Una Barcelona 'à la parisienne'

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VANESSA GRAELL / Barcelona Hubo una época en blanco y negro en que La Rambla era un paseo fas- cinante. Damas de guantes blancos, con una elegancia à la parisienne, se cruzaban con caballeros vestidos de Armani y sombrero, mientras ni- ños harapientos jugaban y tiraban de las faldas a las gitanas. Los mari- neros americanos buscaban perder- se –del brazo de alguna señorita– en los antros de la Barceloneta y las monjas les lanzaban miradas repro- batorias. Si por la mañana las niñas con falda de cuadros andaban en fi- la para ir a misa, de madrugada una señora podía esconderse en el bus- to un trozo de tortilla de patatas pa- ra vender: economía de subsisten- cia en la Barcelona franquista de los 50, la misma en la que se improvisa- ban tertulias en plena Rambla. Es la Barcelona de Leopoldo Pomés, cro- nista de una ciudad hoy desapareci- da, bañada por una delicadísima luz, sin sombras, casi etérea. Tras pasarse 55 años olvidado en un cajón, Leopoldo Pomés ex- pone –y por fin ve editado– su ál- bum Barcelona 1957, un encargo de Seix Barral que jamás llegó a publicarse y que, medio siglo des- pués, luce absolutamente moder- no. «Tenía 25 años y era mi pri- Arte / Exposición Una Barcelona ‘à la parisienne’ El fotógrafo Leopoldo Pomés muestra 80 imágenes inéditas de la ciudad de 1957 de la editorial consideró que las fotos no funcionarían para un fo- tolibro: no había ni jardines ni monumentos, vieron una ciudad gris y lúgubre y no les gustó...», recordaba ayer Pomés en la Fun- dación FotoColectania, entre las 80 instantáneas de una de sus pri- meras series fotográficas. «Se po- drían editar otros tres álbumes», añade uno de los héroes de una vanguardia fotográfica que fue ahogada por el régimen («dos ve- ces acabé en comisaría por hacer fotos, y una me quitaron el rollo», rememora). «Para un fotógrafo, mirar Las Ramblas era una cosa maravillosa, era el paseo más bonito del mundo, con sus libros, flores, las paraditas mer encargo serio, que me hizo directamente Carlos Barral. Me hacía mucha ilusión. Me pasé un año fotografiando toda la ciudad. Pero el Departamento Comercial de pájaros, esa curva continuada que acababa en el mar... ¡Y esa luz que no producía sombras! Lo que más me interesaba era captar la at- mósfera: lo que se vivía a diario en la ciudad, los tipos, la gente», expli- ca con una sonrisa el fotógrafo, co- mo si volviera a ver esa luz vaporo- sa sobre los edificios. ¿Y si tuviera que hacer un fotolibro sobre Las Ramblas de hoy, infestadas de tien- das de souvenirs y mareas de turis- tas? Pomés se lleva una mano a la cabeza y responde: «¡Ah, no sé có- mo lo haría! Me saldría un libro de denuncia, claro. Lo de la Rambla es para poner el grito en el cielo. No, mejor en el infierno. ¡Ni siquiera se puede pasear! Se han cargado la poesía de la Rambla y nos hemos quedado todos tan tran- quilos...», lamenta Po- més, que reconoce emocionarse si mira más de tres segundos la instantánea de una ter- tulia en los bancos de la Rambla. «¡Qué ciudad tan culta y civilizada! Ahora eso ya no existe. No lo ves en la calle...», dice con nostalgia, antes de darle una calada al cigarrillo. Otra ciudad perdida es la de los senyors de Barcelona, esos gentel- men a la catalana, burgueses casi humanistas, caballeros que parecen haber pasado de moda en el siglo XXI. «De pequeño, en casa, siem- pre oía hablar de ‘un senyor de Bar- celona’. Josep Pla ya hablaba de ese tipo de hombre: elegante, co- rrecto, antibelicista, para el que un pacto se sellaba con un apretón de manos», dice Pomés, uno de los úl- timos senyors (en su porte, en su manera de hablar y gesticular, so- brevive ese modelo de caballero tan del siglo XX). Dos de las instantáneas de ‘Barcelona 1957’, el fotolibro del fotógrafo Leopoldo Pomés que ha tardado 55 años en ser publicado. O.J.D.: E.G.M.: Tarifa: Fecha: Sección: Páginas: 243260 1219000 20440 € 18/09/2012 CULTURA 49

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El fotógrafo Leopoldo Pomés muestra 80 imágenes inéditas de la ciudad de 1957

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VANESSA GRAELL / Barcelona

Hubo una época en blanco y negroen que La Rambla era un paseo fas-cinante. Damas de guantes blancos,con una elegancia à la parisienne,se cruzaban con caballeros vestidosde Armani y sombrero, mientras ni-ños harapientos jugaban y tirabande las faldas a las gitanas. Losmari-neros americanos buscaban perder-se –del brazo de alguna señorita– enlos antros de la Barceloneta y lasmonjas les lanzabanmiradas repro-batorias. Si por la mañana las niñascon falda de cuadros andaban en fi-la para ir amisa, demadrugada unaseñora podía esconderse en el bus-to un trozo de tortilla de patatas pa-ra vender: economía de subsisten-cia en la Barcelona franquista de los50, lamisma en la que se improvisa-ban tertulias en plena Rambla. Es laBarcelona de Leopoldo Pomés, cro-nista de una ciudad hoy desapareci-da, bañada por una delicadísimaluz, sin sombras, casi etérea.Tras pasarse 55 años olvidado

en un cajón, Leopoldo Pomés ex-pone –y por fin ve editado– su ál-bum Barcelona 1957, un encargode Seix Barral que jamás llegó apublicarse y que, medio siglo des-pués, luce absolutamente moder-no. «Tenía 25 años y era mi pri-

Arte / Exposición

Una Barcelona‘à la parisienne’El fotógrafo Leopoldo Pomés muestra80 imágenes inéditas de la ciudad de 1957

de la editorial consideró que lasfotos no funcionarían para un fo-tolibro: no había ni jardines nimonumentos, vieron una ciudadgris y lúgubre y no les gustó...»,recordaba ayer Pomés en la Fun-dación FotoColectania, entre las80 instantáneas de una de sus pri-meras series fotográficas. «Se po-drían editar otros tres álbumes»,añade uno de los héroes de unavanguardia fotográfica que fueahogada por el régimen («dos ve-ces acabé en comisaría por hacerfotos, y una me quitaron el rollo»,rememora).«Para un fotógrafo, mirar Las

Ramblas era una cosa maravillosa,era el paseo más bonito del mundo,con sus libros, flores, las paraditas

mer encargo serio, que me hizodirectamente Carlos Barral. Mehacía mucha ilusión. Me pasé unaño fotografiando toda la ciudad.Pero el Departamento Comercial

de pájaros, esa curva continuadaque acababa en el mar... ¡Y esa luzque no producía sombras! Lo quemás me interesaba era captar la at-mósfera: lo que se vivía a diario enla ciudad, los tipos, la gente», expli-ca con una sonrisa el fotógrafo, co-mo si volviera a ver esa luz vaporo-sa sobre los edificios. ¿Y si tuvieraque hacer un fotolibro sobre LasRamblas de hoy, infestadas de tien-das de souvenirs y mareas de turis-tas? Pomés se lleva una mano a lacabeza y responde: «¡Ah, no sé có-mo lo haría! Me saldría un libro dedenuncia, claro. Lo de la Rambla espara poner el grito en el cielo. No,mejor en el infierno. ¡Ni siquiera sepuede pasear! Se han cargado lapoesía de la Rambla y nos hemos

quedado todos tan tran-quilos...», lamenta Po-més, que reconoceemocionarse si miramás de tres segundos lainstantánea de una ter-tulia en los bancos de laRambla. «¡Qué ciudadtan culta y civilizada!Ahora eso ya no existe.No lo ves en la calle...»,

dice con nostalgia, antes de darleuna calada al cigarrillo.Otra ciudad perdida es la de los

senyors de Barcelona, esos gentel-men a la catalana, burgueses casihumanistas, caballeros que parecenhaber pasado de moda en el sigloXXI. «De pequeño, en casa, siem-pre oía hablar de ‘un senyor de Bar-celona’. Josep Pla ya hablaba deese tipo de hombre: elegante, co-rrecto, antibelicista, para el que unpacto se sellaba con un apretón demanos», dice Pomés, uno de los úl-timos senyors (en su porte, en sumanera de hablar y gesticular, so-brevive ese modelo de caballero tandel siglo XX).

Dos de lasinstantáneas de‘Barcelona 1957’,el fotolibro delfotógrafoLeopoldo Pomésque ha tardado55 años en serpublicado.

O.J.D.:

E.G.M.:

Tarifa:

Fecha:

Sección:

Páginas:

243260

1219000

20440 €

18/09/2012

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