Un pacto fáustico. Gregory A. Petsko

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3/2/2014 Un pacto fáustico. Gregory A. Petsko. | Endora Ediciones http://www.endora.com.mx/creacion-literaria/para-leer/un-pacto-faustico-gregory-a-petsko/ 1/4 Carta abierta a George M. Philip, presidente de la Universidad Estatal de Nueva York en Albany (SUNY Albany). Querido presidente Philip, Hace 30 días, el primero de octubre, usted anunció que los departamentos de estudios franceses, italianos, clásicos, rusos y artes dramáticas de su universidad, serían eliminados. Dio varias razones sobre su decisión, incluyendo que “hay, comparativamente, menos estudiantes inscritos en estos programas”. Por supuesto que esta decisión fue también —tal vez primordialmente— una medida de reducción de costos: de hecho, dijo que no habría sido necesaria si la legislatura del estado hubiera pasado una iniciativa que permitiera a la universidad establecer sus propias cuotas. Finalmente, afirmó que las humanidades eran una carga financiera a la institución, en contraste con las ciencias, que atraen dinero en la forma de donaciones y contratos. Examinemos estas y otras de sus razones a detalle, pues pienso que si uno lo hace quedará claro que los hechos sobre los que basa sus razones tienen algunos aspectos importantes que no cubre en sus declaraciones. Primero está el asunto de la matrícula. Estoy seguro, como usted dice, que relativamente pocos estudiantes toman clases de estos temas hoy en día. Tampoco habrían habido muchos en mis días si las universidades no hubieran requerido que los estudiantes tomaran una distribución obligatoria de cursos en una variedad de áreas de la academia: humanidades, ciencias sociales, bellas artes, ciencias naturales y físicas, y en obtener un mínimo de capacidades en al menos una lengua extranjera. Verá, la razón por la que las clases de humanidades tienen una matrícula baja no es porque los estudiantes de estos días estén exigiendo cursos más relevantes; es porque los administradores como usted, y una Facultad sin espina dorsal, han dejado de establecer requisitos de distribución y empezaron a permitir que los estudiantes escogieran sus propios programas académicos —algo que creo es la abrogación completa del deber de la Facultad universitaria como maestros y mentores. El día de mañana podría resolver el problema de matrícula al instaurar un tronco común obligatorio que incluya un amplio espectro de cursos. Los jóvenes, en su mayoría, no han obtenido aún la sabiduría necesaria para tener ese tipo de libertad sin tomar malas decisiones. De hecho, sin sabiduría, es una decisión difícil de tomar para la mayoría de la gente. Esta idea está expresada, mejor que en cualquier otro lugar, creo, en la parábola del Gran Inquisidor de Dostoievski, la cual está contada en el capítulo cinco de su gran novela Los hermanos Karamazov. En la parábola Cristo regresa a la tierra en Sevilla en la época de la Inquisición española. Hace varios milagros, pero es arrestado por los líderes de la Inquisición y sentenciado a ser quemado en la hoguera. El Gran Inquisidor lo visita en su celda para decirle que la Iglesia ya no lo necesita. La parte principal del texto presenta al inquisidor explicando por qué: Jesús rechazó las tres tentaciones de Satanás en el desierto en favor de la libertad, pero a su parecer, Jesús juzgó mal la naturaleza humana. El Inquisidor dice que la gran mayoría de la humanidad no puede lidiar con la libertad. Al darle a los humanos la libertad de elegir, Cristo sentenció a la humanidad a una vida de sufrimiento. Ese capítulo de un libro mucho más largo es una de las grandes obras de la literatura moderna. Usted encontraría mucho en él para reflexionar. Estoy seguro que a su Facultad de Estudios Rusos le encantaría hablar con usted sobre ello —si usted tuviera un Departamento de Estudios Rusos, el cual ahora (por supuesto) no tiene. Luego, está el tema sobre si la inacción de la legislatura estatal no le dejó otra opción. Estoy seguro que los problemas presupuestarios que tiene que enfrentar son serios. Sin duda lo son en la Universidad de Brandeis, en donde trabajo. Y nosotros, también, tuvimos que tomar decisiones estratégicas porque nuestro ingreso no era suficiente para cubrir nuestros gastos. Pero evitamos su solución draconiana —y autoritaria—, y un equipo de la Facultad, con la participación de

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http://www.endora.com.mx/creacion-literaria/para-leer/un-pacto-faustico-gregory-a-petsko/ 1/4

Carta abierta a George M. Philip, presidente de la Universidad Estatal de Nueva York en Albany (SUNY Albany).

Querido presidente Philip,

Hace 30 días, el primero de octubre, usted anunció que los departamentos de estudios franceses, italianos, clásicos,

rusos y artes dramáticas de su universidad, serían eliminados. Dio varias razones sobre su decisión, incluyendo que “hay,

comparativamente, menos estudiantes inscritos en estos programas”. Por supuesto que esta decisión fue también —tal

vez primordialmente— una medida de reducción de costos: de hecho, dijo que no habría sido necesaria si la legislatura del

estado hubiera pasado una iniciativa que permitiera a la universidad establecer sus propias cuotas. Finalmente, afirmó

que las humanidades eran una carga financiera a la institución, en contraste con las ciencias, que atraen dinero en la

forma de donaciones y contratos.

Examinemos estas y otras de sus razones a detalle, pues pienso que si uno lo hace quedará claro que los hechos sobre

los que basa sus razones tienen algunos aspectos importantes que no cubre en sus declaraciones.

Primero está el asunto de la matrícula. Estoy seguro, como usted dice, que relativamente pocos estudiantes toman clases

de estos temas hoy en día. Tampoco habrían habido muchos en mis días si las universidades no hubieran requerido que

los estudiantes tomaran una distribución obligatoria de cursos en una variedad de áreas de la academia: humanidades,

ciencias sociales, bellas artes, ciencias naturales y físicas, y en obtener un mínimo de capacidades en al menos una

lengua extranjera.

Verá, la razón por la que las clases de humanidades tienen una matrícula baja no es porque los estudiantes de estos días

estén exigiendo cursos más relevantes; es porque los administradores como usted, y una Facultad sin espina dorsal, han

dejado de establecer requisitos de distribución y empezaron a permitir que los estudiantes escogieran sus propios

programas académicos —algo que creo es la abrogación completa del deber de la Facultad universitaria como maestros y

mentores. El día de mañana podría resolver el problema de matrícula al instaurar un tronco común obligatorio que incluya

un amplio espectro de cursos.

Los jóvenes, en su mayoría, no han obtenido aún la sabiduría necesaria para tener ese tipo de libertad sin tomar malas

decisiones. De hecho, sin sabiduría, es una decisión difícil de tomar para la mayoría de la gente. Esta idea está expresada,

mejor que en cualquier otro lugar, creo, en la parábola del Gran Inquisidor de Dostoievski, la cual está contada en el

capítulo cinco de su gran novela Los hermanos Karamazov. En la parábola Cristo regresa a la tierra en Sevilla en la época

de la Inquisición española. Hace varios milagros, pero es arrestado por los líderes de la Inquisición y sentenciado a ser

quemado en la hoguera. El Gran Inquisidor lo visita en su celda para decirle que la Iglesia ya no lo necesita. La parte

principal del texto presenta al inquisidor explicando por qué: Jesús rechazó las tres tentaciones de Satanás en el desierto

en favor de la libertad, pero a su parecer, Jesús juzgó mal la naturaleza humana. El Inquisidor dice que la gran mayoría de

la humanidad no puede lidiar con la libertad. Al darle a los humanos la libertad de elegir, Cristo sentenció a la humanidad a

una vida de sufrimiento.

Ese capítulo de un libro mucho más largo es una de las grandes obras de la literatura moderna. Usted encontraría mucho

en él para reflexionar. Estoy seguro que a su Facultad de Estudios Rusos le encantaría hablar con usted sobre ello —si

usted tuviera un Departamento de Estudios Rusos, el cual ahora (por supuesto) no tiene.

Luego, está el tema sobre si la inacción de la legislatura estatal no le dejó otra opción. Estoy seguro que los problemas

presupuestarios que tiene que enfrentar son serios. Sin duda lo son en la Universidad de Brandeis, en donde trabajo. Y

nosotros, también, tuvimos que tomar decisiones estratégicas porque nuestro ingreso no era suficiente para cubrir

nuestros gastos. Pero evitamos su solución draconiana —y autoritaria—, y un equipo de la Facultad, con la participación de

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todas las áreas de la universidad, logró sacar un plan para hacer más con menos recursos. No estoy diciendo que los

detalles de nuestra solución servirían para su institución, pero el proceso sin duda lo haría. Usted sí convocó a una reunión

de consulta abierta, pero fue para discutir su plan, no para dejar que la universidad hiciera uno propio. Y usted convocó a

esa reunión el viernes en la tarde, primero de octubre, cuando pocos estudiantes y profesores podrían ir. En su defensa,

llamó a los tiempos de la convocatoria “desafortunados”, y la justificó diciendo que había una “disponibilidad limitada de

auditorios”. Lo encuentro bastante sorprendente. Si el presidente de Brandeis necesitara un auditorio de manera urgente,

lo obtendría. Supongo que usted no tiene mucha influencia en su universidad.

Me parece que la forma en que hizo esto no podría haber logrado alienar aún más a casi todos en el campus. En su

posición, yo habría hecho todo lo posible para evitarlo. No hubiera querido terminar en la novena Bolgia (fosa de piedra) del

octavo Círculo del Infierno, donde el gran poeta italiano del siglo XIV, Dante Alighieri, puso a los sembradores de discordia.

Donde, mientras luchan en la fosa por toda la eternidad, un demonio continuamente les cercena las extremidades, como

en vida ellos mismos dividieron a otros.

El Infierno es el primer libro de La Divina Comedia de Dante, una de las grandes obras de la imaginación humana. De él

hay mucho que aprender sobre la debilidad y la locura. La Facultad de su Departamento de Estudios Italianos estaría

encantada de introducirlo a sus muchas maravillas —esto es, si tuviera un Departamento de Estudios Italianos, el cual (por

supuesto) no tiene.

¿Y usted realmente piensa que incluso aquellos profesores y administradores que aplauden su posición de mano dura

(en parte, estoy seguro, por el alivio de que no los corrieron a ellos) seguirán de su lado en el futuro? Me recuerda a la

fábula de Esopo sobre Los viajeros y el oso: dos hombres caminaban juntos a través del bosque, cuando un oso se enfiló

hacia ellos. Uno de los viajeros que estaba enfrente agarró la rama de un árbol, lo escaló y se escondió entre las hojas. El

otro, estando más atrás, se aventó boca abajo sobre el piso con la cara en el polvo. El oso se le acercó, puso su hocico

cerca de la oreja del hombre y lo olió detenidamente hasta que, finalmente, con un gruñido, el oso se fue, pues los osos no

tocan la carne muerta. Entonces, el viajero que estaba en el árbol bajó hacia su acompañante y entre risas dijo: “¿Qué fue

lo que el oso te susurró?”. “Me dijo —el otro hombre respondió— nunca confíes en una amigo que te abandona en un

aprieto”.

Esa fábula, y su valiosa lección de vida, la aprendí en un curso de clásicos en mi primer año de universidad. Esopo tiene el

crédito de haber escrito cientos de fábulas, la mayoría igualmente amenas y esclarecedoras. Su Facultad de Estudios

Clásicos con gusto le podría contar sobre ellas, si tuviera un Departamento de Estudios Clásicos, que ahora (por

supuesto) no tiene.

Sobre el argumento de que las humanidades no se pagan a sí mismas, supongo que tiene algo de cierto, pero encuentro

una falacia en la idea de que la universidad debe ser manejada como un negocio. No estoy diciendo que no deba ser

manejada de manera prudente, pero la decisión de que cada una de sus necesidades deba ser rentable, está

sencillamente en discrepancia con lo que debe realmente ser una universidad. Usted parece valorar los programas de

emprendedores y temas prácticos que pueden generar más propiedad intelectual que los cursos de estudio “al viejo

estilo”. Pero las universidades no sólo tratan de descubrir y capitalizar el conocimiento nuevo; su fin es también preservar

el conocimiento para que no se pierda en el tiempo, y eso requiere una inversión financiera. Hay una buena razón para ello;

lo que posiblemente hoy parezca arcaico puede volverse vital en el futuro. Le voy a dar dos ejemplos. El primero es la

ciencia de la virología, que en los años setenta estaba desapareciendo porque la gente sentía que las enfermedades

infeccionas ya no eran un problema de salud serio en el mundo desarrollado, mientras que otros temas, como la biología

molecular, eran mucho más atractivos. Entonces, a principio de la década de los noventa, un pequeño problema llamado

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SIDA se convirtió en la preocupación sanitaria número uno en el mundo. El virus que causa el SIDA fue primero aislado y

caracterizado en los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos y en el Instituto Pasteur en Francia, porque estas

dos instituciones estaban entre las pocas que aún conservaban programas de virología vigorosos. Tal vez esté más

familiarizado con mi segundo ejemplo. Los estudios meso-orientales, incluyendo el estudio de lenguas extranjeras como

el árabe o el persa, dudosamente eran un tema atractivo en la mayoría de las universidades en los años noventa. Vino

entonces el 11 de septiembre de 2001. Repentinamente, nos dimos cuenta que necesitábamos de mucha más gente que

entendiera algo sobre esa parte del mundo, en especial sobre la cultura islámica. Las universidades que habían

mantenido sus departamentos de estudios meso-orientales, incluso frente a reducciones en la matrícula, se convirtieron

de pronto en lugares muy importantes. Aquellos que no… bueno, estoy seguro que entiende lo que quiero decir.

Sé que uno de sus argumentos es que no todo lugar debe intentar hacer todo. Dejen a otras instituciones tener grandes

programas en estudios clásicos y bellas artes, dice; nosotros nos enfocaremos en preparar estudiantes para trabajos en

el mundo real. Bueno, espero haberle mostrado que el mundo real es muy voluble sobre lo que demanda. La mejor

manera para que la gente esté preparada para los choques inevitables del cambio es recibir la más amplia educación

posible, porque lo que es impopular hoy, es comúnmente el tema popular de mañana. Y la investigación multidisciplinaria,

que está de moda estos días, sólo es posible si la gente no recibe una educación demasiado especializada. Si nada de

esto lo convence, entonces, estoy listo para permitir que convierta su institución en un lugar que se enfoca en lo práctico,

pero sólo si la deja de llamar universidad y usted presidente de una de ellas. Sabe, la palabra “universidad” deriva del latin

“universitas”, que significa “el todo”. No puede ser una universidad sin un vigoroso programa de humanidades. Tendrá que

llamar a SUNY Albany una escuela profesional, o tal vez una vocacional, pero no una universidad. Ya no.

Me niego absolutamente a pensar que no tuvo usted otra alternativa. Es su trabajo como presidente encontrar formas para

resolver problemas que no requieran amputar extremidades sanas. Voltaire decía que ningún problema puede aguantar el

asalto del pensamiento sostenido. Voltaire, cuyo verdadero nombre era François-Marie Arouet, tenía muchas cosas

sustanciosas, ingeniosas y brillantes que decir (mi favorito es “Dios es un comediante actuando para un público que tiene

miedo a reírse”). Mucho de lo que escribió le resultaría muy útil. Estoy seguro que la Facultad en su Departamento de

Estudios Franceses estaría feliz de introducirlo a sus escritos, si tuviera un Departamento de Estudios Franceses, que

ahora (por supuesto) no tiene.

Supongo que no debería sorprenderme que le cueste trabajo entender la importancia de mantener programas abiertos en

temas poco glamorosos o aparentemente “muertos”. De su biografía, veo que no tiene un doctorado u otro grado de alto

nivel, y que nunca ha dado clases realmente o ha hecho investigación en alguna universidad. Tal vez mi carrera le interese.

Yo empecé con estudios de licenciatura en los clásicos. Hoy soy profesor de bioquímica y química. De todos los cursos

que tomé en la licenciatura y en el posgrado, los que más me ayudaron en mi carrera como científico fueron los cursos

sobre los clásicos, arte, historia, sociología y literatura inglesa. Estos cursos no sólo me permitieron apreciar mejor mi

propia cultura, me enseñaron a cómo pensar, a analizar y a escribir con claridad. Ninguno de mis cursos en ciencias hizo

eso.

Algunos de sus defensores han afirmado que todo esto es un plan brillante de su parte —una movida política genial

diseñada para sacudir a la legislatura y obligarla a asignar a SUNY Albany recursos suficientes para mantener estos

departamentos abiertos. Eso sería una movida maquiavélica (otro notable escritor italiano, pero es una lástima que no

tenga una Facultad de Estudios Italianos para platicarle sobre él), sin duda, pero no creo que sea tan listo. Si lo fuera,

habría tenido una reunión abierta con toda la universidad presente, en un lugar lleno de prensa. Así es como se le doblan

las manos a un montón de políticos. Proclamas tus acciones en la escalinata del capitolio estatal. No tratas de colarlas

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durante la oscuridad de la noche, cuando tu institución está de espaldas.

No, creo que simplemente estaba tratando de equilibrar el presupuesto a costa de lo que cree que son departamentos

débiles, pasados de moda e impotentes. Creo que con el tiempo encontrará que hizo un pacto fáustico. Fausto es el

personaje principal en una obra de Johann Wolfgang von Goethe. Fue escrita alrededor del año 1800 pero todavía atrae a

los públicos más grandes, entre cualquier obra, cuando se presenta en Alemania. Fausto es la historia de un estudioso

que hace un pacto con el diablo. El diablo le promete lo que quiera mientras esté vivo. A cambio, el diablo tendrá… bueno,

supongo que puede adivinar cómo se hacen este tipo de pactos. Si usted tuviera un Departamento de Artes Dramáticas, el

cual (por supuesto) no tiene, podría pedirles que presentaran la obra para saber qué pasa después. Es terriblemente

relevante para su situación. Verá, Goethe creía que nada gana un hombre si da su alma a cambio del mundo entero. Así

es, del mundo entero presidente Philip, no sólo a cambio de un presupuesto equilibrado. Aunque, para ser justos,

supongo, usted no ha entregado su alma. Sólo el alma de su institución.

Irrespetuosamente,

Gregory A. Petsko

Gregory A. Petsko. Profesor de bioquímica y química en la Universidad de Brandeis.Traducción de Andrés Lajous

Publicado en Genome Biology (noviembre, 2010).