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Unidad 4 Relacion y diferencia etica como estructura, como actitud y como contenido 4.4.1 Moral como estructura Bibliografia: Aranguren (1981). Etica. Paginas (47-56) Espana: Alianza. Capitulo 7 LA REALIDAD CONSTITUTIV AMENTE MORAL DEL HOMBRE: MORAL COMO ESTRUCTURA Scguiremos en cste capitulo las id eas anrropol6gicas de X:wier Zubiri, que nos muestra al homhrc qua lTIoraliz<1do, es dccir. en tamo que moral. La realidad moral es constitutivamcntc h uman::!; no se trat"l de un «ideal» , sino de una necesidacl, de una forzosiclad , cxigida por Xl propia naUJ.raleza, por las propia s estructuras psicobio16gicas . Vcr surgir la moral descle estas equiv<llclra a vcr surgir el hombre desdc el animal (naturalmentc, no sc trata aquf de un surgir genetico-cvolucionista). Zubiri parte, para su analisis, de ]a confrontacion entre el comporta- miemo animal y cl comportamicnto humano. En el animal, la sitll<lci6n L cstillllllante de ILn lado y sus propias cap<\ciJadcs bio16gicas del otto, derel- rninan unfvocamentc una reSpllcsta 0 llna serie de respu est<'ls que estable- cen y restablecen un equilibrio dinamico. Los estfmulos sLLscitan respues- tas en principio perfecrarnente adecuadas siernpre a aqufHos. Hay asf un «ajusramiento» perfecto, una determinacion ad mumt entre c1 animnl y su media. AI canlcter formnl de cste ajustamiento Ie llama Zubiri «justeza}). El hombre compart e parcialmcnte esta condici6n. P ero cl organismo humano, a fu erza de complicacion y formalizaci6n 2, no pllcdc yn dar, en welos 105 ca sos, por S1 mismo, rcspuesta adecllada 0 ajustada, y queda aSI en sllspenso ante los cstfmulos, « libre -dc» elias (pr imera dimension de la libertad). Las cstructuras somaticas exigen as], para Ja viabilidad de cste hipc rforrnalizado ser vh,o, Ja aparici6n de la in tc li gencia. (Que significa aqul, primariamente, la palabra «imeligencia»? Punt y simpJemenre que e1 hombre, subsistir biol6gicamcnte, necesita «(hacerse cargo» de Ia situ<1ciol1, haberse1as (cOl1CepLO de «habitud») J COLl las cosas -y consigo mi srno--· como y no mcrntnente como csrimulos. La int e li gcn- cia es, pues, primariamente, versi6n a la rcnlidnd en cuanW re[!iidad 4. EI media animal cobra, p Ol' virtud de ella, el cnnkrer de «mundo» . EI animal define de antemano, en virtud de sus eSlructuras, el umbral y el dintc1 de sus estimulos. En el hombre tambi en ocune esto hasta cicrto pun to. Pero t anto aqucllo a que debe re sponder -la realidad-· como aquello con que debe responder -la inteligencia- son inespeci- ficos. (Sc puede seguir hablando en ci de «justez<1»? EI hombre tiene que 47

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Unidad 4 Relacion y diferencia etica como estructura, como actitud y como contenido 4.4.1 Moral como estructura

Bibliografia: Aranguren (1981). Etica. Paginas (47-56) Espana: Alianza.

Capitulo 7

LA REALIDAD CONSTITUTIV AMENTE MORAL DEL HOMBRE: MORAL COMO ESTRUCTURA

Scguiremos en cste capitulo las ideas anrropol6gicas de X:wier Zubiri, que nos muestra al homhrc qua lTIoraliz<1do, es dccir. en tamo que moral. La realidad moral es constitutivamcntc human::!; no se trat"l de un «ideal» , sino de una necesidacl , de una forzosiclad , cxigida por Xl propia naUJ.raleza, por las propias estructuras psicobio16gicas . Vcr surgir la moral descle estas equiv<llclra a vcr surgir el hombre desdc el animal (naturalmentc, no sc trata aquf de un surgir genetico-cvolucionista).

Zubiri parte, para su analisis, de ]a confrontacion entre el comporta­miemo animal y cl comportamicnto humano. En el animal, la sitll<lci6n L

cstillllllante de ILn lado y sus propias cap<\ciJadcs bio16gicas del otto, derel­rninan unfvocamentc una reSpllcsta 0 llna serie de respuest<'ls que estable­cen y restablecen un equilibrio dinamico. Los estfmulos sLLscitan respues­tas en principio perfecrarnente adecuadas siernpre a aqufHos. Hay asf un «ajusramiento» perfecto, una determinacion ad mumt entre c1 animnl y su media. AI canlcter formnl de cste ajustamiento Ie llama Zubiri «justeza}).

El hombre comparte parcialmcnte esta condici6n. Pero cl organismo humano, a fu erza de complicacion y formalizaci6n 2, no pllcdc yn dar, en welos 105 casos, por S1 mismo, rcspuesta adecllada 0 ajustada, y queda aSI en sllspenso ante los cstfmulos, « libre-dc» elias (primera dimension de la libertad). Las cstructuras somaticas exigen as], para Ja viabilidad de cste hipcrforrnalizado ser vh,o, Ja aparici6n de la in tc ligencia. (Que significa aqul, primariamente, la palabra «imeligencia»? Punt y simpJemenre que e1 hombre, par~ subsistir biol6gicamcnte, necesita «(hacerse cargo» de Ia situ<1ciol1, haberse1as (cOl1CepLO de «habitud») J COLl las cosas -y consigo mi srno--· como « realid~d» y no mcrntnente como csrimulos. La inteligcn­cia es, pues, primariamente, versi6n a la rcnlidnd en cuanW re[!iidad 4.

EI media animal cobra, pOl' virtud de ella, el cnnkrer de «mundo» . EI animal define de antemano, en virtud de sus eSlructuras, el umbral

y el dintc1 de sus estimulos. En el hombre tambien ocune esto hasta cicrto pun to. Pero tanto aqucllo a que debe responder -la realidad-· como aquello con que debe responder -la inteligencia- son inespeci­ficos. (Sc puede seguir hablando en ci de «justez<1»? EI hombre tiene que

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consider:1f 1<1 realidad antes de ejecutar un nero; perc esto significa mo­verse en Ia <drrealidad». En el animal el ajustamiento se produce de realidad a realidad --de estfmulo a respuesta- clirectamentc (tcoda de In contiguity mas 0 ITjcnos corregida). En el hombre, indirectamentc, a traves de Ia posibilidad y de Ia tibertad) que no teposa sebre SI misma, como piensan Heidegger y Sartre S, sino sabre la estructura inconclusa de las tenden­cbs 0 «referencins» que abren asf, exigirivamentc, el ambito de las «pre­fercncias}). He :1'1u1 la scgunda dimension de esta «situaci6n de libcrtad»: libertad no 5610 de tener que responder unlvocamentc, sino rambien liber­tad para pre-ferir en vista de alga, convirtiendo fi St los cstfmulos en ins­tancias y recursos, cs decir, en «posibilidades}> . En una p8.labrJ, al animal Ie csta dado el ajustamiento. E1 hombre tiene que hacer ese ajustamiento, ticne que iustllm facere, es decir, tiene que justificar sus aetas,

La just ificac ion es, pues, 1:1 estructura in te l'na del acto hUJ11'lno. Por eso, en vel. de decir que las acciones humanas (icnen just ificacion debe decirse que tienen que tenerla; que necesitan tenerla para SCI" verdaciel'a· mente humanas; que han de ser realizadas por algo, can vistas a alga. Y esto 10 mismo en sentido positivo -como buenas- que en sentido negat ivo -como malas, Perc que scan just ificadas no quiere clecir quc 10 sean towlmente -ya dijimos antes que el hombre compane. hasta cierto punto, 1<1 condici6n del animal- , porque los resorres que p:lra 1a eiecuci6n de los :tctos se poncn en juego penden de b s CS~l"uctur:lS, y so!!) dentro de los IImites biologicos dado.'> h::1 de hacersc d trazndo del ajustal1licnto, ]a justificac ion,

Pero (cn que consislc, mas estrictamente, esla ju stificaci6n? Hasta ahora hemos \' isto que exi ste 1a justificacion, que tiene que existir y que sc cnCllcntrrt en b linea de las posibilidades , Empleemos ahora un rodco verb.:!!. Sc dice «pcC\ir cuentas de un acto» (a olm 0 a Sl mismo). (Que cs (br CllCi1U de un acto? Dar ra7:on, perc no meramentc explicativa; dar l'<1 zon de Lt «posihilicbd» que he puesto ell jucgo . La rcnlidad no e5, dcntro de cadn Situ,lCion, m:1S que una. Por el contra d o, l<1s posibilidades, como «irrenlcs» que son , son lTIuchas, y entre e!las h::1 Y que pre.ferir. Par tanto, umbicn entre Ins mismas posibilidadcs hay, a su VCZ, un ajustll ' 111iento propio, una rre-ferenci::1 . Consiguientemcl1te, cl problema de la justificacion no consiste uniC<lmenre en dar cuenUl de III rosibilidad qlle 11<1 cmJ',ldo en juego, sino tambien de In prc-ferc:ncia.

Pero hay mds, H:1St.l :1hOl'a hemo5 considcfaJo las p0sibiliclndes COIllO

si estuvicsen LOdns indiferentemenre delante del hombre. 5i aS I fuese, la justificacion pended:l, sin mas, de la libertad . El «parque quiero» serfa la ultima in'itancia y la unica. No h3brfa previamente <do preferib1c) ,

Las cos<"ts no ocurren de esc modo. EI ambito de «10 posible» se abre por las rendencias (que en sf mismas no [iencn «justificacion») en tanto que inconclusas, L:! pre-ferel/cia pende, pues, de las / erencias 0 tendeneias previas. Las [erencias haeen, incxorablemente, prcferir.

1..05 principios de 1a etica 49

Pero ('que es 10 que nos haec preferir? La bondad misma de la rea­lidad. En tanto cn cuamo el hombre pre£iere la realidad buena, queda iustificado. As! se abre un nuevo ambito, el de In realidad buena.

Antes de seguir adebntc resumamos en unos pocos puntas el resul­tado de nuestra investigacion hasta eJ momento prescnte . , 1. Hemos analizado una cstructura radical del comportamiento hu­mano, que es 13 del ajustamiento del acto a la situacion, AI a~imal este ajustamiento Ic viene dndo. E1 hombre tiene que hacerlo pOl' SI mlsmo: pOl' eso en su caso 10 hcmos Hamado «justificacion ». Todo acto para ser verda­dernmente humano ticne que set' «juslO», cs deci r, :ljustado a la rea1iclad, coherente con eIb, «respondiente» a ella. Pero, cnliendasc bien, se ,rata de una primera dimension de la «justificacion», jllslijicacion como ajus­lawien/o. A cs ta primera dimension la lIamaremos, con Zubiri, mora! {"om a estructllra .

2 . La just ificacion puede tener un segundo sentido, a1 que apenas se ha hecho mas. que nluclir nl final de nues tra exposicion, ;ustificaci6u como justicia. Consiste en que cl ncto se ajuste, no ya n b si tuacion, no ya a la realidad, sino a ]a normn ctica {fin ultimo, ley natura l, eonciel1.cia moral), «Justo» ahora yn no significa simplcll1cnrc «(a justado», sino que significa «honesto» (recucrclcse que para Aristotcles y en ei::rto m~clo tambicn p:1r<l Santo Tomas la justki:l no es unA p<1rre de i<1 vlrwd, smo tod:! 1<1 virtuc.!. Es ciecir, que justiei<1 puedc tomarse como sinonimo de honcstidad, como J, icerc bOllum). A esta segunda d imension -de 1.1 que todavla no hemos hab1ado porque nada ticnc que vcr con cl principio psico!6gico, pero de la que naturalmente tcndrcmos que hablar- b lIama­remos, con Zubiri, moral como contcuic/o.

3. Los <"tetos del hombre y -10 que nos importa mas, como a tnn'es del analisis de los principios etitnologicos y prcfilosQ[icos hcmos cmpczado ya a vcr y hClbrcl1l')s de \'cr con m,15 c1aridad-, el hombre mismo, en el segundo sentido de las pClbbras «justificac ion» y «!110raI», cicrtamente plledcn ser jllstOS 0 injust05) moralcs c inrnoralcs, y h::1sta si sc qllierc tal \'cZ amora!es wn:1 " n.

4 . Pero en ci p rimer sellt icla, el hombre en eacb uno de sus actc~ verd:1deramente humanos y, desdc luego, en el conjunto de su vida n(l ti ene ma:; rcmedio que SC I' «jus to,) 0 ajuslado <1 la renlidad. En el analisis prefilo!"Ofico \'Imos que cl hombre «concl uce~) su \"id~l y que <1 ~u modo de conducirb Ie i1amamos «conducra}) , Ahorn hemos VIS[O que tIene que hacerlo aSI pOl'que su vida no est3 predetermin:ld:! por sus estruct~ras psicobio16gieas, como en cI caso del anim<"tl. AI reves" esrns l,e . eXlgen que sea libre. EI hombre es necesariamentc -con necesldad ex~glda pO,r su natllralezn, nl precio de su viabilidad- libre. Por eso ha podlc1o eSCfi­bir Ortega que somos «a 1a fuerza Iibres», y CSle es el sen tid? justa de la conocida sentencin de Sartre: «Estamos condenndos n ser l1bres.}) En 10 que se refiere a esta primera dimension de la moral, careecn por tanto

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de sentido. referidas al hombre, las expresiones «inmoralidad» 0 «amera· lidad»: el hombre es constitutivamente moral b,

Sin embargo, la disposicion p2ra haeer este «ajust3miento» de Ia mo­ral como cstructura puede sec, segun el estado psicosomarico en que el sujcto sc: cncuentrc, segun su rona vital 0 temple (dctcrminado POt la saluc! 0 enfcrmedad, por «buena forma) 0 por fatiga) mayor 0 menor, suficiente 0 deficiente. Es entonees cuanda se habla de «moral clevada» o bien de cncontrarse «bajo de moral», «desmorali7.ado», expresiones que, como se recordara, aparecieron ya en el anal isis prefilosofico. Ahara se ve que es tas cxpresioncs ticnen que vcr (jclaro que tienen que ver!) con Ia moral, perc precisamente en el plano de 1a moral como estmctura.

5. De las dos dimensiones de Ja moral, la moral como contenido se monta necesariamente sobre 1£1 moral como estructura y no puede d£1rse sin ella. Precisamente porgue al hombre no Ie es dado par naturalcza el ajustamiento a 1£1 rcalidad, sino que tiene que hacerlo par sf mismo, cobra sentido demandarle que 10 haga, no arbitnuia 0 subjetivamente, sino conforme a determinadas normas, conforme a determinados sistemas de preferencias.

Expuesta ya nuestra manera de en tender la articulaci6n de la Antra­pologia y la Etica, cs decir, 10 que los escohisticos lIaman «subaltern a­ciom> de b Etica :l la Pskobgia, debernos h~cer llna ntpida referencia a olt.n cO;1C~:>ciones eriColS qi.~C llegfln a resllit:ldos mas 0 menDS proximos.

La distinci6n entre In moral como estructura y 1:1 moral como conteni· do es en cierto modo hamo1oga a lr. distincior: escohistica, en ]a que in­sis ten mucho los gnmdes jesuitas espaiioles, entre el ser moral en comtin y Sll especificacion en buena Y 1TI<l10. Hay una morali/as in genere, una razon moral en comun, un genus maris -en contraste con el genus natu­rae- del que e1 hombre no puede evadirse por inmoral que sea . Tambicn para estos pensadores el ser huma~o es siempre, quicr<l 0 no, moral, pucsto que cs racional y 1ibre . Solo los <lnimalcs a los hombres comple­tamente idiotas plleclen ser in-morales (mejor a-moraJes). E1 modo in­hones/lOll de ser es ya un modo moral de seT. (La palabm mos, como la castellana «costumbrc», es generica y vale tanto para los buenos como para los males habitos.) Por eso justamente pudo Suarez clecir que «los aetas de b voJuntad incluycn, en Sll entidad natural, la espccificacion morah> 7 .

Perc, sin embargo, cs prr:ciso aii.:ldir que, para los esco1~sticos, este primer pLmu mortil de b 1i/ol"alilas in ,genere envueh'c siempre S h especifica­~;on en bondad 0 malicia moral. La razon de esto cs que entienden inme­diatamente por moral la moralidad 0 la mensurabiiidad de los actos huma­nos por la regula mOYUlJ1.

POl' otra panc, y como sc s3-be, Santo Tomas puso el mayor inten:s filos6£ico en mostrar Ia estrecha vinculaci6n entre ]a inteligencia y la libertad. Recuerdesc aquel conocido texto suyo: «Radix libertatis est vo­iuntas sicut sllbicctum; sed sicut causa cst mtio; ex hoc enim volun!as libere potest <ld diversa ferri, quia ratio potest habere diversas concep-

Los principios de 1a clica 51

tio~e~ . boni» 9. Efectivamente, la libertad para preferir esta 0 la otra poslbJildacl precede de que la inteligencia como version a la realiuad con­cibe 0 proyccta divers as posibi1idades de salida de 1a situacion actual. Pere (como h<l pedido surgir una situaci6n que -como contraste con todas las situaciones animales- no esta, en Sll futllfo inmediato unfvo­c~mente det~rminada par sus condiciones estimubntes, sino que' admite des enlaces dlversos? Porque el hombre, previamente n Ja inte1igencia (naturalmente se trat<l aqlll de un prius abstracto y meramentc 16gico; no. cntramos en cl problema genetico), ha qucdado, a diferencia del animal, en suspenso ante los estimulos, fibre-de ellos. En rigor se trata, pues, como se ve, de una estructura a 1~ vez complcja y unitarb.

POl' 10 demas , 1<1 afirmaci6n de Arist6teles y de b Escolastica de que c~ h?l:nbrc en cuanto tal se :omporta siempre sub ratione bani, 10 que no slg11lfICa que su comportamlento sea siempre moralmentc bueno, Sllpone implicitamentc 1a distincion entre moral como estructura y moral como contenido. EI hombre se conduce siempre con forme a 10 que Ie parece «.mejon>; pero e1 «bien» de este «mejor» puede ser no el bonum moral, 51110 cl bonum comllltmiter sum plum.

Desclc supuestos completamente diferentes, un filosofo modemo, Be­nedetto Croce, ha Ilegado a resultados no lejanos de estos. Benedetto Croce 10 distinguc dos grad os de 1a vida pdctica: el primero consiste en la n.crivki<ld eco1i6mica~' el segundo, que implica el anterior, consistc en ]a [,clivid,ld moral. Querer economic<l!i1cntc cs querer un fin . Quercr mo­ralmente es querer un fin radona! como universal. Pero quien obra moral­mente tiene que hacerlo tambien econ6micamente, pues (como qllerer alga como universal si no 10 quiere al propio tiempo como fin partinl­br? Pero, en cambio, 1a proposicion redproca no cs verc.ladera como 10 prueb:l11 -continllJ Croce- los ejemplos de lin Maquiavelo, ~ie un Ce­sar Borgia, del Yago de Sh:lkespcare. Aun cHando bajo Ja in fluencia de 1a t.eorfa 1I1ilitarista de la 12tica se \"e c1mamente que 10 que Croce Cjuicrc c1cclf aqlli correspondc can 10 arriba clicho. Est:l distinci6n de Croce 11.1 sido rccogiciC'l posteriormente por \Vi. G. De I3urgh, que cSlablcce dos senticios de rig!;/: 1) 10 que ha de hacerse, es dccir, 10 reguerido par un e£iciente tratamiento de la situacion, y 2) 10 que debe ser hecho csto es, 10 exigido porIa ley moral dentro de csa misma situaci6n. Es el dohle sentido de faciendum como must y como ougbt. Ambos consisten en un :"justamicnw practico (ad;lIstement) -ajustamiento a la particular :..iw:!ci6n de faclo a ajus[amiento a un general paltern 0/ bebaviotlr-, y el primero es previo al segundo ll. Antes que De Burgh ha aplicado a In Erica el concepto de njustnmiento 0, como el dice, de /itti1Jgl1ess~ el fil6-sufo tambien inglcs C. D. Broad n .

La via de la estratificaci6n -tan frecuentada hoy por psic610gos, ca­ractcr6Jogos y psico.1nalistas- consiste, como SLI nombre 10 ind ica, en distinguir en el hombre distintos niveles 0 estratos, y procede, en defini­tiva, de PIC'lt6n. EI nivel inferior, de naturaleza biologic3, es el de los

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impulsos 0 apetitos (l:l epithymia plat6nica) y reconoce por princlplO fundamental el placer. Sabre ci se extiende d estrato del IrY11l05, cI de la fuerza (al1dreia) y Ia grandeza del alma (m ega/opsyl:hia); y, en fin, pOl'

cncima de ambos sc alza cl llivel del esp!ritll 13, El tercer estrato provee de scnt ido a los dos primcrog, pero, a su vez, se alimenta de ellos. Los cstratos inferiores son, de este modo, sabre todo el segundo, imporumtes ft'tctores de 1a vida ericcl (sentido etico de las «pasiones)}, etc.), El error de c5ta hip6tesis es de principia al hacer incomprensible la unidad rndical del hombre.

A In tcoria de los cst rates pueden tambien reclucirse, en tiltimo ter­mino, las ideas de Nicolai Hartmann y de Rene Le Sen!. El primcro distingue la «fuerz<l» y h «altura». Los principios mas elevados depen­den de los mas bajos y S<lcan Sll fuerza de eUos (<<principia de If! fllerza»)i pero al mismo tiempo los conforman (<<ley de la materia»), y, pese a su dependencia, son ]ibres hente a elIas (<<principio de la libertad») 14. pc aqlll la «dob!e tal» de ]a moral, negativa y positiva, de auto-dominio y de despliegue, de fucrza y de espiritualiciad. Lo posir i\·o de 1a ap6rtaci6n de Hartmann consiste, desde nuestro punta de vista, en Sl1 entrevision de que la bbertad no reposa sobre 51 misma, sino que se levanta sabre las esttucturas psicobiolagicas.

Rene Le Senne, prolo:1gando esta Hnea de pensamiento y fllndiendo Ja «(uer;~:u> con let antigllil vittud de 13 «forrnlez<l» Gajo el nomb rc: de courage, enCllcn~ra ell este, can su doble dimension, puramente pSlquica y, a Ja vez, )'3 moral, cl puente que comunica la psicologia 'con la etica. EI \'alor moral 0 \'illud no seria sino Ie courage du bien. «C'est la miss ion du courage d'accoucher le bien.» La fortaleza 0 courage, :11 veneer el obstaculo, abre el nmbito dl..! la vida moral. «C'cst un obstacle de J'exis­tenee qui, en prov0'luant une reaction d'approbation de l'un au l'autrc signe, change de psychologique en moral Ie CfUactere du facteur canside­re» 15. Esto :.1eontc:ce porque favoreeer 0 eontrari:u- un dinamismo pSlql1ico eualqnicra equivulclria, a 10 meno;:; impHeitamente, a probarlo 0 des­aprobarlo, es ciecir, a cnlificarIo moralmentc.

COJI'lO sc \'e, en Lc Senne hay un intento de trascender la tcorla de la estrtlti(ic<1Cion abricndo, des(h~ la psicologia, el ambito de Ia morn!, sin cacr, como los psicologislas, en la confusion de ambas esferas. \lease, pOl'

cjemplo, el siguiente pasilje 16: «La primera pweba de la irrecusabilirlad de hi morn! cs sn indisrcnsabilidad \'ita1. En cl seno de un.:1 contrildicci6n qlle nos desgJrra 0 al pie de un obstacul0 que nos detiene, 10 que no podcmos no preguntarnos es: ~Que hacer?» No obstante, es mnnifiesta la insllficienci,] de Sll csfuerzo.

Merkau-Ponty, igual que Zubiri, se apoya constantemente en Ia biologl:1 y en la psicologfa. Pua su filosofar parte, como el dice, «desde abajo», y se vale de b idea de «estrllctura», de una fecundidad apenllS enlrevisla. Perc su idealismo dialectico y una idea totalmente insuficiente de la .:(inteligencia)) I; Ie impiden desembocar, al estudiar la «cstructura

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del comportamiento), en una constataci6n de b forzosidad del compona­miento moral humano. En todo el libro apenas ~c cncuentra una alusian a la conducta libre del hombr.e frente al encauzamiento del animal forzado par el a priori de la espeeic. Todas las investigaciones semejantes a III de Mer!eau -Ponty, bien signn la oricntacion del behllviorismo, bien In de la Gestalttheorie, y por mas que intenten trascender los resultados de ague­Has, se muestran impotences para log-rar, desde 13 psicolog!a, el aeceso a la esfera moral 13 •

Llegamos, en fin, para cerral' esta serie de confrontaciones, a Ia mas importante de todas. Como se 5:1be, In ,;jda humana consiste, para Or­rega, fundamental mente, en tarea 0 quehacer. Denno de estc marco ge· neral se ha rderido en diversas ocasiones a 10 moral, aun cuando nunca con el detcnimiento que hubicramos dcseado. Creo que, en rod a su obrll, d pasaje m{ls decisivo dcsde nuestro punto de vista cs el siguicnre:

Me irrita estc vocablo, «moral». Me irrita porque en su uso y nhuso tra· dicionales se entiendc por moral no sc que afiadido de ornamento puesto a la \'ida y ser de un hombre 0 de un puehlo. Par eso yo prefiero que cl lee lor 1(1 cnticndn par 10 que significa, no en In contra posicion moral-il/mor(/I, sino ('n c1 sentido que adquicrc cuando de al£uien se dice qlle esd dcsmoytlli::tldo. En· tonces se advierte que b montl no es un:!. pcrjorlllm:rc snplc-mcntari:l Y lujosa qlle c1 hombre :lihde n su SCI' para obtcncr un premia, sino que es cl ser mismo del hombr.:: Cll:lndo cst;! en su propio quicio y viul dkacia . Un hombre (ies· moraliu,do cs simplcmcnt(' un hombr.;: quo.:: no esd en Jl0scsioll de ~f mi5mu. que cst,\ {uera de su radical o.lltenticid;,d Y pOI' eUo no vive SLl \'idn, y pOl' ('110 no ceca, ni {ccunda, ni hinchc su destino 19.

EI hecho de que este texte no tome como punto de partida Ia psi­colog!:1 positiva no Ie priva de stJ valor carie:!l, sobre el cual linicamentc h:lbrb que h:lccr un par de rcservas. La primera, porquc en cl no ap3rece claro que el concepto de «desmor<llizacion» no es sino un concerto If­mite: lin hombre totalmente desmoralizado clej:ll'l3 3bsolutamente de com­portarse como hombre. En segundo lugar, parece -perc antes dc hacer unll afirmaci6n rotunda sed:1 menestcr cstudiar seriamcnte la erica or­regllL1l1<l, tarC:1 que esta pOl' cumplir- que cl alumbramicnto de la dimension que hemos lbmado «moral como esrructura» se haec a ex­pensas de la (~moraI como contcnido». En cualquier caso, Ortega h:1 visto bien que ltl vida hum3na, antes de ser honesla a inhonesta, es mor:11. La etic:" sc halla t!!1clada en fa psicologb y aun en la biologia, 10 qUE' no signific,l, es claro, que «tod3 moral sea de esenci:1 biologica», como opin6 BerfSon 2-J, ni ,tun ton1.:1nclo este ultimo termino, como el Jo hacla, en el m~s nmplio y contundente sentido, Sino que no se trata de ningun «reino ic.lcnl», y que la etica constituye un capitulo csencial de la antrolJologia o idea unirari:1 del hombre,

Dedamos al principio que las especlliaeiones uSllales en torno al me­todo de 1a Etica suelen referirse n la cuestian de si es Ia Etica una cieneia especulativa 0 una cienda practica, Vamos nosotros ahora a ahondar

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Etica

libremcnte en ella, :t la manera como 10 ncabamos de hacer en ]a «subal­lcrn<lcion» de la Elica 21_

La doctrina recibida y mas · comunmente aceptada afirma que la Erica no es, en rigor, ni una ciencia especulativa pura ni una cienc~a p~actica PUnt, sino una ciencia especulativa, sl, pero circa operabilia, una ClcnCla late practica 0 una dencia «cspeculativamente practica». Pnktica porgue busca ~l cognoscere como fundamcnto del dirigere. Espceulativamcnte, porgue, a cll­[erencia de la direccion espiritual y de 1a p1'udencia, no se propone inmedia­tamenre dirigir, sino eonoeer. Es una dencia directiva del obrar humano, pero solamcnte en cuanto a los principios generales. No se r "'pone decic a cad a cllnl 10 que h3 de haeer u omitir .

Esra es, expresada muy somera mente, la doctrina tradicionai. A los efcctos que ahara nos importan, tambh~n la de Kant. Es verdad que 1a ttica formal kantiana no enuncia 10 que se ha de hacer, sino como se ha de hacer. Pero en definitiva, no deja por ello de ser ciencia directivn, directiva de nuestra intencion. Sin embargo, Ia afirmaci6n de que 1a Edca cs especulativamente pnktica, 0 sea, que tiene una dimension espccuJativa y otra practica, puede entendersc en otro sentido, que es, justamentc, c1 scnticlo en que la vamos n tamar aquL

Tcngamos prcsente, cn efecto, la fundamental distincion entre la moral como t'sl/'uclura (que cl hombre ha d~ hacer) y ]a moral como con­lenido (10 qUe el hombre h::l. cle hacer). L3 realid<!d humana, dcciamos, es constitlltivamenlC moral, cl ge1/UJ moris comprende 10 mismo los com~ portamientos honcstos que los Barnacles impropiamcntc «inmol'::tles». La moral es, plies, una cstructura 0 un conjunto de estructuras que pueden y deben SCI' analj ;~;1(bs de modo puramente teoretieo. No se trata sim· plementc de que sen posible una psicologia de Ia mornlidad y ni siquiera de una fcnomcnologb de la conciencia moral. No. Es que la segunda dimension, moral como contenido, moral norn1.ltiva, ticne que montarse necesariamente sobre In primem, segun hemos visto yn.

La Etic:l en csta primer;) dimension, la Etica como antropologb 0,

segun la terminologfa cscohistica, ]a Etica como subalrernada a 1a psicologia, cs puramente tcor~tica, se Iimita a estudiar unas estrueturns humanas. Pero la Etica no puedc SCI' solo eso, so pena de quedarnos en un puro «forma­lisIno», del que, como ycremos a su ticmpo, la etica existencial esta muy cerca. La «forma» elica esta siempre demandanclo un «c0ntenido» can el que llenarsc. ~De donJe procede esc contcnido? De hl «idea del hombre» vi,gentc en cada epoca. Pero esta idea del hombre se l111tre de elementos religiosos y de «inclinaciones» naturales -ligacion a In felicidad, ob­ligaci6n a la ley mor~d natural, ctc-, aSI como de orros condicionanlicn· ros situacionales e historicos. Esta es la «materia» moral. Ahora bien: esta materia, parr! SCI' tomadn en considerncion porIa ciencia etica, hn de su justificad<1 metaffsicamcnte (subordinacion de la Etica a la Onto­Jogla y a In Teologla nntural) y :ldemas ha de esclareccrse con precision la reladon entre la moral y 1:1 religion, es decir, lJ. necesaria :tbertura de

I~os principios de la etica 55

Ia moral a 1:1 religion. En esta dobJe y articuIada dimension de la moral es en 1:1 que nosotros repnr,lmos p:un aSLlmir aquclla doblc carncterizacion de la Erica como especulativamente pr~ktica. La Escolastica ha deseuidado a veces. el aspecto ~structural. El psicologismo y el sociologismo, por el COntr~fl?, han quendo hacer de ella una ciencia puramente explicativa 0

dcs~nptlva, trarando de «reducirla» a la psicologia a de rebajarla a mera «SCience des moeurs». De este modo han desorbitado la «subaltemaci6n) (a Ja psicologfa y a la sociologia), dando de lado la «(subordinaci6m) (a In metaHsica), 10 que ]a etica tiene de momento activo de ]a metaffsica. de hacer que sea plenamente 10 que es. En este sentido, la ctica de Aris­totdes .sei'ial~ el equilibrio, no estatico., sino dinamico, logrado a traves de tenslones mtemas, entre eI punto dc' vista heredaclo de Plat6n -«si de lo~ jueces a Ia meta 0 al reves»- y el hallazgo propio de A1'istoteles' el pn.mado de la «subordinaci6n) 0 eI de la «subaltcrnaci6m>. Lo nuevo'de Anstoteles <;s la orientacion ~le.1n etica a In experiencia, ]a psicoJogfa y la car~ct~rolog!a, y el descubnmlcnto de un grado distinto y propio cle aknbeJa.

Por or1'a parte, 1a separaci6n de theorfa y praxis es arri[iciosu. En el pensamiento de Arist6teles 1n theorfa era Ia forma suprema de Ia praxis, y Justamente por eso Iiene sentido que para ella forma suprema de ethos sea la alcanzacb en cl bios thcorclikO.r. La filoso[b :1ctu:l1 ha ahondado en esta anligu,l idea, radicaljzandola al caer por ::iU hase cl ideal de la flutarkcia. En primer lugar, el hombre filosof~l parr! huir del no-s:lbcr ~a~d. 'to 9ZUF!" 't~'; &pOla.'oi £qn).Q:!c;.?TjCW: .... 22. Por tanto, en el mejor de los ca­sos, alcanz2.ria la <!utcsuficiencia a traves de L1 filosofia, pero esta serla siemprc pnktica en su origen: nacida para sacar al hombre de b indigencia. para :lyudar!c ~ sobrelle\"ar su cncadenamiento a ]a naturaleza 23. As!, pues, ramblcn Anstoteles habria podido hJcer suya esta frase de ?\icolai Hart­mann: «Der l\1enesch ist in efster Linie praktisch in z\veiter erst thcore. tisch» 2; Toda teolia envllclve una toma de pos'ici6n y est,-l sustcntada P:0f lin ethos )" reciprocnmente, a traves de Ja ocupaci6n teoretica se de-_ fmc}' traza l!l13 personalidad. Como ha escrito Jose Gaos, «tambien con el hncer teor!n se haec el hombre a sf mismo . Cuanto hacemos los hombres sin. exceptuar hIS tcodas, es pn'ictica, es hacerse :l sf mismo . . . ; e~ est~ radlca cl hmoso eompromererse y la [amosa responsabilid<lcl del filosofo que SOI1 12 confecciSn existencial misma de In csencia de lIno u otr; hombre -confecci6n etica porgue la esencia en confeccion es un ethos) 23.

(Para poeler aceptar estas exprcsiones en su sentido recto es menester tener pre~ente Ia ~istinci6n de Zubiri entre ousfa 0 esencia «(substante». y O!fSW 0 esenCla «(superstante}).) Pero toda tbeoria adcmas de ser praxis es a 1.. vez pofesis, al menos incoactivamente, porque, como tambien ha h~cho ver Zubiri, c! saber impliea cl «penetran), «registrar» e «(interve-1110>, y hay, pOl' ranto, una unidad interna entrc saber y modificar. Por todo ello, podrfa tener tal vez razon Marx en su critica a los filosofos -<dos fil6sofos no han hecho mas que interpretar e1 mundo, peru b

Page 6: Unidad 4 - biblio3.url.edu.gtbiblio3.url.edu.gt/publiclg/lib/2009/etica/4.4.pdf · prefilo!"Ofico \'Imos que cl hombre «concluce~) su \"id~l y que

EtiC<1

cuesti6n es cambiarlo»-, referida a tales 0 cunles fil 6sofos, pero no, de llingun modo, si prelende alcanzar a la actitud filosofica -filosofia en su plena sentido, filosoffa como etica tambicn- en cuanto tal. La filo­sofia, cn su vertiente etica, realiza 1a sfntesis d e conocimiento y existencia, tiende constitutivamente a 1a realizaci6n .

Basta ahora hemos considerado la preferencia como e1 acto de prefecir que pone en juego el sujeto para ajllstar su comportamiento a 1" situaci6n en que se encuentra . Pero I" preferencia pllede ser considemda tambicn en ]a otra vertiente suya como realizacion de un:l posibilid' 1. L a posibili­dad prefecida queda, en efeeto, realizada. P ero realizada onde? Q ueda reali zada , par supuesto, en la realidad exterior a ml, en . 1 mundo. (Es 10 que mi aedon tiene de paresis a lacere.) Si mate a un hombre, par cjemplo, el cesulcado de mi ace ion es, en el mundo, la sust ituci6n d e un sec humano por un cadaver. Pero el resultado en mf mismo es que 1<1 po­sibilidad que yo tenia de sec homicida me 1a he eonvertido en l'calidad, o 10 que es igual, la he incorporado a mi cealidad: d esd e ese momento yo soy un homicida. Pera este «aju scarniento» y 1a cansig uiente apropia­ci6n es claro que ocurre, no una vez, sino eonstantemente a 10 largo de la vida; y a este inexorable hacer la propia vida a traves d e cada uno de sus acWs y In eonsiguiente inscripcion de ese hacer, par medio d e habi w5 y ear.icter, en nuest ra naturJleza, es a ' 10 que llamamos moral como estractllm.

Si, segun hemos \'ista n 10 largo del presentt:: capitulo, el hombre cs constitutivamente moral por cuanto t iene que condllei r por S1 mismo su vida, Ia moml, en un sentido prima rio, eansistini en la manera como la eonduzc<l, cs dccir, en Ids posibilidades d e sf mi smo que haY<1 prefcrido. La moral consiste no solo en el ir hacienda mi vida, sino t ambien -y est:1 es la vertiente que ahora estamos exarninando-':" en la vida tal como queda hecha : en ia incorporaci6n 0 apropiacion de las posibilidades reali­zadas. La moral resulta ser asf algo lisicamel1te real 0, como deda Aris­torcIes, una scglil:d(l Jlctu,I'tI/eza . Tal es cl sentielo [llerte, el sentido plena d e los \'ocablos que c1nsicamenre ha cmplcaclo la Etica; ethos, mos, hexis, habitus), babiludo, are/e, ~irllf5, vi/ian; (Zubiri su.;;le aeonsejar, para que se comprenda b:en 1.1 «realidad» del \'icio, que se piense en la acepci6n de csta p:1bbr'l en expresioncs tales C0 010, por ejcmplo, «el vieio que La cogido estn p~;ert:h).

Aha!'.: bien: esta :1propi<l.cion real de po.> ibiliclades, bucnns 0 mnlas, \'~ conformnndo en urw «scguncb n<1tmCljcZa» mi p~rsonnlicbd. 0, como dcdn ZuGiri, ~I "propi.lrmc mis posibilidades const ituya con clio mi h:1-bitllci en orden " mi autoclcfinicion, a In definicion de mi personaJicbcl. Sobre mi (I realid:d par /1.lturaieza» se va mont~ndo una «re<,iicbd pOl'

apropiacion», lln:: «rc'llicbcl por segund.l natllrnlez(\» que, insepar,clh!e­mente unicb :1 <!CJuelln, b conform" y ellnlifica segt.'in un senrido morn!. lvIi realiclad naturd es mi propin reo.liciaci, en tanto que [ccibid,l ; m~ re"alidad o-1O!',,1 C5 mi propin realidad, en tanto que apropiada. Porquf"

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a1 ~('aJi7:H Cld:l lin? dc mis :1Clos \'oy rcnlizJndo ('n mi mismn mi hboJ, caractl'r 0 persol1 ;J iJtLtd rnor:d. Ih.: aquI, pues, c6mo vn lvemos a encomra!' u~ conceptCl. central para J.t ~'lica, Qunque po<::lS vccc~ se hara visto ;l SI , que Y;l hnbhllno-; dCSCtlhtl:l'lO etimologi<.:f1n1cnw y sobre d que habrelllos de volver una y otr:1 vez.

En ('SIC sClllklo, 10" libros m.h profunJos de muutl que sc han cscri-10, Ptl~·(.I11e npuman dircctamentc :11 conccphl ccnlml; son los que, t:'ll cl de J to!t;l::,lO, han JJc":1dc:' cl titulo ~c LOJ C"}'(lct,~,es. Pero hay CJue te~er prCSL'IltCS dos ohscrvactones: en primer 11l,Rar, que debe distinguirsc cu tdados:1mcnte cI «earacren) en nuestro sentido, qlle es una rcu lid:ld moral de! (<temperamenrol>, que es una rC:11idacl biopsfquic:1. Y en segundo lugnr, que, como ha dicho muy bien Ortega 16 cl Hbro de Teos(r;lsro -y sus semciantes- nos dan <cunos cuamos' esquemas de estruclUras huma.nas.'" figu r:I5 tfpicas II cnda lin:'! de las cu:llc:. per-· lenecl'JI muchos mdlvlduos hum~mos» . En c:'!mbio, cl · ethos es estricra. mente mdividual. ,.