Un Análisis de La Relación Entre El Ansia de Inmortalidad y El Papel de La Mujer en La Obra de...
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Instituto de lenguas Romnicas.
Niebla: un anlisis de la relacin entre el ansia de inmortalidad y el papel de la mujer en
la obra de Miguel de Unamuno.
Tesina de 40 a 60 puntos.
Estudiante: Bjrn Moberg
Director de la tesina: Juan Wilhellmi
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Introduccin
En esta tesina se tratar mostrar la relacin entre el ansia de inmortalidad y el mito de la mujer
protectora, consoladora y materna dentro de la filosofa de Miguel de Unamuno. Como
ejemplo concreto de esta relacin se va a usar la novela Niebla, publicada en el ao 1914.
Por qu es Unamuno relevante como objeto de estudios para escribir una tesina? Adems de
ser una de las figuras ms importantes del mundo cultural de Espaa en el siglo XX es un
representante muy adecuado de todo el ambiente intelectual que predominaba en Espaa en su
poca. En sus pensamientos y obras caben casi todos los asuntos considerados importantes en
su tiempo: La preocupacin por la identidad de Espaa de la generacin del 98, el desarrollo
antipositivista y el enfoque en el sentimiento ms que en la lgica de los modernistas, las
cuestiones existenciales y morales de la generacin contempornea de filsofos (Nietzhe,
Kirkegaard, Shopenhauer etc.). Incluso, el historiador Jos Luis Abelln describe a Unamuno
como epnimo de la generacin del 98. (Abelln, 1989, pg 328)
Lo que hace a Unamuno un hombre de su poca no es solamente el rumbo de sus
pensamientos sino tambin su estilo literario. Las perspectivas subjetivas y el enfoque en la
vida sentimental de los personajes es un rasgo comn en muchos autores, tanto generalmente
en el modernismo como en la generacin del 98, que rechazaron el estilo realista y naturalista
de estructura pedaggica y objetiva de sus novelas.
Representa Unamuno todas las ideas de todos los espaoles del principio del siglo XX? Por
supuesto que no, no hay quien lo haga. No hay duda, adems, de que Unamuno fue un
carcter que le dio mucha importancia a su propia individualidad y, de hecho, tambin cre
sus propias ideas filosficas. Sin embargo, Unamuno expresa opiniones sobre todos los
asuntos que se ven como centrales en la mentalidad de la poca, siendo por lo tanto un buen
objeto de estudios para acercarse a las ideas de su tiempo. Otro hecho importante es que uno
de los rasgos comunes dentro de la poca moderna es precisamente la individualidad.
Por qu usar Niebla como ejemplo del pensamiento (o sentimiento) unamuniano?
Principalmente por ser una obra muy comentada y discutida tanto por crticos y analistas
como por historiadores. En segundo lugar por ser un gran ejemplo de los pensamientos y
dudas que van a ser centrales en toda la obra de Unamuno despus de su crisis religiosa en
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1897. Dos ejemplos de estos pensamientos centrales son la bsqueda de inmortalidad y el
enfoque en el sentimiento. Adems, el hecho de que sea una obra literaria y no un ensayo
provoca tambin que el sentimiento y la subjetividad estn siempre presentes; es una obra
hecha para presentar, adems de ideas, emociones.
La razn por la que he seleccionado el tema del ideal de la mujer en relacin con las dudas
existenciales presentadas en la novela, es que los pensamientos de cmo son las mujeres
representan un motor central para el desarrollo del argumento, cuyas conclusiones se ven cada
vez ms claras en las partes intensas de los captulos finales. En Niebla, las dudas
existenciales del protagonista Augusto Prez son paralelas a las reflexiones que hace
constantemente de las mujeres que va conociendo, particularmente de Eugenia, el objeto de
sus sueos del ideal femenino.
Ya que Niebla est escrita, como todas las novelas, con una finalidad, esta relacin tiene que
estar representada tambin en los pensamientos y reflexiones del propio Unamuno. Por lo
tanto, si uno quiere llegar a una conclusin de cmo funciona la relacin entre el sueo del
hombre, acerca de la mujer ideal y de su ansia de eternizarse, tenemos que ir ms all de la
novela y reflexionar sobre el autor, su vida y sus experiencias.
Teniendo en cuenta todo lo dicho, para el anlisis de esta tesina se va a usar material escrito
sobre Unamuno y sobre la poca en la que vivi para intentar mostrar que la historia de
Niebla en gran medida presenta el papel que toma el ideal de la mujer en la filosofa
existencial de Unamuno.
Dado que el vasco mismo escribi mucho sobre el tema existencial adems de Niebla, se va
tambin a hacer uso de sus propias palabras y ver cmo estn stas conectadas con la relacin
que quiero mostrar. Particularmente se va a usar el ensayo unamuniano Del sentimiento
trgico de la vida, visto por muchos crticos como un punto central en la obra de Unamuno
sobre el tema de el ansia de inmortalidad (Jos Luis Abelln lo describe como la culminacin
de sus inquietudes religiosas y existenciales). (Abelln, 1989, 242).
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La vida de Miguel de Unamuno
En el libro Para leer a Unamuno, Pedro Ribas, profesor de historia del pensamiento espaol,
declara ya en las primeras pginas que Probablemente, el hacer literatura de su propia vida,
el novelarse a si mismo, es una de las caractersticas clave de Unamuno. (Ribas, 2002, pg.
14). De hecho, la tpica novela unamuniana es una historia personal e ntima hecha con un
claro propsito de reflejar la vida interior del propio autor. Ribas insiste tambin en la
importancia que Unamuno le daba a la poesa como personalizadora de sentimientos, como
una gran manera de expresin del yo singular (un trmino muy frecuente en la obra de
Unamuno) (Ribas, 2002, pg. 33).
Habiendo aclarado esto, no es difcil sacar la conclusin de que una tarea inevitable para
entender la obra de Unamuno es entender cmo fue su vida. Unamuno naci en Bilbao y all
vivi durante toda su juventud hasta empezar sus estudios en Madrid. Fue hijo de una familia
catlica, lo normal para un espaol nacido en su tiempo. Su padre era indiano (haba emigrado
a Amrica y vuelto a Espaa) y la familia tena una pequea fortuna, haciendo a Unamuno
hijo de la pequea burguesa. Segn Pedro Ribas, Unamuno era un nio hogareo y ligado
a la familia; parece haber sentido una gran seguridad tanto en su familia como en la tierra
vasca (Ribas, 2002, pg. 15)
Carlos Pars, catedrtico emrito en la Universidad Autnoma de Madrid, est de acuerdo con
Pedro Ribas en que Unamuno tuvo una infancia feliz y que siempre recordara su etapa de
juventud en el Pas Vasco como una poca de seguridad, de amparo y proteccin maternal.
Este sentimiento tambin se iba a prolongar despus de la infancia, en parte por el matrimonio
con Concha, una mujer por la que pareca tener aquellos mismos sentimientos hogareos.
Otro hecho importante de la infancia de Unamuno fue la muerte de su padre cuando aquel
todava tena pocos aos. (Pars, 1989, pg. 107). Unamuno sufri la ausencia de una figura
paternal, un sentimiento que se prolongara con la ausencia de un maestro durante sus aos de
lectura juvenil en la biblioteca local. Unamuno fue, en otras palabras, un hombre que tuvo que
buscar su identidad sin la ayuda de un modelo masculino a seguir. Este hecho se nota bien en
una novela como Niebla, pero de esto volver a hablar ms tarde.
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El pequeo Unamuno pronto tom inters por las lenguas y la filosofa, dedicando a ellas
mucho tiempo en la biblioteca local. Se decidi luego a dejar su tierra natal para estudiar en
Madrid, ya que Bilbao careca de universidad pblica (slo haba una universidad jesuita).
Durante su temporada en Madrid, el escritor vasco descubri y desarroll cada vez ms el
amor por su Pas Vasco. Unamuno pareca en esta poca como un vasco tpico: amante de su
tierra y de las viejas tradiciones y fiestas. Quiz sea por eso por lo que sus primeras
descripciones de Castilla fueran negativas; Unamuno describa entonces un paisaje
deprimente, seco como la gente que lo habitaba. Tampoco le tena mucho cario a Madrid
como ciudad, dado que prefera las ciudades ms pequeas (Ribas, 2002, pg. 39). En esta
poca se ve claramente el ansia del amparo y seguridad de su hogar de Bilbao. Parece tambin
que parte del escritor se qued en el Pas Vasco, por los artculos y las tesis que public, que
reflexionaban en gran parte sobre la herencia y el futuro de los vascos (Rivas, 2002, pg. 19-
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La sensacin de tener un hogar propio en Castilla no se iba a presentar hasta que Unamuno se
mudara a Salamanca. En esta ciudad, iba a sentirse como en casa con la sensacin de
tranquilidad, la presencia histrica y la austeridad castellana. (Ribas, 2002, pg. 43). Parece,
sin embargo, que el amor que sinti por la tierra castellana era el mismo que siempre haba
tenido por Bilbao. De hecho, en una poca posterior de su vida, durante el exilio en
Fuerteventura y Francia, describira la misma nostalgia por Salamanca y Castilla (Rivas,
2002, pg. 175).
En Castilla, Unamuno empez pronto a tomar inters por la poltica, y en Salamanca
simpatiz cada vez ms con la izquierda hasta que al final se proclam socialista y fue el
primer catedrtico universitario de universidad que form parte del PSOE. Adoraba al
socialismo como la religin de la humanidad. Este rumbo tomado parece una decisin muy
individual e independiente, como iban a ser las que tomara durante toda su vida,
especialmente considerando que la simpata por el socialismo no era muy comn en las clases
altas de la burguesa y el mundo universitario. (Ribas, 2002, 58). No obstante, Unamuno no
fue nunca el tpico socialista; no crea plenamente en el empirismo y el positivismo, y adems
compar el socialismo con la religin cristiana. (Ribas, 2002, 55).
En el ao 1897, su periodo racionalista y, en parte, tambin el socialista, tuvieron un fin
abrupto como resultado de una grave crisis religiosa y existencial. Unamuno descubri que no
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poda darle un sentido a la vida con la lgica que tanto haba apoyado. Desde aquel momento,
en la filosofa unamuniana, la lgica y la ciencia se iban a poner en contraste con la fe catlica
con su sentido de proteccin de Dios y el amparo de la infancia. Al filsofo vasco le iba a
parecer cada vez ms que uno de los dos lados siempre tena que excluir al otro. Fue
justamente este problema existencial que provoc una serie de obras literarias que trataron de
reflexionar sobre el sentido de la vida humana. Una de estas novelas que ms xito tuvo fue
Niebla.
La poca de Unamuno
Hemos dicho que Unamuno, en muchos sentidos, fue un hombre de su poca. Por lo tanto,
para entender del todo las cuestiones que present el vasco en su obra y las opiniones que
expres sobre ellas, tenemos tambin que analizar el ambiente literario e intelectual en el que
viva.
Segn el historiador Jos Luis Abelln, el fin del siglo XIX fue una poca de muchas
tendencias diferentes. Sin embargo, un rasgo normal entre ellas fue una reaccin
antipositivista, una tendencia que unos llaman neorromntica en la literatura. (Abelln,
1989, ps. 25).
En la poca anterior se haba dado cada vez ms importancia a la ciencia por muchos nuevos
descubrimientos de la industrializacin del mundo occidental. La ciencia pareca la nueva
religin que poda explicarlo todo. Haba ciencias que intentaban explicar a Dios y el alma
humana, cosa que Unamuno llam supersticin cientfica. Los intelectuales empezaban a
pensar que la ciencia, despus de todo, no poda explicar la vida humana. Esto llev, en el fin
del siglo, a una crisis del Sentido comn. (Abelln, 1989, pg39).
La nueva generacin de filsofos, por lo tanto, se enfoc en la importancia del alma humana,
del sentimiento y de la religin para darle a la vida aquel sentido ausente durante la poca
anterior.
En el territorio de la literatura, la segunda mitad del siglo XIX haba sido la gran poca de los
realistas y los naturalistas. El realismo fue un estilo que intentaba ver la realidad de manera
tan objetiva y clara como era posible para que la opinin del autor quedase obvia. Un ejemplo
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claro de este estilo y sus efectos es La comedia humana de Balzac, en la que se enfoca cada
rincn de Pars para mostrar las ideas del propio autor sobre cmo es aquella ciudad. El
narrador en el realismo normalmente es pedaggico, como si actuara de profesor del lector.
A la Espaa del final del siglo XIX lleg el modernismo, una tendencia que se puso
fuertemente en contra del realismo y el naturalismo. Los escritores modernistas queran
producir una literatura lo ms personal que fuera posible, muchas veces con personajes
complejos con lados contradictorios. Daban tambin importancia a la belleza y al lado
sentimental de la palabra, un hecho que tambin se da en el neorromanticismo. En el
modernismo, recibieron tambin lugar nuevo los temas religiosos y morales (Abelln, 1989,
pg. 74).
Unamuno nunca se consider modernista. Rechaz la palabra en s pensando que tena un
sentido frvolo. Aun as, Unamuno fue uno de los luchadores ms grandes en Espaa por la
importancia del sentimiento; defendi tanto la religin cristiana como la irracionalidad. Sus
temas parecen, por lo tanto, ocuparse de las mismas cuestiones de las que se ocup el
modernismo (Abelln, 1989, pg. 81).
El fin del siglo XIX marca, segn muchos historiadores espaoles, el fin de una poca de
Espaa como imperio de gran poder internacional. La prdida de las ltimas colonias en 1898
fue el ltimo suceso simblico que llev a Espaa a una crisis de identidad. Los espaoles se
iban preguntando cul sera el futuro de Espaa y qu era precisamente lo espaol.
De estos sentimientos y reflexiones surgi la llamada Generacin del 98, que tom como
cuestin central el problema de Espaa. La mayora de los autores ms famosos de esta
generacin era de la periferia de Espaa, que mantena su carcter regional a la hora de
expresarse. Sin embargo, sus pensamientos sobre su Espaa contempornea se enfocaban en
la vieja Castilla. Eran en gran parte hombres de la pequea burguesa (Abelln, 1989, pg.
173).
En esta descripcin, se puede ver muchos temas de Unamuno, con sus reflexiones sobre el
catolicismo quijotesco de Espaa, donde Unamuno otra vez se enfocaba en el ansia de no
morir. Este quijotismo unamuniano haca tambin uso, como expresa el trmino en s, de
caracteres especialmente espaoles para dirigirse especficamente a Espaa como un pueblo.
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Adem, idealizaba sobre las tierras del Pas Vasco y el viejo campo de Castilla y Len, un
hecho claramente reflejado en sus poesas.
La filosofa individual del escritor, no obstante, no tuvo muchos equivalentes en el resto de
los autores de la generacin. El ansia de inmortalidad tampoco fue un tema que todos los
noventayochistas tuvieran en comn. Sin embargo tambin se podra describir sus posiciones
como individualista y enfocados en el yo (siendo tambin en el caso de Unamuno un yo
especialmente espaol) como un rasgo de la generacin.
Otro hecho notable al comparar a Unamuno con los dems componentes de la Generacin del
98 es que la crisis de Espaa ocurri casi al mismo tiempo que la crisis del propio Unamuno.
Adems, las dos tienen rasgos comunes: La bsqueda de identidad, las preocupaciones por el
futuro (en el caso de Unamuno tanto por el futuro de su vida como por el futuro ms all de la
muerte), el intento de encontrar el sentido de lo espaol mediante la irracionalidad, etc.
La filosofa unamuniana y la relacin entre el sueo de inmortalidad y el ideal de la
mujer.
Miguel de Unamuno fue, adems de escritor, catedrtico universitario y rector de la
universidad de Salamanca, uno de los hombres ms importantes de la filosofa espaola de la
poca. Se nota tambin en la filosofa de Unamuno que hay muchos temas paralelos a los que
trata en sus novelas y poemas. Hemos dicho antes que Unamuno fue un novelista que haca
literatura sobre s mismo. Ya que la filosofa tambin fue gran parte de su vida, las preguntas
que se presentan en la ficcin de Unamuno bien pueden tener respuestas en una lectura de su
obra filosfica. En esto vamos a entrar ahora.
Para entrar en el mundo filosfico de Unamuno, voy a usar sobre todo uno de sus ensayos
ms importantes: Del sentimiento trgico de la vida en los hombres y en los pueblos, ya que
es considerado generalmente un punto culminante en la filosofa del escritor vasco y, por l
mismo, " (...) lo ms sustancial y fundamental que he escrito (...)." (Unamuno, 1993, pg. 9).
Esta "culminacin filosfica" de Unamuno trata los temas que se van a ver como centrales en
casi toda su obra: la contradiccin entre la fe y la lgica, el ansia de inmortalidad puesta en
contraste con la imposibilidad de una evidencia racional de la existencia de Dios, etctera. Es
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tambin un ensayo sobre la necesidad del ser humano de ir en contra de la razn, de seguir su
propio camino para darle el sentido a la vida que la lgica no puede ofrecer. Unamuno expresa
adems su admiracin por la figura del Quijote, un hombre que sigue sus principios y sus
creencias para hacer lo que a l le parece justo. Todos estos temas vuelven, de una manera u
otra, a la obra unamuniana posterior, en parte a novelas como Niebla.
El mayor dilema que presenta Unamuno en aquel ensayo es el de la existencia de Dios.
Unamuno insiste en que con mtodos cientficos no se puede probar la existencia de un Dios
ni que el alma humana que siga viviendo despus de la muerte. Sin embargo, otra tesis
unamuniana es que sin la existencia de Dios la vida no tiene sentido (Pars, 1989, pg. 33).
Esto crea, naturalmente, un conflicto entre la ciencia y la religin, entre el mundo racional
(cientfico) y el mundo vital (religioso).
El ser humano siente, segn nuestro escritor, una necesidad de salvacin y seguridad
espiritual que la lgica nunca le puede dar. Por eso, la lgica y la razn no bastan para todas
las necesidades del ser humano, sino que tenemos que ir ms all. Sin embargo, la lgica
siempre va en contra del corazn, y ni Dios ni la salvacin del alma se muestran en la vida de
los hombres. Este hecho representa para Unamuno el sentimiento trgico de la vida:
(...) vivir es una cosa y conocer otra, y como veremos, acaso hay entre ellas una tal oposicin
que podamos decir que todo lo vital es antirracional, no ya slo irracional, y todo lo racional,
antivital. Y esta es la base del sentimiento trgico de la vida.
Unamuno, 1993, pg. 75.
En el ideal de Don Quijote, no obstante, hay una esperanza irracional, una lucha contra la
razn y un sueo de un paraso cristiano de donde fueron sacados Adn y Eva por haber
tenido la curiosidad del conocimiento por el conocimiento mismo. Este sueo con el paraso
se compara con la cuna de la infancia, la maternal y consoladora (Pars, 1989, pg. 102). En el
sueo del paraso, por lo tanto, existe uno de los ejemplos de la relacin entre el problema
existencial y el sueo de la madre o la mujer ideal.
Si vamos a analizar el papel que toma la mujer en la filosofa de Unamuno, la primera cosa
que hay que tener en cuenta es que sta es la filosofa de un hombre heterosexual, o sea, que
la mujer, en el mundo de Unamuno, se va a relacionar tambin con el sueo de amor.
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Cmo es entonces el amor en la filosofa unamuniana? Dado que es uno de los sentimientos
ms intensos del ser humano, el amor es algo que confirma fuertemente que una persona est
viva. Se relaciona tambin el amor con el dolor y el filsofo vasco describe un juego entre los
dos sentimientos. (Pars, 1989, pg. 182). La realidad ms autntica en el mundo de Unamuno
siempre es la ntima y personal, la subjetiva. Es por eso que el amor nos mantiene vivos: El
sentimiento de la vanidad del mundo nos mete el amor, nico en que se vence lo vano y
transitorio, nico que rellena y eterniza la vida. (Unamuno, 1993, pg. 80). Otra frase que
claramente expresa lo mismo es la de Augusto Prez, protagonista de Niebla: Amo, ergo
sum (Amo, por lo tanto soy). (Unamuno, 2005, pg. 141).
Si el amor tiene una gran importancia para Unamuno, en segundo lugar puede uno llegar a
preguntar si el amor de la mujer, en la filosofa unamuniana, se diferencia del amor del
hombre en su naturaleza. Existe aqu un territorio donde uno ve claro el papel de la madre
consoladora en las descripciones. En Del sentimiento trgico de la vida opina Unamuno que
El amor maternal, qu es sino compasin al dbil, al desvalido, al pobre nio inerme que
necesita de la leche y del regazo de la madre? Y en la mujer todo amor es maternal.
(Unamuno, 1993, pg. 164). La mujer es, en otras palabras, siempre la que cuida del hombre y
le da proteccin, no slo durante la infancia sino toda la vida. En otra cita del mismo ensayo,
el vasco describe la relacin entre hombre y mujer, an siendo adultos, como de la misma
manera:
El amor de la mujer (...) es siempre en su fondo compasivo, es maternal. La mujer se rinde la
amante porque le siente sufrir con el deseo. Isabel compadeci a Lorenzo, Julieta a Romeo,
Francisca a Pablo. La mujer parece decir: !Ven, pobrecito, y no sufras tanto por mi causa!. Y
por eso es su amor ms amoroso y ms puro que el del hombre y ms valiente y ms largo.
Unamuno, 1993, pg. 165.
Unamuno opina aqu que un hombre no puede amar nunca con la misma ternura que tiene una
mujer, puesto que la forma masculina de amar nunca es la de la compasin y el alivio del
dolor. En vez de esto, los hombres son los que sufren con el deseo, los que les piden amor a
las mujeres, y ellas son las que se rinden. Se entiende de esto que el amor adulto y ertico
funciona, en la filosofa unamuniana, de la misma manera que el amor entre una madre y su
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hijo: el hombre funciona como el pobre nio que necesita del amor de la mujer de la misma
manera que de la leche y del regazo de la madre.
Carlos Pars habla de una sensacin que se ve en la obra unamuniana de ser expsito en el
mundo, de haber salido al mundo para tener conocimientos y de encontrarse robado de la
identidad que antes se tena (Pars, 1989, 103). Unamuno se vale de una manera semejante de
la figura de Can, que al ser expsito en el mundo, al haber cometido el pecado de matar a su
hermano, siempre va a buscar la compasin de Dios (Pars, 1989, 182).
El sentido de la expulsin del paraso tambin puede relacionarse con el sentido de ser
expulsado de los brazos de la madre al entrar en el gran mundo y en el abandono. Los
hombres (todos pecadores desde Eva y Adn segn la fe cristiana) buscan entonces una nueva
mujer, equivalente a la madre, para darles la misma proteccin que tenan antes. (Pars, 1989,
pg. 105)
De hecho siempre es la mujer la que representa para Unamuno el alivio del dolor, o incluso un
mundo ms all del dolor, un mundo de amparo. Carlos Pars nos habla tambin del sueo
unamuniano con la vuelta al paraso como vuelta a la ultracuna:
(...) Constantemente alienta en l [Unamuno] la nostalgia del paraso en sus dimensiones varias;
el relato del Gnesis aparece recordado repetidamente en las pginas de Don Miguel. Y es la
nostalgia del regreso a la naturaleza o a los das de ultracuna, del retorno al claustro materno,
a la tierra, la matria.
Pars, 1989, pg. 102
La conclusin de todas estas citas tiene que ser que los sueos del paraso cristiano y el del
paraso maternal estn claramente conectados, que son, en cierto sentido, el mismo sueo
interpretado de dos maneras. Espiritualmente, los hombres buscan la inmortalidad en Dios y
suean con el paraso de Adn y Eva, y aqu en la tierra, suean con el regreso a otro paraso,
aqu siendo ste una madre cariosa y tierna.
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La figura del padre
Un hecho curioso que mencionamos al hablar de la vida de Miguel de Unamuno fue la
ausencia del padre. Este hecho influye claramente en la filosofa de Unamuno, ya que la
figura del padre aparece como un gran signo de interrogacin. Uno podra preguntarse qu
tipo de papel toma el padre en este sueo del paraso maternal. Carlos Pars describe la figura
paternal de Unamuno como un sentimiento de gran ausencia, de falta de un modelo masculino
con quien identificarse. (Pars, 1989, pg. 107)
En las obras de Unamuno, este hueco que deja el padre a veces parece presentarse como un
sueo de un tipo distinto de paraso lejano, un paraso paternal. Expsitos en el mundo y sin
saber cmo funciona, soamos con entender nuestras vidas, la razn por la que estamos aqu y
cmo actuar en la tierra donde vivimos. Buscamos tambin tener confianza, tanto sobre el
mundo como sobre lo que en l debemos hacer. (Pars, 1989, pg. 113). La ausencia del padre
como gua en el mundo real se parece aqu a la ausencia de Dios, de quien queremos las
respuestas para comprender el sentido de nuestra estancia en la tierra.
Hay otro aspecto de la figura del padre en la filosofa unamuniana: la imagen de Dios como
poderoso patriarca. En la obra La ta Tula tenemos como lectores una imagen de un dios que
condena a los pecadores, mientras que la figura maternal representa todo el lado del
cristianismo que le perdona las malas acciones al ser humano:
Dios era y es en nuestras mentes masculino. Su modo de juzgar y condenar a los hombres, modo
de varn, no de persona humana por encima de sexo; modo de Padre, para compensarlo haca
falta la Madre que perdona siempre, la Madre que abre siempre los brazos al hijo cuando huye
este de la mano levantada o del ceo fruncido del irritado padre; la madre en cuyo regazo se
busca como consuelo una oscura remembranza de aquella tibia paz de la conciencia que dentro
de l fue el alba que precedi a nuestro nacimiento y un dejo de aquella dulce leche que
embalsam nuestros sueos de inocencia; la Madre que no conoce ms justicia que el perdn ni
ms ley que el amor.
Unamuno citado por Abelln, 1989, pg. 263.
Aqu hay muchos aspectos de lo masculino como juez y lo femenino como consolador: la
mujer no se presenta en ninguna parte como irritada, y mucho menos con la mano
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levantada. Parece que el nio (o el hombre) no puede encontrar ningn consuelo en el mundo
masculino, que se presenta como duro y agresivo. Parece obvio tambin que la justicia y la
ley de lo femenino que describe Unamuno estn puestas en contraste con la ley masculina,
una ley dura y fra sin clemencia.
Tenemos entonces dos lados del papel masculino. El primero es el gua en la vida, el que nos
ayuda a entender como funciona el mundo, pero que para Unamuno mismo es una figura
ausente e inaccesible. El segundo es el Dios agresivo que muestra agresividad y condena los
pecados.
Podemos sacar de todo esto que el padre nos ayuda en el mundo a entender cmo vivir en la
tierra. Sin embargo, el padre no parece apoyarnos emocionalmente (ms bien lo contrario) y
parece, como se dice en la cita de antes, que necesita lacompensacin del mundo femenino.
El paraso paternal nos da seguridad, pero no es sino una seguridad prctica para movernos
cmodamente en el mundo en el que vivimos esta vida. Para tener seguridad emocional
necesitamos el consuelo femenino. Parece tambin que el Dios masculino no nos puede dar la
felicidad de sentirnos inmortales y seguros de que no vamos a desaparecer en el vaco cuando
dejemos este mundo. El Dios masculino nos da, como el padre, seales de cmo debemos
vivir y es la fuente de la moral de lo bueno y lo malo, pero para sentir la fe que nos libra de
dudas sobre el sentido de nuestra existencia tambin tenemos que ir al lado maternal de lo
espiritual.
Hemos dicho ya muchas veces que Unamuno luchaba por el sentimiento en vez de la lgica y
la razn, que pona nfasis (desde la crisis de 1897) ms en el ansia del individuo de no morir
que en las estructuras polticas contemporneas de la sociedad terrenal (aunque siempre
estuvo involucrado de alguna manera en la poltica de su tiempo). Si tenemos esto en cuenta,
no es difcil llegar a la conclusin de que Unamuno estba ms a favor del modelo de la madre
que perdona al hijo que del padre que lo castiga, y que vea como ms importante el paraso
de eterna ternura maternal que el Dios de la ley y la justicia del que hablbamos.
Ya decamos, sin embargo, que Unamuno siempre sinti una gran nostalgia de una figura
paternal. De este modo, el escritor vasco parece, despus de todo, ver los dos modelos como
importantes y completndose el uno al otro. Parece tambin que ve el paraso paternal, el de
poder actuar con confianza en este mundo, como un componente importante para la felicidad
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masculina, componente cuya falta en la vida del hombre le puede robar, en cierto sentido, la
capacidad para vivir en el mundo terrenal, hacindole tambin inseguro del mundo celeste.
Hay que tener en cuenta, asimismo, que seguimos hablando de un paraso, o sea, un sueo de
un mundo ms all del nuestro. No s si la ausencia del padre provoc todos los pensamientos
sobre la existencia humana que tuvo Unamuno, pero puede haber sido una de las causas por
las que sinti una necesidad de inmortalizarse a travs de su escritura (Abelln, 1989, pg.
254).
Niebla
Ahora estamos llegando al punto central delanlisis: cmo es el papel de la mujer en Niebla
y cul es la relacin entre ste y las dudas existenciales y religiosas de los hombres
(representados sobre todo por el protagonista Augusto Prez)?
Podemos ver, al leer Niebla, que Augusto Prez es un hombre cuya vida est marcada por una
cantidad de mujeres a medida que transcurre la accin. Por lo tanto, para entender mejor quin
es Augusto Prez, conviene echar una segunda mirada a quines son aquellas y de qu manera
lo afectan.
La primera de aquellas, que a lo mejor ms afecta la mentalidad de Augusto, es su madre. Ella
se presenta como cariosa y protectora, una madre que le dedica toda su vida al hijo y que
siente por l todo el amor del mundo. An en momentos muy tristes de su vida, la madre
consigue quedar en la mente de Augusto como una persona de ternura infinita:
Su madre iba y vena sin hacer ruido, como un pajarillo, siempre de negro, con una sonrisa, que
era el poso de las lgrimas de los primeros das de viudez, siempre en la boca y en torno de los
ojos escudriadores. tengo que vivir para ti, para ti solo le deca por las noches, antes de
acostarse - Augusto. Y este llevaba a sus sueos nocturnos un beso hmedo an en lgrimas
Unamuno, 2005, pg 132.
Los recuerdos de Augusto son recuerdos de una fuente de amor constante y eterno. An as,
como lector uno podra preguntarse si son los recuerdos de la madre real o los de los sueos
de la Madre perfecta los que queda en la memoria de Augusto. Dice el narrador de los
recuerdos infantiles del protagonista: Era, sobre todo, el cielo de recuerdos de su madre
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derramando una lumbre derretida y dulce sobre todas sus dems memorias (Unamuno, 2005,
pg. 131).
Un hecho interesante en la cita de arriba es el uso de la palabra cielo hablando de las
memorias de la infancia. Parece que desde el punto de vista de Augusto Prez, la madre
representa justamente aqul: el cielo, el paraso que le fue perdido a la muerte de la madre. El
recuerdo de este paraso (que se adeca bien al paraso maternal en la filosofa unamuniana
que veamos antes) le va a acompaar a Augusto durante todo el argumento de la novela y va
a ser el idilio que querr alcanzar con las dems mujeres.
La razn por la que hablbamos antes de la figura del padre en la filosofa unamuniana es que
el padre es un gran misterio para el protagonista, una parte desconocida de su vida: De su
padre apenas se acordaba; era una sombra mtica que se le perda en lo ms lejano (...).
Augusto crece solo con su madre, que siempre le protege del mundo exterior, y sin padre. Si
vemos la figura del padre como el gua de la vida presentado antes, no es difcil sacar de ella
que Augusto, a la muerte de su madre, acabada su proteccin maternal del mundo, carece de
capacidad de orientacin en la vida. Esto ya se muestra en las primeras pginas de la novela,
cuando Augusto sale un da de su casa sin saber siquiera adnde ir: Y ahora, hacia dnde
voy?, tiro a la derecha o a la izquierda?. (Unamuno, 2005, pg. 109).
Con la muerte de la madre desaparece tambin la sensacin de hogar de la casa donde vive
Augusto. Ya expresa Augusto en el primer captulo que Hogar? Mi casa no es hogar.
(Unamuno, 2005, pg. 113). El hogar infantil es otro componente representante del paraso
que ha construido Augusto en sus recuerdos, y que ha desaparecido en su vida adulta sin la
madre.
Augusto, desconociendo todo el mundo fuera de su casa, se enamora en seguida de la primera
mujer que ve. Esta va a ser la segunda mujer que marca su vida en la novela, Eugenia. El
nombre Eugenia viene del Gnesis, o sea, el comienzo de todos los humanos y lo que les ha
generado la vida hasta ahora. En otras palabras, el nombre Eugenia bien puede tener el sentido
directo del antiguo paraso del ser humano, con el que suean los hombres echados.
Lo que llama la atencin a Augusto de Eugenia son sus ojos. Los ojos de Eugenia parecen
ojos que pueden ver el mundo, ver el sentido que tiene, mientras que Augusto mismo, metido
en una gran niebla (representada por un constante monlogo interior de pensamientos, a
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veces muy desestructurados), no puede siquiera enterarse de su ambiente. Escribe Augusto en
una carta a Eugenia: Me haban llevado all [a su casa] sus ojos, sus ojos, que son refulgentes
estrellas mellizas en la nebulosa de mi mundo. (Unamuno, 2005, pg. 116)
Lo que busca Augusto en Eugenia es la misma proteccin que recibi de la madre antes.
Busca el mismo paraso maternal que recuerda de su infancia. Se crea una ilusin de aquel
paraso de la misma manera que un cristiano tiene una fe en el paraso de Adn y Eva.
Este sueo de la mujer como madre no est representado slamente en el personaje de
Augusto. Su mejor amigo, Victor Goti, por ejemplo, se encuentra en un matrimonio que no
puede ver como serio porque l y su pareja no tienen hijos. Describe su vida marital como un
juego y aade que la falta de un hijo los ha llevado a un conflicto que le ha alejado de su
mujer (Unamuno, 2002, pg. 176). Luego, cuando la mujer de Victor finalmente le ha dado
un nio, siente aqul que su relacin est completamente renovada y ve en su mujer una
belleza mucho ms grande de la que vea antes; anque en realidad la mujer de Victor ha
envejecido mucho por el parto, en los ojos de aqul est ms viva y ms joven que nunca,
ahora que se ha convertido en madre. (Unamuno, 2002, pg. 228).
Otro hombre que comparte el sueo del amor maternal de la mujer es don Avito Carrascal, un
hombre con quien Augusto se encuentra un da en la iglesia. El hijo de Don Avito se ha
quitado la vida, y este expresa que su mujer, al perder el hijo, se ha vuelto a consolar al
marido como hace una madre con su hijo. Adems, Don Avito expresa que l la necesita
justamente as: "Nunca, nunca ha sido ms madre que ahora." Poco despus, al hablar de la
madre de Augusto, dice el seor Carrascal: "(...) si quieres volver a tenerla, !csate, Augusto,
csate!" (Unamuno, 2002, pg. 174)
El sueo de Eugenia como una madre y un paraso, sin embargo, no es sino un sueo, y
Eugenia misma tiene una personalidad muchas veces completamente contraria a la que se
imagina Augusto. Al or que Eugenia es profesora de piano, por ejemplo, empieza a tener
grandes ilusiones de lo sensible que debe ser por practicar el arte de la msica. Eugenia, en
cambio, no se siente conmovida nunca por la msica, sino que la ve como intil y aburrida,
algo a lo que tiene que dedicarse para ganar dinero y sobrevivir. (Unamuno, 2005, pg. 145).
Augusto tambin se decide a ayudar a Eugenia con la hipoteca de su casa para acercarse a ella
y para que ella lo viera como un hombre bueno y generoso. Sin embargo Eugenia no hace
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sino enfadarse: (...) quiere usted comprarme; !quiere usted comprar... no mi amor, que se no
se compra, sino mi cuerpo! (...) Esto es, aunque usted no lo crea, una infamia, nada ms que
una infamia. (Unamuno, 2005, pg. 171).
Eugenia se ha quedado hurfana a tempreana edad y se ha acostumbrado a mantenerse sola.
Tiene inters en asegurarse de su independencia y elegir un hombre con quin casarse segn
su propia voluntad y sin ser influida por ningn otro, ni por Augusto ni por los tos con los
que vive. Trabaja de profesora de piano para ganarse la vida e intenta hacer un buen trabajo,
pero sin sentir ningn entusiasmo por lo que hace: Procuro cumplir lo mejor posible con mi
deber profesional, ya que tengo que ganarme la vida... (Unamuno, 2005, pg. 145).
Augusto recibe, de hecho, muchas seales de que Eugenia no es una mujer que represente el
paraso que l quiere. Victor Goti le dice adems que est enamorado simplenmente de
cabeza (Unamuno, 2005, pg. 157). Sin embargo los consejos y seales que recibe Augusto
no le sacan de la ilusin de Eugenia como representante del paraso maternal. Adems, parece
que Augusto ni siquiera est enamorado de Eugenia misma, sino de la imagen que se crea de
ella: Mi Eugenia, s, la ma iba dicindose- , sta que me estoy forjando a solas, y no la
otra, no la de carne y hueso, no la que vi cruzar por la puerta de mi casa (...). (Unamuno,
2005, pg. 115).
Hay otros ejemplos de que la mujer en el mundo real no cabe en el ideal que tiene Augusto.
Uno de ellos, que se encuentra ya pronto en la novela, es la criada Liduvina. Ella est casada
con el criado de la casa y all viven juntos. Es una mujer que mantiene el orden de la casa,
igual que el papel que tiene Eugenia. Sin embargo, tambin igual que la misma, Liduvina
tampoco ve ningn sentido en las artes: !El piano! Y eso, para qu sirve?, le pregunta a
Augusto cuando l expresa su entusiasmo de haberse enamorado de una profesora de piano.
(Unamuno, 2005, pg. 125).
Otra mujer que claramente mantiene el orden de la casa es la ta de Eugenia. El marido de esta
se considera anarquista y llega con miles de teoras sobre cmo mejorar el mundo para todo
ser humano. Ella, sin embargo, parece ver las ideas del marido como triviales, especialmente
al explicar que es ella la que pone la comida en la mesa a la misma hora cada da. (Unamuno,
2005, pg. 164).
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El papel de la mujer como la que mantiene el orden del hogar puede adecuarse bien con el
sentido de seguridad que busca Augusto Prez en una mujer. No obstante, la falta de
sentimientos por las artes, como ocurre con todas estas mujeres, choca contra el sueo de
sensibilidad que tambin forma parte del paraso que quiere alcanzar Augusto.
La ilusin de una vida con Eugenia, una vida que tenga sentido autntico y que saque a
Augusto de la niebla en la que vive, no cae hasta que Eugenia se escapa de su casa tres das
antes del matrimonio. De la misma manera que cae sta, tambin se va a derrumbar otra
ilusin: La de la inmortalidad del alma. Sin poder creer en el paraso maternal de su infancia,
Augusto tampoco puede seguir creyendo en el paraso del ms all y siente de repente un gran
vaco. Eugenia, la mujer que le da vida al hombre, al salir de la casa de Augusto, le ha quitado
su vida. Augusto mismo lo expresa claramente a su criada:
Entr en su casa, y no bien se volvi a ver en ella, solo, se le desencaden en el alma la
tempestad que le pareca calma. Le invadi un sentimiento de en que se daban confundidos
tristeza, amarga tristeza, celos, rabia, miedo, odio, amor, compasin, desprecio y, sobre todo,
vergenza, una enorme vergenza, y la terrible conciencia del ridculo en que quedaba.
-Me ha matado! - le dijo a Liduvina.
-Quin?
-Ella.
Unamuno, 2005, pg. 270.
Pronto, Augusto Prez se va a hablar con el autor, y sus ilusiones caen de nuevo. Acaba de
sufrir una crisis con lo que ha pasado con Eugenia, y ahora se va a Salamanca para enfrentarse
a otra. Ya antes de empezar a hablar, Augusto entra en el cuarto de Unamuno como un
fantasma. Llega entonces a saber que ni siquiera est en sus manos la ltima decisin que iba
a tomar en su vida: la de suicidarse. Llega a saber que l no es sino una idea, un sueo de Don
Miguel.
Augusto acta ahora con una actitud rebelde y luchadora, y el mismo Unamuno le ve
recobrar vida propia. La discusin entre los dos acelera rpidamente y llega a su clmax
cuando Unamuno expresa que este mismo va a matar a Don Augusto: !Ah, eso nunca!
Nunca! Nunca! le responde ste. (Unamuno, 2005, pg. 282). Augusto quiere mantener su
vida, su individualidad ante todo, aunque sea para ser controlado por un Dios que lo usa para
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contar una historia: Quiero vivir, aunque vuelva a ser burlado, aunque otra Eugenia y otro
Mauricio me desgarren el corazn. (Unamuno, 2004, pg. 283)
He aqu una contradiccin comn en los dilemas religiosos de Unamuno: El hombre quiere
ser un individuo independiente, pero a la misma vez quiere que exista un Dios para poder
darle inmortalidad, ayudarle a llegar al paraso de la eternidad. Augusto est ahora dispuesto a
sacrificar su voluntad para seguir viviendo; deja la idea de suicidarse, la nica accin que
podra haber tomado para controlar su propia vida, porque ms que nada le asusta el vaco, la
nada. Sin embargo aquella desesperacin le debilita an ms: despus de enfadarse de nuevo
con Don Miguel, parece perder toda la energa: Este supremo esfuerzo de pasin de vida, de
ansia de inmortalidad, le dej extenuado al pobre Augusto. (Unamuno, 2005, pg. 285).
La crisis existencial de Augusto se hace definitiva. Muere en su casa de manera misteriosa y
nadie encuentra solucin al problema. Mi teora es que Augusto muere porque pierde la fe, la
fe en el paraso de la inmortalidad del alma y la fe en el paraso de la vuelta a la infancia, el
Gnesis, la cuna materna. Estos dos parasos son, en cierto modo, el mismo; Augusto quera
alcanzar la inmortalidad para sentir una seguridad en su alma, la misma seguridad y el mismo
amparo que senta con su madre. Por eso estn conectadas la crisis del engao de Eugenia y la
del encuentro de Don Augusto con su creador.
En la novela existe, sin embargo, otra alternativa, otro camino que podra haber seguido
Augusto Prez. Este camino se representa por el nico ser que siempre le es leal, que sigue a
su lado hasta el final, que se entristece ms que nadie a su muerte y que, al fin, muere con l.
Este ser leal es el perro Orfeo.
El amor de Orfeo parece incondicional e infinito y, an sin poder hablarle, el perro parece
entender mejor que nadie a su amo (sobre todo en su monlogo al final de la novela). Adems,
Orfeo, como no habla, refleja los monlogos de Augusto de manera que l se entienda mejor a
s mismo. Augusto, expsito en este mundo, a lo mejor podra haberse salvado cuidando de
otro ser expsito y as, de s mismo. (Unamuno, 2005, 134). Es, en otras palabras, en l donde
Augusto podra haber encontrado tanto el paraso maternal, el del consuelo del alma, como el
paternal, el de entender el mundo y saber actuar en l. Sin embargo, Augusto est dispuesto a
dejar el perro en la calle para que Eugenia se venga a vivir con l. Busca, en otras palabras, la
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fe de la inmortalidad en otra persona en vez de en s mismo, lo cual provoca que la pierda
cuando ella lo deja.
Conclusiones
Para resumir lo que hemos analizado en esta tesina, Unamuno fue, en primer lugar, un hombre
hogareo que le daba mucha importancia a la familia y la tierra donde l se senta como en
casa. Hemos aclarado tambin que estos hechos, y adems su fe durante la infancia, chocaron
al fin con su participacin en el movimiento socialista y la importancia que este daba a lo
racional. Este choque produjo una crisis que le hizo reflexionar a Unamuno sobre el sentido
de una vida sin fe en ningn Dios.
Hemos aclarado que Unamuno, aunque fuera un hombre de muchas teoras individuales, fue
tambin un hombre de su poca. El filsofo vasco tiene en comn con ella los movimientos
neorromnticos y el problema de la identidad de Espaa al perder ella sus ltimos colonias.
Hemos dicho tambin que Unamuno se busc a s mismo en la culminacin de su crisis casi al
mismo tiempo que Espaa tuvo la suya y, asimismo, que las dos crisis tenan que ver con el
futuro: adnde ira Espaa ahora, qu sera lo importante en su ideologa, etc. Unamuno se
enfrent a la misma vez con las mismas preguntas.
Hemos examinado tambin en el ansia de inmortalidad en la filosofa unamuniana y la falta de
sentido de la vida si no podemos tener fe en que nuestra alma se ir a un lugar seguro y no a la
nada. Hemos relacionado tambin esta ansia de inmortalidad con el ansia de volver al paraso
de Adn y Eva, el comienzo, la ultracuna. Hemos mencionado tambin que la razn nos ha
echado de este paraso de la misma manera que Adn y Eva fueron echados por comer la fruta
del conocimiento.
Hemos visto, para continuar, la relacin entre el paraso de la biblia y el paraso unamuniano
de la infancia y el sueo del hombre adulto con volver al mundo seguro de la madre ideal, o el
paraso maternal. Como bien se dijo anteriormente, el hombre busca este paraso tambin en
las mujeres con las que se enamora de adulto, y el amor femenino, en la filosofa unamuniana
es maternal, consolador. Tambin hemos relacionado este sueo del paraso maternal con los
sentimientos hogareos de Unamuno y su ansia de siempre estar donde l se siente como en
casa, con su familia y en su tierra.
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Hemos mencionado, adems, la falta de modelo paternal de Unamuno y la imagen de la figura
del padre como ausente. Hemos descrito tambin el paraso paternal, el de sentirnos seguros
en el mundo donde vivimos y saber cmo funciona, un paraso que parece tambin ausente
para el escritor.
Al analizar Niebla hemos encontrado prcticamente todas las cuestiones filosficas que antes
analizamos. Augusto Prez suea, en primer lugar con volver a su casa infantil con su madre,
lo cual hemos relacionado tanto con el sueo del paraso maternal como los sentimientos
hogareos de Unamuno.
Augusto busca, adems, el mismo paraso en Eugenia, (la mujer que da vida, el Gnesis), y
esto se puede relacionar tanto con la descripcin del amor femenino como maternal y
consolador como con el sueo cristiano del paraso de Adn y Eva, el sueo de no morir.
En las descripciones de Augusto y su vida hemos encontrado tambin la ausencia del padre y
cmo esta ausencia, de la misma manera que a Unamuno mico, afecta al protagonista:
provoca que no sepa cmo actuar en el mundo fuera de la zona segura de la madre cariosa y
protectora.
Hemos encontrado, sin embargo, que el sueo del paraso maternal no se puede cumplir con
Eugenia, ya que ella en realidad no es como la imagen ideal que tiene Augusto. Este, sin
embargo, sigue creyendo que va a alcanzar el amor que antes reciba de la madre a travs de
Eugenia.
Augusto experimenta dos graves crisis, la de ser dejado por Eugenia y la de enfrentarse con su
creador, el autor. Hemos dicho que, al ser dejado por Eugenia, la imagen que tena Augusto
del paraso maternal que quera alcanzar, se rompe. Al perder la fe en l, el protagonista, en
cierto sentido, pierde la vida. Esto tambin lo hemos relacionado con el fallo de la fe en
serse, la de no morir como persona, que experimenta Augusto despus de hablar con el
autor. Las dos imgenes derrumbadas son sueos de dos parasos relacionados con el ansia de
no morir, de que sobreviva el alma. Los dos sueos se rompen por la razn y el conocimiento
(el conocimiento de que Eugenia no iba a darle a Augusto el amor incondicional de su madre
y el conocimiento de ser un ente de ficcin).
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Efectivamente, Augusto muere; no puede sobrevivir sin la fe en que su vida tiene sentido.
Hemos encontrado, sin embargo, un ser que le daba siempre al protagonista el amor que l
quera: el perro Orfeo. Este representa el camino que, ya al principio de la novela, podra
haber seguido pero no hizo. Hemos aclarado tambin que el perro Orfeo entiende a Augusto y
que, con l, el protagonista podra haberse entendido a si mismo. Una conclusin de esto
puede ser que no se puede buscar ni el sueo de la inmortalidad ni el del paraso de la
infancia, de la madre, en otra persona sino en s mismo. De hecho, Augusto habra necesitado,
ante todo, su propia fe para seguir viviendo.
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Bibliografa:
Unamuno, M. de. 2005, Niebla, Madrid, Ctedra.
Pars, C. 1989. Unamuno Estructura de su mundo intelectual. Barcelona, mbitos literarios.
Abelln, Jos L. 1989. Historia crtica del pensamiento espaol La crisis contempornea.
II, fin de siglo, modernismo, Generacin del 98 (1898-1913). Madrid, Espasa Calpe, S. A.
Unamuno, M. de. 1993. El sentimiento trgico de la vida en los hombres y en los pueblos.
Madrid. Espasa Calpe, S. A.
Ribas, P. 2002. Para leer a Unamuno. Madrid. Alianza Editorial.