Un paseo por la historia de la psicología clínica y de la salud- entrevista a Helio Carpintero

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    Hctor Gonzlez OrdiUn paseo por la historia de la psicologa clnica y de la salud: entrevista a Helio Carpintero

    Clnica y Salud, vol. 19, nm. 1, 2008, pp. 121-129,Colegio Oficial de Psiclogos de Madrid

    Espaa

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    Un paseo por la historia de lapsicologa clnica y de la salud:

    entrevista a Helio Carpintero A walk along the history of clinical and

    health psychology: an interview to HelioCarpintero

    HCTOR GONZLEZ ORDI1

    Para muchos de los que estudiamos, investiga-

    mos y practicamos la psicologa como profesin,actividades como la lectura actualizada de losavatares de nuestra disciplina y campos de espe-cializacin, la atencin pormenorizada y cotidianaa los pacientes, las actividades organizativas y degestin, la actividades docentes e investigadoresy un largo etctera, determinan que a menudomiremos hacia delante en nuestra disciplina y,muy rara vez, nos detengamos a echar un vistazoa cul ha sido la evolucin de la psicologa clnicay de la salud y cmo hemos llegado hasta dondeestamos. Esto es as y probablemente, debe seras; pero tambin es cierto que, como bien reza elrefranero annimo aquellos que no estudian su

    historia estn condenados a repetirla . Afortunadamente, contamos con ver-daderos humanistas y hombres de ciencia que son capaces de ofrecernos, atravs de su saber, una perspectiva integradora de lo que ha sido, de lo quees y de lo que ser nuestra disciplina, a la luz de los conocimientos historio-grficos disponibles. Este es el caso de uno de nuestros psiclogos msnotables, el Profesor Helio Carpintero.

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    Clnica y Salud, 2008, vol. 19 n. 1 - Pgs. 121-129. ISSN: 1135-0806

    MISCELANIA

    1 Director de Clnica y Salud.

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    El Profesor Helio Carpintero es Catedrtico de Psicologa Bsica de la Uni-versidad Complutense de Madrid, institucin donde imparte docencia y des-arrolla sus tareas investigadoras. Miembro de la Real Academia de CienciasMorales y Polticas, la Acadmie Royale de Belgique y de la Academia deCiencias de Lisboa. Con cientos de publicaciones a sus espaldas, Carpinteroes nacional e internacionalmente conocido por sus aportaciones de excelen-cia en los campos de la historia de la psicologa y la bibliometra. En estesentido, es fundador de la Sociedad Espaola de Historia de la Psicologa yde su rgano de comunicacin, la Revista de Historia de la Psicologa. Enel mbito de la psicologa aplicada, el profesor Carpintero ha sido presidentede la Federacin Espaola de Asociaciones de Psicologa y, en la actualidad,es miembro del Executive Committee de la Internacional Association of

    Appl ied Psychology y de la International Union of Psychological Science(IUPsyS).

    Adems, posee la gran habilidad de comunicar y emocionar al comunicar;de transmitir su saber de forma clara y didctica, al mismo tiempo que, entre-lneas, se advierte que existe mucho ms saber en forma implcita; de hacerdisfrutar a la audiencia o al lector con su saber y potenciar la necesidad debuscar nuevas fuentes para saber ms despus de escucharle o leerle.

    Clnica y Salud se honra en ofrecer a sus lectores esta entrevista con l,

    donde se abordan los principales tpicos sobre la historiografa de la psicolo-ga clnica y de la salud, trazando una lnea evolutiva entre el pasado, el pre-sente y el futuro de nuestra disciplina.

    A su juicio, Qu figuras de la historia de la psicologa destacara porsu relevancia o contribucin al desarrollo del campo de la Psicologa Cl-nica y, posteriormente de la Psicologa de la Salud?

    El campo clnico ha sido, tal vez, el primero en constituirse como mbitoprofesional; tambin el ms amplio, y el que atrae la atencin de un mayornmero de profesionales, movidos por un sentimiento humanitario de solidari-dad con los que sufren algn tipo de problema o alteracin que afecte a susvidas. No voy a hacer una historia apresurada del campo, como es lgico.Pero creo que no es posible dejar de mencionar algunos nombres a los que se

    les deben cosas que siguen activas hoy en da.

    Para empezar, la figura del profesional clnico debe mucho a Lightner Wit-mer, fundador de la primera clnica en Pennsylvania, en USA, en 1896, queabri la marcha de la va profesional del psiclogo en este campo; y luego,tambin al grupo de especialistas que se reuni en Boulder, en la Universidadde Colorado, para definir el modelo de accin (el modelo de Boulder) a queaquel debera ajustarse, el de un investigador-tcnico-prctico. Es un modeloque me parece del mximo inters conservar y perfeccionar.

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    Por otra parte, estn aquellos que han contribuido a ordenar conceptual-mente el campo, empezando por Emil Kraepelin, el psiquiatra alemn formadocon Wundt, que vino a ser el primer sistematizador de las patologas menta-les, y estudi experimentalmente procesos mentales como la fatiga, de granimportancia en la psicologa aplicada. Tampoco debemos olvidar a AlfredBinet, que con su Escala de Inteligencia vino a hacer posible un estudio rigu-roso del enorme problema del retraso mental; y, si nos acercamos al presente,me gustara recordar la figura de Leo Kanner, con su inicial clarificacin delsndrome de autismo, entre otros grandes investigadores.

    Habra que llegar luego al enorme logro de los sucesivos DSM, que se hanrealizado reuniendo influencias muy varias, desde las de Meyer y Menninger, alas de Spitzer, Millon, Saslow, o las crticas de Meehl, o Cronbach; es decir,una verdadera obra de equipos y grupos profesionales. Y aunque slo sea porhaber creado instrumentos de tantsimo valor, no deberamos olvidar ni a

    Alfred Binet, al que ya he mencionado, ni a Hermann Rorschach, ni a Hatha-way y McKinley, con su MMPI, o Raymond Cattell, con su utilsimo 16 PF, ytantos otros que han ido creando un banco de recursos instrumentales conlos que ha ido consolidndose la accin de nuestros profesionales.

    Tambin estn los nombres que representan lneas inspiradoras de posicio-nes tericas que han dado importantes frutos; no se puede olvidar la parejade nombres de Sigmund Freud y de Pierre Janet, que abren cada uno a sumodo la exploracin del psiquismo inconsciente y trazan la continuidad entrela mente normal y patolgica. Y los iniciadores de la terapia de conducta J.Wolpe, H. J. Eysenck y B.F. Skinner, y sus predecesores, J.B. Watson con elcaso del nio Alberto, y Mary C. Jones con el estudio de la eliminacin de losmiedos; sin olvidar a Pavlov, y todo lo que consigui establecer en torno a laneurosis experimental. Y si llegamos ya a aproximarnos al desarrollo contem-porneo cognitivo conductual, tenemos que recordar nombres como RichardLazarus, que recupera la importancia de las cogniciones, o Albert Bandura,todava activo y creativo, al que hace poco pude or una sugestiva conferenciasobre tcnicas de modificacin de actitudes sociales sobre temas de saludmental, utilizando muy eficazmente los medios de comunicacin e imagenactuales.

    Para m resulta muy interesante ver que el campo no se ha desarrolladolinealmente, como si unas ideas nacieran de otras, sino que en ocasionesrepetidas se han hecho incorporaciones que vienen desde fuera, desde laexperiencia real y concreta, y estn hechas por gentes que, viniendo de otrostemas, miran con nuevos ojos el mundo de la salud y la perturbacin psicol-gica. Creo que esto es algo que resulta importante a la hora de formar clni-cos; nos hace ver, en efecto, que estos especialistas tienen que saber mscosas que la propia clnica, es decir, tienen que tener una formacin cientficaamplia de base, tanto en problemas de procesos mentales como en aspectos

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    naturaleza de la subjetividad humana, con los mtodos de la ciencia fisiolgi-ca, a fin de situar la discusin sobre una base de hechos rigurosamenteobservados y analizados. Toda la Edad Moderna vena reflexionando sobre elconocimiento, y la mente que lo construye; as, los filsofos de Descartes aKant, y de Bacon a Hume, estn dedicados a pensar acerca del sujeto pen-sante, acerca de cmo conocemos y hacemos ciencia y juzgamos acerca denosotros mismos.

    Hubo un cambio de horizonte cuando Kant dej abierta la va a quienesafirmaron que la estructura bsica que organizaba el conocimiento, el elemen-to a priori de toda nuestra experiencia, era la propia mente, y a eso se sum elque esa mente, como el resto del organismo, se haba adquirido por va evolu-tiva, en el proceso de evolucin de las especies que Darwin estableci.

    Haba, pues, una base biolgica a que hacer referencia, y unos productosmentales, los conocimientos y las emociones, cuyo anlisis haba tambin quehacer. As empieza la psicologa con Wundt, con William James, con Hoffding,con Ribot, la psicologa fisiolgica del siglo XIX, que busca enlazar la expe-riencia consciente con los mecanismos biolgicos, principalmente nerviosos,sobre todo cerebrales; que tiene muy en cuenta a la vez a la nueva neurologaque se construye sobre los hallazgos de Ramn y Cajal, y tambin la filosofade la mente, de Brentano a Husserl y Dilthey.

    La ruptura con esta tradicin que se ha simbolizado en el triunfo del con-ductismo de Watson, y su renuncia a estudiar la conciencia, ha sido una cons-truccin que hemos visto reflejada en los manuales americanos de los aos40, y que hizo de la psicologa la ciencia que haba de estudiar el guin que seacostumbraba a poner entre los dos elementos supuestamente bsicos delcomportamiento, el estmulo y la respuesta. Ese comportamiento se describacomo un proceso S-R, y ese guin era lo que quedaba de la antigua subjetivi-dad humana y de todos los aprioris de la mente.

    Yo creo que sobre esta formula esquemtica del conductismo es sobre laque ha venido a construirse, reactivamente, la moderna psicologa de la con-ciencia, muy cercana a la neurofisiologa, pero bastante alejada de la antiguatradicin de la psicologa de la mente pre conductista, que era mucho ms

    compleja y rica de lo que muchos manuales nos han dejado creer.

    Hace tres o cuatro aos, en una excelente conferencia en uno de nuestroscongresos de historia de la psicologa, el profesor Marc Richelle puso de relie-ve el insuficiente conocimiento del verdadero pasado de la psicologa que lateen muchas de las nuevas indagaciones sobre el tema de la conciencia. Porejemplo, recordaba la existencia de un amplio estudio sobre ese tema hechopor el gran neuropsiclogo conductista Karl Lashley, de 1923, en Psychologi-cal Review nada menos, donde predeca una clarificacin del mismo precisa-

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    mente a partir de los hallazgos conductistas; y recordaba, tambin otra impor-tantsima lnea europea de psicologa desarrollada entre los aos 30 al 50,donde la conciencia fue un tema permanente para gestaltistas, factorialistas,psiclogos soviticos o funcionalistas, con figuras como Claparde, Piaget,Zazz, Vigotski, Michotte, Khler, y tantos ms, nombres que se salan de laestrecha senda del conductismo al neoconductismo que dibujaban losmanuales.

    Richelle se lamentaba, con toda razn, de la falta de conocimiento de lahistoria de nuestra ciencia, que tienen muchos cientficos actuales, lo quehace que en una serie de puntos coincida un altsimo conocimiento biofisiol-gico con una excesiva tosquedad en lo especficamente mental. Ello puedesignificar no slo una falta de informacin conveniente, sino una insuficienciay un dficit grave a la hora de hacer teora hoy mismo.

    Podra trazarnos una evolucin histrica bsica y comprensiva sobrelos tpicos de normalidad versus anormalidad, patologa y enfer-medad.

    Creo que eso sera tanto como meternos a escribir una historia de la psico-loga clnica, y sus relaciones con los varios modelos interpretativos, en estecaso con el modelo mdico. Y eso desborda de los lmites de una charla

    amistosa como la que ahora tenemos.

    Precisamente el nacimiento de la clnica pienso en Witmer, al que antescit, pero tambin en el juez americano William Healy, iniciador de los estu-dios de delincuencia juvenil en USA, y si se quiere, hasta en Binet mismo, soli-citado por los maestros franceses de su tiempo, que pone de manifiesto queno ha sido el psiclogo el que ha comenzado definiendo lo normal y lo anor-mal, sino que ha sido la sociedad la que, con sus propios parmetros, ha per-cibido la anormalidad, o si se prefiere, la problematicidad de ciertas conduc-tas o de ciertos sujetos dentro del marco de la convivencia. Con criterios de loque llamaramos un sentido comn crtico, familiares, educadores, personasobservadoras, han reconocido la singularidad de aquellos fenmenos, y hapedido ayuda, es decir, han pedido juicio tcnico y medidas correctivas a lospsiclogos, precisamente al pensar que stos saban algo de la posible raz

    de los problemas a que se enfrentaban. Alguna vez se ha hecho notar oportu-namente que las informaciones que proporcionaron las primeras madres denios autistas a Leo Kanner hicieron a ste posible el estructurar y configurarese sndrome con rigor. No cabe duda que el clnico tiene que saber escuchary or a aquellos que vienen a pedirle ayuda, y tiene que poder entender losmltiples lenguajes de los hombres de nuestro tiempo.

    A Witmer, por ejemplo, como es bien sabido, le embarc en las tareas clni-cas una alumna que, siendo profesora, tena que atender a una nia que no

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    aprenda a leer con normalidad. El retraso y los conflictos creados por esania definieron la anormalidad, y no un criterio previo establecido por el psic-logo a partir de sus libros. Y la medida de inteligencia de Binet vino exigidapor los problemas de los maestros que se encontraban con nios que noaprendan como los dems. De manera que ha sido muy frecuente el que enel comienzo haya operado una definicin de anormalidad o problematismoque podramos llamar ecolgica, y sta es la que ha puesto en marcha al psi-clogo. Luego, claro, este ha tenido que marcar las lneas definitorias queseparan entre ambos niveles, con referencia a criterios de funcionamientosocial, o individual, o incluso orgnico. De ah tambin el que los psiclogoshayan tenido en muchas ocasiones que redefinir sus criterios; por ejemplo, lasredefiniciones de la inteligencia desde parmetros culturalmente determina-dos, desde los que se haba de considerar la adaptabilidad del individuo alos requisitos de su comunidad de referencia.

    Desde su punto de vista, cules seran los tpicos ms relevantes enla psicologa contempornea, particularmente la psicologa aplicada a lasalud?, cules mantienen una lnea de continuidad desde los orgenesde la psicologa y cules no?

    La psicologa de la salud representa, en mi opinin, una lnea innovadoraque, procediendo de la psicologa comportamental, atiende al hecho de quehay toda una serie de comportamientos personales y sociales que tienen quever con la salud y la enfermedad fsica, y con los aspectos de prevencin y detratamiento, y en cuyo desarrollo la psicologa puede cumplir un papel muyimportante.

    En realidad, la psicologa se orient, en sus primeros tiempos, a los proble-mas de la patologa mental, y este captulo de la enfermedad y salud del orga-nismo estuvo reservado ntegramente al mdico. Hasta que se ha advertidoque en toda una serie de patologas, las conductas del paciente, sus ideas,sus actitudes y expectativas, cumplen un enorme papel en el xito o fracasodel tratamiento, y en ese nivel el psiclogo puede jugar un papel sumamenteeficaz. La actual temtica de la psicologa de la salud incluye, como bienconoces, captulos bien definidos en relacin a ciertas enfermedades comolos trastornos alimentarios, la modificacin y peso de los hbitos de vida en

    relacin con el cncer o la enfermedad coronaria, los programas de vida fren-te a las adicciones, o el tabaquismo etc; es decir, que se tiene cada vez msen cuenta que el paciente es una persona integra, con una serie de condicio-namientos sociales que influyen en su participacin como sujeto activo en elproceso de su tratamiento, que el mdico delinea y establece, pero que puedenecesitar de reformas de actitudes y de informaciones en el paciente, que esun campo donde se mueve con competencia el psiclogo. En el pasado, huboformas de cooperacin en este sentido, como en su da ocurriera con la medi-cina escolar, que atendi muy pronto al papel de los hbitos alimentarios y

    H. Gonzlez

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    deportivos de los escolares, poniendo as un acento en el lado comportamen-tal de la vida del nio en la escuela. Pero en fin, como campo especfico, yocreo que este ha sido uno de los ms interesantes, y con mayor fuerza deatraccin, desde los aos 70 hasta hoy.

    Podra delinearnos algunas races histricas de la actualmente llamadaPsicologa Positiva y del concepto de bienestar.

    Yo creo que esa psicologa no puede por menos de recordar como pionerossuyos a algunas de las figuras que, dentro del mbito de la psicologa huma-nista, ya se haban marcado como propsito el estudio de la personalidad cre-ativa, la bsqueda de la felicidad, el logro y la autorrealizacin de los proyec-tos personales. Recordemos, por ejemplo, el esfuerzo que dedic a esostemas una figura como Abraham Maslow, o la importancia del concepto adle-riano del estilo de vida, o los comienzos de la psicologa del ciclo vital conlos trabajos pioneros de Charlotte Bhler, por citar algunos nombres.

    Me parece que hay, en el pasado, aportaciones muy interesantes a incorpo-rar dentro de las lneas propias de los nuevos planteamientos. Y tambin creoque hay que agradecer a hombres como Martn Seligman su capacidad parasuperar hbitos y moldes tradicionales de pensamiento y as encararse connuevas dimensiones de la mente humana que tambin son susceptibles de

    perfeccionamiento. Su giro, adems, ha sido eficaz porque ha atrado tras des la atencin de muchos psiclogos que, tal vez, sentan inquietudes pareci-das y no se atrevan a dar el paso en la nueva direccin.

    Desde su punto de vista, cmo valora las relaciones entre psicologaaplicada (profesional) y psicologa acadmica (universidad) en Espaa enestos momentos?

    Me parece que se ha ido progresando mucho, en el sentido de la colabora-cin y la cooperacin tanto en los momentos en que estn en juego decisionesacadmicas como la formacin del currculo, la incorporacin de prcticas enlos estudios reglados, etc. como tambin en aquellos en que el problema hasurgido en las dimensiones ms profesionales, como ha podido ser todo lo rela-tivo al desarrollo del Psiclogo Interno Residente (PIR) , de la psicologa como

    ciencia de la salud y otras anlogas que estn en la cabeza de todos.

    La psicologa profesional espaola tiene un volumen y un peso internacio-nal muy notables. Y ha puesto mucho inters en el desarrollo de lneas de tipoacadmico, como el programa amplio e importante llevado a cabo por laEuropean Federation of Psychological Associations, de marcar el perfil delcurrculo del psiclogo, y tambin ha impulsado un reconocimiento intereuro-peo de los ttulos fundado en una formacin relativamente coordinada y com-parable.

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    Me parece muy conveniente, incluso necesaria, esa cooperacin entre aca-demia y profesin, sobre todo en el momento de desarrollo social de la psico-loga en nuestro pas, porque son muchos los pasos adelante que se handado, pero tambin son varios y no pequeos los problemas que estn antenosotros, tanto en lo que se refiere al reconocimiento de nuestros profesiona-les en el mbito social y en el mundo de la Administracin, como lo que ataea las grandes dimensiones de profesionalizacin clnica, organizacional yeducativa- , donde la figura del psiclogo est todava rodeada de ciertas ten-siones con otros grupos profesionales de su inmediato entorno. Cuanto msfirmemente unidos estemos los profesionales y los investigadores, ms refor-zada resultar nuestra psicologa, y ms capacitada para emprender y asumirnuevos retos. Espero y deseo que todos los que llevis adelante esta revista,que estis sensibilizados a estos temas, encontris la ayuda y colaboracinoportunas. Y agradezco el detalle que para conmigo habis tenido, invitndo-me con vuestras preguntas a pensar sobre estos temas. Gracias.

    Gracias a usted, Profesor, por su tiempo y dedicacin.

    H. Gonzlez

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