Un Extraño Homínido Que Aspira a Cambiar La Historia Evolutiva - A. Sediba (El País)

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Sociedad Un extraño homínido que aspira a cambiar la historia evolutiva El australopiteco sediba, de hace dos millones de años, es un mosaico de rasgos humanos y simiescos y los científicos no tienen claro dónde colocarlo entre los antepasados del ‘Homo sapiens’ Madrid 11 ABR 2013 Los esqueletos de una pequeña hembra de ‘Homo sapiens’ (izquierda), de un ‘A.Sediba’ (centro) y de un chimpancé (‘Pan troglodytes’). / LEE R. BERGER- UNIVERSITY OF THE WITWATERSRAND Dos esqueletos fosilizados, bastante completos y bien conservados, de unos extraños australopitecos que vivieron en África hace casi dos millones de años desconciertan al batallón de investigadores de 16 instituciones de todo el mundo que los han estudiado a fondo. Los Australopithecus sediba, que así se llaman, eran capaces de caminar erguidos, aunque no con tanta soltura como la especie humana, dado su talón simiesco; pero, a la vez, treparían por los árboles y las rocas con destreza. Por sus dientes, columna vertebral y mandíbula eran parecidos a los humanos primitivos, pero sus hombros y brazos eran más bien de mono, y la caja torácica superior se parece a la de los grandes simios. La extraña criatura tenía el cerebro pequeño. Entonces, ¿está en la línea ancestral de la especie humana o no? ¿Dónde encaja en el árbol de familia de los homínidos? Los paleontólogos siguen sin tenerlo claro. Ya apuntaban a esa indefinición hace dos años, cuando presentaron oficialmente los fósiles de A.sediba, descubiertos dos años antes en Sudáfrica. Desde entonces, los científicos, divididos en seis equipos de especialistas que se han repartido los fósiles (dientes unos, brazos otros, extremidades inferiores

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Sociedad

Un extraño homínido que aspira a cambiar la historia evolutiva

El australopiteco sediba, de hace dos millones de años, es un mosaico de rasgos humanos y simiescos y los científicos no tienen claro dónde colocarlo entre los antepasados del ‘Homo sapiens’

Madrid 11 ABR 2013

Los esqueletos de una pequeña hembra de ‘Homo sapiens’ (izquierda), de un ‘A.Sediba’ (centro) y de un chimpancé (‘Pan troglodytes’). / LEE R. BERGER- UNIVERSITY OF THE WITWATERSRAND

Dos esqueletos fosilizados, bastante completos y bien conservados, de unos extraños australopitecos que vivieron en África hace casi dos millones de años desconciertan al batallón de investigadores de 16 instituciones de todo el mundo que los han estudiado a fondo. Los Australopithecus sediba, que así se llaman, eran capaces de caminar erguidos, aunque no con tanta soltura como la especie humana, dado su talón simiesco; pero, a la vez, treparían por los árboles y las rocas con destreza. Por sus dientes, columna vertebral y mandíbula eran parecidos a los humanos primitivos, pero sus hombros y brazos eran más bien de mono, y la caja torácica superior se parece a la de los grandes simios. La extraña criatura tenía el cerebro pequeño. Entonces, ¿está en la línea ancestral de la especie humana o no? ¿Dónde encaja en el árbol de familia de los homínidos? Los paleontólogos siguen sin tenerlo claro. Ya apuntaban a esa indefinición hace dos años, cuando presentaron oficialmente los fósiles de A.sediba, descubiertos dos años antes en Sudáfrica. Desde entonces, los científicos, divididos en seis equipos de especialistas que se han repartido los fósiles (dientes unos, brazos otros, extremidades inferiores

otros, etcétera) han analizado exhaustivamente los esqueletos descubiertos de aquellos dos misteriosos individuos (más un tercero representado solo por un fragmento de tibia). Han comparado los huesos con restos de otras especies de australopitecos y de humanos y escrito seis artículos en la revista Science con sus conclusiones.

Este exhaustivo examen “nos da una idea de una especie de homínido que parece un mosaico en su anatomía y que presenta un conjunto de complejos funcionales que son diferentes tanto de lo predicho para otros australopitecos como los del Homo primitivo”, resume Lee R.Berger, descubridor de A.sediba y líder de la investigación, en la revista Science. “La clara visión de la anatomía de esta especie de homínido primitivo tendrá claramente implicaciones a la hora de interpretar el proceso evolutivo que afecta al modo y al tiempo de la evolución de los homínidos y la interpretación de la anatomía de las especies no tan bien conocidas”.

Berger, o más bien su hijo Mathieu, de nueve años, descubrió el primer fósil de lo que luego se denominó A.sediba, en agosto de 2008, en los alrededores de Johanesburgo, en concreto en un lugar llamado Malapa. Fue el pistoletazo de salida y Berger (investigador de la Universidad de Witwateersrand, Suráfrica) inició con su equipo científico una exploración intensa. En total han salido ya a la luz los restos esqueléticos de dos individuos, una mujer y un hombre joven, más un hueso de un tercero. Medirían 1,27 metros de altura, ella pesaría unos 33 kilos y él, 27, y su cerebro rondaría los 420 o 450 centímetros cúbicos, frente a los 1.200 a 1.600 del nuestro.

En la antigua visión de la evolución, el A.sediba sería el perfecto eslabón perdido, el ejemplar oportuno que tiene unos rasgos del precedente en antigüedad y otros del siguiente. Pero los científicos saben que la cosa no funciona así, que la evolución no es una cadena, sino una intrincada ramificación de especies con ancestros comunes y parentescos más o menos próximos. La cuestión es situar este homínido con un mosaico de características en ese árbol de familia. Además, la antigüedad es clave en este caso porque hace dos millones de años existía ya en África el Homo erectus, antepasado del Homo sapiens y, seguramente, el primero que salió del continente ancestral y se expandió por el viejo mundo. A.sediba se ha datado en 1.980.000 años.

Los investigadores, en sus estudios comparativos, se han centrado sobre todo en los rasgos de aquel H.erectus y en un australopiteco anterior al A.sediba, el A.africanus. Pero entra en el debate una especie más de australopiteco, A.afarensis, a la que pertenece el célebre esqueleto Lucy, adoptado como abuela ancestral de la humanidad, aunque hay ya importantes paleoantropólogos que se inclinan por sacar a la familia de Lucy de la línea evolutiva humana. Berger sugiere “la posibilidad de que A.sediba y tal vez A.africanus no descienden del linaje de A.afarensis” y él no llega a afirmar que los fósiles de Malapa se sitúen en la línea humana, pero Science destaca que “el conjunto de análisis ahora presentado parece apuntar hacia un probable ancestro del género Homo”. El hecho de que Lucy y su familia fuesen bípedos parece complicar las cosas para los A.sediba, si estos no descienden de los A.afarensis. Pero “múltiples formas de bipedalismo fueron practicadas por nuestros ancestros primitivos homínidos”, señala el científico de Johanesburgo.

Las grandes preguntas acerca de la extraña criatura de Malapa siguen abiertas, y los científicos aspiran a contestarlas, sobre todo cuando tengan más fósiles de esta especie. El próximo verano Berger y su equipo retomarán la excavación en el yacimiento. Tal vez el A.sediba sea un antepasado remoto del Homo sapiens, o tal vez fuera un especie de homínido que acabó en un callejón sin salida de la evolución, es decir, extinguiéndose.

Descubierto un homínido de hace casi dos millones de años

La nueva especie puede ser un ancestro de la humanidad o una rama lateral extinguida

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Madrid 8 ABR 2010

Cráneo de la especie A.sediba descubierto en el yacimiento de Malapa (Suráfrica) / LEE BERGER | BRETT ELOFF

Matthew Berger, un niño de nueve años, acompañaba a su padre, el científico Lee Berger, el 15 de agosto de 2008 en una bien planeada excursión por las cercanías de Johanesburgo (Suráfrica) en busca de restos del pasado. Al poco de llegar al lugar elegido para empezar el rastreo, el chico exclamó: "¡Un fósil!". Él no sabía de qué animal era, pero el padre sí: una clavícula, y cuando dio la vuelta al bloque de piedra que había encontrado su hijo con el fósil, inmediatamente identificó otro, una mandíbula con un canino, y eran de homínido, el máximo trofeo para un paleoantropólogo como él.

Expediciones posteriores en la zona, estudios minuciosos y muchos meses de trabajo para extraer los antiguos huesos de los bloques en que estaban incrustados, han sacado a la luz dos esqueletos parciales fosilizados de hace aproximadamente 1,8 millones de años. Uno es de un niño o un adolescente (entre 10 y 13 años), el que encontró Matthew; el otro, que se descubrió en septiembre de 2008, es de una hembra al final de la veintena; combinan rasgos antiguos y modernos, y los científicos afirman que son una especie nueva de homínidos desconocida hasta ahora, que ellos han bautizado Australopithecus sediba. Es más, Berger y sus colegas plantean que esta especie bien podría encajar en la línea ancestral humana, representando una transición entre los antiguos australopitecos y los primeros individuos del género Homo. Otros expertos (unos 60 científicos han visto ya los nuevos fósiles) prefieren situar A.sediba como una rama lateral -extinguida- a la línea evolutiva humana. De

cualquier forma, se trata de un hallazgo sensacional, coinciden unos y otros, que proporciona rica información sobre los ancestros del hombre hace dos millones de años.

"Estos fósiles nos dan una visión extraordinariamente detallada de un nuevo capítulo de la evolución humana, convirtiéndose en una ventana abierta hacia un período clave en el que los homínidos hicieron el crítico cambio desde su dependencia de la vida en los árboles a la vida en el suelo", explica Berger (Universidad Witwatersrand, Suráfrica). "A.sediba presenta un mosaico de rasgos de un animal que se siente cómodo en los dos mundos".

Los dos esqueletos de A.sediba (que significa manantial o fuente en la lengua Sotho de la región) se presentan en la revista Science, que ha rechazado el nombre del joven Matthew entre los firmantes del artículo oficial.

Los científicos han encontrado ya huesos fósiles de al menos otros dos individuos (un niño y otra mujer) de la misma especie en el yacimiento, pero aún no han acabado de estudiarlos y no se dan a conocer de momento.

La hembra y el joven cuyos esqueletos bien conservados se presentan ahora medirían 1,27 metros (aunque el chico seguramente crecería aún algo más); ella podría pesar 33 kilos y él, 27; tenían un cerebro pequeño (unos 420 ó 450 centímetros cúbicos frente a los 1.200-1.600 centímetros cúbicos del nuestro), dientes caninos pequeños, brazos largos, manos fuertes, pelvis avanzada y extremidades inferiores largas. Desde luego caminaban -y seguramente corrían- erguidos. Los fósiles han sido datados mediante diversas técnicas entre 1,95 y 1,78 millones de años. De la cronología y del estudio del entorno del yacimiento se ha ocupado un equipo dirigido por Paul Dirks (Universidad James Cook, Australia). Uno de los cráneos está todavía incrustado parcialmente en un trozo de roca, pero los investigadores han decidido no extraerlo por el riesgo de que se pueda romper, pero lo han estudiado con detalle en el sincrotrón europeo ESRF y han obtenido así una reproducción óptima.

Berger y Dirks empezaron su investigación explorando, con la ayuda de Google Earth, una zona de cuevas, Malapa, cerca de Johanesburgo. El fósil que encontró Matthew y el resto estaban en cavidades con sedimentos, y los investigadores han reconstruido el escenario de la muerte de aquella hembra y aquel joven hace casi dos millones de años. Debieron caer, junto con otros animales, a una cueva profunda y luego fueron arrastrados hasta un lago subterráneo. Tal vez era una época de sequía y los animales se acercaban al agua. Los esqueletos, al estar fuera del alcance de animales depredadores, se conservaron muy bien. Por la disposición de los fósiles en el sedimento, los expertos no descartan que los dos homínidos murieran a la vez o muy cerca en el tiempo.

A. sediba entra directamente en los libros y en los debates de los paleontólogos acerca de la evolución de las especies ancestrales humanas. Estos fósiles tienen aproximadamente un millón de años menos que el famoso esqueleto Lucy, una hembra de Australopithecus afarensis considerada una remota antepasada de la humanidad. Pero 1,9 millones de años tiene el Homo erectus, considerado un antepasado del Homo sapiens, con el que los nuevos esqueletos comparten algunos rasgos. La cuestión es si los individuos de A.sediba son los supervivientes de australopitecos anteriores (A.africanus) que al final se extinguieron, mientras evolucionaban las línea Homo, o si se trata de una especie de transición entre esos australopitecos previos y el H.erectus, como sugieren sus descubridores.