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A R T E y C U L T U R A

Rosetones, apliques, faroles, de pié, de sobremesa, candelabros... y, por supuesto, lámparas. Piezas que iluminan y engalanan cada rincón del Casino. La mayoría, fueron adquiridas a principios

del siglo XX cuando se decoró el edificio, para su inauguración en 1910, aunque muchas proceden de finales del siglo XIX. Otras, las menos, son de reciente factura. Pero todas ellas tienen

algo en común: han sido concebidas tras un minucioso estudio, en el que los profesionales han tenido en cuenta las características de cada lugar, combinando las necesidades lumínicas con la estética.

Funcionalidad y belleza que le invitamos a descubrir en estas páginas.

Para realizar este trabajo, hemoscontado con la colaboración delanticuario Fernando Pereda,quien amablemente se prestó acompartir sus conocimientos en

un reposado paseo por las diferentes depen-dencias casinistas, en el transcurso del cualpudimos admirar y describir para La Revistalos aspectos más destacados de cada lámpara.

Un gran farol da la bienvenida a cuan-tas personas acceden al Casino desdela Calle Alcalá. Es necesario alzar la

vista para poder admirar la elegante combi-nación de vidrio y bronce que ilumina la en-

trada, su imagen se refleja en los espejos deltecho. Es posible observar en cada uno, unaperspectiva diferente de las guirnaldas flora-les, el repujado del bronce o de los 16 brazosque sustentan las redondas y blancas bombi-llas. “Se trata de un Gran Farol”, asegura Pe-reda, “y no tanto por su tamaño, que es real-mente grande, sino porque es una singularpieza de gran valor, realizada entre finales delSiglo XIX y principios del XX y adaptadaposteriormente”. Otros similares, de la mis-ma época, pero de menor tamaño, pueden en-contrarse en los pasillos que circundan LaGlorieta.

Los candelabros de la entrada yacceso al Patio, adornados con

hojas y frutos de roble, yterminados en puntos de luz con

forma de vela. A la derecha,original lámpara en que un

infante mantiene la luminaria;situada a la entrada del Salón

Príncipe.

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Al subir las escaleras de acceso al Casi-no, dos magníficos candelabros flan-quean el paso. Ambos combinan már-

mol verde veteado, con figuras de broncemuy elaboradas. De bronce son también losbrazos, que se adornan con hojas y frutos deroble y terminan en puntos de luz con formade vela. Otros similares, con algunas varian-tes, pueden verse en el acceso a La Glorieta.Todos son de estilo barroco francés y el már-mol de los segundos es multicolor. “Podríaparecer que se trata de amalgama, pero no esasí. Es un tipo de mármol poco común, peroque tiene esa configuración”, aclara nuestroexperto. En este caso descansan en un pie demadera noble, pero mantienen grandes simi-litudes, como la esmerada decoración vegetalde los brazos, aunque aquí son diez, frente alos dieciséis de los primeros.

También deberemos de hablar de los ro-setones de cristales tallados y engarza-dos que iluminan el espacio desde los

ángulos, así como los apliques de la Glorieta,que complementan la luz natural de la vidrie-ra del alto techo.

La entrada al Salón Príncipe cuenta condos esculturas de dos niños. Cada infantemantiene la luminaria en la mano contra-

ria, como si de un reflejo se tratara, respetandola simetría. “La pareja fue creada para ser co-locada, exactamente, en un lugar así, haciendoguardia. Dos piezas magníficas de gran valor”,tal y como manifiesta nuestro guía.

En el Bar Las Estancias hay tres hermosí-simas lámparas de bronce con 21 puntosde luz. –Seis brazos con tres luces, y tres

más con una cada uno–.

En la primera planta, además de faroles yrosetones, podemos encontrar lámparasde estilo modernista en los pasillos. En el

salón Alcalá, hay unas lámparas de cristal deroca. Aquí Fernando Pereda explica algunascuestiones que deben te-nerse en cuenta. Porejemplo, que una de ellastiene forma de pera, algopropio del estilo isabelino.La otra, por el contrario,presenta forma de conoinvertido, por lo que seríade estilo art decó. “En lasdenominadas arañas con-viene detenerse y repararen algunos aspectos comoel brillo del cristal, latransparencia, la talla, laforma o el sonido. Éstedebe ser nítido, un tinti-neo limpio, agradable ymusical. Todas estas ca-racterísticas, en conjunto,son las que determinan elvalor de una lámpara. Porejemplo, el cristal de laGranja, incluso el peor, esel mejor”.

A la izquierda, lámparas en el Bar LasEstancias. Arriba, iluminación en el SalónAlcalá. Derecha, detalle de una de laslámparas del Salón Real.

Lámparas en el Salón Puerta del Sol,protagonistas de nuestra portada. Másabajo, lámpara en forma de “pera” enLa Glorieta.

A la izquierda, las “joyas” delCasino: lámparasdel Salón Real.

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Al llegar al Salón Real, nuestro anticua-rio no pudo dejar de admirarse. “¡¡Me-nudas lámparas!! Estas son de estilo...

es-pec-ta-cu-lar. He visto muchas en mi vidapero éstas... me han dejado sin palabras. Nohay duda, ¡son de estilo espectacular!”. Su ca-pacidad de asombro todavía no había llegadoal límite ya que este punto lo alcanzó cuando

las vio ¡¡encendidas!! Laelectricidad llegó hasta el in-terior, e iluminó el alma deambas. “Son las reinas indis-cutibles del Casino. De ellasno se puede destacar nada

porque todo es una maravilla. Cada elementoen sí lo es, pero el conjunto es soberbio. Sonúnicas”. Preguntado por el valor de mercado,el anticuario respondió que podría estar entorno a los 15 ó 20 millones de las antiguas pe-setas “¡y seguro que me quedo corto!”. Losapliques del Salón también contribuyen arealzar la belleza y el valor de la estancia.

Seguimos nuestro recorrido por la PlantaPrincipal del Casino; en el Salón Puertadel Sol están situadas las que podrían

denominarse “hijas ó hermanitas” de las quepresiden el Real, con un toque isabelino.

En la planta de Conde Malladas tambiénhay arañas muy valiosas. Mantienen “lalínea, la esencia” descrita. Por ejemplo, la

que ilumina el Salón del Torito es isabelina,con variantes, pero con el mismo “sentimien-to”.

Destacan las llamadas “de Billar”, con-cebidas para dar luz a superficies ba-jas. Son muy funcionales y así se apre-

cia en las situadas en la Sala de Lectura. Lasde la Biblioteca son de entallador, con el inte-rior esmaltado en blanco para reflejar la luzcon mayor intensidad. Hay tres lámparas. De

Lámparas de laBiblioteca delCasino, con el

interior esmaltadoen blanco para

reflejar la luz conmayor intensidad;de estilo holandés.

Las lámparas de la Sala deBillares presentan comosingularidad su “jaula” deconexiòn a la red.

Aplique depared en el

Salón Real.

La lámpara de la Sala de Juntasdestaca por su gran cantidad de brazos

y el bronce muy trabajado.

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ellas, dos poseen tres pantallas y la otra sólouna. Son de estilo holandés. Éste se caracte-riza especialmente por sus “redondeces” ypor el “tono” del bronce.

Nuestro experto también destaca la quepreside la Sala de Juntas cuya singu-laridad reside en la gran cantidad de

brazos que posee, así como en su bronce,muy trabajado. Apliques y otras piezas de laestancia tienen su propia aportación.

En el pasillo lateral del Salón Príncipe, te-nemos el ejemplo de lámparas nuevas,que combinan elementos de cristal, de

inspiración tradicional, con diseño moderno,el hilo negro de seda aporta un toque de ele-gancia a la acertada combinación.

Yno podemos olvidarnos de las lámparasde billar, que además, en esta ocasión, sícumplen su función en la Sala de Billa-

res. Son especialmente trabajadas y, segúnPereda, poseen numerosos elementos que lasdistinguen y las hacen especiales y muy valio-sas. Junto con su antigüedad, está la singula-ridad de la “jaula” de conexión a la red, queno es, en absoluto, convencional.

Por último, felicitamos a los socios usua-rios del Gimnasio y les invitamos -a és-tos y a todos-, a que dediquen unos ins-

tantes a observar las lámparas sitas en estaplanta. Una es isabelina, del XIX, con cristalde roca. La otra es “rara”, entendiendo porello que no hay ninguna que se le parezca.Para empezar, la forma; también el montaje,que es hacia adentro, y por supuesto el en-garzado. Las piezas son elementos florales yademás está coronada por ramilletes de ho-jas. También es del siglo XIX, aunque fueronadquiridas a finales del XX para decorar,precisamente esta zona, tras la remodelación.

Son cientos de piezas. Algunas impactan-tes, otras valiosas y alguna discreta, perosin duda todas tienen su función, que

siempre va más allá “del alumbrar, simple-mente”. Brillan con luz propia y admirarlases todo un privilegio a su alcance.

Rosa Figueroa

En el Casino, y tal como refleja ellibro de Oscar da Rocha y SusanaBelén de Torres Neira, editadopor el Casino de Madrid, “Un hi-to centenario de la arquitecturamadrileña: la sede del Casino deMadrid (1903 - 2003)” se puso es-pecial interés en la decoración,mobiliario y lámparas, Para ello,en 1909 se convocaron concursospara su adjudicación. Éstos reca-yeron para los “aparatos de luz”en la empresa Herráiz y Cía, queiluminó el patio y la escalera dehonor, la sala de visitas (actualLas Estancias), el Salón Alcalá yla Biblioteca. Y también en la casafrancesa Mansard et Cie, que co-locó sus lámparas, (además de enotros espacios), en el salón de fies-tas (actual Salón Real) y en el co-medor de socios (actual Puertadel Sol). También había empeñoen el mantenimiento de las lámpa-ras, y así lo prueban numerosostextos que se guardan en el Servi-

cio de Documentación del Casino,entre ellos amplios presupuestospara material eléctrico como lám-paras (bombillas) de filamentometálico irrompible, en 1913,frente al filamento de carbón másantiguo.

LAS PRIMERAS LUCES

Una de las lámparas situadas en el Centro de Salud; unaauténtica joya, con detalles dignos de admirar.

Proyecto decandelabrode la CasaHerráiz.

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