Un museo en la Favela de la Maré: memorias · a la palabra «marea» en español. El término...

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Resumen: El Museo de la Maré trabaja con memorias, tiempos, identidades y representa- ciones simbólicas, reinterpretando el mapa cultural de la ciudad y mostrando a otras comunidades populares que es posible ejercer el derecho a la memoria, al patrimonio y al museo, piezas claves en la construcción de futuros con dignidad social. El Museo de la Maré desafía la lógica de la acumulación de bie- nes culturales y de la valorización de las narra- tivas monumentales, pues afirma como núcleo principal de interés, no la preservación sino la vida social de los habitantes de la Maré y los procesos de comunicación dentro y fuera de la favela. La experiencia del museo como herra- mienta de comunicación y trabajo contribuyó a la lucha contra el prejuicio de los museos -tra- dicionalmente considerados como dispositi- vos de interés exclusivo de las élites económi- cas- y también al respeto de las favelas, en general tratadas como lugares de violencia, de barbarie, de miseria, donde no hay humani- dad. El Museo de la Maré se afirma como un museo universal, sin perder de vista su dimen- sión nacional y regional y también sin dejar de tratar las diferentes localidades de la favela, de la vida social de más de 130 000 personas y, especialmente, de sus cotidianos inmersos en historias, tradiciones, fiestas, esperanzas, pro- yectos, sueños y reflexiones diversas. Palabras clave: Museo, Favela de la Maré, Museología social, Memoria, Patrimonio, Río de Janeiro. Abstract: The Museu da Maré works with memories, times, identities and symbolic representations, reinterpreting the cultural map of the city and showing other popular communities that they can exercise the right to memory, heritage and museums, key ele- ments in the construction of a future with social dignity. The Museu da Maré challenges the logic of accumulating cultural assets and the financial appreciation of monumental narratives, affirming itself as a major centre of interest, not to preserve but rather to pro- mote the social life of Maré’s population and the communication processes within and outside the favela (shanty town). The expe- rience of the museum as a communication and work tool helped to combat prejudices about museums – traditionally considered to be areas of interest reserved for the eco- nomic elites. It also contributed to increase respect for favelas, which are generally treat- ed as areas of violence, savagery and misery that are void of all humanity. The Museu da Maré presents itself as a universal museum, without losing sight of its national and regional importance and without forgetting the different parts of the favela – of the social life of over 130 000 people and in par- ticular of everyday rites that are steeped in a multitude of traditions, history, festivals, hopes, projects, dreams and reflections. Keywords: Museum, Favela da Maré, Social Museology, Memory, Heritage, Rio de Janeiro. Un museo en la Favela de la Maré: memorias y relatos a favor de la dignidad social «Rua Guilherme Maxwell, 26, atrás do Sesi 4 . Esa es la localización del museo más reciente de Brasil. No está situado en un lugar cualquiera, está en el corazón del mayor conjunto de favelas de Rio, Maré, y, según el Ministerio de Cultura, será el primer museo del país que funciona dentro de una favela». Un museo en la Favela de la Maré : memorias y narrativas en favor de la dignidad social Mario Chagas 2 Departamento de Museos y Centros Culturales del IPHAN Regina Abreu 3 Universidad Federal del Estado de Río de Janeiro Mário Chagas es poeta, museólogo, posgraduado en Memória Social (Unirio)y doctor en Ciencias Sociales (Uerj). Ha dirigido el Museo Joaquim Nabuco y el Museo del Hombre del Nordeste, y ha sido jefe del Departamento de Dinámica Cultural del Museo Históri- co Nacional, coordinador técnico del Museo de la República y director de la Escuela de Museología de la Universidad Federal del Estado de Rio de Janeiro (Uni- rio). Ha participado en la renovación y creación de diver- sos museos en Brasil y ha publicado numerosos libros y artículos entre los que destacan: Museália (1996), Memória e Patrimônio: ensaios contemporâneos (2003), Há uma gota de sangue em cada museo (2006) y Museus, coleções e patrimônios: narrativas polifônicas (2007). En la actualidad es editor de Musas: Revista Brasileira de Museus e Museologia, consultor del Ecomuseo da Ilha Grande (RJ), del Museo de las Missões (RS) y del Museo de la Maré (RJ), coordinador técnico del Departamento de Museos y Centros Cultu- rales del IPHAN (DF), profesor adjunto de la Escuela de Museología y de Programas de Posgrado (Unirio), y profesor visitante de la Universidad Lusófona de Humanidades y Tecnologías de Lisboa. Regina Abreu es diplomada en Ciencias Políticas y Sociales por la Pontifícia Universidad Católica de Rio de Janeiro, especialista en Année Préparatoire à la Recherche en Sciences Sociales por la Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales y especialista en Séjours Cultura (Ministère de la Culture et de la Com- munication). Tiene una maestría en Antropología Social por la Universidad Federal de Rio de Janeiro y es doctora en Antropología Social por la misma Uni- versidad. En la actualidad es profesora adjunta de la Universidad Federal del Estado de Rio de Janeiro (Unirio), miembro del consejo editorial de los Anales del Museo Paulista y de Musas: Revista Brasileira de Museus e Museologia (Demu/Iphan). Tiene amplia experiencia en la área de la Antropología, con énfasis en los campos de la teoría antropológica, los museos, el patrimonio, la memoria social, la identidad cultural, la literatura brasileña, colecciones y subjetividad. 98 1 El término «maré» en portugues, corresponde a la palabra «marea» en español. El término «favela» en portugues significa un conjunto urbano de habitaciones populares (una espé- cie particular de barrio popular) que, inicial- mente, ha hecho de modo independente la ocupación del territorio. La favela de la Maré és ubicada en una antigua zona de manglares, afectada por la marea (NT). 2 Correo electrónico: [email protected] 3 Correo electrónico: [email protected] 4 Servicio Social de Industria. 1

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Resumen: El Museo de la Maré trabaja conmemorias, tiempos, identidades y representa-ciones simbólicas, reinterpretando el mapacultural de la ciudad y mostrando a otrascomunidades populares que es posible ejercerel derecho a la memoria, al patrimonio y almuseo, piezas claves en la construcción defuturos con dignidad social. El Museo de laMaré desafía la lógica de la acumulación de bie-nes culturales y de la valorización de las narra-tivas monumentales, pues afirma como núcleoprincipal de interés, no la preservación sino lavida social de los habitantes de la Maré y losprocesos de comunicación dentro y fuera de lafavela. La experiencia del museo como herra-mienta de comunicación y trabajo contribuyóa la lucha contra el prejuicio de los museos -tra-dicionalmente considerados como dispositi-vos de interés exclusivo de las élites económi-cas- y también al respeto de las favelas, engeneral tratadas como lugares de violencia, debarbarie, de miseria, donde no hay humani-dad. El Museo de la Maré se afirma como unmuseo universal, sin perder de vista su dimen-sión nacional y regional y también sin dejar detratar las diferentes localidades de la favela, dela vida social de más de 130 000 personas y,especialmente, de sus cotidianos inmersos enhistorias, tradiciones, fiestas, esperanzas, pro-yectos, sueños y reflexiones diversas.

Palabras clave: Museo, Favela de la Maré,Museología social, Memoria, Patrimonio,Río de Janeiro.

Abstract: The Museu da Maré works withmemories, times, identities and symbolicrepresentations, reinterpreting the culturalmap of the city and showing other popularcommunities that they can exercise the rightto memory, heritage and museums, key ele-ments in the construction of a future with

social dignity. The Museu da Maré challengesthe logic of accumulating cultural assets andthe financial appreciation of monumentalnarratives, affirming itself as a major centreof interest, not to preserve but rather to pro-mote the social life of Maré’s population andthe communication processes within andoutside the favela (shanty town). The expe-rience of the museum as a communicationand work tool helped to combat prejudicesabout museums – traditionally consideredto be areas of interest reserved for the eco-nomic elites. It also contributed to increaserespect for favelas, which are generally treat-ed as areas of violence, savagery and miserythat are void of all humanity. The Museu daMaré presents itself as a universal museum,without losing sight of its national andregional importance and without forgettingthe different parts of the favela – of thesocial life of over 130 000 people and in par-ticular of everyday rites that are steeped in amultitude of traditions, history, festivals,hopes, projects, dreams and reflections.

Keywords: Museum, Favela da Maré,Social Museology, Memory, Heritage, Riode Janeiro.

Un museo en la Favela de laMaré: memorias y relatos afavor de la dignidad social

«Rua Guilherme Maxwell, 26, atrás doSesi4. Esa es la localización del museo más

reciente de Brasil. No está situado en unlugar cualquiera, está en el corazón del

mayor conjunto de favelas de Rio, Maré,y, según el Ministerio de Cultura, será el

primer museo del país que funcionadentro de una favela».

Un museo en la Favelade la Maré : memoriasy narrativas en favor dela dignidad social

Mario Chagas2

Departamento de Museos yCentros Culturales del IPHANRegina Abreu3

Universidad Federal delEstado de Río de Janeiro

Mário Chagas es poeta, museólogo, posgraduado enMemória Social (Unirio)y doctor en Ciencias Sociales(Uerj). Ha dirigido el Museo Joaquim Nabuco y elMuseo del Hombre del Nordeste, y ha sido jefe delDepartamento de Dinámica Cultural del Museo Históri-co Nacional, coordinador técnico del Museo de laRepública y director de la Escuela de Museología de laUniversidad Federal del Estado de Rio de Janeiro (Uni-rio). Ha participado en la renovación y creación de diver-sos museos en Brasil y ha publicado numerosos librosy artículos entre los que destacan: Museália (1996),Memória e Patrimônio: ensaios contemporâneos(2003), Há uma gota de sangue em cada museo(2006) y Museus, coleções e patrimônios: narrativaspolifônicas (2007). En la actualidad es editor de Musas:Revista Brasileira de Museus e Museologia, consultordel Ecomuseo da Ilha Grande (RJ), del Museo de lasMissões (RS) y del Museo de la Maré (RJ), coordinadortécnico del Departamento de Museos y Centros Cultu-rales del IPHAN (DF), profesor adjunto de la Escuela deMuseología y de Programas de Posgrado (Unirio), yprofesor visitante de la Universidad Lusófona deHumanidades y Tecnologías de Lisboa.

Regina Abreu es diplomada en Ciencias Políticas ySociales por la Pontifícia Universidad Católica de Riode Janeiro, especialista en Année Préparatoire à laRecherche en Sciences Sociales por la Ecole desHautes Etudes en Sciences Sociales y especialista enSéjours Cultura (Ministère de la Culture et de la Com-munication). Tiene una maestría en AntropologíaSocial por la Universidad Federal de Rio de Janeiro yes doctora en Antropología Social por la misma Uni-versidad. En la actualidad es profesora adjunta de laUniversidad Federal del Estado de Rio de Janeiro(Unirio), miembro del consejo editorial de los Analesdel Museo Paulista y de Musas: Revista Brasileira deMuseus e Museologia (Demu/Iphan). Tiene ampliaexperiencia en la área de la Antropología, con énfasisen los campos de la teoría antropológica, los museos,el patrimonio, la memoria social, la identidad cultural,la literatura brasileña, colecciones y subjetividad.

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1 El término «maré» en portugues, correspondea la palabra «marea» en español. El término«favela» en portugues significa un conjuntourbano de habitaciones populares (una espé-cie particular de barrio popular) que, inicial-mente, ha hecho de modo independente laocupación del territorio. La favela de la Maréés ubicada en una antigua zona demanglares, afectada por la marea (NT).

2 Correo electrónico: [email protected] Correo electrónico: [email protected] Servicio Social de Industria.

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Con estas palabras, el periódico Folha de

São Paulo anunciaba el 9 de mayo de 2006la inauguración del Punto de CulturaMuseo Maré, celebrada el día anterior. Losperiódicos de esa semana destacaron lapresencia del Ministro de Cultura GilbertoGil y de diferentes autoridades relaciona-das con la política cultural de Brasil. Losperiodistas acogieron con gran entusias-mo esta iniciativa porque con ella, seanunciaba una gran novedad: ¡un museoen la favela! Este acontecimiento sonabapoco común para una prensa que no estáfamiliarizada con los debates museológi-cos, y auguraba un cambio significativo enel panorama de los museos brasileños,una nueva dimensión artística que parecíadistanciarse del imaginario de los suntuo-sos, monumentales y palacianos museos,ornamentados con objetos de lujo o reli-quias tan protegidos y que se exhibencomo trofeos de los actos notables de éli-tes sociales y económicas.

El título del artículo, publicado en elperiódico Carioca o Dia (09/05/07), lla-maba la atención, algo diferente estabasucediendo: «La historia de la exclusión».El texto subrayaba que el nuevo museo

nacía con una misión hasta entonces des-conocida por los museos brasileños:«Lejos de la suntuosidad de los museosmás conocidos, se inauguró esta semanael Punto de Cultura Museo Maré. Se tratadel primer museo concebido a través de lahistoria de sus propios habitantes».

Sin embargo, el carácter innovador deesta iniciativa no respondía al hecho deestar ubicado en una favela. En 1996, secreó, por ejemplo, el Museo de LimpiezaUrbana, llamado Casa de Banhos Dom

João VI, situado en el barrio favela de Caja(vid Chagas, 1998). Fue un proyecto queel equipo del Museo Maré conoció, visitó ydebatió. Asimismo, el ayuntamiento de laciudad de Río de Janeiro inauguró en elaño 2005 el Museo al Aire Libre del Morroda Providência. Tanto en el caso del Museode Limpieza Urbana, administrado por laCompañía de Limpieza Urbana (Comlurb),como en el proyecto Museo al Aire Librede Morro da Providência, administradopor el ayuntamiento, no son las comunida-des locales quiénes se sitúan en el centrode los intereses, los debates y las accionesadministrativas y gerenciales. La prensadestacaba esencialmente que no se trataba

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1a. Grafiti en la pared interior del Museo Maré. Foto: Jorge Campana.

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de la primicia de un museo en una favelasino de un museo situado en una megafavela, que había sido construido y admi-nistrado por la comunidad local, en el quese ponen de manifiesto temas locales yuniversales, con la mediación de una orga-nización no gubernamental y el apoyo delMinisterio de Cultura, por la intermedia-ción del Departamento de Museos y Cen-tros Culturales del Instituto del PatrimonioHistórico y Artístico Nacional y de la Secre-taría de Programas y Proyectos Culturales.

Conviene destacar que esa iniciativamuseológica se enmarca en un conjuntode acciones que permiten identificar lamanifestación de la voluntad de memoria,de patrimonio y de museo5 de diferentesgrupos sociales. En este caso, se trata deuna necesidad vital de un grupo de jóve-nes habitantes del conjunto de favelas lla-mado Maré que, ejerciendo el derecho ala memoria y a la manifestación escrita dela historia, comienzan a crear relatos enprimera persona (del singular y del plural)y a escribir una historia prácticamente des-conocida, que tiene como referencia el

punto de vista de quien nació, creció yvivió en alguna de las diferentes comuni-dades del Conjunto Maré (Vieira, 2006).Los testimonios que figuran a continua-ción están recogidos espontáneamente enun libro destinado a recibir «sugerencias,impresiones, ideas y opiniones de los visi-tantes», que muestra la importancia delmuseo para los habitantes de Maré:

«Viví en un palafito, hoy vivo en el Pin-heiro, tengo 31 años y ya me han dispara-do. Fui agredido física y mentalmente.Pero esta visita hace que se note la evolu-ción de un pueblo que no tenía ningunaoportunidad, un pueblo que lucha, quesufre y que ciertamente, vence día tras día.Digo esto como un vencedor que tienemucho que hacer para seguir la lucha».Marcos Antônio A. Santos, visita realizadael 5 de junio de 2006.

«Hoy visité el museo por primera vez:pasaba por aquí y decidí entrar. Fue una delas mejores experiencias que he vivido enestos últimos años. ¡Es increíble! Está biensaber que tenemos una historia, cultura ytradición etc. No somos única y exclusiva-

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5 La voluntad de museo (mismamente cuandoel nombre que se utiliza es otro) sigue siendoun fenómeno universal. En el carnaval de2007, o G. R. Escuela de Samba «Porto daPedra» presentó una carroza alegórico querepresentaba el Museo de la Favela Vermelha,en Sudáfrica.

1b. Grafiti en la pared interior del Museo Maré. Foto: Jorge Campana.

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mente indicadores económicos de pobre-za; somos personas. Me complace saberque hay gente que es consciente de ello ynos hace recordar lo que a veces olvida-mos. Gracias». Mónica Pereira, visita reali-zada el 10 de julio de 2006.

El proceso que culminó en la creación delMuseo Maré (figura 1) se remonta aproxima-damente a 1998, cuando se creó el proyectollamado Red Memoria de Maré. Dos añosdespués se realizó en el seno de la Funda-ción Oswaldo Cruz una jornada para debatir

el tema de la apropiación cultural. Esta jor-nada posibilitó el encuentro y posteriordesarrollo de colaboraciones entre los orga-nizadores de la Red Memoria de Maré y algu-nos miembros de la Universidad Federal delEstado de Río de Janeiro (Unirio) (figura 2).Este partenariado contribuyó a la realizaciónde talleres de museología en la sede del Cen-tro de Estudios y Acciones Solidarias deMaré (CEASM) en la localidad de Timbau(figura 3); a la inauguración del ArchivoDoña Orosina (2001); a la elaboración de

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2. Vistas desde el CEASM. Al fondo, parte del Campus de la UFRJ (Universidad Federal de Río de Janeiro)situada en la Ilha do Fundao. Foto: Jorge Campana.

3. Entrada principal al CEASM, sede del Morro do Timbau. Foto: Jorge Campana.

Se trata de una necesidad

vital de un grupo de jóvenes

habitantes del conjunto de

favelas llamado Maré que,

ejerciendo el derecho a la

memoria y a la manifestación

escrita de la historia,

comienzan a crear relatos

en primera persona

(del singular y del plural)

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dos tesis doctorales (Oliveira, 2003 y Silva,2006); a la realización de exposiciones tem-porales en el Museo de la República (2004),en el Castelinho de Flamengo (2004) y en elCentro Cultural del Tribunal de Cuentas delEstado (2004) y, por último, a la construc-ción del museo, que constituye en su esen-cia una «herramienta de comunicación con-cebida y gestionada por el mismo grupo dehabitantes que, años atrás, había creado laTV Maré, trabajando con videos comunita-rios, grabando declaraciones de sus habitan-tes a partir de una metodología propia de lahistoria oral, con el fin de exhibir estos videosen una plaza pública y celebrar un posteriordebate con los propios espectadores de lacomunidad» (Chagas, 2007).

El Museo Maré desafía la lógica orientadaa la acumulación de bienes culturales y lavalorización de las grandes hazañas épicasen la medida en que establece comonúcleo principal de interés la vida social delos habitantes de Maré y los procesos decomunicación dentro y fuera de la favela.

Parte del acervo iconográfico reunido en elmuseo consta por ejemplo de copias de otrosacervos esparcidos por la ciudad de Río deJaneiro. En este caso, la originalidad reside enel estilo establecido y en la cantidad de mate-rial que se ha recogido. Hoy en día, el MuseoMaré es una de las principales fuentes deestudio sobre la memoria y la historia de lafavela así como su acervo, que reúne más detres mil doscientos objetos. Está compuestopor mapas, videos, fotografías, recortes deperiódicos y otros documentos escritos, obje-tos personales y de uso doméstico, símbolosreligiosos así como juegos y juguetes.

La concepción del museo como herra-mienta de comunicación y trabajo contribu-ye a la lucha contra el prejuicio asociado alos museos (considerados tradicionalmentecomo dispositivos de interés exclusivo delas élites económicas) y también, en rela-ción con las favelas (comúnmente tratadascomo zonas de violencia, barbarie, miseria ydegradación social). La polémica desatadapor la creación de este museo señaló unhecho que incluso siendo obvio, a menudono se tiene en cuenta: la favela como unlugar de cultura, de memoria, de poesía, detrabajo y no únicamente, como una zonadonde predominan las balas perdidas o elescenario de un teatro de guerra donde lapolicía se enfrenta a los delincuentes y losdelincuentes a la policía.

El Museo Maré se alza como un museouniversal, sin perder de vista su dimensiónnacional y regional y sin olvidar las diferen-tes localidades de la favela, la vida social demás de 130 000 personas y, en especial, sudía a día lleno de historia, fiestas, esperan-za, proyectos, sueños y diversas reflexiones.

¿Cuántas veces nos detenemos y escu-chamos historias de la ciudad de Río deJaneiro dentro de ese espíritu de plurali-dad y diversidad? ¿Cuántas historias que-dan aún por contar? ¿De qué forma estashistorias pueden desencadenar un pensa-miento más amplio, comprensivo y gene-roso de la ciudad, un pensamiento queconduzca a prácticas y proyectos participa-tivos, capaces de articular los diferentespuntos del tejido urbano con la diversifica-ción de sus habitantes?

Así, envueltos en estos pensamientos,volvimos a visitar el Museo Maré y, tras lavisita, llegamos a la conclusión de que setrata de un museo que extrapola las fron-teras espaciales y geográficas, temporalese históricas. Se trata, en su totalidad, de unmuseo impregnado de humanidad quesiendo propio de una comunidad, rompecon la lógica de un gueto, de un museocon un valor simbólico de excepción, unacapacidad notable de comunicación y que,por este motivo, se convierte en expresiónviva de una utopía de museo de una ciu-dad que solamente será construida sisomos capaces de integrar los relatos queconforman su rico acervo: los relatos delas clases populares.

Memorias del lugar6

El museo está construido en el interior deuna antigua fábrica de transportes maríti-mos (la Compañía Libre de Navegación,cedida por un periodo de diez años, concerca de 800 m2 y una área construida de668 m2). El museo está próximo al crucede la Avenida Brasil con la autovía LíneaAmarilla. Ésta es una zona de la ciudad degran movimiento y que tiene una situaciónestratégica desde el punto de vista de losflujos urbanos del municipio de Río deJaneiro.

Muchos fueron los experimentos quenumerosos gobiernos realizaron en esazona, soterrando y construyendo vías deacceso para desahogar el creciente núme-ro de vehículos en una ciudad con una his-

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6 Cf. en www.ceasm.org.br informacionesfacilitadas por la dirección del Museo Maré(Antônio Carlos Vieira, Cláudia Rose Ribeiro,Luís Antônio de Oliveira y Marcelo PintoVieira).

El Museo Maré se alza como

un museo universal, sin

perder de vista su dimensión

nacional y regional y sin

olvidar las diferentes

localidades de la favela

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toria que demuestra la precariedad de lasinfraestructuras urbanísticas y la ausenciade políticas públicas. La propia formacióndel denominado Conjunto Maré es elreflejo de esa historia. Este complejo,alberga dieciséis comunidades7 de entrelas cuales, siete poseen orígenes diferen-ciados e idiosincrasias muy complejas. Elbarrio favela Maré aún está lejos de consti-tuirse como un todo armónico.

En la favela Maré, la tensión está siem-pre presente, siendo el escenario demuchos y diferentes conflictos. Todo estásometido a una dramaturgia muy particu-lar. Las identidades son cambiantes, desli-zantes e híbridas. El trabajo que se desa-rrolla con la memoria de la favela noconstituye la excepción, es tenso, denso ydramático. De este modo, el museo puedeutilizarse como un mecanismo para propi-ciar la unión y lograr la cohesión social opor el contrario, tensar las relaciones has-ta el punto de fragmentarlas.

El origen de la ocupación de Maré seremonta al siglo XIX cuando todavía existíanpaisajes bucólicos como la Ensenada deInhaúma, donde algunos pescadores levan-taron sus primeras viviendas. Este fenóme-no es fruto de las migraciones demográficasque obligaron a un elevado número de per-sonas de amplios sectores de las clasespopulares procedentes del campo o delsertão8, fundamentalmente, de la región delnordeste y del estado de Minas Gerais aemprender la aventura hacia la vida urbana.

La zona era un rincón de la Bahía deGuanabara que estaba formado por playas,islas y manglares. Las playas eran de agua yarena limpia; la vegetación aún era frondo-sa y los manglares fuente de alimentaciónde varias especies animales; había avesacuáticas, cangrejos y muchos peces ycamarones. Por aquel entonces, existía yaun intenso flujo comercial en la región porubicarse en las proximidades del Puertode Inhaúma que se había creado en lostiempos del Brasil colonial para la comer-cialización de diferentes productos. Elpuerto estaba situado donde hoy terminala Avenida Guilherme Maxwell, en el crucecon la calle Praia de Inhaúma. El puertodesempeñó un papel económico crucialpara los suburbios de la ciudad y, a princi-pios del siglo XX, acabó desapareciendo.

Esta zona y sus alrededores, que, durantelos siglos XVII y XVIII, fue conocida bajo el

nombre de «Mar de Inhaúma», formaba par-te de la «Freguesia Rural de Inhaúma», con-centrando un elevado número de feligresesde la orden jesuita e integraba una gran pro-piedad: la Hacienda del Ingenio de Piedra.Estos terrenos albergaban los actualesbarrios de Olarias, Ramos, Bonsucesso y par-te de Manguinhos. A finales del siglo XIX,comenzaron a construirse barrios en torno ala línea férrea y a sus estaciones. Con la refor-ma urbana (1902-1906) del alcalde PereiraPassos, la región recibió un gran contingen-te de población de las clases sociales másbajas que habían sido previamente expulsa-das del centro de la ciudad. En esa mismaépoca, la Ensenada de Inhaúma que seextendía desde Caju hasta Timbau, vio susterrenos poblados de manglares destruidospor diferentes soterramientos.

Sin embargo, la ocupación efectiva sedio a partir de los años cuarenta con la lle-gada de los inmigrantes al Morro do Tim-bau. Los años cuarenta estuvieron marca-dos por el deseo de desarrollo industrialen la ciudad de Río de Janeiro. Duranteeste período, la región de Leopoldina ya sehabía constituido como núcleo industrial.De este modo y dado que las mejoreszonas de los suburbios se habían converti-do en objeto de especulación inmobiliaria,las clases más pobres de la población úni-camente pudieron ocupar las tierrashúmedas y anegadizas de la Bahía de Gua-nabara (figura 4).

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7 Las diciséis localidades o comunidades queforman el Conjunto de Maré son las siguien-tes: el Morro do Timbau (1940), a Baixa doSapateiro (1947), Marcílio Dias (1948), ParqueMaré (1953), Parque Roquete Pinto (1955),Parque Rubens Vaz (1961), Parque União(1961), Nova Holanda (1962), Praia deRamos(1962), Conjunto Esperança (1982),Vila do João (1982), Vila do Pinheiro (1989),Conjunto Pinheiro (1989), Conjunto BentoRibeiro Dantas (1992), Nova Maré (1996) ySalsa e Merengue (2000).

8 Vasta región semiárida del nordeste de Brasil.

4. Palafito sobre la Bahía de Guanabara (Maré). Foto: Archivo Orosina Vieira, CEASM.

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Timbau era una región rodeada porterrenos anegadizos y manglares, con unadensa vegetación y árboles centenariosque al poco tiempo, se convirtió en unárea de construcción de casas hechas debarro y madera. Una antigua vecina de lazona, que se identifica como HermanaElsa, en una visita realizada al museo,entre los días 20 y 23 de octubre de 2006,corrobora esa crónica histórica con unaanotación manuscrita en el libro de «suge-rencias, impresiones, ideas y opiniones»,colocada en la salida de la exposición: «Megustó la visita al museo, vine de Ceará enel 54, primera habitante del morro do Tim-bau = hija de Angelo Gustavo y Rosalía(abuelos de Marli)».

De forma paulatina, los inmigrantesprocedentes de la región nordeste de Bra-sil, comenzaron a establecerse al pie delMorro do Timbau, en la denominada «Bai-xa do Sapateiro». Se trataba de una zonade tierras cubiertas de agua con abundan-te vegetación tropical. Los recién llegadosse vieron obligados a construir sobre ellodo y comenzaron a fabricar los incon-fundibles palafitos (humildes casas demadera soportadas por estacas). Millonesde personas que ocuparon esos terrenosemplearon esa técnica y construyeronuna comunidad sobre las aguas. Con eltiempo, la imagen de la Baixa do Sapatei-ro pasó a ser la de una ciudad fluctuante,de tal forma que comenzó la proliferaciónde este tipo de casa en la región. Era unavida difícil para los habitantes que seenfrentaban a toda clase de adversidades:el vaivén de las casas con las tormentas,las mareas altas dos veces al día inundan-do el suelo de las chabolas con aguas con-taminadas de la bahía, las ratas, la insalu-bridad, los recuerdos de los niños que sehundían bajo las maderas podridas queunían las casas, y únicamente asomabancuando la marea bajaba. Sin embargo, serespiraba un ambiente festivo y alegre.Los inmigrantes aportaron a la ciudadsonidos, ritmos y creencias, las FiestasJuninas, festejos del Día de Reyes «Foliasde reis», cumpleaños, bodas, bautizos,fiestas religiosas, novenas, rezos y tradi-ciones culinarias. En el libro antes men-cionado, Darlene Aparecida Guerra escri-be (…) «solamente quien pasó por Maré yvivió en los palafitos sabe lo que represen-ta el museo para nosotros».

La construcción de la Avenida de Brasil,concluida en 1946, fue decisiva para laocupación en la zona, que prosiguió en ladécada de los cincuenta, dando comoresultado la creación de otras comunida-des como Rubens Vaz y Parque União. Enlos años sesenta, con el proyecto de urba-nización y modernización de la Zona Surde la ciudad de Río de Janeiro, durante elGobierno de Carlos Lacerda (1961-1965),surgieron otros polos de atracción para lapoblación que había sido desplazada. Unode ellos fue Nova Holanda. En un princi-pio, era un lugar formado por casas ycobertizos, llamado «Centro de Habi-tações Provisórias» o «Centro de ViviendasProvisionales», destinado a la recepción dela población que llegaba de las favelas delEsqueleto, Praia do Pinto, Morro da Formi-ga y Morro do Querosene.

Lo que en un principio debía ser unfenómeno de carácter transitorio, rápida-mente se transformó en una realidad per-manente. Las personas debieron adaptar-se a esta nueva realidad y empezar arelacionarse con familias procedentes delugares diferentes. Comenzaba a esbozar-se así, la historia del Conjunto Maré.

Desde ese momento hasta el inicio de losaños ochenta, la «ciudad de palafitos» seconvirtió en el símbolo de la miseria nacio-nal. Fue entonces, cuando el GobiernoFederal inició su primera gran intervenciónen la zona: el Proyecto Río, que preveía laerradicación de estas regiones anegadizascon la consiguiente enajenación de lospalafitos cuyos habitantes abandonaríanpara alojarse en casas prefabricadas.

Aquí encuentran su origen las comunida-des de, Vila do João, Vila do Pinheiro, Con-junto Pinheiro y Conjunto Esperança. Dirigi-do por el entonces ministro del InteriorMário Andreazza, el Proyecto Río llevó acabo una serie de importantes actuacionesen la región, entre ellas la expulsión de loshabitantes de los palafitos y el soterramien-to de la Baixa do Sapateiro. En 1988, se creóla 30ª Región Administrativa que abarcaba lazona de Maré. Se trata de la primera ciudadque se instaló en una favela y el inicio delreconocimiento de la región como barriopopular. En los años ochenta y noventa, seconstruyeron las viviendas Maré y BentoRibeiro Dantas, para acoger a los habitantesde las zonas de riesgo de la ciudad. Lapequeña comunidad inaugurada en el año

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2000 por el ayuntamiento y bautizada porlos habitantes «Salsa y Merengue» era ya unaextensión de la Vila do Pinheiro.

En los últimos cincuenta años, la pobla-ción de Maré no cesó de crecer y la ocupa-ción siguió produciéndose de maneraanárquica. Desde la construcción de lasLíneas Roja y Amarilla, Maré pasó a sercaracterizada como el nexo de la ciudadde Río de Janeiro con otras regiones delpaís. A finales del siglo XX, la favela Marépresentaba el peor índice de desarrollohumano de la ciudad.

En este contexto, algunos jóvenes de estazona que, a pesar de los bajos índices deescolarización en la región, llegaron a launiversidad, organizaron una asociacióncivil sin fines lucrativos, cuya finalidad últi-ma era cambiar el rumbo de la historia deMaré y crear una red de solidaridad. La igle-sia del Morro do Timbau puso a disposiciónde estos jóvenes una sala y así, fundaron elCentro de Estudios y Acciones Solidarias deMaré (CEASM). Una de sus primeras inicia-tivas fue la realización de un curso preuni-versitario con el fin de facilitar el acceso deestos jóvenes de la favela a la universidad.Al poco tiempo, fueron surgiendo otrosproyectos como el Cuerpo de Danza deMaré, el periódico O Cidadão, el GrupoMaré de Historias, la biblioteca, el laborato-rio de informática, el taller de moda Mariasda Maré y la Red Memoria de Maré.

Esta labor basada en la cultura, la educacióny la memoria fue ganando consistencia con lasinvestigaciones en los archivos históricos de laciudad y el estudio de la documentaciónsobre la historia de la región. El trabajo se fueincrementando dando origen a una hemero-teca y a un archivo de fotografías, de docu-mentación impresa y de historia oral, que reci-bió el nombre de uno de los primeros líderesde Maré, Doña Orosina Vieira (figura 5). Paraalgunos habitantes, Doña Orosina, encarna elmito fundador de la favela. Sin embargo, estacuestión es objeto de polémica al igual que eldebate que suscita el origen de Maré.

Uno de los visitantes del museo escribióen el libro de «sugestiones, impresiones,ideas y opiniones»: «El museo es muybonito, únicamente tengo que hacer unapuntualización. El primer habitante deMaré es el señor Otávio da Capivari, y laprimera comparsa de carnaval es la de losTamanqueiros que después se transformóen Cacique de Ramos»9.

Con el tiempo, el CEASM adquirió dossedes: una en Timbau y la otra en NovaHolanda. Más adelante, conquistó el espa-cio de la antigua Fábrica de TransportesMarítimos. Se trata de una zona amplia yde fácil acceso. Así, surgieron numerosasideas para la ocupación de este espacio:una casa de cultura, un cine, un teatro,una escuela de danza, un museo, unaescuela de informática y otras.

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9 El comentario del visitante no está firmado nitiene una fecha. No obstante, debido al ordende los comentarios en el libro es posiblecomprender que la visita se realizó el día 26de mayo de 2007.

5. Cartel institucional del Archivo Orosina Vieira. Foto: Jorge Campana.

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Esta vocación hacia la realización deuna obra, cuya referencia esencial seencuentra en la memoria histórica marcódefinitivamente el destino de la antiguafábrica. Desvelar los recuerdos de losantiguos habitantes de la zona, incluso delos más jóvenes parecía la herramientaadecuada para la construcción de mez-clas singulares, vínculos, nuevas relacio-nes más sanas y procesos de cohesiónentre los habitantes de una región azota-da por la violencia y relegada al olvidopor los poderes públicos. El equipo delCEASM era conciente de que el ConjuntoMaré tenía su propia historia, sus perso-najes y sus tradiciones. Con la convicciónde que el patrimonio y la memoria deesta comunidad contribuirían sustancial-mente al fortalecimiento de la dignidadsocial de los vecinos de la favela, el equi-po del CEASM con la participación de lacomunidad local, la colaboración de pro-fesores universitarios y técnicos delDepartamento de Museos y Centros Cul-turales del Iphan10, comenzó a concebir elMuseo Maré.

Un museo en doce tiempos

«Como decía el poeta brasileño MárioQuintana: “El tiempo es un punto de vis-ta”. ¡Sigan así pues esta labor dará sus fru-tos!». Estas son las palabras que, tras visitarel Museo Maré, el 27 de mayo de 2006,escribe Vanesa en el libro «de sugerencias,impresiones, ideas y opiniones». Con unanotable sensibilidad, la visitante (que todoindica estar vinculada al proyecto Punto deCultura denominado «O Som das Comuni-dades»), descubre y ofrece las claves parala interpretación y comprensión delmuseo. El museo cuenta historias a partirde diferentes puntos de vista y, de algunamanera, el visitante se siente identificado.Emociona, aconseja, acoge y permite alvisitante interpretar a su manera la narra-ción, proyectando su memoria en otrostiempos y espacios.

Un museo concebido como doce tiem-pos: Tiempo de Agua, Tiempo de Casa,Tiempo de Migración, Tiempo de Resis-tencia, Tiempo de Trabajo, Tiempo deFiesta, Tiempo de Feria, Tiempo de Fe,Tiempo de lo Cotidiano, Tiempo de Infan-cia, Tiempo de Miedo y Tiempo de Futuro.Un museo que concibe el tiempo a la vez,

de modo diacrónico y sincrónico. Unmuseo que dialoga con relojes, calenda-rios, cronómetros y diferentes ritmosnaturales y sociales.

El letrero situado a la entrada de la expo-sición permanente es de color naranjaoscuro, alcanzando unos tonos ocre, quesegún Marcelo Pinto Vieira, residente en elMorro do Timbau y escenógrafo responsa-ble del proyecto museográfico, son «seme-jantes al color de la tierra del Sertão desdedonde llegaron los primeros inmigrantes».La primera sala de la exposición es decolor azul, un azul intenso, vibrante. Es laexpresión del color de las mareas, mareasque han condicionado durante años lavida de los habitantes de la región. Mareabaja, marea alta, señalando el tiempo dellegar a casa y el tiempo de permanecer enella. Cuando había marea alta, se hacíaimposible caminar por los puentes quecomunicaban los palafitos. Entonces, sóloquedaba esperar a que la marea bajase.Una señal indica «Tiempo de Agua». Tiem-po especial, caracterizado por la abundan-cia de pescado, cuando muchos pescabanen las aguas de la Bahía de Guanabara.Tiempo de bonanza y de pobreza. Abun-dancia de peces frente a un sistema desaneamiento urbano insuficiente y unasprecarias condiciones de vivienda y salud.En las paredes, hay expuestas fotografíasantiguas, reflejo de un río de épocas pasa-das con toda su belleza natural. Otras foto-grafías revelan las transformaciones queha sufrido la región. Un inmenso manglardonde se eleva una espantosa ciudad depalafitos que a su vez, se transforma en unmapa de carreteras. En el humilde Morrodo Timbau encontramos una casita poraquí, otra casita por allá que aún conser-van una apariencia rural con sus corrales,gallineros y pequeños huertos. Otra foto-grafía nos muestra el paisaje de Timbaucompletamente transformado y abarrota-do de edificaciones de albañilería que sesobreponen unas a otras, ofreciendo así,una visión de la urbe en toda su plenitud.

Detalles de personajes que conformanuna época pasada. Niños que juegan en lospuentes construidos con tablas de madera yque sirven para acceder a los palafitos.Mujeres que cargan garrafas de agua sobrela cabeza. Largas colas en los pequeñoscanales Cerdas amamantando a sus críasjunto a niños jugando al fútbol. Una mujer

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10 Instituto del Patrimonio Histórico y ArtísticoNacional de Brasil.

El museo cuenta historias a

partir de diferentes puntos de

vista y, de alguna manera, el

visitante se siente identificado.

Emociona, aconseja, acoge y

permite al visitante interpretar

a su manera la narración,

proyectando su memoria en

otros tiempos y espacios

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que pasea de la mano con sus hijos geme-los. La alegría que se manifiesta en el grite-río de los niños junto a mujeres paseandocon sus melenas alisadas. Estos son detallessimbólicos de escenas del cotidiano. Esce-nas que conmueven y hacen al visitanteexclamar: «La vida está llena de sentido,rebosa de imágenes, colores y sabores. ¡Feli-cidades! ¡Este museo es especial! ¡Es precio-so! ¡Hay que verlo y vivirlo!».

En el centro del módulo «Tiempo deAgua», encontramos un barco de dosmetros y setenta centímetros de largo,

adornado con banderas y flores artificiales.En la proa se aprecia una imagen de SanPedro y en el lateral, un farolillo y una redde pesca. La red fue confeccionada por elseñor Jaqueta, antiguo pescador de Maré,fallecido en 2004. El barco fue fabricadopor su hijo Sergio. La linterna y la imagense utilizaban en las procesiones marítimas.Este expresivo conjunto fue donado por lafamilia del señor Jaqueta con motivo de lainauguración del museo.

¡Si miramos a lo alto, allí está ella, una casa,un palafito! Máxima (figura 6) expresión de

Maré que llegó a ser símbolo de la miserianacional de los años ochenta, forzando lahuída de sus habitantes hacia otras favelasdel propio Conjunto de Maré tales comoNova Maré y Bento Ribeiro Dantas. Al mirarhacia abajo, lo entendemos todo: aquel es el«Tiempo de casa» y allí está ella, la casa, consus inmensas piernas ancladas en el «Tiempode Agua». Resulta impactante, ver de nuevouna casa que ya teníamos olvidada.

Entonces nos asaltan las dudas: ¿Quésentido tiene recordar los palafitos? ¿Nosería mejor dejar este recuerdo en el olvi-do? ¿Por qué quiso el equipo del museoresucitar este elemento?

El palafito que se expone en el museo noshace comprender la dimensión humana,ancestral y arquetípica de este formato decasa. Existe en el palafito una dimensiónuniversal. No es exclusiva de la memoria nide la historia de la favela de Maré, sino queforma parte de la Humanidad, de nuestrapropia historia y por ese motivo, nos fascinay nos hace pensar de esa manera.

Sobrecogidos por los sentimientos, lospensamientos, las sensaciones e intuicio-nes que suscita la visión de la casa de pala-fitos, nos sorprende un grupo de cuenta-cuentos que, desde lo alto del balcón de lahumilde construcción de madera, narrauna historia. Se trata de la historia de unaboda que se celebró en una casa de palafi-tos. Es una historia divertida y sus protago-nistas, los habitantes de Maré, se ríen alrelatar lo que podría haber desatado unatragedia. Se trata de la celebración del enla-ce matrimonial de un joven llamado Juve-nal en un palafito. Los invitados se divertíancomo nunca. Cantaban y bailaban sin pararcuando el suelo, que ya no soportaba elpeso de los invitados, se desplomó sobre ellodo. El grupo parecía divertirse con lo ocu-rrido y nosotros también. Lo que podríahaber acabado en tragedia, constituye unade las diversas anécdotas recogidas por elequipo del museo que conforman el libroCantos y Leyendas de Maré. Al final de lahistoria, no hubo heridos. De alguna mane-ra, los invitados y los novios, incluso cubier-tos de barro, consiguieron hacer del acci-dente, un episodio de risas y alegría.Nosotros percibimos el encanto poéticodel grupo y nos embarcamos en la alegríaque consigue transformar el dolor y abre elcorazón revelando nuevas formas de afron-tar los accidentes e incidentes de la vida.

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6. «Tiempo de Casa». Exposición de larga duración del Museo Maré. Foto: Jorge Campana.

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Los cuentacuentos destacan la felicidad delos novios y la abundancia de comida ybebida en ese espíritu de fiesta.

Al término de la historia, el grupo nosinvita a visitar la casa. Es una casa sencilla.Pero, ¿quién dijo que las casas sencillas notienen una historia? ¿quién dijo que esnecesario borrar la memoria de aquellosque ocuparon durante tantos años aque-llas casas de apariencia tan frágil pero tanresistentes al mismo tiempo? Resistentesfrente a las mareas, resistentes ante laausencia de políticas gubernamentalesque velaran por ese gran contingente depersonas que llegaba a la ciudad buscandomejores condiciones de vida y de trabajo.

Los palafitos recuerdan, de alguna mane-ra, las casas de pequeñas localidades quehan permanecido en la historia del paíscomo fue el «Arraial de Canudos» donde selibró la conocida Revuelta de Canudos.Casas que están construidas con lodo y tie-rra seca del Sertão pero que al mismo tiem-po, son símbolo de la posibilidad creativa ysingular de sobrevivir en una región marca-da por los grandes latifundios y la voluntadimpuesta por los coroneles. También encon-tramos la «Casa del Mestre Vitalino» ubicadaen la Comunidad de Alto do Moura en elestado de Pernambuco, hecha de barro don-de nacieron extraordinarias obras de arteque quedaron repartidas y expuestas por elmundo o la pequeña Casa del conocido lídersindical Chico Mendes, en la pequeña ciu-dad de Xapuri, en el estado de Acre, comosímbolo de la lucha por la defensa de la Ama-zonia, recuerdo que incomoda a quienes seconsideran dueños del poder en esa región.

Como en un cuento de una pequeñaaldea perdida en la Rusia de Dostoievski oen la película Dodeskaden de Kurosawa, elpalafito es un microcosmos que pese atodo y todos, lucha por una existencia dig-na. Sus personajes son guerreros que seenfrentan a una vida realidad que les opri-me y sobrepasa las precarias condicionesde vida. Se asemejan a las bellas y perfu-madas flores de loto, con sus raíces ancla-das en el barro. Al adentrarse en la casa,nos dejamos llevar por el ritmo de un tex-to narrado por Antonio Carlos Pinto Vieira,uno de los responsables del museo. Se tra-ta de un relato con una profunda riquezaen imágenes poéticas que conducen nues-tra mirada y nuestras emociones. Merecela pena reproducirlo a continuación:

«Una pequeña chabola de madera que sesujeta sobre estacas. Icono de un paisajeinexistente en el presente, imagen simbóli-ca del pasado. Nos sorprende el equilibrio,la estabilidad y la ubicación que ocupa en elespacio. Ancla del recuerdo. Es de colorazul pero no el azul monótono y frío propiode las paredes lisas. Es un azul de muchostonos, robado del color de las aguas, delcielo y de la vida, cambiante según la clari-dad de los días, los presagios de tormentas,las corrientes marítimas y los dramas de laexistencia. El espacio es escaso. Un peque-ño balcón es lo que ha quedado como par-te del mundo exterior. La puerta se abredos veces. Primero para avistar a quién seacerca, y después para invitarlo a entrar. Ensu interior, la vida es rosa. Las paredes, conuna clara estructura, selladas por tablas,crean un escenario de muebles y objetos.En una única habitación se escribe la vida,dividida en ambientes que sugieren alimen-to y reposo. Aquí los objetos hablan. Estánhechos de metal, arcilla, madera, tejidos,papel, cuero y tienen vida propia. Esto nosasusta, en la medida en que nos damoscuenta de la reflexión que allí se propone:mirarnos a nuestros propios ojos. Estosobjetos no necesitan hablar porque sonportadores de vida. Una lamparilla, viejasfotografías retocadas, y un calendario anti-guo decoran las paredes. Cuadros, muchoscuadros del Sagrado Corazón, San Jorge, ElNiño Jesús de Praga, Nuestra Señora de laConcepción, todos sobre la vieja cama des-cubierta, generalmente relegada a unsegundo plano por la hamaca que cuelgade un astil. A un lado, está el armario don-de encontramos vestidos de algodón, fal-das, camisetas, pantalones y camisas usadascon sus rastros y olores. Sobre el armario,maletas de cuero y cartón, deterioradas,estropeadas por innumerables viajes. Baú-les de recuerdos, que revelan que quienesallí viven, están siempre de paso. Hay unamesilla de noche. En una chabola (...) unavieja radio silenciada que fue del Señor Car-los, una Biblia mugrienta y una pequeñaimagen de Nuestra Señora Aparecida, todoello, alcanzando las conexiones necesariasen este ambiente dedicado a los sueños y lafe. En la otra parte de la casa, nos sobreco-gemos. Encontramos una vieja cocinilla degas, de la marca Cosmopolita, una encime-ra ordenada, con sartenes relucientes, unatetera y platos de ágata, tenedores, cucha-

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¡El museo es la respuesta

de una resistencia y una

lucha de personas que

viven con mucha dignidad!

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ras y cuchillos que deteriorados por el uso,despiertan una intensa sed en el alma (...).A un lado, una mesa revela que, en ocasio-nes, se sustituye el gas por el querosenocon el mítico hornillo Jacaré de los añoscuarenta. Ante la ausencia de una nevera, elagua fría proviene de una destiladera. Y allí,nos invade el pensamiento sobre el alimen-to ganado con el trabajo del día a día, de losdías en que no hay nada para comer. Enton-ces, nos devora la percepción del hambre.En ese pequeño lugar, todavía queda espa-cio suficiente para una mesa rodeada portres sillas, diferentes entre sí, que formanuna curiosa combinación. Es el lugar dereuniones, de celebraciones donde se mez-clan las singularidades de la casa. Sobre lamesa se exponen las angustias, se charla yse permanece en silencio. Podemos ver a lafamilia, a los amigos, a los vecinos y por latarde, se ve como toman café, un café pasa-do por el colador de paño, acompañado deun pedazo de pan. Vemos también, a laabuela que cocina el capitão, mezcla de fri-joles cocidos con carne seca y harina crudade mandioca y a los padres felices en el díadel bautizo sirviendo el típico macarrão

com galinha. El tejado es sólido, a dosaguas y con tejas de barro, tipo francés, conun acabado irregular. No protege muchodel sol, ni de la lluvia. Se distinguen grietasy goteras. La fuerza del viento puede arras-trar las tejas desatando los miedos. Estacasa es de todos y no es de nadie. Una cha-bola de madera, razón de ser y símbolo dela historia de miles de vidas. ¡Es más que unlugar, es un lugar que está en la memoria!

Esta referencia a la memoria no podría sermás acertada. En ella, no sólo se ponen demanifiesto los recuerdos de los habitantes delos palafitos, sino que se alza ante nuestramirada el universo de un Brasil rural y aún almargen del proceso de globalización. El pala-fito expuesto en el Museo Maré es asimismouna casa asentada en nuestra memoria másremota, la de un Brasil más rural que urbano,cuando muchos no éramos más que niños,cuando no existían televisores ni ordenado-res. Nos invade una intensa emoción cuandovemos la casa porque «es de todos y no es denadie». Pertenece al Conjunto Maré perotambién a Brasil. Es el reflejo de una forma devida local pero que al mismo tiempo no dejade ser universal. Aquí es donde sentimos conmayor intensidad la fuerza del Museo Maré.Es un museo que habla de las favelas delConjunto Maré y al relatar la historia de estascomunidades, sugiere un trasfondo de ele-mentos que nos hacen recordar y nos llevanhacia las reflexiones más profundas, que nosafectan a todos en nuestras dudas más ínti-mas, en nuestras necesidades más inmedia-tas y fundamentales. La tetera de ágata, elcafé colado con un paño, la cocina, la mesapara comer, la cama y la hamaca, rasgos cul-turales que conviven al mismo tiempo, singu-lares a la par que universales.

Desde el palafito, vemos la ropa colgadaen el tendedero y así, emocionados, mira-mos hacia los otros «Tiempos». Muchosniños y jóvenes que visitan el museo serefieren de forma cariñosa al palafito comola «Casita». Una niña de nueve años que visi-tó el museo el 30 de mayo de 2006 recoge

en el libro mencionado anteriormente:«¡Me encantó. El museo es la casita y minombre es Gabriela!» Al día siguiente, unaadolescente de dieciséis años, también dejósus impresiones: «Me gustó mucho la casi-ta. Besos Aline. Besos en tu boca».

Al salir de la casa, bajando una escalera demadera nos encontramos otro letrero:«Tiempo de Trabajo» (figura 7). Algunas fotosrevelan el trabajo cotidiano, muestran a laspersonas con gestos de trabajo. Barriendo lascalles, haciendo la colada, realizando trabajoscolectivos. El «Tiempo de Trabajo» se mezclacon el «Tiempo de Resistencia» y es quemuchos de los materiales de trabajo (ladri-llos, arena, madera y cemento) han servido asu vez para la construcción de la resistencia.

En un pequeño expositor, se pueden leernoticias publicadas en periódicos artesana-les, documentos que tratan sobre la uniónde algunos de sus habitantes en la lucha porlograr mejores condiciones de vida en laregión. Hablan sobre las primeras asociacio-nes de vecinos, los reiterados intentos porresistir a la expulsión, la reacción de los líde-res de la comunidad ante las visitas de lasautoridades. Tímidos y valientes intentos deorganización y difusión de la opinión de ciu-dadanos que se atrevían a hacer política entiempos difíciles. Referencias a Doña Orosi-na, mujer luchadora que defendía su territo-rio con un temible cuchillo y una garruchaen mano. Líder que ha permanecido en elimaginario popular. Los visitantes parecenentender la dimensión concreta y el signifi-cado simbólico de esos «Tiempos» que a suvez se complementan: «¡El museo es la res-

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7. «Tiempo de Trabajo». Exposición de larga duración del Museo Maré. Foto: Archivo Orosina Vieira, CEASM.

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puesta de una resistencia y una lucha depersonas que viven con mucha dignidad!Felicidades a todos los que han muerto y alos que viven por esa lucha cotidiana». Estasson las palabras de Bianca, vecina del barriode Engenho Novo, que visitó el museo el 5de julio de 2006.

Más adelante, llegamos a otro «Tiempo»,el «Tiempo de Fiesta». Festejos, compar-sas, carnaval. «Mataron a mi gato» es elnombre de una comparsa. Encontramos elestandarte, el bombo, la cuica11 y el pan-dero que son símbolos de las fiestas popu-lares brasileñas cuya máxima expresión esel Carnaval. No sólo aparece esta festivi-dad sino que se hace referencia a las«Folias de Reis» que están ampliamenteextendidas por la región. A pesar de todo,el «Tiempo de Fiesta» apenas está indica-do. De cierta forma, es un hecho que esti-mula al visitante porque le permite jugarcon la imaginación e intuir lo que algúndía se expondrá en esta área del museo.

Al fondo, encontramos el «Tiempo de loCotidiano», una sala rodeada de ladrillos, decemento batido, tejas, fotografías del inte-rior de las casas, en las que vemos a mujerescocinando con sus hijos en el regazo y niñossentados en la cama. Esto nos crea la ilusiónde poder observar la más profunda intimi-dad del interior de las nuevas casas, aquellascasas que sustituyeron a los antiguos palafi-tos, casas hechas con ladrillo, cemento ypiedra. Son casas sólidas y en permanente

construcción, que necesitan un retoqueaquí, otro allá, como si la ciudad de Marénunca estuviese terminada y conviviera conla fugacidad de los días, las noches, los veci-nos y los paisajes. Claudia Rose Ribeiro daSilva, directora del museo reconoce que «elmuseo tampoco está totalmente termina-do». Está en construcción al igual que lascomunidades de Maré, como sucede en lasfavelas y en la vida misma. Y nosotros, reco-rremos el museo con la sensación de quepisamos sobre una obra. Todavía quedamucho por hacer en este museo que estáen continuo desarrollo como sucede con el«Tiempo de Migración» y el «Tiempo deFerias» que aún no se han desarrollado.

Si seguimos adentrándonos en el museo,nos encontramos con el «Tiempo de Fe» ode la religiosidad. No existe una religión pri-vilegiada, sino una clara tendencia al hibri-dismo, al mestizaje cultural. En un mismoexpositor vemos objetos relacionados conlos cultos afro-brasileños, el espiritismo, elcatolicismo popular y los evangelistas pro-testantes. La escultura de Nuestra Señora delos Navegantes que estuvo expuesta duran-te un tiempo ya volvió a su iglesia. La ima-gen de San Jorge, cedida por la parroquia,está en exposición y podrá abandonar elmuseo en cualquier momento para serdevuelta a su lugar culto. La fe y la religiosi-dad están en movimiento.

Prosiguiendo nuestro camino, nos encon-tramos ahora frente a los juegos y juguetesque están esparcidos por el suelo, en cajasde arena cubiertas por resistentes placas devidrio (figura 8). Se puede caminar sobreestas placas experimentando una sensaciónlúdica. Se pueden ver canicas, patinetes,carritos de juguete, peonzas, cometas, tirachinas, hula-hoops, caballitos de madera,indiakas y teléfonos inalámbricos. Juegos deotra época, juegos de niños fabricados yreciclados por ellos mismos con esa ilusiónpropia de la infancia. Las primeras palabrasque aparecen en el libro de «sugerencias,impresiones, ideas y opiniones», a raíz deuna visita realizada el 22 de mayo de 2006,hacen referencia a este «Tiempo» en concre-to: «Buenos días. Me llamo Rosi y viví duran-te más de 20 años en Maré. Me gustaría pro-poner que colocaran zancos, juego queformó parte de mi infancia y la de muchagente. Un beso grande a todos aquellos quehan tenido la brillante idea de hacerme vol-ver en el tiempo. ¡Felicidades! Rosilane».

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8. «Tiempo de Infancia». Exposición de larga duración del Museo Maré. Foto: Archivo Orosina Vieira, CEASM.

11 Tambor brasileño.

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En el recorrido por el museo, encontra-mos tablas de madera que nos hacen pisarcon fuerza e incluso tropezar. Todo es muyinestable, reflejo del balanceo de los puen-tes que unían los palafitos y la inestable rea-lidad de los habitantes de la comunidad deMaré. De forma intencionada, nos indican elcamino hacia un espacio oscuro, cerradocon las paredes pintadas de negro. Los cas-quillos de balas de distintos calibres recogi-dos de las calles de la favela y que han sidocolocados en las estanterías. Intuimos queen sus calles no existe calma ni sosiego. Elmódulo del «Tiempo de Miedo» es una para-da estratégica. Nos provoca, nos incita, nosincomoda. En el centro de la sala, son cen-tenares los casquillos amontonados y recu-biertos por una cúpula de vidrio con la evi-dente intención de erigir un monumento.¿Monumento al miedo?, ¿a los hombres ymujeres asesinados en la guerra cotidianalibrada en la ciudad de Río de Janeiro? o qui-zá, ¿un monumento en homenaje a la luchapor la transformación de la realidad y lareprobación del estado ausente, que única-mente se hace notar en episodios de violen-cia?, ¿qué ha ocurrido con la ciudad de SanSebastián de Río de Janeiro que tan bienejemplifica el conjunto de comunidades deMaré?, ¿de dónde proviene tanto tiroteo,tanta violencia y deseo de aterrorizar?, ¿quéimpidió que creciera la hidra de muchascabezas, este huevo de serpiente, esta semi-lla de la barbarie que se ha banalizado?

En el marco de una estrategia museológicaemocionante y conmovedora que induce a la

reflexión, seguimos hacia el módulo final: el«Tiempo de Futuro» (figura 9): ¿Cómo seráese tiempo? ¿Qué nuevos inventos surgirán?¿Qué novedades nos esperan? ¿Qué quere-mos construir como tiempo nuevo? Unaenorme maqueta elaborada por niños yniñas de los colegios de las comunidadesvecinas presenta un proyecto para el Conjun-to Maré, proyecto que incluye plazas, árbo-les, lugares apacibles, casas espaciadas unasde otras, amplias calles y carreteras, camposde fútbol, villas olímpicas, pequeñas iglesias,sueños infantiles de una ciudad posible queaún anhela existir. ¿Y por qué no?

Tampoco se trata de una maqueta definiti-va, aún se encuentra en proceso de cons-trucción. Será rehecha y retocada una y otravez. El 25 de mayo de 2005, Vanesa de treceaños y Lorrayne de once visitaron juntas elmuseo y escribieron sus propias sugeren-cias: «En la maqueta faltan la “Vila do Pinhei-ro” y el “Brizolao da Baixa” y la “Vila do Pin-heiro Gustavo Capanema”». Reivindicaron lainclusión de sus comunidades y colegios enel «Tiempo de Futuro» porque ninguna quie-re permanecer al margen de este sueño.

El Museo Maré se concibe a partir derecuerdos, identidades, sentimientos de per-tenencia y representaciones simbólicas quedotan de sentido al mapa cultural de la ciu-dad y dejan patente a otras comunidadespopulares que es posible ejercer el derecho ala memoria histórica, al patrimonio y almuseo. El ejercicio de estos derechos aquí yahora, es la piedra angular para la construc-ción de futuros con dignidad social.

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9. «Tiempo de Futuro». Maqueta elaborada por estudiantes de Maré, exposición de larga duración.Foto: Archivo Orosina Vieira, CEASM.

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