Una Legislatura, una Magistratura: Aspectos constitucionales sobre la elección de la Corte Suprema...

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Boletín No. 133 - Enero 2012 1. ANTECEDENTES El Art. 131 N° 19 de la Constitución (Cn.) manda que los magistrados de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) sean electos por la Asamblea Legislativa mediante votación nominal y pública. De acuerdo con el Art. 186 de la Cn., reformado en 1991, el nombramiento deberá realizarlo de una lista que formará el Consejo Nacional de la Judicatura (CNJ), integrada por 15 candidatos a propuesta suya y 15 provenientes de las entidades representativas de los abogados de El Salvador. Según la misma disposición, los magistrados se elegirán para un período de nueve años y se renovarán por terceras partes cada tres años, lo que implica que cinco integrantes de la Corte deben sustituirse cada trienio. En el presente año, debe efectuarse una de estas renovaciones, puesto que concluyen su periodo de funciones cinco magistrados de la Corte: uno de la Sala de lo Constitucional, uno de la Sala de lo Penal, uno de la Sala de lo Civil y dos de la Sala de lo Contencioso Administrativo y el 11 de febrero del presente año, se llevarán a cabo las elecciones del gremio de abogados para elegir la mitad de los integrantes de la lista de candidatos que debe formular el CNJ y que éste procederá a completar con sus propuestas, previo a enviarla a la Asamblea Legislativa antes del 1° de mayo (Art. 57 inc. 1° Ley del CNJ). 2. POSIBLES ESCENARIOS PARA LA ELECCIÓN 2012 Tal como se desarrollará en el presente boletín, de acuerdo con el espíritu de Una Legislatura, una Magistratura: Aspectos constitucionales sobre la elección de la Corte Suprema de Justicia

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Boletín No. 133 - Enero 2012

1. ANTECEDENTES

El Art. 131 N° 19 de la Constitución (Cn.) manda que los magistrados de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) sean electos por la Asamblea Legislativa mediante votación nominal y pública. De acuerdo con el Art. 186 de la Cn., reformado en 1991, el nombramiento deberá realizarlo de una lista que formará el Consejo Nacional de la Judicatura (CNJ), integrada por 15 candidatos a propuesta suya y 15 provenientes de las entidades representativas de los abogados de El Salvador. Según la misma disposición, los magistrados se elegirán para un período de nueve años y se renovarán por terceras partes cada tres años, lo que implica que cinco integrantes de la Corte deben sustituirse cada trienio.

En el presente año, debe efectuarse una de estas renovaciones, puesto que concluyen su periodo de funciones cinco magistrados de la Corte: uno de la Sala de lo Constitucional, uno de la Sala de lo Penal, uno de la Sala de lo Civil y dos de la Sala de lo Contencioso Administrativo y el 11 de febrero del presente año, se llevarán a cabo las elecciones del gremio de abogados para elegir la mitad de los integrantes de la lista de candidatos que debe formular el CNJ y que éste procederá a completar con sus propuestas, previo a enviarla a la Asamblea Legislativa antes del 1° de mayo (Art. 57 inc. 1° Ley del CNJ).

2. POSIBLES ESCENARIOS PARA LA ELECCIÓN 2012

Tal como se desarrollará en el presente boletín, de acuerdo con el espíritu de

Una Legislatura, una Magistratura:Aspectos constitucionales sobre la elección de la Corte Suprema de Justicia

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la Constitución y con la interpretación sistemática de sus disposiciones, a la legislatura 2012-2015 es a quien le corresponde elegir este año a los magistrados de la CSJ para el periodo 2012-2021.

Sin embargo, es probable que la lista de candidatos esté completada, en fecha más temprana que en otras elecciones de la CSJ, incluso podría ser antes de que entre en funciones la legislatura 2012-2015 el 1° de mayo próximo. Por ello, tomando en cuenta que existe un antecedente, cabe la posibilidad de que la actual Asamblea busque efectuar el nombramiento de los nuevos magistrados, a pesar de que ya hicieron una renovación en el año 2009. La probabilidad de este evento causa serias preocupaciones, por el desequilibrio que podría causar en el balance de poderes y en la institucionalidad del Estado, debido a la excesiva injerencia de la configuración del poder político de un momento temporal en la integración de la CSJ y por la inestabilidad que podría generar la impugnación constitucional del nombramiento de los nuevos magistrados.

3. PRINCIPIOS DE INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL

Si bien el examen detallado de los métodos y principios que rigen la interpretación constitucional, excede el objeto y alcance de este boletín, con el propósito de aportar claridad sobre la postura que se expone, resulta

conveniente introducir el análisis, a partir de una breve definición de estos principios.

Los principios de interpretación constitucional se presentan como parámetros o lineamientos para desentrañar el sentido de las disposiciones constitucionales y aplicarlas al caso concreto. Son un conjunto de reglas que orientan al intérprete, para dotar a la letra del articulado constitucional del sentido que permita la realización del valor y del espíritu subyacente en la Constitución, con la particularidad que –a diferencia del enjuiciamiento de constitucionalidad que se hace a las normas de segundo grado- entre las mismas no existen criterios de jerarquía1.

Gramaticalmente, en el texto de las disposiciones que regulan el proceso de elección de los magistrados de la CSJ, no hay nada en la letra de la ley, primaria o secundaria, que prohíba de manera expresa la elección de más de una renovación parcial de la CSJ por una misma Asamblea Legislativa. De hecho, eso fue lo que hizo la Asamblea electa para el período 2003-2006, la cual seleccionó magistrados al inicio y al final de sus funciones, motivando que la Asamblea electa para el período 2006-2009 no designara magistrados, aunque pudiera haberlo hecho al final de su período. Prudentemente, dicha

De acuerdo con el espíritu de la Constitución y con la interpretación sistemática de sus disposiciones, a la legislatura 2012-2015 es a quien le corresponde elegir este año a los magistrados de la CSJ para el periodo 2012-2021.

Los principios de interpretación constitucional se presentan como parámetros o lineamientos para desentrañar el sentido de las disposiciones constitucionales y aplicarlas al caso concreto. Son un conjunto de reglas que orientan al intérprete, para dotar a la letra del articulado constitucional del sentido que permita la realización del valor y del espíritu subyacente en la Constitución...

1. Véase PRIETO SANCHIS, L., “Notas sobre interpretación constitucional”, en Revista del Centro de Estudios Constitucionales N. 9, Madrid, 1991, pp. 176 y ss.

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Asamblea se abstuvo, lo que permitió a la Asamblea 2009-2012 realizar una renovación de la Corte a comienzos de su período, normalizando una situación que se había dado desde las reformas constitucionales de 1991, según la cual, cada Asamblea efectuaba una renovación de una tercera parte de la Corte.

En el orden de ideas expresado anteriormente, este boletín se refiere a una serie de principios de interpretación constitucional, a partir de los cuales cabe concluir que, si bien no existe una prohibición expresa para que una misma configuración del Órgano Legislativo designe dos veces a un tercio de los magistrados de la CSJ, tal actuación sería inconstitucional, puesto que transgrede el espíritu de la Constitución en la medida que constituye un ejercicio de poder superior al que la Asamblea Constituyente y las reformas a la Constitución de 1991 pretendieron, de modo que la actual legislatura estaría detentando una función que corresponde a la siguiente, lo cual resulta incompatible con un régimen democrático y con el principio de separación de poderes en los que se asienta la República de El Salvador.

Por lo tanto, con el propósito de demostrar estas afirmaciones, es necesario partir de algunos elementos básicos, relacionados con la interpretación constitucional.

i- Interpretación sistemática y unitaria

Al igual que para el resto de disposiciones legales y especialmente en materia de disposiciones constitucionales, no se deben abordar los artículos que regulan la elección de magistrados, de forma aislada, sino como parte de un todo integral. El carácter unitario de la Constitución nos obliga a ello2. Cada artículo cobra su pleno sentido solo cuando se inscribe en el marco más amplio, que proporciona el texto completo de la Constitución.

La Sala de lo Constitucional ha manifestado que: “Así tenemos, en primer lugar, el principio de la unidad de la Constitución, en virtud del cual todas y cada disposición constitucional ha de ser interpretada de tal manera que se eviten contradicciones con otras disposiciones constitucionales. En segundo lugar, el principio de concor-dancia práctica, según el cual los bienes jurídicos constitucionalmente protegidos deben ser coordinados de tal modo en la solución del problema que todos ellos conserven su entidad…3”

La jurisprudencia constitucional ha enfatizado que el carácter unitario implica que además de existir una

2. Puede consultarse, la inconstitucionalidad 16-2005 del 04.03.2011, que en su parte relevante establece textualmente que “Aunado a ese límite, también compete citar el principio de unidad de interpretación sistemática de nuestra Constitución, según el cual su articulado no puede concebirse como disposiciones aisladas y con significados individuales sino que, por el contrario, deben complementarse e interpretarse de tal forma que las implicaciones de algún precepto –…– no vuelvan inoperantes los demás...–”.

3. El carácter unitario de todo el articulado de la Constitución puede consultarse en la sentencia de inconstitucionalidad 22-98 del 19.03.2002.

“Así tenemos, en primer lugar, el principio de la unidad de la Constitución, en virtud del cual todas y cada disposición constitucional ha de ser interpretada de tal manera que se eviten contradicciones con otras disposiciones constitucionales”.

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obligación de interpretación armónica, no puede admitirse la existencia de disposiciones de la Constitución que sean contradictorias entre sí. El texto individual de cada artículo, solo cobra pleno significado, en el marco del todo, por lo que su interpretación estrictamente aislada y exclusivamente gramatical, le resta contenido.

En este orden de ideas, las disposiciones de la parte orgánica de la Constitución, por medio de las cuales se regulan los órganos fundamentales del Estado y se establecen los principios esenciales que rigen su actividad y la de los funcionarios, tienen como marco exterior, la forma republicana y democrática de Gobierno, y dentro de ésta, el principio de separación de poderes.

Pretender buscar el significado pleno de una disposición -de cualquier naturaleza, pero especialmente orgá-nica de la Constitución- fuera de este contexto, carece de sentido, ya que cualquier lógica que se extraiga de las mismas debe ser congruente con la forma de gobierno establecida en el inciso 1º del artículo 85 de nuestra Ley Fundamental, en el que se establece que: “El Gobierno es republicano, democrático y representativo”.

• Forma de Gobierno

Además del citado artículo, sobre la forma de gobierno, es necesario remitirnos a la Exposición de Motivos de la Constitución de 1983, en la cual la Comisión Redactora estableció que

“La forma de gobierno concierne al ordenamiento de las funciones de los órganos del Estado, y la escogitación de los detentadores del poder, en tanto que el sistema político está directamente relacionado con los fines del Estado, con el proceso de formulación, ejecución y control de la voluntad política, y con el contenido de la misma... La Comisión concibe a El Salvador como una república democrática y se ha esforzado en preparar un proyecto de ley fundamental en que, en virtud del equilibrio en el ejercicio del poder, el sistema democrático sea vivencia genuina y no una simple declaración semántica”4.

Es decir, que no solo es importante que la Constitución y las leyes reconozcan que vivimos en un sistema democrático, sino que es necesario que los poderes públicos garanticen su vigencia, su funcionamiento, den cumplimiento a sus postulados, siendo una de las formas para vivir una verdadera república democrática, la autolimitación en el ejercicio de las atribuciones de los representantes del pueblo.

• Control de poderes

Otro principio básico, que tampoco consta de forma expresa en nuestra Constitución, pero que se deriva del carácter democrático de la forma de

“La Comisión concibe a El Salvador como una república democrática y se ha esforzado en preparar un proyecto de ley fundamental en que, en virtud del equilibrio en el ejercicio del poder, el sistema democrático sea vivencia genuina y no una simple declaración semántica”.

4. Comisión Redactora de la Exposición de Motivos de la Constitución de la República de 1983, Informe Único, San Salvador, 22 de julio de 1983.

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Gobierno, de la estructura orgánica definida en su texto - y que además constituye uno de los postulados fundamentales de un Estado de Derecho- es la separación de los poderes. No importa cuantas veces la Constitución señale que nuestro gobierno es republicano y democrático, si tanto en su texto como en la práctica, no se garantiza la separación de poderes, en la realidad estaríamos ante una tiranía “de facto” ejercida por aquel órgano o funcionario con poderes irrestrictos.

Esto tiene una especial significación a la hora de definir las potestades de los órganos del Estado y de la Administración Pública, ya que la primera regla que delimita el ejercicio de sus competencias se deriva del artículo 86 de la Constitución, el cual expresamente señala que “El poder público emana del pueblo. Los órganos del Gobierno lo ejercerán independientemente dentro de las res-pectivas atribuciones y competencias que establecen esta Constitución y las leyes. Las atribuciones de los órganos del Gobierno son indelegables, pero éstos colaborarán entre sí en el ejercicio de las funciones públicas. Los órganos fundamentales del Gobierno son el Legislativo, el Ejecutivo y el Judicial. Los funcionarios del Gobierno son delegados del pueblo y no tienen más facultades que las que expresamente les da la ley”.

Sobre la separación de poderes, podemos referirnos a la sentencia de inconstitucionalidad 16-98 del 1 de

diciembre de 1998, en la cual la Sala ha manifestado: “En definitiva, la idea directriz que subyace en tales nociones es que la Constitución ordena los cometidos de los distintos detentadores del poder de manera que se posibilite la complementariedad de éstos entre sí y que se garantice la responsabilidad, el control y la limitación del poder en el proceso de adopción de las decisiones estatales. Así pues, puede sostenerse que la Constitución, al distribuir las atribuciones y competencias entre los distintos órganos por ella creados, y al establecer la obligación de ejercicio conjunto en la formación de la voluntad Estatal, limita al mismo tiempo el ejercicio del poder. Es en esta dinámica de interacción en el proceso político que se desarrolla la teoría de los controles”.

Como segunda regla, además del texto expreso de la norma, es necesario considerar que en materia de interpretación constitucional, existen dos principios universalmente reconocidos: i) en materia de derechos de los particulares, debe hacerse una interpretación amplia que garantice su máximo goce y su fuerza expansiva y ii) en materia de potestades públicas, debe aplicarse un criterio restrictivo, para su interpretación. Es decir, que en caso de duda, a la hora de interpretar los límites de los derechos de los particulares, debe optarse por la elección que garantice una cobertura más amplia para su ejercicio, mientras que en materia de potestades públicas, en caso de duda, debe optarse por aquella que cause la menor injerencia

Sobre la separación de poderes, podemos referirnos a la sentencia de inconstitucionalidad 16-98 del 1 de diciembre de 1998, en la cual la Sala ha manifestado: “En definitiva, la idea directriz que subyace en tales nociones es que la Constitución ordena los cometidos de los distintos detentadores del poder de manera que se posibilite la complementariedad de éstos entre sí y que se garantice la responsabilidad, el control y la limitación del poder en el proceso de adopción de las decisiones estatales”.

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en la esfera privada de los particulares o en la esfera de actuación de otras entidades de derecho público.

Como tercera regla, está todo el basamento que hemos venido mencionando en los párrafos anteriores: Si la ley o la Constitución confieren una potestad expresa que riñe con otras disposiciones constitucionales, debe buscarse una interpretación armónica, que privilegie los valores y principios fundamentales del Estado de Derecho.

• Apoliticidad del nombramiento y funcionamiento del Órgano Judicial

Sobre la naturaleza del Órgano Judicial y la necesidad de conservar su carácter apolítico y su independencia, resulta ilustrativo y conveniente citar textualmente algunos párrafos de la Exposición de Motivos de la Constitución de 1983, en cuyo texto, el Poder Constituyente manifiesta la importancia de su función: “La Comisión se ha esforzado en la redacción de este capítulo, por considerar que el funcionamiento del Órgano Judicial, especialmente en lo que concierne al control de la constitucionalidad de las leyes y a la legalidad de los actos gubernamentales, es el eje alrededor del cual gira el ordenamiento democrático”. En otro apartado de la misma Exposición de Motivos, la Comisión redactora manifestó: “En el fondo de esta disposición hay algo que la Comisión requiere dejar claro en el espíritu de la Constitución: Es el apartamiento

de la Corte Suprema de Justicia de toda actuación de carácter político partidista. Las leyes son el producto de políticas de partido. Su control de su constitucionalidad es el producto de la interpretación independiente de la ley fundamental”.

En este sentido, cobra especial importancia que el nombramiento de los magistrados se mantenga lo más posible al resguardo de las injerencias de tipo político, puesto que la legitimidad del Órgano Judicial reside en su independencia del poder político. Para ilustrar un poco más esta afirmación, nos remitimos a la sentencia de inconstitucionalidad 16-1999 del 26 de junio de 2000, en la cual la Sala reiteró que “existen otros cargos a los que se accede en virtud de haber sido electo por la Asamblea Legislativa en elecciones de segundo grado -Fiscal General de la República, Magistrados de la Corte Suprema de Justicia, etc.-; funcionarios que desempeñan sus cargos investidos de poder de mando y de decisión, correspondiéndoles, dentro de las atribuciones y competencias que les da la Constitución y las leyes, cumplir con las funciones públicas específicas para las que han sido elegidos, haciendo prevalecer el interés general sobre el particular. Para este tipo de funcionario, el deber de obediencia responde únicamente al principio de legalidad acorde al de constitucionalidad, independientemente del partido político…”.

“En segundo lugar, se ha sustentado por esta Sala un concepto material de Constitución, que no puede entenderse limitado al texto del Preámbulo y el articulado de la Constitución formal, sino que implica un sistema de valores y principios que las tradiciones del constitucionalismo liberal, social y actual han derivado del principio democrático y de la dignidad humana”.

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En el orden de ideas expuesto, como primer punto, cabe concluir que la elección de magistrados de la CSJ es una potestad que la Constitución otorga a la Asamblea Legislativa, pero también que la misma no debe ser ejercida de forma ilimitada, irrestricta, ni abusivamente, ya que esto vulneraría uno de los fundamentos de una República democrática, basada en el principio de separación de poderes.

Por otra parte, visto el carácter independiente de la función jurisdiccional que consta expresamente en el artículo 172 de la Constitución y vista la exposición de motivos de la misma, es de sumo imperativo que la elección de los Magistrados de la CSJ se haga con la menor injerencia política, ya que su legitimidad descansa en la exclusiva sumisión de sus decisiones a la Constitución y a la ley.

ii) Contenido implícito o tácito

Por otra parte, también es necesario considerar para efectos interpretativos, que además de ser necesario que exista una interpretación coherente entre las distintas disposiciones constitucionales, también debemos agregar que la Sala de lo Constitucional ha manifestado que “En segundo lugar, se ha sustentado por esta Sala un concepto material de Constitución, que no puede entenderse limitado al texto del Preámbulo y el articulado de la Constitución formal, sino que implica un sistema de valores y principios que las tradiciones del constitucionalismo

liberal, social y actual han derivado del principio democrático y de la dignidad humana. En tal sentido, el Derecho Constitucional Salvadoreño, que comprende la Constitución formal, pero también los valores y principios fundamentales que se encuentran a su base, siempre reconducibles al texto de la Ley Suprema, es el único determinante del significado y contenido de los principios o instituciones constitucionales”5. Lo anterior significa que además de la letra expresa, existe una serie de valores y de principios –aun de derechos- que se derivan implícitamente de la Constitución, porque su reconocimiento es una consecuencia inevitable de las categorías jurídicas expresamente protegidas.

Esto constituye el basamento tácito o lo que también puede denominarse, el espíritu de la Constitución y de acuerdo con la jurisprudencia citada, el sustrato implícito también integra el concepto de Constitución y está cubierto por los mecanismos de defensa de la misma: “Para que sea eficaz una pretensión planteada en un proceso constitucional es, pues, indispensable fundamentarla jurídicamente en la Constitución sea en sus disposiciones expresas, o en los valores y principios que se encuentran a su base”6.

5. Véase sentencia de inconstitucionalidad 24-97/21-98 del 26.09.2000.

6. Ibídem.

“En tal sentido, el Derecho Constitucional Salvadoreño, que comprende la Constitución formal, pero también los valores y principios fundamentales que se encuentran a su base, siempre reconducibles al texto de la Ley Suprema, es el único determinante del significado y contenido de los principios o instituciones constitucionales”.

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iii) Espíritu o intención del Constituyente

Fiablemente, si bien existen otra serie de técnicas interpretativas, incluyendo algunas a las que la misma Constitución se remite en su artículo 2687, para los fines de este estudio es necesario enfatizar que la intención o espíritu de nuestra Carta Magna constituye también un parámetro de interpretación de sus disposiciones muy importante, puesto que aporta el “telos” o finalidad orientadora a su letra.

Esta postura consta expresamente en la Exposición de Motivos de la Constitución de 1983, en cuyo texto consta un apartado que literalmente señala que: “Si la Constitución puede llamarse ley fundamental es porque existe un organismo y unos procedimientos capaces de hacer valer sus disposiciones y de interpretarlas de acuerdo, no solo con el espíritu y la intención de sus autores sino de las necesidades cambiantes de los pueblos”8.

Es por ello que el texto expreso solo alcanza su sentido completo cuando su interpretación es congruente con la finalidad pretendida por la Asamblea Constituyente. Una interpretación o aplicación gramatical de una disposición aislada, por clara que sea la letra, pero que riñe con el espíritu de la Constitución debe ser declarada inconstitucional, en la medida que traiciona la intención del Poder Constituyente de dotar a la sociedad salvadoreña de un instrumento sistemático que brinde las reglas funda-mentales y fundamentadoras para el desarrollo de la dignidad humana y para la convivencia pacífica.

Es decir, que si bien no existe una prohibición expresa, del entramado de cláusulas de la Constitución y de los principios y valores subyacentes, puede inferirse que la intención del Constituyente y de la posterior reforma de 1991, fue crear un sistema equilibrado que permita que cada nueva legislatura entrante, envestida de la legitimidad del pueblo que la acaba de elegir, cumpla con la función de renovar un tercio de la CSJ, no como un privilegio, ni como ejercicio de un poder irrestricto, sino como un acto de delegación popular.

4. INCONSTITUCIONALIDAD DE LA ELECCIÓN DE DOS RENOVACIONES DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA POR UNA MISMA LEGISLATURA

En este boletín se ha enfatizado la importancia de una elección de

7. Art. 268.- “Se tendrán como documentos fidedignos para la interpretación de esta Constitución, además del acta de la sesión plenaria de la Asamblea Constituyente, las grabaciones magnetofónicas y de audio video que contienen las incidencias y participación de los Diputados Constituyentes en la discusión y aprobación de ella, así como los documentos similares que se elaboraron en la Comisión Redactora del Proyecto de Constitución. La Junta Directiva de la Asamblea Legislativa deberá dictar las disposiciones pertinentes para garantizar la autenticidad y conservación de tales documentos”.

8. Siempre y cuando no se llegue a constituir una mutación constitucional.

Es por ello que el texto expreso solo alcanza su sentido completo cuando su interpretación es congruente con la finalidad pretendida por la Asamblea Constituyente. Una interpretación o aplicación gramatical de una disposición aislada, por clara que sea la letra, pero que riñe con el espíritu de la Constitución debe ser declarada inconstitucional, en la medida que traiciona la intención del Poder Constituyente...

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magistrados de la CSJ que tenga como punto de partida el respeto de los postulados de nuestra forma de gobierno republicana y democrática, lo que implica la necesidad de conservar el equilibrio entre las fuerzas políticas, la autolimitación en el ejercicio de las potestades atribuidas a los funcionarios públicos, la interpretación armónica de la Constitución, que incluye los postulados tácitamente protegidos, así como el espíritu o la intención del Constituyente, y como punto de llegada, la elección de magistrados que fortalezcan la independencia de la CSJ.

Es más, del análisis constitucional que hemos realizado en el apartado 3, se concluye que si una Asamblea efectúa dos renovaciones, debemos señalar que existe una violación al espíritu de la norma constitucional. Las reformas de 1991 establecieron la renovación paulatina y parcial de los integrantes de la CSJ por tercios, en períodos de tres años. Tales períodos coinciden con los períodos de las distintas legislaturas, precisamente con la intención de que sean las sucesivas legislaturas las que hagan una renovación. Así como la renovación parcial y no total de los magistrados garantiza la estabilidad y continuidad institucional de las funciones del tribunal, la renovación efectuada por distintas Asambleas garantiza la diversidad ideológica jurídica, que la Constitución denomina “diversas corrientes del pensamiento jurídico”9, que debe existir en la Corte; además impide la ideologización del tribunal

a favor de una concreta configuración del poder político, dado el caso menos afortunado de que la Asamblea se sienta inclinada a favorecer a los candidatos con antecedentes políticos. Si partimos que esto puede suceder, por lo menos, así como la composición de la Asamblea debería variar, también debería cambiar la composición de la Corte.

La distribución de competencias en un Estado de Derecho atiende a una necesidad de crear un sistema de controles entre los órganos del Estado, que normalmente conocemos como sistema de frenos y contrapesos. En este sentido, por razones de equilibrio entre los poderes del Estado y de las fuerzas políticas representadas en el Órgano Legislativo, el actual mecanismo fue diseñado para garantizar la alternabilidad para que cada configuración legislativa pudiera incidir en 1/3 de la CSJ. La legislatura 2009-2012 nombró a los magistrados para 2009-2018. La legislatura 2012-2015 debe nombrar a los magistrados 2012-2021.

Sin embargo, permitir que esta misma legislatura nombre nuevamente a otro grupo de cinco magistrados de la CSJ, crearía un desequilibrio y podría cons-tituir un atentado a la independencia

9. Art. 186 de la Constitución.- “La elección de los Magistrados de la Corte Suprema de Justicia, se hará de una lista de candidatos, que formará el Consejo Nacional de la Judicatura en los términos que determinará la ley, la mitad de la cual provendrá de los aportes de las entidades representativas de los Abogados de El Salvador y donde deberán estar representados las más relevantes corrientes del pensamiento jurídico”.

Sin embargo, permitir que esta misma legislatura nombre nuevamente a otro grupo de cinco magistrados de la CSJ, crearía un desequilibrio y podría constituir un atentado a la independencia de la Corte Suprema de Justicia, en la medida que las mismas fuerzas políticas representadas en la Asamblea Legislativa habrán configurado los 2/3 de la Corte Suprema de Justicia: 10 de sus magistrados y dos periodos de su presidente.

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de la Corte Suprema de Justicia, en la medida que las mismas fuerzas políticas representadas en la Asamblea Legislativa habrán configurado los 2/3 de la Corte Suprema de Justicia: 10 de sus magistrados y dos periodos de su presidente. Las disposiciones que se dieron en forma concomitante a la reforma constitucional reafirman esto. El período de duración en los cargos del CNJ, que selecciona a la mitad de los candidatos, estaba originalmente establecido en tres años y se prohibía la reelección de sus miembros, con el fin de que no fueran las mismas personas las que nominaran a los candidatos para dos renovaciones. Sin comprender las razones que motivaron algunas reformas, el período de funciones de los miembros del CNJ se aumentó de tres a cinco años, desconociendo que el objeto del plazo inicial era garantizar una sola renovación, por lo que para mantener el espíritu de la norma original, la duración del período de los miembros del CNJ debería mantenerse como se estableció originalmente.

Si la renovación de los magistrados de la Corte fuera en el segundo año de funciones de cada Asamblea, el problema que tratamos aquí ni siquiera nos lo plantearíamos. El problema existe porque la renovación de los magistrados lamentablemente coincide con el período final de una Asamblea y el inicial de la siguiente y la cronología establecida por la ley y los reglamentos, permite que la lista de candidatos esté preparada y en manos

del organismo parlamentario antes de la conclusión de la Asamblea saliente.

Las elecciones gremiales efectuadas en los años 1994, 1997, 2000 y 2003 se llevaron a cabo en fecha posterior a las elecciones nacionales para diputados, lo que motivaba que la lista de candidatos a la renovación de la Corte estuviera en manos de la Asamblea entrante exclusivamente, o muy pocos días en manos de la Asamblea saliente, lo que no le permitía siquiera considerar la selección de los nuevos magistrados. Esto también permitía que las listas de candidatos tuvieran mayor difusión y que se diera mayor cubrimiento periodístico y publicidad a las elecciones gremiales, que no quedaban opacadas por las elecciones nacionales.

La Ley y el Reglamento de la Ley del Consejo Nacional de la Judicatura señalan un período mínimo dentro del cual deben estar cumplidos los distintos pasos del proceso. El Art. 60 del Reglamento señala que la lista de abogados elegibles para el cargo de magistrado debe ser publicada por lo menos con ciento ochenta días de anticipación a la fecha del inicio de funciones de los magistrados a elegir y el Art. 64 señala que la nómina depurada debe ser remitida a la Federación de Asociaciones de Abogados de El Salvador (FEDAES) por lo menos ciento veinte días antes de dicha fecha. El Art. 70 del Reglamento indica que FEDAES deberá remitir al CNJ el listado resultante de las elecciones gremiales por lo menos ochenta días

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antes del inicio de funciones de los nuevos magistrados, esto es el 12 de abril. El Art. 57 de la ley indica que el CNJ debe remitir a la Asamblea Legislativa el listado completo de candidatos por lo menos 60 días antes de la toma de posesión de los nuevos miembros, esto es, antes del 1 de mayo, fecha en que ya está en funciones la nueva Asamblea.

Por supuesto que tales plazos son mínimos y un adelanto de las fechas previstas en los mismos puede ser visto como un cumplimiento puntual y diligente de las atribuciones conferidas por la ley al CNJ y a la FEDAES, pero como lo indicamos, en realidad, pudiera ser que exista la posibilidad de querer adelantar las elecciones.

La fecha de tal elección fue fijada por la FEDAES en el reglamento que emite periódicamente para la celebración de tal evento. Resulta extraño que con la experiencia adquirida por cuatro elecciones previas y el precedente negativo establecido en 2006, dicha institución continúe adelantando innecesariamente la elección de sus candidatos, y preocupa que esto sea motivado por consideraciones extrajurídicas que den paso a querer anticipar la elección también en la actual Asamblea Legislativa.

Sin embargo, cabe precisar que la actitud conforme a la Constitución será que la actual legislatura 2009-2012, aun cuando reciba el listado de los 30 candidatos antes de terminar

su periodo, se abstenga de elegir a los 5 magistrados de la CSJ, ya que la legitimidad de tal nombramiento corresponde a la legislatura 2012-2015. Este fue el espíritu del mecanismo de elección que debe preservarse. Cualquier actuación en contrario, vulneraría los principios más fundamentales en los que se asienta nuestra república.

El precedente del año 2006 puede motivar a los sectores políticos a repetir la acción, pero este acto puede impugnarse por la vía de la inconstitucionalidad ante la Sala de lo Constitucional. Si la Asamblea actualmente en funciones efectúa una segunda renovación de la Corte, dicho acto podría ser recurrido por ser inconstitucional, lo que generaría incertidumbre e inestabilidad institucional, mientras se resuelve el recurso.

5. CONCLUSIONES

La norma constitucional puede interpretarse atendiendo a su contenido literal y expreso, siempre y cuando no riña con su contenido unitario y sistemático, ni con su sustrato implícito o con su espíritu.

La elección de dos renovaciones por la misma Asamblea Legislativa es un acto que vulnera el espíritu de la norma constitucional y debe ser rechazado porque carece de legitimidad. Se trata de un imperativo jurídico que debe ser acatado por la Asamblea Legislativa.

...la actitud conforme a la Constitución será que la actual legislatura 2009-2012, aun cuando reciba el listado de los 30 candidatos antes de terminar su periodo, se abstenga de elegir a los 5 magistrados de la CSJ, ya que la legitimidad de tal nombramiento corresponde a la legislatura 2012-2015. Este fue el espíritu del mecanismo de elección que debe preservarse. Cualquier actuación en contrario, vulneraría los principios más fundamentales en los que se asienta nuestra república.

Departamento de Estudios Legales, DEL/FUSADES Boletín 133 / Enero 2012 [email protected] 12

El espíritu que subyace en una concepción sistemática y unitaria de las disposiciones constitucionales que rigen el nombramiento de los magistrados de la CSJ resultaría afectado si los mismos diputados que eligieron a los magistrados de la CSJ en la pasada elección, eligen a los 5 que deben renovarse en los próximos meses.

Esta actuación vulneraría el inciso tercero del Art. 172 Cn., ya que tendría por única finalidad y resultado que las mismas fuerzas políticas actualmente representadas en la Asamblea Legislativa incidan en la configuración de la CSJ, con el propósito de limitar su independencia.

También vulneraría los Arts. 85 y 86 de la Constitución, puesto que constituiría un ejercicio abusivo de

una potestad por parte de una entidad pública, que produciría una afectación a nuestra forma gobierno democrático y republicano, en la medida que la Asamblea se estaría autoatribuyendo poderes adicionales a los que el Poder Constituyente entendió otorgarle, con el consecuente desequilibrio en nuestro sistema de frenos y contrapesos y el debilitamiento de nuestro régimen democrático.

Finalmente, una actuación de este tipo también vulnera el espíritu o finalidad del Art. 186 Cn., en la medida que la renovación no tendría el efecto equilibrador ni representa-tivo de las diversas corrientes del pensamiento jurídico, ni respetaría la regla tácitamente establecida en la reforma de 1991, que cada Asamblea Legislativa solo puede configurar un periodo de magistratura de la CSJ.

CoordinadorLuis Nelson Segovia

DirectorJavier Castro De León

GerenteLilliam Arrieta de Carsana

AnalistasRoberto VidalesMarjorie ChorroRené Abrego LabbéCarlos A. Guzmán Carmina de VillamarionaÓscar Pineda

Finalmente, una actuación de este tipo también vulnera el espíritu o finalidad del Art. 186 Cn., en la medida que la renovación no tendría el efecto equilibrador ni representativo de las diversas corrientes del pensamiento jurídico, ni respetaría la regla tácitamente establecida en la reforma de 1991 que cada asamblea solo puede configurar un periodo de magistratura de la CSJ.