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Cari Muñoz Intervención Psicológica y Salud– Tema 1 Tema 1.- Estrés, rendimiento y salud El estrés es una respuesta general del organismo, consistente en movilización de recursos fisiológicos y psicológicos, ante demandas internas o externas que en principio resultan amenazantes. Es una respuesta adaptativa que puede resultar beneficiosa para incrementar y mantener el rendimiento y la salud. Sin embargo el exceso del mismo, tanto en calidad como en cantidad, puede perjudicar tanto el rendimiento como la salud de la persona, siendo un factor de riesgo de las enfermedades más graves. El estrés está determinado por la interacción entre situaciones potencialmente estresantes y características personales relevantes del individuo. Esta interacción se produce en la percepción y valoración que la persona hace de las situaciones de estrés y de los propios recursos para hacer frente a tales situaciones. Del resultado de ésta dependerá la aparición, duración e intensidad de la respuesta, así como de sus manifestaciones específicas. Variables situacionales potencialmente estresantes Son potencialmente estresantes las situaciones trascendentes para las personas que implican cambios significativos en su vida o que les obligan a sobrefuncionar para su manejo y adaptación a ellas, más cuando son novedosas, inciertas, ambiguas, molestas, incómodas,... Sus características pueden ser: amenazan la seguridad de la persona, la inversión personal que hayan realizado, el cumplimiento de alguna tarea, su autoconfianza, autoestima o autorrealización, imagen ante los demás, relación de pareja, relaciones interpersonales,... atentan contra principios, valores y creencias fundamentales, contra normas o costumbres de funcionamiento personal o intimidad, exigen un sobreesfuerzo físico y mental y/o un rendimiento elevado y unos resultados satisfactorios; Características básicas del estrés 1

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Tema 1.- Estrés, rendimiento y salud

El estrés es una respuesta general del organismo, consistente en movilización de recursos fisiológicos y psicológicos, ante demandas internas o externas que en principio resultan amenazantes. Es una respuesta adaptativa que puede resultar beneficiosa para incrementar y mantener el rendimiento y la salud.

Sin embargo el exceso del mismo, tanto en calidad como en cantidad, puede perjudicar tanto el rendimiento como la salud de la persona, siendo un factor de riesgo de las enfermedades más graves.

El estrés está determinado por la interacción entre situaciones potencialmente estresantes y características personales relevantes del individuo.

Esta interacción se produce en la percepción y valoración que la persona hace de las situaciones de estrés y de los propios recursos para hacer frente a tales situaciones. Del resultado de ésta dependerá la aparición, duración e intensidad de la respuesta, así como de sus manifestaciones específicas.

Variables situacionales potencialmente estresantes

Son potencialmente estresantes las situaciones trascendentes para las personas que implican cambios significativos en su vida o que les obligan a sobrefuncionar para su manejo y adaptación a ellas, más cuando son novedosas, inciertas, ambiguas, molestas, incómodas,...

Sus características pueden ser:

amenazan la seguridad de la persona, la inversión personal que hayan realizado, el cumplimiento de alguna tarea, su autoconfianza, autoestima o autorrealización, imagen ante los demás, relación de pareja, relaciones interpersonales,...

atentan contra principios, valores y creencias fundamentales, contra normas o costumbres de funcionamiento personal o intimidad,

exigen un sobreesfuerzo físico y mental y/o un rendimiento elevado y unos resultados satisfactorios;

implican la toma de decisiones difíciles, obligación de asumir responsabilidades y/o riesgos considerables, o el actuar en poco tiempo,

implican someterse a una evaluación social (por familiares, jefes, amigos íntimos,...)

plantean problemas o conflictos difíciles de solucionar (enfermedad grave de un familiar,...)

conllevan la exposición a algo desagradable, doloroso, molesto, “dar la cara”,...

suponen la restricción de la actividad normal y/o la dependencia excesiva de los demás,

conllevan la realización de tareas monótonas, aburridas, o poco interesantes,...

propician la aparición de sentimientos de inutilidad o fracaso,

consisten en la agresión de otras personas, tanto física como verbalmente, o la agresión y abuso a través de acciones de distinto tipo.

IntroducciónCaracterísticas básicas del estrés

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Las mismas manifestaciones del estrés y sus efectos perjudiciales son potencialmente estresantes, pudiendo provocar más estrés, tanto si es real como si son cogniciones que anticipan la posibilidad de que aparezcan (miedo al miedo, o miedo a los síntomas)

Las situaciones estresantes pueden presentarse:

por eventos de gran importancia en una sola vez (situación traumática)

por sucesos que necesiten exposición más prolongada, o coincidir con otros igualmente estresantes (posibilidad de quedarse sin trabajo,...)

por múltiples sucesos menores que sumando su impacto favorezcan la presencia de estrés prolongado severo (v.g. pequeños problemas laborales o interpersonales,...)

Las situaciones potencialmente estresantes pueden ser incluso positivas que conlleven algún elemento amenazante para la persona que se expone a ellas (v.g. ascender en puesto laboral,...)

Asimismo las situaciones provocadoras de estrés no solo incluyen la presencia de excesos, sino también déficits que pueden resultar muy impactantes para la persona afectada, por tanto unos y otros deben ser siempre considerados.

La presencia de estas situaciones potencialmente estresantes no es suficiente para que se manifieste el estrés, prediga la duración ni la intensidad, ni sus efectos específicos en el funcionamiento y la salud. Cuanto mayor sea la trascendencia objetiva de la situación, su frecuencia, duración e intensidad, mayor será su potencial estresante, pero el impacto de una misma situación será siempre diferente en función de la presencia o ausencia de variables personales.

Esta posición interaccionista se basa en el Modelo de Lazarus y Folkman (1984), donde la presencia y el impacto del estrés dependen de la valoración que las personas hacen de la situación estresante y de los propios recursos para hacerle frente. Estas valoraciones pueden depender de patrones de conducta y estilos de afrontamiento relativamente estables, de valores, creencias y actitudes que afectan la atención selectiva, el procesamiento de la información y el juicio sobre los propios recursos, de la existencia o ausencia reales de recursos eficaces para controlar las situaciones estresantes y de la disponibilidad o falta de ella de apropiados apoyos sociales.

Patrones de conducta

Se asume que la presencia del patrón de conducta Tipo-A (competitividad, impaciencia y hostilidad) y sobre todo del componente hostilidad, y la ausencia del patrón “dureza” (control, compromiso y reto), aumentan el valor amenazante de las situaciones potencialmente estresantes. Probablemente, bajo esta influencia de hostilidad, la competitividad y la ausencia de retos, se perciben más amenazantes de lo que en realidad son; y como consecuencia de la falta de control y de compromiso, no se perciben recursos personales suficientes para enfrentarse a ellas, pretendiendo afrontarlas urgentemente.

La presencia del patrón de conducta Tipo-A puede favorecer, en ocasiones, un rendimiento más alto en determinados contextos, pero al mismo tiempo, puede contribuir al deterioro de la salud y del rendimiento a largo plazo.

El problema es que los beneficios de las conductas Tipo-A (v.g. tener éxito) suelen ser más inmediatos que sus posibles perjuicios (problemas cardiovasculares), consolidándose este patrón que aumenta la vulnerabilidad de las personas a sufrir estrés y sus efectos.

Características personales relevantes

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Estilos de afrontamiento

Los estilos de afrontamiento son elementos moderadores de la relación entre las situaciones potencialmente estresantes y la aparición del estrés. Los estilos más o menos estables, indican una disposición específica para hacer frente a las situaciones estresantes, afectando la valoración que hacen de las situaciones de estrés y sus propios recursos para manejarlas.

Por ejemplo, la tendencia a valorar amenazante las situaciones ambiguas puede determinar que se perciban más situaciones amenazantes; o la tendencia a negar, evitar o escapar de la situación estresante, puede contribuir a que las personas perciban como muy amenazante cualquier situación potencialmente estresante y tengan muy deteriorada la autoconfianza respecto a sus propios recursos para manejarla.

Valores, creencias y actitudes

Beck (1984) se ha referido a la influencia de los valores las creencias y las actitudes rígidos irracionales y disfuncionales, tanto sobre el procesamiento de las situaciones potencialmente estresantes como sobre la apreciación de los propios recursos para afrontarlos tendencia a percibir más, más graves y a infravalorar los propios recursos. Beck sugiere que el contenido de los valores, creencias y las actitudes más estables afecta a la interpretación que se hace de las situaciones.

La rigidez de cogniciones muy íntimas que sean significativas en un determinado contexto influye en la valoración que las personas hacen de sus propios recursos. La valoración objetiva no garantiza la ausencia de estrés, ya que puede suceder que exista una situación muy amenazante y/o escasos recursos para enfrentarla, pero sí puede propiciar un conocimiento mejor de lo que sucede y una mayor percepción de control.

También será necesario modificar, directamente, los valores, creencias o actitudes rígidos que tengan una influencia poderosa. La eliminación o flexibilización de estas cogniciones, favorecerá el estilo de funcionamiento cognitivo más eficaz y saludable.

Recursos y habilidades de afrontamiento

La valoración desfavorable de los recursos propios, en muchos casos, corresponde a una carencia real de tales recursos, incluyendo las habilidades de las personas para manejarse en situaciones concretas de estrés.

Es conveniente diferenciar recursos y habilidades, pues las habilidades son recursos, pero no todos los recursos son habilidades, pues algunos no dependen enteramente de la persona que en momentos puntuales puede disfrutar de ellos, mientras que las habilidades (consolidadas), dependen fundamentalmente del comportamiento del que las domina y utiliza asiduamente (recurso: espacio y tiempo para practicar relajación; habilidad: conocimiento de los ejercicios de relajación apropiados).

La ausencia de recursos para afrontar las situaciones potencialmente estresantes, dificulta la posibilidad de alcanzar uno de los tres objetivos: solucionar tales situaciones, manejarlas adecuadamente aun no eliminándolas del todo, o aliviar su impacto perjudicial.

La acumulación de experiencias en las que no se hayan conseguido estos objetivos, o la expectativa de que no se podrán alcanzar, favorecerán la aparición del estrés y el hecho real de no poder manejarlo, aumentará la probabilidad de sus efectos perjudiciales.

Apoyos sociales

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Se ha observado que la presencia de apoyos sociales apropiados, fundamentalmente el apoyo social percibido más que el apoyo real, puede ayudar a amortiguar las experiencias estresantes.

Probablemente, el apoyo social contribuye a disminuir el estrés por alguna de las siguientes vías:

Reduciendo la trascendencia global y por tanto el carácter amenazante de las situaciones potencialmente estresantes.

Aumentando la motivación de las personas por el reto de superar la situación estresante.

Incrementando la autoconfianza en los propios recursos (el apoyo social transmite una confianza sólida, basada en hechos,...)

Ayudando a controlar el estrés cuando éste se produce (v.g. gracias al apoyo social, la persona que sufre estrés puede controlarlo mejor aliviando sus efectos negativos)

El apoyo social apropiado debe ser aquel que favorezca los efectos beneficiosos, debiendo evitarse un exceso de dependencia social que podría propiciar, en la persona apoyada, un estado de indefensión.

Nivel de activación general

La activación general del organismo es una respuesta en la que intervienen el sistema nervioso central y el sistema neurovegetativo. Al aumentar la activación general, aumenta el estado de alerta, la actividad somática y la actividad simpática.

En la mayoría de los casos, el estrés conlleva un aumento del nivel de activación. En otros casos, el estrés provoca disminución de la activación (cuando predominan la depresión o el agotamiento, cuando una persona percibe que es incapaz de manejar la situación-indefensión aprendida). Es importante distinguir un exceso de estrés que conlleva disminución de la activación con un déficit de motivación básica por la situación. Una evaluación errónea conllevaría el uso de estrategias de intervención inadecuadas.

Manifestaciones relacionadas con un aumento de la activación

Las manifestaciones se pueden agrupar bajo tres epígrafes: motivación, ansiedad y hostilidad.

La motivación está presente cuando la persona percibe que podría disponer de los recursos adecuados para controlar la situación estresante y asume con interés el reto de lograrlo. Se produce un sobreesfuerzo y en este estado, las personas rinden mejor y actúan de forma más saludable (aunque el mantenimiento prolongado de este sobreesfuerzo también puede ser perjudicial a largo plazo).

La ansiedad se caracteriza por el miedo, la preocupación incontrolada y la inseguridad, favoreciendo que la persona evalúe la situación incorrectamente, evite o escape, dude exageradamente sobre lo que hacer, se inhiba y no actúe o lo haga impulsivamente. En un primer momento, puede propiciar un estado de activación favorecedor del rendimiento, pero luego para que sea eficaz, debe dar un paso al estado de motivación.

La hostilidad conlleva insatisfacción, disgusto, irritabilidad, enfado, rabia, agresividad o enemistad; pero cuando está controlada (y deriva hacia estados de motivación) puede

Respuesta de estrés

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propiciar condiciones muy favorables para rendir. También puede afectar la salud si se mantiene prolongadamente.

La ansiedad y la hostilidad, aunque pueden ser positivas a corto plazo, en general son manifestaciones perjudiciales para el rendimiento y la salud. Si se transforman en motivación, puede favorecer un rendimiento elevado más estable, minimizando efectos adversos, y es este uno de los objetivos prioritarios de la intervención psicológica en este ámbito.

Manifestaciones relacionadas con una disminución de la activación

Las manifestaciones del estrés relacionadas con una disminución del nivel de activación general, pueden situarse en: depresión y agotamiento psicológico.

Depresión: predomina un estado de indefensión aprendida. El nivel de activación general es bajo (aunque podría ser algo más alto en otro de los sistemas, p.ej. a nivel simpático). La persona siente frustración, percepción de fracaso y culpabilidad, sentimientos de inutilidad y desánimo, y éstos provocan percepción sesgada, rígida y negativa de la realidad con pérdida aparente de interés y conductas que muestran pasividad, lentitud, inhibición o indiferencia.

Agotamiento psicológico: una persona puede disponer de recursos eficaces para hacer frente a situaciones de alto estrés, pero eso no significa que esté controlado del todo. El sobreesfuerzo puede producir un desgaste y, si no se recupera suficientemente, puede derivar en agotamiento psicológico. Suele suceder en entornos de alto rendimiento (deportistas de élite, hombres de negocios). En estos casos, les cuesta comprender que la solución implica un cambio de comportamiento, ya que la “debilidad” percibida la entienden como falta de esfuerzo, por lo que se imponen retos más difíciles, situación que agrava el agotamiento. Prevenir el agotamiento psicológico debe ser uno de los objetivos prioritarios de la intervención en el ámbito del alto rendimiento.

El estrés es uno de los principales factores de riesgo relacionados con las enfermedades de corazón, el cáncer y los accidentes cerebrovasculares (las 3 principales causas de muerte en los países más avanzados). Contribuye favoreciendo la presencia de otros factores de riesgo (hipertensión, conducta de fumar, obesidad) aumentando la vulnerabilidad a desarrollar trastornos de la salud que pueden resultar mortales, o bien con otros, que no siendo tan graves, sí que deterioran el funcionamiento normal, bienestar y calidad de vida, ocasionando experiencias negativas (reducción del rendimiento laboral, menos energía, empeoramiento del estado de ánimo, etc.

Se relaciona igualmente, con trastornos psicológicos (v.g. trastornos de ansiedad, depresión,...) tanto en la etiología, desarrollo y mantenimiento, con en su tratamiento. En líneas generales se produce un sobrefuncionamiento de diversos sistemas del organismo y un debilitamiento del sistema inmunitario, aumentando la probabilidad de que se presenten o agraven los trastornos.

Principales alteraciones de la salud relacionadas con el estrés:

- Hipertensión

Estrés y Salud

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Trastornos

Cardiovasculares

- Enfermedad coronaria (angina de pecho, infarto de miocardio)- Taquicardia- Arritmias cardíacas episódicas- Enfermedad de Raynaud

Trastornos

Respiratorios

- Asma bronquial- Síndrome de hiperventilación- Otros: taquipnea, disnea, opresión torácica

Trastornos inmunológicos - Gripe, herpes, tuberculosis- Cáncer- SIDA

Artritis reumatoide

Trastornos endocrinos - Hipertiroidismo, hipotiroidismo- Síndrome de Cushing

Trastornos gastrointestinales

- Úlcera péptica- Dispepsia funcional- Síndrome del intestino irritable- Colitis ulcerosa- Otros: molestias digestivas, digestiones lentas, estreñimiento,

aerofagia, espasmos exofágicosDiabetes e hipoglucemia

Trastornos dermatológicos - Prurito- Sudoración excesiva- Dermatitis atípica- Otros: alopecia, urticaria crónica, seborrea, acné, rubor facial

Dolor crónico y cefaleas - Cefalea: tensional, migrañosa, mixta- Dolor crónico: lumbalgia, dismenorrea, etc.

Trastornos musculares - Aumento del tono muscular- Tics, temblores, contracturas- Alteración de los reflejos musculares

Trastornos bucodentales - Bruxismo- Liquen plano oral

Trastornos sexuales - Impotencia- Eyaculación precoz- Coito doloroso- Vaginismo- Alteraciones de la libido

Nivel de activación y rendimiento

El nivel de activación general se podría situar en un continuo que, en estado de vigilia, se extendería desde un estado de máxima calma y relajación a uno de máxima alerta, tensión y excitación.

Cada persona debe aprender a identificar los síntomas que indiquen la presencia de la activación, como sudor en las manos, agobio, tensión general, temblores, palpitaciones,... y a la vez aprender a cuantificar el nivel de ésta, utilizando escala subjetiva de 0-10 (intrasujeto, comparando consigo misma).

Estrés y Rendimiento

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El nivel de activación general influye en el rendimiento afectando su funcionamiento físico y psicológico:

Repercute en aspectos como la tensión muscular, movilización de energía, coordinación motriz, conducta no verbal y los elementos de la conducta verbal ajenos a su contenido.

Influye en la conducta atencional y procesos cognitivos implicados en el procesamiento de la información, las operaciones mentales y la toma de decisiones.

Tanto en el funcionamiento físico como el psicológico, la activación puede influir en el rendimiento positiva o negativamente. Entre ambos estados de activación existe un nivel que favorece el rendimiento del individuo: el nivel de activación óptimo.

Nivel de activación óptimo

Este nivel es el que, en cada caso particular, favorece el mejor funcionamiento físico y psicológico, y el máximo rendimiento dentro de las posibilidades reales de cada persona. Los otros niveles de los extremos, propician un funcionamiento defectuoso que perjudica al rendimiento.

Este estado de activación óptimo se caracteriza por un estado de fluidez física y psicológica que permite rendir al máximo sin esfuerzo aparente. Este nivel de activación óptimo será diferente en función de las características individuales y del tipo de tarea a realizar. Suele ser más bajo cuando se trata de tareas complejas que exijan precisión que en el caso de simples que más requieren de esfuerzo. Dos personas pueden tener diferentes niveles óptimos ante la misma tarea, y en una misma persona, diferentes niveles para distintas tareas. Para algunas personas y/o tareas el nivel de activación óptimo es más elevado en términos absolutos que en otros casos.

Identificación del nivel de activación óptimo

El sujeto debe auto observarse para identificar su nivel de activación óptimo, con el fin de detectar los síntomas predominantes en dicha activación, utilizando escala de 0-10 puntos para aprender a cuantificar. Llevará un registro de sus experiencias durante un tiempo, especificando síntomas y valorándolos. Así podrá evaluar múltiples experiencias de activación, comparando entre sí las distintas valoraciones para establecer coincidencias y diferencias mejorando su precisión.

El psicólogo ayudará a realizar las comparaciones como parte de su entrenamiento, por ejemplo observando un autorregistro del paciente correspondiente a la semana a la semana anterior: Has puesto un 8 en esta experiencia, y también en esta otra. Piensa en ambas ¿crees que en las dos la activación ha sido la misma? Puede que recapacite y modifique una de las dos puntuaciones, y de esta forma lo hará cada vez más preciso y fiable.

El siguiente paso es asociar distintos niveles de activación con distintos niveles de rendimiento en tareas concretas. Durante algún tiempo registrará activación en diferentes situaciones antecedentes relacionadas con las tareas de rendimiento pudiendo utilizar además de las escalas de 0-10, u otras más globales como muy bueno, bueno, regular, etc. El autorregistro ayudará a la identificación de los niveles que coincidan con su mejor rendimiento.

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Autorregulación de la activación

Se entrenará al sujeto para que autorregule su nivel de activación, situándolo y manteniéndolo en el nivel óptimo. El psicólogo explorará si el paciente dispone de estrategias eficaces en su repertorio de habilidades. Si falla en estas, será necesario el entrenamiento específico para la adquisición de las mismas. Una vez disponibles, el trabajo del psicólogo será organizar mejor la utilización de esas habilidades, mediante estrategias como estas:

negociar y acordar con el sujeto cuándo debe emplearlas,

ayudarlo a que identifique las señales antecedentes en cuya presencia deben emplearse,

utilizar el ensayo en imaginación o en vivo para practicar su uso correcto (se sitúa mentalmente en una situación estresante y aplica la técnica),

planificar las situaciones concretas en las que tales habilidades deben ser empleadas,

anticipar dificultades y solucionar problemas que puedan impedir la utilización de las habilidades, y

supervisar la aplicación de las habilidades para reforzar al sujeto por las aplicaciones correctas corrigiendo el procedimiento si procede (en sucesivas sesiones).

Algunas de estas habilidades pueden ser: pensamientos, imágenes, autoinstrucciones, autoafirmaciones, y ejercicios específicos de relajación o activación. Hacer un listado de pensamientos, palabras o frases cortas que podrían ayudarlo a relajarse o activarse. El sujeto anotará su eficacia en las estrategias utilizadas mediante la escala, y podrá añadir valoración global y observaciones que estime. A partir de esta información que traiga, acordarán estrategias más eficaces y dedicar tiempo a perfeccionarlas.

Estrategias de afrontamiento

Estas sirven para autorregular el nivel de activación hasta situarlo en el nivel óptimo, cuando los sujetos observan que se encuentran por debajo o encima de éste. Es importante elegir, planificar y ensayar bien las estrategias de afrontamiento en cada caso particular.

Las estrategias que sirven para reducir la activación son las habituales en el campo de la salud; las que sirven para aumentar la activación son menos usadas, siendo útiles en campos relacionados con el alto rendimiento.

Para aumentar la activación:

Si hay falta de interés estrategia para aumentar la motivación (buscar algo atractivo de la tarea, buscar objetivo inmediato desafiante, pensar en las consecuencias positivas…). Intentar provocarse a sí mismo estrés, pensando en consecuencias negativas de no hacer bien la tarea. Una vez alcanzado el nivel óptimo de activación, sustituir los pensamientos de activación por otros de motivación.

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Si hay exceso de confianza usar las mismas técnicas que para falta de interés.

Si hay depresión o estado de indefensión no es conveniente provocar estrés, ni buscar objetivos ambiciosos. Conviene encontrar algún objetivo que verdaderamente se pueda controlar.

Si hay un estado de agotamiento que el sujeto acepte sus limitaciones y establezca un objetivo poco ambicioso.

La autorregulación de la activación también puede conseguirse: mediante establecimiento de objetivos a medio-largo plazo, usar matrices de decisiones, programación del tiempo, discusión de creencias y actitudes, etc.

Estrés, Salud y Rendimiento

El nivel de activación óptimo no implica una sobreactivación poco saludable siempre e incluso puede contribuir a fortalecer la salud en algunos casos. Si el rendimiento exige una sobreactivación elevada, ésta se podrá paliar aplicando estrategias apropiadas para compensarla cuando no sea imprescindible. Una visión conjunta de salud y rendimiento permite ayudar mejor a las personas que deben rendir en cualquier actividad, facilitando, a la vez el máximo rendimiento y mejor salud posible. De no ser así pueden darse los problemas:

Si solo se persigue el máximo rendimiento sin tener en cuenta la salud, llegará un momento en el que resultará difícil conseguirlo.

Si solo se considera la salud, sin tener en cuenta el rendimiento, la persona que no rinde como se espera de ella puede tener problemas que tarde o temprano, afecten su bienestar y su salud.

Objetivos:

Eliminar o aliviar situaciones potencialmente estresantes,

Potenciar o modificar características personales relevantes,

Eliminar o controlar las manifestaciones del estrés cuando se hayan producido (control de activación, eliminar ansiedad y hostilidad, superar depresión,...)

Se aplicará la intervención en cualquier entorno que sea habitual, eliminando o aliviando situaciones potencialmente estresantes significativas. Según las necesidades y posibilidades de cada uno, se puede manipular el entorno familiar, escolar, laboral, hospitalario,... tanto para prevenir o cuando aún no sea muy grave, como para controlarlo y reducirlo. La intervención incluye las estrategias:

Solucionar problemas reales: v.g. En ámbito escolar cambiar a un niño de mesa para que escuche mejor explicaciones del profesor, transporte a pacientes que deban acudir al hospital,...

Alterar normas de funcionamiento institucional a las que la persona deba adaptarse.

Mejorar condiciones del entorno con medidas que contribuyan a hacerlo más agradable y/o tolerable.

Intervención psicológicaIntervención centrada en las situaciones potencialmente estresantes

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Aportar más información respecto a la situación estresante (v.g en hospital dar datos sobre la operación que se va a realizar,...)

Programar el acercamiento progresivo a cambios que puedan ser más estresantes.

Programar la exposición inevitable a situaciones estresantes en momentos de ausencia de otras fuentes (v.g. cambiar a un hijo de colegio al comenzar el curso y no justo antes de exámenes)

Relativizar la trascendencia de las situaciones estresantes (v.g. ante un partido importante, el entrenador aporta datos relacionados con la competición a sus jugadores,...)

Racionalizar y objetivar los procedimientos para evaluar el comportamiento de las personas que pueden sufrir estrés por esta causa.

Establecer medidas que ayuden a motivar a las personas que realizan tareas monótonas y aburridas

Escuchar a las personas expuestas a las situaciones estresantes con empatía y “calor humano”.

Dirigirse a las personas con cordialidad y respeto, y explicarles con claridad qué es lo que se pretende de ellas, para favorecer que tengan expectativas realistas de su rendimiento evitando la ambigüedad y/o el conflicto.

Patrones de conducta y estilos de afrontamiento

Diversos programas se utilizan para modificar el patrón de conducta tipo A (Friedman y Ulmer, 1984) intentando conseguir una forma habitual de funcionar más saludable. En menor medida se ha intervenido para el patrón “dureza” o para sustituir estilos de afrontamiento perjudiciales por otros más saludables. Sin embargo el desarrollo de los tres componentes del patrón “dureza” o “fortaleza mental”, reto, compromiso y control, constituye uno de los objetivos prioritarios para el control del estrés:

Cambiar la percepción de amenaza de las situaciones estresantes por la percepción de que constituyen un reto que puede afrontarse,

Fortalecer el compromiso del cliente para enfrentarse adecuadamente a tales situaciones,

Potenciar la percepción de control sobre las situaciones de estrés y sobre el desarrollo de la intervención.

Valores, creencias y actitudes

Son útiles las terapias y estrategias cognitivas propuestas por Beck, 1984 y Ellis, 1973 al desarrollar la Terapia Cognitiva y la Terapia Racional Emotiva. El uso de los elementos que forman parte de éstas: discusión racional, planteamiento de hipótesis, búsqueda de evidencia,... pueden contribuir a aliviar los problemas de estrés que estén presentes y prevenir futuros, desarrollando un funcionamiento cognitivo más eficaz y saludable, con valores, creencias y actitudes más flexibles y valoraciones más objetivas basadas en los hechos.

Recursos y habilidades

Intervención centrada en las características personales relevantes

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En la parcela de los recursos y las habilidades para solucionar, manejar o aliviar situaciones de estrés, la intervención comportamental contribuye a mejorar el repertorio de habilidades:

Técnica para la Resolución de Problemas de D´Zurilla,

La inoculación de Estrés de Meichenbau, 1977,

El entrenamiento en Habilidades Sociales, El Entrenamiento Asertivo de Lange y Jakubowski, 1976, o el Entrenamiento para Hablar en público

Entrenamiento en Relajación de Bernstein y Borkovec, 1973

Otras técnicas utilizadas en menor medida: planificación del tiempo, el establecimiento de objetivos, elaboración de planes de actuación, anticipación de posibles dificultades interferentes y preparación de planes alternativos, uso de matrices de decisiones y técnicas cognitivas como autopreguntas, autoafirmaciones y autoinstrucciones dirigidas a aliviar el impacto estresante de situaciones que no se pueden eliminar (¿es tan grave lo que ocurre? ¿Qué es lo peor que me puede pasar? Tranquilo, ya sabes que esto puede suceder, utiliza el plan establecido,...)

Evaluar objetiva y racionalmente las situaciones potencialmente estresantes y los recursos para enfrentarlos de forma sistemática debe considerarse una habilidad eficaz para controlar el estrés.

Principales habilidades psicológicas en el deporte de competición:

Establecimiento de objetivos; Autoobservación y autorregistro; Autoevaluación subjetiva del nivel de activación y otras experiencias internas; Evaluación del propio rendimiento; Autoaplicación de técnicas de relajación y respiración; Práctica en imaginación; Habilidades atencionales; Aplicación de autoafirmaciones, autoinstrucciones y autorrefuerzos; Habilidades para controlar cogniciones disfuncionales; Identificación del nivel de activación óptimo; Aplicación de habilidades para la autorregulación y el autocontrol en la competición y el

entrenamiento; Técnicas para la solución de problemas y la toma de decisiones; Habilidades interpersonales.

En cuanto a recursos que no son habilidades (v.g. tiempo, acceso a actividades reforzantes,...) los programas de intervención comportamental pueden contribuir a mejorar esta parcela, incluyendo estrategias apropiadas para la solución de problemas reales, la planificación del tiempo,... La intervención psicológica es fundamental y no se debe menospreciarse. El psicólogo debe explorar las posibilidades del entorno del cliente y adoptar las estrategias adecuadas para enriquecer el repertorio de recursos de éste.

Apoyos sociales

La intervención comportamental apenas se ha dedicado específicamente de los apoyos sociales pero sí indirectamente con medidas como:

ayudando a mejorar habilidades sociales que aumenten probabilidad de obtener apoyo,

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modificando cogniciones disfuncionales respecto a la obtención y el mantenimiento de apoyos sociales.

Planificando actividades adecuadas para la búsqueda y el desarrollo de apoyos adecuados;

Incrementando la independencia de funcionamiento personal y reduciendo la dependencia de los apoyos inapropiados,

Trabajando con las personas cercanas que pueden proporcionar los apoyos sociales adecuados.

La intervención puede tener objetivos como el eliminar o aliviar situaciones estresantes, modificar características personales relevantes que contribuyan a la aparición del estrés o puedan ayudar a controlarlo. También puede dirigirse directamente al control de las respuestas del estrés mediante estrategias apropiadas en cada caso particular (v.g. DS, relajación, desensibilización sistemática, biofeedback, detención del pensamiento, autoafirmaciones,...)

Resulta obvio que una vez presente el estrés, la intervención no debe limitarse a eliminar o aliviar sus manifestaciones, sino dirigirse a debilitar las VV situacionales y personales que lo favorecen, además de desarrollar condiciones ambientales y características personales eficaces y saludables que ayuden a mantener, e incluso a mejorar, los logros de la intervención.

Es igualmente importante reducir el estrés y prevenir su reaparición dentro de programas de tratamiento de trastornos asociados ya establecidos (v.g. dolor de cabeza, hipertensión esencial,...) y se debe determinar con análisis conductual si el estrés es uno de los factores que contribuyen al mantenimiento e incluso al empeoramiento del mismo, dificultando su tto, deteriorando el bienestar, e incluso el que aumente la probabilidad de recaídas cuando se produzca algún progreso.

Cuando sea así se tendrá que intervenir sobre él directamente, considerando siempre el control de las manifestaciones de dicho estrés, la eliminación o alivio de las situaciones estresantes, y la sustitución de características personales relevantes, dentro del plan terapéutico que se aplique particularmente para cada caso.

Intervención para controlar las manifestaciones de estrés

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