Una tarde de invierno.

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UNA TARDE DE INVIERNO

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UNA TARDE DE INVIERNO

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Una tarde de invierno, fría, muy fría, no dejaba de nevar.

Tan grande era la nevada que los niños y niñas que jugaban en el bosque tuvieron que salir corriendo para resguardarse en sus casas y dejar el juego para otro día.

En la carrera, uno de ellos perdió una manopla.

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La manopla quedó olvidada en la nieve ya que al niño que se le cayó no se dio cuenta.

Pero no la importó porque estaba segura que alguien la usaría.

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Un oso que pasaba por el bosque buscando una cueva donde refugiarse, encontró la manopla y no se lo pensó dos veces. La olisqueó y se metió dentro para ver lo calentito que se estaba.

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-La verdad es que no se está nada mal, mucho mejor que en la cueva, dijo el oso.

Tan contento y calentito estaba que se puso a cantar una bonita canción.

Pasaban las horas hasta que……

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Un zorro que buscaba un cobijo, al oír la canción, se puso a olisquear la manopla pues no daba crédito que de dentro de una manopla saliera música.

-¡Hola!, ¿hay alguien ahí dentro?, preguntó sorprendido el zorro.

-Soy el señor oso. Hace tanto frío que al encontrar esta manopla me he metido dentro y estoy súper calentito.

-¿puedo entrar yo?, pues también tengo frío.

- De acuerdo, pero estaremos muy apretados porque yo soy tan grande.

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Al entrar el zorro, la manopla se hizo más grande.

-¡¡Qué maravilla!! Que calorcito, aquí sí que se está bien, dijo el señor zorro.

-¡¡Sí, sí,…!! ¿pero estamos un poquito apretaditos no cree señor zorro?, le preguntó el señor oso.

-No lo piense señor oso y cuénteme, cuénteme ¿como le va la vida?.

Se enfrascaron en una buena charla y pasaban las horas y las horas hasta ……

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Aparece un lindo conejito que corriendo por el bosque oye las voces y ….. frena su carrera, abre bien sus orejas y se da cuenta que las voces salen de dentro de la manopla.

-¡¡Pero bueno!!! esto si que es raro. ¡¡Hola, hola!!!!! ¿hay alguien ahí? pregunta algo asustado el conejo.

-¡¡ Sí, sí,…!! contestan a la vez el oso y el zorro.

Y sin decir más también se mete en la manopla.

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-¡Hola señor oso, Hola señor zorro! pensé que ya no os encontraba, con esta tarde fría de invierno que tenemos, os he buscado en la cueva y claro no estabais.

-¡Pues no!, dijo el señor zorro, yo iba camino de allí, precisamente, pero oí cantar al señor oso y aquí me he metido. No puede negar señor conejo que aquí se está mucho mejor.

-Yo le insistí en que no entrara, porque no hay mucho espacio, pero tuvo que entrar y encima también usted ¡¡ ahora si que estamos apretados, calentitos pero muy apretaditos!!, dijo ya más enfadado el oso.

-Deje de protestar, señor oso, y aparte esa pata que me está pisando mi oreja, le dijo el señor zorro.

-Bueno, bueno y de que estaban hablando, comentó el señor conejo.

Así siguieron hablando y hablando hasta que….

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-¡¡Hola!!, soy la señora pájaro. Se os oye desde el otro lado del bosque y en esta tarde fría de invierno estamos todos en la cueva, y claro al no estar y el señor conejo no regresar aquí estoy yo a buscaros, dijo la señora pájaro asomándose a la manopla.

-¡¡Hola ¡!! Señora pájaro, dijeron a la vez, el señor oso, el señor zorro y el señor conejo.

-Pero bueno que calorcito tenéis aquí, ¡¡¡anda hacerme un sitio que seguro que yo también quepo!!!!

-¡¡¡No, no, …. esto va a ser demasiado!!! Ya no se cabe, hemos roto algo la manopla y se me está saliendo la pata y empieza a entrar el frío, dijo muy, muy, muy enfadado el oso.

-A lo mejor, esta vez, el señor oso va a tener razón y somos demasiados, mis orejas se salen de la manopla, dijo el señor zorro.

-¡¡JO, Jo,…no puedo casi hablar porque tengo medio hocico fuera!! dijo el señor conejo.

-Yo creo que no estamos tan cómodos, mirad mis pobres alas se salen.

Y siguieron hablando y hablando hasta………………

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Sin ellos saberlo, estaban tan pendientes de que no se les salieran de la manopla, las diferentes partes del cuerpo, que no se dieron ni cuenta de que la señorita hormiguita había llegado hasta la boca de la manopla.

-¡¡ Bueno por decir manopla!!! Porque estaba tan abultado y rasgada que ya menos una manopla parecía cualquier cosa.

-Pero que alboroto, es este que os traéis, dijo la hormiguita.

-Ay!! por favor señorita hormiga, ayúdanos a salir de esta manopla. Ya somos demasiado, se está rompiendo y nos estamos pisando los unos a los otros y ya no aguantamos más.

-Muy bien os ayudaré, como está rotita seguro que si entro yo se romperá del todo y así podréis salir.

- Sí, sí,… gritaron encantados, el señor oso, el señor zorro, el señor conejo y la señora pájaro.

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La hormiguita entró dentro de la manopla y sin que les diera tiempo a reaccionar la manopla explotó. Todos los animales salieron volando, y la manopla quedó destrozada.

Cuando ya cayeron al suelo se empezaron a reír a carcajadas, pues lo habían pasado realmente mal al estar todos tan apretados, que verse libres del aprieto de la manopla les parecía un milagro.

Una vez recuperados de las risas y todos contentos se fueron hacia la cueva. Contaron al resto de animales, que les esperaban, lo sucedido y al amor de la lumbre pasaron jugando y cantando todos juntos esta tarde fría de invierno.

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