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64 CUADERNOS PARA EL DIÁLOGO • julio/agosto 2006 • Nº 12 Escola de la Pau ué tienen en común Israel y Eritrea? ¿Cuantos procesos o negociaciones de paz exis- ten actualmente y cuáles son los elementos que dificultan o impiden su éxito? ¿Qué ha originado que el sistema global de derechos humanos construido durante más de 60 años por Naciones Uni- das se encuentre hoy grave- mente amenazado? El Infor- me Alerta 2006!, publicado por la Escola de Cultura de Pau de la Universitat Autò- noma de Barcelona, propor- ciona claves para interpretar y reflexionar sobre éstas y muchas otras cuestiones. Publicado a principios de cada año desde hace cinco, el Informe Alerta describe y analiza múltiples indicado- res relacionados con los conflictos armados, las ten- siones y disputas de alto riesgo, los procesos de paz, la rehabilitación posbélica, las crisis humanitarias, el desarme, el desarrollo hu- mano, los derechos huma- nos y la perspectiva de géne- ro, con la voluntad de mos- trar sobre todo la interrela- ción, a veces poco evidente, entre muchos de estos ámbi- tos. El año 2005 finalizó con dos datos positivos: la canti- dad de conflictos armados disminuyó respecto al año anterior, y el de procesos de paz abiertos aumentó. En África, por una parte, termi- nó uno de los conflictos más sangrientos y largos del con- tinente, el del sur de Sudán, tras un acuerdo firmado en- tre el Gobierno y el SPLA. Además, los enfrentamien- tos en Liberia y en la región centro y norte de Nigeria re- gistraron un notable descen- so en su intensidad. Por otra parte, en Asia se puso fin a tres décadas de enfrenta- mientos entre el Gobierno indonesio y el grupo armado de la región de Aceh, cuyas reivindicaciones pudieron ser satisfechas, por lo menos parcialmente y por el mo- mento, gracias a los buenos oficios de Finlandia y al nuevo escenario surgido tras el tsunami. Sin embargo, además de los aspectos esperanzadores antes descritos, el Informe Alerta 2006! recoge eviden- cias reveladoras de contex- tos mucho menos positivos y, por tanto, mucho más pre- ocupantes: la existencia de 21 conflictos armados aún activos en mundo y la pre- sencia de un, si cabe, mayor número de escenarios de tensión susceptibles de con- vertirse también en conflic- tos armados (56); los proce- sos de paz que funcionan mal o con problemas; las di- ficultades imperantes en los países en rehabilitación pos- bélica; las múltiples crisis humanitarias desatendidas; el incremento alarmante de los niveles armamentísticos a nivel mundial; los escasos avances en materia de desa- rrollo; la vulneración conti- nua y agravante de los dere- chos humanos; o los limita- dos logros en la incorpora- ción de la perspectiva de gé- nero en las agendas interna- cionales. Vamos a verlos. De los más de veinte conflictos armados y de las más de cincuenta tensiones identificadas en el mundo, buena parte se encuentra en África. Sin embargo, resulta significativo que la atención informativa se centre básica- mente en visibilizar los en- frentamientos en Irak, Isra- Unidad de Alerta Escola de Cultura de Pau (UAB) En 2005, la cantidad de conflictos armados disminuyó respecto a 2004 Q Alertas para un camino de construcción de paz 64-67 12/7/06 19:27 Página 2

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64 CUADERNOS PARA EL DIÁLOGO • j u l i o / a g o s t o 2 0 0 6 • Nº 12

Escola de la Pau

ué tienen encomún Israely Eritrea?¿ C u a n t o sprocesos o

negociaciones de paz exis-ten actualmente y cuáles sonlos elementos que dificultano impiden su éxito? ¿Qué haoriginado que el sistemaglobal de derechos humanosconstruido durante más de60 años por Naciones Uni-das se encuentre hoy grave-mente amenazado? El Infor-me Alerta 2006!, publicadopor la Escola de Cultura dePau de la Universitat Autò-noma de Barcelona, propor-ciona claves para interpretary reflexionar sobre éstas ymuchas otras cuestiones.Publicado a principios decada año desde hace cinco,el Informe Alerta describe yanaliza múltiples indicado-res relacionados con losconflictos armados, las ten-siones y disputas de altoriesgo, los procesos de paz,la rehabilitación posbélica,las crisis humanitarias, eldesarme, el desarrollo hu-mano, los derechos huma-nos y la perspectiva de géne-ro, con la voluntad de mos-trar sobre todo la interrela-

ción, a veces poco evidente,entre muchos de estos ámbi-tos.

El año 2005 finalizó condos datos positivos: la canti-dad de conflictos armadosdisminuyó respecto al añoanterior, y el de procesos depaz abiertos aumentó. EnÁfrica, por una parte, termi-nó uno de los conflictos mássangrientos y largos del con-tinente, el del sur de Sudán,tras un acuerdo firmado en-tre el Gobierno y el SPLA.Además, los enfrentamien-tos en Liberia y en la regióncentro y norte de Nigeria re-gistraron un notable descen-so en su intensidad. Por otraparte, en Asia se puso fin atres décadas de enfrenta-mientos entre el Gobiernoindonesio y el grupo armadode la región de Aceh, cuyasreivindicaciones pudieronser satisfechas, por lo menosparcialmente y por el mo-mento, gracias a los buenosoficios de Finlandia y alnuevo escenario surgido trasel tsunami.

Sin embargo, además delos aspectos esperanzadoresantes descritos, el InformeAlerta 2006! recoge eviden-cias reveladoras de contex-

tos mucho menos positivosy, por tanto, mucho más pre-ocupantes: la existencia de21 conflictos armados aúnactivos en mundo y la pre-sencia de un, si cabe, mayornúmero de escenarios detensión susceptibles de con-vertirse también en conflic-tos armados (56); los proce-sos de paz que funcionanmal o con problemas; las di-ficultades imperantes en lospaíses en rehabilitación pos-bélica; las múltiples crisishumanitarias desatendidas;el incremento alarmante delos niveles armamentísticosa nivel mundial; los escasosavances en materia de desa-rrollo; la vulneración conti-nua y agravante de los dere-chos humanos; o los limita-dos logros en la incorpora-ción de la perspectiva de gé-nero en las agendas interna-cionales. Vamos a verlos.

De los más de veinteconflictos armados y de lasmás de cincuenta tensionesidentificadas en el mundo,buena parte se encuentra enÁfrica. Sin embargo, resultasignificativo que la atencióninformativa se centre básica-mente en visibilizar los en-frentamientos en Irak, Isra-

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En 2005, la cantidad de conflictos armados disminuyó respecto a 2004

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Alertas para un caminode construcción de paz

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el-Palestina o, en el mejor delos casos, Colombia. Efecti-vamente, la situación de paí-ses africanos como RD Con-go, Sudán o Uganda, debe-ría ser motivo de, al menos,la misma preocupación. Elsilenciado conflicto que ace-cha la República Democráti-ca del Congo desde 1998,por ejemplo, ha provocado 4millones de muertos y laexistencia de dos millonesde desplazados internos. Lacomparación no pretenda re-lativizar lo que está ocu-rriendo en Iraq, al contrario.Sólo pretende mostrar que,más allá de Oriente Medio,

hay conflictos igualmenteletales que a menudo, pormotivos económicos y polí-ticos, tanto nacionales comointernacionales, no recibenla merecida atención ni res-puesta. Pero tampoco pode-mos olvidar el continenteasiático, donde el número deconflictos armados es consi-derable, sobre todo si tene-mos en cuenta que paísescomo Filipinas alberga tresescenarios armados, o la In-dia, con dos regiones levan-tadas en armas. Además,Asia acumula varias situa-ciones de tensión: en la pro-pia India, entre ésta y Pakis-

tán, o en Indonesia (en lasregiones de Papúa Occiden-tal, Sulawesi y Molucas),por poner algunos ejemplos.

Los principales motivosde todas estas disputas, tantode los conflictos armadoscomo de las diversas tensio-nes que se contabilizaron enel mundo, fueron sobre to-do: la lucha por el controldel poder político; las reivin-dicaciones de autonomía oindependencia; y la pugnapor el acceso a los recursos,fueran éstos tierras, minera-les o hidrocarburos. La fra-gilidad democrática asocia-da a problemas de goberna-

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Buena parte de los más de 20 conflictos armados en el mundo se hallan en África

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bilidad fue también un fac-tor recurrente de conflictivi-dad.

Respecto a los procesosde paz, el Informe Alerta2006! recoge un dato signi-ficativo: en dos de cada tresconflictos armados existennegociaciones de paz, hechoque supone un satisfactorioavance en relación a la déca-da anterior y que sitúa en 35

el número de negociacionesabiertas. Paralelamente, el2005 ofreció otras medidaspositivas que seguramentevan a permitir avances subs-tanciales de paz, aunque só-lo sea por su simbolismo:por ejemplo, el presidente deColombia autorizó la salidade prisión del portavoz delELN para adelantar consul-tas con la sociedad civil en la‘Casa de Paz’de Medellín; oIndia y Pakistán acordaronrestablecer una línea de au-tobús para unir las dos Ca-chemiras después de 60años de suspensión. Peque-

ños pasos como éstos pue-den servir a partir de ahorabien de propulsor, bien dealiciente, para generar diná-micas de paz. Sin embargo,cabe añadir que, durante el2005, numerosas negocia-ciones sufrieron dificulta-des, como la de Sri Lanka,Sáhara Occidental, o Abja-zia en Georgia. En general,las causas principales de lascrisis en las negociacionesde paz fueron cuestiones co-mo la exigencia de condicio-nes previas, las acusacionesde violación del alto el fue-go, o el desacuerdo, inclusorechazo, de las personas uorganismos encargados de lamediación. Este último datomerece una reflexión acercade cómo la inadecuación delos actores o los métodos demediación pueden estropearuna oportunidad de paz.

La situación en los paí-ses que recibieron fondos dela comunidad internacionalen concepto de rehabilita-ción posbélica a lo largo deestos meses se caracterizópor altos índices de violen-cia e inseguridad y por lapresencia de gobiernos conpoca capacidad de gestión.Esto denota que, a pesar deatravesar una fase teórica-mente ‘posbélica’, las ame-nazas que afrontan estos pa-íses siguen poniendo en pe-ligro la deseable paz. Unejemplo de esta vulnerabili-dad es Afganistán: un estu-dio reveló que el 73 porciento de la inversión en re-habilitación se destinó aasistencia humanitaria,mientras que sólo un 10 porciento se dirigió a apoyar elproceso político y sólo un 6

por ciento a programas dedesarme, desmovilización yreinserción de grupos arma-dos.

Si nos fijamos en las nu-merosas crisis humanitariasacaecidas a lo largo del pla-neta en 2005, éstas se carac-terizaron por dos hechospreocupantes. Por una parte,la falta de fondos de la co-munidad internacional paraatender muchas de estas cri-sis, en buena medida debidoal olvido en el que muchascayeron. Este hecho originóun déficit de financiacióninaudito en los últimos años(2.700 millones de dólares).Por otra parte, el desvío deayuda para atender el desas-tre provocado por el tsunamitambién contribuyó al aban-dono de muchas necesida-des humanitarias. Sin em-bargo, y a pesar de significaruna muestra más de estaatención selectiva, la gestióndel desastre en el continenteasiático sí que sirvió, al me-nos, para abrir un debate in-teresante sobre la reformadel sistema de asistencia hu-manitaria, que esperemosredunde en una mayor rapi-dez y eficacia en futuros lla-mamientos.

El panorama sobre elgasto militar y la evolucióndel ciclo armamentista es elque nos brindó una conclu-sión más desoladora. Los ni-veles de gasto militar mun-dial superaron ya el billón dedólares y alcanzaron las ci-fras de la Guerra Fría. ¿Yquién realizó este gasto mili-tar? Principalmente EE UU,con un 47 por ciento del to-tal de gasto mundial. Y paratener una referencia sobre

En dos de cada tres conflictos armados del mundo existen negociaciones de paz

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‘quién debe temer a quién’,podemos añadir que EE UUgastó 455 millones de dóla-res en 2004, mientras quelos países calificados de ‘ejedel mal’una cantidad muchomenor: Irán gastó 19 millo-nes de dólares, Siria, 6; Co-rea del Norte 2; y Cuba, 1. Apesar de esta preocupantevorágine armamentista, quealimentó conflictos, tensio-nes y represiones, hubo pun-tos positivos en el ámbitodel desarme: el 2005 vio có-mo el nuevo Código de Ar-mas de la UE pasaba a servinculante, a la vez que in-corporaba tímidos pasos ha-cia un Tratado Internacionalsobre Comercio de Armas; ocómo la implantación de unEstatuto del Desarme enBrasil posibilitó un descensodel 8 por ciento de las muer-tes en 2004.

En el ámbito del desa-rrollo, el 2005 tenía que sig-nificar un punto de inflexiónen el avance hacia la conse-cución de los Objetivos delMilenio fijados para el2015. Sin embargo, los re-sultados fueron más bien de-cepcionantes: la Cumbre delMilenio+5 se saldó conacuerdos de mínimos quesalvaron la cara a los partici-pantes a costa de posponerlas cuestiones políticamentemás sensibles. Así las cosas,vimos cómo en 19 paísesdescendió el índice de desa-rrollo humano hasta nivelesinferiores a los de 1990; oque 16 gobiernos ejecutaronun presupuesto militar supe-rior al gasto público en edu-cación y salud, entre ellos Is-rael y Eritrea.

La situación de los dere-

chos humanos no tuvo me-jor suerte que los ámbitosseñalados hasta el momento:podríamos afirmar que elsistema construido por Na-ciones Unidas durante casi60 años se vio gravementesocavado. El principal moti-vo: la aplicación de las lla-madas medidas ‘antiterroris-tas’, que supusieron la con-culcación de derechos fun-damentales y la extensión dela impunidad en multitud deEstados. En este sentido, elúltimo año parecería un año‘al revés’: países que se au-toerigieron en garantes delos derechos humanos crea-ron ‘Guantánamo’, ‘AbuGraib’ o las ‘rendiciones ex-traordinarias’. En cambio,Estados como China, ArabiaSaudita o Cuba entraron aformar parte del ‘selecto’grupo integrante del nuevoConsejo de los DerechosHumanos de Naciones Uni-das.

Los avances en la di-mensión de género fueronalgunos, como la incorpora-ción en la agenda internacio-nal de la perspectiva de gé-nero en el ámbito de la cons-trucción de paz, aunque sólofuera a nivel discursivo. Sinembargo, las mujeres siguie-ron participando poco en lasnegociaciones de paz, a pe-sar de seguir recibiendo lospeores impactos de los con-flictos.

El 2005 también sirviópara constatar que los femi-nicidios se erigieron en unfenómeno cada vez másalarmante, que incluso pro-vocó cifras de mortalidadsuperiores a las generadaspor algunos conflictos arma-

dos. Por todo ello, es impor-tante seguir profundizandoen una verdadera perspecti-va de género en la construc-ción de paz que no quede re-ducida al terreno del lengua-je, sino también al de lapráctica cuotidiana.

Las conclusiones acercadel estado del mundo en to-dos estos ámbitos (que, co-mo hemos visto, a menudo

se retroalimentan) no pue-den ser muy halagüeñas. Sinembargo, el futuro nos invi-ta a seguir visibilizando to-das aquellas realidades béli-cas, de tensiones, de amena-zas a los derechos humanos,de falta de desarrollo o dedesastres humanitarios, sindejar de preguntarnos por lacomplejidad de sus causas,sin dejar de instar a la comu-nidad internacional y a todoslos Estados a un mayor com-promiso y, sobre todo, sindejar de luchar para el re-fuerzo de las diplomacias depaz, allá donde sea. ■

Los feminicidios se erigieron en 2005 en un fenómeno cada vez más alarmante

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