Una Coalición Discursiva Emergente

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Una coalicin discursiva emergenteLa nueva coalicin en proceso de formacin no cuenta an con una agenda explcita ni puede decirse instalada firmemente en los puestos de mando.La nueva coalicin en proceso de formacin no cuenta an con una agenda explcita ni puede decirse instalada firmemente en los puestos de mando.Publicado 08.07.2015Comparte:

Jos Joaqun Brunner

IDurante las ltimas semanas presenciamos el surgimiento de algo que la literatura especializada llama una coalicin discursiva. Esto es,una asociacin de actores -individuales y colectivos, personas y grupos- que comienza a formarse al interior de la lite gubernamental y sus redes de poder en torno a un lenguaje comn, una misma forma de interpretar el contexto, definir los problemas a la mano y proponer cursos de accin y posibles soluciones para ellos.Es un fenmeno de la mxima importancia de cuya evolucin depende el curso de la administracin Bachelet y, eventualmente, su xito o fracaso.En columnas previas describimos lacompetenciaentre un bloque rupturista (la retroexcavadadora) y un bloque reformista (el gradualismo) y el progresivoadelantamientodel segundo sobre el primero.Tambin sealamos que no se trata propiamente de bloques cementados en torno a contenidos asentados, visiones de mundo antagnicas o ideologas fuertemente arraigadas.Cmo entender entonces esas corrientes, vertientes o planteamientos dentro de la actual coyuntura nacional?Sostenemos que la mejor manera de hacerlo es bajo el concepto de una emergente coalicin discursiva que se distingue dentro de la alianza programtica denominada Nueva Mayora (NM), la cual dio origen a la actual administracin. Esta alianza se identifica con la PresidentaBachelet y con un programa de cambios estructurales para asegurar una mayor igualdad. La NM se organiz en torno a un ncleo que busc explcitamente romper con la antigua Concertacin, cuyos partidos, sin embargo, constituyen su base de sustentacin.No necesito explayarme aqu sobre la fugaz trayectoria ascendente de ese ncleo al asumir exitosamente el gobierno Bachelet ni explicar cmo, durante el primer semestre del presente ao 2015, dicho ncleo perdi, con laremocin del ejePeailillo-Arenas, el mando de la administracin Bachelet.IIAhora la parte interesante. En la misma medida que ese ncleo de conduccin del gobierno perda su poder y se precipitaba desde las alturas, apareca dentro de la lite gubernamental y la NM un planteamiento alternativo a aquel originalmente contenido en el programa presidencial, dando lugar poco a poco a una nueva coalicin discursiva.En su nacimiento, esta coalicin combina dos lneas argumentales convergentes.Por un lado, la lnea del posibilismo, sealizada mediante trminos como moderar, priorizar, acotar, ralentizar, graduar, ajustar, arreglar, ordenar, reducir y todos sus matices asociados como costear, contener, flexibilizar, disminuir, aminorar, ceir, restablecer, simplificar, aclarar. Por otro lado, la linea de la inclusin, que subraya ideas tales como acordar, concordar, converger, escuchar, conversar, persuadir, negociar, conjugar, aceptar, conciliar, componer, templar, conformar, convenir.Ambas lneas se separan del discurso gubernamental inicial, el cual -se recordar- insista por un lado en la rapidez, drasticidad, simultaneidad y profundidad del cambio, siendo las metforas preferidas afectar los cimientos, usar la retroexcavadora, ir al fondo, hacer lo que no se hizo en 20 aos, terminar con la medida de lo posible y, por el otro, en imponer la mayora, escuchar pero sin apartarse del programa, la intangibilidad del mandato popular, no ms acuerdos ni transacciones.La nueva coalicin discursiva debi abrirse paso frente a la densa bruma del dogmatismo y a un ingenuo optimismo poltico que imaginaba una sociedad sin pliegues, un orden sin resistencias, en fin, una realidad sin asperezas, infinitamente moldeable, dispuesta a moverse al comps de las intenciones y los comandos de la autoridad poltica.IIIEn cuanto al diseo estratgico del bloque programtico-rupturista fracs en tres frentes, donde la retroexcavadora se detuvo de golpe al hundirse en las arenas movedizas o pantanos de lapolis.En primero lugar, el cuadro econmico mud con relativa rapidez. Comenz a caer laINVERSIN, el crecimiento y el consumo mientras el empleo privado se debilitabay la deuda de las familias aumentaba. Al llegar el otoo, las expectativas de un gasto fiscal expansivo caan al suelo. El gobierno debi reconocer que el menor crecimiento de la economa mundial y el fin de la bonanza de loscommodities,junto con el ruido causado por la retrica rupturista, estaban produciendo un enfriamiento de la economa chilena.Se tornaba imprescindible, por tanto, introducir un mayor orden en las polticas y las prioridades, reducir las expectativas, preocuparse de la eficiencia del gasto y de la productividad de las personas y las empresas. No era posible hacer de inmediato, simultneamente y de manera atolondrada cambios en el rgimen tributario, la educacin, las reglas de probidad y transparencia, las relaciones laborales y sindicales, junto con atender problemas crticos de reconstruccin en el norte y sur del pas, de seguridad ciudadana, salud, transporte y, adems, proyectos de mediano plazo de reforma constitucional y descentralizacin regional.La saturacin de la limitada capacidad tcnica y poltica del Estado y los dficit de gestin polticade la conduccin de gobierno hacan imposible entrar en una fase desbocada de cambios.En segundo lugar, se agregaba un clima txico en lapolis,generado por elciclo de escndalosen la interfase entre poltica y negocios, riqueza y poder. De un da para otro, en pocas semanas, doslites centralesde la sociedad capitalista democrtica la poltica y la empresarial- se encontraron desnudas caminando por las calles de la ciudad, ante las cmaras y las pantallas, sobre las portadas de los diarios y noticiarios y vibrando en las redes sociales con esa mezcla de resentimiento y satisfaccin causados respectivamente por el xito y el fracaso de los de arriba.De golpe, el poder aparente de ambas lites se vio empequeecido. En el caso del sector privado por la revelacin pblica de que las virtudes empresariales se haban transformado en vicios; en el sector pblico por la revelacin de que los vicios privados de los servidores del Estado ponan en duda la virtud republicana. Uno y otro grupo de distinguido status quedaban envueltos en un tupido velo de asombro e indignacin perdiendo, si no su fuerza material, algo igual o ms valioso: su prestigio y poder simblico.De esta forma el campo de maniobra del gobierno para implementar su ambicioso programa rupturista se redujo, quedando expuesto a los vaivenes de la opinin pblica y el favor de las encuestas.En tercer lugar, y como consecuencia de los factores anteriores, el ncleo de conduccin gubernamental -conformado por la Presidente, su gabinete de ministros, las directivas de los partidos de la NM y los grupos parlamentarios- se vio tensionado al mximo siendo desbordado en su capacidad de respuesta. Cercado por una opinin pblica hostil y acosado por una creciente afinidad entre prensa y fiscales, debi ceder terreno y termin arrinocando.A la debilidad propia de una conduccin cuyo aura se haba deteriorado, empez a sumarse el descontento interno de los propios partidarios del gobierno, la mala gestin poltica del ministerio Peailillo-Arenas y la sensacin cada vez ms extendida de que el liderazgo presidencial se haba paralizado.Las condiciones estaban dadas, pues, para que la crtica tomara vuelo y el escenario se abriera a laexploracin de alternativas.IVLa nueva coalicin discursiva nace y se desarrolla en estas circunstancias, ponindose a marchar sobre el doble carril del posibilismo y el concordismo.En el sector de la educacin, el cambio ministerial parece estar inspirado en esas mismas dos lneas. Una ministra incluyente (es su mensaje desde el primer da) que pretende ordenar una agenda posibilista; no rupturista, sino reformista, y en serio.El equipo Burgos-Valds ha insistido tambin en todos los tonos posibles que su voluntad es escuchar, conversar y generar acuerdos para llevar adelantar una agenda de reformas realistamente planteadas yFINANCIADAS. Se espera que el nuevo ministro de la Secretara de la Presidencia, adaptndose a las circunstancias, se integre armnicamente a la coalicin discursiva en proceso de formacin.Desde ya, sta incorpora la mdula del gabinete y, si se atiene uno a sus declaraciones ms recientes, a las directivas del PDC, el PS y el PR, as como a un grupo en crecimiento de dirigentes polticos, entre ellos varios senadores, diputados y dirigentes partidistas. Entre los partidos de la NM, solo el PPD y el PC se mantienen al margen de la nueva coalicin discursiva, insistiendo en la idea de que el programa debe ser cumplido al pie de la letra y buscando contrarrestar el discurso reformista/posibilista emergente.Adems, la coalicin discursiva emergente obtiene respaldos tcitos o implcitos de diversos otros sectores de la sociedad, particularmente segmentos declase mediaque luego de votar por la Presidenta Bachelet se haban alejadode su administracin, cuadros poltico-tcnicos identificados con la Concertacin, ocupantes de diferentes tribunas pblicas, segmentos de empresariado especialmente de tamao mediano y pequeo y otros grupos alentados por el giro discursivo.VCon todo,la nueva coalicin en proceso de formacin no cuenta an con una agenda explcita -ahora de contenidos, sustancia, con objetivos, medios y recursos- ni puede decirse instalada firmemente en los puestos de mando.Faltan todava una definicin clara y precisa de la Presidenta; una consolidacin del equipo poltico bajo la direccin del ministro del Interior; una demarcacin de la hoja de ruta por parte del Ministerio Secretara de la Presidencia; una presentacin delpresupuesto de la Nacin 2016 que d cuenta del manejo cuidadoso del gasto pblico, de los incentivos para el crecimiento y las prioridades sectoriales.Una vez reunidos esos requisitos ser posible comenzar a hablar de una institucionalizacin de la coalicin discursiva emergente. Y recin entonces podr esperarse de ella una participacin decisiva en el planeamiento, formulacin e implementacin de las polticas pblicas de la administracin.Hasta ese momento, la situacin permanecer indefinida, creando incertidumbre y evolucionando al ritmo de las pugnas entre la nueva coalicin discursiva y las fuerzas que pugnan por restablecer la retrica programtico-rupturista y el espritu refundacional que se origin junto con el gobierno Bachelet.Jos Joaqun Brunner, Foro Lbero.