Un lugar llamado Esperanza - bienestarcyh.org · sólo mirar, quería hacer algo por mi...
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Un lugar
llamado
Esperanza
Todos me conocen como Don Memo. Vivo en la
comisaría "Esperanza". Siempre me gustó la quietud
de la madrugada y la caminata helada cuando
voy y vuelvo del trabajo. Aunque ahora ya no
puedo hacerlo por todo lo que sucede afuera...
Hoy pensé en mi madre y en lo que decía en tiempos de mala suerte:
“la vida es como una rueda de la fortuna, a veces estaremos arriba
en lo más alto y otras en lo más bajo, hasta que se acabe el tiempo”.
La vida es un abrir y cerrar de ojos. Uno despierta y se encuentra con
este bicho llamado Coronavirus y ya no sabe en dónde nos puso a
todos, sin importar raza, género, religión o partido político.
Esa noche salí al parque y observé el ir y venir de la
gente, ¡cuánta actividad! No entendí por qué hasta
que me enteré: empezaría una Cuarentena,así que
estaríamos en casa desde ese momento. Todos
parecían temerosos, agresivos, con miedo e
incertidumbre. “¿Qué está ocurriendo?” me pregunté.
En la TV dijeron que es una enfermedad y no se sabe
exactamente de dónde proviene. -¡De la Gran China!,
dijo alguien, -“Tranquilos, aquí no llegará, está lejos de
nosotros, ¡es enfermedad de ricos!” se escuchó de algún
ignorante. Pero en esos primeros momentos, todos lo
éramos.
El gel antibacterial, el jabón y, por alguna extraña razón, el papel higiénico se convirtieron en
los artículos más demandados; los cubrebocas y guantes rápidamente se agotaron, tanto,
que hubo desabasto para médicos y enfermeras. Así como hay quien cumplió con las
indicaciones, hay quien no creyó en nada pensando que es una gran vacilada y que no se
podrían un tapabocas. Antes muertos que verse ridículos.
Dos cosas llegaron: una enfermedad llamada COVID-19 (un bicho, como yo le llamo) y el
miedo. Quizás el miedo antes que la enfermedad, quizás llegaron juntos, es difícil de decir.
Más pronto que nada, los sonidos de la calle se convirtieron en silencio. En realidad,
todo se convirtió en silencio. Juro que podía escuchar el latir de mi corazón.
Los pocos que tienen permitido salir son el personal de salud. Su labor es fundamental, sobre
todo para evitar más contagios; pero empezaron a ser atacados. La gente se volvió loca...de
miedo. Quizás tener miedo es más grave que enfermarse. Es difícil de explicar, pero la gente
reacciona al miedo de manera diferente.
El encierro empeoró la situación, las personas ya no se aguantaban en sus propias casas y
comenzaron las peleas. La violencia intrafamiliar y la desconfianza se hicieron presentes como
aliados del miedo y la enfermedad. Incluso aquí en casa ha sucedido.
A pesar de todo este caos, también surgían otras noticias, como jabalíes en las calles, venados
y pavo reales apropiándose de avenidas; el planeta tomando un respiro, bajó la
contaminación, dicen que la naturaleza se las cobra y creo que ya debíamos mucho.
Es entonces que decidí hacer algo. Un día, mi madre me dijo que hay dos tipos de personas:
“las que ven que las cosas pasen y las que hacen que las cosas sucedan”... yo ya no quería
sólo mirar, quería hacer algo por mi pueblo...así que tenía que empezar con mi familia.
Los reuní a todos para hablar de lo que estaba pasando:
inicié diciendo “ Ustedes quizá pueden creer que por
viejo no entiendo lo que pasa o no me doy cuenta de
nada...pero escuchen lo que tengo que decir”.
“…al miedo no le gusta quedar al descubierto, así que cuando se mete en nuestros
corazones y mentes, prefiere mostrarse como enojo, agresión, cuidado extremo, o
sencillamente terror… pero no es más que simple miedo…”
“...hoy más que nunca es normal sentirlo,y es normal no saber qué pasará mañana,
es normal que sintamos ansiedad y desesperanza, porque los días de ahora son
terribles pero no lo serán para siempre”.
“Sólo hay que poner atención y diferenciar entre las cosas que podemos
controlar y las que no”.
"No podemos controlar el
tiempo que durará esta
situación, pero sí nuestra
actitud, seamos optimistas”.
“No podemos controlar las acciones
ni las decisiones de los demás, pero sí
las nuestras, así como nuestros
pensamientos”.
“No podemos controlar que otros no
sigan las recomendaciones, pero
nosotros sí podemos hacerlo y
mantener distancia con los demás”.
“De esta forma, nos preocuparemos menos y nos ocuparemos más en cosas que sean realmente importantes”.
“No podemos controlar las reacciones
de los otros, pero sí podemos ser
amables y compasivos”.
"No podemos controlar cómo se
sienten y reaccionan nuestros
familiares, pero sí podemos respirar,
contar hasta tres y pensar en lo que
haremos nosotros”.
“No olviden que la locura del miedo es más
contagiosa que nada, más que cualquier virus
que se haya conocido. No alimenten el miedo,
no lo nutran con falsas noticias, déjenlo que se
convierta en prudencia y precaución”.
No sé si me enfermaré, algunos dicen que
nada vale la pena porque nos dará a
todos...pero hacer algo me hizo sentir aliviado
y útil. No se ha encontrado la cura para este
bicho pero sí para el miedo, el antídoto se
llama Esperanza, como mi pueblo.
Además... los bichos no viven para siempre.
Y tú, ¿qué haces para
ayudar? ¿cómo vences
el miedo?
Elaborado por:
Quetzalli Fuentes Castillo
Indira Nah Balam
En colaboración con: Álvaro Rosado Martínez
Revisado por el cuerpo académico Escuela y bienestar
Dr. Jorge Carlos Aguayo Chan , Dr. Efraín Duarte Briceño, Dra. Martha Vanessa Espejel López y
Dra. María de Lourdes Pinto Loría
Maestría en Psicología Aplicada al área Escolar
Facultad de Psicología
Universidad Autónoma de Yucatán