UNDA_Ojos Que No Ven

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OJOS QUE NO VEN (1ª. PARTE) : el gobierno de Correa en la mirada de las izquierdas Ojos que no ven (1ª. parte) EL GOBIERNO DE CORREA EN LA MIRADA DE LAS IZQUIERDAS Mario Unda* Nos proponemos examinar y discutir de manera crítica, en una serie de tres artículos, la mirada de las izquierdas sobre el gobierno de Correa.Sostendremos que esas miradas generan distorsiones opuestas, pero simétricas, que no permiten apreciar en su complejidad al régimen de la “revolución ciudadana” y, por lo tanto, que han dificultado (casi nos sentimos tentados a decir: “impedido”) la posibilidad de construir una posición política autónoma. Un poeta español del siglo 19, Ramón de Campoamor, había escrito que “todo es según el color del cristal con que se mira”; argumentaremos que los cristales utilizados por los pensamientos de izquierdas y progresistas están marcados por las lecturas que fueron hegemónicas en el pasado y por el modo en que la realidad actual las convoca. ¿Qué miran los ojos de las izquierdas? ¿Qué miran los ojos de las izquierdas cuando enfocan al gobierno de Correa? ¿Cómo explicarnos que sea visto igual como revolucionario que como fascista? Ilusión y descontento han acompañado el proceso de elección y consolidación del régimende la “revolución ciudadana” desde sus inicios. La ilusión fue más visible, al principio, en parte por las expectativas sociales, en parte por las realizaciones gubernamentales (particularmente en las políticas sociales). Sin embargo, esa primera fase de ilusiones también dejó damnificados y descontentos: los trabajadores públicos hubieron de ver cómo sus derechos a la organización y a la acción sindical resultaron sacrificados en aras del “bien mayor” constitucional. Los ecologistas resultaron sacrificados en el altar del productivismo y del

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Ojos que no ven. Mario Unda

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OJOS QUE NO VEN (1. PARTE) : el gobierno de Correa en la mirada de lasizquierdas Ojos que no ven (1. parte)EL GOBIERNO DE CORREA EN LA MIRADA DE LAS IZQUIERDASMario Unda*Nos proponemos examinar y discutir de manera crtica, en una serie de tres artculos, la mirada de las izquierdas sobre el gobierno de Correa.Sostendremos que esas miradas generan distorsiones opuestas, pero simtricas, que no permiten apreciar en su complejidad al rgimen de la revolucin ciudadana y, por lo tanto, que han dificultado (casi nos sentimos tentados a decir: impedido) la posibilidad de construir una posicin poltica autnoma. Un poeta espaol del siglo 19, Ramn de Campoamor, haba escrito que todo es segn el color del cristal con que se mira; argumentaremos que los cristales utilizados por los pensamientos de izquierdas y progresistas estn marcados por las lecturas que fueron hegemnicas en el pasado y por el modo en que la realidad actual las convoca.Qu miran los ojos de las izquierdas?Qu miran los ojos de las izquierdas cuando enfocan al gobierno de Correa? Cmo explicarnos que sea visto igual como revolucionario que como fascista? Ilusin y descontento han acompaado el proceso de eleccin y consolidacin del rgimende la revolucin ciudadana desde sus inicios. La ilusin fue ms visible, al principio, en parte por las expectativas sociales, en parte por las realizaciones gubernamentales (particularmente en las polticas sociales). Sin embargo, esa primera fase de ilusiones tambin dej damnificados y descontentos: los trabajadores pblicos hubieron de ver cmo sus derechos a la organizacin y a la accin sindical resultaron sacrificados en aras del bien mayor constitucional. Los ecologistas resultaron sacrificados en el altar del productivismo y del desarrollismo economicista. Los campesinos e indgenas cuyas tierras estn sobre importantes yacimientos mineros, han sido y sern sacrificados en el tabernculo sagrado del inters nacional y del bien comn, que es el discurso con el que se recubre la bsqueda de recursos para financiar el proyecto de modernizacin capitalistaNo obstante, las evidentes contradicciones del proceso permanecieron ocultas y silenciadas parauna buena parte del pensamiento de izquierdas, o, en general, progresista. Pueden ser los efectos de la tensin contenida en las resistencias colectivas al neoliberalismoy en los descontentos y frustraciones individuales; pueden ser los sueos de que los cambios se produzcan sin tanto sobresalto; puede ser que se comparte la creencia de que, algn da, algn mesas vendr a dirigirnos por fin a la tierra prometida a travs de este valle de lgrimas;Pero el punto es: por qu comparten algunos sectores de las izquierdas las ilusiones sobre el gobierno? Por qu se fueron adaptando a un modelo de modernizacin capitalista centrado en el rol hegemnico del Estado y sustentado en la tpica relacin lder caudillista-masa desorganizada? Por qu terminan justificando los evidentes intentos gubernamentales de desestructurar a quienes fueron los verdaderos sujetos de la resistencia al neoliberalismo, las organizaciones populares con mayor capacidad de organizacin, movilizacin y propuesta, las que haban logrado defender su independencia poltica de todas las expresiones de las clases dominantes?El balance entre lo positivo y lo negativoEn el pensamiento progresista, que contamin por cercana ciertas perspectivas de izquierdas, la ilusin se expresaba, queriendo ser crtica, en la bsqueda de imposibles balances entre lo positivo y lo negativo. Pero adaptarse desde un discurso de base progresista o cuasi-progresista, igual que adaptarse desde un discurso revolucionario, produce el mismo efecto final: ambos terminan subsumindose en el discurso hegemnico de Correa y de su crculo de gobierno, legitimndolo con ms razones que las que realmente le adornan. Las ilusiones devienen en un rumbo de asimilacin. El 30 de septiembre alent ese ltimo desplazamiento, o lo expres ms claramente; la consulta popular del 7 de mayo no hizo ms que confirmarlo.Cmo justipreciar un rgimen como el de Correa? En el balancn entre lo bueno y lo malo puede perderse de vista el conjunto. Si constatamos, por un lado unas polticas sociales extendidas y focalizadas, como los bonos, los uniformes, los borregos, etc., y, por otro lado, los intentos sistemticos de desconstituir a los movimientos sociales; si tenemos, por un lado una limitacin de la precarizacin laboral en el mandato 8, y, por otro lado, las limitaciones de los derechos sindicales a los trabajadores pblicos y una propuesta de volver a ciertas formas de flexibilizacin; si tenemos, por un lado, polticas sociales en cierto sentido redistributivas (as sea redistributivas de los recursos pblicos), y, por otro lado, unas polticas de incentivos a los empresarios en el cdigo de la produccin; si, somos testigos, por un lado, de un enfrentamiento pblico con la banca, y, por otro lado, constatamos que la banca contina acumulando ingentes ganancias;bastar solo discernir entre lo positivo y lo negativo, lo bueno y lo malo, sumar y restar? Es que no hay posibilidades de realizar una caracterizacin de conjunto que nos permita comprender la articulacin profunda de estos elementos de apariencia contradictoria?Si lo miramos desde el pensamiento progresista, el rgimen se nos aparecer revestido de una cierta opacidad que se expresa en la frmula gobierno en disputa, igual que en sus inicios se expresaba en la de gobierno de transicin (de transicin a qu?).Pero quizs no sea problema del gobierno sino de las miradas. [Continuar. En la siguiente entrega: las miradas de la izquierda desde su propia historia]Mirado desde el pensamiento progresista, el rgimen de la revolucin ciudadana se aparece revestido de una cierta opacidad que se expresa, por ejemplo, en la bsqueda del imposible equilibrio entre lo positivo y lo negativo o en la frmula del gobierno en disputa (igual que en sus inicios se expresaba en la frmula del gobierno de transicin).Pero quizs no sea tanto problema del objeto que se mira (es decir, el gobierno) sino de las miradas que en l se enfocan. Porque justamente en la misma formulacin se revela el pensamiento progresista como poco apto para discernir aquello que le es propio al capitalismo (la explotacin, la articulacin subordinada de formas de opresin que le antecedieron: la opresin colonial, la opresin de gnero), aquello que le es propio al poder y aquello que es propio de la lgica y del nexo que une capitalismo y poder. Por eso puede ver socialismo en lo que no es ms que modernizacin capitalista, y puede ver revolucin en lo que no ha sido ms que un recambio de lites.El pensamiento progresista llega a ser crtico frente a la derecha, pero tiende pensar que los cambios pueden producirse sin rupturas, por efecto acumulativo; por ejemplo en la secuencia capitalismo neoliberal posneolineralismo capitalismo de Estado? socialismo (del siglo XXI o del sumak kawsay, como se prefiera). O, a la inversa, y al mismo tiempo, tiende a pensar que la ruptura est contenida en el desplazamiento de las lites polticas y su reemplazo por los propios portadores del progresismo.Por eso cree que la izquierda se define exclusivamente en relacin con la derecha tradicional (es decir, en nuestro caso, con la derecha neoliberal: el partido Socialcristiano, el PRIAN, Sociedad Patritica, sus aliados del antiguo centro, la Democraica Cristiana y la Izquierda Democrtica, o cualquiera de sus nuevas caras, como Madera de Guerrero, UNO o Concertacin Nacional). Y en la medida en que el progresismo se ubica ms ac de esa derecha, reclama constituirse en el lmite nico y ltimo entre izquierda y derecha. Pero en la medida en que an disputa la hegemona con esa vieja derecha, se resiste a reconocer el campo de la izquierda ms all de s mismo.De igual manera, en la medida en que disputa el escenario poltico del poder pero, en lo fundamental, no su contenido econmico, debe deslindarse de posibles confrontaciones ms radicales y afirmarse discursivamente como la izquierda moderna y sensata. Tanto ms cuanto, para afirmarse, debe desterrar el vnculo de la conciencia social con el programa prctico y con los smbolos de las resistencias al neoliberalismo, llevada adelante por los movimientos sociales desde 1981. Por lo tanto, todo lo que quede a su izquierda debe ser deslegitimado como inmaduro, infantil, como acciones y propuestas que le hacen el juego a la derecha o a la oligarqua, etc.El progresismo y la izquierda. Las miradas en la historiaParece cierto que hoy, desde esta definicin indefinida, el pensamiento progresista define tambin la aproximacin del pensamiento de izquierdas, es decir, se convierte en mecanismo de la indeterminacin del pensamiento de izquierda, que termina subordinndose a los trminos planteados desde el progresismo.Entonces valdra no perder de vista algo que ha sido caracterstica constitutiva de la cultura poltica de la izquierda ecuatoriana prcticamente desde su misma formacin: el predominio de su alma reformista. Se dice que los primeros intentos de organizacin poltica ms o menos independiente de los trabajadores tomaron forma en el partido Liberal Obrero (fundado en 1906, ligado a la Confederacin Obrera del Ecuador); se propona reformar hacia la izquierda un partido liberal que ya estaba entrando de lleno en su afirmacin oligrquica. Aos antes, un insigne liberal, Juan Montalvo, haba declarado sus simpatas por la I Internacional, exculpndola, claro, de los pecados de la Comuna de Pars. As que la izquierda aparece desde temprano como una suerte de radicalizacin del pensamiento liberal, el progresismo de entonces. Y ha encontrando dificultades para separarse de l, quizs por el lento y dbil desarrollo del capitalismo ecuatoriano, quizs por una ideologa sustentada en la combinacin fetichista del progreso y la evolucin mecnica.De dnde proviene el largo aliento del espritu reformista? Puede ser, en primer lugar, el efecto del surgimiento de las izquierdas desde la matriz poltica liberal y la consiguiente identificacin de la contradiccin fundamental en la oposicin entre oligarqua terrateniente y burguesa modernizadora. Un origen que luego se combin, en segundo lugar, con el predominio ideolgico de la estrategia de revolucin por etapas, heredada del perodo de estalinizacin del movimiento comunista internacional. Fenmenos ms o menos coincidentes en el tiempo, terminaron alimentndose mutuamente y dieron origen a una mentalidad de larga duracin. Puede ser, en tercer lugar, la propia condicin social de los movimientos de izquierda, construidos, en sus cuadros dirigentes e intelectuales, desde sectores de las capas medias de la sociedad.Se podra realizar una periodizacin tentativa en la construccin de las miradas de izquierda: un primer perodo cubre desde los orgenes de la izquierda (1925-26) hasta la revolucin del 28 de mayo de 1944; el segundo perodo abarca desde la revolucin de 1944 hasta la cada del ltimo velasquismo en 1972; el tercer perodo es el de la poca petrolera (1972-1979). Y el cuarto perodo se abre con el retorno a la constitucionalidad, en 1978-79 y transcurre hasta la actualidad.La historia y la miradaSe podra realizar una periodizacin tentativa en la construccin de las miradas de izquierda: un primer perodo cubre desde los orgenes de la izquierda (1925-26) hasta la revolucin del 28 de mayo de 1944; el segundo perodo abarca desde la revolucin de 1944 hasta la cada del ltimo velasquismo en 1972; el tercer perodo es el de la poca petrolera (1972-1979). Y el cuarto perodo se abre con el retorno a la constitucionalidad, en 1978-79 y transcurre hasta la actualidadEl primer perodo corre desde el origen (o desde la prehistoria inmediata) de la izquierda hasta la revolucin de mayo de 1944, quizs hasta la Constituyente del 45. El mantenimiento, incluso la formulacin, de la independencia poltica de clase fue siempre un nudo problemtico nunca resuelto para las izquierdas desde muy temprano, cuando, a partir de 1926, surgen el partido Socialista y el partido Comunista (y, alrededor de la revolucin juliana, otras agrupaciones, de las que hoy no queda mucha memoria, pero que tuvieron entonces un importante papel, como Vanguardia Socialista Revolucionaria).La izquierda poda tener claro el posicionamiento frente a gobiernos de derecha, pero ya no resultaban tan claras las cosas cuando se trataba de gobiernos ms o menos progresistas (en lo que pueda haber sido progresista en cada momento). Se dira que siempre sufri la tentacin de situarse como una suerte de ala izquierda de los reformismos burgueses y pequeoburgueses, y eso encontr un cauce casi natural de continuidad debido a la presencia de gobiernos progresistas desde la revolucin juliana y los militares de los aos 30. Fue un tiempo largo que lleg hasta la revolucin del 44, y que marc duraderamente las mentalidades de izquierdas.En esta poca predomin en la izquierda la concepcin de los frentes populares (alianzas con sectores democrticos de la burguesa), que, en la Internacional Comunista estalinizada, haba sustituido a la tctica del frente nico (alianza de todos los sectores del campo obrero y popular).Durante la segunda guerra mundial, la izquierda ecuatoriana, como buena parte de la izquierda latinoamericana, acogi la versin del entonces secretario general del partido Comunista estadounidense, Earl Browder: la alianza de los comunistas con los imperialismos democrticos (los aliados) frente al fascismo. A nivel local, esta lnea se traduca en alianzas incluso con sectores de la burguesa oligrquica para enfrentar fascismos reales o supuestos. Una visin que termin dando lugar a la ADE (Alianza Democrtica Ecuatoriana), en la que confluyeron socialistas, comunistas, conservadores y una fraccin liberal para hacer frente al gobierno de Arroyo del Ro y terminar entregando el poder a Velasco Ibarra, a quien fueron a buscar en comitiva hasta Ipiales.Pero, enseguida, el consabido autogolpe de Velasco, en 1946, cierra violentamente este perodo y crea un vaco poltico e ideolgico en la izquierda, que se ver profundizado con la estabilidad bananera (1948-1960) y con la relativa modernizacin capitalista que ella trajo aparejada. Da inicio, as, el segundo perodo.Por una parte, el vaco poltico reforz las tendencias reformistas y colaboracionistas, moderadas y realistas, que se amoldaron a la estabilizacin del capitalismo dependiente y de la renovada dominacin poltica de la oligarqua modernizadora. Nuevamente, la participacin en gobiernos progresistas.Sin embargo, el vaco fue tambin el inicio de una promesa de renovacin en el pensamiento de las izquierdas. Antes de eso, en la segunda mitad de la dcada de 1920, la izquierda ecuatoriana haba generado pensamientos independientes, como el de Ricardo Paredes o el de Enrique Tern[i]. Paredes es autor de importantes sealamientos para la comprensin de las realidades latinoamericanas, como la distincin entre los pases dependientes y los pases coloniales y semicoloniales, como por entonces se conceptuaba a las naciones latinoamericanas, tesis presentada en la conferencia de 1928 de la Internacional Comunista; una distincin que slo en los aos de 1960 y 1970 sera teorizada con profundidad por los dependentistas[ii]. Tern fue un adelantado del socialismo revolucionario, resistiendo el desplazamiento paralelo del socialismo hacia las capas medias, la conciliacin de clases y la degeneracin burocrtica, reclamando, igual que Maritegui, un profundo estudio de nuestra realidad[iii]. Pero no fue suficiente para consolidar una posicin que (como reclamaba Maritegui) no fuera ni calco ni copia.A inicios de la dcada de 1950, Manuel Agustn Aguirre publica Revolucin Burguesa o Revolucin Proletaria para Amrica Latina y el Ecuador?, que ira a convertirse en el paso inicial de la izquierda revolucionaria de las dos dcadas siguientes, y del reencuentro con un paradigma que se sita ms all visin etapista de los procesos revolucionarios. Pero para que esta tendencia se afirme tendra que acontecer primero la revolucin cubana, que impact fuertemente en la conciencia social, sobre todo de los jvenes, y se convirti en verdadero revulsivo de la nueva poca de la izquierda. El horizonte socialista vuelve entonces a abrirse; empero, fraccionado sobre bases que no siempre tenan que ver con las condiciones especficas de las posibilidades de transformacin social en el Ecuador. En cualquier caso, junto a los ya afirmados pensamientos progresistas y reformistas comienza a abrirse paso el pensamiento socialista revolucionario.Pese a su fragmentacin y a los recelos mutuos, an incapaz de encontrarse o tan siquiera de convocarse, la izquierda revolucionaria fue ganando espacio social junto a las organizaciones populares que enfrentaban a un rgimen oligrquico que viva, de cualquier modo, sus ltimos aos entre golpes, dictaduras y la visible influencia de la CIA, la Escuela de las Amricas y la doctrina de seguridad nacional. Justamente al amparo de esta doctrina se introducira en la legislacin ecuatoriana (y latinoamericana en general) la figura del terrorismo para enfrentar al enemigo interno (los movimientos sociales y las izquierdas). Una figura que, como sabemos ha sido nuevamente puesta en circulacin en estos tiempos de revolucin ciudadana, y para los mismos fines que tuvo en sus orgenes.[Continuar. En la prxima entrega: el pensamiento de las izquierdas a partir de la poca petrolera][1]

[i] Ricardo Paredes (1892-1979), fundador y dirigente del partido Socialista Ecuatoriano y del partido Comunista del Ecuador. Enrique Tern (1887-1943), fundador y dirigente del partido Socialista Ecuatoriano.[ii] Ricardo Paredes: Informe de la Delegacin Latinoamericana sobre el Programa de la Internacional Comunista, Mosc, Conferencia de la III Internacional, julio de 1928; http://www.yachana.org/earchivo/comunismo/paredes-ipc-25sept28_es.php (fecha de consulta: 8 de mayo de 2011).[iii] Enrique Tern: La dictadura del proletariado [julio de 1928].La izquierda ecuatoriana en el perodo petroleroEl tercer perodo inicia con la modernizacin petrolera, a partir de 1972. La siembra del petrleo emprendida por el rgimen militar, sobre todo en su primera fase, en el gobierno de Rodrguez Lara, signific un proceso de modernizacin capitalista de la economa del Ecuador. Se impuls un proceso de industrializacin sustentado en la sustitucin de importaciones y en la presencia activa del Estado.La vinculacin con el Pacto Andino, las necesidades de la nueva produccin y el consumo alimentado por el incremento de ingresos alentaron un rpido crecimiento del comercio interno y de las importaciones. La reforma agraria estimul una relativa capitalizacin del agro, la transformacin de la tierra agraria en suelo urbano y masivas migraciones. Una mayor circulacin del dinero y el control y el asocio del Estado condujeron el crecimiento de la banca. En fin, la modernizacin capitalista estuvo apadrinada y financiada por el Estado.Estos cambios trajeron cambios en la estructura de clases; modestos si los comparamos con otros pases de la regin, pero muy significativos si los comparamos con el momento anterior. Se produjo unaggionamentoburgus de las clases dominantes. Crecieron y se consolidaron nuevas clases medias tcnicas y profesionales gracias a las reformas universitarias y al empleo estatal. Se expandi el subproletariado urbano (que luego se conocera como sectores informales). Y se transform la clase obrera, sobre todo por el crecimiento del proletariado industrial y por la expansin del salario en el comercio y en los servicios; esto provoc una modificacin profunda de las organizaciones sindicales.La izquierda frente al gobierno de Rodrguez Lara y el TriunviratoEnfrentada a un gobierno que se auto titulaba revolucionario nacionalista, la izquierda volvi a encontrarse con sus dilemas de siempre. El discurso de transformaciones profundas y radicales, el enfrentamiento a las oligarquas, la lnea nacionalista en cuanto al petrleo y al mar territorial, la integracin a la OPEP y el apoyo a la formacin de la OLADE, la ley de reforma agraria y la inversin pblica (vialidad, salud, educacin) eran, para algunos sectores, motivos ms que suficientes para respaldar el proyecto de los militares y buscar alianzas ms profundas: muchos militantes de izquierda participaron en el gobierno militar de la primera fase desde puestos en el Estado o desde asesoras.A ms de lo que poda verse como coincidencias programticas, el acercamiento al gobierno de Rodrguez Lara era justificado desde el temor a un contragolpe de derecha o al retorno al poder de las oligarquas. Postura que se hizo an ms fuerte despus del intento de golpe del general Gonzlez Alvear, coludido con grupos empresariales.Esta, en general, fue la posicin de las izquierdas reformistas (el partido Comunista y otros grupos menores, como Segunda Independencia, y la mayor parte de las dirigencias sindicales). Se tenda a pasar por alto el mantenimiento de la doctrina de seguridad nacional, el establecimiento de tribunales especiales, la continuidad y profundizacin de la legislacin antiobrera que acompa al fomento industrial de Velasco Ibarra[1], o la represin estatal y privada que persegua a las luchas campesinas e indgenas (a pesar la vigencia de la ley de reforma agraria).Sectores ms radicales cuestionaban el proyecto por su contenido, que no iba ms all del desarrollo capitalista, y por su poltica frente a las luchas populares, obreras y campesinas sobre todo. No obstante, algunos de ellos no dejaban de mantener lazos y acercamientos, si bien de modo indirecto, por ejemplo, a travs del Frente Patritico, que respaldaba la poltica petrolera mantenida por el contralmirante JarrnAmpundia.De esta manera, la primera huelga nacional del Frente Unitario de los Trabajadores, en noviembre de 1975, fue tambin, aunque no de modo explcito, un respaldo al gobierno. Pero ni lo uno ni lo otro fueron suficientes para evitar su cada en los primeros meses del ao siguiente.En cierto modo, la misma dualidad se repiti respecto al Triunvirato Militar que desplaz a Rodrguez Lara. Es verdad que su carcter conservador, el debilitamiento de las polticas reformistas y el acentuamiento de la represin (que alcanz su punto mximo en la masacre de los trabajadores del ingenio Aztra y en la guerra de los cuatro reales), ubicaba a la izquierda ms bien en la otra orilla; pero ciertos signos de apertura en el plan de retorno fueron suficientes para mantener ciertos vnculos.La izquierda socialistaLas modificaciones en la estructura de clases, y la confluencia temporal de la movilizacin campesino-indgena, la radicalizacin de los estudiantes y la politizacin de los trabajadores jvenes le aportaraa la izquierda en general, pero sobre todo a la izquierda revolucionaria el vnculo con una nueva y joven clase obrera, permitindole desarrollar un mpetu que no haba conocido hasta entonces. Junto a ese movimiento sindical, las izquierdas socialistas pudieron haberse convertido en protagonistas de la primera resistencia al neoliberalismo (1981-84), pero el empuje de la unidad que desde abajo construan los trabajadores, a pesar de las oposiciones de los grupos que controlaban los aparatos sindicales, no fue suficiente para impulsar la transformacin en la visin y en la prctica de la izquierda socialista.Enmarcados en la lucha contra las dictaduras, esos aos dorados no fueron ms que el preludio de su fracaso: sin plantearse cmo remontar su fragmentacin, sin saber salir de la dicotoma fcil dictadura-democracia y, probablemente sin haber alcanzado ms que una comprensin doctrinaria del socialismo, no lograron pasar la prueba de la reinstauracin de las democracias representativas en 1978-79.[Continuar. En la prxima entrega: La izquierda frente al retorno a la constitucionalidad][1]Entre otras cosas, los decretos antiobreros limitaban la posibilidad de realizacin de huelgas en sectores pblicos y privados considerados de inters social o estratgicos y dejaban al arbitrio de los inspectores de trabajo el archivo (rechazo) de los pliegos de peticionesLa izquierda y el retorno a la constitucionalidadEl retorno, que inicia el cuarto perodo, fue un proceso desde arriba: diseado por el Triunvirato militar y orientado por el cambio de polticas norteamericanas en la regin (la doctrina Carter); fue uno de los primeros episodios de la redemocratizacin que luego se extendera por toda Amrica Latina. Quizs la realidad se vuelve esquiva porque siempre se presenta con rasgos equvocos; pero la ambigedad puede estar en la lectura que se hace de la realidad antes que en la realidad misma. El Triunvirato impuls el retorno a la constitucionalidad, a la democracia, el retorno del poder a los civiles. Pero, al mismo tiempo, desat una lnea de represin violenta contra las protestas sociales, cuya imagen ms brutal y caracterstica fue la masacre de los trabajadores del ingenio azucarero Aztra. No hay en ello contradiccin alguna: de hecho, la represin violenta marca el retorno como el trnsito hacia una democracia controlada y restringida[1].La ilusin en la democraciaEl movimiento social fue contenido dentro de los mrgenes de la democracia restringida a travs de una particular combinacin de represin y de ilusin. La represin contuvo las ilusiones en el marco de lo permitido. La ilusin permita creer que la democracia era lo que se esperaba de ella. Los sectores populares esperaban que la democracia fuera el cambio (la fuerza del cambio) prometido por un candidato joven, populista e ilustrado; es decir, que mejore sus condiciones de vida y que le permita participar.El mejoramiento de las condiciones de vida lleg casi de inmediato y de modo tangible: la reduccin de la jornada laboral a 40 horas semanales, nuevos sueldos complementarios, el incremento del salario mnimo vital de 2.000 a 4.000 sucres mensuales. Ironas de la historia: estas mejoras fueron resistidas por el gobierno del cambio e impulsadas por sus opositores. El gobierno progresista tema que hubiera sido un truco desestabilizador.La participacin, como imaginario, se haba fortalecido durante el proceso de retorno. La dictadura haba construido comisiones para redactar la ley de partidos, la ley de elecciones y dos proyectos de Constitucin, y en las comisiones hubo una participacin relativamente amplia: la vieja y la nueva lite poltica, representantes de las organizaciones empresariales y populares. Pero, sobre todo, la nueva Constitucin fue finalmente elegida por el propio pueblo a travs de un referndum. Y el pueblo escogi a la que le ofreca ms cambios y ms derechos, emblemticamente, el voto a los analfabetos para volver por fin ms o menos representativa a la democracia representativa.Las izquierdas, en cambio, se contuvieron a s mismas por la fuerza de la ideologa. En el trnsito, se pens a la democracia como negacin absoluta de la dictadura: oposiciones formales, definiciones formales; una democracia abstracta como oposicin de una dictadura en abstracto. Se pens que la democracia garantizara de por s los derechos, las posibilidades de organizarse, de movilizarse y de expresarse.Era como si por el solo hecho de pasar de un rgimen a otro, de la dictadura a la democracia, con eso solo, cambiara el carcter del Estado. Se perda de vista era que el carcter del Estado no se define slo por el rgimen poltico, sino por la clase a la que sirve. Pero, ms an, se perda de vista que los procesos reales son ms complejos que las simplificaciones que suelen alimentar el sentido comn. Ms temprano que tarde, los hechos demostraran que la democracia representativa contiene en s un ncleo duro de dictadura, siempre al acecho, pero que no es externo, sino parte inherente de la propia democracia liberal.Pero las izquierdas no pudieron ingresar al retorno con un programa propio. El ala progresista simplemente se integr en el roldosismo; varios personajes del gobierno de Rolds, algunos ms pblicos que otros, provenan de la izquierda, a la que haban abandonado ms o menos recientemente. El ala reformista, si bien pregonaba independencia, inmediatamente at lazos con el gobierno. Aunque no dicho, el programa no era ms que participar en la democracia representativa a travs de un instrumento poltico legal para, una vez instalados all, propiciar la ampliacin de los derechos.La izquierda socialista, en cambio, ya haba estallado antes de siquiera tocar la democracia liberal. Criada en la resistencia a las dictaduras, no supo cmo enfrentar la nueva situacin. Incapaz de unir el socialismo con la democracia, termin por disolver el socialismo en la democracia burguesa. Mientras se afirmaba el nuevo rgimen, la izquierda radical se divida en dos fracciones: una pareca negar los cambios que se haban producido, y se protega en un discurso fuertemente ideolgico: la otra volva sobre sus pasos y redescubra los postulados reformistas que haba cuestionado hasta poco tiempo antes -un movimiento que la arrastraba hacia la socialdemocracia y la disolucin.La confusin democrticaPara la izquierda, la democracia termin siendo una confusin que haba sido favorecida por el triunfo de Rolds (la opcin progresista de entonces), y que se reforz por el conflicto entre el gobierno y la derecha oligrquica tradicional. Una confusin que persisti incluso cuando, tras la muerte de Rolds, asumi el gobierno Oswaldo Hurtado. Hurtado abandon por completo las polticas desarrollistas de la dcada anterior, firm la primera carta de intencin con el FMI e inaugur la era neoliberal. Todo sea dicho, los primeros pasos ya los haba comenzado a dar Rolds con el sinceramiento de precios.La democracia real muy pronto comenz a incumplir sus promesas y a revertir aquello que se vea como sus realizaciones. Un efecto del cambio de modelo econmico y de las polticas de ajuste fue el descenso inmediato en la capacidad adquisitiva de los salarios y de los ingresos, producto de la liberalizacin de los precios, y la degradacin de los servicios pblicos, sobre todo salud y educacin, a causa del achique del Estado. Y la promesa de participacin termin convertida en una sucesin de estados de emergencia y a la militarizacin de ciudades y carreteras. As inici la separacin entre las expectativas sociales y la democracia, que marc todo el perodo, por lo menos hasta la cada Gutirrez en 2005.Este es el origen y el secreto de la crisis de la democracia, que trajo no solamente la crisis del viejo sistema poltico partidario, sino tambin la crisis de la izquierda que, confundiendo la democracia con esta democracia, se integr a ella y fracas con ella.[Continuar. En la prxima entrega: la izquierda, entre la protesta social y el miedo al golpismo]

[1]Aztra se dio en el marco en el cual la dictadura pona en marcha el plan de retorno a la democracia, exigiendo como requisito previo un clima de paz y de orden que en la prctica signific la vigencia de decretos anti-obreros, ilegalizacin de la Unin Nacional de Educadores, de la CEDOC y la FESE, encarcelamiento de dirigentes obreros y del magisterio, represin al clero progresista y asesinato a dirigentes campesinos como Mardoqueo Len y Rafael Perugachi. Eduardo Tamayo G.: Masacre de Aztra: perdn y olvido; en: http://alainet.org/active/27050&lang=es; publicado originalmente en Punto de Vista,N 241, 20-10-1986, Quito- Ecuador.Acerca de estos anuncios OJOS QUE NO VEN (6. PARTE): EL GOBIERNO DE CORREA EN LA MIRADA DE LASIZQUIERDAS EL GOBIERNO DE CORREA EN LA MIRADA DE LAS IZQUIERDASOJOS QUE NO VEN (6. PARTE)Mario UndaLa izquierda, entre la protesta social y el temor al golpismoLa democracia La ilusin y el desencanto, tan cercanos. En el contexto mundial de la crisis de la deuda, la primera carta de intencin que firm Hurtado con el FMI en 1981 inici la implementacin del modelo neoliberal y, con l, los incumplimientos de las promesas articuladas alrededor del retorno a la constitucionalidad.Neoliberalismo y protesta socialNo era un cambio pequeo: era todo un cambio de modelo. Los intentos de industrializacin fueron abandonados por una reprimarizacin de la economa, que era lo que prometa obtener divisas para pagar la deuda externa. El Estado deba ahorrar, de modo que las inversiones y las polticas sociales fueron afectadas y, prcticamente, abandonadas. La economa qued en manos del mercado.Los retrocesos fueron inmediatos y visibles: las polticas de ajuste y los paquetazos echaron abajo con rapidez inusitada las ganancias en las condiciones de vida de los primeros aos del retorno. La participacin perdi el sentido de democratizacin que tena en la conciencia social y qued convertida en la pasividad clientelar del beneficiario frente a la poltica pblica.Tras un momento de desconcierto, el descontento social se transform en protesta organizada. Los primeros pasos los dio el movimiento sindical, expresado en el Frente Unitario de los Trabajadores, dando as inicio a un ciclo de protestas que marc el resto del gobierno de Hurtado (y que se extendi hasta el gobierno de Borja, aunque ya notoriamente debilitado)[i].Las huelgas del FUT fueron la primera resistencia popular al neoliberalismo, y a ella se sumaron otros sectores sociales, organizados o desorganizados. Las demandas apuntaban no slo a ventajas sectoriales para los trabajadores asalariados, sino al intento de frenar la implementacin del modelo neoliberal (los programas de ajuste). La movilizacin alent tambin la percepcin de otros horizontes: desde los sindicatos de base se presionaba a las centrales sindicales por un programa ms radical, la unidad de los trabajadores y la democratizacin de las organizaciones provinciales y nacionales. El gobierno respondi con represin, estados de emergencia, militarizacin y con la amenaza de la ley de seguridad nacional.Al final, el movimiento fue derrotado. Puede ser que el carcter an reciente de la democratizacin haya conspirado contra una mayor adhesin a las protestas. Puede ser que, aunque las clases dominantes an no estaban plenamente unificadas en el programa neoliberal (lo que lograran poco despus), el Estado an estaba fuerte como ltimo guardin del orden. Pero tambin los errores y vacilaciones polticas de la conduccin del FUT influyeron en el resultado.Los errores, sobre todo su incapacidad (ms bien: su negacin) para permitirse ser el recipiente de la unidad del pueblo que se fue constituyendo en la movilizacin, en la resistencia y en la lucha. Las dirigencias jams pensaron en una construccin democrtica del movimiento sindical, mucho menos en abrir esos espacios para que acogieran a la confluencia popular, y eso pes en la desmovilizacin y en el aislamiento posterior del movimiento obrero.Hay que tener en cuenta que, en el Ecuador, la dinmica de constitucin del movimiento popular como confluencia de las protestas sociales se ha producido siempre teniendo por eje al movimiento que en cada momento ha estado ms organizado, ha contado con mayor capacidad de movilizacin y con propuestas que, de un modo u otro, han acogido los sentimientos de las clases subalternas[ii].Pero la sola confluencia, si no cristaliza y sedimenta en formas organizativas ms estables de unidad, se dispersa apenas comienza el reflujo. Cuando la dirigencia del FUT rebautiz a las huelgas nacionales como paros nacionales del pueblo trataba de dar cuenta de la conformacin de un sujeto que era ms amplio que los obreros sindicalizados y los trabajadores afiliados a las centrales sindicales; pero todo qued en el cambio de nombre.Las vacilaciones polticas, en cambio estn relacionadas con las vicisitudes de la izquierda entre la movilizacin de las masas y el temor al golpismo.Las vicisitudes de la izquierdaLa izquierda, que haba sido descolocada por la democracia, volvi a ser descolocada por la protesta social. Recordemos que, al ser tocada por el proceso de retorno, la izquierda reformista haba reforzado su tendencia de adaptacin a la democracia liberal representativa. Pero la izquierda socialista, en cambio, entr en crisis: no resisti la tensin provocada por la relacin compleja entre socialismo y democracia, por la tendencia, que pronto se volvi mayoritaria, de identificar la democracia con la democracia liberal, y por el alejamiento del socialismo del horizonte inmediato de la accin poltica (y de su discurso ideolgico).En estas condiciones, el retorno desat su estallido, su prdida de influencia social, su abandono de horizonte poltico, su retroceso ideolgico. Las izquierdas radicales haban comenzado el perodo de los aos 60 y 70 recuperando la perspectiva estratgica del socialismo como ruptura, lo concluyeron en medio de la fragmentacin final de todas sus organizaciones y viendo cmo muchos de los pedazos volvan sobre sus pasos y redescubran los postulados reformistas que haban cuestionado hasta poco tiempo antes; un movimiento que llev a muchos hacia la socialdemocracia y el desencanto.En este estado la encontr el ascenso de las luchas obreras y populares de resistencia al neoliberalismo. La radicalizacin del movimiento obrero no pudo encontrarse plenamente con la radicalizacin juvenil y estudiantil que se expresaba en las izquierdas revolucionarias.Pero tambin fue el fracaso poltico de las izquierdas reformistas, sobre todo del partido Comunista. Enfrentadas a la movilizacin social, clamaban por el fin de las huelgas, alegando que se pona en peligro la democracia, que se estaba abonando el campo a la oligarqua, que se alentaba el peligro de golpe de Estado y el retorno de las dictaduras. Enfrentadas al reclamo de unidad desde la base, atacaron las iniciativas unitarias de los sindicatos; buscaron desprestigiarlas y desactivarlas arguyendo que se atentaba contra la unidad de las centrales sindicales. Enfrentadas a la demanda de construir espacios organizativos que expresen la unidad del pueblo en la movilizacin, cerraron tercamente cualquier posibilidad por defender el control burocrtico que ejercan en las centrales.Derrotadas las huelgas, la clase dominante desat la represin contra el movimiento obrero. No fue una represin sangrienta; tampoco fueron afectadas las cpulas de las centrales sindicales. Fue un ataque a la estructura de base del movimiento, los sindicatos de fbrica: dirigentes despedidos, algunos de los cuales no volvieron a encontrar trabajo en muchos aos, o nunca; quiebras fraudulentas de empresas, que volvan a ser reabiertas con otra razn social y otros trabajadores; finalmente, el temor, El golpe de gracia lo dara ms tarde el socialdemcrata Rodrigo Borja, con la reforma al Cdigo del Trabajo ante la pasividad de los dirigentes reformistas.La derrota del movimiento de protesta popular fue, al mismo tiempo, la derrota del movimiento obrero y de la izquierda socialista. El modelo neoliberal encontr el camino ms libre para imponerse. Pero la resistencia tomara otros cauces y encontrara modos para enfrentarlo.[Continuar. Prxima entrega: La izquierda en la oscura noche neoliberal]

[i]Durante el gobierno de Hurtado se realizaron 4 huelgas nacionales; 7, en el gobierno de Febres Cordero; y otras 4 en el gobierno de Borja (Juan Paz y Mio: Empresarios y trabajadores; ver: http://unidadsiporelcambio.wordpress.com/2009/04/20/juan-paz-y-mino-empresarios-y-trabajadores/). La primera huelga nacional del FUT se haba realizado durante el gobierno de Rodrguez Lara; la segunda, durante el Triunvirato.[ii]En los aos de 1960 y 1970, ese fue el movimiento estudiantil, sobre todo el universitario, la FEUE. En los primeros 80, fue el movimiento sindical; entre 1995 y 2001, fue el movimiento indgena. Hoy hay un vaco porque ese papel quiere ser usurpado desde el Estado por un proyecto de modernizacin capitalista