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boletín cinterfor 145 Número 157 Una experiencia de Diálogo Social en el medio rural: la convocatoria al Consejo Tripartito Rural Maite Ciarniello Marcela Barrios Bolívar Moreira Sumario: Introducción. I. Caracterización de las relaciones sociales en el medio rural. I.1 Orígenes del sindicalismo rural. I.2 Algunas características del Uruguay rural actual. I.3 El derecho y su rol. I.4 Los gobiernos postdictadura y el sector rural. I.5 Poder y democracia en el Uruguay rural. I.6 La significativa relación entre práctica y posición social. I.7 Los Consejos de Salarios desde su creación hasta nuestros días. II. El nuevo escenario. III. Claves para entender esta experiencia de diálogo social. IV. Conclusiones. Introducción En el marco del concurso de monogra- fías sobre diálogo social en el Uruguay con- vocado por la Red Académica de Diálogo Social del Cinterfor/OIT a través del Insti- tuto de Derecho del Trabajo y la carrera de Relaciones Laborales de la Facultad de Derecho de la Universidad de la Repúbli- ca, se inscribe este trabajo que pretende ser un aporte a la comprensión de las tra- dicionales dinámicas generadas a la inter- na de las relaciones de poder en el sector rural uruguayo y cómo éstas se vieron plas- madas/cuestionadas en la mesa de diálogo convocada por el Poder Ejecutivo con motivo de la apertura de los Consejos de Salarios en el país. Es en este sentido que buscaremos pre- sentar y analizar los cambios introducidos en las formas de relacionamiento entre los actores involucrados (Estado, empresarios y trabajadores), a partir de la convocatoria al Consejo Superior Tripartito Rural reali- zada desde el Poder Ejecutivo; así como la forma en que ha evolucionado, decantado, madurado, etc., cada una de las delegacio- nes profesionales 1 participantes a su inter- na. Buscaremos realizar, además, un aná- lisis de los objetivos perseguidos, las estra- tegias utilizadas y los logros alcanzados en esta nueva instancia de diálogo social por parte de las delegaciones. 1 De aquí en más nos referiremos a los trabajadores y los empresarios, como las partes.

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boletín cinterfor 145Número 157

Una experiencia de Diálogo Social en el mediorural: la convocatoria al Consejo Tripartito Rural

Maite CiarnielloMarcela BarriosBolívar Moreira

Sumario: Introducción. I. Caracterización de las relaciones sociales en el medio rural.I.1 Orígenes del sindicalismo rural. I.2 Algunas características del Uruguay rural actual.I.3 El derecho y su rol. I.4 Los gobiernos postdictadura y el sector rural. I.5 Poder ydemocracia en el Uruguay rural. I.6 La significativa relación entre práctica y posiciónsocial. I.7 Los Consejos de Salarios desde su creación hasta nuestros días. II. El nuevoescenario. III. Claves para entender esta experiencia de diálogo social. IV. Conclusiones.

Introducción

En el marco del concurso de monogra-fías sobre diálogo social en el Uruguay con-vocado por la Red Académica de DiálogoSocial del Cinterfor/OIT a través del Insti-tuto de Derecho del Trabajo y la carrerade Relaciones Laborales de la Facultad deDerecho de la Universidad de la Repúbli-ca, se inscribe este trabajo que pretendeser un aporte a la comprensión de las tra-dicionales dinámicas generadas a la inter-na de las relaciones de poder en el sectorrural uruguayo y cómo éstas se vieron plas-madas/cuestionadas en la mesa de diálogoconvocada por el Poder Ejecutivo conmotivo de la apertura de los Consejos deSalarios en el país.

Es en este sentido que buscaremos pre-sentar y analizar los cambios introducidosen las formas de relacionamiento entre losactores involucrados (Estado, empresariosy trabajadores), a partir de la convocatoriaal Consejo Superior Tripartito Rural reali-zada desde el Poder Ejecutivo; así como laforma en que ha evolucionado, decantado,madurado, etc., cada una de las delegacio-nes profesionales1 participantes a su inter-na. Buscaremos realizar, además, un aná-lisis de los objetivos perseguidos, las estra-tegias utilizadas y los logros alcanzados enesta nueva instancia de diálogo social porparte de las delegaciones.

1 De aquí en más nos referiremos a los trabajadoresy los empresarios, como las partes.

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Teniendo en cuenta también a la horadel análisis, las posiciones adoptadas portres importantes actores de nuestra socie-dad que inevitablemente, de forma directao indirecta, han jugado un papel en estainstancia, a saber: el gobierno,2 el PIT/CNTy los medios masivos de comunicación(prensa).

Es importante rescatar, al reflexionar,la pertinencia de un trabajo de estas ca-racterísticas, que focaliza la atención en unsector tradicionalmente dejado de lado enlo que tiene que ver con la negociacióncolectiva y el diálogo social en particular.

Haciendo propias las definiciones ma-nejadas por la OIT que entiende que “(…)el diálogo social comprende todo tipode negociaciones y consultas (e inclusoel mero intercambio de información)entre representantes de los gobiernos,los empleadores y los trabajadores so-bre temas de interés común relativos alas políticas económicas y sociales”,3

es que señalamos la inexistencia hasta aho-ra del mismo en este sector de actividad,sin desconocer que han existido desde prin-cipios del siglo XVIII en el país, negocia-ciones entre el lobbie empresarial y lasélites políticas,4 de las cuales como ya he-

mos dicho han sido excluidos los sindica-tos rurales hasta la presente convocatoria.5

Recién ahora, con la convocatoria aConsejos de Salarios, es que el colectivode los trabajadores rurales ha sido “pues-to” en el espacio simbólico, como un inter-locutor legítimo y por lo tanto se encuentracon el desafío y la necesidad de organizar-se, y darse el espacio para la discusión in-terna necesaria para su desarrollo y madu-rez, que les permita conformarse como or-ganización sólida e independiente parasentarse a la mesa frente a un interlocutorcon dos siglos de experiencia en negocia-ción como lo es el sector empresarial rural.

En el primer capítulo de este trabajo, serecorren algunos antecedentes que abor-dan: la evolución del modo de producciónganadero, las relaciones entre los trabaja-dores, los empresarios y el Estado, los ras-gos más destacados en relación a las re-cientes transformaciones acaecidas en elmedio rural en nuestro país, se señalan al-gunos aspectos básicos del derecho labo-ral rural, los orígenes del sindicalismo ru-ral, la relación de los gobiernos postdicta-dura con los empresarios/trabajadores ru-rales, así como una breve reseña sobre lahistoria de los Consejos de Salarios.

El segundo capítulo está por entero de-dicado a los cambios introducidos por elnuevo gobierno, haciendo hincapié en lainstalación de los Consejos de Salarios parael medio rural y los resultados “alcanzados”en el Consejo Superior Tripartito Rural.

2 El análisis del comportamiento del Poder Ejecuti-vo será dejado en un segundo plano, aunque noomitido, ya que hacerlo implicaría la consideraciónde múltiples factores que por razones de tiempo yespacio superan los límites de este trabajo.3 www.cinterfor.org.uy4 Por ejemplo, la Federación Rural, fundada en di-ciembre de 1915 unificando a todas las entidadesrurales del país, señaló “(…) los representantes dela producción tienen que hacerse oír por el gobierno(…) con la autoridad de los que mandan y no con elencogimiento de los que suplican y para eso es ne-cesario que la Federación se frote con la vida, semezcle en las luchas políticas y cargue los cañones

antes de dispararlos”, Astori, Danilo, La evolucióntecnológica de la ganadería uruguaya 1930-1977,p. 124-125.5 Ya que la Ley 10.449 que convoca a la negociacióncolectiva en el ámbito de los Consejos de Salarios alsector privado excluye al sector rural.

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En el tercer capítulo se presentan lasclaves que consideramos necesarias paraentender esta experiencia de diálogo social.

Por último, en el capítulo IV se desa-rrollan las conclusiones del presente tra-bajo.

I. Caracterización de las relacionessociales en el medio rural

En primer lugar, es necesario, tener pre-sente que la reflexión intelectual precedente(particularmente los aportes de A. Solari,J. P. Terra, H. Martorelli, D. Piñeiro, etc.)considera que debido a la continuación delas formas tradicionales de explotación6 se“origina” una población marginada en tér-minos socioculturales, con una limitadatransformación de sus modos de vida en eltiempo.

Estos aportes buscan, además, poner enprimer plano la diversidad física y socialdel medio rural y su consiguiente diferen-ciación humana y cultural, concluyendo quelas diferentes zonas agroeconómicas repre-sentan también distintas formas de vida yde relación entre el hombre y la naturale-za.

La diferenciación de las zonas agroeco-nómicas da lugar a la conformación de sin-dicatos fuertes o débiles, de mayor o me-nor afiliación, etc.

El modo de producción hegemónico ennuestro medio rural, el ganadero, ha apor-

tado sustantivamente en la historia econó-mica del país, aporte que se refleja entreotros indicadores en la contribución delsector a las exportaciones.

El mismo, históricamente dio lugar a unaocupación de nuestro suelo de carácteresporádico e intermitente, generándose así,un estado de nomadismo social acentuado,que asociado a la falta de una autoridadestatal consolidada, contribuyó a la desor-ganización social y a la ausencia de dife-renciación social.

El propietario de la tierra se valió histó-ricamente del poder jurídico y del prestigioderivado de su posición social, posición queen definitiva depende del atributo de pro-piedad.

Es por esto, que en nuestra sociedad, elcontrol, la administración de la tierra tie-nen repercusiones en el resto de las rela-ciones sociales y ese control trasciende ensus efectos a la sociedad rural misma, “ha-ciéndose” sentir en el sistema político, enla sociedad y en nuestra economía.

Las relaciones de jerarquía social, deautoridad, de prestigio y de liderazgo tie-nen que ver con el control de personas ygrupos sobre los bienes, particularmente latierra. Por ello, las formas de vida familiary el sistema de relaciones humanas que“aparecen” en el Uruguay rural son bas-tantes diferentes según las regiones delpaís, según los rubros productivos predo-minantes y según el estrato o la clase so-cial de pertenencia de la familia.

De esta manera, los diversos sectoresde la clase dominante lograron el controldel orden territorial, apoyándose en la po-sesión de la tierra y del ganado, en el ma-nejo del comercio importador-exportador

6 A grosso modo, sin pretender ser exhaustivos,nos referimos a la producción extensiva, particular-mente la ganadera cuya rentabilidad tiene su origenen la inversión baja, específicamente en tecnologíay baja demanda de mano de obra.

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y en la intermediación financiera; dandolugar a una marcada estratificación social.

I.1 Orígenes del sindicalismo rural 7

El sindicalismo rural en el Uruguay tie-ne su origen a raíz del impulso de las orga-nizaciones políticas de izquierda (PartidoSocialista en la década del cincuenta yPartido Comunista del Uruguay en la dé-cada del cuarenta), que comenzaron a es-grimir tesis que les otorgaban un rol funda-mental a los agentes transformadores pro-cedentes de la propia campaña (peones ocampesinos) para que hicieran su parte enun proceso de revolución social. A fines delos sesenta los integrantes del Movimientode Liberación Nacional-Tupamaros se vin-cularon a la problemática de la explotacióncapitalista en el medio rural; de este modoel MLN se constituyó en un vector organi-zativo de los asalariados rurales.

Esto fue acompañado de una paulatinaredefinición teórica y práctica que dio for-ma al planteamiento de una Reforma Agra-ria que (según Vivian Trías) era un factoresencial en el desarrollo económico y quepor último cumplía el objetivo de atacar elnudo de poder y la dependencia.

En 1960 se realizó el Primer EncuentroNacional de Asalariados del Campo; allí seelaboró el primer programa reivindicativode los trabajadores rurales, procurando re-flejar los problemas concretos de los tra-bajadores y pretendiendo constituir un ins-trumento organizativo que permitiera ex-

tender la sindicalización al medio rural. En1963 el congreso de la Central de Trabaja-dores del Uruguay (CTU), reclamaba lainstalación de Consejos de Salarios Rura-les, derechos de los peones a vivir con susfamilias en los establecimientos, ley de ochohoras y descanso semanal, así como re-forma agraria. En el período comprendidoentre 1940 y 1955 se conformaron por lomenos diez sindicatos rurales.

El Congreso de la Central Nacional deTrabajadores (CNT) de 1969 reconoció undebilitamiento del sindicalismo rural aun-que sin embargo consideraba que se dis-ponía de “(…) una generación de diri-gentes sindicales rurales había vivido ydesarrollado una práctica consistenteen organización de sindicatos y partici-pando en luchas, persecución, cárcel,listas negras (…)”.8

En el año 1971, se desarrollaron inten-sas coordinaciones entre los sindicatos ru-rales y se creó la Federación Nacional deTrabajadores Rurales.

En tanto que en setiembre de 1985, secreó la Federación Nacional de Asalaria-dos Rurales (FENARU). Las gestionesfundamentales de la Federación estuvie-ron dirigidas a concretar aumentos de sa-larios, establecimiento de Consejo de Sa-larios para los trabajadores rurales, segurode desempleo, un nuevo Estatuto del Tra-bajador Rural, etc.

En suma, desde la restauración demo-crática, los niveles de actividad del sindi-calismo rural tuvieron, por así decirlo, una

7 En 1920 se fundó la Unión de Trabajadores Agrí-colas; cabe destacar que hasta la década del sesentavarias centrales sindicales se disputaban la repre-sentación de los trabajadores del Uruguay.

8 González Sierra, Y., Los olvidados de la tierra.Vida, organizaciones y luchas de los sindicatos ru-rales, Comunidad Nordan, Montevideo, 1994, p.64.

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pendiente descendiente, llegando al puntode que en el 5º Congreso del PIT/CNT,realizado en noviembre de 1993, ningún sin-dicato rural participó.

Naturalmente este decaimiento del sin-dicalismo rural no significó su extinción,teniendo como principales referentes de suvida sindical en este período, las luchas delSUDORA desde fines de los noventa, y lasmovilizaciones conjuntas de los sindicatosrurales más importantes de cara a la ob-tención de tierras para los asalariados ru-rales. Con posterioridad a la crisis de 2002,donde todo el sindicalismo se vio afectado,teniendo ícono de su revitalización la fun-dación de la Unión Nacional de Asalaria-dos, Trabajadores Rurales y Afines(UNATRA) el 6 de diciembre de 2004 quecuenta con dieciséis sindicatos afiliados delos siguientes sectores de actividad: granja,cítricos, caña de azúcar, arroz, tambo yhortícola y frutícola.

I.2 Algunas características delUruguay rural actual

Desde principios de los setenta se hanimplementado una serie de medidas depolítica económica con una clara orienta-ción neoliberal; el nuevo modelo se basóen promover las exportaciones de aquellosproductos que ofrecían ventajas compara-tivas naturales, utilizando particularmentecomo variable de ajuste, la política salarial,que terminó por deprimir la demanda in-terna de alimentos y desactivó el crecimien-to agrícola.

Esta política profundizó la concentraciónde la tierra y otros medios productivos, aun-que cabe destacar, que la estancia, sigue

caracterizada por una explotación extensi-va de todos los recursos productivos, me-nos la productividad del trabajo.

A la clasificación básica y primaria en-tre capitalistas agrícolas o ganaderos, asa-lariados rurales y productores familiares,que no da cuenta aún de la heterogeneidadde su composición, es necesario añadir alas clases propietarias urbanas con intere-ses agrarios, incluyendo a grupos econó-micos e inversores extranjeros.

Los productores familiares están enfranco retroceso desde hace varias déca-das en el marco del referido proceso demodernización, concentrador y excluyen-te. En muchos casos, continúan bajo nue-vas relaciones de producción, desarrollan-do las viejas tareas, bajo la condición deasalariados rurales.

Cabe especificar que las relaciones so-ciales de producción varían en función delrubro productivo analizado, condicionandola forma que asume la relación de produc-ción capitalista y las formas sociales quegenera,9 incluso al interior de las propiasclases propietarias en nuestro medio rural,que no pueden considerarse homogéneassólo por ser propietarias, porque estoinhibiría la visibilidad del espectro estra-tificado que hay en su seno en base al ta-maño del predio y el tipo de producción.

Investigaciones actuales han reveladoque respecto a los niveles de pobreza no

9 “La importancia y el valor de la producción, laintensidad de mano de obra que supone y la propiagravitación como base de poder que implica, en re-ferencia a la superficie, varía considerablemente enfunción del tipo de producción a que se destinaprevalentemente el predio”, Errandonea, A., Las cla-ses sociales en Uruguay, p. 38.

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se han producido cambios sustanciales enel agro uruguayo; la encuesta sobre el“Perfil y caracterización de la pobreza10

rural (encuesta socioeconómica a produc-tores y asalariados agropecuarios)11 iden-tificó 51.200 hogares de asalariados rura-les; 204.780 personas, de los cuales 94.200eran trabajadores rurales, señalando queel 43% de los hogares de los asalariadosrurales, están por debajo de la línea de po-breza –22.000 hogares–.

Además, es importante tener en cuen-ta otros elementos que influyen en la con-formación del colectivo trabajador en el me-dio rural, por ejemplo según el tipo de tra-bajo desempeñado por los trabajadores,éstos se reparten en mundos definidos porla dispersión o el trabajo concentrado deplantación, por la zafralidad o el trabajoestable, por la vivienda en la empresa o laresidencia en un pueblo o en una ciudad,por ejemplo. Estas alternativas determinanvisiones del mundo, expectativas y posibi-lidades organizativas muy diversas segúnse trate de uno u otro caso.

Otro elemento a tener en cuenta es laproliferación de la figura del contratista ointermediario de mano de obra, cuyos efec-tos distorsionan y ocultan la responsabili-dad del empresario propietario de la tierraen el cumplimiento de las normas labora-les respecto a sus dependientes.

El aislamiento propio de la vida en elmedio rural contribuye, entre otros aspec-

tos, a un menor conocimiento de sus dere-chos por parte de los asalariados.

En lo que respecta a la ganadería, laresidencia del trabajador en el predio es lomás común; esto, que por un lado le per-mite al trabajador acceder a mejores nive-les de calidad de vida, por otro, introduceun factor de dependencia con el patrón quelimita su autonomía de decisiones, en tantoque un eventual conflicto pone en riesgono sólo al trabajo, sino también la pérdidade la vivienda.

Otro vínculo que interfiere en las rela-ciones asalariados-patrones, es, por ejem-plo, el caso de la contratación con usufruc-to personal o asociado de una parcela desuelo o las formas de participación en losresultados económicos del establecimien-to. Decimos que interfieren porque estosfactores, al introducir compromisos, danlugar a situaciones particularistas que difi-cultan la conformación del colectivo de tra-bajadores.

Por otra parte, la zafralidad del trabajoasalariado rural tiene múltiples efectos, porejemplo, al analizar al sector de bajos in-gresos de la población rural, se constataque la mitad son peones con un importantecomponente de zafralidad. Otro elementoes el fenómeno del nomadismo, muy signi-ficativo de trabajadores con residencia ur-bana a la que vuelven durante o entre za-fra y zafra. Cabe tener presente, que “Eltrabajo zafral conlleva también unasobreexplotación en virtud de que vaasociado al pago por unidades produ-cidas, lo que comúnmente se denominarinde”.12

10 Para determinarla, se utilizó la metodología de laCEPAL, la cual consideraba –en marzo de 1992–como mojón, los US$3.200 de ingresos familiaresanuales.11 FIDA, “Encuesta socioeconómica a productoresy asalariados agropecuarios”, MGAP. Es necesarioconsiderar que sólo incluye a la población que viveen localidades de menos de 2.000 habitantes.

12 González Sierra, Y., Los ovidados…, op. cit., p.31.

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I.3 El derecho y su rol

Para comenzar, traigamos a escena alCatedrático Dr. Héctor-Hugo Barbagelata,quien sostiene que el hecho de que se ha-ble de Derecho Rural, más que de dere-cho laboral agrario, “coloca a los traba-jadores más como personas rurales quecomo trabajadores mismos”.13

La ley de salario mínimo para trabaja-dores rurales (1923), fue la primera que seaprobó con un criterio de protección al tra-bajador, en el medio rural. Establecía laobligatoriedad de los empresarios de pro-porcionar vivienda higiénica y alimentaciónsuficiente, o en su defecto, una suma dedinero adicional. De igual modo, esta nor-mativa demostró que es muy difícil aplicarefectivamente este tipo de legislación enel medio rural.

Previo a la aprobación del Estatuto delTrabajador Rural (1946), el Parlamento le-gisló sobre distintos aspectos concernien-tes a la protección de los trabajadores delas arroceras (1940) y a los de montes,bosques y turberas (1944).

Es interesante, el planteo de Barbagelatasobre la sanción del Estatuto del Trabaja-dor Rural “(…) al contrario de lo quepareciera, quebró la tendencia a exten-der a los trabajadores rurales las nor-mas laborales protectoras de los traba-jadores urbanos (…). Estas concepcio-nes discriminatorias fueron después re-vertidas al otorgarse a los trabajadoresdel campo derechos tales como el míni-mo de 20 días de licencia anual obliga-toria (1956), asignaciones familiares

(1954), ausencia por estado de gravi-dez (1957), aguinaldo, etc.”.14

Los peones de tambos lograron entre1957-1965 la sanción de normas específi-cas luego de movilizaciones, huelgas y ges-tiones en distintos momentos de su vida sin-dical. También rigen disposiciones especí-ficas para los trabajadores de la esquila, elarroz, de los montes, bosques y turberas,plantaciones y para los de quintas y gran-jas.

Como hechos salientes –particulares ydiscriminatorios–, de la normativa que re-gula al trabajo asalariado rural, podemosdestacar la expresa exclusión de éstos, delderecho a negociar sus ingresos, mediantelos Consejos de Salarios y también la noextensión a todas las actividades ruralesde la ley de ocho horas.

Para tratar de evidenciar una actitud porlo menos prescindente del Estado urugua-yo hacia los trabajadores rurales, podemosdecir que recién a partir de diciembre de1993, el BPS ha dispuesto la realización deinspecciones para verificar el cumplimien-to de la normativa vigente en los estableci-mientos rurales.

I.4 Los gobiernos postdictaduray el sector rural

El primer gobierno de Sanguinetti (1985-1990), tuvo una relación conflictiva con lostrabajadores rurales y con las gremialesempresariales, principalmente con la Fe-deración Rural del Uruguay (FRU) y laAsociación Rural del Uruguay (ARU). Susdesacuerdos con los empresarios se origi-

13 Barbagelata, Héctor-Hugo, Derecho del Trabajo,T. III, FCU, Montevideo. 14 González Sierra, Y., Los ovidados…, op. cit., p. 32.

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naron en una crítica del Ministro de Traba-jo y Seguridad Social, Hugo FernándezFaingold, a los bajos salarios pagados porlos empresarios agropecuarios, trazando“(…) un paralelismo entre los peonesrurales y (…) los desempleados, los quepadecen hambre, los niños y los jubila-dos (…) ya que todas estas categorías(…) no pueden realizar huelgas (…). Esdecir, que si bien sus situaciones objeti-vas podrían merecer conflictos no pue-den efectivizarlos atribuyendo este im-pedimento de los trabajadores ruralesa las (…) relaciones de dependencia (…)con sus patrones”. Reconoció que “lascondiciones de trabajo de estos asala-riados (…) son mucho peores (…) quelas del trabajador urbano porque (…)los derechos son distintos (…) y porqueademás (…) en general no los conoce(…) y si los conociera (…) no tiene comohacerlos respetar (…) ya que (…) no tie-ne ninguna institución que lo ampareefectivamente (…)”.15

En tanto que, en 1990 el PresidenteLacalle en el acto inaugural del CongresoFRU realizado en la ciudad de San José,dijo que “(…) la despoblación de la cam-paña era motivada por las violacionesde los productores rurales al no cum-plir con las disposiciones laborales.Advirtió que el peón rural tiene dere-cho –no por obligación legal solamen-te, sino por humanidad y espíritu cris-tiano-, a gozar del confort de la vidamoderna junto a su familia, lo cual fre-cuentemente no ocurre por egoísmo demuchos productores agropecuarios”.Sostuvo luego, que “(…) se aumentó un

50% el salario mínimo del peón porquese avergonzaba de que se pagara esalimosna”.16

I.5 Poder y democraciaen el Uruguay rural

Las gremiales empresariales rurales(particularmente las históricas como laARU y la FRU) han presentado histórica-mente un “monolitismo” que permite infe-rir la existencia de una hegemonización dela representación colectiva del conjunto porparte de los grandes empresarios.17

Algunos intelectuales, sostienen la te-sis de que los empresarios como propieta-rios del capital tienen una influencia pre-ponderante sobre el Estado; algunos pro-ponen que esta influencia se da a travésde los vínculos directos que los empresa-rios pueden tener con funcionarios queocupan los aparatos del Estado, o por ocu-parlos ellos mismos; en tanto que otros, aque las decisiones económicas de los em-presarios tienen enorme influencia en eldesempeño de las economías. La explica-ción de la preocupación de los empresa-rios por las decisiones que toma el Estadoparece pasar porque una parte de sus ga-nancias depende más de esas decisionesque de su propia gestión gerencial, tecni-ficación y productividad.

Las gremiales emplean varias formaspara conseguir sus fines: por un lado, suparticipación en una serie de comisionesdentro de los aparatos del Estado; por otro,

15 “El trabajador rural y las reglas de juego del em-presario”, El País, 1° de junio de 1985, Montevideo.

16 El País, 28 de mayo de 1990, p.10.17 Nos referimos aquí a los que poseen más de 1.000hectáreas; aunque en muchos casos se otorga el atri-buto en función de la tradición familiar.

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la gestión personal que los directivos de lasentidades realizan frente a los máximosjerarcas de los organismos públicos, sien-do, además, estas gremiales muy activasen la generación de opinión pública a tra-vés de la prensa.

Respecto a la visión empresarial de sucontraparte asalariada, podemos decir quese ha desarrollado una oposición acérrimaal desarrollo del sindicalismo en el medio,sustentado en la convicción de que “(…)El relativo aislamiento en que viven (lospeones) les impide contaminarse tanfácilmente como los obreros con la pro-paganda revolucionaria (…)”.18 De estefragmento se desprende claramente quelos trabajadores rurales no reúnen las con-diciones para ser interlocutores socialesvalidos; es más, parecen cuestionar la per-tinencia del agrupamiento en función de lacondición de trabajador rural.

Estamos entonces, por un lado, ante unpanorama de invisibilidad de los trabajado-res del campo, y en contraste, las gremia-les empresariales, ocupan un lugar legiti-mado para los medios de comunicación yla sociedad, para hablar por el espacio delo rural organizado.

Esto se evidencia nuevamente en larespuesta a la convocatoria realizada porel primer gobierno postdictadura, sobre lavigencia del estatuto del trabajador rural, ala que la FRU no asistió, en tanto que laARU participó y señaló que desconocía alPIT/CNT y a la FENARU. En estas jor-nadas los trabajadores propusieron la mo-dificación del estatuto del trabajador rural

para que incluyera aspectos tales como lajornada de ocho horas, el seguro de des-empleo, la ley de horas extras, la indemni-zación por despido, etc.

I.6 La significativa relación entrepráctica y posición social

Llama la atención que no esté en deba-te, el origen y la naturaleza de las fuentesde sentidos vitales que operan como los ejesrectores de las acciones de los empresa-rios y de los asalariados. Y más aún, quelas acciones de estos sujetos hayan sidoanalizadas y explicadas únicamente en fun-ción de una racionalidad económica, comosi el sistema social y el económico fueranpor caminos separados.

Buscaremos, poner en debate cuálesson los ideales de vida de los empresarios/asalariados. Ideales que evidencian los re-querimientos de la posición a la que perte-necen; posición que es la fuente de sentidode sus prácticas, tanto en los estilos de vidacomo en el resto de las prácticas; particu-larmente en las relaciones laborales, queresponden a la misma matriz de sentido.

Con la intención de iniciar el debatebuscando que en el futuro se profundice ladiscusión y se colabore con la compren-sión de la posición como fuente de sentido,que da lugar y posibilita la reproducción delsistema social como un todo, tanto a nivelsimbólico como económico.

En síntesis, a partir del rol que atribui-mos a los intelectuales –de buscar com-prender la lógica de lo social, para poderrealizar recomendaciones en materia depolíticas públicas que busquen promover lastransformaciones incluyentes que nuestro

18 Dr. Irureta Goyena, cit. por Martorelli Horacioen Poder político y sociedad, EBO, pp.43-51, Mon-tevideo, 1983.

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medio rural necesita–, tomando a este tipode reflexiones como elementos constituti-vos de una “política de incentivos cultura-les”, que busque estimular y generar otrasprácticas y “opciones” en los agentes quese encuentran en la escena productiva delUruguay Rural; con el objetivo de dar lu-gar a un diálogo social permanente queopere como motor de dichas transforma-ciones.

I.7 Los Consejos de Salariosdesde su creación hastanuestros días

La Ley 10.449, aprobada por el PoderLegislativo en el año 1943, consagró lanegociación tripartita focalizada en tresgrandes temas: Salario Mínimo, Consejo deSalario, y Asignaciones Familiares. Naceen un contexto caracterizado por la instau-ración del modelo de desarrollo basado enuna política de restricción de las importa-ciones que tiene como fin último desarro-llar la industria nacional y el mercado in-terno. En este marco de corte urbanista,las condiciones generales de los trabaja-dores rurales permanecían prácticamenteincambiadas, caracterizadas por bajos sa-larios, altos niveles de pobreza y exclusiónsocial, etc.

Surge así una iniciativa legislativa ten-diente a contemplar esta situación desdelos representantes de diversos partidospolíticos.

La posibilidad de que esta ley abarcaraa los trabajadores rurales motivó el envíode una nota por parte de la FRU al parla-mento en la cual fundaba su oposición a talmedida; entre otras razones argumentaba

que “los capitales actualmente inverti-dos en la industria ganadera emigra-rán en masa hacia inversiones más se-guras y egoístas antes de ser expuestosa la anarquía y a la violenta lucha declases que esta innovación exótica ycompletamente injustificada, habrá deprovocar en el escenario rural”.19

Dicha norma comenzó a aplicarse en1943 y estuvo vigente hasta 1967, períodoen el cual existió la negociación tripartitaque fue interrumpida con la creación de laLey Nº 13.720 Comisión de Productividad,Precios e Ingresos aprobada en diciembredel año 1968 que consagró la Congelaciónde Precios20 y Salarios, y la fijación de losmismos por el Poder Ejecutivo.

En 1985 con la restauración democrá-tica, durante el primer período de gobiernodel Dr. Julio M. Sanguinetti se reinstalaronlos Consejos de Salarios, hasta que en 1991,ya en el gobierno del Dr. Luis AlbertoLacalle, con un perfil marcadamenteneoliberal y de apertura, se toma la deci-sión de suspender la convocatoria de losConsejos de Salarios, dando lugar al mer-cado en la fijación de los salarios.

II. El nuevo escenario

En marzo de 2005 asume la presiden-cia de la República por primera vez en lahistoria de nuestro de país un gobierno deizquierda, que cuenta con mayoría absolu-ta en las cámaras y un apoyo activo de los

19 “La Federación Rural y el Estatuto del Trabaja-dor Rural”, Justicia, 5 de enero de 1945.20 Por la vía de los hechos se congelaron los salariosy los precios aumentaron significativamente dandolugar a una inflación alta.

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sectores sociales organizados de las cla-ses medias populares.

Entre las medidas más destacadas quese marcaron como lineamientos generalesfiguran las que se encuentran en el marcodel Ministerio de Trabajo y Seguridad So-cial: “envío al Parlamento del Proyectode Ley de Negociación Colectiva, ela-borado como resultado del trabajo dela Comisión Tripartita instalada en ene-ro pasado. La negociación colectivacomo factor coadyuvante a: uno, mejo-rar las relaciones laborales, queremostrabajos decentes para los uruguayos.(…) promover el diálogo social. (…),articular entre todos una estrategia depaís. (…) Se dictarán, además, Decre-tos: uno, convocando a los Consejos deSalarios de 17 grupos, a un ConsejoSuperior de Salarios Rurales y a la crea-ción de una Comisión Tripartita paraestudiar la nueva Ley de Consejo deSalarios. Por primera vez en la historiadel país –uruguayas y uruguayos– seconvoca a un Consejo Superior de Sa-larios Rurales. Y tenemos como objeti-vo de mediano plazo convocar un Con-sejo de Salarios para el servicio domés-tico de nuestro país”.21

Específicamente en materia laboral, unode los principales cambios introducidos enel escenario político nacional fue la convo-catoria, luego de casi veinte años, a losConsejos de Salarios.

Esta convocatoria, realizada por el nue-vo gobierno en mayo de 2005, presentó al-gunas particularidades e innovaciones res-pecto a las anteriores. Por primera vez fue-

ron convocados a negociar los sectoresrural y público, manejándose también laposibilidad de incluir a los trabajadores do-mésticos, hecho que no se pudo llevar acabo por problemas de representatividadde las partes en cuestión.

Respecto a la conformación de mesasde negociación en el área rural, medianteel decreto N° 105/2005, del 7 de marzo de2005, se convoca al Consejo SuperiorTripartito Rural, al cual se le asigna la fina-lidad de fijar objetivos de trabajo y delimi-tar los grupos de actividad, que regirán ensu seno. De esta forma la discusión ruralqueda excluida de la mesa general de diá-logo ubicada en el Consejo SuperiorTripartito, en el que quedaron representa-das solamente las partes de los sectoresindustrial, comercio y servicios, etc.

Fue así, que respondiendo a la convo-catoria del decreto antes mencionado, elConsejo Superior Tripartito Rural, sesionódesde el 28 de marzo hasta el 15 de abril,período en el que se establecieron linea-mientos mínimos que permitirían la poste-rior instalación de las mesas de negocia-ción por grupos de actividad, mientras queeste ámbito continuaría funcionando comoórgano consultivo, con los siguientes co-metidos: A) Debatir y acordar lineamientosgenerales de una política laboral en el sec-tor agropecuario sobre: a) determinación yfijación del salario mínimo nacional del sec-tor agropecuario; b) condiciones de traba-jo en el sector; c) pautas que permitan unarelación fluida y dinámica entre las organi-zaciones de empleadores y trabajadores;d) garantías que aseguren el efectivo ejer-cicio de los derechos de sindicalización ynegociación colectiva; e) políticas de for-mación profesional y generación de traba-

21 Discurso de Tabaré Vázquez en la explanada delPalacio Legislativo, 1º de marzo de 2005.

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jo; f) pautas que aseguren la no discrimi-nación. B) Seguimientos de las actividadesde los consejos y subconsejos de salariosque se instalen en el sector agropecuario.C) Estudiar la posibilidad de reestructurarlos grupos de actividades agropecuarios.D) Elaborar un informe y elevarlo a laDinatra, con carácter previo al funciona-miento de los Consejos de Salarios del sec-tor, sobre las cuestiones contenidas en loscometidos del literal A.

Este Consejo Superior Rural creó tresgrupos de actividad en los que se desarro-llaría la negociación: 1) ganadería, agricul-tura y actividades conexas; 2) viñedos,fruticultura, horticultura, floricultura, cria-deros de aves, suinos, apicultura, y otrasactividades no incluidas en el Grupo 1; 3)Forestación (incluidos bosques, montes yturberas).

La composición de las partes, presentóuna serie de particularidades debido, engran medida, a las características propiasdel sector, aspecto que ya fue desarrolladoen el capítulo precedente. Comencemospor la propia delegación de gobierno, cuyacomposición, a diferencia del resto de losConsejos de Salarios, estuvo en este casocompuesta por, además de los representan-tes del Ministerio de Trabajo y SeguridadSocial, por representantes del Ministerio deGanadería, Agricultura y Pesca, en calidadde asesores. Por su parte, la delegaciónempresarial se integró por la AsociaciónRural del Uruguay (ARU), la FederaciónRural del Uruguay (FRU), las Cooperati-vas Agrarias Federadas (CAF), la Asocia-ción Nacional de Productores de Leche(ANPL) y la Asociación de Cultivadoresde Arroz (ACA) y la Comisión Nacionalde Fomento Rural. En tanto que los traba-

jadores estuvieron representados por laUNATRA que está integrada por UTAA,SUDORA, SOIMA, SOIMANORPA,SUCAL, SHOBU, SIOMI, SORYDESA,SOF, FROLI, SOFRU, SEPI, OSDOR,UTRIA, SUTAA, UTEJ, SORCA,SUGAM; y está afiliada al PIT/CNT.

En particular, el Consejo Superior Tri-partito Rural se abocó, durante el año 2005,al tratamiento de los literales A.b, A.c y A.d.

Cronológicamente se trataron en primerlugar aquellos aspectos relativos alrelacionamiento entre las partes y a losderechos de sindicalización. Sumariamente,se discurrió en torno a las garantías y ellibre y efectivo ejercicio de la libertad sin-dical y la negociación colectiva; la posibili-dad de realizar asambleas en los lugaresde trabajo; la libre circulación de los diri-gentes sindicales en los lugares de trabajo;uso de cartelera sindical; distribución demateriales sindicales; licencia sindical, des-cuento de la cuota sindical.

En segundo lugar, el Consejo focalizósu discusión en la limitación de la jornadaen el sector.

Luego de nueve meses de negociación,no se llegó en ningún caso a resultados deconsenso. Para el primer bloque de temasla discusión se saldó con la votación de undocumento que contenía recomendacionesgenerales en la temática referida. El mis-mo fue originalmente propuesto por la de-legación del Poder Ejecutivo, y fue sujetode modificaciones en la búsqueda del con-senso. Sin embargo, dicha propuesta fueaprobada con los votos de las delegacio-nes gubernamental y sindical únicamente;en tanto que la delegación empresarial votónegativamente entendiendo que la materia

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a la que se refería el documento estabasiendo discutida en ese momento a nivelparlamentario.

Respecto a la limitación de la jornada,ante la imposibilidad de llegar a un acuer-do y elaborar una recomendación conjuntadentro de los plazos previamente estable-cidos, el Poder Ejecutivo resolvió fijar unaprórroga hasta principios de 2006.

III. Claves para entender estaexperiencia de diálogo social

En este capítulo se reflexiona acercade las estrategias utilizadas por los actoresfrente al desafío del diálogo social propues-to por el Poder Ejecutivo en la fórmula delConsejo de Salarios Rural.

Para comenzar analizaremos cómotranscurrió la negociación frente al primertema propuesto, a saber: pautas que ga-ranticen libertades sindicales y buenrelacionamiento entre las partes; el cual sedisparó a partir de un documento elabora-do por la delegación de gobierno que reco-gía las recomendaciones generales de laOIT al respecto y por lo tanto comprome-tía a las partes a viabilizar el libre ejerciciode la negociación colectiva y de las liber-tades sindicales.

Mientras la discusión se estaba llevan-do a cabo en el ámbito del Consejo Supe-rior Tripartito Rural, se presentó para sudiscusión en el seno de la Cámara de Di-putados por parte de un legislador de labancada oficialista, un proyecto de ley queconsagraba y reglamentaba las libertadessindicales, profundizando en aspectos ta-les como la restitución de dirigentes sindi-cales despedidos por su condición.

Ante este hecho, el conjunto delempresariado nacional reaccionó cuestio-nando la política del Poder Ejecutivo en elentendido de que cambiaba sustancial-mente las reglas de juego al transformarlas asimetrías entre las partes, y pasabapor alto los ámbitos tripartitos de discusiónen funcionamiento en ese momento.

El segundo tema tratado en el ConsejoSuperior Tripartito Rural, la discusión res-pecto a la limitación de la jornada, se ge-neró a partir de un documento presentadoen esta oportunidad por la delegación delos trabajadores, y su tratamiento duróaproximadamente cinco meses.

Se plantearon básicamente dos líneas deargumentación al respecto: la primera, es-grimida por los trabajadores, se centró enlos fundamentos generales del derecho la-boral, apoyándose en el derecho compara-do y en las recomendaciones de la Organi-zación Mundial de la Salud; persiguiendo laequiparación en términos de derechos a lostrabajadores del sector privado urbano.

La argumentación de la delegación em-presarial por su parte, tenía como eje lanecesidad de generar un marco jurídico quecontemple la flexibilidad considerada comoimprescindible para el buen y eficiente de-sarrollo de la producción agropecuaria. Enfunción de este valor que debía ser prote-gido, entendían que el régimen actual nodebía ser modificado, ya que ponderabaadecuadamente el peso de los ciclos pro-ductivos y la incidencia de los factoresclimáticos.

El Poder Ejecutivo por su parte se pro-nunció claramente a favor de la limitaciónde la jornada en un régimen similar al ur-bano. Sin embargo, luego de un extenso

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período de intercambio entre las partes sinllegar a principios de acuerdo y debido asu condición de mediador, comenzó un pro-ceso de acercamiento que tuvo como ejescentrales los siguientes conceptos: un ré-gimen general de ocho horas diarias y cua-renta ocho semanales (aplicable a los sec-tores que ya funcionaban de esta manera:cultivos de arroz, granjas, quintas, viñedos,plantaciones de caña de azúcar); a esterégimen se establecían las siguientes ex-cepciones: tambos, esquila, ganadería yagricultura de secano,22 para las que seproponía dos alternativas: por un lado seestablecía una limitación indirecta de la jor-nada laboral mediante un sistema de topesmúltiples que contemplaba un máximo decincuenta y cuatro horas semanales y undescanso entre jornada y jornada no me-nor de doce horas.23 Por otro lado se pro-puso el concepto de jornada promedialde ocho horas diarias y cuarenta y ochosemanales, con un máximo de ocho horasextras semanales. El período en el que secomputaría dicho promedio se convirtió enun parte aguas en la discusión, oscilandoentre seis meses en la posición de los em-presarios y un mes en la posición sindical,disyuntiva frente a la cual el Poder Ejecu-tivo, a pesar de que en principio se inclinópor el cómputo mensual, propuso, en aras

de un acuerdo, el cómputo trimestral comosolución intermedia.

En el proceso de la negociación, pode-mos decir que existió una única posiciónque varió en sus aspectos fundamentales,ésta fue la del gobierno, ya que transitó uncamino que tuvo como punto de origen laasimilación de los trabajadores rurales a unrégimen similar al de la actividad urbana,posición que en términos filosóficos eracompartida con la delegación sindical, yculminó realizando una propuesta que tra-tó de contemplar algunas de las aspiracio-nes del sector empresarial.

Sin embargo, las estrategias de las par-tes transitaron caminos opuestos: mientrasque la delegación empresarial se preocupópor acercar la posición del Ejecutivo a susexpectativas llevando a cabo un ejercicioactivo de negociación, la delegación sindi-cal se mantuvo firme en sus posturas ini-ciales.

Nuestra interpretación de este hecho esque las partes hicieron un análisis del con-texto sociopolítico que se estaba viviendo,absolutamente compartido, y que paradóji-camente las llevó a asumir posicionesopuestas.

A nuestro entender, ambas delegacio-nes (basadas, entre otras, en la experien-cia de lo acontecido con la ley de fuerossindicales) consideraron que como la dis-cusión de esta temática terminaría inexo-rablemente en el Parlamento (por el ca-rácter consultivo que reviste el Consejo)se preguntaron cuáles serían los escena-rios posibles de no lograrse un acuerdoconsensuado. Frente a esta disyuntiva, en-tendemos que las respuestas que se dieronlas partes fueron las mismas: ambas eva-

22 Con relación a la forestación (actividad que parael Poder Ejecutivo y la delegación de los trabajado-res estaba contemplada dentro de la ley de “bos-ques, montes y turberas”), la propuesta incluía lasexcepciones establecidas en la recomendación Nº 110de la OIT.23 Con excepción de la lechería, para la cual se con-templaba la posibilidad de descansos entre jornadasmenores a dicho tope, a cambio de lo cual se preveíaun descanso intermedio en la jornada laboral quegarantizaba un mínimo de doce horas de descansodiarias.

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luaron que frente a una discusión parlamen-taria tendría mejor acogida en la bancadaoficialista (y mayoritaria) un proyecto queasimilara el régimen de limitación de la jor-nada laboral al vigente, sin contemplar lasexcepciones y particularidades de flexibili-zación demandadas por la parte empresa-rial.

Las estrategias a seguir por cada dele-gación ante este escenario son claras: lostrabajadores se encontraban ante la encru-cijada de ceder una de las conquistas sim-bólicamente más importantes para el mo-vimiento obrero y alcanzar el primer acuer-do en este sector, o frustrar el mismo man-teniéndose firme en su posición, perdiendola oportunidad de obtener el reconocimientode su contraparte como sujeto colectivocompetente para representar a los asala-riados rurales (hecho que se vería plasma-do en un acuerdo firmado por ambas dele-gaciones).

Por su parte la delegación empresarial,en la hipótesis del acuerdo, asumía el cos-to de reconocer de hecho a su contrapartey perder así la hegemonía en la represen-tatividad de lo rural, pero a cambio obten-dría ciertas concesiones que en el marcode la discusión parlamentaria no tenía cer-teza de alcanzar.

Como conclusión inicial de este primeraño de negociaciones, podemos decir queambos actores se han desempeñado si-guiendo básicamente un axioma o princi-pio orientador común: priorizar sus intere-ses y valores principales en términos sim-bólicos de clase, frente a la relevancia po-lítica y social de alcanzar propuestasconsensuadas y el valor simbólico que estorepresenta en términos de compromisosocial y madurez ciudadana.

Para reflexionar acerca de estas cues-tiones nos apoyaremos en los siguientesconceptos, algunos de los cuales ya hansido paulatinamente introducidos en estetrabajo. En primer lugar la idea de ciuda-danía comprometida, entendida como elejercicio efectivo del rol de ciudadano queimplica derechos y deberes que deben serllevados a cabo con compromiso social eidea de lo colectivo, valorando los logrossocialmente importantes (idea de interéscomún) frente a los que revisten valor sólopara el individuo o grupo específico de re-ferencia.24 Apoyándonos en Hopenhayn:“Se trata no sólo de reabrir, dentro delas fronteras de la democracia moder-na, el tema de la redistribución de losrecursos materiales, sino sobre todo deponer sobre el tapete la distribución derecursos simbólicos, como son la parti-cipación, el acceso a la información yla presencia en el intercambiocomunicacional”.25

En segundo lugar, queremos poner endebate el origen, la naturaleza y fuentes desentidos vitales (e ideales de vida) que ope-ran como los ejes rectores de las accionesde los empresarios y los asalariados. Idea-les que evidencian los requerimientos de laposición a la que pertenecen, la que res-ponde a la misma matriz de sentido.

24 Este concepto entra en escena en la búsqueda dela superación del tradicional, concepto de ciudada-no moderno en el marco de su agotamiento en lassociedades occidentales, iconizado a través del su-fragio como realización absoluta de su condición.25 Hopenhayn, M., “Nuevas formas de ser ciuda-dano: ¿la diferencia hace la diferencia?”, en RevistaRELEA, Universidad Central de Venezuela, Cara-cas, 2000, p. 127.

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IV. Conclusiones

Desde una perspectiva que entiende quelo que está en juego con el diálogo socialen el mundo rural es la lucha por la hege-monía26 de su representación, se debe te-ner en cuenta los efectos que el mismopueda tener en la adjudicación de legitimi-dad a cada actor y de cómo esto puederepercutir en la sociedad en su conjunto yen su visión del sector. Estos cambios anivel sociopolítico pueden, y es esperable,que introduzcan nuevas temáticas y nue-vas valoraciones sobre aspectos hasta aho-ra dejados de lado en las reflexiones habi-tuales sobre el sector.

Fundados en estas preocupaciones esque nos proponemos reflexionar sobre quéprovoca o dificulta el establecimiento derelaciones sociales más simétricas en elUruguay rural.

Sin dejar de lado el rol que el clivagecultural juega en la explicación del com-portamiento actual de dichos actores so-ciales; y sin olvidar que cultura es un tér-mino agrupador que al juntar tantas activi-dades y tantos atributos en un solo conjun-to, de hecho puede confundir u ocultar dis-tinciones que se deberían hacer entre talesactividades y atributos,27 es importante

entender qué acciones de los actores es-tán determinadas por el lugar que ocupanen el espacio social y simbólico.

No se puede omitir que, la creación deun ámbito como el Consejo Tripartito Ru-ral, más allá de las connotaciones positivasque sin duda tiene, implica el reconocimien-to del rol privilegiado que ocupan los em-presarios rurales, tanto por su monopolioen la representación de lo rural y la consa-gración de la necesidad de un régimen ju-rídico diferencial.

Cabe destacar que si estos temas sehubieran discutido en el ámbito del Conse-jo Superior Tripartito (privado), el escena-rio y los temas habrían “variado” por lomenos en los siguientes aspectos: el restodel sector empresarial y el PIT/CNT, ten-drían que haberse comprometido con elprocesamiento de esta temática teniendocomo consecuencia inexorable28 que eldebate se centrara en otros ejes tales comolos pasos que deberían dar los empresa-rios para adaptarse al régimen general, porejemplo, no dando lugar en este movimien-to a los argumentos que justifican su espe-cificidad, etc.

De igual modo, entendemos que la crea-ción de este Consejo Superior Rural, seexplica por el rol que ocupan los empresa-rios y en particular los rurales, en el mode-lo de desarrollo impulsado por el nuevogobierno, que particularmente en el primeraño de gobierno, se vio “obligado” a trans-mitir ciertas certezas, ante el posicionamien-

26 Entendemos hegemonía en el sentido gramsciano,que debe ser comprendido como la organización delconsentimiento, o sea, como el proceso que cons-truye formas subordinadas de conciencia sin recu-rrir a la violencia o a la coerción. Este conceptopermite explorar la relación entre formas coerciti-vas y no coercitivas de asegurar el consentimiento.27 Entenderemos en este trabajo a la cultura como lasprácticas, los ritos, las formas simbólicas, la trans-misión intergeneracional de la costumbre y la evolu-ción de la costumbre dentro de formas históricamen-te específicas de relaciones sociales y de trabajo.

28 Si ambos sectores se hubieran comprometido enuna solución de esas características hubieran dadolugar a comenzar a discutir en su seno otro tipo deexcepcionalidades generando grupos de interés cor-porativos a su interior.

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to crítico del sector empresarial a su políti-ca laboral.

Sin que esto omita la existencia de unamutua concesión entre el empresariado ru-ral y el gobierno electo, “La creación deun ámbito separado para tratar los te-mas del trabajo rural, parece un éxitode quienes se vieron obligados a acep-tar por primera vez mecanismos de ne-gociación colectiva. Por esa vía logra-ron volver a imponer el criterio de quelas características del trabajo rural ha-cen inaplicable los medios jurídicos ge-neralmente utilizados en el medio urba-no”.29

Particularmente, si el sector empresa-rial rural se hubiera encontrado como in-terlocutor al PIT/CNT difícilmente se hu-biera consagrado un régimen con las flexi-bilidades ya mencionadas, puesto que en-trarían a escena desde una posición fuer-te, como quien ya ha obtenido ciertos de-rechos que, son “innegociables”. De igualmodo seguramente la pertenencia a los di-ferentes sectores en el seno de la izquier-da, daría lugar a un comportamiento máscauteloso, ya que por así decirlo, nadie den-tro de la central obrera, hubiera estado dis-puesto a pagar ese costo solo.

Es importante para la reflexión en estatemática entender que nos encontramosante formas de relacionamiento con el ca-pital y con el poder que han generado yprofundizado por más de ciento cincuentaaños fuertes asimetrías entre las clasessociales, dando lugar a ciudadanos subor-dinados en término de derecho, más que

por el vacío jurídico, en éste y en otros te-mas, por la omisión en su aplicación.

Sin embargo, una vez generado un ám-bito que los reconoce como interlocutoresválidos para esta temática, cabe reflexio-nar sobre el uso que realizaron éstos y elresto de las partes del mismo en términosde aprendizaje, ya que por un lado todos,incluido el Estado, tenían la oportunidadhistórica de comenzar un proceso de trans-formaciones tendiente a igualarlos en susoportunidades y en el reconocimiento delestatus de ciudadanía capaz de incidir enel devenir de los acontecimientos. Por lotanto la característica cultural requerida delos actores, más que por la madurez en tér-minos históricos, pasa por dar lugar a ac-tores sociales que ponderen más el cam-bio en las condiciones de vida del conjuntoy el avance y consolidación de derechosen el medio rural que sus intereses funda-mentales y particulares como parte inte-grante del proceso productivo.

No podemos dejar de considerar tresdimensiones culturales que evidencian esteproceso de diálogo social: por un lado tuvi-mos la oportunidad de constatar que nue-vamente existió una estrategia expresa porparte de los sectores sociales dominantes,representados en este ámbito en la dele-gación empresarial, de subestimar e igno-rar en términos de opinión pública la pro-blemática de la limitación de la jornada;hecho que formó parte de una estrategiade dilación en el tratamiento de esta temá-tica, incorporándola como un punto acce-sorio dentro de su agenda. Esto se eviden-ció claramente por la ausencia de una de-legación política del sector empresarial, adiferencia de su modus operandi en lainteracción con el MGAP o el MEF.

29 Mantero de San Vicente, Osvaldo, Primeras con-sideraciones sobre la aplicación del régimen de con-sejos de salarios a los trabajadores rurales, 2005.

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Se debe considerar que esta convoca-toria seguramente ha impactado conside-rablemente al interior de cada delegación,ya que por así decirlo, los trabajadores sevieron enfrentados a una contradicciónentre su lealtad partidaria y su correlativoapoyo al nuevo gobierno, y la defensa deuno de sus íconos históricos, como lo es laley de ocho horas. En tanto que el sectorempleador, nuevamente desarrolló en suinterna una lucha por la representación, enla que claramente primaron las posicionesmás conservadoras, propias de las gremialesganaderas, frente a los sectores agrícolasintensivos, que no vieron reflejados sus pro-blemáticas e intereses en este ámbito.

Otro elemento que no quisiéramos de-jar de mencionar en este trabajo, por larelevancia social que tienen los mediosmasivos de comunicación, es justamenteel rol que éstos jugaron a lo largo de la ex-periencia que aquí estudiamos.

Nadie puede cuestionar la relevanciahistórica y sociopolítica de esta convoca-toria, nadie se atrevería a poner en dudalas repercusiones que la misma tuvo a lainterna del sector rural, más allá de los lo-gros concretos alcanzados; sin embargo,la prensa ha sido la gran ausente duranteel transcurso de esta negociación.

Un ejemplo claro y contundente de laimportancia que los medios de comunica-ción le dieron a la convocatoria de Conse-jos de Salarios Rurales, es el caso de lainauguración del Consejo de Salarios delGrupo 1: “Ganadería y actividadesconexas”, que se realizó el veinte de agos-to de 2005 en la ciudad de Minas, departa-mento de Lavalleja, y contó con la presen-cia de los Ministros de Ganadería y Traba-jo. A este evento no asistió ningún medio

de prensa televisiva de carácter nacional ysólo uno de prensa escrito de la mismaenvergadura, a pesar de que desde elMTSS se envió un comunicado de prensaa todos medios capitalinos.

Cabe preguntarse por qué la prensa nole dio cobertura a la convocatoria del Con-sejo de Salarios Rural y todo lo relaciona-do con éste.

Podríamos dejar la interrogante plantea-da para futuras investigaciones acerca decuáles y con qué criterios selecciona laprensa hechos que serán noticia, y por quédesestimó un hecho como éste.

Un aspecto que puede influir al respec-to es la poca importancia que destinaronlas propias gremiales al tema, ya que tantoel PIT/CNT, como la FRU y la ARU sonactores sociales de relevancia en nuestromedio, que tienen un vínculo fluido con losmedios de prensa, y sin embargo, no apro-vecharon esto para darle trascendencia enla opinión pública al tema.

Podemos pensar que el hecho no fuecasualidad sino que obedece a razones fun-dadas en ambas partes. En el caso de lasgremiales empresariales, explícitamente notenían interés de que la negociación toma-ra relevancia.

Para el sector trabajador, por su parte,la explicación puede ser un poco más polí-tica y estratégica a la vez. Una hipótesisque podría explicar la ausencia de delega-dos de la mesa directiva del PIT/CNT enlas reuniones del Consejo propiamente di-chas como de acciones tendientes a difun-dir en la opinión pública la marcha de lasnegociaciones, podría deberse a que la ne-gociación pasaba por carriles que no pue-den ser admitidos públicamente, ya que no

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consagraba la ley de ocho horas para elmedio rural.

Para finalizar este trabajo, nos pareceimportante remarcar que la experiencia delConsejo de Salarios debe evaluarse desdela perspectiva de su aporte a la madura-ción del proceso en sí y de cada interlocu-tor participante.

Es así, que podemos concluir que laconvocatoria al Consejo Superior TripartitoRural realizada por el Poder Ejecutivo pordecreto, constituye un aporte sustantivo ala construcción de ciudadanía como unaprendizaje para las partes que en ella par-ticipan.

Más importante es aún este aporte parael caso del sector rural, ámbito en el que,por razones que ya hemos detallado másarriba, y que tienen que ver con la confor-mación de clases sociales en dicho sector,la experiencia de Consejo de Salarios ob-tuvo su principal logro en términos deaprendizaje del ejercicio de una ciudada-nía comprometida.

Todo esto, más allá de que en los he-chos no se haya plasmado en acuerdosconcretos. No debemos olvidar que en 175años de historia de nuestra república, estaes la primera vez en que se realiza unaconvocatoria de tal envergadura, es decir,una experiencia de diálogo social.

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