ULTIMO LUGAR PARA UN GOBERNANTE...El contenido de ese discurso debió ser, como en otras...

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2 LA CONSERVACIÓN DE LOS MATERIALES DE LA TUMBA 4 DE LA ESTRUCTURA II DE CALAKMUL: NUEVAS EVIDENCIAS DE LAS COSTUMBRES FUNERARIAS EN EL SITIO 1 Lic. Valeria A. García Vierna. CNRPC-INAH ULTIMO LUGAR PARA UN GOBERNANTE Había muerto. El gobernante había fallecido. Aquel tantas veces nombrado en múltiples textos, aquel que había logrado incrementar los lazos diplomáticos y reforzar las alianzas familiares. Ahora yacía ahí, en espera de iniciar su camino a través del Xibalbá. Camino obscuro y desconocido. Era preciso iniciar los preparativos para ayudarlo en su tránsito, proveerlo de los objetos necesarios, ataviarlo como en las ocasiones de fiesta y ceremonia, debía portar todos aquellos objetos que hicieran referencia a su identidad y que demostraran quién había sido en vida. Debía salir victorioso de ese pasillo hacia lo divino. Había diseñado ya su recinto. Una pequeña cámara, guardada en el interior del Gran Templo con el fin de que nadie interrumpiera su travesía. Ahora estaba ocupando su último lugar, un sitio que ya no era el lugar de los mortales, estaba dentro y desde ahí hacía ver que ese ―lugar‖ ya era otro. Iniciar con algunas preguntas El primer contacto con una tumba con características similares a las de la 4, necesariamente genera una serie de sensaciones peculiares. Admiración, respeto…pero quizás por encima de ello genere muchas dudas: ¿quién está allí enterrado? ¿cuánto tiempo hace que ese espacio fue cerrado? ¿quién lo vio por última vez?, etc. Las preguntas que cada persona pueda plantearse serán muy distintas y dependerán, en gran medida, a su campo de estudio. En mi caso particular los primeros cuestionamientos se enfocaron a aspectos sobre los objetos ahí presentes, y, en cierta manera, también a los objetos ahora ausentes. Digamos que el primer acercamiento abre una serie de preguntas que se ampliarán forzosamente en las siguientes visitas. De ese modo, la relación entre la investigación de la materia y sus consecuencias simbólicas se presenta como una constante desde ese ―primer acercamiento‖, a 1 Ponencia presentada en el IV Congreso Internacional de Mayistas llevado a cabo en La Antigua, Guatemala en el mes de agosto de 1998

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    LA CONSERVACIÓN DE LOS MATERIALES DE LA TUMBA 4 DE LA ESTRUCTURA II DE CALAKMUL: NUEVAS EVIDENCIAS DE LAS COSTUMBRES FUNERARIAS EN EL SITIO1

    Lic. Valeria A. García Vierna. CNRPC-INAH

    ULTIMO LUGAR PARA UN GOBERNANTE

    Había muerto. El gobernante había fallecido. Aquel tantas veces nombrado en múltiples textos, aquel que había logrado incrementar los lazos diplomáticos y reforzar las alianzas familiares. Ahora yacía ahí, en espera de iniciar su camino a través del Xibalbá. Camino obscuro y desconocido. Era preciso iniciar los preparativos para ayudarlo en su tránsito, proveerlo de los objetos necesarios, ataviarlo como en las ocasiones de fiesta y ceremonia, debía portar todos aquellos objetos que hicieran referencia a su identidad y que demostraran quién había sido en vida. Debía salir victorioso de ese pasillo hacia lo divino. Había diseñado ya su recinto. Una pequeña cámara, guardada en el interior del Gran Templo con el fin de que nadie interrumpiera su travesía. Ahora estaba ocupando su último lugar, un sitio que ya no era el lugar de los mortales, estaba dentro y desde ahí hacía ver que ese ―lugar‖ ya era otro.

    Iniciar con algunas preguntas

    El primer contacto con una tumba con características similares a las de la 4, necesariamente genera una serie de sensaciones peculiares. Admiración, respeto…pero quizás por encima de ello genere muchas dudas: ¿quién está allí enterrado? ¿cuánto tiempo hace que ese espacio fue cerrado? ¿quién lo vio por última vez?, etc. Las preguntas que cada persona pueda plantearse serán muy distintas y dependerán, en gran medida, a su campo de estudio. En mi caso particular los primeros cuestionamientos se enfocaron a aspectos sobre los objetos ahí presentes, y, en cierta manera, también a los objetos ahora ausentes. Digamos que el primer acercamiento abre una serie de preguntas que se ampliarán forzosamente en las siguientes visitas. De ese modo, la relación entre la investigación de la materia y sus consecuencias simbólicas se presenta como una constante desde ese ―primer acercamiento‖, a

    1 Ponencia presentada en el IV Congreso Internacional de Mayistas llevado a cabo en La Antigua, Guatemala

    en el mes de agosto de 1998

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    esa primera lectura del sitio. Así, preguntas como: ¿por qué concentrar toda la ofrenda a los pies del personaje dejando tanto espacio vacío? ¿Qué más había ahí que desapareció, o que no estamos viendo? ¿Dónde están los grandes objetos que usaban los gobernantes en vida? Y luego, nos encaminamos a una pregunta sustancial desde mi disciplina: ¿cómo conservar todo esto, y, especialmente, aquello que ya no existe: aquello que no vemos?.

    Frente a la tumba 4 de la Estructura II, se multiplican una serie de interrogantes que apuntan directamente a la constitución de ese espacio, a sus niveles de análisis, a su entramado formal y, muy rápidamente obligan a tomar decisiones conceptuales para saber desde dónde se leerán estos materiales, sus condiciones de conservación/enterramiento, sus relaciones espaciales, etc. En otras palabras, frente a ese espacio teníamos que plantear una metodología de trabajo.

    En primer lugar se propuso que, a diferencia de otros trabajos, antes de iniciar las labores de excavación, se realizara una observación minuciosa del contexto, registrando detalladamente la conformación del sistema, la posición que presentaba la ofrenda, la relación espacial con el esqueleto y, estos a su vez, con otros materiales. En la mayoría de los casos de excavación ante un descubrimiento de esta índole se inician inmediatamente los trabajos de registro y de levantamiento de las piezas. Pocas veces parece haber un proceso de observación sistemática en el que se comprendan las características y condiciones presentes. Sin embargo, esta etapa debe ser una de las más importantes ya que ahí se pueden establecer una serie de preguntas que derivarán en hipótesis y darán sentido y dirección al trabajo arqueológico.

    El hecho de que el área de Conservación haya participado desde un inicio en el planteamiento de las labores de liberación, registro, levantamiento, investigación y conservación ha generado una interesante discusión en tres aspectos, básicamente:

    Primero. La metodología para abordar el contexto funerario de manera adecuada.

    Segundo. Los diversos puntos de vista de las disciplinas participantes.

    Y Tercero. En el replanteamiento de los objetivos de la investigación.

    Esta discusión ha abierto amplias posibilidades para la recuperación de la información en su forma global, sin limitar las posibilidades de investigación y la ampliación en el intercambio de ideas e hipótesis respecto a las observaciones que se van realizando y al avance de la depuración de la lectura, tanto global o contextual como a los elementos ―micro‖ que, finalmente, no sólo darán cierto matiz a la lectura sino que impondrán una valoración abierta sobre el objeto. Aquí tal vez vale la pena hacer un paréntesis. Si consideramos que se han propuesto ya varios mecanismos para realizar labores interdisciplinarias y un acercamiento entre saberes que permita abrir el objeto y llevar una lectura paralela (arqueología-

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    restauración, arqueología-antropología, antropología-filosofía, por ejemplo), entonces vale la pena señalar que se pueden aprovechar también las distintas experiencias que propone un nuevo descubrimiento para replantear ciertas metodologías de trabajo y ciertas revisiones epistemológicas al interior de cada disciplina, provocado esto, desde luego, por una serie de materiales, de símbolos y de estructuras formales.

    Primer acercamiento

    De las observaciones realizadas y de las discusiones académicas sostenidas entre las disciplinas participantes, surge la propuesta del presente trabajo: estudiar la cámara funeraria bajo la estructura de una representación discursiva, de forma similar como podría ser a la de una estela. Bajo esta premisa, buscar la evidencia de los objetos que debía portar el personaje al ser depositado en la cámara, y de esa forma recuperar un posible discurso material. Si el contexto conceptualizado para la tumba hubiera sido el de un ―retrato‖ del gobernante, en la que fuera su última representación, debía contener todos aquellos objetos que usó para otras representaciones, por lo tanto deben encontrarse como parte de la evidencia material.

    De esta primera hipótesis se deriva una segunda: si en las representaciones escultóricas o pictóricas hay un discurso de contenido histórico, político y religioso, y partimos de que la tumba es una representación, entonces en ella existe un discurso. Un discurso construido en el valor semántico y simbólico así como en la relación entre los objetos en función del sujeto. Un conjunto de estructuras ideológicas materializadas en los objetos y, que al unirse en una disposición específica, configuran una narración.

    La construcción del discurso

    Si partimos del hecho de que el discurso es el resultado de la conjunción de frases que a su vez, forman enunciados, deberíamos comprender el significado del discurso a través de dichos elementos. Un discurso que si lo consideramos en el ámbito de este entierro, estaría simbolizado por una serie de prácticas, de ritual y representado a través de ciertas formas y materiales. Otro elemento que podemos sumar a los anteriores (o que mejor dicho, se deriva de los anteriores) es la generación de un lenguaje. Además del lenguaje escrito y hablado por lo antiguos mayas, en más de una ocasión se ha hecho referencia al lenguaje simbólico, es decir, aquel en el cual los objetos o los elementos representados en una imagen adquieren un significado en el ámbito ideológico. Y como en todo lenguaje debe existir un orden y una estructura que permitan la construcción del discurso, es decir, la semántica. ¿Cómo expresar materialmente una idea o un concepto? ¿Cómo estructurar una frase o un enunciado a partir del valor simbólico asignado

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    Dintel 2 del Templo I Tikal (Tomado de Schele 1990:209)

    a un determinado objeto? ¿El significado está demarcado por el contexto o por el objeto per se?

    En el caso de un registro arqueológico encontramos un discurso parcelado2, una narración fragmentada por la alteración natural3 de los materiales –ya sea por la degradación ante las condiciones micro-ambientales o por la acción de agentes externos-, no obstante, el discurso se encuentra potencialmente ahí, y al plantear adecuadamente las preguntas, podremos ir llenando las lagunas en los enunciados y quizás, aproximarnos al contenido de la narración. De allí la imperante necesidad de observar, registrar y preservar, en la medida de lo posible, la evidencia material, ya que sin duda, ésta es la única posibilidad de recuperar las frases para rearmar los enunciados e interpretar el discurso.

    El contenido de ese discurso debió ser, como en otras representaciones, la legitimación del poder. El gobernante como eje rector y como contenedor del poder divino, hasta el último momento. Al iniciar su trayecto al Xibalbá debía hacer manifiesta su riqueza y su esencia como el representante de un linaje poseedor y ejecutor del poder. Un discurso en el que la construcción parte de una relación ambivalente entre el poder del gobernante y sus atributos; por un lado él mismo, al ser la encarnación del poder, asigna a ―ciertos‖ objetos un rango dentro del universo de lo objetual, pero simultáneamente serán ellos quienes, bajo las condiciones de su nuevo estado (transición de la muerte hacia otro plano), le devolverán su identidad, hablarán por él diciendo quién es, de qué casa (linaje) proviene y por qué merece entrar al mundo de los muertos. Los objetos, tales como los platos que tienen la representación del dios bufón4, adquieren la categoría de emblemas de poder y su significado pasará a integrar parte del lenguaje, y se sumará a la formación del discurso. Cada uno de los objetos se convierte en una palabra o una frase; lo importante será analizar sus relaciones y así avanzar en una lectura que, en un momento, se separa y llega a la conceptualización del mismo.

    2 .Cf. Schiffer: 1976; López: 1990; Filloy: 1992; García: 1996; Tiesler: 1997. 3 Cf. Schiffer: 1976. 4 Según Schele y Freiedel llevar el dios bufón es ser gobernante. Cf.Carrasco, et al.:1997: 13 -15

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    Tumba 4 Estructura II, aspecto excavación

    (abril de 1997)

    Tumba 4 Estructura II, aspecto excavación

    (abril de 1997)

    Ir a las fuentes…

    En este caso las fuentes que podrían dar alguna luz son básicamente las representaciones plasmadas en estelas, vasos pintados, pintura mural, y otros artefactos, y, desde luego, las lecturas epigráficas realizadas a partir de inscripciones en dichos objetos. En un primer momento será fundamental llevar a cabo una observación cuidadosa de las estelas, dinteles y otras manifestaciones escultóricas en las que se encuentran los retratos de los personajes asociadas a la narración de los eventos históricos. Al observar detenidamente cada una de esas imágenes salta a la vista la detallada y laboriosa estructura de cada vestimenta y de los objetos que portaban los gobernantes. Y de ahí, nuevamente los cuestionamientos: ¿a que responden aquellos diseños? ¿había estilos de representación de cada uno según las épocas? ¿según las regiones culturales o políticas? ¿según el rango del personaje en cuestión? ¿había elementos distintivos para cada personaje? Grandes tocados, barras, lanzas, báculos, cetros, taparrabos, escudos, pectorales, faldetas, etc. ¿Qué discurso contienen individualmente y cuál otro en conjunto?

    El caso de la tumba

    En un primer momento sólo era posible observar a nivel superficial las piezas de cerámica, las conchas bivalvas, algunas piezas de jadeíta tales como el par de orejeras con inscripciones incisas, algunas piezas de la máscara, y conjuntos de cuentas de diferentes formas. La mayor concentración de piezas se hallaba hacia los pies y en la zona de las piernas. Sin embargo el resto del espacio se encontraba ―aparentemente‖ vacío. Se observaban bloques grandes de lodo, producto de los derrumbes del aplanado del techo de la cámara y del relleno, algunos pequeños fragmentos de piedras, pero, en general, prevalecía una matriz de tierra fina conformada por polvo color café rojizo y otro café grisáceo, este último con una notable textura. Se sabía que una vez bajando las capas de excavación irían apareciendo el resto de las piezas que conformaban la ofrenda y el ajuar. No obstante había ―algo‖ que ocupaba el resto del espacio –un espacio muy reducido y con la sensación de apretado- y que no era factible ver.

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    Dintel 3 del Templo 1 de Tikal (tomado de Schele 1990: 210)

    Al hacer una nueva lectura del contexto arqueológico bajo un primer esquema conceptual –el de una representación- se descubrieron formas que antes era imposible identificar, las proporciones entre el personaje y la cámara –como espacio construido- adquirieron una relación interesante, el volumen de algunos materiales comenzaba a cobrar cuerpo, ocupando aquellos espacios que antes, parecía, estaban vacíos.

    Al avanzar en la liberación de la matriz se han podido identificar relaciones espaciales y patrones de distribución que dan mayor coherencia a ciertas agrupaciones de piezas. Entre los objetos que se han podido identificar hasta el momento se encuentran:

    Un par de orejeras de jadeíta con cuatro inscripciones incisas cada una en la parte posterior.

    La máscara del personaje, hecha a base un mosaico de jadeíta.

    El tocado, compuesto por un armazón de tronco de palmera posiblemente tallado y posteriormente policromado.

    Diversos elementos de la vestimenta.

    Mosaicos de jadeíta y estuco. Hay tres objetos más de los que aún hay serias dudas y se encuentra en discusión su existencia, el taparrabo, un cetro o báculo y una barra de poder. El taparrabo estaría constituido también por tronco de palmera, esto se sugiere a partir de la presencia de gran concentración de ese material entre los fémures y sobre zona pélvica, por fuera del fardo5. No podemos descartar el hecho de que este material constituyera el taparrabo que abstraía o sintetizaba el Árbol sagrado6. Otro de los aspectos que se encuentran en duda, es la existencia de un objeto que ocuparía el lugar de un báculo, un cetro, un bastón, una barra ceremonial, una lanza o algún artefacto similar. Este objeto se ubica en la tumba en el lado derecho a la altura de la cadera, es decir, en el lado norte, su posición es la que tendría un objeto de estar el brazo derecho del personaje extendido (sitio que corresponde al de cualquiera de los objetos mencionados anteriormente, dentro del

    5 . El cuerpo del personaje se encontraba envuelto en un fardo funerario del que se han recuperado fragmentos de textil, que actualemtne están en estudio. 6 Cf. Schele: 1990.

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    Tumba 4 Estructura II, aspecto excavación (abril de 1997)

    esquema de una representación). Este ―objeto‖ está conformado por distintos estratos, en superficie se observan una serie de cuentas de jadeíta que mantienen una coherencia extraordinaria en torno a un volumen, definido por un grupo de carcazas de felino, que también presentan parte de los huesos de una pata (a diferencia de otros grupos de éstas ubicadas en distintos puntos de la tumba, en las que sólo se hallaron las carcazas), por debajo de los tarsos se observa una capa de un material negro (el cual aún no ha sido identificado) y por debajo de él una capa de piel o textil, éste último se encuentra en proceso de estudio e identificación. Como ya se mencionó, este ―elemento‖ no ha sido determinado aún, sin embargo bien podría tratarse de un báculo. Por último, se puede sugerir la presencia de una barra de poder colocada sobre el pecho, objeto que se ve representado siempre entre los brazos del personaje; en el caso de la tumba, en el área toráxica se encontraron varios fragmentos de una argamasa de estuco muy finamente trabajada, de color azul-verde, además de otros pequeños mosaicos de jadeíta montados sobre un soporte de madera. Quizás conformaban parte de la decoración de un elemento mayor. Para definir la existencia de estos objetos (u otros) se deberán continuar los estudios y la discusión a este respecto.

    La máscara

    La máscara estaba compuesta por un mosaico de jadeíta finamente elaborado. La base de la máscara era una pieza de madera sobre la cual se aplicó una capa de estuco que recibía directamente las taselas de jadeíta, previamente cortadas de manera muy precisa ―con el fin de obtener en cada pieza un modelado único para ensamblar cada una en su sitio específico y en relación a las piezas aledañas. Una vez que se encontraba armada la pieza y obtenida una primera imagen del rostro, se debió realizar un trabajo de pulido y bruñido muy fino con el que, además de limar las aristas de las piezas, se obtendrían los detalles faciales, con los que la pieza adquiría gran fidelidad al retrato del personaje, además de una excelente calidad plástica‖ (García: 1998: 2-3). Como complemento al rostro, hay un par de orejeras complejas, que ascienden y rematan en otras piezas de jadeíta de color

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    más claro, además de una banda hecha de un mosaico más fino y con un tipo de jadeíta con aspecto vítreo. La base de los ojos, de los labios y la de los dientes están hechas de una fina argamasa de estuco de color blanco aplicada en varias capas. En el caso de los ojos, el estuco recibe piezas de concha nácar y obsidiana que forman la esclerótica y el iris, respectivamente. Los labios están pintados de rojo intenso sobre la argamasa mencionada. Los dientes son dos placas de concha nácar, y destaca la presencia de cuatro pequeñas perforaciones de forma circular en las que ensamblan perfectamente cuatro pequeñas piezas de jadeíta a manera de mutilaciones e incrustaciones dentarias. (García: 1998: 3). Alrededor de la base de la máscara se halla una capa pictórica con dos bandas de textos glíficos pintados en color rojo, que da a la pieza características únicas.

    Es importante mencionar que posiblemente la máscara actuaba como un objeto de disociación la cual permitiendo, a quien la usaba, en este caso el gobernante adquirir simbólicamente el rostro de una deidad, pero simultáneamente teniendo como base su retrato; con este hecho adquiere, automáticamente, la connotación doblemente de deidad. Al emplearla deja de ser él para transformarse en él mismo como imagen sagrada.

    El tocado

    La materia con notable textura color café grisáceo, de la cual se hizo referencia en un principio de este texto, parece ser la materia prima de la que se elaboraron el tocado y, posiblemente el taparrabo, entre otros elementos. El patrón de distribución de este material se ubica, principalmente, fuera del cuerpo, no obstante se encontró un estrato grueso del mismo material en el área pélvica; conforme asciende de las piernas hacia el extremo este de la cámara, se incrementa notablemente la cantidad y grosor del material. En un primer momento se pensó en que fueran plumas aunque después de una cuidadosa observación se descartó esta posibilidad. Se sugirió que fuera una derivado de tronco de palmera, debido al tipo de fibra. Esta hipótesis fue posteriormente corroborada en el laboratorio, en donde se identificó

    como la estructura de una planta monocotiledónea, del género Palmae7. Aún no se concluyen los exámenes comparativos con las especies del área. A partir de ello, se ha propuesto la palmera constituía la materia prima del tocado usada a manera de armazón con el fin de dar forma y estructura al elemento, con

    7 . F. Sánchez: comunicación personal: 1997.

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    la ventaja de una gran ligereza, aspecto sumamente relevante para la función que debía cumplir. Por otra parte, si consideramos el concepto que manejan Schele y Friedel8 en cuanto al aspecto simbólico del gobernante en relación al Árbol sagrado, en la que proponen que había una relación directa entre el concepto ideológico de uno y otro, adquiere mucho sentido que el tocado y el taparrabo del gobernante fueran elaborados a partir de una planta9, en este caso una palmera.

    ―En los monumentos públicos, la más antigua y frecuente forma de representación del gobernante fue bajo la forma de El árbol sagrado. Su tronco y ramas eran representados en el mandil que cubría su vientre, y la barra de doble cabeza de serpiente que se entrelazaba entre sus ramas era sostenida entre sus brazos. La deidad-ave principal representada como remate de su tocado. Este árbol era el medio de comunicación entre el mundo sobrenatural y el humano: las almas de los muertos caían al Xibalbá a lo largo de su sendero; las jornadas diarias del sol, de la luna, de los planetas y las estrellas seguían su tronco. La visión de serpiente simbolizando la comunicación con el mundo de los ancestros y de los dioses emergía a nuestro mundo a través de él. El rey era el eje y pivote hecho carne. Él era el árbol de la vida.10‖ (Schele: 1990: 90).

    Además de la materia prima que conformaba el armazón del tocado, se han hallado elementos asociados que nos pueden aproximar a la técnica de manufactura de todo el conjunto. A partir de ello podemos suponer que el primer trabajo sería la obtención del material seco, ya que cuando ha perdido el agua estructural, adquiere una ligereza impresionante. Una vez seleccionado el material, según el diseño a elaborar, sería necesario11 unir varios segmentos para obtener el armazón completo, la unión debió hacerse con algún tipo de goma con características adhesivas. Una vez lista la estructura, se podrían tallar algunas formas básicas, en una talla

    8 . Cf. Schele: 1990. 9 . El árbol que entre los mayas tenía la connotación de Árbol Sagrado era la Ceiba, sin embargo la presencia de otra especie vegetal como materia prima del tocado y otros elementos puede tener otro tipo de relación. 10 . Schele: 1990: 90. 11 . Esto se sugiere por el hecho de que la mayoría de las palmeras en la región no tienen

    diámetro mayor a 30 o 40 cm

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    burda, ya que el tipo de fibra de este vegetal no permite un tallado fino, al intentar tallar en contrasentido al de las fibras se produciría una fractura. Para solucionar ese problema se podrían adherir placas delgadas de madera ya tallada con los diseños finos. Esta suposición se basa en la presencia de madera asociada directamente a la palmera, en diversas zonas como el área pélvica, en donde se hallaron intercaladas las capas de uno y otro. Desgraciadamente, en todos los casos la madera se encontró completamente degradada y sólo como una capa de polvo. Una vez obtenido el diseño deseado se complementaría con la riqueza en la policromía. Al aplicar una capa pictórica se cubrirían los defectos causados por la factura (unión de troncos o tablas, las aplicaciones locales de madera, etc.) y se obtendría el acabado final. En la matriz del contexto se han hallado enormes cantidades de pequeños fragmentos de esta capa pictórica, gruesa y con la impronta en la parte posterior de la fibra de palmera12. Los colores identificados hasta el momento son: amarillo, amarillo obscuro, naranja, verde (obtenido por la superposición de negro sobre amarillo), negro (en algunos casos aplicado a manera de línea sobre el amarillo), rojo y azul. Todavía es necesario continuar los análisis de observación, identificación de pigmentos, técnica pictórica, aglutinantes empleados, etc. Sin embargo hasta el momento hay datos interesantes como el hecho de encontrar varias capas con base de preparación y algunas en las que hay cambio de color entre una y otra. Por ejemplo, en un primer momento había color amarillo y posteriormente se repintó con negro, en otras se observa la obtención de colores por medio de veladuras, por transparencia, como el verde. Por otro lado, es interesante analizar que el tocado es uno de los elementos de poder que se conservan como una tradición aún después del periodo Clásico. En las Relaciones Geográficas del siglo XVI de Guatemala, Diego García de Palacio menciona:

    ―Allende el cacique y señor natural, tenían un papa que llamaban tectli, el cual se vestía de una ropa larga azul y traía, en la cabeza, una diadema y, a veces, mitra labrada de diferentes colores, y, en los cabos della, un manojo de plumas muy buenas de unos pájaros que hay, en esta tierra, que se llaman quetzales. Traía de ordinario un báculo en la mano, a manera de obispo. Y a éste obedecían todos en lo que tocaba a las cosas espirituales‖. (Acuña: 1982: 277).

    Esta descripción de García de Palacio sugiere que el tocado que portaban los halach unicoob que él observó era una variante de aquellos que observamos en las representaciones de los gobernantes del periodo Clásico y, que la evidencia material coincide con la información representada y con las fuentes del s. XVI. 12

    . De dichas improntas se han podido recuperar pequeños fragmentos de fibra que se han observado al microscopio y que coinciden perfectamente con aquellas tomadas directamente de la palmera, tanto las del ejemplar arqueológico como las del ejemplar comparativo.

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    Otro de los elementos importantes en el tocado es la presencia de mosaicos de jadeíta -aún montados en su base de estuco- en el área superior. Por las dimensiones, hasta ahora observadas en dicho elemento, se podrían pensar en un tocado con un gran mosaico de jadeíta, como el representado en el dintel 2 de Tikal, en el que personaje Hasaw Chan K’awil (Carrasco, et al.: 1997: 5.) muestra un mosaico que forma un jaguar sobre su propio tocado. De la misma forma, tenemos la certeza de que existía en el tocado un pequeño mascarón, por la existencia de una pequeña pieza que forma la narina (parte superior del labio, entre la nariz y la boca) de un rostro antropomorfo. En la tumba aún queda por registrar y excavar la mayor concentración de palmera y los mosaicos de la parte superior, pero este proceso deberá ser muy cuidadoso para recuperar posibles diseños y mayor información.

    ¿Cuanta información se nos ha ido de las manos?

    En este apartado quisiera abrir un paréntesis para hacer hincapié en la necesidad de observar y preservar la evidencia al momento de excavar en contextos cerrados, como es el caso de las tumbas. Al descartar materiales en las fases de muestreo o dar por sentado que no es importante un material en relación a otros, estaremos perdiendo la posibilidad de ampliar el conocimiento en las costumbres funerarias y en la recuperación de los discursos ahí contenidos. Si uno revisa los reportes de excavación de contextos funerarios similares al caso que nos ocupa, encontraremos que buena parte de la evidencia no siempre es observada y analizada cuidadosamente, o en otros casos, se detectó la presencia de ciertos materiales interesantes, pero no se llegó a la identificación completa. Este es el caso de la descripción que realizó Hall13 para la Tumba 23 de Río Azul, en la cual hace referencia al material del tocado:

    ―Situado en el piso de la tumba al este y sureste del cráneo habían dos áreas de materia que sugería eran remanentes del tocado. Cada área consistía en dos tipos de materiales dispuestos en la misma configuración básica. Los elementos inferiores de cada área, localizados entre 10 a 20 cm del cráneo, consistían en fragmentos de madera café-rojiza. La madera estaba muy fracturada, y en un avanzado estado de descomposición. Hacia su extremo este, cada uno de estos elementos estaban entretejidos con áreas de una materia color gris-rojizo, esponjosa la cual tenía una textura o grano muy distintiva. En un principio se pensó que estos residuos gris-rojizo eran vestigios de plumas. Sin embargo, después de un cuidadoso examen, la textura no sugería que se tratara de plumas. Ambos componentes siguen sin

    ser identificados‖. (Hall: 1989: 124.)

    Resulta por demás interesante que la descripción de los materiales y su disposición, es muy similar al material del tocado de la tumba 4 de Calakmul.

    13 . Cf. Hall: 1989. Traducción de la autora para efectos del presente texto.

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    Reconstrucción hipotética Tumba 4. Calakmul

    Además cabe señalar que las apreciaciones de Hall fueron iguales en un primer momento para el caso que nos ocupa, pues primero se pensó en restos de plumas y posteriormente se propuso que fuera de origen vegetal. Otro caso muy interesante por las grandes similitudes tanto en la distribución como en la naturaleza de los materiales hallados, es el caso del entierro 196 de Tikal analizado por Nicholas Hellmuth14. La lectura cuidadosa de su reporte arroja interesantes paralelismos respecto a la tumba 4 de Calakmul.

    Analizar otros reportes de excavación se vuelve un ejercicio muy valioso ya que podemos encontrar similitudes en los contextos que nos podrían conducir al planteamiento de patrones, no sólo en cuanto a las costumbres y ritos funerarios, sino inclusive a patrones en los contenidos y las formas discursivas. Sin embargo, esto requiere de un trabajo de análisis y discusión interdisciplinario muy serio, pues el discurso al que nos referimos involucra cuestiones tanto históricas, epigráficas, iconográficas como el estudio puntual de la naturaleza y manufactura de los objetos involucrados. De esta forma, la lectura podrá ser muy enriquecedora y nos dará una visión nueva de los contextos funerarios de las tumbas reales del área maya para el periodo Clásico tardío.

    Algunas consideraciones finales

    A partir de las investigaciones realizadas hasta el momento, podemos afirmar que el personaje estaba colocado al centro de la escena, envuelto en el fardo funerario y con los elementos de su vestimenta sobrepuestos, se propone que éstos estaban dispuestos en la forma en que los portaba en las ocasiones de ceremonia, ya que se trataría de una última representación histórica. Sin embargo, esta propuesta genera nuevos aspectos a resolver, relacionados fundamentalmente con el discurso de dicha escena.

    Por otra parte, es necesario revisar sistemáticamente las representaciones de distintos personajes y buscar en los objetos de poder atributos emblemáticos, que hicieran referencia al nombre del

    14 . Cf. Hellmuth: 1967.

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    gobernante, a manera de insignia representativa única para cada uno de los gobernantes, si había algún elemento iconográfico que los identificara (ya sea en el tocado o en los elementos decorativos que conforman su vestimenta ceremonial), elementos característicos del linaje o de la jerarquía de un gobernante específico. Posteriormente contrastar dicha información con la evidencia material recuperada en otras tumbas del mismo sitio y en otras de la zona del Petén Maya para ubicar constantes y diferencias. Así, esta información puede ser de ayuda para contar con argumentos en la identificación de los personajes enterrados y de ahí, salir necesariamente a las reconsideraciones históricas.

    A manera de conclusión

    Por último y como corolario, considero que es muy importante generar y sistematizar una metodología para la observación, registro, excavación y análisis de los contextos funerarios ya que en ellos existe un gran potencial informativo para la comprensión y reconstrucción de los sistemas sociales de los que provienen los entierros15. Para ello es fundamental la búsqueda de la objetividad, la cual implica el respeto a la evidencia, considerándola como portadora de información sin descartar a priori ningún dato del registro material. Consecuentemente, los tiempos programados para una excavación de esta naturaleza deberán ser planteados a partir de las necesidades de la investigación, y no permitir que se condicione la excavación y el levantamiento de los materiales a los tiempos definidos por una burocracia y un presupuesto. La preservación de la evidencia y la importancia de la información deben ser los ejes rectores de la investigación en todos los contextos arqueológicos, de no ser así, será mejor crear las condiciones para que otras generaciones las recuperen.

    15 . Este tema es ampliamente referido y analizado por diversos autores. Cf. Binford: 1971;

    O’Shea: 1984; Cabrero: 1995.; Tiesler: 1997.

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    BIBLIOGRAFÍA

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