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Unidad 5 Modalidades del negocio jurídico “La condición es el acontecimiento futuro de cuya realización, siempre incierta, depende el nacimiento o la resolución de los efectos del negocio”

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Unidad 5

• • Modalidades del negocio jurídico

“La condición es el acontecimiento futuro de cuya realización, siempre incierta, depende el nacimiento o la resolución de los efectos del negocio”

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I. GENERALIDADES

Lo normal, lo usual, Ia regla general casi sin excepción, es que desde la celebración de un negocio jurídico se produzcan todos los efectos consecuencia de ello. Sin embargo, en algunas ocasiones se da el caso de otros negocios, que en consideración a los términos de su otorgamiento, todos o algunos de sus efectos quedan pendientes de nacer para hacerlo más adelante, o bien, su exigibilidad se mantiene en suspenso por algún tiempo. Puede ser también, por el contrario, que dichos efectos nazcan y se manifiesten plenamente desde el otorgamiento del negocio, pero que por la naturaleza de éste tengan una temporalidad fijada para que cuando llegue a su término, dichos efectos se extingan y no sólo, sino que se destruyan retroactivamente.

Además, con independencia a la suerte señalada para los efectos de un negocio, nada impide que quien favoreciere gratuitamente a otro mediante el otorgamiento de una figura negocial, impusiere a éste una obligación convencional por la liberalidad con la que fue favorecido.

Las ideas contenidas en los párrafos anteriores son la presentación de las modalidades de los negocios jurídicos; el término o plazo, la condición y el modo.

El primero implica el señalamiento de un acontecimiento futuro que indefectiblemente se realizará; suele ser un día determinado, que al llegar puede traer consigo, por así haberse establecido, la exigibilidad o la extinción de la obligación objeto del negocio. La segunda modalidad, o sea, la condición, también es un acontecimiento futuro, pero de realización incierta, pues puede o no llegar a verificarse y de ello depende el nacimiento de la obligación por haberse mantenido éste en suspenso desde la celebración del negocio hasta en tanto dicho acontecimiento tenga lugar, o por el contrario, también puede ser que de este último dependa la resolución de la obligación del caso, es decir, que la relación jurídica nazca al otorgamiento del negocio, pero llegado el acontecimiento en que la condición consiste, dicha obligación no sólo pierde su positividad, sino que se destruye retroactivamente. El modo como tercera modalidad consiste en la carga u obligación impuesta por el autor de una liberalidad a quien ha beneficiado con ésta.

Las modalidades indicadas, el término o plazo, la condición y el modo, son consideradas estrictamente como las únicas modalidades de los negocios jurídicos, pues consisten en maneras determinadas en que el negocio se manifiesta con proyección a la relación jurídica que éste trae consigo.

Se suelen señalar por contra, y aun cuando sea en un sentido amplio, otro supuestos de modalidades de negocio, como es la pluralidad de sujetos y de objetos, las obligaciones mancomunadas, etc.

“Por modalidades en sentido estricto -indica ROJINA VILLEGAS- comprenderemos exclusivamente a la condición y al término. Se trata de acontecimientos futuros que afectan la vida o exigibilidad de los actos jurídicos, de los derechos y de las obligaciones. Dada la importancia de estas modalidades les consagraremos un apartado especial.”

“Por modalidades en sentido amplio comprenderemos las que se relacionan con la pluralidad de los sujetos y de los objetos (indirectos) de los derechos y de

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las obligaciones. También incluimos aquí las modalidades que regula el Código Civil para los contratos y los testamentos.”

Sin embargo, una situación es la modalidad o las modalidades de los negocios jurídicos, término o plazo, condición y modo y otra situación diversa la relativa a las modalidades de la obligación como relación jurídica, o sean la pluralidad de sujetos y de objetos y demás indicadas. En las primeras, la especialidad en la manera de manifestarse recae sobre el negocio; en las segundas en cambio, dicha especialidad recae en la obligación y sólo indirectamente, de manera refleja, en el negocio.

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II. LA CONDICIÓN

1. Concepto.

Podemos definir a la condición como el acontecimiento futuro de cuya realización, siempre incierta, depende el nacimiento o la resolución de los efectos del negocio.

“Condición -expresa FLORES BARROETA- es el acontecimiento futuro de realización siempre incierta, del cual depende el nacimiento o la resolución de los efectos de un acto jurídico.”

“La condición -apunta por su parte ORTIZ URQUIDI- es un acontecimiento futuro e incierto de cuya realización depende que tengan lugar plenamente o que se extingan los efectos de un negocio jurídico.”

El concepto legal de condición está señalado por el artículo 1938 de nuestro Código Civil, según el cual, “la obligación es condicional cuando su existencia o su resolución dependen de un acontecimiento futuro e incierto”.

La presencia de una condición en el contenido de un negocio jurídico tiene, lugar cuando al celebrarse éste, su autor o las partes intervinientes señalan un acontecimiento futuro en concreto y en principio claramente identificado y definido, a cuya realización, que puede o no tener lugar, someten el nacimiento o la resolución de los efectos objeto de dicho negocio, de tal manera que si lo condicionado a la realización de ese acontecimiento fue el nacimiento de los efectos, éstos nacerán hasta que el acontecimiento se realice, en tanto que si lo sujeto a esa realización es la resolución de los efectos correspondientes, éstos nacieron sin traba alguna y perdurarán hasta que la condición se realice; llegada dicha realización, los efectos indicados se extinguirán y quedarán destruidos retroactivamente en principio, como si no hubieran existido.

Por el contrario, si en uno y en otro casos de los señalados, el acontecimiento en el que la condición consiste no llega a realizarse, la situación queda como fue desde la celebración del negocio, es decir, en el primer supuesto los efectos nunca nacerán y en el segundo no se resolverán.

No es el caso, como seguramente por inercia lo señala ORTIZ URQUIDI en la definición que ofrece de condición y que hemos transcrito líneas atrás, pues igual inexactitud se contiene en el artículo 1938 del Código Civil también transcrito, que la condición sea un acontecimiento incierto, pues la falta de certeza no es del acontecimiento mismo; éste es plenamente cierto, está identificado, determinado y expresamente señalado por quien corresponda: la incertidumbre califica a la realización del acontecimiento, es decir, se trata como dijimos por nuestra parte, de un acontecimiento futuro y de realización incierta, pues puede o no realizarse; su realización no es segura.

Ahora bien, en todo caso, cuando el acontecimiento se realiza, las consecuencias jurídicas que esa realización trae aparejadas se retrotraen hasta el momento en que el negocio se otorgó. En esas condiciones, si el nacimiento de dichos efectos estaba en suspenso, al realizarse el acontecimiento no sólo nacen

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sino que por una acción jurídica retrospectiva se proyectan hasta el momento del otorgamiento del negocio correspondiente como si no hubiere habido condición.

Por contra, si la realización del acontecimiento resuelve los efectos, precisamente esa resolución implica no sólo la extinción de aquellos sino su destrucción retrospectiva, como si no hubiere habido el acto mismo.

En ese sentido, el artículo 1941 del código establece que “cumplida la condición se retrotrae al tiempo en que la obligación fue formada, a menos que los efectos de la obligación o su resolución, por la voluntad de las partes o por la naturaleza del acto, deban ser referidas a fecha diferente”.

Las dos condiciones principales se desprenden de lo comentado; se trata en primer lugar de la condición suspensiva, o sea, de la que depende el nacimiento de las consecuencias del negocio, y de la condición resolutoria en segundo, de la que depende su resolución. A una y otra nos referiremos en el inciso siguiente.

2. Condición suspensiva y condición resolutoria. Su respectiva operatividad.

El concepto general de la condición comprende el de sus dos especies

principales; son como apuntamos, la suspensiva y la resolutoria.

A) La condición suspensiva

La condición suspensiva es el acontecimiento futuro de cuya realización, siempre incierta, depende el nacimiento de los efectos del negocio. Ello se traduce en que al otorgarse el negocio correspondiente, bien su autor o bien las partes, señalen un acontecimiento futuro, el que es de realización incierta, pues no hay seguridad respecto de su verificación, pero que en todo caso, si éste llega a ser un hecho, cuando ello tenga lugar, nacerán los efectos que el acto celebrado trae aparejados y pasarán a ser una realidad jurídica en la medida que corresponda al negocio celebrado.

“La condición es suspensiva -indica el artículo 1939 del Código Civil- cuando de su cumplimiento depende la existencia de la obligación.”

La compraventa con reserva de dominio regulada por los artículos 2312 al 2315 del Código Civil, precisamente en el capítulo correspondiente a algunas modalidades del contrato de compraventa, es una manifestación de la participación de una condición suspensiva en la dinámica de un negocio jurídico. En este caso, en la celebración del contrato de compraventa correspondiente, “puede pactarse válidamente -establece el artículo 2312 en su primer párrafo- que el vendedor se reserve la propiedad de la cosa vendida hasta que su precio haya sido pagado”.

“La venta con reserva de dominio, como su nombre lo indica -advierte ROJINA VILLEGAS- está supeditada a una condición suspensiva consistente en que la propiedad de la cosa no se transferirá al comprador, sino hasta que se realice un acontecimiento futuro e incierto, que consiste, según el Código Civil, generalmente, en el pago posterior del precio. Es acontecimiento futuro, ya que se

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concede un plazo para pagar. El hecho de conceder un término al comprador no le priva a esta modalidad de su carácter de condición, porque el pago mismo en sí es un acontecimiento incierto que podrá realizarse o no. En otras palabras, se trata de una condición suspensiva que debe verificarse dentro de un cierto plazo. Las condiciones suspensivas pueden por su naturaleza, verificarse dentro de un cierto término, o bien, pueden no implicar plazo alguno para su realización, y en ese evento, se necesitará tener la certeza de que la condición ya no se podrá realizar, porque haya una imposibilidad física para ello.”

“En la venta con reserva de dominio, no sólo cabe la condición suspensiva que fija el legislador, consistente en el pago ulterior del precio, sino que en rigor es posible supeditar la transferencia de la propiedad a cualquier otro acontecimiento futuro e incierto. El legislador sólo ha reglamentado aquella venta en que la transferencia del dominio dependerá del pago del precio, pero dentro de la autonomía de la voluntad, y siguiendo por analogía las reglas generales de las condiciones suspensivas y las particulares de la reserva de dominio, puede subordinarse una venta a cualquier otra modalidad de carácter condicional suspensivo.”

Si bien la condición suspensiva implica precisamente la suspensión del nacimiento de los efectos del negocio, éste, como tal, es un negocio estructuralmente completo, con la única salvedad que su eficacia se mantiene en suspenso, por no haber nacido aún sus efectos; se trata de un negocio temporalmente ineficaz y cuya ineficacia pudiera devenir en permanente si el acontecimiento en el que la condición consiste nunca se realizare.

Además, el negocio celebrado bajo condición suspensiva produce por de otros efectos relacionados, como es el caso de las obligaciones y los derechos señalados para el deudor y el acreedor por el artículo 1942 del Código Civil, cuyo texto es como sigue:

“ART. 1942.-En tanto que la condición no se cumpla, el deudor debe abstenerse de todo acto que impida que la obligación pueda cumplirse en su oportunidad. “El acreedor puede, antes de que la condición se cumpla, ejercitar todos los actos conservatorios de su derecho.”

“Si enfocamos la solución a través del negocio jurídico -concluye BORJA MARTÍNEZ- debemos afirmar que éste existe, aun cuando no produce de momento sus efectos propios, brevemente, no es eficaz.”

“Si se analiza la cuestión desde el punto de la obligación -que es el efecto del negocio jurídico- debe afirmarse que ésta no existe de manera perfecta, sino hasta que se realiza la condición.”

“Borja Soriano, planteándose el problema desde el ángulo de la obligación, sostiene en consecuencia y con absoluta razón, que ésta no nace de manera perfecta sino hasta que la condición se cumple.”

“Del negocio jurídico condicionado nace un derecho eventual, tal y como lo enseña Borja Soriano, y para proteger este derecho eventual surgen derechos y obligaciones, puras y simples, pero de contenido diverso al de la obligación condicionada, derechos autónomos que encuentran su fuente en el negocio jurídico ya existente.”

También se ha emitido la opinión en el sentido de que la condición

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suspensiva no detiene en realidad el nacimiento de los efectos del negocio en el que aquélla se presenta, sino más bien impide la exigibilidad de aquélla. Ese es el parecer de GUTIÉRREZ y GONZALEZ.

“Es de gran importancia y trascendencia jurídica -advierte GUTIÉRREZ Y GONZÁLEZ- determinar si la condición suspensiva suspende la existencia o suspende sólo la eficacia de la obligación, pues según se adopte una u otra postura, se obtendrán resultados jurídicos diversos.”

“Justiniano en la Instituta, Libro Tercero, Título XV, párrafo IV, al ocuparse de la obligación 'sub conditione', dijo que de la estipulación condicional solamente nace una esperanza de obligación; Ortolán comentando este pasaje se pregunta ¿Hecha una estipulación condicional hay ya deudor y acreedor o se necesita que la condición se cumpla? y contesta que si la condición falta, nada debe el que prometió, ni nada ha debido, y de ahí que siguiendo las palabras de Justiniano, mientras la condición está suspensa, la obligación objeto de la promesa no existe, sólo hay esperanza de obligación.”

“Este criterio lo adoptó POTHIER y lo sigue PLANIOL, el cual afirma que mientras la condición está pendiente, se puede decir que la obligación que se suspende no existe; se tiene sólo la esperanza de verla nacer un día.”

“Por mi parte sostengo -siguiendo las ideas de ENNECCERU y de KELSEN, confirmadas por argumentos que desprendí como labor personal para y del Derecho mexicano- que la obligación sujeta a condición suspensiva ya nació y existe como cualquiera otra obligación no sujeta a modalidad, con la variante de que está en suspenso su exigibilidad.”

“Considero que con la transcripción hecha de la obra de ENNECCERUS y de KELSEN, no se puede seguir sosteniendo de manera consciente y racional que la condición suspensiva suspende el nacimiento de la obligación.”

“Es claro que al celebrar un acto contractual V.g., y sujetarlo a condición suspensiva, las obligaciones que de él derivan son perfectas, y sólo queda en suspenso su ejecución; la norma contractual es en si perfecta, lo que se suspende es su eficacia en el tiempo.”

“El mismo Código vigente, aunque proclama en principio la tesis románica suspensiva, deja entrever por la fuerza de la lógica, aspectos que fundan sin discusión la tesis que sostengo. Anotaré en apartados numerados, cómo con la misma ley, se debe afirmar que la condición suspensiva no suspende el nacimiento de la obligación, sino sólo su eficacia.”

“1º Existe una contradicción irreductible entre los artículos 1939 y 1942,

pues el primero determina que la condición suspensiva suspende el nacimiento de la obligación, y en cambio el segundo dispone:

“En tanto que la condición no se cumpla, el deudor debe abstenerse de todo acto que impida que la obligación pueda cumplirse en su oportunidad.” “El acreedor puede, antes de que la condición se cumpla, ejercitar todos los actos conservatorios de su derecho”

“Y ¿cómo es posible que si la obligación conforme al artículo 1939 aún no existe, el acreedor puede, antes de que la condición se cumpla, ejercitar actos conservatorios de su derecho.”

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“O no es posible ejercitar actos conservatorios de un derecho que aún no nace y está equivocado el artículo 1942, o el artículo 1939 es el equivocado y el derecho ya nació junto con la obligación. Sin duda que el correcto es el 1942 y el equivocado el 1939, como se verá.”

“Pero además, ¿por qué el 1942 dice que el deudor está en la necesidad de abstenerse de todo acto que impida que la obligación pueda cumplirse en su oportunidad, y no dice que la obligación pueda nacer o existir en su oportunidad? porque eso, sería lo congruente con el sistema de que la condición suspende el nacimiento.”

“2º Y hay algo más respecto de ese artículo 1942: ¿Por qué la ley, si se trata

de una obligación que aún no nace, designa como ‘deudor y acreedor’ a las partes, y no habla de ‘presunto deudor’ y ‘presunto acreedor’? Si el derecho aún no nace, no se debe nada, y al no deberse nada no hay razón para llamarle deudor, y al otro acreedor.”

“3º Se tiene también este argumento: el Código de 1884 determinaba en el

capitulo relativo a las condiciones, en su artículo 1339 que: “El deudor puede repetir lo que en el mismo tiempo hubiera pagado.”

“pues se consideraba que quien pagaba una obligación sujeta a este tipo de condición, había pagado algo que aun no nacía, y realizaba con ello un pago de lo indebido.”

“Esta norma del Código de 1884 fue suprimida en el Código de 1928. Pero ¿por qué el legislador suprimió esa norma? Considero que lo hizo, porque se dio cuenta de que pagar una deuda sujeta a condición suspensiva, no es un pago sin causa, puesto que la obligación existe.”

“4º Además, el artículo 1947 determina en su primer párrafo:”

“La obligación contraída bajo la condición de que un acontecimiento no se verifique en un tiempo fijo, será exigible si pasa el tiempo sin verificarse.”

¿Por qué la ley no dijo que la obligación contraída, bajo esa condición, nacerá si pasa el tiempo sin verificarse, y sí afirmó que será exigible?”

“5º También no se puede entender que la obligación no ha nacido, si se

considera el texto del artículo 1943, el cual en sus fracciones I y IV preceptúa:” “Cuando las obligaciones se hayan contraído bajo condición suspensiva, y

pendiente ésta, se perdiere, deteriorare o bien se mejorare la cosa que fue objeto del contrato, se observarán las disposiciones siguientes:”

“I. Si la cosa se pierde sin culpa del deudor, quedará extinguida la obligación.” “IV. Deteriorándose por culpa del deudor, el acreedor podrá optar entre la resolución de la obligación o su cumplimiento, con la indemnización de daños y perjuicios en ambos casos.”

“La pregunta lógica si estuviera en lo justo el artículo 1939, sería ésta: respecto de la fracción I, ¿cómo va a quedar extinguida la obligación si no existe?, y con vista de la fracción IV ¿cómo va a pedirse la resolución de una obligación que tampoco existe?”

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“6º Pero donde resalta lo imprudente del artículo 1939, es con relación a la

‘novación’; como se ve adelante ésta es una forma de extinguir obligaciones que precisa como elementos, la existencia de una obligación antigua, una obligación nueva, una diferencia esencial entre la primera y segunda obligaciones, y el 'animus novandi'.”

“Pues bien, es lógico suponer que si de acuerdo con el artículo 1939 una obligación sujeta a condición suspensiva no ha nacido, no podrá ser objeto de novación, pues como ya se dice, ésta precisa de la existencia de una obligación que será extinguida y substituida por otra.”

“Pues bien, el artículo 2216 determina:” “Aun cuando la obligación anterior esté subordinada, a una condición suspensiva solamente quedará la novación dependiente del cumplimiento de aquella, si así se hubiere estipulado.”

“En consecuencia, lo normal es que por el hecho de estar sujeta a condición suspensiva la obligación, no se impida la novación de la misma; sólo se impide, no la novación, sino que ésta sea incondicional, cuando así se pacte.”

“Y ¿cómo iba a poderse novar una obligación que aún no ha nacido si se aplicara el criterio del artículo 1939?”

“7º Ya las leyes modernas llevan la franca marcha al reconocimiento de esta

tesis. El artículo 128-V primer párrafo de la Ley de Quiebras y Suspensión de pagos, determina.”

“Desde el momento de la declaración de quiebra: V. Los créditos sometidos a condición suspensiva serán exigibles contra la quiebra.”

“8º Por último, si la condición suspensiva según la tesis clásica no deja

nacer a la obligación ¿cómo puede inscribirse en el Registro de la propiedad un derecho real de garantía que se otorga para garantizar el cumplimiento de un contrato principal sujeto a condición suspensiva si éste aún no existe? y cómo una compañía afianzadora cobra al fiado o al acreedor por obligarse en relación a un contrato principal sujeto a condición suspensiva, si ese contrato no existe y por lo mismo el contrato accesorio tampoco podría existir? Lo que sucede es que sí existe la obligación y sólo está suspendida su eficacia por la condición.”

“Todo lo expuesto en el apartado anterior quedaría en mera especulación de laboratorio jurídico, si no tuviera reflejos en la vida práctica. Por ello, apunto algunos de los ángulos verdaderamente prácticos de esta tesis:”

“ A. Suponiendo un contrato de compraventa sujeta a condición suspensiva,

si se aplica el criterio equivocado de que la obligación no ha nacido, resultará que si el “deudor” dispone de la cosa vendida antes de que se realice la condición, quedará sujeto para con el acreedor-comprador, sólo al pago del daño y el perjuicio si es que la condición se cumple. Pero no se le puede exigir nada más, pues dispuso de la cosa antes de que la obligación de transmitir la cosa hubiera nacido; dispuso de lo que aún era suyo.”

“En cambio si se considera que la obligación ya nació y sólo no es exigible,

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las consecuencias son otras: si el deudor dispone de la cosa antes de que la condición se cumpla, y ésta se realiza, como ya la obligación había nacido, el deudor dispuso de cosa ajena pues ella ya era del comprador, sólo que aún no tenia derecho a que se le entregara. En este caso el acreedor podrá ejercitar:”

“lº Su acción reivindicatoria, para recuperar su cosa de cualquier detentador.”

“2º Pedir a la autoridad judicial declare nula la enajenación que hubiere hecho su deudor, pues éste dispuso de cosa ajena.”

“3º Denunciar ante el ministerio público al deudor por abuso de confianza, pues la cosa que enajenó, ya no era suya; era un simple depositario de la cosa.”

“Véase esto en un ejemplo: Procopio vende a Facundo su casa, pero se sujeta la operación a la condición suspensiva de que para el día último del año llueva.”

“Antes de que llegue el día último del año, Procopio, sin importarle la operación que celebró con Facundo, vende la casa a Restituto. Llega el día último del año y llueve, realizándose así la condición, que permite a Facundo exigir su obligación, o según la tesis clásica, que hace nacer la obligación.”

“Conforme al criterio clásico, ¿qué derechos tiene Facundo? Tiene sólo el derecho a pedir de Procopio una indemnización por el daño y el perjuicio, ya que ante el hecho ilícito de éste de haber vendido la casa, no podrá exigirle el cumplimiento del contrato, pues ya la cosa no está en el patrimonio de Procopio; tampoco podrá ejercitar los demás derechos que se apuntaron para la víctima del hecho ilícito. Tiene sólo el derecho a pedir de Procopio la indemnización por el daño y el perjuicio, pues evitó que la obligación se cumpliera en su oportunidad, pero la venta que hizo a Restituto es perfecta, pues vendió una casa que era de él, ya que no estaba aún obligado respecto de Facundo, pues al estar sujeta a condición suspensiva su obligación, todavía no nacía, según el criterio clásico.”

“En cambio, si se aplica, el criterio correcto, resulta que al llegar el día último del año y llover, Facundo podrá exigir a Procopio la entrega de la cosa, y éste al no poderlo hacer, Facundo ejercitará una acción de constatación de inexistencia, o como dice el Código, de nulidad para destruir el acto de venta a Restituto, ya que se le vendió cosa ajena propiedad de Facundo; podrá también ejercitar la acción reivindicatoria, y privar a Restituto de la cosa, el cual a su vez podrá intentar el saneamiento por evicción frente a Procopio, o finalmente Facundo podrá acusar en la vía penal a Procopio de abuso de confianza, porque dispuso de una cosa ajena de la cual tenía la custodia pero no la disposición.”

“Cabe aclarar desde luego que, Facundo sólo podrá intentar las acciones citadas en contra de Restituto, si éste actuó con mala intención, o la condición se inscribió en el Registro Público de la Propiedad. Si Restituto es de buena fe, no se le puede oponer la venta a condición, a menos que, como apunto, se hubiera inscrito en el Registro.”

“Con esto se percatará el lector de la trascendencia de aplicar correctamente esta tesis, pues no se reduce a un mero problema académico.”

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“B. También tiene gran importancia en el caso de los siniestros, y con relación a los contratos traslativos de dominio, pues si un contrato de este tipo se sujeta a condición suspensiva y la cosa perece antes de que ésta se cumpla, si se aplica la idea clásica, la cosa perecerá para el que deba transmitir el dominio, y en cambio si se aplica la tesis correcta, la cosa perecerá para el adquirente si la condición se cumple.” Consideramos por nuestra parte que no es ni puede ser la mera exigibilidad de la obligación como efecto del negocio, aquello cuyo nacimiento sea lo mantenido en suspenso por la presencia de una condición suspensiva, pues ello implicaría una serie de obligaciones inexigibles por la no realización del acontecimiento en el que la condición consiste, lo que traería como consecuencia enriquecimientos sin justificación alguna. Lo suspendido es en realidad el nacimiento mismo de la obligación, pero que cuando éste tiene lugar, sus efectos, como veremos inmediatamente después, se retrotraen hasta la fecha de celebración del negocio; por eso la protección de las situaciones de quienes intervienen en la relación, mientras la condición no se realiza.

Es de la naturaleza de la condición suspensiva, pues lo es de las condiciones en general, que realizada aquélla, los efectos del negocio cuyo nacimiento estuvo en suspenso hasta en tanto no se realizara, no sólo nazcan cuando esa realización tiene lugar, sino que, y he aquí uno de los aspectos más interesantes del estudio de las condiciones, se retrotraen hasta el momento de celebración del negocio correspondiente, salvo que se hubiere dispuesto o pactado otro momento, o que por la naturaleza del negocio en el cual se señaló la condición del caso tales efectos se retrotrajeren a momento inverso o incluso no hubiere retrotracción alguna.

“Cumplida la condición -dispone el artículo 1941 del Código Civil- se retrotrae al tiempo en que la obligación fue formada, a menos que los efectos de la obligación o su resolución, por la voluntad de las partes o por la naturaleza del acto, deban ser referidas a fecha diferentes.”

La retrotracción de efectos hasta el momento de la celebración del negocio celebrado, se debe a que el negocio correspondiente fue sometido a esa condición pues al momento de su celebración no habría tenido lugar el acontecimiento a cuya realización se condicionó el nacimiento de los efectos del caso y de lo contrario, o sea, si aquél ya hubiere tenido lugar, el negocio se hubiere otorgado simple y llanamente sin sujeción a condición alguna por lo que a ello se refiere.

Por ende, si en la celebración de un contrato de compraventa no se pacta que el comprador cubrirá el precio a plazos sino al contado, no tiene por que haber reserva alguna de la propiedad por parte del vendedor, pues lo que podía motivar esa reserva era precisamente la falta actual de pago del precio.

“Gabolde -reseña BORJA SORIANO- después de afirmar que ‘la regla del efecto retroactivo de la condición tiene en el estado actual de nuestra legislación el carácter de un principio’, refiriéndose a su fundamento agrega: ‘Tres sistemas principales se han propuesto para determinar este fundamento. Según el primero, la retroactividad sería una ficción, puesto que consiste en determinar la situación de las partes como si, desde el principio, la obligación hubiera sido pura y simple o jamás hubiera existido, ambas cosas contrarias a la realidad de los hechos. De

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aquí se pretende deducir un método particular y restrictivo, de la interpretación de la regla...El segundo sistema es el de la confirmación del Derecho por el cumplimiento de la condición. La regla de la retroactividad estaría enteramente conforme con la noción del Derecho condicional. El derecho condicional preexistiría al cumplimiento de la condición. Puesto que el derecho existe ya, la llegada de la condición no podría tener por efecto hacerlo nacer, sino solamente confirmarlo. Entonces nada más normal, más conforme a la naturaleza del derecho condicional que los efectos de él se remonten en el pasado hasta el día en que el trato de las partes lo haya hecho nacer...Según un tercer sistema la retroactividad de la condición tendría su origen en la voluntad presunta de las partes. Estas, al contratar bajo condición, verosímilmente han querido ligarse de la misma manera que si, en la certidumbre de la llegada de la condición, hubiesen hecho desde ese día un contrato puro y simple...Parece que el verdadero fundamento jurídico de la retroactividad de la condición debe buscarse en una combinación de la verdadera noción de derecho condicional y de la voluntad presunta de las partes desde el punto de vista de la disposición de la cosa.’ [PLANIOL, RIPERT, ESMEIN, RADOUANT y GABOLDE, t. VII, número 1037]”

“Yo considero -agrega- que en orden al código de 1884 debemos preferir al tercero de los sistemas expuestos, el de la voluntad presunta de las partes, que es el que reconoce CUNHA GONCALVES, refiriéndose al artículo del código portugués del que procede nuestro artículo 1335, en la inteligencia de que, como dice el mismo autor en el lugar citado, el efecto retroactivo pueden las partes excluirlo o restringirlo por cláusula expresa del contrato.”

“En cuanto al código de 1928, creo que adopta el mismo sistema en vista de que el origen del artículo 1941 de este código es el 110 del Proyecto Franco-Italiano y que en la exposición de motivos de este proyecto se lee lo que sigue: 'Las comisiones no han creído deber abandonar la regia tradicional de la retroactividad de la condición cumplida. El ejemplo contrario del código alemán v después el del código suizo, no las ha persuadido; nada justifica esta reforma si no es quizá una crítica insuficientemente reflexionada de los textos romanos. Pero, conservando el principio de la retroactividad en el sentido de que la obligación condicional debe reputarse nacida a partir del momento en el que ha sido contraída si la condición se realiza, ha parecido que no se debía siempre aplicar esta regla en lo que concierne a los efectos de la obligación, puesto que hay casos en los cuales la voluntad de las partes es evidentemente dar efecto al vínculo obligatorio, a partir solamente del instante en el que la condición se ha cumplido...La nueva fórmula del artículo 110 hace desaparecer toda duda; la condición opera con efecto retroactivo al momento en el que la obligación se forma y es en este momento en el que deben existir los elementos constitutivos del contrato, pero los efectos de la obligación o su resolución pueden ser llevados a un momento diferente, si tal es la voluntad de las partes o la consecuencia de la naturaleza del acto.”

Una manifestación legislativa de la que se desprende claramente esa retrotracción natural de efectos cuando el acontecimiento en el que la condición suspensiva consiste se realiza, está prevista por el artículo 1360 del Código Civil, a propósito de la condición impuesta por el testador.

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Dicho precepto establece que “la condición que se ha cumplido existiendo la persona a quien se impuso, se retrotrae al tiempo de la muerte del testador, y desde entonces deben abonarse los frutos de la herencia o legado, a menos que el testador haya dispuesto expresamente otra cosa”.

B) La condición resolutoria

La esencia de la condición resolutoria también forma parte de la definición de la condición en general. Se trata del acontecimiento futuro de cuya realización siempre incierta, depende la resolución de los efectos del acto.

Conforme al articulo 1940 del Código Civil, “la condición es resolutoria cuando cumplida resuelve la obligación, volviendo las cosas al estado que tenían, como si esa obligación no hubiere existido”.

Como podemos observar, la dinámica de la condición resolutoria es exactamente la contraria a la de la condición suspensiva; en ésta los efectos del acto sujeto a la misma no nacen sino hasta la realización de aquélla, es decir, su nacimiento está en suspenso desde la celebración del negocio y esta situación se mantiene mientras la condición no se realiza.

En la condición resolutoria, en cambio, los efectos del acto nacen y se mantienen en plenitud, como si se tratare de un negocio puro y simple, pero sólo mientras el acontecimiento no se realiza; cuando dicho acontecimiento tiene lugar, esos efectos, además de llegar a su terminación, se destruyen retroactivamente.

“En cuanto a la condición resolutoria -apunta FLORES BARROETA- el artículo 1940 indica que ésta es ‘cuando cumplida resuelve la obligación, volviendo las cosas al estado que tenían, como si esa obligación no hubiera existido’.

O sea que las obligaciones y derechos como efectos del acto, nacen, se producen; pero si la condición se realiza, se resuelven, desaparecen y la situación queda como si tales obligaciones y derechos nunca hubieran existido. Por ejemplo, una persona se obliga a transmitir a otra la propiedad de una cosa, en tanto que la adquirente se encuentre enferma; pero sujetándose dicha obligación a la condición resolutoria de que sane. Si la condición se realiza, se resolverá la obligación de transmitir la propiedad, como si nunca hubiera habido enajenación. Así, el adquirente se considera como si nunca hubiera adquirido la cosa y el enajenante como si nunca la hubiera enajenado.”

Lo señalado con anterioridad en este inciso a propósito de la condición resolutoria, pone también de manifiesto que la retrotracción de efectos consiguiente participa en la mecánica de dicha condición, sin más salvedad que las previstas por la ley en contrario.

En Derecho sucesorio se prevén y regulan las disposiciones testamentarias sujetas a condición resolutoria. Uno de estos casos lo contiene el artículo 1363 del Código Civil en el que por cierto, la resolución no es plena, pues el legatario del supuesto podrá haber hecho suyas todas las prestaciones que le correspondieran hasta el día de la realización del acontecimiento. Dicho precepto establece que “si el legado fue de prestación periódica, que debe concluir en un día que es inseguro

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si llegará o no, llegado el día el legatario habrá hecho suyas todas las prestaciones que correspondan hasta aquel día”.

Además, recordemos que cuando comentamos el inicio de la personalidad jurídica de la persona física, concluimos que ésta arranca desde la concepción de quien se trate, pero sujeta a la condición resolutoria negativa consistente en que el individuo no nazca viable. Si la condición no se realiza, esto es, si el nacimiento del individuo tiene lugar con viabilidad, dicha personalidad Jurídica subsiste hasta la muerte del sujeto. Por el contrario, si la condición se realiza pues de quien se trate nace no viable, se estará a lo dispuesto por el artículo 337 del Código Civil, en el sentido de que “faltando alguna de esas circunstancias -la viabilidad precisamente- nunca ni nadie podrá entablar demanda sobre la paternidad”, lo que trae consigo la ausencia total de personalidad, con destrucción de lo eventualmente producido por dicha personalidad durante la vida intrauterina, como si el sujeto no hubiere sido siquiera concebido.

3. Especies de condición En todo caso, la condición será suspensiva o resolutoria, sin admitir ello

excepción. Supuesta dicha dualidad de posibilidades, a su vez una y otra pueden ser de cualquiera de las especies que agrupadas sistemáticamente se indican a continuación:

A) La condición potestativa, la casual y la mixta; B) La condición positiva y la negativa: C) La condición imposible y la condición ilícita.

A) La condición Potestativa, la casual y la mixta

“A la primera de éstas -anota ORTIZ URQUIDI- también se le llama voluntaria y es la que depende sólo de la voluntad de una de las partes, voluntad que lógicamente no puede ser nunca la del obligado, dado que ello equivaldría a que el cumplimiento de la obligación quedara al arbitrio del mismo obligado, lo que es contrario a textos expresos de la ley, como son los artículos 1797 y 1944 del Código en consulta, conforme al primero de los cuales la validez y el cumplimiento de los contratos no puede dejarse al arbitrio de uno de los contratantes, y conforme al segundo, cuando el cumplimiento de la condición depende de la exclusiva voluntad del deudor, la obligación condicional será nula.”

“Un ejemplo de condición potestativa sería el siguiente: si vas a Oaxaca o si haces este trabajo, te regalo mi caballo. Pero nunca podría el obligado decir: si voy a Oaxaca o si hago este trabajo te regalo mi caballo.”

“La condición es casual cuando no depende de la voluntad de las partes, sino de un acontecimiento natural o de la voluntad de un tercero. Ejemplos: si llueve -acontecimiento natural- o si Juan participa en tal concurso -acontecimiento dependiente de la voluntad de un tercero ajeno al acto- te regalo mi caballo.”

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‘Por último, la condición es mixta cuando al mismo tiempo que depende de la voluntad de un tercero, depende también de la voluntad del acreedor. Por ejemplo: si te casas con tal muchacha te regalo mi biblioteca. Aquí la condición es mixta, porque el casamiento en que consiste no solamente depende de la voluntad del acreedor, sino también de la voluntad de la muchacha, que bien puede desear casarse con aquél, pero también puede desear lo contrario.”

“Dentro de las condiciones potestativas -abunda FLORES BARROETA- los autores franceses distinguen las que llaman puramente potestativas y las que denominan simplemente potestativas. Las primeras son las que en forma exclusiva dependen de la voluntad de una de las partes. Las segundas, son las que dependen no sólo de dicha voluntad sino en cierta forma de una realización exterior incierta. La forma de expresión de las primeras, sería ‘si quiero’, ‘si me conviene’. Ejemplo de las segundas, sería éste: ‘venderé a usted mi casa, si me veo precisado a venderla en un mes’. Se significa que en la incertidumbre de la precisión de venta, ésta se hará en favor de la persona a quien se ha prometido. Las condiciones puramente potestativas son nulas, según lo dispone el artículo 1944. La razón de este precepto es que el cumplimiento de los actos jurídicos no puede quedar al arbitrio de una sola de las partes.”

B) La condición positiva y la negativa

Cuando la condición señalada implica un hecho que llegare a pasar

estaremos ante una condición positiva. En cambio, si dicho acontecimiento consiste en algo que no suceda, ello se traduce en una condición negativa.

Así, que llueva, se realice un viaje o se contraiga matrimonio, son condiciones positivas; por contra, que no llueva, no se viaje o no se contraiga matrimonio son condiciones negativas.

C) La condición imposible y la condición ilícita

“Las condiciones imposibles -señala FLORES BARROETA- anulan la

obligación, en los términos del artículo 1943. Para entender la razón de esta disposición, hasta citar un ejemplo: “Daré a usted en arrendamiento mi casa, si sujeta a la acción del calor un cuerpo sin que se dilate.” Es tanto como decir: “jamás daré a usted en arrendamiento mi casa”. Pero el artículo 1943, indica que la condición de no hacer una cosa imposible se tiene por no puesta, es decir, la obligación vale. Es evidente, también, la razón. Si alguien ofrece vender con la condición de que el comprador no se substraiga a la fuerza de la gravedad, la obligación nacerá, pues la condición jamás podrá realizarse. Por eso, el precepto dice que esta condición se tiene por no puesta, o sea que la obligación o el derecho nacen como si no hubiera condición.”

“La condición debe ser lícita, es decir, conforme a las leyes de orden público y a las buenas costumbres, pues la condición ilícita, o sea, la contraria a las leyes de orden público o a las buenas costumbres, anula la obligación según lo dispone también el artículo 1943.”

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III. EL TÉRMINO

1. Concepto La segunda de las modalidades anunciadas respecto de los negocios

jurídicos es el plazo, también llamado término; por él podemos entender el acontecimiento futuro de cuya realización, siempre cierta, depende la exigibilidad o la extinción de los efectos del negocio.

La presentación y consideración de esta figura debe iniciarse con el señalamiento de las posiciones que doctrinalmente se han adoptado a propósito de su denominación adecuada, pues hay quien afirma debe ser llamado plazo; hay quien opta por término y una tercera postura identifica ambos conceptos, por suponer sinonimia entre ellos.

En lo citado por ORTIZ URQUIDI se concentran las posiciones señaladas y la suya propia.

“‘Término’ y ‘plazo’ -en opinión de ORTIZ URQUIDI- son voces que todo el mundo toma como sinónimo en el lenguaje de nuestra ciencia, aunque es posible distinguirlos, como lo hace VON TUHR -Tratado de las Obligaciones, trad. del alemán por W. Roces, t. 11, p. 40, Madrid, 1934- llamando término al ‘momento en que ha de realizarse la prestación’ y plazo al ‘espacio de tiempo dentro del cual haya de hacerse efectiva’ dicha prestación. (En el mismo sentido, PAUL OBERTMANN, Introducción al Derecho Civil, pp. 331 a 333 de la trad. de Luis Sancho Seral, Editorial Labor, Barcelona, 1933.) “

“DON MANUEL ALBALDEJO es todavía más preciso en cuanto a su concepción del término, ya que éste es para él -El Negocio jurídico, p. 267, Barcelona, 1958- no sólo el ‘momento en que ha de realizarse la prestación’, como lo entiende VON TUHR, o ‘el momento en el que debe suceder alguna cosa o producirse un efecto’, como lo dice OERTMANN, sino, dice ALBALADEJO, ‘es el momento en el que comienza o acaba la eficacia del negocio’. Y agrega: ‘en el primer caso se califica de inicial (dies a quo); en el segundo, de final (dies ad quem). O sean, respectivamente el término suspensivo y el término extintivo de los que luego nos ocuparemos. Por cierto que ALBALADEJO no distingue entre término y plazo, sino que los toma como sinónimos. Mas ello no obstante, su concepto del término no puede ser mejor, ya que expresa lo que todo término es: el comienzo o el fin de algo. Así, por ejemplo, en Lógica: son términos del juicio el sujeto y el predicado, que respectivamente ocupan el comienzo y el fin, los dos extremos, de aquél: ‘Juan es bueno’, en cuyo juicio Juan es el término llamado sujeto, es es la cópula, y bueno el término llamado predicado.”

“Sin embargo, y volviendo a la aludida distinción señalada por VON TUHR y por OERTMANN, como la misma, aunque clara, no deja de ser sutil y además inútil, pensamos que lo mejor es seguir la corriente generalizada de tener a los dos repetidos vocablos -término y plazo- como sinónimos, y por ello indistintamente los emplearemos en el curso de esta obra cada vez que tengamos necesidad de hacerlo, para referirnos al concepto que en la siguiente definición se desarrolla y

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que por cierto es -palabras más, palabras menos- en la que coinciden los autores y que da don TRINIDAD GARCÍA en la página 173 de su tantas veces invocada Introducción.”

Consideramos por nuestra parte, que si la modalidad consiste en un acontecimiento futuro y ello tendrá lugar cuando el plazo señalado llegue a su término, éste, el término del plazo como tal, es el acontecimiento que implica la modalidad, de tal manera que dicha designación, o sea, la de término, admite ser la adecuada.

Debemos hacer destacar como una característica substancial del término, que éste es un acontecimiento de realización siempre cierta, o sea, se trata de algo que indefectiblemente tendrá lugar por el mero transcurso del tiempo en el que se espera se desplace.

“Es obligación a plazo -establece el artículo 1953 del Código Civil- aquélla para cuyo cumplimiento se ha señalado día cierto.”

“Entiéndase por día cierto -aclara el precepto siguiente- aquél que necesariamente ha de llegar.”

2. Término suspensivo y termino extintivo Del concepto vertido con anterioridad respecto del término se desprenden

dos clases de éste: el suspensivo y el extintivo. Podemos considerar al primero como el acontecimiento futuro de cuya realización, siempre cierta, pues tendrá lugar indefectiblemente, depende la exigibilidad de los efectos del negocio. El término extintivo en tanto, es el acontecimiento futuro de cuya realización, siempre cierta, depende la extinción de dichos efectos.

En esas condiciones, cuando del término suspensivo se trata, la exigibilidad de las obligaciones generadas por el negocio se mantienen en suspenso hasta en tanto no llegue el día en que serán exigibles. El término extintivo en cambio, hace que dichos efectos se extingan. De ahí la respectiva calificación que se da a uno y otro de estos términos.

3. Término y condición. Coincidencias y diferencias “...la condición y el término -indica ORTIZ URQUIDI- se parecen en tanto

que ambos consisten en acontecimientos futuros; pero substancialmente se diferencian en cuanto a que el término es de realización cierta y la condición es de realización incierta, pues el acontecimiento en que aquél consiste siempre llega (por ejemplo el 1 ° de enero del año entrante o la muerte de una persona) mientras que la condición puede o no realizarse. Así, si alguien le dice a una persona que le donará su biblioteca, si se recibe de abogado, está condicionando la donación a un hecho incierto, de no segura realización, puesto que la recepción profesional en cuestión puede o no realizarse.

Además, de la presentación misma de una y otra de las modalidades

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señaladas, se desprende en primer lugar que la condición, particularmente la suspensiva, suspende el nacimiento mismo de la obligación y el término suspensivo hace lo propio con la exigibilidad de dicha relación. Asimismo, la condición resolutoria resuelve y por ello destruye retroactivamente la obligación cuando se realiza el acontecimiento que la configura mientras que el término extintivo como el correlativo a aquella condición, trae consigo la extinción de los efectos, es decir, la obligación llega a su término, pero sin destrucción de lo ya generado por ella.

4. Operatividad El plazo se entiende siempre señalado a favor del deudor, salvo lo pactado o

circunstancial en contrario. Así lo establece el artículo 1958 del Código Civil. “El plazo -señala dicho precepto- se presume establecido en favor del

deudor, a menos que resulte, de la estipulación o de las circunstancias, que ha sido establecido en favor del acreedor o de las dos partes.”

Su cómputo, por así ordenarlo el artículo 1956 del propio ordenamiento, es de acuerdo con lo en él previsto para el cómputo de la prescripción en sus artículos 1176 a 1180. Uno y otros son como sigue:

“ART. 1956.- El plazo de las obligaciones se contará, de la manera prevenida en los artículos del 1136 al 1180.” “ART. 1176.- El tiempo para la prescripción se cuenta por años y no de momento a momento, excepto en los casos en que así lo determine la ley expresamente.” “ART. 1177.- Los meses se regularán con el número de días que les correspondan” “ART. 1178.- Cuando la prescripción se cuente por días, se entenderán éstos de veinticuatro horas naturales, contadas de las veinticuatro a las veinticuatro.” “ART. 1179.- El día en que comienza la prescripción se cuenta siempre entero, aunque no lo sea; pero aquél en que la prescripción termina, debe ser completo.” “ART. 1180.- Cuando el último día sea feriado, no se tendrá por completa la prescripción, sino cumplido el primero que siga, si fuere útil.”

Quien paga anticipadamente no puede repetir pero si lo hizo ignorando el plazo a su favor puede reclamar intereses o frutos (artículo 1957) .

El plazo a favor del deudor caduca, es decir, éste pierde el derecho a aquél, en los casos señalados por el artículo 1959, cuyo texto es el siguiente:

“ART. 1959.- Perderá el deudor todo derecho a utilizar el plazo “I. Cuando después de contraída la obligación, resultare insolvente, salvo que garantice la deuda; “II. Cuando no otorgue al acreedor las garantías a que estuviere comprometido; “III. Cuando por actos propios hubiere disminuido aquéllas garantías después de establecidas, y cuando por caso fortuito desaparecieren, a menos que sean inmediatamente sustituidas por otras igualmente seguras.”

5. Término incierto Hay ocasiones en las cuales, como modalidad de un negocio jurídico se

establece un acontecimiento futuro de realización cierta, pues indefectiblemente

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llegará, pero con el desconocimiento e inseguridad de cuándo habrá de llegar. Tal es el caso del llamado término incierto. Un ejemplo de esta modalidad, es el fallecimiento de una persona, de realización indefectible, pero que se ignora cuando ello tendrá lugar.

“Desde otro punto de vista -advierte ORTIZ URQUIDI- concretamente, no desde el de la certeza de la llegada del acontecimiento en que el término consiste, sino desde el de la ignorancia de la fecha precisa de esa llegada, se ha acostumbrado clasificar a los términos en ciertos e inciertos. Al primero de ellos en forma expresa y al segundo implícitamente, alude el artículo 1954 de nuestro Código Civil al disponer que ‘entiéndase por día cierto aquel que necesariamente ha de llegar’. Por ejemplo, el 1° de enero, el 17 de abril, el 12 de octubre, etc., etc., del año entrante o del año venidero que sea.”

“En cambio, cuando el acontecimiento necesariamente debe llegar, pero se ignora la fecha precisa de esa llegada, entonces decimos que el plazo es incierto. como el caso de la muerte de una persona, ya que es indudable y cierto, certísimo, que todas las personas nos tendremos que morir, siendo solamente incierto el día de la muerte. Un claro ejemplo de un negocio jurídico sujeto a este tipo de término lo constituye el contrato llamado de seguro ordinario de vida, pues no podemos decir que esté sujeto a una condición sino a un término, ya que a la muerte del asegurado, que necesariamente tiene que realizarse, la compañía aseguradora tendrá la obligación de pagar el importe del seguro al beneficiario de éste, si es que, naturalmente, el pago de las primas está, al corriente y el contrato vigente.”

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IV. EL MODO

1. Definición El modo, también llamado carga, puede definirse precisamente como la

carga que el autor de una liberalidad impone al beneficiario de ésta. “La definición más generalizada del modo -señala ORTIZ URQUIDI- es la

que afirma que es una carga accesoria impuesta por el autor de una liberalidad al agraciado con ésta.”

“Podemos definir el modo -afirma por su parte FLORES BARROETA- como la carga impuesta al beneficiario en un acto de liberalidad, por el autor, a efecto de realizar una prestación, que puede ser en favor del propio autor o de tercero. Por ejemplo, en una donación, el donante impone al donatario la carga de erigir una estatua en honor del mismo donante; o la carga de dar determinada cantidad de dinero a un tercero.”

2. Características

“El análisis de la anterior definición -agrega ORTIZ URQUIDI- nos conduce a

establecer que el modo tiene las siguientes características:” “I. Consiste en una carga;” “II. Es una carga accesoria;” “III. Es una carga impuesta en negocios jurídicos que entrarían una

liberalidad;” “IV. La carga es impuesta por el autor de la liberalidad;” “V. La carga se impone al agraciado con la liberalidad.” “Se entiende por carga en Derecho -primera de dichas características- una

subespecie de obligación, que se distingue de la obligación propiamente dicha porque en tanto que frente a ésta hay siempre un derecho correlativo (mi obligación de pagarte: tu derecho de cobrarme) en la carga hay sólo la obligación, pero no el derecho. El más claro ejemplo de la carga nos lo proporciona el Derecho Procesal: la carga de la prueba de sus respectivas pretensiones corre a cargo de cada parte. Esto quiere decir que el actor es obligado a demostrar los hechos constitutivos de su acción y el demandado los de sus excepciones y defensas. Pero si tienen tal obligación o carga, nadie tiene derecho a exigirles que la cumplan. Si trasladamos estas ideas al Derecho substantivo, concretamente a la institución del modo, la conclusión lógica surge incontrovertible: si al agraciado con una liberalidad (la donación de una casa, por ejemplo) se le impone la carga de tener abierta al público en las horas hábiles de los días hábiles la biblioteca, existente en dicha casa, tendrá la obligación de cumplir con la carga, pero nadie tendrá derecho de exigirle que la cumpla. Esta conclusión, que impecablemente impone la Lógica y estrictamente autoriza, el Derecho, ha provocado sin embargo disensión de opiniones que conducen a soluciones contrarias, de las que más adelante nos

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ocuparemos.” “En cuanto a la segunda característica, debemos aclarar que cuando

mediante ella se afirma que el modo es una carga u obligación accesoria, lo que se quiere decir es que tal carga nada tiene que ver con la naturaleza propia del negocio con el que se le relaciona, pues es por completo extraña a dicha naturaleza. ‘El efecto -dice SALVAT en el parágrafo 782, p. 616, del t. I, Obligaciones en General, de su Tratado de Derecho Civil Argentino, 6ª ed., Buenos Aires, 1952- para que una obligación constituya un cargo (así, en masculino, tanto la doctrina, como la jurisprudencia y la ley -arts. 558 a 565 de su Código Civil- llaman en Argentina a lo que en México y otras latitudes llamamos modo a carga, en femenino) es necesario que se trate, no de una obligación normalmente derivada del acto jurídico realizado, sino de una obligación extraña a su naturaleza. Por ejemplo: la obligación de pagar el precio de una cosa vendida no constituye un cargo, aun cuando las partes digan que se vende tal o cual cosa con cargo para el comprador de pagar tal precio, porque esta obligación es inherente a la esencia misma del contrato de compraventa; a la inversa, la obligación de levantar un monumento artístico -Pedro hace donación a Pablo...(de) una quinta de su propiedad, pero le impone la obligación de levantar en ella un monumento artístico- constituye un verdadero cargo, porque ella es extraña a la naturaleza del contrato de donación.”

“También son dignas de citarse sobre este mismo particular las palabras de JORGE GIORGI contenidas en el número 387, p. 403, del v. IV de su Teoría de las Obligaciones, traducción de la 7ª ed. italiana por la redacción de la Revista General de Legislación y jurisprudencia, Madrid, 1930, que haciendo alusión concreta a los contratos, así dicen: ‘No modifica (el modo) en rigor al contrato, sino que constituye en él una prestación accesoria, la cual, si no hace absolutamente conmutativo un contrato que de otra manera sería a título gratuito, disminuye por otra parte el beneficio del gratificado, y hace el contrato, al menos imperfectamente, sinalagmático. De aquí se desprende que no se concibe el modo más que en las donaciones; o al menos, en aquellos contratos, que a pesar de su nombre de conmutativos, contienen mezcla de liberalidad. Verbigracia: una venta por precio inferior al justo.”

“Con relación a la tercera característica diremos que la opinión generalizada, casi unánime, de la doctrina al respecto, es en el sentido de que el modo sólo puede darse en los negocios jurídicos que impliquen o entrañen una liberalidad: la donación, por acto entre vivos, y el legado en actos por causa de muerte. O -repitiendo las palabras finales de la anterior transcripción de GIORGI- en negocios que ‘contienen mezcla de liberalidad’. Por ejemplo: la compraventa de una casa en cien mil pesos cuando su justo precio es de un millón, pero imponiéndosele al comprador la carga de mantener abierto sus jardines al público durante determinadas horas del día. La liberalidad consistiría aquí, obviamente, en los novecientos mil pesos de la diferencia entre el precio real y verdadero (el millón de pesos) y el efectivamente pagado: cien mil pesos.”

“Y si hemos dicho que es casi unánime el parecer de la doctrina en el sentido acabado de expresar, es porque en Argentina -que sepamos en ningún otro

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país los autores son de este parecer, salvo en nuestro México GUTIÉRREZ y GONZÁLEZ- hay quienes sostienen sobre este particular que aunque los casos son raros es posible ‘encontrar verdaderos cargos en las transmisiones a título oneroso’. En este mismo sentido se pronuncian los también argentinos BUSSO y LAFAILLE, t. III del Código Civil Anotado, comentarios al art. 558, p. 537, Buenos Aires, 1958, del primero, y p. 57 del t. 2, Obligaciones, Buenos Aires, 1950, del segundo, y también MACHADO -citado por BORDA- t. 2. nota al art. 558, p. 250.”

“Mas el propio BORDA -Tratado de Derecho Civil Argentino-, se pronuncia por la contraria en los siguientes términos: ‘En nuestra doctrina se ha sostenido que, si bien lo normal y corriente es que los cargos sólo se impongan en los actos que importan una liberalidad, esto no hace a la esencia del modo, que bien podría imponerse en un contrato oneroso.’ En apoyo de esta teoría se cita la opinión de MAKELDEY, recordada por VÉLEZ SÁRSFIELD en la nota al artículo 558. Creemos que este argumento es muy débil para apoyar un punto de vista tan evidentemente erróneo. No sólo las notas de VÉLEZ no son obligatorias para el intérprete, sino que, en este caso, el codificador se ha limitado a recordar la opinión de un autor, la que resulta contradictoria con su propia definición del modo, transcrita, también en la citada nota. Según ésta, el modo supone un acto por el cual ‘una persona quiere beneficiar a otra’. Y en los contratos onerosos no se da este supuesto; cada una de las partes procura no beneficiar a la otra, sino, por el contrario, cuidar de su propio interés y sacar del acto la mayor ventaja posible. Las obligaciones impuestas en tal caso a la otra parte, no son un cargo, sino simplemente una contraprestación. La doctrina extranjera es unánime en el sentido de que el cargo sólo puede concebirse en los actos que importan una liberalidad.”

Pero esta última afirmación de BORDA no es cierta, ya que la unanimidad de que nos habla la rompe nuestro compatriota GUTIERREZ y GONZÁLEZ al sostener en la p. 330 de la 4ª edición de su Derecho de las Obligaciones, con el número 441 y bajo el rubro Carga o modo en el Código, lo siguiente: ‘El Código no hizo una reglamentación especial de esta cláusula accidental a estudio, pero ello no significa que la desconozca, y si bien es cierto que la refiere a todos los casos en que la menciona a los actos gratuitos, también es cierto que no tiene una norma que prohíba establecerla en los actos onerosos, y además ello se puede lograr por la aplicación que se haga fiel artículo 1832 cuando preceptúa que ‘en los contratos civiles cada uno se obliga en la manera y términos que aparezca que quiso obligarse, sin que para la validen del contrato se requieran formalidades determinadas, fuera de los casos expresamente designados por la ley’.”

“Con respecto a la cuarta característica debemos decir que el modo jamás puede tener otra fuente que no sea la voluntad.”

“La ley, por ejemplo, nunca puede fijarlo, como ya vimos que sí puede hacerlo con el término o plazo. Verbigracia, los términos que la ley fija para la prescripción, y que en el caso del modo jamás puede suceder, ya que éste nace siempre de una manifestación de voluntad particular, la del autor de la liberalidad, aunque su vida, la vida del modo -claro- queda ligada a la aceptación de la liberalidad por parte del destinatario de ésta. Pues es obvio que si la donación o el legado a los que se liga la carga no son aceptados, los mismos quedan sin efecto y

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con ellos queda también sin efecto la carga, que así las cosas no cobra existencia jurídica, no vive para el Derecho, ya que no hay que olvidar que a éste no le interesa nada que no produzca efectos dentro de su campo, el campo jurídico.”

“Finalmente, en cuanto a la quinta y última de las características en cuestión, no hay sino repetir las palabras del propio SALVAT -p. 616 antes citada- en el sentido de que el ‘modo...tiende siempre a limitar o aminorar un derecho y, por consiguiente, no se concibe sino como una imposición al adquirente de él’ en razón y por virtud de haber sido agraciado con la liberalidad.”

3. Sus diferencias con la condición “Por naturaleza -enseña BORJA SORIANO siguiendo a HEMARD- el modo

difiere de la condición en que no depende de un acontecimiento futuro e incierto. No suspende el derecho del donatario o vendedor, como la condición suspensiva; no hace incierto el nacimiento de este derecho: el acto produce inmediatamente efecto; el modo obliga a la ejecución impuesta. La inejecución del modo no opera de pleno derecho la resolución del acto, como la condición suspensiva: es solamente una causa de revocación, que debe ser invocada y, en caso de incumplimiento del modo, su ejecución íntegra puede ser demandada y no necesariamente la revocación. Por sus efectos, el modo se parece a la condición resolutoria. Cuando la carga no es ejecutada, la revocación del acto puede ser demandada y tiene por efecto hacer desaparecer retroactivamente el acto jurídico, borrarlo aun en el pasado.”

4. Algunas manífestaciones legislativas El Código Civil no contiene regulación expresa del modo, sin embargo, de su

texto se pueden obtener varias manifestaciones del mismo. El Derecho Sucesorio, por ejemplo, acoge diversos casos de modos

impuestos por el testador; entre ellos, podemos citar los siguientes: Designado alguien como tutor, curador o albacea en testamento, además de

haber sido instituido heredero o legatario, el hecho de renunciar sin justa causa al desempeño de cualquiera de esos cargos, lo hará caer en incapacidad de heredar.

Así lo dispone el artículo 1331 del Código Civil del texto siguiente: “ART. 1331.- Por renuncia o remoción de un cargo son incapaces de heredar por testamento los que, nombrados en él tutores, curadores o albaceas, hayan rehusado, sin justa causa, el cargo, o por mala conducta hayan sido separados judicialmente de su ejercicio.”

El testador también puede imponer a alguno de sus beneficiarios, la carga de proporcionar alimentos a los acreedores alimentistas que aquél tenga a su fallecimiento, en la medida que a él correspondía prestarlos.

En efecto, según el artículo 1336 del Código Civil, la pensión alimenticia es carga de la masa hereditaria, excepto cuando el testador haya gravado con ella a

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alguno o algunos de los partícipes en la sucesión. En general, cabe también citar lo dispuesto por los artículos 1284 y 1285 de

nuestro ordenamiento civil, dirigidos respectivamente a la situación modal del heredero y del legatario.

“ART. 1284.- El heredero adquiere a título universal y responde de las cargas de la herencia hasta donde alcance la cuantía de los bienes que hereda.” “ART. 1285.- El legatario adquiere a titulo particular y no tiene más cargas que las que expresamente le imponga el testador, sin perjuicio de su responsabilidad subsidiaria con los herederos.”

A propósito de las donaciones, podemos señalar lo establecido por los artículos, 2334, 2336, 2337, 2353 y 2368, con el respectivo texto siguiente:

“ART. 2334.- La donación puede ser pura, condicional, onerosa o remuneratoria.” “ART. 2336.- Es onerosa la donación que se hace imponiendo algunos gravámenes, y remuneratoria la que se hace en atención a servicios recibidos por el donante y que éste no tenga obligación de pagar.” “ART. 2337.- Cuando la donación sea onerosa, sólo se considera donado el exceso que hubiere en el precio de la cosa, deducidas de las cargas.” “ART. 2353.- Si la donación se hace con la carga de pagar las deudas del donante, sólo se entenderán comprendidas las que existan con fecha auténtica al tiempo de la donación.” “ART. 2368.- El donatario responde sólo del cumplimiento de las cargas que se le imponen con la cosa donada, y no está obligado personalmente con sus bienes. Puede substraerse a la ejecución de las cargas abandonando la cosa donada, y si ésta perece por caso fortuito, queda libre de toda obligación.”

5. Posibilidad legal de exigir su cumplimiento Es interesante el conjunto que dan el planteamiento, las referencias de

legislación comparada y la opinión que en lo personal y conforme a nuestro Código Civil ofrece ORTIZ URQUIDI a propósito de las consecuencias jurídicas que el incumplimiento del modo trae aparejadas, es decir, si a aquél a quien una carga se le impuso no la cumple, sólo se hará merecedor a la revocación de la liberalidad hecha a su favor, o por el contrario, también podrá demandársele el cumplimiento del contenido del modo de que se trate.

Después de aludir a algunas opiniones de autores extranjeros motivadas por la falta de regulación de la cuestión planteada, así como después de señalar la posición legislativa en sentido afirmativo de los Códigos Civiles Alemán, Suizo e Italiano, ORTIZ URQUIDI se pregunta si conforme a nuestro Derecho hay acción para exigir la ejecución forzada del modo.

“Atento el concepto que de ésta, de la carga, dimos -decide afirmar ORTIZ URQUIDI- esto es, que la carga es una subespecie de obligación que se distingue de la obligación propiamente dicha en que en tanto que frente a ésta hay, un derecho correlativo en la carga hay sólo la obligación, pero no el derecho; la respuesta al interrogante planteado, no podría ser sino negativa: en el evento de que el agraciado con la liberalidad no cumpla con la carga impuesta, habrá en todo caso derecho a promover la revocación de la liberalidad, pero no a demandar el cumplimiento del modo.”

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Pero el Derecho no es ni ciencia causal ni ciencia exacta que indefectiblemente conduzca a resultados fatales: “posita causa ponitur effectus; sublata causa tollitur effectus: variante causa variantus effectus”. Por ejemplo, siempre que se aplica calor a un cuerpo, este se dilata. O combinados dos volúmenes de hidrogeno con oxigeno, se obtiene el agua. O multiplicado dos veces cinco el resultado es diez, etc., etc. Este fatalismo no existe en nuestra ciencia, y ello nos permite la posibilidad de podernos alejar de las conclusiones a que el rigor de la Lógica nos conduzca o pueda conducirnos cuando sean o puedan ser injustas, pues siendo la justicia el valor fundamental que preside la elaboración del Derecho, lo que importa es la realización de este valor y no la impecabilidad del razonar lógico.”

“Pensemos, por ejemplo, en un caso cualquiera. Éste: Juan le deja a Pedro en legado una casa de productos, imponiéndole la carga de pasarle a Luis, viejo y fiel servidor del testador, una, pensión vitalicia de X pesos mensuales.

El legatario no cumple con la carga, sino que plácidamente disfruta de las rentas de la casa. ¿Quién podrá promover la revocación de la liberalidad, si el autor de ésta ya está muerto, a sus herederos no les importa un bledo el cumplimiento y Luis, el beneficiario de la carga, no está ni puede estar legitimado para promover la revocación ya que ésta, por definición, sólo pueden promoverla quieres hayan celebrado el negocio de cuya revocación se trate o los herederos en su caso?

Repugnaría a todo principio ético y de justicia que, en una situación como ésta el legatario se pusiera a disfrutar tranquilamente del legado burlándose de la voluntad del testador, si la persona a cuyo favor se instituyó la carga no tuviera el derecho a demandar su cumplimiento. Y a falta de disposición expresa en nuestro código, ¿qué nos autoriza a llegar a esta conclusión? Pues nada menos que si, como es la opinión generalizada, la carga impuesta convierte prácticamente, y aunque sea de una manera imperfecta, a la liberalidad en un negocio sinalagmático, ya que la casa constituye una obligación para el agraciado con la liberalidad, y el Código en su artículo 1949 establece una regia general sobre el particular: la de que en el caso de las obligaciones reciprocas -que es el de los negocios sinalagmáticos, aunque sean sinalagmáticos imperfectos- si uno de los obligados no cumpliere lo que le incumbe, el perjudicado podrá escoger entre exigir el cumplimento o la resolución de la obligación, resulta obviamente irrefutable la conclusión antes expresada: la existencia, en la especie, de la acción de cumplimiento. Sólo que a esta conclusión se llega marginando, haciendo a un lado, el concepto preciso que en Derecho tiene la carga (sólo existe la obligación de cumplirla, pero no el derecho de exigir que se cumpla) y ello en aras de la realización de la justicia -que ya dijimos es el valor fundamental que preside la elaboración del Derecho- no importando que con ello se sacrifiquen las leyes de la Lógica, conforme a las cuales si uno de los juicios que integran un silogismo no es verdadero (en el caso el relativo al preciso concepto jurídico de carga) la conclusión necesariamente tiene que ser falsa, pero que en el caso debe ser revestida de toda la validez requerida para la realización de dicho valor fundamental, sencillamente porque de no ser así se estaría sancionando una irritante injusticia.”

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