Un artista argentino que vive entre el Viejo y el Nuevo Mundo … · 2014. 6. 1. · de Arte de las...

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D ueño de un estilo propio, en un género en el que sobresalen sátiros y faunos, escorzos renacentistas y partes del cuerpo humano, Ricardo Ci- nalli es hoy uno de los artistas argentinos con mayor presencia internacional. Des- de que se instaló en Londres en 1973, nunca dejó de pintar. Oleos, murales, es- culturas y escenografías son sólo algunas de las representaciones de un hombre que expuso en las más prestigiosas salas del mundo. Graduado en psicología y en artes plásticas, Cinalli es un fanático de la mo- numentalidad. Con obras como el altar de la Chapelle des Jesuites, en Nîmes, Francia, y los frescos del Vintners Place de Londres, se convirtió en un referen- te obligado del neomanierismo. Su casa en Buenos Aires es un vivo ejemplo de su estilo y de su interpretación del arte, donde recibió a ¡Hola! Argentina para hablar de su vida. –¿Qué recuerdos tiene de su infancia? –Nací en Rosario, pero me crie en un pueblo santafecino llamado Froilán Pala- cios. Mis raíces estuvieron marcadas por ser miembro de una familia de panade- ros y por vivir en un poblado dividido por las vías del ferrocarril. Siempre fui un Un artista argentino que vive entre el Viejo y el Nuevo Mundo ricarDo ciNalli “SieMpre toMe el exito coN NatUraliDaD y MiS aMigoS Me criticaN por Ser MoDeSto. eS qUe NUNca Me olViDo De MiS origeNeS” psicólogo, admirador de picasso y Magritte, creció en una familia de panaderos y desde chico demostró una marcada facilidad artística. Hoy, es considerado uno de los referentes del neomanierismo. reparte sus días entre londres y Buenos aires y, en exc lusiva para ¡Hola! Argentina, abre las puertas de su pied-à-terre, ubicado en un edificio art déco de 1931 Inspirado en la obra de Jean-Michel Frank, el dueño de casa pintó un mural en el comedor que plasma figuras de la mitología griega. Ninfas, esfinges y sátiros predominan en una obra llena de imaginación. Restaurado por el arquitecto Mario Salcedo, el pied-à- terre de Cinalli en Buenos Aires es un fiel reflejo de su estilo.

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D ueño de un estilo propio, en un género en el que sobresalen sátiros y faunos, escorzos renacentistas y

partes del cuerpo humano, Ricardo Ci-nalli es hoy uno de los artistas argentinos con mayor presencia internacional. Des-de que se instaló en Londres en 1973, nunca dejó de pintar. Oleos, murales, es-culturas y escenografías son sólo algunas de las representaciones de un hombre

que expuso en las más prestigiosas salas del mundo.

Graduado en psicología y en artes plásticas, Cinalli es un fanático de la mo-numentalidad. Con obras como el altar de la Chapelle des Jesuites, en Nîmes, Francia, y los frescos del Vintners Place de Londres, se convirtió en un referen-te obligado del neomanierismo. Su casa en Buenos Aires es un vivo ejemplo de

su estilo y de su interpretación del arte, donde recibió a ¡Hola! Argentina para hablar de su vida.

–¿Qué recuerdos tiene de su infancia?–Nací en Rosario, pero me crie en un

pueblo santafecino llamado Froilán Pala-cios. Mis raíces estuvieron marcadas por ser miembro de una familia de panade-ros y por vivir en un poblado dividido por las vías del ferrocarril. Siempre fui un

Un artista argentino que vive entre el Viejo y el Nuevo Mundo

ricarDo ciNalli “SieMpre toMe el exito coN NatUraliDaD y

MiS aMigoS Me criticaN por Ser MoDeSto. eS qUe NUNca Me olViDo De MiS origeNeS”

psicólogo, admirador de picasso y Magritte, creció en una familia de panaderos y desde chico demostró una marcada facilidad artística. Hoy,

es considerado uno de los referentes del neomanierismo. reparte sus días entre londres y Buenos aires y, en exclusiva para ¡Hola! Argentina, abre

las puertas de su pied-à-terre, ubicado en un edificio art déco de 1931

Inspirado en la obra de Jean-Michel Frank, el dueño de casa pintó un mural

en el comedor que plasma figuras de la mitología griega. Ninfas, esfinges y sátiros predominan en una obra llena

de imaginación. Restaurado por el arquitecto Mario Salcedo, el pied-à-terre de Cinalli en Buenos Aires es un

fiel reflejo de su estilo.

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Cinalli es un fan de Picasso y por eso no falta arte cubista en ninguna de sus casas. Fiel a los colores primarios, busca lograr

siempre espacios luminosos y custodiados por algún sátiro, una figura muy presente en toda su obra. Derecha, arriba: otro plano

del mural, en el que predomina el dorado.

chico rebelde y por eso mi mamá decidió que debía hacer algo que me tranquilizara. Así me anotó en música y pintura. Estuve nueve años en el Conservatorio Chopin de Rosario y al mismo tiempo to-maba clases de pintura en la aca-demia de Eugenio Fornells.

–¿Por qué cree que terminó de-dicándose a la pintura?

–Porque soy un poco disléxico. Si no puedo repetir dos veces un poema, mucho menos una pieza musical. La repetición no existe en mí, por lo tanto decidí que no había tiempo que perder y me incliné por la pintura. Con ella siempre creo cosas distintas, ge-nero nuevas ideas y me renuevo constantemente. Después me ano-té en Psicología en la Universidad Nacional de Rosario, porque que-

ría entender mejor la relación en-tre el arte y el subconsciente. En cuanto tuve el título bajo el brazo, me fui a vivir a Londres. Quería explorar nuevos horizontes y em-pezar a crear.

–¿Por qué Londres?–Porque en esa época, a princi-

pios de los 70, era la meca de la música y el arte. En ninguna otra ciudad de Europa se vivían tantos cambios y se generaba tanta van-guardia. Como ya tenía mi título y en Argentina se vivían tiempos muy difíciles, lo único que me in-teresaba era encontrar mi estilo, comenzar a crear mis primeras obras y construirme como artista. En cuanto llegué a Londres, me percaté de que en esa ciudad exis-tía una libertad absoluta y eso me llenaba de energía.

“Nací en rosario, pero me crie en un pueblo llamado Froilán palacios. Mis raíces

estuvieron marcadas por ser miembro de una familia de panaderos y por vivir en un poblado

dividido por las vías del ferrocarril”

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–¿Cómo fue la búsqueda de su estilo?–No hay duda de que Londres definió

mi estilo. Lo primero que hice al llegar fue inscribirme en el Hornsey College of Art (entre sus alumnos estuvo John Len-non). Un día, estando en casa, que queda-ba muy cerca del mercado de Spitalfields, comencé a explorar con unos pasteles que me había regalado mi madre. Mientras di-bujaba en papeles de seda, me di cuenta de que si engomaba unos sobre otros, se producía una infinidad de efectos tridi-mensionales y transparentes que daban un aspecto de levedad muy especial. Así fue como esta técnica se convirtió en el as-

pecto más reconocible de mi obra. Puedo decir que mi estilo nació por accidente.

–¿En qué momento Cinalli se volvió una marca registrada?

–Tuve la gran fortuna de que mi obra gustó en cuanto comencé a producir. En un principio tuve cierto temor porque la mayoría de mis cuadros eran desnu-dos. Pero ocurrió algo muy interesante: en 1983, algunas de mis piezas llegaron por casualidad a los ojos de José Gómez Sucre, fundador y director del Museo de Arte de las Américas de Washington, y él quedó prendado de mi obra. Me in-vitó a exponer en el museo que había

En un paseo por el Mercado de Pulgas, Ricardo encontró un par de impalas disecados de los que se enamoró inmediatamente. Los compró y los montó como instalación en su dormitorio.

“Compré dos para que se hicieran compañía. Después les pinté un cuadro de un bosque en estilo cubista para que se sintieran en su entorno”, cuenta uno de los artistas argentinos con mayor

presencia en el mundo. Derecha, abajo: inspirado en Piet Mondrian, Cinalli jugó con espejos para darles continuidad a los ambientes. Derecha, arriba: el artista neomanierista creó un espacio

con imágenes y objetos religiosos, de los que se declara fanático.

“Me da mucho placer hacer murales porque puedo

jugar con el espacio. tener el desafío de plasmar algo en un lugar gigantesco es

una de las sensaciones más maravillosas que

experimenté en mi vida”

fundado con apoyo de la Organización de los Estados Americanos. Puedo decir que ésa fue la primera gran muestra in-dividual que tuve. El éxito fue rotundo y los críticos no dejaron de halagarme. Un año después, el director del Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro me contactó y me invitó a montar mi segun-da gran muestra.

–Entonces, el éxito llegó muy rápido a su vida…

–Totalmente. Después de Río, co-mencé a exponer en todo el mundo. Sin proponérmelo, se me abrieron las puertas de los mejores museos. Desde el principio mi obra tuvo una gran acep-tación, algo que hasta el día de hoy me cuesta creer. Al poco tiempo comencé con el muralismo y empecé a recibir encargos para pintar frescos. Siempre tomé el éxito con mucha naturalidad y mis amigos me critican por ser modesto, pero creo que la modestia es una virtud que jamás debe perderse.

–¿Podría decirse que su obra emula la es-tética del renacimiento y el neoclasicismo?

–Creo que cuando ves una obra de arte, la juzgás por una serie de conoci-mientos adquiridos. En el pasado me criticaban por imitar las corrientes clá-sicas del arte, pero creo que mi obra no ha sido una imitación, sino una ruptu-ra. Mi obra destruye el academicismo, ya que solamente me maneja el amor por el cuerpo humano. Mi interpreta-ción del cuerpo es precisamente una denuncia a las escuelas más clásicas de la historia del arte.

–Pero no puede negar una gran in-fluencia de la escuela renacentista.

–Claro que no. Yo admiro enorme-mente a muchos artistas de esa época. Creo que soy un exponente del neoma-nierismo, un Andrea Mantegna de la ac-tualidad. A lo largo de toda mi carrera rescaté las formas humanas de los grie-

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gos y algunas técnicas de ese período, tal como el escorzo.

–¿Qué es lo que más placer le dio ha-cer a lo largo de tu vida artística?

–Algo que siempre me divirtió mucho fue crear escenografías para teatro y ballet. En 1997, hice la escenografía para la obra de Jean Cocteau Les Parents Terribles, para el Royal National Theatre de Londres. Un año más tarde, me pidieron que diseñara la del ballet de Maurice Ravel Daphnis et Chloé, que se presentó en el Teatro Munici-pal de Río de Janeiro. Y en 2002 me llama-ron del Teatro Colón para que me encar-gara de la puesta en escena de Las bodas de Fígaro, de Mozart. ¡Es fantástico ver tu arte plasmado sobre un escenario!

–¿Cómo definiría el arte?

–El arte es aquello inevitable en una sociedad civilizada. Es un producto de lo social y se desarrolla de distintas mane-ras. Una de las tantas cosas que nace de la esencia del hombre.

–¿Cuál es el mensaje que busca trans-mitir con su obra?

–Traer un poco de luz a la esencia hu-mana, porque el tema de la crisis reli-giosa es algo que me desvela. El fanatis-mo está de regreso en el mundo entero y creo que es necesario que los artistas contribuyamos a que las personas sea-mos más tolerantes. Mi obra tiene que ver con intentar que el ser humano re-flexione, pero eso sí, siempre con buen gusto. Jamás de forma agresiva. El hom-bre está al borde de la incertidumbre y

yo quiero que a través de mis creaciones encuentre respuestas.

–Ricardo, ¿cómo ideó esta casa?–Cuando compré este departamento,

lo que más me preocupaba era que al entrar no se generara una ruptura de estilos. Este edificio, obra de Valentín Brodsky, es Patrimonio Arquitectónico e Histórico. Fue construido en 1931 y ganó el Premio de Arquitectura de la Ciudad de Buenos Aires. Por eso quise respetar todo lo posible el estilo de la época.

–¿Cómo definiría la personalidad de su hogar?

–Creo que el mural del comedor es lo más sobresaliente. Lo pinté a lo largo de cuatro visitas que hice a Buenos Aires y aborda una temática basada en el clasicis-

mo. Tanto en mi casa de Londres como en ésta intento generar un entorno de buen humor. Un espacio elegante y divertido donde la despro-porción de los objetos lo hagan a uno sentirse cómodo. Mi cama, por ejemplo, es tan grande que no pude colocar otro mueble en la misma habitación. Me divierte jugar con el tamaño de los objetos. Esta es una casa que jamás me cansa y en la que me encanta estar. Algo imprescindi-ble es el uso de los espejos, porque sin ellos es muy difícil darles continuidad a los ambientes. Decorar una casa es como pintar un cuadro: la posición de los objetos crea una situación artísti-ca. Todo debe funcionar para que haya armonía. Esta casa es totalmente Cinalli.•

Derecha: a Cinalli siempre le gustó jugar con las proporciones de los objetos. “Mi cama es tan grande que no pude colocar otro mueble en la misma habitación”,

explica pocos días antes de partir hacia Islamabad, lugar donde se celebrará una muestra de su obra para conmemorar los 60 años de las relaciones diplomáticas entre Argentina y Pakistán. Abajo: con ánimo de emular la estética del art déco,

Ricardo instaló vidrios en lugar de azulejos en el baño principal de su casa porteña.

“estudié psicología porque quería entender mejor la relación entre el arte y el

subconsciente. en cuanto tuve el título bajo el brazo, me fui a vivir a londres en busca

de nuevos horizontes”

Texto: Rodolfo Vera CalderónFotos: Ignacio Arnedo