Una Ventana al Tango
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En la evolución histórica del tango
fueron tres los compositores de los que se puede decir, sin temor
a equivocarse, que hubo un
antes y un después
de ellos.
La historia del tango presenta distintos hechos alrededor de los
cuales se puede devanar la madeja de su evolución.
Cada uno de ellos, aparece indicando el comienzo de las tres
grandes corrientes que pueden reconocerse a lo largo de la vida
del tango que ya tiene cientotreinta largos años.
Cualquiera sea el criterio que se adopte para su análisis, será difícil negar la existencia de tres pilares fundamentales a lo largo de ella.
El primero fue Ángel
Villoldo, músico intuitivo, creador del estilo
de la Guardia Vieja.
Representante del tango
formado en las postrimerías del siglo XIX y en
los años iniciales de la
primera década del siglo XX.
Tango alegre, picado y saltarín, canyengue y zafado; reflejo del compadrito, su inspirador.
El segundo fue Julio de Caro,
músico de escuela, que
según se dijo,
llevó el tango de los pies a los
oídos.
Hizo un tango distinto sin
modificar su esencia de
música bailable.
Creó melodías hermosísimas que interpretadas magistralmente con su personal estilo, invitaban a escucharlas con verdadero deleite estético.
Su tango era a la medida del cabaret de los años 20 y primera parte de los 30, el típico tango melancólico del porteño que, sentimental, cargaba las frustraciones de la inmigración de sus abuelos gringos.
Era el tango de la gran ciudad en que se iba convirtiendo Buenos
Aires, alejándose rápidamente de la ciudad aldea, de la Gran Aldea
al decir de Lucio V. López.
De Caro fue el abanderado de un grupo de músicos renovadores que aparecieron en la última parte de la segunda década del siglo XX.
Esos músicos tuvieron su momento de oro
durante los años veinte dando forma al período
conocido como la Época Decareana.
El último, al menos hasta
ahora, es astor
Piazzolla , músico de alta
escuela, creador del llamado tango
de vanguardia.
Incorporó a la música de Buenos Aires recursos
nunca utilizados, que desde su aparición,
alrededor de los años 50 se convirtió en la imagen
sonora de esta ciudad.
Entre 1950 y 1954 compone un grupo de obras, claramente
distintas de la concepción del tango hasta ese momento, y
comienza a definir su estilo: Para lucirse, Tanguango, Prepárense, Contrabajeando, Triunfal, Lo que
vendrá.
Presentación basada en el ensayo
“Julio De Caro en la evolución del tango”
por Eduardo R. Bernal
en el libro “Doce ventanas al tango”
Premio EdenorA escritores sin libro
publicadoen el género ensayo.Buenos Aires, 2001