Un Concepto Sin Fundamento Biologico

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ALBERTO P1AZZA es profesor de genética humana de la Universidad de Tur ín. ( 1 ) PUnio el Viej o, Naturalis Hist o ria, ed. ingle sa por H. Rackham . NaUlral Hl.'il ory, R. l'.tcLchose, Gr.m Brl"taila.1979. (2 ) G.L. Leclcrc de Buffon, De /'harnme, tomos VIII r IX de HiswITC lU/rure/le. géTlI ! rale el parricu/im (/74 9- /788). El texto aquí reproduc id o pertenece ;11 9. vÍlriérés dam humail1l' , r. 32JII de la edIci ón por M. Duchet, Maspero. París. 1971. Alberto Piazza La esperanza de realizar una buena taxonomía humana está abocada al fracaso La mayoría de los caracteres exteriores del cuerpo , como el color de la piel y la forma de la cabeza , proceden de una adaptación al medio . Un análisis filogenético de los grupos humanos sobre la base de criterios estables y no sometidos a esta influencia del medio no permite clasificarlos en « razas ». La variación genética es mucho más importante entre los individuos de una misma poblac i ón que entre grupos diferentes. El estudio de la diversidad genética nos i nforma sobre todo acerca de la historia y la geografía de las poblaciones , confluyendo con el análisis lingü í stico . n el siglo V a.c., Herodoto men- ciona numerosos pueblos, sob re [Odo del mundo mediterráneo, de l os que precisa el nombre y la loca li ; zació n geográfica y describe las costum· bres y el aspecto físico. Esto convi ene al historiador griego en uno de los prime- ros antropó l ogos. L os fenicios y l os egip- cios conocían la existencia de l as pob l a- ciones africanas subs ahariana s. El Imperio romano, por su parte, estaba en contacto con l os africanos, los indios y, gracias al comercio, con l os pueblos de l sudeste asiático. El naturalista romano Plinio el Viejo (sig lo 1 a.c.) exp lica de manera ingenua la s diferencias física s entre l os africanos y l os europeos, a l as que considera consecuencia directa del cl i ma. Según él, l os africanos están «q ue - mados por el cuerpo celes te más próximo y vienen al mundo con una piel oscura)' unas barbas y cabellos ensor ri jados »; en el Nor- t e, lej os d el So l, ./os hombres rienen la piel blanca y el pelo rubio y liso». (I) Pero la s primeras tentativas se ri as para explicar las raza s no lle garon hasta el sig lo XVIII, con sus considerab l es conocimientos geográficos y su interés por la clasi ficaci ón de l os an im ales y la s plantas. El conde Buffon fue uno de l os primeros naturalistas que es tudiaron la s variaciones humanas. Buffon es taba 1052 MUNDO CI EN TíFICO 185 D ICIE M BRE 1997 convencido de que lo s se res human os pertenecen a un a especie única ... Todo lleva a la conclus ión, escribe Buffon, de que el género humano no está compuesto de especies esencialmente diferentes entre sí. Al contrari o, hubo al principio una sola especie de hombres, los cuales, al multipli- ca rse )' ex tend erse por wda la s uperfici e terres tre, sufri eron distintos cambios l )or influencia del clima, por diferencias de ali- mentación, por diferencias de modos de vida, por enfennedades epidémica s y tam- bién por la mezcla, di versa hasta el infinilO, de individuos más o menos parecidos. Al principio estas alteraciones no eran tan pro- nunciadas y sólo producían variedades ¡ndi- viduales. Lu ego , se convirtieron en varieda - des de la especie porque se hicieron más generales, más sensibles y más consta nt es a causa de la acción contin uad a de las mis- mas causas. P or último, se fueron perpe- (Hando de una generación a otra , como las defomlidades o las enfennedades que los padres legan a sus hijos» (!l También en el siglo XVIII, Cad van Linneo y Emmanuel Kant elaboraron li sta s de raza s humanas o, segú n el ca li - fic a tiv o de Linneo, de va riedades (véase el artículo de }onachan M arks, p. \.045). En 1776, el naturalista alemán Johann Fried ri ch B1umenbach, considerado el padre de la antropol og ía física y que Figura J. Dos árboles de las lXJblaciones humanas. La clasificación depende de/ nivel de jerarquía elegido para agn¡/Jar las poblaciones. Recorriendo el árbol de izqtáerda a derecha, e/número de grupos se vuelve cada vez más imponallte. Abajo: síntesis del árbol filogenético obtenido por L. Cavalli-Sforza y A. Pia zza a parrir del análisis genérico de J 20 alelos polimorfos para 42 poblaciones (1988). ESle árbol se establece a parrir de las frecuencias génicas. Arriba: árbol obtenido analizando ellJOlimorfismo del DNA elltre seis l >oblaciones. En este caso, lo que l >ermite establecer el árbol es la comparación de las sewencias de DNA y el anál isis de sus diferencias. Se canslara que, independiememenee de los crieerios de análisis elegidos, los africanos se encuencran en una rama separada de las demás poblaciones. Ello refuerza la hipótesis de numerosos , I)aleonlólogos según la cllal el hombre modemo nació en Africa y se difundió por el resLO del mundo.

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raza y racismo

Transcript of Un Concepto Sin Fundamento Biologico

ALBERTO P1AZZA es profesor de genética humana de la Universidad de Turín.

( 1 ) PUnio el Viejo, Naturalis Historia, ed. inglesa por H. Rackham. NaUlral Hl.'ilory, R. l'.tcLchose, Gr.m Brl"taila.1979. (2 ) G.L. Leclcrc de Buffon, De /'harnme, tomos

VIII r IX de HiswITC lU/rure/le. géTlI!rale el

parricu/im (/749-/788). El texto aquí reproducido pertenece ;11 c~pítlllo 9. vÍlriérés dam /'e5~Ct humail1l', r. 320· JII de la edIción por M. Duchet, Maspero. París. 1971.

Alberto Piazza

La esperanza de realizar una buena taxonomía humana está abocada al fracaso

La mayoría de los caracteres exteriores del cuerpo, como el color de la piel y la forma de la cabeza, proceden de una adaptación al medio. Un análisis filogenético de los grupos humanos sobre la base de criterios estables y no sometidos a esta influencia del medio no permite clasificarlos en «razas». La variación genética es mucho más importante entre los individuos de una misma población que entre grupos diferentes. El estudio de la diversidad genética nos informa sobre todo acerca de la historia y la geografía de las poblaciones, confluyendo con el análisis lingüístico.

n el siglo V a.c., Herodoto men­ciona numerosos pueblos, sobre [Odo del mundo medi terráneo,

de los que precisa el nombre y la locali; zación geográfica y describe las costum· bres y el aspecto físico. Esto conviene al historiador griego en uno de los prime­ros antropólogos. Los fenicios y los egip­cios conocían la existencia de las pobla­ciones africanas subsaharianas. El Imperio romano, por su parte, estaba en contacto con los africanos, los indios y, gracias al comercio, con los pueblos del sudeste asiático. El naturalista romano Plinio el Viejo (siglo 1 a.c.) explica de manera ingenua las diferencias físicas entre los africanos y los europeos, a las que considera consecuencia directa del cl ima. Según él, los africanos están «que­mados por el cuerpo celeste más próximo y vienen al mundo con una piel oscura)' unas barbas y cabellos ensorrijados»; en el Nor­te, lejos del Sol, ./os hombres rienen la piel blanca y el pelo rubio y liso». (I)

Pero las primeras tentativas serias para explicar las razas no llegaron hasta el siglo XVIII, con sus considerables conocimientos geográficos y su interés por la clasificación de los animales y las plantas. El conde Buffon fue uno de los primeros naturalistas que estudiaron las variaciones humanas. Buffon es taba

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convencido de que los seres humanos pertenecen a una especie única ... Todo lleva a la conclusión, escribe Buffon, de que el género humano no está compuesto de especies esencialmente diferentes entre sí. Al contrario, hubo al principio una sola especie de hombres, los cuales, al multipli­carse )' extenderse por wda la superficie terrestre, sufrieron distintos cambios l)or influencia del clima, por diferencias de ali­mentación, por diferencias de modos de vida, por enfennedades epidémicas y tam­bién por la mezcla, diversa hasta el infinilO, de individuos más o menos parecidos. Al principio estas alteraciones no eran tan pro­nunciadas y sólo producían variedades ¡ndi-

viduales. Luego, se convirtieron en varieda­des de la especie porque se hicieron más generales, más sensibles y más constantes a causa de la acción continuada de las mis­mas causas. Por último, se fueron perpe­(Hando de una generación a otra, como las defomlidades o las enfennedades que los padres legan a sus hijos»(!l

También en el siglo XVIII, Cad van Linneo y Emmanuel Kant elaboraron listas de razas humanas o, según el ca li ­ficativo de Linneo, de variedades (véase el artículo de }onachan Marks, p. \.045). En 1776, el naturalista alemán Johann Friedrich B1umenbach, considerado el padre de la antropología física y que

Figura J. Dos árboles de las lXJblaciones humanas. La clasificación depende de/ nivel de jerarquía elegido para agn¡/Jar las poblaciones. Recorriendo el árbol de izqtáerda a derecha, e/número de grupos se vuelve cada vez más imponallte. Abajo: síntesis del árbol filogenético obtenido por L. Cavalli-Sforza y A. Piazza a parrir del análisis genérico de J 20 alelos polimorfos para 42 poblaciones (1988). ESle árbol se establece a parrir de las frecuencias génicas. Arriba: árbol obtenido analizando ellJOlimorfismo del DNA elltre seis l>oblaciones. En este caso, lo que l>ermite establecer el árbol es la comparación de las sewencias de DNA y el análisis de sus diferencias. Se canslara que, independiememenee de los crieerios de análisis elegidos, los africanos se encuencran en una rama separada de las demás poblaciones. Ello refuerza la hipótesis de numerosos , I)aleonlólogos según la cllal el hombre modemo nació en Africa y se difundió por el resLO del mundo.

LA SELECC iÓN SEXUAL es la expresión científica que sirve para designar el impacto de la elección de compañero sexual sobre las características genéticas de la progen ie.

I J) c. Darwin. Tfu> Deseenl of Man alld Selecrl(J7\ al rdalion 10 Stx. Murrar, LonJres. 1871.

ejerció gran influencia, afirmó también la unicidad de la especie humana, que subdividió en cinco variedades: caucási~ ca (parece haber sido el primero en uti~

lizar el término), etíope (que incluía a todos los africanos), americana y malaya (que comprendía a los habitantes de las islas del Asia sudoriental y de la parte emonces conocida de Oceanía). En aquel tiempo, el color de la piel desem­peñaba para el profano el papel predo-

miname que todavía ejerce hoy. Tratan~

do de distanciarse de la referencia al color de la piel, el anaromista sueco Anders Retzius demostró en los años 1840 que era posible clasificar las razas sobre la base de criterios craneométricos, para lo cual invemó el índice cefálico o cocieme entre la anchura y la longitud del cráneo.

Después de la segunda guerra mundial , la introducci6n de los análisis genéticos estadisticos destron6 el indice cefálico

Durame un siglo. este modo de medir gozó de gran prestigio en amropo­logía física. Su popularidad estaba ligada a la simplicidad de las medidas de los seres vivos o de los cráneos, incluidos los fósiles, y a la impresión superficial de precisión que producía.

Después de la segunda guerra mun~ dial, con la imroducción de los análisis genéticos estadísticos, desapareció el imerés por el índice cefálico. Desde los

trabajos del antropólogo estadounidense Franz Boas, a finales de los años 1920, se sabe que su transmisión hereditaria es poco precisa: el índice cefálico es sens i ~ ble a los efectos del medio y especial­meme, como todas las dimensiones del cuerpo, al clima y a la temperatura. A comienzos del siglo XIX se sugirieron otros medios de distinguir las razas humanas y algunos autores llegaron a discutir la interfertilidad total de los

seres humanos, poniendo en entredicho la tesis de la especie única. En medio de estas controversias, Darwin escribía ya en el capítulo 7 de The Deseen' of Man and Selection in relmion ro Sexo O) «Es casi indiferente que las razas humanas se indi­quen de esta manera o se cuenten como especies y subespecies, pero es te último tér­mina parece muy apropiado •. La conclu­sión era pan icularmente clara: «De las unas a las otras, escribe Darwin, no ha),

Figura 2. Representación de la variación genética humana en el mundo, Este mapa revela cuatro regiones étnicas principales. Los africanos están represemados por el color amarillo, los australianos por el rojo y los caucásicos por el verde, Los mongoloides (color biSlTe) son los que muestran la mayor variación, )'a que conservan algwws parecidos con los europeos (la mancha de Siberia central) y también con los aJlSlralianos (color rosado en ciertas partes de América y del extremo oriemal de Siberia, en la región de T chukO!ka y de KamtclulIka). Los gradientes son especialmente visibles en el , norte de Africa, a causa de la mezcla entre africanos y caucásicos, J en Asia central, donde se mezclaron las poblaciones caucásicas )' orientales. ¡,J

Figura 3. Historia J vías de expansión de los seres humanos modemos. El árbol genético de la figura 1, abajo, se ha proyectado sobre el mapa terrestre, dando las vías posibles de expansión de nuestra especie. Los paleonrólogos estiman qtle los ejemlJ/ares más anrigtws de seres humanos anatómicamente modemos se remontan a hace 100.000 años J proceden

• de Africa y de Oriente medio, LA ocupación de Australia se efecwó a partir del Sudeste asiático hace al menos 40. ()(X) a7WS , cuando el nivel del mar bajó más de 100 merros debido a la glaciación. LA ocupación de Europa a partir de Asia occidental se siuía enrre 35.000 y 40.000 años, )' la de América, más incierta, entre 35.QC() )' 15.000 años.

MUNDO CIE NT(FICO 185 DICIEM BRE 199 7 1053

'lij ~

~ MARCADOR GENÉTICO Puede hacer las veces de marcador toda región del genoma (aunque sea un solo nucleótido) que sea polimorfo· dentro de una población. Esta región se llama locus y sus diferentes formas son los alelos. El producto del gen (por ejemplo, el gru¡xl sanguíneo) puede considerarse también como marcador genético.

VARIACiÓN Manifestación de las diferencias biológicas entre los individuos de una misma población o entre poblaciones diferentes.

ANÁLISI S MUlT IVARIANTE Designa los diferentes métodos de análisis de datos multivariantes. donde cada observación se basa en distintas variables aleatorias: ¡xlr ejemplo, para todo individuo, su peso, su tal la, su grupo rhesus ... El análisis en componente principal. el análisis de correspondencias y el análisis ¡xx cluster son ejemplos de análisis multiva riantes.

POL IMO RFISMO Se refiere a la presencia de varias formas, varios ale los, de un mismo gen en una población. Algunas regiones del ONA son más polimorfas Que otras. La comparación de la frecuencia de los genes polimorfos en las distintas poblaciones permite hacerse una idea de la diversidad geográfica humana.

AlElOS Todas las formas distintas de un gen, incluida la forma normal, se llaman alelos.

DERIVA GENÉTICA véase el artículo de Rachel caspari en este mismo dossier.

Un conceptO sin fundamentO biológico

discontinuidad entre las razas; las razas del hombre no son lo bastante diferentes como para vivir en el mismo lugar sin fusionarse. La falra de fusión suministra el ,es, habi­rual, y el mejor, de distinción interespecífi~ ca.» Por lo que respecta al problema de la clasificación, el propio Darwin cita a doce aurores en desacuerdo sobre el número de razas y menciona dicho desa~

cuerdo como prueba suplementaria de que «apenas es posible detectar caracteres distintivos evidentes» entre las razas, "")'a que éstas no son discontinuas» . Por lo que respecta al origen de la variación, Dar~ win creía que «las diferencias entre las razas del hombre, como el color, el sistema piloso, la forma de los rasgos, etc., son de un úpo que podría haber sido afectado por la selección sexual*».

La variación genética dentro de un grupo humano puede ser muy superior a la que se encuentra entre grupos.

Para los taxonomistas modernos, las razas humanas son también unas entida­des extremadamente inestables. Esros expertos definen de tres a sesenta razas e incluso más.(4) Hasta cierto punto, esta latitud es asunro de preferencia perso­nal, ya que los taxonomistas se clasifican

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Figura 4. Relaciones entre IIn árbol genético y un árbollingiiístico. A la jzquierda, el árbol filogenérico determinado por L Cavalli-Sforza, A. Piau a y sus colaboradores a parrir del análisis genético de J 20 alelos entre 42 poblaciones (1988). El ténnino ",europeos .. agrupa cinco poblaciones. A la derecha , siete familias (o superfamilias) lingüísricas se han podido relacionar con las poblaciones del árbol genético, con excepción de los pigmeos mburi, de los que se cree que perdieron Sil lengua origina l. la correspondencia entre las dieciséis familias lingiUsticas y las 4 J poblaciones restantes es clara. Con algunas excepciones, cada familia está asociada a un grupo genético línico o a algunos grupos genéticamente próximos.

a sí mismos en "" Iumpers» (los que no entran en muchos de miles) y ""splitters» (los que hilan muy fino). Y aunque nin­guno duda de la unicidad de la especie humana, no hay, por supuesw, ninguna razón objetiva para dar la razón a tal o cual de ellos.

Desde la segunda guerra mundial, con el empleo de los marcadores gené ti~

cos*, el estudio de la variación* huma~ na se basa en criterios que no dependen de las transformaciones rápidas provo~

cadas por el medio. Fue un avance fun~ damental, corno también la introduc~

ción del análisis multivariante*, que combina las informaciones obtenidas con numerosos genes, especialmente los más polimorfos* porque son los más informativos -grupos sanguíneos, s i ste~ ma HLA y orros muchos-o Conocemos bien la naturaleza y la dinámica de las fu erzas que moldean la frecuencia relati~

va de estos genes entre las distintas poblaciones: selección natural (incluida la selección sexual), mutación, migra­ción, deriva genética*.

Durante nuestros trabajos sobre la evolución humana, hemos efectuado un análisis filogenético basado en la frecuen~ cía de 120 alelos' dentro de 42 poblacio­nes que iban desde los bantús, los pigme~

os y los bereberes a los indonesios, los japoneses o los tailandeses, pasando por los vascos, los daneses o los ingleses .. .!~1

El estudio confirma que el nivel en el que hay que detener la clasificación es completamente arbitrario (fig. 1). y ello por razones estadísticas, evolucionistas e históricas.

Estadísticamente, sabemos desde hace tiempo que la variación genética dentro de los grupos humanos puede ser muy superior a la que existe entre los grupos (véase recuadro ",,¿ Somos tan

,

(4 ) S.M. Gam, Human Roces, Thomas, Springlleld, Ilhnois. 1971.

dife rentes!lt) , (6. Todas las poblaciones o gru pos de poblaciones se solapan cuan, do se estudia la distribución de genes individuales. Además, aunque con dis, timas frecuencias, todos los alelos están presentes en todas las poblaciones salvo algunas raras excepciones como ciertos genes mitocondriales que han desapare, cido en los europeos pero persisten en los afr icanos. Por consiguiente, ningún gen individual bas ta para clas ificar las poblaciones humanas en categorías s i s~

temáticas. El gran número de genes (ciento veime) en que se basa esta con~ c1usión nos induce a pensar que nuevas temativas para refinar la taxonomía y la clasificación de los grandes grupos humanos no modificarán el cuadro. Por añadidura, cuamo más se desciende por la escalera de la jerarquía taxonómica,

(5) LL. Cavalli-Sfor::a, P. Menozzi, A. Piaua, The Hllrory and GeographJ 01 Human Gene:¡:, Princewn University Pros, Princewn, 1994. ( 6 ) R.e. Lewontin, -The apportionncment o( human diversityo, EvoluuOrtnary biology, 6, ]81, Appleton­Century-Cro(t, Nueva York, 1972. ( 7) R. Biasutti, Le raue e j popoIi dd/a terTa, lITET, Torino, Italia, 1959.

Figura 5. Mapa genético de Europa en el que figuran cinco imporrances regiones étnicas: una azul para los

lapones del norte de Escandinavia (continuando Iwcia el esle para incluir otros pueblos urálicos de Finlandia y Rusia sep¡en¡rional); arra rojo oscuro

para rodas las poblaciones que hablan lenguas germánicas (de Escandinavia al norte de Alemania y

a la mayor parte de lnglalerra); una región que va del gris azulado al pardo para las poblaciones céllicas

de las islas Británicas (excluyendo Escocia, l>ero inclllyendo las regiones vascas del sudoesle de

Francia y elllOrle de España; el verde se refiere a la mayoria de los pueblos mediterráneos y, por ¡¡Ilimo, el

anaranjado a los del sur de Rusia. Las zonas roja y verde lxx1rían corresponder a los dos flujos I)rinó/Jales de los agricultores del neolftico

procedentes de Oriente medio, WlO dirigido hacia el noroesle a Iravés de los Balcanes (donde queda poco

flujo rOjo) y el orro hacia el oeste a lo largo del Mediterráneo. La componente anaranjada representa probablemente la nugración procedente de las estepas

debida a los primeros pastores nómadas y a sus descendientes.

¿SOMOS TAN DIFERENTES? Richard Lewontin realizó en los años 1970 un cálculo comparativo de la diversidad humana basándose en las frecuencias de 17 genes poli­morfos tomados de numerosos grupos huma­nos. Midió esta diversidad genética a distintos niveles, ampliando la muestra estudiada del grupo a la tribu, de la tribu a la nación, reu­niendo luego las distintas naciones pertene­cientes a la misma .. raza» y por último agru­pando las distintas .. razas». En el camino, como él mismo escribe, topó con el «viejo pro­blema tipológico de los antropólogos». Pues para determinar la diversidad entre «las gran­des razas .. hay que clasificar las poblaciones locales en tal o cua l .raza». Para realizar su cálculo, Lewontin optó por delimitar ocho . razas» principales: los . negroamericanos, los amerindios, los aborígenes austral ianos, los oceánicos, los caucásicos, los mongoloides, los esquimales y los indomalayos». Además, como él mismo admite, clasificó .. arbitrariamente .. los fin landeses y los húngaros dentro de los caucásicos y los turcos dentro de los mongo­loides ... Medir la diversidad genética de un grupo humano equivale a buscar la probabili ­dad de que dos individuos tomados al azar en esta población posean formas diferentes, alelos diferentes, de uno o varios genes. Suponga­mos, por ejemplo, que hay una diversidad con­siderable entre individuos de una misma nación, pero que las mismas naciones o etnias presentan exactamente las mismas frecuencias

es decir, cuanto más se entra en los deta­lles, tanto más confusos son los límites entre los grupos.

La explicación evolucionista es sim­ple. La variación genética entre los indi~ viduos es importante en todas las pobla~ ciones, incluso en las pequeñas. Esta va riación individual se ha acumulado durante larguísimos períodos, pues la mayoría de los polimorfismos, aunque no todos, datan del origen de nues tra especie Horno, hace unos se tecientos mil años. Los mismos polimorfismos están presentes en casi todas las poblaciones, aunque con frecuencias distintas en cada una de ellas, pues la difere nciación geográfica de los grupos humanos es reciente; ocupa apenas el 20 % (entre 150 y 100.000 años) de los 700.000 años -de existencia de nuestra especie. Esta es la razón por la que no ha habido tiempo para que se acumule una fuerte d ive r~

gencia genética. También por ello, la diferencia entre grupos es débil compa­rada con la que prevalece en el interior de dichos grupos.

Por (dtimo, nuestra especie y su pre­decesora inmediata, Horno erecrus, die­ron muestras de una actividad migrato­ria considerable: algu nas de estas migraciones probablemente dieron ori­gen a mezclas entrt: rama:, sepa raJa:, desde hacía tiempo. Teniendo en cuenta la gran movilidad de los individuos y las

de los distintos alelas: reuniéndolas la situa­ción no cambiaría en absoluto y la diversidad de los seres humanos del mundo entero no sería más importante que la medida dentro de cada nación. Inversamente, suponiendo que una etnia fuera al 100 % del tipo X Y otra al 100 % del tipo Y, entonces no habría ninguna diversidad dentro de cada una de ellas. Pero si mezcláramos las poblaciones, dos individuos tomados al azar sedan muy probablemente diferentes. l a diversidad se situaría entonces entre las etnias y no en su interior. El trabajo de Lewontin muestra que ciertos genes, como el de la enzima adeni lato quinasa (Ak) tienen un alelo muy extendido por todas partes y con­tribuyen muy poco a la diversidad. En el otro extremo, el gen del factor sanguíneo Rhesus (Rh) varía mucho de un individuo a otro y de un grupo a otro y aporta mucha diversidad. Hay, por supuesto, diferencias de un gen a otro, pero en promedio el 85 % de toda la diversidad genética humana se sitúa entre los individuos pertenecientes a la misma nación o tribu. la diversidad restante se distribuye casi igualmente entre las poblaciones locales perte-necientes a una misma raza y entre las gran­des razas. Así, concluye lewontin, «si, des­pués de un gran cataclismo, sólo sobrevivieran los africanos negros, la especie humana con­servada el 93 % de su diversidad genética total, aunque la especie tendría un color más oscuro.» A.M.

poblaciones humanas, los lími tes gené­ticos, aunque pudieron manifestarse, nunca fueron muy acentuados o se ate­nuaron debido a desplazamientos más recientes. Desde el punto de vista cien~ tífico, pues, el concepto de raza humana carece de consenso.

Los estereotipos raciales reflejan diferencias superficiales no confirmadas por el análisis genético

Lo anterior no debe extrañar, dada la existencia de una variación genética gradual (fig. 2). Cabe objetar que los estereotipos raciales tienen una cohe­rencia que permite que incluso los pro~ fa nos puedan clasificar a las personas. Pero eS(Qs esteremipos principales, basa~ dos en el color de la piel, el color y la forma de los cabellos y los rasgos facia­les, reflejan dife rencias superficiales no confirmadas por un análisis de los rasgos genéticos más fiables. Desde el punto de vis ta de la evolución, el origen biológico de estos estereotipos es relativamente reciente. Derivan ante todo de la influencia del clima)' tal vez también de utru:, tipu::; de ::;t:!ecciún, cumu la ali ~

mentación y la selección sexua).m Gracias a los aná lisis estadísticos

MUNDO CIENTiFICO 185 DICIEMBR E 1997 1055

a: w ... ~ Q

·W

(B) M.8oole. ~ L:homme foss i1e de La Chapelle· aux.Sainu., Ann. Pa/éont., 6·8, 1911·1913. (9) G. Barbujani y R.R. Sob\. . Zones of sharp genetic change! in Europe are a[so gene{ic boundaries., Proc. Nml. Arad. Sci. USA,87, 181 6, 1990

Un concepto sin flmdamento biológico

UN PROYECTO 'IAL

El Human Genome Diversity Project (HGDP), al que contribuyen genetistas, antropólogos, médicos y lingüistas de todos los paises, tiene como objetivo el estudio de la variación gené· tica humana en todo el mundo. Este proyecto es a la vez complementario e independiente de los programas destinados a cartografiar y secuenciar "EL" genoma humano. Propuesto por primera vez en 1991 por Luca Cavalli­Sforza et al., formalizado en septiembre de 1993 durante un congreso internacional en Alghero (Cerdeña), el proyecto fue oficialmen· te adoptado por la organización Hugo (Human Genome Organization) en enero de 1994. HGDP se basa en cinco convicciones: 1. Hasta ahora, la mayoría de las investigacio­nes sobre genética humana se han realizado con europeos o norteamericanos de origen europeo. Sería engañoso describir el genoma humano sin disponer de una muestra no ses­gada del conjunto de la familia que compone nuestra especie. 2. El análisis de la diversidad genética huma­na nos ayudará a comprender cómo nos adap-. tamos a modificaciones del medio (clima, enfermedades). 3. La evolución humana no es exclusivamente una cuestión de genes. Al modificar profunda· mente nuestro entorno, la cultura humana ha afectado profundamente nuestra evolución biológica. 4. La medicina humana podrá beneficiarse de una mejor comprensión de la diversidad gené­tica humana , sobre todo a través de la edifi­cación de amplias bases de datos sobre las mutaciones de genes responsables de enfer­medades. 5. El estudio de la variación genética entre poblaciones permite reconstruir nuestra histo­ria común, la historia de la expansión de las poblaciones y de sus migraciones. Si no se exploran lo más pronto posible las diferencias entre poblaciones, se perderán preciosos indi­cios. HGOP está estructurado actualmente en tomo a un comité ejecutivo internacional presidido por L. Cavalli-Sforza, as! como de comités regio· nales para Europa, China, América del Norte y del Sur. Actualmente, todas las instancias van en busca de financiaciones y organizan la puesta en marcha del proyecto. Todavía no se ha realizado ninguna extracción de ONA bajo los auspicios del HGOP, si bien se podrán inte· grar a largo plazo proyectos piloto ya existen­tes en Europa y Asia. Desde el principio, el HGOP ha sufrido crlti· cas, principalmente de orden ético, a propósi· to de las minorías étnicas y de los pueblos aborígenes. Estas inquietudes (consentimien­to de las poblaciones, explotación comercial de los tejidos extra Idos, modalidades de acce· so a las bases de datos y a las colecciones de material biológico ... ) han sido tomadas en consideración por los organizadores del pro­yecto. No obstante, la obtención de un autén­tico consentimiento informado por parte de las poblaciones estudiadas, necesario para el éxito del proyecto, es un problema a resolver.

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podemos identificar grupos de poblacio­nes y distribuirlos según un orden que creemos que representa la historia de las separaciones ocurridas durante la expansión por el mundo entero de seres humanos anatómicamente modernos (fig. 3) . Pero es imposible identificar eS(Qs grupos con razas a ningún nive l. Cada nivel de agrupación establecería una partición distinta; no hay ninguna razón biológica para preferir unas a otras; además, pequeñas variaciones de los genes estudiados o los métodos utili i

zados desplazan ciertas poblaciones de un grupo a otro.

Aunque la esperanza de realizar una buena taxonomía está abocada al fraca­so (una pérdida muy pequeña desde el punto de vista científico), la de lograr reconstruir la historia genética de las poblaciones es grande y goza de una ventaja: las hipótesis sobre las que pode­mos fundar esta historia pueden verifii carse con otras fuentes de datos, lingüís i

ticas y arqueológicas, independientes de las nuestras.

Nuestra organización social prefiere clases de individuos homogéneos y las diferencias visibles son percibidas negativamente

En muchas regiones del mundo y entre distintas capas de la sociedad, el término ~ raza» está asociado a prejui­cios, malentendidos y problemas socia i

les considerables debido sobre todo a las etiquetas sociológicas colocadas sobre las diferencias visibles entre los indivi­duos. Estas diferencias, repitámoslo, no representan más que una proporción extremadamente pequeña, o nula inclu i

so, de las diferencias genéticas totales medibles, Nuestra organización social prefiere clases de individuos homogéneos y las diferencias visibles son percibidas negativamente, La influencia de la estructura social aparece claramente a través del modo como, a raíz del descu­brimiento del hombre de Neandenal, la comunidad científica percibió las dife­rencias entre nuestra especie, Horno sapiens sapiens, y la especie filogenética­mente más próxima a la nuestra, Hamo sapiens neanderralensis. La descripción detallada del esqueleto hallado en 1908 por Marcellin Baule en una pequeña cueva de La Chapelle-aux-Sants (Fran­cia), se convirtió en punto de refereni cia. (8) Según Baule, los neandertales no eran los antepasados del ser humano moderno: oc.,. Las características físicas del hombre de Neander",l, escribe, correspon­den a lo que la arqueología establece acerca de sus capacidades intelectuales y su com-

portamiemo: el uso de una sola mareria pri­ma, la Piedra; sus productos manufactura­dos simples, monótonos y groseros; la pro; bable ausencia de toda una serie de preocupaciones estéticas y morales; rodas estas observaciones concuerdan perfecta; mente con el aspecto brutal de su cuerpo largo y robusto, lo cual subraya a su vez que las funciones besriales y vegetarianas prevalecían sobre las funciones cerebrales» . La opinión de Baule sobre la naturaleza primitiva de los neandertales fue amplia­mente aceptada y muy popular durante casi medio siglo.

Esta hostilidad social para cualquiera que difiera de uno mismo persiste. La fobia hacia los demás, el cálculo político y otras muchas razones totalmente aje i

nas a la ciencia -como el impacto de la coyuntura económica, el malestar social, la desconfianza hacia los inmigra; dos, las diferencias de religión- están en la base del racismo. Es un hecho reconocido que la creencia en una supe­rioridad genéticamente establecida de una población sobre otra carece de toda base científica, La ~superioridad » es un concepto político y socioeconómico ligado, como el de ~raza», a la historia política, militar y económica y a las tra; diciones culturales del país o de los gru; pos. La historia demuestra que esta supuesta superioridad es transitoria: a otros tiempos corresponden otros domi­nantes,

El genotipo medio, en cambio, no cambia tan deprisa. Nuestro análisis filo­genétiéo de 120 genes de 42 poblaciones muestra un último punto importante: la extraordinaria correspondencia entre los agrupamientos de poblaciones y sus relaciones de pertenencia a las familias lingüísticas (fig. 4) . Asignando etiquetas lingüísticas a las distintas poblaciones, podemos expresar nuestro análisis filo­genético, basado en los genes, en forma de evolución de las familias lingüísticas. Como han subrayado Roben R. Sokal (estadonidense, taxonomista y biólogo de poblaciones) y Guido Barbujani (genetista italiano), el mapa genético de Europa no sólo confirma la continuidad de la variabilidad genética sino que esboza también una correspondencia muy norable entre las fronteras lingüísti­cas y las diferencias genéticas más importames (fig. 5).19) Esta coevolución genes-pueblos-lenguas nos revela la interacción entre cultura y diferencia­ción genética.. A.P .•

Para más infonnación • L. y F. Cavalli-Sforza, Qu.i somme.s·nou.s?, Aammarion, 1997. • R. Lewontin, La OitleTSité de.s hommmes, Dn­ni, l'acquis er la génétique, Paris, Pour la Science, 1984.