Ulanovsky Carlos - Paren Las Rotativas

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Paren las rotativasUna historia de grandes diarios, revistas y periodistas argentinos Ulanovsky, Carlos Colaboraron en la investigacin periodstica, las entrevistas y la cronologa: Ana Laura Prez y Fernando Cceres Asistencia periodstica: Ricardo Dios Zaid y Ligia Lpez ESPASA A Rodolfo Terragno y a los siete nmeros de la revista Orbe. A mis hermanitos-colegas del 23 de octubre, Norma Osnajanski, Rubn Ccamo y Cristina Meliante. A Fernando Gonzlez T. y Natasha Niebeskikwiat, que tienen un camino por delante. A Marta, a mis nenas Julieta e Ins. Mi especial agradecimiento a la editora del libro, Alejandra Procupet. Prlogo Noticias de la Gran Aldea Noticias de la Dcada Infame La prensa deportiva Noticias de los aos 40 Noticias de los aos 50 El diario de las mujeres Noticias de los aos 60 Los primeros Noticias de los aos de fuego Noticias de los aos de plomo El fenmeno de los libros periodsticos Noticias de los aos 80 Quin est detrs de las noticias? Noticias de los aos 90 Noticias del 2000 Cronologa PROLOGO Dnde empez todo? Cmo habr sido en realidad? A lo mejor fue en el secundario Mariano Moreno, cuando mi compaero Rodolfo Terragno me invit a compartir su aventura en la revista estudiantil Orbe, de la que entre 1959 y 1961 salieron siete nmeros. Yo, que hasta ese momento era Tito (mi apodo desde nio), por primera vez me convert en Carlos y jugu al periodismo. 0 fue antes todava, cuando organizaba torneos de ftbol con figuritas sobre la alfombra del living de mi casa en Floresta y los relataba, y manipulaba los cartoncitos de manera que el campen fuera, casi siempre, Racing? Ya en esa poca, en mi casa, aseguraban que todo el tiempo contaba -y exageraba- historias que slo yo vea: Vi a Fulano... Adivin quin estaba?... A que no sabs a quin le di la mano?. De esto poda deducirse: Est loco, fantasea en exceso, es un mentirosito sin remedio. O lo que prefiero pensar desde hace tiempo: no menta, ya era un periodista en busca de noticias que interesaran a mis lectores. No menta: sencillamente, mi mundo interior peleaba por diferenciarse del exterior. No menta: quera ser periodista. Cuesta ubicar en dnde (o en quin) estuvo el verdadero impulso inicial. Viva en una casa de clase media lectora, ms revistera y diariera que librera, y recuerdo con cunta ansiedad esperaba el diario El Mundo o revistas como Mundo Deportivo, Goles, Radiolandia o el diario La Razn, del que no me perda la seccin La Galera del Mago. En la revista Racing, que yo lea como si fuera un texto sagrado, firmaba sus crnicas un tal Truz de Piedra -tiempo ms tarde me enter de que era Bernardo Neustadt-, cuyas notas me fascinaban igualmente en la contratapa de El Mundo (en donde tambin lea a Horacio de Dios), Ahora leo aquellas notas de Orbe y me ro: a pesar de su candor, algunas eran crnicas respetablemente construidas. Nadie me lo haba enseado: todo lo haba aprendido copiando,

leyendo a los que me gustaban. El estilo era el de la revista Usted y un poco de Platea. O vaya a saber uno de dnde lo haba sacado, aunque seguro fue de una lectura. Hoy, con emocin, puedo afirmar que la vida me recompens hacindome un privilegiado, integrando el grupo de aquellos que pudieron trabajar en lo que realmente era su vocacin. Vaya mi agradecimiento a los que me recibieron y ayudaron en los primersimos tiempos: Francisco Valle de Juan, Pablo Alonso, Paco Vera, Anbal Walfisch, Roberto Hosne, Martn Campos, Enrique Raab, Osvaldo Seiguerman, Carlos Aguirre, Pancho Loicono, Bernardo Neustadt, Jorge Aroz Bad, Mabel Itzcovich, Horacio Verbtsky y especialmente Osvaldo Czar, que en la redaccin de Confinado me ense de todo, hasta a tachar con la x, la w y la y en las Remington y Olivetti previas a la computacin. Pero no es este un libro de memorias personales. Fue concebido como un manual en el que tienen registro, exaltacin y anlisis los grandes momentos, productos y personajes del periodismo escrito, desde aquellos aos de finales del siglo pasado en que aparecieron La Capital, de Rosario; La Prensa v La Nacin hasta los diarios prediseados por computadora. En estas pginas est la trayectoria de los principales diarios v revistas, v la tarea que en ellos tuvieron los grandes periodistas. Y se cuenta como lo que es: una historia apasionante que a modo de arteria vital atraviesa y riega el cuerpo social argentino. Nada ms cierto que afirmar que la historia de los grandes diarios, revistas y periodistas es tambin la historia de cada momento de la vida social, poltica, econmica y cotidiana del pas. Hasta hoy esta trayectoria estaba dispersa en libros valiosos, en archivos de medios y en distintas bases de datos. Me consta que ste es el primer intento de agrupar toda esa informacin, darle un marco, un propsito de explicacin, de interpretacin y, tambin, de reconocimiento histrico. La investigacin en todas esas fuentes, las conversaciones con casi un centenar de colegas de primersima lnea, distintas generaciones y variadas tendencias y pensamientos, y los documentos manejados fueron de un valor superlativo. Y pasaron ante mis ojos, que cumplieron treinta y tres aos dentro del oficio y tienen unos cuantos aos -como ms como lector. Aunque evidencia la cronologa- en esta orilla del Ro de la Plata hay imprentas y periodistas desde el ao 1700, Y ms formalmente desde 1867, el haber sido ocupante de redacciones desde 1963 v atento lector desde 1955 me ayud a acercarme a la memoria. A esta altura puede afirmarse que en cada poca todo gran medio encierra un mensaje. En la presente investigacin se encontrarn varios de esos mensajes, salvo uno: el registro de las muchas heridas y enemistades que ha generado esta actividad realizada por hombres y mujeres tan profesionales, queridos e identificables como imperfectos. El libro de las miserias del alma periodstica -vasto en episodios ser obra futura de algn otro autor. Personalmente, eleg plantear un trabajo de investigacin que busca una exposicin detallada y documentada de lo mucho que se hizo, y de exaltacin de la tarea. De este acercamiento histrico, estoy seguro, podran partir nuevas investigaciones que lo continuaran y perfeccionaran. Ojal sea as. Haber tenido la oportunidad de hacer este libro es algo que agradezco a la editorial y que vivo como una recompensa especial a tantos buenos anos de, actividad Y participacin. Carlos Ulanovsky NOTICIAS DE LA GRAN ALDEA El jueves 7 de junio de 1810 inici su circulacin La Gazeta de Buenos Ayres, a la que, como secretario de la Primera Junta patria, Mariano Moreno pens como rgano de difusin y defensa de los ideales revolucionarios e independentistas de Mayo. El, y muchos junto con l, crean que los ciudadanos deban estar al tanto de los hechos, pensamientos y conductas de sus representantes y conocerlos peridicamente, revisarlos con profundidad, comentarlos y hasta criticarlos con libertad. Pero antes de que la Gazeta moremana comenzara a hacerse entender desde su lema (Rara felicidad de los tiempos en los que se puede sentir lo que se quiere y decir lo que se siente), ocurrieron muchas cosas que hicieron posible su salida. Las gacetas (o gazetas) manuscritas comenzaron a circular por el puerto de Buenos Aires por primera vez a partir del martes 19 de junio de 1764. Esas hojas de 25 por 15 centmetros an se conservan en la Biblioteca Nacional. En 1801 aparece El Telgrafo Mercantil, Rural, Poltico, Econmico e Historiogrfico del Ro de la Plata, editado por el abogado espaol Francisco Antonio Cabello y Mesa, considerado uno de los primeros periodistas rioplatenses. La nueva publicacin traa ocho pginas, sala dos veces por semana y se facturaba en la Imprenta de Los Nios Expsitos. Cuando se inicia la etapa posrevolucionaria, diarios como La Gazeta, impulsada por Moreno, resultaron fundamentales para difundir las ideas jurdicas y legales alrededor de la nueva organizacin de poderes, as como en la instalacin de otros asuntos de inters para la flamante nacin: necesidad de distanciarse de Espaa; difundir conceptos como soberana, igualdad y libertad; consolidar la apertura del comercio y arraigar costumbres cotidianas.

Todo estaba por hacerse y muchos se haban cerciorado de que los diarios podan ser un excelente vehculo. A partir de 1810 comenz a gestarse una forma de opinin pblica expresada -dice Flix Luna- en los diarios mediante artculos editoriales, crticos o con desarrollo de tipo conceptual, como los de Mariano Moreno. Por primera vez los diarios ponan sobre el tapete ideas revolucionarias, estimulantes. Los primeros aos La agencia de noticias que en 1815 el pionero Charles Havas haba instalado en Pars para servir al mundo prefera las palomas mensajeras para trasladar la informacin porque eran diez o doce veces ms rpidas y eficaces que el sistema de telgrafo ptico, frecuentemente obstaculizado por lluvias, nieblas y otros fenmenos naturales. De ese modo, las noticias viajaban por el mundo sobre las alas de palomas mensajeras, y entre un continente y otro en ocasiones pasaban meses hasta que un episodio se haca pblico. Pero no era el nico retraso. Los 350 peridicos que haban aparecido en Europa para dar cuenta de la ebullicin de la Revolucin Francesa se elaboraban con una tcnica tipogrfica manual que haca posible la impresin de 400 ejemplares por hora. Recin en 1814 las maquinarias mejoraron hasta posibilitar 1.100 impresos, pero slo tres dcadas ms tarde la llegada de la rotativa originaria un avance sustancial, posibilitando la impresin de 96.000 hojas por hora. Mientras tanto, en el Ro de la Plata nacen y mueren entre 1810 y 1820 ms de cien diarios: son hojas libertarias, rganos de opinin poltica, libelos, pasquines, pero dejan huella en la transformacin de la sociedad de ese momento y permiten el crecimiento pblico de figuras desconocidas hasta entonces. De 1810 a 1870 se desarroll un periodismo absolutamente entregado a lo poltico o faccioso: los diarios eran tribunas partidistas y los periodistas eran mirados como polticos o tribunos. Hasta 1867, cuando aparece La Capital, de Rosario, el primer diario noticioso y de inters general, los diarios no se voceaban. La gran novedad la introduce el chileno exiliado Manuel Bilbao, cuando funda su diario La Repblica con el que da algunos pasos en el sistema de distribucin y venta considerados revolucionarios para la poca. El precio comente de la suscripcin mensual era de 40 pesos moneda nacional y el del nmero suelto, 3 pesos. Bilbao larg a la calle unos muchachos, claro antecedente de los canillitas, con la consigna de vocear el diario y venderlo a 1 peso. Los dueos de otros peridicos, en cambio, seguan sugiriendo a los lectores que los recibieran por suscripcin o que fueran a retirarlos directamente en las imprentas, pero no eran partidarios de vocearlos porque consideraban que andar a los gritos por las calles era una costumbre ms para vendedores de pastelitos que de papeles impresos. Flix Luna seala un fenmeno de ese tiempo al que denomina diarismo. Exista ya una Constitucin que garantizaba el trabajo, la educacin, la vida en libertad, la creacin de industrias, y que abra las fronteras a todos los hombres y mujeres de buena voluntad. Todos eran temas para pensar, discutir, aprender, y los diarios, cuya lectura estaba favorecida por las modernas lmparas a gas, eran una manera prctica de enterarse. El progreso traa consigo modos ms agradables de enfrentar la vida y la posibilidad de conocer asuntos como el lugar social de los indios, la instalacin de los ferrocarriles o la polmica sobre la futura ubicacin de la capital institucional de la Repblica. Es este ltimo tema el que impulsa a Ovidio Lagos el 15 de noviembre de 1867 a lanzar el diario vespertino La Capital, cuya idea central era promover a la ciudad de Rosario como capital del pas. Lagos, rosarino por adopcin, crea que la nica forma de federalismo posible era establecer la sede institucional en una ciudad del interior (y l propona que fuera Rosario), tambin como un modo de oponerse al centralismo del puerto de Buenos Aires. En octubre de 1867 el poltico santafecino Mariano Cabal le pidi a Justo Jos de Urquiza que le diera una mano a un joven al que recomend como pobre y honrado padre de familia. Esa ayuda de Urquiza result fundamental para que, finalmente, el 15 de noviembre de 1867 Ovidio Lagos sacara su diario. La frase que sintetizaba su filosofa (Las columnas de La Capital pertenecen al pueblo) no le impidi abrazar diversas causas: el diario y su mentor fueron mitristas y antimitristas, antialsinistas y urquicistas. Pero hubo una lucha que jams Lagos se haba iniciado en 1846 como tipgrafo en una de las ms prestigiosas imprentas porteas, la de Pedro de Angelis. Vivi la batalla de Caseros, fue amigo personal de Justo Jos de Urquiza y sigui con inters el final de la presidencia de Bartolom Mitre, que en 1868 le dejara el cargo a Domingo Faustino Sarmiento. En algunas pocas la Argentina fue gobernada por periodistas: Moreno, Dorrego, Mitre, Sarmiento y otros como Alberdi y Hernndez han plasmado buena parte de la fisonoma espiritual del pas -escribi el periodista Osiris Troiani en 1984-. Hoy (...) cualquiera de ellos tendra dificultad de encontrar un lugar en la prensa comercial porque el jefe de publicidad les ordenara que se callaran la boca. Desde los tipos de imprenta Lagos se acerc al periodismo para interpretar los cambios de los tiempos. Casi cien aos despus un editorial que celebraba el aniversario de La Capital evocaba el momento de la fundacin: El telgrafo traa las informaciones con la rapidez del rayo y los lectores de U Capital reciban en horas apenas, noticias de lugares tan alejados de la tierra que otrora demoraban meses en conocerse. El

ferrocarril y otros medios de transporte haban proyectado al diario mucho ms all de los lmites locales. En las ediciones iniciales de La Capital se observa que muchas eran las palabras que se escriban de otro modo: vejetacin, expontneo, la preposicin a con acento. En 1867 se deca que la guerra del Paraguay era tan intil como impopular. Como dato curioso, leemos que ya por entonces haba epidemias de clera. En ese momento los diarios eran vehculos de ideas, instrumentos de militancia y hasta puestos de combate. Los pioneros del periodismo vean en la actividad una herramienta notable para, como deca Sarmiento, educar al soberano. Cuando en 1868 Sarmiento lleg a la presidencia de la Nacin no slo era un periodista activo sino que reverenciaba a la comunicacin escrita por numerosos motivos: saba que el periodismo registraba la historia, posibilitaba una forma del ejercicio del poder, era idneo para mostrar las necesidades de los ciudadanos y eficaz para vigilar y controlar a los poderes. El diario -pensaba Sarmiento- es para los pueblos modernos lo que era el foro para los romanos. La prensa ha sustituido a la tribuna y al plpito; la escritura a la palabra y la oracin que el orador ateniense acompaaba con la magia de la gesticulacin, para mover las pasiones de algunos millares de auditores que la miran escrita, ya que por las distancias no pueden escucharla. Quien busque explicaciones acerca de nuestra forma de ser en la instalacin, desarrollo y afianzamiento de nuestras instituciones (polticas, religiosas, culturales, militares, econmicas) podr recurrir a la historia del periodismo, que como si fuera poco, funciona como registro del cambio de ideas, vidas y costumbres. En un artculo publicado en 1992, Emilio J. Corbire sostiene: Cuando se estudia y analiza nuestro pasado, la formacin de la conciencia nacional y aun nuestro presente, no puede prescindirse del periodismo, actividad a la que recurrieron nuestros prceres, militares, polticos, jefes religiosos, intelectuales y cientficos. Entre octubre de 1869 y enero de 1870 aparecieron La Prensa y La Nacin, cuando acababan de conocerse los datos del primer Censo Nacional de Poblacin, una de las primeras iniciativas de Sarmiento como presidente: 1.877.000 habitantes. Del censo se desprende que ms de 60 mil habitantes del puerto de Buenos Aires (una tercera parte) saben leer y escribir. A las 3 de la tarde del 18 de octubre de 1869 Jos Clemente Paz saca una hoja inmensa, de 50 por 56 centmetros, impresa en ambas caras por la imprenta Buenos Aires, de la calle Moreno 73. Tena cinco columnas prcticamente sin ilustraciones. No era sta la primera experiencia periodstica de Paz, quien cuatro aos antes haba creado el diario El Invlido Argentino, rgano de la Sociedad Protectora de los Invlidos, institucin que aglutinaba y amparaba a los lisiados de la guerra del Paraguay. Una leyenda informaba que La Prensa, diario noticioso, poltico y comercial, aparecera todos los das a las 3 de la tarde. Sin embargo, dos aos despus se convirti en matutino. Saludamos afectuosamente a toda la prensa argentina, de la que nosotros tambin entramos a formar parte. Les deseamos todo el bien y acierto que para nosotros ambicionamos. La independencia, el respeto al hombre privado, el ataque razonado al hombre pblico y no a la personalidad individual formarn nuestro credo. Pensando de este modo creemos llenar el fin santo que se propone el periodismo (...) Verdad, honradez: he aqu nuestro punto de partida. Libertad, progreso, civilizacin. He aqu el fin nico que perseguimos, consignaba la edicin inicial, que inclua unos pocos avisos comerciales. Cmo conseguir clientes Las noticias del diario cuya redaccin diriga el doctor Cosme Mario, amigo de Paz, eran escuetas aunque en algunos casos sobrecogedores. A 31 millones de pesos fuertes ascienden los gastos de la guerra del Paraguay, en cuatro aos y cinco meses de duracin, una cifra ltima que arroja el censo en la ciudad de Buenos Aires asciende a 190 mil almas. A pesar de que sus detractores vieron a La Prensa como periodiqun y diarejo sin importancia ni mrito, el escritor Arturo Capdevila acierta en 1939 cuando afirma que esa aparicin es un jaln que divide en dos pocas la vida argentina. Para el abogado Gerardo Ancarola, director del matutino en 1996, el diario nace en 1869 con el propsito superador de evitar la fuerte politizacin que caracterizaba a los peridicos de entonces. Se mete en el panorama de los casi veinte diarios que aparecan tratando de diferenciarse de la prensa partidista o facciosa. En poco tiempo llega a los 25 mil ejemplares de venta y toma una tendencia ascendente que no se detiene durante dcadas. Cuando el siglo XIX termina, el diario est en 77 mil ejemplares de venta y en los primeros aos del siglo XX supera los 100 mil. Consciente de que haba lectores interesados pero sin capacidad econmica, el nuevo diario decidi tentarlos regalndoles los ejemplares de los primeros tiempos. No se equivocaron con la estrategia, porque si en la edicin inaugural tenan apenas cinco avisos, en 1899, cuando inauguran sus nuevas rotativas, los reclames sumaban 1.581 en

una edicin. El periodismo argentino nace como expresin intelectual de las elites polticas, en los tiempos en que se luchaba por la emancipacin nacional, opina en 1987 Flix Laio, famoso periodista iniciado en La Razn en 1931 y que desde 1939 hasta casi cincuenta aos despus estuvo al frente de su redaccin. En 1874, por ejemplo, el pionero Paz, sin dejar ni por un momento la direccin del diario, haba participado de una asonada en contra del presidente Avellaneda, a cuyo servicio coloc el diario, que en esos tiempos apareci con una frase al lado de su logotipo: La Prensa en campaa. Tan habitual era esa forma de intervencin que aunque el movimiento termin en derrota el diario sigui saliendo sin haber perdido nada de su influencia y prestigio. Nace La Nacin El 4 de enero de 1870, con una tirada de 1.000 ejemplares y un capital de 800.000 pesos de la poca reunidos por l y nueve amigos (Jos Mara Gutirrez, Rufino y Francisco de Elizalde, Juan Agustn Garca, Delfn B. Huergo, Cndido Galvn, Anacarsis Lans, Adriano Rossi y Ambrosio Lezica) el ex presidente, general y abogado Bartolom Mitre sac La Nacin, un diario al que difcilmente pueda desvinculrselo de uno de los constructores de nuestro pas. Haca treinta y cuatro aos que Mitre era un reconocido periodista de barricadas propias y ajenas y ocho que publicaba con el imprentero Gutirrez La Nacin Argentina. Mitre pens en su nueva obra como otro aporte a la organizacin nacional iniciada por Urquiza y a la que l mismo contribuyera. La Nacin Argentina fue una lucha. La Nacin ser una propaganda, admiti, y cuando le solicitaron que explicara la frase aadi que se refera a la difusin de los principios de la nacionalidad y de las garantas institucionales. Se publicaban tambin infinidad de hojas satricas de tiradas insignificantes: El Brujo, El Gringo, La Jeringa, La Viuda.... y materiales partidarios herederos de un ttulo antolgico de mediados del siglo XIX: El Despertador Teofilantrpico Misticopoltico, un pasqun que editaba el padre Castaeda. La Nacin tuvo que hacerse un lugar entre El Nacional, de Dalmacio Vlez Sarsfield, y La Tribuna, y para ello fue fiel a un concepto: La Nacin ser tribuna de doctrina. [*error]Tanto El Nacional, fundado en 1852, antes de la cada de Rosas, como La Tribuna, luego de la batalla de Caseros, fueron baluartes en el enfrentamiento que la ilustracin de la poca (grandes cabezas como Bartolom Mitre, Nicols Avellaneda o Vicente Lpez) descalificaba como la tirana de Juan Manuel de Rosas, el rosismo y sus secuelas. En El Nacional, dirigido por Cayetano Casanova, Juan Bautista Alberdi consigui publicar un adelanto de Las bases mientras que la pluma estelar de La Tribuna, dirigido por los hermanos Hctor y Mariano Varela y Juan Ramn Muoz, era Domingo Faustino Sarmiento. Pero no slo se destacaban por hacer poltica. El Nacional, por ejemplo, fue el primer medio en tener dos ediciones diarias, una al medioda y otra a las dos de la tarde. Un poco antes, La Prensa se haba comprometido a expresar y a representar a la verdadera opinin pblica y no sujetarla a la nuestra, ni menos formarla o dirigirla. Sin embargo, ms temprano que tarde, ambos diarios se convirtieron en voceros confiables y serios del pensamiento liberal y conservador, que hasta ese momento se haba nutrido de diarios franceses o ingleses, los que tardaban meses en llegar al Ro de la Plata desde sus lugares de origen. Cuando funda La Nacin, lo que Mitre pretende es tener un diario que contribuyera a consolidar la organizacin nacional. Para cumplir en los papeles aquello que ya haba expresado como jefe militar y como presidente. Y aunque no siempre dirigi el diario, su influencia fue considerable, en especial, acerca de los sentimientos e intereses bonaerenses, dice en 1996 el secretario general de redaccin de La Nacin, Jos Claudio Escribano, quien adems asegura que son numerosos los vestigios de la doctrina del fundador que an permanecen en la institucin y en el peridico. La presencia de Mitre perdura en lo que concierne al uso de la libertad, la defensa de las garantas individuales, la independencia de los poderes pblicos y el ejercicio de un criterio pluralista en todos los rdenes. Si alguien nos dijera: Ustedes hacen un diario conservador y liberal, contestaramos: Est bien; no hay nada que corregir en su afirmacin. Ahora, si en cambio, la expresin fuera: Ustedes hacen un diario elitista, nosotros diramos: Qu mal nos ha entendido usted o qu mal hacemos nosotros las cosas para que usted nos entienda de ese modo, opina Escribano. Acerca de la cuestin de si todava en 1996 hay mitrismo en La Nacin, Hugo Caligaris -en el diario desde 1978 y actual editor de la revista de los domingos- responde: El espritu de Mitre persiste, en especial en los editoriales, en donde siempre trat de mantener principios del liberalismo bien entendido, polifactico. Buscando el futuro Lentamente, esas impresionantes sbanas, escritas a ocho o nueve columnas, que en el caso de La Nacin llegaron a tener casi un metro de alto y medio de ancho, iban delineando el gusto de los lectores y evidenciando sus necesidades. Las actividades comerciales y de la Aduana, por su incidencia en la vida inmediata de la gente que

dependa del puerto, se transformaron en la seccin ms esperada. Con La Prensa se hacan presentes cada da para especificar sobre la salida y entrada de barcos, las actividades del culto catlico y los valores de la Bolsa. Pero tambin ocupaban un lugar destacado las noticias referidas a la edicin de libros liminares de la identidad argentina, como el Martn Fierro, de Jos Hernndez, y el Santos Vega, de Hilario Ascasubi, aparecidos en 1872. Cuando surgi La Prensa, la mayor parte de la informacin era de origen nacional: por ejemplo, sobre la recientemente concluida Guerra de la Triple Alianza. Pero sucesos de importancia mundial como la guerra francoprusiana o el avance de la Revolucin Industrial tardaban un mes y todava ms en llegar a este punto del mundo. Los paquetes de cables se juntaban en Londres o en Lisboa, y en barco arribaban al puerto de Buenos Aires. Eran tiempos difciles, porque no todos entendan la funcin de los diarios. Muy pocos aos atrs, en 1864, una voz decisiva como la del papa Po IX sostuvo que la prensa escrita ayudaba a la corrupcin de las costumbres y de las mentes. Desde sus comienzos La Nacin apel a los servicios de las agencias de noticias. A la parisina Havas se haban sumado Reuter en Londres y la Wolf en Alemania y, con muchas dificultades, el antecedente de lo que aos despus sera la norteamericana Associated Press. El camino de la noticia era incierto y definitivamente lento: La Nacin comenz a formar una red de corresponsales propios, aunque en su necesidad de asegurar la noticia no falt el viejo y efectivo recurso de las palomas mensajeras. La guerra entre Francia y Prusia se insinuaba desde el 8 de julio de 1870, pero cuando el pblico argentino pudo enterarse de los aprestos, el mes de agosto estaba avanzado y la guerra tena dos semanas de iniciada. Los avisos, que tambin son noticias de una poca y un lugar, fueron definidos as por Bartolom Mitre, en 1870: La seccin de avisos de un diario equivale a un bazar o a una feria en la que todo se encuentra, cruzndose la oferta y la demanda. Ciento veinticuatro aos despus el periodista Hu o Caligaris afirma en una edicin especial de La Nacin: A su modo (los avisos) informan tanto como la mejor crnica sobre las inquietudes, los intereses, la cultura y los deseos colectivos de la gente. El crecimiento de las grandes ciudades del pas, la construccin de caminos y el desarrollo de los sistemas de transporte, en especial el ferrocarril, contribuyeron a la difusin de los diarios. En setiembre de 1881 el educador Manuel Linez fund El Diario, otro gran vespertino porteo en el que con frecuencia colaboraba el escritor Paul Groussac, y donde el novelista francs Emile Zola publicaba novelas en forma de folletines; en 1882 naci Los Andes, de Mendoza; en 1884 estuvo en la calle El Da, de La Plata; y en 1885 Carlos Pellegrini y Roque Senz Pea, dos futuros presidentes, asumieron la direccin del diario de Paul Groussac, Sudamrica. El caso de periodistas que llegaban a la cima del poder y de funcionarios que tras dejar su cargo regresaban a las redacciones fue frecuente en esa poca: Joaqun V Gonzlez, por ejemplo, tras abandonar la Cancillera pas a ser editorialista de La Nacin. En un seminario realizado en 1977 deca Juan Valmaggia, hombre clave de La Nacin durante aos: Haba en esa poca hombres pblicos organizadores del pas, que crean en la prensa, en su poder, sin cnones y sin tanques... Vemos una constante intercomunicacin entre la prensa el manejo de las cosas del Estado. En 1894 naci el diario cordobs Los Principios y el legendario peridico socialista La Vanguardia, que diriga Juan B. Justo. En esos das Paul Groussac escribi que hasta entonces la prensa haba sido pasquinera, llena de injurias soeces, alusiones vergonzosas, stiras de sal gruesa, en prosa y en verso, apodos insultantes y. gracias de aldea. Y fue [error?] en 1896 cuando Jos Ingenieros y Leopoldo Lugones editaron La Montaa, un ttulo famoso en la lnea de la utopa y la revolucin. El nuevo humor poltico Con sus treinta aos de existencia (1863-1893) y sus 1.580 ediciones, El Mosquito es la revista de humor argentina de ms extensa duracin. El 24 de mayo de 1863 sali por primera vez como peridico satrico burlesco de caricaturas en el que escriba habitualmente el escritor y poltico Eduardo Wilde, que en agosto de 1874 public un famoso artculo titulado El chocolate Pern es el mejor chocolate, una metfora de los efectos de la publicidad sobre un chocolate suizo, mucho antes de que ese apellido cobrara significacin en la vida argentina. En las pginas de El Mosquito brillaba Meyer con sus caricaturas, y en especial se destacaban los bosquejos antimitristas del extraordinario dibujante francs Henri Stein, cuyo seudnimo era Monet. Al fin del siglo ya haba muchos temas de qu rerse: ferrocarriles que no siempre iban por la va adecuada, polticos excesivamente ambiciosos, proyectos que fracasaban... Todo fue muy bien aprovechado por dibujantes como Gimnez, Zavattaro, Redondo, Mono Taborda, Ramn Columba. El Mosquito no es precisamente similar al Punch, de Londres, o al Charivari, de Pars, pero sus zumbidos se escuchan y sus aguijonazos levantan buenas ronchas... Stein no dej nada por glosar con su lpiz insinuante, festivo y a veces severamente mordaz, aunque siempre con sencillez y altura, deca un comentario de

poca. Fue tan grande la influencia que alcanz el dibujante que Sarmiento le exiga que no se olvidara de l, aunque fuera para denostarlo. Y Stein le daba el gusto al gran maestro. En 1884 surge Don Quijote, del periodista y dibujante espaol Eduardo Sojo, que por su acidez y al decir de Ramn J. Columba demoli al poder de su poca. En esa revista [fue codirector] trabaj el ex comisario y escritor Jos Sixto lvarez, tambin conocido por su seudnimo de Fray Mocho, y el dibujante Jos Mara Cao. Desde esa publicacin se plantea la idea del humor como un arma poderosa. Hasta tal punto haba llegado su influencia que el propio fundador del radicalismo, Leandro N. Alem, sostuvo que la revolucin de 1890 la hicieron las armas y las caricaturas. En Don Quijote se originaron los apodos a los principales polticos: El Pavo, al presidente Roque Senz Pea-, El Zorro, a Julio A. Roca; El Burrito Cordobs, a Miguel Jurez Celman; Cangrejo, al presidente Jos Evaristo Uriburu; y muchos otros. Su repercusin empieza a declinar cuando el 8 de octubre de 1898 aparece Caras y Caretas, que vena del Uruguay, en donde el espaol Eustaquio Pellicer la haba iniciado en 1890 como semanario festivo, literario, artstico y de actualidades. Pellicer comenz a editar su revista asociado con Bartolom Mitre y Vedia, un hijo del fundador de La Nacin. Como el padre de ste consider desmesurada la publicacin y pens que poda daar su imagen, su nombre y el del diario, Bartolito, obediente, present la renuncia. Tomaron su lugar Jos S. lvarez (Fray Mocho) y el dibujante espaol Manuel Mayol. Caras y Caretas represent la madurez del humorismo poltico, y no slo eso: para el ensayista y estudioso de los medios Jorge Rivera, aquella publicacin merece ser considerada como la primera revista argentina de concepcin periodstica moderna y masiva. Y lo hace, segn Rivera, con un tono ni demasiado serio ni demasiado chacotn. Lleg el Caricareta, lleg el Caricareta, gritaban los diarieros para ofertar esta revista, que lleg rpidamente a los 100.000 ejemplares de tirada. En 1899 caa dursimo sobre los Polticos corruptos y criticaba a los tranways que matan ms gente que la fiebre amarilla. Vietas de vida cotidiana, dcimas intencionadas, grficas costumbristas, notas que registraban el crecimiento y los cambios del pas, y los deliciosos reclames de los primeros aos del nuevo siglo eran parte de su contenido. Y, como si fuera poco, las incomparables stiras polticas. Las razones de un diario Si en algo innova La Razn es en la idea del diario de noticias de inters general, alejado de tendencias partidistas, libre de caudillos o partidos que lo sostengan y apadrinen. En la redaccin que Emilio B. Morales crea el lo de marzo de 1905 late el espritu de principios de siglo, el estimulante sentimiento de que todo est por hacerse, la exaltacin del TAS progreso que no omita la leccin espiritual, los nuevos caminos de un pas en crecimiento que a los ojos del resto del mundo se vea como excepcional. En 1911, Morales decide alejarse y le vende el diario al profesor de letras y destacado periodista Jos A. Cortejarena, que desde 1907 integraba la redaccin. Es el primer caso de un periodista profesional que llega a un puesto de conduccin. Cortejarena hered una sbana de siete columnas, de aspecto no demasiado diferente del de La Nacin o La Prensa, y al poco tiempo la moderniz en los temas, le renov la tipografa y cambi la tcnica de produccin, hasta ese momento excesivamente artesanal, por otra ms industrial. Aunque en ese entonces no se hablaba de bajada de lnea, eso fue lo que el seor Cortejarena les hizo a sus redactores al hacerse cargo. Les dijo que no confundieran la moral con los sentimientos, ni mezclaran los principios con las instituciones, adems de sugerirles que fueran parcos en el elogio y serenos en el ataque. Aunque el dueo de La Razn era un poltico conservador, mantuvo frreamente la decisin de Morales de no convertir al diario en una hoja de tendencia. En sus escritos aconsej abundantemente a los periodistas que escribieran pensando en la opinin pblica y en el pueblo, y dej para la historia todo aquello que crea que un diario no deba ser: ensea de un partido, eco de una voluntad, instrumento de dominacin. En un estudio publicado en 1987, Flix Laio destaca la importancia del surgimiento de La Razn en la consolidacin de un periodismo ms profesional. Los diarios se fundaron bajo la inspiracin de las corrientes ideolgicas (...) La Nacin y La Prensa fueron ejemplos de identidad como diarismo poltico (...) Antes de llegar al Congreso, los grandes problemas nacionales se debatan en las columnas de los diarios. Consolidada la Repblica, surge el periodismo comercial en el que (...) el hombre poltico va cediendo el paso al periodista profesional. En diez aos de gestin, Cortejarena hace de La Razn un diario ms abierto, que mezcla con criterios ms realistas la informacin nacional -predominante hasta el momento- con la internacional. Muri muy joven, a los 44 aos, y su viuda convoc a la direccin a ngel Sojo, Uladislao Padilla Y Gaspar Cornille, que realizaron una buena gestin. Los sucedi un profesional prestigioso, Guillermo Salazar Altamira, quien ya en la dcada del 30 le confiere a La Razn su aspecto de vespertino de tapas vibrantes y vendedoras. Entre diarios y revistas

En el 1900 La Prensa adorna la cpula de su edificio en Avenida de Mayo al 500 con la clebre escultura francesa La Farola, que pesa 3.000 kilos y representa a una mujer con los brazos en alto: en uno lleva una antorcha y en el otro, un ejemplar del diario. Tambin qued instalada una sirena que sonaba cada vez que se quera transmitir informaciones trascendentes a la poblacin. Los matutinos seguan presentando mucho ms textos que grabados, y tendan a volverse ms orientadores en temas como teatro, hipismo, football, sociales y cultos religiosos. En 1909 la tercera generacin periodstica de los Mitre decidi distanciar al matutino de las luchas partidarias y convertirlo en expresin y educador de la clase dirigente, por encima de los fraccionamientos, escribe Ricardo Sidicaro en La poltica mirada desde arriba, un libro en el que investig 80.000 editoriales aparecidos en La Nacin a lo largo de ochenta aos. Para responder a otros requerimientos de los lectores, los diarios comenzaban a arriar sus banderas de secta y a abrirse a todos los temas, no slo a los que dictaba el inters partidario. Un periodista es un escritor cabal, que escribe para multitudes y es ledo por multitudes, haba dicho Fray Mocho como para evidenciar que ya a esa altura nadie era capaz de pensar que tantos lectores diarios pudieran ser algo desdeable. En los primeros aos del siglo en la redaccin de La Nacin se encontraban personalidades tan distintas como el socialista Juan B. Justo, el anarquista Alberto Ghiraldo y el descendiente de la familia fundadora, Emilio Mitre, un hombre de ideas progresistas y renovadoras. Cuando Emilio Mitre muri, en 1909, el diario public un editorial en el que reafirmaba su propsito de abandonar su posicin de diario de bandera para convertirse en una expresin periodstica de inters general. Jos Claudio Escribano refrenda la historia y afirma que el ingeniero Mitre era un dirigente poltico de primer orden y, de no haber muerto, tal vez habra sido el candidato presidencial para el cambio poltico en la Repblica en lugar de Senz Pea. Tenemos que hacer revistas parecidas a la vida, soaba Alberto Haynes, hasta que en 1904, sin experiencia periodstica, se convirti en el editor de El Hogar Argentino, una publicacin exitosa que fue el origen de una formidable editorial y que, con el tiempo, se convertira en uno de los primeros multimedios, agrupando diarios, revistas y una cadena de radios. Haynes era un ingls que, como tantos otros, haba llegado a la Argentina en 1887 como empleado del Ferrocarril Gran Oeste Argentino. En principio, adems de su propia actividad, se dedic a la exportacin de ganado, se asoci con una agencia de publicidad inglesa y slo a partir de entonces se dedic al periodismo. El Hogar Argentino se ocupaba de revelar los gustos y costumbres de la poca, aconsejaba a las familias, les enseaba a las mujeres lo que se usaba y a los hombres, los libros y autores que merecan conocerse. Y, fundamentalmente, le abra a la clase media en ascenso y en extensin una ventana para conocer cmo eran las formas de placer y diversin de las clases adineradas. Es en esta revista donde Arturo Lanteri inicia su famosa historieta Don Pancho Talero. Mercedes Moreno, apodada La Dama Duende, desde Caras y Caretas, y Jos Quesada, desde El Hogar Argentino, se metan, con o sin invitacin, en las casas ms selectas de la clase alta en las que jams podran entrar los habitantes de la clase media y se convertan en cronistas del gnero social, relatndoles los simples mortales lo que pasaba detrs de esas puertas y ventanas. Afirma el socilogo Juan Jos Sebreli en uno de sus libros ms conocidos -Buenos Aires, vida cotidiana y alienacin- que esta forma de periodismo fue importante hasta que en la dcada del 30 result desplazada por las ascendentes crnicas dedicadas a los espectculos. La pequea burguesa argentina aprenda detalladamente los nombres de los miembros de la alta burguesa (...) con el mismo inters con que, ms tarde, se dedicara a las estrellas de cine y radio, acota Sebreli. Originalidades Con la originalidad de su formato pequeo (13 por 23 centmetros), pero tambin por la potencia y singularidad de sus caricaturas, se impone a partir de 1904 otra creacin del espaol Eustaquio Pellicer: PBT. Por su contenido de crtica poltica y de actualidad lleg a superar en un momento a su eslogan, Semanario infantil ilustrado para nios de 6 a 80 aos. Sus fotos e ilustraciones, con sus respectivos epgrafes en verso, retrataron toda una poca describiendo tendencias y costumbres de la ciudad y el pas. En 1903 muere Fray Mocho, pero ni siquiera la muerte de su director inmuta a Caras y Caretas. Lo reemplaza Carlos Correa Luna y la publicidad se ufana: Siempre a 20 centavos de costo!. Tampoco se resiente la estructura cuando un dibujante excepcional como Jos Mara Cao se aleja para crear la nueva revista Don Quijote, porque quien llega para sustituirlo es otro caricaturista que marcara pocas: Ramn Columba. Caras y Caretas registr el crecimiento del pas y difundi sus pasiones: desde el ftbol hasta el teatro; desde los viajeros que llegaban a estos puertos, hasta la poltica. Cuando los fastos del Centenario estuvieron listos, no haba por aqu revista ms prestigiosa: 200 pginas impresas en delicado papel, con gracia y fino sentido de la observacin. Como dijo una de sus estrellas literarias, el escritor Juan Jos de Soiza Reilly: Fue la cabal intrprete periodstica de la Buenos Aires de la Gran Aldea, de la Argentina de los inmigrantes y del proyecto poltico del SO. Otros grandes de la escritura y

del dibujo pasaron por la redaccin de Caras y Caretas: Horacio Quiroga, Manuel Glvez, Pedro Juan Vignale, Leopoldo Lugones, Alejandro Sirio, Federico Leal, Roberto Payr y el abuelo de Hermenegildo Sbat, un mallorqu llamado del mismo modo, tambin dibujante y caricaturista. En las redacciones se juntaban poetas y atorrantes, reos y exiliados que capeaban como podan la inestabilidad o la enorme exigencia de las desmesuradas jornadas laborales. En los meses que parecan no terminar nunca, los timberos, bohemios, divertidos periodistas de entonces apelaban a los vales. El 1 de noviembre de 1908, Antonio Martn Gimnez funda el matutino El Cronista Comercial, concebido como diario de negocios para informar y orientar acerca de la industria, la banca y el comercio, que durante muchos aos se vendera nicamente por el sistema de suscripciones. Deben darse cuenta los comerciantes y todos los que estn obligados a regirse por el Cdigo de Comercio, que la tenedura de libros redunda en beneficio del comerciante de buena fe pues a la par que le sirve de amparo, le evita los mil litigios y trapisondas que a cada paso se ven tramados por aquellos que, poco escrupulosos e ignorantes, no observan lo que la ley prescribe. As deca uno de los textos de la edicin inicial de un diario que adems destacaba la importancia de la informacin, como puesta al da y como un valor en s. Un poco antes de que estallara la Primera Guerra Mundial conseguir papel era difcil y caro, porque la base de su materia prima, la celulosa, tambin se utilizaba en la fabricacin de explosivos, actividad a la que el mundo estaba febrilmente abocado. Pero no todas las noticias que llegaban desde Europa eran malas para el negocio periodstico: en 1911 los alemanes inician la era de la impresin en el sistema de rotograbado. A principios de siglo las familias de clase media solan comprar dos matutinos y dos vespertinos, y revistas como Tit Bits, de aventuras, que apareci en 1909, y Mundo Argentino, con la que el ingls Haynes volva a plantear su estrategia de revistas dirigidas a reas especficas de inters. Dichoso Centenario En El Centenario, su libro sobre las fiestas de 1910, el periodista Horacio Salas seala que buena parte de los visitantes extranjeros fueron recibidos en las redacciones de La Prensa, El Diario y La Nacin, lo que ratific en los huspedes la idea de la fama internacional del periodismo, un prestigio basado en las altas tiradas, el sofisticado nivel de la informacin y la cultura de la sociedad lectora. Afirma Salas que el poltico francs Georges Clemenceau (a quien el periodista Joaqun de Vedia, de La Nacin, fue a buscar a Montevideo para hacerle una entrevista exclusiva) ironiz sobre el lujo de la residencia del hombre de La Prensa, Ezequiel Paz (en la casa funciona ahora el Crculo Militar), en tanto que del edificio del diario dijo que era tan lujoso que los periodistas que all trabajaban haran comparaciones poco ventajosas con su modesto hogar. El inolvidable Crtica Natalio Flix Botana Millares, un teniente de infantera del ejrcito uruguayo, militante del Partido Blanco en su pas, lleg a Buenos Aires exiliado y en 1913 dio comienzo a la que sera su obra mxima: el diario Crtica. Con Crtica, Botana revolucion el periodismo en la Argentina -dice el periodista Andrs Bufali-. Estren ttulos de tapa que eran verdaderos punchs al hgado, fotos enormes para las costumbres de la poca y epgrafes ms elocuentes (...) Con su estilo gil y conciso (...) una mezcla de denuncia seria con el sensacionalismo ms extremo (...) relatos de Borges y Arlt con los crmenes ms sabrosos, artculos de crneos extranjeros con el lunfardo ms soez, de loas a gobiernos con campaas despiadadas en su contra. Era lo que anhelaba un pas pacato, falaz y lleno de inmigrantes. Tambin el escritor y periodista Pedro Orgambide reflexiona sobre el fenmeno de Crtica y sostiene que Natalio Botana impuso una visin periodstica muy moderna que rompi con el modelo de los diarios tradicionales. Tena un nuevo pblico, ms popular, que se mezclaba con la clase media. El diario tena de todo: ftbol y cables del exterior, poltica y policiales. Otra de sus caractersticas era la gran cantidad de escritores y poetas que poblaban su redaccin. Orgambide conoci de cerca vida y milagros de ese ambiente cuando muchos aos despus pas por la redaccin de Noticias Grficas, historias que en 1996 volc literariamente en su novela El escriba. El 15 de setiembre de 1913, a los 25 aos Y con capitales prestados (algunos dicen que de un doctor Berro, otros afirman que fueron cinco mil pesos de la poca provenientes de Marcelino Ugarte, que desvi fondos previstos para la revista PBT), Natalio Botana publica el primer nmero de Crtica. Inicialmente planeado como diario del medioda, es el nico que llega a tener cinco ediciones diarias; la llamada tercera -aunque era la primera-, a las 12; la cuarta, a las 14.30 (inclua algunos textos traducidos al ingls y al francs); la quinta, a las 17; la sexta, a las 21 y la sptima edicin, a las 23.30. En su socrtico eslogan invocaba al Seor que est en el cielo: Dios me puso sobre vuestra ciudad como un tbano sobre un noble caballo para picarlo y tenerlo despierto. Su intencin era ser popular desde el lenguaje, evitar la solemnidad y hacer un diario para todos. Inclua no slo una pgina permanente para el mundo obrero sino que organizaba campaas de distribucin gratuita de mquinas de

coser. Botana era un personaje; para algunos, un santo; para otros, un hampn. El periodista Francisco Llano lo sita entre Joseph Pulitzer y William Randolph Hearst, y agrega: Botana tena la misma profundidad que Ortega y Gasset en la interpretacin de los sucesos humanos e idntico poder de captacin con respecto a la inquietud de las masas. Un diario increble El investigador Jorge B. Rivera califica a Crtica como un diario increble por lo imaginativo, sensacionalista y demaggico, informado y ameno, aborrecible para muchos, indispensable como el pan para otros tantos. Estableci poderosas relaciones con los temas ms populares de la sociedad -cine, deportes, radio y, con su tirada de 300.000 ejemplares, confera alcance masivo a escritores cuyos libros no vendan ms de mil copias. En su suplemento reuna ensayos de Lugones, Groussac, Hernndez o Lucio V. Mansilla, y para la seccin de entretenimientos le peda a Sixto Pondal Ros que coordinara un concurso de mentiras criollas o a Csar Tiempo que se encargara de un suplemento de gimnasia, dietas, modas y grafologa. En Crtica se publicaron crticas de cine de alto nivel y se lanzaron concursos popularsimos, como el de las mujeres ms feas (cuyo premio era facilitarles lo necesario para embellecerse) o el del mejor payador. El credo periodstico de Botana era tan amplio que admita tanto un suplemento literario con el propsito de que Edgar A. Poe y el Conde de Lautramont llegaran, en colores, al gran pblico, como informaciones sobre tango y radioteatro capaces de cautivar a los intelectuales. El fundador de Crtica trat con los poetas ms refinados y con los reos ms notorios, como los de la reventa, a quienes se gan otorgndoles el 50 por ciento de la venta de cada ejemplar (lo habitual era el 30 por ciento), favor que los muchachos le devolvieron con creces. Al principio, cuando el diario no estaba impuesto todava, Eduardo El Diente Drughera le esconda a Botana los paquetes de la devolucin, que eran muchos, y le anticipaba el dinero que en realidad todava no haba recaudado. Aos ms tarde, Drughera explic que lo haba hecho porque crea en el producto y saba que, tarde o temprano, se iba a imponer. Y no se equivoc: durante aos se afirm que las ganancias de Botana y de su diario Crtica llegaron a ser de 200.000 pesos por da. Crtica sali en 1913 y Helvio Poroto Botana, uno de los cuatro hijos del director fundador del diario, naci en 1915, segn afirma gracias a una partera que trajeron a la imprenta (...) En Crtica empec a amar a la gente, Crtica era algo sensacional, una especie de embudo, concentrador de inteligencias. El alma de ese diario estaba en su restaurante, una pea permanente, con mesas de juego, levantadores de apuestas, intelectuales y reos, ordenanzas y directivos. All, la nica jerarqua respetada era el ingenio. Durante los primeros, largos aos, Crtica fue mirado por las publicaciones con las que competa como un ejemplar extrao en el mercado. Almas cantoras El alma que canta apareci en 1916 y al poco (muy poco) tiempo, como prueba irrefutable de su popularidad, la gente empez a decir: Te espero con un clavel en el ojal y un Alma que canta en la mano. Fue a Vicente Bachieri a quien se le ocurri hacer una revista que reprodujera las letras de las canciones ms conocidas y cantadas. Antes de la definitiva popularizacin del tango cantado (consagrado por Carlos Gardel y otros), El alma que canta incluy cupls y pasodobles y hasta versos que eran musicalizados por compositores para transformarlos en canciones. Actores de drama o de comedia enviaban a la publicacin textos teatrales para que fueran ledos por primera vez en sus pginas y poetas notables como Vicente Barbieri estrenaron en la revista una serie de obras en lunfardo. La seccin Versos de la Prisin no alcanzaba para albergar la gran cantidad de creaciones originadas tras las rejas por presos de Villa Devoto, Caseros, Las Heras o Ushuaia. En sus pginas, poetas como Pascual Contursi y Samuel Castriota pudieron presentar Mi noche triste; Jos Gonzlez Castillo y su hijo Ctulo hicieron lo propio con Organito de la tarde. Es la revista que leen desde el presidente hasta el ltimo pen de estancia, debido al calor de pueblo que transmite desde sus pginas. Adems, es la revista madre de todas las hoy poderosas publicaciones del espectculo en el Ro de la Plata, explica el famoso autor Alberto Vaccarezza. El editor Bachieri tambin les ofreci espacio a autores como Francisco Rmoli (Dante Linyera), Belisario Roldn, Celedonio Flores, Pedro B. Palacios (Almafuerte) o Alfonsina Storni, entre otros. Las letras del tango cantado renovaron el aire y le pusieron msica a la ciudad. Desde el alma. Desde el canto. El erial de Vigil Cada hombre nace delante de un erial y cosechar lo que siembre, sostiene uno de los apotegmas ms difundidos de quien el 7 de marzo de 1918 fund la editorial Atlntida, el uruguayo Constancio Valentn Vigil. Su padre, uruguayo, de nombre Constancio y periodista como l, recibi y atesor iniciales inquietudes ms cercanas a

los valores religiosos y morales pero que no excluan una mstica libertaria y un fuerte amor por el periodismo. En el Uruguay presidido por el dictador Latorre, Constancio padre haba fundado el combativo diario La Ley. El joven cruz el charco y luego de haber trabajado unos cuantos aos en varias revistas (lleg a ser director de publicaciones en la editorial Haynes) instal la que con el tiempo se convertira en una importante editorial de familia. Lo primero que hizo fue sacar una competencia del semanario Mundo Argentino, publicado por Haynes. Su ttulo era Atlntida y a las dos semanas de salir ya venda 60.000 ejemplares. Durante sus primeros dos o tres aos esta publicacin fue considerada como un modelo del pensamiento liberal, en especial porque en sus pginas alternaban los mejores escritores, pensadores y periodistas del momento, presentados en un clima de gran apertura y respeto intelectual, tal como sucedi con Leopoldo Lugones, Juana de Ibarbourou, Alberto Gerchunoff, Juan Torrendel, Mara Luisa Vargas y Horacio Quiroga, entre muchos, muchos otros. En 1919 Vigil saca su segundo ttulo, El Grfico, que durante ms de 300 nmeros fue una revista grfica de inters general y no el magazine deportivo que es hoy. Billiken a la historia El 17 de noviembre de 1919, cuando apenas se conoca un modelo en el gnero -la publicacin italiana el Corriere del Piccoli, cuya salida se suspendi al iniciarse la Primera Guerra Mundial en 1914-, Constancio C. Vigil lanza la revista Billiken. A principios de siglo el ingls Billy Kent introdujo como amuleto en Occidente un mueco inspirado en un pequeo dios de la India a quien se le reconocan posibilidades de transmitir bondad, salud y voluntad. En el primer nmero del semanario se consignaba, como si lo dijera Billiken: Aqu, en este bello pas, he encontrado nios de todas las razas... Este es el lugar en donde Billiken debe quedarse. Pero fue a partir de 1925, cuando el descendiente del fundador de editorial Atlntida, Carlos Vigil, perfeccion la idea de seguir semana a semana desde una revista los programas educativos. En 1932 Carlos Vigil declaraba: No exista el material escolar, ni los libros de texto. Por 20 centavos ofrecamos lminas de prceres (dibujadas por Manteola, otro prcer del plumn y la tinta china) que en las libreras costaban tres o cuatro pesos. A partir de la frmula de entretenimiento con instruccin sana y til, Billiken se convirti en un xito notable en toda Hispanoamrica. A Espaa llegaron a enviar 30.000 ejemplares semanales y el doble de esa cantidad a Per, Colombia, Venezuela y Mxico. Millones de chicos de la primera mitad del siglo, de la Argentina (en donde la revista lleg a vender 500.000 ejemplares cada siete das) y otros pases, pueden acreditar que aprendieron a leer con Billiken. Los espaoles que llegaron como inmigrantes en esos aos conocan pocas cosas del pas, pero una de ellas era la revista de Vigil. Todava resultan memorables los objetos para armar que traa. La Pirmide de Mayo, la Casa de Tucumn, el pesebre de Navidad o alguna batalla funcionaban en los hogares ms humildes como los juguetes ms sofisticados. Una vez al ao los mejores trabajos que llegaban a la redaccin se exponan en una galera de arte portea. Colaboradores de lujo En treinta aos de colaboraciones continuas Lino Palacio hizo ms de mil tapas, cuyos originales fue regalando a escuelas del interior. Los cndidos motivos de las portadas se convertan en temas de composiciones escolares, en tanto que las maestras solicitaban a la publicacin secretas ayudas para redactar sus discursos de las fiestas escolares. Escritores como Gabriela Mistral, Horacio Quiroga, Arturo Capdevila, Leopoldo Lugones, Enrique Banclis, Juana de Ibarbourou o Jacinto Benavente escribieron, las ms de las veces sin firma, para Billiken. Adems de Palacio, tambin dibujaban Dante Quinterno, Alberto Breccia y Jos Luis Salinas. Ellos difundan vidas ilustres como las de Luis Agote, Rosario Vera Pealoza o Jesucristo, y sntesis de obras maestras como El Quijote o la Biblia. En la dcada del 20 fueron famosas historietas como El Pibe, el personaje que secundaba a Chaplin en sus filmes, y sagas como El hijo adoptivo hicieron llorar a medio pas. En los 30 alcanzaron repercusin La Familia Conejn y Comeuas; en la del 40, las aventuras de Ocalito y Tumbita y Pelopincho y Cachirula, as como en los 50 nadie super a El Mono Relojero, uno de los grandes personajes de Constancio Vigil. Orgullosos lectores En los primeros aos del siglo una fuerte alfabetizacin colabor con el desarrollo de la prensa escrita. Como directa y concreta influencia de la Ley de Educacin Comn -la famosa 1420 de 1884-, entre 1870 y 1915 el analfabetismo en el pas descendi ms del 40 por ciento. Por esto, por ser la Argentina el tercer pas del mundo que goz de una ley de alfabetizacin y por el ascenso de la clase media como fuerte compradora de material impreso, crece en el pas la adquisicin de diarios y revistas. En 1926 la Argentina consume el 66 por ciento del papel de diario que circula por toda Amrica latina. A partir de

1920 tanto la radio como el cine se disputan el espacio cultural e informativo que estaba en manos de la grfica. Si algo caracteriza al mundo editorial de esas dcadas, es la consolidacin de empresas multimedia, fenmeno derivado del desarrollo de la radio (...) Las editoriales ms poderosas -Haynes, Crtica, La Nacin y Atlntida- adquieren emisoras de radio y otros medios grficos y, a veces, como Botana, tambin se dedican al cine, seala en un ensayo Sergio Pujol. En 1926 Natalio Botana estableci un convenio con el noticiero cinematogrfico de Federico Valle por el que cronistas de Crtica y del semanario flmico compartiran notas, medios de movilidad y hasta las primicias como una manera de racionalizar gastos y esfuerzos. En ese momento tambin los medios escritos reformularon su lugar y ajustaron sus contenidos grficos, volvindolos ms expresivos y sintticos. En una entrevista concedida a Jorge Gietz en 1973, Ral Gonzlez Tun llama a la dcada del 20 los aos locos. En pleno auge del teatro nacional y el tango, el notable poeta explica que florecen otras msicas como el jazz y el folklore en tanto se reproducen los talleres literarios, y los cafetines y bodegones porteos se convierten en grandes e involuntarios centros de enseanza. Nombres como los de Homero Manzi, Ernesto Palacio, Conrado Nal Roxlo o Pascual Contursi, Cayetano Crdova Iturburu, Sixto Pondal Ros, Nicols Olivar, Jacobo Fman o Enrique Gonzlez Tun brillaban con sus ficciones y se ganaban la vida en los diarios. Ral Gonzlez Tun le acababa de dedicar un extenso poema a la flamante rotativa Hoe de Crtica, que despachaba 100.000 ejemplares cada sesenta minutos. poca de incomparable bohemia periodstica en la que los muchachos de las redacciones beban en abundancia, dorman y coman salteado, trabajaban dos y tres turnos y cuando no podan ms volvan a la vida dndose un narigazo de un gramo de la pura cocana marca Merck. La fuerza de El Grfico El periodista Eduardo Rafael rescata la funcin formadora que El Grfico, y la prensa escrita en general, tuvieron en aquellos tiempos. Las hazaas deportivas de Luis ngel Firpo en 1923 o la participacin de la seleccin argentina en los juegos olmpicos del 24 le permitieron a Constancio Vigil darse cuenta de que el deporte poda ser un tema de inters masivo (el 15 de setiembre La Nacin, interpretando el entusiasmo popular que haba despertado la pelea de Firpo cerca de Nueva York, sac tres ediciones, entre la medianoche y las 3 de la madrugada). El Grfico haba nacido en 1919 como semanario ilustrado de inters general. A partir de 1923 incorpora a Ricardo Lorenzo -que traa del Uruguay natal el seudnimo de Borocot'-, a Flix Daniel Frascara y a Alfredo Rossi -'Chantecler'-, que con muchos conocimientos de cultura general empezaron a hacer anlisis de ftbol y de otros deportes, explica Rafael. La editorial de El Grfico segua en expansin. El 16 de mayo de 1922 abre Para Ti, dedicada al pblico femenino, con una mujer pintada en la tapa. La mujer, por fin, se siente acompaada y reflejada todas las semanas en un medio dedicado solamente a ella, afirmaba la publicidad del nmero inicial. A quin no le agrada esta atrevida forma de terciopelo negro?, se preguntaba otra de las notas de moda. En otra pgina la publicacin recomendaba a seoras y seoritas: Con bondad y alegra, tendris brillo en los ojos y en las mejillas, tersura en el cutis y un atractivo inmenso e invencible. Informacin sobre bodas, brindis, actividades deportivas y la ruta posible de la dicha Y de los ideales de belleza y de inteligencia eran las herramientas con que Para Ti iniciaba un camino que todava transita. Los estancieros y la gente del interior contaron con la ayuda y los informes de La Chacra a partir de 1925, tambin de Editorial Atlntida. Cada vez que un suceso lo justificaba, la sirena de La Nacin se pona en marcha para comunicar malas o buenas nuevas. Cuando jugaba la seleccin de ftbol, dos pitazos significaban un gol del rival; tres, un gol argentino. En 1928 el diario de la familia Mitre venda 300.000 ejemplares y, en su redaccin trabajaban 184 personas fijas y 550 colaboradores del pas y extranjeros. Entre los de aqu la mencin de algunos revela la pluralidad: Roberto Arlt y Carlos Ibarguren, Lenidas Barletta y Ernesto Palacio, Victoria Ocampo y Alfonsina Storni, Hugo Wast y Ral Scalabrini Ortiz. Escritor y colaborador habitual del diario, Roberto Giusti intervena en una polmica desatada porque las jerarquas catlicas haban influido en la exoneracin de un redactor luego de un artculo crtico sobre ellas: Antes (...) podase escribir a derecha e izquierda, como saliera, hasta los editoriales. Hoy digo esto, maana aquello, aqu pego, aqu no pego. Pero en el futuro habr que pensarlo dos veces, porque si un redactor puede caer en desgracia aun en la libre condicin de colaborador literario y firmando, qu ser de los que comprometan al diario sin firmar?. Todos cantan

Cante, cante, compaero / que la vida no es eterna / Quiere ser como el jilguero? / Lea La Cancin Moderna, deca la seductora cuarteta publicitaria de una nueva revista en marzo de 1926. Precursora de una forma del periodismo de entretenimiento y evasin, La Cancin Moderna recopilaba las letras de las canciones de moda, las mezclaba con historias de sus autores y cantantes, y hasta interpretaba hechos de la actualidad a travs de las rimas de Dante Linyera. Este le haba vendido la publicacin al editor Julio Korn, un joven de slo 20 aos que desde muy chico haba estado cerca del mundo de los papeles impresos y de la msica. A los 9 aos Korn entr a trabajar en una imprenta como aprendiz de tipgrafo, a los 13 ya tena imprenta propia y poco despus, gracias a sus incursiones noctmbulas en las que se hizo amigo de poetas, bohemios y trasnochadores, comenz a comprar por moneditas los derechos de infinidad de piezas musicales. El tango era casi todo en la poca, la radio amplificaba la tarea de centenares de orquestas tpicas e intrpretes y Korn editaba las partituras. Esa fue la base de La Cancin Moderna y el antecedente de lo que en 1935 se convertira en la primera gran revista de periodismo del espectculo: Radiolandia. El Mundo en sus manos El 14 de mayo de 1928 la ya poderosa editorial del ingls Alberto Haynes saca El Mundo, diario ilustrado de la maana, que sera, en rigor, el primer tabloide porteo. El tabloide era un tamao menor que el habitual hasta entonces, surgido en los Estados Unidos en 1908 con el Daly News con el propsito de que los lectores pudieran leer con comodidad en trenes y mnibus. Constitua una arrasadora novedad y como alternativa al tamao sbana impuesto por los principales diarios europeos a fines del siglo anterior. Esa eleccin tambin tena su razn de ser: los impuestos que los diarios anglosajones pagaban se fijaban de acuerdo con su cantidad de hojas; para pagar menos, trataban de aprovechar al mximo el espacio imprimiendo en pginas enormes. El escritor Alberto Gerchunoff slo alcanz a ocupar por un breve tiempo el puesto de director de El Mundo, pero fue el suficiente para imprimirle al diario un sello de inteligencia. Su reemplazante, Carlos Muzio Senz Pea, fue el que le otorg el formato definitivo, moderno, cmodo, sinttico, serio, noticioso y el que desde su eslogan -el dicho del filsofo Gracin: Lo bueno, si breve, dos veces bueno"- daba razones a su estilo de notas cortas, con ttulos intencionados e incisivos. En 1929, cuando muri Alberto Haynes, El Mundo ya haba renovado el periodismo. Muzio Senz Pea integr su redaccin con gente formada en Crtica, entre ellos Roberto Arlt, que en este diario empez a escribir sus famosas Aguafuertes porteas. El Mundo: Dos veces bueno Alternativa de estilo (de impacto periodstico, de desafo a la solemnidad) con respecto a La Prensa, La Razn y La Nacin. Por su formato prctico era el diario chico que se poda leer y extender en los medios de transporte. Se venda a 5 centavos, la mitad del precio de los otros. Desde el principio incluy en lugares preponderantes historietas que llegaron a ser muy populares, como Quique, el nio pirata. NOTICIAS DE LA DCADA INFAME Segn cuenta Roberto Tlice en Cien mil ejemplares por hora -su libro sobre el diario Crtica-, desde una semana antes del 6 de setiembre de 1930 muchos sectores en todo el pas reclamaban la renuncia del presidente Hiplito Yrigoyen. Una de las tareas que Tlice cumpla en el diario en esos das era una entrevista cotidiana con el general Agustn P. Justo, que le pasaba valiosa y exclusiva informacin. Ningn diario estuvo tan actualizado como Crtica. Ningn diario estuvo, tampoco, tan cerca del primer golpe de Estado militar en el siglo. El radicalismo jams olvid la accin del diario de Botana en aquellos aos: fue el dibujante y caricaturista Digenes El Mono Taborda el que un tiempo antes le invent el mote de El Peludo a Yrigoyen, y fueron los vitrilicos editoriales de Santiago Ganduglia los que con su crtica sistemtica y despiadada crearon el clima propicio para el derrocamiento del presidente constitucional. No son pocos los que coinciden en que ste es uno de los escasos lunares que afean la trayectoria de Botana y, efectivamente, se trata de una decisin difcil de entender. Militares golpistas planearon en las instalaciones del diario los detalles de la asonada, y el mismo 6 de setiembre una comitiva de civiles notables (entre los que se encontraban varios periodistas) parti de Crtica hacia Campo de Mayo, proclamando a cada paso su apoyo al golpe en marcha con gritos como Viva la Patria!, Viva la Revolucin!. En su biografa sobre Yrigoyen, Flix Luna hace un estremecedor relato del episodio. En esa jornada final, mientras Natalio Botana estaba en el Colegio Militar, en Campo de Mayo, al frente de una columna de civiles que

azuzaba a las tropas a salir a la calle, la sirena de Crtica comenz a sonar como nicamente lo haca cuando algo extraordinario o grave aconteca. Mientras tanto, funcionarios o allegados al gobierno, desesperados en busca de noticias, llamaban al diario antes que a las reas de defensa o de seguridad. Desde su casa, tan deprimido como enfermo, el presidente de la Nacin le sugiri al habitual editorialista del diario partidista La poca que ese da escribiera sobre San Juan y Mendoza redimidos. (Con el tiempo creci la versin, jams confirmada, de que cada tarde el presidente Yrigoyen reciba una edicin de La poca pletrica de buenas noticias, impresa nicamente para l.) Acaso el editorialista no haya terminado de cumplir el encargo, porque manifestaciones de opositores violentos saquearon la residencia particular de Yrigoyen, en la calle Brasil, as como las redacciones de los diarios adeptos La poca y La Calle. Gastn Bamard, el director de La poca, huy a Montevideo. Botana se puso contra Yrigoyen porque en ese momento hacer antiyrigoyenismo se haba transformado en una causa popular. Aunque don Hiplito haba llegado a su segundo gobierno apoyado por una lluvia de votos, ya estaba viejo, algo caduco y desprestigiado en muchos sectores, en especial los que manejaban los conservadores resentidos desde que en 1916 haban perdido el poder, explica el periodista Jorge Chinetti, y agrega: La estrategia de una buena parte de la prensa para desprestigiar a Yrigoyen e ir creando un clima de golpe de Estado y conspirativo consista en acusar reiteradamente al gobierno de cometer actos de corrupcin. El golpe estaba escrito El 5 de setiembre Crtica titula Carecemos prcticamente de gobierno, mientras que en su editorial Botana se solivianta: Esto se acab, afirma, mientras que su frase final referida al presidente es Que renuncie. Crtica haba dicho que el segundo gobierno de Yrigoyen era de oprobio y perjuicio para el pas y presuma que una revolucin devolver la paz y la tranquilidad a la Argentina. El da anterior, Yrigoyen, con la salud muy deteriorada, delega en el vicepresidente Enrique Mailinez, cuyo primer acto de gobierno consiste en instaurar el estado de sitio en la Capital. Amparado en ese recurso, el 6 de setiembre intenta impedir la aparicin de la sexta edicin de Crtica. Se producen severos forcejeos pero el diario llega a la calle; la polica secuestra ejemplares y los rompe. Desde los balcones que dan a la Avenida de Mayo -recuerda Tlice- se arrojaban paquetes de diarios que los lectores recogan. La manera en que el diario y su propietario se asociaron a la asonada del 6 de setiembre deja al desnudo la forma en que el periodismo se involucr en la poltica, hasta el lmite de llegar a desestabilizar a un gobierno democrtico. Sin duda, Crtica haba ayudado a crear en la sociedad civil un clima excesivamente adverso a Yrigoyen. El resto lo hicieron los militares cuando creyeron que, efectivamente, haba llegado la hora de la espada y salieron de los cuarteles a salvar a la Patria. A partir de este episodio inaugural, el primero de la centena de planteos y golpes militares que sufri el pas hasta 1990, qued claro que cada uno de ellos goz de la asistencia civil de empresas periodsticas y de periodistas que tenan excelente informacin, incluso anticipada, porque, sencillamente, eran cmplices del fragote. En Secretos del periodismo, Flix Laio afirma que de inmediato se estableci la censura previa: delegados del nuevo gobierno militar se instalaron en los diarios, algunos de los cuales llegaron a salir con espacios en blanco. Esta censura -aade Laio- refuerza la importancia de la prensa clandestina. Flix Luna considera que Crtica no era el nico diario que deca cosas terribles del presidente, y pone como ejemplo a La Razn. Por su parte, La Nacin calific al movimiento que derroc a Yrigoyen como verdadera apoteosis cvica, aunque -como seala Carlos Pareja Nez- ubica al caso en la pgina 3 en la edicin siguiente al 6 de setiembre y lo incluye, sin consideraciones extraordinarias, en la seccin Los Sucesos de Ayer. En su libro ya mencionado, Ricardo Sidicaro sostiene que La Nacin fue opositor al gobierno radical y en< esa asonada desempe un papel de agitador intelectual. El director y el general El da de la cada de Yrigoyen la tirada de Crtica roz el milln de ejemplares. Nada hara sospechar que poco tiempo despus el presidente del gobierno de facto, Jos Flix Uriburu, encarcelara a su director. Muy rpidamente el gobierno mostr su verdadera condicin de fascista y represor. Crtica comenz a denunciar sus atropellos y otra vez se convirti en virulento opositor, hasta que lo clausuraron, evoca Chinetti. Todo empez cuando el diario inici una serie de vituperios en contra del ministro del Interior del gobierno militar, Matas Snchez Sorondo, construyndole una indeseable fama de jettatore basada en las habladuras de sus enemigos polticos y plasmada por los humoristas de Crtica, que lo dibujaban como un sepulturero, siempre vestido de oscuro y con anteojos negros.

Botana fue a la crcel. Aunque en prisin lo atendan carceleros de guante blanco y estaba al tanto de todo lo que ocurra en su empresa, no la pas bien. Antes de cumplir su primer ao de gobierno, Uriburu haba ordenado por decreto la suspensin y clausura de ms de cien diarios, entre ellos Crtica. No en vano se deca que, entre fraudes patriticos y violencias del ms rancio cuo conservador, el pas viva la Dcada Infame. Finalmente, Botana qued libre y parti exiliado a Montevideo. Mientras dur el cierre, el medio que haba creado pag, sin olvidar ninguno, cada peso a sus trabajadores. Al poco tiempo el general Agustn P. Justo, con la ayuda de Salvadora Medina Onrubia de Botana, se hizo cargo de la empresa y sac, como sustituto, el diario Jornada, que tuvo bastante repercusin. Siete meses despus del golpe del 30, el gobierno convoca a elecciones y el 8 de noviembre, con el radicalismo proscripto, Justo se transforma en el nuevo presidente de la Nacin. Crtica se saca de encima la clausura y vuelve a circular. En 1932, alejado de la escena poltica argentina, el golpista Uriburu muri en Pars. Crtica dio cuenta del fallecimiento en gigantesco titular, luego de lo cual vena un texto que Botana haba dictado personalmente a su jefe de cierre: Hoy en Pars muri el ex dictador de Argentina Jos Flix Uriburu. Crtica, sin odios y sin perdn hace el silencio que merece la muerte. Durante los meses siguientes, Crtica dedic un espacio a exponer denuncias de torturas realizadas por la polica brava de Leopoldo Lugones (hijo), cuando Uriburu estaba en el gobierno, y los crmenes y atropellos parapoliciales de la temible fuerza de choque Legin Cvica, que concurra a los actos pblicos con camisas negras y atacaba a cachiporrazos a socialistas y anarquistas. Aprender sin darse cuenta [ac] La dcada arranc con una pgina Oscura, el golpe de Estado, y terminar con la ominosa sombra de la Segunda Guerra Mundial. En los aos 30 la opinin pblica recibi el impacto de tres suicidios: el de Leopoldo Lugones, el de Alfonsina Storni y el de Lisandro de la Torre; en 1933 es asesinado Ruggierito, un personaje tpico, artfice del juego clandestino y adlter del puntero conservador de Avellaneda Alberto Barcel. Ese mismo ao muri Hiplito Yrigoyen, en pleno y agraviante olvido, y en 1935 tuvo lugar el accidente de aviacin que termin con la vida de Carlos Gardel. En cada caso la gente apel a los diarios para informarse. En esos aos se conocieron tres libros fundamentales en la bsqueda del ser nacional. En 1931 Ral Scalabrini Ortiz publica El hombre que est solo y espera; dos aos despus Ezequiel Martnez Estrada escribe su Radiografa de la pampa y Eduardo Mallea, en 1937, Historia de una pasin argentina. Al comenzar la dcada, en slo un par de cuadras ubicadas sobre la Avenida de Mayo o cercanas a ella se ubicaban las redacciones de La Razn, La Prensa, El Diario, El Diario del Plata, U _Vacin. La Fronda (fundado por Francisco Uriburu despus del Centenario), La Repblica y Ultima Hora, un diario vespertino que el periodista Adolfo Rothkoff lanz en 1917 para competir con el vespertino de Botana. Crtica, que haba estado al 1300 de la avenida, acababa de mudarse a Sarmiento entre Paran y Montevideo. Pero lo importante no eran los edificios sino la vida y las personas que trajinaban en ellos. En un artculo publicado por La Opinin en 1974, Osiris Troiani afirma que las redacciones estaban colmadas de poetas y escritores menciona una lista tan impresionante como incompleta de intelectuales que, en un momento, se ganaron la vida como periodistas: Jorge Luis Borges, Leopoldo Marechal, Francisco Luis Bernrdez, Alberto Gerchunoff, Carlos Alberto Leumann, Navarro Monz, Senz Hayes, Eduardo Mallea, Nicols Olivar, Homero Manzi, Roberto Arlt, Roberto Ledesma, Amado Villar, Jos Gonzlez Carbalho, Cayetano Crdova Iturburu, Samuel Eichelbaum, los hermanos Ral y Enrique Gonzlez Tun, Ulyses Petit de Murat, Jos Portogalo, Hctor P. Agosti, Rodolfo Puiggrs y muchos otros. Segn Troiani, no eran buenos periodistas. El nico notable fue Csar Tiempo. A la mayora de ellos les importaba poco el acontecer diario y eran perezosos a la hora de salir a la calle. No estudiaban. Para ellos, el sueldo era una beca. Los jvenes tenamos que cubrirlos. Pero aun as, vala la pena, por el placer de escucharlos y por el orgullo de ser sus compaeros. Cuando Gerchunoff disertaba, de sobremesa, en un pequeo restaurante frente a La Nacin, uno aprenda castellano sin darse cuenta. Todos aquellos que se cruzaron con Roberto Arlt en la redaccin de Crtica y de El Mundo coinciden en que era un privilegio tenerlo cerca. Silvia Saitta estudi la voluminosa obra periodstica de Arlt, compuesta por casi 1.800 textos, entre los que hay centenares de Aguafuertes. Arlt, un bohemio enjundioso e inteligente, vea en el periodismo una manera no slo de contar la actualidad y los distintos mundos y submundos de la marginalidad que le fascinaban, sino de encontrar respuestas a los vaivenes de la vida cultural y poltica. Las que siguen son frases de Arlt extradas de diversos textos sobre el periodismo y los periodistas, en las que campea una mirada a la que le sobra originalidad, crtica y buen humor y que prcticamente en nada coincide con la visin de Troiani:

Condiciones para improvisarse un mal periodista: 1) ser un perfecto desvergonzado; 2) saber apenas leer y escribir; 3) tener una audacia a toda prueba y una incompetencia asombrosa. El gran porcentaje de la gente empleada en los diarios est en ellos por la necesidad de ganarse unos pesos. Nada ms. As llegan al periodismo infinidad de individuos que no tienen cabida en otra parte ni sirven para nada. El periodismo as entendido es un oficio para vagos y para audaces. El buen periodista es un elemento escaso en nuestro pas, porque para ser buen periodista es necesario ser buen escritor. El escritor y periodista Toms Eloy Martnez toma el guante e interviene en el debate: Tanto en la Argentina como en toda Amrica latina hay una actitud peyorativa que viene de arrastre y que tiene su origen en la carga de bohemia y sensacin de fracaso que arrastraba el periodismo de los aos 30 y 40. En aquel momento, los periodistas eran personas psimamente retribuidas, especie de parias de la sociedad. Aun periodistas brillantsimos como Roberto Arlt, que con sus Aguafuertes hizo vender ms de medio milln de ejemplares a El Mundo, eran personas muy menoscabadas. Los primeros que tratan de superar esa subestimacin son los periodistas que adems hacan literatura en el suplemento de La Nacin, como Eduardo Mallea, Manuel Mjica Linez o Adolfo Mitre. En este pas recin a partir de 1960 el periodismo empez a vivirse como una profesin ms digna. Policiales. La gran seccin Aquel Roberto Arlt tan poco afecto a las formalidades reconoca como maestro a un periodista que brill en las secciones policiales. Lo admiro porque a veces parece un bandido ms y especialmente porque la polica se entera por l de muchos de los robos o crmenes que se cometen, dijo alguna vez sobre Gustavo Germn Gonzlez, tambin conocido como El Negro o GGG. La crnica policial -pensaba el notable escritor- tena un parentesco familiar directo con el folletn (...) Los protagonistas pasaban a ser ms literarios y la muerte, el crimen, eran trasladados de alguna manera a la ficcin (...) Las muertes que GGG ha novelado gozaron de mejor salud que los cadveres actuales. Gonzlez era el prototipo del periodista formado en las calles, en los cafs, en los lugares de mala vida, y durante aos le dio brillo a la seccin policial de Crtica que manejaba Jos Antonio Saldas y por la que tambin pas Arlt. En este diario la seccin tena un nombre muy especial: Crnica del Bajo Fondo. Amantes y ladrones. Maricones y Apaches. Cancioneros y Suicidas. Se publicaban los populares clasificados de la mala vida (imaginados por grandes plumas de la redaccin) y Saldas presentaba en forma de verso la noticia de la jornada. Como por ejemplo cuando un tal Ghigliani le quiso hacer el cuento del to al inmigrante Cascallares: Recin llegado de ajuera / con plata en el tirador / hall como si lo viera / enseguida un protector. / Y estaban en las gestiones / de la entrega del legado / cuando el de investigaciones / le fue a escupir el asado. / Se salv los dos millones / el gil Flix Cascallares. / Y se morfar la cana / el cuentero Juan Ghigliani. Periodistas de varias generaciones estn agradecidos por el tipo de formacin que les dio haber trabajado en Policiales al lado de personajes que a veces eran el polica y otras veces eran el ladrn, y que se las saban todas. Este era el caso de Gonzlez, cuya modalidad de trabajo inclua superar con ardides diversos las barreras oficiales para obtener informacin, pasar invariablemente por sobre el secreto del sumario y, en muchas oportunidades, anticiparse a la accin de la polica. Los malvivientes y sospechosos de la poca preferan revelar primero sus fechoras ante el Negro Gonzlez que ante la autoridad. Con tal de tener la noticia, Gonzlez no se detena ante nada, En 1925, previo razonable soborno al empleado de una cochera y disfrazado de plomero, se convirti en nico testigo periodstico de la autopsia de un concejal muerto a quien algunos sospechaban asesinado con veneno. Ojos y odos al servicio de la primicia, GGG volvi a la redaccin e ignor una vez ms el secreto del sumario, lo cual le permiti a Crtica florearse al da siguiente con un titular que sorprendi a todos y subi mucho las ventas: No hay cianuro. Y tena razn: no haba. Periodismo y fotografa La prensa grfica, impuesta en el mundo a fines del siglo XIX, naci con enorme popularidad en la Argentina y en 1898 tuvo su baluarte con la aparicin de la revista Caras y Caretas dice la fotgrafa Sara Facio en un ensayo dedicado a la evolucin de la fotografa nacional. En referencia a la dcada del 30, Facio la observa particularmente rica en innovaciones y con un avance del periodismo grfico a partir de la influencia de publicaciones extranjeras como Life y OCruzeiro, y de la labor de creadores como Juan Di Sandro (que brill con sus tomas en La Nacin), Eduardo Colombo, Ricardo Alfieri, Antonio Legarreta, Lisl Steiner y Emilio J. Abras. Para Facio los dos diarios que ms posibilidades le dan al periodismo fotogrfico de la poca son Crtica y El Mundo, y menciona algunos hechos que, a su entender, fueron impecablemente registrados por las cmaras: el Congreso Eucarstico Internacional, la

inauguracin del Obelisco, la llegada del dirigible Graf Zeppelin, los suicidios de Alfonsina Storni y Leopoldo Lugones y la visita a la Argentina del presidente norteamericano Franklin Roosevelt. Esplendores Recuperados de la clausura y de la prisin respectivamente, Crtica y Botana volvieron a ocupar un lugar central en el periodismo argentino. En su momento de mayor esplendor en los aos 30 Crtica venda un milln de ejemplares diarios y desde diversos puntos del mundo Botana era visto como una versin local de William Randolph Hearst, el editor norteamericano que inspir a Orson Welles el personaje de Xane, del filme El ciudadano. Es que Botana viva como un prncipe, andaba en Rolls Royce y lograba lo que se le ocurra. Una vez consigui traer a Buenos Aires al famoso muralista mexicano David Alfaro Siqueiros, a quien le encarg la realizacin para su quinta en Don Torcuato de un friso de casi siete metros de extensin. Siqueiros pas meses en un subsuelo hasta terminar la obra. Por las noticias y por las fotos El 10 de junio de 1931 un integrante de la familia Mitre, duea de La Nacin, sac un vespertino tabloide para competir con Crtica. Jorge Mitre siempre neg que Noticias (que al poco tiempo adopt el nombre de su doble pgina central, totalmente ilustrada, Noticias Grficas) y el diario de su familia tuvieran alguna vinculacin, pero era un secreto a voces que el nuevo medio haba sido impulsado por La Nacin en el entendido de que la clausura de Crtica haba dejado necesitados a miles de lectores. De todos modos, en aspecto, formato, ideas, lenguaje, tirada y calidad de lectores estaba tan lejos de Crtica como de La Nacin y hasta de Jornada, el vespertino sustituto del rgano de Botana. Sus textos abundaban en ttulos intencionados, directos y populares, y ofreca una fuerte proporcin de material grfico. Fue el primero en hacer encuestas de opinin, antes de las elecciones que llevaron a Agustn P. Justo a la presidencia, y por su redaccin pasaron grandes periodistas como Carlos Alberto Donatti, Guillermo Zalazar Altamira, Alberto Cordone, Emilio Solar Parravicini, Alejandro Llanos, los hermanos Gregorio y Bernardo Verbitsky y un hombre que represent toda una poca del diario: Jos Pepe Barcia, uno de los ms importantes investigadores del lunfardo. En un momento, abrumado por la mala situacin econmica, Jorge Mitre le vendi el diario a Jos W Agusti, que haba comenzado su carrera en el comercio exterior y que en 1927 fund Crdoba, el mtico diario mediterrneo. A partir de la mitad de la dcada del 30, ya con Agusti a la cabeza, Noticias Grficas tuvo su mejor etapa. El mundo del espectculo Cuando el 29 de abril de 1933 apareci el primer nmero de Sintona (financiada por editorial Haynes, a 20 centavos el ejemplar y con la joven actriz Eva Franco en la foto de tapa) ya haca dos aos que Orts y Bordenave editaban Antena (No hay sbado sin sol ni sbado sin Antena era su eslogan) y faltaban otros dos para que se inaugurara Radio El Mundo. La mayor parte de los actores y las actrices trabajaban en teatros, el cine sonoro llegaba para quedarse con dos pelculas simblicas como Tango y Los tres berretines, y haba centenares de orquestas e intrpretes de tangos tan metidos en la vida de la gente como los dolos. En 1934 Julio Korn, atento al explosivo crecimiento de la radio, incluye en las ediciones de La Cancin Moderna el suplemento Radiolandia, que poco a poco desplaza al ttulo madre. En uno de sus nmeros iniciales Sintona se responsabiliza de que las emisoras de radio comiencen a cumplir con los horarios de programacin porque no queran quedar en falta frente a los oyentes que cada semana seguan los horarios publicados en la revista. Personajes Emilio J. Karstulovic, el director de Sintona, era un chileno a quien apasionaba la velocidad, tan seductor como emprendedor y que supo granjearse importantes amistades en el ambiente artstico, como la de la entonces actriz Eva Duarte. Haba llegado a la Argentina en 1917 como promotor de la nueva marca de autos Studebaker. Antes de convencer a la editorial Haynes de que le facilitara los pesitos necesarios para sacar Sintona, y a la parte que corri en numerosas carreras de autos, Karstulovic haca crtica de radio -firmando EKA- en El Mundo, fue guionista y productor de cine y teatro y estuvo al frente de LS9 La Voz del Aire. En 1935 Radiolandia asume la posta dejada por U Cancin Moderna. Poco antes haba muerto Carlos Gardel en un accidente areo, y la nueva revista publica la despedida escrita por Homero Manzi. En la publicacin dirigida por Julio Korn tuvieron un lugar -annimo, porque no se firmaba-, adems de Manzi, grandes cultores del gnero popular como Manuel Ferrads Campos, Mariano Perla y Eliseo Montaigne. En 1937, Korn, que ya tena Radiolandia, se adelanta a los tiempos del marketing: compra Antena con el propsito de hacerse la competencia a s mismo. Esa

arrasadora dupla de publicaciones termin por restarle espacio a Sintona, que desaparece por primera vez en 1941. En una edicin de Sintona de 1939 haba hecho su debut en tapa la actriz Eva Duarte. Ya en el poder, la seora de Pern jams olvid aquel espaldarazo fundamental en su corta carrera, y ofreci a Karstulovic los medios necesarios para el salvataje de su revista. Mirando al Sur La revista cultural Sur fue producto de la iniciativa compartida de todo un equipo de importantes intelectuales. La idea original surgi en discusiones febriles entre el profesor norteamericano Waldo Frank, uno de los tantos viajeros a la Argentina de las primeras dcadas del siglo, y Eduardo Mallea. El ttulo de la publicacin vino desde el norte telegrafiado por Jos Ortega y Gasset. Y el dinero que hizo posible la salida era de Victoria Ocampo, que crea en la cultura y en su divulgacin y era ntima amiga de Frank, de Mallea y de Ortega y Gasset. Se adverta en Sur la herencia de pensadores como Sarmiento y Alberdi, y la decisin de intelectuales modernos de provocar la discusin acerca de los debates estticos (antes que de los polticos) de la poca, de entender los cambios y tomar posicin sobre grandes temas como la guerra y la paz, la libertad y el autoritarismo. As como en la dcada del 20 la aparicin del bolchevismo haba sido un motivo de divisin de los intelectuales de todo el mundo, la Segunda Guerra, el fascismo, la Guerra Civil Espaola, el nazismo y las posiciones aliadas apoyadas por los Estados Unidos eran los temas de ruptura del momento. Ms all de cualquier consideracin poltica es necesario rescatar a Sur como una valiosa revista literaria, difusora de libros y autores fundamentales y culturalmente significativos en la dcada del 30. Sus crticos la consideraron excesivamente apegada a la literatura europea y la vieron como promotora de una cultura de elite, que slo atenda las realizaciones de un grupo ideolgico y responda casi nicamente a los gustos y predilecciones de su directora, Victoria Ocampo. El otro diario Hacia 1935 entra en escena en La Razn Ricardo Peralta Ramos, casado con una hija de Cortejarena, que desarrolla inicialmente una brillante carrera administrativa y se empea en una renovacin tecnolgica total, El P de junio de 1939 el diario anuncia en tapa que utiliza mquinas capaces de exprimirle al tiempo todas sus ventajas. All se inicia la carrera imparable de Peralta Ramos. En pocas dcadas ms, prcticamente nadie recordar a Cortejarena, y La Razn pasar a ser identificado, entre otras maneras, como el diario de Peralta Ramos. Maestros! Alberto Rudni (nacido en 1916), Jorge Chinetti (1920) y Santiago Senn Gonzlez (que por coquetera nunca revel el ao de su nacimiento) fueron testigos privilegiados de la evolucin y cambios del periodismo argentino en este siglo. Conocieron por dentro los grandes diarios (pasaron entre otros por Crtica, La Nacin, La Prensa, Noticias Grficas, El Mundo, Democracia) cuando los periodistas, pese a su estilo bohemio -que no exclua el alcohol ni las apuestas-, producan sin descanso en las redacciones. Tuvieron ocupaciones rutilantes y trabajaron a pulmn, como militantes de la Underwood. Atravesaron los escalafones, se pelearon, se amigaron, triunfaron y perdieron. Lucharon. Estn. En el principio fueron sus padres. Leo Rudni naci en la Rusia zarista y en 1905, antes de partir del terruo, haba conocido de cerca y admirado las ideas de Lenin y Trotsky. Al poco tiempo de llegar se convirti en periodista estrella de CKtca, como columnista de temas financieros, A esa redaccin (a cuyos periodistas el viejo Leo cautivaba con historias de pogroms lejanos y promisorios soviets) el joven Alberto iba de visita con pantalones cortos. El viejo Chinetti era rebelde, anareo, protestn y en la dcada del 20 llevaba a escondidas a Jorge a mtines polticos. Los actos en los que se reclamaba por la vida de Sacco y Vanzetti quedaron para siempre en el corazn de su hijo. El padre de Santiago Serin Gonzlez fue uno de los creadores del Estatuto del Periodista Profesional, la ley 12.908, que todava rige la actividad. Cuando Rudni se inici en la redaccin de La Nacin los periodistas iban de galera y bastn. En Noticias Grficas, Manuel Sofovich le ense a armar su primer vale de gastos. Afiliado N 1 de la entidad gremial periodstica, Chinetti dice que se inici en el periodismo a los ocho aos, vendiendo diarios en Sarmiento y Paran. Empezaba muy temprano a la maana,-interrumpa para ir a la escuela y, al volver, remataba los diarios que le