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Crisis Familiares - Unidad 2

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Unidad 2. Crisis

familiares




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Tema 2.1 Introducción a los ciclos vitales de la familia

Todas las familias están en constante cambio. Algunos de estos cambios son evidentes y comunes, la elección de pareja, comienzo de la convivencia…la llegada de los hijos, su crecimiento, la marcha de casa y, posiblemente la formación de sus propias familias; otros cambios, como las separaciones y divorcios, no son predecibles, pero sí comunes, que, además, de las por muertes, cambios de domicilio, enfermedades, abortos, muertes tempranas… Todos estos cambios que afectan a las familias, supone modificar los roles, conductas, en definitiva, implican reorganización.

El concepto de ciclo de vida familiar se formuló por primera vez en la sociología de la familia y, a partir de 1948 en que Hill y Duval comenzaron a conceptualizar las etapas del desarrollo familiar. Posteriormente, E. Erickson puso de relieve la idea que ciclo vital como modo de entender el desarrollo individual y, partiendo de su teoría, se desarrolló la aplicación de este concepto a la vida de las familias. Cada miembro de la familia sigue en movimiento y desarrollo, aun cuando su crecimiento físico ya esté completo. Cada etapa de la vida de la familia contiene conflictos, pérdidas, adquisición de nuevos roles, crisis…

Cuando hablamos del aspecto evolutivo de la familia, encontramos una aparente paradoja: la estabilidad es lo propio del sistema familiar, pues este quiere permanecer idéntico a sí mismo; pero, a la vez, como todo sistema vivo es cambiante. La familia existe a lo largo de su ciclo vital, satisfaciendo las cambiantes demandas de sus miembros y las de la sociedad.

En cada cambio en el ciclo de vida nos enfrentamos, como miembros de una familia, a un dilema: por una parte, perdemos el patrón de las relaciones familiares, por otra parte, deseamos la oportunidad de descubrir los aspectos que las relaciones, adquirir nuevos roles, experimentar nuevas vivencias.

En cada momento de transición se produce y se vive en una situación de crisis, en la cual los miembros de la familia tienen la percepción de que las reglas con las que se venían manejando de no sirven y es importante, por un lado, que se den cuenta, y por otro que tenga la flexibilidad suficiente en adaptarse a los cambios.




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Tema 2.1.1 Etapas ciclo vital de la familia: el noviazgo y la elección de pareja

Vídeo-clase: Primera etapa

El ser humano es un animal racional y social que comparte con las otras especies el instinto de continuidad de la especie, apareamiento, construcción del nido, la crianza de los hijos/as y e el que los hijos/as abandonen el hogar para empezar una vida familiar propia. Estas etapas forman lo que denominamos los ciclos vitales de la familia. Todos los animales pasan por rituales de galanteo y apareamiento en el momento adecuado. Hay animales que se juntan con cualquier otro de su misma especie que esté dispuesto a ello, otros buscan siempre a los mismos individuos para aparearse, pero luego como pareja sobreviven. Hay también algunos que se empareja de por vida y si muere el otro, tal vez no vuelva a aparearse jamás, como es el caso de las grullas.

Ahora bien, los problemas que van surgiendo a lo largo del ciclo vital de las personas son exclusivos de la especie humana. La diferencia fundamental entre las personas y los demás animales es que los seres humanos mantenemos las relaciones intergeneracionales, mientras que los animales hay una discontinuidad entre las generaciones: una vez que las crías han crecido y han aprendido a ser autónomas se marchan del nido, por lo que no se dan las funciones de abuelos, se convierten en totalmente independientes…”Los padres ya hicieron su función” Por el contrario, en cada etapa es la vida humana están involucradas las familias extensas, de manera que el matrimonio no es simplemente la unión entre dos personas, sino la convergencia de dos familias que da lugar a una compleja red de relaciones.

En la vida animal se lucha por el territorio, las hembras y el estatus. El León y el lobo, cuando no consiguen hacerse con su territorio se convierte en animales periféricos quedando solitarios. Su vida acaba siendo corta, tal vez porque no puede contar con su especie que les asegure protección, además al estar solos, tienen dificultades para aparearse por lo que puede sin dejar descendencia: se convierten en miembros marginales. En los seres humanos y a nivel general, el período de noviazgo puede comenzar desde los 18 años hasta los 35 (solo es una aproximación).

El período en el que el joven/la joven, pasan a ser miembros adultos de la comunidad tiene gran importancia y puede ejercer una influencia decisiva en sus vidas (aprox 18 años) Se trata de una etapa fundamental para el futuro de las personas y su ubicación e integración en la sociedad. Este es el momento de salir a buscar pareja o como llamamos comúnmente salir a ligar. Si la aparición de esa conducta se retrasa el futuro puede parecer dificultades, ya que puede convertirse en una persona inexperta y con ciertas limitaciones a la hora de seducir a la pareja.

Hay padres y madres a los que les cuesta aceptar que sus hijos/as crecen, se entrometen en sus relaciones y con 30 años se le sigue llamando el nene o la nena. O no se afianza la relación hasta que los padres/madres, no dan el “visto bueno”. Es común, cuando en familias donde los padres/madres son muy sobreprotectoras, que busquen su prototipo en las parejas de sus hijos/as para que le aseguren al hijo o a la

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hija, la protección necesaria. Es saludable para los jóvenes que se relacionen con su grupo de iguales, que salgan, que conozcan y que experimenten.

El sistema familiar es importante que deje ir, no sólo física, sino psicológicamente al joven, sin implicarse en sus dificultades. Si la familia no procura que el joven corte los lazos de dependencia hacia ellos, éste puede comenzar a desarrollar síntomas, esto implica que los padres/madres, que no hayan ayudado al hijo a hacerse autónomo, cada vez que éste tiene problemas, acuden en su ayuda: de forma que la anterior organización familiar permanece estable (sigue siendo hijo/a dependiente), aunque en apariencia sea adulto/a.

En esta etapa, se evidencia lo que el joven trae de su familia de origen. Todo el aprendizaje implícito y explícito sale a la luz. La imagen de sí mismo, su capacidad expresar afecto, de comunicarse con los demás…

La elección de pareja

A partir de la adolescencia surge la tendencia natural a que los chicos y que las chicas salgan juntas en grupo y se conozcan entre sí, con el propósito de poder elegir a largo plazo a la pareja definitiva.

A lo largo de la historia y en la mayoría de las culturas hombres y mujeres se han emparejado; de una forma u otra, han compartido sus vidas con el fin de procrear y proporcionar continuidad de la especia, que como dice Erich Fromm para vencer el sentimiento de soledad, trascender que la propia individualidad y conseguir un equilibrio. La búsqueda de pareja sea una unión duradera o no, sigue siendo una de las necesidades y deseos más profundos del ser humano.

En las personas se van construyendo antes de los cinco años aproximadamente, un mapa, o imagen mental de la pareja ideal que es en buena parte inconsciente. Esta imagen está compuesta por aquellas características físicas y de personalidad que fueron fantasías ya desde la infancia a partir de las personas del entorno inmediato, de las experiencias y vivencias vividas. Esta imagen de pareja ideal se va elaborando a través de un proceso de reacción e identificación en el que, por una parte, el/la joven rechaza las actitudes y comportamientos de aquellas parejas que no son de su agrado, y por otra, invita a las que admira. En ocasiones las proyecciones de las figuras de papá y de mamá, pueden tener mucho que ver.

Cuando una pareja comienza a salir junta, no sólo se está trabajando la unión de esas dos personas, sino la conjunción de dos familias que ejercen sus respectivas influencias y crean una compleja red de subsistemas.

Cuando la pareja comienza a convivir, debe elaborar una gran cantidad de acuerdos, necesarios para que vivan en íntima relación, esos acuerdos también hablarán de la manera de relacionarse con las familias de origen, con los amigos… Es común en esta etapa inicial, que se eviten las discusiones abiertas o las manifestaciones críticas, posiblemente nos encontramos en la etapa de luna de miel… Y, en ocasiones, los temas




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no tratados o discutidos pueden quedar enquistados entre ellos y generar en un futuro conflictos que la pareja. En esta etapa, la pareja comienza a aprender las reglas de la relación, la pareja comienza a descubrir y a crear su propia relación.

Cuando la pareja se forma y comparten con mismo espacio, hay que marcar el territorio, poner límites con los sistemas familiares de origen, que deben retroceder para permitir a la joven pareja su intimidad y privacidad para tener de esta manera, un espacio donde puedan formar su propia unidad familiar. Es entonces cuando los padres “pierden” a sus hijos como dependientes y adquieren su nuevo rol: el de suegros. Si por el contrario esta fase no se desarrolla de una manera sana, puede surgir muchos conflictos entre la pareja, derivados de la influencia de los respectivos sistemas familiares que se entromete en constantemente en la nueva familia.

Con la formación de la pareja, pasamos de tú y yo al nosotros, crear esta construcción del nosotros, es decir, la identidad de la pareja no es tarea fácil, ya que el hablamos de crear su propia idiosincrasia, la viabilidad y evolución de su proyecto común. En una sana relación de pareja cada miembro goza de una elevada autoestima, tiene libertad para ser él/ella o ella/él misma y poder desarrollar sus propios intereses. En estas parejas primará la admiración mutua y se ofrecen apoyo incondicional.




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Tema 2.1.2 Ciclos vitales de la familia: la pareja con hijos pequeños

Vídeo-clase: Segunda etapa

Por un lado, esta etapa es una etapa que ilusión de alegría y de esperanza por la llegada de un nuevo miembro. Y, por otro lado, es una de las etapas que la cual las parejas tienen más riesgo de fracasos, ya que la intimidad del sistema marital deja paso a un grupo de 3 o más personas.

Con el nacimiento de un niño/a, se entra automáticamente en un triángulo, es decir, se plantea una nueva forma de relación que implica modificar de nuevo las reglas, los límites con el sistema familiar de origen. Esto puede propiciar conflictos para cada una de las partes implicadas en ese triángulo: utilización del hijo, celos, cuidado del hijo/a, escaladas de poder…

Posibles conflictos más frecuentes que podemos ver en esta etapa:

- La llegada del niño/a acapara toda la atención, los padres y las madres deben estar en todo momento atendiendo las necesidades del pequeño/a que, incluso, se hace difícil encontrar tiempo para realizar otras tareas. Los momentos para estar juntos/as no llegan nunca y parece que el romanticismo no volverá.

- En ocasiones ocurre, que hay uno de los dos adultos que puede sentirse excluido entre la díada del bebe y del otro progenitor. Puede suceder que uno de los dos se sienta totalmente absorbido por su nuevo rol de padre o madre, abandonando la atención a su rol de pareja. La falta de intimidad y momentos positivos en pareja y la dificultad para reencontrarse sexualmente.

- Es un ambiente de cansancio o elevada exigencia es muy fácil que surjan conflictos.

Con el nacimiento del niño/a, aparece la relación triádica (en el próximo punto de la unidad lo estudiaremos) como una nueva forma de interacción, y si las diferencias de la pareja comienzan a ser tratadas a través del niño/a (y eso se produce porque el padre o la madre pueden sentir que el otro miembro de la pareja está más apegado al niño/a), éste se convierte en el chivo expiatorio y en “excusa” para los nuevos y viejos problemas no resueltos. Si un bebé se convierte en una parte del triángulo de esta manera, cuando es suficientemente grande para abandonar el hogar se suscita una crisis, porque la pareja queda frente a frente sin el recurso del niño/a /as entre los dos: entonces se reactiva cuestiones no resueltas que habían quedado enterradas durante años, esto es lo que se llaman conflictos no resueltos.

En esta fase se puede producir la vuelta a la dependencia con los padres de la pareja, que también se estrenan como abuelos. Todos los miembros de los dos sistemas familiares tienen que reajustarse para permitir que los nuevos niños/as entren el sistema, a la vez que para aceptar la independencia que los nuevos padres/madres como adultos/as

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En esta fase pueden aparecer muchos síntomas, la depresión post natal es el síntoma más común: aunque puede achacarse a cambios bioquímicos, también puede ser a nivel sistémico. La madre tiene un sentido de pérdida del cuidado y de la atención de que había disfrutado antes del nacimiento del bebé, y se introduce un adulto (su pareja) para competir por ese cuidado, el nuevo rol de padre.

En la familia extensa también ocurren cambios, acerca de quién es la más poderosa con la más valiosa de las abuelas/os, que opiniones son las más apreciadas, las visitas a ver al bebé.

Qué es importante hacer:

1. Ser conscientes de que se está pasando, es una etapa pasajera de alta exigencia y rendimiento, es importante fomentar la comprensión hacia la situación del otro/a y de ofrecer muestras de cariño y de complicidad.

2. Expresar al otro/a nuestras emociones y procurar hablar aquellas situaciones que han podido provocar un malestar.

3. Comprender que la relación va a cambiar y eso no tiene por qué ser negativo ni vivirlo como una “amenaza”.

4. Definir el tipo de relación que cada uno/a va a tener con el bebé 5. Reconocer y valorar lo que hace el otro/a y expresarlo. 6. Ofrecer tiempo o a la pareja para que pueda desconectarse de su rol de madre

o de padre. 7. Trabajar la empatía.

Los problemas de la familia pueden agravarse cuando los niños/as va a ir a la escuela: esto representa para los padres/madres, el primer encuentro con la salida del nido del pequeño/a. En este momento las relaciones triangulares pueden hacerse más evidentes y más estables. Esta pauta de interacción se convierte en el juego de familia e impide que la personalidad del hijo/a crezca de manera sana… y madura.




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Tema 2.1.3 Ciclos vitales de la familia: con hijos adolescentes, la mitad de la vida y los últimos años

Vídeo-clase: Tercera etapa

Las madres y los padres con hijos/as adolescentes tienen que adoptar un nuevo rol de autoridad, este rol es importante que sea más flexible que el adoptado en las anteriores etapas. Prioritario, permitir al adolescente explorar y experimentar con su propia identidad. Sólo así conseguirá independencia y madurez.

Es un período en el que los padres/madres pueden comenzar a ser conscientes de su pérdida de juventud. También es una época en la que puede quedar en evidencia, las pautas más o menos sanas a nivel de relación y educacional que se ha llevado con el hijo/a desde su nacimiento.

La turbulencia adolescente puede ser vista como una lucha del sistema familiar para mantener el ordenamiento jerárquico previo. Si los padres han estado muy envueltos en sus vidas personales, encuentran dificultades para ayudar a sus hijos/as adolescentes a evolucionar correctamente en este período de turbulencia y de cambio.

La mitad de la vida

Es la etapa en la que los padres se enfrentan de nuevo como pareja.

Por una parte, se percibe bien esa época que ofrece tiempo y libertad, volver relacionarse con al exterior pudiendo ocupar el tiempo en aquello que se desea, y que en un momento determinado se pudo dejar a un lado por la crianza de los hijos/as. También puede hallarse una profunda satisfacción con respecto a la relación de pareja.

Por otra parte, se puede llegar a experimentar sentimientos de pérdida, durante muchos años se ha estado llevando un rol determinado, y ahora ya no es necesario. Podemos hablar del síndrome del nido vacío. Si han sido la pareja que dejaron de serlo para convertirse en padres, esta etapa puede resultarles complicada, ya que vuelven a encontrarse cara a cara y en algunas ocasiones con antiguos conflictos sin resolver, estos conflictos pudieran ser incluso, anteriores al nacimiento de los niños y que quedaron aparcados. Si en estas edades, continúa estando en casa un niño/a un pequeño/a se podría dar el caso de generar una mayor dependencia con él o ella.

En esta etapa de mitad de la vida, si la pareja no es capaz de reencontrarse como tal, es muy probable que terminen separándose o presentando muchos conflictos, o “haciendo su vida” compartiendo techo.

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Los últimos años

Los padres/madres, mayores y quizás abuelos/as, tienen un dilema: la dependencia contra la independencia, en un cambio de roles. Es importante aceptar que puede necesitar ayuda de sus hijos/as, pueden aparecer enfermedades y existe una mayor vulnerabilidad con respecto a factores internos y externos. Esto implica una inversión de roles, de protectores a protegidos.

Es una etapa en la que hablamos de pérdidas, la jubilación, las capacidades físicas, salud… Es una etapa dolorosa, puede ser una etapa en vuelta en sufrimiento.

Por otra parte, la pareja, tienen todo su tiempo para dedicarle al otro/a, para compartir… Pasar tanto tiempo juntos también puede implicar la aparición o la reactivación de activos conflictos, no es raro encontrar que algún miembro de la pareja se desarrolla un síntoma invalidante, de esta manera se evade la responsabilidad que enfrentarse a las situaciones conflictuales con el otro o con la otra, al mismo tiempo la otra parte, se ocupa de la protección y del cuidado.

Para terminar con este apartado, es fundamental que hagamos referencia a diferentes situaciones de eventos que puedan afectar al proceso de organización en los diferentes ciclos vitales de la familia, aquellos acontecimientos impredecibles que ocurren de una manera dramática en el seno de la estructura familiar y que pueden alterar de manera contundente en su organización, hablamos de:

- Separaciones - Muertes - Enfermedades - Accidentes - Pérdida de trabajo - Pérdida de vivienda

En estos casos es vital que la familia se reorganice para aprender a vivir con o en esas circunstancias.

Por otro lado, es fundamental la historia vital transgeneracional. La historia pasada de sus antepasados, el sistema de creencias, de los secretos de los mitos trasmitidos de generación en generación y que en muchas ocasiones se hace más que evidentes en los momentos de transición, de cambio, influyen en ellos.

Cuando el síntoma aparece es una señal inequívoca que la familia se enfrenta a dificultades para superar una etapa de su ciclo vital.




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Tema 2.2 Funcionalidad y disfuncionalidad familiar

Vídeo-clase: Funcionalidad y disfuncionalidad

No se puede hablar de funcionalidad familiar como algo estable y fijo, sino como un proceso que tiene que estarse reajustando constantemente.

La principal característica que debe tener una familia funcional es que promueva un desarrollo favorable a la salud para todos sus miembros, para lo cual es imprescindible que tenga: jerarquías claras, límites claros, roles claros y definidos, comunicación abierta y explícita y capacidad de adaptación al cambio.

En una familia disfuncional, la autoridad es difusa, puede suceder que padre o madre van perdiendo la posición que tienen, siendo ocupada por los hijos/as, lo que generará discusiones, enfrentamientos, incluso alianzas y coaliciones, lo que perjudicará a todos los individuos del sistema. Importante comentar que el tema afectivo también deja que estar bien regulado, originando falta de cuidado o todo lo contrario, actitudes de sobreprotección. Cuando hablamos de familias que viven de manera constante situaciones conflictuales, podemos observar un denominador, que es que la comunicación intrafamiliar se realiza en un lenguaje traducido en síntomas, es raro que exista mensajes verbales, en la medida que esto es lo sano y deseable, por el contrario, hay un ego manipulativo mediante la utilización de emociones provocadas por la presentación de síntomas creados por la familia y mantenidos de forma persistente.

En las familias disfuncionales, no hay un control o jerarquía clara, por lo que surgen problemas de inversión o duplicidad de roles y ausencia de reglas, tampoco hay toma de decisiones compartida, sino abuso de autoridad y poder por parte de algún miembro de la familia. En las familias disfuncionales es frecuente que los roles este confusos y mezclados, creando desorientación entre los miembros y anarquía familiar. El conflicto es natural en todo proceso grupal o en todo sistema humano, es significativo observar la forma el que la familia resuelve sus conflictos.

Las familias disfuncionales, no tienen mecanismos para resolver conflictos, conviven con ellos o utiliza mecanismos de evasión para no afrontarlos.

Un denominador común que prima en las familias sanas es que sus límites son flexibles para que de esta manera cada uno alcance la maduración de crecimiento biopsicosocial, adecuado. Otra característica que se observa en estas familias disfuncionales es el infantilismo de sus miembros.

La familia funciona adecuadamente cuando no hay rigidez y puede adaptarse fácilmente a los cambios. La familia es un continuo de equilibrio-cambio. Para lograr la adaptación al cambio, la familia tiene que tener la posibilidad de modificar sus límites, sus sistemas jerárquicos, sus roles y reglas, en fin, de modificar todos sus vínculos familiares, pues no son independientes unos de otros. La capacidad de adaptación es

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uno de los más importantes, no sólo porque abarca todo el conjunto de vínculos familiares, sino también por el hecho de que la familia está sometida a constantes cambios porque tienen que enfrentar constantemente a dos tipos de tareas que son las tareas de desarrollo (son las tareas relacionadas con las etapas que necesariamente tiene que atravesar la familia para desarrollarse a lo cual se le denomina "ciclo vital") y las tareas de enfrentamiento (que son las que se derivan del enfrentamiento a las llamadas crisis familiares no transitorias o paranormativas).




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Tema 2.3 Los secretos familiares

Pertenecer a una familia significa tener una historia, unas creencias y una forma de relacionarse únicas. La historia familiar nos transmite sus valores y su forma de crear vínculos con los demás y con el mundo. Y como todas las historias, la historia familiar cuenta con determinados silencios sobre hechos que producen vergüenza, culpa o dolor. Cuando estos silencios se mantienen a lo largo del tiempo, se crean mitos familiares que se transmiten de generación en generación, lo que desconocemos de otros miembros de la familia puede llegar a hacer mucho daño pues los hijos, nietos, u otros descendientes tenderán a reproducir aquello que se intenta ocultar hasta que salga a la luz, es decir, hasta que el secreto se desvele. Y es que nuestra identidad se sustenta en las experiencias que tenemos; y lo que nos sucede es transmitido por la sociedad, la cultura y, cómo no, la familia.

“Mientras no conozcamos la dinámica de nuestro árbol genealógico, no nos conocemos” (Alejandro Jodorowsky).

En la familia, el secreto actúa como una cortina de silencio que de todas maneras se percibe en el ambiente familiar, entorpeciendo la comunicación entre sus miembros por el estrés que genera, pudiendo abrir una brecha emocional en las relaciones. Si entendemos que en la familia es donde experimentamos las emociones más intensas y comenzamos a desarrollar nuestra identidad, resulta de vital importancia que las relaciones y la comunicación sean sanas, sin secretos que entorpezcan nuestro desarrollo.

Murray Bowen postula que todos los miembros de la familia conocen los secretos. Uno o más hijos pueden o bien ser escogidos por los padres o bien ser forzados por las leyes internas del sistema familiar para ser los receptores de los problemas no resueltos (secretos ocultos) de los padres o de la familia. A este hijo se le llama chivo expiatorio (aquel que carga o a quien se hace cargar con los temas emocionales inconscientes de la familia. En terapia se denomina a esta persona como la «portadora del síntoma familiar» o como el «paciente identificado». De hecho, lo habitual es que sea la familia quien lo señale)

El secreto, es el silencio… lo que no se puede nombrar, lo que no se puede decir, lo que se calla pero que está más presente que las palabras y con más fuerza. Por ejemplo y poniendo el ejemplo de familias que adoptan uno o más hijos/as, los secretos existen: cuando se oculta que el hijo/a es adoptado, cuando se desconoce la existencia de los padres biológicos del niño/a, cuando se esconden las circunstancias de la adopción. Tisseron (1997) menciona que existen ciertas influencias intergeneracionales como son entre otras, los duelos no resueltos y las vergüenzas familiares encubiertas, que al ser silenciadas y no elaboradas, pueden traer como consecuencia su expresión en patologías psíquicas o físicas en los descendientes. Menciona que cuando en una generación no se hace el trabajo de elaboración psíquica de una situación traumática, trae como consecuencia un “anclaje” que va a constituir para las generaciones siguientes, una verdadera prehistoria de su historia personal. Estas situaciones pueden ser “indecibles”, “innombrables” o “impensables”.




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El autor denomina “indecible” a aquella situación que está presente psíquicamente en quienes la han vivido, pero de la cual no se puede hablar, frecuentemente por tratarse de un secreto vergonzoso.

La situación “innombrable” se presenta en la generación siguiente a la que sabe el secreto, es la generación que desconoce el secreto “indecible” de la generación que la precede, por lo que estos acontecimientos se convierten en “innombrables”, es decir no pueden ser objeto de ninguna representación verbal.

Los acontecimientos “impensables” son aquellos que se ligan a un secreto cuya existencia ignoran los descendientes de dos generaciones, y que pueden provocar en ellos sensaciones y emociones que se consideran bizarras e inexplicables. Karpel (citado en Lifton, 1994) menciona que existen tres tipos de secretos: El secreto individual, que corresponde al secreto que una persona guarda de las otras. El secreto interno que es el que algunos miembros de la familia conocen y guardan de algún otro miembro de la familia, y el secreto compartido, el secreto que todos los miembros de la familia se unen para guardarlo de cualquier persona ajena al clan familiar. En muchas ocasiones, estos secretos al que todos los conocen, nunca los discuten, y los miembros de la familia aparentar desconocerlos no sólo ante los extraños, sino también entre sí. Como estamos hablando en muchos casos, de mecanismos inconscientes, el terapeuta/acompañante no puede dar por hecho que el paciente/cliente, conoce esta situación a nivel consciente, y es algo que se habrá de ir trabajando poco a poco a lo largo de las sesiones.

Los secretos no son necesariamente hechos objetivos: pueden surgir como fantasías de fuertes sentimientos emocionales de uno y que quiere mantener en secreto.

Desde una perspectiva estructural, los secretos son importantes, por el hecho de que refuerzan los límites de todas las familias y entre estas y los extraños.




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Tema 2.3.1 Cómo gestiona el/la acompañante los secretos familiares

Ahora vamos a ver cómo el terapeuta puede gestionar los secretos contados por el cliente/paciente en las sesiones. Nos referimos a ese momento en el que se expresa en terapia, no lo sabe nadie, por favor, es un secreto… no lo cuentes.

Los secretos parecen ofrecer al terapeuta la clave para comprender el rompecabezas de la familia y puede llegar a alarmar cuando el coste es una conspiración de silencio con la pérdida del control terapéutico.

Revelación versus ocultación de los secretos.

Los principales problemas que se derivan de los secretos son:

- Cómo manejar los secretos revelados en la información de quien deriva el caso o en el contacto inicial con un miembro de la pareja o familia.

- Cómo enfrentarse a la propuesta de revelación de un secreto.

Ambas situaciones son muy comunes.

Puede suceder que, durante el curso de la terapia, un miembro de la pareja o de la familia podría tener algunas palabras en privado con el terapeuta en la misma sesión o por teléfono. Al terapeuta, se nos dice, un secreto con el acuerdo más o menos explícito de que no se puede revelar. Al aceptar el secreto, podemos quedar envuelto en el engaño, se espera de nosotros que fijamos ignorancia acerca de la información secreta en presencia de aquellos que la desconocen, y al hacerlo los convertimos secretamente, en aliados del informador. Lejos de ser neutral nos convertimos en un actor protagonista en el conflicto de la familia. Ahora somos parte del secreto.

Siendo parte del secreto, el terapeuta puede sentirse atrapado en la situación, si rehúsa respetar el mandato de guardar el secreto, corre el riesgo de “traicionar” al informador, si acepta su lugar en la coalición secreta, no sólo pierde la oportunidad de usar la información en provecho de la terapia, sino que se ve obligado con respecto al informador y corre el riesgo de descubrir de manera accidental o deliberada la conspiración. Por otra parte, el terapeuta, puede llegar a creer en las consecuencias de la revelación anticipadas por su informador, crisis matrimonial, peleas, decepciones…

Al mismo tiempo, ese miedo se mezcla con una sensación de impotencia… ¿cómo puede resolver ese problema si no se da a conocer el secreto? Y si el secreto se da a conocer, las consecuencias pueden ser negativas…

Para Palazzoli y Prata (1982) el ofrecimiento de revelaciones secretas es una de las trampas de la terapia de familia, aceptar esa revelación es un error ya qué significa aceptar una coalición con el informador; bajo mi punto de vista y experiencia, lo que realmente es importante es que evitemos las manipulaciones.

Querer compartir los secretos con el terapeuta en todos los casos, no es, ni mucho menos, necesariamente una trampa tendida de mala intención muy probablemente es




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un esfuerzo para poder expresar culpa y confusión. El deseo de protegerse a sí mismo de los demás de las temidas consecuencias de la revelación de un secreto es muy humano, aun así, no podemos olvidar lo tratado anteriormente y que es, que estando involucrados/as, la exposición de un secreto implica el riesgo de quedar atrapado/a en la coalición.




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Tema 2.3.2 El síntoma y el paciente identificado/chivo expiatorio

Vídeo-clase: Chivo expiatorio

La función del síntoma es la de comunicar, es la forma de encontrar el equilibrio dentro del sistema. La persona que expresa el síntoma (chivo expiatorio o paciente identificado) se comunica mediante este, de manera que todos los demás miembros del grupo/familia están influidos por esta conducta y todo gira en torno a él.

El síntoma equilibra y otorga supervivencia al sistema familiar. Es importante señalar, que mientras exista y subsista la necesidad o disfuncionalidad familiar que dio origen al síntoma, este continuará.

Existe un lenguaje paradójico en la familia, en el sistema familiar, por un lado, quiero a nivel consciente que desaparezca ese síntoma que presenta x, pero si eso desaparece… ¿con qué me encuentro o nos encontramos? En muchas ocasiones durante las sesiones en terapia familiar existe una resistencia explícita e implícita al cambio, explícita cuando ante las “mejorías” en el comportamiento del paciente identificado comienzan a modificarse, y la familia comienza a tener problemas a la hora de acudir a la consulta, e implícitas cuando no somos capaces de observar de una manera objetiva que se está produciendo eso cambio, al contrario, pueden expresarte que todo está peor.

Qué hay detrás de ese síntoma, cuando comenzó, existen otros casos dentro de la familia a nivel transgeneracional…

A tener muy en cuenta, las relaciones que mantienen los miembros de la familia entre sí, los roles que adoptan cada uno de ellos, límites, reglas…secretos…

¿Para qué apareció, cuál es su función? o cómo podríamos también denominar ¿cuál es el beneficio secundario?

El síntoma resulta útil puesto que es fundamental para entender que está sucediendo en el sistema. Entendiendo a la familia como un sistema en constante interacción de sus miembros, cada una de las reacciones de éstos influyen en el resto. El principio de circularidad es evidente, todos influyen en todos, y por tanto la relevancia del síntoma nos aporta información respecto al funcionamiento del sistema. Si aparece un síntoma en un miembro del sistema, tendríamos (de acuerdo con el paradigma sistémico) que comprenderlo dentro del sistema donde apareció y en sus interacciones.

El síntoma es útil puesto que define la situación familiar, nos aporta información respecto a la familia y se integra dentro de las reglas del propio sistema. En ocasiones protege y encubre, y a la vez libera de responsabilidad a quien lo porta. Y algunos casos también distrae la atención de problemas mayores en la familia que de afrontarlos directamente supondrían un peligro para el sistema.

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Por otra parte, el síntoma también puede otorgar durante su permanencia otro status a la persona que lo expresa, y sobre todo el síntoma da entender que la situación familiar es insostenible y que requiere de una transformación, de cambios cualitativos de segundo orden (Watzlawick)

¿Pero cómo intervenir? ¿Cómo abordar el síntoma? Es bien sabido que lo fácil es pedir que las cosas cambien, no cambiarlas. La primera demanda suele ser hacer desaparecer aquello que se considera el problema, el síntoma. Pero realmente éste sólo esconde una problemática seguramente mayor. Por tanto, el objetivo de la terapia no priorizará la eliminación del síntoma.

Para entender el desencadenante del síntoma hay que tener en cuenta a la familia como un sistema entre varios que configuran la interacción de la persona con su medio. La persona forma parte del sistema familiar pero también éste está influido por sistemas externos en interacción, como la escuela y el trabajo, que pueden llevar a la construcción de síntomas. Es importante no caer en la idea preconcebida de que el síntoma, no solo es el resultado de la disfuncionalidad, el sistema no es causa ni el síntoma efecto, o viceversa sino que el sistema y el síntoma están en constante interacción.

El “paciente identificado” o “chivo expiatorio” hace referencia a un miembro de la familia que es señalado por los demás miembros como el causante o responsable de la mayoría de las problemáticas familiares. Desde la teoría Sistémica, se considera que el paciente identificado es la manifestación sintomática de una disfunción en toda la familia.

Así, el paciente identificado, a través de su conducta problemática, da salida y hace visible problemas latentes y reprimidos en la familia. A menudo, lo que ocurre es que ese hijo/a actúa como distractor del verdadero problema familiar.

Algunos ejemplos de problemas que un paciente identificado está inconscientemente comunicando son: problemas maritales en los padres o problemas entre otros adultos de la familia (el hijo es triangulizado, este concepto lo estudiaremos dentro del apartado triangulaciones familiares).

El paciente identificado está expresando de manera inminente la necesidad de un cambio en la dinámica familiar. Sin embargo, el cambio resulta muy difícil sin ayuda profesional porque por lo general, los demás miembros encuentran esta situación muy cómoda, pues ellos salen exentos de cualquier responsabilidad y no tienen que replantearse nada. De hecho, es común que los demás hermanos adopten una posición más periférica y sin darse cuenta, hacen lo posible para mantener el statu quo de esta distribución de roles, tratando de reforzar la etiqueta de “problemático” en el paciente identificado cada vez que se presenta la oportunidad. La situación se torna aún más grave cuando los padres buscan aliados o coaliciones, en el subsistema de los hermanos, traspasando límites generacionales, con el fin de reforzar el rol del paciente identificado y así evitar tener que confrontar su parte de responsabilidad en el problema. Esto desespera y aísla todavía más al paciente identificado, quien en el mejor de los casos tratará de buscar apoyo fuera del núcleo familiar. Esta tentativa de buscar ayuda en otro lugar, sin embargo, serán mal vistas por la familia ya que supone una amenaza a la homeostasis o equilibrio familiar, por más disfuncional que sea. Muchas personas prefieren permanecer en lo conocido, porque cambiar significa lanzarse en lo desconocido, y eso asusta. Además, implica el temido cambio.




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¿Cómo es elegido el chivo expiatorio o paciente identificado?

Pensar que, porque dos o más hijos/as han nacido y crecido en la misma familia, necesariamente han gozado de las mismas oportunidades y/o ventajas, y han debido de pasar por las mismas dificultades, es una creencia muy atrevida. Cada hijo/a ocupa un rol diferente en el sistema familiar y mantiene relaciones distintas con cada miembro. No es lo mismo ser el primer hijo/a que el segundo porque las circunstancias de una familia son cambiantes, no son estáticas (como hemos visto en la unidad anterior).

Generalmente el miembro elegido como chivo expiatorio o paciente identificados es un hijo o hija sensible, empático, que tiende a mostrarse más vulnerable o más rebelde que los demás hijos. En algunos casos la razón por la que la madre o el padre se fija especialmente con él o ella es porque ese hijo/a en particular le recuerda o bien aspectos de sí mismo que no le gustan o bien a otro familiar con el que existen conflictos no resueltos.

Las conductas comportamentales, emocionales mostrados por el paciente identificado varía de una persona a otra. Puede ser visto como una persona difícil, con problemas de comportamiento o de manejo de las emociones. Es común conocer casos en los que el chivo expiatorio o paciente identificado, manifiesta problemas con el alcohol, drogas, problemas de conducta, “fracaso escolar”…

Una vez convertido/a en adulto/a, el paciente identificado puede presentar una inseguridad crónica en sus relaciones debido a la sensación de traición que ha experimentado en sus familias. Puede tener problemas para manejar sus emociones y a mostrarse excesivamente crítico/a. Por otra parte, suele aparecer la idea de que no merece ser querido/a ya que los mensajes que ha recibido de su familia a lo largo de los años es que es sólo trae problemas, sólo hace daño, que sus reacciones son inadecuadas, desproporcionadas…




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Tema 2.4 Alianzas, coaliciones y triangulación dentro del

sistema familiar

El psiquiatra norte-americano Murray Bowen considera el triángulo como la forma estructural más común, aunque disfuncional, de los subsistemas familiares. Después de los últimos estudios e investigaciones sobre las familias y su tratamiento, se pasa de un análisis diádico de las relaciones a un análisis triangular, por considerar que dentro del sistema familiar existen alianzas y coaliciones en función de la inclusión o exclusión de un tercero.

Comencemos entendiendo el concepto de triángulo perverso:

Es una situación de relación en el ámbito de la cual tres miembros de un mismo sistema relacional, perteneciente a dos generaciones diversas, se disponen del tal modo que forman una alianza que une a dos de ellos de generaciones distintas, contra el tercero. Tal alianza se caracteriza por el hecho ser negado por parte de los dos aliados/as en todas las ocasiones, y el tercero se lamenta de ello.

Características de esta triangulación:

- Las personas que la componen no son iguales y una de ellas pertenece a una generación diferente de las otras: Padre/madre- hijo/a, abuelo/a- nieto/a

- En la relación se establece que hay una persona de una generación que forma coalición con otra de la otra generación, de tal manera, que estas las aliadas, se sitúan contra la que está en el plano generacional de la primera. Padre/hijo contra madre; Madre/hija contra padre…

- La coalición establecida se niega cada vez que se plantea. No se expresa, de hecho, se niega.

Ejemplos de algunas situaciones típicas/comunes de triangulación familiar:

- Triangulación manipulada por los padres en conflicto cuando cada uno de ellos requiere que el hijo/a se una a él/ella contra el otro/a. En realidad, hablamos de una lucha de poder entre ambos miembros de la pareja, en la que el hijo/a queda atrapado/a. Papp denomina a esto la “guerra de la soga” explicando que, en esta forma de triangulación, el hijo/a se ven forzados/as a desempeñar un rol “por delegación” del padre o de la madre y en contra del otro.

EJ:




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De esta manera, cada vez que el hijo/a se une al que lo reclama, el otro lo define como un agresor/a que lo/a ataca.

EJ: (desde el punto de vista de la madre)

- Triangulación por rodeo; se da cuando los padres/madres en conflicto utilizan al hijo/a, sin aliarlo claramente a ninguno de ellos, para mantener la relación de pareja aparentemente con equilibrio y armonía. En este caso puede aparecer el paciente identificado o hijo/a síntoma, sin darse cuenta los padres o madres, de que ellos/as mismos/as refuerzan cualquier aspecto anómalo para poder desviar posibles problemas de pareja o conflictos no resueltos.

Observemos estos dos posibles escenarios:

Se darían las dos situaciones primeras, superpuestas en el tiempo cuando la situación 1 sirve de tapadera a la situación 2, apareciendo muy unidos los miembros de la pareja frente al hijo/a, siendo la realidad, de que ambos se encuentran en conflicto entre sí y el hijo/a ha sido la víctima del mecanismo de sus padres/madres.




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- Existe una coalición estable (lo que propiamente se llama triángulo perverso) cuando se establece una coalición transgeneracional rígida contra el otro miembro de la pareja.

Ríos González establece que las familias, donde existen muchas triangulaciones, adoptan posturas muy rígidas de resistencia al cambio del sistema en su totalidad, buscando solo el cambio de aquel miembro al que han designado como conflictivo/a.

Otro dato muy importante que aporta este mismo autor es que muchos padres/madres “prefieren” que el hijo/a tenga alguna patología orgánica antes que reconocer que el problema está en las relaciones que se han establecido en la familia. O por ejemplo el tema de las dependencias al alcohol o drogas de uno de los hijos/as, si eso se llegara a solucionar, en muchas de las situaciones y dinámicas familiares produciría una gran crisis en el sistema familiar, y podría salir a la luz, todo lo que pudiera haber detrás, hasta ese momento… oculto.




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Completa la Unidad 2

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