ampl ia , l a u n i d a d y homogeneidad de los n u e r c o n t r a los extranjeros . Probablemente l a coalición de las t r i b u s y l a organización de i n c u r s i o n e s colect ivas fuera o b r a suyja e n gran m e d i d a — a u n q u e n o podemos estar seguros d e ello, d a d a l a falta de documentos históricos— y los convirtió e n figuras importantes y poderosas de N u e r l a n d i a . E s t a inter­pretación expl ica cómo es posible que los profetas aparec ieran hace medio siglo, o, e n cualquier caso , t u v i e r a n éxito entonces. C i e r t o s c a m b i o s estructurales estaban produciéndose c o m o reac­ción ante e l cambio de l a s condiciones : e l desarrol lo de funcio-

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nes que e r a n de carácter más puramente político que cualquiera de las e j e r c i d a s antes p o r los individuos y u n m a y o r grado de unidad entre las tribus vecinas que la que había existido hasta entonces. Puesto que, a l a muerte de los profetas, los dioses del Cielo p a s a b a n a sus h i j o s , tenemos más razones p a r a sugerir u n aumento de l a je fatura política h e r e d i t a r i a que, j u n t o c o n l a

M poderosa tendencia a que las tribus adyacentes se federaran , atri ­buimos a l a nueva a m e n a z a árabe y europea . L a oposición entre los nuer y sus vecinos había sido s i e m p r e seccional . A h o r a se enfrentaban c o n u n enemigo común y más imponente. C u a n d o e l gobierno aplastó a los profetas, esa tendencia resultó puesta a prueba . T a l como nosotros entendemos l a situación, e r a inevi­table que los profetas se opusieran a l gobierno, porque e s a opo­sición entre e l pueblo fue lo que causó-su aparición y ellos l a e n c a r n a b a n .

X I V

H e m o s - i n t e n t a d o m o s t r a r que la distribución depende de l a ecología y que las líneas de l a división política t ienen tendencia a seguir l a distribución e n relación con l a s formas de v i d a . Pero l a consideración de la ecología sólo nos a y u d a a entender c iertos rasgos demográficos de l a s tr ibus y segmentos tribales n u e r y no l a naturaleza de sus relaciones estructurales . E s t a s sólo pueden • entenderse en función de ciertos principios estructurales y hemos intentado a i s l a r esos pr inc ip ios , aunque — l o f e c o n o c e m o s — no e n u n n i v e l m u y profundo del análisis. V a m o s a r e s u m i r aquí los pr inc ipa les aspectos que hemos expuesto.

(1) L o s n u e r atr ibuyen valores a s u distribución geográfica y esas evaluaciones nos proporcionan unidades socioespaciales y re lac ionan d ichas unidades en u n s i s t e m a . (2) E n todas esas unidades es evidente u n a tendencia a dividirse e n segmentos opuestos y también l a tendencia por parte de dichos segmentos a fusionarse e n relación c o n otras unidades . (3) Cuanto m e n o r es e l segmento, m a y o r es s u cohesión, y ésa es l a razón p o r l a que existe u n s i s t e m a segmentario . (4) E l s i s t e m a político de los nuer sólo puede entenderse en relación c o n toda u n a e s t r u c t u r a de l a que otros pueblos f o r m a n parte e, igualmente, e l carácter de todas las comunidades n u e r debe definirse por s u s relaciones c o n otras comunidades d e l m i s m o orden d e n t r o del s i s tema po­lítico total . ( 5 ) E l s is tema socia l es más a m p l i o que l a s esferas de relaciones políticas efectivas y las atraviesa , (ó) L o s valores políticos dependen de algo más que de l a s relaciones res idencia -

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les . L a s relaciones políticas pueden a is larse y es tudiarse i n d e ­pendientemente d*"otros s i s temas sociales , p e r o const i tuyen u n a función específica del c o n j u n t o total de las relaciones socia les . E s t a s son pr incipalmente de parentesco y l a organización de las relaciones de parentesco e n relaciones políticas en d e t e r m i n a d a s situaciones es uno de nuestros problemas más importantes . (7) L a s relaciones estructurales entre las t r i b u s n u e r y otros pueblos y entre t r i b u y t r i b u se m a n t i e n e n m e d i a n t e ' l a institución de l a g u e r r a y l a s relaciones estructurales entre los segmentos de l a t r i b u se m a n t i e n e n mediante l a institución de l a vendetta (feud). (8 ) N o existe administración centra l , pues e l jefe p ie l de leopardo es u n agente r i t u a l cuyas funciones deben interpretarse e n fun­ción del m e c a n i s m o e s t r u c t u r a l de l a vendetta (feud). ( 9 ) E l de­r e c h o es r e l a t i v a y está e n función de l a d i s t a n c i a e s t r u c t u r a l entre las personas y no t iene l a m i s m a f u e r z a e n diferentes con­j u n t o s de relaciones . (10) L a s nuevas condiciones de l a penetra­ción árabe y europea probablemente h a y a n s ido l a c a u s a de la aparición de l o s profetas, c o n funciones jurídicas e m b r i o n a r i a s , y de l aumento de l a so l idar idad intertr iba l .

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