Un día se preguntó quién era

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OCTUBRE 2010 I Apuntes de las intervenciones de Davide Prosperi y Julián Carrón en la Jornada de Apertura de Curso de los adultos y universitarios de CL en Lombardía. Feria de Rho-Pero, 25 de septiembre de 2010 PÁGINA UNO «…Un día se preguntó quién era…» Portopalo di Capo Passero, Sicilia, 1999.

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Apuntes de las intervenciones de Davide Prosperi y Julián Carrón en la Jornada de Apertura de Curso de los adultos y universitarios de CL en Lombardía. Feria de Rho-Pero, 25 de septiembre de 2010

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OCTUBRE 2010 I

Apuntes de las intervenciones de Davide Prosperi y Julián Carrón en la Jornada de Apertura de Curso

de los adultos y universitarios de CL en Lombardía. Feria de Rho-Pero, 25 de septiembre de 2010

PÁGINAUNO

«…Un día se preguntó quién era…»

Portopalo di Capo Passero, Sicilia, 1999.

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II OCTUBRE 2010

Apuntes de las

intervenciones de

Davide Prosperi

y Julián Carrón

en la Jornada de

Apertura de Curso

de los adultos

y universitarios de

CL en Lombardía.

Feria de Rho-Pero,

25 de septiembre

de 2010

JULIÁN CARRÓNAl comenzar este año pedimos al Espíritu

el don de la sabiduría para que podamos com-prender cuál es el problema por excelencia –el sentido de la vida– y lleguemos a estar ver-daderamente disponibles para seguir condecisión el modo con el que el Misterio ha lle-gado hasta nosotros y continúa alcanzándo-nos en este instante.

Desciende Santo EspírituSaludo a todos los presentes y a todos

aquéllos que siguen este acto en directo des-de diferentes ciudades de Italia y del extran-jero. Os leo el telegrama que hemos enviadoal Papa: «Santidad, cincuenta mil adultos yuniversitarios de Comunión y Liberación, reu-nidos para celebrar la Jornada de Apertura deCurso en Milán y en conexión directa desdedecenas de ciudades en Italia y en el extran-jero, agradecidos a Dios por la belleza de suviaje al Reino Unido, desean poner en sus ma-nos todas sus personas para estar, como SuSantidad, al servicio de Otro y, así, hacer ac-cesible el anuncio de Jesucristo a nuestros her-manos los hombres. En una sociedad indife-rente y hostil a la fe, profundizando el caris-ma de don Giussani, confirmamos el com-promiso de hacer transparente la presencia deCristo resucitado, respuesta completa a las pre-guntas de nuestros corazones».

DAVIDE PROSPERIMi tarea es presentar los pasos que dimos

el año pasado, y lo hago leyendo algunas lí-neas de don Giussani –tomadas de El caminoa la verdad es una experiencia– que resumencon eficacia lo que hemos vivido: «El cristia-nismo no nace como fruto de nuestra culturao como descubrimiento de nuestra inteli-gencia. El cristianismo no se comunica almundo como fruto de la modernidad o de laeficacia de nuestras iniciativas. El cristia-nismo nace y se difunde en el mundo por lapresencia de la “potencia de Dios”. “Deus innomine tuo salvum me fac”. Esta potencia deDios se revela en hechos, acontecimientos,que constituyen una realidad nueva dentrodel mundo, una realidad viva, en movi-miento, y que, por tanto, tejen una historiaexcepcional e imprevisible dentro de la his-toria de los hombres y de las cosas» (L.

Giussani, El camino a la verdad es una expe-riencia, Encuentro, Madrid 1997, p. 93).

Esto también nos ayuda a comprender la ta-rea de una presencia cristiana en la sociedad.Lo acabamos de escuchar: ante todo no se tra-ta de nuestra sabiduría o del fruto de nuestrasiniciativas, respecto a las cuales podemosfestejar cuando se reconoce nuestra presen-cia o, por el contrario, podemos intentar re-solver los problemas cuando es atacada. Enefecto, si se tratase de eso ya no seríamos ca-paces de asombrarnos por nada, en el fondoya todo estaría encasillado, como algo cono-cido. En cambio –hemos escuchado– la po-tencia de Dios se revela en hechos, aconteci-mientos que constituyen una realidad nuevadentro del mundo.

Esto es lo que queremos decirnos: duranteeste año hemos sido testigos y hemos parti-cipado en hechos, algunos más evidentes, por-que han implicado a todo el movimiento, yotros que cada uno de nosotros puede iden-tificar en su experiencia personal. Entre todosellos cito el gesto de Roma con el Papa, el pa-sado 16 de mayo, respecto al cual habíamossido introducidos en un juicio diferente so-bre el significado del gesto, ya desde antes delgesto, un juicio no ideológico, hasta el pun-to que muchos de nosotros, quizá debido acompromisos fijados con anterioridad, en elúltimo momento han decidido participarsuperando obstáculos e impedimentos. Aeste respecto todos nos acordamos de que aeste cambio, incluido el cambio de las deci-siones ya tomadas, nos han ayudado las pa-labras de Carrón: «No vamos a Roma antetodo para defender al Papa, sino para reco-nocer y afirmar la roca que nos sostiene en esteperíodo de prueba para la Iglesia». Estas pa-labras han cambiado la mirada sobre lo queestábamos haciendo, porque han introduci-do una posición humana nueva, de van-guardia, que afronta las cosas sin defenderse,con el deseo de conocer, de comprender más.Éste ha sido, sin duda alguna, uno de los fru-tos imprevistos del trabajo de Escuela de co-munidad durante este año y, ciertamente, laEscuela de comunidad de Carrón (que han po-dido seguir todos los que han querido) es elgesto que nos ha llegado a todos, mostrán-donos este método en acción.

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OCTUBRE 2010 III

Texas (EEUU),entrenamiento de bomberos.(Las fotos de estas páginasson de Giorgia Fiorio)

Un reflejo de esta posición positiva ante larealidad que encontramos se ha visto en elMeeting. Pensemos en lo que han significadotantos testimonios de todo tipo, que ahora nocito por brevedad pero que podéis leer mu-chos de ellos en el número de Huellas de sep-tiembre. Como síntesis podemos decir que laesperanza que nace de la experiencia cristia-na sorprendentemente –y, dejadme añadirlo,inesperadamente– nos hace capaces de afron-tar todas las condiciones, quizá incluso las másdifíciles, experimentando una inteligenciade iniciativa y, al mismo tiempo, una pleni-tud de leticia que no tiene necesidad de reducirel carácter dramático de lo que se está vi-viendo, como, en muchas ocasiones, quecaemos en la tentación para no ceder a la des-esperación.

Por ello nos preguntamos: ¿De dónde nacetodo esto? ¿Qué hay detrás? Hace un mes, du-rante la Asamblea de Responsables de Co-munión y Liberación en La Thuile, Carrón ha

retomó una afirmación de Giussani: «No sepuede “archivar” la realidad [después del en-cuentro con Cristo] porque ya nos lo sabemostodo o lo tenemos todo. Es verdad que lo te-nemos todo, pero sólo comprendemos qué eseste “todo” [es decir, quién es Cristo] en el im-pacto, o mejor dicho, en el encuentro con lascircunstancias, las personas y los aconteci-mientos» (L. Giussani, L’io rinasce in un in-contro (1986-1987), Rizzoli, p. 55; citado en:J. Carrón, «Vivir es hacer memoria de Mí»,Asamblea Internacional de Responsables deCL, en revistahuellas.org, p. 52).

Un ejemplo extraordinario de esta afirmaciónlo encontramos en otro de los pasos funda-mentales del año pasado, un dato que no po-demos perder. Me refiero al artículo de Carrónen La Repubblica (del 4 de abril de 2010) so-bre la pederastia en la Iglesia. Ante la experienciade una gran contradicción (y esto es verdad res-pecto a cualquier contradicción, respecto a cual-quier dolor en sí mismo) se nos impone una»

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necesidad insaciable de justicia y de verdad,y nada es capaz de curar la herida que se ha in-fringido, nada de lo que podamos hacernosotros, porque la justicia que esperamos noes simplemente que se nos restituya lo que se nosha quitado, aquello en lo que habíamos pues-to nuestra esperanza, nuestra espera; la justiciapara la que estamos hechos es mucho más querecibir lo que se nos debe, lo que esperamos esverdaderamente mucho más, es algo sobrea-bundante. A este respecto podemos citar un epi-sodio muy significativo de los primeros tiem-pos de Madre Teresa en Calcuta: siendo una jo-ven monja se encontró con un pobre moribundoabandonado en medio de la calle, lo acogió ensu casa, le dio medicinas y le cuidó. En pocotiempo el hombre murió, pero antes de morirpronunció estas palabras: «He vivido toda la vidacomo un perro callejero y muero como un rey«.Madre Teresa probablemente no había hechomás de lo que una enfermera, quizá llena decompasión, habría hecho en esa situación y, sinembargo, ese hombre pronunció dichas palabras.¿Qué había visto? ¿Qué podía haber visto de loque había esperado durante toda su vida? En lamirada de Madre Teresa brillaba la mirada deCristo, en su voz vibraba la voz de Cristo: estoes lo que había esperado encontrar durante toda

su vida, encontrar esta mirada. En La Thuile Ca-rrón dijo: «La verdad no es algo abstracto, es eseAmor que se ha inclinado sobre nuestra nada,[…] es esta conmoción por nuestra nada. […]Ésta es nuestra responsabilidad: convertir nues-tra persona al Acontecimiento presente, a esteAmor que se ha inclinado sobre mí» (J. Carrón,«Vivir es hacer memoria de Mí», op. cit., p. 9).

Abandonarse a esta mirada es la invitaciónque a todos nos ha dirigido el Papa en la Pla-za de San Pedro. La palabra que domina la pre-ocupación de quien guía la Iglesia es la pala-bra “conversión”; y el Papa lo ha vuelto a re-cordar la semana pasada, durante su históri-ca visita a Gran Bretaña con ocasión de la be-atificación del Cardenal Newman: «Newmannos enseña que si hemos aceptado la verdad deCristo y nos hemos comprometido con él, nopuede haber separación entre lo que creemosy lo que vivimos. Cada uno de nuestros pen-samientos, palabras y obras deben buscar la glo-ria de Dios y la extensión de su Reino» (Be-nedicto XVI, Vigilia de oración por la beatifi-cación del Cardenal John Henry Newman,Londres 18 de septiembre de 2010).

Al comienzo de este nuevo año, queremos pre-guntarte: ¿Qué significa esta conversión del yo alacontecimiento presente a la que se nos invita?

IV OCTUBRE 2010

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»Capriva del Friuli (Gorizia),los viñedos de Collio.

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JULIÁN CARRÓN1. LA HUMANIDAD QUE NACE DE LA FE

Celebramos esta Jornada de Apertura de Cur-so todavía impresionados por los gestos de esteverano: las vacaciones de nuestras comunida-des y el Meeting, la Asamblea Internacional deResponsables y los Équipes del CLU y delCLE. Y, más recientemente, impresionados porel viaje del Papa en Gran Bretaña: todo lo queha subrayado durante esta visita nos hace com-prender cuáles son los desafíos que nuestra fetiene que afrontar hoy. Confrontarnos con loque ha dicho nos ayuda a situar en su contex-to el alcance del recorrido que estamos reali-zando y nos ofrece más razones todavía paraseguir adelante.

Benedicto XVI ha visitado –como todossabemos– uno de los lugares más seculariza-dos del mundo y nos ha dado testimonio dequé significa una presencia. Era muy conscientedel alcance del viaje, lo ha dicho esta semanarecordando las etapas: «Al dirigirme a los ciu-dadanos de ese país, encrucijada de la cultu-ra y de la economía mundial, tuve presente atodo Occidente, dialogando con las razones deesta civilización y comunicando la perenne no-vedad del Evangelio, de la que está impregna-da» (Benedicto XVI, Audiencia General, Plazade San Pedro, 22 de septiembre de 2010). Paramostrar en qué consiste dicha novedad en uncontexto así, el Santo Padre se ha servido de lafigura de Newman, cuya beatificación era elmotivo fundamental de su viaje: «Permitidmeempezar recordando que Newman, por su pro-pia cuenta, trazó el curso de toda su vida a laluz de una poderosa experiencia de conversiónque tuvo siendo joven. Fue una experiencia in-mediata de la verdad de la Palabra de Dios, dela realidad objetiva de la revelación cristianatal y como se recibió en la Iglesia. Esta expe-riencia, a la vez religiosa e intelectual, inspiraríasu vocación a ser ministro del Evangelio, su dis-cernimiento de la fuente de la enseñanza au-torizada en la Iglesia de Dios y su celo por larenovación de la vida eclesial en fidelidad a latradición apostólica. Al final de su vida, New-man describe el trabajo de su vida como unalucha contra la creciente tendencia a percibirla religión como un asunto puramente priva-do y subjetivo, una cuestión de opinión per-sonal. He aquí la primera lección que podemos

aprender de su vida: en nuestros días, cuandoun relativismo intelectual y moral amenaza conminar la base misma de nuestra sociedad, New-man nos recuerda que, como hombres y mu-jeres a imagen y semejanza de Dios, fuimos cre-ados para conocer la verdad, y encontrar en estaverdad nuestra libertad última y el cumpli-miento de nuestras aspiraciones humanasmás profundas. En una palabra, estamos des-tinados a conocer a Cristo, que es “el camino,y la verdad, y la vida” (Jn 14,6)» (Be-nedicto XVI, Vigilia de oración por labeatificación del Cardenal John HenryNewman, Londres 18 de septiembre de2010). En efecto, si la religión es un he-cho puramente privado y subjetivo,una cuestión de opinión personal, laconsecuencia es obvia: el relativismo.El relativismo consiste en la pérdida dela capacidad del hombre para conocerla verdad, para encontrar en ella la li-bertad definitiva y el cumplimiento delas aspiraciones humanas más pro-fundas, es decir, para encontrar larespuesta exhaustiva a sus exigencias.En efecto, si el hombre no encuentralo que responde a esta aspiración, a estaexigencia, todo es relativo, opinable, ynada será capaz de poseer todo su yo.En cambio el Papa ha dicho: «A la mul-titud de los fieles, especialmente a los jóvenes,quise volver a proponer la luminosa figura delcardenal Newman, intelectual y creyente, cuyomensaje espiritual se puede resumir en el tes-timonio de que el camino del conocimiento noes cerrazón en el propio “yo”, sino que es aper-tura, conversión y obediencia a Aquél que esel Camino, la Verdad y la Vida» (Benedicto XVI,Audiencia general, 22 de septiembre de 2010).

A la luz de cuanto he dicho se comprende elalcance del recorrido que estamos realizandopara salir de la fractura entre el saber y el cre-er, fractura que relega el creer a la esfera de losubjetivo, de la opinión personal, porque elhombre no sería capaz de conocer la verdad quecumple la vida. Pero éste, ¿es un problema queconcierne sólo a los intelectuales como New-man o, en cambio, nos concierne a todos?

Aquí adquiere todo su alcance la llamada a laconversión que el Papa está dirigiendo con in-sistencia a toda la Iglesia. Pero nadie se tomará

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«A la luz de cuanto he dicho se comprende el alcance delrecorrido que

estamosrealizando para

salir de la fracturaentre el saber y el creer, fractura

que relega el creera la esfera de losubjetivo, de la

opinión personal»

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verdaderamente en serio la llamada a con-vertirse, si no la percibe como una urgencia per-sonal. Los cantos que hemos cantado puedenayudar a comprender esta urgencia: «Era unhombre malo, / pero malo, malo, malo» (C.Chieffo, «L’uomo cattivo», Il libro dei canti, JacaBook, Milano 1976, p. 291). El término “malo”aquí significa “inmoral”, pero no en el sentidoal que normalmente lo reducimos, el sentidode incoherencia ética, sino en el sentido másprofundo de una relación inadecuada con el Ser.Dice don Giussani: «Pretendo usar la palabra“moral” o “moralidad” en su sentido más

profundo, sustancial, que es la dispo-sición de la persona ante el Ser, es de-cir, ante la vida, ante la existenciacomo origen, consistencia y destino»(L. Giussani, L’io rinasce in un incon-tro 1986-1987, BUR, Milán 2010, p. 42).Se comprende que éste es el sentido dela palabra por cómo sigue el canto.Cuando se levantaba por la mañana, notenía el remordimiento por algo equi-vocado, no: «Cuando se levantabapor la mañana, / todo le fastidiaba,/empezando por la luz; y hasta el cafécon leche». Y nosotros, somos bienconscientes, podemos haber vivido elencuentro cristiano y, sin embargo, le-vantarnos también por la mañanafastidiados por todo. Pero esto no de-tiene al Señor: «El Señor desde el cie-lo / le enviaba muchos regalos; él casi

no los miraba,/ e incluso a veces se quejaba».El fruto de nuestra incapacidad de acoger la re-alidad tal y como es, es decir, como un don,como un regalo, en su verdad –lo cual nos lle-varía a estar agradecidos, a hacer predominar,apenas nos despertamos, el agradecimiento–,impide experimentar el cumplimiento de lavida, lo cual se comprueba por el hecho de queprevalece la queja como sentimiento último deuno mismo. ¡No hay tu tía, amigos míos! A na-die se le ahorra la vida, tampoco después delencuentro cristiano. Si contemplamos leal-mente, sin miedo, nuestra experiencia huma-na, es difícil no conmoverse cuando se canta IWonder: «Mientras paseo bajo el cielo [comoun vagabundo irritado, puedo sentir todo elasombro, la maravilla] me maravillo de que Je-sús el Salvador viniese para morir por la pobre

gente hambrienta como tú y como yo» («I Won-der», en Cancionero de Comunión y Liberación,p. 443). Nada te hace comprender lo pertinenteque es esto tanto como el fastidio que sientes,como la incapacidad de liberarte de él por timismo. Este fastidio y esta queja pueden llegara ser para cada uno de nosotros la ocasión paracomprender quién es Cristo, porque «no sa-bemos quién era» (título de la canción de G.Roscio-A. e G. Agape, Cancionero, op. cit, pp.380); si no vuelve a acontecer ahora, nosotrosno sabemos verdaderamente quién es Jesús;pero con Él, cuando Él vuelve a acontecer, cuan-do Él vence en nosotros ese fastidio, empeza-mos a introducirnos en la realidad, en la ver-dad de lo real, como aquel hombre malo: «Peroun día se preguntó quién era / el que le dabala vida, / un día se preguntó quién era / el quele daba el amor», es decir, el hombre empiezaa darse verdaderamente cuenta de Quién le dala vida. Entonces comenzamos a cambiarnuestra posición ante las cosas e iniciamos a verlo que antes no veíamos: «el color de la uva” y“el niño que le sonreía”. ¡Cuántos niños habríavisto antes sonreír, pero no los veía! Entonces“se sinceró consigo mismo / y lloró casi todoel día». Esto consiente al Señor darnos todo: «YDios lo vio y sonrió, / le quitó su dolor, / des-pués le dio más vida todavía / después le diomás amor todavía». La conversión, amigos, laconciencia plena de la realidad, tiene una fi-nalidad clara: más vida, más amor.

Una persona me ha escrito: «Querido Julián:Sólo con una gran fatiga me decidido a escri-birte, pero la insistencia de un amigo mío esuna buena razón para hacerlo. Lo que carac-teriza mi vida en este tiempo es la petición, lapetición de que Cristo me comunique su co-razón. Hace algunos meses me separé de mimujer y estoy sufriendo mucho. Este curso, trasaños de ser como el Guadiana respecto al mo-vimiento, he vuelto a participar en las vaca-ciones de CL porque quería que mi hijo pu-diese ver algo más grande que su padre y lascircunstancias dolorosas y extenuantes que es-tamos viviendo. Los primeros dos días estuveallí como un mero espectador, pero luego mesucedió algo, me topé con un hecho. A pesarde mi dolor, mi angustia, mi nada, recibí unabrazo que ha vuelto a despertar mi corazón.Fue como recibir una propuesta para mi vida.

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«Si no vuelve aacontecer ahora,

nosotros nosabemos

verdaderamentequién es Jesús; pero

con Él, cuando Élvuelve a acontecer,

cuando Él vence en nosotros ese

fastidio, empezamosa introducirnos en la realidad, en la

verdad de lo real»

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OCTUBRE 2010 VII

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Me sentí, indignamente, objeto de una mise-ricordia inmensa, fue como si me volvieran adar la vida. El encuentro con un amigo, su mi-rada, la mirada apasionada de los rostros queestaban a mi alrededor y que en cada instan-te miraban la vida como un don de Otro y notenían miedo a su corazón. Entonces, com-prendí que yo no sabía nada de Jesús, no ha-bía entendido nada de nada, aún habiendoguiado una comunidad, aún habiendo visto adon Giussani. No había comprendido nada, yentonces empecé a decir: “Yo, Jesús, quiero co-nocerte”. He pasado demasiado tiempo en elmovimiento y en la Iglesia pensando saberquién era Jesús, observando si los otros se ad-herían a mi idea sobre Jesús y sobre la vida, oincluso tratando de ver si Jesús se adecuaba ami idea. Conocer a este amigo, ver cómo memiraba a pesar de ser un desconocido hasta en-tonces, abrió de par en par ese resquicio ini-cial. El resto del verano se ha convertido en eltiempo de la memoria (¡Cuántas veces se lo heoído decir a don Giussani y cuántas he inten-tado hacerlo, naufragando permanentemen-te en mis límites), el tiempo para buscar esa mi-rada y volver a donde soy mirado de este modo,

donde veía mirar así la realidad, para sumer-girme en ello. He pasado el verano de un sitiopara otro en la costa, visitando amigos para vol-ver a ver esa mirada, he leído muchísimo paravolver a encontrar esa mirada, por todas par-tes buscaba esa mirada. De este modo en míha empezado a ganar terreno la concepciónprofunda [¡Ésta es la conversión!] de que yo soyun don para mí mismo, que yo mismo soy don,y que por eso mi vida tiene que ser petición siquiero respetar mi propia naturaleza. Y así nopasa un día sin que yo desee esa mirada paraaprender quién soy y conocer adecuadamen-te la realidad, y he empezado a mirar así, mehe sorprendido a mí mismo mirando todo así.Por eso no pasa un día sin que mi petición seconvierta en una disponibilidad respecto a larealidad, hasta el punto de querer encontrar-me con Él todos los días en los sacramentos yen la oración, fundamento de mi ser y de nues-tra unidad. Los problemas permanecen, la an-gustia continúa amenazándome y el dolor a ve-ces es tan fuerte que me quema vivo, pero todoesto no constituye una objeción a la verdad delo que he visto, a la verdad de esa mirada, másaún, con mi libertad (por cuanto soy capaz»

Trieste (Italia), Riva del Mandracchio.

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y puedo) el dolor abre de par en par mi pe-tición, ¡se da en mí una extraña y misteriosaconvivencia de dolor, gozo y alegría!».

Miremos a la cara este testimonio: ¿Quévence el relativismo, esa reducción de la razóny de la libertad que impide conocer y adherir-se a la verdad que nos dona más vida, más amor?La contemporaneidad de Cristo, lo único que escapaz de atraer toda nuestra razón y nuestro afec-to si encuentra en nosotros la disponibilidad quenos ha testimoniado nuestro amigo. No importael estado en el que nos encontremos, ni siquie-ra los años “de Guadiana” en el movimiento.

Esta contemporaneidad, este poder de Dios,se hace presente en hechos y en aconteci-mientos, o en testigos como los que hemos vis-to durante este verano. Pero el Señor continúateniendo piedad de nuestra nada y nos ha re-galado un testigo más espectacular aún: el mis-mo Papa. Él ha sido testigo de esta victoria so-bre el relativismo no sólo por lo que ha dicho,sino sobre todo por su propio testimonio, porcómo se ha presentado. El Papa, en efecto, nosólo ha defendido la verdadera naturaleza del

hombre frente a cualquier reducción, sinoque se ha dirigido a la persona sin reducciónalguna, a lo que es más original de la persona,mucho más profundo que las costras cultura-les: el corazón; y lo ha hecho dando testimo-nio de la pasión que Cristo tiene hoy por elhombre. Ha afirmado: «En las cuatro intensasy bellísimas jornadas transcurridas en esa no-ble tierra tuve la gran alegría de hablar al co-razón de los habitantes del Reino Unido, y elloshan hablado al mío, especialmente con su pre-sencia y con el testimonio de su fe. […] A losnumerosos adolescentes y jóvenes, que me aco-gieron con alegría y entusiasmo, les propuse queno persigan objetivos limitados, contentándosecon elecciones cómodas, sino de apuntar ha-cia algo más grande, es decir, la búsqueda de laverdadera felicidad que se encuentra sólo enDios. […] He querido hablar al corazón de to-dos los habitantes del Reino Unido, sin excluira nadie, de la verdadera realidad del hombre,de sus necesidades más profundas, de su des-tino último» (Benedicto XVI, Audiencia gene-ral, 22 de septiembre de 2010).

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»Los Palacios (España),entrenamiento.

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¿Cuál ha sido el contenido del testimonio delPapa? Nos ha dado testimonio de lo que Cris-to es capaz de hacer en un hombre que esté dis-ponible a dejarse generar por Él. Cristo gene-ra una criatura hasta tal punto nueva que dejaa todos con la boca abierta. Esto se ve en el usode la razón tal y como nos ha dado testimonioel Papa, en su inteligencia de la fe que llega a serinteligencia de la realidad, en su libertad de pre-sentarse en la realidad sin ambigüedades y antetodos, en su humildad que desarma y hace quetodos se queden bizcos, en su ingenuo atrevi-miento de un testimonio caluroso, apasiona-do e inteligente de Cristo. Todos se han quedadomudos mientras le oían hablar. Basta leer los pe-riódicos ingleses. Os cito uno de ellos, un edi-torial de The Telegraph: «Alguno ha podido sen-tirse ofendido por estas palabras, dado el fra-caso del Vaticano –ahora reconocido correc-tamente por Benedicto XVI– a la hora de ges-tionar los graves crímenes de una pequeña mi-noría del clero. Pero sospechamos que han sidomuchos más lo que han apartado sus reservasrespecto a la Iglesia y se han confesado a sí mis-mos: “Tiene razón”» (The Telegraph, 17 de sep-tiembre de 2010).

Ésta es la humanidad que nace de la fe, una es-tatura humana capaz de ofrecer una contribucióndecisiva para la vida de los hombres. ¿Quién denosotros no desea una humanidad así, esta ca-pacidad de presentarse en nuestros ámbitos detrabajo o en la universidad, en familia o con losamigos, solos o en grupo, con esta inteligencia ylibertad, con esta pasión por todos y cada uno?Para llegar a esto, amigos, es necesario continuarnuestro recorrido, porque esta humanidad no lle-gará a ser nuestra mecánicamente, ¡no nos ha-gamos ilusiones!: es necesario un camino de con-versión –como el que ha recorrido Newman–para vencer en nosotros la influencia del relati-vismo que dificulta la capacidad de conocer la ver-dad, esa verdad que da más vida y más amor.

2. LAS TRES REDUCCIONES

Pero en nosotros, que ya hemos encontradoel acontecimiento cristiano, ¿cómo incide elrelativismo (este clima cultural que dificulta elrealizarse de la capacidad de conocer la verdadde la realidad)? Una vez más don Giussaninos acompaña en el camino identificando tresreducciones.

a) La primera es el predominio de la ideolo-gía respecto al Acontecimiento: «La relación conla realidad que el hombre vive de la mañana ala noche puede ser una continua iniciativa, uncontinuo intento de intervenir ante lo que su-cede y lo que él experimenta; o bien puede serque el hombre se mueva, se deje mover, obe-dezca a algo que no nace, que no brota de unmodo suyo de reaccionar ante las cosas que seencuentra, sino de prejuicios [¡Es terrible!]. Elpunto de partida del cristiano es unAcontecimiento. El punto de partidade todo el resto del pensamiento hu-mano es una determinada impresióny valoración de las cosas, una deter-minada postura que se asume “antes”de afrontar las cosas, antes sobretodo de juzgarlas» (L. Giussani, Elhombre y su destino. En camino, En-cuentro, Madrid 2003, p. 105). ¡Y estosucede delante las mismas cosas! Es-cuchad lo que me ha escrito uno devosotros: “Querido Julián, el caminoque nos estás indicando se está reve-lando cada vez más determinantepara mí y para algunos amigos. La Es-cuela de comunidad sobre la espe-ranza (¿Se puede vivir así?, Encuentro,Madrid 2008, págs. 133-186) ha sacado a la luzde manera evidente el problema: ¡Muchos denosotros no teníamos certeza! Incluso para al-guno que desde hacía mucho estaba en el mo-vimiento, la vida se apoyaba en otra cosa y laesperanza –la que se vivía de hecho– radicabasimplemente en que las circunstancias fuesenfavorables. Algo importante ha sido volver apensar en la responsabilidad que tengo (guíouna Escuela de comunidad y soy el prior de ungrupo de Fraternidad), pues me he dado cuen-ta que consistía más bien en tener “mucha prác-tica”: después de muchos años de movimien-to tienes siempre la respuesta “correcta”, que escapaz de poner a todos de acuerdo, vas a bus-car una frase en otro libro de don Giussani, ha-ces citas apropiadas, el amigo que va por delantesiempre te dice algo interesante que después túvas a contar durante los encuentros; y todo estote da cierto predicamento. El problema es queera muy raro que yo ofreciese una contribuciónde experiencia real a la luz de cuanto se esta-ba diciendo. Yo era el primero que no

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«¿Qué vence elrelativismo, esa

reducción de la razóny de la libertad queimpide conocer y

adherirse a la verdadque nos dona másvida, más amor? La

contemporaneidad deCristo, lo único quees capaz de atraertoda nuestra razón y nuestro afecto»

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afrontaba la realidad con la hipótesis quese nos sugería, y por eso era el primero en que-dar atrapado en las circunstancias. Ante losproblemas de la vida, mirar a la cara las cosasque se nos dicen a veces me irritaba, porquequería algo que me resolviese los problemas,no me interesaba algo que, en cambio, me si-tuase en la posición justa; incluso los testi-monios, paradójicamente, a veces me fasti-diaban, aumentaban mi escepticismo, y por lo

bajo me decía: “Lo que les ha sucedi-do a ellos, a mi no me sucederá jamás”.¡Qué gracia haberme dado cuenta detodo esto! Los Ejercicios han sido unpunto de reconquista decisivo, he co-menzado a afrontar la realidad bus-cando ser consciente del desafío quenos lanzaban, y a este respecto tecuento un suceso que me ha impre-sionado mucho. Un amigo mío esta-ba afrontando su trabajo con unasuperficialidad que me dejaba helado,corriendo el riesgo de perder un óp-timo puesto, lo cual, si lo hubiese per-dido, habría conducido su numerosafamilia a una situación dramática; nohacía las cuentas con la realidad, sino

que se dejaba guiar por el prejuicio y por lasapetencias. Esta situación me disgustaba mu-chísimo y decía: Pero, ¿cómo es posible que secomporte así? Entonces, reflexionando sobrequé podía significar esta provocación, me hedado cuenta de que yo hacía lo mismo afron-tando la realidad. Por tanto, el Misterio a tra-vés de esa circunstancia me estaba corrigien-do. Con sorpresa me he conmovido, me he per-cibido amado como pocas veces me ha suce-dido, y desde entonces se ha puesto en marchaen mi vida una dinámica nueva: la realidad co-mienza a ser (poco a poco, pero comienza) ellugar en el que Alguien me llama, y esto da ungusto antes ignorado. Antes me parecía quenunca sucedía nada en la vida cotidiana.Ahora sucede siempre todo –más aún: todo, in-cluso las situaciones más pesadas, comienza aser afrontado con un ímpetu, una osadía, undeseo de ir hasta el fondo, nuevos. ¡Es evidenteque esta energía no proviene de mí! ¡Qué es-tupor, qué conmoción ver con tanta claridadque Cristo me cambia! ¿Quién podría ser sinoÉl? Otras veces me habría dicho a mi mismo

lleno de escepticismo (‘Sí, ahora es así, peromás tarde todo volverá a ser como antes’), peroahora no me importa, pues será Él el que seocupará de volverse a hacer presente para queyo le reconozca, volviéndome a conmover unavez más. Lo único que puede impedir que vuel-va a nacer es sólo mi “no”, mi estar a la defen-siva, cerrado».

Este amigo nos da testimonio, de manera po-sitiva, del hecho que casi sin darnos cuenta escomo si irrumpiese en el juicio sobre las cosasun discurso ya sabido (la palabra justa, la res-puesta preconfeccionada, el preconcepto quenos da predicamento). ¡Toda esta ideologiza-ción está más difundida de lo que nos creemos!En cambio el cristianismo es un acontecimiento,y por ello está presente; y el punto de partidadel cristiano no es la ideología o el preconcepto,sino un acontecimiento. Lo único que nos im-pide ser esclavos de la ideología, que es eldesarrollo lógico del preconcepto, es recono-cer este acontecimiento. La forma última de laideología es la negación de los hechos que ha-cen contemporáneo este acontecimiento aho-ra, dejándonos en manos de la interpretación:«No existen hechos, sino sólo interpretaciones»(F. Nietzsche, Frammenti postumi 1885-1887,en Opere, Adelphi, Milano 1975, vol. VIII, fr. 7(60), p. 299). Entran escalofríos sólo de pensarla encrucijada en la que nos encontramos: «Supresencia se hace visible, tangible y experi-mentable por el hecho de que cambia la vidade la gente que está en la comunidad, en la com-pañía. Por eso, la agudeza con la que se perci-be el testimonio de uno, del otro –aunque nosean responsables–, la perspicacia con la que sepercibe el testimonio, aunque sea furtivo, se-creto, presente en la gente de la comunidad, esel signo más grandioso de la honestidad de laque hablábamos antes. Por el contrario, no exis-te dentro de la compañía mayor signo de des-honestidad que destacar en primer lugar los de-fectos. Similes cum similibus facillime congre-gantur. Uno percibe aquello que es parecido auno mismo. Si predomina el mal en ti, tú te la-mentarás del mal; si predomina en ti la bús-queda de la verdad, descubrirás la verdad» (L.Giussani, Uomini senza patria (1982-1983),BUR, Milán 2008, p. 277). Éste es el intento ex-tremo de evitar la conversión: negar la existenciade los hechos, de los acontecimientos (porque

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«El cristianismo esun acontecimiento,

y por ello estápresente; y el punto

de partida delcristiano no es

la ideología o elpreconcepto, sino

un acontecimiento.Lo único que nos

impide ser esclavosde la ideología»

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si el ciego de nacimiento no ha sido sanado, en-tonces los judíos no tienen que cambiar su ac-titud; por ello, basta negarlo para continuar im-pertérrito por el propio camino).

b) Introduzco ahora la segunda reducción: re-ducir el signo a apariencia. «Si el hombre cedea las ideologías dominantes, procedentes de lamentalidad común, se produce una lucha,una división, una separación entre signo y apa-riencia; de aquí se sigue la reducción del signoa apariencia. Cuanta más conciencia se tomade lo que es signo, mejor se entenderá la de-gradación y el desastre que supone un signo re-ducido a apariencia. El signo es la experienciade un factor presente en la realidad que remi-te a otra cosa. […] No sería razonable, por lotanto, humano, agotar la experiencia del signointerpretándolo sólo en su aspecto inmedia-tamente perceptible o apariencia. El aspecto in-mediatamente perceptible de cualquier cosa, suapariencia, no recoge toda la experiencia quetenemos de las cosas, porque no dice el valorde signo que tienen» (L. Giussani, El hombre ysu destino, op. cit., pp. 107-108). Mirad lo quedice este testimonio: «Hola Julián. Quierocontarte un hecho que me ha sucedido este ve-rano durante el pre-Meeting (yo desde siem-pre trabajo en el montaje, y comparto con otrosesa responsabilidad). Sin lo que tú nos has mos-trado en estos años por cómo te has implica-

do con lo que te sucede y con la Escuela de co-munidad, me habría resbalado tranquilamen-te. El hecho es el siguiente. Una noche, tras eltrabajo en la Feria, me fui a cenar con algunosamigos de Cremona y de Milán, y uno de ellosme dice: ‘Está con nosotros un chico que no esdel movimiento y le he dicho que se venga, ¿al-gún problema?’. ‘En absoluto’, le respondo. Y asínos fuimos a un pequeño restaurante en la pla-ya para cenar pescado. Este chico es un obre-ro de veintitrés años y, como no era del movi-miento, no sabía ni qué era el Meeting ni lo quele esperaba. De repente interviene en la con-versación: ‘En estos días en la Feria he visto in-mediatamente cuáles son los stand en los quetrabajáis vosotros y cuáles son los de los obre-ros de las empresas de montaje’. Rápidamen-te me sorprendió esta intervención inespera-da: era su primera vez en el pre-Meeting y lle-vaba apenas dos días en la Feria. Al día siguientebuscó por todas partes un cura para confesar-se (hacía seis años que no se confesaba). Estehecho –el juicio tan neto e impetuoso de la no-che anterior y lo que sucedió al día siguiente–me ha removido y juzgado profundamente. Mepregunté: ‘Pero, ¿qué es lo que ha visto?’. Exac-tamente lo mismo que veían mis ojos y los ojosde todos los demás que estábamos en la Feria,ni más ni menos, y nadie le ha endosado dis-cursos u homilías. Pero, entonces, ¿cómo es

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Isla de Sagar (India),peregrinos en el Gangespara purificarse.

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posible que las mismas cosas a él le hayanprovocado un sobresalto en el corazón, mien-tras que para mí eran normales y obvias? Estosignifica que para reconocer la gran Presenciaes absolutamente verdadero que el problemano es lo que veo, no sirve un hecho sensacio-nal, ¡sino que todo depende de cómo estoy antela realidad que sale a mi encuentro! Desdeaquel momento, no tuve más remedio que mi-rar este hecho, y así desde aquel instante todocambió para mí: eran las cosas de todos los días,pero ya nada fue igual, y cuando terminó elMeeting y volví al trabajo, tenía ganas de em-pezar a trabajar para introducirme en la rea-lidad con esta mirada deseosa de descubrircómo me sorprendería el Misterio, qué hechosme acontecerían en la normalidad del traba-jo. Es lo que más deseo, porque nada, absolu-tamente nada, está en mi contra. Gracias porcómo me estás desafiando, acompañándomecon paternidad, pero sin ahorrarme nada”.

Don Giussani lo explica estupendamente:«La gran tentación del hombre es agotar la ex-periencia del signo, de algo que es signo, inter-pretándola sólo en su aspecto inmediatamente

perceptible. No es razonable, pero todos loshombres son proclives a ello; se ven arrastra-dos por el peso del pecado original a ser víc-timas de lo aparente, de lo que aparece, por-que parece la forma más fácil de usar la razón.Cierta actitud del espíritu hace más o menosesto con la realidad del mundo y de la existencia(las circunstancias, las relaciones con las cosas,hay que formar una familia, educar a los hi-jos...): acusa el golpe, pero ahí se detiene la ca-pacidad humana de adentrarse en la búsque-da del significado, a lo cual la inteligencia seve impulsada innegablemente por su relacióncon la realidad misma. Es decir, se detiene lacapacidad misma de la inteligencia humanapara introducirse en la búsqueda del signifi-cado al que innegablemente nos impulsanuestra relación con la realidad. Pero, la inte-ligencia humana no puede quedarse impactadapor algo sin percibir que, de alguna manera,eso es signo de otra cosa, es una insinuaciónque nos remite a otra cosa distinta. Un eco deestos conceptos se puede encontrar en una afir-mación de Hannah Arendt: “La ideología noes la ingenua aceptación de lo visible, sino su

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Lalibela (Etiopía): Celebración del Timkat,la Epifanía de los etíopes ortodoxos.

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inteligente destitución”. La ideología es ladestrucción de lo visible, es la eliminación delsentido visible de las cosas que suceden, el va-ciamiento de lo que se ve, de lo que se toca, delo que se percibe. Así, ya no tiene relación connada. Cuando Sartre habla de sus manos –“Mismanos, ¿qué son mis manos?”– las define como“la inconmensurable distancia que me sepa-ra del mundo de los objetos y me aleja de ellospara siempre”, llevando a cabo de ese modo unadestitución de lo visible, del aspecto contin-gente de las cosas. Una destitución de lo con-tingente es, por ejemplo, afirmar que lo que su-cede, “sucede porque sucede”, evitando así lanecesidad y la exigencia de contemplar elpresente, cada presente determinado, en su re-lación con la totalidad» (Ibidem, pp. 108-109).Y así ya no tenemos que cambiar, que con-vertirnos. Me quedo verdaderamente heladoante ciertas interpretaciones que vacían lo queacontece entre nosotros…

Don Giussani concluye este punto ponién-donos en guardia respecto a la lucha presen-te en la trastienda: «La tranquila verdad del serhumano consiste en su sensibilidad para per-cibir todas las cosas como signo del Misterio[lo hemos comprobado: el último en llegarpuede ser el primero en percibirlo]. A ella seopone esa tiranía de quienes ostentan el po-der con motivo de alguna ideología, que nie-ga esta manera que tiene el hombre de consi-derar las cosas» (Ibidem, p. 109).

c) ¿Por qué sucede de este modo? En virtudde la tercera reducción, es decir, porque re-ducimos el corazón a sentimiento: «Tomamosal sentimiento, en vez del corazón, como mo-tor último, como razón última de nuestro ac-tuar. ¿Qué quiere decir esto? Nuestra res-ponsabilidad se vuelve irresponsable precisa-mente porque hacemos prevalecer el uso delsentimiento sobre el corazón, reduciendo elconcepto de corazón a sentimiento. En cam-bio, el corazón representa y actúa como el fac-tor fundamental de la personalidad humana;el sentimiento no, porque el sentimiento, si ac-túa él solo, lo hace por reacción. En el fondo,el sentimiento es algo instintivo. “No he en-tendido todavía –escribía Pavese– cuál es la tra-gedia de la existencia [...]. Y sin embargo estáclaro: es necesario vencer el abandono volup-tuoso y dejar de considerar los estados de áni-

mo como fines en sí mismos”. El estado de áni-mo tiene su dignidad por otra finalidad muydistinta: su fin consiste en que es una condi-ción puesta por Dios, el Creador, por mediode la cual nos purifica. Mientras que el cora-zón indica la unidad de sentimiento y razón.Esto implica un concepto de razón no cerra-da, una razón en toda la amplitud de sus po-sibilidades: la razón no puede actuar sin esoque se llama afecto. El corazón –como razóny afectividad– es la condición paraque la razón se ejerza sanamente. Lacondición para que la razón sea ra-zón es que implique nuestra afecti-vidad y, de esta manera, mueva alhombre entero. Esto es el corazón delhombre: razón y sentimiento, razóny afecto» (Ibidem, pp. 111-112).

3. LA VICTORIA SOBRE EL RELATIVISMO: LA MEMORIA

Esta observación de don Giussaninos puede ayudar a identificar la víade la victoria sobre el relativismo,punto con el que voy concluir. ¿Cuán-do nos llenamos de sorpresa viendoprevalecer el acontecimiento respec-to a la ideología, el signo respecto ala apariencia, el corazón respecto alsentimiento? ¿Podemos identificaruna imagen que nos permita com-prenderlo con facilidad? Yo mismo,como vosotros, estoy rodeado de testimonios,de hechos excepcionales que me asombran por-que muestran con fuerza la contemporaneidadde Cristo. Y me he preguntado: pero, ¿cuán-do estos hechos me han conducido a recono-cerle a Él? Me ha sido de gran ayuda darmecuenta del criterio que nos ofrece don Giussani:«¿Cuándo hemos pensado en Él seriamente,con el corazón, el mes pasado, en los últimostres meses, desde octubre hasta ahora? Nun-ca. No hemos pensado en Él como Juan y An-drés pensaban en Él mientras lo miraban ha-blar. Si nos hemos preguntado por Él, ha sidopor curiosidad, por análisis, exigencia de aná-lisis, de búsqueda, de aclaración, de claridad.Pero pensar en Él como uno, enamorado deverdad, piensa en la persona de quien está en-amorado (¡Incluso en este caso es muy raro quesuceda porque todo se calcula en función

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«¿Cuándo nosllenamos de

sorpresa viendoprevalecer el

acontecimientorespecto a la

ideología, el signorespecto a laapariencia, el

corazón respecto al sentimiento?

Me ha sido de granayuda darme cuenta

del criterio que nos ofrece don

Giussani...»

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del interés!), puramente, de modo absolu-ta y totalmente desprendido, como puro de-seo de bien… ¡tanto que si el otro no te lo re-conociera, tú alimentarías todavía más el de-seo de su bien!» (L. Giussani, ¿Se puede vivirasí?, Encuentro, Madrid 2008, p. 238).

En este punto se contraponen dos modosde conocer. Pensar en Él seriamente, con co-razón, significa pensar en Él como Juan y

Andrés lo hacían mientras le veíanhablar, completamente pendientes,atraídos por su presencia, siendo sal-vada la razón, que les ayuda a intro-ducirse en la profundidad del miste-rio de esta persona, por el afecto.¡Qué diferencia respecto al predomi-nio de la mera curiosidad, del análi-sis, de la búsqueda de una aclaración,pues en estos casos la razón se reducea su uso instrumental –el signo re-ducido a apariencia–, porque está se-parada del afecto! ¡Qué diferenciamás absoluta! ¿Quién conoce más:quien piensa como un enamoradopiensa en quien ama o quien se de-dica a analizar la cosa? ¿Cómo os gus-taría que os mirasen? ¿Quién captaríamejor el valor de nuestro yo? La ve-rificación para saber que hemos sa-

lido de esta reducción de nosotros mismos –pues somos razón y afecto– y de la realidad,es que hemos podido sorprender en nosotrosla experiencia esencial de Juan y Andrés; por-que allí, en ese encuentro, ha acontecido laprimera victoria sobre el relativismo y, portanto, ese encuentro nos ofrece el criteriopara reconocer dicha victoria siempre.

¿Qué describe don Giussani con estas pala-bras? La memoria: «El cristianismo es unacontecimiento, y por eso está presente, estápresente ahora, y lo que le caracteriza es queestá presente como memoria; la memoriacristiana no se identifica con el recuerdo; esmás, no es un recuerdo, sino que vuelve aacontecer su Presencia misma» (L. Giussani,El hombre y su destino, op. cit., pp. 107). Elcristianismo nace como acontecimiento quese encarna en el presente como memoria. Y lamemoria es el contenido de la conciencia delcristiano. Lo entendemos bien mirando a Juany Andrés: lo que dominaba en sus ojos era

Cristo, y por esto la memoria es la victoria so-bre el relativismo, porque hemos sido creadospara conocer a Cristo. Lo que nos falta es “elcarácter existencial de la memoria” (L.Giussani, L’io rinasce in un incontro, op. cit., p.47), no lo tenemos ni en el rabillo del ojo, nosdice don Giussani.

¡Qué largo camino de conversión nos que-da por hacer para que esto llegue a ser fami-liar! Lo vemos porque muy pocas veces sor-prendemos en nosotros la misma experienciade Juan y Andrés mientras le miraban hablar.Yo me doy cuenta cuando, por gracia, soy sal-vado de mí mismo, de la reducción en la quehabía caído. Me ha sucedido esta misma se-mana, en distintas ocasiones en las que esta-ba completamente pendiente de lo que veía yque me contaba una persona. Por ejemplo, mequedé con la boca abierta escuchando a unapersona que me contaba que en el momentoculminante del enamoramiento se ha sor-prendido percibiendo la imponencia de la pre-sencia de Cristo que le desbarata totalmente.Esta persona experimenta la victoria sobre elrelativismo. Y esto hace más fácil que yohaga en el presente la misma experiencia queJuan y Andrés, hasta tal punto que, a la ma-ñana siguiente, me sorprendí mientras hacíasilencio pensando en esas personas que me ha-bían liberado de mis reducciones, siendocompletamente atraído por su Presencia.

Sin este acontecimiento no se supera la frac-tura entre saber y creer, y el relativismo ven-ce, porque nada es capaz de atraer, de iman-tar todo mi yo. Y esto nos dice, una vez más,cuánta atención debemos a la realidad, quépetición a Cristo tenemos que vivir: pedir quese haga presente así, carnalmente presente. Po-demos reducir a Juan y Andrés a un recuer-do del pasado, y no hacer de ese encuentro elcriterio para juzgar ahora nuestra experien-cia. Con este uso del episodio evangélico, donGiussani libera a Juan y Andrés de la posiblereducción sentimental, haciendo de su en-cuentro el criterio para reconocer la victoriasobre el relativismo. Para alguno ya empiezaa ser así: “Querido Julián, ten paciencia,pero de vez en cuando no tengo más reme-dio que escribirte, al no poder hablar conti-go personalmente. Encontrando a un amigomío que acababa de volver de la Asamblea de

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«Pensar en Élseriamente, con

corazón, significapensar en Él comoJuan y Andrés lohacían mientras le veían hablar,completamente

pendientes, atraídospor su presencia.

¿Qué describe don Giussani conestas palabras?

La memoria»

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Responsables, me parece que he entendido loque habían visto la mujer de Andrés y su her-mano Simón, cuando aquél volvió tras haberencontrado a Cristo. No me acuerdo ni de unapalabra de lo que me ha dicho mi amigo (en-tre otras cosas porque no era capaz de cons-truir una frase), pero he visto sus ojos, he vis-to su corazón, y he esperado con ansia que mellegase por correo Huellas de septiembre consu precioso cuadernillo. Sólo esta tarde he po-dido finalmente tenerlo entre mis manos. Hellegado hasta la página 8 y ahí me he queda-do. Dices [en realidad es don Giussani quiénlo dice]: ‘¿Cuándo hemos pensado en Él se-riamente, con corazón, durante el últimomes, los últimos tres meses, desde octubre has-ta ahora? Nunca’. Perdóname, pero, en cam-bio, de mi corazón ha brotado la respuesta:‘¡Siempre!’. No podría ni siquiera respirar sino lo encontrase cada día de ese modo. Y asíyo ya no puedo vivir sin que cada día vuelvaa acontecer de ese modo. Te doy las gracias detodo corazón porque el trabajo que he hechocontigo durante este año, siguiéndote de cer-ca hasta escuchar físicamente cómo respira-bas, me ha hecho capaz de no abandonar nun-ca, de atravesar todas las circunstancias de la

vida, bellas o feas, positivas o negativas, y derendirme con conmoción sólo ante el asom-bro por una evidencia tan grande, totalmen-te donada, totalmente gratuita. Quiero decirque Él está y está siempre, y está en el sol queresplandece y en la lluvia que molesta, y estáen la negrura densa de una noche oscura; ysiempre es una relación viva, y cuando no seda la relación, de los dos, nunca es Él el quefalta”.

Cualquiera que sea la forma en la que acon-tece ahora, la victoria sobre el relativismo ten-drá siempre como criterio ese apego único aCristo presente que Juan y Andrés han mos-trado para siempre y que jamás podrá ser re-ducido a nuestros análisis ni, mucho menos,a un comentario o una pura emoción. Signosde esta reducción son el fastidio y la queja. Laalternativa al fastidio y a la queja es la vidacomo memoria: «¡Vivir es hacer memoria deMí!». Por ello, don Giussani insiste: «Para li-brar esta lucha cotidiana contra la lógica delpoder, para vencer día a día lo aparente y lo efí-mero, para afirmar la presencia constitutiva delas cosas, el destino de las cosas, que es Cris-to, ¡qué clase de movimiento personal hace fal-ta! Es la persona que se hace valer ante la

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Laguna de Grado (Gorizia),pesca.

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alienación del poder. ¡Un movimiento per-sonal!» (L. Giussani. L’io rinasce in un incon-tro, op. cit., p. 194). Este movimiento perso-nal es la conversión.

Amigos, tenemos que decidir qué queremoshacer como adultos: si seguir contentándonosde “opciones segundas”, como las ha descritoel Papa a los jóvenes británicos (dinero, carrera,etc…), y continuar dejando pasar la vida, sin

tomar nunca con seriedad posiciónante Cristo; o, en cambio, pertenecera Él. El problema para muchos denosotros es que ya somos adultos y eltiempo urge. Por esto al comienzo deeste año mi augurio es que decidáis,que decidáis pedir, mendigar perte-necer a Él, ceder a su atracción. Y asípodremos ver en nosotros la victoriasobre el relativismo. Basta no conten-tarse con nada que no sea Él, como nosha dado testimonio el décimo de los le-prosos. Gracias a Dios cada vez haymás gente entre nosotros que no secontenta ni con la curación, ni con labella compañía de los otros nueve le-

prosos, sino que como el décimo, ¡lo que quie-re es a Él! La compañía verdadera está cons-tituida por gente como el décimo leproso. Éstaes nuestra responsabilidad, depende denosotros. En este sentido el trabajo personaly la responsabilidad respecto a los otros coin-ciden. Por ello la frase de don Giussani, «la res-ponsabilidad es la conversión del yo al acon-tecimiento presente», constituye una síntesisde lo que nos espera: no podemos ofrecer unacontribución a la victoria sobre el relativismo,si nosotros en primer lugar no realizamos esterecorrido. Si nos acompañamos en esto, po-dremos llegar a ser una presencia, una realidaddiferente, en la sociedad, mostrando la verdadde lo que el Papa dice y de lo que da testimo-nio. Cada uno de nosotros tiene que ser muyconsciente de la responsabilidad ante Dios, deltrabajo que estamos llamados a cumplir, parapoder dar testimonio de Él en todos los am-bientes en los que estamos. Como nos da tes-timonio un preso: «Mirándome hoy tengo laconciencia de que, liberándome de los estere-otipos y de las jaulas sociales y culturales, se en-tra en una realidad nueva. Esta belleza es úni-ca. Irrepetible».

HOMILÍA DE LA SANTA MISAJULIÁN CARRÓN

El signo más sencillo de que el cristianismoes un acontecimiento y no una ideología, esprecisamente el gesto que estamos celebran-do. Y hasta qué punto la ideología crece ennosotros o incide sobre nosotros se ve en eldato que muchas veces pensamos que este ges-to es un añadido respecto a lo importante, quesería la palabra. En cambio la Iglesia desafíaconstantemente esta reducción que hacemosdel cristianismo, invitándonos a participar enun acontecimiento, al acontecimiento de suPresencia ahora, que veremos acontecer en laconversión del pan y del vino en el Cuerpo yla Sangre de Cristo. Esto no es una ideología;es un evento. Desde el interior de este eventopodemos comprender todo el alcance, toda lainsistencia que hemos hecho a propósito de laconversión. Él, presente entre nosotros, con-temporáneo con nosotros, nos dirige esta lla-mada a la conversión a través de las lecturas quehemos escuchado ahora, y que nos dicen cuáles el alcance de la llamada a la conversión (Am6, 1.4.7 y 1Tm 6, 11-16). Podemos estar aquí–como dice el profeta Amós– distraídos y se-guros, sin comprender verdaderamente que elproblema por excelencia es la relación de la vidacon el Misterio, como el hombre de la parábolaque vivía completamente distraído, pendien-te de otras cosas, pero –como nos ha dicho sanPablo– hay Uno que nos llama: “Conquista lavida eterna”; porque ésta es la cuestión, ami-gos, que el Misterio nos vuelve a llamar una yotra vez. Pero a nosotros nos sucede como aaquel hombre rico del Evangelio que hemos es-cuchado (Lc 16, 19-31): en cuanto llega a la otraorilla y se da cuenta de la verdad, del alcanceeterno de la vida, inmediatamente le entra laprisa por ayudar a los que ama, su familia; y,¿qué se le ocurre pedir? «“Te ruego que man-des a Lázaro a casa de mi padre, porque ten-go cinco hermanos, para que, con su testi-monio, evites que vengan también ellos a estelugar de tormento”. Abrahán le dice: “Tienena Moisés y a los profetas; que los escuchen”. Elrico contestó: “No, padre Abrahán. [Esto lo danpor descontado] Pero si un muerto va a ver-los, se arrepentirán”. Abrahán le dijo: “Si no es-cuchan a Moisés y a los profetas, no harán casoni aunque resucite un muerto”».

XVI OCTUBRE 2010

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«Gracias a Dioscada vez hay

más gente entrenosotros que nose contenta ni

con la curación,ni con la bellacompañía, sino

que como eldécimo, ¡lo quequiere es a Él!»

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