Una historia sobre la amistad, el amor y la osadía de una ...

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Unahistoria sobre laamistad,elamory laosadíadeunamujerque teje sudestino.

TracyChevalierregresaconlahistoriaapasionanteyatemporaldeunamujerenbuscadelibertadenlaInglaterradelosañostreinta.

LajovenVioletSpeedwellpareceinexorablementedestinadaaunaexistenciacomomujersoltera.LaGranGuerralehaarrebatadoasuprometido,comoaotrasmujeresque,conlossoldados,hanvistopartirsuposibilidaddecontraermatrimonio. Solo tiene una salida: ahorrar lo suficiente para dejar la casafamiliaryestablecerseporsucuenta.Pronto llegaaWinchester,unaciudaddelsurdeInglaterradondeencuentratrabajocomomecanógrafayelamparodeungrupodemujeres: lacomunidaddebordadorasde lacatedral.Juntoaellas aprende que aunque la vida es efímera, los tejidos que crea con suspropias manos perduran y que, a veces, una sola hebra es suficiente paracambiarlatramadeunavida.

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TracyChevalier

LasmujeresdeWinchesterePubr1.1

Titivillus14.04.2020

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Títulooriginal:ASingleThreadTracyChevalier,2019Traducción:CatalinaGinardFéronEditordigital:TitivillusePubbaser2.1

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—¡Chisss!VioletSpeedwell fruncióelceño.Nonecesitabaque lamandarancallar,

puestoqueellanohabíadichonada.Laquehabíaexigidosilencio,unametomentododepelogrisy lacio,se

habíaplantadoenmediodelpasajeabovedadoqueconducíaalcoro,lapartede la catedral de Winchester que más le gustaba a Violet. El coro seencontraba justo en el centro del edificio, encajado a lo largo entre la navecentralporunladoyelpresbiterioyeltrascoroporotro,yaloanchoentrelosbrazoscortosdelostranseptosnorteysurqueseabríanacadaladoparacompletarlacruzdetodalaestructura.Lasotraspartesdelacatedralteníansus inconvenientes: la nave central era enorme, las naves laterales eranventosas, los transeptos oscuros, las capillas demasiado reverenciales y eltrascoro solitario. En cambio, el coro tenía un techo bajo y una sillería demaderatalladaqueotorgabanalespaciounaescalamáshumana.Elconjuntoresultabalujoso,sinllegaraserexcesivo.

Violetmiróporencimadelhombrodelaacomodadora.Suintencióneraentrarunmomentitoparaecharunvistazo.Lasilleríadelcoroylosasientosdelpresbiterioadyacenteparecíanestarocupadosensumayoríapormujeres,muchas más de las que cabría esperar un jueves por la tarde. Debía decelebrarsealgúnservicioespecial.Eraeldía19demayode1932;festividadde san Dunstán, patrón de los orfebres, célebre por haberse defendido deldemonio con unas tenazas. Pero era poco probable que ese fuera elmotivoporelquesehabíanreunidoaquítantasmujeresdeWinchester.

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Violet escrutó a las que podía ver desde allí. Las mujeres siempre seinspeccionabanunasaotras,ylohacíanconunespíritumuchomáscríticodelqueloshombrespodríantenerjamás.Ellosnoadvertíannuncalacarreraqueatravesaba susmedias, el carmín que lesmanchaba los dientes, el corte depelopasadodemoda,lafaldaqueremarcabalascartucherasolospendientesqueeranunpelíndemasiadollamativos.Mientrasregistrabacadaunadelasimperfecciones, Violet era consciente de todas las que otras detectaban enella.Ellamismapodíaenumerarlas:elpelosincuerpoysinuncolordefinido;unos hombros inclinados que ya no estaban de moda desde la épocavictoriana; los ojos tan hundidos que apenas se podía apreciar que eranazules; la nariz con tendencia a enrojecer si tenía demasiado calor o si sehabíatomadounsorbitodejerez.Nonecesitabaanadie,nimujernihombre,paraqueleseñalarasusdefectos.

Al igual que la acomodadora, las mujeres que ocupaban el coro y elpresbiterio eran en su mayoría más viejas que Violet. Casi todas llevabansombrero ymuchas se habían echado el abrigo sobre los hombros.Aunquehacíaundíarazonablementebueno,enel interiorde lacatedralelambienteerafresco,comoparecíasucedersiempre,inclusoenverano,enlasiglesiasycatedrales.Tantapiedra impedíaqueentraseelcalorymanteníaa los fielesbiendespiertosyunpocoincómodos,comosinoconvinieraqueserelajarandemasiadodurante la importante tareadeveneraraDios.«SiDios fueraunarquitecto—sepreguntóViolet—,¿seríaarquitectodelAntiguoTestamentoodelNuevoTestamento?¿Preferiríalaslosasolastapicerías?».

Ahora entonaban el cántico Todos los que buscáis el descanso celestialcomo si fueran un ejército, un regimiento, con un claro sentido de laimportancia del grupo, pues no cabía lamenor dudade que eranungrupo;Violetlopercibía.Entrelasmujeresseextendíaunatelarañainvisiblequelasatabaasucausacomún,fueralaquefuese.Asimismoparecíahaberunalíneademando:dosdelasmujeresqueestabansentadasenlosasientosdelanterosdel coro eran claramente las cabecillas.Una sonreía,mientras la otra poníacaralargaymirabaalrededor,entreunversodelhimnoyelsiguiente,comosiestuvierapasandolistamentalmenteparacomprobarquiénestabapresenteyquiénno,quiéncantabaconfuerzayquiénconvozdébil,quiénnecesitaríaser amonestada después por no haber prestado suficiente atención y quiénseríamerecedora de elogio de unamanera indirecta y condescendiente.Eracomovolveraencontrarseenlareuniónescolarconlosprofesores.

—Quiénesson…

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—¡Chisss! —La acomodadora frunció aún más el ceño—. Tendrá queesperar.

Su voz sonómuchomás fuerte que la suave pregunta deViolet y unascuantasmujeres en los asientosmáspróximosvolvieron la cabeza.Aquelloindignótodavíamásalamujer.

—Es la Presentación de los Bordados —dijo entre dientes—. No sepermitelaentradaalosturistas.

Violet conocía a ese tipo demujeres que vigilaban las puertas con unaferocidad que superaba con creces lo que exigía el cargo. Seguro que estamujersonreíaalosdeanesyobispos,ytratabacomopordioserosatodoslosdemás.

Ambas dejaron su rifirrafe cuando vieron a un hombre mayor que seacercabaporlanavelateral,desdeeltrascorovacíoenelextremoestedelacatedral. Violet se volvió para mirarlo, agradecida por la interrupción.Observó su pelo y su bigote blancos, y su paso, que, pese a ser decidido,carecíadelvigordelajuventud.Enaquelinstante,Violetsediocuentadequeestaba realizando el cálculo que hacía con lamayoría de los hombres.Estedebía de rondar los sesenta años. Restando los dieciocho años que habíantranscurridodesde1914, seguramente tendríaunoscuarentacuandoempezólaGranGuerra.Lomásprobableesquenohubiesecombatidoo,almenos,nohasta una fase avanzada de la contienda, cuando empezaban a escasear losreclutasjóvenes.Talveztuvieraunhijoquehabíacombatidoenlaguerra.

Amedidaqueseacercaba,laacomodadoraendurecíaelgesto, listaparadefendersu territoriodeunnuevo invasor.Sinembargo,elhombrepasódelargo sin apenas mirarlas y se fue escaleras abajo hacia el transepto sur.¿Estaría saliendo de la catedral o se metería en la pequeña capilla de losPescadores, donde estaba enterrado Izaak Walton? Era precisamente allíadonde se dirigía Violet antes de desviarse debido a su curiosidad por elservicioespecial.

Laacomodadoraseapartóporunmomentodelpasajeabovedadoparaveradónde iba el hombre. Violet aprovechó la oportunidad para colarse ysentarse en el asiento vacíomás cercano, justo cuando el deán se subía alpúlpitoenmediodelpasillodelcoroasuizquierdayanunciaba:

—ElSeñorestéconvosotros.—Y con tu espíritu—respondieron lasmujeres que la rodeaban con la

cadenciatanfamiliardelosoficioseclesiásticos.—Oremos.

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MientrasViolet agachaba la cabeza al igual que las otrasmujeres, notóque un dedo le golpeaba en el hombro. Lo ignoró, segura de que laacomodadoranoseatreveríaainterrumpirunaoración.

—Dios todopoderoso, que en el pasado ordenaste que Tu santuario seadornara con trabajos artesanales, bellos e ingeniosos, para santificar Tunombrey reconfortarelalmade loshombres,acepta,Señor, te lo rogamos,estasofrendas,yhazquepodamosconsagrarnos siempreaTu servicio;porJesucristo,nuestroSeñor.Amén.

Violetmiróa sualrededor.Losasientosdelpresbiterio,al igualque losdelcoro,seencarabanunosaotros,enlugardemiraralaltarmayor.Frenteaella había hileras de mujeres en asientos opuestos y, detrás de ellas, unacelosíadepiedradecoradacontraceríaenformadearcosyflorituras.Enlaparte superior de la celosía se hallaban los cofresmortuorios de piedra quecontenían los restos de obispos, reyes y reinas; por desgracia, los huesosacabaronmezcladosdurante laGuerraCivil, alparecercuando loshombresdeCromwellabrieronloscofresysededicaronajuguetearconellos.Durantela visita de rigor que Violet realizó a la catedral después de mudarse aWinchester, el guía le explicó que los soldados lanzaron fémures contra lagran ventana del oeste y destruyeron los vitrales. Tras la restauración deCarlosIIeneltrono,en1660,tambiénseprocedióarestaurarelvitralconlasesquirlas de cristal que se habían guardado, pero se hizo sin orden niconcierto, y sin intentar recrear las escenas bíblicas representadasoriginalmente.Apesardeello,elvitralofrecíaunaspectoordenado,aligualqueloscofresmortuorios,colocadosenloalto,sobresucabeza,tanpulcrosyseguroscomosisiemprehubiesenestadoallíysiemprefueranaquedarse.Sinembargo, pese al aspecto inmutable de la catedral, algunas de sus partes sehabíanseparadoyvueltoamontarmuchasveces.

Ahora costaba imaginarse que un edificio tan sólido, en el que unasmujeres recitaban obedientemente el padrenuestro, hubiese sido testigo deconductas tanreprobables.Sinembargo,enaquellos tiempospasados,nadiehabría podido imaginar tampoco que la vieja Gran Bretaña entablaría unaguerracontraAlemaniayenviaríaatantoshombresalamuerte.Después,elpaís había sido recompuesto como la gran ventana del oeste: lo habíanreparadodeformaatrevidaysuperficial,peroeldañoyaestabahecho.

—EnlafedeJesucristodedicamosestosobsequiosalagloriadeDios.Mientras hablaba, el deán hizo un gesto señalando el altarmayor en el

extremomás alejado del presbiterio. Violet estiró el cuello para ver a quéobsequios se referíay luegocontuvo la risa.Colocados en filas solemnesy

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uniformes sobre los peldaños delante del altar había docenas de cojinesreclinatoriosbordados.

Sabía que no debía reírse, pues los reclinatorios eran un asunto serio.VioletsiemprehabíaestadoagradecidaporlosreclinatoriosrectangularesdecuerodeltamañodeunlibroilustradoquehabíaenlaiglesiadeSanMiguel,alaqueibanlosSpeedwellenSouthampton.Apesardeestardesgastadosycompactados, hasta el punto de haberse convertido en unas tablas rígidas ydurasdespuésdeañosaguantandolasrodillasdelosfieles,almenosnoerantanfríoscomoelsuelodepiedra.PeroVioletnuncahubiese imaginadoquenecesitaran ser bendecidos. Y, no obstante, esa parecía ser la finalidad deaquellaceremonia.

Echóunvistazoasureloj:habíasalidodelaoficinaafindecomprarcintapara la máquina de escribir, con el acuerdo tácito de que podía parar atomarseuncafé.Envezdeesto,VioletyateníaprevistovisitarlacapilladelosPescadoresdelacatedral.SudifuntopadreeraunentusiastapescadoryensumesilladenocheteníaunacopiadeElperfectopescadordecañadeIzaakWalton,aunqueellanolohubieravistonuncaleyendoellibro.Peroahorasepreguntabasimerecíalapenallegartardeporunossimplesreclinatorios.

Unavezacabadalaoración,volvióasentirungolpesecoenelhombro.El serviciopodíadurarmásqueuncaféounaperegrinacióna lacapilladeWalton,peronopodíasoportarquelaintimidaraaquellamujer.

—Mehe apuntado al servicio—murmuró antes deque la acomodadorapudieraabrirlaboca.

Lamujerfruncióelceño.—¿Esustedunabrosladora?Nuncalahevistoenlasreuniones.Violetnohabíaoídonuncaaquellapalabraynoestabadeltodosegurade

loquesignificaba.—Soynueva—improvisó.—Pero este es un servicio para las que ya han contribuido. Tendrá que

esperaralquesecelebraráenoctubre,cuandoyahayaparticipadoplenamenteyhayarealizadoalgunalabor.

SilaacomodadoranohubiesebajadolavistaparamirarlamanoizquierdadeViolet, ella podría haber aceptado que el servicio no era asunto suyo yhabersemarchado.Deberíairsedetodosmodos,deberíairacomprarlacintapara la máquina de escribir y volver a tiempo a la oficina. Además, losservicioseranamenudoaburridos,inclusoenunacatedraltanhermosacomoladeWinchester.Peroodiabaqueaquellamujerlaestuvierajuzgandoporno

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llevar alianza.Nopudo evitarlo: ella tambiénmiró lamano izquierda de laotra.Porsupuesto,teníaunanillodeboda.

Respiróhondoparainfundirsevalor.—Medijeronquepodíavenir.Elcorazónlelatíaconfuerza,comolepasabacuandoserebelabacontra

algo,dabaigualsieraimportanteono.Porejemplo,seismesesantes,cuandolecontóasumadrequesemudabaaWinchester,elcorazónlepalpitabacontal fuerzaya talvelocidadquepensóque leperforaríaelpecho.«Treintayochoañosysigoteniendomiedo»,pensó.

Laacomodadorafruncióaúnmáselceño.—¿Quiénledijoeso?Violet señaló aunade lasmujeres con abrigodepiel que estaba en los

asientosdelanterosdelcoro.—¿LaseñoraBigginsledijoqueviniera?Porprimeravez,lamujertitubeó.—¡Mabel,chisss!Ahora laestabanmandandocallaraellaysepusocolorada.Despuésde

ponerlemala cara por última vez aViolet, regresó a su puesto de vigilantejuntoalpasajeabovedado.

Eldeánestabaenlamitaddesudiscurso.—Alolargodelossiglos,estamagníficacatedralhasidobendecidacon

muchos ornamentos —decía—, tanto de piedra como de madera, metal ovidrio.Elefectohasidolevantarelánimodeaquellosquevienenarezar,yrecordarles la gloria de Dios aquí en la tierra como en el cielo. A estaabundancia,ahorapodemosañadir losreclinatoriosqueveisanteelaltar;setrata del inicio de un ambicioso proyecto para aportar color al templo ycomodidadalosqueasistenalosoficiosenelcoroyelpresbiterio.Elgrupodebrosladorasde lacatedraldeWinchester fuecreadoelañopasadopor laseñorita Louisa Pesel a invitación mía. La palabra «brosladora» ha sidotomadadelaDevotaCompañíadeBrosladoras,ungremiodebordadorasquesefundóenlaépocamedieval.Estenuevogrupodebrosladorasdelacatedralrefleja lanoblehistoriadeesteoficioyhasidocreadopor laseñoritaPeselconelánimodeunirpasadoypresente.Muchasdelasmujeresqueloformanhanacudidoaesteservicio.Esevidentequehabéisestadomuyocupadasconlas agujas bordando estos espléndidos reclinatorios para el presbiterio, y séqueprontoempezaréisaconfeccionarcojinespara losasientosy losbancosdel coro.Los reclinatorios, con sus espléndidos colores y patrones, no soloanimarán lamaderay lapiedra, sinoque tambiénprotegerán las rodillasde

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losfielesmientrasrezan.—Hizounapausayesbozóunasonrisaqueindicabaqueestabaapuntodehacerunodesustípicoschistes—.Ynoolvidemosquelosreclinatoriosinclusopuedenhacermássoportablesmissermones.

Seoyóunarisitacolectiva.Mientraseldeánproseguía,Violetobservabaalamujersentadaasulado,

que había reído de forma más abierta. Tenía un rostro delgado y angular,comosisehubiesedesplegadounlargotriánguloisóscelesentrelassienesylabarbilla,yllevabaelcabellocastañocortadoalogarçonenotrotriángulocuyaspuntaslellegabanhastalasmejillas.SevolvióhaciaVioletmostrandounos ojos oscuros que denotaban impaciencia, como si su mirada fuera lainvitaciónquehabíaestadoesperando.

—Notehevistoantes—susurró—.¿Eresdelgrupode los lunes?¿Hayalgunotuyoaquí?

—Eh…no.—¿Todavía no lo has hecho? Yo conseguí acabar el mío la semana

pasada, justo antes de que se acabara el plazo. Tuve que cruzar la ciudadcorriendopara llevárselo.La señoritaPesely la señoraBiggins fueronmuyestrictasalrespecto.SeloentreguédirectamentealaseñoritaPesel.

Unamujer que ocupaba el asiento de delante volvió la cabeza como siescuchara, y la vecina de Violet se calló. Un minuto más tarde empezó ahablardenuevo,estavezenvozmásbaja.

—¿Estáshaciendounreclinatorio?Violetnegóconlacabeza.—¿Por qué, tus puntadas no eran lo bastante buenas? —preguntó con

expresiónsolidaria—.¡Amímedevolvieronelmíotresvecesantesdequedarsatisfechas!¿Tehanpuestoahacermadejas?¿Oaordenarlosarmarios?Losarmarios siempre necesitan que se les ponga orden, pero es un trabajoterriblementeaburrido.Opuedequeleslleveslacontabilidad.Apuestoaqueeseso.

MirólasmanosdeVioletcomosibuscarasignosreveladoresdetintaenlosdedos.Porsupuesto,tambiénbuscaríaunanillo,igualqueVioletyahabíaadvertidoqueellanollevabaninguno.

—Yomeneguéenseguidaallevarlacontabilidad.Bastantemeocupoyadeesoelrestodelasemana.

Lamujersentadadelantedeellassevolvió.—¡Chisss!Violet y su vecina se sonrieron. Se sentía bien teniendo una cómplice,

aunqueestafueraunpocoansiosa.

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Cuando el servicio empezó a llegar lentamente a su fin —el deáncompletabasudiscurso,otrohimno(Oh,santoSeñor,accedeamorar),ymásbendiciones—,yaeramuy tardeyViolet tuvoque irsecorriendo.Entoncesoyóquelamujerdelrostrodelgadoledecíaagritoscómosellamaba:

—¡GildaHill!Cruzócorriendoeljardínexterior,unazonaverdequerodeabalacatedral,

y después enfiló la High Street hasta la papelería Warren y desde allí seapresuró a regresar con la cinta negra a la compañía Southern CountiesInsurance,dondellegóacaloradaysinaliento.

No tendría por qué haberse dado tanta prisa, puesto que la oficina quecompartía con otras dos del equipo de mecanógrafas estaba vacía. En laoficina más grande que la empresa tenía en Southampton, donde ViolettrabajabaantesdemudarseaWinchester,eldirectoreramuchomásestrictosobrelasidasyvenidasdelosempleados.Yhubierasidodeesperarqueenesta oficina, mucho más pequeña y más expuesta, la ausencia de Violetllamaralaatención.Perono.Aunquenoqueríaquelareprendieran,sintióunalevedecepcióndequenadiesehubiesepercatadodequesusillaestabavacíaydeloquietasqueestabanlasteclasbeisdesumáquinadeescribirImperialdecolornegro.

Echóunvistazoalasmesasvacíasdesuscompañerasdeoficina.OliveyMaureen—que se hacían llamar O y Mo y se reían a carcajadas por susapodos aunque nadiemás lo hiciera— debían de estar tomando el té en lacocinaalfinaldelpasillo.Violetdeseabadesesperadamentebeberseunatazadetéytomarseunagalletaparallenarelagujeroquesentíaenelestómago.En el almuerzo solo había comido los sándwiches deMarmite ymargarinaquehabíapreparadoencasa.Nuncaeransuficientes:amedia tardesiemprevolvía a estar hambrienta y tenía que llenarse a base demás té. La señoraSpeedwell se escandalizaría si supiera queViolet solo tomaba un almuerzocalientea lasemana.Peroellanopodíapermitirsemás,aunquenuncase loconfesaríaasumadre.

Por unmomento consideró la posibilidad de unirse a sus colegas en lacocina. O y Mo eran dos lugareñas de unos veinte años y, si bien eranbastanteamablesconViolet,procedíandeentornosmuydistintosalsuyoylatratabancomoaunavioletaafricanaoaunaaspidistra:unadeesasplantasdeinteriorquetienenlassolteronas.Ambasvivíanconsuspadresyeraevidentequeporellocarecíandeproblemasdedinero,comotampocolosteníaantesViolet.Unaerasexi,laotramásbiendelmontón,estrenabanvestidosiempreque podían y vivían para los bailes, las citas en el cine y un desfile de

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hombres entre los que elegir. Había muchos hombres de su edad; ellas nocorríanelriesgo,comolehabíasucedidovariasvecesaVioletdespuésdelaguerra,deentrarenunsalóndebaileytenerqueelegirentreparejasdebailelo bastantemayores como para ser su abuelo, o demasiado jóvenes, o bienhombres irremediablemente dañados a los que Violet sabía que no podríaayudar.Oencontrarseconque,simplemente,nohabíahombres,porloquelasmujeres tenían que bailar unas con otras para llenar la ausencia. Mientrasmecanografiaban, sus compañeras de oficina charlaban y reían sobre loshombresquehabíanconocido,comosisedieraporsentadoquesiempreloshabríadisponibles.LasdoshabíantenidovariosnoviosenlosseismesesqueViolethabía trabajadoconellas,aunquedesdehacíapoco,ambassehabíanvuelto más serias sobre sus actuales pretendientes. En ocasiones, suentusiasmoysussuposicionesempujabanaVioletairsealacocinaaherviragua aunque no quisiera té, hasta haberse calmado lo suficiente como paravolveryseguirtecleandodeprisa.Eraunamecanógrafamuchomáseficientequesuscompañeras,cosaqueaellasparecíahacerlesgracia.

SolounavezMolehabíapreguntadosi«antes»teníachico.«Sí»,sehabíalimitado a contestar Violet, negándose a convertir a Laurence en unaanécdota.

Esa semana había sido peor.Ni siquiera la perspectiva de tomar té conuna galleta conseguía compensar el temor que sentía Violet al tener queobservar a la pequeña y rolliza Olive estirar sus dedos por enésima vezdelante de su cara para admirar su anillo de compromiso. El lunes habíaentradoenlaoficinaconunandardistinto,echandoloshombroshaciaatrásconorgulloylevantandosusapretadosrizosrubios.Habíaintercambiadounasonrisa pícara y engreída con Mo, que ya estaba instalada delante de sumáquina de escribir, y, mientras se quitaba el fular y colgaba el abrigo,anunció:

—AcabodehablarconelseñorWaterman.SequitólosguantesyVioletnopudoevitarbuscareldestellodeluzenel

dedo anular de O. El diamante era diminuto, pero incluso un minúsculoresplandoresunresplandor.

MientrasOcorreteabaporelpasillosobreunostaconesmásaltosquelosescarpinesquecalzabaViolet,aMo—queeramáslistaquesuamiga,peromenosatractivadesdeelpuntodevistaconvencional,conelpelodescolorido,lacaralargaytendenciaafruncirelceño—seledesvanecíalasonrisa.Sisehubiesesentidoamableenaquelmomento,Violet lehabríaaseguradoaMoquesuactualnovio—unreservadoempleadodebancoquehabíapasadouna

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odosvecesporlaoficina—sindudanotardaríaenproponerlematrimonio.Pero no le apetecía ser amable, al menos no sobre este tema; así quepermanecióensilenciomientrasMosecocíaensusufrimiento.

DesdeeldíaenqueOexhibieratriunfantesuanillo,laschicasnohacíanmás que hablar de eso: de cómo Joe se había declarado (en un pub,ofreciéndoleelanillodentrodesucopadeoportoconlimón),cuántotendríanqueesperarhastareunirsuficientedineroparapagarunaceremoniacomoeradebido (dos años), dónde tendría lugar la fiesta (en el mismo pub), quévestido se pondría ella (blanco mejor que marfil; Violet sabía que era unerror,puestoqueelblancoresultaríademasiadoduroparaeltonodepieldeOlive), dónde vivirían (con su familia hasta que pudieran permitirse unavivienda propia). Todo resultaba tan banal y repetitivo, sin revelaciones,sueños o deseos interesantes o sorprendentes, que Violet pensó que sevolveríalocasiteníaqueseguirescuchándolodurantedosaños.

Encendió un cigarrillo para distraerse y suprimir su apetito. Luegointrodujounahojadepapelenlosrodillosdelamáquinadeescribiryempezóamecanografiar ininterrumpidamenteunacartadelseñorRichardTurnerdeBasingstoke, que solicitaba un seguro de hogar que garantizara el pago encasodequelaviviendaysucontenidoseperdierandebidoaunincendio,unainundación u otra acción divina. Violet se percató de que no se incluía la«guerra». Se preguntó si el señor Turner comprendía que no todas laspérdidaspodíanreemplazarse.

No obstante, por lo general, Violet tecleaba sin pensar. Habíamecanografiadotantasdeesassolicitudesparaasegurarunavida,unacasa,unautomóvilounbarco,quecasinuncaseparabaapensarenelsignificadodelaspalabras.Paraella,escribiramáquinaeraunactorepetitivoycarentedesignificadoqueseconvertíaenunarelajantemeditaciónque la llevabaaunestadoenelquenonecesitabapensar,sinosoloser.

O y Mo no tardaron en volver, su parloteo las precedió en el pasillointerrumpiendolapazdeViolet.

—Usted primero, señora Hill —dijo Mo apartándose y mostrándole lapuertaaOliveparaqueentrara.

Ambas llevabanvestidosveraniegos estampadosde flores,OvestíaunodecolormelocotónyMounodecolormarrón,loquerecordóaVioletquesusencillovestidodelinoazulconlaanticuadacinturabajateníayatresaños.Peroeracomplicadomodificarunacinturabaja.

—Bueno, no me importa hacerlo, señorita Webster, que pronto seráseñoraLivingstone,estoysegura.

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—Oh,nolosé—contestóMo,aunqueparecíailusionada.Olive dejó bruscamente su taza junto a la máquina de escribir,

derramandopartedeltéenelplato.—¡Puesclaroquesí!Podríasacabarcasándoteantesqueyo. ¡Ypodrías

sermimadrinadebodaen lugardemidamadehonor!—Levantó lamanounavezmásparaadmirarsuanillo.

Violethizounapausa.SeñoraHill.Eraunapellidobastantecomún.Aunasí…

—¿Tunoviotieneunahermana?—lepreguntóaOlive.—¿TerefieresaGilda?¿Quélepasa?Noesmásqueunaviejasolter…Olivepareciórecordarconquiénestabahablandoysetragósuspalabras

conunarisa,peronoantesdequeVioletadvirtierasutonoincisivo.EnesemomentodecidióqueGildaHillleibaacaerbien.

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Violet vivía a quince minutos de la oficina, en Soke, una zona queantiguamente era una jurisdicción independiente en la parte oriental deWinchester, al otro lado del río Itchen. Con su sueldo de mecanógrafa nopodíapermitirsevivirenunodelosbarriosmáslujososdelaparteoccidentalque teníamansionescongrandes jardines,calles limpiasyautomóvilesbiencuidados.Lascasasdesubarrioeranmáspequeñasyestabanmáspobladas.Se veíanmenos coches y las tiendas tenían escaparatesmás polvorientos yvendíanartículosmásbaratos.

Ellacompartíalaviviendaconotrasdosmujeres,ademásdelacasera,queocupaba la planta baja. Por supuesto, allí no había hombres y la señoraHarveydesalentaba las visitas devaronesqueno fuerande la familia en laplanta baja y las prohibía rotundamente en la de arriba. Y, en las escasasocasiones en que había hombres en la sala de estar, la casera no paraba deentrarysalir:parabuscarelejemplardelSouthernDailyEchoquesehabíaolvidadoosusgafasdeleer,oparadardecomeralosperiquitosqueteníaenunajaulaoparaatizarelfuegopeseaquenadiesehabíaquejadodelfrío,opararecordara losvaronesquedebíanmarcharsea tiempodecogerel tren.VioletnoteníavisitantesmasculinosapartedesuhermanoTom;sinembargo,la señora Harvey le concedió a su hermano el tratamiento reservado a losextrañoshasta queViolet lemostróuna fotode familia comopruebade suparentesco.Nisiquieraentonceslosdejabasolospormuchotiempo,sinoqueasomaba la cabeza por la puerta para recordar a Tom que las gasolinerascerrabanprontolossábados.Asuhermanolehacíagracia.

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—Meda la sensacióndeestar enunaobrade teatroen laqueellavaaanunciarquehanencontradouncadáverconelcráneohundidoenlarecocina—observóconregocijo.

Para él era fácil divertirse con la señora Harvey como si fuera unespectáculo, puesto que no tenía que vivir con ella. A veces, Violet sepreguntabasialmudarseaWinchesternohabíahechomásquecambiarasumadreporotraqueeraigualdequisquillosa.Noobstante,aquípodíasubirasucuartoycerrarlelapuertaatodo,cosaqueeramásdifícildehacerencasade su madre. La señora Harvey respetaba una puerta cerrada, siempre ycuandonohubieseunhombredetrás;mientrasqueenSouthampton,sumadrese había colado algunas veces en su dormitorio como si no hubiera puertaalguna.

Cuandovolviódel trabajo,Violet rechazóel téque leofrecía sucasera,perosellevóunpocodelechearribaypusoaguaahervirensucuarto.Peseahaberpasadopartedelatardeenlacatedral,estaeralaséptimatazadeldía.Las tazasde téerancomopuntosque leservíanparamarcar losmomentos,establecían una separación entre el antes y el después: entre dormir ydespertar,entrecaminarhastalaoficinaysentarseatrabajar,entrealmorzaryvolveramecanografiar,entreacabaruncontratocomplicadoyempezarotro,entre el final del trabajo y el inicio de la noche. A veces utilizaba loscigarrilloscomosignosdepuntuación,perolamareabanenlugardecalmarlacomohacíaelté.Yademáseranmáscaros.

Sentadaconsutazaenunsillónjuntoalachimeneaapagada—nohacíasuficiente frío como para justificar el gasto de carbón—, Violet miró supequeñahabitación.Noseoíanadaapartedeltictacdeunrelojdemaderaquehabía comprado unas semanas antes en una tienda de objetos usados. Elpálido sol se colaba a través de los visillos e iluminaba la alfombra deespirales rojas, amarillas y marrones. Su padre la habría llamado una«alfombra de truenos y relámpagos».Unasmedias de color beis se estabansecandoenunapercha.Enelrincón,unmaltrechoroperoconunapuertaqueno se cerraba debidamentemostraba el escaso surtido de vestidos, blusas yfaldasquesehabíatraídoconelladeSouthampton.

Violet suspiró.«EstavidaenWinchesternoes loqueyomeesperaba»,pensó.

El traslado aWinchester el pasadomesdenoviembrehabía sido repentino.Traslamuertedesupadre,Violethabíaaguantadounañoymedioviviendo

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solaconsumadre.Loqueseesperabadelasmujerescomoella—solterasycon pocas posibilidades de casarse— es que cuidaran de sus padres. Ellaconsiderabaquehabíahechotodoloquepodía.PerolaseñoraSpeedwellerainsoportable;siemprelohabíasido,inclusoantesdeperderasuprimogénitoGeorgeenlaguerra.Procedíadeunaépocaenquelashijaseranobedientesyrespetuosasconsusmadres,almenoshastaquesecasabanyeranentregadasa susmaridos, aunque la señoraSpeedwellno sehabía entregadomuchoalsuyo.Deniños,Violetysushermanoshabíanevitadollamarlaatencióndesumadre, jugando como una pandilla muy unida y dirigida con relajadaautoridadporGeorge.LaseñoraSpeedwellregañabaamenudoasuhijaporno ser suficientemente femenina. «Nunca conseguirás un marido con lasrodillaspeladas,elpelolacioyesapasiónporloslibrosquetienes»,ledecía.LoquemenosseimaginabaellaesquelaguerratraeríacosaspeoresqueloslibrosylasrodillaspeladasparaimpedirqueVioletencontraraunesposo.

Deadulta,Violethabíaaguantadomientrasvivíasupadre,queconseguíasuavizarelambienteyabsorberlosexcesosdesumujerenarcandolascejasasu espalda y sonriendo a su hija, y bromeando siempre que podía. Sinembargo,cuandoestemurióylaseñoraSpeedwellsequedósinnadiemásaquiencontrolarapartedeViolet—puestoqueelmenordesushijos,Tom,sehabía casado y había escapado años antes—, ella tuvo que soportar todo elpesodesuatención.

Una noche, después de haber estado sentadas junto al fuego, Violetempezó a enumerar mentalmente las quejas de su madre: «La luz esdemasiadotenue.Laradionoestálobastantealta.¿Porquéseríensinotienegracia?Lasalsaparaensaladasdelacenaestabarancia,estoysegura.Tienesel pelo espantoso, ¿has intentado ondulártelo tú sola? ¿Has engordado?NoestoydeltodoseguradequeTomyEvelyndebanmatricularaMarjoryenesaescuela.¿QuépensaríaGeoffrey?¡Oh,no,otravezestálloviendo!Elpasilloseestállenandodehumedad».

«Ocho seguidas», pensó Violet. Lo que la deprimía aún más que lasquejasensíerahaberlascontado.Exhalóunsuspiro.

—Suspirar tedesfigura lacara,Violet—lareprendiósumadre—.Notefavorece.

Aldíasiguiente,eneltrabajo,vioeneltablóndeanunciosunpuestodemecanógrafaen laoficina regionaldeWinchester,queprosperabapesea lamaltrecha economía. Violet agarró la taza de té y cerró los ojos. «Nosuspires»,pensó.Cuandolosabrió,fueaveraldirector.

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Elcambiofuemássencillodeloqueesperaba,almenosalprincipio.EldirectordeSouthernCountiesInsuranceaceptóeltraslado,Tomleofreciósuapoyo («¡Ya era hora!»), y a Violet no le costó demasiado encontrar unahabitación en casa de la señora Harvey. En un primer momento, cuandoVioletanuncióconsumacautelaasumadrequesemudabaaWinchester,lasorprendiólaimpasibilidadconlaqueestaselimitóadecir:

—DeberíasirteaCanadá.Allíesdondeestánlosmaridos.Sin embargo, el lluvioso sábado de noviembre en que Tom vino con

EvelynylosniñosyempezóacargarlasescasasposesionesdeVioletensuAustin,laseñoraSpeedwellnosemoviódelabutacadelasaladeestar.Sequedóallí,sintocarlatazadetéfríomientrasalisabacondedostemblorososlos tapetes que cubrían los brazosde la butaca.No sedignómirar aVioletcuandoestafueadespedirsedeella.

—CuandonosarrebataronaGeorgenomeimaginéquepasaríaotravezporelcalvariodeperderaunhijo—declaró,comosilehablaraalsalón.

MarjoryyEdwardestabanhaciendoun rompecabezasdelantedel fuegodecarbón;lasobrinadeVioletalzólavistahaciasuabuelayobservóconsusgrandes ojos castaños las manos agitadas de la señora Speedwell, que nodejabandeacariciarlostapetes.

—Madre,nomeestásperdiendo.¡Memudoamenosdeveintekilómetrosdeaquí!

Sin embargo, mientras lo decía, Violet sabía que en cierto sentido sumadreteníarazón.

—Ypensarquehasidomipropiahijalaquehaelegidoquelaperdiera—siguiólamentándoselaseñoraSpeedwellcomosiVioletnohubiesehabladoyni siquiera estuviera en la estancia—. Imperdonable. Al menos, el pobreGeorgeno tuvoelección; fue laguerra,él lohizoporsupaís. ¡Peroestoesunatraición!

—Por el amor de Dios, mamá, Violet no está muerta—exclamó Tomcuando pasó por allí con una caja llena de platos, tazas y cubiertos de lacocinaqueVioletesperabaquesumadrenoecharaenfalta.

—Bueno, ahora está en sus manos. Si una mañana no me despierto ytardan días en descubrir que estoy muerta en la cama, ¡entonces searrepentirá!Otalvezno.Talvezsigacomosinada.

—Mamá,¿laabuelasevaamorir?—preguntóEdward,mientrassosteníaenelaireunapiezadelrompecabezas.

Nodaba la impresióndequeesa idea lopreocupara; soloparecía sentircuriosidad.

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—Yabastadehablardeeso—replicóEvelyn.La esposa deTom era unamujermorena y enérgica acostumbrada a la

señoraSpeedwell,yVioletadmirabalaeficaciaconlaquehabíaaprendidoahacercallara susuegra.Siempreeramás fácilcuandonohabía relacióndeparentesco.También había puesto en su lugar aTomdespués de la guerra.Violet apreciaba a su cuñada,pero esta la intimidabademasiadocomoparaquellegaranaserverdaderasamigas.

—Venga,daleunbesodedespedidaatutíaViolet.DespuésnosiremosacomprarmientraspapálallevaencocheaWinchester.

Marjory y Edward se pusieron en pie y, obedientes, estamparon unosbesosrápidosenlasmejillasdeVioletquelahicieronsonreír.

—¿PorquénopodemosirconellosaWinchester?—preguntóEdward—.Quieroirenelcochedepapá.

—Yate lohemosexplicado,Eddie.La tíaViolet tieneque trasladarsuscosasynoquedasuficienteespacioparanosotros.

En realidad, la tía Violet no tenía tantas cosas que trasladar. Estabasorprendidadequesuvidacupieraentanpocasmaletasycajas.EnelasientotraserotodavíaquedabasitioparaunpasajeroyaellalehubiesegustadoqueEdward fuera con ellos.Era unniño llenode energía que la ponía de buenhumorconsusincongruenciasysudescaradosolipsismo.Siseveíaobligadaaconcentrarseenelmundodesusobrino,no tendríaquepensarenel suyopropio.Sinembargo,Violet sabíaquenopodíapedirleque losacompañarasinincluiraMarjoryoaEvelyn,yporesonodijonadamientrasempezabanaponerseloszapatosylosabrigosantesdeabrirsecaminobajolalluvia.

CuandosehizoevidentequelaseñoraSpeedwellnoibaadespedirsedeella como solía hacer, mirando desde la puerta de entrada hasta que losvisitantes desaparecieran de la vista,Violet se acercó a ella y la besó en lafrente.

—Adiós,madre—murmuró—.Hastaeldomingoqueviene.LaseñoraSpeedwellsesorbiólanariz.—Notemolestes.Puedequeyaestémuerta.UnadelasmejorescualidadesdeTomeraquesabíacuándocallarse.De

caminoaWinchesterdejóqueVioletllorarasinhacercomentarios.Rodeadadecristalesempañadosyenvueltaporelolordelcueroydelpetróleocaliente,ella se reclinó en su asiento y lloró. Sin embargo, cerca de Twyford, sussollozosdisminuyeronhastaapagarseporcompleto.

SiemprelehabíagustadoviajarenelbonitoautomóvilmarrónynegrodeTom, maravillándose de cómo aquel espacio la apartaba del mundo y, al

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mismotiempo,lallevabaconeficaciadeunlugaraotro.—Puedequeme compreun coche—declaró secándose los ojos conun

pañuelo con bordado de violetas, uno de esos regalos prácticos que solíahacerleEvelynporNavidad.

Enelmomentomismodedecirlosupoquenopodríapermitirsetal lujo:ibaaserpobrecomo las ratas,aunqueahoramismoaquello leparecieraunjuego.

—¿Meenseñarásaconducir?—preguntó,mientrasencendíauncigarrilloyabríalaventanilla.

—¡Asímegusta,hermanita!—lecontestóTomal tiempoquecambiabademarchaparasubirunacolina.

SucarácterafablehabíaayudadoaVioletahacerfrenteasumadrealolargodelosaños,asícomoalaguerraysusefectos.Tomhabíacumplidolosdieciocho poco después de que les llegara la noticia de la muerte de suhermano, y se alistó en el ejército sin vacilación ni aspavientos. NuncahablabadesusexperienciasenFrancia;lamuertedesuhermanolasrelegóaunsegundoplano,talcomohabíasucedidoconelfallecimientodelprometidode Violet. Ella sabía que no valoraba lo suficiente a Tom, como siemprehacenlosmayoresconsushermanospequeños.AmbosadmirabanaGeorge,deniñosseguíansuejemploensus juegos.Cuandodesapareciósesintieronperdidos. ¿Se suponía que Violet tendría que haber asumido el papel delprimogénito,quedeberíahabertomadoelmandoydarleejemploaTom?Deserasí,habíahechounpésimotrabajo.Ellaeramecanógrafaenunacompañíadeseguros;nosehabíacasadonihabíacreadounafamilia.Tomselehabíaadelantadosinhacerruido,aunquenuncapresumíanisedisculpabaporello.Nifaltaquehacía:éleraunhombreyseesperabaquetuvieraéxito.

Cuandoacabarondedescargar lascosasdeViolet,bajo laatentamiradade la señoraHarvey, él se llevóa suhermanaa comerpescadoconpatatasfritas.

—Mamáesunroble—ledijoparatranquilizarladurantelacomida—.HasuperadolamuertedeGeorge,ytambiénladepapá.Sobreviviráaesto.Ytútambién.Solo te pidoqueno te quedes siempre encerrada en tu cuarto.Novayaaserquetedéunacuartitis,¿noesasícomolollaman?Salcongente.

Queríadecir:salconhombres.Tomeramássutilquesumadresobreestetema,peroellasabíaquetambiénélqueríaqueencontraramilagrosamenteaunhombreconelquecasarse,inclusoaesaedad.Unviudo,quizá,conhijosmayores. O un hombre que necesitara ayuda con sus heridas. Aunque laguerrahubieseacabadotreceañosantes,lasheridaserandeporvida.Cuando

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Violetsecasara,Tomyanotendríaquecuidardeella:unamolestacargadelaqueyanodeberíapreocuparsemás.Delocontrario,llegaríaundíaenque,quizá, Violet tuviera que irse a vivir con su hermano, pues eso era lo quehacíanamenudolassolteronas.

Sinembargo,noerasencilloencontrarmarido,porquehabíadosmillonesmenosdehombresquedemujeres.Violethabíaleídomuchosartículosenlosperiódicos sobre estas «mujeres sobrantes» —esa era la etiqueta que leshabían puesto—, que se quedaban solteras debido a la guerra y quedifícilmentesecasarían,algoqueseconsiderabaunatragedia,unaamenaza,en una sociedad preparada para el matrimonio. Los periodistas parecíandisfrutar de la etiqueta, que colgaban como quien clava un broche con unalfilerenlapiel.Molestaba,sinduda;peroenocasiones,elalfilerpenetrabaen las capas protectoras y hacía que sangrara. Ella había supuesto que amedida que envejeciera dolería menos y se sorprendía al descubrir queincluso con treinta y ocho años—demediana edad— las etiquetas seguíandoliendo. Sin embargo, la habían llamado cosas peores: marimacho, arpía,odia-hombres.

Violet no odiaba a los hombres y no se había pasado la vida entera sinellos.Doso tresvecesalaño,seponíasumejorvestido—elde lamécolorcobre con estampado de festones—, se iba sola al bar de un hotel deSouthamptonysesentabaconunjerezyuncigarrilloenlamanohastaquealguiense interesabaporella.Los llamabasus jerezanos.Avecesacababanenunacallejuelaoenunautomóviloenunparque;nuncaenelcuartodeélynunca en la casa de los padres de ella.Agradecía sentirse deseada, aunqueaquellos encuentros jamás le produjeron el intensoplacer que sintió en unaocasiónconLaurencedurantelalluviadeestrellasdelasPerseidas.

Todos los meses de agosto, Violet observaba junto a su padre y sushermanos las lágrimasdesanLorenzo.AunqueVioletnunca lehabíadichonada a su padre, a ella no le gustaba demasiadomirar las estrellas duranteaquellas noches en el jardín, buscando estelas en el cielo. Nunca eransuficientementeespectacularescomoparasuperarlasmolestiasquesuponíanelfrío—inclusoenagosto—,elrocíoylatortícolis.Hubierasidounapésimaastrónoma,puestoquepreferíaestarcalentita.

La lluvia de estrellas que mejor recordaba era la de agosto de 1916,cuandoLaurenceestabadepermisoyhabíaidoaverla.FueronentrenhastaRomsey,cenaronenunpub,despuéssepasearonporelcampoysetumbaronsobre una manta. Si alguien los descubría, Laurence podría darle unaminiconferencia sobre las Perseidas, sobre cómo, en su órbita, la Tierra

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atravesaba los restos de un cometa todos los meses de agosto creandoespectaculares lluvias de meteoros. Ellos dos habían ido al campo paraobservarlos,soloeso.Ylosobservaronduranteunrato,tumbadosbocaarriba,cogidosdelamano.

Despuésdeveralgunosmeteoroscruzarelcielo,Violetsepusode ladoparamirar aLaurence—unapiedra debajo de lamanta se le clavaba en elhuesodelacadera—yledijo:«Sí».Apesardequeélnohabíaformuladolapreguntaenvozalta,habíauninterroganteflotandoentreellosdesdequesehabíancomprometidoelañoanterior.

AunquelaoscuridadleimpidieraverlacaradeLaurence,ellasabíaqueélsonreía.Élsevolvióhaciaella.Despuésdeunrato,Violetdejódetenerfríoydepreocuparseporlosmovimientosdelasestrellasenelcielo,ysolopensabaenlosmovimientosdelcuerpodeLaurencecontraelsuyo.

Dicen que la primera vez es dolorosa y sangrienta para unamujer, unaconmociónalaquehayqueacostumbrarse.Nofueenabsolutoasíenelcasode Violet. Ella explotó, más fuerte que cualquiera de las Perseidas, yLaurenceestabaencantado.Sequedarontantoratoenelcampoqueperdieroncualquieroportunidaddeconseguiruntrendevueltaytuvieronquecaminaronce kilómetros, hasta que un veterano de las guerras de los Bóeres losadelantóconsuautomóvil,reconociólosandaresdesoldadodeLaurenceysedetuvo para llevarlos, sonriendo al ver las briznas de hierba en el pelo deVioletysusobresaltadacaradefelicidad.

ApenasunasemanamástarderecibieronuntelegramaquelesanunciabalamuertedeGeorgeenDelvilleWood.Yunañomástarde,LaurencefallecíaenPasschendaele.ÉlyVioletnotuvieronmásocasionesparaestarasolas,enelcampooenlahabitacióndeunhotel.Nisiquieraenunacallejuela.Cadapérdida hundió a Violet en un pozo oscuro, un vacío que se abrió en suinterior y ante el cual se sintió indefensa, sumida en la desesperación. Suhermanosehabíaido,suprometidosehabíaido,Diossehabíaido.Elagujerotardómuchotiempoencerrarse,siesquellegóacerrarserealmente.

Unos años más tarde, cuando logró enfrentarse a ello, intentó volver aexperimentar loquehabíasentidoconLaurenceaquellanoche,estavezconun viejo amigo de George que había salido físicamente ileso de la guerra.Pero entonces no había Perseidas y Violet era tan consciente de cadamovimiento,quenofuecapazdesentirplacerysoloconsiguióodiaraquelloslabiosgelatinososquelabesaban.

Sospechabaquenuncallegaríaasentirplacerconsusjerezanos.Duranteun tiempo sehabía reídode ellos con sus escandalizadas amigas, hastaque

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unas consiguieron casarse con los pocos hombres disponibles y otras seretiraronaunavidasinsexoyyanoqueríanqueVioletlessiguieracontandosus hazañas. El matrimonio en particular produjo muchos cambios en susamigas,yunodeellosfuedarlesunacapadeconservadurismoquehacíaquesesintieranfácilmentealarmadasyamenazadas.Alfinyalcabo,algunosdelosjerezanospodíansersusmaridos.Asípues,Violetempezóacallarse lascosas que hacía durante aquellos pocos días al año. Las amigas se fuerondistanciando lentamente,amedidaque losmaridosy loshijosocuparonsusvidas,yseacabaronlospartidosdetenis,lassesionesdecineylasvisitasalsalóndebaile.CuandoVioletabandonóSouthampton,yanolequedabanadieaquienechardemenosconsupartidaoaquiendarlesudirecciónoinvitaraunté.

—Violet, ¿se puede saber dónde estás? —le preguntó Tom mientras laobservabasobrelosrestosdepatatasfritasquelequedabanenelplato.

Violetsacudiólacabeza.—Losiento…esque,bueno,yasabes.Su hermano se levantó, se acercó a ella y le dio un abrazo; fue una

sorpresapuestoqueellosnoerandeesoshermanosqueseabrazan.Volvieroncaminando hasta la casa de la señora Harvey, donde él había aparcado elcoche.VioletsequedóenlapuertacontemplandocómoelAustinsealejabaporlacallemojadayluegosubióasucuarto.Creíaqueseecharíaallorarunavez que estuviera sola, en su desangelada habitación, con una puerta quepodíacerraralmundo.Peroyahabíaderramadotodassuslágrimasduranteeltrayecto desde Southampton. En lugar de llorar, contempló los escasosmueblesqueteníaasualrededor,asintióconlacabezaypusoaguaahervir.

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Violetnosehabíadadocuentarealmentedelodifícilqueseríallegarafindemes viviendo sola con su sueldo de mecanógrafa. O quizá sí, pero estabadecidida a conseguirlo costara lo que costara: era el precio que pagaba porindependizarsedesumadre.Cuandovivíaconsuspadres,lesentregabacasidos terciosde su sueldo semanal para ayudarlos con la casa, y seguardabacinco chelines para sus propios gastos —cenas, ropa, cigarrillos, revistasilustradas— e ingresaba algunos más en el banco. Sus ahorros habíanaumentado con el paso de los años y ella suponía que le harían falta másadelante,cuandoyanoestuvieransuspadres.Sinembargo,sevioobligadaarecurrir a ellos más de lo que esperaba para pagar el depósito de sualojamientoenelbarriodeSokeyparacompraralgunascosasqueacabarandeamueblarsuhabitación.EnlacasadeSouthampton,sumadreteníaenseresdesobraparadarle,peroVioletsabíaqueeramejornopedirlefavores.Quizási se hubiese mudado a Canadá para buscar marido, la señora Speedwellhabríaestadodispuestaaenviarmueblesamilesdekilómetros.Peromandaralgoaveintekilómetrosdedistanciaeraunaafrenta.Dadalanegativadesumadre,ViolettuvoquerastrearlastiendasdesegundamanodeWinchesterenbusca de una mesilla de noche barata, cuando había una muy bonita demimbre en su antiguo dormitorio, o un grueso cenicero verde que era casiidéntico al de la sala de estar deSouthampton, o varios platos demayólicadescascarilladospara la repisade la chimenea,mientrasque sumadre teníacajasllenasdetrastoseneldesván.Cuandosemudó,noseleocurrióllevarseestetipodecosas,puestoquenuncahabíatenidoqueconvertirunahabitaciónextrañaenunhogar.

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En la oficina de Winchester, Violet seguía ganando treinta y cincochelinesporsemana,lomismoqueenSouthampton.Seconsiderabaunbuensueldo para una mecanógrafa; llevaba diez años con la compañía, ymecanografiabaconrapidezyprecisión.Cuandovivíaensucasapaterna,susueldoleparecíageneroso;podíacomercalientelamayoríadelosdíasynotenía que pensárselo dos veces antes de comprar cigarrillos o una barra delabios. Pero no era un salario que permitiera a una persona sola vivir condesahogo;eramásparecidoaunpardezapatosdemasiadopequeños,quesepodíanllevar,peroqueapretabanyprovocabanrozadurasycallos.Ahoraquetenía que sobrevivir con su sueldo, Violet se dio cuenta de que, por muyorgullosaquesesintieraellaalcontribuirconlosgastosdelacasa,suspadresdebíandeconsiderarloquelesentregabacasicomocalderilla.

Lamismacantidadquelesdabaantesasuspadresacababaenmanosdelacaseraysolocubríaeldesayuno;ellamismasepagabaycocinabalacena,ytambiénteníaquepagarlalavanderíayelcarbón,cosasenlasqueantesnipensaba.Parecíaquecadavezquesalíadecasagastaradinero,yaunquesoloeranpequeñas cantidades aquí y allá iban sumando.Vivir suponíaungastoconstante.Violetyanopodíaseguirapartandodineroparaahorrar.Teníaqueaprender a apañárselas sin él. Empezó a llevar siempre la misma ropa y alavarlaamanoparaevitarquesubieraelgastodelavandería,aremendarlosrasgonesyaesconderlaszonasdesgastadasdetrásdebrochesopañuelos,asabiendasdeque,pormuchoquehiciera,no lograríadevolverle la frescura.Unaspectofrescosoloseconseguíaconropanueva.

Ya no compraba revistas ni periódicos y se contentaba con los quedesechabanOyMo,ydejódecomprarsebarrasdelabios.Empezóaracionarsuscigarrillosa tresaldía.Muchasdesuscenasconsistíanensardinascontostadasoespadinesfritosenlugardechuletas,puestoquelacarnetambiénerademasiadocara.AVioletnolegustabaeldesayuno—hubiesepreferidotostadas y mermelada— pero, puesto que pagaba por él, se esforzaba encomerseelhuevopasadoporaguaqueleservíatodaslasmañanaslaseñoraHarvey,para luego llegarmareadaal trabajo.Todas lassemanas ibaalcinesola,eraelúnicolujoquesepermitíayquepagabasaltándoselacomidadeesedía.LaprimerapelículaquevioenWinchestersellamabaCasiunalunademiel, sobreunhombreque teníaveinticuatrohoraspara encontrar aunamujer con la que casarse. Le resultaba tan doloroso verla que quiso salir amedia función, pero en el cine hacía un calor agradable y le parecióimperdonable haber sacrificado una comida para luego acabarmarchándoseantesdetiempo.

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Todos los domingos cogía el tren a Southampton para acompañar a sumadre a la iglesia y el dinero del billete lo pagaba con sus ahorros, quemenguabanpocoapoco.A laseñoraSpeedwell jamásse lehubiesepasadoporlacabezaofrecerseapagárselo.EllanuncalepreguntabaaVioletporeldineroniporsutrabajo,asícomotampocoseinteresabaporWinchesteroporcualquieraspectodesunuevavida, locualdificultabamuchomantenerunaconversaciónnormal.Dehecho,laseñoraSpeedwellsepasabalastardesdeldomingo lamentándose, como si se hubiese guardado todas sus quejas parapodersoltarlasdurantelaspocashorasquesuhijapasabaconella.SiTomyEvelynylosniñosnoestabanallí,Violetcasisiemprebuscabaunaexcusayvolvía en el tren que salía antes, sintiéndose rebelde y culpable a partesiguales. Después, se quedaba en su cuarto leyendo una novela (se habíapuestoconTrollope,elautor favoritodesupadre),salíaadarunpaseoporlosprados juntoal ríooescuchabael finalde lasvísperasen lacatedraldeWinchester.

Cadavezquecruzabalaentradaprincipalpordebajodelagranventanadel oeste y entraba en la catedral, ante la larga nave y el amplio espaciodelimitado por un impresionante techo abovedado, Violet notaba planearsobreellatodoelpesodeledificiodenovecientosañosdeantigüedadysentíaganasdellorar.Eraelúnicolugarconstruidoespecialmenteparaelsustentoespiritual en el que ella se sentía de verdad alimentada espiritualmente.Nonecesariamenteporlosoficios,queapartedelasvísperaseranpredeciblesyrigurosos,aunquelarepeticiónerareconfortante.Setratabamásbiendeunaveneraciónporellugarensímismo,elhechodesaberquemuchosmilesdepersonashabíanacudidoaélalolargodesuhistoria,enbuscadeunlugarenel que sentirse libres para estudiar las grandes cuestiones de la vida y lamuerte,envezdepreocuparseporpagarelcarbóneninviernoopornecesitarunabrigonuevo.

La catedral también le encantaba por cosas más concretas: por susvidrierasdecoloresyloselegantesarcosytallas,porsusbaldosasantiguas,porloselaboradossepulcrosdeobispos,reyesynobles,porlassorprendentesclaves de bóveda pintadas que cubrían las junturas entre las nervaduras depiedradel alto techoypor toda la energíaque sehabíapuesto en construiresascosas,portodosloscreadoresalolargodelahistoria.

Aligualquelosserviciosmáspequeños,lasvísperassecelebrabanenelcoro.Losniñoscantores,consuscaraslimpiasytraviesas,sesentabanenunahileradebancosyloscongregantesenlaotra,mientrasquelosquenocabíanocupabanlosasientosenelpresbiterioadyacente.Violetsospechabaquelos

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feligresesconsiderabanquelasvísperaseranfrívolasencomparaciónconeloficiodeldomingoporlamañana,peroellapreferíaeltoquedemúsicamásligero en lugar del estridente órganoy el sermón, que eramás corto ymássencillo que el intimidante de la mañana. Ella no rezaba ni tampocoescuchaba las plegarias, pues estas habían muerto en la guerra junto conGeorge,Laurenceyunanaciónllenadehombresjóvenes.Perocuandoestabasentadaenlasilleríadelcoro,legustabaestudiarlasaltasbóvedastalladasenroble,decoradasconhojas,flores,animaleseinclusounhombreverdecuyomostachoseconvertíaenunabundantefollaje.Porelrabillodelojopodíaverlaacechanteenormidaddelanave,peroestandosentadaallí,rodeadadelasvocesetéreasdelosniños,sesentíaprotegidadelvacíoqueentodomomentoamenazabaconengullirla.Enocasiones,llorabaquedaydiscretamente.

Un domingo por la tarde, unas semanas después del servicio depresentación de los bordados, Violet se coló en el presbiterio mientras undeáninvitadodabaelsermón.Cuandofueasentarsecogióunreclinatorioquealguienhabíadejadosobreelasiento,se lopusoenelregazoy loexaminó.Era un rectángulo de unos veinte por treinta centímetros con un círculo decolormostazaamododemedallónenelcentro,rodeadoporuncampoazulmoteado. El dibujo del medallón era un atado de ramas con bellotascuadriculadasconcáscaraentreunfollajeazulverdoso.Lascuatroesquinasteníantambiénbellotasbordadas.Loscoloreseransorprendentementevivos,elmotivoeraalegreyresultabapocoeclesiástico.Lerecordabaalosfondosdelostapicesmedievalesconsusintrincadosarreglosdemillefleursdehojasyflores.Sibienestedibujoeramássencillo,noobstanteatrapabaunecodelpasado.

Mientras colocaba el reclinatorio en el suelo y miraba los que teníaalrededor,pensóquetodoslerecordabantiemposantiguos:cadaunodeellosteníauncírculocentraldefloresonudossobreunfondoazul.Aúnnohabíasuficientesreclinatoriosbordadosparatodaslassillas,ylasdemásteníanlostípicosbloquesdefieltrorojoynegro.Losnuevosbordadosrealzabaneltonodelpresbiterio,dándolecoloryelegancia.

Al final del oficio, Violet cogió el reclinatorio para volver a mirarlo,sonriendomientrasseguíalasbellotascuadriculadasconeldedo.Siempreleparecíaunacontradiccióntenerquemostrarsesolemneenlacatedralentrelainspiradora belleza de las vidrieras de colores, las tallas de madera, lasesculturasdepiedra,lagloriosaarquitectura,lasvocescristalinasdelosniñosyahoralosreclinatorios.

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Unapresenciacercanalehizoalzarlavista.Enlanavecontiguahabíaunamujer de más o menos su misma edad que observaba el reclinatorio quesosteníaViolet.Vestíaunabrigoanchodecolorverdebosquequelecolgabadeloshombrosyqueteníaunadoblehileradegrandesbotonesnegrosenlaparte delantera. Llevaba un sombrero a juego de fieltro verde oscuro conplumasinsertadasenunabandanegra.Apesardesuatuendoalamoda,noteníapintadesermoderna,sinoquemásbienparecíahaberseapartadodelacorrientedelpresente.Nosehabíaonduladoelpeloyaquellosojosdecolorgrispálidoparecíanflotarleenelrostro.

—Perdone. ¿Le importaría si…?—dijo alargando el brazo para dar lavueltaalreclinatorioymostrarlaparteinferiordeteladecáñamoazuloscuro—. Es que me gusta mirarlo cuando estoy aquí. Es mío, ¿sabe?—añadiódandoungolpecitoalborde.

Violetentornólosojos:allíestabancosidaslasinicialesyelaño:dj1932.Después,observóalamujerquecontemplabasuobra.

—¿Cuánto tardó en hacerlo? —le preguntó, en parte por educación,aunquetambiénporcuriosidad.

—Dos meses. Tuve que deshacer algunos trozos varias veces. Estosreclinatorios pueden usarse durante siglos en la catedral, así que debenhacerse bien desde el principio. —Hizo una pausa antes de añadir—: Arslonga,vitabrevis.

Violetrecordólasclasesdelatínenlaescuela.—Elarteesduradero,lavidabreve—dijocitandoasuantiguoprofesor

delatín.—Sí.Violet no podía imaginar que el reclinatorio fuera a permanecer allí

durantecientosdeaños.Laguerralehabíaenseñadoanodarporsentadoquelas cosas perduraban, ni siquiera algo tan sustancial como una catedral, ymucho menos un simple reclinatorio. De hecho, hacía tan solo veinticincoaños,unbuzollamadoWilliamWalkerhabíadedicadounlustroaapuntalarlos cimientosde la catedraldeWinchester conmilesde sacosdehormigónparaqueeledificionosevinieraabajo.Nosepodíadarnadaporsentado.

Se preguntó si los que habían construido la catedral novecientos añosanteshabríanpodidoimaginárselaaella,allídepiebajosusbóvedas,juntoalos gruesos pilares, sobre sus baldosas medievales, iluminada por aquellasvidrieras: una mujer en 1932, que vivía y rezaba de forma tan diferente aellos.SindudanohabríanevocadoaVioletSpeedwell.

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Alargó la mano cuando «DJ» dejó su reclinatorio en una silla e hizoademándemarcharse.

—¿Esustedmiembrodelasbordadorasdelacatedral?DJsedetuvo.—Sí.—Sialguienquisieraponerseencontactoconellas,cómo…—Eneltablóndeanunciosdelpórticohayunanotasobrelasreuniones.

—Duranteun instantemiróaViolet a losojosy luegoseunióa losdemáscongregantes.

Violetnoteníaintencióndebuscarlanota.Creíaquesehabíaolvidadodelosreclinatorios.Sinembargo,unosdíasmástarde,mientraspaseabacercadelacatedral, se sintió atraída por el tablónde anuncios y enseguidavio la notasobrelasbordadoras,queestabaescritaconunacuidadosacaligrafíaparecidaa ladesumadre.Violetcopióelnúmerode laseñoraHumphreyBigginsyaquellanocheutilizóelteléfonodesucaseraparallamarla.

—Compton220—dijolaseñoraBigginsalcontestaralteléfono.Violet supo de inmediato que no se trataba de una hija suya ni de una

criadanideunahermana.Sutonodevozeratanparecidoaldesumadreensumejor época que la dejó sin habla, y la señoraBiggins tuvo que repetir«Compton220»concrecienteirritaciónhastaqueporfinacabópreguntando:

—¿Quiénesusted?Notoleraréestossilencios.Llamaréalapolicíaparadenunciarle,¡nolequepalamenorduda!

—Losiento—balbucióViolet—.Talvezmehayaequivocadodenúmero—dijoaunquesabíaquenoeraasí—.La…lallamoporlosreclinatoriosdelacatedral.

—Jovencita, susmodales por teléfono son espantosos. Está usted hechaunlío.Primerodebedecirsunombreconclaridadyluegopreguntarpormí,ydecirmequéseleofrece.Inténtelodenuevo.

Violetseestremecióyestuvoapuntodecolgar.Alpocodequeinstalaranun aparato en su casa, su madre le había dado lecciones de modales porteléfono,peseaqueellamismaespantabaconsuimpacienciaalaspersonasquellamaban.Sinembargo,VioletsabíaquedebíainsistirsiqueríatenersupropioreclinatorioenlacatedraldeWinchester.

—Me llamo Violet Speedwell —empezó a decir obedientemente,sintiéndosecomounaniñapequeña—.QuisierahablarconlaseñoraBigginsenrelaciónconelproyectodebordadosenlacatedral.

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—Eso está mejor. Pero llama usted muy tarde, y en el momentoequivocado. Nuestras clases acaban poco antes del verano y no vuelven aempezarhastaelotoño.LaseñoritaPeselylaseñoritaBluntnecesitantiempoenveranoparaelaborarlosdiseñosdelsiguientelote.

—Deacuerdo,yavolveréallamar.Sientomuchohaberlamolestado.—No tan rápido, señoritaSpeedwell.Porque supongoque es «señorita»

Speedwell,¿verdad?Violetapretólosdientes.—Sí.—Bien,ustedeslosjóvenesserindensiemprecondemasiadarapidez.Hacíamuchotiempoquenadielallamaba«joven».—Dígame, ¿sabe usted bordar? Nosotras realizamos bordados en

cañamazoconpuntodecruzparaalmohadasycojinesreclinatorios.¿Sabeloqueeseso?

—No.—Puesclaroqueno.¿Porquéatraemosatantasvoluntariasquenuncaen

suvidahantenidounaagujaenlasmanos?Esohacequenuestrotrabajoseamuchomásengorroso.

—Quizáporquemeconsideraunlienzoenblancosinfallosquedeshacer.EltonodelaseñoraBigginssesuavizó.—Ahí puede estar usted en lo cierto, señorita Speedwell. Una hoja en

blanco puede ser en efectomás fácil. Pues bien, celebramos reuniones dosdíasalasemana,loslunesylosmiércoles,delasdiezymediaalasdoceymedia,yluegodesdelasdosymediahastalascuatro.Vengaalapróximayveremosquépodemoshacer.Almenospodríaayudarnoscopiandodibujosoquizálimpiandolosarmarios.

VioletrecordóloquelehabíadichoGildasobrelosarmarios.—En realidad, me temo que no estaré disponible a esas horas, señora

Biggins,puestoquetrabajo.—¿Trabaja?¿Dónde?—Enunaoficina.—Entonces,¿porquémehallamado?Yencimaaestashorasdelanoche.

Siyaestáocupadaconotrosquehaceres,sientodecirlequenoseráustedútilparalasbordadorasdelacatedral.Exigimosuncompromisototal.

—Pero…Violettitubeó,preguntándosecómoexplicarleaestamujerprepotenteque

queríahacerunreclinatorio,unoqueevitaraquedolieranlasrodillasdurantelasoracionesyqueellapudierabuscarespecialmenteenelpresbiteriode la

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catedral. Uno que pudiera seguir existiendo mucho tiempo después de sumuerte.Alolargodelossiglos,otroshabíantalladocabezasenlasilleríadelcoro, habían esculpido hermosas figuras de santos en el mármol, habíandiseñado columnas y bóvedas robustas y memorables, o habían fabricadovidriodecoloresparalasvidrieras:todosellosadornabanespléndidamenteunedificiocuyafinalidaderahacernosalzar losojoshaciaelcieloparadar lasgraciasaDios.Violetqueríahacerloqueotroshabíanhecho.Ahorayanoeraprobable que tuviera hijos, así que si quería dejar una huella en elmundo,tendría que hacerlo de alguna otra forma. Un reclinatorio era un gestodiminutoeinsignificante,peroeraalgo.

—Megustaríahacerunreclinatorioparalacatedral—afirmóporfinconunhilodevoz,ydeinmediatosemaldijoporello.

LaseñoraBigginssuspiró.—Eso le gustaría a todo el mundo, querida. Pero lo que realmente

necesitamos, no lo que usted necesita, son bordadoras experimentadas paratrabajar con los reclinatorios que la señorita Pesel ha previsto para losasientos y los bancos del coro. No principiantas que intenten conquistar lacatedralconunsimplereclinatorio.

Violetguardabasilencio.Losañosdeexperienciaconsumadrelehabíanenseñadoque,amenudo,elsilencioeramásefectivoquelaspalabras.

—¿Paraquéempresatrabaja?—SouthernCountiesInsurance.—¡Quémedice!¿ParaelseñorWaterman?—Sí.—En tal caso, seguro que no habrá ningún problema. Vive en nuestro

pueblo. Lo conozco de nuestra sociedad ornitológica. Dígale que la señoraHumphrey Biggins le pide que le conceda un permiso de medio día paraasistiraclase.

Violet no estaba del todo segura de querer renunciar a sus valiosasvacacionesanualesparaasistiraclasesdebordado.

—¿No hay clases fuera de las horas de trabajo? ¿Por las noches o lossábados?

LaseñoraBigginsresopló.—¿Acaso cree que organizamos reuniones a conveniencia? Algunas de

nosotras tenemos familias a lasque cuidar.Bien, pídale al señorWatermanqueleconcedauntiempolibre.Laesperoelpróximomiércolesalasdiezymedia, en la casaparroquialquedaal jardín interiorde la catedral.Buenasnoches.

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ColgóantesdequeVioletpudieracontestar.«¿Quiéndelasdosnecesitaaprendermodales?»,pensó.

Parecía que las normas de la señora Biggins sobre la hora adecuada parallamaraalguiennoseaplicabanensucaso.A lamañanasiguiente,cuandoVioletllegóalaoficina,elseñorWatermanyalehabíadejadounanotaensumesaenlaqueledabapermisoparatomarselibrelamañanadelmiércoles.Apesar de lo tarde que era, la señora Biggins debió de telefonearle justodespuésdehablarconViolet,alnofiarsedequeellaselofueraapedirasusupervisor.Mástarde,Violetseloencontróenelpasilloylediolasgracias.Setratabadeunhombreanodinodepelocastaño,pielpálidaybigotecaídoque cubría en parte su vacilante sonrisa. Antes de decir nada, agachó lacabezacomosilaseñoraBigginsestuvierarondandocercadeallí.

—Nomeimportacómousaustedsusvacacionesanuales—lecontestó—,yademásesparaunanoblecausa.

Hizo una pausamientras se toqueteaba los puños de su camisa, que noestabantodololimpiosquedeberían.

«La señora Biggins los blanquearía hasta que resplandecieran», pensóViolet.

—Aunasí, tengacuidado,señoritaSpeedwell—añadióél—.¡CuandolaseñoraBigginsleechalagarraaalguien,nohayformadelibrarse!

Actoseguidodiomediavueltaysefuepordondehabíavenido,comositemierahaberdichodemasiado.

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PeseaqueestabamolestaporlainjerenciadelaseñoraBiggins,asícomoporsusmensajes contradictorios—«Venga el miércoles pero no nos serámuyútil»—, Violet se encontró esperando con ilusión la reunión con lasbordadoras. Su hermano la había estado incordiando desde que se habíatrasladadoaWinchesterparaqueseapuntaraaalgúngrupo—excursionistas,sociedadeshistóricas, fondosdebeneficenciade la iglesia—,cualquiercosaquepudieraponerlaencontactoconposiblesamigosypretendientes.Ahorapodría decirle sinmentir que lo estaba haciendo, aunque era pocoprobablequeencontrarapretendientesenungrupodebordados.

El miércoles por la mañana se le hizo raro levantarse tarde en un díalaborable,entretenerseconeldesayunoynotenerquehacercolaparalavarse.Aún con la bata marrón puesta, Violet se sentó, encendió un cigarrillo yescuchólossonidosdelacasavacíadehabitantes,pueslasdemásinquilinasse habíanmarchado a sus respectivos puestos de trabajo y su casera habíasalido a hacer la compra. Finalmente se vistió, consciente de que lasbordadorasevaluaríansuropa,supeloysumaquillaje.Despuésdepensarloun poco, optó por un sencillo vestido de gasa verde pálido con floresamarillasycogiósuchaquetadepuntobeisporsilasaladebordadoerafría.

La casa parroquial formaba parte de una hilera de construcciones en eljardín interior,alsurde lacatedral.Violetyahabíapasadoantesdelantedelos edificios, pero nunca se había parado a pensar lo que sucedía dentro.Mientras se acercaba a la entrada, empezó a sentirse un pocomal, era unasensaciónparecidaalaquetuvoensuprimerdíadetrabajoenlaoficinadeWinchester:ensuvientreselibrabaunabatallaentreeldeseodelonuevoyel

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aferrarsea lacomodidadde lofamiliar.Lapuerta teníaun timbreaun ladocon un pequeño rótulo escrito a mano que decía: llame al timbre. Aquelimpertinenteletrerocasilaimpulsóadarmediavueltaysalircorriendo.Perohuirhaciaqué,¿unahabitaciónvacía?¿Amirarescaparatessindineroenelbolso? ¿A la oficina, donde ni siquiera se habrían percatado de que ellafaltaba?

Llamóaltimbre.Despuésdeunmomentoleabrióunajovenquelamiródearribaabajoy,antesdequeVioletpudieraabrirlaboca,leordenó:

—Vayaescalerasarriba,aladerechaysigaporelpasillohastalaúltimahabitación.

«¿Cómo lo ha adivinado?», se preguntó Violet y de pronto pensó quedebería haberse puesto algo diferente, aunque no sabía exactamente qué.Encontrólahabitaciónyseobligóaentrarconvalentía,comozambulléndoseenelaguafríadelmarenlugardepermanecerdubitativaenlaorilla.Peseaquenollegabatarde—mientrasavanzabaporelpasillo,Violethabíaoídoquelascampanasdelacatedraldabanlamedia—casitodaslassillasentornoalalargamesa estaban ocupadas. Algunasmujeres ya estaban inclinadas sobresus trozos de tela de cáñamo, observando los motivos y atravesando losdiminutosagujerosconlanadecolores.Otrassusurrabanmirandolalabordebordadoque sostenían, seguramentehablandodeuna técnicaocomparandolosresultados.

Ninguna de ellas alzó la vista cuando entró Violet, de manera que sepreguntósisehabríaequivocadodehora,sihabíanempezadoalasdiezoalasnueveymedia.No,estabaseguradequelaseñoraBigginslehabíadichoalasdiezymedia.Lasqueallíseencontrabandebíandeserlasfanáticas.Laatmósfera en la sala era de tranquila actividad mezclada con ciertaautocomplacencia, que por supuesto negarían si alguien las acusara de talcosa.

Aunquenolarecordabadelservicioespecialparalasbordadoras,VioletadivinódeinmediatoquiéneralaseñoraBigginsporsucomportamiento,tansimilarasusmodalesporteléfono.Llevabaunablusadecuelloaltoyelpelocardado, recogido en la coronilla, un estilo que había dejadode llevarse entornoa1910.Nosededicabaapasearseparaecharunvistazodesdearribaalalabordecadabordadora.Selimitabaapermanecersentadaenunextremode la mesa, el que ocuparía el presidente del Consejo de Administracióndurante las reuniones,ydejabaquefueran lasbordadoras lasquevinieranaverlaycolocaran su trozode teladelantedeellacomounaofrenda.Ella la

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examinaba y se pronunciaba. Mientras Violet la observaba, tumbó a tresbordadorasunatrasotra:

«No,no,no,enestaesquinasolohasutilizadodostonosdeazul.¿Esquehasolvidado lamáximaque aplica la señoritaPesel a los fondos?Hayqueusar siempre tres tonos para aportarles textura y tonalidad. Tendrás quedeshacertulaboryvolverahacerla».

«Mira esto, has tirado demasiado fuerte, por lo que ahora las puntadasestándemasiado apretadas y la tensión es desigual.Esto no está nadabien:tendrásquedeshacerestaparte».

«¿Hasmezcladodos tiposdepuntadasaquí?¿Hasalternadoelpuntodecruzconelpuntodecruzalargado?¡Oh,querida,no!LaseñoritaPeselnosestá alentando a ser más osadas con las puntadas que usamos, pero jamásdebesalternarestasdos.¡Vuelveaempezar!».

Lastresreprendidasasintieronmientrasledecían:«Sí,señora,lovolveréahacer»,odabanunarespuestaparecida,yluegoseretiraroncomoperrosalos que se ha regañado por robar huesos de la mesa de la cena. Cuandollegaronasusasientos,hicieronunamuecaymascullaronalgoasusvecinas.

—¿Dóndeestásulabor?—lepreguntólaseñoraBigginscuandoVioletseleacercó.

—Todavíanotengoninguna.Eslaprimeravezquevengo.Hablamosporteléfono.

—LaseñoritaSpeedwell,¿noesasí?¿Notieneexperienciaalgunaconelbordado?Deacuerdo,vamosaempezar.Puede trabajarcon la señoraWay.¡Mabel!—exclamó—.AquítienesalaseñoritaSpeedwell,queteayudaráaordenarelarmario.

Unamujerdelgadaconunvestidogrisycabelloajuegoseapartódeungranarmario situadoenun rincón.Era la acomodadoraquehabía intentadoalejar a Violet del servicio en la catedral. En cuanto reconoció a la reciénllegada,reanudósutrabajo.

—Noestámuydesordenado,señoraBiggins—respondió—.Nonecesitoayuda.

—Bobadas.Unarmariopulcroyordenadofacilitalalaborynosayudaatrabajarmejor.

Violet respiró profundamente. No le quedabamás remedio que hacersevaler, como lo había hecho con sumadre cuando semudó aWinchester ycomohabía hecho conMabelWay unas semanas antes.De lo contrario noteníasentidoestarallí.

—Esperabaaprenderabordar,noaordenar—dijoenvozbaja.

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Sin embargo, parecía que todas la habían oído, puesto que se hizo unsilencioenlasala.

LaseñoraBigginsseirguióenlasilla,poniendorectalaespaldacomounmilitar.

—Señorita Speedwell, sé que está impaciente por hacer su contribuciónpersonal a la catedral con su propio reclinatorio. Pero se trata de unaoperacióncooperativa,yenelespíritudelacooperación,todastenemostareasquerealizaraquí,muchasdelascualesnotienennadaqueverconelbordadoy,noobstante,sonesencialesparanuestrosesfuerzos.Ahora,vayaalarmarioy ayude a Mabel a convertirlo en el más ordenado de Winchester. Soloentoncesleenseñaremosaenhebrarunaaguja.

Violet se puso roja durante esta reprimenda pública. Si en eso iba aconsistir ser bordadora de la catedral deWinchester—ordenar armarios ycondescender— tal vez debería irse y abandonar la idea de tener unreclinatorioconsusiniciales.Podíadejaralasbordadorasdelacatedralensusaladelacasaparroquialymarcharseadarunpaseoporlospradosjuntoalríoyadmirar lascampánulasy lasamapolasquecrecíanjuntoa laorilla.OveralosniñosdelWinchesterCollegejugaralcríquetensucampo.Opodíavolveracasaycogerlabotelladejerezbaratoalaqueintentabanorecurrirdemasiado amenudo.O ir al RoyalHotel y pedir un jerez allí, aunque nopodía permitírselo, y esperar a que un hombre se sentara frente a ella y lepagaraotro.

Notuvoquehacernadadetodoeso,puesenesemomentoentrólamujersonrientequehabíavistosentadaenelbancodelanteroduranteelserviciodepresentación de los bordados.De inmediato, la tensión en la sala se relajó.Violet nunca había conocido a una persona que tuviera un efecto tanpronunciadoenelambiente.Eraunamujermenudadeunossesentaaños,congafas y una suave papada, el cabello canoso recogido en un moño bajo ysuelto.Sugranboca semantenía enuna ligera sonrisaque tranquilizabaenlugardejuzgar.

—Señoras,estoyencantadadeverlasaquí—selimitóadecir,ydealgunamaneraesofuesuficiente.

Comosucedeamenudo,unalíderquesesientacómodaconsuautoridadnonecesitaserestridente,sinoquepuedepermitirsesergenerosa.Eracomosivinieraavisitarlaslamásamableyrectadelasmadres.

Lasmujeresquehabíansidoreprendidasseconcentraronendeshacersulaborcon renovadaenergía,mientras lasdemás seapiñabanalrededorde larecién llegada, diciéndole: «Señorita Pesel, ¿puedo decirle una cosa?».

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«Señorita Pesel, le estaría muy agradecida si comprobara mis ojetes, noconsigo que se aplanen». «Señorita Pesel, ¿he mezclado los amarillos talcomoustedquería?».«SeñoritaPesel…».Erancomocolegialasdeseosasdeagradarasuprofesorapreferida.InclusolaseñoraBigginssesuavizó.

«Alfinalmetocaráamí»,pensóViolet.Derepente,yanolepareciótanmalaideaayudarmientrastantoaMabelWayaordenarelarmario.NoqueríaquelaseñoritaPesellaencontraraociosa.CuandoVioletseunióaellajuntoalenorme roperoadosadoa lapared trasera, inclusoel ceñopermanentedeMabelsehabíarelajadoligeramente,comosialguienlehubiesepasadounagomadeborrarporlasarrugasdelafrente.

—Talvezmeayudever loquehaydentro—sugirióViolet—hastaquepuedaempezaraaprenderabordar.

MabelWayasintió,sinapartarlosojosdelaseñoritaPeselmientrasestarecorría la sala, como una novia que saluda a los invitados en el día de suboda.

—Tengoalgunos trabajosquequieromostrarte—ledijoMabel—.¿Porqué no sigues separando las madejas de lana azul y amontonándolas,asegurándotedequenosemezclen?Mira,heempezadodeclaroaoscuro.

Hizoungestohacialalanaquehabíaenelanchoalféizardelaventana,juntoalroperoyluegosefuecorriendo.

Violetmirólasmadejas.Notocabalalanadesdeque,deniña,suabuelaleenseñóahacerpuntoyganchillo.Leconfeccionóunamañanitaa sumadreque la señora Speedwell ni siquiera se probó y a su padre una bufanda decolor indefinido entre verde y amarillo que él llevó fielmente al trabajodurante dos semanasmientras sumadre se quejaba a diario de que haría elridículo por complacer a su hija. Cuando la bufanda desapareciómisteriosamente,laseñoraSpeedwellnegósabernadaalrespecto.

MabelWayhabíaseparadolosazulesdelosrojosyamarillos,naranjasymarrones,yaVioletleparecióquesolohabíadostonos—azulclaroyazuloscuro— y que ya estaban clasificados. No veía qué más podía hacer conellos, miró en el armario para ver si había algo más que pudiera ordenar,aunquelaorganizaciónnoerasufuerte.Laropa,losjuguetesyloslibrosdesus hermanos siempre estaban más recogidos que los de ella. Georgeclasificabasus librosporordenalfabético,Tomporcolory tamaño.LosdeViolet acababan siempre revueltos: los libros que le encantaban junto a losqueodiaba,loslibrosquenohabíaleídojuntoalosqueyaconocía.Consuropapasabaalgoparecido:cepillabasusvestidosy sus faldasy loscolgabaconcuidado,perodealgunamaneraacababanarrugadosydesordenados.El

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cabello no se lemantenía ondulado, sino que perdía cuerpo con demasiadafacilidad. Cuando aún vivía con su madre, eso no tenía tanta importancia,peroahoraqueintentabaserindependiente,sedabacuentadeesospequeñosfallos.

Elarmariodelasbordadoraseraunapreciosidadparaquienapreciaraelorden.Estabaequipadoconmuchosestantes,cadaunodeellosconetiquetaspegadasyescritasamano: reclinatoriosparaarrodillarse;almohadonesparalassillasdelcoro;cojinesparalosbancos.Habíacajasdevariostamañosqueseparabanlaslanasdecoloresunasdeotras,ypilasdediseños.Habíavariascajasdemodelos,yrollosdeteladecáñamo(tejidosimpleotejidodoble).Siexaminabaelarmariodurantemediahora,Violetcomprenderíacómoestabaorganizadoelproyectode lasbordadoras.Talvezeraporellopor loque laseñoraBigginsselohabíaasignadoaella.

Elarmariolerecordabaalasclasessobrematerialdeoficinaenlaescuelade secretarias a las que había acudidodurante unos dos años después de laguerra,cuandofinalmenteaceptóquenuncasecasaríayquenecesitabahaceralgo con su tiempo que no fuera ser la acompañante de sumadre.Allí, laschicas aprendían sobre todo mecanografía y taquigrafía, pero tambiénrecibíanalgunasclasessobrecómoorganizararmariosdeoficina,durantelasquese lesenseñabaquesiemprehabíaqueponer losobjetosmáspesadosyvoluminosos en las estanterías inferiores, o que había que utilizar tapas decajas para clasificar y guardar dentro las puntas de las plumas, las gomaselásticasylossujetapapeles.VioletpensóentoncesqueaprenderaquelloseríarebajarseysuspendiósuprimerexamendeOrganizacióndeOficinas.Ahoraserioalrecordarlo.

—¡Aquíestás!—Oyódepronto—.Despuésdelservicioenlacatedralmepreguntésivendríasaalgunareunión.

EraGildaHill,queacababadellegaryseacercabaaelladeprisa.Llevabaunvestidodefloresrojoyblancoconcuellodepicoquereflejabasurostrotriangular.Aladvertirel trazodepintalabiosrojobrillante,Violetseacordódequeellateníaloslabiosmordisqueados.

—Hola—lecontestóVioletcasiavergonzadamientrasletendíalamano—.MellamoVioletSpeedwell.

Gildaleestrechólamano.—GildaHill, ¿recuerdas?Nos lovamosapasarmuybien juntas. ¡Pero,

bueno,nomedigasqueBigginstehapuestoaordenarelarmario!YsupongoqueconMabel.¿Teestáhaciendoclasificarlalana?Lomejoresexaminarlaconluznatural.EsporesoporloqueMabellateníaenelalféizar.¿Notelo

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hadicho?Enserio, ¡no tieneremedio! ¡Ysubordado!Nodeberíaseñalaranadie, porque el mío no tiene nada de especial. Digamos que por algo leasignan tan a menudo el armario. ¿Te han explicado Mabel o la señoraBigginslodelosazules?¿No?Lomejorseráquemiresmientraslohagoyo;así lo comprenderás mejor. —De una bolsa que tenía a sus pies, sacó unbastidor rectangular en el que había una tela tensada—.Estoy haciendo unreclinatorioparaelpresbiterio.Nadacomplicado,nocomolosalmohadonesdelcoro.

—¿Quémáscosasestáishaciendo?—lainterrumpióVioletexhaustaporelcotorreodesunuevaamiga.

—¿Bigginsnotelohadicho?Puesclaroqueno:nuncaexplicalascosasprácticas, supone que lo sabes. Primero empezamos a trabajar con losreclinatoriospara las sillascercanasalaltarenelpresbiterio, comoeste.—Gilda dio una palmadita al rectángulo bordado—. De estos hay que hacermuchos.Losdibujossonvariacionessobreuntema:unaespeciedenudodeestilomedievalenelcentro,circular,confloresoformasgeométricas,sobreunfondoconpatrónazulysombreadooenzigzag.LaseñoritaPeseldicequesiempredebemosusaralmenostrestonosdeazulparaelfondo,afindedarletextura.Estossonlostonosdeazulqueestásclasificando,haycuatro,asíquecuando hagas un reclinatorio elegirás tres de esos cuatro. Luego están lascenefasquesedecoranconcuadradosorectángulosdecolorrojoomarrónycremaoamarillo,conpequeñosmotivosenlasesquinas.Nosondemasiadodifícilesdehacer,yhayunasorprendentevariedaddepuntadasytonos,porloque parecen individuales pero son armoniosas cuando están juntas. LaseñoritaPeselesunadiseñadoragenial.

Violetasintió,preguntándosesillegaríaaconoceralagenio.—Luego hay dos tipos de almohadones: los de la sillería, que son los

cojinesmáspequeñosparalassillasdelapartetraseradelcoro;yloscojinesdebanco,queseránmuchomás largos.Estosyalgunosde los reclinatoriostendránuna seriedemedallones en el centroqueestádiseñando la señoritaSybilBlunt.EsunaamigadelaseñoritaPesel.Solohacelosdibujos,porloquenolaverásmuchoenestasreuniones.Losmedallonesseránescenasdelahistoria inglesa relacionada con Winchester. Por ejemplo, habrá reyes quehayangobernadoaquí,queesténenterradosaquíoquetenganvínculosconlaciudad, como Alfredo el Grande, Canuto el Grande o Ricardo Corazón deLeón,yunodelreyArturo.YtambiénhabráobisposfamososdeWinchestercomoWykeham,BeaufortyWodeloke.

—¿Hayalgunamujer?

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—Esposas.EmmayMaríaTudor.Enloquerespectaalestilodebordado,losmedalloneshistóricosseránunamezcladegrandespuntadasypetitpointutilizando lanamás finay seda,y esos requierenmuchahabilidad.Solo lasbordadoras más experimentadas trabajarán en ellos. Las demás nosencargaremos de decorar los fondos y los bordes. La señorita Pesel habordado la parte superior de uno de los reclinatorios históricos paramostrarnosloquequierequehagamos.¿Tegustaríaverlo?

Violetasintió.—Supongo que Biggins lo tendrá guardado en el armario del pasillo.

Vuelveconloqueestabashaciendoyyoiréabuscarlo.—Sacódosmadejasdeazuldelmontón—.Aquítieneseltercerycuartoazul.

Violetselosquedómirando.—Amímeparecentodosiguales.Gildaseechóareír.—Cuando has trabajado con ellos durante meses, acabas conociendo a

fondocadatono.—Leguiñóelojomientrassealejabaapresurada.Violet examinó la lana, esforzándose por distinguir entre los distintos

tonosdeazul.Cerrólosojosporuninstanteypensóenunaclasededibujoque había tenido hacía unos años en Southampton. Había acudido con unaamigaquesecasóalañosiguienteydesapareciódeesavida,deseosadequeVioletno lerecordarasuanteriorcondicióndemujersobrante.Mientras losalumnosrayabanelásperopapeldedibujoconsuslápices,elprofesor—unhombre genial que había perdido un brazo en la guerra («No el brazo dedibujar,graciasaDios,porquehabríapodidoserpeor»)—lesdijoquefueransoldadosycerraranlamentemientrasabríanlosojos.

Violet se preguntó entonces si Laurence había hecho eso: si se habíalimitadoaseguirórdenesyhabíadejadodepensarenelcampodebatalla.Nohabía información sobre cómo murió, no había ningún informe de sucomandanteodesuscompañerossoldados,ningúnpequeñodetalle («Hacíasonreír a los hombres con sus imitaciones del káiser») ni adjetivos oadverbioscontundentes(«EltenienteFurnissluchóvalientementejuntoasuscamaradas y desempeñó un papel importante en la defensa del territorioconquistado»).Talvezelcomandantehabíaescritodemasiadascartascomoaquellaesedíayselehabíanagotadolossuperlativosylasfrasesedificantes.O tal vez nadie vio lo que le sucedió a Laurence Furniss: era uno de loscientosdesoldadosbritánicosquemurieronenPasschendaeleel1deagostode1917.Probablementenohabíahechonadafueradelocomún;moriraqueldía no tenía nada de especial. Aunque nadie se lo había dicho, Violet se

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enteródelterriblebarrizalquehabíahabidoallíysepreguntósisimplementenosehabríaquedadoatrapadoenélconvirtiéndoseasíenunblancofácil.

Una tarde, en clase de dibujo, el profesor estaba ausente y una mujerocupósulugaraqueldía.Teníaunestilomuydistinto:colocabalashabitualesnaturalezasmuertasdefrutasybotellasycopas,ylespedíaalosalumnosquelas dibujaran rápidamente; después los hacía desplazarse por la sala a otrocaballetedondedebíandibujarlasdeprisa,yotravez,paraluegoregresarasucaballeteoriginalypasarseunahoraconeldibujo.Violetnoestabaseguradelo que se suponía que debía aprender. «Seguramente que todo depende delángulodesdeelquesemire»,pensó.Leentraronganasdesalir a fumaruncigarrillo.

La nueva profesora merodeaba detrás de ellos, deteniéndose a menudoparamirarsusdibujosyhacercomentarios,pocosdeelloselogiosos.Violetintentaba bloquear el sonido de su voz, retrayéndose profundamente en suspropiospensamientos.Alolejosoyóquealguienlallamabaporsunombre,perosololoescuchócuandoviounamanomoviéndosedelantedesudibujoapenasempezado.

—SeñoritaSpeedwell,¿enquéestápensando?—Enmihermano—respondióellasorprendidaporsupropiafranqueza.ElanunciodelamuertedesuhermanoGeorgesíestuvoacompañadode

algunas palabras: «noble esfuerzo», «leal ante el fuego enemigo», «murióvalientemente defendiendo los valores más sagrados de su país». Ella eracapaz de repetir estas expresiones, porque sumadre lo había hechomuy amenudoalolargodelosaños,succionandocadagotadeconsuelohastaquequedaronsecascomopalosydespojadasdesentido.

—Dejedepensar en él—leordenó laprofesora—.Noestá aquí—dijoseñalandolanaturalezamuerta—.Solodeberíapensarendóndeestáelreflejoenlamanzanaoencómoplasmarlovítreodelabotella.Debeustedcentrarsepor completo en lo que está observando y olvidarse de todo lo demás.Asíconseguiráunmejordibujo,yademásseráunalivioparaustedconcentrarseenloqueestáhaciendoenestemomentoydejardedarlevueltasalacabeza.

Con estas últimas palabras le dio aViolet permiso para dejar de lado aGeorgey aLaurencedurante aquella tarde.Aquella noche realizó sumejordibujoynuncamássintiólanecesidaddevolver.

Ahora que debía clasificar las lanas azules intentaba recuperar esasensacióndedejarescaparlospensamientosirrelevantesparatenerunavisiónclara. Era llamativo cuántos sentimientos se agolpaban en su interior:curiosidad por lo que iba amostrarleGilda; inquietud por no ser capaz de

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utilizarsuficientementebienunaagujaparabordaralgoparalacatedral;rabiacontra la señoraBiggins por regodearsemenospreciando a las trabajadoras;timidezalintentarencontrarunlugarentretodasesasmujeresqueyasabíanloqueestabanhaciendo;preocupacióndequenadiesepercatarasiquieradequenohabíaidoatrabajaraquellamañana;dudassobreloquepodríacenarqueno llevara sardinas, judíaso espadín, puestoque estabaharta de comereso. Seguramente tenía aún más pensamientos en la cabeza, pero Violetconsiguiólibrarsedelamayoría,volvióaobservarlalanaysediocuentadeinmediato de que uno de los azules tenía un tono verdoso que le daba unaspecto turbio que recordaba al mar, como sus propios ojos, que a ella lehubiese gustado que fueran de un azul más claro, igual que el azul de lamadejaqueescogióydejócaerenlacaja.Azulclaro,azulrealconuntoquedeverde,azulverdeyazuloscuro.EnpocosminutosacabódeclasificarlosycuandoGildavolvió,yahabíaacabado.

—Aquí lo tienes —dijo Gilda, dándole un trozo rectangular de telabordadadeunostreintaporsetentacentímetros.

Enelmedallóncentralhabíapequeñaspuntadasdepetitpointensutilestonosmarrónycrema,querepresentabanunárbolcondospavosrealesazulesymarronesensusramas,picoteandoracimosdeuvascolgantesmientrasunacabrayunciervopastabanasuspies.Eldiseñodelasplumasdelpavorealeraintrincado,mientrasquelasuvashabíansidoplasmadasconmaestríaconunoscuantospuntosdecolor.Alrededordelmedallónhabíaunbordadomásatrevido con un complicado patrón de llamativas puntadas que formabannudosceltasazulesyfloresrojassobreunfondoamarillo.

—Esexquisito—declaróViolet,siguiendolafiguradelpavorealconundedo—.Estanhermosoquenopuedoimaginarquealguienvayaasentarserealmentesobreélcuandoestélistoparausarse.

Se oyó una risa, no con el tintineo agudo de Gilda, sino más grave ymeliflua. Violet alzó la vista y se encontró con dos profundos pozosmarrones. La mirada de Louisa Pesel era directa y sostenida, a pesar delclamor en la sala y de la cercana presencia de la señora Biggins. LouisamirabaaVioletcomosifueralaúnicapersonaallíqueimportara.

—¿Quépartede lahistoriadeWinchesteresesta?—lepreguntóViolet—.Nohacemuchoquevivoaquí,ynolaconozco.

—Tienequeretrocedermáseneltiempo,hastalaBiblia.—¿ElÁrboldelaVida?—preguntóViolet.Aligualquelasdemás,tambiénellaqueríaagradaralaseñoritaPesel.Lamujermayorasintió.

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—Sí.LosdemásmedalloneshistóricosguardaránunarelacióndirectaconWinchester,peropenséqueelprimeropodíasermásuniversal.Porfortuna,eldeánSelwynestuvodeacuerdoconmigo,aunquesolose lodijedespuésdequeelmedallónestuvieramedioacabado—admitió riéndose—.Esteyotroserán para los asientos de los sacristanes, a cada lado de la nave centralcuandoseentraenelcoro.Sonunpocomás largosqueel restoporque losasientos son más amplios. ¡Tal vez los sacristanes sean más anchos quenosotros!

—Señorita Pesel, le presento a la señorita Speedwell, nuestra nuevarecluta —la interrumpió la señora Biggins—. Aunque empieza demasiadotarde.

—Nuncaesdemasiado tarde—lecontestó laseñoritaPesel—.Tenemoscientosdealmohadonesyreclinatoriosparalasrodillas.Estaremosbordandodurante años y necesitamos toda la ayuda del mundo. Veo que la señoraBiggins la ha puesto a clasificar la lana. Eso estámuy bien, pero si quiereempezarabordardurantelasvacacionesdeverano,debeaprenderyaadarlaspuntadas. Yomisma le enseñaré. Venga y siéntese—le dijo precediéndolahasta dos plazas que habían quedadomilagrosamente libres en lamesa sinqueellatuvieraquepedirlo—.SeñoritaHill,¿seríatanamabledeirabuscaruncuadradode telayunmodelopara la señoritaSpeedwell?Porahora,noharáfaltaelbastidor.

Mientras se alejaba apresurada, Gilda sonrió a Violet convirtiendo susojosendosrendijasymostrandounosrelucientesdientesdecaballo.

—Bien,señoritaSpeedwell,¿habordadoustedalgunavez?—lepreguntólaseñoritaPesel inclinandolacabezacomounpájaro—.¿Nohizopuntodecruzenlaescuela?

—No.—Violetsedetuvo.Sintió que surgía un vago recuerdo de un viejo trozo de tela que acabó

gris de tanto manosearlo, salpicado de cruces que formaban una casaprimitiva,unjardíndeflores,elalfabetoyunverso.

—Señor,damesabiduríaparaencontrarmicamino…—murmuró.—…nopidoriquezasnilargodestino—completólaseñoritaPesel—.Un

dechadobastanteanticuado,ymuypopular.¿Quiénseloenseñó?—Mimadre.SigueechandodemenosalareinaVictoria.LaseñoritaPeselseechóareír.—Midechadonoeramuybueno—añadióViolet.—Entonces tendremosqueenseñarle amejorarlo.Empezaremoscon los

principales puntos que utilizamos para los reclinatorios de rodillas y los

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almohadones: cruz, punto de cruz alargado, petit point, punto de arroz,gobelino recto y ojetes. Aunque vamos añadiendo puntos a medida queavanzamos,paraaportarmásvariación.Estoydecididaaevitarquetenganeltípicoaspectodealmohadóndepuntodecruzconescenadebosqueentonosverdes,amarillosymarrones.

Violetsonrió: laseñoritaPeselhabíadescritoconprecisiónlassillasdelcomedordesumadre,laseñoraSpeedwell.

Gilda volvió con un cuadrado de tela de cáñamomarrón y también untrozosimilarcondiferenteszonasconpuntadasrealizadasenazulyamarillo.

—Escáñamoitaliano—explicólaseñoritaPeselmientrasleentregabaelcuadradoaViolet—.Yestoesunaagujadetapicería,conelojograndeylapunta roma. —Se la ofreció junto con una hebra de lana azul medio—.Veamos cómo la enhebra…Muybien, veoque se acuerda.Estamañana leenseñaré a hacer el petit point, el punto gobelino, el de cruz y el de cruzalargado—dijodandoungolpecitoencadaunade laspuntadasdelmodelo—.Estatarde,elpuntodearrozylosojetes.Sitodovabien,¡alfinaldeldíahabrácompletadosupropiomodelodepuntadas!

Violetabriólabocaparaprotestarydecirlequesolosehabíatomadolibrelamañana, pero entonces se lo pensómejor. ¿Quién iba a advertir que nohabía ido a trabajar o iba a preocuparse por ello? ¿O y Mo? ¿El señorWaterman?Nolecostaríanadarecuperarelretraso.YsielseñorWatermansequejaba,podíapedirlealaseñoraBigginsqueloasustara.

—Ahora,algunasreglas—prosiguiólaseñoritaPesel—.Noutilicenuncaunaagujaafiladapuestoqueesodeshilacharálatela;solounaroma.Nodejenudos, porque se desharán o harán un bulto; deles una puntada y despuéscorteelnudo,yolemostrarécómohacerlo.Lospuntosdebenestarapretados,piense que deben cubrir cada pedazo de la tela, de forma que estécompletamente llena y no se vea nada de la trama. Un agujero entre laspuntadas hará que el cojín sea más frágil y menos resistente. Estosalmohadonesy reclinatoriosvanautilizarse todos losdías,algunosdeellosdosotresvecesaldía,almenosdurantecienaños,oesoesperamos.Esdecirque la gente se sentará o se arrodillará en ellosmiles de veces. Deben serrobustosparaaguantarestetipodeusodurantetantotiempo.

»Porúltimo,noolvideelrevésdelatela.Loquequeremosesquelapartetrasera sea casi tan pulcra como la delantera. Si comete errores, podrácorregirlosallídetrásynadiesedarácuenta.Perounrevésembrolladopuedeacabarafectandoalderecho;porejemplo,con laagujasepodríancoger sin

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quererhebrassueltasypasarlasalotrolado.Unrevéspulcrosignificaquesehatrabajadopulcramenteenlapartedelantera».

Violet recordó el dorso de sumuestrario de bordado, enredado de lana,mientras la parte delantera era un campo de cruces irregulares, paradesesperacióndesumadre.

—Debemos considerar nuestros trabajos como si fueran servicios en lacatedral —añadió Louisa Pesel—. En el presbiterio o en el coro siemprepresenciamoscelebracionesvistosas,conprocesiones,oraciones,himnosyelsermón, todo ello muy bien coreografiado, casi siempre gracias a lossacristanes,quesonlosencargadosdedirigirloydemantenerlotodolimpioyorganizado en los despachos lejos de la vista del público, para que laceremoniatranscurrasinsobresaltos.

Violetasintió.—De acuerdo, empecemos entonces con el petit point, que utilizará

mucho —dijo la señorita Pesel señalando unas puntadas amarillas quesalpicaban elmodelo—.Es resistente, sobre todo si se hace en diagonal, yllenamuybienloshuecos.

Violet tuvo que pelearse con la aguja, la lana y la tela, con las que noestaba familiarizada. La señorita Pesel era paciente, pero Violet se sentíatorpee inseguray se asustabacadavezque llegabaal finaldeunahilerayteníaquedarmediavuelta.

—Unapuntadaendiagonalydespuésdoscuadradoshaciaabajo—repitiólaseñoritaPeselvariasveces—.Ahoraparavolveralafilaesunadiagonalydosatravés.Enverticalbajandoporlafila,enhorizontalsubiendo.¡Esoes!—dijoaplaudiendo—.Lohaentendido.

Violetsesentíaestúpidamenteorgullosa.La señorita Pesel la dejó practicar varias hileras de petit pointmientras

ellaibaaayudaralasotras.Parecíaajenaalapresióndelasbordadorasqueesperabanmudase impacientesdetrásdeellayquemirabanaVioletconelceñofruncidoporencimadelhombrodesuprofesora.

Pasadosveinteminutosvolvióparacontrolarcómoleiba.—Muy bien —dijo examinando las filas de puntadas de Violet—. Ha

aprendidoadóndedebeirlaaguja.Ahoradeshágalotodoyvuelvaaempezardesdeelprincipio.

—¿Qué?¿Porqué?—sequejóViolet.Ellacreíaque loestabahaciendobien.

—La tensión de cada puntada debe ser la misma o el resultado serádesigual y feo. No desespere, señorita Speedwell —añadió, observando la

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expresióntristedeViolet—.Puedogarantizarlequetodaslasmujeresenestahabitaciónhandescosidomuchalabor.Nadieloconsiguealaprimera.Ahora,pongamosordenenloquetocaalfinaldelashileras.Despuésleenseñaréelgobelinorecto.Separecebastantealpetitpointperoesmuchomássencillo.

Erarealmentemássencilloymásfácildedominar,porloque,antesdelalmuerzo, la señorita Pesel también pudo enseñarle el punto de cruz y elpuntodecruzalargado.

—Estoymuycontentaconsusprogresos—declarómientrasledevolvíalatela de cáñamo—.Esta tarde pasaremos al punto de arroz y a los ojetes, ydespuésestarálista.Reanudaremoslasesiónalasdosymedia.

Violetacogiólafelicitaciónconelentusiasmodeunaniña.

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Mientras las bordadoras recogían sus labores para ir a almorzar—algunasvolvían a casa,mientras otras iban a comer con la intención de regresar—,Violetsepreguntóporuninstantequéibaahacerella.Deberíaregresaralaoficina y pedirle permiso al señorWaterman para quedarse también por latarde.Enesemomento,Gildaseplantóasulado.

—¿Comemosalgoenel jardínexterior?—sugiriócomosi llevaranañossiendoamigas—.Allí,juntoaThetcher,hayuntejodebajodelcualmegustasentarmecuandohacecalor.Ademástepermiteverlasentradasysalidasdelacatedral,loquegarantizaunadiversiónsinfin.

—¿Thetcher?—¿Nolosabes?¡Puestevaaencantar!Gilda la cogió del brazo para guiarla. Violet sintió ganas de apartarse:

había algo en la delgada cara deGilda, los prominentes dientes y las finasarrugasalrededordelosojosquetransmitía…noexactamentedesesperación,sinounaabrumadorainsistencia.

—Se supone que he de volver al trabajo esta tarde—le dijo mientrasbajaban por la escalera—. No había caído en la cuenta de que tenía quequedarmeeldíaentero.LaseñoraBigginssolomencionólamañana.

Gildasonrió.—LaviejaBigginsseguramentenoqueríatenerteaquítodoeldía.Sihe

desertefranca,creoqueactúacomosiunanuevavoluntariafueraunacargaque Dios le ha impuesto, cuando en realidad estamos desesperadas porconseguirmás bordadoras. ¡Esa boba debería darte las gracias! Por fortuna

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cuentascon labendiciónde la señoritaPesel.De todas formas, ¿nopodríastomartelatardelibre?¿Tusupervisorescomprensivo?¿Dóndetrabajas?

—EnSouthernCountiesInsurance.Gilda se detuvo en medio del jardín interior, con la catedral detrás de

ellas.UngrupodejóvenesalumnosdelWinchesterCollegeconsus togasysus sombreros de paja las adelantó por ambos lados, correteando sobre losadoquinesdevueltaaclase.

—Supongo que conoces a Olive Sanders —dijo, mirándola como sihubiesemordidounamanzanaydescubrieradeprontoqueestabareseca.

—Sí,lasdossomosmecanógrafas.Compartimoslaoficina.—¡Pobre de ti! Lo siento, no debería haber dicho eso—exclamóGilda

quenoparecía lamentarloenabsoluto—.Peroesquenopuedo imaginarmeestarconellaenunespaciocerrado.¿Cómoaguantas?—lepreguntócuandovolvieronaponerseenmarcha.

VioletrecordólasestúpidasconversacionesquehabíaoídoentreOyMo,los chillidos, las carcajadaspornada, ladespreocupada condescendencia, elperfume dulzón, las tazas de té medio llenas, con colillas de cigarrillosflotandoenellas.

—Novaaserpormuchotiempo.—No, ¡porque se va a casar conmi hermano! Así que el problema de

Olivemellegaráamí.¿Sabesque tuvoeldescarodesugerirqueellapodíahacermitrabajo?Yollevolacontabilidadylascitasdeltallerdemihermano—leexplicóGilda,mientraslaguiabaporunpasadizodearcosformadoporlosarbotantesde lacatedralque ibadel jardín interioralexterioryacababadelante de la entrada principal—. ¡Y no tiene ni idea de números ni deautomóviles!Lequitéesaideadelacabeza.

LasombradedudaquelerecorrióelrostrohizosospecharaVioletquenoera así, y lo sintiópor ella. «La incertidumbredeuna solterona—pensó—.Siempreestáahí,subrayandotodoloquehacemos».

Alzó la vista hacia la catedral. Su exterior siempre era una sorpresa.Violet lahabíavisitadoenvariasocasionesdesde su infanciay sabía cómoera, pero siempre deseaba que fuera espectacular y volvió a sentirsedecepcionada. Cuando pensaba en una catedral en abstracto, siempre seimaginabaunedificioportentosoyllenodedramatismointegradoporpartesgrandes:laentrada,elcuerpodeledificioysobretodolatorreoelchapitel.Unedificioquegritarasupresenciaycuyaesenciafísicanodejaraquenadieolvidasequeestabaallíparaqueloshumanosrindieranculto.Cercadeallí,lacatedraldeSalisburyloconseguíaconsuimpresionantechapitel,elmásalto

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deGranBretaña;y también ladeChichester,queViolethabíavistocuandovisitó a sus abuelos.Durante unas vacaciones había admirado las hermosastorrescuadradasdelacatedraldeCanterbury,ydeLincoln,quedominabayconquistabalaciudadcomodebíahacerlounacatedral.

Enrealidad,lacatedraldeWinchestereraachaparradacomounsapogrisen medio de un césped nada memorable en la High Street. Resultabasorprendentementefácilpasarporaltolacatedral, teniendoencuentaquelaciudadhabíasidolabasecentraldelpoderdemuchosreyes;amenudo,Violettenía que orientar a los turistas que deseaban visitarla, incluso cuando lateníandelantedesuspropiosojos.

—Oh—exclamabanentonces—.Vaya.Yellasabíaquepensaban:«¿Dóndeestálatorre?».Pueslacatedralsolo

tenía una torre achaparrada; el edificio recordaba a un perro con la colacortada,eracomosielproyectosehubieraquedadosinfondosantesdepoderseguirconstruyendoa loalto.Parecíamásuna iglesiaenormequeunagrancatedral.

«El interior es mejor —habría querido decirles ella entonces—. Lacatedralpordentroesespectacular».

PeroViolet no estaba acostumbrada a decir lo que pensaba a extraños.Además,notardaríanendarsecuentaporsísolos.

El césped del jardín exterior rodeaba la catedral, atravesado por dossenderosbordeadosdetilos.Portodaspartes,losvisitantesylostrabajadoresaprovechabanlosrayosdelsolparasentarsesobrepañuelosoperiódicosenlahierba y comer sándwiches. Algunas tumbas y sepulturas salpicaban elcésped,yeranevitadasrespetuosamenteporlosqueallíalmorzaban,exceptoGilda,quesedirigióhaciaunasituadaaunoscincuentametrosdelaentradadelacatedral,debajodeungrantejo,yseagachójuntoaél.

—Thetcher—anunció.Violetexaminólalápidablancaquelellegabaalacintura.—«Thomas Thetcher—leyó en voz alta— que falleció a raíz de unas

violentasfiebrescontraídasporbeberunacervezaligeraparaaplacarelcalorel12demayode1764».¡Caramba!

AQUÍ DESCANSA EN PAZ UN GRANADERO DEHAMPSHIRE,ALQUE LAMUERTEALCANZÓBEBIENDOCERVEZASUAVE.SOLDADOS,APRENDEDDESUREPENTINACAÍDA,

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CUANDO TENGÁIS CALOR, BEBEDLA FUERTE O NOBEBÁISNADA.

Gildapodíarecitarlaspalabrasdememoria,sinmirarlalápida.—Olvídate de la catedral —añadió—. Este es el verdadero punto de

referenciadeWinchester.Acarició la lápida cariñosamente, como si fuera el gato de la familia, y

luegoabrióunpaquetedepapelenceradoquecolocóentreambas.—¿Compartimos?—Oh.Vale.Violetsacóaregañadientessucontribucióndelbolso.Lossándwichesde

Gilda contenían gruesas lonchas de jamón y estaban untados con unagenerosacapademantequilla,enlugardelafinacapademargarinabarataypastadepescadoqueViolethabíauntadoenelsuyo.

Sinembargo,Gildanopareciópercatarsedeello.—Los sándwiches de los demás me parecen siempre mucho más

interesantes—declaró,metiéndose en la boca un triángulo de sándwich depastadepescado—.Sucedelomismocuandotetomasuncafé:siempresabemejorcuandotelopreparaotrapersona,¿nocrees?

—Supongoquesí.—Bueno, ¿cómo llevas lo de las puntadas? La señorita Pesel es una

maestragenial,¿nocrees?Consiguequequierashacerlobien.—Esmuybuena.Peronoestoytanseguradequeyolosea—respondió

Violetmordisqueandoeljamón.Notósusabordulceydelicadamenteahumado,ylepareciótandelicioso

que casi se echó a llorar. Las únicas veces que comía bien eran los pocosdomingosquealmorzabaencasadeTom,cuandoEvelyncocinabaunpotenteasado.Encasa,sumadreparecíadeleitarseenquemarlacomida,servirpocaspatatas y ofrecerle unas natillas aguadas, para castigar de forma continua aVioletporhaberlaabandonado.Eljamónsuculentoyabundantelehizodarsecuentadequeestabamuertadehambre.

—¡Oh,alprincipiosemedabafatal!—exclamóGildainterrumpiendoelensimismamientodeVioletenel jamón.Parecíaregocijarseconsuspropiosdefectos—. Pensé que me pasaría el resto de la vida haciendo bordes ymadejas de lana. Pero al final, las puntadas se convierten en algo natural yunalograrelajarsemientrastrabaja.Mehedadocuentadeque,cuandoestoytensa,mibordadotambiénresultatenso.Ynopodemosteneruncojíntensoenelcorodelacatedral,¿verdadqueno?¡Loscoristasnecesitancojinesbienhechosenlosquesentarse!

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Violetnopudoevitarlo:cogióotrosándwichde jamón,aunquefueraencontradelaetiquetahabitualquedictabaquecuandosecompartíahabíaqueiralternándoseparaasegurarunadistribuciónequitativa.EsotampocopareciópreocuparaGilda,quesiguióinterrogandoaVioletsobresufamilia,suvidaenSouthamptonyloquelahabíallevadoaWinchester.

—Mipadremurióhacedosañosyamí semehizodifícilvivir conmimadre—lecontestóViolet.

—¿Tumadreesterrible?—Más bien sí. Nunca se ha recuperado del todo de la muerte de mi

hermanodurantelaguerra.—Yaestá,yalohabíadicho.Gildaasintió.—Joevolvióbiende laguerra,pero justodespués,mamámurióacausa

delagripeespañola.Élnosdijoquesehabíapasadotodalaguerrasinllorarniunasolavez,perovolveryperderamamá,esofuedemasiado.

—¿Hasperdido…aalguienmás?Gilda negó con la cabeza, ymiró a su alrededor, como si buscara algo

para cambiar de tema. «Entonces, es que no había ningún novio», pensóViolet.

—¡Arthur! —gritó Gilda levantándose de un salto y saludando a doshombres que caminaban con sendas bicicletas de la mano por el caminobordeadodeárboleshacialaentradadelacatedral.

Ambosllevabanlaperneraderechadelpantalónmetidaenelcalcetínparaquenoquedaráatrapadaenlacadena.UnodeelloseraelhombredepeloymostachoblancoqueViolethabíavistoen lacatedralduranteelserviciodelas bordadoras. Se detuvo al oír la voz deGilda, y luego se acercó a ellas,seguidodeunhombremásjovenymásbajo.Violetsepusoenpie.

—Hola,Gilda—dijoelhombredescubriéndoseanteesta,ysaludandoaVioletconunainclinacióndelacabeza.

Sus ojos eran de un azul resplandeciente, su mirada cálida y directa.Violetsintióqueenrojecía,aunquenoestabaseguradeporqué:éleramuchomayorqueellay—miróautomáticamente—llevabaunaalianza.

—¿Tevamosaoírpronto?—lepreguntóGilda.—Estatardeno.Solotenemosunareuniónconelsacristánpararepasarel

programa de verano. Aparte de lo normal, hay algunas bodas y los trescumpleaños reales, por supuesto. Este es Keith Bain, a menudo es nuestrotenor. No estoy seguro de que os conozcáis, lleva dos años viviendo enWinchester.

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El hombre pequeño y fibroso, con una mata de cabello pelirrojo y unrostrocubiertodepecas,lassaludóinclinandoligeramentelacabeza.

—OspresentoaVioletSpeedwell.Acabadeunirsealasbordadorasdelacatedral,¿verdadquesí,Vi?

Violet se estremeció. Nadie la había llamado Vi desde que murióLaurence; su familia había comprendido instintivamente que ese apodoquedabavetado a partir de entonces.Ella intentó disimular su incomodidadtendiéndole lamano,peromientrasArthur se laestrechaba,ella sospechabaqueéltomabanotamental:«NolallamesVi».

Éllesonrió.—Ponerleesenombrefuemuyinteligenteporpartedesuspadres.—¿Cómoqueinteligente?—quisosaberGilda.—ElapellidoSpeedwelleselnombrecomúndelaverónica,unaflorde

colorvioleta.YaustedlepusieronpornombreViolet.—Fueideademipadre—explicóViolet—.Mishermanostienen,tenían,

tienen nombres más tradicionales. —No quería nombrarlos, no queríapronunciarelnombredeGeorgeenvozalta.

—¡Menos mal que no te llamaron Verónica! —dijo riendo Gilda—.VerónicaVerónica.

—Veo que habéis elegido a Thetcher para descansar —dijo Arthurseñalandolalápida.

—Nolohabíavistonunca—admitióViolet.—Ah,entalcasonodebedeserusteddeWinchester.—No.SoydeSouthampton.Memudéaquíhacesietemeses.—Meloimaginaba.Delocontrariolaconocería.Su tonoeraneutro,perode algunamanera, laspalabrasno lo eran.Las

mejillasdeVioletvolvieronacalentarse.—Arthur y yo fuimos a la misma iglesia durante mucho tiempo —le

explicó Gilda—. Yo jugaba con su hija en catequesis. Ahora, ella está enAustralia,yArthursehamudadoalcampo.ANetherWallop,elpueblomáshermosodeInglaterrayconelnombremásdivertido.

A pesar de que Arthur la corrigió —«Técnicamente, nuestra casa seencuentra enMiddleWallop»—,Violet recordóunavisita aNetherWallopconsupadreysushermanoscuandoeraunaniña.

—Heestadoallí—dijo—.EnlapirámidedeDouce.KeithBainyGildalamiraronextrañados,peroArthurasintió.—Enefecto—dijovolviéndosehacialosotros—.Enelcementeriodela

iglesiadeNetherWallophayunapirámideenlatumbadeFrancisDouce.Al

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parecer, a la familia le gustaban las pirámides, puesto que otros parientestambiénlasconstruyeron,comoenFarleyMount.

VolvióasonreíraViolet,yelladiolasgraciasensilencioasupadreporplaneardetalmodolarutadesusexcursionesparapasarporNetherWallop.Elladebíadeteneronceaños,TomsieteyGeorgetrece.LaseñoraSpeedwellnolosacompañó,por loqueaquellasvacacionesfueronmásrelajadasde lohabitualytodosestabandeexcelentehumorcuandosesubieronaltrenrumboa Salisbury y siguieron en carromato a Stonehenge, para luego caminar através de bosques y campos de trigo recién plantado. EnNetherWallop sehospedaronenlapensiónFiveBellsyfueronaecharunvistazoalaiglesia,dondesupadre lediounempujoncitoaGeorgeparaquepudieraagarrar lallamadepiedraquecoronabalapirámideysedeclararareydeEgipto.Sileshubieran dicho a alguno de ellos que once añosmás tarde, él y cientos demilesdebritánicosestaríanmuertos,nolohabríancreído.

Para su humillación, las lágrimas brotaron de repente de los ojos deViolet, desbordándose antes de que ella lograra esconderlas. Pocas vecesllorabaporlapérdidadeGeorgeydeLaurence.LaseñoraSpeedwellsiemprehabíasidolaencargadadellorarenpúblicoalmuertodelafamilia,dejandopocoespacioparaqueViolet,Tomo supadre expresaran sus sentimientos.CuandoLaurencemurióunañodespuésdeGeorge, laseñoraSpeedwellnoexpresó ni una sola vez tristeza ni intentó consolar a Violet, pero se lasarreglóparaconvertirloenunacompetición,recordandoatodoelquequisieraescucharlaqueperderaunhijoeralopeorquepodíasucederleaunamadre,lo quequería decir que superaba con creces el queuna jovenperdiera a sunovio. Violet no estaba dispuesta a prestarse a ese juego y reprimía suslágrimas.

Arthurletendióunpañueloenungestodecalladacomprensión.Inclusomásdecatorceañosdespuésdelfinaldelaguerra,anadielesorprendíanunaslágrimasrepentinas.

—Gracias—dijoVioletsecándoselosojos—.Losientomucho.ArthuryKeithasintieron,yGildaleacaricióelbrazojustolonecesario.

Despuéscontinuaron,porqueesoeraloquesehacía.—Hace años que no voy a Farley Mount —observó Gilda—. Íbamos

siemprelosdomingosporlatarde.—¿Qué es FarleyMount?—preguntóKeithBain hablando por primera

vez.ParasorpresadeVioletteníaacentoescocés.GildayArthursoltaronunarisita.

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—BewareChalkPit!—exclamóGilda.—Significa «Cuidado Cantera de Creta» y, por raro que suene, es el

nombre de un caballo —explicó Arthur—. Un familiar de los Douceconstruyó una pirámide en la cima de una colina a algunos kilómetros deWinchester,enhonorasucaballo,quehabíaganadounacarrera.Antesdelacompetición, el caballo se había caído en una cantera de creta, de ahí elnombre.

—Tal vez vaya a dar un paseíto por allí—dijo Keith Bain—. Solo heestadoenlaStCatherine’sHill,lacolinadeSantaCatalina,ymegustaríaverunpocomásdelacampiña.¿Dóndeestá?

—Aunosochokilómetrosaloestedeaquí.Sitegustanlospaseoslargos,puedesirdirectoatravesandoloscamposhastaSalisbury.Sonunoscuarentakilómetros.Lollamoelpaseodelascatedrales.Porelcamino,puedespararteapasarlanocheenmicasa.

—Quizálohaga.—Será mejor que vayamos a ver al sacristán —dijo Arthur antes de

volversehaciaViolet—.Hasidounplacerconocerla,señoritaSpeedwell.—Lomismodigo.Violet lo observó mientras giraba su bicicleta hacia el lateral de la

catedral.Subreveatenciónlahabíacalmado,comounamanoalargadaparadetenerelmovimientodeunamecedoraalaquehandadoungolpe.

Solo después de que él se hubiesemarchado, se percató de que seguíasujetandosupañuelo.Enunaesquinallevababordadaslasinicialesakenunpuntodecadenetaazuldesigual.PodíacorrerdetrásdeélodárseloaGildaparaqueselodevolviera.Enlugardehacereso,esperóaquesunuevaamiganomirarayselometióenelbolso.

—¿Estánenalgúncoro?—preguntócuandoelpañueloestuvofueradelavista.

—En absoluto —le contestó Gilda, mientras doblaba el papel de lossándwiches—.¿Quétehacepensareso?

—Dijoqueeratenor.—¡No, no, son campaneros!De la catedral. Bueno, ¿vamos a tomar un

café?Despuésiréabuscarunteléfonoyllamaréatuoficinaparadecirlesquetehaspuestoenferma:¡tehasdesmayadoenlosjardinesdelacatedral!

Al regresar, Violet se dio cuenta de que le habían usurpado su posiciónprivilegiada como nueva alumna de la señorita Pesel. Ahora había otras

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bordadoras que se agolpaban a su alrededor; de hecho, dos de ellas se leacercaronmásalverentraraViolet,comoparadefendersusposicionesyasumaestra.

—¿Quépuntosibaaenseñarte?—lepreguntóGildafrunciendoelceñoalverlaaglomeración.

Violetbuscóelmodelo.—Este…Creoqueeselpuntodearroz.Ytambiénojetes.—Yopuedoenseñártelos.AlaseñoritaPesellegustaquenosenseñemos

unas a otras, dice que lamejormanera demeterte en la cabeza lo que hasaprendidoesexplicándoseloaotrapersona.

Las dos puntadas eran complejas, pero no demasiado difíciles deaprender.Después,antesdequefueraaconsultaralaseñoritaPeselsobresupropia labor,Gilda le sugirió aViolet que hiciera unamuestra con los seispuntosquedominaba,paraenseñárselaalfinaldeldía.

Porlatardereinabaunambientemástranquilo,másasentado.Unadocenademujeres—algunasdelamañanayotrasnuevas—trabajabanentornoalagranmesa, mientras la señorita Pesel y la señora Biggins respondían a laspreguntas y hacían sugerencias. Violet volcaba toda su atención en sumuestra, concentrada en conseguir que cada puntada fuera uniforme y latensiónconstante.Despuésdeuntiempo,sediocuentadequepodíatrabajarytambiénescucharlasconversacionesquemanteníanlasdemásmujeresquelarodeaban.Lasbordadorashablabansobretododesushijosydesusnietos,desusvecinos,susjardines,lascomidasquehabíanpreparadoylosposiblesdestinos de vacaciones. Todas escuchaban educadamente, sin interesarse deverdad.Selimitabanaesperarsuturnoparahablar.Y,comoerahabitualenesetipodesituaciones,lascasadashablabanmásquelassolteras,asumiendounaautoridadnaturalyunlugarsuperiorenlajerarquíademujeresquenadiecuestionaba.SoloGildahablabadevez en cuandoy lasdemás la tolerabanporqueeradivertidayconocíaa todoelmundo,aunquealgunassemirabanentresíasusespaldas.LamayoríaerandeunadeterminadaclaseyVioletseimaginóquedebíandedespreciaraunafamiliaqueteníauntallermecánicoalqueellasllevabansusautomóvilesaarreglar.Encambio,ellateníamenosprejuiciosdesdequehabíadescubiertoquecuandoseesunamujersolteraquevivedesupequeñosalario,pocoimportadedóndevengas.Gildapodíaserdeuna clase distinta, pero al tener el respaldo de su familia podía permitirsecomerunossándwichesmuchomejoresquelosdeViolet.

Sepreguntóquésucederíasicambiabadetemaypreguntabaalasmujeressentadas alrededor de lamesa lo que pensaban del nuevo gobierno alemán

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ahora que el canciller había dimitido. ¿Alguna de las presentes tendría unaopinión? Ella misma no estaba segura de tener una, pero empezaba aparecerleque, con tantaestrechezdemiras, allídentroempezabaa faltar elaire.Talvezsolonecesitabaconocermejoralasmujeres.

LaseñoraBigginsdiodospalmadas.—Bien, señoras,ha sidosuficienteporhoy.Dejensusitio tanordenado

comoloencontraron.Noqueremosquequedentrozosdelana.LaseñoraWayfirmaráparaqueretirenlosmaterialesquenecesiten.

Las demás empezaron a colocarse delante de la señorita Pesel, queinspeccionabasuslaboresantesdequesemarcharan.Violetesperó,sintiendounarepentinavergüenzadeenseñarsumuestra.NoqueríaqueledijeranquedebíavolveradeshacerlotodooquelapusieranotravezaordenarelarmarioconMabelWay.Sinembargo,acabóuniéndosealacoladetrásdeGildaysepusoaescucharmientrasellaylaseñoritaPeseldiscutíansobreladiferenciaentreelpuntodegobelinorectoyeloblicuo.Después,LouisaPeselalargólamanoparacogereltrozodeteladeViolet.

—Lo está haciendo muy bien —declaró, pasando un dedo sobre laspuntadas—.Cuandohagaelpuntodecruzalargado,pongaespecialcuidadoentirarbiendelapuntadalarga;delocontrarioseabolsará,comoaquí.Peronoestámal,nohacefaltaquelodeshagapuestoqueesunamuestra,yelerrorle servirá para recordárselo —le dijo devolviéndoselo—. Para el próximomiércoles,enseñelaspuntadasaotrapersonayvuelvaparamostrarmeloquehanhecho.Cuandosalga,puedecogerunpocodeteladecáñamo,asícomolanayunaaguja.

Violetlamiróboquiabierta.—¿Aquiéntengoque…?PerolaseñoritaPeselyasehabíavueltohacialasiguientemujer.Gildaseechóareírdenuevo.—¡Telodije!

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Violetnoteníaniideadeaquiénpodíaenseñarlelaspuntadas.Sumadresenegaría en redondo, Evelyn estaba demasiado ocupada y Marjoryseguramenteerademasiadojovenparadominaralgotancomplicadocomoelpunto de arroz. Por un momento se preguntó si podía proponérselo a sucasera,perolaseñoraHarveynoparecíaeltipodemujerquesesentaraconuna aguja. Podría convencer a una de las otras huéspedes, pero no estabaseguradequererhacerlo.VioletsehabíaaseguradodeguardarlasdistanciasconlaseñoritaFrederick,unaprofesoradeinglésenunaescuelafemenina,ycon la señorita Lancaster, que trabajaba de oficinista en el Tribunal de laCoronadeWinchester.Ambasestabanrodeadasporunhalodetristeza,unamelancolíaqueellanoqueríanipensarque laenvolviera también.Entablaramistadconellasnohubiesehechomásquereforzaresesentimiento.Aunasí,despuésdequepasaranvariosdíassinqueencontraraanadieaquienenseñarahacerlaspuntadas,sediocuentadequeteníaquedejardeladosusreservasy preguntárselo a la señorita Frederick. Lo sopesó una mañana mientrasestabamecanografiando,dosdíasantesdelasiguienteclasedebordado.Suscompañeras de oficina todavía no habían hecho acto de presencia: era raroquefueranpuntuales.

Mo entró cuando Violet ya iba por su segundo contrato, añadiendo unsegurode incendios aunapólizadehogar enAndover.Mono semostrabanuncatanruidosanitanseguracuandoOlivenoestabaconella.Sinembargo,ahoraparecíatodavíamásabatiday,cuandoentró,saludóconlacabezagachaysinalzarlavista.Suvestidoeraunfielreflejodesuestadodeánimo:eradecolormarrónconunafaldasinformaydemasiadatelaalaalturadelpecho.

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Violet también la saludó y después de acabar el contrato se ofreció paraprepararté.

—Sí,gracias—lecontestóMoconunhilodevoz,ydespuéssuspiró.Elsuspiroeralaintroducción,sumaneradeindicarqueestabalistapara

quelainterrogaransobreloquelepasaba.Primero,Violetfuealacocinaaprepararunatetera,despuésvolvióala

oficinaconunplatodegalletasGaribaldi,quenoeranlaspreferidasdenadie,peroeranlasúnicasquehabía.

—Ybien—dijodepositandounatazadetédelantedeMoypasándoleelazucarero—.¿Quépasa?

Volvió a sentarse en su silla, rodeando la taza con las manos paracalentarlas,pueseraunodeesosdíaslluviososdejunioqueparecíanmáselprincipiode laprimaveraquedelverano.Undíaparaponerseunachaquetade punto, que ella alternaba entre una beis y una marrón. Hoy llevaba lamarrón; aunque no podía permitirse comprar una nueva, recientemente lehabía dado un nuevo aire cambiando los botones por unos anacarados quehabíaencontradoenunatiendadesegundamano.

Mopusovariascucharadasdeazúcarenel téyfruncióelceñomientrasmirabalasGaribaldirectangularesconpasasdeCorintoqueparecíanmoscasaplastadas.Violetnolapresionó.Teníaneldíaenteropordelante.

—Ohapresentadosurenuncia—dijoporfin—.Conefectoinmediato.SumadrellamaráalseñorWatermanestamañana.

Cogióunagalletaylediounbuenmordisco.—Entiendo.NoeraloqueesperabaViolet.HabíasupuestoqueMoestabadeprimida

poralgoquelehabíadichoohechosunovio,empleadodebanco,yqueOliveestabahaciendoalgúnrecadoparalafuturaboda—celebrarunareuniónconunvicario,encontrarunimpresorparalasinvitaciones,buscarunatelaparaelvestido—utilizándolocomoexcusaparatomarseundíalibre.Hastaentonces,Violetcreíaque tendríaqueaguantarmesesoañosdepreparativosantesdequellegaraelgrandía.YqueOlivesemarcharíasoloentonces;lasmujeressiempre dejaban el trabajo cuando se casaban, pero no era habitual que lohicieranantes.

—Será mejor que te lo cuente, porque de todas formas no tardarás enenterarte. ¡La gente es tan cotilla! —añadió Mo, olvidando muyoportunamentelomuchoqueellayOhabíanayudadoadifundirrumores—.Ella,bueno,ellasecasarápronto.Elpróximofindesemana.

—Vaya.

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Violet empujó una pluma sobre su escritorio para colocarla en ángulorecto con una pila de papel. Solo había una razón para que una mujer secasaratanrápido.

—¡Noesloquepiensas!Violetesperóunsegundoyluegodijoconcalma:—Puesclaroquesí.PobreOlive.Mo se puso tensa, como si estuviera a punto de replicar, pero tras un

instantesereclinóenlasillaymojólagalletaenelté.—No es que no quisiera casarse con él. Solo que hubiera preferido no

hacerlotanpronto,contodalagentemurmurando.Violetencendióuncigarrilloysesintióvieja.—Yaselespasará.Seguro que sí. Olive y su novio se casarían: «No nos apetecía montar

nada, solo deseábamos estar juntos, porque nos queremos tanto», diría.Tendría a su bebé: «Es prematuro, pero fijaos lo robusto que es a pesar detodo; ¡nadie diría que ha nacido dosmeses antes de término!». Y la genteolvidaría las circunstancias, porque son cosas que suceden amenudo, y detodas formas ¿qué más daba? Violet había tomado precauciones con susjerezanos y había utilizado un diafragma que había conseguido después deconvencer a una amiga casada de que se lo pidiera a unmédico. Pero a lolargodelosañossehabíallevadoalgunossustosysabíalofácilqueeraqueuna chica como Olive se quedara preñada. Al menos, su novio se estabaportandodemanerahonorable.Violetpensóque, sielmuchachoseparecíaun poco a su hermana Gilda, Olive podía considerarse una chica muyafortunada.

Durante el almuerzo llovía condemasiada intensidad comopara salir, yVioletyMosequedaronensusescritoriosconsussándwiches,Mohojeandounarevistacondesconsuelo.

—Ydigoyo—propusoporfinViolet—,¿quéteparecesiteenseñoalgoqueharáqueteolvidesdetodo?

ResultóqueMo—oMaureen—,puestoquejuntoconlaabruptamarchade Olive también desapareció su apodo era mejor que Violet bordando, apesardequeno lohabíahechoensuvida.Tenía facilidadparapermanecerconcentrada y era tenaz, unas cualidades que Violet nunca la había vistoexhibir mientras mecanografiaba. Aunque, claro, entonces, Olive siemprehabía estadoallí paradistraerla.Además, enseguida sequedó satisfechadelresultado.

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—Miramis hileras de gobelino—anunció con orgullomientras estabanbordando—.¡Miraquérectas!

LaseñoritaPeselteníarazón:enseñaraotrapersonateayudaaaprenderlas puntadas, porque las preguntas del alumno te obligan a pensar por quéhacías lo que estabas haciendo, y sacan a la luz cosas que no comprendíasrealmente.

—¿Por qué es tan importante la tensión?—preguntóMaureenmirandofijamentelalanaverde.

—Porque…mira—ledijoVioletseñalandounapuntadarebelde—.¿Vescómosobresale?Nolahasapretadolosuficiente.Sinoladeshaces,siempretequedaráasí.

—¿Qué más da que los puntos en la parte trasera sean rectos o endiagonal?

—Porquelospuntosendiagonaltirandelateladecáñamodeformándola.Loquequeremosesquelosalmohadonesyreclinatoriosseancuadrados.

—¿Yporquétienequequedartanpulcroelrevés?—Sihaydemasiadashebrassueltas,podríaspasarlasaccidentalmenteala

partedelanteraconlaspuntadas.Violet tenía la impresión de repetir comoun loro lo que había dicho la

señorita Pesel. Hasta entonces había conseguido contestar a todas laspreguntasdeMaureen,peroesperabaqueestaacabarasuperándola.

—Quizá deberías venir a la reunión de las bordadoras antes de lasvacaciones de verano —le propuso cuando volvieron a bordar durante lapausadelatarde.

Sediocuentadelorápidaquehabíasidolatransicióndeserignoradaycompadecida a convertirse en maestra de Maureen, hasta llegar incluso asugerirlequehicieranunaactividadjuntas.Nopodíaimaginarsequellegarana ser buenas amigas, pues le llevaba quince años, pero el ambiente en laoficinayahabíacambiado.

—El señor Waterman no nos dejará ir —replicó Maureen, mientrassostenía su trozo de cañamazo cerca de la cara para observar las puntadas.Estabapracticandoelpuntodearrozcondoscoloresdelana—.¡Oh,malditasea!He olvidado en qué dirección debo dar el sobrehilado. ¿Tiene que sersiempreenelsentidodelasagujasdelreloj?

—No.Perotienesquecosersiemprecadacuadradodelamismamanera,asíseráconsecuente—lecontestóVioletmientrasexaminabaloqueacababade bordar en punto de arroz. Se veía mucha tela de cáñamo—. El señor

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Watermanpodríadarnoslibrelamañanasitrabajamosduranteelalmuerzoynosquedamoshastatardepararecuperarunashoras.

—AhoraquesehaidoOlive,tendráquecontratarprontoaalguien.Violettuvounaidea,peroselacallóparadejarlamadurar.Fuecomosialpronunciarsunombrehubiesen invocadolapresenciade

Olive,puesVioletoyóelcaracterísticogolpeteodesus taconesacercándoseporelpasillo.Maureen—oquizávolvieraaserMo—alzólavistaespantada.Dejóde ladoelbordado,cogióunarevistaysu tazade té,yapartó lacara.Másquedolerle,aViolet,aquelloleresultódivertido.

Sinembargo,Mono fue lo suficientemente listacomoparaesconder sunuevopasatiempo.Oliveaparecióenlapuerta, todavíaconelaspectodeunponirecioyconcurvas,estudiólatorpeposedeMaureendetrásdelarevista,despuésmiró lamuestradebordadoquehabíaensuescritorioy tambiénelquesosteníaViolet,resoplóy,esbozandounasonrisadesuperioridad,dijo:

—¡Encuantomemarchoteapuntasalgrupodeartesyoficios!¿Quéesesto?

CogiólamuestraantesdequeMopudieradetenerla.Laagujasesoltódelalanaycayóalsuelo.

—Petitpoint,gobelino,puntodecruznormalyalargado,ypuntodearroz—le contestó Violet en lugar deMo—. Dentro de poco aprenderá a hacerojetes.

Olivedejócaerelbordadocomosifuerainfeccioso.—¡Haciendopuntocomounasolterona!—exclamó,mirandoasuantigua

amigadesdearriba—.¿Quétehapasado?Mobajólarevista.—Quetehasido—dijoenvozbaja.—¿Ybien?Detodasformasibaairmecuandomecasara.Solohasidoun

pocoantes,nadamás.Tútambiénloharásalgúndía.—Olivemiróalrededorydivisósupañuelodegasacolgadodelaperchadelapuerta—.¡Aquíestás!—anunciótriunfantemientrasloagarraba—.Nopodíadejarteatrás,¿verdadqueno?

—Seguiré siendo tu dama de honor, ¿no? —dijo Mo con voz fina ysuplicante—.¿Lasemanaqueviene?

—Oh, eso.No lo creo—le contestóOlivemientras intentaba colocarsebien el pañuelo alrededor del cuello—. Será tan solo una boda sencilla eíntima.Soloparalafamilia.

Mo parecía tan desgraciada queViolet sintió la imperiosa necesidad deintervenir.

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—Enrealidadnohacemospunto—dijo—.Loquehacemosesbordadoencañamazo.Loquehacemosesbordarparalacatedral.—YalverlaexpresiónperplejadeOlive,añadió—:Somoslasquesequedanparavestirsantos.

Olivepusolosojosenblanco.—Señor,cómomealegrodenohabermemetidoeneso.—Bueno, pues mucha suerte con eso—replicó Violet con su voz más

enérgicamientrashacíaungestohaciaelvientreaúnplanodeOlive.Olivesesobresaltóysepusocolorada.—¡Noséaquéterefieres!Estoesrealmente…Se detuvo. Debajo del rubor de sus mejillas parecía estar poniéndose

verde.—¡Voy a refrescarme! —dijo dando media vuelta y echando a correr

haciaelcuartodebaño.Con otro tipo de chica,Violet podría haberse burlado deOlive y de su

repentina salida. Pero sabía que Mo no iba a reírse, sobre todo con elacompañamientodefondodelasdistantesarcadasdeOlive.Enlugardeello,ledijocondulzura:

—¿Pasamosalosojetes?Después de un instante,Maureen se inclinó para buscar su aguja en el

suelo.—Sí—lecontestó.Violetcomióunagalletaparadarsefuerzasantesdeir

ahablarconelseñorWaterman.Lomejoreraqueexpusierasusideasdeuntirón:eltrabajo,lasclasesconlasbordadorasyMaureen.Ellanoeradeesaspersonas que hacían sugerencias en el trabajo, porque nunca había tenidonecesidad de hacerlas cuando aún vivía en su casa paterna y no tenía quesufragar todos sus gastos. Si no decía algo ahora que se le brindaba unaoportunidad,moriríalentamentedehambre.

CuandollamóalapuertaabiertadelseñorWaterman,seloencontrójuntoalaventana.

—Buenosdías, señoritaSpeedwell,estabaadmirando la lluvia.El jardínlanecesita.¿Quépuedohacerporusted?¿Mehatraídounatazadeté?Justoloquenecesito,¡gracias!Tomeasiento.

Violetsabíapocodelavidapersonaldesusupervisorapartedequeteníaunamujeryunahijadelasquenuncahablaba,queeraaficionadoalcríquetyquenolegustabaeltiempocaluroso.Nosabíaloquehabíahechodurantelaguerra.Nopodíaentablarunacharlaconélcontanpocosdatos.Mientraséltomabasorbosdeté,ellaescogiólaspalabrasconcuidado.

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—Muchas gracias por permitirme asistir a la reunión de bordado de laseñoraBigginslasemanapasada—empezó.

Aloírmencionaresenombre,elseñorWatermanenderezólaespaldaenlasilla.

—Claro, claro. Se puso contenta, ¿verdad? ¿Contenta de enseñarle abordar?

—Sí,enefecto.Dehecho…—Unmomento: ¿estuvo usted enferma esa tarde? Espero que no fuera

ellalacausante.Violetpensódeprisa.—No,fuedebidoalcalor.Elambientedelasalaestabaunpococargado.—Ah,elcalor,sí.Hemostenidounosdíassofocantes,¿verdad?Aunque

hoyno.—Deberíahabermesentadojuntoalaventana.Lapróximavezlopediré.—¿Lapróximavez?¿Noleenseñótodoloquenecesitabasaber?—LaseñoraBigginsdicequelegustaríaquefueraunavezmásantesde

las vacaciones de verano, solo para asegurarse de que sé lo que estoyhaciendo.YdebollevarmetambiénaMaureen.

ElseñorWatermanenarcólascejas.—¿LaseñoritaWebster?—La señora Biggins desea tener más bordadoras para el trabajo de la

catedral.PareceserquelaseñoritaWebsteresmuyhábilbordando.—Entiendo—dijo el señorWaterman golpeteando la taza de té con las

uñas—.¿LaseñoraBigginsdiceeso?—LaseñoraBigginstodavíanohavistosutrabajo—admitióViolet,pues

sabía que no podía seguir mintiendo—. Pero ella y la señorita Pesel, quefundóelclubdebordadorasdelacatedraldeWinchester,mehandichoquenecesitanmás trabajadoras buenas.Y la señoritaWebster borda demaneraexcepcional.

Eraunaexageración,peroelseñorWatermannopodríasaberlosimirabala muestra de Maureen; para él, ver un bordado sería como mirar unjeroglífico,igualquelehabíaparecidoaellahacíatansolounasemana.

—Bueno,nadamáslejosdemiintenciónqueinterponermeenelcaminodelabuenalaborparalaIglesia—empezóadecirelseñorWaterman—.Perohayunproblema,conlarepentina,eh…marchadelaseñoritaSanders.

Se bebió el último sorbo de té; unas gotas se le quedaron colgando delmostacho. Puede que la madre de Olive se inventara una historia de amor

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impetuoso de unos jóvenes incapaces de retrasar por más tiempo su boda,peroelseñorWatermansabíamuybienloquesucedía.

—Queríahacerleunasugerenciasobreesavacante—dijoViolet.—¿Ah,sí?—preguntóelseñorWatermansinintentarocultarsusorpresa,

unasorpresateñidadedesaprobación.Violet tenía que darse prisa en exponer su plan antes de que el señor

Watermandierafinalaconversación,molestoporestatemeridadfemenina.—Quería proponerle que la señorita Webster y yo nos encargáramos

nosotrasmismasdeasumirpartedeltrabajoadicional.LaseñoritaSanderseraunamuchachaagradable,peronoeralamecanógrafamásrápida.Simetomoundescansodetansolomediahoraparaelalmuerzoytrabajounahoraextraentresemana,seránsietehorasymediamásporsemana.Nopuedohablarporla señoritaWebster, por supuesto, pero es posible que ella también quierahacer horas adicionales. Entonces, le bastaría a usted con contratar a unamecanógrafaa tiempoparcialparacompensar ladiferencia.Y talvez sedécuentadequenisiquierahacefalta.

Violet estaba siendo educada.Olive era unamecanógrafa terrible y unaempleadaperezosa.Además,Maureenyanoestaríadistraídaporsuamigayjuntas podrían gestionar con facilidad el trabajo existente. Pero no podíadecírseloasí.

—¿Haría eso? ¿De verdad trabajaríamás horas para Southern CountiesInsurance?

La gratitud del señor Waterman la alarmó; era evidente que habíaentendidomalunelementocrucial.

—Porsupuesto,estaríacontentaconelaumentodesueldo—contestóella—. Muy contenta. No es fácil para una chica soltera vivir con mi actualsalario.

—¿Elaumentodesueldo?—exclamóelseñorWatermanalarmado,paraluegosecarselafrenteconunpañuelo.

Violetpodríahaberlereplicado:«Puesclaroquesí,estúpido.¿Porquéibaa trabajarmás sincompensación?¿Sabe loquecomoparaalmorzar?¿Sabequenuncatomounplatocaliente?¿Quelaropamequedagrandeporqueheperdidopesoynopuedopermitirmeel lujodecomprarmeprendasnuevas?¿Quetengoqueelegirentrecomeroiralcine?¿Quenotengounapensiónniunmaridoquememantengayquemeestoycomiendomisahorros?¿Queamenudomepreguntoquésucederácuandoseademasiadoviejaparatrabajar?¿Quenome atrevo a pedirle dinero ami hermanoporque tengouna buena

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relaciónconélyquieroseguirasí,parapodercontarconsuayudayladesushijoscuandoseavieja?».

NoledijoningunadeesascosasalseñorWaterman.—AlalargaleahorraríadineroaSouthernCounties—leexplicó—alno

tenerquepagarelsalariocompletodeunaterceramecanógrafa.—Sí,supongoqueesoescierto—admitióelseñorWatermandespuésde

unmomento.Sudescontentodisminuyópocoapoco,aunquevolvióaaumentarcuando

VioletlepropusoqueincrementarasusalarioyeldeMaureencuatrochelinespor semana cada uno. El señor Waterman mantuvo el gesto de desagradomientrasellalerecordabapacientementelascifrasyleexplicabasuscálculos.

—Está claro que se lo ha pensado usted bien, señorita Speedwell —murmuró,conevidentedisgustoanteesaidea.

Sin embargo, después de que Violet le recordara varias veces que seahorraríaunapartedel salariodeOlivemenoseste incremento—siempreycuando Maureen y ella fueran más eficientes— acabó aceptando aregañadientesproponerestasoluciónasussuperioresenSouthampton.

—Pero,señoritaSpeedwell,sinoleimportalesdiréquehasidoideamía—añadiócongestograve—.Noquieronipensarloquediríaladirecciónsisupieraqueunachicahatenidounaideatan…progresista.

Violet no esperaba recibir una respuesta hasta después de algún tiempo,puestoquecreíaqueelseñorWatermantardaríaunaodossemanasendigerirla propuesta y, en ciertomodo, apropiarse de ella. No le importaba que lohiciera,siemprequeleaumentaraelsueldo.Aquellanoche,sesentóenlasaladeestarysequedóallíescuchandoaGracieFieldsenlaradio,soñandoconchuletas.

Porello,sequedómuysorprendidacuando,dosdíasmástarde,elseñorWaterman se presentó en su oficina mientras ellas mecanografiaban —dehecho, Maureen lo hacía mucho más rápido ahora que Violet marcaba elritmo— y les anunció que Southampton había aceptado que asumieran eltrabajodeOliveduranteunperiododepruebadeunmes.

—¿Con un aumento de cuatro chelines por semana?—no pudo evitarpreguntarViolet.

—Sí,sí,señoritaSpeedwell,conloscuatrochelinesadicionales.ElseñorWatermanparecíacansado,comosiseestuviera imaginandolo

quesignificaríatenerqueresponderaestetipodeexigenciasporpartedesu

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esposaosuhija.Después deque semarchara, ellas siguieron tecleando en silencio.Pero

cuandoVioletmiróporencimadesumáquinadeescribir,vioqueMaureensonreía.

Violet lo celebró yendo a almorzar al salón de té Awdry’s en la HighStreet, donde pidió tres platos: sopa de puerros con patatas, una costilla decerdo con dos panecillos y pudin de frutos secos con ración adicional decrema.Dejólosplatoslimpios.

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En la última clase de bordado,Violet recibió el encargo para el verano dehacer cenefas para los cojines: una banda de dos centímetros ymedio conpatronesgeométricosdecolorazul,amarilloyrojoqueformaríanlosbordesdeloscojinesparalosasientosylosbancosdelcoro.

—Nopodráscausarmuchosestragosconesoyademásnonecesitarásunbastidor —sentenció la señora Biggins, que seguía tratando a Violet máscomounestorboquecomounaayuda.

Sin embargo, era cierto que las cenefas no se verían mucho; la genteadmiraríalosmedalloneshistóricosquedecorabanlapartesuperior.

Lediounmodelodelpatrónrepetido,cañamazo,agujasysuficientelanaparahacervariosmetrosdecenefa.Gildaobservóelmodeloconsuspuntadasbonitasyregulares.

—¡SeguroquelaseñoritaPesellohabráhechoenmediahorita!Violetsuspiró.Sinduda,Gildaestabaenlocierto,peroesonohacíamás

querecordarlelalentitudconlaqueellaprogresaba.Empezóaobsesionarseunpococonelbordado.Le robóa sumadreun

viejoestuchedeagujasylollevabasiempreenelbolso,juntoconunpedazode cenefa, para poder trabajar cuando tuviera tiempo. En la oficina cosíadurante losdescansosydespuésdel almuerzo.LosdomingosbordabaeneltrendeidayvueltaaSouthampton.Porlanoche,despuésdecenar,empezóapasar tiempo en la sala de estar con las otras inquilinas, escuchando losprogramasdelaradioycosiendolargastirasdecenefas.Leresultabamenosincómodo sentarse con otras personas cuando tenía algo que hacer con lasmanos.La señoritaFrederickcorregía las redaccionesde susalumnas sobre

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Tennysonosobre losCuentosdeCanterbury,opreparaba lasclasesparaelsiguiente semestre, la señorita Lancaster leía revistas, y la señora Harveyentraba y salía como de costumbre, aunque se quedaba a escuchar si en laradiosonabaAlBowlly.

—Este hombre sí que sabe cantar—declarabamientras lo acompañabacantándolesasusperiquitos.

ParaViolet,cosereracomomecanografiarperomásgratificante.Aunquele exigía concentración, una vez que adquirió suficiente destreza, podíarelajarseyvaciarlacabezadetodoexceptodelalaborqueteníaentremanos.Lavidasereducíaentoncesaunahileradepuntadasazulesqueformabanunalargatrenzaquerecorríalateladecáñamoounestallidorojoqueseconvertíaenuna flor.En lugarde rellenar amáquina formularios sobrepersonasquenunca conocería, Violet hacía surgir alegres patrones de sus dedos. Sussueños empezaron a llenarse de puntadas, de cuadrículas de cañamazo, delargas trenzas amarillas, de puntos de arroz rojos y gobelino rosa en filasuniformes.

Eneltrabajo,Maureencosíaamenudoconelladurantelosdescansos.Sehabíaadaptadobienalaclasedebordadorasdelacatedral,evidenciandounasorprendentehabilidadparamanejara laseñoraBigginsrebajándoseante lamujermayor,admitiendoqueerauntremendoestorboporhabersepresentadoaesasalturasdelañoyquesí,quesolocausaríaproblemasyqueno,quenosabíaporquélaseñoraBigginssetomabatantasmolestiasconella.Despuésponía los ojos en blanco a espaldas de la maestra, como si estuvieran denuevoenlaescuelayhacíareíralasbordadorasmásjóvenes.InclusoMabelWaysonreíaconsusexageradasmuecas.Haciaelfinaldelasesión,yahabíaempezado a reemplazar a Olive por nuevas amigas. Violet se quedóasombrada al ver su transformación de oficinista sencilla y oprimida enbordadoraseguradesímismaquebromeabaconlasdemás.

Sucompañeradetrabajotambiénlehabíatomadoladelanterayahoraledevolvíalosconsejossobreelbordado.

—¡Ojo, Violet! —exclamó una tarde mientras tomaban té—. Cuandodescosas, no intentes sacar la lana de dos agujeros a la vez. Así soloconseguirásromperlaynopodrásvolverausarla.Primerosacalalanadeunagujero,luegodalavueltaalatelaysácaladelsiguiente.

Violet frunció el ceño. Descoser era tan desalentador como tener quevolversobretuspasosdespuésdesalirdecasaporquetehasdejadolacartera.Peroloserroresaparecíancondemasiadafacilidad,aunqueaveceselenormeagujerodeunapuntadaperdidasoloseadvertíafilasmástarde.Violetnose

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atrevíaadejarloserrores,sabiendoquelaseñoritaPesellosadvertiríayquetendríaquearreglarlos.

Desde que no había clases, recurría a Gilda en busca de consejo yempezaronareunirseconregularidadenelAwdry’sparatomaruncaféalahora del almuerzo o después del trabajo y hablar de bordados, aunqueacababan hablando de muchos otros temas. Gilda era tan parlanchina queViolet casi nunca tenía que plantear preguntas. Su nueva amiga apoyabaplenamentelanuevavidadeVioletenWinchester,yellaleagradecíaquelaalentaraasentirsemenosculpablepordejarasumadre.Unanoche,GildaselallevóacasadelosHillparatomareltéydejólacocinahechaundesastredespués de intentar preparar el perfecto pastel de carne para su invitada.Estaba delicioso, pero Violet tuvo que comérselo bajo la torva mirada deOlive,suantiguacompañeradeoficina,ahorainstaladacomonuevomiembrodelafamiliaypreñadadelsiguiente.Porello,VioletpreferíaveraGildaenotro lugar, enelAwdry’s, enelcineoen los jardinesde lacatedral,dondeibanatomarelsol.

Durante el verano, Violet también empezó a visitar más a menudo lacatedral,porrazonesprácticasmásqueporsustentoespiritual,paraexaminarlosnuevosreclinatoriosdelcoroydelpresbiterio,ycompararlacenefaqueellaestabahaciendoconlasdeaquellos.Pocoapocoempezóaserconscientedealgunasde las actividades cotidianasque tenían lugar allí.Enel edificiohabía un ajetreo que nada tenía que ver con la oración y la meditación.RecordabamásaPlummers,losgrandesalmacenesdeSouthamptonalosqueella ibaa comprarmedias,guanteso salesdebaño.Plummersparecíaestarsiempre llenodeclientes,pero si semirabaconmásdetenimiento, seveíandependientes por todas partes, plegando la ropa, preparando muestras,empujandocarrosllenosdemercancíasobarriendolossuelosdemármol.Enalgunas ocasiones, cuando una epidemia de gripe reducía el número deempleados y la pelusa se acumulaba en las esquinas y las prendas se ibanamontonando desordenadamente, quedaba claro hasta qué punto Plummersdependíadesusempleadosparaquetodomarcharasobreruedas.

Violet sospechaba que sucedía lo mismo con los trabajadores de lacatedral,que,apartedelossacristanes,eranensumayoríavoluntarios.Comolasmujeresquedisponíanlasfloresenrepisasdebajodelasventanasyjuntoa los pilares. O el hombre que ponía velas para iluminar los altares y queraspaba la vieja cera de anteriores velas ya quemadas. También estaba lamujerquecolocabalosreclinatoriosenlassillasdelpresbiteriodeformaquequedaran parejos. Los dos hombres mayores que recogían los libros de

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oracionesylosguardabanencajas.Oelhombrequelustrabaloscandelabrosde bronce en los altares y otro que fregaba las baldosas medievales deltrascoro.Habíadosmujeresquesehacían llamar lasSagradasBayetas,querecorrían el templo limpiando todas las superficies posibles. Había dossacristanes,quesepaseabandeunladoaotroconuncopóndehostias,unasotanaverdeounaBiblia.

Una tarde, después del trabajo, Violet estaba sentada en el presbiterio,inspeccionandounreclinatorioparavercómolabordadorahabíacombinadolosazulesyestudiandocómohacerlomismoconlosamarillosenlascenefasqueestababordando.Mientrastirabadelaspuntadas,alguiensesentójuntoaella.SesobresaltótantoaldescubrirqueeraLouisaPeselquesoltóungritoyluegosedisculpó.

LaseñoritaPeselsonrió.—Megustaveniraquíavecesysentarmeamirar.Violet asintió. Se sentía como si unmiembro de la familia real hubiese

decididosentarseasulado,aunquefueraunoquellevabaunturbantemarrónconunmechóndeplumas.

—Avecesmepregunto sinodeberíamosusar aúnmáscolor aquí.Estátanoscuro,sobretodoenlasilleríadelcoro—dijolaseñoritaPeselhaciendoungestohacia lassillasdemaderasituadasasuizquierda—.Lapiedray lamadera absorben el color, incluso el amarillo mostaza del que algunos sequejan.

—¿Lagentesequeja?—Oh,sí.—LarisadelaseñoritaPeselsonócomounacampanagraveen

elpresbiterio—.Dicenqueesvulgareinapropiadoenunambientereligioso.EldeánSelwynno,porsupuesto.Élsiemprehaestadodenuestraparte.Dehecho, fue él quien me pidió que me ocupara de confeccionar estosalmohadonesyreclinatorios,despuésdeverlosquehiceparalacapilladelaWolveseyHouse.Allínoescatiméencolores.Élsabíaloqueharíaynodudóenapoyarme.

—¿Siemprehabordado?—Sí,desdequeeraunaniña.Ydespuésheenseñadoabordar,aquíyen

elextranjero,yesomemarcóelcaminoenlavida.—¿Enelextranjero?—Durante varios años, enseñé bordado en una escuela femenina en

Grecia.Meconvertíenalgoasícomounaexpertaenbordadogriego.—¡Caramba!

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LaseñoritaPeselparecíataninglesaquecostabaimaginárselaenunclimaextranjero,sudandoligeramentebajoelsol,enseñandoelpuntodearrozoelpunto de cruz alargado a una clase de niñas griegas en un edificio blancosobreelfondoazulbrillantedelmarydelcielo.AVioletlehubieragustadopreguntarle si teníamarido, pero no lo hizo, pues era la pregunta quemásodiabaqueleformularanaella.

—También viajé un poco—siguió diciendo Louisa Pesel, sonriendo alrecordar—. A Egipto y a la India. Espectacular. ¡En una ocasión, inclusomontéenuncamello!DurantelaguerraregreséaBradford…

—¿Bradford?—Enefecto.MecrieenBradford.Durantelaguerraenseñébordadoallía

soldados convalecientes. ¿Sabe, señorita Speedwell?, coser puede ser muyterapéuticocuandosehasufridountrauma.Loscoloresvivosylarepeticióndesimplespuntadas teníanunefectocalmanteen loshombres.Elhechodecrear una cosa hermosa hacía maravillas con sus nervios. Me quedé muysatisfechaconlosresultados.

VioletseimaginóaGeorgeyaLaurencesentadosenunatrincherallenadebarro,cosiendounafiladeojetesrojos,yseestremeció.

LouisaPeselnopareciópercatarsedeellooerademasiadoeducadaparadecirnada.

—Bueno, ¿es suyo, señorita Speedwell? —preguntó, señalando elreclinatorioqueVioletteníaenelregazo—.Séquealasbordadoraslesgustaveniraquíyvisitarsulaborinsitu,porasídecirlo.

—No,estabaobservandoeltrabajodeotrasparavercómohabíantratadola mezcla de colores —dijo Violet complacida de que la señorita Peselrecordarasunombre.

—¿Enquépatrónestátrabajandoduranteelverano?—Oh, no estoy haciendo ningún reclinatorio. La señora Bigginsme ha

encargadohacercenefasparalosalmohadones.Metrosdecenefas.—¿Haacabadosudechado?Violetasintió.—¿Yhaenseñadolaspuntadasaotrapersona?—Sí.Dehecho,esapersonasehaunidoalasbordadoras.—¿Ylegustaríaconfeccionarunreclinatorio?—Sí.—Dígame, señorita Speedwell, ¿por qué? Habrá más de trescientos

reclinatorios,asíqueel suyoseperderáentre lamultitud.Encambio,habrámuchos menos almohadones y serán muy llamativos y, por supuesto, las

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cenefas serán esenciales para hacerlos tridimensionales. No debeavergonzarseporcosercenefas.

—Losé.Essoloque…—Violetsedetuvo.LaseñoritaPeselcompletólafraseporella.—Quierehaceralgocompletamentesuyoqueseveabienyqueseutilice.—Sí.LaseñoritaPesellaobservabaconexpectación,comosilehubiesedado

un libro para que lo leyera. Violet comprendió que esperaba que se loexplicara,aunqueellaaúnnolohabíapensadobien.

—CrecíenSouthampton—empezóadecir—yallííbamosalaiglesiadeSanMiguel.Mimadresigueyendo.

—Laconozco.Esunaiglesiahermosa.—Aunque he ido toda mi vida: a catequesis, a clases de primera

comunión,alosserviciosdominicales,allínuncamehesentidorealmenteencasa.Ymenos aúndesdequemihermano falleció en laguerra.El servicioquecelebraronensumemoriamepareciórutinario.Elvicariohabíaoficiadotantosservicioscomoaquelquepodríahaberlohechodememoria.ConocíaaGeorge,perocelebróelfuneralcomosinosignificaranada.

Seinterrumpió.—Debióderesultardoloroso—dijolaseñoritaPesel.—Fuedesconcertante.NoerasolocomosiDiosnoshubieraabandonado,

sinotambiénlaIglesiadeInglaterra.Nonosdiorespuestas,niconsuelo.YoqueríaqueelvicarioexplicaracómoelDiosamorosodelquehablabapodíahaber permitido la destrucción causada a una generación de hombres, eindirectamente tambiénanosotras, lasmujeres,peronolohizo.Despuésdeeso,dejédeiramisasiemprequepodía.Melasarreglabaparatenersiempredolordecabezaeldomingoporlamañana.—Sacudiólacabezaalrecordarlo—.Mimadresequejaba,medecíaqueeraunahermanayunahijainsensible.Peromipadrelocomprendía,aunquenuncadijonada.

»Supongo que ahora intento empezar de nuevo, aquí —dijo mirandoalrededorlasaltasparedesdepiedrayelamplioespaciosobreellas—.Perouna catedral resulta abrumadora. Tanto espiritual como físicamente. Penséque si hubieseunapequeñapartedemí entre estasparedes, que esopodríaayudarme.Unacontribuciónquemeharíasentirmeconectada.Yalgoqueyomismauotrospodríanutilizar.La cenefadeun cojínno es exactamente lomismoqueunreclinatorio.

LaseñoritaPeselasintió.

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—Loqueme cuentame recuerda a lasmuchaspersonasqueveo entraraquíyencenderunavela.Esaúnica llamaen laamplitudde lacatedral.Lamiran,vuelvenaella.Essuya.

—Sí,perounreclinatorioduramásqueunavela.—Enefecto.Deacuerdoentonces.—LaseñoritaPeselselevantóyseñaló

losreclinatoriosquehabíaenlassillasentornoaellas—.Elijaeldiseñoquelegustaríahacer.

Aunqueesoeraloquedeseaba,Violetnoesperabaquefueratanrápidoydefinitivo. Sin embargo, Louisa Pesel estaba decidida. Ahora Violet debíaelegir.Ellayalosabíayseñalóelreclinatorioconlasbellotasajedrezadas,elquehabíahechoDJ.

LaseñoritaPeselasintió.—Esunabuenaelección.Porlogeneralmegustantodoslosdiseños,pero

aligualqueunamadreconsushijos,ensecreto,tengomispreferidos.Venga,vamosalacasaparroquialabuscarelmaterial.Tengolallave.

—Pero…laseñoraBiggins…—YomeocuparédelaseñoraBiggins,aunque,sitienetiempo,lesugiero

que también borde las largas cenefas que le ha encargado. No podemospermitirquesuplanmaestrofracase,¿verdad?

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El cumpleaños de la señora Speedwell caía en un sábado de principios dejulio,yTomyEvelynorganizaronunalmuerzoparacelebrarloensujardín.Hacía un día cálido y resplandeciente, pero la madre de Violet insistió enponerse un vestido azul de lana demanga larga ymedias gruesas, como sifueraelmesdenoviembre.

—¡Oh, querida, no, hará demasiado calor para estar aquí! —exclamócuandosalióaljardínyviolamesaqueEvelynhabíapreparadoconmimo.

Habíapuestounmantelplanchado,había sacado laplatapulidayhabíacolocadoun jarrónconmargaritasydelfinios reciéncortados.Unpocomáslejos,MarjoryrociabaconesmerolasplantasconunaregaderamientrasqueEdwardlasgolpeabaconunpalo,haciendocasoomisoalasprotestasdesuhermana.LaseñoraSpeedwellhizounamuecadedoloraloírsusgritos.

—Puessiénteseenlasombra—lecontestóEvelyn,quenoteníalamenorintencióndevolveraponerlamesadentro—.Hayunabanicoensusilla.

EvelynllevabapuestounelegantevestidorosaygrisestampadodefloresqueVioletenvidiaba,peroparecíaacaloradaydistraída.

Violet sonrió para sus adentros. Era raro que su cuñada cometierasemejante error. Ella podría haberle dicho a Evelyn que a su madre no legustabasentarsefueracuandohacíacalor.SiemprequelosSpeedwellseibande vacaciones a la isla deWight, la señora Speedwell acababa sentándosedelantedelaventanadelacasadehuéspedesmientraslosdemástomabaneltéenelcéspedaplenosol.

DesdequeVioleteraunaniña,lafamiliaSpeedwellpasabadossemanasdeagostoenVentnor,enlaisladeWight.Eraallídondesupadrehabíasido

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más feliz, dando paseos con ellos en barcas alquiladas, caminando porTennysonDownshastaelcabodeNeedles,entreteniéndoseentre losfósilesde dinosaurios en la playa con sus pantalones arremangados y un pañueloatado alrededor de la cabeza para protegerse la calva. Y puesto que él sesentíafeliz,tambiénloeraViolet.Dehecho,loerantodos,inclusosumadre,quesedesprendíadepartedelarigidezdelavidacotidiana.Solounveranocuando Violet tenía doce años intentaron ir a otro sitio —Hastings, conPenelope,hermanadelaseñoraSpeedwellytíadeViolet—ytodosecharondemenos la isla deWight. La tradición era tan fuerte que sobrevivió a lamuertedeGeorge.AEvelynnolequedómásremedioqueamoldarsey,alolargo de las dos semanas que duraban las vacaciones, se paseaba con unasonrisaforzada.

—El jardín está precioso, Evelyn —observó Violet haciendo demediadoraporunavez—.Quéalegríapodercomeraquífuera.Despuésquizápodríamostomareltédentroparaquemimadreabrasusregalosallí.

—¡Losregalosya!¡Losregalosya!—gritóEdward,yMarjoryseleunió,conunpocomenosdeeuforia—.¡Queremoslosregalosdelaabuelaya!

Laabuelaseanimóantelaperspectivadelosregalosyfueasentarseasulugardehonorenlasombra.

—¿Tomaráunpocodeaguadecebada,señoraSpeedwell?—lepreguntóEvelyn.

Nuncahabíallamadoasusuegraporsunombredepila;niestalahabíaalentadoahacerlo.

—¡Oh,no,querida!Loúnicoquevabienconestecaloreseltécaliente—replicó la señora Speedwell abriendo el abanico japonés y moviéndolocercadesucara—.Esporlaaccióncapilar,yasesabe,esorefresca.

«Evelyn debería saberlo—pensóViolet—.Mamá nos cuenta lomismotodoslosveranos».Eraotrodeslizporpartedesucuñada.

—De acuerdo, ¿dónde están los regalos de la abuela? —gritó Tomfrotándoselasmanosmientrasseacercabadesdelaspuertasacristaladas.

—¡Losvoyabuscar!—exclamóEdwardcorriendohaciaunasillade laquecogióunmontóndepaquetes, los llevóhasta suabuelay los tiróa suspies.

—¡Cuidado,Eddie!—gritóMarjory,enelmismo tonoquesumadre—.Sabesqueesfrágil.

—¡Abreesteprimero!—dijoEdwardofreciéndoleasuabuelaunpaquetegrandeyplanoconformadediamante.VioletadivinóloqueerainclusoantesdequeEdwardanunciara—:¡Esunacometa!¡Lahemoshechonosotros!

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LaseñoraSpeedwellmiróasunietoyesbozóunatristesonrisa.—Ábrelotú,querido,ymuéstramela.Edwardarrancóelpapelderegaloysacóunacometahechacondospalos

y papel de periódico que habían pintado conmanchones de color. La partemáslimpiaeralacola:unlargotrozodecordeldecoradoconserpentinasdepapeldecolores.Sinduda,obradeEvelyn.

—Laharemosvolar,abuelita.¡Mira!Edward agarró el extremo del cordel y corrió por la hierba haciendo

rebotar la cometa detrás de él, mientras Marjory lo perseguía intentandoprotegersuobra.Sinembargo,noconsiguieronquevolarayregresaronalamesadecepcionados.

—Nohaybastanteviento,muchachote—ledijoTom—.Lointentaremosmástarde,enelparque.

Marjoryaplaudió.—¿Podemosllevarnoslacometacuandovayamosdevacacionesalaisla

deWight?Allísiemprehayviento.—Dejemos que la abuela abra el resto de los regalos, ¿os parece? —

intervino Evelyn, mientras entregaba a su suegra un paquete pequeñoenvueltoconsumocuidadoenunpapeldecolorlila.

Dentrohabíaunacajacontrespañuelosbordadosconliriosdelosvalles,lafloryelaromapreferidosdelaseñoraSpeedwell.

—Oh,nodeberíashabertemolestado,querida—dijo—.Ahoratendréqueusaruno.

Desplegóunocongestoafectadoy se tocó suavemente losojos.Eraunregaloseguro: lamadredeViolethabíagastadomuchospañuelosa lo largodelosaños,ysuasistentasepasabamuchotiempoplanchándolos.

Tomleregalóunamantadeviajeparacubrirselasrodillascuandofueraconélencoche,puestantoenveranocomoeninvierno,laseñoraSpeedwellsequejabasiemprede lascorrientesdeaire.Él lediounaspalmaditasen larodilla.

—Yaestá,mamá.Yahorayano tendrásexcusaparanodarunavuelta.¿Quizásmástarde?

—Oh,hoyhacedemasiadocalorparaeso—contestólaseñoraSpeedwell,abanicándose—.Enotraocasión.

Nohizoningúnademándecogerelúltimopaquetequeestabaenvueltoenpapel de seda azul, en la silla que había junto a la suya. Era evidente queViolet aún tenía que darle su regalo, pero sumadre se recostó en la silla ysuspiró.

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—Soymuy afortunada de tener a personas queme cuidan yme hacenregalospormicumpleaños.Esomitigalaspérdidasquehesufrido.

Violetsequedómirandosutristepaqueteabandonadoenlasilla.«Novoyaseñalarloevidente—pensó—.Novoyacorrerdetrásdeellaconmiregalo,comounsuplicantequecargaconsuofrenda.Nopiensohacerlo».

CuandoMarjoryvioporfinelpaquete,Violetsintióunenormealivio.—¡Mira, abuela, tienes otro más! —exclamó cogiendo el regalo y

entregándoseloasuabuela.AViolet leparecióquesumadreabríaelpaqueteconmásdesganaque

entusiasmo, dejando caer en el regazo la funda bordada de las gafas sindignarsemirarla.

—Esparatusgafasdelectura,madre—leexplicó—.Lahehechoyo.Eslateladecáñamobordadadelaquetehehablado,lamismaqueutilizoparalacatedral.

LaseñoraSpeedwellvolvióasuspirar.—Justoloquenecesitohoyesquemevuelvanarecordarquemefallala

vista.Enrealidad,suvistaerabuenaparaunamujerdesesentaytresaños;solo

necesitabagafasparaleer.Violettuvoquereprimirelimpulsodeacercarseacogerlafunda.Había

invertidomuchashorasenhacerla,combinandoloscoloresquelegustabanasumadre—marrón,azul,bermellón,malva,rosaycrema—conpuntadasquelehabíaenseñadolaseñoritaPeselcomoelpuntodecruzalargadoyelpuntodearroz.Gildatambiénlehabíaenviadounlibrodepuntosdebordadoylehabíaenseñadoalgunosnuevos.Ellaestabasatisfechaconelresultado,perolaindiferenciaquemostrabaahorasumadrelehizodarsecuentadelosfallos:los pequeños trozos de cañamazo que se asomaban en algunos lugares, lapuntada desparejada que sobresalía más de lo que debería, la cola querezumabaallí dondehabíapegado fieltro al cañamazoparaque fuera suaveparalasgafas.

—¿Almorzamos?—intervino Evelyn—. Niños, id a lavaros las manos.Quédeseaquíenlasombra,señoraSpeedwell.Seloacercarétodo.Violetmeayudará.

Violetleagradecióasucuñadaquelebrindaralaoportunidaddeescaparde sumadre.Evelynerademasiadodiscreta comoparadecirnadamientrascogían lasbandejasde lenguaen rodajas,ensaladadehuevo, lechugayunavariedad de encurtidos, pero aun así, este breve paréntesis le permitiórecuperarseunpoco.Conelpasodelosañoshabíaaprendidoquelarespuesta

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deEvelynalosirritantescomentariosdesusuegraeracambiardetemay,sieraposible,apartarsefísicamentedelproblema.

CuandoViolet regresóa suasientoen lamesa,Marjoryhabíavueltodelavarse las manos, cogió la funda bordada que la señora Speedwell habíadejado caer debajo de la silla, y se dedicó a examinarla. Violet conocía losuficiente a su sobrina como para abstenerse de decir nada a fin de noasustarla, pero le entraron ganas de abrazarla al ver el cuidado con el quecolocólafundajuntoalcododesuabuela.Durantetodalacomida,Marjoryno dejó de mirar la funda. Finalmente, cuando acabaron el pastel decumpleaños—unbizcochorellenoqueeraelfavoritodelaseñoraSpeedwell,aunquesinvelitas(«Demasiadoridículas;ennuestrosdíasyapodemosestaragradecidos de tener un trocito de bizcocho»)—se dio permiso a los niñosparaabandonarlaaletargadamesa.MientrasEdwardsalíacorriendoaljardínpara poner a prueba la cometa con su padre yEvelyn entraba para guardaralgunascosas,Marjoryseacercóasutía.

—¿Lahashechotú,tíaViolet?—Sí.LosojospardosdeMarjorynoseapartabandelafunda.—Esbonita.—Gracias,cariño.Tráela,lamiraremosjuntas.LaseñoraSpeedwell,queparecíadormirenlasilla,abriólosojoscuando

Marjoryalargólamanoparacogerlafunda.—Noestábiencogerlascosasdeotraspersonas,señorita.Sololosniños

maleducadoshaceneso.Marjory retiró lamano como si hubiese tocado el hielo.AViolet se le

contrajoelcorazón.—Se lo he pedido yo, madre. Seguro que no te importa que la mire,

¿verdadqueno?Estámuchomásinteresadaenlafundaquetú.Sumadresuspiró.—Undíaalaño,unsolodía,esperosentirmeunpocoespecial,pretendo

queporunavezmecuidenenlugardecuidaryo.Peroelsinodeunamadreesquesushijoslahagansufrirunayotravez—dijoexhalandootrosuspiro—.¿QuépensaríadeestoGeoffrey?

Violet apretó los dientes, alargó lamano y cogió la funda de gafas. LaseñoraSpeedwellvolvióacerrarlosojos.

Marjory observó la funda con temor, como si mordiera. «No —pensóViolet—.Nodejaréquemadremeestropeetambiénelbordado».

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—Nopasanada,cariño—murmuró—.Laabuelaestáenfadadaconmigo,nocontigo.Veamos,¿cuáltegustamás?

—Elzigzag.—Sellamapuntoflorentino.Esbonito,¿verdad?Parececomplicadopero

esmuyfácildehacer.—¿Cómosellamaeste?—Esteeselpuntohúngarodediamantes.—¿Yeste?—Elpuntodearroz.—Arroz—repitióMarjorypensativa—.¿Comolacomida?—Sí.—Noseparecealarroz.Parecenequis.—Tienes toda la razón, son como equis. ¿Tegustaría que te enseñara a

bordarasí?Noestabadel todoseguradequesusobrinapudierahacer laspuntadas,

pero valía la pena sugerirlo solo para ver como el rostro de Marjory seiluminaba de una manera que Violet hubiese deseado contemplar más amenudo.

—¡Oh,sí!—Nodeberíasenseñarletrucosdesolteronaantesdequelosnecesite—

declarólaseñoraSpeedwellsinabrirlosojos.SiMarjorynohubieraestadoagarrandoelbrazodesutía,encantadaante

laideadeaprenderabordar,Violetsehabríamarchado.Peronoibaadejarquesumadreestropearaesaoportunidadconsusobrina.

—Lapróximavezquevengadevisitatraerélascosasquenecesitamos.—¿Meloprometes?—Teloprometo,cariño.Talvezpodamoshacerlodurantelasvacaciones

deverano.Marjoryaplaudió.—¡Sí,porfavor!Marjorynuncadisfrutabatantocomosupadredeloslargospaseosporel

camino de ronda que Tom insistía en hacer. Tal vez el bordado pudierareemplazarlos,almenosenlosdíaslluviosos.

—Sí, por favor, ¿qué?—preguntóEvelyndejandounabandeja conunateteradetéreciénhechoyunastazas.

—¡LatíaVioletmeenseñaráahaceresoenlaisladeWight!—exclamóMarjoryagitandolafundadelasgafasdelantedesumadre.

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Evelyn se quedó paralizada un instante con la bandeja entre lasmanos;fue una pausa tan breve que soloViolet se percató de ello. Su cuñada casinunca decía lo que pensaba, así que Violet había aprendido a analizar losgestosmásdiminutos.MientrasEvelyn llamabaaTomparaqueseunieraaellasyenviabaaMarjoryajugarconsuhermano,Violetadivinóloqueibaapasar.

Tomsesentó.—Esto…Bueno…—dijomirandoimpotenteasuesposa.Todos sabían que ella estaba mejor preparada para hacer frente a esa

conversación.—La cuestión es que en las vacaciones de verano, nos han invitado a

acompañaramihermanayasufamiliaaCornualles—explicóEvelyn—.NoiremosalaisladeWight.AMarjoryyaEdwardlesvendrábienjugarconsusprimoseiraunlugarnuevo.Perometemoquesolohaysitioparanosotros.Losiento.

Al menos tuvo la elegancia de mirar a Violet a los ojos y parecíalamentarlosinceramente.Tom,quenoseatrevíaamirarlaalacara,manteníalavistafijaensutazadeté.

Violetllevabaalgúntiempoesperandoesteanuncio.Desdelamuertedelseñor Speedwell, las dos últimas vacaciones en la isla deWight no habíantenidotantoéxitocomoenañosanteriores.Tomhabíaintentado,sinlograrlo,asumirelpapeldesupadrecomoanimadorprincipal.Sinembargo,amedidaque pasaban los días, los niños se volvían más y más gruñones, la señoraSpeedwellmásquejica,lasonrisadeEvelyneracadavezmásforzadayunasensacióndedesganaacababaposándosesobrelasvacaciones,comoelpolvo.Quealgocambiara,erasolocuestióndetiempo.

LamadredeVioletestabareclinadaensusilla,conlosojoscerrados,sinreaccionar ante las noticias. «Ya lo sabe—pensóViolet—, de lo contrarioestaría chillando y abanicándose y quejándose de que hay que honrar lamemoriadeGeoffrey.Probablementeyalohayahechoyporesoahoraestátranquila».

—Podríashabérmelodichoantes—farfulló—.Yalohabíashabladoconmadre—añadióenvozbaja.

—Acabamosdecompletarlosplanesjustoahora—sedefendióEvelyn.Después calló, quizá al darse cuentade cómohabía sonadoeso.Hacían

susplanessinconsultarlosconViolet.—¡Podéis ir a Ventnor de todos modos! —El tono de Tom resultaba

exageradamente alegre—. Tú ymamá. Podéis alojaros en elmismo sitio e

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irnosinformandosobrelasidasyvenidas:quiénhaidoesteaño,quénuevosfósileshanencontrado,quésalonesdetéhacenlosmejoresbollosderoca.

LafamiliaSpeedwellsolíadebatirsobre lacalidadde losbollosderocadelaisladeWight.

—Yo iré con Penelope a Hastings —anunció la señora Speedwellabriendolosojos.

Un alivio inesperado se apoderó de Violet. No tendría que ir devacaciones sola con su madre. Prefería quedarse sin vacaciones que estarsometida a tal suplicio. «¡Pobre tía Penelope!», pensó. Su tía, una afableviuda, era experta en tratar a su hermana mayor con deferencia. Violet seaseguraríadeagradecerlesusacrificio.

TomsesentíatanculpableporelcambiodeplanesdelasvacacionesqueseofrecióaacompañaraVioletencochehastaWinchester.Evelynsemostródeacuerdo.

—Idosydisfrutaddelatarde—dijoenuntonodemasiadosolícito—.Yocuidarédemadre.

NodijeronnadahastaquellegaronalacampiñaentornoaSouthampton,comosinecesitaranponerlaciudadentreellosyelrestodelafamilia,consusanuncios y exigencias. E incluso entonces, Violet permaneció en silencio.Dejaríaquesuhermanohablaraprimero;noteníaintencióndeayudarlo.

—¡Losientomucho,hermanita!—dijoTomavozengritoparasuperarelruidodelmotorcuandotomaronlacarreteraaWinchester—.LodelaisladeWight y esas cosas. De verdad que lo siento. Si de mí dependiera, estaríaencantadodevolver allí.Es solo que…bueno, noquería decírselo a nadie,porqueaúnespronto,peroEvieestáembarazadadenuevo.¡Nodigasnada!—añadiócuandoVioletempezóadarlelaenhorabuenaagritos—.Esmejorqueno…¡Oh,malditasea!

Se metió en un área de descanso y apagó el motor. Cuando volvió elsilencio,Violetpudooíralasovejasbalandoenelpradojuntoalacarretera,detrásdeunseto.

—Muchomejorasí—dijoTom.Encendiódoscigarrillosylepasóunoasuhermana—.Mira,mesientoterriblementemalpornohabértelodicho,perono nos enteramos hasta ayer de que podíamos ir seguro a Cornualles.Además, Evelyn… no digas ni una palabra, pero hemos perdido algunosdesdeEddie.

Violettardóunmomentoencomprenderaquéserefería.

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—Ay.—Eviesiemprequisotres,peroeltercerohasido…escurridizo.Asíque

ahoranodecimosnadacuandoella…yasabes.Quierequeeste…aguante.Ypensóqueseríamejorparaellaestarconsuhermana,porsihayproblemas.Yes…bueno,esmásfácil.

—Quieresdecir,menosestresanteparaella—dijoViolet.—Sí.—¿Pormíopormadre?—Leparecíapuerilpreguntarlo,peroqueríaque

éllatranquilizara.Tomlohizocongusto.—¡Por mamá, claro! ¡Tú eres estupenda! Los niños te quieren y Evie

también.Violetnoestabatanseguradeeso,peroestabadispuestaadejarlopasar.—¿CuándolecontasteamadrelodeCornualles?—Ayer.—¿Armóunescándalo?—Un poco, aunque menos de lo que esperaba. Se quejó de que

traicionábamos lamemoriadepapáydeGeorge,yque la familia seestabadeshaciendo,yesascosas.Perocuandosedesahogó,seconcentróenlaideadeiraHastingsconlatíaPenelope,tantoqueinclusoutilizónuestroteléfonoparallamarlayempezaraplanificarsusvacaciones.

Apagaronloscigarrillos.—¿Crees que irás aVentnor?—lepreguntóTom—.Todavía no hemos

canceladolashabitaciones,asíquehayunaparati,siquieres.Teaplicaránunsuplemento por ir sola, pero lo pagaremos nosotros, por supuesto—añadióporsiacaso.

—Melopensaré.Se hizo un silencio que duró un rato. Violet observaba las esponjosas

nubes en el horizonte, esforzándose por no llorar. Respiró profundamente,inhalandoelreconfortanteolordelcuero.

—Otalvezpodríasapuntarteaunodeesosviajesparasolteras,enlosquehacencaminatasysealojanencasasdehuéspedesdurantelasrutas—sugirióTom—.Sonpopulares,¿no?

—Loson,sí,tantoqueahorayanoquedanplazas.Violet había visto los carteles de sonrientes mujeres de mejillas

sonrosadas ataviadas con pantalones cortos y gorras yéndose de excursión.Aunque ella no soportaría llevar semejante atuendo, le atraía la idea decaminar.Ylasugerenciadesuhermanolediounaidea.

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—¿RecuerdaslosWallop?¿Lostrespueblosalosquefuimosconpadre?¿OverWallop,MiddleWallopyNetherWallop?

—Porsupuesto.GolpeArriba,GolpeEnmedioyGolpeAbajo.Georgeyyonostomamoselnombrealpiedelaletra,ynospasamoslatardeliándonosa golpes. Y papá dejó queGeorge se bebiera una clara en el pub.Me diomuchaenvidia.

—¡Perositúsoloteníassieteaños!—Lo sé, pero había rivalidad entre nosotros, aunque élme llevara seis

años. También recuerdo que George y yo intentamos trepar a una de laspiedras en Stonehenge y que los encargados nos regañaron. Fueron unasbuenasvacaciones.

—¿CómosellamabaelpubquehabíaenNetherWallop?—FiveBells,lascincocampanas.¿Porqué?—No,nada,soloeraunaidea.Sin embargo, aquella idea la animó tanto que de vuelta a Winchester

estudió detenidamente los mapas de la región del Servicio Estatal deCartografíadesucasera.

Aldía siguiente, llamóa laAlianzaCristianadeMujeresyChicasparacomprobarsiquedabanplazas libresen losviajesparasolterasaGalesyelDistrito de los Lagos, y, tal como esperaba, le dijeron que todas estabanreservadasdesdehacíatiempo.

UnapartedeVioletestabaaliviadapornotenerqueirdevacacionesconextrañas, entablar conversaciones educadas e intentar divertirse juntas. Peroahora tenía dos opciones si no quería acabar quedándose en Winchester,durmiendohastatarde,leyendoydandopaseosocasionalesmientrasesperabaqueacabaranlasvacaciones.PodíapedirlesasumadreysutíairconellasaHastings,dondetendríaquesoportarserobjetodecompasiónyexasperaciónporpartedelaseñoraSpeedwellmientrassutíaPenelopeintentabacalmaramadre e hija.O podría ir por su cuenta a algún sitio.Antes de cambiar deidea, llamó aTomy le pidió ayuda para poder pagarse unas vacaciones desenderismo.

—Porsupuesto,hermanita—lecontestóél,riéndose—.Novoyapermitirquemihermanapasehambre.¿Quépensaríapapá?—Despuésdeunapausaañadió—:¿Notedieronunaumentohacepoco?

Violetnosuavizósurespuesta.—Sí.Y ahora puedo permitirme una cena caliente al día, casi todas las

noches.

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—Sí, comprendo. —Tom cambió rápidamente de tema, tal vezdesconcertadoporquesuhermanasehubieratomadotanenseriosubroma—.¿Adóndeirásentonces?¿NoirásaHastings?

—Iréacaminar.PrimerodeWinchesteraSalisbury,ydespuésbajandoatravésdelBosqueNuevohastaLymington.DesdeallítomaréelferrialaisladeWightymequedaréunosdíasenVentnor.

—¡Vaya, me gustaría poder ir contigo! —dijo él bajando la voz—.Cornuallesestarábien,porsupuesto,peroesdistintoestarcon la familiadeEvie y con todos los niños. Me encantaría ir a pasear como en los viejostiempos.

—¡Almenosningunodelosdostendráqueaguantaranuestramadre!Teníaunmesparaprepararse:planificarlaruta,escribirapubsoposadas

parareservarhabitación,cambiarlasueladelasbotasdemontañaycomprarun nuevo sombrero de paja, pedir prestada una mochila a los Hill y unabrújula y una navaja a Tom, hacer y deshacer la mochila para aligerar lacarga.Eralaprimeravezqueteníaquehacerlaplanificación,puesanteslosencargadosderesolverlalogísticaeransiempresupadreoTom.PeroVioletdisfrutaba estudiando los mapas de la señora Harvey, calculando cuántocaminaríaaldía,buscandopuntosdeinterésalosqueiryatajosquepudieratomar,conjeturandoquépueblostendríanlugaresparapernoctar.

Soloviounavezasuhermanoyasufamiliaantesdelasvacaciones,peronoseolvidódeMarjoryylellevóteladecáñamo,lanadecuatrocolores,unaagujayunpatróndepuntadasquehabíahecho,comolosquehacíalaseñoritaPesel para las bordadoras de la catedral. Marjory estaba emocionada ydemostróserunabuenaalumnaquesesentócercadeVioleten lamesadeljardínylaobservóatentamentemientrasellaleenseñabacómoenhebrarunaaguja, contar cuadrículas, hacer una puntada, meter el extremo de la lanadetrásdelaspuntadas.Cuandollegóelmomentodequehicieralassuyas,setomósutiempo,perolashizobien,ypocoapocofueadquiriendodestrezayconfianza. Violet se reprendía a sí misma por haber subestimado lascapacidadesdeMarjory.

Mientrastrabajabanjuntas,concentradasyabsortas,elrestodelafamiliase movía a su alrededor, bebiendo té, leyendo el periódico, lanzando unapelotaalaire.Devezencuando,algunodeellosechabaunvistazoaloquehacíanlatíaysusobrina.LaseñoraSpeedwelltambiénestabaallíylecogióespecialaversiónaaquellaocupación.

—Nocomprendoporquétrabajáisconlanaconestecalor—declaró,peseaqueellallevabapuestosuvestidodelanaazul—.Esonopuedeserbueno

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paraunaniña.Miralocoloradaqueestá.—Marjoryestábien,señoraSpeedwell—ledijoEvelyn,alzandolavista

delSouthernDailyEcho.Ya que Violet había aceptado que la excluyeran de las vacaciones en

Cornualles,Evelynhabíadecididoesforzarseporserpositivaysolidaria.—Enmi opinión, creo que es una afición de lomás peculiar. ¿De qué

sirvenesaslabores?Marjory apartó los ojos de su zigzag florentino ymiró a su abuela con

expresióndulce.—Sepuedenhacercosasbonitas.—¡Cállate!Esdegroseroscontestar.Marjoryabriólosojoscomoplatos.—Peromehicisteunapregunta,abuela.Yyolacontesté.—Vale, Marjory —se interpuso Evelyn—. Estoy segura de que no

pretendías ser grosera con la abuela. Quizá le harás algo bonito con tuspuntadas.

MarjorymiróaViolet.—Porsupuesto—dijoesta—.Podríashacerlealaabuelaunabolsitapara

lasmonedas,ounaszapatillasouncinturón.¿Quéteparece?—No creo que vaya a usar ninguna de esas cosas—declaró la señora

Speedwell.—Bien,puesentonces lehacesalgoa tumadre.Estoy seguradeque le

encantaríatenerunmonederoparaguardarsuspeniques.Puedespracticartuspuntadasduranteelveranoycuandolasdominesteayudaréconlabolsita.

Violetnoestabadeltodoseguradecómohacerunbolso,perolaseñoritaPeselpodríaayudarla.

LaseñoraSpeedwellgruñó:—Porsupuesto,esmuchomás importantehaceralgopara tumadreque

paratuabuela.VioletmiróaEvelyn.SucuñadaalzólosojosalcieloyVioletseechóa

reír.—¿De qué os estáis riendo? —preguntó la señora Speedwell, cuando

EvelynseunióaViolet—.¡Notienenadadegracioso!

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Erabastante fácilorganizarunviajeensolitario, lodifícil eradarelprimerpasoysalirporlapuerta.Unamañanadeagostoaprimerahora,inclusoantesdequeselevantaralacasera,Violetestabaenelvestíbulointentandoaplacarsusnerviosydándoseánimosparasalirdecasa.Aparentementeestabalista:habíahecholamochila,sehabíapuestounviejovestidodelinomarrónyunachaqueta,ysehabíaatadoloscordonesdelasrobustasbotas.

Hasta hacía unos días, los amigos y la familia se habían mostradooptimistassobresusvacacionesensolitario.Sinembargo,cuandoseacercóelmomento,suhermanollamóparaasegurarsedequeseguíaqueriendoir.

—Seguroquepodríamosencontrartealojamientocercadedondeestamosnosotros en Cornualles—le sugirió Tom en tono despreocupado, sin dudaconsciente de que a esas alturas todo estaría reservado, pero proponiéndoleestaofertaparaaliviarsusentimientodeculpa.

—¿Estarás bien, caminando tú sola por allí? —le preguntó Gilda másdirectamente cuando se vieron en elAwdry’s—.Sabes que siempre estás atiempodecambiardeplanes,¿verdad?

—Estarébien—respondióVioletconfirmeza.Gildanoinsistiómásenesetema.Ellaseibaairdurantedossemanasa

Swanageconsufamilia,incluidasunuevacuñada.—Olivepresumirádeembarazocomosiesehubiesesidoelplandesdeel

principio—se quejó— y exigirá toda la atención que pueda conseguir. Simamáestuvieraviva,lahabríapuestoensusitio.PeropapáyJoesonblandosconella.

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—Entoncestendrásquehacerelpapeldetumadre—lecontestóViolet,ysolomástardesediocuentadequepodríahaberinvitadoaGildaacaminarconella.

LaseñoraHarveyempezóainquietarselanocheanterior.—Nomegustapensarqueunademischicasandaperdidaporelcampo

—declaró,mirandocómoVioletdejabalamochilaenelvestíbulo,preparadaparalamañanasiguiente—.¿Quépasarásitetuercesuntobillo,tequedassinaguaotemuerdeunaculebra?¿Quéharásentonces?

ExpresabapreocupacionesquelapropiaViolettenía,locuallahizoirsealacamatemprano,antesdequesucaserapudierainquietarlaaúnmás.

Ahora,Violet tenía hambre, peronoquería retrasarse. «Simehagounatostada —pensó—, la señora Harvey se levantará y empezará a armar denuevounescándalo».Sepusolamochilaaloshombros,apretólascorreasyemprendiólamarchasinceremoniasnidesayuno.

BajóapasoenérgicoporlacolinahaciaelpuentesobreelItchen.Delante,sobre un pedestal de granito, había una estatua maciza del rey Alfredo,dándolelaespaldaaellaydecaraalaHighStreet,quealzabalaespadaenaltososteniéndolacercadelaempuñaduracomosibendijeraalaciudadqueseextendíaanteél.Violetpasódelantede la estatua,miróa sualrededoryluego le hizo una reverencia al rey Alfredo antes de empezar a recorrerWinchester.

Pasó por delante de las fachadas de las tiendasmedievales de la calle;delante de la carnicería y la farmacia; delante del Awdry’s, donde por uninstante consideró la posibilidad de pararse a tomar café, pero en lugar dehacerlo, apretó el paso; dejó atrás la Buttercross, una estructura de piedraoctogonaldondeenlaEdadMedialasmujeressolíanvenderlamantequilla;ylatiendaWarren’s,dondeellacomprabaelmaterialdeoficina.Loscomerciostodavía no habían abierto, así que se cruzó con pocas personas en la calle:algúnque otro ciclista, un repartidor de periódicos y un limpiacristales queestabalimpiandoelescaparatedeunatiendaderopa.Todoslasaludaronconungesto,peroningunosedetuvoacharlaroapreguntarleporsumochilaniadónde iba. Ninguno dijo: «Bien hecho, Violet. ¡Qué valiente!», «¿Estásseguradequequierescaminarsola?»o«¿Porquénotevienesconnosotrosalacosta?».EllasolollevabanuevemesesviviendoenWinchester,asíqueaúnera una extraña en la que nadie estaba dispuesto a invertir todavía. Nuncahabía pensado que pudiera importarle, pero en esosmomentos deseaba quehubieraalguienquelasaludaraalpasarahoramismo,cuandoestabaapuntodeemprendersuaventura.

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Caminode la partemás alta de la ciudad, cruzó el arcodepiedrade lapuertaoestemedievalquemarcabasusalidadelcentrohastaelpuentesobreelferrocarrilquecruzójustocuandountrenmañaneroqueibahaciaLondresentrabahumeanteenlaestaciónsituadaasuderecha.Violetesquivóelhollínque salía de la locomotora, luego se detuvo y miró a los pasajeros queentrabaneneltren,golpeandolaspuertasygritándoseunosaotrosmientrassubíansusmaletasabordo.Después,eltrensepusoenmarchaemitiendounclaroresoplidoyellasepreguntósinohabríahechomejorenirsemásbienaLondres.Apenaspodíapermitirsepernoctarunanocheen lacapital,aunquepodría haber sacadomás dinero exprimiendo la culpa de su hermano y asíhabríapodidoiraunamatiné,aunconcierto,auntéconbaile.PodríahaberpaseadoporelTámesisyhaber rebuscadoen las libreríasdeCharingCrossRoad y haber visitado todas las salas del BritishMuseum. Todo eso ya lohabíahecho,perosiempredetrásdesuspadres. Inclusoasus treintayochoañosleresultaríaduro—aterrador,paraserfranca—hacerlosola.

Al igual que esto. Violet había salido otras veces a pasear sola —enSouthamptonCommon, por el paseomarítimo de Portsmouth, en la isla deWightohastalaStCatherine’sHillenlasafuerasdeWinchester—peroesoseranlugaresenlosquehabíamásgentecerca,gentequelaesperaba.Nuncahabía paseado sola por el campo. Cuando se le ocurrió la idea, le parecióposible,peroahoraquehabía llegadoelmomento, sentíaque la angustia lesubíaporelestómagohastalagarganta.

Eranlasalternativas—dossemanasenHastingsconsumadreysutía,oquedarseenWinchester,bordandojuntoalaradioenunahabitacióncerradasobre pálidas tazas de té, acompañada por el gorjeo intranquilo de losperiquitos—lasqueempujabanaVioletaponersefirmeysalirdelaciudad.

Puso rumboaloeste subiendopor la colinaenunacarreteraquepasabaentredos importantesedificiosvictorianos:primero laprisiónconsuscincobrazosquesalíandelcentrocomolaspuntasdeunaestrella,coronadasporuncimborrio; después el hospital del condado con sus paredes de ladrillodecoradas. Al pasar delante de estas dos instituciones se sintió como si sedespidiera de los últimos puestos avanzados de la civilización, los lugaresdondecualquierapodríaacabarsilascosassalíanmal.Luegolascasasfuerondesapareciendo y a la derecha surgió un pequeño camino —una calzadaromana, según el mapa del Servicio de Cartografía— que llevaba a lacampiña.Violettomóelcaminoydejódetráslaúltimadelascasas.

A su izquierda había un huerto, con hileras de árboles cargados demanzanasverdesqueaúnestabanpormadurar.Aquínohabíanadadeloque

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asustarse.Asuderechavioungrancampodegolf.Aunqueapenaseran lasocho de la mañana, ya había hombres con boinas, chalecos y pantalonesbombachos,quegolpeabanpelotasyqueamansaban los alrededores con supresencia.

Después de una suave curva, la calzada romana hacía lo que habíanprevisto los romanos y seguía recta, flanqueada por campos a un lado ybosquesalotro.UnautomóviladelantóaVioletemitiendounamable toquedeclaxon,sindudacaminodeFarleyMount,dadoqueaquínohabíamuchomásadondedirigirse.Violetsesentíamássegurasinabandonarlacarretera.Mientras estaba en la calzada, a plena vista de la gente, podía relajarse ydisfrutardelsolqueleacariciabalosbrazos,unosvencejoscruzabanelcielopor encima de su cabeza, un tractor traqueteaba en la distancia. Habíatranquilidad, aunque no silencio. Empezó a canturrear y a pensar en eldesayuno que se había perdido. En la mochila llevaba un tentempié; se locomeríapronto,noimportabacuándo.

Al cabo de una hora, la calzada giró a la izquierda dando paso a unestrecho camino de grava que llevaba almonumento.Violet lo siguió y seencontró con el automóvil que la había adelantado, que estaba aparcado enese lugar.Más allá, una senda subíahastaunmontículo encimadel cual sehallaba la caprichosa construcción llamadaFarleyMount.Era sin duda unacosaextraña.Desietemetrosdealtura,conparedesblancasyuniformesquesealzabanformandounapuntaypuertasarqueadassaliendodecadaunodeloscuatrocostados,parecíaunapequeñacapillawesleyanacoronadaconunapirámide.

Violetpudoveraunaparejajuntoalmonumentoenloaltodelmontículo,yadosniñosquegritabanyreíanmientrassubíanybajabanporlaempinadapendiente.Poruninstantepensóquepodríabordearelmonumento,paraqueaquella familia no rompiera el hechizo que ella sentía allí, en plenanaturaleza.Sinembargo,lapirámideparecíaatraerlacomounafuerzaquenopodíaignoraryVioletacabócaminandohaciaella.

UnagranplacaenelmonumentolerecordópartedelaconversaciónquehabíamantenidoconGildayArthurdelantedelacatedral:queFarleyMounthabíasidoconstruidoenelsigloXIXenhonorauncaballo.Supropietariosehabía caído con él en una cantera de creta, durante una cacería de zorros.Ambos sobrevivieron; el caballo, al que cambió el nombre por «CuidadoCantera de Creta», ganó una carrera al año siguiente, y su orgulloso amoconstruyólapirámideensuhonor.Violetsonrió.Asupadreyasushermanos

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leshabríaencantadoaquellahistoriatanabsurda.Sepreguntósihabíanestadoalgunavezallí.

Escalóelmontículoyseunióalapareja.—Quédíatanmagnífico—dijoelhombre.—Sí —le contestó Violet mirando las ondulantes tierras, pintadas en

multituddetonosverde,amarilloymarrón,bañadasporelsolyelcielo.La campiña inglesa era en efecto magnífica. Sin embargo, en agosto

tambiénpodíaresultaropresiva.Lasresplandecientesolasdecalor justoporencima del suelo, el fulgor del sol, el silencio, los amarillentos campos detrigo,henoycebada,losgruposdeárbolesdondeelverdehabíaalcanzadosupuntomáximoyahoraempezabaadesteñirse:todoparecíaexuberante,perotambién a punto de cambiar. Agosto era un mes sin la plenitud de julio,cuandolanaturalezaestabaensuapogeo.Traíaconsigounamelancolíaquese acentuaba en septiembre. Violet prefería octubre, cuando el mundo sedespojabadesushojasysetornabacrujienteyfrío,aceptabasusinoyyanointentabaretenerelverano.

Lamujerlamirabadereojo.—¿Viajaustedsola?—lepreguntóaferrándosealbrazodesumarido.—Yo…hequedadoconalguien.Violet se estremeció al ver que era incapaz de admitir que estaba sola.

¿Porquéeratanvergonzoso?Elhombremiróasualrededor.—¿Cómo,aquí?Su sonrisa era maliciosa; había decidido que se encontraría con un

hombre.—EnNetherWallop.Aunqueelpuebloquedabaapartadounostreskilómetrosdelarutaentre

WinchesterySalisbury,ViolethabíaescritoalaFiveBellsparareservarunahabitación.

—¿Yestáhaciendotodoeltrayectoapiehastaallí?¡Cielos!—exclamólamujer,comosifueraalgomásdignodedesaprobaciónquedeadmiración.

Sushijosestabandentrodelmonumentoyjugabanagritarlealeco.Allícercahabíaunbancoquehubiesesidoperfectoparaundesayunoconvistas.PeroViolet deseóunbuendía al hombre y a lamujer y se alejó deFarleyMount.Noqueríaque lacompasióny lasospecha laacompañaranmientrascomía.

Regresóalcaminoynopudoevitarvolverlavistaatrás.Laparejaseguíamirándola.AunqueVioletestabahambrienta, tendríaqueencontrarunlugar

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más alejado. Siguió el sendero que descendía por una pequeña colina y alllegar al pie, volvió a tomar la calzada romanaquehabía abandonadopocoantes.Ahorasehabíaconvertidoenuncaminobordeadodesetos,demasiadoescabrosoyestrechoparalosautomóviles;llevabaaunpequeñopradodondesedescolgólamochilaysesentó,agradecidadepoderdescansarfueradelavista de la familia. En el rincón más alejado, pastaban unas ovejas que laignoraron.

Antesdecomer,VioletbebióaguadeunacantimploraquehabíasidodeTomdurantelaguerra.Seleantojabararousarla,peroélselahabíaofrecidoyellasabíaquenecesitabauna.Nohabíanhabladoafondodesuexperienciaenlaguerra.Alprincipioresultabademasiadocrudoydespuésfuedemasiadotarde. Tom solo quería seguir con su vida de una manera que a Violet leresultabadifícil:iniciarunacarreraprofesional,casarseyformarunafamilia.Aunquesealegrabaporél, tambiénloenvidiaba.EnlavidadeViolet,nadaeraevidentenisencillo,noteníaantesíningúncaminoclaroqueseguir.

Paraelviajesehabíapermitidounlujo,aunqueañadíapesoalamochila:untermollenodecafé.Fuerteyamargo,erajustoloquenecesitabadespuésdecaminarduranteochokilómetros. Incluso lascorreosas rebanadasdepancon margarina y mermelada le sabían deliciosas. Lo mejor de todo era elfestivo trozodedulcequeViolethabíapreparadoparaelviaje.Durante lasvacaciones,lafamiliaSpeedwellsiempresellevabadulcedeazúcarparalascaminatas,yellaconsiderabaqueselomerecía.Elcaramelosefundiósobresulengua,dejándoleuncharcoazucaradoquelerecordóasuinfancia.

Cuando acabó, recogió las sobras del tentempié y sacó el mapa delServiciodeCartografíaque lehabíaprestado la señoraHarvey.Lacubiertarojaymarrónmostraba la imagendeunhombrevestidocon ropadepaseoque estaba consultando el mismo mapa, sentado en una colina; ante él seextendíaun idílicopaisaje inglésdebosquesycampos,conunacueductoamedia distancia y el chapitel de una iglesia en la lejanía. Violet estudió laruta: el camino que tenía ante sí seguía el curso de la calzada romana—apartir de ahora eran en su mayoría senderos— a través de los campossembrados. Desde donde estaba sentada podía ver el primero de ellos: unpequeñomaizal.

Los campos sembrados ponían nerviosa aViolet. Si se encontraba a unhombre(puestoquesoloseimaginabaaunhombre,nuncaaunamujer)enuncampo,sepreguntabaquéhacíaallísolo.Porsupuesto,podíaestardandounpaseocomoella,irdeunlugaraotro—porejemplo,deunagranjaaotraparacomprar— o podía estar yendo a ver a un amigo enfermo o buscando una

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vaca perdida.Habíamuchas razones por las que un hombre podía caminarsolo.

Peronoeraasíenelcasodeunamujer.AunqueVioletestuvierasolteraypareciera hacer las cosas sola, nunca estaba realmente a solas. En su casaestabacon la caseray lasotras inquilinas;podía sentir supresencia inclusodetrásde supuerta cerrada.Enel trabajo tenía compañeras. Inclusocuandovisitabalacatedralsola,habíasiempreotrosasualrededoryahoraconocíadevistaaalgunasdelasbordadorasyalossacristanes,alosquesaludaba.

Una barrera la separaba delmaizal. Trepó por los barrotes y se sentó ahorcajadas en la parte superior, contemplando la senda bordeada a ambosladosportallosdemaízmásaltosqueella.

«Venga,muchacha—pensó—, tranquilízate. ¿Qué haría Laurence?». Amenudoinvocabaasudifuntonoviocuandonecesitabaunadosisdevalorqueno podían proporcionarle el café o los dulces. Pese a no ser de los másvalientes,Laurencehabíaidoalaguerraynuncasehabíaquejadodeestarallínideloquehabíapresenciado,yeseerauntipodecorajemuyinglés.

Saltódelabarrerayseencaminóhaciaelmaíz,siguiendoconcuidadoelestrecho hueco entre las hileras. Los tallos de maíz crujían cerca de sushombros,lasfibrosashojasesmeraldarascabanlasmangasdesuchaquetaymoteaban la luz.Volvió lavistavariasvecesparacerciorarsedequeestabasola.El ruido y la suave presión de las hojas y el parpadeo de la luz y lassombrasladesorientaban.Elcampoparecíanotenerfin.¿Llevabaminutosuhorasatravesándolo?

Entonces,aunlado,delantedeellasurgióunconejoqueechóacorreralo largodelahilera.Violetnoapartó lavistadesucolablancaintermitentehastaquedesaparecióyellavolvióaencontrarseenelsolalbordedelmaizal,acaloradaysinaliento, juntoaunsetocubiertodezarzascargadodemorasverdes.Entre los arbustoshabíaunas estrechasbarreraspara elganado,porlas que Violet tuvo que abrirse paso, mientras los pinchos de la zarza learañabanlosbrazosatravésdelatelaylahacíansangrar.

Elsiguientecampoeradehierbaydespuésseabríaunodecebada,conpesadas aristas que colgaban a la espera de ser cortadas. Resultabamuchomenos sofocante porque le permitía ver lo que tenía alrededor y delante,dondehabíaunasgranjas.Cruzandoelcebadalllegóalagranjaporelsenderoquerodeabaelbordederechodelcorral.Noseveíaanadie,perohabíaropatendida al sol y se oían ruidos procedentes de uno de los establos. En unterreno junto al camino había un caballo que comía hierba y que alzó lacabezaparaverlapasar.

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Detrás de la granja, Violet atravesó un pequeño bosque bajo, dondealguienhabíaabandonadoa su suerteunviejo tractoryunacamadehierroqueseestabaoxidando, juntoamáschatarraquenologróidentificar.Nolegustaba ver aquellos desechos ni la sucia masculinidad que desprendía ellugar, y se apresuró a salir a los prados, uno con vacas y otro con ovejas.Cruzóunacarretera,despuésotrocampodecebadayotracarreteraantesdeencontrarse de frente con un gran maizal. Violet hizo una pausa paraestudiarlo,perosoloporunmomento:conelcaféyelcaramelocorriendoporsucuerpo,sesentíalistapararecorrercasiunkilómetrodemaíz.Solotardaríadiezminutos,ydespuéshabíaunacarreterayuncaminodeherraduraatravésdeunpequeñocampohastaunmesón.Podíapararallí.

Violet solo se percató de la presencia del hombre cuando ya se habíaadentrado mucho en el maizal, aunque le costaba determinar cuánto habíaavanzado:aligualquelesucedieraconelprimercampodemaíz,notardóenquedardesorientadaacausadelruidoylaluzmoteada.Loúnicoquesabíaesque, enundeterminadomomento,miró atrásyvio aunhombre a cuarentametros de distancia. No podía asegurar que la siguiera, porque no sabía sisimplemente usaba el mismo sendero o si estaba allí por ella. ¿De dóndehabíasalido?¿Delagranjaconlacamaoxidada?¿Lahabíavistodesdeunode los establos y había salido detrás de ella? ¿O estaba buscando una vacaextraviadaoibaavisitaraunamigoenfermo,talcomoVioletsehabíadichoa sí misma que cualquiera podría hacer? Ambas posibilidades parecíanabsurdasahoraqueestabasolaconélenunainterminableplantacióndemaíz.

Apretóelpasomientrasintentabanoparecerasustada.Lostallosdemaízsemetíanenlasenda,secruzabanensucaminoyleimpedíanverloqueteníadelante.Consideró laposibilidaddedetenersey esperar aque el hombre laalcanzara,loquetendríalaventajadepodervercómoseacercabaenlugardedarlelaespaldatodoelrato.Talvezlesonrieraylasaludaraalpasarsinqueseprodujeraningúnincidente.Sinembargo,elbrevevistazolehabíabastadoparaconstatarquenoerade losquesonreían.Noeraespecialmentealto—solo un poco más que Violet—, tenía un rostro serio y concentrado, yavanzaba rápido. Estaba rodeado por una atmósfera de esquinas oscuras,metaloxidadoymandíbulassinafeitar.Ellaqueríavolveramirarlo,peronoseatrevía.Aceleróelpaso,sinpreocuparsemásdequeélsupieraqueestabaapuntodeecharacorrer.Leparecióoírqueelmaízcrujíamáscerca.Entoncesvioluzalfinaldelasendaycorrió.

Alemergerdelmaizal,Violettrepóporunabarreraysalióaunacarretera,que enfiló corriendo y sinmirar atrás. Solo frenó el paso y volvió la vista

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despuésdesentirunapunzadaenelcostado.Elhombrenolahabíaseguidohastalacarretera.Ellasedetuvoyseinclinó,apoyandolasmanossobrelasrodillas, jadeando, sin apartar la vista del hueco en el maizal del que élsaldría.Alverqueelhombreseguíasinaparecer,pensóquehabíahechobienencorrer,puestoqueéldebíadeestarescondidoentreelmaíz.Apesardequetodavía no había recuperado el aliento,Violet siguió avanzando apresuradapor la carretera, esperando que pasara un automóvil, un tractor o gentepaseando.

Llegóaunapequeñacarreteraaladerechaylatomó,fueradelavistadelmaizal,yentoncesconsultóelmapa.Estacarreteralallevaríaalmesónalquese dirigía y que estaba amedio kilómetro.Avanzaba rápido ymiraba atráscadaveintepasos,peroelhombrenovolvióaaparecer.

CasigritóalverelmesónJohnO’Gaunt,unsencilloedificioblancoconeltejadodepizarrayunasventanasdemoldurasnegras,situadoenuncrucedecarreterasaorillasdel ríoTest.Eransolopasadas lasonceyeraposibleque el bar aún no estuviera abierto. Sin embargo, debía de haber alguien eincluso era posible que le prepararan una taza de té o un sándwich que secomeríaenunode losbancosquehabíaaambos ladosde lapuerta.Queríaquealguiensecompadecieradeella.

Violet empujó lapuertay sintió alivio al verqueno estaba cerrada conllave. Un olor rancio de humo y grasa la golpeó cuando entró en una salallena de mesas y sillas vacías. A su derecha estaba la barra, donde elmesonero estaba sirviendo a alguien que se encontraba en el otro extremo,pero la saludó conungesto.Mientras ella dejaba lamochila sobre el sueloalfombrado junto a una de las mesas, el cliente que estaba en la barra sevolvióylamiró.Eraelhombredelmaizal.

Violet se quedó helada y contuvo el aliento. Si su mochila no hubieseestado ya en el suelo, podría habérsela vuelto a colgar y haber salido denuevo.Perosesentíaatrapada:porlaamablebienvenidadelmesonero;poreltemor que le causaba mostrar su miedo; por la preocupación de haberreaccionadoexageradamentedelantedeunhombreinocente;porsudeseodequenolaconsideraranunaestúpidaqueemprendíaunviajeensolitario.Asíque no se marchó, sino que permaneció inmóvil, incómoda y poniéndosecoloradayconelcorazónpalpitandoconfuerza.

Elhombrenolesonriónilasaludó;susilencioeramuchomáspoderoso.Tenía losojososcurosy lamiradapenetrante,y llevabaelpelomarrónmáslargodeloqueseestilaba.Sehabíaquitadolagorraylahabíadejadojuntoalapintaqueteníadelante.Teníauncuerponervudoylaropalequedabamal,

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comosifueradesegundamano.SehabíaarremangadoporelcaloryVioletpodíavereldensovelloquelecubríalosantebrazos.

¿Cómo había conseguido llegar allí antes que ella? ¿E incluso tenertiempo para que le sirvieran una pinta? Para tranquilizarse, Violet intentópensar, volviendo a trazar la ruta y recordando el mapa que acababa deconsultar.Despuésdeunmomentocomprendióque lascarreterasquehabíaseguidoparallegaralmesónformabandosladosdeuntriángulo.Elhombreseguramentehabíacogidounatajoatravésdelmaizalalolargodelcaminodeherradura,siguiendoel tercer ladodel triángulo,querecorrióenlamitaddetiempoqueella.

Mientras reflexionaba sobre ello, el mesonero le habló y la miróexpectante.

—Perdone,estaba…Violetnoacabólafrase,puesnopodíadecirloqueestabahaciendo.Elmesonerosoltóunarisita.—Solo te estaba preguntando qué podía servirte, guapa.Debes de estar

exhaustadecargartúsolaconeso—dijoseñalandolamochila.Elhombredelmaizalexaminabasucerveza.—Estoybien—murmuróViolet—.Póngameunté,porfavor.—Siéntate.Ahoratelotraigo.Violettomóasiento,obligadaporsusmodales.Latabernaleparecíamuy

pequeña.—¿Quétetraeporaquí,guapa?—lepreguntóelmesoneromientrasponía

aherviraguadetrásdelabarra.Violet hizo unamueca, aunque intentó que no se dieran cuenta. Era el

típicoposaderoentrometidoqueocultabasucuriosidadbajounaamabilidadexagerada.Ahora ella tendríaqueenfrentarse aunbombardeodepreguntasde las quenopodría huir y quenoquería contestar delante del hombredelmaizal.

—Estoy…caminando.—¿Adónde?La mente de Violet se quedó en blanco. Debería mentir para que el

hombre no supiera adónde iba. Pero no lograba recordar ninguna de lasciudadesalnorteoalsurdellugar,ysidecíaqueibaaWinchester,elhombresabríaquementíapuestoqueveníadeesadirección.

—Salisbury. —Se oyó decir a sí misma para llenar el silencio, quepareceríasospechososiseprolongabademasiado.

—Asíquerecorreselcaminoentrelascatedrales.

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Violetasintió,molestaaloírquesurutapodíaadivinarsetanfácilmente.—Poraquípasanmuchoscaminantesquehaceneso.Elsenderovajusto

porelotroextremodelacarretera—dijoelmesonerohaciendoungestoenunadireccióngeneral—.SiguelaantiguavíaromanahastaOldSarum,justoal norte de Salisbury. Pero eso ya lo debes saber, claro. Tienes un mapa,¿verdad,guapa?

VioletagitóelmapadelServiciodeCartografía.—Ysabescómoleerlo,¿verdad?Violetsepusocolorada.—Meenseñómipadre.—Bienhecho.Esbuenoqueunachicaconozcaalgunashabilidades.Pero,

bueno, hoy no vas a llegar a Salisbury, ¿no? Está demasiado lejos parahacerloenunsolodía.

—Voya…«NodigasNetherWallop»,seadvirtióasímisma.—Lo digo porque arriba tengo habitaciones si buscas un lugar donde

alojarte.—No,gracias.Hoyseguiréunpocomásantesdeparar.Elmesoneroletrajounabandejaconunateterayunplatodegalletasde

tapioca.—Aquíestátutéyelaguacaliente.—Gracias.—TengoamigosquealquilanhabitacionesenBroughton.Podríallamarles

diciendoquevasair.—Nohacefalta,gracias.—Una chica como tú, caminando sola. Necesitas tener un lugar donde

pasarlanoche.Nomecuestanadabuscarteuno,guapa.—Deverdadquenohacefalta.Yatengodóndequedarme.—¿Dónde?—Elmesoneroestabadepiejuntoaella.Elhombre en labarra alzó su cervezay tomóun trago largo.Violet no

podíaevitarmirarfijamentesuperfil.—NetherWallop.—Siemprehabíasidomalísimamintiendo.—¿Qué, en la Five Bells? Saluda a Bob de mi parte y dile que nos

veremosenelcríquetelmiércolesporlanoche.Violetasintió.—NetherWallopquedaunpocoapartadodetucamino,¿no?—Tengo…tengoamigosquevivenallí.—¿Quémedices?Quién,sinoteimportaquepregunte.

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«Sí que me importa —pensó Violet—. Me importa muchísimo». Elmesoneroestabaexhibiendoeltipodeamabilidadquerayabaenlahostilidad,como si pensara que podía pillarla mintiendo. Si se lo recriminaba, élprotestaríadiciendoqueselimitabaacumplirsudebercívico,controlandolasidas y venidas dentro de la comunidad.Violet deseaba que fuera realmenteservicialyqueellapudierapreguntarle:«¿Quiénesesehombresentadoenlabarraqueapestaapeligro?Nomeinspiraconfianza.¿Austedsí?».

Lapausamientraspensabaesoeraextrañayelmesonerofruncióelceño.—Arthur—lecontestóellaparallenarelsilencio.Yenaquelinstante,se

percatódequenosabíasuapellido,yañadió—:Elcampanero.Eraexageradollamarloamigocuandosololohabíavistounavez,aunque

seguía llevando su pañuelo en el bolso. De alguna manera no habíaconseguido devolvérselo. Le resultaba reconfortante encontrárselo cuandobuscabaellápizdelabiosounpeniqueperdido.Lehacíasentirsecuidada.

Elmesonerosoltóunacarcajada.—Arthurelcampanero—repitió—.Nimásnimenos.Enunaocasiónle

pedí que me explicara lo que hacen allá arriba con sus campanas y nocomprendí ni una palabra de lo que dijo. «¿Por qué no nos tocas algo quepodamoscantar,amigo?»,lesolté.Creoqueloofendí—dijoconorgullo.

—Sabe, creo queme tomaré el té fuera—declaróViolet en un tono lomásalegrequepudo—.Haceuntiempoestupendo.

Por unmomento, elmesoneropareció ofendido, pero luego lo escondiódetrásdeunasonrisaprofesional.

—Porsupuesto,guapa.Tellevarélabandeja.Violetcogiósumochila, lanzóunaúltimamiradaalhombredelabarra,

luego le dio la espalda y mantuvo la puerta abierta para que saliera elmesoneroconlabandeja.

Fuerasesintióalavezmejorypeor.Mejorporqueelaireerafrescoynoolíaahumodecigarrillosypescado frito,y se sentíamenosatrapada.Peorporqueyanosabíaloquehacíaelhombreenlabarraodóndeestaba.

Sin embargo, al menos el mesonero tuvo piedad de ella y la dejó soladespuésdedepositarlabandejaenunbanco,paravolveraentrarahablarconsuotrocliente.Talvezhablarandeella.Violetsesirvióté,mordisqueóunagalletadetapioca—lasquemenoslegustaban—ymiróasualrededor.Enelmapa comprobó que el mesón John O’ Gaunt se encontraba cerca de unpequeño pueblo llamadoHorsebridge. Solo tenía un puñado de casas, perohabíaunaestaciónde ferrocarril.Si loquería, seguramentepodría cogeruntrenaSouthampton,paraquelallevaralejosdelhombre,delmesoneroyde

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susvacacionesde senderismo.Por la tarde, sumadre se iría aHastings; talvezaúnestuvieraatiempodealcanzarla,pedirleperdónprofusamenteeirseconella.Porunmomentosintiólatentacióndehacerlo.

Justo entonces, una joven pasó delante de la taberna empujando uncochecito;lacapotablancaconvolantesestabacerradaysuocupantedormía.Lamujercontemplabaalbebéconauténticaidolatría.AlzólavistayobservóaViolet,susbotasysuvestido,sumapaysumochila,suté,ysonrió.Ensurostro se reflejaba aún todo el amor por su bebé, lo que anulaba cualquiercuriosidadquepudieratenerporestapaseante.Violetledevolviólasonrisa.

Fueunintercambiotancotidianoynormalquelacalmó.«Esteesunlugarconmujeresybebés—pensó—nosoloconhombresquebebencervezaalasonce de la mañana». Se acabaría el té y pondría rumbo a NetherWallop.Examinóelmapa.Habíavariasmanerasderecorrerlosochokilómetroshastaelpueblosiguiendolossenderos,perodecidióirporcarretera.Laexperiencianoseríatanenvolvente,peronoqueríarepetirladelmaizal.

Acabóeltéyselevantó,colgándoselamochilaparapodermarcharseencuantohubiesepagado.

Dentro,elmesonerosacababrilloaunosvasosdetrásdelabarra.Elotrohombre se había ido. También su vaso había desaparecido. De hecho, eracomosinuncahubieseestadoallí.Violetintentónomiraralrededorniparecerpreocupada, pero se le hizounnudoen el estómago. ¿Estaba en el aseodecaballeros?¿Ohabíasalidoporlapuertatraseraylaesperabaparaseguirla?

«Déjalo ya —se riñó—. Tienes gente alrededor y estás segura. Nopermitasqueunhombrecomoeseteintimide.Dejaquevayaabuscarsuvacaperdida».Laidealahizosonreír.

—Esoestámejor—ledijoelmesonero—.Eslaprimeravezquesonríesdesdequehasllegado.

Violetdejódehacerlo.Elmesoneronopareciódarsecuenta.—Una sonrisa hace que una chica parezca años más joven —siguió

diciendo—.Todasesascremas,pocionesycosasporelestiloqueanuncianenlasrevistas: todobobadas.Loúnicoquenecesitasesunasonrisa.Serán trespeniques,guapa.

Violetdejólasmonedassobrelabarra.—Gracias.Buenosdías.Dio media vuelta y salió por la puerta sin entablar la charla que se

esperaba al final de un intercambio y oyó que el mesonero soltaba unchasquidodedesaprobación.

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—Algunosnopuedenevitarlo,no importa loamablequeseasconellos.—Leoyódecirjustocuandolapuertasecerrabadetrásdeella.

El ríoTesteracomouna floja trenzadeaguay,a lo largode lacarreteraaBroughton,Violetcruzóvariasvecessusorillas.Sedetuvoparacontemplarlasaguasclarasybrillantesquediscurríandebajodeella.Eraunaexcelentezona de pesca con mosca y podría haber hombres junto al río capturandopeces.

Ahorahabíamástráfico.Eramediodíaypasabanfurgonetasderepartoyhombres en automóviles con cara de dirigirse a algún lugar importante, yfamiliaspaseandoencoche.Unaparejamayorconsombrerosdepajaajuegolaadelantótocandolabocinaysaludandoconlamano.Sesentíasegura,perotambién tenía la sensación de estar caminando para llegar a algún sitio enlugardedisfrutardelcampo.Elpaisajeeramásllanoymenospintoresco.Yledolíanlospies.

En Broughton se detuvo junto a un afluente del Test llamado WallopBrookysequitó lasbotasparaponer lospiesen remojoenelaguahelada.Violetteníacaloryestabacansada.Habíacaminadodiecinuevekilómetros,ylequedabandospordelante.Secomiólossándwichesquehabíapreparadoysebebióloquequedabadelcafé.Apartirdeahoratendríaquecomprarselacomidayvercómoseagotabansuspeniques.

Después de acabar seguía estando hambrienta y al pasar por la calleprincipal miró con anhelo el pub, luego un salón de té donde una familiaestaba sentada al sol, tomando té con bollos y zumo,mientras los niños setirabanmigasunosaotros.Violettampocosedetuvoallí.Nopodíapermitirsetantoslujos.

No recordaba ningunode estos paisajes de cuando estuvo paseando poraquí con su padre y sus hermanos.No lograba recordar exactamente dóndehabían estado aparte de NetherWallop. Tal vez habían caminado por estacalle.LoúnicoquesabíaeraquesedetuvieronenelmesónJohnO’Gaunt,quizá incluso les sirvieraelmismomesonero,unhombremuchomás jovenentonces. Seguro que fue cortés con su padre, se burló un poco de sushermanosynoledijonadaaella.

Violet se acordaba deNetherWallop y no solo por su extraño nombre.Pasópordelantedeunmolino juntoal arroyo,dobló la esquinay entoncesdivisóunahileravagamentefamiliardecasasdecampocon techosdepaja,peculiares porque la paja era muy gruesa y colgaba por delante de las

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ventanascomounas largascejas.Algunasde las casaserandecalblancayentramados oscuros, al estilo Tudor; otras eran de ladrillo. Ofrecían unabonita vista, especialmente con sus pequeños jardines delanteros llenos derosas,daliasymargaritas.

Mientras bajaba por la calle vacía hacia el pub, sintió la extrañeza dereconocerunlugarsinconocerlo,deadvertirqueteníauntonosimilarcomosi siguiera siendo elmismo, pese a que todo había cambiado y envejecido,incluidalapropiaViolet.Georgeestabamuerto;Laurenceestabamuerto;supadreestabamuerto.Violet tenía treintayochoaños,noonce.VeíaNetherWallop a través de unos ojos que habían visto muchas otras cosas en eltranscursode ese tiempo.Erapeculiary triste, y sepreguntóporquéhabíavenido.

Perohabíacaminadoveintidóskilómetrosyestabacansada,yallíestabala pensión Five Bells, que parecía a la vez familiar y extraña. Entró y seencontró con el tipo de mesonero que prefería: el taciturno. Le entregó lallave de su habitación desde el otro lado de la barra y nomostró ningunacuriosidad por ella. Violet subió, se descolgó la mochila, se descalzó y sequedódormidaenunminuto.

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Cuandosedespertó,Violetsediocuentadequelaluzsehabíaquebrado,queelsolyanobrillabaenloalto,sinoquesusrayoseranmásoblicuos.Cercadeallí oyó cinco campanadas.Tenía las piernas entumecidas ydoloridas de lalargacaminata.Se lavólacaraen la jofaina,despuéssecambióelarrugadovestidodelinoporunodefloresdecolorcrema,verdeymarrón,sepusosuchaquetadepuntobeisyloszapatosdetacón,queleparecieronligeroscomonubesdespuésdelaspesadasbotas.ElplandeVioleteracambiarsederopatras cada paseo diario.Era comoponerse un traje para caminar y otro paraentrardenuevoenlasociedad.

Todavía no se atrevía a visitar la iglesia, que le traería recuerdos deGeorge.Asíquediomediavueltaysefueporlacalle,pasópordelantedelatienda y la oficina de correos, la carnicería, la herrería, la escuela—todascerradas—ydejóatráselparquedelpuebloparadirigirseaMiddleWallopyOverWallop. Los nombres de aquellos tres pueblos eran un buenmaterialpara humoristas, sin duda el blanco de muchos chistes, pero a Violet leencantaban.

Llegóaungrupodecasasapartadasdelacarretera,congrandesjardinesdelanteros en lugar de los anteriores cubículos. Echando un vistazo porencima de los altos muros, avistó los parterres de las casas llenos demalvarrosaysalvia,abedules,tilosyhayasrojas.Enunjardínhabíaungranperalcargadodefruta.Violetsedetuvoaadmirarloyenlapuertadelanterade la casavio a unamujermayor sentada enunbanco. Iba sin sombreroymantenía los ojos cerrados y la cara vuelta al sol de la tarde. Llevaba unvestidoblancoylacabelleradecolorgrisquelecaíasobreloshombrosera

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máslargadeloquesolíantenerlaentonceslasmujeres.Enelregazoteníaunarevistacerrada.Violetpensóquepodría tratarsedeunaperegrinaorandoenunaiglesia,sinofueraporqueparecíaestaradorandoalsol.

Oyó el sonido de unas tijeras en el jardín y, cuandomiró,Violet vio aArthur el campanero podando las rosas marchitas de uno de los parterres.Arthur, al que había llamado su amigo en elmesón JohnO’Gaunt. Se diocuenta entonces deque ese era elmotivopor el quehabía venido aNetherWallop.Porsupuesto:queríavolveraverlo.Abriólabocaparahablar,peroArthurdebíadehabernotadosupresencia,puestoquesevolvióylamiró.Noparecía sorprendido de verla, aunque ella no estaba segura de que supieraquiénera.Noobstante,alzólamanoparasaludarloyélledevolvióelgesto.ElpequeñovistazoquelanzóasuesposaledijomuchoaViolet.Ellaseguíasentadaconlosojoscerrados,yVioletdiounpasoatrásparaqueelperallataparadelavista.Arthurdejósustijerasdepodaryseacercóalaverja,sinprisasperosinllamarlaatención.Laabrióylacerródespuésdesalirconunmovimientofluido,teniendocuidadodenogolpearla.Entoncesechóaandarpor la calle.Violet lo siguió.Cuando estuvieron a una distancia prudencialdijo:

—Solopasabapordelanteyadmirabasuperal.Arthursedetuvo,volviólavistaymiróelárbol.—Es unWilliams. Este año está muy cargado. Creo que nos dará una

cosechademásdecienkilos.Sehabíaarremangadolacamisaparatrabajareneljardín;teníalosbrazos

cubiertosdevelloblanco.—Soy la señorita Speedwell. Violet. Gilda nos presentó delante de la

catedral.—Séquiénesusted,señoritaSpeedwell.—Yo…estoyhaciendoeltrayectoapieentrelascatedralesquemencionó

usted.Enmisvacacionesdeverano.Élobservabasuszapatosdesalón,quesedesintegraríannadamás tocar

unterrenoescabroso.—Lasbotasestánenmihabitación—puntualizóella.—¿Sealojaenelpub?—Sí.—Allí,lacomidaesexcelente.Sobretodoelpasteldecarne.—Esbuenosaberlo,porqueestoyhambrienta.Nadamásdecirlo,Violetsepusoroja,puesparecíavulgarreconocerque

tuvierahambre.Sinembargo,Arthurselimitóaasentir.

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—Caminardespiertaelapetito.¿Havisitadoyalaiglesia?—Voyairahora.Primeroqueríadarunavueltaporelpueblo.—Entalcaso,ladejaréseguirmientrasacaboconlasrosas.Violet sintió una punzada de decepción de que todo acabara allí. Pero

entoncesélañadió:—Esprobablequevayaalpubmástarde.¿Juegaustedalcribbage?Violetasintió.Solíajugaraestejuegodecartasconsupadrey,aveces,

todavíalohacíaconTom.—Bien.Entalcaso,laverémástarde.Acto seguido se volvió y regresó a la verja de su casa, luego le sonrió

brevementeantesdecerrarladenuevo.Violetsequedóinmóvilyoyódosvoces:lavozdetenordeArthuryuna

ligeradecontralto,lallamadaylarespuestadeunmaridotranquilizandoasuesposadequetodoestababien.Sepreguntóquéleestaríadiciendo,peronoseatrevióaacercarsemás.

Mientras caminaba por la calle hacia la iglesia, pensó en su gestoinstintivodeapartarsedelavistadelamujerdeArthur,comprendiendoqueélnolaspresentaría,sinoquelasmantendríaseparadas.Violetpocasvecessehabíaencontradoenlaposicióndeserunaamenazaparaotramujer;aquellasensación era una novedad que no le resultaba del todo agradable, perotambiénteníaalgodeemocionante,tantoquesedetuvoenunbancojuntoalarroyoWallopparafumarseuncigarrilloysaborearelmomento.

Por lo general, los pubs no eran lugares donde lasmujeres pasaranmuchotiempo.Porsupuesto,nuncaenlazonapopularreservadaaloshombres,queeramás lóbrega,oscurayestabaconsagradaa la importante tareadebeber.Lasmujeres podían sentarse en la sala y solían hacerlo acompañadas, perosiempreconlasensacióndequesolosetolerabasupresenciaenloqueeraunterrenoexclusivamentemasculino.Unpubnoeraunlugarsuave:labarra,lasvigas,lasmesasysillasdemadera,laajadaalfombra,elintensobrillodelasespitas y los vasos, todo reflejaba una inflexible dureza que no resultabaalentadoraparalasmujeres.EraporelloporloqueVioletibaalosbaresdehotel para encontrarse con sus jerezanos. En los hoteles había unatransitoriedad que volvía a todo el mundo vulnerable y más suave. Si losbaresdehotelerancomosalones,cómodosperopocousados, lospubseranmás como el cobertizo donde un hombre guarda sus herramientas. O almenos,esoeraloqueellapensabasiemprequeacudíaapubsconsufamilia,

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sobretododurantelascaminatas.Lospubsruralesresultabanmásaccesiblesymenosrudos,peroaunasíallíseveíanpocasmujeres,yningunasola.

El pub de la FiveBells era diferente.Tal vez porque se alojaba en unahabitacióndelpisodearribayseesperabaquecomieraallí,Violetsintióquenadie cuestionaba sus motivos para estar en el pub. Cuando entró, elmesoneroleindicóunamesaenelrincónyseacercóparatomarsupedido.

—Unjerezsecoyelpasteldecarne—ledijoella.El camarero no mostró sorpresa ante tal inusual combinación, aunque

cuando le trajo la bebida, ella se dio cuenta de que no combinaría con elpastelylepidiótambiénunpocodeagua.

Mientras tomaba sorbitos de jerez y esperaba su cena,Violetmiró a sualrededor.LapensiónFiveBellsnohabíacambiadomuchodesde laúltimavezqueestuvoallíhacíayaveintisieteaños.Aquíyallá,habíamesasysillas,estriboscolgadosdevigas, jarrasdemetalcolgadasdeganchosdetrásde labarrayunagranchimeneaquenoestabaencendida.Delantedeellayacíaunlabradorgordoqueprobablementesoñabaconlasllamaseninvierno.Violetse acordaba deGeorge y de Tom cuando estuvieron en este lugar: Georgeprobóporprimeravezlacervezaamargaylaescupió,pocoacostumbradoasusabor,mientrasViolet,Tomysupadresereíandeél,traslocualsupadrelaendulzóconlimonadaconvirtiéndolaenunaclara.

Eraunsábadoporlanocheyellugarestababastanteconcurridosinllegara resultar incómodo.El que lo quisiera podía encontrar un asiento, y habíaalgunas parejas sentadas, unas comiendo, otras bebiendo. Las mujeresparecían beber oporto con limóno limay soda. Su jerez era el único de lasala.Unapretadogrupodehombresestabaen labarrayseguramentehabíamás en la zona popular. Algunos de los presentes le lanzaban miradascuriosas, pero no críticas ni hostiles. Gran parte del ambiente de un pubdependíadelasnormasimpuestasporelmesonero.SitratabaaVioletcomosiellaencajaraallí,tambiénloharíanlosclientes.

Asimismosesentíacómodasabiendoqueseencontraríaconalguienallí.Laesperaban.Yéleraunlugareño.VioletnodudabadequecuandoArthurentrarasaludaríaatodoelmundoycharlaríaconalgunosdeellos.Todoslaaceptaríanporqueéllaaceptaba.Tambiénadmitióparasímismaqueestabadeseando que llegara el momento de ver la sorpresa que experimentaríanalgunosde losque ahora lamirabande reojo cuandoArthur se sentara conella.

Se comió el pastel de carne y Arthur tenía razón: estaba delicioso. Lacaminatayelsol,asícomolosmesesacumuladosdedietaracionadaabase

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de sardinas y judías con tostadas, habían despertado en ella un enormeapetito.Cuandoacabóelpasteldecarne, titubeósolounmomentoantesdepedir un rollo de mermelada con crema, aunque sabía que eso reducía supresupuestoparaelviaje.Eraelprimerdíayyaestabagastandodemasiado.Violet suspiró. Esa constante preocupación por cada gasto, y si podíapermitírseloono, resultabaagobiante. ¡Era solounpudin!¿Porqué tendríaquerenunciaraunpudinsileapetecía?

CuandoArthur llegó,se laencontróacabándosehastaelúltimotrozoderolloydecremadelplato,ysonrió.

—Megustaverunplatolimpio—dijocogiendolasillasituadadelantedelasuyaycolocandountablerodecribbageyunjuegodenaipesentreellos—.Esosignificaquehadisfrutadodelacena.¿Quétalelpasteldecarne?

Violetsereclinóenelasiento.—Excelente.Graciasporlasugerencia.Arthurmiróeljerez.—¿Otro jerez o prefiere media pinta de cerveza suave? La de aquí la

elaboranunpocomásallá,enestacalle.ElseñorTroutleponemucholúpulo,peronoesdemasiadoamarga.

Violeteligiólacerveza,contentadequeaélnoleparecieraextrañoqueellabebierapeseaquelasdemásmujeresenelpubnolohacían.Enlabarraconocía en efecto a todo elmundo, y parecía abrirse paso conmano firmeantecualquiercomentarioincómodosobrelapresenciadeViolet.

Pocodespuésestabanjugando,bebiendoycharlandocasicomosifueranamigos.Violetsehabíadadocuentadequecuando loshombresse reunían,solían hacer una cosa: jugar a cartas o a dardos, o resolver un crucigramajuntos. Eso facilitaba la conversación porque no tenían que concentrarseintencionadamente en el otro como a veces hacían las mujeres. Eraprecisamente por eso por lo que las sesiones de bordado para la catedralresultabantanagradables.

Alolargodelanoche,mientrasjugaban,hablarondelascosasqueteníanencomún:Gilda(«unachicaestupenda»),elfuncionamientodelacatedralylas elecciones locales. Le complació queArthur diera por sentado que ellavotaría; sumadre nunca había votado desde que tuvo derecho a hacerlo en1918,yesohizoqueVioletpusieracuidadoenejercerlocuandoloobtuvo.LehablódesucambiodetrabajoaWinchester,yArthurledijoquehabíatenidosuertedequelaciudadfueralosuficientementericacomoparaversemenosafectadaporladepresióneconómica.Lehablóduranteunratodeldesempleo

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enGranBretaña,enelcontinenteyenEstadosUnidos,yloquesenecesitaríaparacambiarlascosas.

—Alemania—concluyó—.Esallídondelapresiónesmáspreocupante,sobretodoconelascensodelpartidonazi.WinstonChurchillhaexpresadosumalestar,yvalorosuopinión.

—Pero no está en el gabinete, ¿verdad?—Violet hizo esta observacióncon timidez, porque no debatía mucho de política con otras personas, y lepreocupabalimitarsearepetirloquerecordabadelaradioydealgúnartículodelperiódico.

—Eso no significa que no sea perspicaz. A veces, las opiniones de losdiputados son más certeras, porque ellos no tienen que responder ante elgabinete y el primer ministro. Pueden permitirse decir lo que piensanrealmente.

Violetseaclarólagarganta;estabahaciendoelrecuento.—Quincedos,quincecuatro,quinceseisyunaparejarealsumandoce.Ella no quería hablar realmente de Alemania; seguía siendo demasiado

doloroso pensar en el país responsable de destruir su pasado. Pero estabaentusiasmada con el hecho de queArthur la considerara lo suficientementelistacomoparahablardeloquesucedíaenelmundo.Habíatantoshombresquepensabanlocontrario,inclusoTomysupadre.

Gradualmente, Arthur empezó a revelarlemás datos personales: que enAustralia tenía dos nietos a los que nunca había visto.Que era agrimensor,pero que se había jubilado recientemente. Que tocaba las campanas de laiglesiadelpueblo,asícomolasdelacatedral,yqueibaenbicicletadeunaalaotralosdomingos.

—Mañana por la mañana me encargaré de dar las campanadas para eliniciodelservicio—añadió—.Puedeque lasoigamientrascamina.Ybien,¿aquiénletocaahora?

LoqueVioletnollegóaaveriguar,porquenoselopreguntóyélnoselocontó, fuenadasobresuesposa.Noesque ladejara fuera,puestoquedijo:«Hemos vivido enNetherWallop durante trece años». Pero no le diomásdetalles,nisunombre,niloquehacíaahoraquenoestabaconellosenelpub,niloquepensabadeNetherWallopysiechabademenosWinchester.Arthurhablabadecosasconcretasynorevelómuchosobresussentimientos.

Cuandorecordóa lamujerdeArthurconsucabelleragrisdespeinadaysusojoscerradosalsol,Violetsupodeinmediatoquelepasabaalgo,aunquenohabríasabidodecirsieraalgofísicoomental.Lehabíadadolaimpresiónde que era un daño oculto como una vasija agrietada que se podía seguir

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usando,peroquehabíaquetratarconsumocuidadoparaevitarquesehicieraañicosenlasmanos.VioletsospechabaqueArthurerabuencuidador,pueslaprecisión que exigía su trabajo de agrimensor lo convertía en un expertomidiendoycontrolandocosas.Sinembargo,ellanotóquetambiéndentrodeélhabíaunagrieta,probablementede laguerra,dedondeera lamayoríadelasgrietasdeestosdías.

«Sehaacabadoynotendremosquepasardenuevoporalgoparecido»,serecordó Violet a sí misma mientras Arthur estaba en los aseos. Se sentíaligeramenteachispadaporsusegundamediapintadecerveza.

Aellalegustabaqueéltambiénlehicierapreguntas.Cuandoquedabaconsus jerezanos se pasabamuchas noches escuchándolos y comprendiendo alfinal que ellos no sabían nada de ella aparte de una breve sensación física.PeroArthurqueríasabermásacercadeloquelahabíallevadoaWinchesterydónde trabajaba y cómo se había implicado con las bordadoras. Era difícilevitar el «porqué» de sumudanza aWinchester, y acabó hablándole de lamuerte de su padre, y de lo duro que le resultaba seguir viviendo con sumadre.Esolallevóalamuertedesuhermano,conunrápidorodeosobrelamuertedesunovio.Arthurasintióperonosiguióindagando.

—Sumadre tiene el corazón roto por la pérdida de su hijo—dijo, contantaautoridadqueVioletcomprendióquehablaba tambiéndesuesposa,ydesímismo,ydelasheridasquenuncasecuraban.

—Sí—dijo ella—.Pero no tiene por qué tomarla conTomy conmigo.Nosotrosseguimosaquí.—Sabíalomalhumoradaquesonaba,peronopodíaevitarlo—.Tomtambiéncombatióenlaguerra.Deberíaestarcontentadequesobreviviera,ydemostrárselo.

Arthurguardósilencioduranteunmomento.—Tal vez sea difícil de entender si no se tienen hijos. La necesidad

biológicadelpadreesprotegeralhijoy,cuandoesoesimposible,sepercibecomounfracaso,seancualesseanlascircunstancias.Escomplicadotenerquevivirconelloelrestodetuvida.

—¿Usted…loestáviviendo?—Sí.Perdimosanuestrohijo.—Losientodeverdad.—Suspalabrasleparecieronsecascomoelpapel,

aunqueeransentidas.—Sí.Habíanhabladosinceramente,dejandoensuspensoeljuego,yacercando

sus cabezas. CuandoArthur se reclinó en la silla, sacó una jota y declaró:«Dos para sus talones», Violet alzó la vista y vio al hombre que se había

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encontrado en el maizal. Estaba al lado de otros que bebían en la barra,sosteniendounvasodelquesehabíabebidolastrescuartaspartes—asíquedebíadellevarallíunbuenrato—ylaobservaba.Violetsesobresaltóyledioungolpeasumediapinta,porloqueelrestodecervezasederramósobrelascartasdecribbage.

—¡Oh!Arthureraeltipodehombrequeteníaunpañueloparacadaocasión.Era

evidentequehabíavistoalgoenlacaradeella,porque,aunquesacóunodesubolsillo—parecidoalpañueloqueella seguía teniendo,consus inicialesbordadas enunaesquina—,miró alrededor alarmado, examinandoalgentíoenlabarra.Despuéssevolvióhacia lamesayempezóalimpiar lacerveza.Era laocasiónperfectaparadevolverle suprimerpañueloydisculparseporhabérselollevadoporerror.Peronolohizo.

—Losiento—ledijo—.Heechadoaperdersuscartas.—Noeslaprimeravezqueocurre.Nomepreocupan.¿Eraelhombredel

pelolargoelquelahaasustado?—Sí.¿Loconoce?—Devista.Vieneporaquíaveces.Noviveenelpueblo.—Él… Me lo encontré en un campo cerca de Horsebridge. Era…—

Violetnoestabaseguradecómodescribirloquehabíasucedido.—¿Laasustó?—Sí.Arthurlaobservabaexpectante.—No es fácil ser mujer y estar sola —le explicó Violet—. Nadie lo

espera, aunque somosmuchas. Somos las «mujeres sobrantes».No deberíaresultarsorprendenteveraunamujerpasearporelcampootomarseuntéenunpub.

Arthurlaobservabaconunamiradaserenaensusojosazulcristalino.—Averiguaré quién es. Y si puede esperar a que haya dado las

campanadasmañana por la mañana, la acompañaré parte del camino hastaSalisbury.

—Esmuyamable.Pero¿noleesperanenotraparte?Seloimaginabacomiendoasado,mientrassumujerlepasabalasalsera.—Nadaquenopuedacambiar.Violetechóunvistazoallugardondeestabaelhombredelmaizal,perose

habíaido,elvasovacíotodavíamanchadodeespuma.Habíavueltoarepetirsuactodedesaparición.

—Entalcasosí,muchasgracias—ledijo—.Meencantaría.

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VioletnoselohabíadichoaArthur,perodurantesupaseoporNetherWallopno había ido a ver la iglesia. Después de un día tan agitado —la largacaminata,elhombreenelmaizal,lasorpresadetoparseconArthur—nosesentíaconfuerzasparahacerfrentealosrecuerdosdeunlugartanvinculadoasuhermanoyasupadre.Dehecho,sepreguntabaporquélehabíaparecidobuenaideavolveravisitarla.Enelpasadohabíatenidocuidadodeevitarlosbailes, los clubes, los campos y los pueblos a los que había acudido conLaurence.

Sinembargo,eramásfáciliralaiglesiaconunobjetivo:seibaareunirconArthur.Enelpubsehabíanhechoconfidenciasyahoraella loconocíamejor. Después de servirle un sustancioso desayuno de huevos y judías,salchichaypanfrito,elmesoneroleentregóunbocadillodejamónyquesopara el almuerzo,quehabíapreparado sinque ella se lopidiera.Cuando lemostrótímidamenteeltermo,éllepreguntó:

—¿Téocafé?—Ylollenó.Actoseguido,Violetpagólafactura,sepusolamochilaalaespaldayle

dijoadiósconlamano,agradecidaporsucalladaamabilidad.Eldíavolvíaasercálidoytranquilo.Alolejosseveíannubes,perohabía

tan poco viento que apenas se movían. Al pasar delante de la oficina decorreos,Violetsuspiró.Teníaampollasenlosdedosmeñiquesdelospies,ledolíanlaspantorrillasysuvestidodepaseoestabaásperoporelsudorseco.LeresultabapreocupanteimaginarsequetendríaquelevantarseycaminartresmañanasmásdesdeSalisburypasandoporelBosqueNuevohastaelferride

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la isla deWight.Creía que estaba bastante en formay llena de vigor, perocaminarlargasdistanciaseraunaactividadsorprendentementeagotadora.

Entonces,lascampanasempezaronatocarlafamiliarescaladescendentequehabíaoídotodasuvidaenloscampanarios,yelsonidoeracomounimánquelaatraíahacialaiglesia.Estasealzabasobreunapequeñapendienteenelextremosurdelpuebloy,amedidaqueseacercaba,elestómagodeVioletseencogíaalrecordaraGeorge.Sinembargo,lavisióndelaiglesianoresultótandolorosacomoesperaba.Eraunedificiodepiedra,anglosajónycompactoconunapequeña torrecuadrada,habíasufridoalgunasmodificacionesen laépocavictoriana, en laque sehabíanquitadoyañadidoelementos.Aunqueerasólidoybastantebello,noeradistintodeotrostemplosruralesquehabíavisto.SuúnicasingularidaderalapirámidedepiedraqueculminabaconunallamaqueGeorgehabíaqueridoagarrarañosatrás.Sedetuvoalverla,peroelsonido insistentede las campanasde la torre cercana a la pirámide impidióquesesumergieraenelvacíodepérdidaspasadas.

Se dirigió al porche de la iglesia, avergonzada por llevar mochila. Lapuerta estaba abierta y ella entró. La iglesia tenía una nave central y dospasilloslaterales,yestaballenadebancosdemaderaconpuertas.Enloaltohabíagrandesarcosgóticosencaladosyventanales,ensumayoríadecristaltransparente, por loque, aunqueel suelo estuvieraoscuro, arribabrillaba laluz del sol. Su tamaño era totalmente distinto del de la catedral deWinchester:eraunaaldeamásqueunaciudad,consucorrespondientedosisdeintimidadyclaustrofobia.

Dos mujeres estaban colocando himnarios y libros de oraciones, y elvicario consultaba suspapeles enunpúlpitodemadera tallada en formadeáguila.Aladerechadelaentrada,Violetpercibiómovimiento.Esperabaquelos campaneros estuvieran escondidos en la torre, así que se quedósorprendidaalverensubaseaArthuryaotroscuatrohombresdepiefrenteafrenteenunapretadocírculotirandodecuerdas,cadaunadelascualesteníaunaparterevestidadelanaconfranjasdecolorespordondeloscampaneroslas agarraban. Cada campanero tiraba de la suya hasta que le llegaba a lacintura,luegolasoltabayladejabasubirhastatenerlajustoporencimadelacabeza,yvolvíanatirardelextremo.Estabanmuyquietosyfirmes,conlospies ligeramente separados, solomovían los brazos y semiraban fijamenteunosaotros.Devezencuando,unogritabaalgo,aunqueVioletno lograbadescifrar loquedecía.Eracomosi loshombressecomunicaranenprivado,aunque participando a la vez en un ritual teatral y público.El vicario y lasmujeres que repartían los libros no les prestaban atención, pero Violet no

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podía apartar los ojos de los campaneros. Sus movimientos le parecíanextraordinarios, sobre todo los de Arthur, que eran fluidos, seguros ycompletamentenaturales.ÉlestabatanconcentradoenloscompañerosquenoadvirtiólapresenciadeViolet.

De pronto, las campanas volvieron a su escala descendente. «¡Alto!»,gritó alguien, tras lo cual cada campana sonó dos veces más para luegoenmudecer.Elhechizoserompió,yloshombresserelajaronyempezaronaasentiryamurmurarentreellos.FueentoncescuandoArthurlavioymoviólacabezadeformacasiimperceptible.Ellaledevolvióelsaludo,menossutil,pues una de lasmujeres que distribuía devocionarios se detuvo y se quedómirandoaVioletcomosolosemiraenunpueblopequeño.

—Grandsiredoubles—anuncióunodeloshombres—.David,teencargasdelacampanaagudaestavez.Arthur,cogelatenor.Deacuerdo,muchachos.

Loscuatrovolvieronaconcentrarseensucírculo.—Atención—dijoDavid,tirandodesucuerda—.Allívalaaguda…Ya

sehaido.Sucampanasonóysiguieronbajandolaescala,unayotravez,hastaque

eljefeanunció«AdelanteGrandsire»ylaescaladescendióenloqueaVioletle parecieron sonidos aleatorios. La mujer de los devocionarios seguíamirándola y empezaba a fruncir el ceño, así que ella decidió salir hacia elcementerio de la iglesia. Allí encontró un banco en la parte superior delcamposantoquerodeabalaiglesiaysesentó.

Aunque Violet había oído a menudo el tañido de campanas, nunca lashabía escuchado debidamente.No lograba descubrir ningún patrón en estascampanas,apesardequecadaunasetocabaclaramente,parecíanrepiquetearsinordenniconcierto.Y,noobstante,elsonidoeradeliberadoynocaótico.Eracomooírhablaralemánytenerlaideadequehabíaunagramáticayunaestructura,unritmoyunalógica,aunquenosecomprendierasusignificado.

Los feligreses empezaban a llegar por la senda y a entrar en la iglesia.Algunos observaron aViolet y sumochila, posiblemente luchando entre eldeseocristianodedarlelabienvenidayladesconfianzadelpueblerinoalveraunaextrañasentadaenelcementeriodela iglesia.Finalmente,unhombrealto con un traje de lana se separó de un grupo de fieles, subió por lapendienteyseacercóaella.

—¿Estáustedperdida?Elservicioempezaráenbreve,lodigoporsitieneintencióndeentrar—ledijobajandolavistaasumochila.

—Gracias,peroesperoaunamigo.—Entiendo—dijoelhombrededicándoleunamiradapeculiar.

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«Nosepreocupe—quisodecirleella—,noesunjerezano».Enaquelmomento,lascampanascambiaronsupatrónindescifrableporla

reconocible escala descendente, luego repicaron cada vezmás rápido hastadetenerse todas salvo la campana más grave, que siguió sonando coninsistencia. El hombre se apresuró a volver a la iglesia como si lopersiguieran.Cuando entró en el templo, algunosde los campaneros salían.Arthur no se encontraba entre ellos. Pusieron rumbo al pueblo,mientras lacampana seguía sonando. Por fin enmudeció y dio paso a las familiarescampanadas de la hora con elmismo tono grave. Sin embargo, sonaban deforma tan regular que Violet sospechó que era obra de una máquina. Elsonidoeratotalmentedistintoaltañidodeloshombres:uniforme,mecánicoyfrío,comoladiferenciaentrelasgalletascaserasylasindustriales.

Despuésdeunosminutosoyóalacongregacióncantarelprimerhimno:Ante el trono de Dios nuestro Señor. Cuando entonaron el segundo verso,Arthursaliódelaiglesiaysubióhastadondeestabaella.Violetsepusoenpieylamochilaquecolgabadesushombroslahizotambalearse.

—Perdonequelahayahechoesperar—dijo—.Estabaconlatenor,eslacampanamásgrave,yteníaqueprepararmeparalascampanadas.Lollamoeltoquedepecadores.

Violetsonrió.—Surtióefectoconlosrezagados.¿Estásegurodequenoquierequedarse

paraelservicio?Yotambiénpuedoquedarme.Arthurnegóconlacabeza.—LeesperaunacaminatadeveintekilómetroshastaSalisbury.Esmejor

que no salga demasiado tarde. Además, es tradición entre los campanerosabandonar la iglesia antesdeque empiece lamisa.HemosprestadonuestroservicioaDiosparaesedía.

—Yalohevisto.Yloheoído.—Venga, deme su mochila —dijo Arthur agarrando las correas y

levantandolamochila.—¡Oh,notieneporquéhacereso!Peroélyaselahabíacolgadoalaespaldayestabaabsorbiendoelsudory

elcalorcorporaldeViolet.Ellanodijonadadelainesperadaintimidad.—Cargaráconesamochilagranpartedeldía—ledijoél—.Eslógicoque

yolalleveunratoyledéundescanso.A ella no se le ocurrió ningún argumento en contra y sus doloridos

hombrosseloagradecieronensilencio.Losiguiómientraslaguiabaporun

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empinado senderohastaunacallejuelaque los llevóal surhasta las afuerasdelpueblo.

—Iremosporalgunascarreteraspequeñasy luego tomaremosunasendaquedesciendehastalacalzadaromana—leexplicóél—.Unavezquellegueallínotienepérdida,puestoqueestodorectoyladejarécercadeunmesóndondepodráalmorzar.¿Quiereverloenelmapa?

—Todavíano.Caminaronensilencioduranteunrato,yaella lasorprendió locómoda

quesesentíaconél,peseaqueapenasloconocía.DesdeLaurencenohabíapasadotantotiempoasolasconunhombre.

—He averiguado algo sobre el hombre del pub—le dijo Arthur—. SellamaJackWells.Viveenunagranjaaunoskilómetrosalsurdeaquí.Esuntipocallado.

Violetsemordióelinteriordeloscarrillos.Noqueríaqueaquelhombretuvieraunnombre,puesesolohacíademasiadoreal.

—Gracias—dijo, y cambiódeliberadamentede tema—.¿Desde cuándotocalascampanas?

—Desdequeteníaonceaños.MecrieenBartonStacey,aunosdieciséiskilómetrosalnortedeWinchester.Mipadreeracampaneroen la iglesiadeallíantesqueyo.Eraloqueseesperabademí.

—¿Lohaceporobligación?—En absoluto. Lo llevo en la sangre, eso es lo que quería decir. Me

sentiríararosinolohiciera,seríacomonocepillarmelosdientes.—Debedesermuydistintotocarlascampanasenunaiglesiacomoestay

enlacatedral.—Elprincipioeselmismoenunaiglesiayenunacatedral:tirasdeuna

cuerda,unaruedahacegirarlacampanayelbadajolagolpea.Ladiferenciaestáenqueenlacatedralhaydocecampanasyaquísolocinco.Concinconosepuedenhacertantascombinaciones.BartonStaceytambiénteníasolocincocampanas,yademásnoeranmuybuenas.Algunasde lasde lacatedralsonmás pesadas y hay que tenerlo en cuenta cuando las tocas. Pero me gustatocarlascampanasenunaiglesiadepueblo.Conmenosgente,elcírculoesmáspequeñoyesmásfácilverloqueestánhaciendolosdemás.

—Peroaquítocanlascampanasfuera.—Menudaexhibición, ¿verdad?En la catedral estamosencerradosenel

campanario. Allí arriba tenemos nuestro pequeño mundo. Si quiere, se loenseñaréalgúndía.Lascampanassontodounespectáculo.

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—Me encantaría —dijo ella. Hizo una pausa—. Antes, mientrasescuchaba,noestabaseguradeloqueoía.Noeraunamelodía.

—Escuchabapatronesdesonidos.Empezamosbajando laescalacon lascinco campanas, una tras otra. Es lo que llamamos «rondas». Luegocambiamoselordendedosdelascampanas,deformaquecadasecuenciadecampanasesdistintaalaúltima.Lollamamos«cambios».Unadelasreglasdecambiodetañidoesquenoserepitaningunasecuencia.

—¿Aquésedebeestaregla?Arthurseencogiódehombros.—Essimplementeunadelasreglasdelrompecabezas.Tieneunmétodo,

podríamos decir un modelo matemático, que nos lleva por todas lasvariaciones.Al final volvemos donde empezamos: la escala descendente, olasrondas.

Violetfruncióelceño.AhoraeraArthurelquehablabaalemán.—¿Puedeoírlospatronescuandotoca?—Síporquehe tocadodurantecuarentaynueveaños.Losprincipiantes

no,peroacabanporaprenderadiscernirlos.Así que tenía sesenta años. Violet intentó no parecer sorprendida, o…

decepcionada.Peroeransesenta.Eraveintidósañosmayorqueella.Siibaasentirseatraídaporunhombre,almenosdeberíaacercarsemásasuedad,ynoestarcasado.Sacudió lacabezaparaahuyentaresospensamientos.A findecuentas,noeranmásqueamigos.

—¿Ylaspersonasparalasquetocaustedlascampanas?Arthurlamiródesconcertado.—TodoslosqueoyenlascampanasenNetherWallopoenWinchesterno

sabenloqueoyen—leexplicóella—.Nosabenloqueeselpatrón.—No,supongoqueno.Violetarrancóuntrozodemiscantodelseto.—¿No es… bueno, no es un poco invasivo?Me refiero a que todo el

mundooigalascampanasdeformataninsistente,perosinsaberdequéva.Arthurlamiródereojo.—¿Estáinsinuandoquesomosegoístasportocarparanosotros?—No,no,noinsinúoeso.—Enrealidad,sílohacía.—Puedequeloseamos.¿Preferiríaquetocásemosunamelodía?Al oír el suave énfasis que le puso a la palabra, Violet se acordó del

mesonerodelJohnO’Gaunt,yseestremeció.Noqueríaquelapusieranenlamismacategoría.

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—Porsupuestoqueno—seapresuróacontestar—.Perohaypatronesqueson fáciles de reconocer. La escala descendente, por ejemplo, no es unamelodía,peroleresultafamiliaralamayoríadelagente.YelsonidodeloscuartosyantesdelahoraesLa-la-la-laaa;la-la-la-laaa—cantó.

Después calló, avergonzada por haber cantado algo que debía de serevidenteparaalguienquehabíasidocampanerodurantecincuentaañosyque,de hecho, todo el mundo conocía. Era como cantarle Tengo una muñecavestidadeazulaunacantantedeóperaypreguntarlesilareconocía.

—Séquepareceraro—admitióArthur—pero los inglesessomosraros.Nosgusta tocar lascampanasensecuenciasmatemáticasmásquesiguiendounamelodía.Sinembargo,siunoprestaatenciónalascampanas,algoquelamayoríadelagentenohace,entoncespuedeempezarareconocerpatrones.

—Dehecho,reconocíalgunos.Estamañanacuandoempezóatocar,captéfragmentosderepeticiones,peronoparabandecambiarynopudeseguirlos.

—El patrón de campanada resulta misterioso, más que si fuera unamelodía,queseríademasiadopredecible.Unpocodecomplejidadpuedeserbueno.Creoquelagentesedacuentadequehayunaformaquelomantienetodounido.¿Handesabercuálesesaformaparadisfrutardeello?

—Talvezno.SeencontraronconunabarreraenelcaminoalaqueArthurseencaramó

confacilidad,Violetlosiguió.Habíanllegadoalalindedeuncampollenodetrébolesdondeseoíaelzumbidodelasabejasenlasflores.

—Esto esmuy agradable—observóVioletmientras seguían una sendaestrechaylasabejaszumbabanasualrededor—.EsperoquehagaestetiempocuandoatravieseelBosqueNuevo.

Arthurlamiró.—¿Haidoallíantes?—Variasvecesconmifamilia.—Así que sabe lo desierto que puede estar. Incluso durante el verano

puedespasartehorassinveranadie.Violet se secó la frente, porque empezaba a tener calor. Arthur había

puestoeldedoenlallaga.Desdequeseencontróconelhombredelmaizal,estaba inquietaporesapartedelviaje.Nunca lehabíagustadodeverdadelBosqueNuevo. El nombre no cuadraba del todo, puesto que, aunque habíabosques,enrealidad,granpartedelazonaeraunbrezal.TalvezhubieramásárbolescuandoGuillermoelConquistadorlonombróbosquereal.Aunquelosbosquesescondíancosas,lospradosabiertosycubiertosdearbustossiemprehabían desconcertado a Violet. Eran más silvestres y estaban más

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desatendidos,ylerecordabanasupelofinoyrebeldeoaunescritoriorepletode papeles desperdigados. El desorden amenazaba con convertirse en uncomportamiento impredecible. Pero el Bosque Nuevo se encontraba entreSalisburyyelferrialaisladeWight,ysiqueríairapie,teníaquecruzarlo.

Se preguntó si Arthur se sentía incómodo alguna vez paseando solo.Sospechaba que no. Los hombres se paseaban por el mundo como si lesperteneciera.Aunque sentía la tentación de hablarle de su angustia, solo selimitóadecirle:

—Esperoquehayaveraneantesporallí.Ysonsolodosdías.—¿Hacaminadosolaalgunavez?—No. Una caminata larga no. Solo ir y volver a la colina de Santa

Catalina,esetipodecosas.—Puedesersolitario.Violetseencogiódehombros.Arthur le sonrió con expresión triste, lo cual la irritó. Ella no quería

compasión.—Nomeimportaestarsola.Estoyacostumbrada.Fueunaréplicademasiadocortante,puestoqueélseestremeció.—Esunpocorarocaminarsolaporallí—dijoVioletentonomássuave

señalandoelonduladopaisajeverdeyamarilloquelosrodeaba.—SiempreestáatiempodecogereltrenaLymington.Puedepasarundía

odosenSalisburyydesdeallíhacerexcursiones.Violetsonrió.—¿Estáintentandoorganizarmelasvacaciones?Arthuragachólacabeza.—Misdisculpas.Es solo queno estoy segurodeque el campo esté tan

abierto a una mujer sola como usted querría. Me preocuparía si mi hijacaminarasola.

LasonrisadesapareciódelrostrodeViolet.Alhablardesuhijalerecordóquetalvezambastuvieranunaedadparecida.

—Me las apañaré —dijo fríamente, aunque se preguntaba si loconseguiría.

—Presientoquelohará.Siguieroncaminandoen silencioy,despuésde superarvariasbarrerasy

atravesar campos, llegaron a la calzada romana. Si bien no habíamejoradomucho, aquí un automóvil podría circularmás omenos, aunque no se veíaninguno;lomásprobableeraquelagenteestuvieraenlaiglesiaopreparandoelasadodominical.

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ArthurechóunvistazoalacalzadaromanaqueprocedíadeHorsebridge,aochokilómetrosaleste.Nolodijo,peroVioletcomprendióquebuscabaaJackWells, el hombre delmaizal.Mientras caminaban, había intentado nopensar enél,peroahoraque sabíaqueprontoestaría sola, sintió resurgir elmiedo. Para esconderlo, se entretuvo con el mapa, aunque le costó muchodoblarlo, tardó en encontrar la sección correcta y volver a plegarlo en unrectángulodetamañorazonable.

—Bien,estamosaquí—dijoArthurcolocandoundedoenelmapaconladeterminacióndeunhombrequecomprendíalamedidaylabellezadesaberexactamentedóndeestaba.Seguroqueerasiempreelguíacuandocaminabacon otras personas—. Son solo dos kilómetros y medio en línea rectasiguiendo la carretera para llegar a Winterslow y al mesón Lion’s Head.Llegará amediodía, así que estará abierto para que pueda comer, tomar uncaféoloqueleapetezca.LaacompañaréunkilómetroymediomáshastaquelleguemosaunsenderoquepodrétomarparavolveraNetherWallop.

Violet asintió. Se pusieron en marcha siguiendo la calzada romana,flanqueada por árboles a un lado y un seto alto al otro. Ahora caminabandeprisa, comosiquisieranhuirdealguien, cosaqueella suponíaqueera loquerealmenteestabanhaciendo.Lapresenciadelhombredelmaizalenalgúnlugardetrásdeelloserafuerte, inclusoaunquenoestuvieraa lavista,quizáporquenoestabaalavista.

Pasaronporunbosqueycercadesuslímitesvieronuncaminoquegirabaalnorteyque llevaríaaArthurdevueltaacasa.DelantedeellossepodíanverlascasasdeWinterslowiluminadasporelsol,amenosdeunkilómetrodedistancia.Arthursequitólamochilaylaayudóaponérsela.Estabahúmedadesusudor.

—Muchasgraciasportraermehastaaquí—ledijoella.Arthurasintió.—Denada.—Metemoquenisiquierasésuapellido.—Knight.ArthurKnight.—Bien,puesmuchasgracias,señorKnight.—Oh,llámemeArthur.—Yustedamí,Violet.—Violet, entonces. —Él hizo una pequeña reverencia—. Ha sido un

placer,VioletSpeedwell.Desde que él había mencionado a su hija, habían vuelto a las

formalidades, pese a haber decidido utilizar sus nombres de pila. Se

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estrecharonlasmanosyArthurretuvolasdeellaporunmomento.—Megustaríaquemellamaraparadecirmequehallegadosanaysalvaa

Salisbury.Talvezseamejorllamaralpub.Estaréallíjugandoalosdardosypuedenpasarmeelmensaje.

—Deacuerdo.Graciasdenuevo.Estoymuyagradecida.—Quetengaunbuenfinaldeviaje.Nosveremosenotoño,enlacatedral.Ellaasintió, luegosevolvióyechóaandarpor lacalzadahacia laparte

soleada.CuandosediolavueltavioqueArthurestabaenmediodelcamino,envueltoporlapenumbradelbosquequehabíatrasél.Alzólamanoyellaledevolvió el saludo.Diezminutosmás tarde, cuando llegó a las afueras delpueblo,sevolvióotravez.Elbosqueestabamuylejosahora,perocreyóverunafiguraqueseguíahaciendoguardiaenelcamino.Porsiacaso,saludóconlamano.

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—¿Lo has acabado durante las vacaciones? ¡Bien hecho!—Gilda y Violetestaban sentadas delante de unos bollos de roca en el Awdry’s, y GildaobservabalapartesuperiordelreclinatorioquehabíacompletadoViolet:erala primera bordadora de la catedral que lo veía. Por ello, Violet estabanerviosa, aunque no tanto como lo estaría más tarde esa misma mañanacuandoloexaminaranlaseñoraBigginsoLouisaPesel.

El diseño del reclinatorio era parecido al de DJ: un nudo central debellotascuadriculadasentreestilizadashojasderobleendiferentes tonosdeazul, sobre un fondo amarillo. Alrededor del nudo había un mar derectángulosendiferentesazules—losmismostonosqueViolethabíatenidoqueclasificarlaprimeravezqueasistióalareunióndelasbordadoras—consombreadoparadar la impresióndeque todohabía sido tejido.Mientras lohacía en casa, Violet pensaba que era un diseño hermoso, pero ahorasospechabaqueseperderíaenelanonimatoentrelosdemásreclinatoriosdelpresbiteriodelacatedral.Entoncesserecordóasímismaquenoestabahechoparadestacar.Laideade losreclinatoriosyde losalmohadoneseradarunasensacióncoherentedecolor,diseñoytono.Unreclinatorioquesedestacaradel resto no sería aceptable, como tampoco lo era una puntada quesobresaliera.Teníanqueaportarcontinuidad,aunquecontoquesindividuales.Sinembargo,Violetsabíaqueseríacapazdeencontrarelsuyoenelmardereclinatoriossimilares,comounamadredetectaasuhijoenelpatiodeunaescuela lleno de niños con uniformes idénticos, al reconocer una forma decorrerodemoverlacabeza,ounasorejasdesoplillocomolasdesupequeño.Violetconocíacadapuntadadeestereclinatorio.Lehabíadedicadotodaslas

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noches en la casa de huéspedes de Salisbury y en la pensión familiar deVentnor.EltiempoenlaisladeWighthabíasidomaloy,enlugardepasearbajo la lluvia comohabría hecho conTomo con su padre,Violet se habíaquedadodentro,sentadaenelmiradorconvistasalmartempestuoso,dondebordabameticulosamente,deshaciendolaspuntadascadavezquenotabaquenoerandeltodouniformes.Devueltaacasa,loacabóenlasaladeestardesucasera, dando las últimas puntadas mientras en la radio escuchaba a JackPayneysuorquestadebailedelaBBC.

—Nomedigasquetehaspasadotodoeltiempobordando—ledijoGildaentonoacusador—.Lasvacacionesnoestánparaeso.PuedequelaseñoritaPeselylaviejaBigginslohagan,porquevivenparaelbordado.Peronosotrasno.

—Oh,no.Hiceotrascosas.Salíacaminar,mequedéunospocosdíasenSalisbury y visité Old Sarum y Stonehenge y las ruinas del palacio deClarendon.Y,porsupuesto,lacatedral.

No mencionó a Arthur ni le dijo que había estado en Nether Wallop,aunque sabía que debería haberlo hecho, puesto que fue Gilda la que lospresentó.Resultaríasospechososinoledijeraquelohabíavisto.Y,aunasí,nolohizo.EstadecisiónteníalamismamotivaciónqueladeapartarsedelavistadelamujerdeArthuryllamaralpubenlugardeasucasaparadecirlequehabía llegado sanay salvaaSalisbury.Cuando llamóa laFiveBellsyhabló con el mesonero, este le dijo en su tono arisco que Arthur estabajugandoalosdardosyquelepasaríaelmensaje.Violetpodíaoírdefondoelgolpeteode los dardos contra la diana, y tal vez incluso el tonomedidodeArthur, y sintió que se le paraba el corazón. Le hubiera gustado pedirle almesoneroquelepasaraaArthur,peronoseatrevióporqueelhombrenosehabía ofrecido a ir a buscarlo. Se limitó a guardar silencio y el mesoneroesperóhastaquefinalmentesoltó:

—¿Yelmensaje,señorita?YVioletbalbucióqueestababien,quesucaminatahabíatranscurridosin

incidentes y que tomaría el ferri hasta la isla deWight.Y que le diera lasgracias.

—¿Graciasporqué?—lepreguntóelmesonero.—Graciasporsupañuelo—contestóellaycolgó.—¡EnestacatedralnolehablesanadiedeladeSalisbury!—leadvirtió

GildahaciendoungestoendirecciónalacatedraldeWinchester,situadaunascallesmásallá—.Nolesgustaquelascomparen¡porquesabenqueestasalepeorparada!

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ViolethabíaquedadodeslumbradaporlacatedraldeSalisbury,sobretodopor su chapitel ornamentado y su ubicación, desde la cual dominaba elhorizontedetodalaciudad.Asimismoteníaunasalacapitularoctogonalllenade luz, conunaasombrosavariedaddevitrales,donde seexhibíaunaCartaMagnaoriginal.

—Pues no lo sé—dijo—.Me pareció admirable, pero el interior es unpoco…marrón.Haymuchísimomármol oscuro.Y allí no están enterradosJaneAustenoIzaakWalton.Tampocotienelagranventanadeloeste.NielheroísmodelbuzoWilliamWalker.

—Ni lanavemás largade lacristiandad. ¡Nihermososreclinatorios!—exclamó Gilda dándole una palmadita—. ¡Qué puntadas tan bonitas yregulares!¡Cuidado:laseñoritaPeselnotardaráenponerteatrabajarenloscojineshistóricos!

—Lodudo.Sololasbordadorasmásexperimentadasseencargandeeso,¿no?

—Tal vez. Pero al menos podrías hacer algunos de los fondos de losalmohadoneslargosparalosbancos.Nosololascenefas.

Gildasereclinóenelasientoytomóunsorbodecafé.—Esteveranonohebordadonilamitaddeloqueteníaprevisto—dijo—.

MepasélasvacacionesintentandomantenermealejadadelaespantosaOlive.¡Eselpersonajemástragicómicoqueexiste!

«Esoesporquenoconocesamimadre»,pensóViolet.—Pero¿cómopasastelasvacacionestúsola?—Estuvobien.Porque realmente lo había pasado bien, salvo cuando se topó con el

hombredelmaizal.Violethabíavistocosasinteresantesyhabíaidoalugaresinteresantes y no se había sentido demasiado sola. Únicamente la cena eraduraaveces,cuandoestabarodeadadepersonasquecomíanycharlabanunasconotrasy le lanzabanmiradascompasivas.Probó llevándoseun libroa lamesa,peroeraunaseñaldemasiadoclaradequefingíaquenole importabaperoleimportabamuchísimo.Unperiódicoounarevistaeramejor,siempreycuandonololeyerademanerademasiadoconcentradayselimitaraahojearlocon indiferencia. A veces, la gente curiosa en mesas cercanas a la suyaentablaban conversación con ella. No siempre era agradable: a menudo leparecíaque lasmujeres se sentían amenazadas,mientras aque loshombresleshacíagracia.«¿Adóndesedirige?¿Sola?¡Cielos!¿Noesmuysolitario?».

Violet nunca admitía que se sentía sola, afirmaba alegremente que seencontrabacontodotipodegenteyqueseloestabapasandoengrande.No

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leshablabade lasnochesquepasabaencerradaensuhabitaciónfumandoyleyendoaTrollope,bordandoobuscandoenlaguíaotrocastrooiglesiaquevisitar.ApenasconocíaSalisbury,porloqueteníasuficientescosasquehacerallí.PeroyahabíaestadotantasvecesenlaisladeWightquenopodíavolveravisitarotravez lasviejasatraccionescomoelcastillodeCarisbrookeo lapequeña torre de Luccombe Chine. Empezó a levantarse tarde y acostarsetemprano,yairalcineduranteeldíacuandollovía.UnatardevioUnamujerhecha a símisma, que iba sobre una diseñadora demodas cuyo admiradorsecretoeraunboxeador.Lapelículaera tanboba—estabatanalejadadeloqueera realmentehacerseunaa símisma—quedespués,paraalegrarseunpoco,Violetsefueaunhotelysesentóaesperarconunjerez.Novinonadie.Quizálosposibleshombressedieroncuentadequeenrealidadnoestabaallídecorazón.

AlamañanasiguienteregresóaWinchesterconunosdíasdeantelación,aunquenoselocontóaGilda,niaTomniasumadre.Sobretodoaellos.Selimitó a presentar sus vacaciones como un triunfo empañado solo por lasampollasqueleobligaronatomareltrenatravésdelBosqueNuevodurantepartedelviaje.

—¡Oh,cuántomealegro,hermanita!—ledijoTom,claramentealiviadodequeelhaberabandonadoasuhermananolahubiesepuestoenpeligro.

Violetsepreguntódespuéssinohabríaexageradounpelínsuentusiasmoyapartirdeentoncesesperaríanquesefuerasiempresoladevacaciones.

Solo Marjory parecía haberla echado de menos. Cuando Violet fue avisitarlos un domingo a principios de septiembre, su sobrina se le acercócorriendoparamostrarleelbordadoquehabíahechodurantelasvacaciones.Eraunamarañadepuntosperdidosylanaretorcida,perosehabíaapañadoylas puntadas eran reconocibles. Violet la alabó profusamente y le prometióenseñarlemásdespuésdelté.

LaseñoraSpeedwellsemostrómásentusiastadeloqueVioletesperabasobresusvacacionesenHastings.

—Oh, el tiempo fue deprimente —declaró casi alegre cuando se lopreguntaron—.Perolopasétanbienquenomeimportó.

Violet abrió la boca, pero se retuvo. ¿Significaba esto que sumadre nohabía disfrutado de los viajes con la familia a la isla deWight? Nunca lohabía dicho. Quizá porque nunca se lo habían preguntado. Violet siemprehabíasupuestoquelaseñoraSpeedwellseríalaprimeraenquerermantenerlatradición.

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SumadrenoseinteresóporelviajedeViolety,aunqueellanoesperabaquelohiciera,ledolió.

GildalocompensóenelAwdry’sconunmontóndepreguntas.SolounainquietóaViolet.

—¿Conociste a alguien?—le preguntó sonriendo con picardíamientrasgolpeteabalataza.

—Conocí amuchas personas.—Violet sabía lo que realmente le estabapreguntandoGildaperooptóporesquivarla.

—Yasabes,aalguien…interesante.VioletsesonrojóyporunterribleinstantepensóqueGildayasabíaque

habíavistoaArthur.—¡Conociste a alguien!—exclamóGilda, disfrutando con la vergüenza

deViolet.—No,no,noconocíanadie—dijoellapreguntándosesidebíahablarlede

losjerezanosparadistraerla.—Quesí.—No.Yo…Para enmascarar suvergüenza sobreArthur,Violet empezó a contarle a

Gildalahistoriadelhombredelmaizal,aunquenoteníaprevistocontárseloanadie,puesintentabaolvidareseepisodio.Sesaltólaparteenquelovolvióaver en Nether Wallop y no le dijo cómo se llamaba. Simplemente era elhombredelmaizal.

—¡Sinvergüenza!—exclamóGilda solidarizándose conellay atrayendolasmiradasdelosclientesdelasmesascercanas—.Loshombrespuedensertanhorribles.

—Perono importa.Esoyapasó—dijoVioletantesdecambiarde tema—.¿Ytúquétal?¿ConocisteaalguienenSwanage?

NoeraeltipodepreguntaqueleharíaaunaamigadelaedaddeGilda,puesestabacargadadeexpectativasinoportunasydeciertadecepción.

La formuló esperandopoca respuesta ouna evasiva como la suya.PeroentoncesGildaagachólacabeza.

—EnSwanageno.Actoseguido,selevantódeunsalto.—He dejado mi bordado en el taller —dijo—. ¡Voy a buscarlo y te

alcanzaré!SaliócorriendoantesdequeVioletpudieraseguirindagando.Eracurioso

loopacaquepodíaserGilda,peseaquenoparabadehablar.

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La sala de las bordadoras en la casa parroquial estaba tan llena que noquedabansillaslibres,lasmujerescharlabanalborotadamenteysemostrabansuslaboresdelveranounasaotras.Contresmesesdedescanso,habíantenidosuficiente tiempoparahacerpiezasmás importantes.AViolet se lecayóelalma a los pies cuando vio una docena de reclinatorios acabados que lequitabanprotagonismoalsuyo.Dehecho,Maureen,sucompañeradetrabajo,habíacompletadodos,unodeellosutilizandopuntadasqueVioletnisiquierareconocía.

Algunasotrashabíanhechomedalloneshistóricos,conunospuntosmásgrandesyotrosmáspequeñosdepetitpoint,demostrandounahabilidadporla que las imágenes cobraban vida. Violet admiraba en especial un cojínrectangularconunmedallónenelcentroconundelicadosombreadoenpetitpoint, que representabaun escudo con tres coronasdeoroydetrás de él lafamosaespadaclavadaenunapiedra.Laspalabrasreyarturoestabanescritasenpuntodecruzmarrón.EldiseñoquelasrodeabaeraparecidoaldelcojíndelÁrboldelaVida:nudosazulesdeestiloceltayfloresrojasagrupadasenunpatróncuadriculadosobreel familiar fondodecolormostazaque, segúnLouisaPesel,habíasuscitadoalgunasquejas.Violetsehabíaacostumbradoautilizarestoscoloresatrevidos,porloqueyanolasorprendían;legustabasuaudacia.«TengoqueenseñárseloaArthurcuandolohayanconvertidoenuncojín»,pensó.

LesorprendiódescubrirquelaautoradelmedallóndelreyArturoeraDJ,a la que no había visto desde el día de primavera en que se la encontrómientras contemplaba su reclinatorio en el presbiterio. Llevaba su abrigoverde congrandesbotonesnegrosymantenía lasmanos en losbolsillos enactitud modesta mientras otras bordadoras se apiñaban para examinar sulabor. Llevaba el pelo alborotado, tenía las mejillas rojas y una sonrisadistraída.

Cuando apareció Gilda —sin aliento y gritando «Hola»—, DJ sesobresaltóysequedópetrificada,comosialgolaimpidieramoverse.Seguíasonriendo,perosusojossedesviaronhaciaun rincónde la sala,comoparaevitaratraer laatención.Gilda tambiénparecía fueradesíymirabaa todaspartessalvoaDJ,ycuandosequitóelsombrerocampanasoltóunarisaquesonó algo exagerada. Violet advirtió que una o dos bordadoras tambiéntomaban nota de lo que hacían ambas mujeres y de sus reacciones, ymanifestabansupropiarespuesta:unapequeñamueca,elmovimientodeunaceja.Maureenseestremeció.MabelWayfruncióelceñosindejardemirarelportapapelesenelqueestabaescribiendoquiénhabíahechoqué.Todoesose

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desarrolló en el espacio de tan solo unos segundos; un instante en el queVioletdescubrióquehabíaalgoquedescubrir,aunquetodavíanocomprendíaquéera.

Entonceslasalasesacudióyserecuperó.GildaseacercóaDJ,ledioungolpecitoalmedallóndelreyArturoydijo:

—¡Caramba,Dorothy,tehassuperado!Encuantotengacenefas,elcojínestaráacabadoenunsantiamén.

Dorothyesbozóunadébilsonrisayasintió,ydespuésempezóahurgarensubolsocomosibuscaraunaagujaperdidaounamadejade lana.GildasevolvióhaciaViolet.

—Hazme sitio—le ordenó señalando la silla deViolet—.No creo quepuedaaguantartodoelratodepiemientrasBigginsnosdaunsermónsobrelogloriosoqueeshacernuestrodeberparalacatedral.Ynotepreocupes,prontohabrámássitio—añadiósusurrando,sentándoseen laesquinade lasilla—.Todo elmundoviene a la primera reunión conmucho entusiasmo, ¡pero lamitadhabrádesaparecidoporNavidad!

Todavía se la veía un poco frágil yViolet hubiese querido ponerle unamanosobreelbrazoparatranquilizarlacomosehaceconuncaballoinquieto.

EntoncesllególaseñoraBiggins,transmitiendounacorrientedenerviosaexpectaciónporlasalaqueapartócualquierotrodrama.Ocupósulugarenlacabecera de la mesa—el asiento que se le había reservado— y, tal comohabíaprevistoGilda, hizounbrevediscurso sobre trabajar condiligencia yorgullo para la catedral.Dedicómuchomás tiempo a las vagas y a las quedesaprovechabanel tiempo,ya lasqueparecíanpensarquebordaruncojínparalacatedrallesdaríaunlugarespecialaojosdeDiosodeldeán.

—Si tenéis previsto hacerme perder el tiempo o hacérselo perder a laseñoritaPesel, os sugieroqueosvayáis ahora—sentenció—.Asíharéismividamásfácil.

Nadiesefue,peroVioletsepreguntósiunabienvenidatandesalentadoranoempujaríaaalguienaescabullirsedurante lapausaparanovolvernuncamás.LaseñoraBigginseracomoel tediososermónquehabíaqueaguantarantes de poder explorar las preciosas vidrieras o tallas de madera de lacatedral.

SereclinóensusillacuandolaseñoraBigginsanuncióqueprocederíaaexaminarlaslaboresdelverano:nohacíafaltaqueseapresurarapararecibirlainevitablereprimendaquesentíaqueibaacaerlecuandosedescubrieraquehabía hecho un reclinatorio sin permiso. Además, si esperaba suficiente

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tiempo,cabíalaposibilidaddequeLouisaPeselllegaraylasalvaradelafuriadelaseñoraBiggins.

—¿DóndeestálaseñoritaPesel?—lepreguntóaGilda,quedesenvolvíasulabordelverano:partedeunfondoazul,amarillo,verdeyrojoenelqueseinsertaríaunmedallónhistórico.

—Sigue de vacaciones. Creo que en Weymouth. Venga, allá voy. Escomozambullirseenelaguafría.¡Deséamesuerte!

Gildacogió subordadoy sepusoen la colade la señoraBiggins, justodetrásdeDorothyconsucojíndelreyArturo.DorothysevolvióligeramentedeformaquesucostadoseabrióaGilda.Algoensuactitudhacíaqueellasdosparecieranestarmáscercaquelasdemás,aunqueenrealidadnofueraasíyni semiraran.Eracomosi seencontraranencerradasdentrodeunacercainvisible.

—Estoesloquesucedecuandoeresunasolterona—ledijounamujeraotra,envozbajadetrásdeViolet.

Suspalabrasdestilabansarcasmo,durezayalgoparecidoalmiedo.Violetno se volvió para ver quién había hablado, aunque reconoció la risita deMaureen en la respuesta. Sintió acidez en el estómago, como si hubiesebebidolecheagria.

Su confusión se vio interrumpida por la señoraBiggins, que sostenía elbordadodelreyArturoenalto.

—Esto, señoras, es lo que nos esforzamos por conseguir —declaró—.Estoesloquepodemoslograrconunashumildespuntadashechasennombrede nuestro Señor. Bien hecho, señorita… —dijo mirando con gestointerroganteaDorothy,quemanteníalavistaclavadaenelsuelo.

—Jordan—lecontestóGilda—.SeñoritaDorothyJordan.Sí,bienhecho,Dorothy.Esunamaravilla—dijosonriendoasuamiga.

Asuespalda,Violetoyóunsiseoamortiguado.Enlugardemirarcaraacaraaesavíbora,Violetcogiósu reclinatorioysuscenefasysepusoen lacola. Para su sorpresa, la señora Biggins no le gritó por haber hecho unreclinatorio sin su permiso.Aquellamañana había visto tantos trabajos queparecíaqueselehabíanacabadoloscomentarioscríticos.

—Bienhecho—dijoalver las largas tirasdecenefa,y asintióalver laparte superiordel reclinatorio—.Ahoraconviértaloenun reclinatoriocomoDiosmanda.Elpróximoserviciodepresentacióndebordadossecelebraráelveintedeoctubre,asíquetendráqueestarlistoparaentonces.

—¿Cómolohago?

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—Encuentreaalguienquehayaacabadoelsuyoparaquelaenseñe:yonotengotiempo.Ahoraapártesequehayotrasesperandosuturno.

Violet miró a su alrededor. Todas parecían ocupadas, cosiendo obuscando nuevos materiales. Gilda buscaba entre una pila de diseños.MaureenestabaayudandoaMabelWayaanotar loquehabíaacabadoy loqueempezaríaabordarcadabordadora.

—Yoteenseñaré.La suave voz de Dorothy Jordan consiguió traspasar el bullicio de una

salallenademujereshablandoalavez.Estabadepiejuntoalarmario,conunbastidordebordadoenlamano.

—Eresmuyamable,gracias.Violet podía sentir todos los ojos puestos en ellas y se estremeció

involuntariamente.Dorothyseatusóelpelocrespo.Parecíanodarsecuentadequelaestaban

mirando.—Aquíhayunacajaparaacabarlosreclinatorios,contodoyapreparado

—dijosacandounpaqueterectangulardelarmario.Alquitarleelpapelmarrón,salióalaluzuncojínduro,cuatrotirasdeuna

telapesadadecolorazulyuntrozodecañamazo.CogióelbordadodeViolet,sonriendobrevementealver elhabitualpatróndebellotasy locolocóbocaabajosobrelamesa.

—Primerohasde coseruna tira a lo largodecada lado.Despuésdebescolocarelcojínsobreelbordado,así,conestetrozodeteladecáñamoenlapartesuperior.

LemostróaViolet cómoplegar las tirasazulesycoserlasal cañamazo,utilizandounhiloresistentedelmismocolorparaqueseajustarabien.

—Sin embargo, antes de nada, debes hacer tu marca. Utiliza lana azulparabordartusinicialesenunadelastiraslargas,yelañoenlaotra,comohabrásvistoenlosreclinatoriosqueyaseutilizanenlacatedral.Hazloantesdeseguircosiendo.

Violetasintió.—Esimportantequecadaunahagasumarca.Puedequesealaúnicaque

dejemos.Sicparvismagna.Violetenarcólascejas.Aquellanoeraunafraselatinaqueellaconociese.—Lagrandezanacedelaspequeñascosas.Violet asintió. Permanecieron en silencio, observando las marcas del

reclinatorio. Puso atención por si oía más siseo, pero solo oyó a Gildadiciéndoleaalguien:

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—Mataríaporunatazadeté.Enserio.Cinco minutos más tarde, ambas mujeres se habían ido, aunque se

marcharonporseparado.Aquellanoche,Violetbordóvsy1932,ycosiólatiraasureclinatorio.

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Fue solo cuando no lo esperaba —un sábado por la tarde a finales deseptiembreenquehabía idoa laHighStreetparacomprarmazapánpara latarta Bakewell que había prometido llevarle a su madre al día siguiente—cuandoVioletsetopóconArthurKnightmientrasélsalíadelafarmacia.

—¡Oh!—exclamóella,retrocediendoysoltandounarisanerviosa.Le encantó verlo sonreír con deleite y luego ocultar la sonrisa con

formalidad.—Señorita…Violet—dijo quitándose su sombrero de fieltro—. Es un

placerencontrarlaporfin.—Sí.En las últimas semanas,Violet había pasadomás tiempo en la catedral,

aparentemente estudiando los bordados, pero con la esperanza de ver aArthur.

—¿Cómoestá?—lepreguntóella.—Muybien,gracias.Hepensadomuchoencómohabría idoel restode

lasvacaciones.¿Tienetiempoparaunatazadeté?Iréabuscarmibicicleta.SesentaronenelrestauranteOldMarketdelaHighStreet,dondeViolet

no había estado nunca porque era más elegante de lo que ella podíapermitirse,conmantelesde linoygrandesventanalesque lahacíansentirseexpuesta.ArthurparecíaconoceralacamarerademedianaedadquemirabaaVioletdereojomientrasanotabaelpedido.

—LaseñoritaSpeedwellestá interesadaen lascampanas—leexplicóélcuandolestrajotéyunplatodebollosconpasas.

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—Seguroque sí—contestó la camarera,mientrasdepositaba la jarradelecheyunasegundateteraconaguacaliente—.¿Cómoestátumujer,Arthur?

—Vaaguantando.Tenemosesperanzas.—Dalerecuerdosdemiparte.Lacamareradejólacuentaenlamesaysemarchó.Mientrascomían,VioletlehablódesusaventurasenSalisburyyenlaisla

deWight.Lashizosonarmásalegresdeloquehabíansido,peroadmitióquehabíavueltoantesdebidoalalluvia.

—¿Y no tuvo problemas por el camino? ¿No se topó con hombresextraños?

—No,nadadeeso.—Me alegré de recibir su mensaje en el pub aquella noche. Estaba

preocupado.—No hacía falta pero se lo agradezco. Y gracias por acompañarme un

trechoyporlapartidadecartas.Disfrutémuchojugando.Violet no añadió que había sido el punto culminante de su viaje, pues

habríasonadodemasiadopatético.Permanecieronen silencioduranteunmomento,mientrasella saboreaba

elinesperadoregalodeunbolloconmantequillaypasas.—¿Qué le trae aWinchester hoy? Tenía entendido que solo venía a la

ciudadparahacersonarlascampanas.—Tenía que recoger una cosa de la farmacia—dijoArthur palpando el

bolsillodesuchaqueta.—¿Todova…?Violetsedetuvo.Noloconocíalosuficientementebiencomoparahacerle

preguntastanpersonales.—Noesparamí.—Oh,porsupuesto.Losiento.—Violetrespiróyseadentróenterritorio

peligroso—.¿Estáenfermasuesposa?Arthurleacercóelplatoconelúltimobollo.—Cómaseotro.Hacíacomosinolahubieseoído.—Essuyo.—Cómaselousted.Estáhambrienta.Violet se sonrojó, avergonzadadecomercondemasiadaavidez.Pero lo

cogió,puescomobienhabíadichoél,estabarealmentehambrienta.—Gracias.

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Esperóaqueélabordaraeltemadesumujer.Arthurselimpiólosdedosconlaservilleta.

—Jeanestá…Sufredelosnervios.—Losiento.—Sí,bueno.Todostenemosalgo.Violetasintióysepreguntósilediríaalgomás.Perotalvezesoyafuera

suficiente.—¿Volverá ahacer todoel trayecto enbicicletamañana?—lepreguntó

—.¿Paralascampanadas?—Sí.—Tendráquepedalearmucho.—Tuveunautomóvilhastaelañopasado,cuandomejubilé.Ahorayame

heacostumbradoairenbicicleta.Memantieneenforma.—Hizounapausa—.¿Legustaríasubiralatorreparaverlascampanas?Mañanaporlatardedaréeltoquedevísperas.

—Oh,sí,meencantaría.—Sinosencontramosalasdosmenoscuarto,selaspodríaenseñar.—Yo…sí.Megustaría.—Laesperarédebajodelagranventanadeloeste.Alaizquierdahayuna

puerta.—Laconozco.—Bien. Ahora me tengo que marchar. —Arthur volvió a palparse el

bolsillo,ycogiólacuenta.Cuandollegóacasa,Violetsearmódevalorylepidióalacaserasipodía

usarsuteléfono.—Southampton225.—El tonoautoritariodesumadredejabaclaroque

ningunallamadatelefónicamerecíaperturbarsutranquilidad.—Hola,madre,soyyo.—Violet, ¿has preparado ya la tarta Bakewell? Porque los Leighton

puedenveniratomarelté,asíqueasegúratedehacerunabiengrandequedépara ellos. Si es necesario, la familia se aguantará.De todas formas, tú noquerrásuntrozo,¿verdadqueno?Contufigurano.

Era evidente que su madre no se había percatado de que Violet habíaperdidopesodesdequesehabíaidodeSouthampton.

—Metemoqueno.—Nomedigasquenovasaprepararla.¿Tengoquehacerlo todoyo?Y

nopiensopedírseloaEvelyn:esundesastreen lacocina, inclusoparaalgotansencillocomounatartaBakewell.

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—Esonoesjusto,madre.Evelynesunabuenacocinera.VioletnorecordabaqueEvelynhubieseservidonuncaunacomidamala,

aunque tampoco preparaba platos deliciosos. La señora Speedwell debía deseguirdolidaporhabersidoabandonadaenlasvacacionesdeverano.Siteníalaoportunidad,seguiríaguardandoesterencorduranteaños.

—De todos modos —siguió diciendo Violet, con el firme empeño detransmitirsumensaje—lamentodecirtequehepilladounresfriadoyquenopodrévenirmañana.

—Bobadas,atinotepasanada.—¿Cómo sabes que no me pasa nada? Resulta que tengo la garganta

irritaday tengomocos.Ymeestáempezandoadoler lacabeza.Asíque losientomucho,madre,peromañanatendrásquearreglártelassinmí.Transmitemis disculpas a los Leighton y diles que les prepararé una tarta en otraocasión.Ahora,micaseranecesitaelteléfono.¡Adiós!

Violet colgó el teléfono antes de que la señora Speedwell pudieracontestarle.Lasemanasiguientepagaríaporesto,peroporahoraeralibre.

—Pobrecilla, no hay nada peor que un resfriado —le dijo la señoraHarvey, cuando se la encontró en el pasillo—. Es una lástima estar tanenfermacuandohaceun tiempo tandelicioso.¿Tepreparounponche?Estaveznotecobrarénada.

—No, gracias, señora Harvey. Espero que no sea nada —dijo Violetintentandorestarleimportanciaalaintromisióndesucasera.

Al día siguiente, la señora Harvey se mostró a veces solícita y otrascrítica,sobretodocuandopillóaVioletsaliendodecasa.

—¡Cogerás una neumonía si no te andas con cuidado!—le gritó—.Unresfriadonoesmocodepavo.

CuandoVioletserio,laseñoraHarveyfruncióelceño,incapazdeverlelagracia.

Sin embargo, Violet consiguió escaparse y corrió hacia la catedral. Eljardín exterior estaba lleno de familias con niños y parejas que paseabancogidasdelamanoenelsoldeotoño.Llegóunpocopronto,peroenlugardeir a su sitiode siempreentre los reclinatoriosdelpresbiterio,Violet avanzópor la nave norte hasta la tumba de JaneAusten, una sencilla lápida en elsueloquenomencionabasuslibros.Otrossehabíanencargadomástardedecolocar una placa de bronce conmemorativa, que indicaba su fama comoautora.AustennohabíaresididoenWinchester,perohabíaacudidoalmédicoallí cuandoestabaenfermaynuncavolvió a casa.Su familiapagóunpocomásparaquelaenterrarandentrodelacatedral.Murióalaedaddecuarentay

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unaños, sinmaridonihijos, solounaabnegadahermana.Violetni siquieratenía eso, ymenos aúnvarias novelas escritas por ellamisma.En cuanto alogros,lequedabansolotresañosparacumplirlaedaddelaseñoritaAusten.

«Dejayadedarlevueltas—seregañóasímisma—.JaneAustennuncalohabríahecho.Unhombreamableestáapuntodemostrartelascampanasdeestagrancatedral,algoquelamayoríadelagentenuncave.AJanelehabríaencantadopodersubiralcampanario».

Cuando Violet llegó a la pequeña puerta de madera debajo de la granventanadeloeste,Arthurlaestabaesperando,conlasllavesenlamanoyunaantorcha.LoacompañabaelfibrosoescocésqueellahabíavistoconArthurlaprimaveraanterior.

—Hola,Violet.¿RecuerdaaKeithBain?Seconocieronhaceuntiempo.—Porsupuesto.—VioletyKeithBainsesaludaron,mientrasellahacíalo

quepodíaparaocultarsudecepción.—Hacedosaños,Keith sehizocargodemi trabajodeagrimensor—le

explicóArthur—.Entoncescoincidimosduranteun tiempoymeexpresósuinterésporlacampanología.Dondevivía,enEscocia,notocanlascampanasy él sentía curiosidad por intentarlo. Y no lo hace nada mal para ser unprincipiante.Sueleocuparsedelatenor.

—¿Esnormalaprenderatocarconlascampanasdeunacatedral?—Si vas a tocar las campanas, utiliza las mejores—le contestó Keith

Bain.SutonoeramásásperoqueeldeArthur.—Subamos.Tengacuidado.YoirédelanteyKeithiráelúltimo.—Arthur

abriólapuertademadera,loshizoentrarycerrólapuertadespuésdecruzarelumbral—.Recuérdamequenomedeje las llavesarriba—ledijoaKeithBain—.Noseríalaprimeravezytendríaquevolverasubirabuscarlas.

—Deberíamos esconder una llave de repuesto comohacemos en la otraentrada—observóKeithBain.

—Elcapitándelcampanariotienemiedodequeunvisitantedelacatedralpuedaencontrarlayromperlasmurallas.

Loshombresseecharonareír.Empezaronasubirporlaescaleradecaracoldepiedra,iluminadadevez

encuandoporpequeñasventanasemplomadas.—Tantasescalerasnoseránunproblema,¿verdad?—preguntóArthurpor

encima del hombro—. Sobre todo después de las caminatas de estasvacaciones.

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—Ningún problema—le contestóViolet, consciente de queKeithBainsubíadetrásdeella.

SehabíaimaginadoqueestaríaasolasconArthurylascampanasduranteunos minutos antes de que llegaran los otros campaneros. Ahora se sentíaincómoda,ysepreguntabasiKeithBainhabíavenidocomounaespeciedecarabinao—peoraún—comounposiblepretendiente.Violetnosoportabaque la emparejaran con nadie. En Southampton, sus amigas lo habíanintentadoduranteaños,ynuncahabíafuncionado.Siunhombresequedabasoltero, solía ser por alguna razón: o bien era autoritario o soso, o bienegocéntricoopocodispuestoalavarse.Yellareaccionabamuymalcuandoledecíanquealguienoalgoteníaquegustarle.Deniña,sisumadreledecíaquele gustaría un determinado vestido, juguete o pastel, Violet casi siempreconseguíaodiarlo.

Llegaronalfinaldelaescaleradecaracol,yellasealegródenohabersequedadosinaliento.Arthurabrióunapuertaque,deformainesperada,salíaalexterior, mostrando un parapeto. A la izquierda se veía el tejado de lacatedral, con la baja torre detrás. Luego se volvieron a la derecha ycontemplaron las vistas sobre la parte sur de Winchester. Debajo de ellosestaba el jardín interior y la casa parroquial en la que se reunían lasbordadoras; Violet miró directamente a la sala del fondo donde a vecestrabajaban y que ahora, en domingo, estaba vacía.Vio el gran armario quehabíatenidoqueordenarelprimerdíayelalféizarsobreelcualhabíadejadolas madejas de lana azul. Detrás del jardín interior estaba el WinchesterCollege,donde losniñosdeuniformesepaseabanentre losedificios; luegolas casas, los prados a orillas del río Itchen y, en la distancia, la colina deSantaCatalina.

—A la gente le gusta contemplar el horizonte—observóArthur—.Mepodríapasareldíaenteromirandoestasvistas.Perodebemosseguir.

Abrióunapuertaasuizquierdayvolvieronaentrar.Violet reprimió un grito de asombro. A la izquierda, un conjunto de

ventanasestrechasiluminabalazonaquelosrodeaba,peroaladerechahabíaun espacio largo y cavernoso, atravesado por una estrecha pasarela conpasamanos a ambos lados, que avanzaba hasta perderse en la oscuridad.Entoncessediocuentadequeeralalongituddelanavedelacatedral,desdela ventana a su espalda hasta la torre sobre los transeptos, donde seencontraban las campanas.A todo lo largo había enormes vigas demaderaquebordeabanyseguíanlaformadeltejadodelacatedral.Eracomoestareneldesvándeunacasa,dondesepodíaverelesqueletodemaderaquesostenía

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todalaestructura.Peroeraeldesvánmásgrandequesepudieraimaginar,deltamaño de un campo de fútbol. Violet se quedómirándolo desde el borde,luegoaspiróelolordemuchastoneladasdemaderacaliente,puestoqueallíarribahacíacalor.

—Esmadera de roble—le dijoArthur—.Gran parte tienemil años, yprocede de uno de los bosques cercanos deGuillermo el Conquistador. Alparecer,elobispoencargadodelaconstruccióndelacatedrallepidióalreysipodíacogerlamaderadesubosque.Guillermoledijoquepodríanquedarsecon lo que cortaran en tres días. ¡El obispo reunió entonces a todos loshombresquepudoylesordenópodartodoslosárbolesdelbosqueexceptounroble!Esonolegustónadaalrey.

—PobreGuillermo,queperdiósubosque—observóKeithBain,yVioletserio.

Arthurfruncióelceño;parecíairritarlesufrivolidad.—Mireaquí—dijoseñalandounadelasventanas—.Lasinscripciones.Enlospartelucesdepiedrahabíagrabadosnombresynúmeros,unescudo

y una calavera. 1871. Barratt. Packer. 1790. Feb 17. Todo irregular peroestilizado.

—¡Cielos!,inclusoenunacatedral—dijoViolet.—A la gente le gusta dejar su marca. Se pueden ver este tipo de

inscripcionesportodaspartes.Abajoenelpresbiterioinclusohayunadeuncampanero.Lapróximavezquevayaallí,busquea«HareyCoppar».

—Tambiénhayunascuantasenlasaladecuerdas—añadióKeithBain—.Luegoselasenseñaré.

—Porsupuestosonviejasinscripciones.Williamnosecharíaunabroncasilohiciésemosahora.

—¿William?—William Carver. El capitán del campanario. Lleva tocando las

campanasdesdehacecincuentaaños,unomásqueyo.Loconoceráhoy.«Arthuryatocabalascampanasantesdequeyonaciera»,pensóViolet.Erararoquealguienlahicierasentirsejoven.YesoqueArthurKnightno

leparecíaviejo.—LomejoresmantenerselejosdeCarver—dijoKeithBain—.Esetipo

esunpesado.Multaaloscampanerosporllegartarde.¡Mepreguntoquédiráalveraunamujerenelcampanario!

Arthurhizounamuecaaloírestaspalabrasyseapartó.Violetsepreguntósi él también lamentaba que los acompañara el entusiasta Keith Bain. Losguioporlapasarelademadera,iluminandolospiesdeVioletconsuantorcha.

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Debajo de ellos había grandes montículos cubiertos de cemento que sehundíanformandovalles,comounaenormecajadehuevos,queseguíanloscontornos del techo abovedado de la catedral sobre el cual caminaban. Amedidaqueavanzaban,lamaderacrujíabajosuspies.Aquí,eneldesvándelacatedral,sinelalborotodevisitantesyfieles,reinabaelsilencio.Violetsesentíacomosiestuvieradentrodeunaenormeballena,cuyascostillaseranlasvigasdemadera.

Finalmentellegaronaotrapuerta.ArthursevolvióyseñalóelsombrerocampanacolorbeisdeViolet.

—Hayunaantiguanormaenlassalasdecuerdas:¡nadadesombrerosniespuelas!—dijoquitándosesusombrerodefieltro.

Violet yKeithBain siguieron su ejemplo.Violet se atusó el pelo.Actoseguido,dejaronatráslaoscuracavernayentraronenlasaladecuerdas.Setrataba de una habitación cuadrada de unos doce metros de ancho, cuyasparedesdepiedraestabanformadasporarcosycolumnasrománicos.Deunadocena de agujeros practicados en el techo bajaban y volvían a subir unascuerdascuyosextremoscolgabandedosgarfiosenloaltollenandoelespaciosobresuscabezascomograndescandelabrosdecuerda,controzosrevestidosdelanaderayasrojas,blancasyazules,parecidosalosqueViolethabíavistoenNetherWallop.

—El trozo a rayas se llama «sally» —le dijo Arthur al ver que lasexaminaba—.Lepuseesenombreamihija.

Había una estantería llena de libros y revistas sobre campanología, untablón de anuncios y una hilera de sillas contra una pared. Keith Bain lemostróunaviejafiguratalladaenunadelasparedes:erauncampaneroquellevaba un chaleco. En las otras paredes había placas pintadas con letrasdoradas,casitodasellasconnombresdecampanerosylasocasionesenquehabíantocado.Violetlasleyó:campanerosenlacoronacióndelreyeduardoVII,9deagostode1902.Enlafestividaddesanesteban,26dediciembrede1903,agudadekentbobroyal,5.040cambiosserealizaronenestascampanasen3horasy35minutos.Elsábado8deseptiembrede1923,en3horasy55minutos,setocóenlascampanasdeestatorreunrepiquedestedmancinques,5.019cambios.Sinembargo,noacababadecomprendersusignificado.

—Estosconmemoranlosrepiquestocadosaquí—leexplicóArthur.Violetseloquedómirando.—¿Unrepiqueduratreshorasycincuentaycincominutos?—A veces, depende del peso y del número de campanas. Un repique

siempreduramásdetreshorasypasapormásdecincomilcambios.

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—¿Sinparar?—Sinparar.Nohaytiempoparaunapausa,unatazadeté,ninadadeeso.—¡Caramba!¿Porquélohace?—Esmimayorplacer.Hetocadotreintaysieterepiquesalolargodelos

años.—¿Quéesexactamenteunrepique?Arthurapuntóaloalto.—Allíarribahaydocecampanas.Cadavezquesuenantodasunatrasotra

esuna rondaoun cambio. ¿Se acuerdadeNetherWallop?Puesya conoceuna ronda que es familiar: la escala descendente. Imagine que está tocandoochocampanasyquehacesonaresaescala.Despuéscambiaelordendedosde las campanas, pongamos la primera y la segunda campana, para que elcambiosealigeramentediferentedelanterior.Luegocambiaotrasdos,odosparesalmismotiempo.Cadavezelsonidoesunpocodistinto.¿Sabecuántasvariacioneshayconochocampanas?

Violetnegóconlacabeza.—Recuerdelaclasedematemáticasdelaescuela—dijoKeithBain.—Hacemuchodeeso.Loshombreslamirarondecepcionados,asíqueseesforzómás.—Factoriales —sugirió Keith Bain—. ¿Cómo averiguaría cuántas

combinacioneshaydetresnúmeros?Depronto,Violetsevioasímismasentadaenunapolvorientaaulacon

hileras de niñas, un uniforme rasposo,mirandopor la ventanay sin prestaratencióna la explicacióndelmaestroquezumbabaen segundoplanocomounamosca.

—3×2×1.Seiscombinaciones.—Correcto.¿Yconocho?—8×7×6×5,hasta1.—¿Cuáleslarespuesta?Violetsonrió.—¿Tengoquehacerlo?—Esbuenoparaelcerebro.—40.320—contestóArthur.—Supongoquesabrácuántascombinacioneshaycondocecampanas.—479.001.600—anuncióKeithBain,entonotriunfante.—Loquesignificaqueestaremosaquíalgúntiempo.Arthurserio.

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—Peroestatardeno.Solotocamosrepiquesenocasionesespeciales.Losrepiquessonunasecuenciadecambios,cadaunoconunaseriedepatronesdiferente, según el número de campanas. Cada uno tiene un nombre.«StedmanCinques»,porejemplo,eraunpatróncreadoenelsigloXVIIporunhombrellamadoFabianStedman;«Cinques»significaquesetocabanenoncecampanasmáslatenor.

Violet se concentrabamucho, pero apenas podía seguir lo que le decía.Arthursonrióalversuconfusión.

—No se preocupe: tengo algunos añosmás de experiencia. Se tarda untiempo en comprender la campanología. Bueno, ¿le gustaría ver lascampanas? Eso sí: hay que subir un poco. La escalera esmuy empinada yestrecha.¿Creequepodrá?

—Porsupuesto.—Keith,¿bajaslasarañasysacaslascampanas?MientrasKeithBainempezabaabajarlosgarfiosdelosquecolgabanlas

cuerdas, Arthur le mostró a Violet otra puerta al otro lado de la sala conescalerasquebajaban.

—Eslaotraentrada,desdeelexteriordeltranseptosur.Lallamamos«laentradadelosmercaderes».Peronosotrosvamosasubir.

Laguioporunasescalerastanestrechasqueeracasicomosubirporunaescala demano.Violet estaba agradecida de que, a la derecha, colgara unacuerda,delacualpoderagarrarse,ylautilizómásomenosparaescalar.

La sala de campanas carecía de detalles que la hicieran confortable: niiluminaciónnisillasnialfombras.Eraunespacioparalascampanas,noparaloshumanos,y soloestaba iluminadopor los rayosdesolquesecolabanatravésdelaspersianasdemaderaqueestabanunpocoabiertasenlasventanasrománicas. Solo pudo ver los yugos de madera maciza que sujetaban lascampanasqueestabanvolteadashaciaarriba,con lasbocasabiertasalcielocomo las de los polluelos que esperan ser alimentados. Pero eran polluelosgigantescos, más parecidos a toros o elefantes, hechos de un metal grisgastado,quepermanecíanensilencioyalaespera.

—Caramba —fue lo único que pudo decir, pues la presencia de lascampanasteníaalgoqueladejabasinhabla.

Arthurparecíacomprenderlo.—Llevo cuarenta años viendo estas campanas y nunca me canso de

mirarlas.Empezaronacaminarencírculoalrededordelascampanas.Violetseñaló

lamásgrande.

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—Estadebedepesar…—Nolograbaimaginarsecuánto.—Treintaycincoquintales.Casidos toneladas.Esunade lascampanas

tenoresmás grandes de Inglaterra. Imagine cómo fue subirla hasta aquí.Esasombroso pensar cómo debían de subir las campanas más pesadas entiemposmedievales.Vicomotraíanhastaaquídoscampanasagudascuandoampliaronelcírculoen1921,peroteníanmáquinasycadenas,ylascampanaseranmásligerasqueesta.Resultararovercómosubenlascampanasatravésde la catedral. Eso sí—añadió—, puede que lo vea uno de estos días. Elcapitán del campanario quiere convencer al deán Selwyn de que hay querefundirlascampanas.

—¿Porqué?—Están desafinadas: es bochornoso para una catedral tan grande como

esta.Porsupuesto,escostosoyaldeánnoleharáningunagracia.Noesmuyaficionado a las campanas, dice que arman un jaleo espantoso. Nos hacecerrar la mayoría de las persianas —dijo Arthur señalándolas—. Estascontrolan cualquier sonido que sale de la torre.—Hizo una pausamientrascontemplaba las campanas—. Creo que no es solo por el ruido. Nos tieneenvidia.

—¿Envidia?¿Porqué?—Eldeaquíarribaesunmundopequeñoqueélnocontrolatantocomoel

deabajo.Violetpensóenlasbordadorasysuestrecharelaciónconeldeán.Eraun

mundodemujeres,mássuaveymásservicial,queintentabacrearconfortybellezaexterior.Eramuydistintodelascampanas,queestabanescondidasenla torre y emitían un curioso sonido que se desvanecía tan pronto habíasurgido.

Volvieron a descender, Violet bajaba de lado la empinada escalera.Algunoshombreshabíanllegadoyaalasaladecuerdas,ensumayoríadelamisma edad queArthur. Se habían quitado las chaquetas, se habían puestounos chalecos y se habían arremangado. Miraron abiertamente a Violet.Arthur la condujo hasta un hombremacizo con intensos ojos oscuros, pelogrisarregladoyunabarbacuidadosamentecortadasiguiendolamandíbula.

—William, te presento a la señorita Speedwell; está interesada en lascampanasyhavenidoaverlas.Tellaméayeravisándotedesuvisita.SeñoritaSpeedwell,lepresentoalseñorCarver,elcapitándelcampanario.

WilliamCarverhizounabreveinclinación.—SeñoritaSpeedwell,asegúresedequedarsesentadasinhacerruido.No

alentamos la charla durante el toque de servicio, así que si tiene alguna

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pregunta,hágalaahora—dijomirándolaexpectante.Detrásdeél,KeithBainsonreía.—Notengopreguntas.Peroleagradezcoquemepermitaestaraquí.Violetseretiróalassillasalineadascontralapared,sintiéndosecomoun

perroalquehubiesenregañadoportumbarseenunacamaprohibida.Sesentóy esperó a que cada hombre se colocara junto a una de las doce cuerdascolgadas.WilliamCarvercambióaalgunosycolocóaKeithBainsobreunacaja.Unacuerdasequedósuelta.WilliamCarver fruncióelceño,cambióaotrosdoshombres,entoncestodosagacharonlacabezamientrasélrecitaba:

—Dios todopoderoso, que nos has llamado a desempeñar el oficio decampanerosdeestacatedral,concédenosmantenernosunidosy fielesenTuservicio,quenuestrorepiquepuedaestardedicadoaTugloriayalserviciodeTupuebloatravésdeJesucristonuestroSeñor.Amén.

Cuando hubo acabado, otro hombre entró desde la pasarela. WilliamCarverechóunvistazoasureloj.

—Unchelíneneltarro,Gerald,yluegocogeladiecisiete.Nohacefaltaqueterecuerdeloimportantequeeslapuntualidadparauntoquedeservicio.Seesperaqueempecemosatocaralasdosymediaenpunto;noalasdosytreintay treintasegundos,comoahora.Al llegar tarde lesestás fallando,nosoloalacatedralyalosresidentesdeestaciudad,sinotambiénanosotros.

Aunque había pasado la sesentena, el recién llegado parecía tanavergonzadocomounniñodeseisaños.Seapresuróadejarunamonedaenuntarroquehabíaenunarchivadorenunrincónyluegovolvióasucuerda.

WilliamCarversefuealasuya.—Deacuerdo,muchachos,empecemos.PrimerorondasyluegoGrandsire

Cinques.Hizoungestoaotrohombre,quegritó:—Cuidado.Valaaguda.—Ycuandoyahabíaempezadoatirar—:Yase

haido.Cadacampanaempezóasonarporturnos.En esta sala de cuerdas habíamuchomás espacio que en la de Nether

Wallop. Aquí, doce hombres formaban un amplio círculo. Durante unosminutostocaronrondas,concuatronotassuperioresadicionales,conelsuaveycuriosomovimientoascendenteydescendente,todosenmomentosdistintosen el círculo, siguiéndose el uno al otro. Keith Bain era el que tenía lacampanamásgraveymáspesada:VioletrecordóqueArthurlahabíallamadolatenor.Estardepiesobreunacajaledabamásespacioylepermitíatirarconmás fuerzadesucuerda;parecíahacerlocon facilidad,aunqueeraevidente

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que usaba sus músculos. Violet intentó imaginarse que su movimientoafectabaalaenormecampanaqueacababadeverenelcampanil.Leparecíaimposiblequetirardeunacuerdafinapudieraprovocarunsonidotanbestial.

Aunquehabíauntechoentreellosylascampanas,elsonidoseguíasiendomuyfuerteylatorretemblabalevemente.Violetsintiócomosilasacudieraelviento.Leencantó.

—AdelanteGrandsire—gritóWilliamCarver,ysealteróelordendelascampanas,luegovolvieronacambiaryotravez,hastaqueVioletseperdióenelpatróndecampanasqueseentrelazabansubiendoybajando.Loúnicoqueconseguía distinguir era que Keith Bain tocaba la tenor al final de cadacambio;siloobservaba,eracomoseguiraunbombomarcandoelritmo.

WilliamCarvergritóalgoyellosvolvieronalaescaladescendente,ysedetuvierondespuésdequegritara«Alto».Despuéscambióaloscampanerose hizo sentar aKeithBain y a algunos otrosmientras tocaban las StedmanTriples.KeithBainsesentóenlasillajuntoaViolet.Estabasudando.

—¿Lecansatocarlascampanas?—lepreguntóella.—Bah, no es para tanto —le contestó él secándose la frente con un

pañuelo—.Essoloquelatenordeaquíseresisteunpocoporquepesamucho.Estozudayyosolotengounacuerdaparacontrolarla.ElviejoCarversueleponermeallíomedejafuera,hastaquesefíedemí.

—¿Ycuándoseráeso?—¡Cuando lo entierren!—contestó Keith Bain susurrando, lo que hizo

reíraViolet.WilliamCarver los observó con unamirada neutra que de algúnmodo

tambiénconseguíaserfulminante.Violetsecalló.Arthurtambiénlosestabamirando,conunaexpresióndifícildedescifrar.¿LecomplacíaquesellevarabienconKeithBainolemolestabaquesuprotegidoselashubieseapañadopara captar la atención de Violet? Ella bajó la mirada, avergonzada, y noquiso volver a levantarla hasta que los campaneros estuvieron de nuevoabsortosensuscambios.

Parecía que no tuvieran espacio para pensar en nada más que en lascuerdas—laspropiasy lasde losdemás—yenel ritmode los tirones.Erafascinanteobservara loshombresquesecontrolabanunosaotros.Algunosmiraban a su alrededor de forma muy clara, girando sus cabezas de uncampanero a otro. Mientras que otros no se movían en absoluto, sino quemanteníanlavistafijaamediadistancia;perocontrolabanasusvecinosconsuvisiónperiférica.

KeithBainsediocuentadequeellalosobservaba.

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—Esloquesedenomina«vistadegrupo»—susurró—.Serconscientedeloquehacenlosdemás,quiénestátirandoycuándotetoca.

Violetobservóelmovimientoyescuchó lascampanas,ydespuésdeuntiempohombresycampanasseentretejieronyporuninstanteseconvirtieronen una sola cosa, en un vaivén de hombres que tiraban y campanas quesonaban. Era como contemplar un baile y escucharlo. Luego las campanasvolvieronaperderseenunaaleatoriedad,quepocodespuésseconvirtióenlaescala descendente. Sin embargo, durante un breve instante, ella pensó quetenía sentido, que comprendía cuál era el atractivo de la campanología.Entonces,WilliamCarvergritó«Alto»yellosenmudecieron.

«Quierohacereso»,pensóella.KeithBainselevantódeunsaltoyvolvióalatenor.EstavezeraArthur

elqueteníadescansoysesentóasulado.—¿Haymujeresquetoquenlascampanas?—lepreguntóella.—Algunas. Las hermanasWhite deBasingstoke lo hacían.AliceWhite

fuelaprimeramujerdelpaísentocarunrepiquecompleto.—¿Cuándofuelaúltimavezquehubounamujerenestecampanario?Arthurhizounapausayluegodijo:—Fuemimujer,el22deenerode1919.LafechaeratanespecíficaqueVioletsupoquehabíaunahistoriadetrás.

Esperó.Arthurseloexplicaríaasudebidotiempo.Los campaneros volvieron a empezar, y él habló bajo el sonido de las

campanas.—Aqueldíacelebrábamoselfuneraldeunodeloscampanerosquemurió

enlaguerra.EljovenRussell,quecontrajoneumoníaenSalónica.Tocamosla tenor, treinta y una veces, por los años que tenía cuando falleció. Eransobretodocampaneroslosquevinieron,peroJeaninsistióensubirtambién.AldíasiguienterecibimosunacartaqueconfirmabalamuertedenuestrohijoJimmy.Habíaestadodesaparecidodurantemásdeunaño.AJeanselemetióen la cabeza vincular la noticia de la carta con la catedral y las campanas.Después de eso no quiso volver a la catedral y me preguntó si podíamosmudarnos.PoresovivimosenNetherWallop.

Violetpermanecióensilencio.Nohabíapalabrasquepudieranexpresarlomalquesesentíaporél.Queríaestrecharle lamano,perose limitóaseguirsentadajuntoaélescuchandolascampanas,mientrasbuscabaunpatrónenelcaos.

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Despuésdelascampanadas,Violetvisitóamenudolacatedral,peronuncasetopabaconArthury,porconsiguiente,noteníaformadeponerseencontactoconél,salvoqueseplantarajuntoalapuertadelasescalerasquellevabanala sala de cuerdas cuando sabía que él subiría para tocar o practicar. Leparecía un acto desesperado que podría resultar embarazoso, puesto queextrañaríaalosdemáscampaneros.Seimaginabalaoscuramiradayelceñode William Carver. Pero resultaba difícil imaginarse a los campaneroshablando sobre ella. ¿Cotilleaban los campaneros? ¿Y los hombres engeneral?SupadreyTomnolohacíannunca,aunquequizásecomportarandeuna manera diferente cuando no había mujeres delante. Cuando ella oíaconversaciones de hombres en restaurantes u hoteles o en el tren, se dabacuentadequehablabandefútbolocríquet,odeladepresióneconómicaodelas tensiones políticas en el continente, no de cosas personales. Lasbordadoras,encambio,hablabandeotrasbordadoras:desutrabajo,sushijos,suropa.Violetnoparticipabamuchoenesasconversaciones,peroescuchabayavecessepreguntabaquédiríandeellaasusespaldas.Erafácilhablarleaotros y pensar que de alguna manera se era inmune, pero en uno u otromomentotodoelmundoacababasiendoelcentrodeatención.

Undomingodespuésdeasistiralserviciodelamañana,avanzabaporlanave central cuando vio al grupo de campaneros junto a la pequeña puertadebajo de la gran ventana del oeste. Se le aceleró el corazón. «Boba», seregañó.

Sin embargo, Arthur no se encontraba entre ellos. Violet reconoció aWilliam Carver y a algunos más, y también a Keith Bain. Antes de que

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pudiera esconderse detrás de una columna, él la vio, la saludó y fue a suencuentro.

—¿Vieneaverotrasesióndecampanadas?—ledijosonriendo.—No,no,soloheasistidoalserviciomatutino.Mevoyacomeracasade

mimadre.Parasuconsternación,KeithBainparecíadecepcionado.—Bah,detodasformasnoesmuydiferentedeloqueviolaotravez.—¿Cómoestá…elseñorKnight?—¿Arthur?Ha tenido que tomarse algún tiempo libre. Su esposa no se

encuentrabien.—Vaya,lolamento.¿Sabeloqueleocurre?KeithBainseencogiódehombros.—Noestoyseguro.Estáencama,estodoloqueheoído.—Bajólavoz

—. Carver ha tenido que buscar a otro campanero para reemplazarlo. Esohacequeunoaprecieaunbuencampanerocuandolohasperdido.

Asíqueloscampaneroscotilleaban.—Oiga, ¿le apetecería dar un paseo algún día?—siguió diciendoKeith

Bain—. ¿A la colinadeSantaCatalina, o incluso aFarleyMount, antesdequehagademasiadofrío?

Ahí estaba. Violet había tenido algunosmomentos con buenos partidoscomoestealolargodelosaños.Siemprehabíadichoquesí,inclusocuandono le apetecía.Y aKeithBain no le pasaba nadamalo.Tendría uno o dosañosmenosqueella,poseíaunaagudezaescocesaquelahacíasonreírynoera un hombre complicado. Tal vez fuera el mejor candidato que se habíapresentadodesdeLaurence.

Y no obstante, ella sentía algo, aunque no fuera lo correcto ni por lapersona adecuada. Y no quería echar a perder ese sentimiento con unencuentroincómodo.

—Gracias—ledijo—,perocreoqueno.KeithBainselaquedómirando,conlacabezapelirrojaladeada.—Losiento,tengoquecorreroperderémitren—dijoViolet,alejándose

atodaprisaantesdequeélpudieracontestarle.

Elserviciodepresentacióndebordadossecelebróelsiguientejuevesporlatarde,yVioletyMaureenrecibieronunpermisoespecialdelseñorWatermanpara salir del trabajo y asistir. Tomaron asiento junto a la pared sur delpresbiterio, cerca del pasaje abovedado que Mabel Way había custodiado

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cincomeses antes cuandoViolet se tropezóconel último servicio especial.Mabelvolvíaaestarensupuesto,laMabelquelahabíamandadocallaryquemanteníaalejadaatodapersonaajena,comohacíaahora.Violetsonrióparasus adentros. Ahora que ya no era una persona ajena, esta escena no leresultabatanextraña.PodíacomprenderporquéMabellesprohibíaelpasoatodosexceptoalasquehabíandedicadohorasalbordadoysehabíanganadosuasientoenesteservicio.Tampocoleparecíatangraciosocomoantesquedelantedelaltarsehubiesencolocadopilasdereclinatoriosylargas tirasdecenefas para cojines, entre ellas la suya. Ahora le parecía bonito y estabacontenta de estar allí, porque significaba que, por fin, ella misma formabaparte de un grupo. Estaba sentada entre Maureen y Gilda, saludaba a lasdemás,Mabelyano lahacíacallar, sinoque lahabía saludadodeverdadeinclusosehabíaganadounasonrisadeLouisaPesel, asícomode la señoraBiggins.Porunavezsentíaqueteníarealmenteunlugarenlacatedral.

Elorganistahabíatocadounaintroducción,peroahorapasóaunamúsicamásprocesional,yeldeánylossacristanesaparecieronporlasescalerasdelanaveyavanzaronporelcoro.Cuandopasaron,VioletvioqueDorothyJordansesentabacercadelapuerta.SintióqueGildasemovía.

—Convencí a Dorothy para que viniera —susurró—, aunque no sueleacudiralosservicios.

Alotrolado,oyóelmurmullodedesaprobacióndeMaureen.AunqueVioletsealegrabadeestarallí,elservicioensínoeranadadel

otromundo. Oraciones, himnos y un sermón siguiendo un patrón familiar.Inclusoelsermóndeldeánsonabaparecidoaldelaúltimavezqueoficióelservicioespecial.Violetdejóquesusojosvagaranconsumente:observólacelosía detrás del altar, la talla demadera en la sillería del coro, los cofresmortuoriosenloalto,alrededordelpresbiterio.Entoncesviounasmayúsculastoscamentegrabadasenunapareddepiedraaparentementedesnudafrenteaella:

HAREY·COPPAR·ERA·JURAO·CANPANERO·EN·

EL·AÑO·DE·NESTRO·SEÑOR·DIOS·1545·

EralainscripcióndelaquelehabíahabladoArthur.Después de que acabara el servicio y, mientras las bordadoras estaban

charlando,volvióaestudiarmásdecercalainscripción,apoyandolamanoenla paredmientras la observaba con la vista alzada.HareyCoppar no era el

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mejorenortografía,perohabíaconseguidohacersenotaren lacatedral.Talveznoquisieraquesucontribuciónfueratanefímeracomoelsonidodelascampanas.

Otroshombreshabíanesculpidotambiénsusnombresenlapared—JohnRowse, William Stempe— aunque no se etiquetaron como campaneros.Entonces se quedó inmóvil. Había dos nombres grabados juntos: GeorgeBathe y Thomas Bathe. Los nombres de pila de sus hermanos. ¿HabíanlogradoloshermanosBathesobrevivirhastalavejezohabíanperecidounoolosdosvíctimasdelaguerra,deunaplagaodelhambre?Violetse tragóelnudoqueteníaenlagarganta.

LaseñoritaPeseldiounaspalmadas.—Señoras,haytantosreclinatoriospordistribuirquenosvendríabienun

pocodeayuda.Cojanunoodosycolóquenlosenlosasientos.Susugerencia fue recibidaconentusiasmo.Lasbordadoras seacercaron

deprisa al altar y, mientras empezaban a buscar sus reclinatorios, elpresbiterio se llenó de un curioso ambiente festivo. Violet se unió a ellas,contenta de dejar atrás a los hermanos Bathe y feliz de encontrar sureclinatorio entre todos los que estaban esparcidos por allí. Miró a sualrededor.Ahoralamayoríadelassillasteníannuevosreclinatorios,perounasiento debajo del grabado de Harey Coppar seguía vacío. Colocó sureclinatorioallíyacariciósusiniciales.vs.Sumarca.

Gildaaparecióasulado,acompañadaporDorothyJordan.EstaseñalólasinicialesdeViolet.

—Dulcius ex asperis—murmuró, apuntando al reclinatorio—. Dulzuratrasladificultad.

—¿TevienesconnosotrasalAwdry’s?—lepreguntóGilda.—Me temo que debo volver al trabajo —le explicó Violet—. Hemos

tenidosuertedequenosdieranunratolibre.En otra situación, Gilda habría intentado persuadir a Violet de que era

esencial tomarse un té. Sin embargo, ahora se limitó a asentir y cogió aDorothydelbrazo.

—Entonces,adiós.¡Hastalasemanaqueviene!MaureenteníaunaexpresióndeenfadocuandoVioletfueabuscarlapara

volveralaoficinajuntas.Perosolosedecidióahablarmientrascruzabanlosjardinesdelacatedral.

—Cuidadoconesasdos—leadvirtió.GildayDorothycaminabanaciertadistanciadelantedeellas,Gildaseguíaagarrandoasuamigadelcodo—.Noquerrásquetemetanenelmismosaco.

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Violetseestremeció.Fueracual fuerasu incertidumbresobre laamistaddeGildayDorothy,noibaapermitirqueunajovencitaledijeraloquedebíahacer.

—HablascomoOlive—ledijo—.Noespropiodeti.Permanecieronensilencioelrestodelcaminodevueltaalaoficina.

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La salita de la señoraHarvey no había estado tan llena desde hacíameses.ReunidosalrededordelachimeneaestabanMarjory,Edward,TomyEvelyn,bebiendo ponche de huevo y comiendo pan de jengibre que Violet habíapreparado para la ocasión. Los niños se debatían entre el placer de que lespermitieranquedarselevantadoshastatantardeyelagotamiento.

—Afortunadamente, mañana seguro que no madrugarán —declaróEvelyn,sentándoseenlasillamásalejadadelfuegoyabanicándoseconunadelasrevistasdelaseñoraHarvey—.NadadelevantarsetempranoparaverloqueleshatraídoPapáNoel.

Elembarazoeraparaellacomollevarencimaunaestufa,ylabarrigaylasanchascaderasseceñíanalsillóncomountapóndecorcho.Estirólaspiernasysuspiró;teníaojerasylostobillosestabanhinchados.Evelynseenorgullecíade ser imperturbable, y había conseguidomantenerse ordenada y contenidadurante susdosprimeros embarazos.Sinembargo, esteparecía superarla, yVioletcaptósusojosdesorbitadosysumiradadesconcertada,comounareinacuyossúbditossonrebeldessinmotivo.Aunquequeríaasucuñada,Violetsedivertía en secreto por esta pérdida de control. Los niños también sepercatabandeladistraccióndesumadreyseaprovechabandeello.EdwardsehabíavueltogritónyaMarjorylehabíadadopormirardeliberadamentedereojo,yVioletteníaquehaceresfuerzosparanoreírse.

—Saldrás de cuentas dentro de cuatro semanas, ¿verdad? —preguntómientraslesofrecíamáspandejengibre.

Normalmente,Evelyndecíasiemprequenoalasegundaración,alegandoquelohacíaporsufigura.Sinembargo,ahoralaaceptódebuengrado.

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—¿Másponchedehuevo?—Mejorquenoomequedarédormidaduranteelservicio.—¡Mamáronca!—gritóEdward.—Es verdad —confirmó Marjory, toqueteando la jaula donde los

periquitosrevoloteabandeunladoaotro.—Ya está bien, dejad tranquila a vuestra madre —intervino Tom con

cansancio.LacaseradeVioletasomólacabezaporlapuerta.—Cuidadocon losdedos, jovencita—ledijoaMarjory—.Esospájaros

puedenpicar.Marjoryretirólamano.—¿Todosestáninstalados?—Sí,señoraHarvey—lecontestóViolet.—¿Quierenmáscarbónparaelfuego?—No,gracias,dentrodepoconosiremosalacatedral.Violetyahabíapagadoelcarbónadicionalparaquelasalaestuvieramás

caliente.—Serámejorquenosalgandemasiadotarde.Lamisadelgallosiemprees

popular.MásquelasdelamañanadeNavidad.Alagentelegustacumpliryluegoolvidarse.

—¿Vendráusted?—¿Yo?¡No!—exclamólaseñoraHarveycasiindignada—.Nuncapongo

unpieenlacalledespuésdelasnuevedelanoche.Noesdecente.Oh,paraustedesestábienquevayanjuntosalaiglesia.Peronoqueunaseñorasalgasoladenoche.

Violetpensóenlasvecesquehabíasalidodespuésdelasnueveaquelaño:acasadeGildaparatomarelté,aunconciertoenlacatedralyalcine.DesdequesemudóaWinchestersehabíaolvidadode los jerezanos: laciudaderademasiadopequeñaysucaserasindudacontrolabasusmovimientosinclusomásdeloquehabíahechonuncasumadre.

—Puedevenirconnosotrossiquiere—leofreciócondesgana.Tomasintió.—No, no, vayan ustedes. Yo tengo que envolver los regalos para los

pequeños.LaseñoraHarveyibaapasareldíadeNavidadacasadesuhija.Lanocheerafríaylluviosa,ymientrasseapresurabanabajarlacolinay

acruzarelríoItchen,Violetsealegródequesumadrenoestuvieraconellosparaquejarse del tiempo, del paseohasta la catedral, de la curiosidadde la

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señoraHarvey,delcomportamientodelosniños,delopicantequeestabaelpandejengibreoloespesoqueeraelponchedehuevo.Lebastabaconloqueleesperabaaldíasiguiente,puestoquedespuésdelamisadelgalloregresaríaaSouthamptonconsuhermanoysufamiliaparapasarlaNavidadconellos.LaseñoraSpeedwellhabíadelegadolasfestividadesdeNavidadenTomyenEvelyn, y no había decorado la casa; nada de acebo ni velas ni árbol deNavidad ni adornos. Aquel otoño había empezado también a alternar unacomidadedomingoconEvelyn,ymásdeunavezlashabíacanceladoenelúltimominuto,culpandoalosresfriados,losdoloresdecabezaylosnervios.

—¿Nuestramadreestábien?—preguntóVioletmientras caminabanporlaHighStreet;ellaagarradaaunbrazodeTom;Evelynalotro.

Sus zapatos golpeaban el pavimento mojado como los cascos de loscaballos.Losniñoscorríandelantedeellos,zigzagueandodeunescaparateaotroparaverlasdecoracionesdeNavidad.

Tom titubeó. Normalmente restaba importancia a las preocupacionessobresumadre,sereíadesusachaquesyasegurabaqueestabafuertecomountoro.

—Creo que está un poco deprimida—contestó—. Es lo que tienen lasvacaciones.Estásolaenaquellacasaqueesdemasiadograndeparaella,¿nocrees?Estuve allí el otro día y tuve que ir a buscar una cosa ami antiguodormitorio y al de George. ¿Has subido al primer piso recientemente?—Violetnohabíaestado.Evitabaregresarasuantiguodormitorioyasusañosdesolteríaacumulada—.Haymuchopolvoportodaspartes.Diríaqueinclusoestásucio.Selocomentéamamá,conmuchotacto,claro,ymecontestóquelehabíaordenadoa laasistentaqueyano limpiaraarriba.Ymamánoes…Enfin,digamosquehueleunpocoarancio.

—¿Me estás diciendo esto porque quieres que vuelva a instalarme encasa?—Violettuvoquehablarconcuidadoparaquenolefallaralavoz.

—¡No!No.—Tomsedetuvopararecalcarlo.MarjoryyEdwardsiguieronavanzando, saltandosobre loscharcosyEvelyn tiródelbrazodesumaridopara poder alcanzar a los niños—. Solo lo comento porque creo quedeberíamosestarpendientesdeella.Puedequellegueunmomentoenqueseanecesario hacer algo, eso es todo. Pero por supuesto debes quedarte dondeestás.Ahoratuvidaestáaquí.Francamente,hermanita,hasidounplacervertutransformación.Pareces…feliz.Winchestertesientabien.

—Bueno…—Violet no estaba segura de que «feliz» fuera la palabraexactaparadescribirla.Perosesentíamásindependiente,másdefinida.Ahora

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inclusopodíasentirunpocodelástimaporsumadre,sobretodoaloírquelallamaban«rancia».Eraunapalabrahorrible—.Pero¿quépodemoshacer?

—Supongoquepodríavenderlacasaymudarse…—¿Mudarsedónde?Violet sintió que Evelyn se ponía tensa y de repente lo comprendió.

«PobreEvelyn»,pensó.—Tal vez pueda instalarse en casa de la tía Penelope —propuso para

calmarlos,aunquesabíaquenoeraunaopciónreal.Su tíayaatendíaa suancianasuegrayademásayudabaconalgunosde

susnietos.Eradeesetipodemujeresquesiemprecuidabadeotraspersonas,perotampocopodíaocuparsedetodos.

—Noesdefinitivo,claro.—Claro—repitióViolet.—Pero quería decírtelo para que puedas tenerlo en cuenta si lo

proponemos,encasodequesurjaeltemamañanaconmamá.—Deacuerdo.Ahoraselohabíanexpuesto,sinquenadielodijeraenvozalta:laseñora

Speedwell acabaríamudándoseconTomyEvelyn, amargándoles lavida,yquizátambiénalosniños.EsonohabríaocurridosiVioletnosehubieseidoaWinchester, pues entonces solo ella estaría amargada. El precio de sufelicidad—no,nofelicidad—:elpreciodesulibertaderaamargarleslavidaalmenosadospersonas.EraunpreciomuyaltoyaVioletlemolestótenerquecalcularlodeestamanera.Unhombrenoloharíajamás.

—¡Hola,Violet!—exclamóMabelWaydesdelaotraacera.Violetlasaludóconlamano.Marjorysevolvióparamirar.—¿Quiénes,tíaViolet?—Unadelasmujeresconlasquehagocojinesyreclinatorios.—¡Oh!¿Comoelquemeenseñasteantes?Violet le había mostrado la última cenefa en la que había trabajado y

Marjorylahabíaestadoacariciandocomosifueraungatohastaquesacaronelpandejengibre.

—Sí.Estanochepodrásveralgunosdelosreclinatorios.CuandocruzabaneljardínexteriorsetoparonconMaureenysufamilia,y

luegoconGilda,quehizolasdeliciasdelosniñosalsaltardirectamenteenuncharcoysalpicaraguaportodoslados.

—¿Estássola?—lepreguntóViolet—.¿Quieresvenirconnosotros?

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—Gracias,pero Joeypapáestándentro,guardando los asientos.Podéissentarosconnosotrossiqueréis.Estaremosapretados,peronosapañaremos.

—¿EstáOlive?Supongoqueno,conelreciénnacido.Gildahizounamueca.—¡Menuda lianta!CualquieradiríaqueOlivees laprimerapersonaque

tieneunbebé.Aunasí,ahorasoylatíaGilda,enciertomodoesunconsuelo.Gilda,latíaatolondrada.¡Yaestamos!

Seencontrabandelantedelaentradadelacatedral,dondelesrecibióunclamorsordo.Violetnohabíaoídojamástantoruidoeneselugar;lahabitualquietud había cedido el paso a un ambiente de animada expectación querecordabaalalegrebulliciodeunbar.

Las luces y la muchedumbre iluminaban y daban calidez al interior.Mientrasrecorríanelpasillocentraldelanave,dondeibaacelebrarselamisa,lellenódeorgulloveraTomyaEvelynalzarlavistaconadmiraciónhaciaeltechoabovedado.

—¡Quéhermoso!—exclamóEvelyn.Violetsonrió.Ellahabíacaminadoporencimadeese techo.Ahora,esta

erasucasa,yelplacerquesentíanotroseneledificioeracomouncumplidohacia ella por cómo había decorado el salón o había plantado flores en eljardín.Hubiesequeridomostrarlessuslugaresfavoritos:lasnervaduraseneltecho del presbiterio talladas con leones, cisnes y ciervos, el hombre verdecon el mostacho hecho de hojas en la sillería del coro y las baldosasmedievalesenelsuelodeltrascoro.

LanaveestabaabarrotadatalcomoleshabíaadvertidolaseñoraHarvey,perohabíaespacioparaellosconlafamiliadeGilda,enlapartetraseradelacatedral,siemprequeEdwardsesentarasobrelasrodillasdeTom.

—Bueno,tutíaVioletmehacontadoqueteestáenseñandoabordar—ledijoGildaaMarjorymientrassequitabanlosabrigosmojados.Elolordelalanahúmedalasenvolvía.

Marjoryasintió.—¿Quépuntotegustamáshacer?Marjoryreflexionósobreesocomosilehubiesenpreguntadoquépensaba

de la situaciónde lapolítica alemana.Se tratabadeun temaquehabíaquetomarseenserio.

—Elpuntodearroz—dijofinalmenteconsuvozmássolemne.—¡Oh, a mí también!—El rostro de Gilda se iluminó con la mentira:

Violetsabíaquesupuntopreferidoeraeldecruzalargado—.¿Quieresveniraveralgunosdelosreclinatoriosquehemoshecho?

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—Sí.—Quizá veamos también el de tu tía. Y si eres una niña muy buena,

podrásvermástrabajossuyosmañanaporlamañana—dijoGildaguiñandounojoaVioletmientrascogíaaMarjorydelamano.

A pesar de la tibia respuesta de la señora Speedwell a su regalo decumpleaños, Violet había bordado todos sus regalos de Navidad para lafamilia:unestuchedeagujasparaMarjory,unaszapatillasparasumadre,unmonedero para Evelyn, un cinturón para Eddie, y un marco de fotos paraTom.

—Tienechispa—observóTommirandoconaprobaciónaGildacuandosellevóasuhijaporelpasillocentral—.Noestácasada,¿verdad?

—No.—Lástima—sentenció.Así dio por zanjado el tema y se volvió para hablar con el padre y el

hermanodeGilda.Edwardnoseestabaquietoenelregazodesupadre.Violetselevantó.—Eddie,¿tevienesconmigodeexploración?Violet ayudó a su sobrino a levantarse, mientras Evelyn la miraba

agradecida.Cuandocaminabanporelpasillocentralhaciaelaltar,Edwardledio la mano. Aquella mano era como un pequeño animal sudoroso que semetía en la suya en busca de cobijo, yViolet sintió una profunda emociónprotectora.Eraagradablecaminarconunniñodelantedeotraspersonas.Viocómo la señorita Pesel les dedicaba una sonrisa aEddie y a ella cuando élsaltó sobre las losas grises y marrones, intentando evitar las lápidas en elsuelo. Luego vio a la señora Biggins enfundada en un abrigo con un grancuello de piel y acompañada por sumarido, también ella lamiraba. Era lomás cerca que Violet estaría nunca de presumir de un hijo propio, y lasituaciónlahizosentirsebien,aunquetambiénlepareciópatética.

Semetieronenlanavesur.—¿Quéesesto, tíaViolet?—lepreguntóEdwardseñalandounacapilla

de piedra construida entre dos columnas, con ventanas altas y estrechas yarcosgóticosencima.

—Es la capilla del obispo De Wykeham—le explicó—. Hace muchotiempo,éleraunhombremuyimportanteenlacatedral,yleconstruyeronunamagníficacasaparaenterrarlo.

—¿Dóndeestá?¿Puedoverla?—Estanocheno,cariño.Volveremosotrodíacuandohayamenosgente.

¿Tegustaría?

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Eddieasintió.Violet guio a su sobrino por la escalera hacia la entrada sur del

presbiterio. Teniendo en cuenta lo llena que estaba la nave, el presbiterioresultaba sorprendentemente vacío y tranquilo: solo vieron a Marjory encuclillasinspeccionandounahileradereclinatorios;yaGilda,quemerodeabacerca.Sinembargo,noestabasola,estabaconDorothyJordan,ysacabaunregaloenvueltoenunpapeldesedasindejardesonreír.Nohablaban,perolamaneraenqueestaban juntas,una inclinadasobre laotra,erauna formadecomunicacióníntimaqueinquietóaViolet,comosiestuvieraviendoalgoquenodebería.Cuandosedieroncuentadequeeranobservadas,sesepararondeunsalto.

—¡Oh!—exclamóGilda apretando el regalo envuelto en papel de sedacontra su pecho. Parecía sonrojada y feliz, y ligeramente culpable—.SeleccionéseisreclinatoriosylepedíaMarjoryquemedijeracuálcreíaqueeseltuyo.

MarjoryalzóelreclinatoriodebellotasdeViolet.—¡Loheadivinado!Aquíestántusiniciales:vs.TíaViolet,quierohacer

unreclinatorioydejarloaquí.—TendrásquepedírseloalaseñoraBiggins,cariño.Ynoestoysegurade

que diga que sí. Primero tendrás que practicar tus puntadas hasta que seanperfectas.

—¿QuiéneslaseñoraBiggins?Gildahizounamueca.—¡LaviejaBigginsesundragónquesecomea losniñospequeños!—

dijodandounbrinco,altiempoquerugíayenseñabasusgarras.MarjoryyEdwardchillaronyhuyerondelpresbiterio,seguidosdeGilda,

dejandosolasaVioletyaDorothy.Violetsesonrojómuyasupesar.Peronopodíaevitarsentirseincómoda

cuandoestabacercadeDorothydesdequelahabíavistoconGildaduranteelserviciodebordadorasdeoctubre.Dorothynoacudíaamuchassesionesdebordado, pero a menudo parecía cruzarse con Violet en la ciudad o en lacatedral.Se saludabanconunmovimientode la cabeza, al igualqueahora,pero Violet se apresuraba a seguir su camino poniendo cara de estarterriblementeocupadaodellegartardeaalgúnsitio.Ahora, lamisatodavíatardaría un cuarto dehora en empezar yGilda estaba con los niños enotraparte—eneltrascoro,supusoVioletajuzgarporloschillidosdeplacer—ylasdosmujerespodíanhacerpoco,exceptoestarjuntasyesperar.

Echóunvistazoalabulliciosanaveatravésdelcoro.

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—Me gusta cuando la catedral está llena de gente —comentó paraentablarconversación—.Esasícomocreoquelosfundadoresseimaginabanqueseríasiempre:unlugarmuyconcurrido.

Dorothyladeólacabezacomosiescucharaconsumaatención.Teníaloslabiosmordidosynoselospintabaparasuavizarlos,tampocoseponíapolvosparaunificarsucutismanchado.Llevabaunabrigogrisoscuromásparecidoaunsobretododesoldado,quelequedabagrandeinclusoaellaqueeraalta.La gorra negra la llevaba puesta, no en un ángulo sobre un ojo, como seestilaba, sino calada hasta las orejas, convirtiéndola en un improvisadosombrerocampana.Podríahaberparecidodesaliñada,peronoeraasí.Talvezfueraelhechodenoserconscientedesuaspectoloquelahacíatanatractiva.DorothyeraelpoloopuestodeOliveHill,consupeinado,sumaquillajeysuropa, todo pensado con esmero. Violet podía comprender la atracción quesentíaGildahaciaella,yesoladesconcertaba.

—Eraaquídondeveníannuestrosantepasadosparaconseguirsudosisdebelleza—dijoDorothy—paraquelossustentara.

—¿Esporesoporloquevienesaquí,porlabelleza?—Poreso,yporotrascosas.OyeronlarisadeGildaacercarsedesdeelotroladodelacelosía.Violet

intentópensarenalgoquedecirsobreGilda,perotodoloqueseleocurríaleparecíaindiscreto.

—¿Irás a casa de tus padres por Navidad?—preguntó, y enseguida seavergonzódelainsulsapreguntaydesuevidentedesesperacióndeconducirlaconversaciónhaciacaucesseguros.

Dorothylaignoróymirólagranpantalladetrásdelaltar.—¿Cómo crees que debieron de sentirse los hombres que tallaron esa

piedracuandose instalóaquí?¿Selimitarona irdespuésalbarysedijeronunosaotros«Buentrabajo»?

—Talvezdijeran:«Dulciusexasperis».Dorothyaplaudió.—¡Bravo!Lamejordelaclase.EnaquelmomentoaparecieronGildaylosniñosenelpasajeabovedado

sur, mientras al mismo tiempo Arthur Knight entraba desde el norte. ElcorazóndeVioletsedisparóyempezóalatirtanfuertequeledolíaelpecho.

—¡TíaViolet,hayestrellasyfloresenelsuelo,allí!—gritóMarjory.—¡Arthur!—exclamóGilda—.¿Quéhacesaquí?Siguieron avanzando hasta encontrarse en el centro junto a Violet y

Dorothy.

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—Hevenidoaecharunvistazoantesdelamisa—lecontestóArthur—.¿Hassecuestradoaunosniños?

GildaapretólasmanosdeMarjoryyEdward.—En efecto. Me los he llevado al trascoro, pero ahora tengo que

devolvérselosasutía.ArthursevolvióhaciaViolet.—Hola de nuevo, señorita Speedwell. Ha pasado algún tiempo desde

nuestroúltimoencuentro.—Sí. Hola, señor Knight —dijo Violet estrechándole la mano que le

ofrecía,incómodaporlaformalidaddesusaludo.—Lasbaldosasmedievalesquehabéisvistoallíeranmagníficas,¿verdad?

—ledijoArthuraMarjory.Ellaasintió.—Lasvisitoamenudo.¿Tegustaríaverotracosainteresante?—Sí.Losacompañóhastalainscripciónhareycopparerajuraocanpanero.—¿Puedesleereso?—dijoseñalándola.MientrasMarjorymirabaperpleja las letrasbastamentegrabadas,Arthur

lesusurróaViolet:—Eslainscripcióndelaquelehablé.—Sí,laencontré.Yhevistootraseneltrascoro.—¿EnlacapilladelobispoGardiner?—Sí. ¡Incluso en su estatua! Y en otros lugares. Empiezo a verlas por

todaspartes.Gildalosobservabaasombrada.—La señorita Speedwell está interesada en las campanas —le explicó

Arthur.—¿Enserio?—Sí,subióalasaladecuerdas.—¿De verdad? —exclamó Gilda lanzándole una mirada perspicaz a

Violet—.Nomelohabíadicho.—TíaViolet,¿podemosvertambiénlascampanas?—preguntóMarjory.—Cuandoseasunpocomayor,quizá,cariño.Hayquesubirmuchísimos

escalones para llegar hasta ellas.—El corazón de Violet seguía golpeandoconfuerza.

—Siempreheadmiradolascampanas—dijoDorothy—.Aportanespacioalavida.

Arthursonrió.

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—Enefecto,señorita…—Jordan—dijoGilda—.SeñoritaDorothyJordan.—Comolaactriz.—¡Sí!Nosabíaquefuerasalcine,Arthur.Arthurparecíasorprendido.—MereferíaalaamantedeGuillermoIV.AfinalesdelsigloXVIII.—LaseñoritaJordanenseñalatínenlaescuelafemeninadelcondadode

Winchester—explicóGilda—.Yhacecojinesyreclinatorios,comoVioletyyo.

—Ah,cojinesyreclinatorios.Megustaríavermásdecercaesoscojines.Hevistoalgunosreclinatorios.

—En estos momentos solo hay reclinatorios. Cuando estén listos loscojines, los pondrán todos a la vez, para causar un mayor impacto.Probablementeenfebrero.UnodeellosesdeDorothy.

—¿Havisto el reclinatorio de la tíaViolet?—Marjory lo cogió y se loenseñóaArthur.Violethubiesequeridobesarla.

—No, no lo había visto. —Arthur cogió el reclinatorio y lo examinósonriendo—.Megustanlasbellotas—dijotocandounacáscara.

—¡Miradalosniños!—gritóEdward.Losbancosdel coro se estaban llenandode jóvenescoristasvestidosde

negrodelWinchesterCollege.MarjoryyEdward se los quedaronmirando,sobretodoalosmásjóvenes,quenoeranmuchomayoresquelasobrinadeViolet.

—Deberíamosregresar—lesdijoalosniños.Se los llevó escaleras abajo de vuelta a la nave,mientras los demás los

seguían. Algunas filas más adelante vio a William Carver, Keith Bain yalgunosotroscampaneros.KeithBainlasaludóinclinandolacabeza.

—Hemostocadodespuésdelamisadelasocho—explicóArthur—.Lamayoríadenosotroshemospreferidoquedarnoshastalamisadelgallo.Esunservicioespecialmentebonito.

—Sientonohaberoídolascampanas.Estábamosencasa.Élasintió.—Lalluviatambiénlasamortigua.Mientras hablaban, el corazón de Violet empezó otra vez a latir con

fuerza.Ellaqueríaquesesosegara.—¿Cuándovolveráatocarlas?—Lacuadrilladecampanerostocarámañanaalasnuevecuarentaycinco,

pero yo estaré enNetherWallop.Vendré para dar las campanadas deAño

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Nuevo.—¿Tendráquevolverenbicicletaestanoche?¿Bajolalluvia?—Estoyacostumbrado.Meayudaaaclararlasideas.Violetnoseatrevióapreguntarnadamás,dadoquehabíaunanaveentera

llena de ciudadanos de Winchester y de campaneros presenciando suconversación.

—FelizNavidad—ledijomientrassevolvíaparatomarasientoenlafiladecampaneros.

—Lomismodigo.—¿Quiénera?—preguntóTomcuandoVioletsesentóasulado.Parecía

sospecharalgo.—Arthur Knight. Es un campanero. Una vez subí arriba para ver las

campanas.—¿Conél?—Con él y con otros. La cuadrilla de campaneros.—Para escapar del

tono de Tom, se volvió hacia Gilda, que se había sentado a su lado—.¿Dorothyvaaunirseanosotros?

—Dorothynoesde lasqueseunenanada—contestóGilda—.Apenasasistealasreunionesdelasbordadoras.Unamisatangrandeenlacatedralnovaconella.

—Entonces,¿porquéhavenido?Gilda colocó un guante de piel verde botella sobre el otro para que

coincidieran,luegolosacarició.—Paraverme.«Estos sondeDorothy», pensóViolet.Un regalodeNavidad.No sabía

quédecir.Paraaliviosuyo,lacongregaciónsepusoenpiecuandoeldeánylossacristanesrecorríanelpasillohaciaelaltar.Violetbuscóenelprograma,mirando sin comprender los villancicos que debían cantar: Adeste Fideles,Escuchadelsontriunfal,Oh,pueblecitodeBelén.

Cuando empezaron a cantar «Adeste fideles, Laeti triumphantes», ellamiróasuamiga.Gildaapretabalosguantesmientrascantabaconvozfuerteyalgodesafinada.

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Hacía añosqueViolet no tenía unaNochevieja tanmemorable.Deniña, leencantabaquedarselevantadaybeberlechemalteadajuntoalahogueraquesu padre encendía en el jardín trasero, aunque lloviera o nevara. ConLaurence había bailado hasta que le dolían los pies. Durante la guerra nohabía celebraciones y, después, todas se hicieron más tranquilas. Violetintentóirasalonesdebaileconamigas,peroleparecíaqueelbuenhumoreraforzado y los recuerdos que traía la noche, demasiado dolorosos. Preferíaquedarseencasaconsupadrejuntoalahogueraqueélseguíaencendiendo,aunque entonces ella ya bebiera brandi.Más tarde empezó a cuidar de losniños de Tom y Evelyn para que ellos pudieran salir. Todavía no habíacelebradoningunaNavidadenWinchester.

Al principio, cuando Gilda la invitó a pasar la noche con ella y otraspersonasenunpub,Violetdudó.

—Justo antes de medianoche, todos iremos al Guildhall —le explicóGilda—,uniremoslasmanosalrededordelaestatuadelreyAlfredohaciendoungrancírculoenlaHighStreetycantaremoselAuldLangSyne.Avecessepuedebailarsiapareceunabanda.Serádivertido.

—¿Vendráalguienqueyoconozca?—Mipadreymihermano.YDorothy.La ideadepasar lanocheconGildayDorothydioquepensaraViolet,

puesensumenteresonabalaadvertenciadeMaureendequeselaasociaríaconellas.Sinembargo,eseañonolanecesitabanparacuidardesussobrinos,puesEvelynse sentíacansadaporel embarazoypreferíaquedarseencasa.Violet no quería quedarse en casa con la señora Harvey y las demás

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inquilinas,dandoformalesapretonesdemanoamedianocheybebiendojerezbarato. Ni tampoco quería irse pronto a la cama con su botella de aguacaliente.

Lo que realmente quería era beber algo con Arthur y verlo tocar lascampanasdelacatedral.Peronopodíahacereso.

—Vale.Sí,megustaría.Violetnoestabadeltodoseguradequelefueraagustar,peropensóque

debíahacerunesfuerzopordemostrarqueaceptabaelestadodecosasentreGilda y Dorothy. No sabía qué palabras utilizar para describir su relaciónexcepto«estadodecosas».Noseatrevíaaverlocomounahistoriadeamor.

Sepusosuvestidodelamécolorcobreysemaquillóconesmero.Alasdiez de la noche, cuando llegó al pub Suffolk Arms en mitad de la HighStreet, el local ya estaba abarrotado, tanto de mujeres como de hombres.Alguien tocabaHighSocietyBluesenunpiano,yGildayDorothyestabansentadasconungrupoenunrincón,cantandoapoyadaslaunacontralaotra.Cuandolavio,Gildaagitólamanoylehizoseñas.

Violetseabriócaminoentrelamuchedumbreparairhaciaellas.Gildasehabíaonduladoelpeloy llevabaunvestidoplateadoconunacinturabajaycapas de flecos en la parte inferior; parecía una joven flapper de los añosveinte, ligeramente anticuada. Dorothy se había puesto un sencillo vestidonegro, con un clip de mariposa en el cabello despeinado: simple ytrasnochadamenteelegante,siesoeraposible.

Joe, el hermano deGilda, se levantó de un salto, le cedió su asiento aVioletjuntoaGilda,yseofrecióairabuscarlealgodebeber.Ellamiróasualrededor:lamayoríadelasmujeresbebíanjerezuoportoconlimón.

—Metomarémediapintadecerveza,porfavor.—¿Unacervezaconlimón?—No,solocerveza.Elhechodequepidieracervezasinendulzardebiódesorprenderlo,pero

élselimitóaasentir.—Entonces,¿hasdejadoaOliveencasa?—lepreguntóella.Joelamiróavergonzado.—Soloduranteunaodoshoras.Elpequeñajonolahadejadodormir.Es

unllorón.Violet recordóqueMarjory tambiénhabía lloradomuchodebebéyque

por ello Evelyn tenía una expresión demacrada que ni los polvos ni lospintalabios podían enmascarar. Por un momento, sintió lástima por laespantosaOlive.

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Gilda le presentó a algunas personas de distintas edades, en sumayoríavecinos del barrio. Violet olvidó enseguida sus nombres, pero eso noimportaba.Conunabebidadelanteyunasientoquelepermitíavergranpartedelasala,sepusocómodayobservólasidasyvenidassinapenasparticipar,comomeraespectadora.GildayJoe,encambio,seapuntabanalasbromas,losgritosylascanciones.Lasalasefuellenandocadavezmásdehumoydegentedesesperadaporpasárselobien.Violet intentabanosobresaltarsecadavez que alguien soltaba una carcajada. Miró a Dorothy: tenía los ojoscerrados,perosonreía.

Tras la segundamedia pinta de cerveza, que le trajo el padre deGilda,Violetempezóarelajarsetantoquecuandoelpianista—unhombrecalvoconelrostrorojoyunaimportantebarriga—empezóatocarLet’sDoIt,sepusoacantarellatambién.GildayDorothysemecíanjuntasensussillasalritmodelamúsicayGildapusosubrazoalrededordeViolethaciendoquesemovieseconellasmientrascantaban.

Cuandoelpianistaempezóatocarcancionesmásrápidas,lagentesalióabailar.YcuandoempezóasonarIfIHadYou,elpadredeGildasacóaVioletalapistadebaile.Habíapocoespacioyacabaronmeciéndoseysonriéndose.Aunque era algo embarazoso, Violet sintió que formaba parte de lascelebraciones.

GildayDorothybailabanjuntas,locualnoerataninfrecuente.Desdelaguerraydebidoalafaltadehombres,lasmujeressolíanbailarjuntassinquenadiesesorprendieraomolestaraporello.Lohabitualeraquebailaranrápidoo muy serias y formales, con las espaldas erguidas y las manoscuidadosamente colocadas. Gilda y Dorothy no hacían nada de eso. Eraimposible bailar enérgicamente entre la muchedumbre, pero ellas no semantenían tiesas ni estiradas. Por el contrario, se agarraban de las manos,palmacontrapalma,conlosdedosentrelazados,ysemecíanhaciadelanteyhaciaatrás,elflecodelvestidodeGildarelucía,secantabanlaunaalaotrasobre montañas nevadas e inmensos océanos y ardientes desiertos que nosuponíanunobstáculoparaelamorverdadero.LahorquillademariposadeDorothy sehabía soltadoy colgabaprecariamentede lamarañade supelo.Violet sentía la tentación de acercarse y rescatar a la mariposa de seraplastadaporlospiesdelosentusiastasbailarines,perohabíamuchagenteyellanoqueríaatraerlasmiradas,asíquesequedódondeestabaeintentónomirarlafijamente.

Las dos mujeres tenían algo de dulce e infantil. Nadie excepto Violetparecía darse cuenta de lo íntimoque era subaile y, enunmomentodado,

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Gildalasaludóconlamano,comosialavezleagradecieraylaamonestaraporobservarlas.

«Esto es amor», pensóViolet, y no supo si la horrorizaba o le gustaba.Sabíaquehabíamujerescomoellas.Habíaoídocomentariossobreamistadesmalsanas que se creía que eran el resultado de la falta de hombres, unaalternativaalasoltería.Sinembargo,cuandoGildayDorothyestabanjuntas,ellanosentíanadadeeso.Parecíanestarhechaslaunaparalaotra.

Violetsediocuentadequehabíadejadodebailaryquesehabíaquedadoquieta cuando el padre de Gilda se movió solo, avergonzado. Entonces, elpianista empezó a tocar una canción lenta: Love Is the Sweetest Thing, elúltimo éxito de Al Bowlly que sonaba todas las noches en la radio. Lamuchedumbreenmasaempezóacantarlacanción:

Elamoreslomásdulce,QuéotracosapodríatraerTantafelicidadatodoQueunaviejahistoriadeamor.

Violet dio las gracias al señor Hill y volvió a sentarse, aunque siguiótarareando mientras se abanicaba, acalorada por la multitud que habíaagolpada allí. Gilda y Dorothy seguían bailando, ahora más juntas,fluidamente,conlasmanosenloshombrosylacintura,casicomounapareja.Parecíanhaberperfeccionadolocercaquepodíanestarsinhacerquelagentefruncieralascejas,puesnadieparecíamirarlas.

Cuandoacabólacanción,otrohombresepusoalpianoyGildayDorothyvolvieronasentarse.

—¿Estásbien?—lesusurróGildaaViolet.—Sí.Sí.Noleapetecíahablar.El nuevo pianista tocaba viejas canciones, alentando a los presentes a

cantarmás.Enaquelmomento,muchosdeloshombresyalgunasmujeresyahabíanbebidobastantey sevolvíanmáspendencierosymás sentimentales.Por ello no resultó nada sorprendente que el hombre del piano acabaratocandolacancióndeguerraqueVioletmenosqueríaoír.Cuandoempezóaentonar losprimeroscompasesdeIt’saLongWaytoTipperary,ellaapretólosdientes.Laalegríanostálgicaeinsistentedelacancióndesentonabaconloquehabíasidolaguerraparaella.Elestómagoseleencogíacadavezquelaoía al pensar en los soldados —entre ellos George y Laurence— que la

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cantaban obedientes en las trincheras o cuando los transportaban en treneshaciaelcontinente.

Sinembargo,ellaparecíaser laúnicaquereaccionabadeestaformatanvisceralalacanción.Cuandoloshombresquerodeabanelpianoempezaronagolpearlo con sus puñosmientras bramaban «GoodbyePiccadilly,FarewellLeicesterSquare!».Violetseencogióensuabrigo.

—Salgoatomarunpocoelaire—ledijoaGilda,yluegoseabriópasoentrelamuchedumbrehacialapuertaysaliódandountraspié.

Cuando la fresca noche de invierno vino a su encuentro, respiróprofundamenteysepusoelsombrero,luegoseapoyóenlaparedyencendióuncigarrilloconlasmanostemblorosas.Elhumolellenólospulmonesyladespejó.

Alzó la vista a un cielo salpicado de estrellas, pero sin luna. Unosjuerguistaspasarondelantedeellabajandopor laHighStreet.Despuésoyólas campanas. No eran las fuertes campanadas a las que se habíaacostumbrado, sinoqueuna rondasonabanormal,mientrasque la siguienteera sorda,comosi laestuvieraoyendodebajodeunedredón.Sealternabanuna y otra vez, ahora fuerte ahora suave. «Deben de estar medioamortiguadas»,pensóViolet.Recordóquehabíaoídocampanasamortiguadascuandoera jovenyelreymurió,y loextrañoqueleresultó,comounruidosordosintono.

Miró su reloj a la luz de las ventanas del pub. Las once y media.¿Seguiríantocandohastalamedianoche?¿EraArthurunodeloscampaneros?Derepente,sintiólanecesidaddeestarenlasaladecuerdas,porencimadelaciudad. Tal vez alguien en la catedral la dejara entrar, o quién sabe si loscampaneroshabíandejadolapuertaabierta.Antesdedarletiempoacambiardeidea,apagóelcigarrillo,cruzólamareadegenteysepusoacaminarendirecciónopuestasubiendoporlaHighStreet,entoncesgiróhacialaMarketStreet,unestrechocallejónqueconducíaalosjardinesdelacatedral.Habíamuchas tiendas con los escaparates aún decorados con motivos navideños,acebo,pesebresycoposdenieveparaNavidad.Lacalleestabaoscurayporella transitabanalgunaspersonas.Secruzóconunasparejasque reían:¿porquélagenteibasiempreenparejasyporquéreíansiempre?Apretóelpaso.LaposadaOldMarketestabaenlaesquina,ydentrooyóalagentecantar.

Luegosequedósola,cruzandoeljardínexterior,lacatedralsealzabaanteella, iluminada por los focos, aunque dentro quizá estaría oscura y vacía,puesto que hoy no habíamisa. Solo había campanadas: ahora sonabanmás

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fuerte,peroaunasímedioamortiguadas,comosiconunamanoletaparanlabocaaalguien,perodevezencuandoseleescaparaungrito.

Alpensarenello,Violetseestremecióante la imagenyechóacaminarmásrápido.Entoncesoyópasoseinstintivamentesupoqueeraél.

JackWellsestabasilbandoLoveIstheSweetestThingylohacíaparaqueViolet supiera que había estado en el pub con ella, probablemente se habíapasadolanochemirándolasinqueellalosupiera,yahoralaestabasiguiendo.Eracomosiestuvieradenuevoenelcampodemaíz,repasandolosmismospensamientosy tomando lasmismasdecisiones.Lecostabacontenerseparanocaminarmásdeprisa,peroellanoqueríademostrarlequele teníamiedo.«Ahoralahaechadoaperder—pensó—.Hadestrozadounacanciónquemegusta».

No había nadie en el jardín exterior, solo ella y el hombre del maizalacercándose a la catedral, achaparrada y oscura, con la sola compañía delsonidodelascampanasamortiguadasparareconfortarlayguiarla.

Lasecuenciadetonossemetamorfoseóenlaescaladescendente,queserepitió varias veces, para luego enmudecer. La repentina deserción de lascampanaseramásdeloqueVioletpodíasoportaryentoncesechóacorrer.

Enestaocasiónllevabatacones,enlugardelosbotinesquecalzabaenelcampo de maíz, y hacía mucho ruido. Pero también sabía hacia dónde sedirigíaycuántofaltabaparallegar.Ylosorprendió.Cuandoélsediocuentaysepusoaperseguirlaacelerandoelpaso,Violetyahabíadobladolaesquinade la catedral y se había introducido en el estrechopasadizoque llevaba aljardín interior. Por desgracia, tampoco allí había ni un alma, puesto que ellugarestabaalejadodelascelebracionesdeNocheviejaqueatraíanalagente.Violetpodríahabergiradoaladerechayatravesarcorriendoelempedradoylas estrechas callejuelas hasta el pub Wykeham Arms, pero él la hubieraalcanzadoantesdequellegaranalpub.Noeraseguro.

Siguió corriendo en paralelo a la catedral, hacia el túnel que llevaba altranseptosur,dondehabíaunapuertaquedabaalcampanario,«laentradadelosmercaderes», la había llamadoArthur.Había pasado una vez o dos pordelantedeellamientraspaseaba.Laentradaaltúneleraunagranbocanegra,pero no podía titubear. Se metió dentro, oyendo el eco de sus pisadas,mezcladas con las de él, pues la estaba alcanzando. Violet esperaba queaquellas manos la agarraran en cualquier momento. Se volvió hacia dondepensaba que estaba la puerta y se golpeó el tobillo contra el escalón de laentrada.

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—¡Ay! —gritó, y entonces encontró el pomo de metal en forma decorazónytiródeél.Lapuertaestabacerrada.

Violet empezó a gemir mientras giraba el pomo hacia los lados. Laoscuridaderatotal,puestoqueestabanlejosdelasfarolas.EntoncesseacordódeunacosaqueKeithBainhabíadichosobreesaentrada.Habíaunallavederepuesto escondida, si tan solo pudiera encontrarla.Acarició con lasmanoslas paredes de piedra situadas junto a la puerta, palpando las grietas en elmortero.

LaspisadasdeJackWells sehabían ralentizado.Debíadehabernotadoquesupresaestabaatrapada.Empezóasilbarotravezlacanción.

Entonces,asuderecha,descubrióa tientasunhuecoentredospiedrasytocóalgometálicoyfrío.Violetsacólallavey,conlasmanostemblorosas,lainsertósilenciosamenteenelojodelacerradura, intentandoconcentrarseenloqueestabahaciendoynoenelhombrequeseacercabaaella.Girólallaveylapuertacedió.Entrómuydeprisaycerrólapuertadegolpeenlacaraquenopudover.

Palpó en la oscuridad para encontrar la cerradura e introdujo en ella lallavedesdeelinterior.JackWellsempujólapuerta,yVioletselanzócontraellacontodosupeso,hastaquelogrógirarlallave.Sequedóquietaapoyadacontralapuerta,intentandocalmarsurespiraciónparapoderoírlo.Élmovíaelpomoymaldecía.DespuéssepusoacantarsuavementelaletradeLoveIstheSweetestThing:«Estaeslahistoriaquenuncacansará./Estaeslacanciónquenuncaacabará».

Violetsediolavueltaysubióaciegaslasescalerasquegirabanygirabanenunaespiralestrecha,sintiendolasparedesdepiedramuycercadeella.Searañabalosdedosenlafríapiedraparanoperderlanocióndedóndeestabaeintentabaescucharloquedejabadetrás,peroelcorazónlelatíatandeprisaysu respiración era tan jadeante que tapaban cualquier sonido que pudierahacer su perseguidor. Ella seguía subiendo, con creciente lentitud,extrañándose de no haber llegado aún arriba. Por fin, las últimas escalerascurvadasseiluminarondelantedeellayllegóaltriforio;acontinuaciónhabíaotrotramodeescaleraestrechayempinadaqueconducíaalasaladecuerdas.Hasta entonces, Violet no se había parado a pensar qué haría después dellegarhastaArthurydeprontosedetuvoenseco,preguntándosequéharíanlos campaneros al verla a ella, alborotada y aterrada, irrumpiendo en supequeñoyordenadomundo,porencimadeWinchester.

Sinembargo,noteníaelección.Siguiósubiendoehizounapausaalllegara la puerta superior, estaba jadeando. La cuadrilla de campaneros estaba

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reunida,todoscontrajesychalecos.WilliamCarvermiróporencimadelosdemás y la vio, y entonces ella tuvo que dar un paso hacia la luz. Loscampanerossevolvierontodosdegolpeyselaquedaronmirando.Algunodeellos incluso soltó una exclamación. Era como si hubiese aparecido unfantasma.

Arthurseleacercódeprisa.—Violet,¿quépasa?Ellasacudiólacabeza,incapazdehablar.Arthurlacogiódelbrazo.—Venaquíysiéntate.La condujo hasta las sillas situadas junto a la pared, donde se había

sentadoaquellavezaescucharlostocar.—Arthur, esto es totalmente inadmisible —declaró William Carver—.

Sabesquelavisitadecualquierpersonadebeseraprobadadeantemanoporelcapitándelcampanario.

—Noesperabaningunavisita—lerespondióArthur—.Esevidentequesetratadeunaemergencia.

Se oyeron unas pisadas, y Violet se quedó petrificada. Pero eranKeithBainyunoscuantosmásqueveníandearriba.

—¡Ya hemos quitado los silenciadores! —anunció Keith, y luego sesobresaltóalveralainesperadavisitante.

Despuésdeunminuto,Violetempezóarecuperarlaserenidad.Cercadeellahabíaunpequeñocalentadoreléctricoquezumbabaenelsuelo,yhabíaluzygente.Estabasegura.

Arthursearrodillódelantedeella.—¿Puedesdecirmeloquehapasado?—JackWellsmeestabasiguiendo—explicó—.Porlosjardines.Él…No podía decirle que silbaba la canción de Al Bowlly, hubiera sonado

demasiadoridículo.Empezabaasentirvergüenza.—Tuvequehuirdeél.Echéacorreryacabéaquí.—¿Tesiguióhastaarriba?—Nolosé.Nolocreo.Yosabíalodelallaveescondidaycerrélapuerta

despuésdeentrar.—¿Quiénlehablódelallave?—preguntóWilliamCarver.Violetbajólavista,pueslarespuestaeraevidente.—¿Dóndeestálallaveahora?VioletalzólosojosyviolamiradafuriosadeWilliamCarver.—Yo…ladejéenlacerradura,creo.

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—Iré a por ella —dijo Keith Bain— y me aseguraré de que no hayaentrado.¿Quéaspectotiene?

—Es de mi estatura —dijo Arthur—. Pelo y ojos oscuros. Fuerte,musculoso.

—Nohay tiempopara eso—intervinoWilliamCarver—.Gerald está apuntodedarlahora,ydespuéstendremosquetocarlasStedmanCinques.Osnecesitoatodos.Tambiénati.

—Cambia a las Stedman Caters con nueve más la tenor —le sugirióArthur—.Keithyyonoparticiparemos.

—¿Qué?¡Nopuedeshaceresto!—Por supuesto que podemos. Es evidente que la señorita Speedwell

necesitanuestraayuda.¿Seríascapazdenegársela?William Carver miraba como si en efecto fuera a negarle a Violet

cualquieratenciónquealejaraasushombresdelascampanas.KeithBainlosmiróalosdosyluegoseapresuróabajarlasescaleras.—Aquítienesturespuesta—ledijoArthur.—Osvoyamultaralosdos—declaróWilliamCarver.—¿Porqué?—Porimpuntualidad.Noestáislistosparatocarlascampanascuandoha

llegadoelmomento,esoesserimpuntual.Unchelíncadaunoenelbote.Yotro chelín cada uno por revelar a una persona de fuera la existencia de lallaveescondida.

—Yo lo pagaré —dijo Violet, aunque no le sobraban cuatro chelinesdespuésdelosregalosdeNavidad—.Esculpamía.

—Deningunamanera—contestóArthur.—William,yaeslahora—gritóGerald.WilliamCarversedirigióhaciaunadelascuerdas.—Asuspuestos,caballeros.Despuésdelahora,empezaremosatocarlas

StedmanCaters—dijomirandoaArthur.Geraldempezóatirardelacuerdadelacampanamáspesadaparadarlas

campanadasdemedianoche.Cuandoseoyóelprofundoysonorotono,VioletseimaginóquesepropagaríaporlosjardinesdelacatedralylaHighStreethastalaestatuadelreyAlfredo,yqueluegovendríanlaalegría,lascancionesylosbesos.Nodeseabaestarallí.

Despuésdelúltimotoque,Geralddetuvosucampana.Luego,trasmiraralosdemáscampanerosdelcírculo,WilliamCarverdeclaró:

—Allívalaaguda.—Yempezóatirardelacuerda—.Yasehaido.

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Se inició la escala descendente. Después de varios minutos de ronda,gritó:

—AdelanteStedman.Yloscampanerosempezaronatocar.VioletyArthurobservabansusmovimientossuavesycoordinados.Aella

latranquilizabanyempezóasentirquerecuperabalaserenidad.—FelizAñoNuevo—susurró.—Yparatitambién—lecontestóysequedócalladoduranteuninstante

—.Me gusta tu vestido—murmuró—. Es muy elegante. Espero no haberdichonadainadecuado.

—Gracias—lecontestóella.Violetsepasó lasmanosporel regazoparaalisar la telaestampadacon

festones.No sabía si él se limitaba a ser amable, pero su cumplido la hizosonrojarse.

Despuésdeunosminutos,KeithBainvolvió.—Nohaynadie—anunció,sentándosealladodeViolet—.Siestabaallí,

sehaido.Siestabaallí…VioletsepreguntósiKeithBainponíaendudasurelato.

Ysinembargo,ahoraqueestabaaquírodeadadelacalidezylaluzdelasaladecuerdas,ylacalmayvitalidadconstantedelacuadrilladecampaneros,noacababade comprender cómoel hombredelmaizal podíahaberse acercadotanto a este mundo. ¿Se lo habría imaginado, caminando, silbando yacosándola? Parecía una coincidencia que la encontrara en Nochevieja, enmediodetantagenteytantaofertadelocalesenlosqueentrar.

Por otra parte,Winchester era la ciudadmás cercana al lugar donde élvivía.TalvezhabíavenidosimplementeacelebrarelAñoNuevoylahabíavistocaminandoporlaHighStreetcuandoellasedirigíaallugardondetodosiban amedianoche.Y estaba silbando la canción deAl Bowlly porque erapopular; todo el mundo lo hacía. ¿O había venido a Winchesterdeliberadamente para buscarla, porque sabía de dónde era y había muchasmásprobabilidadesdeencontrárselaestanochequenootras?Aquellaidealahizoestremecerse.

—¿Estásbien,Violet?—lepreguntóArthurenvozbaja.WilliamCarverlomirabaconcaralarga.—Ahorasí.Soloestabaunpoconerviosa.EnaquelmomentoArthuryKeithBainvolvieronlascabezasalunísono

hacialoscampaneros.WilliamCarvergritó:—¡Frank,apártateconlaquinta!

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Violetsediocuentadequealgoibamal,porlarespuestadeloshombres.Siguieron repiqueteando, pero miraban con mala cara al pobre Frank, quetiraba de la cuerda sin la seguridad de los demás. Las campanas estabanligeramentedesacompasadasyVioletsupusoqueunadelassecuenciashabíasalidomal.

—¡Otravez,Frank!—gritóWilliamCarver.Elhombrequeseequivocabaestabasudando.Violetabriólaboca,peroArthuralzóunamanoynegóconlacabeza.Al final, las cosas debieron de encarrilarse, puesto queWilliamCarver

asintióyFrankserelajóalavistadetodos.Sinembargo,algosehabíaroto:el mágico método que hacía sonar las campanas de manera fluida habíafallado. El ambiente había cambiado: en lugar de un equipo cuidadoso,satisfechodesutrabajo,loscampanerostañíanlascampanasobedientemente,peronadamás,yellassonabanindiferentes,inclusoparaeloídoinexpertodeViolet.WilliamCarvernomirabaaningunodelostresqueestabansentados,peronohacíafalta:Violetsabíaqueeraporsuculpa…soloporsuculpa.Sino hubiese subido hasta la sala de cuerdas, Arthur y Keith Bain nunca sehabríanvistoarrastradosasudrama.Ellatendríaquehabersequedadoenelpub con Gilda y los demás, tendría que haber aguantado que cantaranTipperaryylasdemáscancionesdeguerraqueacabaríanllegando—KeeptheHomeFiresBurning,TakeMeBacktoDearOldBlighty—yloscampaneroshabríantocadolascampanasdeAñoNuevosinpercances.Queríaescapardelasala,perosospechabaqueaquellonoharíasinoempeorarlascosas.

Los campaneros volvieron a las rondas y cuandoWilliam Carver gritó«Alto»,ellosdetuvieronsuscampanas.Sehizounbrevesilencio.

—Esta no ha sido la representación que esperaba de los campaneros enNochevieja—dijo—.Estoydecepcionado.

—Losiento,William—empezóadecirFrank—.Estoy…—No es culpa tuya —lo interrumpió William Carver—. Había

distraccionesdesafortunadas.Sevolvióhacia los tres,haciendolo imposiblepor ignoraraViolet,que

estabasentadaentrelosdoshombres.—Arthur yKeith, aparte de las sanciones, estaréis sin tocar durante un

mes.KeithBainempezóaprotestar,peroArthurlointerrumpió.—Locomprendo—dijo.SelevantóysevolvióhaciaVioletyKeithBain

—:¿Vamos?Violettambiénselevantó.

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—Lo siento muchísimo —les dijo a William Carver y a los demáscampaneros.

—Señorita Speedwell, creo que este incidente ha sido una prueba parausted,siesquenecesitabaalguna—lecontestóWilliamCarver—dequelacampanología es una actividad que no hemos de tomarnos a la ligera. Laconcentración exigida para tocar bien las campanas es profunda y frágil.Cualquierdistracciónpuedellevaraldesastre.Poresemotivo,mantenemoslasala de cuerdas cerrada para casi todo el mundo. Los visitantes son laexcepción,nolaregla.Esperoquenovuelvaaaprovecharsedenosotrosotravez.

—No, no lo haré.—Mientras lo decía,Violet reprimía las lágrimas.Laestabandesterrandodellugardondemássegurasesentía.

—Entonces, os veremos en febrero—dijo Arthur—. Feliz AñoNuevo,caballeros.

Fueelprimeroensaliryencendióunaantorchacuandoiniciaronlabajadaporlaempinadaescaleradecaracol.

—Menudoidiota—murmuróKeithBainmientrasdescendíaporlaespiral—.Idiotaypedante.

ArthursedetuvoyVioletestuvoapuntodetropezarconél.—No—dijo él haciéndolos parar en la fría y húmeda escalera—. No,

William puede ser muchas cosas, pero no es un idiota. Tiene razón. Sedistrajeron por culpa nuestra, y no deberíamos haberlo hecho. Nuestraexpulsiónesunarespuestaperfectamenterazonable.

—Losiento—murmuróViolet.—Nolosientas.Noteníaselección.¿Quépodríahaberpasadosinollegas

asubir?Mealegrodequelohicieras.¡Mealegrotanto!Aloírestasúltimaspalabrasseleencogióelcorazón.Cuandollegaronabajo,Arthurlacogiódelamano.—Tú quédate aquí mientras Keith y yo miramos por los alrededores.

Estarásseguradetrásdelapuertacerrada.—Bueno. —Violet no se sentía bien; estaba mareada. Pero no quería

causarmásproblemas.Arthur le entregó la antorcha y luego abrió la puerta. Violet la cerró

firmementeyesperóenelfrío,conlaluzdelaantorcha,queiluminabapoco.EltiemposelehizomuylargohastaquevolvióaoírlavozdeArthur.

—Todobien,Violet.Yahemosvuelto.—Hemosmirado por todas partes y no lo hemos visto—le dijo Keith

Baincuandoellasaliódeltúnel—.Meimaginoquehabráhuido.

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—Teacompañaremosacasa—añadióArthur.—Gracias—lecontestóViolet—.Noquieroquesepadóndevivo.—Yahemospensadoeneso—dijoArthur—.VivesenSoke,¿noesasí?—Sí.Noestámuylejos.—Tellevaremosporlarutadeatrás,queespocoprobablequeélconozca.ArthuryKeithBainleofrecieroncadaunouncodoyellaloscogió.Empezaronacaminar,pasarondelantedeloscuroextremoorientalde la

catedral y los jardines que la rodeaban. El sendero se estrechó y giró a laizquierda para acabar en la Colebrook Street, una callejuela con edificiosdiversos: una rectoría, una escuela y dos hileras de casas adosadas que seabrían directamente a la calle. Violet la usaba pocas veces porque podíacaminarporlacercanaBroadway,dondehabíatiendasymuchaanimación,ydondenoteníalasensacióndepasearseporelsalóndenadie.Algunasdelasbocacalles llevaban a barrios bajos, sorprendentemente cerca de la opulentacatedral. Ahora había poca gente; los que estaban despiertos seguramenteestabanenlaHighStreetoenunpub.

Lacallegiróbruscamentea la izquierdayal finalvioel familiarpuentesobreel río Itchen,ya la izquierda,el reyAlfredosobresupedestal,desdedondepodíaoírlamúsicaylagentecantando.Violetralentizóelpaso,luegofrenó,obligandoaloshombresadetenerseconella.

—Siestáenalgúnlugar,serádondeestétodoelmundo.—Iréaversiloencuentro—dijoArthurapretándolelamanoconlacorva

delcodo,antesdedejarlosatrásenlassombrasdeColebrookStreet.Violet apartó la mano del codo de Keith Bain, y permanecieron allí,

incómodos. Ella pensó que, probablemente, él recordara que ella habíarechazadodarunpaseoconél.Pararelajarlatensión,leofrecióuncigarrillo.Éllocogió,sacósumecheroyencendióeldeellaydespuéselsuyo.

—Sientomucho todoesto—dijoViolethaciendoungestocon lamanoparaabarcarlo todoyconscientedequevolvíaadisculparse,peseaquenoestabadeltodoseguradequefueraculpasuya.

—Bah,esigual,graciasaesohemostenidounaNocheviejaanimada.—Peronopodréistocarduranteunmes.—Parasertesincero,mehashechounfavor.¡Enenerohaceunfríoque

pela en el campanario! Estome proporciona la excusa para acercarme a lachimeneaenlugardequemesalgansabañonesenlatorre.

Volvieronacallar.—¿Qué te ha traído a Winchester? —le preguntó Violet, puesto que

siemprelehabíaintrigadoqueunescocéshubieraviajadotanalsur.

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KeithBainexhalóelhumo.—Mi esposamurió de cáncer y yo necesitaba un cambio.Quería poner

distanciaentrePaisleyyyo.Aceptéeltrabajoquemellevabamáslejos.—Lolamentomucho.—Bueno,todoscargamosconnuestracruz,¿no?Violet pensó en preguntarle más cosas, pero de alguna manera, su

respuestadirectaparecíahaberaliviadolaincomodidad.EstabanapagandoloscigarrilloscuandoregresóArthur.—Nohaynirastrodeél—dijo—.Peroavancemosrápido.Esmejorsino

mirasalamuchedumbre,Violet.Ella asintió, se bajó el sombrero hasta la frente y volvió a cogerlos del

codo.Cuandosalierondesuescondrijo,alzólavistabrevemente.Juntoa laestatua se había instalado una banda y la gente bailaba. Luego cruzaron elpuente,Arthurmirabaasualrededorparaasegurarsedequenolosseguían.

Unosminutosmástarde,estabandelantedelapuertadelacasadeViolet.—Gracias—lesdijoella—.Graciasalosdospor…bueno,portodo.—Has tenido una Nochevieja muy movida —le contestó Arthur—.

Esperemosquelasiguienteseamástranquila.Mientrastanto,voyaverquémáspuedoaveriguarsobreJackWells.Meavisarássi tevuelveamolestar,¿verdad?

—Sí—lecontestóella,preguntándosecómosepondríaencontactoconélsinoibaatocarlascampanasduranteunmes.

Comosileyerasuspensamientos,élañadió:—Siemprepuedesllamaralpub,yellosmepasaránelmensaje.Violetasintió.—FelizAñoNuevo,Violet—dijoKeithBain.—Lomismodigo.Violet les tendió lamano y los dos hombres se la estrecharon, primero

unoyluegoelotro.

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—Tienesvisita,¡Violet!—Oyógritara laseñoraHarveymientrasseestabavistiendoalamañanasiguiente.

Sucaserautilizaba suvoznormal.Si elque sehabíapresentadoante lapuertahubiesesidounhombredesconocido,sutonohabríasidomásenfático,másteñidodedesconfianza.

«¿Una visita sorpresa de Tom por Año Nuevo?», se preguntó Violetmientrassealisabaelpeloyelvestido,yabríalapuertadesudormitorio.

VioaGildadepieenelpasillodelaplantabaja,retorciendosusguantesverdesmientrasmirabaimpaciente,determinadaymolestaalavez.

—¡Gilda!—exclamóVioletmientrasdescendíalentamentelaescalera.—FelizAñoNuevo,Violet.Notuveoportunidaddedecírteloanoche—

añadiósuamigaenfáticamente.—¿Tu hermano lleva el taller de Brooks? —la interrumpió la señora

Harvey.—Enefecto.—¡Ah,yadecíayo!Conocíavuestramadrecuandoaúnvivía.¿Sabesque

secrioaquíenSoke?AtansolounascallesdeBrooks,peroelríoquepasaporenmediohacequeparezcantanalejadas…Eraunachicaencantadora—dijo la señora Harvey asintiendo, satisfecha de que Gilda fuera oriunda deWinchester—.Bueno,ahoramevoyacasademihija—anunciómientrasseponía el abrigo—. Tendréis que prepararos vosotras mismas el té. Pon unpocomásdecarbónenlachimeneaparatuamiga,Violet.YquedanalgunasgalletasGaribaldi.No te lo cobraré, en vista de que es para la hija deNellHill.

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Acto seguido se clavó un alfiler en el sombrero, con tanto ímpetu queVioletyGildasonrieron.

—Pondré a calentar aguamientras tú enciendes la chimenea—propusoVioletcuandosemarchólaseñoraHarvey.

Despuéssefuecorriendoalacocinaparaprepararunateterayserenarse,pues era evidente que Gilda había venido a verla por unmotivo, y no eraprecisamentealegre.

Cuando entró en la sala de estar con la tetera y la bandeja de galletas,Gildaestabadepiejuntoalajauladelospájaros,observandoalosperiquitosque saltaban del columpio al suelo y del suelo al columpio. Todavía no sehabía quitado el abrigo, aunque había dejado a un lado su sombrero y susguantes. Los guantes deDorothy.Violet depositó la bandeja y sirvió el té,esperandoaquesuamigaempezara,puesGildaerasiempre laque iniciabalasconversaciones.Sinembargo,enesaocasiónnohabló,sinoquesedirigióa uno de los sillones y se sentó junto al fuego con el abrigo sobre loshombros, lasmanos alrededorde su tazade té, el plato abandonadoenunamesitaauxiliar.

—Graciasporinvitarmeanoche—dijoporfinViolet—.Melopasémuybien.

Gildateníaelrostrodemacrado;dabalaimpresióndenohaberdormido.—Dime,Violet,¿teconsiderasunabuenaamigamía?—Yo…—Violet estaba a punto de decir que no sabía a qué se refería

Gilda, pero se contuvo. Aquella era una pregunta seria que exigía unarespuestaadecuadayno laconsabidaréplica—.Mecaesmuybien,perononosconocemosmucho—lecontestóconcuidado—.Hacefalta tiempoparaestablecerunfuertevínculodeamistad.

—Bueno,pues—contestóGilda—unaamigaasecas,nonecesariamenteunabuenaamiga.Perounaamigano sevadeuna fiestade repente sindarexplicaciones.

—Perosiosdijequesalíaatomarelaire.—¡Peronovolviste!—No.Huboun…problema.Lo siento.Pensaba explicártelo lapróxima

vezquenosviésemos.AVioletlesorprendíaqueGildaestuvieratanalterada;quelepreocupara

loquehabíahechoodejadodehacerella,cuandoenaquelmomentoestabatanentregadaaDorothy.

Gildafruncióelceño.

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—Nohacefalta…tevi.TeviconArthuryconotrohombre,elescocés.CercadelaestatuadelreyAlfredo.Nisiquierateparasteadecirmeholaoadesearmeunfelizaño,nadadenada.Simplementeteescabulliste.Eracomosi… —Para asombro de Violet, Gilda ahogó un sollozo— ¡como si teavergonzarasdemí!

—Noeraesoenabsoluto.Paranada.—¿Quéeraentonces?Megustaríasaberlo.—Gildadejósutaza,entrelazó

lasmanosenelregazoyseinclinóhaciadelante.—FueporTipperary—ledijoViolet.Acontinuaciónleexplicóprimeroelefectoquelacanciónhabíasurtido

en ella, luego la reaparición del hombre del maizal y su huida hacia elcampanariodelacatedralyporúltimoelcaminodevueltaacasaconArthuryKeithBain,ysupreocupaciónpornoservista.

—EstabasilbandoLoveIstheSweetestThing,yporesopenséqueveníadelpub—añadió—.Mepreocupabaquepudieraestar juntoa laestatuadelreyAlfredoymesiguierahastamicasa.Poresonofuimosabuscarteentrelagente.

El rostrodeGilda se suavizó, perodepronto endureció el gesto: estabadecididaaprotegeralossuyos.

—¿Quieresdecirqueestabaenelpubconnosotros?—exclamó—.¡Puesbien,notardaréenencontrarlo!Habíamuchagenteallí,alguiensabráquiénes. Enviaré a Joe y a sus amigos a que le den una lección. No volverá amolestarte.

Violet se sintió mal ante la idea de que los hombres de Winchestertomaranmedidasporsuculpa,lahacíasentirsevulnerable.

—No,porfavor,nolohagas.NoquieroimplicaraJoe.Teloruego.—Hummm—soltóGildalanzándoleunamirada—.¿Vasaexplicarmelo

deArthur?Violetsorbiósuté,queyasehabíaenfriado.—Nohaynadaqueexplicar.Dejólatazaenelplato,conmásruidodelquehabríaquerido.Gildahizounmohín.—Arthuresunhombrebueno.Yesleal.Yestácasado.—Losé.—Entonces no debesmirarlo como lomiras. Te vi en la catedral en la

misadelgallo.Violet buscó los cigarrillos en el bolsillo de su chaqueta de punto y le

ofrecióunoaGilda.Necesitabanesapequeñayreconfortantechispadefuego

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ensusmanos.—¿Yquémedicesdelescocés?—insistióGilda.Violetexhalóunacolumnadehumo.—KeithBain—dijo.—Parecíasimpático.¿Porquénolehacescaso?—¿Y por qué no le haces caso tú?—Lamentó haber pronunciado esas

palabrasenelmismoinstanteenquesalierondesuboca.Gilda pareció encogerse dentro de su abrigo como una tortuga en su

caparazón.—Gilda,losiento.Noquería…—Porfavor,séamable.Porfavor,nomejuzgues—susurróGilda—.Eso

esloquequeríadecirte.—Entoncesnomejuzguestúamí.Suamigaseirguióensuasiento,indignada.—¡Nolohago!—Quesí.EstáshaciendoconjeturassobreArthurysobremí.—Pero…bueno,sí,supongoquesí.—Nohaynadaentrenosotros.Somosamigos.—Escúchame—dijoGildainclinándosehaciadelante,susojosbrillaban

—.Séreconocerelamorcuandoloveo.Losé.Yallíhayamor,Violet.Puedoverlo.

VioletpensóenloquehabíavistoentreGildayDorothylanocheanterioryenlacatedral;elcordóninvisiblequelasunía.¿HabíasurgidotambiénalgoasíentreellayArthur?Deberíaestarhorrorizada,peroparasusadentros sealegraba.

—¿Puedescontarmealgosobreél?—Soloquiereshablardeél,oírsunombre…Esoesloquehacelagente

queestáenamorada.—YopodríadecirlomismodeticonDorothy.Gildasuspiró.—¿Quéquieressaber?—Mehablódelfuneralquesecelebrójustodespuésdelaguerraenhonor

deuncampaneroyquealdía siguiente se enteróde lamuertede suhijoytambiénmedijolodesumujer,perosindarmedetalles.

AGildaseledesencajóelsemblante.—Fueterribleparaellos.Durantemuchotiempo,Jimmyfueconsiderado

desaparecidoencombate,loqueenciertosentidoespeorquesaberloqueenrealidadsucedió,puestoquemantienesvivalaesperanza.YlaseñoraKnight

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esperabamásquelamayoría,inclusodespuésdequeacabaralaguerra.CreíaqueJimmyestabaenunhospitalenalgún lugar,aquejadodeamnesiaysindocumentación y que acabaría apareciendo. La mente construye palaciospreciosos cuando quiere, ¿verdad? Arthur era más realista, aunque porsupuesto también quería apoyar a su esposa. Entonces recibieron una cartaquelesnotificabaquehabíanencontradounaplacaquellevabaJimmyenelcampo de batalla de Passchendaele, dieciocho meses después de que se lediera por desaparecido. Parece ser…—Gilda contuvo la respiración— quefuealcanzadoporfuegodemortero,yquenoquedónadadeél.Solosuplaca.

Violet se aferraba a la taza. ¿Había combatido JimmyKnight junto conLaurenceenPasschendaele?¿Habríanpatrulladojuntos,sehabríanencendidocigarrillos el uno al otro, se habrían reído al leer una carta de la familia?Nuncalosabría.

—Jimmyeraunmuchachoencantador,¡tandivertidoyamable!—Gildasuspiró—.LapobreseñoraKnightsetomómuymallanoticiadesumuerte.EsporelloporloquesemudaronaNetherWallop.Nopodíasoportarverlacatedral.Arthurnoestabamuchomejor.Durantealgunosañosdejódetocarlascampanasde lacatedral.Por lovisto,noparabadecometererroresy lepidieronquesetomaraundescanso.Perofueunalástimaquedejaradetocar,porque creo que hacerlo le consolaba, le hacía olvidar las cosas. ¿Te hasfijado en cómo el bordado puede absorberte tanto que dejas de lado tuspreocupaciones?Meimaginoquetocarlascampanaseslomismo.

Violetasintió,mientrasloasimilaba.ResultabadifícilimaginarseaArthurcometiendoalgúntipodeerror.

—HizoungransacrificiomudándoseaNetherWallop—añadióGilda—.Arthur empezó a trabajar a media jornada y el año pasado se acogió a lajubilación anticipada para poder cuidar de su mujer. Por eso ya no tieneautomóvil:supequeñapensiónnoledaparatanto.Poresolovesiratodaspartes en bicicleta. ¡Pedalear hasta aquí desde Nether Wallop: veintidóskilómetros con lluvia o con nieve! Tampoco tienen teléfono. Y cultivan lamayorpartedesusfrutasyverduras:siempreestácosechandoalgo.

—¡Cielos!—dijoViolet.Seacordódesustarrosdepatédepescadocompradosdeofertayelcuello

de cerdo barato que compraba en la carnicería para hacer caldo y lossándwichesdeberrosquecomíaparaelalmuerzo.NuncahubieraimaginadoquealguiencomoArthurtuvieraquepreocuparseporelpreciodelacomida.

Se sirvieron más té, y se dieron cuenta de que sería malsano seguirhablandodeArthur.

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—Ydime,¿Dorothyytútenéisplanesparaelfuturo?—Sí, queremos irnos a vivir juntas a una casa pequeña —le contestó

Gilda enseguida—. Lo tenemos todo pensado. Entre las dos podríamosarreglárnoslas. El sueldo de profesora de Dorothy no está mal. En casaempezamosaestarhacinadosahoraqueOlivehatenidoelbebé.Yseguroquevendránmás.Asíquetengounabuenaexcusaparamudarme.Yaves,¡nohaymalqueporbiennovenga!¿Quiénlohubieradicho?

Su entusiasmo delataba lo mucho que deseaba compartir sus proyectosconalguien.Erapocoprobablequelohablaraconnadiemás.

—¿SelohascontadoaJoeyatupadre?—Todavía no. Espero el momento adecuado; preferiblemente cuando

estemostodosapiladosyconelbebéllorando.—¿YlafamiliadeDorothy?—Sus padres murieron en la epidemia de gripe de 1918, como mamá.

Desde entonces, Dorothy ha vivido con su hermana y la familia de ella.Estaránencantadosdetenermásespacioyunabocamenosquealimentar.Yelplanesbueno,¿nocrees?Aveces,lasamigasvivenjuntas,¿noescierto?—Sonabacomosiquisieraconvencerseasímisma.

—Supongo.Sequedaronensilencio,fumándosesuscigarrillos.Gildatomóuntrocito

degalletayseechóareír.—¿Porquélohabréhecho?¡OdiolasGaribaldi!ResultabaevidentequetodavíaestabanerviosayVioletbuscóunamanera

de tranquilizarla. Era difícil puesto que ella misma estaba incómoda. Dealgunamanera, durante aquella conversación, su relación conArthur habíaacabado vinculada a la de Gilda y Dorothy. Si expresaba asombro,consternación,disgustoocualquiersentimientonegativo,estesentimientolerebotaríadeinmediato.¿Cómohabíasucedidoeso?

SediocuentadequeestabafrunciendoelceñoyqueesohacíaqueGildalo frunciera también.Asíque formuló laprimerapreguntasinceraquese leocurrió.

—¿Desdecuándotesientesasí?—¿SobreDorothyoengeneral?—Ambascosas.—LosupeencuantoconocíaDorothyharáunañoenunasesióndelas

bordadoras.Hetardadountiempoenganármela.NosvolvimosaencontrarenveranoenelcastillodeCorfe.

—CercadeSwanage.

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—Sí.Yfueallícuandolascosasentrenosotrasquedaronclaras. ¡Es tandistinta a mí! Bueno, ya lo sabes. No es muy habladora, mientras que yohablodemasiado.Ellasueñadespierta,mientrasqueyo locontrolo todo.Estanaltay,asumanera,tanatractivaysofisticada,mientrasqueyosoy…—Gildaseseñalóconlamano—.PeronadadeesoimportaconDorothy.

—¿Y en general?—siguió preguntandoViolet porque estaba realmenteinteresada.

Gildalaobservó.—Todamivida.—Asíque…—Así que todas esas cosas que habrás oído: que las mujeres lo hacen

porquenopuedenconseguirunhombre,que loquehacenes contranatura,quesonunasdesesperadas,desdichadasehistéricasporquenohanhecho…eso.Elactosexual.Nadadeesotienequeverconmigo.Noséporqué,ynosésiesantinatural,peroescomosoy.

—¿Losabetufamilia?Violetintentabaimaginarselareaccióndesumadresisedierasemejante

noticiaensufamilia,oladeTomoEvelyn.¿CómoexplicaríanesarelaciónaEdwardyaMarjory?Yentonces locomprendió:sucedería lomismoquesituvieraunarelaciónconunhombrecasado.

—Silosabenynohandichonuncanada,queDioslosbendiga.Creoqueno quieren saberlo.—Gilda hizo unamueca—.Olive ha sido el problema.Nuncadicelascosasabiertamente,selimitaainsinuar:hacegestosaespaldasdeDorothy,nomedejacogeralbebé.Creoque todos se sentiránaliviadoscuandomevaya,aunquenosepandeltodoporqué.

VioletpensóenlobuenaquehabíasidoGildaconsusobrinaysusobrinoenlacatedral.

—¿Yquépasaconlosniños?Gilda seencogiódehombrospara restarle importancia, aunquesugesto

deindiferencianoresultóconvincente.—Tengo treinta y cinco años. Ya es demasiado tarde para mí, así que

tampocoimportarealmente,¿nocrees?—Treintaycinconoesdemasiadotardeparatenerunbebé.—Loessinovasacasarte.Permanecieronunratoensilencio,mirandoelcarbónquesequemabaen

lachimenea.—Asíquevolveréahacertelamismapreguntaquetehicealllegar—dijo

porfinGilda—.¿Eresunabuenaamiga?

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EraelmomentoenqueVioletdebíadecidir.Sequedómirandofijamentelasardientesbrasasquesedesmoronabansobresímismas.

—Sí—contestócontodalarotundidadquepodíaoacasoquesentía—.Sílosoy.Sí.

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Eneroerasiempreunmessombrío,yelde1933lofueespecialmente.Erayapleno invierno, losárbolesestabandesnudos, la tierraduracomoelacerooempapada, y el tiempo entre frío y húmedo, pero siempre gris. No habíafiestas a la vista con las que distraerse, solo la sensación de que toda laenergía se había concentrado en la Navidad y que ahora tenían que saliradelante de algunamanera, aunque estuvieran agotados.Violet recordó queantiguamentelagentealmacenabavíveresysepasabaelinviernodurmiendo,comiendoyesperando.Apesardelarefrigeraciónydelastiendasdondesepodíacomprarcomidaalolargodetodoelaño,aveces,enenero,sesentíacomosiestuvierasubsistiendocomohicieronsusantepasados,esperandoquevolvieraasalirelsolquelarelajaríaconsucalor,yaguardandolosprimerosbrotesdelaprimavera,queledaríanlatranquilidaddequeseguíaviva.

SucuartoencasadelaseñoraHarveyeratanfríoquelasnochesquenoibaalcinesesumabaalasdemásinquilinasysequedabasentadaenlasalade estar. Todas pagaban por el carbón, pero la señora Harvey no podíasoportarquesusperiquitospasaranfrío,yañadíacarbónadicionalparaquelasala se calentara lo suficiente. Violet leía o bordaba con la radio puesta,mientras la señorita Frederick corregía redacciones, la señorita Lancasterpermanecía sentadacon losojos cerradosy la señoraHarveyhacíapuntooleíaelperiódicoysacudíalacabezamientrasoíalaradio.Lohacíasiemprequeescuchabalasnoticias,fueranbuenasomalas:muertesenEspañaaraízdelasprotestaspolíticas,laaviadoraMaryBaileyrescatadadespuésdequesuaviónseestrellaraenelNíger,elpartidonazisacabuenosresultadosen laseleccionesregionalesenAlemania.Paraella,todoveníaaserlomismo,como

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una especie de electricidad estática que salía de la radio, sin jerarquía encuantoaimportancia.

Resultaba bastante agradable sentarse juntas, con el sonido de losperiquitos de fondo, pero a veces la cercanía, noche tras noche, junto apersonas con las que tenía tanpoco en comúnvolvía irritable aViolet y leprovocabaunasensacióndeclaustrofobia.Cuandooíaeltitubeanterascardela pluma de la señorita Frederick mientras corregía las redacciones de susalumnas,leentrabanganasdegritarlequefueramássegura;yseestremecíacon los esporádicos ronquidos de la señoritaLancaster. Sin embargo, hacíatantofríoensucuarto,quesolosemetíaenélparadormirconunabotelladeaguacaliente.PorNavidad,TomyEvelynlehabíanregalado,ademásdeunejemplardelaWarren’sGuidetoWinchester,unabotelladebrandi.Empezótomandounacopitacadadosnoches,peroamediadosdeeneroydespuésdeinterminablesrascadosyronquidos,necesitabadoscopascadanoche,traslocual,porlamañana,sedespertabacondolordecabeza.

Laoficinatambiénerademasiadofríaysombría.VioletyMaureenteníanun pequeño radiador de infrarrojos para ellas dos y acercaban a él susmáquinasdeescribirparapodercompartirelescasocalorqueemitía.Violetmecanografiabaconelabrigopuestoysiempre teníaal ladouna tazade té.Aun así le salieron sabañones en los dedos que le recordaban a la sala decuerdasy loquehabíadichoKeithBainsobreel fríoquehacíaallí.Seguroque a los hombres que hacían sonar las campanas les estaban saliendosabañonesenlosdedosdelospies.

Sololacasaparroquialeneljardíninteriorparecíaserlobastantecálida.Talvez la señoritaPeselhubiese llegadoaunacuerdoconeldeánSelwyn,puessiemprehabíacarbóndesobrasy,aveces,encendíanlachimeneaantesdequelasbordadorasempezaran,paraque,cuandoellasllegaran,lasalayasehubiesecaldeadolosuficienteypudieranquitarselosabrigosycoserbiensinnecesidaddedetenerseparacalentarselasmanos.

Las mujeres trabajaban duro para acabar sus labores a tiempo para elsiguiente servicio de presentación de bordados en febrero. Algunos de losalmohadones para la sillería del coro ya casi estaban listos, sus escenashistóricas en petit point formaban un entorno colorido. Docenas dereclinatoriosyaestabanacabadosyseestabanconfeccionandolargoscojinespara los bancos, pero eran complicados y la señorita Pesel insistía en nopresentarlos todavía y poner más cuidado en ellos, aunque eso implicaradedicarlesmástiempo.

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—Todos los ojos estarán puestos en esos cojines —declaró—. Si loshacemosmal,fracasaremos.

Para sorpresa de Violet, Maureen había avanzado lo suficiente paratrabajarenloscojineslargos.

Porsuparte,ellanoparticipabaenningunadeesascosas.Despuésdeunreclinatorioymuchosmetrosde cenefa, se alegrabadequeLouisaPesel lahubieseelegidoparahacerbolsasdelimosnadeltamañodeunamanoqueloscongregantessepasabanentrelashilerasdebancosdurantelamisaparahacersusofrendas.EnlaiglesiadeSanMigueldeSouthamptonutilizabanunplatopara tal fin,yaVioletsiempre lehabía resultadohumillantequesepudieraverquédonativohacíacadacual.Conunabolsade limosnas resultabamásdiscreto. La señorita Pesel ponía especial interés en que fueran bonitas yllamativas.

—Lasbolsasdelimosnasseveránmásaúnquelosreclinatoriosyqueloscojines—les explicó a Violet y al resto del equipo para las limosnas quehabía reunido—. Pasarán de una mano a otra, y la gente se parará paramirarlasdecerca.Examinaránloscolores,lospatronesylastexturas.Siestoselementos se combinan con éxito, les darán placer. Y el placer se traduceen…—Sefrotóelpulgarydosdedos,yserioalverlascarasdesorpresa—.Bueno,bueno,nopensaréisquelacatedralsesostienedelaesperanzaydelaire,¿verdadqueno?Noessolounedificio:esunamáquinaenorme,ounapequeña ciudad, con piezas móviles complicadas que necesitanmantenimiento.Lacatedraltienemuchosvoluntarioscomovosotras,peronopuededependersolodeellos.Hayquepagaraldeányalossacristanes,yaloscapellanes,alaslimpiadorasyalosalbañilesyalosjardineros.Ycalentarlacatedral,encenderlasluces,limpiarlaymantenerlacuestadinero.Hayquecomprar los devocionarios y los himnarios, e imprimir las hojas para losservicios.Hayquepagarlaceradeabrillantar,lasvelasylasfloresyarreglarlassillascuandoserompenyeltejadocuandogotea.Ylacatedralnorecibedinerodelgobierno.Tienequepedirloasusfeligresesunayotravezencadaservicio.Yesaserálafuncióndevuestrasbolsasdelimosnas:recordarleslabelleza del lugar, el amor y el cuidado que se han puesto haciendo cadaventana, cada columna, cada capilla y baldosa, y, en efecto, cada bolsa delimosnas,tanhermosaqueelevalosespíritusyabrelosmonederos.

Debíanconfeccionarcuatroseriesdecatorcebolsasenloscuatrocoloreslitúrgicosde la catedral utilizados a lo largodel año: verdepara elTiempoOrdinario,PentecostésyeldomingodeTrinidad,rojoparaantesdeAdviento,moradoparaAdvientoyCuaresma,yblancoparalaNavidad,laEpifaníayla

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Pascua.AVioletselehabíaasignadoelmorado(«Bueno,nopodríahaberledado aViolet ningún otro color, ¿verdad?», había dicho con una sonrisa laseñorita Pesel). Los dibujos bordados eran distintos a los de los cojines yreclinatorios, y se basaban en viejas bolsas y muestrarios isabelinos de lacoleccióndelMuseoNacional deArteyDiseñoVictoria yAlberto con losque estaba familiarizada Louisa Pesel, aunque se les daba un toquegeométrico.

—Soy una acaparadora —les explicó a las bordadoras— y robo losdiseñosdetodotipodelugares.¡Inclusohellegadoacopiarlosdepaquetesdedetergente!

Ensumayoríasehacíanconpuntodecruzendiagonal,casisiempreconunpatróndecuadradosydiamantes,condiamanteshúngarosrealizadosconpuntos negros y blancos alrededor de los bordes. Se habían fabricado unasasasmetálicasenformadenudosceltasespecialmentepara lasbolsas,a findequesesostuvieranporelnudo,conlabolsacolgandopordebajoylabocaabierta y lista para recibir la limosna, mientras la mano del donante eraacariciadaporelforroquelaseñoritaPeselhabíainsistidoenañadir,pueseraotramaneradehacerqueelactodedonarresultaraplacentero.

Unanoche,Violetestaba trabajandoconsubolsade limosnas juntoa lachimeneadelasaladeestarconlasinquilinas,exceptolaseñoritaLancaster,alaquehabíantrasladadotemporalmenteaPortsmouthparaunjuicio.Enlaradio,laorquestasinfónicadelaBBCtocabaunaobradeElgarmientraslosperiquitoscontribuíanpiandodevezencuando.Lascampanasdelacatedralsonabanenladistancia,puestoqueeraunmiércolesporlanocheduranteelcual se practicaba. La señorita Frederick estaba sentada a la mesa, dondetodas las mañanas desayunaban huevos pasados por agua, corrigiendo unapiladeexámenes.Teníaelpelodesaliñadoylasmanosmanchadasdetinta.Cuandosuspiróporterceravez,laseñoraHarveyexclamó:

—¿Aquévienentantossuspiros,jovencita?—Tengo el doble de trabajo—se quejó la señorita Frederick—. ¡Y la

mitadenlatín!Unadelasprofesorassehaidoderepenteyyohetenidoquehacerme cargo de algunas de sus clases.Mi latín estámuy oxidado, ¡no esmuchomejorqueeldelasalumnas!

Violetdejódebordar.Sintiócomosilecayeraunapiedraenelestómago.Empezó a formular mentalmente una pregunta inocente, pero la señoraHarvey,queteníaolfatoparalosescándalos,seleadelantó.

—¿«Se ha ido de repente», dices? —dijo soltando chasquidos dedesaprobación,puestoquetodoelmundosabíaloqueesosignificaba; igual

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queelhechodequeOlivedejaralacompañíaSouthernCountiesInsurancederepente.

—¡Oh,no!,noeseso—lecontestólaseñoritaFrederick—.Paranada.¡Siacaso,todolocontrario!—Sesonrojóyseechóareír.

EraunarisasuciayhastiadaqueVioletnosehabríaimaginadonuncadeunapersonatansumisa.

InclusolaseñoraHarveylamirabasorprendida.—¿Aquéterefieres?—lepreguntó.—¿Cuándosehamarchado?—intervinoViolet.—Hoy —le contestó la señorita Frederick a Violet, puesto que era la

pregunta más fácil—. Me han pasado estos textos para corregir, y meencargaréde lamitaddesusclaseshastael finaldel trimestre,anoserquelogrenencontraraunsustitutoantes.¡Ynihablardeunapagaextraportodoeltrabajoadicionalquehago!Supongoquenopodrásimpartirclasesdelatín,¿verdad?—dijomirándolacondesesperación.

Violetnegóconlacabeza,mientrastragabaporquenotabaquelacenasele subía a la garganta. «Aquí hay varias escuelas femeninas —pensó— yvariasprofesorasdelatín».Perosabíadequiénsetrataba.

Cuandooyeronelgolpeenlapuerta,soloVioletpodíatenermotivosparaconectarlo con lo que acababa de contarles la señorita Frederick. Y, noobstante,todaslodedujeronysemiraronunasaotras.LaseñoritaFrederickinclusolevantólospiesalarmadaydejólosexámenesqueestabacorrigiendosobre el asiento de la silla contigua, que luego empujó para que quedaranescondidosdebajodelamesa.

—¿Quiéndemoniospuedeseraestashoras?—murmurólaseñoraHarvey—.¡Soncasilasnueve!

—Yavoyyo,señoraHarvey—dijoViolet.—No.Soylaúnicaqueabrelapuerta—dijolaseñoraHarveyponiéndose

enpieydesapareciendoporelpasillo.Violetagarrabasubordado.Trasuninstante,oyógritaralacasera:—EslahijadeNellHillquevieneaverte,Violet.¡Lasegundavisitaeste

mes!LaseñoritaFredericklamirabafijamente.Violetlehubierasoltadoalguna

fraseagudaycruel,peronose leocurriónadaquefuera losuficientementeinteligente. Dejó de lado su labor y salió de la habitación, sintiendo lapenetrantemiradadesuvecinaclavadaenlaespalda.

Gildaestabaenelpasillo,conlosojosenrojecidosyenormesensufinorostro.IntentabasonreíryresponderalasobservacionesdelaseñoraHarvey

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sobreelfríodelanoche.—Esmuytarde,querida—ledecíalacasera—.¿Todovabien?—Sí,lamentomuchísimomolestarla.Soloqueríahablarunmomentocon

Violetsobre…sobrelosbordados.—Ven,subamosamicuarto—propusoViolet.—No hace falta —le dijo la señora Harvey—. Tu habitación estará

demasiadofría.Venidalasaladeestar.—Yanosarreglaremos.Sucaseralasmirabaalternativamente,primeroaVioletyluegoaGilda,e

ibacambiandorápidamentedeexpresión.—¿Ostraigounpocodeté?—No,gracias,señoraHarvey.Violet ya no soportabamás lasmiradas de su casera, así que se dio la

vuelta y empezó a subir las escaleras. Cuando volvió la vista, la señoraHarveyteníalacaralarga.

MetióaGildaatodaprisaensucuartoycerrólapuerta.—Siéntate —le dijo mostrándole el sillón y cogiendo el brandi y dos

vasosdelarmario.Despuésdeponerundedoencadavaso,lepasóunoaGildaysesentóen

elbordedelacama.—Bebe—leordenó—.QuierosaberquélehapasadoaDorothy—añadió

cuandoGildatomóunsorbo.Suamigaseestremeció.—Diosmío,¿lagenteyaestámurmurando?¡Siacabadepasar!—Suvoz

setransformóenungemido.—¡Chisss! No querrás darle a la señora Harvey más cosas de las que

hablar—dijoVioletenvozbaja.Gildarespiróentrecortadamentemientrasintentabarecomponerse.—¿Cómotehasenterado?—LaseñoritaFrederick,unadelasinquilinas,daclasesenlaescuelade

Dorothy.Nosloacabadedecir.Nohamencionadoningúnnombre,asíquetúnoestásimplicada.

—¡Oh,Violet!,noessoloqueDorothyhayaperdidosutrabajo,espeor.¡Sufamilialahaechado!

—¿Echadodedónde?—¡De casa! Ahora no tiene adónde ir. La he dejado en el pub Suffolk

Arms, donde todo el mundo nos miraba raro. ¡No sabemos qué hacer!—exclamóGildallorando.

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«¿Porquéhasvenidoaquí?»,queríapreguntarViolet,peronolohizo.Fuehacialacómodaenbuscadeunpañuelo.

—¿Podría quedarse contigo un tiempo? —le preguntó a Gildaentregándoleelpañuelo.

Gildasintióunescalofríoyseciñóelabrigoalcuerpo.—PapáyJoehandichoqueno.Ellos…sabenlonuestro.Solodejanque

mequedeyoyúnicamentesiaceptonovolveravernuncamásaDorothy.—¿Ylohasaceptado?—¡Porsupuestoqueno!Laindignacióndetuvolas lágrimasdeGilda.Porprimeravezdesdeque

habíallegado,parecíavolveraserellamisma.—Esdecir…nodijeniquesíniqueno.Lesdijequeyalohablaríamos

porlamañana.Sesonólanariz.—¿Ydóndecreenqueestásahora?—Les he dicho que había una reunión de bordadoras. Violet…—dijo

Gildamirándolaconlosojosenrojecidos—,¿creesqueDorothypodríapasarla noche aquí? Solo sería por hoy —añadió rápidamente— hasta queencontremosunasolución.

Era lo que Violet temía desde que llegó Gilda, de hecho desde que laseñorita Frederick había dado la noticia: que ella podría acabar metida enaquelfollón.

—Lo siento—le contestó—, pero la señora Harvey tiene unas normasmuyestrictasynopermitequesequedeninvitadosadormir.

MientraslodecíapensóenlahabitaciónvacíadelaseñoritaLancaster.—Podríamosmeterlaaescondidasdespuésdequesehayaacostado.—Nofuncionará:esmuysensiblealosruidos.Yyasabequealgoanda

mal,asíqueestará todavíamásalerta.¿Dorothyno tieneotrasamigasa lasquepedirayuda?

—Nadiequepudieracomprenderloniquetengatuamabilidad.Violet sintió un arrebato de orgullo, aun a sabiendas de que no era tan

amableycomprensivacomosuponíaGilda.—Oh,¿quépodemoshacer?—exclamósuamigacubriéndoselacaracon

lasmanosduranteunosinstantes,aunquenoseechóallorardenuevo.Permanecieronunratoensilencio,tomandoelbrandiasorbos.Entonces

Violetoyólaescaladescendentedecampanasdelacatedralhastaquelatenorsonónueveveces.

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—Tengoquehacerunallamadadeteléfono—anunció—.Mientrastanto,túdistraealaseñoraHarvey.

Permaneció algún tiempo junto al teléfono situado en el pasillo, dudandoentrelallamadaquequeríahacerylaquedeberíahacer.PodíaoíraGildaenla salade estar, charlandocon la señoraHarveyy la señoritaFrederick.Suvoz era un tono más agudo de lo normal y cercana a la histeria. Peroconseguía tapar la voz de Violet para que no se oyera cómo hablaba porteléfono,einclusohizoreíralaseñoraHarvey.

VioletdeseabatantooírlavoztranquiladeArthuralotroladodelalínea,apartadodelosdardosodelcribbage,conesamezcladesentidoprácticoydealegríaporoírla.

Peroestabaaveintidóskilómetrosdedistancia,yerauncampanero,yesoeraotromundo.Teníaqueconfiarenelsuyopropio.Descolgóelauricular.

—Porsupuesto—ledijoLouisaPeselcuandoVioletacabódecontárselo—.Lasbordadorassecuidanentresí.

Violetsesintióagradecidadequenolepidieradetalles.—¿Quélehasdicho?—lepreguntóGildamientrasbajabanporlacolina

haciaelpuentey laHighStreet, aúnheridaspor lamiradapenetrantede laseñoraHarveyysussombríoscomentariossobrelotardequeera.

—SoloqueDorothyteníaproblemasconsufamiliayquenecesitabaunahabitaciónparaunaodosnoches.¿Tienedineroparapagarla?

—Unpocoenelbanco.Estabaahorrandoparalasvacacionesenverano.PensábamosiralDistritodelosLagos.

Violetpodíaimaginárselas,subiendoporlascolinas,visitandolacasadelpoetaWilliamWordsworth,riéndoseenlossalonesdeté,remandoenunodelos lagos. Sintió una punzada de envidia, hasta que se acordó del terribleestadoenelqueseencontrabanahora.

EnelSuffolkArmsaquellanochetodoestabatranquilo,nadaqueverconla Nochevieja. Todos los presentes alzaron la vista cuando Gilda y ellaentraron.En la salahabíaalgunoshombres;Violetnopudoevitarbuscaraldelmaizal, pero no estaba allí. El piano permanecía cerrado y en silencio.Dorothyestabasentadaenunrincónoscuro,conlosojoscerrados.Sobre lamesahabíaunacopamedio llenade jerezyunvasodeagua.Alzó lavistacuandoseacercaron.

—Hola,Violet—dijo—.¿Hasvenidoasalvarme?—Sí—seapresuróadecirGilda—.¡Hasidotanlista!

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—Noestoy tanseguradeeso.De todosmodoscreoqueserámejorquenos vayamos—dijoViolet. Lasmiradas puestas en ellas la hacían sentirseincómoda—.Tenemosquecaminarunbuentrechoyestarde.

—Dejaquemeacabeesto.—Dorothycogió lacopade jerezyantesdeapurarladijo—:Invinoveritas.

Despuéslevantóelvasodeagua.—Inaquasanitas—dijoytomóunsorbodeagua—.Deacuerdo,estoy

listaparamisiguienteaventura.Cogiendolapequeñabolsaqueestabaasuspies,exclamó:—Via trita, via tuta. Camino trillado, camino seguro, y yo no sigo los

caminostrillados.—Estáunpocoachispada—susurróGilda—.¿Yquiénpuedeculparla?—Dorothy,¿haspagadotubebida?DorothyseencogiódehombrosyVioletsuspiró.—Voyasaldarlacuenta.Llévatelafuera.Se había bebido tres copas de jerez, le dijo el camarero a Violet, y el

precio de cada copa era su sesión de cine de fin de semana en losmejoresasientos.Élesperóhastaqueellahubopagadoycuandotuvolasmonedasenlamanodijo:

—Novolváisnuncaporaquí.Ningunadevosotras.Violetapartóelrostrorápidamenteparaqueélnovieraloconmocionada

que estaba.Cuando se unió a las otras dos, que esperaban fuera, cambió elsemblante por uno cuidadosamente neutro. Dorothy sostenía el rostro deGildaentrelasmanos.

—Nildesperandum—dijo—.Omniavincitamor.—¡Por favor,hablaen inglés!—exclamóGilda—.Hacesquemesienta

comounaidiota.—Nodesesperesnunca.Elamortodolovence—dijoDorothybesándola

enlafrente—.HoracioyVirgilio.«Ahora ya estoy del todo metida en su follón», pensó Violet. Hubiese

queridodarunpasoatrás,dejarqueGildasellevaraaDorothyalhoteldondevivía la señorita Peselmientras ella volvía a casa a dormir. «No es lo queharíaArthur—seriñó—.NilaseñoritaPesel.NiGilda».

Secalóelsombrerosobrelafrente.—Vámonos.LaseñoritaPeselnosestáesperando.

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LouisaPeselvivíaenunhotelenStCross,enelextremosurdelaciudad.Sehabíamudado allí hacía un año, cansada de recorrer en bicicleta el caminohastaTwyford,unpueblosituadomásalsur.

—Esperoencontraralgomáspermanente—lesexplicómientrasestabansentadasconellaenelcálidosalóndelhotel,entrandoencalor.Ellallevabauna gruesa bata con cuello bordado con patrón geométrico; de Grecia,sospechabaViolet—.Peroelproyectodelosbordadosnomehadejadoniunminuto libre. Sencillamente no he tenido tiempo de buscar. Espero podermudarmeaunlugarmáscercanoalacatedral.Quierounjardíngrande,paramisiris.

—¿Iris?—repitióeducadamenteViolet.—Sí. Iris o lirios.Me encantan. Siempre los he cultivado. En Twyford

forméunaSociedad de Iris ymi intención es hacer lomismo aquí, cuandotenga un jardín. He plantado algunos bulbos para el hotel, unos barbados,otrosblancosyotrosvioletas,peronoestoydeltodoseguradequelesvayaagustarcuandosalganelpróximoverano.

GildayDorothyestabansentadasenunsofá,unaal ladodelaotra,conlos tobillos cruzados y las rodillas juntas. Ambas parecían aturdidas yexhaustas,ypermanecíancalladas.ADorothyselehabíapasadounpocolaborracheradurantesufríopaseo,yyanosoltabafrasesenlatín.Violeteralaúnica de las tres capaz de mantener una conversación. Sin embargo, eranpasadaslasdiez,yellaqueríairsealacama,aleerunlibrodeTrollope.

—SeñoritaPesel…—empezóadecir,preguntándosecómoseguiría.—Porsupuesto,querida,losiento.Loúltimoquenecesitáisahoraesque

osdéunaconferenciasobrelosiris.Bien,Dorothy—dijovolviéndosehaciaella—,necesitasunahabitaciónparaunascuantasnoches,¿noescierto?

Dorothyasintió.—Muchos de los que vivimos aquí permanecemos durante periodos

largos, pero algunas de las habitaciones se alquilan por noches. Hepreguntado al director y hay una disponible. Es muy pequeña, pero esosignificaque serámásbarata.Además, no tienesmucho equipaje, ¿verdad?—dijo echando un vistazo a la bolsa de Dorothy—. ¡Espero que te hayastraídoelbordado!

Violet pensó que estaba bromeando, pero cuando Dorothy asintió, laseñoritaPeseldijo:

—Bien.Cuandounaestáalterada,nohaynadacomolaslaboresdeagujaparacalmarseycentrarse.Ahoracreoquelomejorseráquedejemosaestasdosmuchachasirsealacama,¿nocrees?Yomeocuparédetiyteenseñarétu

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habitación.Tengolallave.Chicas,¿podréisvolversolasacasa?¿Olepidoaldirectorqueosacompañe?

—Nohacefalta,gracias—lecontestóViolet.LouisaPeselestabaaplicandosudinamismodebordadorasaestanueva

situación, y—para alivio de Violet— sin juzgarlas o, incluso, sin mostrarauténtica curiosidad por el motivo por el cual Dorothy necesitaba unahabitación.Talvezsoloestuvierasiendodiscreta.

Dorothyselevantó,parecíamásanimadadeloquehabíaestadoentodalanoche.SonrióaGilda.

—Dumspirospero—murmuró.LouisaPeselasintió.—Enefecto.Mientrasrespire,tendréesperanza.Siempre.

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VioletnosefuecorriendoaveraGildadespuésdeltrabajo,nitampocoaldíasiguiente,parasabercómoestabanellayDorothy.Elsábado,mientrashacíasuscomprasenlaHighStreet,noseentretuvonibuscóasusamigas,peroenlabiblioteca se encontró conLouisaPesel, quemiraba los librosdevueltos.TeníaenlasmanosunejemplardeLahistorianaturaldeSelborne,deGilbertWhite.

—Lo releo tan amenudo quemásme valdría comprarlo—dijo—.Mealegrémuchodeirmeavivircercadeesepueblo,despuésdetantosañosdeconocerloporestelibro.¿Lohaleído?

—Mipadresí,peroyono.Deberíaleerlo.Entonces, la señorita Pesel le dijo espontáneamente queDorothy seguía

alojándoseenelhotel.—Leheencontradounpequeñotrabajodandoclasesdelatínalashijasde

unosamigos.Porahoralebastará.Violet se preguntó qué sabría ella de las circunstancias que obligaron a

Dorothyadejarsucasaysutrabajo.Talveznosupieranadaynolohubiesepreguntado. Violet estaba agradecida de que la señorita Pesel se hubiesehecho cargo de este problema sin dudarlo; al mismo tiempo se sentíaavergonzadaporsupropiafaltadegenerosidad.

En la reuniónde las bordadoras delmiércoles,Gilda se presentó con elrostro demacrado y pálido, y aspecto cansado. Cuando se sentó al lado deViolet,susurró:

—Hoy solo vengo yo. Dorothy acudirá los lunes, si es que viene. Porahoraesmejorquenosenosveajuntas.

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Inclusoesasbrevespalabrasparecieronalertaralasdemásbordadoras.Elambienteenlasalacambió:algunasmujeressemiraronenarcandolascejasyMaureensoltóunarisitadisimulada,aunquesedetuvocuandoVioletfruncióelceñoynegóconlacabeza.

—¿Almorzamos luego?—sugirió, pensando que sería más fácil hablarcuandoestuvieransolas.

Gildaasintió,ydespuésdeesosuconversaciónsecentróúnicamenteenelbordado.

—Hemos de tener mucho cuidado—le explicó Gilda mientras comíanunatostadaconcheddarfundidoenelAwdry’s—.Anteséramosdemasiadodespreocupadas, pero ahora…Dorothy no puede acercarse a mi casa ni altaller.Noes tantoporpapáy Joe, sinopor la espantosaOlive.Yopensabaque el bebé la tendría ocupada, pero la he visto corriendo las cortinas ymirando lacalle,sindudacon laesperanzadepillaraDorothymerodeandofuera.

—¿Quévaahacerella?—¿Dorothy? Empezará buscando una habitación, pero sin trabajo es

difícilqueunacaserasefíe.NocreoqueencuentreotropuestodeprofesoraenWinchester.Lasescuelasseconocenyhablan.Quizá tengaque irsemáslejos,aSouthampton,PortsmouthoSalisbury.Aunquenadie lacontrataráamitaddecurso.Enelmejordeloscasos,podráhaceralgunasuplenciaydarclasesparticulares.LaseñoritaPeselesunasanta,peronisiquieraellapuedehacermilagros.

Gilda suspiró y Violet sintió una punzada al ver que su amiga habíaperdidolaalegríadevivir.

Después,Gildavolvió al taller yViolet a la oficina.Maureenya estabamecanografiando,conlaespaldatiesadeprejuicios.Violetlehizocasoomisoy se sentó junto a su pila de solicitudes. La oficina estaba fría, la estufacalentabadébilmenteyellanosequitóelabrigo.

—OshevistoalasdosenelAwdry’s—anuncióMaureen.Violetsiguiótecleandosinhacercomentarios.—Deberíasandarteconcuidado,Violet.Lagentehabla.Violethizounapausa.—¿Meestásamenazando?—¡No!Noesdemídequiendeberíaspreocuparte.Quieresconservartu

trabajoaquí,¿noescierto?El miedo atravesó a Violet como una corriente eléctrica. Su

independencia,quetantoesfuerzolehabíacostadoalcanzar,dependíadeeste

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ridículotrabajomecanografiandodocumentossobrelanecesidaddeseguridaddelaspersonas.

—Creoqueal señorWatermansolo le interesa la rapidezy laprecisióncon las que tecleo—replicó—, no con quién me como unas tostadas conquesofundido.

Maureenseencogiódehombros.—Solointentabadarteunconsejo,esoestodo.—Estáshablandodeunaamigamíayteagradeceríaquenodijerasnada

másalrespecto.—Notienesporquésentirteofendida—gruñóMaureen.Volvieronasutrabajo,conlascaraslargasysoplándoselasmanospara

calentarlas.AmbassesobresaltaroncuandoelseñorWatermanentróporlapuerta.—¿Sería tan amable de acompañarme a mi despacho un momento,

señoritaSpeedwell?—Porsupuesto.Cuando se levantó para seguirlo,Violetmiró aMaureen, esperando ver

unaexpresión triunfaldequesupredicciónsehubiesecumplido tanpronto.Perosucompañeradeoficinaparecíaabatidaymanteníalosojosfijosensusmanos,quedescansabansobrelasteclasdelamáquinadeescribir.

—Bueno—empezóadecirelseñorWatermandespuésdecerrarlapuertay ofrecerle asiento—, se trata de una cuestión bastante delicada. ¿Seencuentraustedbien,señoritaSpeedwell?Parecepálida.

—Yo…yotengounpocodefrío.—¡Ah!Peroesotienefácilsolución—dijoéllevantándosedeunsaltoy

girandohaciaellalaestufaqueteníaenelsuelocercadesuescritorio.Violetselaquedómirandofijamente.«Unaestufaparadosmecanógrafas

—pensó—.Una estufa para un supervisor».En su interior sintió surgir unafuriarepentinayantesdepoderreprimirsedijo:

—Hacemuchofríoennuestraoficina,señorWaterman,yMaureenyyosolotenemosunaestufa.Esporelloporloquenonosquitamoslosabrigosmientrastrabajamos.¿Podríamosconseguirotraparaquenoscalentaramás?

—¡Oh!Santocielo,nomehabíapercatadodeeso.ElseñorWatermanmoviólospapelesquehabíasobresuescritorioehizo

caerunatazallenadeplumasylápices.—¿LeparecebiensicomprounaenKingdon’scuandosalgadeltrabajo?

—sugirió ellamientras él se apresuraba a recoger las plumas y los lápicesvolviendoameterlosenlataza—.Tenemosunacuentaallí,ypodríaadquirir

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unmodelocomoeste,creoqueportreslibras.—ViolethabíaestadomirandoestufasparasucuartoencasadelaseñoraHarvey,peronopodíapermitirseellujodecomprarseuna—.Delocontrariometemoquenuestraproductividaddesciendamientrassemantengaestefrío.

—Bueno,yo…bueno.Violetesperó.—De acuerdo, señorita Speedwell—dijo su jefe después de exhalar un

suspiro—.Nadiemejorqueustedsabeloquenecesitan.—Gracias.«Puede que esté a punto de despedirme —pensó—, pero al menos la

mecanógrafaquevengadespuésdemí tendráunaoficinaalgomáscálida».Eraunapequeñavictoria.

Durante unos instantes permanecieron sentados en silencio. El señorWaterman estaba tan desconcertado con aquella inesperada petición queparecíahaberolvidadoelmotivoporelquelahabíatraídohastaaquí.

—¿Queríaustedverme?—lepreguntóella.—Sí.Sí.Setratadelaschicasconlasquebordausted.Violet tragó saliva. Por lo visto, la historia de Gilda y Dorothy había

llegadoinclusoalrincóndeWinchesterdondevivíaelseñorWaterman.—¿Sí?—Yo… Esto es muy delicado, verá. No quiero causar alarma o

resentimiento.Soloquierohacerloqueescorrecto.Violetesperó.—Resulta que mi mujer se ha quedado fascinada con los cojines que

hacenustedesparalacatedral.—Mecomplacequeleagraden.—Tanto que le gustaría tener algunos de ese estilo para las sillas de

nuestrocomedor.—¿Dice…quelegustaría?—Sí, pero no quiere pedírselo a la señora Biggins. Tuvieron un

desencuentro, ya me entiende, sobre el reparto de turnos para preparar losarreglos florales de la iglesia. La señora Biggins opinaba que mi mujerconseguía su turno durante las semanas en que las flores de nuestro jardínestaban en su mejor momento. Sea como fuere, hemos pensado que seríapreferibleobtenerlosporunarutadiferente.Yesomehallevadohastausted.Nomemalinterprete, nomecabe lamenordudadequeustedy la señoritaWebstersonmuyhabilidosas,perometemoquenopodemospedirlesquese

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encarguenustedesdehacerlos,puestoqueseríainapropiadopedirleesoauncompañerodetrabajo.Peromepreguntosinospuederecomendaraalguien.

Eso estaba tan alejado de lo que Violet esperaba que le dijera, que sumentesecongelóenlaideadelasdosmujerespeleándoseporsupropioturnoparahacerlosarreglosflorales.

—SeñoritaSpeedwell,¿estáustedseguradequeseencuentrabien?Violetsesacudióparavolveralarealidad.—Disculpe.Esquemehacogidoporsorpresa.Permítamequemeasegure

deque loheentendidobien:¿estáusteddiciendoqueseofreceapagarunabordadoraparaquelehagaunoscojines?

—Sí, sí —respondió el señor Waterman con impaciencia—. Ustedsiemprepiensaeneldinero,¿no,señoritaSpeedwell?

Al oírlo, Violet estuvo a punto de perder los estribos, pero no queríadesaprovechar la oportunidad que se le presentaba a una bordadora quenecesitaseganardinero.Yellasabíaquiénlonecesitaba.

—Noesfácilvivircomounamujerindependiente—lecontestócontodaladulzuradelaquefuecapaz—.Metemoqueeldineroeslomásimportantecuandose tienemuypoco.Encualquiercaso,conozcoaunabordadoraquepuede aceptar el encargo. Y no hace falta que impliquemos a la señoraBiggins.Si leparecebien, lepediréa la señoritaLouisaPeselque le llameparaponersedeacuerdoconustedennombredelabordadora.Ellatendráunamejorideadelvalordeltrabajo.

—Excelente—dijo el señor Waterman, avergonzado de su arrebato—.Entoncesperfecto.EsperotenernoticiasdelaseñoritaPesel.Gracias.

—Salgounmomentoacomprarlaestufaparalaoficina,¿leparecebien?—dijoVioletmientrasseponíaenpie—.SimedoyprisapuedoiryvolverdeKingdon’senloquesetardaenhacerunapausaparaelté.

Dicho esto, se fue corriendo antes de que el señor Waterman pudieracambiardeopiniónsobreloscojinesolaestufa.

Cuandoentróenlaoficinaparacogersusombrero,susguantesysubolso,Maureenlamiróasombrada.

—Notehabrádespedidoya,¿verdad?—gimió—.¡Penséqueteibaadaruna advertencia, solo eso! Violet, lo siento muchísimo. Sé que Gilda yDorothy no pueden evitarlo. Si no hay hombres disponibles, no tienenelección,¿verdad?

—No es eso en absoluto —le contestó Violet con firmeza—. Pero noimporta.¡Vamosaestarcalentitas!

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El primer miércoles de febrero, cuando Arthur iba a volver a tocar lascampanas,Violetasistióporlatardeaunasesióndelasbordadoras.Cuandollegó,lesorprendióveraDorothy,enlugardeaGilda,trabajandoensilencioenunrincón.Sesaludaronconungesto,peronosedijeronnada.Dehecho,Dorothy se relacionaba poco con las demás bordadoras, aunque en torno aella, el ambiente era menos gélido que con Gilda. Esta última era popularentrelasdemásmujeres,asíqueellassesentíanmástraicionadasporhaberseentregadoaunapersonaenlaqueyanopodíanconfiar;mientrasqueDorothysiemprehabíasidounmisterioy,porconsiguiente,resultabadifíciljuzgarla.

Al cabo de una hora, apareció Louisa Pesel. Dio unas palmadas paraatraerlaatencióndelaspresentesyentoncesanunció:

—Quince días, señoras. Tenemos quince días para completar nuestrotrabajo antes del serviciodepresentacióndebordados.Vamosbien con losreclinatorios, y las bolsas de limosnas casi están listas. También hemosacabadolosbordadosparaseisgrandescojines,ysolofaltamontarlos.Hemosavanzadomucho convarios de los cojines para los bancos, perono estaránpreparados para este servicio. No importa, habrá muchos más. Ahora, sitienen trabajos que acabar, les ruego que se concentren en ellos. Si estánlibres,venganavermeparaquelesdénuevastareas.LaseñoraWaytomaránotadeloqueestamoshaciendo.

LaseñoraBigginsyahabíadichocasilomismoaliniciodelasesión,perolasbordadorasselotomabanmásenseriocuandoveníadelaseñoritaPesel.Pronto se formó una cola demujeres deseosas de hablar con ella,mientrasMabelWaysecolocabaasuladoconunportapapeles.Violetnonecesitaba

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ir, pues todavía teníaque acabar el segundo ladode labolsade limosnasysolonecesitaríaconsejoscuandoestuvieralistaparacoserlas.

Cuando se dirigió al armario a pormás lanamorada, allí se encontró aDorothybuscandoagujas.Sesaludaron,perosinmirarsealosojos.

—Parece que debo agradecerte el trabajo de confección de cojines—ledijoDorothymientrassacabadosagujasdeunestuchebordadoylassosteníaenaltoparacompararsutamaño—.Trabajoremunerado.

—No tienes que agradecermenada,me alegrémucho de poder hacerlo.¿LaseñoritaPeselnegocióentunombre?

—Sí.CreoquelosWatermannoacabandecomprendercuántotiemposenecesita para hacer un cojín. Pero la señorita Pesel simplificará los diseñospara que el trabajo sea más rápido. Además, ahora que ya no tengo quecorregirtraducciones,dispongodemuchotiempoporlasnoches.

—¿Estásbienenelhotel?—Demomentosí.Dorothy volvió a dejar el estuche en el estante del armario, esbozó una

fugazsonrisa,pasórápidamentepordelantedeellaysepusoenlacolaparahablar con la señoritaPesel.Apesarde lo incómodosque le resultaban losencuentrosconDorothy,Violettambiénestabadolidaporque,enciertomodo,habíaquedadodesbancada:yanadieesperabaqueresolvieralosproblemasdeDorothyydeGilda.Lavidarealsehabíainmiscuido.

Despuésdelareunión,secolóenlacatedralparaasistiralasbrevesvísperasentre semana, pero esperando asimismo poder toparse con Arthur. DesdeNocheviejanolohabíavistonisabíanadadeél,ysehabíapasadogranpartedesutiempolibreregañándoseporpensarenél.

Dado que llegaba temprano, se detuvo en la capilla de los Pescadores.Casisiemprehabíaalguienallí,normalmenteunpescadorquepresentabasusrespetosantelatumbadeIzaakWalton.Enaquellaocasión,sesorprendióalveraArthursentadoenunodelospequeñosbancosqueestabanfrentealosvitralesquerepresentabanaJesucristoenuntrono,rodeadodesantos.Estuvoapuntodellamarloporsunombre,perosecontuvoyselimitóasentarseasulado,haciendocrujirelbancobajosupeso.Élsevolvióparamirarlayellaseestremecióalverquenosonreíayqueteníaunaspectocansado.

—Arthur,¿quétepasa?—susurróViolet.Sehizounalargapausa.

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—Hitler—replicóélsinpreocuparsedebajarlavoz—.ElmalditoHitleresloquepasa.

Noeraeltipodehombrequelanzabajuramentos.«¿Quéquieresdecir?—quería preguntarle ella—. ¿Qué tiene él que ver con todo lo que esimportante?».PeroaVioletleimportabademasiadoArthuryloquepensabade ella, para contestarle de forma tan precipitada. Se concedió un instanteparapensar.EnlaradiohabíaoídoqueHitlerhabíasidonombradocancillerdeAlemaniadosdíasantes,trassemanasdemaquinacionespolíticasqueellanohabíaseguidodecerca.Recordabaquehabíandesbancadoaotropolítico.

—¿Crees que durará?—preguntó, porque eso era lo que sabía, que lagente predecía que un líder tan polémico de un partido minoritario no semantendríamucho tiempoenelpoder. ¿Cómopodía alguienconpuntosdevistatanradicalesdirigirunpaísdeformaeficaz?

—Elhechodequehayallegadotanlejosesunapruebadesuaguante—lecontestóArthur—.Losalemanesbuscanunarespuestaalagujeroeconómicoen el que se encuentran, un agujero que les hemos ayudado a cavar connuestros planes y tratados sancionadores. Hemos sido muy estúpidos, noshemosconcentradoenlavenganzadespuésdelaguerraenlugarderesolverelproblemaparaquenovuelvaasucederlomismo.Laguerrahiriótambiénelorgullodelosalemanes,ynoleshemosdadoningunaoportunidadparaquerecuperensudignidad.Loshemosempujadoalextremismoypagaremosporello.

—¿Estássugiriendoque…?Violetsedetuvoporquenoqueríadecirloenvozalta.Porquecuandohas

pasadounavezporello,nopuedesimaginarnuncaquevolveráasuceder.—LosvaloresdeHitlernosonlosvaloresbritánicos,digaloquedigael

Mail—declaróArthur—.Silosalemaneslecogencariño,nadalodestituirásalvolaguerra.

Violetseestremeció.PensabaensusobrinoEddie.Soloteníasieteaños,perolasguerrasacababansiemprepordevoraralosjóvenes.«GraciasaDiosquehan tenidootraniña»,pensó.El tercerbebédeTomydeEvelynhabíanacidodossemanasantes.LehabíanpuestoVioletdesegundonombre,yellasesentíamuyhonrada,aunqueestabaunidoalprimernombre,Gladys,queaellaleparecíamuyfeo.

Se secó una lágrima y entonces se dio cuenta de que Arthur le habíapuesto lamano sobre la suya.La atravesóunaolade felicidadque arrastrócon ella a Gladys, Eddie, Hitler y la guerra. Giró la palma de la mano y

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entrelazósusdedosconlosdeArthur.PesealfríoquehacíaenlacapilladelosPescadores,élteníalamanocaliente.

SesentíatanbienconsumanoenladeélqueViolethubiesegritadodeemoción.Setranquilizóestudiandolavidrieraqueteníandelante.DebajodeJesucristoylossantoshabíadiversosdichosbíblicosrelacionadosconelaguaylospeces:elseñorestáporencimadelasmuchasaguas,traeddelospecesque acabáis de pescar, os haré pescadores de hombres. Los elementosreligiososeranhermosos,perosusfavoritoserandosretratosdelpropioIzaakWalton, con su atuendopuritano: traje negro con cuello blanco y sombreronegro. Se encontraban en las esquinas inferiores izquierda y derecha y enambosseleveíasentadojuntoaunserpenteanterío,consucañadepescarysu cesta.En uno de los retratos aparecía junto a otro hombre en un pícnic;debajo se leía dad las gracias por todo. En el otro estaba solo, leyendo unlibro,conlacañadepescarallado;debajo,laspalabrasestudiadparavivirenpaz.

—Siempreme ha encantado que estas vidrieras nomostraran aWaltonpescando—dijo, señalándolas con la cabeza—. Le habría hecho gracia. Elvidrieroteníasentidodelhumor.

Arthurlamiróderefilón.—¿HasleídoElperfectopescadordecaña?—Sí,dejoven.—Creoquenuncahabíaconocidoaunamujerquelohubieraleído.—Másqueleerlodecaboarabo,fuizambulléndomeenél.Lohicepara

complaceramipadre.—¿Pescaba?—Sí.¿Ytú?—Por supuesto. En el río Test se puede practicar la mejor pesca con

mosca del país.No se puede vivir cerca y no participar, aunque no soy unfanáticopescadordecaña.Pescocuandoquieroescaparmeduranteunashorasynotengoquetocarlascampanas.

—Papásiempredecíaqueenlapescasetratatantodepescarcomodenopescar.

—En efecto. Y de no pensar. Todos necesitamos hacer cosas que nospermitandistanciarnosdenosotrosmismos.

—En mi caso es la mecanografía. Y el bordado, que resulta mássatisfactorio,claroestá,porquealfinallaobraquedejaesalgoprecioso.

—Yalfinaldelapescahayunpescadoquecomer.—Sí.

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Sequedaronensilencio.—Arthur,tengotupañuelodelaprimeravezquenosconocimos.Nunca

telohedevuelto.—Losé.Megustaque lo tengas.—Hizounapausa—.Violet, tuveuna

charlaconJackWells.UnanochevinoalaFiveBells.Ledijequetedejaraenpazotendríaquerendirmecuentasamíyalapolicía.

Violetintentónoestremecerse.—¿Cómo…cómoreaccionó?Arthurhizounamueca.—Conamenazas.—Alverlaexpresióndealarmaensusojos,añadió—:

No te preocupes.Bob, elmesonero, lomandó a paseo y le ha prohibido laentrada.Novolveremosaverlo.

—Gracias.Le entraron ganas de llorar al pensar que alguien cuidaba de ella y la

manteníaasalvo.Asimismoeramuyconscientedequeseguíancogidosdelamano,ysepreguntabacómoacabaríayquiénloacabaría.

Fueron los chicosdel coro losque le pusieron fin.Empezaron a cantar,recordando a Violet que debía estar en las vísperas. Sin quererlo movióligeramentelamanoyArthurlasoltó.

Sepusieronenpieylasituaciónpodríahabersidoembarazosa,peronolofue.ElcontactodesusmanoslehabíacomunicadoalgoconcretoqueVioletsiempre sentiría y atesoraría, pasara lo que pasara. Era como tener unamonedaenlamanoysentirsusolidezmetálica,ysaberqueseguiráteniendovaloraunquenosegaste.

—¿Tienesganasdevolveratocarlascampanas?—lepreguntómientrassalíandelacapilladelosPescadores.

—Sí.Nocreíaquelofueraaechartantodemenosporquesigotocándolasen Nether Wallop, pero estaré contento de volver a tocar más de cincocampanas.

—¿Crees que William Carver seguirá enfadado? ¿Te dará la peorcampana?

Arthursonrió.—Nohaycampanaspeoresomejores,aunquealgunassonmásdifíciles

queotras.YWilliamlohabrásuperado.Lepareceráquenoshacastigadoyqueconesobasta.Encambio,Keithsiguedolido.Tendréquehablarconélantesynoperderledevista.Talvez,alfinalresultaquehayalgodeverdadenesodequelospelirrojostienentemperamento.

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Llegaronal transepto sur,dondeoyeronqueel coroestabaacabandodecantar.

—¿Vendrásalasvísperas?—susurróViolet.Arthurnegóconlacabeza.—TengoqueresolverunosasuntosconWilliamsobrelascampanasyhe

quedadoconélparacenar.—¿Vendrásalserviciodepresentacióndebordadoseldieciséis?—Violet

noqueríairsesinsabercuándovolveríaaverlo.Arthurselaquedómirando.—Nocreoqueseasensato.Violet se imaginódeprontoel servicio llenodemujeresdeWinchester,

listasparapropagarelrumordequeArthurKnighthabíaidoalserviciodelasbordadoras.

—Supongoquetienesrazón,peromehabríagustadoenseñarteeltrabajoquehemoshecho.

Un sacristán que se hallaba en lo alto de las escaleras para controlar elserviciolosobservabaconelceñofruncido,justocomoMabelhabíamiradoaViolethacíaunosmeses.

—Yme loenseñarás—susurróArthur, tomándoladelcodoyguiándolahacia lanave—.¿Nosvemosdentrodedossemanas?Podrásmostrarmeloscojinesydespuéspodríamosiracenar,antesdelascampanadas.

—Sí.Meencantaría.Noeraunacita;eraalgomásqueeso.Semiraron.—Gracias—dijoél.—Nohaynadaqueagradecer.Soyyolaquedeberíadartelasgracias.—Claroquetengoqueagradecértelo.Meescuchastemientrastehablaba

deHitlerycambiastedetema,empezasteahablardeIzaakWalton.Loquedeverdadimporta.Yconrazón.Estoyendeudacontigo,VioletSpeedwell.

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Cuando solo quedaba una semana para el servicio, una de las bordadorasenfermóyViolettuvoqueencargarsedeacabarsubolsadelimosnasporquetenía el mismo dibujo que la que ella había confeccionado. Empezó aquedarsehastatardeenlasaladeestar,despuésdequelasdemásinquilinassehubiesenidoalacama,aguantandoinclusomásquelaseñoraHarvey,alaque convencía de que no se olvidaría de apagar el fuego y las luces. LaadmiracióndelaseñoraHarveyporlalaborquehacíanlasbordadorasparalacatedral eclipsaba sus sospechas sobre las idasyvenidasdeVioletyGilda,aunque seguía mascullando que Nell Hill estaría horrorizada si oyera losrumoresquecorríansobresuhija.EntonceslanzabaunamiradasignificativaaViolet, como si esperara una confirmación o una aclaración. Pero esta selimitabaacambiardetema.

A Violet le encantaba sentarse junto a la chimenea con la radio comoúnicacompañía,almenoshastaquecerrabanlaemisiónconDiossalvealrey.ElsilencioysuconcentraciónenlalaborqueteníaentremanosledespejabanlamenteyellaseolvidabadeGildayDorothy,einclusodeArthur,aunquesedabapermisoparasonreíralpensarqueprontocenaríanjuntos.

Un lunes por la noche, antes del servicio del jueves,Violet acababa decortar la última hebra de lana blanca y admiraba su obra acabada—al díasiguiente,laseñoritaPesellacoseríarápidamentealapartetraseraydespuésforraría la bolsa con cabritillo— cuando en el pasillo sonó el teléfono. Sesobresaltó ymiró el reloj sobre la repisa de la chimenea: las 11:45. Nadiellamaba a esa hora de la noche si no se trataba de una emergencia. Porsupuesto, podía estar relacionado con la señora Harvey: tenía nietos que

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podíanponerse enfermosy unyernoque, por lo visto, conducía demasiadorápido.PerodesdeeldíaenqueGildaapareciódelantede lapuerta,Violetesperabaquecualquieremergenciaquellegaraalacasafueraparaella.

Noqueríaquesusproblemasdespertarananadie,asíquetrasunmomentodetitubeo,descolgóelteléfonoydijo:

—Winchester438—intentandoemularlaconfianzadesucasera.—Violet.—La voz de Tom era tan clara como si estuviera a su lado,

hablándolealoído—.Sientollamartetantarde,espormamá.Violetestaba tanpocopreparadaparaesanoticiaqueestuvoapuntode

soltarunacarcajada,perolasofocójustoatiempo.—¿Quéhapasado?—Ha sufrido un ataque.Creen que es una apoplejía.No es grave, pero

hantenidoquellevarlaalhospitalBorough.Tellamodesdeallí.El hospital Borough era donde había nacido Tom, donde habían

entablilladoelbrazorotodeGeorgeydondehabíamuertoelpadredeViolet,después de un ataque al corazón. «No es grave», les dijeron también enaquellaocasión.

—Oh,Dios.—Sabía que debería añadir algomás, pero no sentía nada;estabahelada—.¿Evelynestácontigo?—Lomejoreraatenersealoshechos.

—No,sehaquedadocon losniños.Estoysoloconmamá.Losmédicosconsideranqueestáfueradepeligro,perocreoqueseríamejorquevinieras.Megustaríapoderirarecogerte,peronopuedodejarsolaamamá.¿Conocesaalguienquepuedaacompañarte?Delocontrario,cogeelprimertrendelamañana.

La señora Harvey había aparecido en la escalera con un camisón defranelaazulclaro.Nosesabíacómo,peroconseguíaalzarlascejasyfruncirelceñoalmismotiempo.

—Encontraré un modo de llegar al hospital cuanto antes —le aseguróViolet,haciendohincapiéen«hospital»paraquelequedaraclaroalacasera.

LaseñoraHarveyreemplazósuexpresiónporunamuecacomprensiva.—Gracias,hermanita.Teloagradezco.Apesarde la fachadadeseguridad, la juvenilvozdeTomdelatabaque

estaba asustado. Tratándose de los propios padres, era difícil mantener lamadurezdeunadulto.Cuandofalleciósupadre,Violetlloróysepeleóconsumadreysuhermanocomosivolvieraaserunaniña.

Cuandocolgó,laseñoraHarveyacabódebajarlasescalerasyseacercóaella.

—¿Quépasa,querida?

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—Mimadrehasufridounataquedeapoplejía.—Aldecirlaspalabrasenvozalta,Violetreprimióunsollozo—.Yo…TengoqueencontrarunamaneradellegaraSouthampton.

—Pondréaguaahervir.ComosucedióconlacrisisrelacionadaconDorothy,loquemásdeseaba

hacer Violet era coger el teléfono y llamar a Arthur. Era un impulsototalmente inútil, puesto que él no tenía teléfono, estaba a veintidóskilómetrosdedistanciaytampocoteníacoche.Perolecostabapensarenotracosaquenofuesenlasmanosdeélentrelazadasconlassuyas.

FuelaseñoraHarveyquienvinoconunasoluciónmientrasleservíaunatazadetétrashaberactivadoelmodocaseraprofesional.

—PídelealhermanodeGildaHillquetellevehastaallí.Tienesuficientesvehículos en su taller y, por lo que he oído, su hermana te debe algunosfavores.

Encualquierotromomento,Violetsehabríapreocupadodeloquesabíaylo que estaba insinuando la señoraHarvey. Sin embargo, ahora se limitó aasentirysefueaprepararalgodeequipajeporsieranecesario.

LaseñoraHarveyinsistióenacompañarlaatravésdelasecayfríanochehastalacasadeGilda,infringiendosunormadenosalirdespuésdelasnuevedelanoche.Eraevidentequedisfrutabadeaqueldramayqueríadesempeñarsu pequeño papel lo mejor posible. Incluso hizo frente a una asombradaOlive,queabriólapuertaconunbebéllorososobresuhombro.

—Despierta a tu marido si está dormido, Olive Hill —le ordenó—. Ymantén alejado a ese niño de la corriente si no quieres que muera de unresfriado.

Sinohubieseestadotanaturdidaporlasituacióndramáticadesumadre,aVioletlehabríadivertidolacaradeperplejidaddeOlive.

La señoraSpeedwell parecía diminuta y a la vez rechoncha en la camadelhospital, como un pequeño barril cubierto por una manta. Tenía los ojoscerrados.Tomdormía enuna silla junto a la camayViolet no lodespertó,sino que se quedó de pie, contemplando el rostro de su madre. Parecíahallarseenunestadoindeterminado,nidormidanidespiertanimuerta.

Entonces abrió los ojos y miró fijamente a Violet, mientras movía loslabiossinemitirsonidoalguno.«Bien,madre—pensóViolet—,porfinestácallada».Ysesintióculpableporpensareso.

SeaclarólagargantayTomsedespertó.

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—Graciasporvenir,hermanita—ledijo levantándoseybesándolaen lamejilla.Parecíaagotado—.¿Cómohasvenidohastaaquí?

—Mehatraídoelhermanodeunaamiga.JoeHill,loconocisteenlamisadelgallo.

Joe sehabíamostrado sorprendentemente entusiasmadode acompañar aViolet a Southampton, y tuvo el sentido común de obedecer a la señoraHarvey e ignorar las quejas de su mujer. Su único dilema parecía ser quéautomóvildebíaelegirparapoderestirarmáslaspiernas.Mientrasconducíano le dijo una palabra a Violet, solo le deseó que su madre se recuperaracuandoladejóenelhospital.

—Es un buen hombre—dijo Tom—. Le invitaré a unas pintas cuandotodohayapasado.

Violetleseñalólacama.—Madreestádespierta.—¡Québien,mamá!—exclamóTom—,hastenidounproblemillaypor

esotehemostraídoalhospital.Peroelmédiconoestápreocupado,dicequeprontotepondrásbien.

Los ojos azul pálido de la señora Speedwell se posaron en Tom,inexpresivos.

—¿Estás seguro de que está bien? —susurró Violet—. No… expresanada.

—Estádesorientada.Selepasará—dijoTombostezando.—¿Porquénotevasacasaadormirunpoco?—lesugirióViolet—.Yo

mequedaréconmadre.Suhermanolamiróaliviado.—Gracias,hermanita,esoharé.Soloseránunascuantashoras.—Porlamañana,llamaalatíaPenelopeparaponerlaalcorriente.—Claro.Ytúllámamesihayalgúncambio.Violet pasó entonces quince horas sentada sola con su madre. Las

enfermeras entraban y salían para comprobar la presión sanguínea y latemperatura, traerle la comida que ella no tocaba o vaciar la cuña. Violetadmiraba su amable eficiencia. Hubo una época en la que consideró laposibilidaddeestudiarparaserenfermera,peroeloficioexigíaunadevociónhacialosdemásdelaqueellacreíaquecarecíaporfaltadealtruismo.

Duranteloscuidados,laseñoraSpeedwellpermanecíaensilenciopesealos continuos comentarios y preguntas de las enfermeras, que quedaban sinrespuesta.Lapacientedormíadevezencuando,loquepermitíaaVioletsalirde puntillas de la habitación para buscar un bollo o una taza de té. Sin

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embargo, cuando regresaba, su madre volvía a estar despierta, con unaexpresióndereprocheenlamirada.

Violetnohabíapensadoentraerseunbordado,aunquenoteníaningunoquehacerparalasbordadoras,puestoquehabíaacabadolabolsadelimosnaspara queGilda la entregara.Tampoco se había acordadode coger un libro.Consiguióhacerseconunperiódicodelasaladeespera,peroporlodemásnole quedaba otra cosa que hacer que esperar sentada. Eso le dio tiempo desobrasparapensarensumadre,cuandonopensabaenArthur.

EramásfácilpensarenlaseñoraSpeedwellcuandoestanopodíahablar:cuando no hacía comentarios como «Pobre de mí» ni le lanzaba pullas aViolet,nicriticabaloquehacíaodejabadehacerEvelynconlosniños,nisequejabaporqueTomno le prestaba suficiente atención.El hechodeque sehubiesecortadoeseincesanteflujodecomentariosledabaaVioletelespaciosilenciosopara,porfin,sentircompasión.RecordóloqueArthurhabíadichoenNetherWallop:quenohabíanadapeorparaunpadrequeperderaunhijo,ysumadreteníaquecargarconesedolorelrestodesuvida.

«Nunca podrá volver a ser realmente feliz», pensó Violet mientras laobservabadormida.Lamayoríadelaspersonasparecíanestarenpazcuandosusrostrosquedabandespojadosdetodaslaspreocupacionescotidianas.PerolaseñoraSpeedwellfruncíaelceñoinclusoduranteelsueño.Violetsentíalatentacióndeacercarseasumadreyalisarleelentrecejo.

Amediamañanapasóelmédico;eraunhombredelamismaedadquelaseñoraSpeedwellycasitancascarrabiascomoella.

—¿Dónde está su hermano? —le preguntó a Violet, mientras cogía latablillaquecolgabaalpiedelacama—.Tengoquehablarconelcabezadefamilia.

—Lacabezadefamiliaestáaquí—dijoVioletseñalandoasumadre,quehabíaabiertolosojosencuantoelmédicoempezóahablar.

—Nodigatonterías—laregañóelmédico—.Merefieroalparientemáscercano.—Echóunvistazoalatablilla—.ThomasSpeedwell,esélconquienquierohablar.

—Mihermanoestáencasadescansando.Soysuhermana.Sindudapodráhablarconmigo,¿no?

Elmédicopareciódisgustadoantetalperspectiva.—Hableconmihija.Violetyelmédicosesobresaltaron.—¡Madre!Aloírsuvoz,Violetlecogiólamanoysintióunainesperadaemoción.

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—Bueno, señora Speedwell, veo que ha decidido honrarnos con supresencia—declaróelmédico—.¿Cómosesiente?

—Quiero irmeacasa.Llévameacasa,Violet.Nopuedosoportaraotraenfermeraoaotromédicohusmeandoypinchándome.

Arrastrabaunpocolaspalabrasalhablarperosepodíandescifrar.Violetsevolvióhaciaelmédico.—¿Puedeirseacasa?—Sí, al final del día.—Levantó la voz y habló lentamente, como si se

dirigiera a un niño o a un extranjero—. No le pasa nada malo, señoraSpeedwell.Lohemoscomprobadoylaapoplejíafueunalesióncerebralleve.Conunpocode descanso podrá recuperarse plenamente.—Sevolvió haciaViolet—.Dígaleasuhermanoquedebedescansaralmenoscuatrosemanas,consupervisión.Unaenfermera lavisitarádosvecesaldía,perodebeestarcuidadaporsufamilia.¿Lohará?

Violet no sabía si le pedía que transmitiera elmensaje aTomo que seencargaradelcuidado,peroasintiócontaldequesefuera.

Cuandoelmédicosemarchó,laseñoraSpeedwelldijo:—¿Vienesacasa?Losojosdelamadresecruzaronconlosdesuhija.Violetnofuecapazde

contestar.Pensóentodoloquehabíareunidoalolargodelosúltimosquincemeses enWinchester: suhabitación en casade la señoraHarvey, la oficinaconMaureen,lasbordadoras,LouisaPesel,Gilda,Dorothy,loscampaneros,Keith Bain y, sobre todo, Arthur. Tomadas de una en una, eran piezaspequeñasytalvezinsignificantes,perojuntasformabanenciertomodounavida.Ahora,conunasolapregunta,parecíandesmontadas.

CuandoTomvolvióaapareceralfinaldelatarde,descansado,afeitadoysintiéndose culpable, la señora Speedwell ya estaba vestida y sentada en lacama,listaparairse.

—Hola,mamá.¡Mírate,estásmuchomejor!Losiento,hermanita—dijovolviéndose hacia Violet—. Dormí un poco y luego Evie no lograba queGladysconciliaraelsueño,yhabíaquerecogeralosniñosdelaescuela,yeltiemposemefuevolando.

—Han dado el alta a nuestra madre y está lista para marcharse—dijoViolet.

Tommiróunpococonfuso.—Bien,bueno,esoesestupendo.—Bajólavoz—.Pero¿adóndevaair?Era evidente que era reacio a llevársela con él a su casa, que ya estaba

llenadepersonasasucargo.

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—Quiero ir a casa—declaró la señora Speedwell—.Me voy a casa yVioletvendráconmigo.

Unatazadeté.No,algomássuave.Otraalmohadaparalacabeza.No,mejorun sillón junto a la chimenea. ¡Qué sabrá elmédico: descansar en la camadebilita!Máscarbónparalachimenea.Estoestádemasiadocaliente,¡semequemará la bata! Una tostada con mermelada. Pero no la mermelada deEvelyn: nunca corta la cáscara lo suficientemente fina.Pon la radio. ¡Santocielo,no,másnoticiassobreese talHitler,no!¿Porquéhablantantodeél?¿No pueden poner música? Mejor un libro: léemelo en voz alta. No, noTrollope,esaburrido.Dickens también.Wodehouse:demasiado frívolo.TalvezDiariodeundonnadie;esunaapuestasegura.

MientrasleíaenvozaltalasandanzasdeldesafortunadoseñorPooter,susufridamujer y su hijo rebelde, Violet semaravillaba de que, en solo unahora, laseñoraSpeedwellhubiesesidocapazdedevolverleeldeseodehuirdecasa.Intentórecordarloquehabíasentidoenelhospitalporsumadre,lacompasiónyel amorque la señoraSpeedwellhabíadespertadoenellay laeficacia con la que había conseguido desterrarlos en cuanto se habíarecuperado.

Loúnicoquehabíacambiadoconrespectoasuantiguoyoeraquedormíamás.Durante esas siestas,Violet pudo hacer algunas llamadas de teléfono.Primero al señorWaterman para explicarle que tendría que tomarse algúntiempolibreparacuidardesumadre.

—Claro,claro—ledijoél—.Esnormalqueunahijacuidedesumadre.¿Cuántopermisonoremuneradosetomará?

«¿Quiénpiensaahoraeneldinero?»,queríapreguntarle.—Unasemana—aventuró.—¿Solo? De hecho, señorita Speedwell, ¿está usted segura de que no

prefierecuidarpermanentementedesumadre?—No.—Esteeselproblemaquetengoconlasmecanógrafas,¿sabe?Siemprese

marchanparacasarseoparacuidardesuspadres.Poreso,mepreguntoporquélasjóvenestienentantasganasdetrabajar.

No replicó porque no quería perder su trabajo. Pero le hubiese gustadoresponderle:«Porquenoquieroserunaesclava».

—Seríadegranayudasimelodijera—añadióelseñorWaterman—paraquepudierabuscarunasustituta.

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—Novoyavolverainstalarmeencasademimadre—repitióVioletconfirmeza,aunqueintentandonoalzarlavozparaquelaseñoraSpeedwellnolaoyera.

—Bueno, tiene usted que hacer lo que le parezcamejor—dijo el señorWatermanenuntonoquedelatabasuconviccióndequeellanosabíaloqueeramejoryélsí.

—Lollamaréparainformarleencuantopueda.Violetcolgósindespedirse.Encasodeapuro,siemprepodíadecirquelo

habíahechoporqueestabaalterada,noindignada.DespuésllamóalaseñoraHarveyparainformarlayaGildaparadecirle

quenopodría ir al serviciodepresentacióndebordados.Gildaestuvomuycomprensiva y prometió describírselo con todo lujo de detalles cuandovolvieranaverseytransmitirlelasdisculpasdeVioletaLouisaPeselyalasdemásbordadoras.

—Perolasmadressonloprimero—declaró—,sonaúnmásimportantesquelacatedral.¡Considérateafortunadadetenerunadelaquecuidar!

MásdifícilfuellamaraArthur,lapersonaconlaquemásdeseabahablar,y la llamada de teléfono quemenos quería que oyera sumadre. La señoraSpeedwellnoparecíadispuestaairsealacamaeinsistióenquedarsesentadaenlasaladeestarjuntoalachimeneacuandoTomyEvelynfueronavisitarlaconGladys; los nietosmayores se habían quedado con una vecina pues supresenciaseconsiderabaexcesiva.EranpasadaslasnueveymediacuandosemarcharonyViolettardóotramediahoraenconvenceralaseñoraSpeedwellde que debía irse a la cama.Una vez allí, quiso que su hija le leyera otrofragmentodelDiariodeundonnadie.Empezóapreguntarsesisumadrenohabríaelegido intencionadamenteaquel libroquehablabadeunpadrecuyoúnicohijorompeconlasanticuadasaspiracionesdesusprogenitoresacostadeellos.PerolaseñoraSpeedwellnoparecíapercatarsedeello.Cuandoporfin se quedó dormida en medio de la escena en la que el hijo anuncia surepentinocompromisoasussorprendidospadres,eranlasdiezymedia.

VioletllamóalaFiveBells,convencidadequeArthuryasehabríaidoacasa. Cuando el taciturno mesonero le contestó, estaba tan nerviosa queapenasconsiguióarticularpalabraypreguntarporél.

—Siento muchísimo llamar a estas horas —dijo finalmente—. MeimaginoqueArthurKnightyanoestaráporaquí,¿verdad?

—Acabadeirse.Espereunminuto.Violetesperósintiendoqueelcorazónlepalpitabaenlagarganta.—¿Violet?—lallamósumadredesdeloaltodelasescaleras.

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Ellamaldijoentredientes.—¡Solounmomento,madre!—ledijo,tapandoelmicrófono.—¿Violet?—Arthur.¿Cómohassabidoqueerayo?—Bobreconociótuvoz.¿Estásbien?—Sí, sí, estoy bien, gracias. Perome temo quemimadre ha tenido un

pequeño problema. Elmédico cree que es un ataque de apoplejía. Así queestoyenSouthampton,cuidandodeella.Creoquenopodrévertemañana.Losiento—dijoreprimiendounsollozo.

—¡Violet!—LaseñoraSpeedwellestabaenloaltodelasescaleras.—¡Oh!Yotambiénlolamento.Suspalabraseranunacuerdaalaqueseagarró.—Ahoratengoqueirme.Peroyo…Yo…—Violet,¿conquiénhablas?¿QuiénesArthur?Violetcolgóelauricularymirófuriosaasumadre,preguntándosecómo

reaccionaría si le respondía: «Estoy hablando con el único hombre que heamadodesdeLaurence».

Selimitóadecir:—Vuelvealacama,madre.Estásenlacorrienteynoesbuenoparati.—Es increíblequemihijaestécharlandopor teléfonocuandosumadre

estátanenferma.—Es increíble que una madre tan enferma se levante de su cama para

espiar las conversaciones telefónicasde suhija.Quizánoestés tanenfermadespuésdetodo.

LaseñoraSpeedwellagarrósubata.—¡Cómo te atreves a sugerir semejante cosa! ¡Qué horrible y

desagradecidaeres!Sequedaronmirándoselaunaalaotra,denuevoenelconocidocampode

batalladesurelación.Entonces,elrostrodesumadresearrugó.—¡Oh,cuántoechodemenosatupadre!—suspiró,mientrassusojosse

llenabandelágrimas.AquellaslágrimassellevaronlacóleradeViolet.Sesentóenunodelos

escalones.—Yotambiénloechodemenos.YaGeorge.YaLaurence.Casi nunca pronunciaba sus nombres delante de sumadre. Entonces se

miraron,conlaescaleraquelasseparabaparecíamásfácilsersinceras.«Ha

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perdidoalamordesuvida—pensóViolet—.Yalhijodelquedebíacuidar.Pobrecilla».

—Vetealacama,madre—ledijoenuntonomásdulce—.Tetraeréaguafresca.

Sumadreasintióyregresóasudormitorioarrastrandolospies,sindarsecuentadequeVioletsesecabaunalágrima.

LaseñoraSpeedwellmejorórápidamente,asíquealcabodeunosdíasinsistióenvestirseyquedarsetodoeldíasentadaenlasaladeestar,aunquehacíaunapequeña siesta matinal y una más larga por la tarde. «Como los niñospequeños»,observóEvelyncuandofueavisitarlas.Unaenfermeraveníadosvecesaldíaparatomarlelatensiónylatemperaturayparaasegurarsedequetodo progresaba como era debido.Desde su confrontación en las escaleras,Violetysumadresellevabanmejoro,almenos,habíanacordadotácitamenteuna tregua. La señora Speedwell no le preguntaba sobre Arthur, y Violettolerabasusquejas.Leibaabuscarlastazasdeté,loschales,lasgafasylalabordepunto,quesumadreabandonabaenelregazosintocarla.Sesentabay le leía: acabó de leerle Diario de un don nadie y la convenció para queintentaraleeralgodelpopularSomersetMaugham.Subíaobajabalaradioolaapagaba.LimpiabalashabitacionessiguiendolasinstruccionesdelaseñoraSpeedwell e intentaba eliminar el olor a humedad, aunque para eso habríahechofaltaairearbienlacasa,cosaquenopodíahacerenfebrero.

Violetllamóavecinosyamigosparaorganizarvisitascortas,enlasqueservía galletas («No demasiadas —insistía la señora Speedwell— ¡o sequedarán toda la tardecomiendo!»)ycalentaba la tetera. Ibaa las tiendasycon lo que compraba preparaba comidas sencillas como tortilla, sopa depuerro y patata y lenguado hervido, y utilizaba el dinero de sumadre paraincluirunpostredemelocotónenalmíbaropiñaconnata.

Acabósiendoindispensable.Llamó a Gilda, que habló con la señorita Pesel y le envió dibujos y

materialesparahacermáscenefas.LlamóalseñorWatermanylepidióotrasemanalibrey,antesdequeélpudierainterrogarlaoreprenderla,ellaledijoquesumadre la reclamabaycolgó.Llamóa laseñoraHarvey,queempezópreguntandocómoestabasumadreyluegosiaúnpodríapagarleelalquiler.Considerólaposibilidaddepedirledineroasumadre,perolepreocupabaqueesorompieraelfrágilequilibrioquehabíanlogradoalcanzaryquelaseñoraSpeedwellledijerasimplemente:«VuelveaSouthampton».

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NollamóalaFiveBells.También cuidó de la tía Penelope cuando vino a visitarlas unos días,

aunque ella no necesitaba muchos cuidados puesto que estaba tanacostumbradaa atender las exigenciasde losdemásquedejabade lado suspropias necesidades. Penelope, una mujer dulce y afable, optaba porresponder al carácter autoritario de su hermana con una risita nerviosa.Eracomo observar a alguien golpear una almohada que es tan blanda que losgolpesnolaafectan.VioletempezóasentirquevivíanenunanoveladeJaneAusten,pero,almenos,labrevepresenciadesutíalediounrespiro.

CuandolatíaPeneloperegresóasusresponsabilidadesenHorsham,ytrasun día especialmente agotador de tanto trajinar cumpliendo órdenes, por latardesealegródequellegaraTom,quehabíacogidolacostumbredepasaraverlas después del trabajo antes de irse a casa con Evelyn y los niños. Laseñora Speedwell dormía junto a la chimenea, después de que Violet lehubiera leído historias cortas de Maugham durante gran parte de la tarde.Cuando suhermanogritó «¡Hola!»,Violet se apresuró a ir a la puerta paraevitar que siguiera levantando la voz.Él lemostró la botella de brandi quehabíatraído.

—Penséquepodríasnecesitarlaparaseguiraquí—susurró.Violetloacompañóhastalacocina,dondelosfogonesmanteníanbastante

elcalorydondepodíancerrarlapuertayhablarsinquesumadrelosoyera.Unasopaalcurrihervíaafuegolentoydispersabaporlacocinaunagradableoloracarne.

—¿Cómoestámamáhoy?—preguntóTommientrasViolet ibaabuscardosvasos.

—Está bien.He conseguido que se quede dormida de aburrimiento conSomersetMaugham,aunqueyohedisfrutado.

—Tengoquedecir que estás haciendoun trabajomagnífico cuidándola.Muchomejordeloqueesperaba.Losiento—añadió—.Hasonadomal.Noqueríadecireso.

—Séaloqueterefieres—dijoVioletsirviendoelbrandi—.Niyomismacreíaqueseríacapazdeaguantartanto.

Alzóelvasoybebieron.—Yahora—añadió—quieroirmeacasa.Tompermanecióensilencioporunmomento.—¿Esqueestanoestucasa?Afindecuentas,hasvividoaquítreintay

ochoaños,mientrasquesolohasestadoenWinchesteralgomásdeunaño.

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EraciertoqueVioletconocíacadaoscurorincón,cadapeldañochirrianteycadacortinadesteñidadeestacasa,hastaelpuntodequeesascosasestabangrabadas inconscientemente en su cerebro. Pero eso no lo convertía en suhogar.

—¿Noeresmásútilcuidandodemamáquemecanografiandoformulariosparapersonasquenoconoces?—continuóél—.¿QuéteimportaatiSouthernCountiesInsuranceoquélesimportastúaellos?

—Esa no es la única parte demi vida enWinchester—replicó ella—.Tambiénestánlasbordadoras.

No podía añadir nada sobre los campaneros o sobreArthur, ni sobre lasensación que tenía de estar construyendo allí una vida propia; de estarconstruyéndose a sí misma. Él no la comprendería: él ya no tenía queconstruirnada,eraunhombrehechoyderecho.

—¿Esquemamánocuentamásqueelbordado?Deaquellamanera,suhermanoutilizabaargumentosparecidosa losdel

señorWaterman.Yesoledolió.—EnNavidadmedijistequetealegrabaspormí,queparecieratanfeliz

enWinchester.—Sí, pero entonces mamá no estaba enferma. Eso cambia mucho las

cosas,¿nocrees?Sequedaronensilencio.VioletdecidiópasarporaltoloqueTomacababa

dedecir.—TengoquevolveraWinchesterdentrodepocopara reanudarmivida

—declaró—.Quería hablarte de lo que podíamos hacer con nuestramadre.Ahora estámuchomejor y, aunque ella no lo crea, pienso que puede estarsola.

Violetnoestabadel todoseguradeeso.Dossemanasnoeran lomismoquelascuatrodereposoquehabíaprescritoelmédico.

Tomsebebióelbrandideuntrago.—Eviemeadvirtióquediríaseso.Violetdepositósuvasoenlamesa.—¿Y tú pensaste que podrías sobornarme con una botella de brandi?

Deberíadartevergüenza,Tom.—¡No! No, lo comprendo, hermanita. Pero no podemos dejar sola a

mamá.Estámejorporquetúestásaquíconella.Siladejamossola,aunquelasenfermeras la visiten todos los días y volvamos a contratar a la criada, sedebilitaráysufriráunacaídaodejarádecomer.Evieestápreocupada,losdosloestamos,dequealfinaltengamosquellevárnoslaacasa.Lostrespequeños

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yanosdanmuchísimotrabajo.Cuidardeotrapersona,especialmenteunatandifícil como mamá… bueno, sinceramente nos aterra. Seguro que loentiendes.

Loentendía.Sepreguntósitambiénles«aterraba»laposibilidaddequelapropiaVioletfueraavivirconellosalgúndía.Nuncalohabíanhablado,laspocas veces que ella había sacado el tema, Tom había puesto fin a laconversacióndiciendo:«Oh,nodebespreocupartedeesoahora.Nosquedaunlargocaminoantesdetenerquepensareneso».

Peroahora,sinosemanteníafirmeydejabaclarasupostura—queotrosconsideraríanegoísta—,acabaríaensuantiguodormitorioycuidandodesumadre.

—Dime—le dijo—. ¿Qué pasaría si estuviera casada y tuviera niños?¿Estaríamosteniendoestaconversación?

—Peronotienesnimaridonihijos—respondióTom—.Sientoquenolostengas,peroeslarealidad.

—Deacuerdo,pero¿quédiríamossi tuvieraunafamilia?¿Cuálesseríanlasopcionesentonces?¿Porquénopodemosdiscutiresasopciones?

Tomfruncióelceño.—Bueno…Supongoqueestudiaríamos laposibilidadde teneraalguien

interno. No necesariamente una enfermera, sino alguien que le hicieracompañía.Alguienquepudieracocinarparamamáyestarconella,notodoeldía,peroquepudieraleerleyesascosas.Acambiodelalquiler.Alguienqueestuvierainsitusihubieraunproblema,yquepudierallamarnosanosotrosoalmédico.

—Insitu—repitióViolet.—Sí,insitu.Sabesloquesignifica,¿verdad?Esunaexpresiónlatina…—Séloquesignifica—lointerrumpióViolet—.Eslatín.—¿Quépasa?—Semeestáocurriendounasolución.

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Violet nunca había pensado que se alegraría tanto de regresar a la heladaoficinadeSouthernCountiesydevolveraversuchaquetadepuntomarróncolgadade la silla; ni de toparse conMaureenquieta en la puerta, conunatazadetéenlamano,yverquesucaraagriaseleiluminabaconunasonrisa.

—¡Santocielo,quéalegríaquehayasvuelto!—exclamó—.Creíaqueibaaahogarmeentrelospapeles.

Se apresuró, derramando té en el suelo con las prisas, y le mostró losimpresosqueseamontonabanjuntoasumáquinadeescribir.

—Por no hablar de lo terriblemente aburrido que es estar aquí todo elsantodíasola.

Violet sonrió:Maureenhacíaqueparecieraqueeran lasmejoresamigasdelmundo,olvidandooportunamentelafrialdadquesehabíainstaladopocoantesentreellas.AunqueViolettambiénestabadispuestaaolvidarla.

—¿NotedijoelseñorWatermanquevolvíahoy?—El señorWatermannomecuentanada, solomedijoque ibas a estar

fuerahastanuevoavisoyqueyodebíaapañármelaslomejorquepudiera,yusarsolounaestufa—dijoseñalandolanuevaestufaBellingqueViolethabíacomprado—.¡Ahorapodemosencenderlasdosotravez!Ten,cogeeste,voyaprepararotro.—MaureenlediosutéaVioletyluegoseagachóparapulsarel interruptor—.Me tuve que enterar de lo de tumadre porOlive. ¿Cómoestá?

—Muchomejor,gracias.—¿Quiénlaestácuidando?

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—Tieneunainquilinaquelecocinaylehacecompañía—ledijoVioletsinmencionarquesetratabaenrealidaddeDorothyJordan.

Dejó la taza y el platillo al lado del bolso ymiró a su alrededor. Solohabíaestadofueradossemanas,perolaoficinaparecíadistinta:pequeña,grisypocoestimulante.AunqueestabacontentadereanudarsuvidadespuésdelparéntesisdeSouthampton,ahoraVioletsedabacuentadequenosequedaríaallí para siempre. Tendría que seguir adelante y encontrar otra manera devivir.

FueporesarepentinacomprensiónporloquesuposteriorreuniónconelseñorWatermannolaafectótantocomopensaba.Éllallamóasudespachopara darle la bienvenida, le preguntó por su madre e incluso hizo uncomentariosobrelaeficienciadeMaureenalahoradegestionarunamayorcargadetrabajo.

—Por supuesto me preocupa que nuestro equipo de mecanografía estéíntegramente compuesto de chicas en las que no puedo confiar del todo—añadiódándolelavueltaaunpisapapelesdecristalquehabíaensuescritorio.

Violetsintióqueselecontraíalacolumna.—¿Quéquieredecir?—Bueno, es probable que Maureen siga el ejemplo de Olive, ¿no? Se

casaráysemarchará,comohacenlamayoríadelaschicasquecontratamos.Las solteras sonmás fiables—dijo sinpercatarsede lamuecadeViolet—,perosuelenacabarcuidandodesusancianospadres,¿no?

Violetseloquedómirando.NisiquieralareferenciaaDickenssuavizóelgolpe.

—¿Qué querría que hiciésemos, señorWaterman? ¿Anteponer nuestrostrabajosanuestrasfamilias?

—Claroqueno,claroqueno.Dehecho,esporelloporloquelaschicassemarchancuandosecasan:paracentrarseensufamilia.

—Sino tuviera una esposaque cuidapor ustedde sus ancianospadres,como sospecho que hace—le bastó con ver la cara de sorpresa del señorWatermanparaconfirmarquesospechababien—,¿quéharíaustedsielloslonecesitaran?

ElseñorWatermanseirguióenlasilla.—Bueno, bueno, señorita Speedwell, no veo ninguna necesidad de

adentrarseenelterrenopersonal.Enabsoluto.—Puesesjustoloqueustedacabadehacerconmigo.—Sí,peroesmitrabajocomosupervisorvelarporlosintereses,nosolo

demisempleados,sinotambiéndeSouthernCountiesInsurance.Sientoque

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nopuedaverlousteddeestaforma.—Talvezharíamejorcontratandoaviejasviudasquenotienenintención

de volver a casarse —observó Violet bromeando solo a medias—. O ahombres.

—Bueno,espocoprobableque loshombresquieranmecanografiar todoeldía, ¿no cree?Esuna…unaocupación femenina, diríayo, incluso ahoraquehayescasezdeempleos.Perounaviuda…

Lediootravueltaalpisapapeles,pensativo.«Pronto le daré más quebraderos de cabeza, cuando le presente mi

renuncia», pensó Violet, adquiriendo conciencia de que ahora que habíavuelto,estabalistaparavolverseamarchar.

Su regreso con las bordadoras tuvo más éxito. Todas parecían realmentecontentasdeverla,inclusolaseñoraBiggins,quesemostrómuycomplacidadequeViolethubierahechocenefasparacojinesensutiempolibreencasadesumadre.

—Lealtad y trabajo duro, eso es lo queme gusta en una bordadora—declaró—.Porlacatedralyporlafamilia.

MabelWaylehizounaseñayledijo:—Cuandoestéslistavenavermeparaquetedémásmaterial.Gildalaabrazóysusurró:—Muchísimas gracias por encontrarle a Dorothy un lugar donde vivir.

¡Eresunaverdaderaamiga!Entoncessesentóconellay,talcomolehabíaprometido,ledescribióel

serviciodelasbordadorasqueVioletsehabíaperdido.—Tienesqueiryverloscojinespuestosensusitio—dijoparaacabar—.

Hayunmontónysonmagníficos:escomotenerpequeñosfragmentosdelasvidrierasen todos losasientos.Ahorapuedesvercuálseráelefectocuandohayamosacabadoelproyectoyhayamuchosmás.Yalparecer,eldomingoutilizaron las nuevas bolsas de limosnas ¡y consiguieron un tercio más dedonaciones que habitualmente! Por supuesto, los sacristanes se quejaronporque tardaron el doble de tiempo en completar la recaudación, todo elmundoqueríaestudiardecercalasbolsas,yesotrastocóelritmodelservicio.Imagínate,Violet:¡tulaborpasandodemanoenmanoenlosañosquequedanporvenir!

Estaban juntas y charlaban tranquilamente mientras bordaban. Habíamenos tensiónen la salaalrededordeGildaqueenenero,cuando lascosas

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habíanllegadoaunpuntocríticoconDorothy.Lasdemásbordadorasyanolelanzabanmiraditasnisusurrabanentreellas,yvolvíanaescucharlashistoriasdeGildayareírsedeellas.Dorothynoestabapresenteyesohacíaquefueramásfácilignorarelhechodequeeranunapareja.

—Dorothymeha contado que se ha integrado bien enSouthampton—dijoGildabajandolavoz.

—Sí, es cierto—le contestóViolet en elmismo tono—.Me sorprendióbastante,puestoquemimadrenoeslapersonamásfácildesatisfacer.Seloadvertí.

En efecto, desde el principio, Dorothy se mantuvo impasible ante laseñoraSpeedwell.Aunqueestabaagradecidade tenergratisun lugardondevivir,dejóclaroasumaneraquesereservaríatiempoparabordarloscojinesdelseñorylaseñoraWatermanoparatomareltrenaWinchesteradarclasesdelatínaalgunosniños.NosehacíalavíctimanitampocoselopermitíaalaseñoraSpeedwell.Nosehumillabani cedíaanteel aluvióndeexigenciasyquejas. En la primera mañana, mientras Violet seguía allí para facilitar latransición,larespuestadeDorothyalaordendelaseñoraSpeedwelldequeletrajeraotratazadetéfue:

—Todastomaremoseltéconlamerienda.La madre de Violet se quedó tan perpleja que no volvió a exigirlo.

Cuando se quejó de que la sopa de verdura de su inquilina estaba un pocososa,Dorothylepasóelsalero.

—Puedehacerustedmismalasopa,siloprefiere—lesugirió—.Amínomeimportaría.

Se negó a leer elMail o elExpress en voz alta y le devolvió los dosperiódicosalaseñoraSpeedwell,diciendo:

—No me interesan estos diarios ni sus opiniones, así que tendrá queleerlosustedsola.

TambiénrechazóloslibrosquelaseñoraSpeedwellqueríaqueleleyeraenvozaltay, en cambio, insistió en leer clásicos latinos.CuandoViolet semarchó,leestabaleyendolaEneidadeVirgilio,primerounapáginaenlatínyluego la traducción inglesa. La señora Speedwell no tardó en quedarsedormida.EraevidentequeDorothylaestabadomando.

—¿ConsiguesveraDorothy?—lepreguntóVioletaGilda.—De tanto en tanto, cuandoviene adar las clasesparticulares.—Gilda

hizo unamueca—.No es como antes, cuando teníamos todo el tiempo delmundo.Peroesmejorquenada.Tendremosqueencontrarunamanera.¡Talvezmemudeyotambiéncontumadre!

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Violetsedetuvoconlaagujaentredosagujerosdelateladecáñamo.Sumadre había utilizado una vez la palabra «pervertidas» para describir a dosmujeresquevivíanjuntasenlacallecontiguayahoraVioletcomprendióquedebíandeserpareja.¿QuédiríalaseñoraSpeedwelldesemejanteperversiónensupropiacasa?

Cuando acabó la reunión de las bordadoras, fue a la catedral para ver loscojines, apretando el paso por la nave central y subiendo las escaleras quellevaban al coro.Casi no le sorprendió ver aArthur sentado en uno de losasientosdelcoroconuncojínenel regazo.Violetdeseabaque laestuvieraesperando; sin embargo, al verlo allí sentado tuvo sentimientoscontradictorios. Notó que el corazón le daba un vuelco, era la alegre yenfermizasensaciónllamadaamor.Almismotiempoestabaaliviadadepodersentarseconélyhablarledelosdíasquehabíapasadoconsumadre,ydelocontenta que estaba de que se volvieran a encontrar; y del alboroto en eltrabajoydeloquepodríahacerdespués.Queríaexplicarletodoeso,hablarloconél comosehaceconunesposo; como lohabríahechoconLaurence siaúnviviera.PeroArthurnoerasuesposo;eraelmaridodeotramujer.

También estaba un poco decepcionada de que él ya hubiese visto loscojines,puesaella lehubieragustadomostrárseloscongestotriunfal,sobretodo el que Arthur tenía en lasmanos en aquelmomento: el cojín del reyArturoquehabíahechoDorothy.

Arthurlodejóaunladoyselevantómientrasellaseacercaba.—Violet.—Mealegratantoverteaquí—ledijoella.Alargó lamanoporquequería sentir que la tocabay él se la cogió y la

estrechócomosilosestuvieranpresentandoformalmente.Teníalamanofríay Violet advirtió entonces la gélida temperatura de la catedral, pese a queestaban a principios de marzo y creía que habían dejado el invierno atrás.Pero los grandes edificios de piedra siempre tardaban más en calentarse yenfriarse.

UnacuriosamezcladeemocionescruzóelrostrodeArthur.Eraevidentequesealegrabadeverlaytambiénqueestabaaliviado.Ellanohabíapodidovolver a hablar con él después de aquella llamada de teléfono corta einterrumpida.Tal vez la había esperado allí todos losmiércoles para ver siveníadespuésdelasclasesdebordado.Perohabíaalgomás:estabamolesto.¿Eraporalgoqueellahabíahecho?

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—¿Quépasa?—preguntó.Con un gesto de la mano, Arthur restó importancia a lo que fuera que

estabapasando.—¿Cómoestátumadre?Eralapreguntaquehacíatodoelmundo,Violetsehabíadadocuentade

ello.Nadielepreguntabacómoestabaella.—Mimadreseestárecuperando.Unadelasbordadorassehainstaladoen

sucasaylacuida.DorothyJordan,laconocisteenlamisadelgallo.—Ah,sí,latocayadelaactriz.Bien.¿Tevolvióunpocolocatumadre?—Sí.Pero…bueno, llegamosaunaespeciedeentente.Yrealmentefue

graciasati.Arthuralzólascejas.—Algoquedijisteunavez—leexplicóViolet—sobreperderaunhijo.

Cómoesocambiaaunpadre.Esohizoquemefueramásfácilverporquéescómoes.Gracias.

Arthurhizounareverencia.—Mealegrahabertesidoútil.—¿Hasvistoloscojines?Arthurasintió.—Sí,loshevisto—dijoapretandolamandíbula.«Elproblemasonloscojines»,pensóViolet,perpleja.No lograba comprender por qué: eran muy llamativos y aunque hasta

entonces solo había unos pocos dispersos por los asientos del coro,iluminabanyrealzabanlaoscuramadera.Teníanundibujohermosoypocousual, y estaban elaborados con primor, sin una puntada fuera de lugar:realmentenolograbaadivinarporquépodíanmolestarleaalguien.

«¿Acasosumujeresbordadora?—sepreguntó—.Talvezestápensandoen que ella debería haber participado en el proyecto de los cojines para lacatedral». Violet recordó la única vez que pudo entrever a Jean Knight,sentada en el jardín deNetherWallop, con su larga cabellera gris, los ojoscerradosyelrostroresplandecienteexpuestoalsol.¿Eraeseelrostrodeunabordadora?Noteníaniidea.

Actuó con cautela, centrándose en el tema del cojín más que en elbordado.

—CreíaqueelcojíndelreyArturotegustaría.Peromepreguntoporquéestá relacionado con Winchester. —Violet formuló la preguntadeliberadamente, pues sabía que, como muchos hombres, a Arthur leencantabaexplicarcosasaunpúblicocomplaciente.

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Enefecto,seanimó.—¿HasvistolaTablaRedondaquecuelgaenlaGranSala,loúnicoque

quedadelcastillodeWinchester?Violet asintió.Había llevado aMarjoryyEdward a visitarlo, y después

habían entablado la inevitable lucha de espadas utilizando juncos quearrancaronaorillasdelrío.Latablaeraenorme,deseismetrosdediámetro,yestabapintadaenveinticuatrosegmentosverdesyblancos;enlossegmentosaparecían los nombres de cada uno de los caballeros del reyArturo. En elcentro había unaRosaTudor roja y blanca, y un retrato del rey vestido derojo,blancoyazul,sosteniendounaespada.

—Esunaréplicamedievalde laMesaRedondadel reyArturo,quemástarde fuedecoradaporordendel reyEnriqueVIII.EnalgunaocasiónsehasugeridoqueelcastillodeWinchesterpodríahabersidoCamelot,aunqueporsupuesto no hay pruebas históricas. De hecho, ni siquiera las hay de laexistencia del propio reyArturo.Esperoque el cojín solo esté jugando conesosrumores.

Despuésdeesabrevellamaradadeinterés,volvióahundirsedenuevoenunaespeciedemelancolía,comosihablardelcojínlerecordaraalgoquenolegustaba.

No le hizopreguntasyViolet sintió la necesidadde llenar el incómodosilencio.Cogióelcojínypasólamanoporencima.

—Eldibujoesmuybonito,¿nocrees?SybilBlunthadiseñadotodoslosmedalloneshistóricos.DorothyJordanhizoelpetitpoint.Elpaisajederocasyárbolesdetrásdelaespadayelescudotienenunsombreadoprecioso,¿noteparece? Y la señorita Pesel diseñó el entorno, que es una combinación depuntadas grandes en tela de cáñamo conpetit point, para darle una texturavariada.LaseñoritaPeseles lista.Otrabordadorahizo lospuntos.Después,colocóconsumocuidadoelmedallóndepetitpointparaquenosevieraquehabíasidohechopordosmanosdistintas.—Observó lacostura—.¿Ves lospequeñospuntosdecoloramarillodentrodelosnudosazules?¿Yeseverdeenrelievejuntoalasfloresrojas?¿Yelpuntodecruzazulclaroalrededordelmedallón?TodoellohasidoconsideradoconcuidadoporlaseñoritaPeselydavidaaldibujo.

Eraconscientedequeestabadandounaconferencia,peroArthurlaestabaponiendonerviosa.

—¿Yquiéndiseñóycosiólalargacenefa?Arthur giró el cojín de forma que ambos pudieran ver la banda de dos

centímetrosquedabaprofundidadalcojínporloslados.

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Violetsonrió.Élhabíaelegidolasorpresaqueellaseestabareservando.—LaseñoritaPeselladiseñó,y…bueno,fuiyo.Yocosílacenefa.Estabasatisfechadehaberparticipado,aunquefueramodestamente,enla

elaboracióndelcojínquellevabaelnombredeArthur.—Locosistetú.La expresión de Arthur paralizó a Violet. Algo iba mal y a ella se le

escapaba qué era. Observó atentamente la cenefa en busca de algunairregularidad en las puntadas, o de colores equivocados o algún aspectodesagradable en el diseño. La cenefa estaba compuesta de pequeñoscuadradosazulesconcontornosamarillos.Cadadoscuadradoshabíafloresdecuatropétalossombreadasde rojoy rosaconelcentroamarillo.Losdemáscuadrados eran de cuatro líneas amarillas dobladas en ángulo recto querecordabanunpocoaunaaraña.

—Yo…Supongoquepodríahabermeesmeradoparaquelaspuntadasdecolor rojo y rosa de los pétalos fueranmás claras—confesó—.En algunoslugaresresultanconfusas.AlaseñoritaPeselnoparecíaimportarleyesoquees una perfeccionista. Todas hemos tenido que deshacer nuestros bordadosparaestaralaalturadesusexigencias.

—¿Nuncacuestionassusdibujos?—No.Nosdaunpocodelibertadencuantoalaeleccióndeloscolores,

peroesmuyclaraconrespectoalosdibujos.Sabemuchísimosobrebordado,detodosloslugaresdelmundo,ycreoquetienemuchosconocimientossobreloquefuncionamejor.Mefíodesubuencriterio.

—Asíquenocuestionastesudecisióndeincluiresvásticaseneldibujo.Violetseloquedómirando.ElbigotedeArthurtemblaba,undiminutotic

nervioso.Luegomirólacenefayenrojeció.Porsupuesto,laslíneasamarillasformabanesvásticas.Lohabíavistocuandoempezóacoserlacenefa.Peronose le había ocurrido definirlas en otros términos que no fueran como undiseño de Louisa Pesel para una cenefa, un encargo que Violet aceptó sinformularningunapregunta.Aquellasesvásticasnoteníanlaspuntasdobladasni estaban representadas en negro sobre un fondo blanco y rojo, como lasnazis. Eran de lana, de un color amarillo suave y difuso, en punto de cruzalargado, rodeadas de azul, salpicado de flores. No tenían nada deamenazadornidepolítico.PeroVioletcomprendía la impresiónquepodíancausarsiseveíanatravésdelosojosdeArthur.

Éllaobservaba;ellasedabacuentadequeregistrabacadaexpresiónquecruzabasucara,enbuscaderespuestasquelotranquilizaran.Violetnosabíacuáldebíadar.

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—Losiento—dijo—.Nopenséenellocuandohacíalacenefa.Yo…—intentabaquitarhierroalasunto—lasveíacomounoshombrecillosamarilloscorriendo.

—Hombrecillos amarillos corriendo —repitió Arthur y al oírlo, Violetsupoqueeralarespuestaequivocada.

Intentóreparareldaño.—Sonsolopartedeldibujo.Partedelaimagenmásgrande.Nolasasocié

conlosnazis.—No. No lo hiciste. —Arthur se quedó un instante en silencio, su

decepciónerapalpable.LuegodejóelcojíndelreyArturoenelasientodeallado, con cuidado, como si fuera de porcelana—.Me temo que tengo queirme,voyaveraunodelossacristanes.¿Medisculpas?

Lasaludóconungestodelacabeza,sediomediavueltaysealejóporelpasajeabovedadodelanavenortejuntoalgrabadodeHareyCoppar.

Violetconsiguióaguantarhastaqueélestuvoaunadistanciaseguraantesdeecharseallorar.

AsíselaencontróLouisaPesel,sollozandomientrasbuscabaunpañueloenelbolso.

—¿Qué le pasa, querida? —murmuró su profesora, sentándose en elasientocontiguo—.¿Quéhasucedido?

—¡Oh!Nada,esque…—Violetsacóunpañueloysesecólosojos.EraeldeArthur,elquenuncalehabíadevuelto—.Essoloque…¡Dios!

Nopodíahablar,puessabíaque losojosse le llenaríande lágrimasotravez.

LaseñoritaPeselparecíacomprenderloyesperó.Violetsuspiró.—EselcojíndelreyArturo.—¿Sí?—Se lo he enseñado a un amigo y me ha preguntado por las… las

esvásticas,ynohesabidoquédecir.Leempezaronatemblarloslabios.—Ah—dijoLouisaPeselmirandoalrededor—.¿Suamigosigueaquí?—Haidoaveralossacristanes.Almenos,esoesloquehadicho.Talvez

sehayamarchadoya.—¿Ycómosellama?—Arthur.ArthurKnight.—De acuerdo.—La señorita Pesel le acarició la mano—. Espere aquí.

Vuelvoenseguida.

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Selevantóysedirigióaltranseptonorte,mientrasseoíaeltaconeosecodesuszapatosdesalón.AViolet,elsonidoleparecíareconfortante.LouisaPesel era clara, y seguro que ella tendría una respuestamuy distinta a suspropiasideasconfusas.

NotardóenregresarseguidadeArthur,queteníaunaexpresióndudosaenlacara.Violetmetióelpañueloenelbolsoantesdequeélpudieraverlo.

—Resulta que el señor Knight y yo ya nos conocíamos —anunció laseñoritaPesel—.Mesonabasunombre.LosdosestábamosenelserviciodesanSuitunodelañopasado,élenrepresentacióndeloscampanerosyyodelas bordadoras. Bueno, la señorita Speedwell me dice que tiene usted unapreguntasobreeldibujodelcojíndelreyArturo,¿esesocierto?

Sutonoerafirmecomoeldeunadirectoradeescuelay,alnotarlo,Arthurseenderezó,yaVioletleentraronganasdereírcomounacolegiala,pesealaseriedaddelmomento.

—Enefecto.Mepreguntoporquéhaelegidoustedincluiresvásticasenlacenefa,dadasuasociaciónconelpartidonazi.

LouisaPeselasintió.—Es una preocupación comprensible, pero no es exacta. No son

esvásticas.Sonfylfots.—Fylfots—repitióArthur.—Sí.Esunaviejapalabra anglosajonaque significa«cruzgamada».Se

trata de un símbolo antiguo que se ha usado durante más de mil años enmuchasculturasyreligiones,desdelaIndiahastaEscandinavia,yesespecialenelhinduismoyelbudismo.Unsímbolodeluz,vidaybuenafortuna.Yomisma lo he visto en la arquitectura griega, también en antiguos jarronesgriegos, incluso en Egipto, cuando lo visité. Los coptos lo usaban tambiénallí.

SiArthurestabaimpresionadoporlomuchoquehabíaviajadolaseñoritaPesel,nolodemostró.

—¿Dedóndecreequelotomóelpartidonazi?—añadióella—.Noseloinventaronellos.

—El antiguo símbolo va en dirección contraria a las agujas del reloj,mientrasqueelemblemanazivaenladirecciónhoraria—contestóArthur—.Aligualquelossímbolosdeestecojín.

Locogióyse lomostró,aunqueVioletpodríahaberledichoqueLouisaPeselconocíacadacentímetrodetodoslosdibujos,dehechopodríahaberlosdescritocondetallesqueélnisiquieraentendería:laspuntadasutilizadas,loscoloresdelalanay,alparecer,elsignificadodecadasímbolo.Violetestuvoa

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puntodehacerunamuecadedisgusto,puestoqueeltonoyelgestodeArthurtenían algo demezquino. Pero no estaba en condiciones de juzgar: ella nohabíacuestionadolasesvásticascuandodeberíahaberlohecho.

LouisaPeselnegóconlamano.—El símbolo no va en ninguna dirección. Se ha utilizado en ambos

sentidosdurantesiglos.Selodemostraré.Sediomediavueltay,parasorpresadeViolet,cruzóelpasajeabovedado

endirecciónaltranseptosurylanave.—¡Tráiganmeelcojín!—dijoaltiempoquesealejaba.VioletyArthursemiraronelunoalotro,mientrasseguíana laseñorita

Pesel. Ella los precedió por la nave surmás allá del transepto y se detuvodelantedelacapilladelobispoEdington,unadelassieteconstruidasparalosobisposmásinfluyentesdelacatedral.Habíasidodiseñadaenelestilogóticoyestabacerradaconunapuertademaderapintadadeazulquemanteníafueraa los visitantes excepto cuando se rezaban oraciones en la capilla para elobispo. Su tumba se veía bien desde las hileras de estrechas ventanas conarcosfestoneadosquecomponíanlascuatroparedesyquealigerabanmucholaconstrucción.

—Aquí.MirenlatumbadeEdington—ordenóLouisaPesel—.Apartedealguna de las esculturas medievales más bellas que puedan encontrarse enningúnsitio,¿quéven?

Violet yArthur se asomaron a las ventanas adyacentes. Sobre la tumbahabíaunaestatuayacentedealabastrodecuerpoenterodelobispoEdington,ataviado con casulla y corona, la cabeza apoyada sobre una almohada depiedra, las manos cruzadas sobre el pecho, ocultas debajo de las mangasdrapeadasdesusotana.Elalabastrotalladoeradelicadoybrillante,detonogrisperla.Deinmediato,VioletsesobresaltóaladvertirloqueLouisaPeselqueríaquevieran.Yaconocíaestacapillaylaestatua,perodealgunamaneranosehabíapercatadodelapresenciadeunaprominentefiladeesvásticasquedecorabanlaestoladelobispo:unafranjalargayestrechaderopaquellevabaalrededor del cuello y que descendía por las mangas. También habíaesvásticasenelcuelloeinclusoenlatelaquecubríalospies.

Y no solo eso: se sorprendió también de que las esvásticas estuvieranseparadas por flores de cuatro pétalos, exactamente iguales a las que ellahabía bordado en la cenefa del cojín. Incluso estaban enmarcadas porrebordes de alabastro. La señorita Pesel había copiado exactamente aqueldibujopara lacenefa.Violetqueríaecharseareíryesofueprecisamente lo

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quehizoArthur:nosoltóunacarcajada,sinomásbienunarisita.Sonócomounaexpresióndesorpresa,dedesconciertoydeconcesión.

—Estosonfylfotsocrucesgamadas—declaróLouisaPesel—.EsvásticasdelsigloXIV,siloprefiere.Ycomoveráyaestabancolocadasenelsentidodelasagujasdelreloj,muchoantesdequeundiseñadornazidecidierafijarseenellas.

Lasexaminaronensilencio.LouisaPeseldebiódedarsecuentadequenohacíafaltadecirnadamás:lascrucesgamadashablabanporsísolas.

Alcabodeunosminutos,Arthurseapartódelaventana.Violetsiguiósuejemplo.

—Es verdaderamente extraordinario —dijo él—. Llevo cuarenta añosviniendoaestacatedral,yheobservadoestatumbamilvecesynuncahabíaadvertido las esvásticas.Los fylfots—se corrigió—.Y creía ser unhombreobservador.

—Enmis diseños para los cojines y reclinatorios de la catedral me heinspiradoenmuchospatronesysímbolos—dijolaseñoritaPesel—.AlgunosdelosnudoscentralesdelosreclinatoriosprocedendedechadosisabelinosodeunlibrodepatronesdebordadodelsigloXVIdeunimpresorllamadoPeterQuentel. Pero me gusta vincular los diseños a los que ya existen en lacatedral. Por ejemplo, algunos procedían de las baldosas medievales deltrascoro,ytambiéndelasnervadurasdelamaderaylapiedraquehayenlostechosabovedadosdelanaveydelpresbiterio.¿Lashanvisto?

VioletyArthurasintieron.Violet las estudiabaavecesenelpresbiteriodurantelasvísperas.Aunqueestabanmuyaltasyerandifícilesdedistinguir,sentíaquerepresentabanpatronesysímbolosqueguardabanecosdelpasado.

—Creoquesonsobre todoemblemasheráldicos—sugirióArthurenuntonodevozmuchomenosseguroymásrespetuoso,dirigiéndosealaexpertaLouisaPesel.

—Sí, y se remontan al siglo XIII, aunque algunos son un poco másrecientes.HayvariosescudosdearmasdefamiliasadineradasdeWinchester,perotambiénmotivosdecorativosdehojasyanimales.Creoqueinclusohayun león con un cerdo en la boca. Lo descubrí en una ocasiónmirando conprismáticos. Pone demanifiesto una excepcional destreza, sobre todo si setieneencuentaquelosartesanosquelohicieronsabíanqueunavezcolocadoeneselugarnadiepodríaobservarlosdetallesdecerca.Elhechodequelostalladoreshicieranalgotanhermosoquenadiepodríaverdemuestraqueerarealmenteuntrabajorealizadoconamorporlacatedral.¡Porquesupongoquenunca se imaginaron que alguien inventaría los prismáticos! Pero usted

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comprende el sentimiento, ¿verdad, Violet? ¿La necesidad de hacer suspuntadaslomejorposible,independientementedesialguienreparaenellas?

Violetasintió.—Escomo la campanología—dijoArthur—.Tocamos las campanas lo

mejor que podemos, aunque nadie se dé cuenta de los errores ni de losrepiques perfectos. A diferencia de la talla o del bordado, el sonido de lascampanasnoperdura.

—Exceptoenlamemoria—sentencióLouisaPesel—.Lamemoriapuedesermuyfuerte.

—Enefecto.—Fuemuyinteligenteporsupartebasarlacenefadelcojínenelmotivo

delaestoladelobispo—dijoViolet—.Seprestaparaello.Arthur levantó el cojín para que pudieran comparar la cenefa con la

estatua.LouisaPeselasintió.—Escierto.¡Elescultorerauntipolisto!Loscuatropétalosdelasflores

recuerdan a los cuatro brazos de la cruz gamada, pero proporcionan unatranquila puntuación entre el movimiento de los símbolos. Es eso lo queresultainteligentedelacruzgamada:parecequeestéenmovimiento.Graciasaello,eldiseñonoesestático.Nopuderesistirmeautilizarlo.

Arthurbajóelcojín.—Sin embargo, siento curiosidad por una cosa. Sin duda, cuando las

diseñó era usted consciente del carácter cada vez más controvertido de laesvástica como símbolo. Sería fácil cometer el error de suponer que ladiseñadoraolabordadora—dijohaciendoungestohaciaViolet—apoyabanalpartidonazi.

LouisaPeselenderezólaespalda.—Sería en efecto una suposiciónmuydesafortunada.Pero yo adopto la

perspectivaalargoplazo,amuylargoplazo.Esloquetienetrabajarenunacatedral de novecientos años. Estos símbolos —dijo señalando las crucesgamadas que adornaban la estatua del obispo— tienen miles de años.Sobreviviránalpartidodelosfascistas.Nosentílanecesidaddecomplacerlesdejando de utilizar un buen diseño cuando lo vi. De haberlo hecho, elloshabrían ganado, ¿no cree? En lugar de ceder ante esta circunstancia, yo loreclamoporsuverdaderosignificado.Noeselpartidonazielquedecidepormícómointerpretarelfylfot.Apeloalalargahistoriadelsímbolo;esoesloque me importa de verdad. Espero que cuando la gente vea los fylfots seacuerden de ellos cada vez que se sienten en la sillería del coro y los

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relacionen con la catedral y con el obispoEdington, y no con los fascistasalemanes.ElescultordeEdingtonutilizóelsímbolocontodainocencia.Yoloheusadocomounactode subversión.Una solahebrapuedemarcarunagrandiferencia.

Arthurladeólacabeza.—Nosésiesustedvalienteoinsensata,señoritaPesel.LouisaPeselseechóareír.—Posiblementeunpocodeambascosas.Violet observó cómo se sonreían, era evidente que estaban cómodos el

unoconelotroyyanodiscutíansobrelainterpretacióndelossímbolos.«Haencontradolahormadesuzapato»,pensó.LaseñoritaPeseltendríaalrededorde sesenta años, tan solo unos dos más que Arthur, y Violet podíaimaginárseloscasados,discutiendomientrastomabanuncaféconunatostadademermeladaporlamañana,hablandodeloquehabíanleídoenelperiódicoo habían oído en la radio. En aquel momento, Violet sobraba. Estas dospersonaseranmuchomásnoblesdeloqueellajamáspodríaser.

Unenormeabismoseabriódentrodeella—eloscuroabismoquesentíacadavezqueperdíaalgoqueleimportaba—ytuvoquevolverseparaquenovieranlaslágrimasqueseleagolpabanenlosojos.

—Lo siento muchísimo, tengo que irme. Llego tarde… —dijoapresuradamente,dirigiéndosehacialasalida.

—Adiós,querida,laverélasemanaqueviene—legritólaseñoritaPesel,sinpercatarsedenada.

VioletnooyóaArthur;noqueríaoírlo.Unavezfuera,giróycruzólosjardineshacialaHighStreet.Empezabaa

anochecer;lagentesalíadelasoficinasydelastiendasysedirigíanacasaohaciaeltrenoelautobús,alzandolosparaguasparaprotegersedelalloviznaquehabíaempezadoacaermientrasellaestabaen lacatedral.Ellasehabíaolvidadodelsuyoysentíacomolahumedadlecalabaelcuerpo.

AcababadellegaralaposadaOldMarketcuandoArthurlaalcanzó.—Violet.Ellasiguiócaminando,aunquesabíaqueeraungestogroseroypueril.Arthurlaagarródelbrazo.—Porfavor.Violetsezafódesumano.—Deverdadquetengomuchaprisa.Prisadellegarasutristecuartoyasustostadasconalubias.

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Arthursesituódelantedeellaobligándolaadetenerseylepusolasmanossobreloshombros.

—Porfavor,cariño.Aquellasbrevespalabrascalaronenellahastalomásprofundo,aunqueno

podíamirarloalacara.Arthurlatomódelcodoylallevóhastauncallejóntranquilo, donde estaban solos.Allí abrió un paraguas que los cobijó de lalluvia y también les creó su propio mundo, aislándolos de todo lo que lesrodeaba.

—¿Porquétehasido?—preguntóconcarapreocupadaalapálidaluzdeunalejanafarola.

Violetsuspiró,yelalientopareciódespejarelcaminoalaspalabrasquesiguieron, primero lentamente y luego cada vez más rápido, como unmanantialquebrotaderepenteybuscasucursohaciaelríoquelellevaráalmar.

NohablódeélydeLouisaPesel,porqueresultabademasiadodoloroso.Sololehablódesímisma.

—Estoycansada—ledijo—.Estoytancansada.Heestadocansadadesde1916.PrimeromurióGeorgeyluegoLaurence.Despuésdeesosentícomosihubiera caído en un profundo agujero del queme costómuchísimo tiemposalir. Era como si fuera una sonámbula, como si estuviera despierta, perofueraincapazdedecirodehacernadapararehacermivida,devolveravivir.Mipadremeayudó,peromimadreloempeoró.

Arthurguardabasilencio,sololaescuchaba.—Después de la muerte de mi padre, fui de mal en peor hasta que

finalmentememudéaquí.Entonces,lascosasmejoraronpocoapoco.Eldíaqueestuvecontigoen lasaladecuerdasempecéasentirqueyanadapodíafrenarme.Entoncesmedicuentadequeporfinvolvíaalavida,comocuandoelinviernodapasoalaprimavera.Ocomoundíadefinalesdeprimavera,enquesabesquepuedessalirdecasasinabrigo,quepuedesdejardeabrazartepara protegerte del frío. Cuando sabes que sentirás el calor. Eso es lo quesentícontigoyconlascampanas.

—¿Noconlasbordadorasycontusreclinatoriosycojines?—Ellas también me han ayudado. Les agradezco que me proporcionen

unamaneradedejarunapequeñahuellaqueperdureenel tiempo.La laborquehacen las reconforta, lasprotegeparaquepuedanpensarenotrascosasquenoseandoloresymolestias.Estoycontentadepoderhacerlo.Peroalasmujeresnoshanpreparadoparaeso:paradarnosalosdemás,parahacerleslavida fácil, sin importar lo que nosotras sintamos. Ser siempre tan generosa

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puede convertirse en una tarea agotadora e ingrata. Me gustaría sercampanero,subiralatorreyduranteunahoraconcentrarmeúnicamenteenelsonidodelascampanasyenellugarqueocupoallí.Paramíseríaelparaíso.

—¿Sabesmontarenbicicleta?Violetseloquedómirando.Lalluviagoteabaporunadelasvarillasdel

paraguasymojabalacaradeArthur,aunqueélnoparecíadarsecuenta.—Aquínotengoninguna.EstáenSouthampton.—¿Podrástraérteladentrodeunassemanas?—Creoquesí.—Bien.Esperaremosunmesodoshastaquehagamáscaloryhayamás

luz.—¿Esperaraqué?Noselodijo.Soloañadió:—Séloquenecesitasahoramásquecualquierotracosa.«Un beso—pensó ella—. Tusmanos sobremi cuerpo. Las Perseidas».

Sentíasucuerpopalpitar.Arthurnolabesónilatocó.LallevóalrestauranteOldMarketylainvitó

aunacenadetresplatos,concremasobre la tartademanzanayenelcafé.Cuandoacabó,Violetsesentíacasisaciada.

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Violet tenía por costumbre entrar en casa de su madre sin llamar. Sinembargo,desde la llegadadeDorothysentíaquedebíasermásformalynotomarse tantas libertades en la residencia de Southampton. Y por ello, eldomingo de abril más próximo a su cumpleaños, llamó a la puerta de suantiguohogar.

Dorothyleabrióalcabodeunmomento.—Felizcumpleaños,Violet—ledijoapartándoseparadejarlaentrar.Su nuevo papel de señora de compañía no parecía haberla cambiado;

seguíateniendoelpeloencrespadoydespeinado,elvestidolecolgabatorcidoyesbozabaunavagasonrisa,mientras tenía lamiradapuestaenalgúnlugarpordetrásdeViolet.

—Hehechoelpastel—añadió.Pese a que era un cálido día de primavera, la señora Speedwell estaba

sentadajuntoalachimenea.Aunquefísicamentesehabíarecuperadobastantedelaapoplejíaquehabíasufridodosmesesantes,selaveíaalgointimidada;VioletsospechabaqueeraporlapresenciadeDorothy.

—Hola, cariño—dijo, ofreciéndole la mejilla para que se la besara—.Felizcumpleaños.¿SabesqueDorothyhapreparadoelpastel?Ledijequetegustabaelbizcochorelleno,peroellasehaempeñadoenhacerunbizcochodelimón.

—Esaustedaquienlegustaelbizcochorelleno—contraatacóDorothymientras entraba en la sala de estar—y no es su cumpleaños.Violet es deesaspersonasqueprefierecontrarrestareldulzordelpastelconalgoácido.

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Violetlaobservó.Dorothymanteníaperdidalamiradaamediadistancia.Yrespectoalbizcocho,estabaenlocierto.

—Siéntateconmigounmomento,Violet—ledijosumadre—.Pondrásacalentaraguaantesdeirte,¿verdad,Dorothy?

Sutonoeramástímidoqueautoritario.—Aúnnomevoy.Peropondréelhervidor.—Tengo que decirle las cosas con tacto—susurró la señora Speedwell

despuésdequeDorothysaliera—,porquedelocontrarioseponedifícil.—¿Porqué,quéhace?—¡Sevadelahabitación!Violetseechóareír.—No veo qué tiene eso de gracioso —declaró, indignada, la señora

Speedwell—.Nohaynadapeorquelaignorenauna.—Losé.—¿Quéquieresdecirconque losabes?¿Cómopuedessaberpor loque

estoypasando?—Yavolvíaaserlamismadesiempre.Enaquelmomento,Violetoyóquelapuertadelanteraseabríayluegoel

familiarsaludodeTom.AdvirtióqueélnosentíalanecesidaddellamaralapuertaaunqueDorothyvivieraallí.

—¡Feliz cumpleaños, hermanita! —exclamó apareciendo por la puertaseguidodesusdoshijosmayores.LeentregóaVioletunramodeflores—.Hola,mamá—añadióbesandoasumadre.

—¡Feliz cumpleaños, tía Violet! —repitieron varias veces Marjory yEdward,brincandoasualrededorcomoperrosansiososporsalirdepaseo.

Evelyn entró, maciza, firme y agotada, con Gladys en brazos. El bebéteníatresmesesyyaaguantabalacabezasinayuda.Lapequeñaibavestidade blanco con diversas prendas de punto y lo miraba todo con expresiónmeditabunda.

—Hola,Gladys—ledijoVioletasusobrina,mientraslecogíalamanitaylasacudía.

Gladys frunció aúnmás el ceñomientrasmiraba a su tía. Parecía haberheredadoalgodelmalgeniodesuabuela.

Violetsevolvióybesóasucuñada.—¿Teapeteceunatazadeté?Dorothyloestápreparando.Evelynsuspiró.—¡Oh,sí!GraciasaDiosquetenemosaDorothy.Violet comprendió su suspiro. Si una mujer quiere una taza de té,

normalmentetienequepreparárselaellamismaydepasoofrecerlestambiéna

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losquelarodean.Nohaynadatanbuenocomounatazadetéhechaporotrapersona.

MarjoryseacercóaVioletylepusolamanosobreelbrazo.—TíaViolet,quierodarteturegaloahora.—Despuésdelalmuerzo,Marjory—lacorrigiósumadre.—Yoquierodárseloahora—repitióMarjory—.Séquetevaagustar.¡Lo

sé!Violetsediocuentadeque,enelúltimoaño,susobrinahabíaadquirido

muchaseguridad.Eltrucoerafomentarsunuevoespíritumásquereprimirlo.Sepreguntó si podría conseguir que se viniera un fin de semana con ella aWinchester.

—Quizámepodríaisdarunodemisregalosahorayelrestomástarde—propuso—.YaserposiblemegustaríaquefueraeldeMarjory.

—Deacuerdoentonces—aceptóEvelyn—.Marjory,estáenmibolsoenelpasillo.

Marjorysaliócorriendo.—Tedirécuálesmiregalo—anunciólaseñoraSpeedwell,adelantándose

aMarjory—.Aceitedealmendrasparalapiel.DorothymelofueacompraralosalmacenesPlummers.Yoempecéausarloatuedadyduranteunosañoseltonodelapielnoparecíatanapagado.

—Muchísimasgracias,madre.VioletmiróaEvelyn,yambassonrieron.Marjory volvió con un paquete del tamaño de la mano de Violet,

toscamenteenvueltoenpapelmarrón.Lodejóenel regazodesu tía,dandosaltitos y mirando a Dorothy, que había dejado la bandeja de té y estabaapoyadaenlapuerta.Violetsintióunapunzadadecelos:noesperabaquesusobrinatuvieraunarelaciónconDorothy,peroambasparecíanconocerse.«Sime hubiese quedado cuidando de madre, habría visto más a menudo aMarjory»,pensó,yluegodecidiódejarloyconcentrarseensuregalo.

Abrióelpapelmarrón,delquesacóunestucheparaagujas,bordadoenvioleta,rosaybeis,conundibujoqueimitabalabolsadelimosnasqueViolethabíacosido.Eracomounpequeñolibroconpáginasdefieltroparaclavarlasagujas,similaralqueVioletlehabíaregaladoaMarjoryporNavidad.

—¿Lohashechotú?—¡Sí!—exclamóMarjorysinpodercontenerseyempezandoabrincar—.

¡Túmehicisteunoyahorayotehehechootroati!—Vale, Marjory, deja de saltar y sé sincera —la regañó Evelyn—.

Dorothytehaayudadomucho,¿verdad?Marjorysehapasadolamayoríade

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losdíasaquí,trabajandoparatenerlolisto—añadió.Cuandoloexaminómásdecerca,Violetpudover loquehabíabordado

Dorothy y lo que había dejado sin corregir, algunas puntadas sueltas ypequeñosenredospara indicarqueeraobradeMarjory.Alzó lavistahaciaDorothy, que sonreíamirando el fuego, y luego se volvió hacia su sobrina,cuyorostrobrillabaconunasatisfacciónqueVioletconocíamuybien,ladehaberhechoalgoútilybonito.

—Meencanta—dijo—.Muchísimasgracias,cariño.LediounabrazoaMarjory.—Voyacolocarmisagujasenseguida—dijosabiendoquealosniñosles

gusta ver resultados directos, y cogió su bolso, del que sacó un andrajosoestuchedeagujas.

—¡Así es que tú tenías mi estuche de agujas! —exclamó la señoraSpeedwellmirandoasuhija.

—Sí,madre,mehavenidomuybien,gracias.Violet pasó las agujas del viejo estuche al nuevo mientras Marjory la

miraba,encantada.—Demayorseréunabordadora—anunció.—TepresentaréalaseñoritaPesel—contestóVioletdejandoaunladoel

estuche de sumadre—.Puesto que eso es lo que hace ella. Incluso enseñóbordadoaunasniñasgriegas.Yenunaocasiónmontóencamello—añadiópara que la vida deLouisa Pesel resultara aúnmás exótica y atractiva, pormuylejanaquefueralaconexiónentreelbordadoyloscamellos.

—Esoesloqueharéyo.Yalohedecidido—declaróMarjory,mirandodereojoasumadreyasuabuela,comosiesperaraquelellevaranlacontraria.

Sinembargo,laseñoraSpeedwellnohabíaseguidolaconversaciónentresu hija y su nieta, y Evelyn estaba distraída con Gladys, que protestaba.MarjorymiróaViolet,ysesonrieron.

Volvieron a llamar a la puerta y Dorothy fue a abrir. Mientras Violetservíael té,DorothyregresóacompañadadeGilda.ParasorpresadeViolet,suamigafuerecibidaconunsaludoinformalportodalafamilia,porloquequedóclaroqueyalahabíanvistomásdeunavez.

—¡Felizcumpleaños,Violet!—exclamóGilda—.EsperoquetegusteelregalodeMarjory.¿Verdadquelohahechomuybien?

—Sí,esprecioso.GildasevolvióhaciaelhermanodeViolet.—Tom,Joecreequepodríateneralgoparati.Dicequelollamesytelo

explicará.

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AlverlamiradainterrogantedeViolet,Tomseencogiódehombros.—Estoy pensando en comprar un coche más grande. Con más espacio

paralosniños.ElhermanodeGildameestáayudando.—Yaveo.Alparecer,GildayDorothysehabíanintegradoentodaunacapadevida

familiardelaqueVioletnoformabaparte.«Eselprecioquetengoquepagarpor quedarme en Winchester», pensó, y asintió con la cabeza. Estabadispuestaapagarlo.

Dorothyllevabapuestosuabrigoysusombreroverdesyesperabajuntoalapuerta.

—Nosotrasnosvamos—dijoGilda.—¿Quévaisaver?—lepreguntóEvelyn.—LasindiscrecionesdeEva—dijoGilda,luegomiróaDorothyysonrió

—.Noslaperdimoscuandolaestrenaron.—Quésuertetenéis.Algúndíavolveremosairalcine,¿verdad,Tom?DorothymiróaViolet.—Disfrutadetubizcochodelimónydetutarde.Panemetcircenses.—¡Dios, el latín! —gimió la señora Speedwell—. ¿Qué pensaría

Geoffrey?—Legustaría—contestóViolet.—Sonunaschicasestupendas—sentencióTomdespuésdequesehubiera

cerradolapuerta.Violetdisfrutódesupanysucirco.Leayudóelhechodequesumadrese

hubiese ablandado, pues eso lahacía sentirsemenos culpable, y le permitíaprovocarlaymimarlamás.Porsuparte, laseñoraSpeedwellcontóhistoriassobreotroscumpleaños,einclusollegóamencionaraGeorge.

—La primera vez que tu hermano te vio —dijo— se quedó muydecepcionadoporquenopudierasayudarleaapilarbloques.«¡Llévatelahastaquesepahacerlo!»,gritó.Llévatela…—repitiólaseñoraSpeedwellriéndose.

Parecíadebuenhumoryesperóhastadespuésdelalmuerzo,elbizcocho,eltéylosregalosantesdecarraspear.

—Megustaríadecirosunacosa.VioletsujetabaaGladysmientras teníaaMarjoryapoyadaen la rodilla.

Tía y sobrina estaban deliberando sobre si debían quitarle algo de ropa albebé,puestoquehacíacalorenlahabitaciónylapequeñaempezabaatenerlacararoja.VioletmiróalospadresdeGladys:TomjugabaconEdwardalascartasyEvelynestabasentadaenelsofá,conlosojoscerradosylospiesenalto.

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—Creoquepodemos—decidióVioletyempezóaquitarlelachaquetadepunto blancamientrasGladys la observaba con gesto grave.No lloró, peroalargólamanoylepellizcólanarizaViolet.

—Hetomadounadecisión—siguiódiciendolaseñoraSpeedwell.TomalzólavistayEvelynabriólosojosalarmada.—Hedecidido que va siendo hora de que deje esta casa.Es demasiado

grandeparamí.ElpróximoveranomemudaréaHorshamconPenelope.Ellanecesitamiayuda.Tienedemasiadotrabajocuidandodesusuegraydetodossusnietos.Mipresenciaseráinestimable.

Tom,EvelynyVioletselaquedaronmirandoboquiabiertos.—¡Mamá! ¿Por qué no nos has dicho que te lo estabas pensando?—

exclamóTom—.Nohacefaltaque…SedetuvoabruptamentealverqueEvelynnegabaconlacabeza.«Sí que hace falta —pensó Violet—. Hace falta. Qué decisión tan

juiciosa.Gracias, tíaPenelope».Deberíahaberse sentidoaliviada,pero solotenía ganas de llorar. Escondió el rostro en el cuello de Gladys, que olíacalienteyácido.

—¿Qué va a pasar con Dorothy? —preguntó Marjory, de formasorprendentementeadulta—.¿Dóndevaavivir?

—Notepreocupesporella—lecontestóEvelyn—.Estoyseguradequeencontraráalgúnsitioadondeir.

—Dorothyya lo sabe—dijo la señoraSpeedwell—.Lohehabladoconella.Dehecho,fueellalaquemesugirióesaidea.Esunamuchachasensata.EllayGildaestánbuscandositiosantesdeiralcine.

—¿Te refieres… a un sitio donde pueda vivir Dorothy… enSouthampton?—balbuceóViolet.

—Dondepuedanvivirlasdos.Esbuenotenerunaamigatanbuena,¿nocrees?AunquenosécómoaguantaráGildatantolatín,¡deverdadquenolosé!

Nolasllamó«odia-hombres»nilasdescribiócomopervertidas.Violetsepreguntósisumadrelosabía.

Se cruzó con lamirada fija deEvelyn. «Ella lo sabe—pensóViolet—,aunqueesprudenteynohadichonadaanadie,nisiquieraaTom».

—¿Cómovivirán?—preguntó,másparasímismaqueasumadre.LaseñoraSpeedwellsereclinóenlabutaca,satisfechadeserunafuente

deinformación.—Están buscando empleo. Dorothy de profesora de latín y Gilda, de

contable. Incluso en estos tiempos difíciles, sigue siendo necesario hacer la

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contabilidadyenseñaralosniños.—¿Quépasaráconeltallerdesuhermano?—Sucuñadatieneintencióndeocuparsedelacontabilidad.Gildalallama

la«espantosaOlive».Yhacequesueneterrible.Gildadicequellevavestidosquesondemasiadoajustadosparaunamadre.—LaseñoraSpeedwellsoltóunchasquidodesatisfacción.

«Esto es lo que están haciendo Gilda y Dorothy», pensó Violet, alrecordarlaresplandecientecaradefelicidaddeGildacuandosemarcharon.Ysesorprendióasímismacuandopensó«Bravoporellas».EsolahizoabrazaraGladyshastaquelapequeñaseechóallorar.

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Violet tuvo que hacer acopio de todas sus reservas de paciencia mientrasesperabaaArthur.SehabíatraídosubicicletadesdeSouthamptonylepidióalhermanodeGildaquelehincharalosneumáticosyleengrasaralacadena.Ahora,labicicletatambiénesperabaaArthureneljardíntraserodelaseñoraHarvey,protegidaconunalonadelainsistentelluviadeabril.

«Mayo»lehabíadichocuandoellalepreguntómientrascomíancostillasen el restaurante Old Market, donde habían empezado a cenar todas lassemanas después de las reuniones de las bordadoras y antes de lascampanadas.Nolecogíalamanonilallamaba«cariño»,peronohacíafalta.Estar sentados juntos, formalmente, en el restaurante tenía algo dereconfortante,conlasservilletasenelregazo,mientrashablabandelmenú,delascampanadasqueélibaadar,delbordadoqueellaestabahaciendo,delainminente partida de su madre a Horsham («Tienen un conjunto de ochocampanasenlaiglesiadeStMary»,comentóArthur)odelosplantonesquecrecíanensuinvernaderoyqueélnotardaríaentrasladaraljardín.«Somoscomounviejomatrimonio—pensóella—,perosinestarcasados».Esaideanolapreocupabalomásmínimo.

ÉlledijoquelaestabaengordandoconlascenasenelOldMarket.Trasvivir un año ymedio a base de sándwiches de pasta de pescado, berros yMarmite,másqueflacaestabaesquelética.Violetestabaagradecida,perolepreocupaba que él no se lo pudiera permitir con su pensión. Sin embargo,aunque se sentía culpable, no podía limitarse a tomar una sopa y un platoprincipal, y también pedía postre: siempre muy densos, como pastel demanzana o budín de pan y mantequilla, con crema. «Te llenará», le decía

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Arthur,asintiendosatisfecho.Ellanotabaquelascaderasempezabanallenarsufalda,quelaclavículaselesuavizabadebajodeunacapadegrasayqueelvientreseleredondeaba.

Duranteelmesqueesperó,semantuvoocupada.Reorganizóeltrabajodemecanografía que hacía conMaureen a fin de que cada una hiciera lo quemejorseledaba:Violetseencargabadelosinformesconlargasparrafadas,mientrasqueMaureenseocupabade los impresoscomplicadosqueexigíanuncuidadosointerlineado.Deestemodosuproducciónerataneficientequeel señor Waterman dejó de quejarse de que tendría que contratar a otramecanógrafa o de pasar su trabajo al equipo de mecanógrafas deSouthampton.

Maureen y su novio, el empleado de banca, habían roto hacía poco yVioletlepresentóaKeithBain.Unanochefueronjuntosalcineydespuésnovolvieronamencionarelnombredelotro.

Las bordadoras trabajaban duro en otro lote de cojines que debían serbendecidos durante un servicio de presentación de bordados que iba acelebrarseenmayo,enelqueseañadiríannuevecojinesalosyaexistentes.Unmiércoles, cuando Louisa Pesel le encargabamás cenefas, ella le pidióbordarfylfots.LaseñoritaPeselsequitólasgafasyobservóaViolet.Estabanjuntoalarmarioenlasaladelacasaparroquial,rodeadasporelzumbidodelas bordadoras que trabajaban y charlaban a su alrededor. Mabel Wayrevoloteaba cerca de ellas, lista para anotar la labor que se le asignaba aViolet.

—Estoy satisfecha de los fylfots de Edington en el cojín de Arturo—empezóadecirlelaseñoritaPesel—.Sinembargo,creoquetalvezyahemosdejadoclaranuestrapostura.Sepuedenusarotrospatronesmuyinteresantes.

—Quierohacerlo—replicóViolet—.Estavezquierosaber loqueestoyhaciendo… Lo que significa. Quiero rebelarme con conocimiento, noinconscientemente.

LouisaPeselsonrió.—Paraustedesimportanterebelarse,¿verdad?—Sí.Desde que Arthur le había hablado de Hitler en la capilla de los

Pescadores, Violet había ampliado su mundo prestando atención, leyendosobreélysobreelpartidonazienlosperiódicos,escuchandolosanálisisenlaradio,debatiendolasnoticiasconArthurenelrestaurante.NoestabaseguradequeHitlerperduraracomodirigentedeAlemania:muchospensabanqueeraunfanáticoqueestabateniendosumomentodegloriayqueseapagaría

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paraserreemplazadoporotroqueintentaríasolucionardeformadistintalosproblemas económicos de Alemania. Si ese era el caso, los fylfots en loscojinesvolveríanaserelantiguosímboloquesiemprehabíansido.

—Deacuerdo—dijoLouisaPesel—.Hayuncojínquesiguenecesitandounacenefa.Heestadoposponiendosudiseño,puestoqueesimportanteycreoquelomiraránmuchaspersonas.EstaráenelanchoasientoquehayfrentealcojíndelreyArturoyelhechodetenerlamismacenefalosuniríaaúnmás.

—¿ElÁrboldelaVida?—preguntóViolet.Era el cojín inacabado queGilda le habíamostrado la primera vez que

acudióaunareunióndelasbordadoras.LouisaPeselasintió.—Enefecto.Encuantoasusimbología, los fylfots tambiénfuncionarían

bienallí.Perotendrásquehacerlascenefasrápidoparaqueesténacabadasatiempoparaelservicio.

Se fue al armario, de donde sacó la caja que poníaModelos, y rebuscóhastaqueencontrólaestrechacintadecañamazoconlosfylfotsintercaladosentre las flores de cuatro pétalos. Violet había utilizado el modelo cuandocosíalacenefadelreyArturo.LaseñoritaPeselselaentregó.

—Adelante,rebélese,señoritaSpeedwell.

Después, Violet se sentó al lado de Gilda y Dorothy. Aunque no solíanaparecer juntas en las reuniones,Dorothy había venido desde Southamptonconunode loscojinesacabadosde losWaterman,paraqueLouisaPesel loinspeccionara,ysequedóabordarconlasdemás.Violetnoteníaniideadecuántosabíanlasdemásbordadorassobreelacuerdo.Gildahacíagaladesuhabitualanimaciónylescontabahistoriasalasqueteníacerca,mientrasqueDorothy estaba sentada en silencio con su media sonrisa. Las que lasrodeabanreíanyhacíancomentariosyyano les lanzabanmiradascuriosas.Esacrisisparecíahaberpasado,mientraslaparejanodieramuestrasdeafectodelantedeellas.

Violetesperóaqueacabaselareunión,mientrastomabauntéconGildayDorothyenelAwdry’s,paraindagarsobresusplanes.

—¿Cómoestámimadre?—preguntóprimero.—La señora Speedwell ha ido a Horsham para inspeccionar su futuro

alojamiento—le contestóDorothy—.La acompañé al tren y tu tía la irá arecoger.

—Graciasporsugerirleesaidea.Yo…Todosteestamosagradecidos.

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Dorothyseencogiódehombros.—Es la solución lógica. La señora Speedwell solo necesitaba que le

dieranunempujoncitoenesadirecciónparaluegoconvertirloensuelección.—Mientras ella esté fuera, Evelyn, Dorothy y yo estamos revisando la

casaentera,ordenandoyclasificando—interrumpióGilda.—¿Yyonodeberíaayudaros?—Es mucho más fácil si no se está emocionalmente implicado. ¡Dios,

Violet, aparte del teléfono y de la electricidad, la casa de tu madre se haquedadoancladaenelaño1894!

—Elañoenquenací.—Tardaremos un tiempo en liberarla —dijo Dorothy— pero lo

conseguiremos.Autviaminveniamautfaciam.Aníbal:Encontraréuncaminooharéuno.

—¿Sabemimadreloqueestáishaciendo?—Sí,ynopareceimportarle—afirmóGilda—.Oh,sequeja,peroluego

no insiste.Dorothy sabemanejarla sin dificultad.Ha tenidomás problemasconalgunasdesusalumnasqueconlaseñoraSpeedwell.

Gildaobservóasuamigaconadmiración.—¿YhabéisencontradoalojamientoenSouthampton?GildayDorothysemiraron.—Vamosaviviren lacasade tumadre,solohastaquesevenda.Creen

queuna casa sevenderámejor si hay alguienviviendodentro.Lagentenotiene imaginación y las habitaciones vacías les resultan desagradables.Después… bueno, ya encontraremos algo. En cualquier caso, tengo unaentrevistadetrabajo.Memudarédentrodepoco.¿Quétepasa,Violet?

Las lágrimas brotaronde los ojos deViolet al comprender que la únicaamigadeverdadqueteníaenWinchesterestabaapuntodeirse.Seaclarólagargantaeintentósonreír.

—YomefuideSouthamptonyahoratútevasallí.Gildaseinclinósobresutazadeté.—Oh, no te preocupes, seguiré viniendo a Winchester. Una cosa es

segura:¡tengoquecontrolaralaespantosaOliveparacerciorarmedequenohunde el negocio!Y luego, por supuesto, están las bordadoras. ¿No dijo laseñorita Pesel el otro día que teníamos otros tres años de trabajo? Cuandoempieceenminuevoempleo,nopodréveniratodaslasreuniones,peromelasarreglaré.Ytúvendrásavernos,¿verdad?

AunqueagarrólamanodeViolet,mirabasonrienteaDorothy.

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—Por supuesto que iré—contestóViolet con rotundidad—.Al fin y alcabo, soy una chica de Southampton y necesitarás a alguien que te enseñedóndeirdecompras.

Porfin,unmiércolesdurantelacena,ArthurlepidióaVioletquesereunieracon él el domingo a las siete y media de la mañana junto a la tumba deThetcher,consubicicleta.

—Séqueesmuytemprano,peroesmejorasí—seexcusó—.Encualquiercaso,tienequehacerbuentiempoparairenbicicleta.

Violetsabíaquenodebíapedirmásdetallesysecontentóconlasorpresa.Solo mientras le esperaba aquella suave mañana de mayo —el sol yailuminabalabajatorredelacatedralaunquelodemásseguíaenlasombra—cayóen la cuentadeque él sehabía levantadoantesparavenir pedaleandodesdeNetherWallop.Cuandollegóydespuésdedarseunformalapretóndemanos,casicomosifueranextraños—ellapreguntó:«¿Adóndevamos?»,yél contestó: «Nether Wallop»—, entonces comprendió la fortaleza de sucarácter. Arthur había pedaleado veintidós kilómetros para ir a buscarla yluegolosdosteníanquevolverallugardesdeelquehabíasalido.

TomaronlacarreteraquesalíadeWinchesterporelnoroesteendirecciónaStockbridge.Comoeratantemprano,habíapocotráficoyVioletpudodarletregua a las pantorrillas, que llevaban sin pedalear dieciocho meses. Setambaleóunpocomientrasascendíanporlacolinaalsalirdelaciudad,perocuando llegaron a un terreno llano, pedaleó más segura de sí misma,siguiendolaespaldarectadeArthurysuritmoconstante.Sospechabaqueélibamuchomás lentode loqueestabaacostumbrado.Finalmente,Arthur seapartóyfrenóunpocoparaqueellapudieraalcanzarloypedalearaasuladoporlarelucientecampiña.Elsolhabíasalidodesdehacíaunascuantashorasyempezabaa secar el rocío.Más tarde, seguroqueharía calor,peropor loprontoelaireeraclaroyfrescoyelcieloazulblanquecino.

Los campos se acercaban y se alejaban como olas. Algunos terrenosreciénaradoseranextensionesdetierraoscurayrevuelta.Otrosempezabanabrotarycubríanlatierradeunfinovello.Aquítodoeramuchomásfrescoyverde que en agosto, cuando hizo la caminata hasta Salisbury.Entonces, latierraeralamujermayoryjuiciosaconelmundo,ytambiénunpococansada.Enmayoeralajoveningenua,abiertaaloqueteníaantesí.«¿Quémessoyyo?—sepreguntóViolet—.Yanosoymayo,tampocoagosto.Soyjulio—pensósorprendida—.Estoyenmimejormomentoylistaparaloquesea».

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—¿Llegaremos a Nether Wallop a tiempo para las campanas? —lepreguntó a Arthur, puesto que había adivinado que iban allí, aunque noentendíabienquépintabaellaentodoeso.

—Debería darnos tiempo —contestó él, aunque aceleró ligeramente—.NosdetendremosadescansarantesdeStockbridge.Porcierto,¿cómoestánlas bordadoras? ¿Os bendijeron alguna cosa en el servicio especial de lasemanapasada?

—Otrabolsadelimosnasylacenefaparaunodeloscojinesacabados.—¿Quépatrónllevaba?Violettitubeó.—Fylfots.LaruedadelanteradeArthursetambaleó.—Fuemiactode rebeliónconsciente—añadióella—contra losnazisy

todoslosquelosapoyan.TalcomoexplicólaseñoritaPesel.—Yaveo—dijoArthury trasunosinstantesañadió—:¿Tienesprevisto

llenarlasilleríadelcoroconfylfots?—No, solo este. El cojín lleva el dibujo del Árbol de la Vida, y me

parecióadecuado.PerolaseñoritaPeselyyohemosdecididoquedoscojinesasí son suficientes; aunqueme dijo que se reserva el derecho a bordar ellamismaotradeesascenefassisesientemuyindignada.Sinembargo,esperanotenerquehacerlo.

LlegaronaNetherWallopjustoantesdelasnueve,Violetestabaalgocansadaporelejercicioysepreguntabaquédirían losdemáscampaneroscuando lavieran.

—Bueno, ahora tengo que entrar a hacer los preparativos —explicóArthurcuandosedetuvieronenelcaminoquellevabaalaiglesiaysebajaronde las bicicletas—. Propongo que te sientes fuera a escuchar. Después,cuandoestemosacabando,haciamenoscuarto,entraenlaiglesiaysiéntatealfondoaladerecha.

Violetasintió,estabasudadadelpaseo,confundidaydecepcionada.Teníala fantasía de tocar las campanas, aunque sabía que era ridículo. En unaocasión,KeithBainlehabíadichoqueélsehabíapasadounmesaprendiendoúnicamentecómo tirarde la cuerda: elmovimientodedos tiemposeramáscomplicadodeloqueparecía.Pero,porlovisto,Arthurlahabíallevadohastaallísoloparaqueescuchara.

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ÉlentróenlaiglesiayVioletsefuehaciaelbancoenelquehabíaestadosentadanuevemesesantesparaescucharlascampanas.Alpasardelantedelapirámidequedominabaelcementerio,hizounapausayposólamanosobrelasuave superficie, que el sol había calentado. Veintiocho años antes, suhermano había intentado escalarla. Hacía diecisiete que estaba muerto yLaurence dieciséis. Tal vez, por fin le dejara de doler pensar en ellos. Ellaseguía viva y estaba contenta de estarlo. Y sumadre: la señora Speedwelltambiénhabía pasadopágina, aunqueno fuera lamismaqueViolet, puestoque unamadre nunca podría hacerlo.Mientras avanzaba y se sentaba en elbanco, las cinco campanas iniciaron su breve escala descendente, y Violetcerrólosojosyvolvióelrostroalsol.

A las diez menos cuarto, se levantó y regresó a la entrada de la iglesiaatravesandoelcementerio:ahoraestabanerviosaysepreguntabaquépasaríaacontinuación.¿Ibaapresentarleasuesposa?¿Sesentaríanlosdosjuntosenunade lashilerasdebancosduranteel servicio,aguantando lasmiradasdelpueblo?¿Oseiríanensusbicicletascuandoélacabaralascampanadas?¿Quéharíandespués?

El interior de la iglesia estaba fresco y en penumbra, y no había nadieaparte de los campaneros. Las mujeres habían colocado ramos de flores,habían limpiado los bancos, habían fregado el suelo y habían sacado losdevocionarios;yelvicarioteníasuspapeleslistosenelpúlpito.

Loscampanerosestaban tirandosuavementede lascuerdasymirándoseunosaotrosconunaatenciónespecialqueVioletnohabíavistoenningúnsitio.Ellasedeslizóenunodelosbancosfueradesuvistaparanodistraerlos,sesentóyescuchóprocurandodescubrirelpatrónsiguiendoelmovimientodela campana superior. Era más fácil darse cuenta de lo que pasaba cuandohabíamenoscampanas,ylogróoírcómocadaunavolvíaasulugaroriginalhastaquellególaúltimayempezaronatocarlaescaladescendente.

—Alto —dijo el jefe y cuatro campanas enmudecieron, solo la tenorcontinuó,ahoramásrápido,sullamadaurgenteavisandoalpueblodequeelservicioempezaríapronto.

Los demás campaneros se marcharon y Violet se mantuvo muy quietaparaquenoadvirtieransupresencia.

Cuandolapuertasecerródetrásdeellos,Arthurdijo:—Violet,ven.

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Ella se apresuró a ir al campanario donde colgaban cuatro cuerdasmientrasArthurtirabarítmicamentedelacampanatenorhastasucinturaparaluegoponersecasidepuntillas.

—¿Ves esa cortina? —le dijo haciendo una seña hacia una cortinadesteñidadeterciopelonaranjaquecolgabaenelrincónjuntoalaentradaalcampanario—.Córrela,asínodistraeremosalacongregación.

«No—pensóViolet—.Asínomeverán».Sinembargo,hizoloqueéllepedía, corrió la cortina para protegerlos de la nave justo cuando se abría lapuertayhacíasuentradaelhombrealtoyaristocráticoconun trajede lanaquelehabíahabladoenagosto.Noestabaseguradequelahubiesevisto.

SeacercóaArthur.—Venga—ledijoél—.Voyaenseñartecómomanejarlacuarta.Tiródelacuerdayladejósubirentrelasmanos,entoncesladetuvo.Se

hizoun silencio sorprendente.Violet podíaoír a la gente al otro ladode lacortina:laiglesiaempezabaallenarse.

—Ponte delante de mí —siguió diciendo Arthur en voz baja. Ahoraestabancaraacara,conlacuerdacolgandoentreellos—.Quieroquetiresdelacuerdacogiéndolaporelrevestido,mientrasyotirodelextremo.Agarraelrevestido con las dos manos y colócalas a la altura de la cabeza; así es.Despuéstirahaciaabajohastaquetengaslasmanosalaalturadelacintura,luegodéjalasubir.Yolacontrolaréconelextremodelacuerda,ycuandoelrevestidovuelvaabajar,agárralotanprontoempieceasubirdenuevo,ytiraunavezmáshaciaabajocuandoestéencimadetucabeza.¿Deacuerdo?

—Yo…—Notenemostiempo.Túsíguemeyconfíaenmí.Agarraelrevestidoy

tiradeélhastalacintura—dijoArthurhaciendounaseñahacialaparteconfranjasdecolores.

Violetrespiróprofundamente,agarróelrevestidoconambasmanosytiródelacuerda.Poruninstantenosucediónada,aunqueellapodíasentirelpesodelacampanaatravésdelacuerda.Eramenospesadadeloqueesperabaytiródemasiadofuerte.

—¡Suéltala!—susurróArthur.Ellalasoltóyviocómoelrevestidosubíahaciaeltecho.Entonces,élañadió—:Nomireslacuerda,mírameamí.

Actoseguidotiródelextremodelacuerdaparaqueelrevestidovolvieraabajar.

—Ahoraagárralocuandolatengasencimadelacabeza.Ytiradenuevo.Siguemirándome.

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Ellavolvióatiraryéltuvoquerecordarleotravezquelosoltarayquenomirara la cuerda.Eraunacuriosa sensaciónde subirybajarqueexigíaunaconcentracióncompletaparacoger el ritmo.Alprincipio,Violetno lograbacontrolar la cuerda, que rebotaba en lugar de subir y bajar con suavidad.Arthurtuvoqueagarrarvariasveceselrevestidoparacorregirlo.Despuésdealgunos minutos ella consiguió coordinar sus movimientos y que el ritmofuera constante, y descubrió que era más fácil mantener los ojos fijos enArthur y no pensar en nada más. Él estaba muy cerca de ella, tiraba y lamiraba,igualqueellaaél.Eraunamiradaintensa,centradaenlacuerda,enlacampanayenelotro.Eraunpococomoestarenunbalancínconalguien,bien equilibrado siempre que cada cual prestara atención a lo que el otrohicierayalbalancín.DuranteunratosesintióentotalsintoníaconArthur,lacuerdaylacampana.

Estaba tan concentrada en lo que sucedía con la cuerda que tardó unosminutosenserconscientedelsonidodelacampanaqueseoíaporencimadeellos, con su singular música. Solo entonces comprendió de la forma másvisceralquetirardelacuerdacreabaesesonido.

—Eltoquedepecadores—murmuróVioletsonriéndoleaArthur.Élledevolviólasonrisa.—Sí, creo que ya los hemos llamado suficiente.Deja de tirar, y yome

encargarédesilenciarlacampana.Ellanoqueríaparar,peronotabalapresenciadelacongregacióndetrásde

la cortina, y sabía que no podía prolongar esta breve y profunda conexiónentreella,Arthurylacampana.Tiróunaúltimavezdelrevestidoylosoltó.Arthur alargó los brazos mientras el extremo de la cuerda subía hasta suposiciónmásaltayluegotiródeellamássuavemente,frenandolacuerdayhaciendounaespiralmientrasrecogíalacampana,cadavezmásrápidohastaquesesilenció.Semiraron.

—Gracias—ledijoellayélasintió.Echóunvistazoalrelojyseacercóalaparedparacogerunalargacuerda

demetal que colgaba de un clavo. Se oyó un chirrido y luego la campanaempezóasonarmedianteunmecanismoautomático,diezrepiques.

—Unpocotarde,peronoimporta—dijo.DescolgóunacuerdaqueteníaungarfioenelextremoyVioletloayudóa

enrollar los extremos de las otras cuerdas en el propio garfio. Cuandoestuvieron todos enlazados, Arthur tiró de la cuerda para subir el gancho,creandounaversiónsimpledelcandelabrodecuerdasqueViolethabíavistoenelcampanariodelacatedral.

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Detrásdeellos,lacongregaciónempezóaentonarelprimerhimno.—Serámejorquesalgasahora—dijoArthur—.Yoloharédentrodeunos

minutosymereunirécontigojuntoalasbicicletas.Violet asintió, pero titubeó. Se imaginaba a los fieles con las cabezas

giradasensudirección,observándolamientrassalía.«Nohemoshechonadamalo»,sedijo,aunque tampoco tenía lasensacióndeserdel todo inocentesmientras tocaban las campanas, estando tan cerca el uno del otro, y tanconcentradosenlacuerda,enlacampanayenellosmismos.

Cuandosaliódedetrásdelacortinaparadeslizarseporlanave,losfielesmirabanalvicarioqueseencontrabaenelpúlpito.Solounapersonasevolviócuandoellasedirigíaa lapuerta:elhombredel trajede lana.AntesdequeVioletsalieradelaiglesia,susmiradassecruzaron,yellasintióladeélcomosiun cigarrillo encendido le abrasara lapiel. «Ahora, el pueblo lo sabrá—pensó—.YtambiénlamujerdeArthur».

Consideró la posibilidad de decírselo cuando lo vio llegar junto a lasbicicletasunosminutosmástarde,perolonotótancontentoyeufóricoquesecalló.

—¿Quétehaparecido?—lepreguntó.—Mehaencantado.Hasidounaexperienciatotalmentenueva.—Esdiferente,¿verdad?Todolodemásdesaparece.—Ha sido muy inteligente por tu parte hacerme tocar las campanas

duranteeltoquedepecadores.—Sí.Normalmente,losprincipiantesvienenapracticarunatardeyluego

dejamosqueatormentenalpuebloduranteunosminutosconsuserrores.Peropenséqueundomingoporlamañanapodíasermásadecuadoparati.Esmásfácilveniraquíyregresarduranteeldía.

«Sí, y tambiénmás fácil esconderme de los demás campaneros y de lacongregación»,pensóella.Sinembargo,noestabaenfadada.Eraunasoluciónpráctica.

No añadió que le gustaría volver a hacerlo, pues comprendía que seríadifícildeorganizar,otalvezimposibleahoraqueelhombredeltrajedelanalahabíavisto.Aquellaseríasuúnicasesióndecampanadas.

ArthurcogiólabicicletadeVioletyselaentregó.—PodríamosvolveraWinchesterporlarutaquecogimosantes,pasando

porStockbridge—dijo—.Perohabráeltráficotípicodeundomingoynoestanagradable.Hayotrarutasiguiendounascarreterasestrechas,queatraviesaBroughtonyKing’sSomborne.Esmejor.

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—Meencantaría—ledijoella—.Peronoesnecesarioquemeacompañestodoelcaminodevuelta.AdemástúllegaríasdemasiadoprontoaWinchesterpara tocar las vísperas. Estoy segura de que puedo encontrar la ruta.—Seestabavolviendomásformalconél—.Supongoquetendrásotrascosasquehacerhoy,queesdomingo.

«Unasadofestivocontumujer»,pensó.—EstatardenovoyatocarlascampanasenWinchester.Pero¿porquéno

te acompaño un trozo del camino? Es un poco complicado cruzar el río yllegaraKing’sSomborne.Unavezquesehacambiadodecarreteraesmásomenosrecto.

—¿Quieres que salga ya y tú me sigues más tarde? —preguntó ella,mientrasañadíaparasusadentros:«Comosiestuviésemosrealmenteliados».

Arthursonrió.—No hace falta, todos los cotillas del pueblo están dentro —dijo

señalandolaiglesia,dondesehabíanacabadoloscánticos.Pedalearonhacia el sur, en paralelo al arroyoWallop, por una carretera

por la que Violet había caminado en dirección opuesta el verano anterior.Aunqueibanalamismaaltura,nohablaban.Laeuforiaquehabíasentidoaltocarlascampanasconélsehabíadisipadoyhabíasidoreemplazadaporunacreciente tristeza, como la sensación que tuvo el último día de vacaciones,cuandocasiqueríaqueseacabaranparavolverasuvidacotidianayaburrida.

DespuésdeBroughtonpedalearonhaciaelríoTest,porunacarreteraconcurvasyrecodos.Luegocruzaronlasvíasdelferrocarrilyanteellosaparecióel mesón John O’Gaunt. El mesonero estaba fuera, regando macetas depensamientos.

—¡Hola,Arthur!—exclamóyvolvióamirarcuandoreconocióaViolet.Arthurlosaludóconlacabeza,peronosedetuvo.Cuandoestuvieronlo

suficientementelejos,soltóunamaldiciónenvozbaja.—Uncotillaquenoestáenlaiglesia—observóViolet.—Enefecto.—¿Prefieresdarmediavuelta?—No,perotomaréotrarutadevuelta,paraquenomepareymepregunte

porti.No tardaron en llegar a una carreteramás ancha que los llevó aKing’s

Somborne, un grupo de casas, un pub y una iglesia. Entonces, Arthur giróhacia una carretera más pequeña y muy pronto las casas desaparecieron yfueron surgiendo setos que bordeaban los campos de cultivo. Se detuvo y

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Violetseparójuntoaél,bajándosedelsillínysosteniendolabicicletaentresuspiernas.

—Sicontinuasporestacarreteraduranteunosoncekilómetros,tellevaráalasafuerasdeWinchester—leexplicóArthur—.Allíhabrápocotráficoyesunlugarencantador.

—De acuerdo—dijo Violet sinmoverse—. Gracias por regalarme estamañana.Yportodaslascenasalasquemehasinvitado.Yporllevarmeaverlascampanasdelacatedral.Portodo.

Sabía que sus palabras sonaban definitivas. Porque lo eran. Algo en elcomportamiento de Arthur dejaba traslucir que ese día era único y que novolvería a repetirse. La había llevado a tocar las campanas y eso era todo.Ahora, él la observaba con gesto impotente, y eso parecía confirmarlo. LediríaadiósyvolveríapedaleandoaNetherWallop.

Violetsintióqueelabismoseabríaensuinterior.Podíadejarsearrastrarhaciaélotomarlasriendas.Suactoderebelión.

Tuvieron que detenerse delante de una barrerametálica que había en elsetoypordondepodíapasaruntractorparaararycosechar.Lacarretera,lossetos y los campos que los rodeaban estaban sumidos en el silencio,expectantes. Violet se bajó de la bicicleta y la dejó apoyada en el seto.Entoncesempezóasubirsealabarrera.

—Violet.Llegóa loaltoypasóunapiernaalotro lado,quedándoseahorcajadas,

conlafaldaabombada.Respiróprofundamenteantesdehablar.—¿Entrarías conmigo en este campo? Porque yo estoy lista y nunca

volveremosatenerestaoportunidad.Arthurlamirabafijamente.—Puedesvenirconmigoomarcharte—dijoViolet saltandoalotro lado

delabarrerayalejándosesinmiraratrás.Habíaasumidoelriesgo;ahoradependíadeéldecidirsitambiénlohacía.

Echóaandarporlatierraenbarbechocubiertadehierbaydetrébolesconlaalturaperfectaparatumbarse,unmantonidemasiadoaltonidemasiadobajoypor ello suave.Mientras esperaba se acordóde todas laspersonasquenocomprenderían lo que estaba haciendo: su madre, Tom y Evelyn, LouisaPesel,inclusoGildayDorothy.Lastuvopresentesyluegolasapartódesuspensamientos.Soloquedabaunapersonaa laquetenerencuenta.Cerrólosojos y se imaginó a Jean Knight, aquella única vez que la vio, una figuraimpresionante con el cabello suelto y el rostro acariciado por el sol.

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«Perdóname—pensó Violet—. Perdóname por construir mi vida sobre lasruinasdelatuya».

Tras un instante, sintió queArthur estaba de pie junto a ella.Abrió losojos y se volvió hacia él colocándose cara a cara, como lo habían estadodurantelascampanadas.Alargólamanoycogióladeél,mientraséllecogíala otra. Era como un circuito que se completaba para que la electricidadpudierarecorrerlosyconectarlos.Ella lasentíamásintensamenteenlabasedelvientre.

Lepidióquefueraelprimeroenmarcharse.Deseabaestarsolaenelcampo,pararecuperarseantesdeseguiradelanteconsuvida.

—Losiento,Violet—dijoArthur,poniéndoseenpie—.Estascosasnosemedanbien.

Hizo un ademán con las manos que no solo los abarcaba a ellos y elcampo,sinotambiéntodaslasvecesquesehabíanvistoytodaslascosasquesehabíandichoyloqueacababandehacer.

—Mimujer…—Losé.Sinembargo,élinsistióencontinuar.—Jeanhapasadounamalaracha.Menecesita.—Porsupuesto.Perocreoqueserámejorquenonosvolvamosaver,ni

que tengamoscontacto.Esmejorasí.—Letemblaba tanto labocaque tuvoque apretar los labios para controlarlos—. Porque de lo contrario esdemasiadoduro,ahoraquehemos…

—Sí.Eslomejor.Ese simpleasentimiento le rompióel corazón,porqueellaqueríaque le

dijeralocontrario.Peroteníarazón,fuerancualesfueranlasconsecuenciasdeaqueldía.Amboslocomprendían.

Por un instante, Arthur sostuvo el rostro de Violet entre sus manos, lamiróconaquellosojosazulesytristes,ysonrió.Labesóyluegosefuehacialabarreraylasaltósinmiraratrás.Cuandoélsealejóensubicicleta,VioletsesecólacaraconelpañuelodeArthur,searreglólaropa,sequitólahierbadelpeloyempezóarespirarconmáscalma.Despuéssepusoenpieymiróelcamposalpicadodebotonesdeoro,mientrasapretabaelpañueloenlamano.Algunascosasdentrodeellaseguíanvibrando,atentasacualquierposibilidaddecambioycrecimiento.

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MientrasguardabaelpañueloenelbolsooyóelsonidodelabarreraysepreguntóporquévolvíaArthur.Sedio lavuelta.NoeraArthur.JackWellsestabadepieenelpeldañoinferiordelabarrera.Agarróeldearribayconunrápido impulsopasósuspiernasalotro ladoysaltóporencima,aterrizandoconelegancia.

Se quedó mirando fijamente a Violet con sus ojos oscuros y su lentasonrisa,yeltiempopareciócongelarse.Ellapudocalcularquesugranjaconlamaquinariaoxidadayelmaizalporelquelapersiguióestabantansoloaunoodoscamposhaciaelsur.Arthurylascampanaslahabíanllenadotantoque no había pensado en aquel día de verano ni en la Nochevieja. Habíaconseguidoapartaraaquelhombredesuspensamientos,hastaahora.

«No—pensó—.Novasaarrebatarmeestedía».—Márchese—dijoantesdequeélpudierahablar.Lasonrisadelhombresiguiócreciendo.—¿Porquétengoquemarcharme?—Porquese lohepedidoyporqueuncaballerohace loque lepideuna

dama.—¿Deverdad?Nolotengotanclaro.Creoqueunhombrepuedecogerlo

quequiera.Se acercó a ella. Violet retrocedió un paso. Ahora era el momento de

pensarconrapidezyclaridad.«Lomejoresnodejarsellevarporelpánico.—Oyóqueledecíasupadrealoído—.Repasaconcalmatodaslasopcionesyeligerápidamentelaqueteparezcamejor.Notelopiensesdemasiado».

Ellaescuchó.Arthursehabíaido;nohabíacasascercayloscampesinosno labraban el campo en domingo. Nadie podía ayudarla. ¿Podría hacerloentrarenrazón?Erapocoprobableajuzgarporlosnerviososencuentrosquehabía tenido con él. ¿Le debía dejar hacer lo que quisiera? Así tal vezresultaramenosviolento.

No. No podía permitirlo. Después de lo que acababa de suceder conArthur,nosoportabaqueélestropearaeserecuerdo.¿QuélehabíanenseñadolosúltimosdieciochomesesenWinchester?Ofreceríaresistencia.

Violet echó un vistazo al contenido de su bolso abierto: el pañuelo deArthur, sumonedero, un lápiz de labios, un neceser, algunos recibos y unalarga tira de tela de cáñamo enrollada que estaba bordando para hacer lacenefa del cojín. La habíametido en el bolso para tener algo que hacer sidebía esperar a Arthur. Al lado estaba el librito de agujas queMarjory lehabía hecho para su cumpleaños, con varias agujas de bordado —cortas,

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gruesas y con puntas redondeadas— clavadas en las páginas de fieltro.Considerólaposibilidaddeusarlasagujas.

JackWellsdiootropasohaciaella.—¿Quéhacesaquísolita?«AsíquenomehavistoconArthur»,pensóVioletconalivio.—Yo…estoymirandolasflores.—¿Porquépasastantotiemposola?—Esoescosamía.¿Quétienedemalo?—Unamujernodeberíaestarsola.Necesitaunhombrequelaproteja.O

podríasucederlecualquiercosa.—Bobadas—contestóViolet, con repentinoenfado.Aquelloagudizósu

mente—.Detodasformasnoestamossolos.Hayalguienenlacarretera.Hizo un gesto señalando la barrera.Mientras el hombre volvía la vista,

metió lamano en el bolso y abrió el librito, sacó la agujamás grande y lacolocó siguiendo el lomode forma que la punta sobresaliera de uno de losextremos.Despuéscerróelestucheylocogióconelpulgaryelíndiceporlapartedondeestaba laagujaparaquenosemoviera.Tardó tressegundosenhacerlamaniobracompleta,justocuandoélvolviólacabeza,molesto.

—Tecreesmuylista,¿verdad?¿Creesquesoyunestúpido?Zorra.Se acercó tan rápido queViolet no tuvo tiempodemoverse.Cuando la

empujó,ellacayódeespaldasalsuelo,golpeándoseelcodoyelhombro.Apesardeeso,logrósujetarelestuchedeagujas,aunquenoseatrevíaamirarsilaagujaseguíaensusitio.

Duranteunmomento,élsequedódepiejuntoaella,tapandoelsol,porloqueVioletsolopodíaversusiluetatriunfante.Luegosedesplomósobreella,inmovilizándoleloshombrosconsusmanos.Noeraalto,peroestabafibrosoyfuertedetrabajaralairelibre,yapestabaasudoryacigarrillosydesprendíaunpenetranteoloragranja.Cuandopresionósuentrepiernacontraladeella,lohizoconrudeza.Violetestabaheladaymuertademiedo.

Aúnteníaenlamanoelestuchedeagujas.Entrelosdedosnotóelpatrónuniformedelcañamazobordado:laspuntadascuidadosasycomplicadasquehabíahechosusobrinaquelaquería.SentirlaseguridaddeaquellaspuntadashizoqueVioletvolvieraalpresente.

JackWells le soltó uno de los hombros para desabrocharse el cinturón.«Ahora»,pensóViolet;apretóelestuchedeagujasenelpuño,alzóelbrazoylo balanceó hacia delante con ímpetu, rezando—mientras le apuñalaba elcuello—porquelaagujasiguieraallíynosehubieracaído.

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Élchillóyseapartórodandohaciaunlado,mientrasseagarrabaelcuelloconlasmanos.«¡Vete!»,sedijoasímismaViolet,levantándosedeunsalto.Sinhacercasodeldolorenelcodo,elhombroylaespalda,cogióelbolsoycorrió, primerodando traspiés y despuésmás rápidode lo quenuncahabíacorrido en su vida, ni siquiera de niña cuando la perseguían sus hermanos.Llegóalabarreraysaltóalotrolado.Nosevolvióamiraratrás,puesesolahabría ralentizado. Su bicicleta seguía apoyada en el seto. Mientras seacercaba a ella,Violet oyó el sonidometálico de la barrera. Seguro que élestabasubiéndoseparasaltarla.Tampocoentoncessevolvió;rápidamentesesubióalabicicletayempezóapedalearcontodassusfuerzas.

Oía sus jadeos, susmaldiciones y sus bramidos, cada vezmás cerca, yentoncesnotóunamanosobreelbrazo.Intentónoapartarlodeuntirón,puesesoquizálahubierahechoperderelequilibrio.Selimitóamoverconfuerzalaspiernasenlospedales,sintiendocómolequemabanlosmuslosycómoélaflojabaamedidaqueellaacelerabahastaquelasoltóyVioletseliberó.

Pedaleó y pedaleó, con los pulmones en llamas, la mente helada, sinvolverlavistaatrás,sinbajarelritmo,subiendoybajandolospedaleshastaponeralgunoskilómetrosentreellayelhombre.Lacarreteraestabavacíayno había granjas cerca, solo campos y bosques que se extendían en ladistancia.Alverloaisladaqueestabaagradeciótenerallílabicicleta,unfielcorcelquelaalejabadelpeligro.

Soloaminoró lamarchacuandollegóaunagranjaqueseencontrabaenuncrucequellevabaaunpueblo.Lagranjaestaballenadeactividad,nosolohabía vacas pastando en el prado contiguo y un montón de gallinaspicoteando en el jardín, sino también unamujer que vaciaba un cubo en lahierba juntoaunapuerta lateral,unhombresentadoenunasillaalsol,queleíaunperiódico,ytresniñosquejugabanconunapelota.Unperrosaltabayladrabaalrededordelosniños.Laescenaquesedesarrollabaantesusojoseratancotidianaytancorriente,despuésdeloqueellaacababadevivir,quecasiseechóareírdepuraincredulidad.

Había perdido el sombrero en el campo y llevaba el pelo revuelto, y elhombreylamujerlamirabanfijamente.Siguiópedaleando.Ahorahabíamástráfico—lagentevolvíadelaiglesiaoseibaaalmorzarconlafamilia—yVioletintentónomiraraningunodelosconductoresopasajeros.

EnlasafuerasdeWinchestersedetuvoyapoyólabicicletaenel letreroqueanunciabaelnombredelaciudad,ybuscósuneceserenelbolso.Semiróen el espejo, se examinó las enrojecidasmejillas y el pelo enmarañado, loslabios mordidos y su mirada de loca, y pensó: «No me servirá de nada

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empolvarme la cara y pintarme los labios». Se pasó la mano por el pelointentando atusarlo todo lo posible.Cuandovolvió ameter el neceser en elbolso, se dio cuenta de que había perdido el estuche de agujas deMarjory.Seguramente estaba en el campo junto al sombrero, y no volvería arecuperarlonunca,puestoqueVioletnopodía regresar allí.Alpensarenelestucheabandonado,seechóallorarcongrandessollozos.Elllantohacíaquetodosucuerposeestremeciera.

Sinembargo,latormentanodurómucho;sehabíaacabado.VioletencontróelpañuelodeArthur,sesecólosojosyselimpiólacara.

Encendióuncigarrillo,inhalóprofundamenteyechóelhumohaciaunlado.Por un breve instante, consideró la posibilidad de acudir a la policía ydenunciaraJackWells.PeroesoimplicabatenerqueexplicaralosescépticospolicíasquéhacíaellasolaenuncampoyposiblementeinvolucraraArthurenelasunto.No.Se imaginó laagujaclavadaenelcuellodeJackWells,yasintió para sus adentros. Con eso bastaba. «Violet Speedwell—se dijo—,miraloquehashecho».

Volvió a subirse a labicicletaypuso rumboa la ciudadbajandopor lacolina. Pasó por la estación de ferrocarril, la puerta oeste, enfiló por HighStreet,ygiróaladerechahaciaelcrucedeButtercrossparacruzareljardínexterior.Apenasteníaquepedalearylacatedrallaatraíacomounimán.

Violetdejólabicicletaapoyadaenunmuro,accedióalfríointeriorysefue directa por la nave central hasta el coro. Estaba vacío, solo había unsacristánqueponíaunmantelyunasvelassobreelaltar,enelextremomásalejadodelpresbiterio,preparándoloparalasvísperas.Violetmirólashilerasdesillasaizquierdayderechadelaentradacentral.Asuizquierdaestabaelcojín del rey Arturo; a la derecha, el recién acabado cojín del Árbol de laVida.Enambosseasomaban las filasdeesvásticas,aunqueno llamaban laatenciónyhabíaquemirarcondetenimientoparaverlas.

Violetexaminóunosinstanteslosdoscojinesyluegoeligióuno.SesentóencimadelÁrboldelaVida,elasientocrujióbajosupeso.Cerrólosojosysecontemplóasímisma.Surespiraciónsehabíacalmadoyeracasinormal.Leseguía doliendo el codo, pero el dolor del hombro había disminuido hastaconvertirseenundolorsordo.Losmuslosestabantensosdellargoyfrenéticopedaleo.Mástarde,sedaríaunbañopararelajarlos.

En el bajo vientre se sentía dolorida, de Arthur y de la bicicleta. Peromientras permanecía sentada escuchando su propio cuerpo, se imaginó quesentíaunalevepunzada.Violetabriólosojosylosposóenuncojíndeunode

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los asientos que había frente a ella. Los tonos rojos y amarillo mostazaresaltabancomojoyassobrelaoscuramadera.

«Ahoraempezará—pensó—.Ahoraempezaré».

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—Megusta viajar en tren.Un tren lo cura todo—dijoGilda, apartando lavistadelacampiñadeHampshireysonriendoaViolet.

—Sí.Violet le devolvió la sonrisa, aunque sabía que no podría ocultar su

agotamiento.Durantetresmeseshabíadormidotanpocoquenocomprendíacómopodíaseguirenpie.

Dorothy estaba sentada frente a ella con su abrigo verde y su miradaausente.Violethabíaelegidounsábadoparaquepudieranacompañarla;delocontrario no estaba segura de que alguien más acudiera a la cita. Tom yEvelynlehabíandichoqueirían,peroeracomplicadoencontraraalguienquecuidara de los niños, tanto queViolet sospechaba que ellosmismos habíancreadolacomplicaciónparatenerlaexcusadenoir.EsperabaqueMarjory,EddieyGladyspudieranacompañarlos,perosabíaquenopodíapedirleasuhermanoquelosllevara.Detodosloscambiosquesehabíanproducidoaquelúltimo año, el más doloroso había sido no poder ver a sus sobrinos conregularidad. Seguía confiando en que Tom y Evelyn dejaran de lado susrecelos.ConlaayudadeDorothyinclusohabíavueltoahacerelestuchedeagujas que Marjory le había regalado, recreando concienzudamente suserrores, solo por si su sobrina la visitaba algún día y le pedía que se loenseñara.Elmespasado,Marjory lehabíahechouna tarjetadecumpleañoscon un esmerado dibujo de unas violetas. Violet se alegró de que Tom yEvelynestuvierandispuestosaentregársela.Dehecho,TomsacudíalacabezamientrasledescribíalomuchoqueMarjoryhabíainsistidoenqueledieralatarjetaasutía.«Nosédequiénlohasacado»,añadió.

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—¡Mira,StCatherine’sHill!Yacasiestamos—dijoGildaempezandoarecogersuspertenencias.

Duranteunbreve instante,Violetsepreguntócómoseríapermanecerenel tren y seguir hasta Londres, tal como había sopesado hacer un día deverano casi dos años antes. ¿Habría sido su vida más fácil en una ciudadgrandeyanónima?Talvez.Peroensufuerointerno,sabíaquenuncaseiríadeaquí,ylasensaciónselepasó.

—Graciasporvenirconmigo—dijo.—¡Faltaríamás!—exclamóGilda—.Nonosloperderíamospornadadel

mundo,¿verdad,Dorothy?—Perangusta,adaugusta.Delasdificultadesalagrandeza.Violet y Gilda ni siquiera intercambiaron una mirada. Violet había

descubiertoque,despuésdevivirconella,unaseacostumbrabaaoírlasoltarfrasesenlatín.SindudaellamismateníararezasqueseguroquevolvíanlocaaDorothy.

Heaquíunarareza.Seacercóalcochecitoqueestabafrenadojuntoa lapuertadelvagónyechóunvistazo. Iris estabadormiday llevabaasídesdeque salieron de casa. Aunque su sueño era una bendición para los demáspasajeros, era probable que se despertara y se hiciera oír más tarde. Noimportaba.Violetsonriómientrascontemplabaelmilagrodesuhija.Porella,seríacapazdeaguantarbastantemásqueunoslloros.

Aunasí,sepreparómentalmenteparaelpaseoquetendríaquedardesdela estación, pasando por la ciudad, hasta la catedral. No había vuelto aWinchesterdesdequesuembarazoempezóaserevidenteyperdiósuempleo.En cuanto el señor Waterman la llamó a su despacho, un fresco día deoctubre, supo que al final él se había percatado de que, simplemente, noestaba engordando. Ella les ahorró a ambos un insoportable interrogatoriosentándoseydeclarandodeinmediato:

—Enfebrerotendréunbebé.¿Prefierequemevayaahoraoenenero?AlseñorWatermanselesalieronlosojosdelasórbitas.—SeñoritaSpeedwell,esto…Yo…—Talvezseamejorquemevayaahora—decidióella.Aunquealdecirlo se robabaa símismadosmesesde sueldo,nopodría

soportartantotiempoelbalbuceoyelrostroenrojecidodelseñorWaterman.Ya teníaque aguantar lasmiradasde reojodemuchasde lasmujeresde laciudad.LaseñoraHarvey, sinembargo, sehabíamostrado inesperadamentetolerante.LeconfióaVioletqueunahijasuyateníaunbebésinestarcasada.

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—Por supuesto, no puedes quedarte cuando tengas al bebé—añadió—.Estanoesunacasadeesas.

Sin embargo, la mayor sorpresa del día en que perdió su empleo fueMaureen, que ya había adivinado que estaba embarazada. Cuando VioletregresódesureuniónconelseñorWatermanyleexplicóquedejaríaprontoeltrabajo,sucompañeradeoficinaresoplóydijo:

—Dentrodepoco,yotambiéniréaverlo.Voyacasarme.—¿Te vas a casar?—Violet intentó no sonar sorprendida, pero durante

aquellosmesesnohabíatenidoningúnindiciodequehubieraunhombreenlavidadeMaureen.

Aquel repentino anuncio no tenía nada que ver con las interminablescharlas sobre compromisos y anillos y banquetes de boda que habíanmantenidoMo y O justo hacía un año y medio. «Maureen ha madurado»,pensóViolet.

—¿Conquiéntecasas?—Con Keith, por supuesto —dijo Maureen y, al ver la expresión de

sorpresadeViolet,añadió—:¿Porquétesorprende?Afinyalcabo,túnospresentaste.

ViolettodavíateníaqueacostumbrarseaquealguienllamaraaKeithBainsoloporsunombredepila.Eraunodeesoshombresalosquelesibabienunapellido.YseibaacasarconMaureen.Talvezesolasuavizara.

—¡Caramba!Enhorabuenaalosdos.—Gracias.Keithme hace reír y pensar. ¡Memuero de ganas de ver la

caradelseñorWatermancuandodescubraquepierdeasusdosmecanógrafas!Vendrás a la boda, ¿verdad? Puesto que fuiste tú la que nos pusiste encontacto,deberíasestarallí.Siempreque…—hizounaseñahaciaelvientredeViolet—estonoseinterponga.

—Esoespero.Pero en realidad no lo esperaba. Arthur estaría presente, seguramente

como padrino de bodas, y ella sabía que debía evitarlo, igual que habíaevitado lacatedralyel restauranteOldMarket losmiércolespor lanocheylosdomingosalmediodía.

SolounavezsehabíatopadoconArthur.Ellasalíadelacasaparroquialcuando lo entrevió a través de un grupo de coristas que cruzaban el jardíninteriorarmandomuchobarullo.Estabaapoyadoenunodeloscontrafuertesdelacatedralyeraevidentequeesperabapoderverlaaella.Violetsedetuvoy cuando los chicos hubieron pasado, él la vio y también vio el bulto quesurgíaentrelosplieguesdesuabrigo.Semiraron,unoacadaladodeljardín.

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Violet deseaba, más que nada en el mundo, cruzar el empedrado que losseparaba y abrazarlo. Pero no semovió ni él tampoco, confirmando de esemodo lo que habían decidido antes incluso de saber cuáles serían lascircunstancias.Despuésdeunmomento,Violet lehizounpequeñogestodeasentimiento y dio media vuelta mientras Arthur sacaba un pañuelo delbolsilloysesecabalosojos.

Violetnofuealaboda.Afinalesdediciembre,cuandoMaureenyKeithBain se casaron, ella ya sehabíamudadodenuevoaSouthamptonypodíaponercomoexcusaeltiempoylostobilloshinchados,aunqueparaentonces,ellosyadebíandehaberadivinadoelverdaderomotivodesuausencia.Noseloreprocharon.Dehecho, losBainseconvirtieronenbuenosamigossuyos.LaapoyaronduranteelembarazoytambiéncuandonacióIris,hastaelpuntodequeVioletlespidióquefueranlospadrinosdelaniña.

Cuandoeltrensedetuvo,miróelrostrodesuhija,queseparecíatantoaldeArthurqueaViolet leasombrabaquelagente lepreguntaraquiéneraelpadre.Irisabriólosojos:profundos,comodostrocitosdezafiro.

—Justoatiempo—murmuróViolet.Escondió debajo de las mantas un pequeño cojín con las iniciales ak

bordadasenunaesquina;lohabíahechoconelpañuelodeArthur.—BienvenidaaWinchester,pequeña.Sicparvismagna.Lagrandezanace

depequeñascosas.

GildayDorothynoparecíanestarnerviosasporpasearseporlaciudad.DesdeelmomentoenquesemudaronaSouthamptonyempezaronavivirjuntasyatrabajardecontableydemaestra,parecíaquelosciudadanosdeWinchesterestabanaliviadosdenotenerquemeditarsobrelanaturalezadesurelación.Ojosquenoven,corazónquenosiente;esoleconveníaalaciudad.MientraspaseabanporlaHighStreet,parecíandosamigasquecharlabancaminodeunbautizo.

Sinembargo,elpecadodeVioleteramásevidente.Mientrasempujabaelcochecito hacia Buttercross, sentía los ojos sobre ella, tal como los habíasentidoenlosúltimosmesesdesuembarazoylosprimerosmesesdevidadeIrisenSouthampton.Ahorayanoeratansusceptible,peroseguíasiendounsuplicio que le exigía prepararse cadavezque tenía quehacerle frente.EraunagranayudateneraGildayaDorothy;ahorayanocaminabanjuntas,sinoque se habían colocado sin decir palabra a ambos lados deViolet. «Como

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guardias queme acompañan a una celda», pensóViolet con ironía, aunquetambiénestabaagradecidaporello.

Elmejortónicoeramantenerlosojospuestosenelrostrodesuhija.Irisla miraba con igual intensidad, con sus ojos azules, ante la seria tarea depermanecer viva. El hecho de que su hija dependiera por completo de ellahacíaqueVioletcaminaraconelpasoligeroylaespaldarecta.Fueesoloquelediovalorparainsistirleasuhermanoenqueella,GildayDorothydebíanvivir en la casa de los Speedwell, en Southampton, en lugar de venderla.AquellasugerenciahabíadesconcertadoaTom,aligualquelanoticiadesuembarazo.PeroViolethabíacultivadounanuevadeterminacióncontralacualasuhermanoleresultabadifícildiscutir.

—Voyatenerunafamilia—ledijoella—ynecesitaréunacasafamiliar.NuestramadrenovolveráaSouthampton.Salvoquetúnecesiteseldineroenalgúnmomento,¿porquénopodríayovivirallí?

GildayDorothyapoyabanaVioletconsussueldos.Puestoquenoteníanquepagarunalquiler,conseguíansaliradelante:Violetcuidabadeellas,delacasaydeIris.Fueunacuerdomuyreveladorymuydebatidoasusespaldasporlosvecinos,ymásdeunavezVioletloshabíaoídomurmurarsobre«lacasa del pecado». Aunque Tom y Evelyn habían conseguido aceptar elacuerdo entre Gilda y Dorothy, fingiendo que se trataba de una simpleamistad,nopodíanpasarporaltoelhechotangibledeIrisylaausenciadeunpadre y de una alianza en el dedo de Violet. Aquello no había forma deocultárseloa sushijos.Por ello, cuando lasvisitaban,no traíana losniños,siempre con una excusa preparada: enfermedad, cansancio o un castigoporquesehabíanportadomal.

Violet sobrellevaba su nueva situación. Dorothy le había enseñado queSuum cuique. A cada uno lo suyo. No obstante, se inquietaba, puesto queparecía,comomucho,unacuerdotemporal.¿Volveríaasercapazdetrabajar?¿Tendríaquepedirlemás aTomy rogarporque fueramisericordioso?Eradifícil imaginar esas conversaciones, pero al final tendría que ir a verle yhablarledelfuturodeIrisydeellaparaquenofueratanprecario.

Mientras cruzaban el jardín exterior, el corazón empezó a latirle confuerza. Pensara lo que pensara de ella la ciudad, le preocupaba más larespuestade lacatedralante loscambiosquehabíahabidoensuvida.A lolargo de los siglos, había sido un refugio paramuchas personas y tambiénparaVioletcuandovivíaenWinchester.Ellatemíacadacambio,losojosquelaseguían,loscomentariosmientrasempujabaelcochecitodeIris.¿Seríaestalaúltimavezquelavisitara?

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Peroallí estabaLouisaPesel esperandoenelpasillo central.Fueella laqueconvencióaldeánSelwyndequepermitieraqueelbautismode Iris secelebraraenlacatedral.Violetsepreguntabaquélehabíadichoysituvoquesobornarlo con la promesa de un cojín especial en su nombre; perosospechabaquealdeánlehabíaparecidosimplementeimposiblediscutirconlaseñoritaPesel.

—¡Ah, ya estáis aquí! —exclamó acercándose con una sonrisa—. ¿Ydóndeestánuestrapequeñaestrella?

Metió la cabeza en el cochecito, como lo hacen las personas quenuncahan tratado con bebés, e Iris la observó alarmada. La señorita Pesel le diounaspalmaditasenlamejillaantesdealzarsedenuevo.

—Unosllamativosojosazules—declaró.Violetsepreguntósiestaríaatandocabossobrequiéneraelpadredesu

hija.Si lo hacía, no lo demostró. En realidad, nunca había hecho ningún

comentario sobre el padre o sobre la ausencia de un anillo en el dedo deViolet, pero había dado la bienvenida a Iris con el mismo candor que susobrinaMarjory cuando se enteró de que iba a tener una primita a la quecuidar,laúnicavezqueTomyEvelynlehabíanpermitidovisitarla.

—Has elegido el nombre más delicioso para ella —siguió diciendo laseñorita Pesel—. Como sabes, los iris son mi segundo amor después delbordado.A finalesdeaño,me instalaréen laWhiteHousede laColebrookStreet,auntirodepiedradeaquí,yyaestoyhaciendoplanespara llenareljardíndeiris.TienesquetraeraIrisparaqueveaasustocayascuandohayancrecidodentrodeunoodosaños.Bueno,¿vamos?

Lascondujoa lanave lateral,pasada lacapilladelobispoEdingtonconsus fylfotsdealabastro,hacialacapilladelosPescadores.ConLouisaPeseldeescolta,VioletsesentíamáslegitimadaycapazdeempujarelcochecitodeIrisconseguridadatravésdelanave.

EnlacapillalasesperabanlosBain,Maureenconunasonrisaenlacara.TambiénestabanlaseñoraHarveyy,parasuasombro,MabelWay,unadelasbordadorasdelacatedral.Mabel,quedosañosanteslahabíamandadocallar,justo a la salida de la capilla de losPescadores.Noparecíamuy segura dequerer estar allí y miraba asustada a su alrededor; tal vez suponía quevendrían más bordadoras aparte de Gilda, Dorothy y la señorita Pesel. LaseñoraBigginsnoestabapresente,porsupuesto;sibiennopodíaprohibirleaViolet que asistiera a las reuniones de las bordadoras, había conseguidohacerla sentir tan incómodaquedejóde ir cuandosemudóaSouthampton,

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aunquesiguióbordandocojinesparalasilleríadelcorohastaquellegóIrisysutiempoparaesetipodecosasdesapareció.

Debíade existir unmotivoparaque estuviera allí presenteMabelWay.Habíatantaspersonasqueescondíanhistorias:unmaridoquesehabíaido,unbebé sorpresa al que se hacía pasar por hermano o hermana, una pasiónequivocada,unamujerperdida.Talvez,algúndíaVioletconocieralahistoriadeMabel. Cómo navegar por la vida cargando con ese equipaje sin que tevuelvasunapersonatriste,amargadaosentenciosa,eseeraelreto.LehizoaMabelungestodeasentimientoparatranquilizarla.Yellalecontestóconunatímidasonrisa.

Apesardelasorpresadeverallíinvitadosinesperadosylaemocióndelaocasión,Violetsentíaunavagadecepción.EnsufuerointernoesperabaqueArthurpudieraestarpresente,aunquenodebiera.Ellaselohabíadejadoclaroyéltambién.

Saludó a sus invitados, pero entonces Iris empezó a llorar. VioletsospechabaquesetratabadeunareaccióntardíaalarepentinayamenazantecaradeLouisaPesel,ytuvoqueatenderasuhija,loqueleimpidióunirsealas conversaciones. Por fortuna, no importaba, pues la mayoría de lospresentes se conocían o eran civilizados, aunque se percató de que tantoMabel como la señora Harvey se aseguraban de permanecer en el ladoopuestodelapequeñacapillaalqueestabanGildayDorothy.Erainevitable,ellaspodíanserlosuficientementetolerantescomoparaacudiralbautizodelahijadeunamadresoltera,peronoparaaceptarlaunióndedosmujeres.AlapropiaViolet lehabía resultadodesconcertantealprincipioyentendía sureticencia. Sin embargo, ahora llevaba varios meses viviendo con Gilda yDorothy y ya no cuestionaba su relación. Para ella, eran como un viejomatrimonio.AlmenosMaureenhablaba con ellas; desdeque estaba casadaconKeithBainsehabíavueltomásgenerosa.

Llegóelvicariodelaiglesiadeunpueblocercano;unhombregrisquealparecereraelúnicovicariodelosalrededoresdispuestoaoficiaresebautizo,sobretodoporqueellolepermitiríadecirquehabíacelebradounservicioenlacatedraldeWinchester.Empezaronaocuparsusasientos,MaureenyKeithBain a ambos lados deViolet como padrinos. Iris seguía llorando yVioletmirabaasualrededor,nerviosa,incómodaporlosgemidosdesuhija.TomyEvelynnoestabanallí;novendrían.

Entonces,Evelynentróacelerada,sinalientoycomopidiendodisculpas.—Enseguidacomprenderásporquéllegamostarde—dijo.

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CuandoTomaparecióporlapuertallevandoasumadredelbrazo,Violetestuvoapuntodelanzarungrito.

Desde que se había mudado a Horsham, la señora Speedwell se habíanegado a ver a Violet. Y ella le había escrito varias veces sin obtenerrespuesta. Siempre que llamaba por teléfono, su tía Penelope se mostrabacautelosa.«Losiento,cariño,estádurmiendo—ledecía—.Serámejorquenolamolestemos». Inclusoentonces,Violetoíade fondoa sumadrehaciendocomentarios.Duranteunadelasllamadas,sutíalesusurró:«Yolodejaríaporahora,cariño.Estoyseguradequeacabaráaceptándolo,pocoapoco.Siemprelepasa».VioletnoteníaniideadecómoTomhabíaconseguidoconvencerasu madre de que asistiera al bautizo. Pero cuando la vio —la señoraSpeedwellparecíamásvieja,máspequeñaymáslenta,yteníalacaratriste—Violet comprendió lo mucho que deseaba que estuviera allí. Ser madre lahabía hecho apreciar realmente el vínculo entre padres e hijos. La idea deperderaIrisleprovocabaunmiedovisceral.Sumadrehabíaperdidoaunhijoy teníaqueseguirviviendoapesardeese temor.Noeradeextrañarquesehubiesevueltotanamargada.

VioletdejóaIrisconGilda,quesiemprelograbatranquilizaralapequeñaconsurepertoriodecarasraras,yseacercóasumadre.

—Gracias,Tom—susurró.Suhermanoasintió.Talvezese fuera tambiénel iniciodel regresoasu

vidadelrestodelafamilia.—Madre —dijo tomando las manos de la señora Speedwell entre las

suyas—.Estoytancontentadequehayasvenido.Sumadrefruncióaúnmáselceñoyretirólasmanos.—Nomesientomuybien—sequejó—.Nodeberíahabervenido.Tanto

viajeparaesto.Miróalrededordelapequeñacapillaconaversión.QuizáTomyEvelynla

habíanforzadoaasistiralbautizoconlapromesadequesecelebraríaenunlugarmásgrandedelacatedral.

—NoestoyseguradeloquehabríapensadoGeoffreyalrespecto.—Eslacapillapreferidadepapá.Poresolaelegí.—¡Quémaravillaquehayavenido,señoraSpeedwell!—dijoLouisaPesel

acercándoseytendiéndolelamano—.Todosesperábamossullegada.SoylaseñoritaPesel, jefade lasbordadorasde lacatedral.Suhijaha realizadountrabajoexcelenteconnosotras,estoyseguradequelosabrá.

La madre de Violet observó el cuello de pieles de Louisa Pesel, susombreroalgoanticuadoysuairedeautoridadnaturalylasaludóconunleve

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movimientodelacabeza.—Encantadadeconocerla.«Ha encontrado a alguien que legitime esta reunión», pensó Violet,

escondiendounasonrisa.—Larelaciónquetieneunniñoconsuabuelaessumamenteimportante,

¿nocree?—continuódiciendolaseñoritaPesel—.Lamíameenseñóabordarmi primer dechado. Le debo a ella el trabajo de toda mi vida, de verdad.Vengaasaludarasunieta.

LaseñoraSpeedwelldejóquela llevaranhastaGilda,a laquemiróconciertoalivioalverunrostrofamiliar.Nadiesehabíaatrevidoaexplicarlelaverdadera naturaleza de la relación entre Gilda y Dorothy; todos habíandecidido tácitamente que la noticia del embarazo de Violet ya erasuficientementeimpactante.

—Aquí está Iris—exclamóGilda, levantando al bebé—.Ha dejado dellorar,¡soloparausted!

LaseñoraSpeedwellobservóasunietaconojoscríticos.—¿LlevaelvestidodebautizodeViolet?—Sí,madre—dijoVioletacercándose.—Le queda demasiado grande. Pero, bueno, tú eras un bebé grande.

EstabasgordacomounpudindeYorkshire.Violet cruzó una mirada con Keith Bain, que sonreía por aquella

comparaciónimprobable,yleguiñóunojo.ÉlsehabíaemocionadocuandoellalepidióquefueraelpadrinodeIris.

Irismirabafijamenteasuabuela,conunmohíndedisgusto.—TienelosojosdeGeoffrey—observólaseñoraSpeedwell.LosojosdelpadredeVioleterandeunazulpálido,noteníanlosreflejos

delosdeIris,peroVioletnoestabadispuestaadiscutirconella.—Siéntese,madre,yempezaremos.AIrisnoleagradóelaguaquelevertieronsobrelacabeza—niaunque

fueraaguabendita—ylloródurantelamayorpartedelaceremonia,solosecalmóunavezacabada,cuandoViolet se la llevóa lacapillacontigua,queestaba vacía, para amamantarla. Cuando terminó y su hija dormía en susbrazos, saciada, Violet pudo concentrarse de nuevo en sus invitados. Casitodos estaban alrededor de la señora Speedwell, complaciéndola mientrasescuchaban sus historias sobre su nueva vida en Horsham. Dorothy estabasolaeinspeccionabalasvidrierasdeIzaakWalton.Maureencharlabaconlaseñora Harvey. Keith Bain había desaparecido, tal vez para fumarse uncigarrillo.

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—Violet,cariño,tienesquevenir.Tenemosqueenseñarteunacosa.LouisaPeselestabaconGildaylehacíaseñas.La sacaron de la capilla de los Pescadores y, seguidas por los demás,

subieron las escaleras hacia el presbiterio.Allí, las sillas estaban expuestasconsusreclinatorios,entreellosestabanlasbellotascuadriculadasdeViolet.

—¡Mira!—dijoGilda agitandounamanohacia la sillería del coro a suizquierda.

Violetcontuvolarespiración.Laúltimavezquehabíaestadoallí,mesesantes,habíaveintecojinesen losasientosdelcoro.Ahorahabíadiez largoscojines de colores deslumbrantes para los bancos. Se acercó para verlosmejor. Cada cojín largo tenía dos medallones históricos con motivosdecorativosenazul,amarilloyverde.HabíarepresentacionesdeRicardoIyEnrique VIII, de los obispos Edington y De Wykeham, de Carlos I y ladestrucción del interior de la catedral por parte de los soldados, durante laGuerraCivil.InclusohabíaunmedallónconelrostrodeIzaakWalton.Aúnquedabandosdocenasporhacer,peroaquelloyaparecíamaravilloso.

—¿Sabíausted,señoraSpeedwell—dijolaseñoritaPesel—,quelareinaMaríanosvisitóelmespasado?Estámuyinteresadaenelbordado,yfueuntestimoniodelashabilidadesdelasbordadorasdelacatedralquequisieravernuestralaborconsuspropiosojos.Hasidorealmenteunpuntoculminanteenmicarrera.

LamadredeVioletasintió.LegustabalaesposadelreyapesardequenoeralomismoquelareinaVictoria.

GildayDorothyhabían asistido a la visitade la reinay le explicaron aViolettodosobreaquellanoche:queeldeánasumióelmandoyseencargódeguiaralareinapeseaquenosabíanadadebordados,quelareinaeramuchomás alta que Louisa Pesel, que hacía preguntas bien fundamentadas y queescogió y alabó el trabajo deDorothy.Violet se alegró al oírlo, le hubiesegustadoverloaunque sabíaquenohabríapodidoasistir: Iris erademasiadopequeña para dejarla con alguien y suponía que ella todavía no sería bienrecibidaporlasbordadorasdelacatedral.LaseñoraBigginslahabríaechadodel presbiterio con susmiradas. Confiaba en que algún día nomuy lejano,LouisaPeselseríacapazdeamordazarlosuficientealaseñoraBigginsparaqueVioletpudieravolverabordarconlasdemás.

CuandoGilda añadió «Sonaron las campanas para la reina» lanzándoleuna mirada de complicidad, Violet sintió una opresión en el pecho. Casinunca hablaban de Arthur, aunque por supuesto Gilda había adivinado de

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inmediato que él era el padre de Iris. Sin embargo, su amiga no la habíaregañado.

Violet estaba contemplando los largos cojines cuando vio una cenefaconocida:unafiladefylfotsconfloresintercaladassobreelcojíndedicadoalobispoWodeloke.

—Esalahiceyomisma—dijoLouisaPeselqueestabaasulado—.Nohetenido la oportunidad de hacer un bordado para este proyecto aparte derealizarlosmodelosparalasotrasbordadoras.Perocuandooíqueelgobiernoalemán prohibía a los judíos ejercer todo tipo de oficios, pensé que megustaría seguir connuestrapequeñaprotesta contrael señorHitler.Fueunamanera muy satisfactoria de canalizar mi indignación. —Observaron lacenefa, que eramás prominente que la de los cojines del reyArturo y delÁrbol de la Vida—. Pero creo que con eso ya basta. Hemos dejado claranuestra postura y quedan muchísimos diseños bonitos en el mundo quepodemosutilizarparaelrestodebordados.

Violet asintió.Pordesgracia, el canciller parecía consolidar supoder enlugar de desaparecer como algunos habían predicho. El fortalecimiento deAlemaniadeberíapreocuparlayabrirelabismoensu interior.Pero,apesarde todos loscomentariosasusespaldasy todas lasmiradasdesoslayo,ellaaguantabaporqueteníaaIris.Suhijaborrabaesaangustiayledabafuerzas.

Enlomásaltoempezóasonarunasolacampana,alprincipiovacilante,comosifueraunerror,peroluegoconfuerzayurgencia,comoelsonidoqueArthur y ella habían conseguido juntos en Nether Wallop. El toque depecadores.

—Es Arthur —susurró Maureen, acercándose a ella—. Keith subió alcampanarioparadecirlequehabíaacabadoelbautizo.EssuregaloparaIris.

Violetabrió losojosdeparenpar.Lascampanassolosonabanpara losserviciosdelacatedralyparalafamiliareal,noparaelbautizodeunahija.

—Pero… ¿qué dirá William Carver? Le prohibirá para siempre quevuelvaatocar.

—Arthurasumeelriesgo.Sitenemossuerte,elviejoCarvertalveznolasoiga.

Violet escuchó, recordando aquellamañana enNetherWallopy todo loquehabía sucedidodespués.Luegocontempló laconsecuenciadeaqueldíaqueyacíaensusbrazos.Suhijaestabaalertaymanteníalosojosfijoshaciaarriba.¿Mirabael rostrode sumadreoescuchaba lacampanade supadre?CuandoIrisesbozóunasonrisaampliaydesdentada,Violetpensóquetalvezestuvierahaciendoambascosas.

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AGRADECIMIENTOS

Elbordadoconcañamazoocon teladecáñamoalquehace referencia estelibroesloqueactualmentellamamos«bordadodepuntodecruz».

Louisa Pesel existió realmente, así como los cojines y reclinatorios (yfylfots) de la catedral deWinchester; estos siguenutilizándose y unopuedesentarseoarrodillarseenelloslamayoríadelosdías.Esperohaberhonradolalabor y el espíritu de Louisa de una manera que ella y sus descendientesaprobarían.Alahoradeescribirestelibroheutilizadomuchosrecursos.Heaquíalgunosdeellosparaquiendeseeprofundizarmás.

LouisaPeselylosbordadosdelacatedraldeWinchester:La colección de Louisa Pesel en la Universidad de Leeds:

http://library.leeds.ac.uk/special-collectionsEmbroideries ofWinchester Cathedral de Dorothy Carbonell and Hugh

Carey(1982)CrewelEmbroideryinEnglanddeJoanEdwards(1975)StitchedandWoven:TheEmbroideriesofWinchesterCathedraldeSheila

Gray(2006)

LacatedraldeWinchester:TheCathedralsofEnglanddeHarryBatsfordyCharlesFry,revisadopor

BryanLittle(1960)TheGloriesofWinchesterCathedraldeRaymondBirt(1948)Winchester

CathedraldeJohnCrook(2001)

Campanología:«The Ringing Men», en Akenfield: Portrait of an English Village de

RonaldBlythe(1969)

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DiscoveringBellsandBellringingdeJohnCamp(1968)AnElementaryHandbook forBeginners in theArt ofChangeRinging a

cargodelCentralCouncilofChurchBellRingers(1976)Dove’s Guide for Church Bell Ringers, sitio web: https://

dove.cccbr.org.uk/BellsandBellringingdeJohnHarrison(2016)TheNineTailorsdeDorothyL.Sayers(1934)

Lasmujeresenladécadade1930:Diary of a Wartime Affair: The True Story of a Surprisingly Modern

RomancedeDoreenBates(2016)TestamentofYouthdeVeraBrittain(1933)TheEnglishinLove:TheIntimateStoryofanEmotionalRevolutionde

ClaireLanghamer(2013)SingledOutdeVirginiaNicholson(2007)GranBretañaenladécadade1930:TheThirties:AnIntimateHistorydeJulietGardiner(2010)The Long Weekend: A Social History of Great Britain 19181939 de

RobertGravesyAlanHodge(1940)

Quiero dar las gracias a las siguientes personas: A los archiveros ybibliotecarios.JoBartholomewdelacatedraldeWinchester;SuzanneFosterdel Winchester College; David Rymill del Archivo de Hampshire, de laOficina de Archivos de Hampshire; Jill Winder de la colección textilinternacional de la biblioteca de la universidad de Leeds que alberga lacoleccióndeLouisaPesel.

A las bordadoras. A las actuales bordadoras de Winchester, que memostraronsulaborymeexplicaronlospuntosyqueahoraestánlimpiandoyreparando los cojinesy reclinatoriosdeLouisaPesel paraque recuperen sulozaníaoriginal.

Aloscampaneros.AloscampanerosdelacatedraldeWinchester,quemepermitieron mirarlos mientras tocaban las campanas; y en particular, alcapitán del campanario Nick Bucknall y a Colin Cook, que respondieronpacientemente a todas mis preguntas, leyeron los fragmentos de este librodedicadosalacampanologíaehicieronlasmuynecesariascorrecciones.(Lacampanología es un arte muy complejo). También a los campaneros de la

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iglesiadeStAnne’sHighgate,porpermitirmeasistiraunensayoe intentartocarunacampana.Porúltimo,amiamigaCatherineMoore,queconocesuscampanasymehizoentendermejorloquesesientetocándolas;ellatambiénleyó elmanuscrito yme guio en la dirección correcta. Cualquier error quepuedaobservarse,lohecometidoyo.

Alosdemás.APhilYates,quemeproporcionódetallespintorescossobrelavida en ladécadade1930enWinchester.A la restauradora textil JacquiHyman,porcompartirloquesabesobreLouisaPesel.Alguíadelacatedralde Winchester Jeff Steers y al sacristán Benedict Yeats. Al personal delequipodedocumentacióndelInstitutodeCineBritánicodeLondres.

Alresto.AGemmaElwynHarris,pordarmetodotipodeinformaciónsinpestañear ante mis preguntas raras. A mi marido, Jon Drori, por pasearconmigobajolalluviaentreWinchesterylacatedraldeSalisbury,todoporelbiendelainvestigación.

AmiseditorasSuzieDooréyAndreaSchulz,poraceptar sin reservasaViolet, el bordado, la campanología y a mí misma. A mis revisores KymSurridgeyRhianMcKayporcorregirloserroresgrandesypequeños.YaOreAgbajeWilliams, redactoraadjuntadeHarperCollinsenelReinoUnido,porencontrar con calma el título adecuado cuando el resto de nosotros estabadesesperado.AmisagentesJonnyGelleryDeborahSchneider,porconseguirqueel ladoempresarialdeloslibrosseaindoloroyel ladocreativoseamásdivertido.

Por último, quierodar las gracias aKeithBainpor darmepermisoparausarsunombre.KeithadquirióelprivilegiodeconseguirunpersonajeconsunombreenunasubastapararecaudarfondosparaFreedomFromTorture,unaadmirable organización benéfica del Reino Unido que proporcionatratamientoyrehabilitaciónalossupervivientesdelastorturas.Keithapostógenerosamente pormí y porLasmujeres deWinchester; espero que sientaquehaganado.

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TRACYCHEVALIER.Escritoraestadounidensenacidaenelmesdeoctubrede1962enlaciudaddeWashington,especialmenteconocidacomoautoradenovelahistórica.Ensuniñezcomenzóasentirseatraídaporelmundodeloslibros,escribiendosusprimerosrelatoscortosenelinstituto.Cuandoterminósus estudios secundarios, Tracy estudió lengua y literatura inglesa en elOberlin College de Ohio. Después de lograr su graduación abandonó losEstadosUnidosenelaño1984paravivirenLondres.Suprimera intenciónerapermanecerenlacapitalinglesaduranteunosmesesperoterminófijandoen la urbe londinense su residencia habitual, casándose con un británico yteniendo allí un hijo. Chevalier estudió escritura creativa y trabajó comoeditoraantesdedebutarcomonovelistaconlapublicacióndellibroElazuldela Virgen (1997), en el cual vinculaba a dos mujeres de distintas épocashistóricas.

AlcanzóeléxitopopularconLajovendelaperla(1999),novelaconvertidaenunbest-sellerinternacionalquerecreabalasrelacionesdelpintorholandésJohannesVermeerconlaprotagonistadelcuadrohomónimo.Posteriormenteaparecieron Ángeles fugaces (2001), ambientada en la Inglaterra decomienzos del siglo XX tras la muerte de la reina Victoria, La dama y elunicornio (2004), novela con el protagonismo principal de los tapicesmedievalesa losquehace referenciael título,yElmaestrode la inocencia

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(2007), libro ambientado en el Londres de finales del siglo XVIII. En Lashuellas de la vida (2009) centraba su ficción histórica en las paleontólogasMaryAnningyElizabethPhilpot.

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