Un Mapa Político Para El 2015

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El Dipló: Un mapa político para 2015 1/5 6-01-2015 12:19:01 Por María Esperanza Casullo* - 1 - Edición Nro 187 - Enero de 2015 Edición Nro 187 - Enero de 2015 Plaza de Mayo (Filippo Florini/Demotix/Corbis) CóMO SE PREPARAN LOS CANDIDATOS PARA LAS ELECCIONES PRESIDENCIALES Un mapa político para 2015 Por María Esperanza Casullo* A diferencia de otros países, en Argentina no es posible ubicar a los candidatos en un eje izquierda/derecha. El peronismo cruza, y sobredetermina, las opciones ideológicas. Scioli, Randazzo, Macri y Massa definen su perfil y sus propuestas, en una dinámica que también depende de la performance del gobierno. ara ensayar un mapeo del sistema formado por las identidades políticas nacionales al día de hoy, y así poder analizar de manera sistemática la distribución de los precandidatos presidenciales, conviene, antes que nada, realizar algunas clarificaciones.

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El Dipló: Un mapa político para 2015 1/5 6-01-2015 12:19:01

Por María Esperanza Casullo* - 1 - Edición Nro 187 - Enero de 2015

Edición Nro 187 - Enero de 2015

Plaza de Mayo (Filippo Florini/Demotix/Corbis)

CóMO SE PREPARAN LOS CANDIDATOS PARA LAS ELECCIONES PRESIDENCIALES

Un mapa político para 2015Por María Esperanza Casullo*

A diferencia de otros países, en Argentina no es posible ubicar a los candidatos en un eje izquierda/derecha. Elperonismo cruza, y sobredetermina, las opciones ideológicas. Scioli, Randazzo, Macri y Massa definen su perfil y suspropuestas, en una dinámica que también depende de la performance del gobierno.

ara ensayar un mapeo del sistema formado por las identidades políticas nacionales al día de hoy, y así poder analizar demanera sistemática la distribución de los precandidatos presidenciales, conviene, antes que nada, realizar algunasclarificaciones.

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En primer lugar, es necesario despejar la extraña naturaleza del sistema político argentino. La clave es que aquí elespectro, que la ciencia política imagina lineal, no lo es. En Argentina, en efecto, es imposible ubicar a todos loscandidatos en una sola línea imaginaria que vaya de izquierda a derecha porque el sistema político tiene unaparticularidad, analizada por Pierre Ostiguy (1): no se distribuye en un espacio imaginario según una sola dimensiónideológica, sino que combina dos dimensiones. Esta peculiaridad genera un esquema político que toma la forma de unamatriz de dos por dos.

Desde 1945, esta matriz está conformada por la intersección de dos líneas: una que demarca el continuoderecha/izquierda, y otra que marca el par peronismo/antiperonismo. Quedan así definidas cuatro posiciones polares:peronismo de izquierda y peronismo de derecha (estas dos en general expresadas como fracciones internas, a vecesviolentamente enfrentadas, del propio peronismo) y antiperonismo de izquierda (la UCR o el socialismo) yantiperonismo de derecha (la derecha liberal de la UCeDé). Dado que el clivaje peronismo/antiperonismo es másdeterminante que el clivaje ideológico, los partidos antiperonistas de izquierda y derecha exhiben una desconcertantepropensión a aliarse entre sí. Como explica Ostiguy, el peronismo es el gran organizador del sistema y la suerte de losdemás se mueve a su compás: en momentos en que el peronismo de izquierda gobierna (como hoy), asciende unpartido opositor no peronista de derecha, y viceversa.

Siguiendo esta línea, podríamos alterar ligeramente este esquema y decir que el mapa de las precandidaturas actuales sedibuja según una matriz con cuatro cuadrantes similares a los anteriores, pero no idénticos. El eje peronismo/noperonismo se mantiene, pero ha sido en parte reemplazado, como sucede en varios países de Sudamérica, por otro eje,definido en función de una mayor o menor cercanía respecto del gobierno. Por caso, en Argentina, Nuevo Encuentroocuparía el cuadrante “izquierda” y “gobierno”, mientras que Libres del Sur ocuparía el cuadrante “izquierda” y“oposición”. Ideológicamente casi no hay diferencias entre uno y otro, salvo en la relación con el Poder Ejecutivo.

El no peronismo

Analicemos primero las opciones de la mitad no peronista de la matriz, donde sobresalen los precandidatos MauricioMacri, Ernesto Sanz y Sergio Massa, que presentan dos perfiles diferenciados. Macri tiene más en común con Sanz quecon Massa, ya que ambos compiten por sectores sociales casi idénticos, es decir, sectores medios y medios altos,profesionales y empresarios, mientras que Massa cuenta con una fuerte llegada al electorado popular de la provincia deBuenos Aires. Sanz expresa claramente una identidad antiperonista y Macri una no peronista, pero no anti. Massa, entanto, es el más cercano al peronismo de los tres, aunque las apelaciones peronistas han desaparecido de su discurso.En cuanto a la cercanía con el gobierno, sin duda el más lejano es Sanz. Massa, que se situaba en un punto intermedio,se movió hasta una posición más opositora que la que encarna hoy el líder del PRO.

Los votantes de Macri coinciden con los votantes históricos del radicalismo: sectores medios urbanos preocupados pormarcar cierta distancia con los sectores populares y su expectativa de ascenso social. Este solapamiento de electoradosestá definido por un dato: el PRO prácticamente borró a la UCR de su bastión en la Ciudad de Buenos Aires, y hadesarrollado opciones competitivas en otras dos provincias de raigambre radical, como Córdoba y Santa Fe. Por otraparte, Macri ha incorporado a su partido a una buena cantidad de dirigentes provenientes del radicalismo, tantoaquellos que hoy son funcionarios de su gobierno (Hernán Lombardi, por ejemplo) como intendentes o dirigentes deprovincias.

Una novedad que diferencia ambas fuerzas es que el PRO no es peronista pero tampoco es antiperonista. Por supuesto,nadie pensaría que Macri es peronista, y él mismo se cuida muy bien de recurrir a gestos discursivos o estilísticos

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propios del peronismo. Sin embargo, Macri tampoco cae en impugnaciones totalizantes del tipo “el problema de estepaís es el peronismo”, ni promete “nunca aliarse con un peronista”, y mucho menos realiza descalificaciones hacia lasclases populares que históricamente han constituido la base del peronismo. Tampoco es fácil encontrar en Macri elespíritu ilustrado tan caro a la herencia radical; antes bien, cultiva una imagen popular anclada en sus años en Boca ysu relación con figuras del espectáculo como Marcelo Tinelli. Además, el PRO ha demostrado ser perfectamente capazde incorporar a su partido y a su gobierno a dirigentes provenientes del peronismo.

Esta progresiva desaparición del radicalismo como opción real de poder y la captación de su electorado histórico porparte del PRO confirman la pérdida de potencia del antiperonismo como identidad política. Esto se explica, por un lado,porque el peronismo perdió su pretensión fundante para transformarse en un partido político que, aun siendo dominante,no está a salvo de la competencia. Y, por otro, porque esas mismas clases medias descubrieron durante el menemismoque el populismo puede ser bastante útil cuando gobierna a su favor; por último, el final anticipado de las dospresidencias radicales de la era democrática hirió casi de muerte la lealtad de incluso los más fieles antiperonistas. Eneste nuevo contexto, Macri es consciente de que sus votantes pueden estar hoy alejados de la variante kirchnerista delperonismo pero que la pueden haber votado en 2011 o podrían perfectamente hacerlo con un peronista neoliberal estiloMenem. Macri, en suma, ha interpretado mejor los cambios de los últimos veinte años que el centenario PartidoRadical.

Del mismo modo, Macri ha construido un posicionamiento que, sin ser cercano al gobierno, carece del carácterrabiosamente opositor del discurso público de los principales dirigentes de la UCR. En general, el PRO no apela a undiscurso republicano para sentar su oposición frente al gobierno ni personaliza tampoco el debate en la figura de lapresidenta. Más bien plantea una oposición entre “lo nuevo” y “lo viejo”, entre “la ineficiencia” y “la gestión”.

Analizadas las cosas de esta manera, una alianza entre la UCR y el PRO es casi inevitable: más que partidos opuestos,son dos fuerzas que encajan una dentro de la otra. La UCR, desde una posición secundaria en la fórmula, puededefender una apelación más clásicamente antiperonista, liberando a Macri para construir un discurso más amplio ydifuso.

El caso de Massa es interesante, porque su figura se ha desplazado. Para decirlo sintéticamente: Massa, que saltó a lasgrandes ligas como peronista, hoy está a punto de dejar de serlo. Sin duda, su atractivo en las elecciones de 2013 seexplicaba en buena medida por su condición, si no de “peronista” (Massa comenzó su militancia en la UCeDé, no teníacasi trayectoria previa a su ingreso al kirchnerismo y ganó en un distrito famoso por su fuerte vecinalismo), sí al menosde “peronístico”. Su triunfo en la provincia de Buenos Aires expresó una coalición netamente peronista basada en suamplia victoria en el conurbano (con algunas excepciones, como La Matanza). Envalentonado por este resultado,Massa prometía hegemonizar al peronismo nacional y profetizaba innumerables “saltos de garrocha” de gobernadores eintendentes hacia su espacio. Pero ninguna de estas dos cosas sucedieron y el PJ sigue hasta hoy ordenado por lapromesa de unas PASO competitivas. En este marco, Massa fue moviéndose lentamente hasta una posición muchomenos peronista, expresada en una serie de acuerdos y fotografías con dirigentes radicales conservadores del interior.

Paralelamente, Massa giró desde una posición de crítica moderada al gobierno, simbolizada en la idea de “conservar lobueno y rechazar lo malo”, a un discurso opositor apocalíptico, centrado en la inseguridad, que en los últimos días sevolvió casi caricaturesco. Nacido como la esperanza de disputar al peronismo desde afuera, y con un ascenso empujadopor los votos del peronismo, Massa, forzado por las circunstancias, ha desperonizado su discurso, su imagen y susalianzas.

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El peronismo

Pasemos ahora a la otra mitad del mapa, la peronista. Aquí encontramos, como principales candidatos, a Daniel Scioliy Florencio Randazzo. También aquí se da el fenómeno de que los dos precandidatos compiten abiertamente porarticular coaliciones de apoyo con segmentos sociales prácticamente idénticos, ya que en los dos casos el principaldesafío es consolidar el voto típicamente peronista. Esto implica, según la distribución geográfica, el conurbanobonaerense, la provincia de Buenos Aires, el Noroeste, el Noreste y la Patagonia; y según la base social, votantes declase media-media y sectores pobres urbanos.

El lugar de ambos respecto del peronismo es equivalente: se trata de dos peronistas que, por así decirlo, resultaninusualmente prolijos. Si bien es cierto que Scioli disputó su primer cargo público en los 90 como parte de la celebritypolítica a la que Menem era tan afecto, mientras que Randazzo se formó en la militancia territorial más tradicional deChivilcoy, lo cierto es que el gobernador bonaerense ha demostrado una fidelidad tal a la etiqueta que cualquier intentode impugnar hoy su peronismo sería absurdo. Randazzo, un dirigente en teoría más “auténtico”, no es sin embargoafecto a la sobredeterminación simbólica peronista y opta por un discurso y una imagen más modernos, centrados en laidea de gestión.

Luego de varios meses (o más bien años) amagando con dar el salto hacia una posición francamente opositora, Sciolihace esfuerzos por situarse en un punto perfectamente equidistante entre los sectores peronistas pro y anti gobierno.Para ser más claros: su objetivo consiste en mantenerse cercano al gobierno por historia pero sin deberle nada en elfuturo. Esto le permite a Randazzo, en ausencia de un candidato claramente ungido por Cristina Kirchner, presentarsecomo el más cercano al oficialismo, aunque más no sea por su rol como ministro del gabinete nacional.

Tanto Scioli como Randazzo provienen de la provincia de Buenos Air es. La mayor fortaleza del primero es suinalterable imagen positiva, sumada a los lazos que ha construido con gobernadores del PJ, mientras que la del segundoes, según señalan algunas encuestas, su consideración positiva en las clases medias urbanas, asociada a su imagen deeficaz gestor de la cosa pública. A priori, la situación interna del peronismo parece favorable a Scioli, el candidato másconocido, el que tiene más llegada nacional, más experiencia en campaña y más recursos; sin embargo, no todo estádicho en un mapa que está lejos de ser estático.

¿Cómo llegará el gobierno?

El mapa de las candidaturas define entonces un opositor más peronista (Massa) y un opositor menos peronista (Macri),frente a un peronista más cercano al gobierno (Randazzo) y uno más lejano (Scioli). De todos ellos, como decía unarecordada película ochentosa, sólo puede quedar uno. Pero, como señalamos al inicio, el sistema de identidadespolíticas en Argentina sigue moviéndose en buena medida al compás de lo que haga el gobierno. Esto marcará tanto alos posibles herederos como a los eventuales opositores.

De acuerdo a lo que suceda en los próximos meses, se abren dos escenarios posibles. Para el peronismo, el primerescenario es el que imaginaban (e incluso deseaban) muchos opositores: un derrumbe marcado por la crisis económica,apagones, protestas, saqueos, acuartelamientos policiales e inestabilidad política. Algunas fantasías opositoras inclusollegaron a pronosticar que el recambio de gobierno se adelantaría para diciembre de 2014. Si la crisis se dispara y elgobierno cae en la apreciación social, entonces podrían mejorar las chances de Scioli. Si, en cambio, el gobierno

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nacional logra mantener controlada la situación, sería natural que se abriera el espacio para un candidato más cercano,como Randazzo.

En la mitad no peronista del espacio sucede algo similar. Paradójicamente, Massa, que comenzó su campañaprometiendo reemplazar lo negativo y consolidar lo positivo, es hoy el candidato más jugado a la hipótesis de la crisis,mientras que quien mejor expresa la idea de “oposición sin guerra frontal” es Macri. Si el gobierno se derrumba, elopositor con más posibilidades será aquel que se sitúe más lejos del oficialismo. Pero si esto no sucede (y nada indicaque, aun con turbulencias, vaya a suceder), sería esperable que la demanda social apunte al “cambio con continuidad”,lo que dejaría mejor ubicado al candidato más moderado. En 2013 parecía ser Massa, pero en el último año Macri hasido muy eficaz en empujarlo hacia una de las esquinas del mapa.

1. Pierre Ostiguy, “Peronismo y antiperonismo: bases socioculturales de la identidad política en la Argentina”,

Revista de Ciencias Sociales, Nº 6, Universidad Nacional de Quilmes, 1997.

* Politóloga.

© Le Monde diplomatique, edición Cono Sur