Un Acercamiento a la Arqueología Social Latinoamericana

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  • 8/6/2019 Un Acercamiento a la Arqueologa Social Latinoamericana

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    Ao I N 4 Octubre de 2009Serie Historia de Amrica Prehispnica y

    ArqueologaIncluye ensayo V.G.Childe, fundador de la Arqueologa Marxista, Declaracin deValparaso y seccin comentarios crticos (2). Escriben: Henry Tantalen, AndrsTroncoso, Valeria Franco Salvi, Pedro Brazo-Elizondo, Francisco Rivera y Ernesto

    Contreras.

    www. historiamarxista.cl [email protected]

    ISSN 0718-6908

    Un acercamiento a laArqueologa SocialLatinoamericana

    Miguel Fuentes M.Marcelo Soto C.

    CU

    NOS

    DHSORA

    M

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    Un acercamiento a la Arqueologa Social Latinoamericana1

    Miguel Fuentes M2Marcelo Soto C3

    La Arqueologa Social Latinoamericana (ASL) constituye uno de los pocos casos deelaboracin de un cuerpo terico y metodolgico de la prctica arqueolgica en pases semicoloniales. Influenciada en su gnesis por el importante ascenso revolucionario de los aos 70sy por la enorme influencia que adquirieron durante este periodo las ideas del Marxismo, la ASLse plante desde su nacimiento como una arqueologa crtica de la sociedad capitalista. Desdeaquellos momentos, uno de sus planteamientos centrales fue reivindicar la unidad entreproduccin de conocimiento y actividad poltica. Fue en una situacin histrica marcada por lairrupcin de las masas en la escena poltica, por el establecimiento de numerosos gobiernos deizquierda y por el peso que adquiri el indigenismo, que la ASL dio cuerpo a sus primeroslineamientos terico-interpretativos. Destacaron durante estos aos las elaboraciones deLumbreras (Per), Sanoja (Venezuela), Montan (Chile) y Bate (Chile), entre otros. La

    utilizacin del Materialismo histrico y de algunas de sus principales categoras de anlisis:modo de produccin, lucha de clases, modo de vida y totalidad, fueron p arte esencialdel debate en torno a una serie de casos de estudio, permitiendo una importante reinterpretacin(y ampliacin) de los mismos. El libro La Arqueologa como Ciencia Social, de Lumbreras, aligual que la elaboracin del llamado Manifiesto de Teotihuacan y la constitucin del Grupo deOaxtepec, liderado por Bate, son algunos de los frutos ms importantes de la ASL durante esteperiodo. Posteriormente, desde mediados de los 80s, en el contexto de un acusado giro aderecha de la realidad poltica latinoamericana y mundial, la ASL experimenta un acusadodebilitamiento de su influencia y dinamismo interno. En un ambiente agudamente hostil a lasideas del Marxismo, caracterizado por el desprestigio generalizado de su prctica poltica(asimilada, sin ms, a la experiencia de los estados burocrticos de la URSS y de Europa delEste) y por el avance del funcionalismo norteamericano en Arqueologa, tiene lugar un proceso

    de crtica generalizada de la ASL como corriente arqueolgica. Paralelamente, se agudiza unproceso de autocrtica interna, la cual hara hincapi en la necesidad de una mayorproblematizacin de los problemas derivados de la aplicacin del Materialismo histrico a laprctica arqueolgica. La presencia de un nfasis mecnico-economicista, sobre todo en el casodel grupo liderado por Lumbreras, al igual que una escasa traduccin del acerbo terico de laASL en el mbito de la metodologa arqueolgica, fueron algunos aspectos de esta autocrtica.Hoy, a tres dcadas de su fundacin, se hace necesario un balance acerca de esta importantetendencia en arqueologa, especialmente en momentos en que la crisis capitalista actual y elrenacer de la lucha de clases y de la perspectiva anti-capitalista vuelven ms actuales muchas delas premisas sobre las cuales la ASL adquiri una importante resonancia en el seno de ladisciplina arqueolgica.

    Palabras claves:Arqueologa Social Latinoamericana (ASL), teora, metodologa, prctica arqueolgica,materialismo histrico, modo de produccin, modo de vida, totalidad, lucha de clases,academia, poltica.

    1Una primera versin del presente artculo fue elaborado en el marco del curso Teora Arqueolgica I (2007) de la carrera de Antropologa con mencin en Arqueologa, a cargo del Profesor Andrs Troncoso(Universidad de Chile). Se puede revisar este trabajo en la pgina electrnica:http://www.tarqueologica.blogspot.com/.2

    Licenciado en Historia (Universidad de Chile). Estudiante de la carrera de Antropologa con mencin enArqueologa (Universidad de Chile, IV ao). Correo electrnico: [email protected] Estudiante de la carrera de Antropologa con mencin en Arqueologa (Universidad de Chile, IV ao).

    http://www.tarqueologica.blogspot.com/http://www.tarqueologica.blogspot.com/
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    I. Que es la Arqueologa Social

    Latinoamericana?

    Arqueologa Social Latinoamericana

    (de ahora en adelante ASL) es una

    designacin que se utiliza para definir a

    una corriente del pensamiento y la

    prctica arqueolgica de nuestro

    continente. Esta se desarroll durante

    los aos 70s y 80s, existiendo todava

    en algunos pases de Amrica Latina,especialmente en Mxico.

    Desde su aparicin hasta hoy, esta

    corriente se ha caracterizado, con mayor

    o menor xito, por el intento de aplicar

    en Arqueologa una teora y una

    metodologa basadas en el Materialismo

    histrico. La idea fue generar una

    propuesta terica y metodolgica acorde

    con los planteamientos del anlisis

    filosfico e histrico marxista (Lorenzo

    [Coord] 1979).

    Por otro lado, una de las preocupaciones

    fundamentales de la ASL fue buscar una

    conexin entre la investigacin

    cientfica, la produccin de

    conocimiento y la accin poltica

    (Tantalen 2004). La ASL se defini as

    como una Arqueologa

    comprometida, identificando su

    accionar con las importantes luchas

    sociales y con los procesos

    revolucionarios que recorrieron

    Latinoamrica durante los aos 60s y

    70s. De acuerdo a esto, la Arqueologa

    deba buscar contribuir, desde su propio

    campo; el de la produccin de

    conocimiento cientfico acerca del

    pasado, con el avance de los procesos

    de lucha protagonizados por las clases

    explotadas y por el conjunto de sectores

    oprimidos del continente. En definitiva,

    la produccin de conocimiento en

    Arqueologa no se entenda, en los

    marcos de la ASL, como un acto

    neutral, sino que como un campo de

    batalla ms de la lucha de clases

    (Oyuela-Caycedo et al. 1997). De ah

    que la crtica de la ASL hacia otras

    corrientes arqueolgicas, sobre todo en

    el caso de la Nueva Arqueologa,

    hiciera hincapi no solo en aspectos

    tericos o metodolgicos, sino que

    adems en la denuncia del carcter

    funcional (pro-capitalista) de dicha

    corriente, ligada a una importante

    nmero de espacios de poderacadmico-institucionales en Estados

    Unidos y Europa (Oyuela-Caycedo et.

    al. 1997).

    Desde su nacimiento, la evolucin de la

    ASL se vio condicionada por el

    desarrollo de la ideologa polticamarxista durante los 60s y 70s, la cual

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    se fortaleci al calor de la extensin de

    una serie de procesos revolucionarios a

    nivel internacional. As tambin, el

    desarrollo inicial de esta corriente se vio

    favorecido en Latinoamrica por la

    irrupcin de una serie de gobierno de

    izquierda, simpatizantes o cercanos al

    rgimen nacido de la Revolucin

    Cubana (Oyuela-Caycedo et. al. 1997)4.

    Este contexto permiti el nacimiento de

    una importante generacin de

    arquelogos marxistas, los cuales

    pasaron pronto a ocupar una serie de

    espacios acadmicos de gran relevancia

    en universidades y en centros de

    investigacin (Oyuela-Caycedo et. al.

    1997)5.

    Fue justamente gracias al trabajo de

    estos intelectuales, quienes se

    4Efectivamente, tanto el desarrollo de la luchade clases en Latinoamrica durante estos aos,como el establecimiento de una serie degobiernos cercanos al rgimen poltico cubano,tuvieron una influencia decisiva en elnacimiento y consolidacin de la ASL (Oyuela-Caycedo et. al. 1997). Entre estos gobiernos,podemos mencionar los de Juan Velasco

    Alvarado (Per), simpatizante de un proyecto deSocialismo estatal, Carlos Andrs Prez(Venezuela), de signo populista social-demcrata, y el de Salvador Allende (Chile).5 Como plantea Tantalen: [] dichaarqueologa se desarroll en una situacinhistrica que la condicion. En el caso de laArqueologa Social Peruana (ASP), en susinicios esta dependi material e ideolgicamentedel apoyo de un Gobierno Militar concaractersticas socialistas (Politis 1995). Dehecho, las principales posiciones acadmicas yde investigacin fueron asumidas por

    arquelogos simpatizantes de esos gobiernos,entre ellos Lumbreras (Oyuela-Caycedo et. al.1994: 367) (Tantalen 2004: 2).

    beneficiaron de estas condiciones, que

    la ASL dio sus primeros pasos como

    corriente. Esto ltimo, sobre todo

    gracias a la labor que desarrollaron los

    arquelogos Luis Guillermo Lumbreras

    (peruano), Mario Sanoja (venezolano),

    Iraida Vargas (venezolana), Luis Felipe

    Bate (chileno) y Julio Montan

    (chileno), entre otros. Durante este

    primero periodo, fue la realizacin del

    Congreso Internacional de

    Americanistas, que se llevo a cabo en

    Lima durante el ao 1970, la

    publicacin de Arqueologa como

    Ciencia Social (de Lumbreras) y

    Antiguas Formaciones y Modos de

    produccin Venezolanos (de Mario

    Sanoja e Iraida Vergas), as como

    tambin la convocatoria a la reunin de

    Teotihuacan, en 1975, los principales

    hitos fundacionales de esta corriente

    arqueolgica (Tantalen 2004).

    II. Antecedentes tericos y

    primeras reflexiones

    Con relacin a los antecedentes tericos

    de la ASL, estos pueden encontrarse en

    una serie de referentes intelectuales e

    ideolgicos de la primera mitad del

    siglo XX. Por una parte, en el influjo

    que tuvo sobre esta corriente la obra y el

    pensamiento del arquelogo marxista

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    europeo V.G.Childe6 (Oyuela-Caycedo

    et. al. 1997). Igualmente, en el influjo

    que tuvo sobre la formacin intelectual

    de Lumbreras, Sanoja y el grupo

    fundador de la ASL, el movimiento

    social y poltico del indigenismo. Esta

    corriente de pensamiento, que se

    desarroll principalmente en Per y en

    Mxico en el contexto de la

    consolidacin de discursos polticos

    nacionalistas, se caracteriz por

    propugnar el rescate (e idealizacin) de

    las formas de vida prehispnicas, siendo

    traducida en un comienzo a la prctica

    arqueolgica por Luis Valcrcel y por el

    arquelogo peruano Julio Tello a

    comienzos del siglo XX (Tantalen

    2004). As tambin, destaca la

    influencia del libroIndigenismo andino,

    de Jos Carlos Maritegui, de gran

    relevancia en los orgenes de la ASL7.

    6Ver ensayo temtico en seccin anexos.7 Refirindose a los antecedentes ideolgicos ytericos de la ASL durante las dcadas 50 y 60,Tantalen seala: As pues, entre losantecedentes de los planteamientos de la ASL

    estuvieron por un lado, una ideologanacionalista y anticolonialista, como elIndigenismo y, por el otro una ideologaclaramente relacionada al capital internacionalnorteamericano. En ambos casos, dichasideologas fueron producidas, conducidas yasumidas por grupos de la burguesa intelectualnacional (como consecuencia de su privilegiadasituacin econmica), bastante previa alsurgimiento de los arquelogos sociales-. Conese sustrato ideolgico que tuvo comofundamento las contradicciones econmicas ysociales, no transcurri mucho tiempo antes de

    que se adoptaran perspectivas materialistas ehistricas en algunos de los gobiernos que as lo posibilitaron (Tantalen, 2004: 3-4). Otro

    Otro de los antecedentes del nacimiento

    de la ASL lo constituye el trabajo que

    una serie de arquelogos, interesados en

    las ideas marxistas, venan desarrollado

    en distintos puntos de Amrica Latina

    durante los aos 60s. Uno de los

    ejemplos ms importantes de estos

    desarrollos disciplinarios lo constituye

    el trabajo del arquelogo cubano

    Ernesto Tabo, quin en su libro

    Prehistoria de Cuba (publicado en

    1966) asume algunos de los postulados

    del marco terico de la arqueologa

    sovitica y de la obra de Childe

    (Tantalen, 2004).

    En trminos generales, los

    planteamientos tericos y

    metodolgicos de la ASL durante los

    aos 70s y 80s tomaron cuerpo en el

    marco del nacimiento de sus dos

    principales tendencias. La primera de

    aquellas es la constituida por una

    primera generacin en la cual destacan

    algunos arquelogos como Lumbreras,

    Sanoja, Vargas y Montan (Rolland2005). Con respecto a esta tendencia,

    fue el libro La Arqueologa como

    Ciencia Social (1974), de Lumbreras,

    as como tambin la edicin del llamado

    Manifiesto de Teotihuacan (1976), las

    tratamiento a este periodo, anterior al

    surgimiento de la Arqueologa Social, puedeencontrarse en el libro A Marxist ArchaeologyMcGuire (2002).

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    principales publicaciones en las que se

    vio reflejada la propuesta de la ASL

    durante este periodo.

    [] Entre los arquelogos de

    Amrica Latina, encontramos, desde

    los aos cincuenta y, ms an, desde

    los sesenta, la reivindicacin de una

    arqueologa social, que rechaza el

    positivismo, vive una experiencia

    poltica comn latinoamericana y se

    ve progresivamente influida por elMaterialismo histrico (Rolland

    2005: 12).

    Describiendo algunas de las propuestas

    tericas y metodolgicas reunidas en la

    obra La Arqueologa como Ciencia

    Social, Tantalen nos comenta lo

    siguiente:

    Lumbreras esboz en este libro un

    programa y un discurso arqueolgico

    que principalmente intentaba

    desenmascarar a la -ciencia

    arqueolgica burguesa y

    explotadora- y, -exiga un cambio derumbo en la disciplina arqueolgica

    como arma liberadora de las clases

    sociales oprimidas- (Lumbreras

    1981: 6). Sin embargo, como el

    mismo confiesa (Lumbreras 1973: 9),

    este libro esta constituido por una

    serie de trabajos experimentales-

    por lo cual no representa un textohomogneo sino ms bien un

    intento de encontrar un mtodo de

    anlisis del proceso andino que

    explique las cosas coherentemente y

    sirva para ligar el pasado al presente

    de manera cientfica y significativa.

    (Tantalen 2004: 6).

    Tratando en este libro una serie de

    importantes reflexiones en torno al

    problema del objeto y los mtodos de la

    arqueologa, as como tambin algunas

    cuestiones acerca de los conceptos decultura, fuerzas productivas y

    Arqueologa Social, Lumbreras

    explicita en esta obra algunos de los

    planteamientos bsicos de la ASL. A la

    vez, dichos planteamientos constituyen

    un punto de partida para el trabajo y la

    elaboracin terica del propioLumbreras, la cual alcanzar un

    significativo desarrollo durante los

    prximos aos (Tantalen 2004). La

    publicacin del Manifiesto de

    Teotihuacan (1976) y del primer

    nmero de Gaceta Arqueolgica Andina

    (GAA) en Per (1982) reflejara, en este

    sentido, tanto la evolucin de

    Lumbreras como la de un importante

    sector de la ASL durante este periodo.

    Lumbreras (1984), entiende que los

    elementos de la totalidad social [es

    decir, el sistema econmico, social y

    poltico-cultural en su conjunto]estn vinculados dialcticamente, de

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    modo que la base o ser social- y la

    superestructura se corresponden e

    interactan. La tarea del arquelogo

    no consiste nicamente en estudiar

    los objetos arqueolgicos (-

    arqueografa-), sino en -reconstruir la

    cultura [], para enriquecer nuestra

    imagen del proceso social y conocer

    sus leyes-; esto constituye a la

    arqueologa como una ciencia social

    (Lumbreras 1984: 26-7). La

    representacin del modo de

    produccin como objeto de

    conocimiento parte del estudio de la

    tecnologa como representacin o

    reflejo de la resolucin de la

    contradiccin entre los instrumentos

    y el objeto de trabajo (-dialctica

    interna de las fuerzas productivas-),

    es decir, de la capacidad de una

    sociedad para adaptarse, controlar el

    medio y ahorrar energa (Lumbreras

    1984: 53-64) (Rolland 2005: 12).

    Segn estas definiciones, el estudio de

    las formas de propiedad existentes en

    las sociedades del pasado, as como el

    estudio de la relacin que se dio entreestas y el desarrollo de las fuerzas

    productivas en distintos periodos de la

    prehistoria, ocupara un lugar central del

    anlisis y la investigacin arqueolgica

    (Rolland 2005). La investigacin de la

    conexin existente entre sociedad y

    medios de produccin, al igual que elestudio de las posibles relaciones de

    desigualdad social inferibles a partir de

    dichas relaciones, debera ser as una de

    las preocupaciones centrales de la

    reflexin de la ASL. Los arquelogos

    sociales deberan concentrarse, desde

    este punto de vista, en los contextos y

    en las distintas asociaciones presentes

    en el registro arqueolgico, discutiendo

    desde aqu las diversas caractersticas

    de los modos de produccin en estudio

    (Rolland 2005). Esto permitira, entre

    otras cosas, una mayor comprensin de

    las formas de desigualdad social

    existentes en el pasado (Rolland 2005).

    Paralelamente al avance de estas

    primeras reflexiones, y a la

    consolidacin de la Arqueologa Social

    Peruana (ASP) en cuyo seno tom

    fuerza esta primera tendencia, la ASL

    tuvo como uno de sus ejes plantearse

    como una disciplina cientfica crtica;

    esto es, al servicio del cambio social

    (Lorenzo [Coord], 1979). Aplicando el

    concepto de utilidad social, el grupo

    fundacional de la ASL propuso, en elllamado Manifiesto de Teotihuacan8,

    una serie de consideraciones en torno a

    la necesaria unidadentre produccin de

    conocimiento cientfico y actividad

    poltica.

    8 En el cual se establece adems una primera

    sistematizacin del programa de investigacin yde los marcos tericos y metodolgicos de laASL.

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    Dada la evidente realidad

    fundamental de este planteamiento, la

    disyuntiva ante los arquelogos y

    los dems cientficos sociales- resulta

    muy clara y atae a los criterios que

    deben normar el trabajo

    arqueolgico, tanto en sus

    concepciones tericas como

    metodolgicas, para alcanzar fines

    muy concretos de utilidad social. A

    la Arqueologa como -ciencia para el

    conocimiento del pasado- por el

    conocimiento mismo, sin tener en

    cuenta el para qu- ni el para

    quin-, se opone cada vez ms la

    conciencia de que suutilidad social-

    no debe ser slo para placer de

    turistas, negocio de saqueadores,

    regodeo de coleccionistas privados,

    ni para llenar las bodegas de los

    museos nacionales y extranjeros. No

    basta afirmar como algunos

    pretenden, a la luz del cientificismo

    norteamericano- que la Arqueologa

    es una tcnica, o un conjunto de

    tcnicas, para alcanzar un

    conocimiento del pasado y quedarse

    en meras descripciones prolijas yprecisas; o bien, si el arquelogo lo

    considerase oportuno y conveniente,

    aplicarles alguna de las teoras neos

    de interpretacin, sin atender, ni poco

    ni mucho, al destino y la utilidad

    social que puedan depararse a las

    conclusiones (Lorenzo [Coord],

    1979: 82).

    La segunda de las tendencias internas de

    la ASL fue la representada por Bate

    (exiliado en Mxico) con la fundacin

    del llamado Grupo de Oaxtepec

    (1983). En sus inicios, participaron

    adems de este grupo, que alcanz su

    mayor desarrollo al interior de la

    llamada Arqueologa Social Mexicana

    (ASM), otros arquelogos como

    Manual Gndara (Mxico) y Marcio

    Veloz (Repblica Dominicana)

    (Tantalen 2004)9. La constitucin de

    esta tendencia, una de las ms

    dinmicas al interior de la ASL hasta

    hoy, tiene sus races en el creciente

    descontento que durante los aos 80s

    expresaron una serie de arquelogos al

    interior de la ASL con respecto a su

    propio quehacer cientfico (Tantalen

    2004).

    Esta nueva poca es denominada

    por Navarrete (1999: 89) como de

    Refinamiento terico-. Como

    describe Bate [] con respecto a este

    grupo de estudios marxistas: -Su

    marco terico fue el materialismo

    histrico mientras sus mtodos

    fueron derivados del materialismo

    dialctico-. Asimismo, este grupo

    adopt una posicin crtica frente al

    Materialismo estructuralista francs

    9 Es importante mencionar, adems, la

    participacin inicial de algunos destacadosarquelogos de la generacin anterior: entreotros, Lumbreras, Sanoja y Vargas.

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    (de Althusser y Godelier) tan popular

    en esos aos, principalmente porque

    dicha escuela- planteaba una

    divisin de la sociedad objeto de

    estudio (-totalidad social-) entre base

    econmica y superestructura.

    (Tantalen 2004: 5).

    A partir de estos momentos, Bate y su

    grupo de trabajo en Mxico,

    principalmente en el marco de su

    participacin en el Boletn de Antropologa Americana

    10, se

    esforzaron en la tarea de dar una mayor

    amplitud y profundidad a la reflexin

    epistemolgica al interior de la ASL.

    Propusieron para esto avanzar en la

    problematizacin de la aplicacin del

    Materialismo histrico al estudio e

    interpretacin del registro arqueolgico.

    El objetivo de lo anterior fue, entre otras

    cosas, la crtica y el abandono de un

    criterio mecnico-economicista estrecho

    al nivel de la reflexin e interpretacin

    arqueolgica.

    L.F.Bate (1998) representa otra de

    las tendencias del grupo [se refiere a

    la ASL]. Su elaboracin est marcada

    por una crtica radical al positivismo,

    que le conduce a defender que los

    presupuestos metodolgicos

    dependen de los ontolgicos [es

    10 utilizando a este ltimo como unimportante medio difusor de sus planteamientos.

    decir, que dependen de los criterios

    mediante los cuales se define la

    naturaleza y el carcter del objeto de

    estudio de la arqueologa]. Como

    stos son los que establecen el nexo

    entre la realidad pretrita aparente

    (constatada en los datos) y nuestro

    presente, se hace necesaria la

    reflexin sobre la cadena gentica

    de la informacin arqueolgica-, en

    cuanto a la teora sustantiva (teora

    de la historia) y a las teoras

    mediadoras, que se ocupan de los

    procesos de formacin,

    transformacin y presentacin de los

    contextos arqueolgicos y de la

    produccin y presentacin de la

    informacin arqueolgica (Bate,

    1998: 135-9 y Fig. 3.1) (Rolland,

    2005: 12).

    Partiendo del concepto de sociedad

    concreta, identificando a esta ltima

    con el de totalidad social, Bate intenta

    as dar cuenta del carcter

    eminentemente complejo de la realidad

    social (discusin estructuras-sujetos) y

    de la interpretacin del registro

    arqueolgico (Rolland 2005). El estudio

    de una sociedad dada debe ser

    entendido as, segn Bate, desde el

    punto de vista de la comprensin de tres

    dimensiones claves: formacin

    econmico-social, modo de vida y

    cultura (Rolland 2005). La definicin

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    de sociedad concreta alude de esta

    manera, en ltima instancia, a una

    concepcin dialctica de la realidad

    social en la cual ser y conciencia se

    presentan como una unidad

    diferenciada (totalidad). La mutua (y

    compleja) interaccinentre condiciones

    materiales de existencia, formacin

    social, modo de vida y cultura, adquiere

    por tanto una importancia de primer

    orden en la interpretacin de los restos

    culturales de las sociedades extintas11.

    Ser y conciencia social, en tanto esferas

    fundamentales de existencia de una

    sociedad determinada, constituyen por

    tanto mbitos integrados, slo

    separables en trminos analticos.

    En la primera aparece, por un lado,una existencia objetiva, que es la del

    ser social- [es decir, las bases

    materiales de existencia de una

    sociedad dada] y que describe las

    relaciones materiales establecidas

    entre los seres humanos para la

    reproduccin social, y, por otro, una

    conciencia- social e institucional,

    que es la de las superestructuras-

    11 Ms de fondo, la compleja dialcticaexistente entre ser y conciencia social no solotendra una importancia clave en lainterpretacin de restos arqueolgicos de tipoprehistricos. As tambin, la reflexin en

    torno a esta problemtica seria esencial almomento del tratamiento de casos de estudio

    recientes. Una reflexin inicial sobre estatemtica en los nmeros 2 y 3 de esta serie deCuadernos de Historia Marxista.

    [en otras palabras, el aspecto poltico

    e ideacional, simblico, de cada

    sistema social]. La formacin social

    se ve determinada por la primera en

    la medida en que en el seno del modo

    de produccin se desarrollan las

    contradicciones fundamentales, en

    torno a la lucha entre fuerzas

    productivas y relaciones de

    produccin (Bate 1998: 58, 103). No

    obstante, Bate (Bate, 1998: 63, 65)

    reconoce que en la prctica del ser

    social intervienen complejamente las

    superestructuras como la conciencia,

    la afectividad y, sobre todo, la

    institucionalidad, que es la que dicta

    normativamente la reproduccin

    social, de modo que puede ser en su

    propio terreno (sobre todo en el del

    Estado) en el que se opere la lucha

    por la transformacin social en las

    sociedades clasistas no capitalistas,

    en funcin, eso s, de la posicin que

    ocupen los agentes en las relaciones

    sociales de produccin. (Rolland,

    2005: 12-13).

    De acuerdo a lo anterior, el estudio deldesarrollo de las fuerzas productivas en

    arqueologa debe ligarse, antes que al

    establecimiento de supuestas fases o

    etapas generales de la evolucin

    histrica, a la investigacin de las

    caractersticas especficas de cada

  • 8/6/2019 Un Acercamiento a la Arqueologa Social Latinoamericana

    11/69

    11

    sociedad en particular (sociedad

    concreta)12.

    [] Bate defiende que los

    desarrollos de las fuerzas

    productivas, por ejemplo a propsito

    de la revolucin tribal, expresados

    en una magnitud, deben ser

    estudiados y explicados con arreglo a

    su correspondencia con las

    cualidades fundamentales de la

    sociedad implicada (propuestas desde

    la teora), lo que supone rechazar un

    evolucionismo unilineal que haga del

    crecimiento de las fuerzas

    productivas un desarrollo inmanente.

    Ello nos exige en cada investigacin

    histrica, dar cuenta del nivel

    fenomnico o de mxima

    singularidad (la cultura) y de suconexin con el de mxima

    generalidad (la formacin

    econmico-social) a travs de la

    categora de modo de vida-.

    En sntesis, hacia mediados de la dcada

    de los 80s, es posible identificar una

    serie de nociones generales y

    discusiones que definen el cuerpo

    terico y metodolgico inicial de la

    ASL. Estas ltimas, segn el

    12 Siguiendo estos planteamientos, uno de losdesafos de la prctica arqueolgica radicara enel reconocimiento de los indicadores materiales

    que permitan la identificacin, en cada casoconcreto, de la formacin econmico-social,modo de vida y cultura de una sociedad dada.

    arquelogo norteamericano T.C.

    Patterson (Augusto Oyuela-Caycedo et.

    al.) pueden resumirse en las siguientes:

    1. Una perspectiva terica y

    metodolgica anclada en el

    Materialismo histrico y en el

    Materialismo dialctico.

    2. La identificacin de la Arqueologa

    como una Ciencia social.

    3. La necesidad de una perspectiva

    multi-disciplinaria en el estudio del

    registro arqueolgico.

    4. La utilizacin de ciertas categoras de

    anlisis marxista en el mbito de la

    interpretacin arqueolgica; entre otras,

    como ya mencionamos, las categoras

    de modo de produccin, formacin

    socio-econmica, sociedad concreta,

    lucha de clases y modo de vida.

    5. Una perspectiva crtica ante la

    Arqueologa tradicional, identificandolos intereses de clase que subyacen a la

    misma.

    6. El planteamiento de una

    Arqueologa crtica, comprometida

    con la lucha de clases, la Revolucin

    obrera y con los intereses de los

  • 8/6/2019 Un Acercamiento a la Arqueologa Social Latinoamericana

    12/69

    12

    trabajadores y el movimiento popular de

    Amrica Latina.

    Con distintos nfasis, cada una de estas

    caractersticas se expres con fuerza en

    el seno de las principales tendencias de

    la ASL, llegando a adquirir el carcter

    de un verdadero programa fundacional.

    Este programa constituira uno de los

    principales sellos de la prctica de esta

    corriente, tanto en el caso del grupo

    constituido por Lumbreras, Sanoja,

    Vargas y Montan a mediados de los

    70s, as como en el que represent Bate

    durante la dcada siguiente.

    III. Modo de produccin,

    Formacin Econmico-Social,

    Modo de Vida y Cultura

    A comienzos de los aos 80s, Sanoja y

    Vargas (1983) sealan que uno de los

    principales problemas de la arqueologa

    social ha sido el escaso desarrollo de las

    herramientas tericas y metodolgicasque permitan un exitoso reemplazo de

    de la arqueologa histrico-cultural y

    funcionalista. Destacando el concepto

    de modo de produccin, dichos autores

    plantean que la operacionalizacin de

    este trmino constituira una de las

    claves para el estudio, al nivel de la

    interpretacin de los restos materiales

    de las sociedades extintas, del desarrollo

    histrico particular de estas ltimas.

    En primera instancia, la utilizacin del

    concepto de Modo de produccin

    permitira a la arqueologa, entre otras

    cosas, el ordenamiento y caracterizacin

    de la conducta social de las sociedades

    pasadas en relacin a:

    [] un determinado tipo de

    propiedad de los medios de

    produccin, de una determinada

    forma de apropiacin del excedente

    econmico, de un determinado grado

    de desarrollo de la divisin del

    trabajo y de un determinado

    desarrollo de las fuerzas productivas

    (Sanoja y Vargas 1983:19).

    No obstante, tal como afirman estos

    arquelogos, el concepto de modo de

    produccin constituira mucho ms que

    una categora histrica formal13. Lejos

    de lo anterior, dicho concepto reflejara

    un tipo de praxis en la cual el devenir

    histrico de las distintas sociedades en

    estudio tendra como premisa

    fundamental el proceso de produccin y

    13 De manera transversal a las distintasreflexiones en torno a este concepto enArqueologa Latinoamericana, se entiende pormodo de produccin (aos 70s y 80s) a laconjuncin y entrelazamiento de fuerzas

    productivas y relaciones de produccin en elmarco de un sistema social determinado(Veloz 1984).

  • 8/6/2019 Un Acercamiento a la Arqueologa Social Latinoamericana

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    13

    reproduccin de su propia vida material

    (Sanoja y Vargas 1983)14. Cada modo

    de produccin actuara, por tanto, como

    el marco en el cual se entretejera el hilo

    de la realidad social en su conjunto,

    satisfacindose necesidades y crendose

    otras nuevas15.

    Fue durante el Congreso de

    Americanistas de 1970 en el cual un

    grupo de arquelogos latinoamericanos

    asumieron el desafo de formular, desde

    un marco terico basado en la

    utilizacin las categoras de modo de

    produccin y formacin econmico-

    social16, una propuesta de

    periodificacin del desarrollo de las

    sociedades aborgenes americanas

    14 Las bases tericas de la definicin de modode produccin y su relacin con el conceptomodo de vida, que tendr posteriormente unaimportancia central para las reflexiones de laASL, podemos encontrarlas en uno de losprincipales escritos de Marx, La Ideologa

    Alemana. En esta obra, Marx y Engels sealanque los hombres: al producir sus modos devida, producen indirectamente su vida material[] este modo de produccin es undeterminado modo de la actividad de los

    individuos y un determinado modo demanifestar su vida, un determinado modo devida de los mismos. Los individuos tal y comomanifiestan su vida. Lo que son coincide, porconsiguiente, con su produccin, tanto con loque producen como con el modo de cmoproducen. Lo que los individuos son depende,por tanto, de las condiciones materiales de su

    produccin (Marx y Engels 1988: 12).15 En definitiva, este sera el mbito en el cual sedara el origen y la reproduccin de las

    prcticas a partir de los cuales los hombresarticulan los aspectos esenciales de su vida en

    sociedad.16 enunciadas originalmente por Marx entre1848 y 1858.

    (Sanoja y Vargas 1983: 23). Se intent

    con ello realizar un anlisis acerca de la

    evolucin histrica de las sociedades

    indgenas en nuestro continente,

    cuestionando para esto el marco

    puramente descriptivo (histrico-

    cultural) que haba primado hasta ese

    momento en la reflexin arqueolgica.

    La idea era pasar a un estudio de fondo

    de las formas de organizacin social y

    econmica que habran primado en los

    distintos estadios del proceso cultural

    americano (Sanoja y Vargas 1983). Esto

    ltimo, al modo de una secuencia

    histrico-cultural de validez pan-

    regional, generalizable a los distintos

    desarrollos culturales locales en

    Andinoamrica, Mesoamrica o en las

    dems zonas culturales del continente17.

    Ahora bien, an cuando estos esfuerzos

    se plantearon una primera aproximacin

    a un marco de anlisis materialista

    histrico en Arqueologa

    Latinoamericana, no se haban

    clarificado ni discutido an las

    17 Con respecto a la operacionalizacin de estasreflexiones, los arquelogos sociales proponenel concepto de modo de produccin como unelemento clave en sus esfuerzos por incorporarel Materialismo histrico en la interpretacinarqueolgica. Esto puede verse tanto en el libro

    La Arqueologa como ciencia social, deLumbreras (1974), as como tambin en la obra

    Antiguas Formaciones y Modos de Produccin

    Venezolanos, de Sanoja y Vargas (1974).

    Igualmente, en los trabajos de Bate Arqueologa y Materialismo Histrico (1977) y Sociedad,Formacin Econmico Social y Cultura (1978).

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    14

    implicancias metodolgicas que

    presentaba este tipo de sistematizacin

    terica. Si bien mediante la

    identificacin de los diversos modos de

    produccin existentes en el pasado se

    esper caracterizar tipos de sistemas

    sociales ms o menos similares,

    teniendo como base la presencia de

    modos de produccin equivalentes18, la

    definicin de estos ltimos llego a ser

    en algunos casos extremadamente

    generalista19.

    Se hizo entonces necesaria una mayor

    reflexin en torno a la forma en que

    deba pensarse, desde un marco de

    anlisis marxista, el importante grado de

    variabilidad y complejidad que se

    encuentra en la base del desarrollo

    cultural americano. Discutiendo la

    relevancia del concepto de Formacin

    econmico-social, Sanoja y Vargas

    (1983) establecen que:

    18 aunque con formas de organizacinproductiva particulares.19

    Acerca de este punto, la importanteacumulacin de conocimiento arqueolgicodurante las ltimas dcadas ha venidodemostrando las importantes falencias de losmodelos esquemticos de evolucin histrica(Veloz 1984). En los ms variados campos deestudio de la prehistoria de nuestro continente,dichos modelos, incluyendo aqu algunos de losasumidos por los arquelogos marxistas, hancomenzando a ser crecientemente revisados,criticados, o bien refutados. Uno de estoscampos lo constituye el mbito de lasreflexiones en torno a los inicios de la

    domesticacin de vegetales y animales, ascomo el del nacimiento del Estado, las clasessociales y sus respectivas dinmicas.

    la relacin entre sociedades y el

    medio ambiente se considera un

    proceso dialctico que determina el

    alejamiento del hombre de las formas

    de economa natural, predatoria,

    dando nacimiento a diversos modelos

    de relaciones de produccin y

    relaciones sociales de produccin

    cada vez mas complejos y efectivos

    [] Cada uno de estos modelos de

    relaciones de produccin y relaciones

    sociales de produccin

    concomitantes, es lo que podramos

    llamar Formacin Econmico-

    Social (Sanoja y Vargas 1983:26).

    De acuerdo a lo anterior, cada una de

    las variaciones producidas en la

    interaccin entre un sistema de

    produccin y el ecosistema, originaraun determinado tipo de modo de

    produccin especfico. Esto dara como

    resultado, por tanto, una importante

    diversidad20 de modos de produccin a

    lo largo de la secuencia histrico-

    cultural americana.

    Una posicin distinta fue la asumida por

    Lumbreras, quin polemiza con los

    planteamientos de Sanoja y Vargas al

    afirmar que un modo de produccin no

    podra reducirse a un tipo de

    produccin especfico: por ejemplo,

    cazador, agrcola o pescador, sino que

    20afn a la evidencia arqueolgica disponible.

  • 8/6/2019 Un Acercamiento a la Arqueologa Social Latinoamericana

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    15

    aquel (el modo de produccin) deba

    concebirse como la base o

    infraestructura de una determinada

    formacin econmica social.

    Desarrollando estas posiciones,

    Lumbreras define al modo de

    produccin como las leyes que rigen

    una determinada forma de articulacin

    de la vida de los pueblos (Lumbreras

    1981).

    [] No es como algunos piensan

    una forma o tipo de produccin. A

    partir de esa errnea comprensin de

    la categora [refirindose al concepto

    de modo de produccin], hay

    propuestas sobre modo de

    produccin pescador, agrcola,

    tropical, etc. Partiendo de una forma

    de acceder a las fuentes de

    subsistencia, que lgicamente tiene a

    su vez formas especificas de modo de

    produccin con una forma de trabajo

    y formas de organizacin de la

    familia o la comunidad con

    relaciones sociales de produccin

    [] En general, la fuente deconfusin se origina en la difusin de

    las ideas de Luis Althuser y su

    discpula Martha Harnecker, quienes

    tienen una muy particular lectura de

    los conceptos marxistas fuertemente

    impregnada de una posicin critica

    estructuralista. (Lumbreras 1981:26-

    27) (Alcina 1989:105).

    Fue en el marco de la reunin de

    Oaxtepec (Mxico) en donde esta

    discusin alcanz un mayor grado de

    sistematizacin, logrndose una primera

    sntesis de las diversas posiciones. Se

    plante que la manera a partir de la cual

    Sanoja y Vargas (1983) haban

    intentado caracterizar la presencia de

    distintos modos de produccin, tendra

    en su base una errnea lectura en torno

    a la articulacin entre este concepto y el

    registro arqueolgico. La identificacin

    de distintos modos de produccin

    planteada por dichos arquelogos no

    estara aludiendo, por tanto, sino a

    expresiones particulares de un mismo

    tipo de modo de produccin. De este

    modo:

    [] lo que ellos llamaban modo de

    produccin en base al dato

    arqueolgico ya interpretado, era en

    verdad un parte operativa del mismo,

    una praxisdel modo de produccin

    (Veloz 1984:8).

    Al calor de estas reflexiones, Vargas y

    Sanoja rectifican su posicin inicial

    trayendo a colacin una nueva

    categora, la de modo de vida21. Esta

    ltima tendra como objetivo servir de

    21ocupada inicialmente por estos arquelogos

    para sealar ciertos modelos de adaptacinhumana a partir de las formulaciones de Marx yChilde.

  • 8/6/2019 Un Acercamiento a la Arqueologa Social Latinoamericana

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    16

    marco conceptual para la integracin

    metodolgica de los conceptos de modo

    de produccin y formacin econmico-

    social, en la perspectiva de su

    utilizacin en la interpretacin

    arqueolgica.

    Segn Vargas y Sanoja, la categora de

    modo de vida reflejara una forma de

    operatividad comn a todo modo de

    produccin (Veloz 1984:8), variable

    respecto de las formas que adoptara la

    organizacin de la produccin y la

    orientacin social de los medios y

    objeto de trabajo al interior de las

    relaciones de produccin en cada

    sociedad particular (Veloz 1984). El

    modo de vida constituira, por tanto:

    [] una expresin social de la

    organizacin de las fuerzas

    productivas en relacin con un medio

    especifico, con vistas a la

    objetivacin de la produccin, lo que

    genera sin lugar a dudas una

    respuesta cultural tambin

    especifica (Veloz 1981:11).

    El objeto de una arqueologa social

    encaminada hacia la descripcin de la

    forma en que entronca la realidad social

    en los modos de vida precapitalista

    debera ser, por tanto, una arqueologa

    de la vida cotidiana. Es decir, una

    arqueologa que haga hincapi en el

    problema de caracterizar como los

    cambios cualitativos y cuantitativos de

    determinadas relaciones de produccin

    pueden originar rupturas en las mismas,

    generando nuevas formas de

    organizacin del trabajo y un nuevo

    marco de relaciones sociales22.

    Por otra parte, teniendo como referencia

    el debate en torno a la articulacin entre

    modo de produccin, formacin

    econmica-social y cultura, es a

    nuestro juicio Bate (1998) quien

    consigue la ms adecuada

    sistematizacin de dichas categoras en

    la reflexin arqueolgica

    latinoamericana. Segn este arquelogo,

    partiendo desde el concepto de sociedad

    concreta, las categoras de modo de

    produccin, formacin social, modo de

    vida y cultura deben ser entendidas no

    como aspectos independientes de la

    realidad social sino que, por el

    contrario, como una unidad

    22 No existira, entonces, una relacin directaentre los trminos modo de produccin y modode vida. Esto ltimo, al modo de un reflejomecnico. Si bien cada modo de vida expresaraaspectos de un modo de produccindeterminado, la articulacin concreta entremodo de produccin y formacin social darapor resultado la existencia de modos de vidaaltamente variables. Dicho nivel de variabilidadcultural sera posible, incluso, en el marco desociedades en los cuales las relaciones de

    produccin en las que se sustenta la existenciade aquellas sean las mismas, o bienfundamentalmente semejantes.

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    17

    diferenciada. Dichos conceptos

    aludiran as a:

    [] distintos niveles de existencia

    de la sociedad, desde el mayor nivel

    de esencialidad hasta sus expresiones

    fenomnicas y singulares (Bate

    1998:56).

    Tanto las categoras de formacin social

    como las de modo de vida y cultura,

    reflejaran entonces aspectosobjetivamente distinguibles, aunque no

    necesariamente integrados, en el marco

    de una sociedad concreta. El carcter

    unitario (dialctico) de la realidad social

    no podra entenderse, por tanto, como

    una relacin entre partes de la

    sociedad, sino de diversas dimensionesde la misma (Bate 1998:67). De esta

    manera, Bate plantea una perspectiva

    del desarrollo social en la cual la clave

    analtica sera la relacin tricategorial

    entre formacin social, modo de vida y

    cultura, en el marco del anlisis

    concreto de una sociedad concreta.

    Siguiendo estos planteamientos,

    refirindose a los conceptos de modo de

    produccin y formacin social, Bate

    define al primero como:

    el sistema de relaciones generales y

    fundamentales de la estructura y

    causalidad social, entendido como

    totalidad [] La categora de

    formacin social refleja el hecho de

    que la base material y las

    superestructuras integran la

    indisoluble unidad real de la

    sociedad, permitiendo la explicacin

    de su dinmica organicidad en

    trminos de una causalidad mltiple,

    reciproca y jerarquizada (Bate

    1998:57).

    El concepto de formacin social dira

    relacin, entonces, con un nivel que

    integrara tanto al ser social como a

    las superestructuras, siendo entendido

    as como la totalidad de las relaciones

    materiales y objetivas de las prcticas

    sociales (Bate 1998). De fondo, los

    conceptos de modo de produccin y

    formacin social hablaran de la forma

    especfica en que los procesos bsicos

    de la existencia social son dinamizados,

    determinados en su evolucin interna y

    particular devenir histrico por el

    desarrollo de las fuerzas productivas y

    las relaciones de produccin. De

    acuerdo a estos planteamientos, la

    manifestacin singular de una

    formacin social dada constituira la

    cultura, entendindola como [] el

    conjunto singular de formas

    fenomnicas que presenta toda sociedad

    real (Bate 1998:68). A su vez, dichas

    formas fenomnicas estaran siendo

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    18

    multi-determinadas por las condiciones

    de existencia de una formacin social

    dada (Bate 1998)23. Segn Bate, puede

    entenderse as mejor el concepto de

    modo de vida:

    [] como el sistema particular de

    eslabones intermedios que median

    entre las regularidades fundamentales

    y generales de la formacin

    socioeconmica y las singularidades

    aparentes de la cultura (Bate 1998).

    En conclusin, podemos afirmar que la

    aplicacin y operacionalizacin (inicial)

    de los planeamientos tericos de Karl

    Marx y Gordon Childe constituye, entre

    otras cuestiones, uno de los ms

    importantes aportes de la ASL alpensamiento arqueolgico

    latinoamericano. Esto ltimo, sobre

    todo en la medida en que:

    confiere a la arqueologa social una

    posibilidad de interpretacin capaz

    de analizar las movilidades interiores

    de un modo de produccin, sus

    tendencias, sus procesos de cambio

    interno, y posiblemente su paso hacia

    otras relaciones de produccin

    23 Nuevamente, no existira aqu, por tanto, elplanteamiento de una determinacin mecnicaentre las esferas econmica, social y poltica.Existencia y conciencia social seran entendidascomo dos mbitos interrelacionados de la vida

    social, sujetos a un juego de mltiplesdeterminaciones con direcciones variables(complejas).

    (Veloz 1984 citado en Alcina

    1989:108).

    La aplicacin de un sistema

    tricategorial de anlisis arqueolgico,

    especialmente en el caso de las

    elaboraciones de Bate, constituye as

    uno de los ms claros aportes de esta

    corriente a la reflexin arqueolgica de

    nuestro continente.

    IV. Aportes y Perspectivas

    crticas

    Entre los aportes tericos-

    interpretativos de la Arqueologa Social,

    la utilizacin de las categoras de modo

    deproduccin,formacin econmico-

    social, modo de vida, sociedad

    concreta y totalidad social, han

    constituido un significativo impulso

    para el avance de la investigacin y

    reflexin arqueolgica latinoamericana

    (Oyuela-Caycedo et. al. 1997).

    Efectivamente, la importancia que lleg

    a tener la utilizacin del MaterialismoHistrico en la prctica arqueolgica

    latinoamericana estuvo lejos de

    remitirse al mero mbito de la reflexin

    terica. Contrariamente a la opinin

    (interesada) de algunos arquelogos en

    la actualidad, durante los aos 70s y

    80s los arquelogos sociales tuvieronuna destacada participaron en la

  • 8/6/2019 Un Acercamiento a la Arqueologa Social Latinoamericana

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    19

    realizacin de una serie de

    significativos logros en el estudio del

    proceso cultural americano. Los aportes

    de Lumbreras alrededor de una serie de

    problemticas asociadas al proceso de

    complejizacin social en la zona

    andina y al surgimiento del urbanismo y

    la civilizacin, realizadas al calor de sus

    investigaciones en el rea de Chavn,

    Huari y el altiplano peruano-boliviano,

    son algunos de dichos logros (Oyuela-

    Caycedo et. al. 1997). As tambin, los

    trabajos de Vargas y Sanoja en torno a

    la evolucin histrica de los modos de

    produccin prehispnicos en Venezuela,

    discutiendo junto a otros arquelogos

    sociales las probables dinmicas del

    proceso de neolitizacin asociadas a

    las llamadas revolucin agrcola y

    revolucin urbana (Oyuela-Caycedo,

    et. al., 1997), son otros de los avances

    propiciados por las investigacin de los

    arquelogos sociales. Igualmente, los

    aportes tericos y metodolgicos de

    Bate al estudio de la Prehistoria

    americana, as como tambin lasreflexiones de Gndara en torno a

    ciertas temticas de orden

    epistemolgico e investigativo (Rolland

    2005), son otra demostracin del papel

    jugado por la Arqueologa Social en el

    impulso de la investigacin

    arqueolgica latinoamericana en las

    ltimas dcadas24. En otro plano, como

    ya mencionamos, el novedoso (y

    contestatario) planteamiento de una

    Arqueologa comprometida, crtica de

    los modelos positivistas y cientificistas

    de produccin de conocimiento,

    constituy en su momento una

    provocadora invitacin a un profundo

    re-planteamiento del sentido social y

    poltico de la prctica arqueolgica en

    nuestros pases (Lorenzo [Coord],

    1979).

    Ahora bien, la ASL ha sido tambin

    blanco de una serie de importante

    crticas. Muchas de ellas, inspiradas

    bajo criterios netamente polticos, y con

    un marcado signo cientificista,

    conservador y anti-marxista. Muchas de

    24 En nuestro pas, an despus de variasdcadas, destacan los aportes de Julio Montanen torno a una serie de casos de estudio dePrehistoria regional. Sus investigacin en tornoa las primeras poblaciones paleo-indias enChile; por ejemplo, sus investigacionesrealizadas en Tagua-Tagua, as como tambinsus investigaciones en el Norte chico,

    constituyen todava importantes referentes deldesarrollo arqueolgico nacional. Finalmente,aunque ya no como parte de la tradicin de laASL, las investigaciones de otros arquelogosmarxistas como T.C.Patterson, Mark Leone,Randall McGuire y otros investigadoresnorteamericanos, son un potente ments de lasupuesta esterilidadde la prctica arqueolgicamarxista al nivel de casos de estudioespecficos. Acerca de la labor de estosarquelogos estadounidenses, destacan sustrabajos en torno al estudio del surgimiento delas primeras aldeas y de la civilizacin, as

    como tambin aquellos que giran alrededor detemticas referentes al desarrollo inicial de lasociedad capitalista.

  • 8/6/2019 Un Acercamiento a la Arqueologa Social Latinoamericana

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    20

    aquellas, tambin, en gran medida

    justas. Detenindonos en relacin de

    estas ultimas (las primeras aqu no nos

    interesan), podemos destacar aquellas

    que plantean la existencia de una serie

    de dificultades al nivel de la

    problematizacin terica y

    metodolgica de la ASL en el terreno

    investigativo (Oyuela-Caycedo et. al.

    1997). Estas crticas hacen hincapi en

    una relativa incapacidad que ha tenido

    esta corriente para trasladar sus

    planteamientos desde el mbito terico-

    epistemolgico al campo de la

    investigacin arqueolgica misma.

    Refirindose a las falencias detectadas

    en este mbito, ya durante los primeros

    momentos de existencia de la ASL,

    Tantalen realiza los siguientes

    comentarios:

    Queda claro, a la luz de este libro

    [refirindose a La Arqueologa como

    Ciencia Social], que Lumbreras tena

    bastante interiorizada la teora y el

    mtodo del materialismo histrico.

    Tambin tena bastante clara la

    perspectiva dialctica de la realidad

    social y su representacin. Sin

    embargo, la manera de llevarla a la

    prctica es un elemento inexistente

    en dicho documento, quiz, como

    consecuencia de su carcter de

    manifiesto primigenio de esta nueva

    forma de observar la materialidad

    social (Tantalen, 2004: 8).

    Ms adelante, refirindose igualmente a

    la escasa traduccin metodolgica que

    ha existido entre el campo de la teora

    arqueolgica marxista y su produccin

    cientfica, este autor afirma que esta

    corriente:

    necesita redefinirse y llegar a

    realizarse mediante una praxis quesea coherente con sus ideales y

    retrica. Estos ltimos, por el

    momento, son ms significativos que

    su materializacin en casos concretos

    de estudio (Politis, 2003: 251) y,

    sobre todo se necesita desplegar una

    teora de la observacin arqueolgica

    a partir de las lneas fundamentales

    del materialismo histrico: una

    verdadera epistemologa materialista

    histrica (Tantalen, 2004: 10).

    Segn Tantalen y otros arquelogos,

    existiran en el seno de la ASL una serie

    de falencias epistemolgicas ymetodolgicas que, como la

    preservacin de aspectos centrales de la

    interpretacin histrico-cultural o la

    utilizacin contradictoria (eclctica) del

    funcionalismo norteamericano, habran

    limitado, y en gran medida abortado?,

    el desarrollo de la ASL como corriente

    arqueolgica desde su nacimiento hasta

  • 8/6/2019 Un Acercamiento a la Arqueologa Social Latinoamericana

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    21

    hoy (Tantalen 2004).

    A second limiting factor is that the

    generation of students who were

    influenced by the social

    archaeologists of the 1970s and early

    1980s became dissatisfied with the

    lack of a bridge between the theory

    (epistemology) and the practice of

    doing archaeological research. The

    social archeologists argued for the

    use of dialectic materialism as a

    theoretical approach to archaeology.

    In practice, however, the norm was

    the production of archaeological

    reports without any particular

    theoretical focus. In other words, the

    social archaeologists spoke and wrote

    about the epistemology of

    archaeology in marxists terms butcontinued to produce archaeological

    research that did not depart from

    culture history (Oyuela-Caycedo et.

    al. 1997: 372).

    Por otra parte, podemos mencionar

    adems aquellas crticas que dicen

    relacin con la existencia de un anlisis

    mecnico-economicista y esquemtico

    en el proceso de interpretacin

    arqueolgica. Lo anterior, al nivel de los

    principales exponentes de la ASL,

    aunque especialmente en la tendencia

    representada por el grupo de Lumbreras

    (Tantalen, 2004). Estas crticas, como

    hemos dicho, se refieren al peso que ha

    tenido en la produccin de algunos

    arquelogos pertenecientes a la ASL un

    enfoque interpretativo influenciado por

    el determinismo econmico. Es decir,

    un enfoque que establece una relacin

    en donde la economa jugara un papel

    determinante, sin tomar en cuenta la

    importancia de los factores polticos e

    ideolgicos en la explicacin de los

    sistemas culturales del pasado (Oyuela-

    Caycedo et. al. 1997). De acuerdo a

    Tantalen, al interior de la ASL sera

    posible observar, sobre todo en la obra

    de Lumbreras:

    [] una perspectiva materialista

    histrica bastante esquematizada y

    mecnica, producto de la lectura deautores influenciados por el

    materialismo histrico como el

    australiano Gordon Childe y el

    peruano Emilio Choy (por ej. Choy

    1960), los mismos que a su vez se

    asientan en las ideas originales de

    Morgan (1877) y Engels (1884).

    Obviamente, existe un fuerte

    evolucionismo social producto de

    estas fuentes. De hecho, el articulo

    ms significativo [refirindose al

    trabajo de Lumbreras] por la

    presencia de evidencia material

    (principalmente fechados

    radiocarbnicos) titulado La

    Evidencia Etnobotnica en los

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    22

    Orgenes de la Civilizacin utiliza el

    esquema morganiano de Salvajismo,

    Barbarie y Civilizacin (Lumbreras,

    1974: 177), el mismo que se aplica

    directamente sobre la endeble

    evidencia arqueolgica disponible en

    aquellos aos (Tantalen, 2004: 7).

    Finalmente, podemos traer a colacin

    aquellas crticas que, esta vez

    provenientes de posiciones neo-

    marxistas, dicen relacin con el carctersupuestamente trans-histrico del

    mtodo tradicional (clsico) del

    Materialismo histrico. De acuerdo a

    estas posiciones, seria necesario una

    mayor problematizacin de algunas

    categoras claves del anlisis marxista:

    por ejemplo, las categoras de trabajo y

    modo de produccin (Rolland 2005).

    Ests habran sido entendidas por los

    arquelogos sociales, segn estos

    autores, de forma a-histrica, siguiendo

    a-problemticamente las definiciones

    que hiciera Marx de aquellas en relacin

    a las sociedad capitalistas modernas

    (Rolland 2005). El resultado de lo

    anterior sera dejar de lado una

    caracterizacin particular de dichas

    categoras, sin tomar en cuenta el

    contexto socio-histrico y cultural

    particular25 de las sociedades

    25

    muchas veces diametralmente opuestas alas lgicas culturales imperantes en la sociedadmoderna.

    prehistricas en estudio (Rolland 2005).

    Segn estas ideas, sera por tanto

    imprescindible la elaboracin de una

    propuesta arqueolgica basada en una

    lectura materialista histrica alternativa,

    definiendo a esta ltima como no

    esencialista y no determinista (Rolland

    2005).

    Nosotros defendemos una lectura de

    Marx a la luz de un marco terico

    concreto []. Como consecuencia de

    este marco terico planteamos otra

    relacin entre el marxismo y la

    arqueologa [] Su consecuencia

    principal es que el axioma histrico,

    proclamado en nombre de Marx, de

    la determinacin econmica de las

    formas sociales, en el que el trabajo

    juega un papel central en la

    estructuracin de cualquier prctica y

    representacin social y en el que la

    escisin entre produccin y

    distribucin tiene una validez

    antropolgica para medir,

    respectivamente, los elementos

    permanentes y esenciales, por un

    lado, y los cambiantes o formales,

    por otro, se transforma radicalmente.

    La implicacin poltica de esta

    perspectiva resume en la bsqueda

    arqueolgica de los determinantes

    histricamente especficos de las

    formas sociales y las formas de poder

    []. [En otras palabras, estapropuesta] incorpora una ontologa

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    contraria al esencialismo [] Por

    otro lado, [esto implica] que una de

    las lecturas ms comunes de Marx, la

    que convierte al trabajo en el

    determinante de la formacin de las

    sociedades a lo largo de la historia,

    responde a un discurso especfico,

    que puede ser estudiado en funcin

    de los contextos y motivaciones en

    que se cre y desarroll, y que puede

    ser rebatido desde otros

    planteamientos como el que aqu

    defendemos. (Rolland, 2005: 14-

    15).

    Reafirmando su propia definicin de la

    categora de trabajo, en oposicin a la

    definicin marxista tradicional (clsica)

    de la misma (ocupada por la ASL como

    una de sus categoras bases), Rolland(2005) seala que:

    En cuanto a la forma de aparecer

    que tiene el trabajo, en las sociedades

    no capitalistas parece que las

    actividades productivas y sus

    resultados determinan las relaciones

    sociales. Los resultados del trabajo

    nunca son meros objetos, sino que

    estn infundidos de significados

    (simbolismo) y de ese modo se

    asume que son ellos los que

    determinan la posicin social, la

    definicin tnica, etctera, cuando en

    realidad son las relaciones sociales

    las que constituyen estos resultados

    del trabajo de un modo tan

    significativo. Esto indica, por tanto,

    que el trabajo no constituye la

    sociedad en las sociedades no

    capitalistas, sino, al revs, se ve

    constituido por ellas, pese a las

    apariencias [] esto exige entender

    que, en el momento en que nos

    desplazamos a otros momentos

    histricos, el objeto de conocimiento

    que perseguimos, por ejemplo la

    organizacin del trabajo en torno a la

    minera y metalurgia de la Edad del

    Bronce en Eurasia, no puede

    explicarse en funcin de una esencia

    o categora pretendidamente neutral

    como la organizacin del trabajo y

    de la forma que adquiere. Es preciso

    entenderlo histricamente, es decir,

    teniendo en cuenta las relaciones

    concretas de alteridad que en realidad

    dotan de existencia histrica al objeto

    de conocimiento al que aludimos con

    nuestras categoras, y que existen

    independientemente de nosotros

    (Rolland, 2005: 18-19)26.

    26

    Segn creemos, el error de estosplanteamientos corre por va doble. Por un lado,la afirmacin (general-esquemtica) que haceRolland (2005) sobre la existencia de un anlisismecnico determinista del trabajo y el modo deproduccin sobre las relaciones sociales. Esdecir, una perspectiva que, supuestamentecomn al conjunto de la tradicin marxistaclsica, no tomara en cuenta el papeldeterminante de las relaciones sociales sobre lasdiversas formas de trabajo y modos deproduccin existentes a travs de la historia. Sinembargo, basta con remitirnos a algunas ideas

    de Childe, hace ms de medio siglo!, respectoal rol de las relaciones sociales en el origen delos modos de produccin para relativizar estos

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    Importantes reflexiones que, junto a una

    mayor problematizacin de los aportes

    y debilidades que han caracterizado el

    desarrollo de la ASL en el pasado,

    deben ser objeto de un tratamiento ms

    profundo del que es posible en los

    marcos de este artculo. Esto ltimo,

    sobre todo para quines veamos en el

    Materialismo histrico una poderosa

    herramienta de interpretacin del

    pasado, as como tambin, desde ah, la

    una gua para la transformacin

    revolucionaria del presente.

    V. La Arqueologa Marxista en

    el Estado Espaol: La teora de

    las prcticas sociales. Hacia

    una Arqueologa SocialIberoamericana?

    Hacia comienzos de los aos 80s,

    luego de dcadas de dictadura

    franquista, comienza a desarrollarse en

    Espaa un importante ncleo de

    planteamientos. Por otra parte, el error deRolland (2005) consiste en reemplazar un tipode determinacin mecnica, la econmica, porotra: la de las relaciones sociales sobre la esferaproductiva. Por el contrario, las reflexiones quehan dado los arquelogos socialeslatinoamericanos en torno a los conceptos modode vida y sociedad concreta apuntan,precisamente, a establecer una clara separacincon las diferentes formas de anlisis mecnico:sea este de tipo econmico o cultural, dando

    cuenta de la inevitablemente compleja dialcticaentre trabajo, modo de produccin, relacionessociales y cultura.

    arquelogos influenciados en su

    quehacer cientfico por el Materialismo

    histrico (Tantalen 2005). En el marco

    de una Arqueologa de marcado carcter

    conservador, este grupo es parte de una

    reaccin intelectual ms amplia (que

    incluy a varios arquelogos de

    renombre) en contra del fuerte sesgo

    tradicionalista e historicista que

    primaba por entonces en la academia

    arqueolgica espaola (Tantalen

    2005).

    Fue en el contexto del desarrollo de las

    importantes transformaciones polticas

    acaecidas en Espaa una vez terminada

    la dictadura de Franco27, que aparece

    uno de los primeros trabajos en que se

    hizo una defensa explicita del

    Materialismo histrico como mtodo de

    interpretacin y anlisis arqueolgico

    (Vazquez Varela y Risch 1991, citados

    en Tantalen 2005). Este trabajo, bajo la

    autora de Vicente Lull, constituy28 un

    verdadero puntapi inicial para la

    conformacin de un nutrido grupo deArqueologa marxista en Barcelona

    (Vazquez Varela y Risch 1991, citados

    en Tantalen 2005). En pocos aos,

    27 Durante este periodo se produce, en el marcode la consolidacin de la llamada transicin

    democrtica espaola, la llegada de sectoresdemcrata- burgueses al poder (progresistas),

    crticos del rgimen franquista.28 pese a la fuerte critica que suscit en elcampo acadmico tradicional.

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    25

    dicho grupo da inicio a sus primeras

    investigaciones de campo, impulsando

    la elaboracin de un marco terico

    anclado en la tradicin del Materialismo

    histrico (Chapman et al 1987, Gasull

    et al 1984, citados en Tantalen 2005).

    Un paso importante en la consolidacin

    institucional de este ncleo fue la

    creacin del Departament dHistoria de

    les Societats Pre-capitalistes i d

    Antropologia Social de la Universidad

    Autnoma de Barcelona (UAB), en

    cuyo seno se llevara a cabo una

    destacada labor terica e investigativa

    inicial adscrita a los marcos tericos del

    Materialismo histrico y a ciertos

    postulados neo-marxistas (Rolland

    2005). Posteriormente, otro de los hitos

    de la consolidacin de este grupo fue la

    edicin de la Revista Atlntica

    Mediterrnea de Arqueologa Social

    (RAMPAS), uno de los principales

    rganos de este ncleo.

    A partir de la dcada de los 90s, este

    grupo de arquelogos realiza una de lasformulaciones mas concretas en torno a

    la forma en que conciben la aplicacin

    del mtodo marxista en la interpretacin

    arqueolgica (Rolland 2005).

    Denominada como teora de las

    practica sociales (Castro et al 1996),

    esta ltima recoge tanto elementos delMaterialismo histrico como de ciertas

    teoras sociales neo-marxistas referidas

    a los fenmenos de produccin-

    reproduccin de la vida social. Sus

    autores parten de la base de que el

    Marxismo se propone:

    identificar y explicar las

    condiciones objetivas materiales en

    las que se basa la produccin de la

    vida social, as como descubrir si las

    relaciones sociales que se establecen

    en y entre la sociedades, explotan,ocultan y /o alienan al individuo

    social (Castro et al 1998:25).

    En este sentido, dicha teora plantea que

    las sociedades humanas constituyen:

    conglomerados de inters

    conformados por hombres y mujeres

    (agentes sociales) y las condiciones

    materiales en las que viven (mundo

    de los objetos) [] Los

    acontecimientos que ponen en

    relacin estas tres categoras

    objetivas [agentes, condiciones

    materiales y objetos] constituyen las

    prcticas sociales, las cuales plasman

    en un sentido concreto toda la

    combinatoria potencialmente

    ilimitada entre las tres condiciones

    objetivas de la vida social29. (Castro

    et al 1996:35).

    29 Por condiciones objetivas de la vida social sehace referencia a las esferas parental,

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    De esta forma, mediante la articulacin

    de las condiciones materiales de la vida

    social en sus distintos niveles, las

    prcticas sociales se constituyen como

    las gestoras y sostenedoras de las

    mismas (Castro et al 1996). En el marco

    de este proceso se estableceran as una

    serie de reglas del juego social,

    caractersticas de cada grupo social en

    el mbito de su reproduccin social

    inmediata (Castro et al 1996). Al nivel

    del registro arqueolgico, las prcticas

    sociales tendran entonces una

    importancia fundamental en la forma en

    que se estara expresando la cultura

    material en sus distintas esferas:

    parental, econmica o poltica (Castro

    et al 1996). El papel de las prcticas

    sociales sobre las diversas expresiones

    materiales de una sociedad dada,

    tericamente visible en el registro

    arqueolgico, sera por tanto clave en el

    campo de la produccin y reproduccin

    de la realidad social en su conjunto

    (Castro et al 1996). De acuerdo a estos

    planteamientos, este papel de lasprcticas sociales en el mbito de la

    cultura material se dara, entre otras

    cosas, mediante la generacin y

    mantenimiento de los hombres y

    mujeres por parte de la esfera parental;

    por medio de la produccin de las

    econmica y poltica propias a cada grupohumano.

    condiciones materiales para la vida

    social realizada por la esfera

    econmica; y finalmente, por la

    creacin de categoras sociales que

    trascienden la condicin sexual por

    parte de la esfera poltica (Castro et al

    1996).

    En el campo de la interpretacin

    arqueolgica, la teora de las prcticas

    sociales permitira acceder, de esta

    manera, a las tres condiciones objetivas

    bsicas de la vida social ya

    mencionadas (parental, econmica y

    poltica) (Castro et al 1996). De aqu,

    sera posible la reconstruccin, va

    registro material, de la forma en que se

    habra dado la articulacin de las

    prcticas sociales, tal y como aquellas

    se combinaron en el pasado (Castro et

    al 1996). El presupuesto de esto ltimo

    lo constituye la idea arqueolgica bsica

    de que las condiciones objetivas de la

    vida social poseen una realidad material

    que facilita, aunque no sin una debida

    problematizacin terica, suidentificacin emprica (Castro et al

    1996). Siguiendo estas ideas, la

    disposicin de dichas condiciones

    objetivas constituira un potente

    indicador en el reconocimiento de

    espacios sociales, en los cuales las

    relaciones entre objetos (materialidades)daran cuenta de reas de actividad

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    27

    social o espacios estructurados

    socialmente (Castro et al 1996). La

    recurrencia o singularizacin de dichas

    relaciones (entre objetos) har que

    cobren significado ciertas prcticas

    socio-parntales y/o socio-polticas,

    siendo la generalizacin terica de

    dichas recurrencias o singularidades el

    eslabn interpretativo necesario para

    reconstruir las prcticas sociales de una

    sociedad en el pasado (Castro et al

    1996).

    Por ltimo, es necesario referirnos a la

    definicin de objetos arqueolgicos que

    proponen los autores de la teora de las

    prcticas sociales. Rehuyendo de una

    comprensin simplista de los mismos,

    esencialmente tipolgica-descriptiva30,

    as como tambin ligndola a una

    perspectiva materialista, dicha

    definicin destaca que dichos objetos

    poseen:

    [] unas formas de ser y unas

    maneras de estar (Castro y otros1996: 42). Las primeras son definidas

    por el proceso de trabajo y el

    conjunto de movimientos concretos o

    tcnicos a l asociado; como

    prcticas socioeconmicas, estos

    movimientos otorgan a sus resultados

    o valores de uso una funcin original

    30 comn a una amplia diversidad decorrientes en Arqueologa.

    y esencial destinada a satisfacer las

    exigencias mnimas de vida (Castro y

    otros 1996: 38, 42). Con motivo de

    diversas relaciones espaciales entre

    estos productos, esta funcin original

    es colonizada por otros tipos de

    prcticas, que les infunden un

    significado ms social y, en

    ocasiones, ocultan a quienes han sido

    sus autores o han hecho posible su

    produccin (Castro y otros 1996: 40,

    42-3) (Rolland 2005:14).

    Los objetos arqueolgicos no solo nos

    hablaran sobre el espacio social y

    geogrfico en que aquellos se

    desenvolvieron (plano de los

    circundatos), sino que a la vez

    constituiran importante indicadores

    acerca de la gestin social que le

    habran dado los hombres al mismo

    (plano de los arteusos). As tambin,

    estos objetos diran relacin con la

    forma particular que tuvo cada sistema

    social de implementar dicha gestin del

    espacio, teniendo como fin el

    cumplimiento de objetivosdeterminados (plano artefactual) (Castro

    et al 1996). Los objetos arqueolgicos

    informaran por tanto acerca de las

    condiciones sociales particulares que

    caracterizaron la vida material sobre la

    cual se asent un grupo humano en el

    pasado (Castro et al 1996). De estaforma, estos ltimos no seran:

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    28

    [] meros productos pasivos ni

    tampoco instrumentos sumisos en

    manos habilidosas que median en la

    produccin social, sino sujetos

    determinantes que habilitan gestos,

    pensamientos y acciones que

    marcarn el rumbo y la instruccin

    de nuevas manos y pensamientos,

    pensamientos que se erigirn en

    punto de partida del conocimiento de

    una historia que colaboran

    activamente a construir. Los objetos

    han sido hechos con la misma

    intensidad con la que nos hacen

    (Lull 2005:8).

    Tomando en cuenta lo enunciado hasta

    aqu, podemos afirmar que uno de los

    aportes ms atrayentes de la produccin

    terica del grupo marxista espaol hasido el desarrollo de una teora social

    contrastable al nivel del anlisis de los

    restos materiales (Tantalen 2005)31.

    Conviene mencionar, de igual forma,

    que los aportes de este ncleo de

    arquelogos marxistas, entre cuyos

    investigadores destaca Vicente Lull,Jos Ramos y Pedro Castro, no pueden

    ser enunciados exclusivamente en el

    31 Este aspecto de la produccin intelectual delos arquelogos marxistas espaoles cobramayor relevancia si se toma en cuenta que,

    justamente, aquel ha sido uno de los mbitosms dbiles de la labor de los arquelogossociales latinoamericanos.

    plano de la academia32. Esto ltimo,

    especialmente en la medida que gran

    parte de estos arquelogos, como Lull y

    Ramos, han abierto las puertas al

    tratamiento de los aspectos poltico-

    prcticos de la investigacin en

    arqueologa (Rolland 2005). Destacan

    en estos esfuerzos la importancia que

    han dado dichos arquelogos a la

    ciencia histrica o arqueolgica en la

    labor de desentraar tericamente las

    distintas formas de naturalizaciones del

    pasado que realiza la ideologa

    capitalista. Igualmente, destaca la

    promocin que han hecho estos

    intelectuales de una gestin democrtica

    y horizontal del patrimonio

    arqueolgico (Rolland 2005). Estas

    herramientas, entre muchas otras,

    constituyen importantes insumos sobre

    los cuales como arquelogos podemos

    aportar a la transformacin del presente

    mediante nuestro propio ejercicio

    disciplinario.

    En los ltimos aos, el acercamientoentre las nuevas generaciones de

    arquelogos sociales latinoamericanos

    con los desarrollos de la Arqueologa

    Social Espaola, constituye un

    importante precedente para la futura

    32

    an cuando la mayor parte de la actividadde estos se haya desarrollado dentro de lamisma.

  • 8/6/2019 Un Acercamiento a la Arqueologa Social Latinoamericana

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    evolucin de la perspectiva marxista en

    Arqueologa. Tal y como ya han

    planteado algunos arquelogos, esto

    podra constituir un antecedente en la

    gestacin de una verdaderaArqueologa

    Social Iberoamericana, explcitamente

    marxista.

    VI. Conclusiones

    La importancia de la ArqueologaSocial ha sido ampliamente aceptada

    por el conjunto de la comunidad

    acadmica. A diferencia de otras

    corrientes desarrolladas en nuestros

    pases, en la gran mayora de los casos

    meras subsidiarias de tendencias (o

    modas) tericas provenientes del

    primer mundo, existe un consenso en

    reconocer a la ASL como la primera

    escuela de pensamiento arqueolgico

    nacida en Amrica Latina. Segn

    algunos connotados arquelogos, entre

    otros los norteamericanos T.C.

    Patterson o R. McGuire, esta ha llegado

    a ejercer un profundo y verdadero

    impacto en la arqueologa de nuestro

    continente (Oyuela-Caycedo et. al.

    1997).

    En el caso de los arquelogos que

    discuten la real dimensin de su

    influencia33, estos parten primero por

    reconocer el destacado papel que ha

    cumplido la Arqueologa Social desde

    su nacimiento. Antes que negar o

    cuestionar su relevancia, lo que hacen

    es debatir la real influencia que esta

    ltima habra tenido en la evolucin de

    la arqueologa regional, principalmente

    en los pases en los cuales adquiri

    mayor peso.

    En trminos generales, la importancia

    de la ASL puede ser evaluada a partir de

    una serie de variables. Por un lado, la

    difusin y el impacto que han tenido sus

    planteamientos tico-valorativos,

    entendiendo por estos una serie de

    nociones respecto al para qu? de la

    produccin de conocimiento. Por otra

    parte, el grado de desarrollo de su

    produccin terica y reflexin

    metodolgica, al calor del impulso de

    una serie de casos de estudio

    concretos34. Finalmente, la importancia

    de la ASL puede ser medida adems en

    trminos de la consolidacin

    33 entre otros, H. Tantalen, A. Oyuela-Caycedo, A. Anaya, C.G. Elera y L.M. Valdez.34 Para una revisin de estos casos de estudio,que no podemos abordar en los marcos de esteartculo, remitimos al lector al estudio de la obrade los principales exponentes de este corriente.En los prximos meses, revisar la nuevaedicin de esta serie, el libro (compilacin) LuisFelipe Bate, contribuciones al pensamiento

    marxista desde la reflexin arqueolgica(prlogos de Francisco Gallardo y DonaldJackson).

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    acadmico-institucional que esta lleg a

    alcanzar desde su origen.

    Con respecto al nivel de difusin que

    tuvieron los planteamientos tico-

    valorativos de la Arqueologa Social,

    estos llegaron a tener,

    fundamentalmente durante sus primeros

    aos, un fuerte impacto al momento de

    la discusin sobre el sentido social de la

    prctica arqueolgica. La propuesta de

    una Arqueologa comprometida con

    el cambio social, crtica de aquellas

    corrientes arqueolgicas promotoras de

    intereses econmicos y polticos ligados

    al colonialismo35, ha llegado as a

    influenciar fuertemente la ubicacin

    intelectual de una gran cantidad de

    arquelogos en las ltimas dcadas

    (Benavides 2001). En este mbito, la

    ASL tiene como mrito haber sido la

    primera corriente arqueolgica en

    Latinoamrica que se haya planteado la

    discusin en torno al problema de los

    intereses sociales y polticos que se

    encuentran en la base del quehacerarqueolgico (Lorenzo [Coord], 1979).

    Su crtica a las diversas formas de

    Arqueologa tradicional;

    especialmente la Arqueologa histrico-

    35

    Uno de los casos paradigmticos de esto hasido, sin duda, la Nueva ArqueologaNorteamericana.

    cultural y la Nueva Arqueologa36,

    tuvo una importante repercusin a la

    hora de la evaluacin de los criterios de

    legitimacin de la produccin de

    conocimiento en Arqueologa37.

    Ahora bien, reconocemos que el

    impacto que tuvo la propuesta poltico-

    valorativa de la Arqueologa Social no

    ha sido homogneo, ni temporal ni

    regionalmente. Esta influencia,

    desigual, se habra dado con mayor

    fuerza durante los 70s y la primera

    mitad de los aos 80s, paralelamente al

    fortalecimiento de los diversos procesos

    de transformacin revolucionaria que

    recorrieron el continente. Durante el

    periodo siguiente, especialmente desde

    los aos 90s, esta influencia

    experimentara un agudo reflujo, de la

    mano de la derrota del ascenso de masas

    y de la instauracin de los planes

    neoliberales en la regin (Oyuela-

    Caycedo et. al. 1997). De esta manera,

    la influencia de los planteamientos

    tico-valorativos de la ASL se habra

    36 as como tambin su rechazo delneopositivismo y cientificismo acadmico.37 La importancia de la Arqueologa Social eneste punto puede ser medida adems en el hechode que un gran nmero de arquelogos,provenientes de las ms diversas tendenciastericas, han debido dar cuenta (quiranlo o no)de estas discusiones. Esto ltimo, sobre tododesde comienzo de los aos 80s, ya sea

    manteniendo algn grado de cercana con losplanteamientos poltico-ideolgicos de la ASL,o bien rechazndolos de plano.

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    dado mayormente en los pases en los

    cuales se conformaron gobiernos de

    izquierda38, siendo mucho menor en

    aquellos en los cuales la burguesa logr

    mantener en el poder sectores ms

    proclives a sus intereses (Oyuela-

    Caycedo et. al. 1997).

    Sobre el impacto que lleg a tener la

    produccin terico-metodolgica de la

    Arqueologa Social, as como tambin

    acerca de la importancia de su prctica

    arqueolgica, podemos afirmar que su

    influencia ha sido tambin relevante,

    aunque nuevamente desigual y tan solo

    en algunos pases (Oyuela-Caycedo et.

    al. 1997). Acerca de esto, es evidente

    que el intento de esta corriente por

    desarrollar una propuesta terica a partir

    de las perspectivas del Materialismo

    histrico ha tenido, cuando menos, una

    amplia difusin continental. Las obras

    de los principales exponentes de la ASL

    son conocidas, y ledas, en la mayora

    de las Universidades en Latinoamrica

    (Oyuela-Caycedo et. al. 1997). Lostrabajos de Lumbreras, Bate, Vargas,

    Sanoja y Montan, entre otros, han sido

    ampliamente conocidos y estudiados (en

    mayor o menor medida) por el conjunto

    de la comunidad arqueolgica

    latinoamericana. Lo anterior,

    38 principalmente en Per, Chile, Mxico,Venezuela, adems de Cuba.

    independientemente del nivel en que sus

    planteamientos hayan sido

    progresivamente aceptados, revisados o

    refutados (Benavides, 2001). En el

    mbito del desarrollo de la prctica

    arqueolgica misma (casos de estudio),

    puede afirmarse que las principales

    propuestas tericas y metodolgicas de

    esta corriente, especialmente en el caso

    de Lumbreras, Vargas, Sanoja y Bate

    (Rolland, 2005) han tenido una difusin

    similar. Nuevamente, ms all de si

    aquellas propuestas hayan sido

    mayormente aceptadas por las distintas

    agrupaciones de arquelogos en

    nuestros pases. Con relacin a esto

    ltimo, cabe resaltar el significativo

    aporte de Lumbreras en el campo de sus

    investigaciones en torno al proceso

    cultural en Andinoamrica, siendo los

    resultados de dichas investigaciones

    (por muchos aos) una especie de

    sntesis de la interpretacin

    arqueolgica en este terreno. De la

    misma forma, resalta la influencia que

    han tenido los trabajos de Vargas ySanoja sobre una serie de casos de

    estudio, principalmente en Venezuela,y

    la de los planteamientos tericos de

    Bate desde su exilio en Mxico39.

    39 Como hemos dicho, no es posible realizaraqu una revisin ms particularizada de los

    aportes especficos de la ASL en el terrenoinvestigativo. Para un estudio ms acabado entorno al desarrollo de la Arqueologa Social,

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    32

    En cuanto a la influencia que ha

    ejercido el desarrollo terico-

    metodolgico de la ASL en la prctica

    arqueolgica de Amrica Latina, esta ha

    sido, nuevamente, ms bien irregular.

    Aparte de los pases que hemos

    mencionado: Per, Mxico, Venezuela

    y Cuba, la adopcin de teoras y de una

    propuesta metodolgica influenciada

    por los planteamientos de la ASL ha

    sido limitada o nula (Oyuela-Caycedo

    et. al. 1997). Incluso en los pases en los

    cuales la ASL lleg a tener mayor

    presencia (Per y Mxico), el impacto

    de la ASL ha tenido importantes

    limitantes (Oyuela-Caycedo et. al.

    1997). En el caso peruano, la influencia

    de esta corriente se ha visto

    profundamente debilitada,

    principalmente a partir de los aos 90s.

    Aquello se ha visto reflejado, entre otras

    cosas, en el propio devenir de la

    produccin de conocimiento

    arqueolgico en dicho pas, con una

    creciente tendencia a la preeminencia de

    una investigacin e interpretacinarqueolgica de corte histrico-cultural

    y procesual (Tantalen, 2004). Estos

    enfoques (histrico-culturales y

    procesuales) han influenciado de tal

    manera la evolucin de la ASP

    revisar los trabajos de McGuire 1992,Fernndez 2004, Trigger 2006, Politis 2003,2006.

    (Arqueologa Social Peruana), que la

    propia Gaceta Arqueolgica Andina

    (GAA) ha experimentado una

    importante merma de las publicaciones

    inspiradas en un marco terico y

    metodolgico materialista histrico.

    Ms an, en parte debido al curso del

    propio desarrollo poltico peruano40, el

    mismo grupo de arquelogos seguidores

    de Lumbreras se vio fuertemente

    disminuido, emigrando la mayora de

    aquellos a otras escuelas de

    pensamiento arqueolgico (Tantalen

    2004). Esto signific, a comienzos de

    los aos 90s, una importante crisis en

    el seno de la ASL, la cual puso en

    entredicho la existencia misma de la