Ud1. alteraciones de origen abiótico
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PROTECCIÓN DE LAS MASAS FORESTALES UNIDAD 1
Para diagnosticar la causa de la alteración de una planta es conveniente
determinar primero si dicha alteración es causada por un patógeno (factor biótico) o
por un factor ambiental (factor abiótico). La ausencia de patógenos visibles será lo
que nos lleve a pensar en causas ambientales. En el caso de las masas forestales,
los factores abióticos más comunes son las temperaturas inadecuadas, el exceso o
falta de luz, el exceso o falta de agua, los accidentes, las carencias, la
contaminación, los tóxicos o los tratamientos inadecuados.
Si nos fijamos bien, las causas anteriormente citadas pueden dividirse en
aquellas que son de origen natural y las que no lo son.
1. FISIOPATÍAS PRODUCIDAS POR AGENTES ABIÓTICOS NATURALES
Éstas pueden ser a su vez de origen climático o edáfico (debido a la
composición del suelo).
1.1. ORIGEN CLIMÁTICO
a) TEMPERATURAS
Las bajas temperaturas pueden ser las normales debidas al frío invernal o
heladas extemporáneas. En el primer caso, esas bajas temperaturas se producen
durante el período de reposo de la vegetación, a savia parada. Los síntomas más
comunes son:
- enrojecimiento del follaje (más chocante en especies alóctonas).
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- fendas: agrietamiento y exposición del xilema.
- descalce: plántulas en vivero con un cierto contenido de agua en el suelo
pueden sufrir elevaciones al formarse el hielo en el suelo. Algunas raíces son
cortadas.
En el caso de las heladas extemporáneas, éstas pueden ser tardías o
tempranas. Las más catastróficas son las tempranas porque se acaban de formar
las yemas. Los efectos son los siguientes:
- En yemas: aparecen necrosis, y si se producen al principio de la apertura de
las yemas éstas mueren, pero se forman nuevas yemas adventicias de las cuales
salen las hojas; esto ocasiona portes achaparrados.
- En la corteza: necrosis de corteza y anillos de heladura, que son
deformidades que se producen cuando las células del cámbium, que son muy
activas, se ven afectadas por una helada y se engrosan; se desarrollan “costras”
internas y se produce un anillo.
Las temperaturas demasiado elevadas también tienen sus consecuencias:
- fendas: las diferencias de contracción de la parte interna y externa del árbol
producen resquebrajaduras. Las hinchazones en el cuello se suelen producir en
zonas de viveros con arena que almacena y conduce bien el calor.
- quemaduras: por efecto de la insolación.
b) LUZ
El exceso de luz podría afectar negativamente a la fotosíntesis. La falta de luz
en la parte baja de las masas forestales produce que las ramas bajas se sequen y
se mueran.
c) SEQUÍA
Una planta sufre cuando la transpiración a través de las hojas es mayor que la
absorción de agua a través de las raíces. Se puede deber a la falta de precipitación,
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al tipo de suelo (por ejemplo, si es muy arcilloso retiene fuertemente el agua), a la
profundidad de éste, etc. Efectos:
- marchitamiento: es una pérdida de turgencia. Puede ser permanente o
pasajera, según sobrepase o no el punto de marchitez permanente.
- fendas de sequedad: son grietas en la mader originadas por la pérdida de
humedad.
d) EXCESO DE HUMEDAD
En condiciones de exceso de humedad, las concentraciones de O2
disminuyen y las plantas pueden llegar a ahogarse.
e) RAYOS
Si la corteza es más bien lisa, se forma una película de agua que canaliza el
rayo hasta el suelo. Si es una corteza quebradiza, se resquebrajará al producirse
una discontinuidad en la corriente. Se puede recuperar dependiendo del volumen de
daño producido.
f) GRANIZO
Resquebraja ramas y las descorteza. También produce daños en las guías
terminales.
g) NIEVE
Quema por efecto del frío y rompe ramas por acumulación de peso.
h) VIENTO
Impide la formación de yemas, produciendo portes en bandera (caso típico el
de las sabinas en zonas de montaña).
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1.2. FACTORES EDÁFICOS
Uno de los principales problemas es el de la aireación del suelo. Sin oxígeno
la planta no puede vivir. Cuando tenemos concentraciones del 25 – 30% es cuando
la planta puede realizar sus funciones vitales. Si baja al 10%, tenemos problemas, y
por debajo del 3% se producen necrosis en las raíces e hinchamientos en el tallo.
Esta carecia de oxígeno puede deberse a un exceso de agua, a la compactación del
suelo, etc.
Si el suelo presenta carencias de alguno o de varios de los elementos
necesarios para la nutrición del árbol, éste sufre:
- Macroelementos: N, P, K, Mg, S y Ca:
El nitrógeno es fundamental. El síntoma característico de una deficiencia de N
es una reducción del creciemiento y después una clorosis generalizada.
El fósforo es esencial porque forma parte del las moléculas de ATP. Si no hay
fósforo, no se forma el ATP y hay una serie de procesos que no se realizan. El
síntoma más característico es el enrojeciemiento general de la hoja.
La falta de potasio produce un enrojecimiento más oscuro que el fósforo, y al
final la hoja se necrosa.
En el caso del calcio, los problemas no suelen aparecer por carencia, si no
por exceso, que interfiere en la absorción de algunos otros elementos, provocando la
enfermedad de la clorosis cálcica.
La falta de magnesio impide la formación de la clorofila. El síntoma
fundamental de su falta es la clorosis y el enrojecimiento internervial.
- Oligoelementos: Cl, Fe, Mn, Cu, Zn, B, Mb.
Existen sólo en pequeñas cantidades en el suelo y en las plantas, sus proporciones
se dan normalmente en ppm. Todos ellos son esenciales en el desarrollo de las
plantas. No son menos importantes que los macronutrientes. Los efectos de las
deficiencias de micronutrientes pueden ser muy severos, tales como
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achaparramiento, bajos rendimientos, marchitamiento, e incluso muerte de la planta.
Algunos se absorben como cationes, y otros como aniones.
Otros oligoelementos no son aparentemente esenciales en sí mismos en la nutrición
vegetal o animal, pero la pueden afectar indirectamente: por Ej. el vanadio afecta
ciertas funciones microbiológicas; el aluminio afecta la disponibilidad de P, etc.
En general, todos los oligoelementos son tóxicos para las plantas y animales si se
encuentran en el suelo en concentraciones sensiblemente superiores a las medias,
en algunos casos con concentraciones relativa- mente reducidas.
Estos factores, junto con el gran número de oligoelementos, sus complicadas
funciones en los procesos biológicos y las dificultades para descubrir los síntomas
de deficiencia y toxicicidad si no son graves, hacen que la corrección del problema
sea laboriosa. Los elementos menores son importantes como activadores de
enzimas. Ningún micronutriente puede aumentar los rendimientos si faltan los
nutrientes. De ahí que la aplicación de oligoelementos sólo tiene valor cuando el
suelo está bien provisto de macronutrientes.
2. FISIOPATÍAS PRODUCIDAS POR AGENTES ABIÓTICOS NO NATURALES
Las acciones humanas que provocan la degradación de la naturaleza se
remontan a la aparición de los primeros núcleos urbanos, aunque no se habla de
polución, o contaminación atmosférica, hasta la era industrial; y no es hasta el último
tercio del siglo XX cuando el acusado deterioro de algunos bosques del Centro y
Norte de Europa llega a constituir un problema de Estado, que trasciende de los
ámbitos científico y forestal, y se asoma a la opinión pública, como refleja el
semanario Time dedicándole su portada y el artículo de fondo de uno de sus
números en 1985. Se empezó cuestionar si el mal estado de los ecosistemas
forestales era realmente debido a la denominada «lluvia ácida» (acidificación del
suelo) o si contribuían al mismo otras causas (Krause, 1986): factores de
predisposición que actuarían a largo plazo (p.e. presencia de suelos ácidos y
esqueléticos con bajo contenido en magnesio y calcio); factores de incitación, con
actuación a corto plazo (el ozono y la insolación formarían parte de este grupo) y
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factores que contribuirían a los daños causados por los dos anteriores, cual sería la
lluvia ácida. En cualquier caso, se constató que los árboles eran mas vulnerables a
factores adicionales de estrés, que incluían otros polutantes atmosféricos. Agentes
coadyuvantes son el viento, la radiación, la sequía y las enfermedades por hongos.
Una definición apropiada de contaminantes atmosféricos es la de
«materiales (sólidos, líquidos y gaseosos) presentes en la atmósfera en
concentraciones superiores a las «normales». Sus fuentes son tanto de naturaleza
antropogénica (p.e. combustión, actividades industriales) como naturales
(erupciones geotérmicas, fuegos forestales, partículas de origen biótico, microbios,
virus, etc.). Metales pesados, sales inorgánicas (sulfatos, nitratos, cloruros,
compuestos de amonio y de otros iones y compuestos orgánicos, en forma de
partículas y polutantes gaseosos, tales como óxidos de nitrógeno, azufre y carbono,
ozono, haluros, compuestos PAN (peroxiacilnitratos), forman parte destacada de los
polutantes de importancia potencial en los ecosistemas forestales (Smith, 1990).
La contaminación atmosférica no sólo tiene un efecto directo negativo sobre la
vegetación por deposición de los contaminantes sobre la parte áerea de las plantas
y pérdida de nutrientes por lavado e intercambio iónico, sino indirectos, los cuales
incluyen la acidificación del suelo con la consiguiente liberación de aluminio y otros
metales pesados; también afecta sus relaciones con microorganismos, hongos
micorrícicos y ecología de los insectos (Lendzian y Unsworth, 1983).
Abundante experimentación sobre sus efectos de inhibición de la fotosíntesis,
alteración del transporte de asimilados, reducción del suministro de nutrientes a las
hojas, daños sobre el suelo (mas acusados en condiciones de estado nutritivo bajo)
ha apoyado la hipótesis formulada en la década de los ochenta del pasado siglo de
que la alarmante mortandad de los bosques europeos, con diferentes
sintomatologías en estaciones diferentes, se debía mayormente a la acción
combinada del ozono y la lluvia ácida con posible incidencia de factores edáficos y
ambientales (cambio climático) limitantes (Schutt y Cowling, 1985).
Los árboles dominantes y las situaciones de borde, con árboles mas expuestos a la
luz y al aire, se mostraron mas proclives a los daños producidos, entre los cuales
eran muy generalizados la pérdida del color verde de las hojas que acababan con
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aspecto clorótico, en mayor grado en el haz, fenómeno que en unas especies (p.e.
abeto, picea) se iniciaba en la base de la copa y en otras (haya) con caída de las
hojas iniciada en las porciones apicales de las ramas; síntomas, en ambos casos,
ligados a deficiencias de calcio y magnesio (Prinz et al., 1985). El aspecto senil de
árboles jóvenes y la proliferación de brotes adventicios y una fructificación intensa
constituyen caracteres de las etapas que preceden a una mortandad generalizada.
(adaptado de Invest Agrar: Sist Recur For (2006) Fuera de serie, 55-70 La
contaminación atmosférica y los ecosistemas forestales, J. A. Pardos. ETS de
Ingenieros de Montes. UPM. España)
Links:http://www.iefc.net/ (guía fitosanitaria en el menú principal) http://www.espacioforestal.org/espacio/plagas_enfermedades.asp?VarSubseccion=20