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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE SINALOA
FACULTAD DE HISTORIA
MAESTRÍA EN HISTORIA
LA FORMACION PROFESIONAL DE LAS MUJERES
SINALOENSES. 1947-1963.
Tesis que para obtener el grado de Maestría en Historia
Presenta:
MARCELA CAMARENA RODRÍGUEZ
ASESORA: Dra. MAYRA L. VIDALES QUINTERO
Culiacán Rosales, Sinaloa, Marzo de 2006
1
Índice
Introducción 2
Capítulo I La educación de las mujeres en la historia de México 14
I.I Las mujeres y la conquista de espacios 17
I.II El siglo XX 35
Capítulo II La educación superior en México 52
II.I. Desarrollo económico y cambio social 52
II.II. De la formación tradicional a la nueva política educativa 60
II.III. El papel de la Universidad de Sinaloa en la instrucción femenina 73
Capítulo III Las alumnas de la Universidad de Sinaloa 83
III.I Una universidad de hombres: La mayoría masculina 83
III.II Carreras propias para hombres y carreras para mujeres:
La elección de carrera 89
III.III Los jóvenes estudiantes: La edad de los alumnos universitarios 101
III.IV Influencia familiar: Las alumnas y sus padres 104
Capítulo IV Los y las estudiantes 116
IV.I La feminización de las profesiones 119
IV.II En búsqueda del equilibrio 127
IV.IIILa recuperación y aumento del alumnado 137
Conclusión 145
Anexos 154
Anexo 1. Índice de gráficas, mapas y tablas 154
Anexo 2. Planes de estudio de la Universidad de Sinaloa 156
Anexo 3. Información de los Censos Generales de Población y Vivienda 1950 y 1960 INEGI 169
Bibliografía 174
2
Agradecimientos
A mis padres principalmente, cuyo apoyo fue indispensable en cada una de las
etapas de realización de esta tesis y a quienes les debo todo lo que soy.
A la Facultad de Historia y a mis profesores por su empeño en mi formación, así
como por su apoyo constante.
A mi asesora la Dra. Mayra L. Vidales Quintero y a mis lectores Dr. Rigoberto
Rodríguez Benítez y Dr. Félix Brito Rodríguez por su tiempo y paciencia.
A todos los que creyeron en mí y con su confianza y sus palabras de aliento me
impulsaron a esforzarme por concluir esta investigación.
A todos ellos gracias nuevamente.
3
Introducción
Actualmente la participación de las mujeres en la educación es evidente y
eso puede hacernos pensar que siempre ha sido así. Sin embargo, su integración
a la educación formal no fue fácil ni comenzó en el mismo momento que la de los
hombres. Al igual que en otros ámbitos sociales, en la educación se observó
desde su origen mismo una segregación entre hombres y mujeres fundamentada
en su diferencia sexual. De esta manera, la educación de las mujeres pasó por
muchas etapas antes de conseguir el reconocimiento a su igualdad. A lo largo de
la historia numerosas culturas recurrieron a diversos mecanismos tendientes a
mantener el sistema social, uno de cuyos elementos principales es la creencia en
la superioridad del hombre sobre la mujer. Así, no podemos sino estar de acuerdo
con Margarita Astengo en que “La historia de la humanidad se encuentra
entreverada con la historia de la marginación de la mujer.”1
Todavía en los inicios del siglo XIX en México, la educación formal de las
mujeres no estaba generalizada y corría en gran medida a cargo de las Amigas,
mujeres solteras o viudas que no tenían esposo, padre o hermano que las
mantuviera; ellas fueron las primeras maestras2. De acuerdo a los estereotipos de
género vigentes en la época, la mujer era sólo un vehículo de mejoramiento de la
vida del marido e hijos. Por lo tanto, aunque era aceptado que tuvieran cierta
cultura (una mujer instruida tendría hijos instruidos), no lo era el que compitieran
intelectualmente con los hombres. En general, las mujeres recibieron una
educación informal en sus hogares (leer, escribir y habilidades domésticas).
1 Margarita Rodríguez Astengo, “La importancia de la escuela como reproductora de los roles
sexuales” en Beatriz Rodríguez Pérez y Antonio Corrales Burgueño (comps.) Género y ciencias sociales, UAS – Programa Universitario de Género CGIP – COBAES – SUNTUAS Sección académicos, México, 1999, p. 23. 2 Un elemento clave para entender este proceso es la enseñanza doméstica. La educación
doméstica estaba a cargo de la madre a veces apoyada por preceptores particulares, y estaba orientada a hacer de la hija una buena esposa y madre de familia.
4
Durante el siglo XIX la educación en México tuvo cambios importantes
como el establecimiento de escuelas en las ciudades para las niñas de la clase
media y de menos recursos. Para finales de ese siglo se impulsó la incorporación
de las mujeres a la educación formal. Su educación comprendía alfabetizar,
catequizar y, desde luego, las tradicionales Enseñanzas Domésticas. Esta
preparación les permitió la profesionalización y con ello el acceso al mundo laboral
en el terreno educativo, para finalmente obtener en la sociedad el reconocimiento
y la remuneración económica a su trabajo.
Mientras que las mujeres incursionaban en la educación formal, los
hombres se fueron alejando gradualmente de las profesiones de poco prestigio,
como la docencia y los empleos en comercios, entre otros. Las nuevas vacantes
fueron cubiertas por mujeres; sin embargo, su situación no era favorable. Las que
se incorporaban eran vistas como “intrusas” y criticadas por una sociedad que no
estaba de acuerdo con el trabajo de la mujer. Aun así, la inserción laboral fue
aumentando poco a poco, la mayoría de ellas se dedicaban al profesorado y el
resto a profesiones originalmente masculinas que habían sido abandonadas por
los hombres al ascender laboralmente (Teneduría de libros, tipografía, etc.).
La extensión de la instrucción a las mujeres y su preparación como
profesionistas fue un proceso que transitó, indudablemente, por múltiples
obstáculos. Lamentablemente éste no se conoce con detalle ya que todavía en la
actualidad, de acuerdo con Luz Elena Galván3, las investigaciones sobre las
estudiantes universitarias son escasas, lo que hace evidente la necesidad de
dedicarse a esta temática. En nuestro estado el tema apenas ha sido abordado en
la historiografía y son contadas las investigaciones que se ocupan de dar cuenta
3 Luz Elena Galván Lafarga, “Historias de mujeres que ingresaron a los estudios superiores, 1876-
1940” en María Adelina Arredondo (Coord.), Obedecer, servir y resistir La educación de las mujeres en la historia de México, UPN-Miguel Ángel Porrúa, México, 2003, pp. 219-246.
5
de él. Dos de los estudios más importantes son el de Jorge Luis Sánchez
Gastelum4, en Sociedad y Educación en Sinaloa. 1874-1918: El Colegio Rosales,
y la tesis de licenciatura de Melina Carrillo Gutiérrez, “La instrucción femenina en
Sinaloa. Aspectos generales sobre su orientación y desarrollo. 1877-1910”5.
Sánchez Gastelum se ocupó de estudiar a la población estudiantil del
Colegio Civil Rosales de 1874 a 1918. Su objetivo fue reconstruir la historia de
dicho Colegio, para lo cual examinó las características de los alumnos, matrícula,
origen geográfico, edad, sexo, familias que enviaron hijos al colegio, importancia
del internado y de los tutores como puente entre el mundo rural y la ciudad, planes
de estudio, profesores, mecanismos de financiamiento, quiénes obtuvieron título y
en cuáles carreras.6 Las fuentes primarias en las que se apoyó fueron las
generadas por el Archivo Histórico de la Universidad Autónoma de Sinaloa (en
adelante AHUAS), en sus series documentales: libros de inscripciones, libros de
calificaciones, libros de títulos de la Junta Directiva de Estudios, tesorería general
y libros de actas de la Junta Directiva de Estudios.
Se basó también en el Centro Regional de Documentación Histórica y
Científica de la Universidad Autónoma de Sinaloa (en adelante CREDHIC) donde
consultó el Periódico Oficial del Estado del Sinaloa, El Correo de la Tarde y el
periódico El Estudiante. Periódico Miscelánico. En el Archivo Histórico del
Ayuntamiento de Culiacán (AHAC) y en el Archivo Histórico del Congreso del
Estado de Sinaloa, así como en dos Memorias de la Secretaría de Justicia e
Instrucción Pública resguardadas en el Centro de Estudios de Historia de México
de Condumex.
4 Jorge Luis Sánchez Gastélum, Sociedad y educación en Sinaloa. 1874-1918: El Colegio Rosales,
UAS-UAA, Aguascalientes, 2000. 5 Melina Carrillo Gutiérrez, “La instrucción femenina en Sinaloa. Aspectos generales sobre su
orientación y desarrollo. 1877-1910”, Tesis - Facultad de Historia - UAS, Culiacán, 2002. 6 Ibid p. 22.
6
Por otro lado, la tesis de Melina Carrillo Gutiérrez es un antecedente
necesario para cubrir nuestro objeto de estudio, pues aborda las mujeres y la
educación a principios del siglo que nos ocupa, así como su incursión en el terreno
laboral. Carrillo Gutiérrez basó su trabajo en el AHAC y en el AHUAS. En el primer
archivo encontró las actas de sesiones del cabildo donde se registran las
peticiones de los maestros y maestras sobre aumento de sueldo, subvención de
útiles escolares, presupuestos de egresos para la educación, número de escuelas,
su localización y número de alumnos (especificando en ocasiones su sexo), entre
otros.
En el AHUAS consultó los libros de actas de exámenes, de calificaciones,
de registro de títulos y exámenes profesionales, de reportes de prefecturas y
planes de estudio, así como la documentación de control escolar de la institución.
Consultó además el Periódico del Estado de Sinaloa, Órgano oficial del gobierno,
el cual contiene información sobre las carreras profesionales, así como los planes
de estudios que emitieron las autoridades para la educación en Sinaloa, el
desempeño de la función educativa proveniente de noticias, informes y
presupuestos de egresos. Para conocer el sentir de la población respecto a la
educación femenina documentó las opiniones y noticias sobre la misma,
recabadas en los periódicos comerciales de la época.
Ambos estudios se concentraron en el análisis de la trayectoria académica
de sus alumnos con objeto de conocer quiénes fueron los que ingresaron, qué
estudiaron, a qué edad se incorporaron, de dónde provenían, cuál fue su
aprovechamiento escolar, si se distinguía en algunos aspectos la educación
femenina de la masculina, así como otros elementos que permitieran hacer visible
su presencia en el principal y único centro de enseñanza superior en Sinaloa,
dado que era el único establecimiento donde se impartía enseñanza de este nivel.
A través del registro de la matrícula fue posible enterarse del nombre de la
7
interesada, edad, nombre de los padres, domicilio y en algunos casos el nombre
del tutor; datos que permiten percatarse del sector social del que provenían los
alumnos que ingresaron al colegio. En cuanto a su desempeño académico, es
posible percibirlo a través de los libros de actas de exámenes, cuya información
permite observar el aprovechamiento de los alumnos del plantel, vinculándolo con
el índice de graduados.
Otra investigación relacionada con la preparación académica de las mujeres
es la de Dina Beltrán López y Marco Antonio Berrelleza en Escuela Normal de
Sinaloa. Una visión histórica7, donde presentaron un recuento histórico sobre la
Escuela Normal de Sinaloa desde su fundación, personal académico y alumnos,
así como la promulgación de leyes y acuerdos relativos a la educación.
Finalmente, el Anuario 1950-19518 de la Universidad de Sinaloa incluye una
relación de graduados en la institución desde que fue creada hasta esa fecha, así
como listas de los alumnos inscritos en ese período, indicando nombre del
alumno, carrera, fecha de graduación y los planes de estudio de las carreras
existentes.
La importancia de elaborar trabajos sobre la historia de la educación en
Sinaloa es fundamental dado que la sociedad se sustenta en ella. Esta
investigación se propone contribuir al desarrollo de la temática vista en función de
una preocupación primordial como lo es la educación femenina. Además, aborda
un periodo no trabajado con anterioridad y desde un enfoque marginalmente
utilizado como lo es el de los estudios de la mujer. Así, su planteamiento principal
es que existen distinciones en la educación, siendo una de las más
trascendentales la originada en el sexo. En este trabajo se pretende agregar al
7 Dina Beltrán López y Marco Antonio Berrelleza, Escuela Normal de Sinaloa. Una visión histórica,
SEPYC, Culiacán, 1998 8 Universidad de Sinaloa, Anuario 1950-1951, Universidad de Sinaloa, Culiacán, 1950.
8
problema de la educación elementos que no habían sido tomados en cuenta hasta
el momento, a saber, el enfoque de los estudios de la mujer.
Considerando además que todavía existe un rezago en la situación de la
mujer en comparación con la del hombre, el conocimiento del pasado es de gran
ayuda para explicar esta situación. Este texto propone además nuevos métodos
de trabajo dentro del quehacer historiográfico local, pues a través del enfoque de
los estudios de la mujer pretende analizar las características que asumió la
educación profesional de las mujeres sinaloenses en el período de 1947 a 1963.
Para tal efecto se planteó encontrar las razones y circunstancias a que obedeció
en razón de las orientaciones para su formación profesional en la Universidad de
Sinaloa y en la Escuela Normal de Sinaloa.
Indudablemente el papel de la Universidad de Sinaloa fue fundamental al
ampliar la oferta educativa con la apertura de nuevas carreras y la creación y
desarrollo de la Escuela Normal. De ahí la necesidad de indagar sobre el impacto
de ésta y analizar las características de las mujeres que optaron por una profesión
en función de las siguientes variables: según el lugar de procedencia, nivel
educativo de los padres, nacionalidad y ubicación en la escala social. La
identificación de estos términos cuantitativos ayuda a explicar este proceso y
permite acceder al análisis en términos cualitativos para dar cuenta de las formas
por medio las cuales las mujeres garantizaron su permanencia en las aulas y su
desempeño a través de la evaluación de los niveles de eficiencia terminal y sus
grados de aprovechamiento en comparación con los de la población estudiantil
total.
Para cumplir los objetivos anteriormente expuestos se plantearon las
siguientes hipótesis que permitieran explicar tentativamente el problema. La
formación de mujeres profesionistas en el período fue resultado del proceso de
9
crecimiento urbano y económico que vivió Sinaloa, el cual repercutió en el tipo de
educación profesional, la oferta educativa y el perfil de los estudiantes que
ingresaron. Si bien la separación de la Escuela Normal de la Universidad de
Sinaloa ocasionó una profunda disminución del alumnado femenino, como
consecuencia de la creación y modificación de la oferta educativa se logró la
recuperación e incremento en el número de las estudiantes.
La profesionalización femenina se orientó a las carreras consideradas como
una especie de prolongación de las actividades mujeriles: labores domésticas,
cuidado y atención de los niños y los enfermos, administración, etc.9 Esto es, la
elección profesional obedeció más que a aspiraciones de ejercicio profesional,
como fuera el desempeñarse en alguna empresa familiar o pública, a factores de
prestigio social y a una educación para la vida; es decir, a adquirir todos aquellos
conocimientos que les servirían en sus roles de madre y esposa, tales como
costura, cocina y economía doméstica, o en el caso de soltería o viudez pudieran
permitirles desempeñarse laboralmente fuera del hogar. Este tipo de formación
responde a valores sociales tradicionales que promueven la enseñanza de las
niñas interiorizándoles su papel de convertirse en madres y esposas. Con ello se
asegura la permanencia de la división sexual del trabajo, pues la joven contraerá
matrimonio, se convertirá en madre y demostrará que efectivamente ese era su
papel10.
9 Para datos actuales sobre la proporción y distribución del alumnado femenino y masculino en la
Universidad Autónoma de Sinaloa véase a Beatriz Rodríguez Pérez y Antonio Corrales Burgueño (comps.) Género… Op. cit. Cabe mencionar que esta tendencia continuó vigente a finales del siglo XX, pues en las carreras de enfermería, normal básica y trabajo social la matrícula masculina representaba aproximadamente la mitad de la femenina. 10
Irene Payne, “Ideología sexista y educación” en Dale Spender y Elizabeth Sarah, Aprender a perder. Sexismo y educación, Paidós, España. 1993, pp. 53-54. El movimiento de la mujer busca combatir la ideología de que el papel de la mujer es ser esposa, madre y ocuparse de las labores del hogar, pues esta ideología es crucial al momento de categorizar a la mujer. Marion Scott, “Dale una lección: El currículo sexista en la educación patriarcal”, en Ibid., pp. 134-135.
10
El ingreso de estudiantes mujeres provino fundamentalmente de familias
con profesiones y oficios relacionadas con el sector urbano. El área de influencia
de estas instituciones incluía a poblaciones próximas y lejanas a Culiacán. La
educación no se restringía de ciertos sectores de la sociedad, aunque la profesión
y nacionalidad de los padres y/o de los tutores repercutía en el desempeño
académico de las alumnas.
En cuanto a la metodología, para la realización de la investigación se
analizó la relación entre algunas características socioculturales de las alumnas y
sus actitudes, comportamiento o aspiraciones, correlacionando rasgos peculiares
de las jóvenes con los del entorno social del que formaron parte. Para tal efecto se
aplicó el método prosopográfico, el cual consiste en realizar una investigación
retrospectiva de las características comunes a un grupo de protagonistas
históricos mediante un estudio colectivo de sus vidas. Su método se basa en el
establecimiento de un universo de análisis, la formulación de una serie de
preguntas y la combinación y yuxtaposición de la información recabada con el fin
de encontrar variables significativas11.
Con objeto de conocer las características que les son comunes se siguió el
ejemplo de Ma. Teresa Fernández12, el cual fue aplicado también por Jorge Luis
Sánchez Gastélum13, cuyo análisis parte de la información que consta en las actas
de inscripción de la Universidad de Guadalajara y del Colegio Rosales
respectivamente. En sus trabajos los investigadores analizan el grupo social y
lugar de origen de los alumnos, carreras elegidas, edades de ingreso y egreso,
entre otros, así como el desempeño académico. 11
Lawrence Stone, El pasado y el presente, FCE, México, 1986, p. 61. El método prosopográfico ha demostrado ser muy eficiente en grupos bastante reducidos y de fácil definición en periodos limitados que no pasen de cien años. 12
Ma. Teresa Fernández Aceves, “Las mujeres graduadas en la Universidad de Guadalajara, 1925-1933” en Carmen Castañeda (Comp.), Historia social de la Universidad de Guadalajara, Centro de Investigaciones y Estudios en Antropología Social, Guadalajara, 1995, pp. 97-118. 13
Jorge Luis Sánchez Gastélum, Sociedad y educación… Op. cit.
11
Las variables que se estudiarán serán las carreras elegidas, el porcentaje
que representaban de la población estudiantil total, profesión y nacionalidad de los
padres, edad de ingreso y lugar de residencia. Para esta etapa se consultará la
información contenida en el AHUAS, los libros de inscripción de la entonces
Universidad de Sinaloa. Para recabar la información de archivo se elaboró una
ficha matriz en la que se anotaron los siguientes datos: Nombre de la alumna,
Nacionalidad (varias de las alumnas, así como sus padres, manifestaron ser
extranjeros), Ocupación (pues aunque la mayor parte de ellas se registraban como
estudiantes, había quienes lo hacían como trabajadoras de diferentes áreas),
Edad, Escuela, Ciclo Escolar, Fecha en que se realizó la inscripción (en el formato
día-mes-año), Folio en que se encuentra, Nombre del padre, Nacionalidad,
Ocupación, Nombre de la madre, Nacionalidad, Ocupación, Tutor (en los casos en
que la joven no residía con los padres), Domicilio (que se divide en Calle, Número
externo, Número interno y Orientación Cardinal)14. Se observa que al igual que en
el periodo estudiado por Sánchez Gastelum la mayoría de ellas son vecinas del
centro de la ciudad), Matrícula de la alumna, Año que cursa, si lo hace de manera
Regular o Irregular, Observaciones generales, donde se anotan las conclusiones
que se han ido observando al recopilar la información, así como los datos
extraordinarios que pudiera presentar alguna de las inscritas y número
consecutivo de la ficha.
14
Dale Spender, ¿Educación o adoctrinamiento?, pp. 41-51, en Dale Spender y Elizabeth Sarah, Aprender a perder… Op. cit. p. 43. Dale Spender expresa la importancia del ámbito que rodea al niño en su elección de carrera u oficio. Así, las costumbres familiares, la relación con la autoridad, la ubicación en la escala social, la geografía de la población en que radique y los rumbos de la comunidad en que se desenvuelva se reflejarán consciente o inconscientemente en su elección de carrera. “Por lo que se refiere al niño… entre estas influencias encontramos a su familia, las relaciones sociales más amplias de sus padres, las prácticas, juegos y rituales tradicionales de las pandillas de su barrio, que pueden a su vez ponerlo en relación directa con la policía… Incluso la geografía de su zona, las relaciones sociales que se reflejan en la estructura de las calles, la presencia de rehabilitadotes urbanos, contribuyen a formarlo ideológicamente.”
12
En una segunda etapa se recurrirá a la metodología de la historia oral para
realizar entrevistas a alumnas de dichas escuelas. Para recabar la información se
aplicó un cuestionario con preguntas-tema con objeto de que la entrevistada
construya su biografía, pues la manera de estructurar y narrar su propia vida
proporciona la clave para entender su experiencia, tratando de crear un testimonio
biográfico lo más extenso posible.
Con éste se buscó captar, a través de los recuerdos de las alumnas, su
percepción individual sobre la preparación académica realizada, cómo pensaron,
vieron y construyeron su mundo estudiantil, buscando patrones individuales y
colectivos de dicha experiencia, ya que la vida de cada una de ellas es una puerta
hacia la comprensión y reconstrucción de la sociedad en que vivió. En ese sentido
también resulta importante rescatar de sus recuerdos su percepción y experiencia
sobre la manera en que fueron apoyadas o criticadas, tanto por su círculo familiar
y social como fuera de él. Así, la forma narrativa indica la estructura individual de
lo recordado, es decir, lo que a la entrevistada le parece más o menos significativo
recordar.
Para esto se retoma en gran parte la propuesta de Berteaux y Berteaux-
Wiame15. Cabe destacar que los relatos biográficos constituyen un recurso
metodológico eficaz en los estudios de la mujer, dada la escasez de
15
En su trabajo sobre los panaderos de París empezaron al azar a entrevistar a viejos trabajadores de panadería de esa área sin preocuparse de la representatividad de su muestra rompiendo totalmente con los criterios estandarizados de todas las ciencias sociales. En lo que concierne a este texto se tratará de entrevistar a todas las estudiantes de la época que sea posible. Así tras la acumulación de los relatos biográficos de las antiguas estudiantes se procederá a ir comparando cada relato con el siguiente, para tratar de aislar los elementos coincidentes de éstos y seguir así hasta que cualquier nueva narrativa no sea capaz de introducirnos ya ningún nuevo elemento estructural. Se trata de construir una sola historia a partir de muchos relatos diferentes. En otras palabras, de las entrevistas (que en su primera fase serán sobre preguntas tema) se rescatarán los parámetros más significativos que las caracterizan. A partir de la selección de las variables más pertinentes se elaborará una tipología que permitirá escoger a las informantes a las cuales se les realizará la entrevista biográfica. “ “ en Jorge Aceves, Historia oral, Instituto Mora – UAM, México, 1993. pp. 60.
13
documentación escrita para el estudio de los roles, consideración social,
experiencias y sobre todo, de los procesos de cambio de su posición en la
sociedad. El uso de relatos de vida nos permite un alto control de las variables que
explican el comportamiento de un individuo, el cual se ve enriquecido con las
declaraciones de las personas que constituyen su entorno social inmediato,
utilizando la técnica de relatos de vida cruzados.
Esta técnica permite realizar comparaciones, categorizaciones de los
informantes, establecer hipótesis teóricas y generalizaciones, a partir de la
aplicación de cinco procedimientos. Aquí se utilizará el análisis tipológico, el cual
consiste en la presentación de determinados tipos de personalidad, formas de
comportamiento o de convivencia, que surgen con el estudio de diversos grupos.
Los materiales autobiográficos se someten a una distribución por categorías y a
una clasificación en la que toda la riqueza de la realidad descrita se reduce a una
serie de tipos.
El trabajo se encuentra estructurado en cuatro capítulos. El primero, “La
educación de las mujeres en la historia de México”, da cuenta de las diversas
etapas que atravesó este proceso desde la época colonial hasta el siglo XX,
señalando las constantes y las transformaciones, así como su relación con la
historia de nuestro país. En el segundo capítulo “La educación superior en México”
se analiza la función que la sociedad y los gobiernos de nuestro país han
encomendado a este tipo de formación, así como la relación entre el cambio social
y la educación universitaria. En este mismo apartado se muestra la oferta
educativa y la participación de las mujeres docentes en la Universidad de Sinaloa
a mediados del siglo XX.
El tercer capítulo, “Las alumnas de la Universidad de Sinaloa”, presenta la
información cuantitativa extraída de los libros de inscripción resguardados en el
14
AHUAS resaltando el incremento real del número de alumnas a lo largo del
período, la elección por parte de ellas de carreras acordes con el estereotipo
femenino de la mujer esposa y madre, así como la mayor participación en la aulas
universitarias de mujeres jóvenes pertenecientes a familias dedicadas a
actividades propias del mundo urbano. Finalmente, en el cuarto capítulo “Los y las
estudiantes” se abordan las experiencias de las alumnas de la Universidad de
Sinaloa divididas en tres etapas que hacen evidente la relación entre el aumento
en el número de alumnas, la diversificación de las carreras elegidas y la mayor
aceptación social del ingreso de las mujeres a la formación profesional.
15
Capítulo I La educación de las mujeres en la historia de México
La formación académica de las mujeres ha transitado por distintos
momentos, en los cuales ha variado su orientación, en razón de necesidades y
contextos específicos. En el caso de México, si bien este proceso no ha sido
suficientemente documentado, se tiene información sobre sus características en lo
general, por lo cual este apartado se propone como objetivo exponer de forma
sistematizada, a manera de antecedente, las características de la educación de
las mujeres antes del período de investigación con el fin de retomar elementos que
permitan explicar sobre que bases se apoya esta investigación.
Para hablar de la educación de la mujer en México desde el enfoque de los
estudios de la mujer, es necesario mencionar algunos mecanismos que han
estado presentes en la educación de éstas a nivel mundial. Estos han sido
determinantes para el mantenimiento y reproducción del orden patriarcal y
encuentran un fuerte apoyo en la educación, sea esta formal o informal. Dichos
mecanismos de represión, ocultamiento e invisibilidad se han ejercido en contra de
todos los grupos vulnerables y los han marginado no sólo del poder, sino de la
historia misma, basándose principalmente en tres elementos discriminadores: el
sexo, la raza y la clase social16.
Históricamente todas las culturas han determinado su tipo de sociedad
asignando a sus miembros roles determinados. Uno de los principales criterios ha
sido y es el sexo. Lo masculino (lo activo) se impone sobre lo femenino (lo pasivo),
convirtiendo a las mujeres en productoras y reproductoras de la sociedad, es 16
Para más información sobre los elementos discriminadores y propuestas para eliminarlos, véase la introducción de Graham Brian y Catherine Nash, Modern Historical Geographies, England, Prentice Hall, 2000, pp 1-37. Para una propuesta de discriminación positiva hacia la mujer véase Dale Spender, “Educación y adoctrinamiento”, Irene Payne, “Ideología sexista y educación”, pp. 53-59, Elizabeth Sarah, Marion Scott y Dale Spender, “La educación de las feministas: Defensa de las escuelas no mixtas”, pp. 79-91, y Grace Evans, “Esas negras chillonas”, pp. 225-233, en Dale Spender y Elizabeth Sarah, Aprender a perder, Op. cit.
16
decir, esposas y madres, recluyéndolas de este modo al hogar, al ámbito de lo
privado, de lo invisible, de lo improductivo económicamente y por lo tanto carente
de valor, y dejando para los hombres la esfera pública, en la que se toman
decisiones, se produce riqueza y se logra prestigio. Esta segregación inicia en la
familia al dividir las funciones del hogar en masculinas y femeninas y se perpetúa
y consolida en la escuela17.
Así, a pesar de que la sociedad presenta a la educación como la
oportunidad de ascender socialmente (lo cual como veremos más adelante sólo es
posible para los estratos sociales más bajos que son los que en menor proporción
acuden a las aulas y no para la clase media que representa la mayoría del
estudiantado), en realidad contiene en sí misma los elementos encargados de
mantener el orden establecido, a saber, el patriarcal18. Poco a poco los individuos
van interiorizando actitudes y valores que lo llevan a crearse una idea del mundo
en la que la diferencia entre hombres y mujeres implica la superioridad de los
primeros sobre las segundas. De acuerdo con Pierre Bordieu y Jean Claude
Passeron, la educación sólo puede cumplir esta función si ya se inició este
proceso en el seno de la familia en los primeros años de vida19.
El inicio de este proceso se remonta al origen de la historia de la
humanidad, por lo que para la época colonial estaba ya muy bien estructurado,
concientizado y fundamentado. Así, en 1583 Fray Luis de León, al hablar de la
naturaleza de la mujer, hace hincapié en el encogimiento, la modestia, la
17
Elizabeth Sarah, “Profesores y alumnos en el aula: Análisis de la interacción del aula”, pp. 195-204, en Ibid. La autora hace una apología de la escuela y los maestros señalando que la escuela no es la única responsable de la reproducción de los roles sexuales en la sociedad, y propone maneras para combatir este proceso de división social. 18
Un ejemplo de esto es la presentación del hombre como autor de grandes hazañas a lo largo de la historia de la humanidad y las escasas imágenes de la mujer realizando funciones diferentes a las maternales o domésticas. Margarita Rodríguez Astengo, “La importancia… Op. cit., pp. 23-33. 19
Pierre Bordieu y Jean Claude Passeron, La reproducción. Elementos para una teoría del sistema de enseñanza, Laia, Col. Papel 451, Barcelona, 1970, p. 114.
17
templanza, la sujeción y la humildad, así como en su deber de “agradar y servir, y
alegrar y ayudar en los trabajos de la vida y la conservación de la hacienda” a su
marido.20 Un siglo más tarde, entre 1690 y 1694 Juan Martínez de la Parra
Sacerdote Jesuita en una homilía en la ciudad de México, recordó a sus feligreses
que si bien la mujer no era la esclava, sino la compañera del hombre, era éste
quien debía mandar, corregir y reprender, por lo que era obligación de la mujer
obedecer y ser humilde.21 El hecho de que esta y otras homilías de ese sacerdote
se hayan publicado en 1755 indica que la sociedad entera o al menos una parte
de ésta consideraba válidos sus planteamientos.
En el siglo siguiente (1819) el muy ilustre y destacado escritor José Joaquín
Fernández de Lizardi enfatiza en su obra La Quijotita y su prima la superioridad de
los hombres tachando de necias, soberbias y orgullosas a aquellas mujeres que
creían que el sexo femenino era el superior. Esto permite inferir que a pesar de
tantos años de marginación y represión había en la Nueva España mujeres (y tal
vez incluso hombres) que se negaban a aceptar la autoridad y dominación de los
hombres como natural22, y desde luego que hay muchos testimonios de miembros
de las clases bajas que se rebelaron contra el orden económico establecido del
que eran excluidos.
Parece paradójico que en pleno siglo XIX los educadores y grandes
pensadores concibieran correcto proporcionar educaciones distintas a los seres
humanos basados en su posición subordinada. Es obvio que esta alfabetización
20
Fray Luis de León, “Cualidades de una buena esposa”, en Pilar Gonzalbo (comp.), La educación de la mujer en la Nueva España, SEP Cultura – Ediciones El Caballito – Dirección General de Publicaciones, México, 1985, pp. 42, 46. 21
Juan Martínez de la Parra SJ, “Del amor y respeto que entre sí se deben los casados”, en Ibid., pp. 96-99. 22
José Joaquín Fernández de Lizardi, “La educación de las mujeres o la quijotita y su prima”, en Ibid, pp. 137-139. Josefina Zoraida Vázquez, La educación en la historia de México, Colegio de México, México, 1999, pp. IX. El pensamiento ilustrado consideraba que la educación era la herramienta para combatir el colonialismo y conducir al país al progreso. Pero de la segregación educativa que llevaron a cabo se deduce que el progreso no se preveía para toda la población.
18
limitada23 fue clave en el mantenimiento de la dominación patriarcal capitalista que
aún hoy, a principios del siglo XXI, es una realidad que se niega a desaparecer, lo
que me parece aún más increíble. La sociedad utiliza la educación a través de la
escuela para mantener el estado de cosas preestablecido al convencer a los
educandos de sus diferencias de sexo, raza y clase social. De ninguna otra
manera se explica que la gran mayoría de los hombres elijan trabajar fuera de
casa mientras que las mujeres elijan tener menos educación, empleos menos
calificados y salarios más bajos.24
Sin embargo, la estratificación es fundamental en la visión masculina que
concibe al mundo como una competencia en la que el resultado final debe poder
fundamentarse. Como consecuencia, el ingreso de la mujer (y de cualquier grupo
marginado) a la educación y al mundo laboral debe hacerse dentro de los términos
establecidos con los criterios de sexo, clase y raza para no correr el riesgo de
volver a caer en la alfabetización limitada, ni en los empleos propios para las
mujeres, los pobres, etc.25.
I.I Las mujeres y la conquista de espacios
Durante la época colonial los valores eran “la virtud profunda, la caridad viva, las
almas devotas, la gente pecadora corregida, la fe celestial, los públicos bienes, las
23
Dale Spender, “¿Educación o adoctrinamiento?” en Dale Spender y Elizabeth Sarah, Aprender a perder… Op. cit., p. 42. La alfabetización limitada consiste en proporcionar a determinados grupos sociales sólo la educación que el grupo en el poder considera necesaria para su desempeño en el futuro. En el siglo XIX, en una época en que se creían en un “conjunto particular de actitudes y valores”, para los educadores no era adoctrinamiento ofrecer a la clase obrera una “alfabetización limitada”; todo lo que pasase de ahí habría sido inapropiado para su posición subordinada. 24
Ibid., p. 42. La autora opina que el hecho de que cada día aumente el número de personas que se cuestionan sobre la vigencia de este proceso indica que se están llevando a cabo cambios que podrían culminar en una sociedad más igualitaria. 25
Dale Spender, “Instituciones educativas donde a la cooperación se le llama trampa”, en Dale Spender y Elizabeth Sarah, Op. Cit., pp. 62-70. Un grupo propuso la instauración de un sistema escolar basado en la cooperación.
19
conciencias limpias, las limosnas grandes y las nobles costumbres”26. La
educación de las mujeres de lo que hoy conocemos como América se dividía en la
impartida a las españolas en el Nuevo Mundo y la impartida a las indígenas. Una
posición económica holgada era requisito para que una mujer pudiera dedicarse a
los estudios. Sólo las mujeres con personas a su servicio que realizaran las
labores físicas contaban con el tiempo libre que requería el trabajo intelectual. Las
mujeres pudientes debían dedicarse a múltiples ocupaciones domésticas para
enorgullecer a sus maridos entre las que se encontraban coser, tejer y bordar. De
acuerdo con Juan Luis Vives era relativamente común que dedicaran su tiempo
libre a leer.
Bien si la lectura era alabada en las mujeres esta actividad constituía al
mismo tiempo una preocupación para las autoridades y pensadores de la época,
interesados en que estas fueran sólo sobre temas religiosos, aunque en la
realidad la mayoría de las jóvenes buscaban principalmente los poemas, libros de
caballería y novelas sentimentales; y en que el aprendizaje femenino sólo se
expresara a través de sus obras y no de sus palabras. Esta creencia se apoyó en
la disposición hecha por San Pablo en la Carta a los Corintios donde dice: “Las
mujeres callen en la Iglesia… enseñar ella[s], yo no lo permito…” Lo que sucedía,
es lo que aún en la actualidad provoca numerosos malentendidos al sacar una
frase de su contexto.
En 1691 Sor Juana en su Carta a Sor Filotea de la Cruz explicó que en esa
disposición San Pablo se refería a las mujeres que enseñaban la doctrina cristiana
al interior de los templos al mismo tiempo que los apóstoles daban a conocer las
enseñanzas de Cristo. De cualquier manera, en la época colonial esta máxima se
26
Josefina Muriel, Cultura femenina novohispana, UNAM, México, 2000, p. 18.
20
extendía a todos los ámbitos de la vida27, al grado de que la virtud de una mujer
estaba fuertemente relacionada con su silencio y no era aceptado que enseñaran
(salvo a sus hijos o hermanos pequeños). Aún así no fue posible impedir el auge
de las escuelas Amigas a lo largo de toda esta época. Las Amigas eran maestras
especializadas en enseñar el catecismo de memoria, coser, bordar, tejer y leer,
(en algunos casos incluían gramática, sumar y restar). La misma Sor Juana Inés
de la Cruz acudió con una de estas Amigas en compañía de su hermana, donde
aprendió costura, lectura y escritura. De manera que antes de profesar como
religiosa ya había aprendido también gramática. 28
La insistencia sobre el silencio de la mujer y su relación con la virtud se
pone de manifiesto en el relato que hace de su vida la religiosa Inés de la Cruz
venerada por su vida ejemplar y de quien Sor Juana tomó el complemento de su
nombre “no lo comunicaba a nadie, ni preguntaba nada, sino sólo lo que leía, u oía
predicar, y daba cuanto alcanzaba porque me llevasen a oír sermones.”29
Estos fueron los valores que rigieron a la Nueva España. La mujer española
que llegó a América era la mujer del Renacimiento, y entre las que llegaron se
encontraban mujeres de todas las clases sociales y costumbres presentes en esos
momentos en España. Algunas de ellas venían bajo la protección de hombres que
compartían las débiles embarcaciones, otras bajo sus propios cuidados y más sin
27
Francisco Larroyo, Historia comparada de la educación en México, Porrúa, México, 1986, pp. 171-172. Desde luego que hubo personas que se opusieron a esta prohibición de enseñar, sin embargo la mayoría de los novohispanos estuvieron de acuerdo. En esta carta, Sor Juana declara que la mujer es tan capaz como cualquiera de expresar su pensamiento y de estar en descuerdo con los demás. 28
Pilar Gonzalbo (comp.), La educación… Op. Cit., p. 9. Juan Luis Vives “De cómo se han de criar las doncellas” en Ibid. pp. 34-36. Juana Inés de la Cruz, “De la poetisa a la muy ilustre Sor Filotea de laCruz” en Ibid. p. 77, 90-91. 29
Carlos de Sigüenza y Góngora, “Vida de la VM Inés de la Cruz referida con sus prop ias palabras” en Ibid., pp. 70-71. Para más información sobre la manera como la sociedad y la escuela enseñan a las mujeres a permanecer en silencio, véanse Dale Spender, “Hablar en clase”, pp. 187-194, y Grace Evans, “Esas negras chillonas”, en Dale Spender y Elizabeth Sarah, Aprender a perder… Op. cit, .pp. 225-233.
21
cuidado alguno, pero todas ellas de alguna u otra forma configuraron la Nueva
España30. La mayoría de ellas llegaron después de la conquista. La educación que
estas mujeres recibían
estaba formada por tres elementos fundamentales: la virtud, la preparación profesional específica de su sexo y la cultura… [sobre todo] entre las mujeres pertenecientes a los estratos más elevados de la sociedad.
31
La educación de la mayoría de las niñas se limitaba a la doctrina cristiana y
las labores del hogar que se aprendían en casa bajo la guía de la madre y las
hermanas mayores32, mientras que la de los niños abarcaba también las primeras
letras. El sexo y la clase social eran los principales criterios que determinaban los
contenidos de la educación. Así, la educación de las mujeres debería ser más
limitada que la de los hombres y la de los pobres que la de los ricos. El
incumplimiento de este principio podría traer consecuencias “lamentables”, como
las mencionadas por Fray Jerónimo de Mendieta, quien hace alusión a ciertos
pueblos pequeños donde todos los niños sin importar su clase social recibieron la
misma formación de donde se derivó que algunos niños pobres resultaron más
hábiles y se encontraron en su edad adulta en puestos de poder33.
Las niñas con mayores recursos podrían ingresar a los monasterios donde
se recibía a niñas para su crianza y educación. Aunque en general exigían
“limpieza de sangre” y estaban reservados a peninsulares y criollas, este tipo de
instituciones recibió una gran cantidad de mujeres seculares necesitadas de
protección (niñas educandas, donadas y criadas). Los monasterios cumplían sobre
todo una función social, no sólo por ser centros privilegiados de cultura donde la
30
Josefina Muriel, Cultura… Op. cit., p. 15. 31
Pilar Foz y Foz, Mujer y educación en Colombia Siglos XVI-XIX. Aportaciones del colegio de La Enseñanza, 1783-1900, Academia Colombiana de Historia, Santafé de Bogotá, 1997, p. 7. 32
Pilar Gonzalbo (comp.), La educación… Op. cit., p. 15. El humanista español Juan Luis Vives escribió en 1524 que la educación de las niñas debía empezar desde su nacimiento, estar a cargo de su madre y consistir en letras y labores de manos (hilar, deshilar, bordar y encajes). Juan Luis Vives “De cómo se han de criar…Op cit. pp. 29-30. 33
Fray Jerónimo de Mendieta “Del modo en que se tiene que enseñar a los niños y niñas, y de las matronas que ayudaron mucho en el ministerio de la Iglesia” en Ibid., p. 54.
22
mujer podía estimular su inteligencia y gozar de cierta libertad34, sino también
porque un número considerable de mujeres pedía su entrada a los conventos y no
pocas hijas de familias despreciaron las riquezas materiales y se recluyeron en
ellos. Sin embargo, la estricta clausura de las religiosas de la época hizo necesaria
la cooperación de las mujeres seculares.
Las Leyes de Indias protegían a la mujer (al menos en teoría) de actuar en
contra de su voluntad y le permitían disponer libremente de sus bienes, sobre todo
en el caso de viudez. Esta legislación llevó a la fundación de numerosas
instituciones religiosas, educativas y asistenciales por parte de mujeres cuyo papel
en la evangelización y desarrollo cultural de Iberoamérica fue clave. Las
peninsulares trajeron sus valores religiosos, sociales y sus costumbres, los cuales
difundieron desde su hogar a través de la servidumbre. Simultáneamente las
siervas y esclavas indígenas y negras, convertidas en niñeras y educadoras de los
niños, influenciaban a las familias criollas. Pero sin importar la posición social,
todas las mujeres de las Indias soportaban, aunque en formas y proporciones
distintas, la opresión masculina. Aunque legalmente tenían cierta libertad de
acción, ésta no se asociaba a la imagen de la mujer colonial.
Hasta bien entrado el reinado de Carlos III la educación de la mujer en
América siguió siendo una formación en valores ético-religiosos recibida en la
propia familia que excluía la educación necesaria para participar en la vida politica
y cultural35. Las ricas contaban con preceptores particulares o eran pensionistas
en los monasterios, las pobres asistían a beaterios o escuelas-Amiga. La
educación doméstica estaba a cargo de la madre, a veces apoyada por
preceptores particulares, y estaba orientada a hacer de la hija una buena esposa y
34
Los conventos de monjas, los colegios y los beaterios, es decir, las instituciones femeninas, tenían en su reglamento la orden de leer en comunidad y en privado, por lo que contaban con bibliotecas. 35
Francisco Larroyo, Historia comparada… Op. cit., p. 169.
23
madre de familia a través del control de las pasiones y los hábitos, pero sobre
todo, de la supresión de la rebeldía, buscando que las mujeres aceptaran
voluntariamente su categoría social. Desde luego que no todas estuvieron
conformes con la realidad en la que vivían y formaron parte de rebeliones, fiestas
y alborotos36.
Una madre alfabetizada tendría hijos alfabetizados, sin embargo, la
formación intelectual de la mujer no fue un objetivo fundamental ni permanente.
Las dificultades de la mujer para recibir educación en la propia familia estaban
presentes hasta en las clases sociales más elevadas. En las Escuelas-Amiga,
colegios y beaterios, aprendían lectura, escritura, matemáticas elementales,
música, religión y labores femeninas; mientras las que tenían más recursos e
interés, podían después contratar maestros particulares que les enseñaran
gramática latina y castellana. La segunda enseñanza no era considerada
necesaria para administrar un hogar e incluso, para una gran parte de los
novohispanos, ni siquiera la elemental37. En contraparte, la creciente importación
de libros y la usanza de bibliotecas familiares permitieron la formación autodidacta
de muchas mujeres que veían en la lectura uno de los pocos pasatiempos
permitidos, aunque sus lecturas eran supervisadas por algún hombre (padre,
esposo, hermano, sacerdote).
Aún así, las mujeres que sabían leer podían aprender tanto como quisieran.
Sus dos mayores obstáculos fueron la censura masculina, que vigilaba sus
lecturas, y el no poder ingresar a colegios mayores ni universidades. Sin embargo,
una mujer interesada en la lectura podía tener la misma cultura que cualquier
hombre, pues disponían de bastante tiempo para leer (Juan Luis Vives incluso
36
Ibid. pp. 12- 16. 37
Josefina Muriel, Cultura novohispana… Op. Cit., pp. 15-22; Pilar Gonzalbo (comp.), La educación… Op. Cit., p. 17 y Francisco Larroyo, Historia comparada… Op. cit., p. 169.
24
sugiere que se cansaban de tanto leer)38. Un ejemplo de las mujeres inconformes
con esta situación lo constituyó Sor Juana Inés de la Cruz, quien primeramente vio
frustrado su deseo de ingresar a la Universidad39. Posteriormente y a pesar de la
educación doméstica se negó a ser madre y esposa, e incluso deseaba vivir sola,
a lo que obviamente su madre se opuso. Finalmente ingresó a un convento donde
se dedicó a instruirse a través de los libros. Para el momento en que escribe Carta
a Sor Filotea de la Cruz (1691) Sor Juana está consciente de las dificultades que
existen para las mujeres de escasos recursos que desean estudiar y no pueden
costear el ingreso a un monasterio, pues contratar a un maestro particular no sólo
era caro, sino riesgoso para la honra de las jóvenes no acostumbradas al trato con
hombres40.
Durante el siglo XVIII los monasterios ampliaron su campo de acción al
añadir la educación. Sin embargo, la posterior imposición del régimen de clausura
les quitó autonomía y dejaron de ser instrumentos educativos eficaces. Las
alumnas se veían obligadas a vivir ellas también en clausura a pesar de que,
como expresa Fernández de Lizardi, una gran parte de ellas no estaban
interesadas en profesar en la vida religiosa, fuera por falta de vocación o de
dote41, y recibían únicamente educación de la monja que se les hubiera asignado.
En los primeros años del siglo XIX los proyectos oficiales sobre la enseñanza
primaria seguían sin contemplar a la mujer, aunque desde mediados del siglo
38
Juan Luis Vives “De cómo se han de criar… Op. Cit. p. 33. 39
Juana Inés de la Cruz, “De la poetisa… Op. cit., p. 75-91. En Carta a Sor Filotea de la Cruz Sor Juana comenta que le propuso a su mamá vestirse de hombre e irse a vivir a casa de unos parientes en la ciudad de México para poder ingresar a la Universidad pero su mamá no estuvo de acuerdo. Francisco Larroyo, Historia comparada… Op. Cit., p. 168. Las órdenes religiosas no incluían a la mujer en la educación superior. 40
Josefina Muriel, Cultura femenina… Op. Cit., pp. 15-22. Juana Inés de la Cruz, “De la poetisa… Op. cit., p. 75-91. Carlos de Sigüenza y Góngora, “Vida de la VM Inés de la Cruz referida con sus propias palabras” en Pilar Gonzalbo (Comp.), La educación… Op. cit., p. 72. “Los conventos de monjas exigían a todas las novicias la entrega de un capital, como dote, en el momento de su profesión. La cantidad establecida era de 4,000 pesos y, excepcionalmente, 3,000, cifras realmente muy elevadas para su tiempo, cuando un profesor de la Universidad ganaba de 300 a 600 pesos al año.” 41
José Joaquín Fernández de Lizardi “La educación… Op. cit., pp. 140-141.
25
anterior se promovía en la península la reivindicación de la condición femenina en
la prensa y a través de disposiciones oficiales, las cuales iban desde la admisión
de maestras en el Colegio Académico del Noble Arte de Primeras Letras hasta el
establecimiento de escuelas gratuitas para niñas en Madrid.
La principal innovación fue la creación de escuelas con rango oficial. En
estos establecimientos se fomentaba la buena educación de las jóvenes en los
rudimentos de la fe católica, en las reglas del bien obrar, en el ejercicio de las
virtudes y en las labores propias de su sexo. Se enseñaba a las niñas la labor de
manos (coser, bordar, tejer, hilar, deshilar, etc.), pero si alguna de las muchachas
quisiera aprender a leer, la maestra tenía obligación de enseñarla,42 es decir, lo
principal seguía siendo el catecismo y las labores domésticas. Así en cuanto a
contenido no hubo modificaciones importantes pero sí fue un avance el que se
oficializara su enseñanza ya que en ello iba el reconocimiento a su necesidad.
A la par también se incrementaban las solicitudes de mejorar la enseñanza
femenina. Para 1744 una criolla novohispana denunciaba el estado de la
instrucción de la mujer en la Nueva España y solicitaba para remediarlo la
fundación de un colegio-escuela. En 1747 otra mujer desde Santiago de Chile
denunciaba y solicitaba lo mismo. Así, los primeros pasos hacia una educación
ilustrada fueron obra de la propia mujer, sobre todo de la criolla y mestiza, tal fue
el caso del Colegio de las Vizcaínas fundado en 1767 en la ciudad de México por
la iniciativa privada y con carácter laico. Este Colegio se orientó a la capacitación
de niñas y viudas en oficios que les permitieran proporcionarse su sustento
económico. Tras la fundación del Colegio de las Vizcaínas y la llegada de las
religiosas de la Compañía de María, dedicadas a la enseñanza de la mujer, se
fundaron colegios en muchas provincias. En general, sus planes de estudio se
enfocaban a la educación para la piedad, para la vida social y para la instrucción
42
Josefina Muriel, Cultura… Op. cit. p.41.
26
rudimentaria. Además, los conventos continuaron recibiendo niñas para su
educación43.
En la última década del siglo XVIII Carlos III decretó la obligatoriedad de la
enseñanza, lo que hizo necesarios libros, maestros y centros de enseñanza.
Lamentablemente lo referente a la educación de las niñas estaba especificado por
separado, y esto permitió que poco a poco los programas fueran recortados para
adaptarlos a los requerimientos de una sociedad patriarcal. Así, siguió sin grandes
cambios la situación de las mujeres por más de un siglo.
Grandes ilustrados como José Joaquín Fernández de Lizardi criticaron el
método tradicional seguido por las Amigas el cual se basaba en la memorización y
los castigos. A cambio éste proponía una educación moderna o ilustrada, basada
en la comprensión, la confianza y el respeto. Sin embargo, éste autor la entendía
en los mismos términos que la educación tradicional, mostrándose a favor de
mantener la prohibición de la convivencia entre niños y niñas que tenía lugar en
las escuelas de Amigas. Insistió además en que la superioridad del hombre sobre
la mujer obligaba a ésta a someterse a su marido, mientras que daba a aquel
derecho a participar en la política, el gobierno, el sacerdocio y la guerra,
argumentando que incluso la legislación establecía esta superioridad al reconocer
que el papel de la mujer en la sociedad era ser madre y esposa y era en esas
labores donde ella debía encontrar su satisfacción44.
43
Pilar Foz y Foz, Mujer y educación… Op. cit., p. 7 y Francisco Larroyo, Historia comparada… Op. cit., pp. 190-192, 204. En un principio era para alumnas de raza española, pero veinte años después acogió a toda clase de alumnas. A pesar de ser laico, el Colegio de las Vizcaínas conservó la educación religiosa. 44
José Joaquín Fernández de Lizardi “La educación…Op. cit., pp. 131-43. Francisco Larroyo, Historia comparada… Op. cit., p. 203.
27
Al igual que Sor Juana Inés de la Cruz en su Carta a Sor Filotea de la Cruz
y Fernández de LIzardi en La Quijotita y su prima45, Vicenta Vetancourt, en un
texto redactado a principios del siglo XIX en el que promovía una escuela para
niñas en su hogar expuso que por sus características naturales correspondía a la
mujer la educación de niños y niñas, pero que eso no sería posible si la mujer
antes no contaba con una educación “moral, civil y científica”. Vetancourt hizo
hincapié en la importancia de que la mujer estuviera ilustrada al mismo nivel que
los hombres no sólo porque en ella recaía la primera educación de los hijos, sino
además porque era necesario que dispusiera de las herramientas necesarias para
sobrevivir en caso de viudez [o soltería prolongada] y relacionarse con los
hombres en una sociedad mixta. Sin embargo, por la enumeración de las
enseñanzas impartidas en su escuela se deduce que en realidad los
conocimientos que sus alumnas adquirieron fueron los mismos que se habían
enseñado hasta ese momento en las escuelas tradicionales: Catecismo,
urbanidad, higiene, lectura, escritura y costura46.
En esos mismos años Ana Josefa Caballero en el Discurso preliminar del
Reglamento Interior, que servirá de norma a los directores, maestras y niñas de la
Academia Mexicana, insistió en que la educación debía llegar a todos los estratos
sociales con lo que se evitarían muchos de los problemas de ese momento.
Siguiendo los cánones de la época, Caballero de la Borda consideró a la religión
parte fundamental de la educación. En opinión de Pilar Gonzalbo a pesar de las
críticas expresadas por Caballero al método tradicional, su Reglamento Interno no
45
Juana Inés de la Cruz, “De la poetisa… Op. cit., p. 77 y pp. 90-91. José Joaquín Fernández de Lizardi “La educación de…Op. cit., pp. 131,143. 46
Vicenta Vetancourt, “Reflexión sobre la educación de las jóvenes” en Ibid., pp. 145-147. Los conocimientos a los que se refirió eran “el santo temor de Dios… la obediencia y respeto… el aseo y limpieza… el hablar con atención… la enseñanza de primeras letras, ortografía, caligrafía, gramática castellana, ortología, aritmética, coser, bordar, hacer flores y demás habilidades propias del sexo.”
28
difería mucho de los que regían a los internados coloniales pues se centraba en la
memorización del catecismo y el aprendizaje de la costura47.
En Culiacán, al igual que en el resto de México la educación de las niñas no
era prioritaria y en su mayoría se reducía a la educación doméstica, lo que se
manifiesta cuando vemos que para las 459 familias registradas a principios del
Siglo XIX en el padrón de vecinos de la villa48 sólo se contaba con una maestra de
niñas: Francisca Valenzuela49. Los estereotipos tradicionales se reproducían en
estas tierras donde sólo se reconocía a una mujer casada con oficio: Juana Ibarra,
lavandera, mujer de Aniceto Borquez quien se dedicaba a las labores agrícolas. El
trabajo femenino era tan menospreciado que incluso fueron pocas las viudas50 que
reconocieron ejercer un oficio (6%), de las cuales, la mitad se dedicaban a las
labores del campo y la otra mitad se desempeñaban como costureras. Este
porcentaje tan bajo resulta cuestionable ya que no explica entonces como es que
sobrevivían económicamente si ya no tenían de quien depender.
El asunto de las criadas y esclavas es otro punto importante, pues fueron
consideradas miembros de la casa familiar y aún cuando casi la tercera parte de
las casas declaró tener personal a su servicio, sólo Santos López, quien vivía con
su hermana y se declaró sirviente fue considerado jefe de familia. A conclusiones 47
Ana Josefa Caballero de la Borda “Necesidad de un establecimiento de educación para las jóvenes mexicanas” en Ibid., pp. 149-151. 48
Padrón de vecinos de esta villa de Culiacán, que viven dentro de goteras. El número del marge denotan la casa familia de cada uno. Archivo Franciscano de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, Rollo 12, caja 37, expediente 821. El padrón está fechado en 1793 pero es posterior pues en él se señala a don Jacinto Gaxiola como comerciante y Mayordomo de fábrica y de acuerdo con el Libro de fábrica 1782-1825 del Archivo Parroquial de Catedral don Jacinto Gaxiola sucedió a Don Pedro Martínez de Izabal en dicho cargo de lo que se concluye que aunque el padrón pudo haberse iniciado en 1793 su terminación no puede ser anterior a 1801, por otro lado, la alusión a esclavos podría indicar que es anterior a la independencia de México. A conclusiones similares ha llegado en sus estudios cronológicos Rina Cuéllar, quien propone como fecha para este padrón el año de 1804. 49
La educación de los varones estaba a cargo de Fray Ignacio de la Oliva, catedrático de primeras letras y Don Nicolás Altamirano, organista y maestro de música 50
Al considerar el total de viudas sólo nos referimos a aquellas mujeres que fueron consignadas de este modo en el padrón.
29
similares llego Sánchez Gastélum51, quien afirma que si bien la mayoría de los
estudiantes del Colegio Rosales vivían en el centro de la ciudad eso no servía
para indicar su nivel socioeconómico, pues los criados y sus hijos residían en la
misma casa en que trabajaban.
Por lo tanto, el estudio de las mujeres que se desempeñaban en las labores
domésticas a inicios del siglo XIX en la villa de Culiacán continúa siendo un tema
pendiente. Por el momento sólo es posible saber su número, mientras que su
origen, estado civil, las condiciones en que vivían y las labores que realizaban
quedan para un estudio posterior. Finalmente, del total de mujeres registradas en
el padrón52 sólo el 10.4% fueron consideradas activas económicamente. Sin
embargo, esta cifra debe ser tomada con reservas pues a lo largo de la historia se
ha documentado que no fueron pocas las mujeres que contribuyeron al ingreso
familiar, por ejemplo las mujeres e hijas de los comerciantes, y cuya participación
no fue valorada en su tiempo53.
El papel de la mujer en la sociedad seguía siendo secundario por lo que
aún cuando en el 18.7% de las familias eran mujeres las que figuraban como jefas
de la casa, ninguna figuró en la lista de vecinos principales. Dicha lista estaba
compuesta por 97 hombres entre los que figuraban los principales apellidos de la
época: Verdugo, Urrea, Rojo, Iturríos, Izabal, de la Vega y Esquer entre otros. Por
51
Jorge Luis Sánchez Gastélum, Sociedad y… Op. cit. p. 94. Sánchez Gastélum que a pesar de compartir la vivienda generalmente eran los hijos de las familias con más recursos económicos y no los criados ni sus hijos quienes asistieron al Colegio. 52
Sólo se considera a las mujeres jefas de familia y a sus hijas o colocatarias. Esta última denominación se daba a las personas que viven juntas sean o no parientes. Las criadas, las esclavas, las esposas y las mujeres que viven con su padre no fueron contabilizadas, con excepción de la mencionada Juana Ibarra única mujer casada que fue consignada como trabajadora. 53
Pilar Gonzalbo (comp.), La educación… Op. cit., p. 10. Pilar Gonzalbo comenta que el mercado era el lugar de encuentro de criadas y mujeres de escasos recursos, donde tenían oportunidad de conversar entre ellas y con las vendedoras de los tianguis. Casi todas ellas eran mujeres “que administraban su pequeño comercio y sabían muy bien como pesar, medir y cobrar la mercancía, aunque nunca hubiesen ido a la escuela.”
30
otro lado, aunque la mayoría de las casas familia estaban constituidas por una
pareja y sus hijos, este modelo no era el único vigente. Existían familias
monoparentales54 , la mayoría de ellas a causa de viudez; familias constituidas por
hermanos, casas en las que el nexo entre los miembros no quedó especificado y
casas en las que la relación entre los miembros era laboral mas no consanguínea.
Tal es el caso de María Egipciaca costurera que tenía dos criadas a su servicio o
el de Rita Valenzuela y Ana María Bojórquez, costureras residentes de la misma
casa.
La mayoría de las familias monoparentales (68.8%) estaban a cargo de
mujeres. Más de la mitad de este tipo de familias (53.6%) eran administradas por
mujeres viudas55, la gran parte de ellas (86.5%) madres de familia56. Finalmente,
casi la mitad del total de mujeres con trabajo (45%) no eran viudas ni tenían hijos
por lo que podemos suponer que eran mujeres solteras que a falta de padre y
hermanos debían proporcionarse a sí mismas los medios de subsistencia.
Como se mencionó arriba, una mujer, es decir el 5% de las consideradas
activas laboralmente, se dedicaba a la educación de las niñas, el 10% eran
lavanderas, el 20% se desempeñaban en las labores del campo y el 65% restante
54
Algunas veces tanto los hombres como las mujeres se declararon viudos, pero en otros sólo se menciona la existencia de hijos. 55
En el padrón sólo se consignaron 17 viudos aproximadamente, la cuarta parte (25.3%) con respecto al total de viudas; sin embargo, el número de casas familia presididas por hombres sin mujer (solteros o viudos) alcanza el 39.4% del total de casas familia con jefe solo, es decir, sin pareja; lo que sumado a las casas familia presididas por hombres casados integra un total de 81.2% de casas familia presididas por hombres. Por otro lado, del total de familias administradas por hombres solos, menos de la mitad (43.5%) eran viudos, el resto eran varones, que al igual que las mujeres solteras, vivían solos, en compañía de miembros de su familia: madre, hermanos, sobrinas, o con personas con quienes estaban relacionados laboralmente: pares o criados, entendiendo por pares personas que se desempeñan en el mismo oficio. 56
El 54.4% de las familias monoparentales eran dirigidas por mujeres con hijos, para obtener este total es necesario sumar a las madres viudas y a las madres solas.
31
se dedicó a la costura57. A diferencia de otras partes del país58, la ausencia de
conventos en Culiacán hasta antes del siglo XX59, provocó que las mujeres de
esta región carecieran de la protección que los conventos daban a aquellas
mujeres que no se casaban, sin embargo, no aceleró la aparición de medios
alternativos de subsistencia. Otro tema de estudio que queda pendiente es el
papel que jugó la prostitución como atenuante de la dura situación por la que
atravesaban las viudas, las abandonadas y las que no se casaron.
Por el momento, a partir de los datos disponibles, es claro como todavía en
los inicios del siglo XIX la mujer estaba excluida de la dirección económica y
política de la población. En una gran parte de ellas (80%) es evidente la relación
de sus ocupaciones con las labores del hogar, pues tanto la costura, como la
educación de las niñas y la limpieza y cuidado del hogar han estado
57
Entre las profesiones de los hombres destacan las labores agrícolas y el comercio principalmente, aunque además se mencionan empleados de gobierno, miembros y empleados de la Iglesia, sastres, zapateros, cantores, maestros, albañiles, etc. 58
Jorge Fernando Iturribarría, “La educación” en Graziella Altamirano, et al. Vida social y cotidiana en la historia regional de Mexico, Instituto Mora, México 2001, pp. 121. [En Oaxaca] desde 1700 el obispo Sariñana había fundado y prestaba importantes servicios al Colegio de Niñas… pero este plantel se destinó a capacitar a las mujeres pobres para ganarse la vida en actividades propias de su sexo: repostería, costura, bordado, tejido, etc. Francisco de Florencia SJ, “Vida de una india de la provincia de Michoacán” en Pilar Gonzalbo (comp.), La educación… Op. cit., p.65-67. El convento de Santa Catarina o Catalina de Siena se fundó en [la ciudad de Valladolid hoy Morelia] entre 1590 y 1597… Las dominicas eran monjas de observancia mitigada, por lo que podían tener sirvientas y recibían niñas educandas en el claustro. Juan Gutiérrez Dávila, “Dase principio a las dignas memorias, que sucintamente se hacen, del venerable padre Don Domingo Pérez de Barcia” en Ibid., p. 103. ”Pérez de Barcia fue un clérigo unido a la congregación de San Felipe Neri, riguroso en sus mortificaciones y generoso en las limosnas. Para ayudar a mujeres desamparadas fundó [en la ciudad de México] el colegio de Bethlem, conocido como “las mochas” por el exceso de ejercicios piadoso que imponía a las recogidas”. Francisco Larroyo, Historia comparada… Op. cit., pp. 176-177. Según Francisco Larroyo, el Colegio que perdiendo el carácter de recogimiento y de centrándose en la educación, al grado de que para mediados del siglo XVIII de las 200 alumnas sólo 90 dependían económicamente del Colegio y el resto eran mandadas por sus familias a educarse. 59
En Noviembre de 1905 el obispo de Culiacán en su homilía dominical incitó a los habitantes de la ciudad a llenar de atenciones y cuidados a las religiosas que en los siguientes días arribarían a la ciudad. Las religiosas fundaron el Colegio Guadalupano, después llamado Montferrant dedicado a la educación de las niñas. Homilía consultada en el Archivo Privado del Colegio Montferrant.
32
tradicionalmente a cargo de las mujeres60. El 20% restante estaba constituido por
mujeres dedicadas a las labores agrícolas. La presencia de criados y esclavos en
la mayoría de estas casas (75%), la referencia a la viudez de la mitad de estas
mujeres (50%) y la presencia de hijos en el 75% de los casos, puede indicar que
sus funciones eran más bien administrativas, lo que explicaría la alusión a su
oficio61. La dirección de grandes casas fue algo común durante la época colonial,
también la recurrencia a la costura como medio de subsistencia de mujeres solas,
de ambos casos dejó constancia la literatura de la época62.
En lo que concierne a la educación, Culiacán, al igual que el resto de
México, no presentó grandes avances a lo largo del siglo XIX. En los primeros
años de vida independiente ambas facciones ideológicas, liberales y
conservadores, consideraron indispensable la educación para el ejercicio de la
libertad y la igualdad. La Reforma Liberal de 1833 estableció, entre otras cosas, el
fomento a la instrucción elemental para hombres y mujeres, tanto niños como
adultos63, y siguió la misma línea que tuvo durante la colonia. De hecho, se llegó a
considerar que el alfabeto y el catecismo religiosos eran el único medio de inculcar
los principios republicanos y los valores morales que permitirían el crecimiento
60
Emilia Pardo Bazán, escritora española del siglo XIX, muestra en sus novelas la situación de la mujer. En Un destripador de antaño, dibuja a un molinero, quien es ayudado en sus actividades por los miembros de su familia. La esposa ayuda con el molino, o mejor dicho, lo trabaja, al mismo tiempo que labra la tierra y vende los productos de la propiedad. La hija es costurera, “entre las campesinas profesión aristocrática”; la sobrina desempeña las labores agrícolas, como criada de faena: recolección de leña, cuidado de los animales, etc.; mientras que el hijo ayuda en la molienda. Emilia Pardo Bazán, “Un destripador de antaño” en Gran Colección de la Literatura Universal Española 1, Gallimard Promexa, México, 1982, pp. 683-712. 61
Alrededor de un siglo después, Federico García Lorca presentó en su obra de teatro La casa de Bernarda Alba una familia constituida solamente por mujeres. La primogénita, hija del primer esposo de Bernarda Alba, heredó de su padre las tierras que proveen el sustento a la familia y que tras la muerte del segundo esposo son administradas por la propia Bernarda. Federico García Lorca, “La casa de Bernarda Alba” en Mariana Pineda, Federico García Lorca, Porrúa Col. Sepan Cuantos, México, 1980. 62
Anna Macías, Contra viento y marea. El movimiento feminista en México hasta 1940, PUEG, Coordinación de Humanidades, Universidad Nacional Autónoma de México, México, 2002, p. 18. 63
Raúl Bolaños Martínez, “Orígenes de la educación pública en México” en Fernando Solana, et al., Historia de la educación pública en México, SEP-FCE, México, 1981, p. 18-21.
33
económico y convertirían a niños y niñas en “súbditos obedientes, ordenados,
respetuosos y trabajadores.” La principal diferencia entre la educación de esta
época y la colonial se observó en la educación superior, sobre todo en el interés
por el estudio del Derecho Constitucional al considerarse a las leyes como la vía
legítima para constituir una sociedad regida por principios de igualdad.64
Se fundaron institutos científicos y literarios dirigidos a aquellas personas
que no deseaban ingresar a las universidades establecidas (de apariencia clerical
y colonial), así como para aumentar el número de establecimientos de educación
superior, el cual había disminuido mucho con la salida del país de los jesuitas. Se
planeó también la creación de institutos o academias que impartieran carreras
cortas. A mediados de siglo se nacionalizaron los colegios superiores y se
enfocaron los programas de estudio a una preparación más amplia, acorde a las
necesidades de su tiempo. Unos años más tarde se implantó la obligatoriedad de
aprobar ciertos cursos antes de ingresar a una carrera profesional, con la finalidad
de centralizar el proceso educativo y por ende controlarlo, así como uniformar los
contenidos para la preparación de los futuros profesionistas. La educación
superior se concibió como el sitio en el que se formaba al hombre moderno y
productivo65, cualidades necesarias para la conformación del Estado nacional.
En ese sentido resultó fundamental la obra de Benito Juárez, quien al
arribar al poder organizó una reforma educativa mediante la cual estableció una
estructura jurídica nueva a través de la Ley Orgánica de Instrucción Pública en
1867, la Ley Reglamentaria en 1868 y la Ley Orgánica de Instrucción Pública de
1869, en las cuales se destaca la exclusión total de la enseñanza religiosa en los
planes de estudios, así como las alusiones a los “deberes de las mujeres en
sociedad”, “de las madres con relación a la familia” y de la moral laica, que supliría
64
Anne Staples, “Alfabeto y catecismo, salvación del nuevo país”, en Josefina Zoraida Vázquez, Op. cit., p. 70-74. 65
Ibid. 75-82.
34
a la religiosa. La ley de 1867 estableció la existencia de una secundaria para
personas del sexo femenino (Escuela Secundaria para Señoritas) y creó la
enseñanza preparatoria con la finalidad de uniformar en edad y conocimientos a
los aspirantes a cursar estudios profesionales. La segunda enseñanza se ofreció
tanto a hombres como a mujeres pero su formación se distinguió con contenidos
propios a cada sexo, que en el caso de las mujeres eran acordes a su futura labor
de madres y esposas. En 1871 se inauguró la primera Escuela Nacional de Artes y
Oficios para señoritas66.
A pesar de las intenciones expresadas tanto por el presidente interino
Ignacio Comonfort, como por el presidente Benito Juárez acerca de promover la
educación de las mujeres debido a la gran influencia ejercida por estas tanto en la
familia como en la sociedad, las escuelas para niñas y las de coeducación eran
muy pocas comparadas con las de niños67. Además, la educación masculina
siguió siendo considerada más importante y completa, mientras que la de las
mujeres en cambio se entendía como la necesaria para cualquier ser humano,
limitada a espacios donde no se toman decisiones y enfocada a asegurar su
exclusión del ejercicio de sus derechos ciudadanos. Prueba de esto es el que no
se integrara la materia de civismo a los programas de estudio en las escuelas
femeninas, cuyo objetivo era el de formar ciudadanos; en cambio sí se enfatizaba
66
Josefina Zoraida Váquez, “La República restaurada y la educación Un intento de victoria definitiva”, en Josefina Zoraida Vázquez, La educación… Op. cit., pp. 93-100; Raúl Bolaños Martínez, “Orígenes de… Op. cit., pp. 32-33 y Francisco Larroyo, Historia comparada… Op. cit., p. 275. Las alumnas de la segunda enseñanza o enseñanza secundaria cursaron: Lectura, escritura epistolar, gramática, álgebra, geometría, cosmografía, geografía, historia, teneduría de libros, medicina, higiene y economía doméstica, deberes de la mujer en sociedad, deberes de la madre con relación a la familia y al Estado, dibujo, francés, inglés, italiano, música, labores manuales, artes y oficios que puedan ser ejercidos por las mujeres, horticultura, jardinería y métodos de enseñanza comparados (para las que quisieran ser profesoras. Ibid., p. 421. 67
Mary Kay Vaughan, La política cultural en la revolución Maestros, campesinos y escuelas en México, 1930-1940, FCE, México, 2000, p. 91. Josefina Zoraida Vázquez, La educación en…Op. cit., p. X. Se creía que la educación era el medio para homogeneizar a la población y formar ciudadanos leales y cumplidos que fortalecieran al Estado Mexicano.
35
sobre la necesidad de la mujer de estar educada para pasar esos conocimientos a
sus hijos68.
Al parecer de Anna Macías69, los liberales del último tercio del siglo XIX
apoyaron una educación femenina que les permitiera ganarse la vida, mas no
competir económicamente con los hombres. Su condición de género les negó
también personalidad política, es decir, se les consideraba mexicanas, pero al
igual que a los indígenas se les negaba la ciudadanía. Los gobiernos siguientes
también dieron gran importancia a la educación, con mínimos avances en la de
mujeres. Si bien en 1888 se decretó la obligatoriedad de la educación primaria
para hombres y mujeres entre los seis y los doce años, en la realidad el alcance
de dicha ley fue muy limitado al no haber sido posible verificar su cumplimiento en
la mayor parte del país. Dos años después se transformó la Secundaria para
Señoritas en Escuela Normal para Profesoras y en 1908 se estableció que la
educación normal se impartiría en cinco años, además de crearse la carrera de
Educadoras de Párvulos70. Estas medidas sentaron las bases de la orientación de
la educación femenina hacia el profesorado en las siguientes décadas.
Ya en el Porfiriato, Ignacio Ramírez, Ministro de Justicia e Instrucción
Pública de Porfirio Díaz, se preocupó especialmente por el papel de la mujer en la
enseñanza y abogó por la igualdad civil y política de ambos sexos. Su sucesor,
Protasio P. de Tagle, transformó la “Escuela Secundara para Señoritas” en una
institución capaz de darles las herramientas necesarias para desempeñarse como
68
Josefina Zoraida Vázquez, “La República restaurada y la educación Un intento de victoria definitiva” en Josefina Zoraida Vázquez, La educación en…Ibid., 100-103. 69
Anna Macías, Contra viento… Op. cit., p. 29. 70
Alejandro Martínez Jiménez, “La educación elemental en el Porfiriato”, p. 116 y Leopoldo Zea, “Hacia un nuevo liberalismo en la educación”, en Josefina Zoraida Vázquez, La educación…Op. cit., pp. 306, 307 y Martha Eugenia Curiel Méndez, “La Educación Normal”, en Fernando Solana, Historia de… Op. cit., p. 437. Francisco Larroyo, Historia comparada Op. cit., pp. 310, 343-344. En Puebla desde 1881 existían dos Escuelas Normales, una para señoritas y una para varones.
36
profesoras71, la cual se vislumbraba por el gobierno como la ocupación intelectual
más adecuada para las mujeres a principios del siglo XX. Pero a la par de esta
situación siguió persistiendo la idea de que la educación de las mujeres era menos
importante que la de los hombres, lo cual se reflejaba no sólo en sus contenidos,
sino también en la infraestructura dedicada para ello. Por ejemplo, para 1874
había igual número de niños y niñas de entre seis y doce años en edad de asistir a
la escuela, sin embargo, existía una escuela de niñas por cada cuatro de niños.
I. II El siglo XX
La política educativa liberal no se limitó a acabar con el monopolio de la
iglesia, y si bien dada la precaria situación económica y política no logró grandes
transformaciones, tuvo resultados importantes en relación con el incremento en el
número de escuelas y el establecimiento de la obligatoriedad de la enseñanza,
entre otros. En lo que concierne a la educación de las mujeres esta siguió siendo
marginal, predominando en ella la de carácter religioso, y por tanto privada. En
Sinaloa se tiene que en 1905 abrió sus puertas en Culiacán el primer colegio para
niñas a cargo de seis religiosas de la Compañía de María, provenientes de
Burdeos, Francia.72 Su establecimiento significó la culminación de un esfuerzo
muy importante por parte de un sector de la población que veía con recelo la
instrucción pública dado su carácter laico, por lo que su apertura constituyó una
opción educativa acorde al tipo de enseñanza considerada como adecuada para
las futuras madres.
La persistencia de un elevado índice de analfabetismo más acentuado en
las mujeres fue poco a poco reduciéndose, al grado de que para finales del
Porfiriato la proporción de analfabetas varones y mujeres era muy similar. El
71
Salvador Moreno y Kalbtk, “El Porfiriato primera etapa (1876-1901)”, en Fernando Solana, Historia de… Op. cit., p. 46-48 y Francisco Larroyo, Historia comparada… Op. cit., pp.302-303. 72
Colegio Guadalupano-Montferrant, Año Jubilar 1904-1979, Culiacán, 1979, p. 3.
37
reconocimiento a la necesidad de elevar el nivel educativo como medio para lograr
el ansiado progreso, siempre presente en los discursos oficiales, no logró sin
embargo una mejoría importante en lo relativo a la educación profesional. La
primera institución para este tipo de educación en Sinaloa fue el Colegio Civil
Rosales, fundado en 187473. Si bien desde su inicio ingresaron mujeres, cinco en
total, y los primeros graduados fueron dos de ellas74, su ingreso y permanencia en
sus aulas fue marginal. De hecho su escasa presencia en la matrícula perduró
durante los siguientes treinta años, siendo hasta 1906 cuando la proporción de la
inscripción femenina se duplicó al llegar a representar el 20% del alumnado del
Colegio75. Esta ausencia se debió a la concepción tradicional que se tenía sobre la
mujer, la cual se expresaba en el proceso educativo reproduciendo así
estereotipos y valores consensuados socialmente. Es decir, las instituciones
educativas constituían un instrumento eficaz para inculcar en las mujeres el
sentido de la domesticidad y la dependencia los cuales a su vez reproducirían76.
El papel de la educación en la formación intelectual de las mujeres se
justificaba y promovía si reunía las características anteriormente mencionadas, por
lo que el fomento a la creación de escuelas de labores femeniles de ninguna
73
Diego Valadés, “La educación universitaria” en Fernando Solana, Historia de… Op. cit., pp. 564-565. Entre 1867 y 1886 se fundaron diez establecimientos de educación superior en los estados de la república. 74
Teresa Ibarra y Micaela de la Herrán se graduaron en 1877 de Preceptoras de Primeras letras, con lo cual pasaron a la historia del Colegio. Resulta contradictorio que si bien fueron precisamente mujeres las primeras en graduarse, fue este sector estudiantil el que presentó menor índice de ingreso y egreso. 75
Jorge Luis Sánchez Gastélum, Sociedad y educación… Op. cit., p. 312. Desde su fundación en 1874 el Colegio Rosales contó con alumnas, las primeras en matricularse fueron María de los Ángeles Escudero; Micaela y Felícitas de la Herrán, Isabel Orantes y Teresa Ibarra. Entre 1874 y 1881, el 12.39% de los alumnos del Colegio Rosales eran mujeres, un porcentaje muy alto si se toma en cuenta que en el Distrito Federal en 1880 se inscribió la primera mujer en un curso profesional. Cierto es que la mayoría estudiaba en la normal, pero algunas estudiaron otras carreras. Así, Veneranda Bátiz (hermana del Ing. Juan de Dios Bátiz) se tituló de farmacéutica en 1910 y las hermanas Rosario y María Paliza, hijas de Ruperto Paliza, en 1913. Entre 1906 y 1918 el 20% de los alumnos del Colegio fueron mujeres. 76
Bourdieu, Pierre et al. La reproducción Elementos para una teoría del sistema de enseñanza,
LAIA Colección Papel 451, España, 1981, pp. 122.123.
38
manera puede considerarse como un progreso sustancial en la educación de las
mujeres77. Justo Sierra, como encargado de Instrucción Pública, fortaleció la
escuela preparatoria al llevarla a todos los estados. Mejoró los institutos científicos
y literarios, colegios civiles y liceos, e incluso promovió la educación femenina,
pero de acuerdo a estos parámetros78.
A finales del siglo XIX se matriculaba una mujer por cada diez hombres,
siendo pocas las que llegaban a ejercer. La idea de que era necesario contar con
una formación profesional fue poco a poco generalizándose, de tal manera que
para 1909 se le consideraba como mecanismo de mejoramiento económico y
prestigio social. Básicamente esto fue lo que impulsó a algunas mujeres a tratar de
contar con un título universitario, con o sin el apoyo de sus padres y hermanos. En
esos años el presidente Porfirio Díaz recibió muchas peticiones de niñas a todo lo
largo del país que necesitaban becas para ingresar en las escuelas oficiales. El
argumento más utilizado fue que la educación era la única fortuna del pobre79.
Poco a poco las mujeres fueron pasando de profesoras a empleadas y de
empleadas a profesionales. La necesidad económica fue el principal motivo que
las llevó a cursar a los estudios profesionales, la cual también influyó para que una
gran mayoría de ellas estudiara carreras cortas. Las que no padecían problemas
77
Francisco Larroyo, Historia comparada… Op. cit., pp. 422-423. En esta línea para 1923 existían, bajo la Dirección de Enseñanza Técnica, Industrial y Comercial, dos Escuelas de Artes y Oficios para Señoritas, una Escuela de Enseñanza Doméstica, una escuela Superior de Comercio y Administración para señoritas y una escuela Técnica de Taquimecanográfos. 78
Luis Álvarez Barrett, “Justo Sierra y la obra educativa del porfiriato, 1901-1911”, en Fernando Solana, Historia de… Op. cit., pp. 96-97, 111-112. Francisco Larroyo, Historia comparada… Op. cit., p. 364. Justo Sierra llegó a declarar que la inferioridad de la mujer era algo que había quedado atrás y que feminismo significaba colaboración, pero en sustancia siguió apoyando el discurso tradicional que confinaba a las mujeres a los espacio privados. 79
Luz Elena Galván Lafarga, “Historias de mujeres… Op. cit., p. 222.
39
económicos se inclinaron por las carreras largas, gracias a lo cual recibieron los
otros dos beneficios de la educación: el prestigio social y el conocimiento80.
A pesar de estos logros, el rol que les había sido asignado a las mujeres
desde mucho antes de la colonia siguió vigente. En general el trabajo de la mujer
era visto como deshonroso en las clases altas y representaba desprestigio público,
al deducirse que la mujer que trabajaba lo hacía básicamente para resolver las
necesidades económicas apremiantes, las cuales no habían sido cubiertas por el
varón o los varones de la familia. La percepción social sobre las mujeres que
deseaban estudiar era más bien negativa, y en ello tuvo mucho que ver el éxito en
la difusión de los estereotipos de género vigentes en la sociedad de la época. Por
ejemplo, fue práctica reiterada en la prensa publicar artículos contra la educación
de la mujer, aún cuando independientemente de los cursos que estudiaran, los
programas accesibles a las mujeres siempre buscaban convertirlas en expertas
madres de familia y amas de casa81.
Una de las escasas actividades fuera del hogar considerada adecuada para
la mujer de alta sociedad era la filantropía, en la cual participaron señoras y
señoritas cuya tarea primordial fue fundar instituciones dedicadas a la
beneficencia82. Las señoritas de clase media en cambio se fueron incorporando a
las actividades consideradas propias de su sexo, como los oficios de litografía,
telegrafista, encuadernadora, mecanógrafa, taquígrafa y cajista, todas ellas
carreras técnicas. La preferencia por estas se fundamentaba en la capacidad
80
Ibid., p. 220 y Michael W., Apple, Maestros y textos. Una economía política de las relaciones de clase y sexo en educación, Paidós, Ministerio de Educación y Ciencia, España, 1997, p. 74. A conclusiones similares llegó Apple quien estudió el mismo fenómeno en Inglaterra a principios del siglo XX. 81
Oresta López, “La educación de mujeres en Morelia durante el porfiriato” en María Adelina Arredondo (Coord.), Obedecer, servir… Op. cit., pp. 187-191. 82
Melina Carrillo Gutiérrez, La instrucción… Op. cit., pp. 97.
40
innata de las mujeres para su ejercicio, al tener más desarrollado el sentimiento de
lo bello, tan útil para la litografía, el encuadernado, etc.83.
A pesar de este tipo de valores sociales que promovieron una educación
restringida para las mujeres, el gran proceso industrializador llevado a cabo
durante el porfiriato exigió la integración de las mujeres al mundo laboral, sobre
todo en los comercios y oficinas públicas84. En general se alentó que las tareas
desempeñadas por las mujeres fueran acordes con las consideradas adecuadas a
su sexo, es decir, aquellas desempeñadas tradicionalmente en el hogar como
cuidar a los enfermos, a los niños, realizar labores de limpieza, etc. Ejemplo de
esto es que una mujer sólo era considerada educada si sabía el catecismo de
memoria y era capaz de realizar labores de costura. Este último oficio era
percibido como uno de los trabajos más nobles y decentes para las mujeres
solteras o viudas, porque podían realizarlo en sus casas85. Al permanecer en la
reclusión de su hogar se suponía estaban más a salvo de los peligros de los
espacios públicos, donde su reputación estaría siempre bajo sospecha.
Poco a poco empezó a aceptarse la idea de que la mujer pobre debía
trabajar. Sin embargo, se conservó la noción de que correspondía hacerlo en las
áreas propias de su sexo desempeñando oficios que implicaran de alguna manera
un ejercicio similar a las actividades realizadas en el área doméstica86. Debido a
83
Carmen Ramos, “Señoritas porfirianas: mujer e ideología en el México progresista, 1880-1910”, en Presencia y Transparencia, la mujer en la Historia de México, El Colegio de México, México, 1987, p. 152. 84
Francisco Larroyo, Op. Cit., p. 366. Para ayudar a las mujeres que debían trabajar se fundó en 1887 la Casa Amiga de la Obrera que cuidaba durante el día a los hijos de las mujeres incorporadas al mundo laboral. 85
Oresta López, “La educación… Op. cit., p. 185. 86
Michael W. Apple, Maestros y textos… Op. Cit., p. 75. “Debido a la tensión entre los ideales de domesticidad y feminidad, por un lado, y las luchas por ampliar la esfera económica de la mujer de clase media, por otro lado, hubo empleos particulares que se consideraron más apropiados para las mujeres. La enseñanza y a menudo tipos específicos de trabajos de taquigrafía y secretariales fue uno de los predominantes… Este ingreso de las mujeres en la enseñanza remunerada, y sobre todo el de las mujeres de clase media, creó importantes presiones a favor de la mejora de la
41
que el trabajo en el hogar era considerado valioso exclusivamente en función de
asegurar el bienestar familiar, por extensión, el tipo de labores que realizaban las
mujeres carecían de prestigio, mientras que los así reconocidos eran
desempeñados por los hombres.
Una de las pocas carreras en las cuales se consideró a la mujer más
capacitada que el hombre fue la docencia87, cuya aceptación se debió, en el
sentido práctico, a ser una mejor opción frente a la costura, el trabajo doméstico
remunerado, las labores agrícolas, etc; los cuales exigen mayor esfuerzo físico y,
al no ser actividad intelectual, menor pago. A esto se agrega además una cuestión
inherente al ámbito ideológico. Los y las defensoras del derecho de la mujer a
incursionar en la docencia favorecieron su aceptación por considerar a la mujer
naturalmente apta para la enseñanza, y si bien buscaban el reconocimiento a su
labor, con ello colaboraron en el fortalecimiento de los estereotipos que
consideraban a la mujer en franca desventaja. Así, este argumento resultaba
contradictorio y lo que en apariencia pudiera considerarse como una mejoría no
resultaba tal. Es en este sentido como puede explicarse que en este intento por
lograr la aprobación de la mujer – maestra, muchos defensores llegaron incluso a
presentar como argumento la factibilidad de pagarles menos que a los hombres88.
De hecho, para principios del siglo XX esta profesión era prácticamente
dominada por ellas pues aproximadamente tres de cada cuatro docentes eran
educación de las mujeres… Aún cuando las mujeres realizaban conquistas en el campo del empleo y la educación, la mayoría… de las mujeres de clase media se sentía excluída de ciertas profesiones y otras áreas de empleo.” Marion Scott, “Dale una lección: El currículo sexista en la educación patriarcal”, en Dale Spender y Elizabeth Sarah, Aprender a perder… Op. cit., pp. 132-133. Scott comparte la opinión y señala que el ingreso de la mujer al mundo laboral está en contradicción con su papel de esposa y madre, por lo que cuando sus actividades se asemejan a las que realiza en el hogar automáticamente ese trabajo se convierte en femenino, es decir, mal pagado, con bajo estatus, mucho control y poca calificación. 87
Salvador Moreno y Kalbrk, “El Porfiriato… Op. cit, pp. 66-68. Se encargaba principalmente a la mujer la docencia de los niveles más bajos, tales como la educación preescolar y elemental. Los contenidos escolares estaban divididos de acuerdo al sexo de los alumnos. 88
Michael W. Apple, Maestros y textos… Op. cit., p. 70.
42
mujeres. Desde luego la carrera normalista cumplía con los dos requisitos para
que hubiera aprobación en su desempeño al tener poco prestigio social y
considerársele una extensión de la labor más importante de las mujeres: el
cuidado y la educación de los niños. Su incursión progresiva en la docencia fue
posible además por el abandono de los hombres en ella, ya que muchos la
ejercieron mientras no obtuvieran una mejor oferta, o como complemento a sus
ingresos. Su carácter de profesión de paso para los hombres en lo que
conseguían otro trabajo, y para las mujeres en lo que se casaban, ayudó a
perpetuar los bajos salarios. Mas, como consta en numerosos textos sobre las
maestras mexicanas, muchas de ellas no se casaron, en parte por las
imposiciones sociales, quedando destinadas a una vida modesta y vigiladas por la
comunidad89.
La mayor parte de las investigaciones sobre el tema coinciden en afirmar
que, en general, las mujeres dedicadas al magisterio provenían de las clases
media y baja, mientras que quienes cursaron otros estudios, de la clase alta. Esto
debido a que no sólo era necesario cumplir con los requisitos académicos, sino
también contar con los recursos económicos suficientes para costearse sus útiles
escolares y demás gastos. Sin embargo, en trabajos más recientes cada vez es
más descartada la idea de que sólo las mujeres ricas podían estudiar. De hecho,
Luz Elena Galván Lafarga, en “Historias de mujeres que ingresaron a los estudios
superiores, 1876-1940” 90, se empeñó en demostrar la presencia de las mujeres
pobres en los estudios superiores a través del estudio de cartas enviadas por
89
Oresta López, “La educación de las mujeres… Op. cit., pp. 178. Mary Kay Vaughan, La política… Op. cit., pp. 93-95. Michael W. Apple, Maestros y textos… Op. cit., pp. 69-70, 73. “La enseñanza de la escuela elemental se convirtió en una ocupación femenina, en parte debido a que los hombres la dejaron. Para muchos hombres, el “coste de la oportunidad” era demasiado elevado como para permanecer en la enseñanza. Muchos de ellos enseñaban a tiempo parcial o como una antesala de empleos más lucrativos y prestigiosos.” Marion Scott, “Dale una lección… Op. cit., p. 132. El sueldo de los hombres se calcula sobre la base de que tienen una familia que mantener, mientras que en el de las mujeres se da por hecho que son sostenidas por el marido. 90
Luz Elena Galván Lafarga, “Historias de mujeres… Op. Cit., pp. 219-246.
43
estudiantes mujeres a Porfirio Díaz primero, y al Rector de la Universidad Nacional
de México después, en las que solicitaron apoyo para continuar sus estudios a
pesar de las carencias económicas.
Durante la lucha revolucionaria tuvieron lugar ciertas mejoras en la
educación de las mujeres, al menos en cuanto al impulso a su desarrollo
expresado entre los ideales que orientaron las reformas revolucionarias. Uno de
los esfuerzos más importantes fue el promovido por Salvador Alvarado,
gobernador de Yucatán (1915-1918), quien trabajó por ampliar la educación y
movilización cívica de las mujeres a la par de crear empleos que les permitieran
conjugar sus roles de esposa, madre y trabajadora. Su política al respecto se
caracterizó por promover el que la educación de hombres y mujeres debía ser
igual desde la infancia, pues ambos sexos tenían la misma importancia en el
desarrollo nacional91. Al mismo tiempo Hermila Galindo (constitucionalista cercana
a Venustiano Carranza), pugnó por la educación igualitaria y en contra de la doble
moral de las relaciones entre los sexos. Dada su ideología liberal, su objetivo era
la obtención de los mismos derechos para hombres y mujeres, incluido el voto.
Sobre este último derecho ciudadano presentó en 1916 la solicitud respectiva al
Congreso Constituyente, compuesto exclusivamente por varones, la cual
obviamente fue rechazada.
La Constitución de 1917 reconoció como derechos ciudadanos de las
mujeres el ocupar comisiones públicas, asociarse con fines políticos, derecho de
petición y defensa por las armas de la República, pero siguió negándoles la
ciudadanía plena al vedarles su derecho al voto. Esto a pesar del debate generado
en razón de que contravenía el precepto constitucional más preciado al
liberalismo, que era la igualdad jurídica.
91
Mary Kay Vaughan, La política… Op. cit., p. 52.
44
Entre los avances más importantes en la condición jurídica de las mujeres
operados por el nuevo régimen se tiene que en materia laboral se estableció la
protección a la maternidad e igualdad de salarios independientemente de la
diferencia sexual. Ese mismo año se promulgó la Ley de Relaciones Familiares, la
cual fue trascendental ya que legalizó el divorcio y amplió los derechos de las
mujeres al establecer la igualdad de autoridad del hombre y la mujer en el hogar,
así como la obligación de decidir de común acuerdo todo lo relativo a la educación
de los hijos y la administración de los bienes. También se estableció que la mujer
podía tener un domicilio diferente al de su marido, administrar y disponer de sus
bienes y comparecer y defenderse en juicio. Sin embargo, siguió persistiendo la
obligatoriedad sobre la dedicación de las mujeres a las tareas del hogar y al
cuidado de los hijos.
De esta manera, la legislación revolucionaria conservó la separación de las
esferas pública y privada, la primera dominio del hombre y la segunda de la mujer.
Los gobiernos revolucionarios continuaron la enseñanza doméstica y su
glorificación, ignorando a las mujeres en los ámbitos de discusión. A pesar de que
en el discurso se propugnaba una mayor participación de la mujer, en la práctica
todo seguía como en el porfiriato. Los gobiernos de la revolución en un intento por
mantener la inferioridad de la mujer le encomendaron el trabajo doméstico carente
de prestigio social, pero al ser ellas las encargadas de transmitirlo a las nuevas
generaciones se encontraron dentro del sector educativo, primero de manera
informal y después formal; poco a poco sus enseñanzas se fueron diversificando.
Así, cuando los inspectores de la Secretaría de Educación Pública
recorrieron el país evaluando los avances educativos, las maestras fueron
interrogadas (tanto en 1928 como en 1938) acerca de las labores comprendidas
dentro de la enseñanza doméstica: ¿Había introducido la maestra agua potable o
lavaderos públicos, había organizado a las mujeres en cruzadas a favor de la
45
higiene y en contra del alcohol? Y las madres fueron responsabilizadas por el
estado de la casa, de los hijos, así como de las creencias y costumbres familiares.
La organización colectiva de la mujer, la coeducación92, la higiene, el
deporte y la lucha contra la religión fueron algunas de las causas más enarboladas
por los movimientos populistas de esos años, mientras que el ideal de la clase
media representaba a las mujeres sometidas y encerradas en sus casas, sin
conflictos y con hijos obedientes y estudiosos. Aquí es pertinente mencionar que el
control ejercido por los inspectores y la posibilidad de emplearse en otras
ocupaciones aceleró la deserción o el ascenso masculino, mientras que la
escasez de posibilidades laborales de las mujeres resultó en una mayor opresión
de estas.93.
La educación rural recibió desde la década de 1920 un fuerte impulso, y en
éste las mujeres jugaron un papel muy importante a pesar de las condiciones de
trabajo deplorables y bajos salarios. Algunos historiadores de la educación
consideran a las maestras heroínas y protagonistas del cambio social, a diferencia
de algunos de sus contemporáneos que las consideraron sólo como herramientas
92
Elizabeth Sarah, Marion Scott y Dale Spender, “La educación de las feministas: Defensa de las escuelas no mixtas”, pp. 79-91 en Dale Spender y Elizabeth Sarah, Aprender… Op. cit., Anne Lee, “Juntos aprendemos a escribir y a leer: Sexismo y alfabetización”, pp. 158-162. “Cuando ciertas habilidades o actividades se ven como privativas de un sexo, entonces el otro sexo se puede sentir inseguro respecto a abordarlas, y esto bien podría influir sobre los alumnos y afectar a su atención en la escuela”. Para conocer un estudio de caso de la evolución histórica de la coeducación y la educación no mixta véase Jill Lavigueur, Apéndice. La coeducación y la tradición de las necesidades distintas, en Ibid. pp. 247-259. Estudios recientes muestran que en realidad la coeducación es más benéfica para los hombres que para las mujeres. Pues al tratar de reproducir “la vida real” al interior de la escuela lo que se logra es que las mujeres interioricen con mayor rapidez su papel secundario en la vida pública. Mientras que en las escuelas no mixtas a las niñas les parece natural que los puestos de poder sean ocupados por mujeres. Al mismo tiempo la presencia de maestras en todas las áreas del conocimiento ayuda a debilitar la creencia en áreas propias de las mujeres (humanidades, manualidades) o de los hombres (matemáticas, ciencia). Por no hablar del sentido de solidaridad que generalmente desarrollan las alumnas de las escuelas no mixtas. 93
Mary Kay Vaughan, La política… Op. Cit., pp. 52-57, 74. y Michael W. Apple, Maestros y textos… Op, Cit., pp. 71-72.
46
con las cuales se llevaron a cabo las exitosas políticas educativas. Las opiniones
por lo general estuvieron dominadas por los prejuicios de género, afirmándose
supuestas verdades irrevocables como el que las jovencitas encargadas de la
enseñanza eran por lo general tontas e ingenuas debido a su sexo, al cual
responsabilizaban de sus dificultades de comprensión.
A pesar del dominio de estos valores culturales, para finales de los años
veinte las mujeres formaban parte del sistema educativo y sus actividades iban
más allá de la costura y el bordado, al abarcar numerosas labores comunitarias.
Muchas de ellas se desempeñaron en espacios en los que no eran totalmente
aceptadas y en los que causaron asombro. Ellas fueron las primeras en establecer
escuelas en muchas comunidades, y si bien la imagen que se tiene de ellas es
positiva, generalmente son consideradas mártires. A diferencia de los hombres,
las mujeres podían organizar a hombres y mujeres lo que cumplía con uno de los
ideales de la educación posrevolucionaria94.
La escritora Gabriela Mistral, quien conoció a muchas maestras rurales, las
clasificaba en antiguas y nuevas. Las antiguas eran muy religiosas, amantes de la
memorización, el bordado y el tejido (en la tradición de las escuelas de Amigas), y
generalmente no practicaban actividades al aire libre ni labor social. Las nuevas
eran normalistas, representantes de la política educativa oficial y entrenadas en la
labor social. De esto, Montes de Oca95 dedujo que la persistencia del modelo
tradicional con el moderno modificó poco la percepción social de que la mujer
trabajadora descuidaba sus actividades maternales y domésticas, para atenuar
esos efectos se promovió la idea de que el verdadero amor patrio era la
maternidad perfecta.
94
Mary Kay Vaughan, La política… Op. cit. p. 106. 95
Elvia Montes de Oca Nava, “Gabriela Mistral. Lecturas para mujeres” en María Adelina Arredondo (Coord.), Obedecer, servir… Op. cit., pp. 309-318.
47
Gabriela Mistral fue designada por José Vasconcelos entonces secretario
de educación, para seleccionar una antología que se llamó Lecturas para mujeres,
en la que se reflejaron los valores de la época. De acuerdo con Montes de Oca,
los valores exaltados son aquellos basados en las diferencias culturales de los
sexos, siendo el principal el de la maternidad, fuera espiritual o material. Se
promovió el virtuosismo de las mujeres, su serenidad, belleza, trato amable y
temor de Dios. Se exaltó a la mujer madre y esposa fiel, abnegada, tierna y
sacrificada, aunque ya se observaba en algunos textos una tímida critica acerca
del papel tradicional de la mujer.
En cuanto a valores universales, es decir, para hombres y mujeres, se
ensalzaba el trabajo honrado, el patriotismo, el amor y el cuidado de la naturaleza,
el cuidado y protección de los niños, la familia y el amor a la vida y a la belleza. A
pesar de que los textos estaban dirigidos a mujeres, la mayoría fueron escritos por
hombres y mostraban la realidad en una relación de poder hombre-mujer, en la
que la mujer necesitaba protección y el hombre era su único recurso. Así era “lo
natural” y era responsabilidad de la mujer mantener esa jerarquía96.
Mientras que se difundió la imagen de la maestra fuerte que sabía
imponerse ante una realidad difícil donde era víctima de agresiones y acoso por
parte de los hombres, en la práctica, una maestra joven equivalía a una muchacha
pobre y desprotegida, por lo que muchas de ellas fueron víctimas de violencia
política y sexual fundada en el hecho de que realizaran actividades públicas. Esta
situación servía de ejemplo al resto de las mujeres, pues ella era la “mujer nueva”
y dejaba clara la imposibilidad de conciliar maternidad y trabajo dado que no se
promovía el que el hombre y la mujer compartieran las responsabilidades del
hogar, de esta forma, las mujeres se vieron obligadas a duplicar sus jornadas de
trabajo.
96
Ibid., pp. 309-318.
48
Como ya se mencionó antes, las mujeres fueron requeridas en la tarea
educadora y realizaron labores de igual o mayor dificultad que los hombres, pero
sus salarios fueron menores y no hubo ningún tipo de protección hacia las
maestras- madres. La idea que se tenía de la carrera normalista en la época de
los treinta como una opción propia para la mujer se fundamentaba en la condición
femenina de apostolado, abnegación, amor, paciencia, entrega patriótica en
algunos casos y en su necesidad de darles una mejor educación a sus hijos. Los
padres trataban de que sus hijas entraran al sistema educativo fuera como
alumnas o como maestras ya que la educación representaba una posibilidad de
mejorar económicamente pues el aprendizaje lo utilizarían en su desempeño
laboral97.
Los siguientes veinte años fueron testigos de modificaciones
trascendentales en la legislación civil, creación de empleos, impulso a la
educación y reconocimientos de los derechos políticos de las mexicanas. La
escasez de estudios sobre el papel de la mujer en la vida política en este período
imposibilita conocer a fondo su verdadera fuerza, mas los numerosos congresos
(feministas o de mujeres) realizados en estos años98 permiten inferir la importancia
que para ellas representaba el logro de tales derechos, destacándose en los
movimientos la exigencia a obtener el voto.
En 1931 Narciso Bassols fue designado secretario de la Secretaría de
Educación Pública (en adelante SEP) y fortaleció la realización de campañas
97
Patricia Hurtado Tomás, “Formación de mujeres para el magisterio en la Escuela Normal de Señoritas en el Estado de México, 1933-1934” en Ibid., pp. 279-307. 98
Gabriela Cano, “Revolución, feminismo y ciudadanía en México” en Georges Duby et al. Historia de las mujeres Tomo 5 El siglo XX, Taurus, España, 2001, p. 752. “Entre 1920 y 1935, en la Ciudad de México se reunieron el Primer Congreso Feminista de la Liga Panamericana de Mujeres (1923), el Congreso Liga de Mujeres Ibéricas e Hispanoamericanas (1925), tres Congresos Nacionales de Obreras y Campesinas (1931, 1933 y 1934), además del Congreso sobre Prostitución (1934).
49
tendientes a promover la cultura cívica nacional, para lo cual intensificó la
instrucción en economía doméstica, salud e higiene. Estas campañas demandaron
incorporar más maestras. Al mismo tiempo, intensificó el control de las escuelas
privadas promoviendo la coeducación y la introducción de la educación sexual en
la currícula, lo que causó malestar a numerosas familias de las clases media y
alta. Los textos de la SEP promovían la relación entre la maestra y la esposa
independiente del marido, mientras que mujeres profesionales y técnicas
diseñaban programas que capacitaran a las mujeres para participar en la sociedad
de manera autónoma, capaces de llevar sus casas y criar a sus hijos de una
manera más limpia y sana, al mismo tiempo que participaban en el mejoramiento
de la comunidad y comerciaban sus propios productos99.
En esta década inició la diversificación de la oferta educativa para las
mujeres, aunque los prejuicios culturales y no sólo la demanda en el mercado de
trabajo continuaron influyendo en su decisión. En todo momento la elección y
permanencia en la Universidad, así como en el campo laboral, estuvieron
supeditadas a su función primordial como amas de casa, esposas y madres100.
La educación técnica conservó la tradición del porfiriato de capacitar a las
mujeres en labores propias de su sexo: actividades domésticas, textiles-manuales,
del comercio y los servicios, generalmente oficios de aplicación en talleres y en el
hogar, pero no de formación de mano de obra especializada para la industria. En
1932, el proyecto de creación de la Escuela Politécnica Nacional, antecedente del
Instituto Politécnico Nacional, propuso la coeducación y la educación mixta,
promoviéndose la educación técnica como formación para el trabajo101. La
coeducación fue uno de las propuestas que sobrevivieron y fue retomada por el
99
Mary Kay Vaughan, La política… Op. cit., pp. 77-79 y 117. 100
Luz Elena Galván Lafarga, “Historias de mujeres…Op. cit., pp. 231-243. 101
Federico Lazarín Miranda, “Enseñanzas propias de su sexo. La educación técnica de la mujer, 1871-1932”, en María Adelina Arredondo (Coord.), Obedecer, servir… Op. cit., pp. 249-277.
50
Gral. Lázaro Cárdenas. A través de ella se trató de promover una cultura de
igualdad y romper con las relaciones jerárquicas y excluyentes del patriarcado. El
socialismo mexicano buscaba que a través de la coeducación la mujer viviera
desde la escuela primaria en igualdad con el hombre, luchara por sus derechos y
fuera capaz de bastarse económicamente. Aunque la coeducación no agradaba a
los conservadores, logró sobrevivir102.
La publicación de revistas, la creación de asociaciones y ligas, las
conferencias y las movilizaciones, fueron algunas de las estrategias utilizadas por
las mujeres en la búsqueda del reconocimiento de sus derechos. Al hacer esto, no
sólo afirmaron su presencia como colectivo, sino que construyeron nuevas
maneras de ejercer la ciudadanía y, por lo tanto, trabajaron en la construcción de
la identidad de la mujer mexicana. En la Constitución de 1947 se reconoció el
derecho a la participación de la mujer en las elecciones municipales como
electoras y candidatas, pero este reconocimiento se otorgó en función de ver la
política municipal como una extensión del papel doméstico. Finalmente, en 1953
se obtuvo la aprobación del ejercicio del voto de las mujeres en las elecciones
federales, a pesar de que el movimiento feminista prácticamente había
desaparecido. Su reconocimiento se debió en parte a un deseo del gobierno de
proyectar una imagen de modernidad, a la vez de manejarlo a manera de
concesión y no como consecuencia lógica de la validez de su solicitud. Al año
siguiente las mujeres acudieron por primera vez a las urnas durante unas
elecciones federales.
A pesar de la ampliación de la oferta educativa para finales de la década de
los años cuarenta el magisterio siguió siendo la actividad más aceptada para las
mujeres, y el ingreso en las normales se incrementaba cada día. En Culiacán, en
102
Belinda Arteaga Castillo, “Las mujeres y su educación en los gobiernos de Lázaro Cárdenas y Ávila Camacho, 1934-1946” en Ibid., pp. 319-360.
51
el año de 1947 abrió sus puertas la Escuela Normal Urbana Vespertina103, de la
cual fue directora la profesora Agustina Achoy Guzmán durante los diez años
siguientes.
A finales de la década de los sesenta la situación de la educación era
precaria, pues de cada mil niños que ingresaban a la escuela primaria sólo uno
lograba obtener un titulo profesional. Aún sin contar con los datos exactos porque
las estadísticas oficiales no consideran en la contabilización la separación de los
sexos, se puede suponer con cierta seguridad que el número de hombres que lo
consiguieron fue mayor al de mujeres. Esto llevó a la formulación del llamado Plan
de Once años, el cual no logró concluirse y, al contrario de su objetivo, acentuó
aún más la brecha entre el número de alumnos que ingresaron a primaria y los
que terminaron sus estudios profesionales104.
Al mediar el siglo XX se tiene que la mayoría de las mujeres continuaban
laborando en los servicios. Una porción importante de las obreras trabajaba en la
producción de prendas de vestir en los talleres artesanales más atrasados, donde
los salarios eran reducidos. La situación económica, política y cultural mostraba el
matrimonio como la única solución para las mujeres. Su principal deber era cuidar
su matrimonio y mantener a la familia unida105. Las mujeres de la década de los
cincuenta tuvieron la fortuna de vivir la llegada de los enseres eléctricos, las de
dinero o clase media se dedicaron exclusivamente al hogar, pero para aquellas
que atendían una profesión además de la jornada hogareña la llegada de los
enseres eléctricos y de los alimentos enlatados representaron una gran ayuda.
Para algunos el uso de los alimentos enlatados simbolizaba a la mujer moderna, 103
La fundación se basó en la Ley Orgánica de Educación del Estado de Sinaloa de 1945, que liberó a la Universidad de Sinaloa de la enseñanza Normal dejándola a cargo del Estado. 104
Martha Eugenia Curiel Méndez, “La Educación Normal” en Solana, Fernando et al.., Historia de Op. cit., p. 452. 105
Marion Scott, Dale una lección… Op. cit., p. 132. Incluso en la actualidad la disparidad de los salarios entre los hombres y las mujeres convence a muchas mujeres de la conveniencia del matrimonio.
52
pero otros consideraban estos como una oportunidad para promover la
holgazanería entre las mujeres.
Las labores de costura siguieron formando parte del ser una mujer “íntegra”,
buena ama de casa, por lo que las modistas proliferaban. Aparentemente muchas
mujeres eran felices convencidas de la importancia de su labor en las familias,
además, el panorama laboral no era para nada atractivo. Las que deseaban
estudiar seguían siendo minoría, aunque cada día eran más pues el estudio era ya
una realidad para las jóvenes. Para la siguiente década las mujeres consideraban
que podían discutir, resolver y enfrentarse a problemas difíciles, desempeñar
trabajos materiales, cargos de responsabilidad en negociaciones y dependencias
oficiales; en las filas diplomáticas; destacar en la ciencia, en las artes y en tantas
otras actividades106. Pero todas esas actividades debían realizarse sin usurpar el
lugar del hombre ni dejar de ser femeninas.
106
Gloria Tirado Villegas, Suspiros… Op. cit., p. 65.
53
Capítulo II. La educación superior en México
II.I Desarrollo económico y cambio social
Culiacán, capital del estado de Sinaloa, era una de las tres ciudades más
importantes en lo económico, social y cultural concentrando la mayor densidad de
población107, debido en gran parte a los grandes flujos migratorios108 incentivados
por la existencia de puestos de trabajo en la actividad agrícola principalmente.
Desde luego que la gran oferta de trabajo no pudo ser cubierta exclusivamente por
hombres, y trajo como consecuencia la incorporación de un gran número de
mujeres a las actividades productivas (principalmente en el sector servicios: salud,
educación y labores administrativas entre otras) lo que a su vez redundó en un
ingreso masivo de ambos sexos al ámbito educativo109. La agricultura era la
actividad económica más desarrollada debido a las grandes inversiones que había
realizado el gobierno federal en infraestructura hidráulica. El aumento en la
concentración urbana acaecido entre 1920 y 1940 requirió de mayores servicios
como el alumbrado público, la pavimentación de sus calles y otros110.
Culiacán recibió el impulso de la nueva agricultura agrocomercial basada en
cultivos rentables como la caña de azúcar, el tomate, el garbanzo y la colonización
de fértiles valles, que a su vez atrajeron población y dieron lugar a numerosos
107
Culiacán contaba para 1950 con 48,936 habitantes, diez años después sumaba 85,024. En 1950 22,846 eran hombres frente a 26.090 mujeres. Para la siguiente década la proporción se equilibró, contabilizándose 41,046 hombres y las 43,978 mujeres. 108
A diferencia de las estadísticas nacionales, en las que el número de habitantes residentes en su estado natal había crecido del 80.2% en 1950 al 84.5% en 1960, en Sinaloa, gran parte de los habitantes no eran oriundos de estas tierras. 109
Beatriz Rodríguez Pérez y Antonio Corrales Burgueño (Comps.), La participación de la mujer… Op. Cit., p. 13. 110
Mayra Lizzete Vidales Quintero, “El comercio de Culiacán 1916-1940 Análisis sobre la formación de Sociedades Comerciales”, Tesis Maestría en Historia Regional, Facultad de Historia – UAS, Culiacán, Sinaloa, 1996.
54
asentamientos humanos111. La importancia agrícola y comercial de Culiacán fue
en aumento, reforzada en gran medida por el mayor apoyo de los gobiernos
locales a la capital con objeto de crear un clima favorable a los negocios. En 1932
surgió la Confederación de Asociaciones Agrícolas del Estado de Sinaloa
(CAADES), y como consecuencia del impulso a la agricultura esta se convertiría
en la activad productiva más redituable, lo cual a su vez fortalecería a los grupos
económicos del centro que controlarían finalmente el aparato gubernamental.
Este “nuevo capítulo en la historia de la agricultura sinaloense”112, de
grandes repercusiones en los servicios y la demografía, se inició con la
construcción de la presa Sanalona sobre el río Tamazula en 1939113 y la
construcción de cuatro canales: Bamoa, Guasave y Antonio Rosales en el valle de
Culiacán y SICAE en el valle del Río Fuerte114.
En lo que se refiere a salud pública, los principales problemas desde 1940
eran el sarampión, la lepra y el paludismo, y si bien las campañas
gubernamentales tuvieron grandes logros en su lucha contra estas enfermedades
no lograron erradicarlas. Hasta la creación del Hospital Civil del Estado en 1932,
Culiacán sólo contaba con los hospitales, sanatorios, vacunatorios, dispensarios y
puestos asistenciales construidos durante el porfiriato. El nuevo nosocomio
prestaba servicio de atención médica, quirúrgica y obstétrica gratuita a los
enfermos de escasos recursos económicos de la ciudad y de los municipios
cercanos. Desde 1930 existía también el dispensario antileproso Doctor Ruperto L.
111
Guillermo Ibarra, “Desarrollo regional de Culiacán. De villa colonial a metrópoli urbana”, en Guillermo Ibarra Escobar y Ana Luz Ruelas (Coords.), Culiacán a través de los siglos, UAS - Ayuntamiento de Culiacán, Culiacán, Sinaloa, 1994, pp. 17-38. 112
Sergio Ortega Noriega, Breve historia de Sinaloa, FCE - Colegio de México, Fideicomiso Historia de las Américas, Serie Breves Historias de los Estados de la República Mexicana, México, 1999, p. 294. 113
Ibid., p. 294. “La presa fue terminada en 1948 y aumentó la superficie irrigada de 31000 a 94000 hectáreas”. 114
Ibid. p. 294. Varias presas se construyeron en este período, destaca la Miguel Hidalgo, inaugurada en 1956, la mayor del estado.
55
Paliza y un lazareto municipal. En 1953, el dispensario antileproso de Culiacán se
convirtió en Centro Dermatológico.
En 1942 se estableció el Hospital del Niño (posteriormente Hospital
Pediátrico de Culiacán). En 1949 se abrieron las dos primeras salas de
hospitalización, una de lactantes y otra de escolares con cinco y seis camas
respectivamente. En 1954 fue reinaugurado, remozado y equipado. Un año más
tarde, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) inició sus actividades en la
ciudad de Culiacán y en todo el estado. El Instituto de Seguridad y Salubridad
Social para los Trabajadores del Estado (ISSSTE) dio comienzo a sus actividades
en Culiacán a mediados del año de 1960115.
Por un lado, la apertura de estos cuatro centros de salud requirió de
personal capacitado, muy difícil de encontrar en una ciudad carente de escuelas
de medicina y enfermería, situación que incentivó la creación y reapertura de esta
última escuela. La Escuela de Enfermería fue inaugurada durante el ciclo escolar
1934-1935, seguramente para cubrir la demanda de enfermeras requerida por el
recién creado Hospital Civil de Estado, sin embargo, debido a la ausencia de
alumnas inscritas cerró sus puertas en el período 1943-1944, un año después de
la creación del Hospital del Niño. Fue hasta el ciclo 1955-1956 cuando reabrió sus
puertas, probablemente con la intención de capacitar jóvenes que formaran parte
del personal de los nuevos nosocomios.
La actividad comercial, que hasta las tres primeras décadas había sido la
actividad económica de punta poco a poco fue cediendo terreno a la agricultura,
aunque continuó estable. Esta actividad era ejercida por un gran número de
comerciantes, en su mayor parte de origen nacional, aunque a comparación de las
115
Rafael Valdez Aguilar, La medicina en Sinaloa Breve historia, COBAES-DIFOCUR, Culiacán, Sinaloa, 1996, pp. 200-215.
56
décadas anteriores estos años marcaron el incremento de la presencia de
extranjeros. En Culiacán el surgimiento de la banca fue posterior a Mazatlán, y los
hacendados y comerciantes actuaron como agentes financieros hasta finales de
los años veinte116. Poco después surgieron bancos cuyo capital no provino de las
fortunas de los viejos prestamistas, sino de los excedentes que producía la
agricultura. Nuevamente se requirió de personal especializado. Sin embargo, en
general los puestos en los bancos no fueron ocupados por las universitarias sino
por las egresadas de los Colegios privados Montferrant, Sinaloa y América, donde
se impartían las carreras técnicas de Economía doméstica y Comercio, así como
de las Academias comerciales “El Estudiante” y “Pitman”, cuyas egresadas eran
principalmente instruidas para desarrollarse como secretarias o contadoras
privadas117.
La política gubernamental del Gral. Pablo E. Macías Valenzuela (1944-
1950) buscó mejorar la educación en todos sus niveles valiéndose principalmente
de la mejora de los salarios de los maestros, estímulos a la capacitación,
construcción y remodelación de edificios escolares, creación de nuevas escuelas,
entre otros. En educación superior la principal transformación fue la creación de la
Escuela Normal que congregó tanto a los alumnos de la Universidad de Sinaloa de
esa carrera, como a los de la Escuela Normal Vespertina (destinada a maestros
de primaria que recibían cursos de capacitación). La nueva escuela contó con un
internado, anteriormente perteneciente a la Universidad de Sinaloa, con capacidad
de albergar a 100 estudiantes becados. Por otro lado, durante el sexenio del Gral.
Macías y buscando adecuar las leyes locales a las nacionales se le reconoció a la
116
Para más información sobre este tema véase: Gustavo Aguilar Aguilar, “Banca y desarrollo regional en Sinaloa: 1910-1994”, Tesis - Universidad Autónoma de Sinaloa y Universidad de Sonora – Culiacán, 2000. 117
Gilberto López Alanís y Margarita Armenta Pico (coord.), Historia de la educación en Sinaloa Línea del tiempo sobre educación 1900-2000, Gobierno del Estado de Sinaloa-COBAES, Culiacán, 2000, pp. 86, 94. En el año de 1944 se fundó la Academia Comercial Webster en la que también se capacitó a muchas jóvenes en contabilidad y secretariado y en 1954 el Instituto Americano con los niveles de Comercio y Sección Técnica.
57
mujer el derecho al voto en las elecciones municipales, equiparándolo, al menos
legalmente al sufragio masculino118.
El siguiente gobernador, el Dr. Rigoberto Aguilar Pico, continuó la línea y
elevó nuevamente los salarios de los maestros, con lo que se supuso se pagó el
salario más alto de todos los estados de la república. Estimuló la capacitación,
construyó y creó escuelas, de entre las que se destaca el Centro de Capacitación
Femenil, seguramente orientado a la enseñanza de labores que permitieran a las
mujeres ayudarse en su propio sustento, siguieron funcionando la Universidad de
Sinaloa, la Escuela Normal y la Escuela Normal anexa a la escuela Preparatoria
de Mazatlán enfocada a la capacitación de maestros de esa ciudad sin título. Al
igual que su predecesor, el Dr. Aguilar se preocupó porque los programas de
estudio de la Escuela Normal se apegaran a los de la Escuela Nacional de
Maestros. Destaca la importancia dada por el Sr. Gobernador a la participación de
la Universidad en la celebración del Centenario del Himno Nacional, en la semana
de las Naciones Unidas, así como en la organización de un Congreso Mexicano
de Historia. Durante su mandato se organizó el patronato que construyó el
auditorio y la Escuela Preparatoria, así como se inició la carrera de Maestra de
Jardín de Niños119.
El Gral. Gabriel Leyva Velásquez encaminó sus esfuerzos por un lado, a la
distribución de los libros de texto gratuito, a la proliferación de los jardines de
niños, a responder a la gran demanda de inscripción a la escuela normal, así
como al funcionamiento de las escuelas comerciales de Mazatlán y Culiacán
donde se impartieron las carreras cortas de contador privado, secretario- 118
Pablo Macías Valenzuela, Informe de gobierno correspondiente al 6º año de su ejercicio constitucional del 16 de septiembre de 1949 al 15 de septiembre de 1950, Gobierno del Estado de Sinaloa, Culiacán, 1950. Para más información sobre este tema véase: Félix Brito Rodríguez, “La lucha por el voto femenino en Sinaloa”. Suplemento cultural Ancla y Estrella, periódico El Debate. Culiacán, Sinaloa. Domingo 2 de noviembre de 2003. 119
Dr. Rigoberto Aguilar Pico, Informes de gobierno correspondientes a los años 1951, 1953, 1954 y 1955, Gobierno del Estado de Sinaloa, Culiacán, Sinaloa.
58
taquígrafo, corte y confección y cursos libres de bordado y calado en máquina.
Por el otro, tuvo que ocuparse del Plan de Once Años promovido a nivel nacional
con el objetivo de acercar la educación a un mayor número de niños y de la
saturación de los grupos de secundaria de la Universidad de Sinaloa que hicieron
necesarias remodelaciones, reacomodos y una campaña para recabar fondos y
cubrir los gastos120.
A pesar de estos cambios tan rápidos y trascendentales apenas si se
modificó la fisonomía que la ciudad venía manteniendo desde las primeras
décadas del siglo. Según Martha Castro Cohn121, en la década de los cuarenta la
ciudad se extendía del Parque Revolución en el sur a la Colonia Gabriel Leyva, en
el norte, a la que se llegaba por el antiguo Puente Cañedo, hoy Miguel Hidalgo. Al
poniente, llegaba hasta el barrio de La Vaquita; y al oriente hasta la Avenida
Aranjuez, ahora Venustiano Carranza. La Plazuela Obregón, antes Plaza de
Armas, continuó siendo el paseo dominical de las familias que disfrutaban de sus
bellos jardines. Catedral estaba rodeada por los portales, que se localizaban en la
calle Rafael Buelna, entonces Libertad. El servicio de energía eléctrica se limitaba
a los dos primeros cuadros de la ciudad, y aún en ellos era deficiente. Las familias
comían dulces y repostería hechos en casas, así como aguas frescas de cebada,
pinole, limonada, jamaica, tamarindo o ciruela122.
A mediados del siglo XX la mancha urbana experimentó un crecimiento
fácilmente observable a través de los mapas reconstruidos por el INEGI,
correspondientes a los años de 1943 y 1965 (Compárese Mapa 1y 2). En los
cuatro puntos cardinales se aprecia la expansión de la mancha urbana, aunque es
120
Gral. Gabriel Leyva Velásquez, Informe que rinde ante la Legislatura del Estado de Sinaloa El C. Gobernador Constitucional, General de División Don Gabriel Leyva Velázquez, Correspondiente al Sexto Año de su Administración, Gobierno del Estado, Culiacán, 1962. 121
Martha Castro Cohn, “Una ciudad a mitad del siglo. El Culiacán que ya se fue” en Guillermo Ibarra Escobar y Ana Luz Ruelas (Coords.), Op. Cit., pp. 211-218. 122
Ibid., pp. 211-218.
59
en el sureste y suroeste de la ciudad donde el crecimiento fue mayor (Véase Mapa
3). Del mismo modo, también se observa el aumento en los establecimientos al
servicio de la comunidad. Para 1965 ya no funcionaba el Teatro Apolo, pero los
habitantes de Culiacán disponían para su entretenimiento e información de una
televisora (Televisión de Culiacán), una estación de radio (XENW, La voz del Valle
de Culiacán), dos periódicos (El Diario de Culiacán y El Sol de Sinaloa) y un Cine
(Diana).
Mapa 1. Culiacán 1943 Fuente: CD Programa INEGI, Cortes Cartográficos, Culiacán, Una visión histórico urbana, 1993
Se crearon siete colonias (Seis de Enero, Lomas del Boulevard, Nuevo
Culiacán, Las Quintas, Guadalupe, Cinco de Mayo e Industrial El Palmito),
además de las ya existentes para 1943 (Jorge Almada, Tierra Blanca y Gabriel
Leyva), y operaban cinco industrias123. Sus habitantes podían ir de un lado a otro
123
Ya no funcionaba la Industria alimenticia Ingenio La Aurora, pero se contaba con la Industria Metálica Básica Talleres Castilla, el Centro Distribuidor Maquinaria del Humaya, la Industria de
60
del río a través de dos puentes, el antiguo puente Francisco Cañedo que cambió
su nombre a Miguel Hidalgo y los puentes Jorge Almada y negro, éste último para
uso del Ferrocarril.
Mapa 2. Culiacán 1965 Fuente: CD Programa INEGI, Cortes Cartográficos, Culiacán, Una visión histórico urbana, 1993.
Como parte del crecimiento hacia el sur la Escuela Normal de Sinaloa se
trasladó de la calle Guadalupe Victoria a la Avenida Internacional, y el Colegio
Montferrant y el Obispado se reubicaron en la Colonia Guadalupe. Finalmente se
construyeron para recreación de los culiacanenses el Estadio General Ángel
Bebidas Cervecería Cuauhtémoc, Bebidas Purificadas y la Industria Alimenticia Pasteurizadora de Culiacán.
61
Flores, el Estadio Universitario y el Centro Recreativo Centro Cívico
Constitución124.
Mapa 3. Crecimiento de Culiacán de 1943 a 1965 Fuente: CD Programa INEGI, Cortes Cartográficos, Culiacán, Una visión histórico urbana, 1993.
II.II De la formación tradicional a la nueva política educativa
Las necesidades de la economía mexicana tras la lucha armada de 1910
demandaron un proyecto educativo de acuerdo con el objetivo de reconstrucción y
consolidación de un nuevo estado y una nueva sociedad. El primer cambio
propuesto por los gobiernos posrevolucionarios fue la idea de una política
educativa diferente a la porfiriana, que dejó en gran parte el peso de la educación
124
CD Programa INEGI: Cortes Cartográficos, Culiacán Una visión histórico urbana, 1993.
62
a los gobiernos locales y municipales, cuya capacidad económica era muy
limitada. José Vasconcelos quedó al frente de la educación mexicana y fundó en
1907 la Sociedad de Conferencias que a partir de 1909 se llamó Ateneo de la
Juventud. El Ateneo dio lugar a la Universidad Popular en el año de 1913, cuya
función era proporcionar los conocimientos no incluidos en los estudios de
primaria a quienes por falta de recursos económicos o de tiempo no tenían acceso
a la educación superior. Vasconcelos buscaba que la educación hiciera al hombre
libre, productivo y consumidor y que contribuyera a la superación de la vida
universal125.
Desde esta finalidad Vasconcelos se dedicó a construir un proyecto
educativo con la premisa de que la pobreza no se fundamentaba en la injusta
distribución de la riqueza sino en la falta de educación. A partir de esta idea, dio
curso a su propuesta de Ley de Educación y creó la Secretaría de Educación
Pública. La Secretaría contaba con atribuciones en todo el país y fungía como
centro coordinador de los contenidos educativos, además de centralizar las
labores administrativas. Para evitar conflictos con los estados y municipios,
Vasconcelos estableció convenios de colaboración en los que se determinó que
las escuelas urbanas quedaban bajo la responsabilidad de los estados. En los
municipios se respetarían y apoyarían las escuelas existentes sin crear otras,
mientras que la educación rural quedaría a cargo de la Federación. Cabe
mencionar que en la práctica la educación rural llegó a ser un área
mayoritariamente femenina principalmente por dos razones: los bajos sueldos y
las malas condiciones de empleo. El Plan de Trabajo de la Escuela Rural
establecía que su organización debía ser mixta para que niños y niñas convivieran
125
Ramón Villegas Félix, La lucha magisterial sinaloense 1937-1938 Años de decisión, DIFOCUR, México, 2000.
63
junto libres de prejuicios en una vida libre y ordenada que llevara a la desaparición
de las desigualdades que convertían a la mujer en esclava del hombre126.
El proyecto educativo Vasconcelista constaba de tres grandes
departamentos: las escuelas de enseñanza científica y técnica, el departamento
de bibliotecas y el departamento de Bellas Artes. Existían además dos
departamentos auxiliares, el de enseñanza indígena y el de alfabetización. La
alfabetización y la enseñanza científica y técnica estaban a cargo de las llamadas
misiones culturales, cuyo propósito era preparar al indígena para su ingreso a las
escuelas comunes y de esta manera incorporarlo a la nación, a través del sistema
escolar nacional, pues una de las prioridades de Vasconcelos fue acercar la
universidad al pueblo. Los dialectos indígenas debían eliminarse en beneficio del
idioma español127. Las campañas contra el analfabetismo impulsadas por el
mismo Vasconcelos dieron frutos desde el principio y la población alfabeta casi se
duplicó de 1921 a 1960128. Dentro de estas misiones, la mujer estuvo encargada
de organizar y formar parte de brigadas antialcohólicas y de sanidad129. Además,
desde 1925 se estableció la coeducación a escala nacional, para revocarla en
1941 con el objetivo de cuidar la moralidad y debido a que no presentaron
verdaderos frutos130.
Los gobiernos posteriores siguieron las corrientes vigentes en el ámbito
mundial y se orientaron a la producción, por lo que la educación secundaria, las
enseñanzas vocacional, industrial, agrícola y normal recibieron un fuerte impulso.
En cuanto a la educación profesional esta aumentó entre 1907 y 1928 en un 81
126
Raúl Mejía Zúñiga, “La escuela que surge de la revolución”, en Fernando Solana, Op. cit., pp. 202-203 y Francisco Larroyo, Op. cit., pp. 401, 406. 127
Carlos Monsiváis, “Notas sobre la cultura mexicana en el siglo XIX” en Historia General de México, El Colegio de México, México, 2000, pp. 957-1076. 128
Para determinar a los alfabetas en 1921 se consideró a la población de 10 años y más, a partir de 1930 a la de 15 años y más con excepción de 1950 cuando se tomó a la de 6 años y más. 129
Mary Kay Vaughan, Op. Cit., p. 17, 130
Raúl Mejía Zúñiga, Op. Cit., p. 212. y Jesús Sotelo Inclán, Ibid., p. 313.
64
por ciento. Es importante mencionar que muchas de estas directivas quedaron en
el papel pues estaban fundadas en atraer votos y asegurar el triunfo en las
elecciones y no necesariamente en su viabilidad o conveniencia.131
En consecuencia las escuelas fueron los espacios donde tuvieron lugar
numerosas disputas; en parte, porque para muchos, entre los que se encontraba
Vasconcelos, el conocimiento era la manera de ascender socialmente o de
conseguir poder, mientras para otros era la trinchera desde la cual se debía luchar
por la defensa de los derechos, pues la educación socialista enfatizaba la
organización colectiva tanto de niños como de adultos y en parte porque ni todos
los maestros ni todos los pueblos estuvieron de acuerdo con las ideas socialistas
que atacaban la superstición, las prácticas religiosas y la Iglesia132. En esos
momentos apareció en el ámbito mundial una tendencia a realizar planes de
gobierno, por tal motivo los candidatos prepararon programas de educación que
en la mayoría de los casos jamás llegaron a realizarse, o sólo lo hicieron
escasamente.
Uno de los gobiernos que más cambios duraderos estimuló en materia
educativa fue el del General Lázaro Cárdenas. Aún así, la educación populista y
de masas promovida durante su período, con énfasis en el crecimiento de la
escuela rural y basada en la doctrina socialista, empezó a ser combatida en el
gobierno de Ávila Camacho, y para 1952 la reestructuración del sistema educativo
nacional casi estaba terminada. Con los demás gobiernos poscardenistas hasta
Díaz Ordaz (1964-1970), el crecimiento del sistema educativo, sus incrementos en
la matrícula, carreras, financiamiento e instituciones aparecieron como
correspondientes a un proyecto, a un proceso planificado y programado en virtud
131
Axel Didriksson, “Los antecedentes de la planeación educativa en México (1950-1970)” en Axel Didriksson, La planeación de la educación en México, UAS - Colección Educación, México, 1987, pp. 31-42. 132
Mary Kay Vaughan, Op. Cit., pp. 16-19,
65
del desarrollo económico. Esta práctica continuó hasta finales de la década de los
años sesenta, cuando se dejó de lado la planificación y se inició la realización de
“proyectos”. En adelante la planificación fue atribuida sólo a los países socialistas.
De cualquier manera, la planificación o planeación integral de la educación
tuvo fuertes repercusiones en los cambios que transformaron la educación de un
elemento de conciencia popular y de capacitación para el dominio y
aprovechamiento de la naturaleza, a uno de progreso y modernización. Se
argumentaba que los cambios introducidos en el sistema educativo correspondían
exactamente a un plan, es decir, a necesidades y proyectos previamente
analizados que tomaban en cuenta los requerimientos económicos y sociales del
país. A partir de este momento la política educativa tuvo como prioridad la
formación de recursos humanos, la capacitación de mano de obra industrial y
agrícola, y se enfocó en la “economía de la educación”.
La idea de que la educación nacional se planeaba tuvo mucho que ver con
la concepción predominante sobre la educación. El hacer sobresalir la enseñanza
técnica, industrial, ligada al trabajo productivo, la enseñanza de las más variadas
profesiones e ingenierías, y la idea de que la educación debía “conectarse” con la
política del empleo y directamente con el desarrollo económico y social era el
reflejo de una “teoría” que se desarrollaba a escala mundial: la economía de la
educación133. De acuerdo con esta teoría la educación debía ser analizada como
una inversión a fin de incrementar la capacidad de trabajo para producir bienes
materiales, de ahí que la educación formal constituyera, cuando menos en parte,
una inversión en capital humano; una inversión con rendimiento económico en
función de mayor producto por trabajador, manteniendo el capital físico constante.
133
Axel Didriksson, Op. Cit., pp. 31-96. La historia del economicismo educativo inició en 1948 cuando se efectuó un estudio en torno al “capital humano”. A partir de allí, la economía de la educación empezó a ser considerada como una “teoría” influyente en las determinaciones de la política económica y educativa de los países capitalistas.
66
Posteriormente, los análisis de la economía de la educación tendieron a relacionar
la inversión en educación con el aumento de los ingresos de la población
conforme a sus diferentes niveles de escolaridad, pero sobre todo, la tendencia de
esta concepción se orientó a ubicar a la formación de los recursos humanos como
la principal función educativa.
La planeación educativa en México fue planteada como un esfuerzo
racional de crecimiento que formaría los recursos humanos necesarios para la
industria y el desarrollo económico. Pero el hecho de que la planeación se centró,
en la práctica, en la expansión de la oferta educativa, revela que la motivación
central fue canalizar presiones sociales y eventualmente políticas a través de la
educación pública. A conclusiones similares llegó Mary Kay Vaughan, quien
expresó que la razón de estas políticas fue “canalizar las energías de los
campesinos rebeldes”134. Se sostuvo también que la educación era uno de los
mecanismos más importantes de movilidad social ascendente y de igualación de
oportunidades, pero esto último ha sido refutado por diversos estudiosos de la
educación135. Frente a esas ideas, la meta principal consistió en ampliar las
oportunidades educativas para incluir a quienes aún no participaban de las
ventajas que generaba el desarrollo. Ya que si la satisfacción de las necesidades
de la planta productiva era el criterio práctico para planificar la escolaridad, es
decir, para adecuar el desarrollo educativo con el económico, era lógico que el
establecimiento de las metas debía comenzar con la determinación del
crecimiento de la demanda y la oferta de recursos humanos y sus respectivos
ajustes en los requerimientos de fuerza de trabajo calificada y especializada.
La influencia economicista y expansionista tuvo su mayor expresión en la
puesta en marcha de un proceso de planeación en el seno mismo del aparato
134
Mary Kay Vaughan, Op. Cit., p. 15, 135
Para un ejemplo sobre este tema véase Ma. Teresa Fernández Aceves, Op. Cit., pp. 97-118.
67
oficial educativo del estado, la Secretaría de Educación Pública (en adelante la
SEP). Este proceso se llamó Plan Nacional de Expansión y Mejoramiento de la
Enseñanza Primaria o Plan de Once Años, y fue la primera propuesta
representativa de los esfuerzos de la SEP para adecuarse a la nueva ola de
planeación desarrollista136. La creación de dicho plan coincidió con la expansión
de las escuelas primarias desde el punto de vista de la masificación, por lo que la
planeación educativa quedó entonces prácticamente reducida a una programación
de expansión de obras y de contratación de docentes137. Entre esta gran cantidad
de edificios escolares que se construyeron se cuentan el Conservatorio Nacional y
Ciudad Universitaria, además de los centros de adiestramiento indígena y el
trabajo permanente con objeto de mejorar la formación del maestro.
La expansión de la educación y la urgente contratación de docentes
encontraron su respuesta en la inclusión de la mujer en el mundo laboral. Por un
lado, a pesar de que los gobiernos posrevolucionarios veían en la educación el
futuro de la patria, consideraban que era un trabajo que no requería mucha
especialización, por lo que podía ser desempeñado por mujeres. Su formación
implicaba además que permitiría ahorro al pagarles menores sueldos138. En los
estados, los maestros crearon alianzas con los gobernadores de los que
dependían la aplicación e interpretación de la política educativa, así como la
preparación y la protección de las que disfrutaron. Para la década de los años
cuarenta, el origen rural y modesto de la mayor parte de los maestros rurales los
llevó a identificarse con las causas comunitarias.139
136
Como se verá más adelante este plan tampoco logró concretarse y a los pocos años de inicio fue suspendido agravando los problemas ya existentes. 137
Axel Didriksson, Op. Cit., pp. 31-96. 138
Michael W. Apple, Op. Cit., p. 67. “…los costes asociados a la escolaridad obligatoria de las mujeres, fueron a menudo muy elevados para los distritos escolares locales. Una manera de controlar esos costes en alza consistió en cambiar las prácticas habituales de contratación. Simplemente se contrataban maestros más baratos; mujeres… En realidad… uno de los factores que más contribuyeron al aumento de contratación de mujeres en las escuelas fue el hecho de que se les pagara menos.” 139
Mary Kay Vaughan, Op. Cit., p. 30, 41.
68
De acuerdo con Valentina Torres Septién, esta década fue testigo de un
fortalecimiento de la idea de que la educación se encarga de reproducir las
estructuras sociales de una generación a otra. La razón de esto fue la confluencia
de dos factores; por un lado, los sectores más beneficiados por el desarrollo
comercial e industrial del país querían mantener su estatus, y por el otro, la SEP
reconoció su incapacidad para atender a toda la población, por lo que solicitó
ayuda a los particulares. Numerosas escuelas se abrieron a lo largo del país y
difundieron sus criterios socioeconómicos e ideológicos. Desde luego que los más
privilegiados económicamente se encontraron de pronto con una oferta educativa
mayor que el resto de los ciudadanos140.
Si bien un gran número de jóvenes dispuso de mayores oportunidades de
estudio, pues a partir de 1945 las universidades en México entraron en un proceso
de crecimiento numérico141 al que se unió el impulso a los Institutos Tecnológicos
Regionales, desde 1946 la educación nacional se orientó a la formación de
obreros calificados y técnicos para la industria. En Sinaloa, el Instituto Tecnológico
de Culiacán fue inaugurado hasta 1968. El retraso en su establecimiento pudo
deberse a la existencia de la Escuela Industrial Militar de Culiacán y de la Escuela
Técnica Industrial y Comercial número 23, la Prevocacional, en la que los alumnos
cursaron carreras técnicas que les permitieron acceder al mundo laboral
rápidamente. Una vez trabajando muchos ex alumnos de la “Prevo”, como era
conocida en ese momento, ingresaron a la Universidad para obtener un título
universitario. Lo mismo hicieron muchos egresados de la Escuela Normal de la
Universidad.
140
Valentina Torres Septién, “Algunos aspectos de las escuelas particulares en el siglo XX”, en Josefina Zoraida Vázquez, Op. Cit., pp. 215-216. 141
Arturo Martínez Náteras, “Apuntes sobre la evolución de la Universidad Mexicana” en Arturo Martínez Náteras et al., Cuatro ensayos de interpretación del movimiento estudiantil, UAS, Culiacán, 1979, pp. 13-30.
69
Los maestros de los pueblos con menores índices de alfabetización
disfrutaron además de ingresos provenientes de labores extras realizadas para la
comunidad, como las de escribano, los registros y las relaciones con otras
comunidades. Desde luego que la realidad que vivieron los maestros fue
inmensamente distinta a la que experimentaron las profesoras, pues a pesar de
desempeñar labores similares, a muchos maestros la experiencia en la comunidad
les sirvió de arranque para proyectarse políticamente, lo que no sucedió con las
profesoras. Además, a pesar de la feminización de la docencia aún eran muchos
los hombres que continuaban en ella, pero la mayoría se desempeñaba en los
puestos directivos con mejor estatus y paga superior, como era el caso de los
inspectores, directores de escuela o maestros de niveles educativos más
elevados142. En la Universidad de Sinaloa a mediados del siglo XX los profesores
constituían el 82.8% de la planta docente, el resto eran profesoras y se
concentraban en el bachillerato.
Las mujeres siguieron eligiendo la docencia no sólo porque era una de las
pocas socialmente aceptadas para ellas, sino también porque los horarios y las
vacaciones le permitían ocuparse de las labores del hogar y pasar mayor tiempo
con sus hijos, aunque eso representara bajo salario y poco prestigio. Cabe
agregar que el tiempo libre de la docencia es más apariencia que una realidad,
pues este generalmente se ocupa en la corrección de trabajos y en la preparación
de clases. En cuanto a pretender “hacer carrera profesional” la docencia, al igual
que el resto de las profesiones, incluía numerosos mecanismos destinados a
bloquear el ascenso profesional de las mujeres143 .
142
Mary Kay Vaughan, Op. Cit., pp. 34-35, 321-324. En Sonora por ejemplo, entre 1930 y 1940 la mayoría de los maestros estaban enfocados a la política por lo que la enseñanza recaía en las mujeres reproduciendo los esquemas del porfiriato. y Michael W. Apple, p. 71. 143
Lou Buchan, Es un buen trabajo para una chica (¡pero una carrera horrible para una mujer!), pp. 111-119, en Dale Spender y Elizabeth Sarah, Op. Cit., p. 111-113.
70
Al presidente Alemán (1946-1952) siguió Adolfo Ruiz Cortines, quien se
interesó principalmente en mejorar la educación pública rural y urbana, elemental
y superior. Finalmente, el presidente Adolfo López Mateos creó la Comisión
Nacional de los Libros de Texto Gratuitos. Durante su gobierno el Colegio de
México inició sus tareas de enseñanza y se disminuyó el analfabetismo.
A pesar de la extraordinaria cantidad de egresados desde entonces, gracias
al desarrollo capitalista que estaba viviendo el país, las universidades e
instituciones educativas sufrieron una época de debilidad cultural que empezó a
atenuarse hasta la gran huelga nacional de 1956, realizada principalmente por los
estudiantes del Politécnico. Si bien esta fue una época de luchas importantes que
buscaban eliminar la dependencia gubernamental, se caracterizó por la corrupción
en el ámbito estudiantil y administrativo. De esta manera, el movimiento estudiantil
nacional estaba controlado en gran parte por el gobierno a través de subsidios,
convenciones, congresos amañados, etc., organizados por departamentos de
asuntos juveniles del estado mexicano. No fue sino hasta 1959 cuando en un
congreso realizado en Guadalajara, las federaciones de Baja California,
Michoacán y Puebla, entre otras, rompieron con la política y la ideología de la
“revolución mexicana”144.
En Sinaloa las luchas universitarias estudiantiles que tuvieron lugar entre
1947 y 1963 carecieron de gran importancia, de hecho, la primera de ellas, que
tuvo lugar en 1953, fue una manifestación contra Bátiz Ramos, entonces rector,
por haber consignado a dos dirigentes de la Federación de Estudiantes
Universitarios de Sinaloa (en adelante FEUS), quienes se habían sobrepasado en
las novatadas. Algunos años después, en 1960, se presentó la segunda huelga
por un motivo tan insignificante como el de la huelga anterior. En general la FEUS
144
Pablo Gómez, “Los estudiantes, el capitalismo y la revolución” en Arturo Martínez Náteras et al., Op. Cit., pp. 55-65.
71
se dedicó a organizar las novatadas al inicio del año escolar, patrocinar las
elecciones príistas de los comités ejecutivos en todas las escuelas, elegir la reina
y realizar el festejo del día del estudiante, por lo que en realidad sus funciones
tenían verdaderamente muy poco que ver con lo académico y mucho con las
fiestas y obsequios, los cuales eran utilizados por los líderes estudiantiles que
buscaban el apoyo de sus compañeros145.
En 1963 desapareció la educación secundaria de la Universidad por
disposición de las autoridades. Los alumnos de la secundaria conformaban el
grueso del grupo que se movilizaba para las novatadas, elecciones de las reinas y
de los comités políticos, aunque también eran parte importante los internos de la
Casa del Estudiante patrocinada por la Liga de Comunidades Agrarias y el grupo
llamado Pentatlón Militar Universitario, el cual contaba con miembros en todas las
Preparatorias y Escuelas de la Universidad.
Al igual que en el resto del país, en Sinaloa a principios de la década de los
sesenta una parte del movimiento estudiantil se alejó de la ideología de la
revolución mexicana, pero a diferencia de lo ocurrido en otros estados, en Sinaloa
este grupo se adhirió a la ideología de la revolución cubana. Varios de sus líderes,
profesores y estudiantes, viajaron a Cuba y otros países socialistas a conocer los
logros sociales de los movimientos proletarios. Debido a esto una parte del
movimiento estudiantil se hizo militante del Partido Comunista Mexicano, pero otra
siguió la línea de Lázaro Cárdenas y trató de retomar los planteamientos de la
Revolución Mexicana146.
145
Liberato Terán, “Cien años de la universidad y los estudiantes de Sinaloa” en Arturo Martínez Náteras et al., Op. Cit., pp. 69-85. 146
Bernardo Méndez Lugo, “Capitalismo dependiente y crisis universitaria en Sinaloa: el caso de los “Enfermos”” en Arturo Martínez Náteras et al., Op. Cit., pp. 91-109.
72
Para los años sesenta la educación era ya un fenómeno social
generalizado, sobre todo entre la pequeña burguesía urbana. En particular la
enseñanza media empezó a hacerse común como servicio urbano, y la educación
superior absorbió el crecimiento de la demanda en gran proporción ya que se
ampliaron las oportunidades al interior de la república. Al mismo tiempo que la
educación media y superior se expandía, el sistema educativo reproducía la
división social del trabajo, lo que disminuía las expectativas de los sectores
medios que habían ingresado a ella. La UNAM fue la institución más
representativa de este fenómeno, ya que muy pronto se convirtió en un polo de
concentración educativa enorme, en un centro de enseñanza masificado y en un
núcleo de presión social y política de importancia incalculable147.
La estructura educativa heredada del régimen cardenista empezó a ser
modificada a partir de los cambios ocurridos en las décadas de los cincuenta y
sesenta. La escuela ya no era un instrumento de conciencia obrera o campesina ni
se adecuaba a las nuevas orientaciones educativas que asumieron los regímenes
priístas, desde Ávila Camacho hasta Díaz Ordaz. La insistencia en la enseñanza
tecnológica, la capacitación industrial, el desarrollo de las nuevas ciencias
administrativas y sociales y las profesiones sostenidas en el título universitario,
eran el énfasis de las políticas educativas de entonces, por tal motivo se eliminó el
Artículo tercero de contenido socialista y se creó uno de corte liberal y nacionalista
bajo el espíritu de modernización y expansión, cuya máxima expresión fue la
edificación de la Ciudad Universitaria mencionada anteriormente.
La orientación desarrollista centró su atención en la educación media y
superior lo que benefició a la pequeña burguesía en ascenso y a la burguesía
147
En 1960, en un discurso del doctor Nabor Carrillo, entonces rector de la UNAM, se señaló que en esa universidad cuando apenas se había culminado el traslado de las facultades, escuelas e institutos a la nueva Ciudad Universitaria, la gigantesca CU ya se había vuelto insuficiente y hubo escuelas que resultaron pequeñas y no pudieron alojar la totalidad de su alumnado. Citado por Axel Didriksson, Op. Cit., pp. 31-96
73
nacional. A partir de los cambios ocurridos en la sociedad, la economía y la
política del país se produjo el fenómeno de la masificación y expansión de la
educación mexicana y por lo tanto, de la educación media superior. De ahí que se
implementara una acción educativa que no se regía por ninguna coordinación ni
planificación, es decir, no existía correspondencia entre los planes y la realidad y
cuando se llevaban a cabo las propuestas determinadas por la planeación, los
resultados eran en su mayoría diferentes, contradictorios o simplemente
negativos.
La falta de correspondencia entre la educación y el trabajo pesó
fundamentalmente sobre los mismos trabajadores pues la educación recibida les
ayudó muy poco para incorporarse al mercado de trabajo. Asimismo, en la medida
que el sistema escolar se expandió contribuyó a que el sector de los trabajadores
poco escolarizados no pudiera incorporarse a los mejores puestos de trabajo en
los que se encontraban los mejores salarios. En consecuencia, la planta
productiva tendría que dinamizarse sin que grandes cantidades de fuerza de
trabajo tuvieran una capacitación ni una educación mediana o alta.
La expansión educativa elevó los requisitos de erudición para la
incorporación de los escolarizados al trabajo, pero el beneficio que se obtuvo en
los sectores de mayor grado educativo, no correspondió con el de los que
mantuvieron el mínimo o el medio de escolaridad. Los jóvenes fueron el grupo
afectado más rápidamente por la reducción de la oferta de empleo, la
subutilización de sus capacidades, la devaluación de la educación, la crisis de la
organización y del programa del sistema educativo, la disminución del gasto a la
educación y la masificación.
74
II.III El papel de la Universidad de Sinaloa en la instrucción femenina
Los orígenes de la Universidad de Sinaloa datan de 1872, cuando la
Legislatura del estado decretó la creación del Liceo Rosales en la capital de la
entidad, ubicada entonces en el puerto de Mazatlán148. En 1874 se cambió la sede
del Liceo a Culiacán, que desde el año anterior era la capital del estado y se
modificó su nombre al de Colegio Civil Rosales por Eustaquio Buelna su principal
impulsor y entonces gobernador de Sinaloa. La creación de esta institución
obedeció a la necesidad de impartir la instrucción preparatoria, profesional y
normalista, ya que anteriormente quienes deseaban y tenían los recursos para
prepararse académicamente debían trasladarse a la ciudad de Guadalajara o a la
ciudad de México para lograrlo. En el área profesional se impartieron las carreras
de Abogado, Químico, Farmacéutico y Comercio, y la de Profesor de Educación
Primaria en la Educación Normal.
En 1937 el coronel Alfredo Delgado, gobernador de Sinaloa, en
cumplimiento a sus promesas de campaña transformó al Colegio Civil Rosales en
la Universidad Socialista del Noroeste, acorde al proyecto educativo federal, pero
tras dejar Lázaro Cárdenas la presidencia de la República y tomarla el General
Manuel Ávila Camacho su orientación de contenido socialista volvió a ser liberal y
cambió su denominación a Universidad de Sinaloa149. En 1945 se aprobó la Ley
Orgánica que estableció que la universidad contaría con las escuelas Secundaria,
Preparatoria, Normal y de Enfermería y Obstetricia; las facultades de Ciencias
Químico-Biológicas, Ciencias Matemáticas, Enseñanza Comercial y Técnica,
148
Dina Beltrán López y Marco Antonio Berrelleza, Op. Cit., p. 15. 149
Diego Valadés, Op. Cit., pp. 574-575, 578-579. De la misma manera que el Colegio Civil Rosales se transformó hasta llegar a ser la Universidad de Sinaloa, en el resto del país, Institutos Científicos y Literarios y Colegios Civiles se modificaron y se convirtieron en Universidades, de hecho, entre 1918 y 1945 gracias a la fundación y a la transformación de establecimientos existentes, México contó con doce nuevas Universidades. Posteriormente entre 1923 y 1962 nueve establecimientos de educación superior, entre universidades e institutos, lograron la autonomía.
75
Derecho y Ciencias Sociales y Estudios Agrícolas; y los Institutos de Estudios
Médicos, Investigaciones Económicas-Sociales e Investigaciones Históricas150.
Sin embargo, apenas dos años y medio después, en noviembre de 1947 se
decretó una nueva Ley Orgánica que se mantuvo vigente por espacio de dieciséis
años y cuyas dos principales modificaciones atañían a la integración del Consejo
Universitario y a la supresión de la Escuela Normal del organigrama universitario.
En 1950 la Universidad de Sinaloa publicó un Anuario en el que incluyó dicha ley,
así como todos los reglamentos vigentes en ese ciclo escolar, los miembros del
Consejo Universitario, el personal directivo y administrativo, el personal docente,
los planes de estudio, los alumnos inscritos en ese ciclo, el cuadro de honor, así
como todos los egresados desde 1873 hasta 1950.
Durante el período de estudio de esta investigación 1947 a 1963 estuvo en
vigencia la segunda de las dos leyes orgánicas que rigieron a la Universidad de
Sinaloa, nombre que conservó hasta 1965 cuando el gobernador Leopoldo
Sánchez Celis le otorgó la autonomía. De acuerdo con esta Ley Orgánica la
Universidad estaba conformada por la Escuela Secundaria, la Escuela
Preparatoria, la Escuela de Comercio, la Escuela de Enfermería y Obstetricia, la
Facultad de Ciencias Químico Biológicas, la Facultad de Ciencias Físico-
Matemáticas y la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, aunque para 1950 la
Escuela de Comercio estaba derogándose y en su lugar aparecía la Facultad de
Comercio y Administración.
Varios fueron los logros alcanzados entre 1947 y 1963 destacándose la
creación de las escuelas de Economía, la Superior de Agricultura y la Secundaria
y Preparatoria Nocturnas, entre otras; la creación del Departamento de Extensión
150
Marco Antonio Berrelleza y Dina Beltrán López, De Liceo Rosales a Universidad Autónoma de Sinaloa (1872-1972), Manuscrito, p. 181.
76
Universitaria y Acción Social, el Teatro Universitario Sinaloense, el Taller de Artes
Plásticas, el Centro de Estudios Musicales y la Escuela de Danza. Se construyó la
segunda planta del Edificio Central así como el edificio de la Escuela Preparatoria
Central y su auditorio.151
Para el ciclo escolar 1955-1956 se reabrió la escuela de Enfermería y
Obstetricia cuyo alumnado fue exclusivamente femenino en el período de estudio.
Su creación y desarrollo tuvo un papel fundamental en el aumento del porcentaje
de mujeres con respecto a varones estudiantes, al duplicar en su primer año el
número de éstas. Para el ciclo escolar 1959-1960 la Facultad de Comercio y
Administración se transformó para dar paso a la de Contabilidad y Administración.
Finalmente, bajo el gobierno de Leopoldo Sánchez Celis (1962-1968), se concedió
la autonomía a la Universidad de Sinaloa que en adelante se llamará Universidad
Autónoma de Sinaloa. En este período se crearon las carreras de Ingeniero
Químico, Trabajo Social e Ingeniero Agrónomo que desde su primer ciclo contó
con estudiantes mujeres. En este mismo sexenio se creó el Instituto de Idiomas, el
Centro de Estudios Musicales, el Departamento Editorial, y se liberó a la
Universidad de la Enseñanza Secundaria.
Los dos últimos años de la preparatoria (en la Universidad de Sinaloa el
programa de preparatoria se componía de cinco años de estudio, los alumnos que
ingresaran habiendo solo concluido la educación primaria, debían cursar los cinco
ciclos, quienes podían acreditar la educación secundaria, sólo asistían a los dos
últimos)152 comprendían cursos electivos orientados a la carrera que iban a cursar
los alumnos, así para la facultad de Derecho y Ciencias Sociales, era necesario
151
Berrelleza, Marco Antonio y Dina Beltrán López, De Liceo Rosales… p. 182. 152
Jesús Sotelo Inclán, “La educación socialista” en Fernando Solana, Op. Cit., p. 280. En 1935 se declaró restablecer el ciclo preparatorio de cinco años, que la creación de las secundarias en 1926 había dejado en dos. Sin embargo, el gobierno vio la libertad en que dejaba a la educación secundaria y exigió cursar la secundaria oficial para dar validez a los grados superiores, aún así, la Universidad no renunció del todo a organizar un bachillerato de cinco años.
77
cursar 1º y 2º de Lengua y Literatura Latinas: para Ciencias Químico Biológicas
donde se impartía la carrera de Químico Farmacéutico Biólogo: 4º y 5º de Ciencias
Biológicas con Laboratorio, Dibujo Constructivo y 5º de Matemáticas. Finalmente
para Ciencias Físico-Matemáticas: Dibujo Constructivo, 5º de Matemáticas, y
Cosmografía. Aparte de las materias electivas en estas tres Escuelas o Facultades
no se establecían requisitos especiales de ingreso. Mientras que en la de
Comercio y Administración se exigía comprobar haber cursado y aprobado todas
las materias de la enseñanza secundaria o los tres primeros años de la Escuela
Preparatoria (que contaba en su totalidad con cinco grados). La duración de los
estudios era variada, pues mientras que había algunos como el de la Facultad de
Ciencias Físico-Matemáticas que se concretaban en dos años más los cinco de
Bachillerato; la Escuela de Enfermería y Obstetricia requería tres; la Facultad de
Ciencias Químico Biológicas cuatro más los cinco de preparatoria; y la de Derecho
y Ciencias Sociales cinco más los cinco de Bachillerato153.
En lo que a la Escuela de Enfermería y Obstetricia concierne, los cursos
eran impartidos en el primer año en la Universidad y en el Hospital, en el segundo
año en la Universidad, en el Hospital y en el Departamento de Salubridad,
finalmente en el tercer año en la Universidad, en el Hospital, en el Departamento
de Salubridad y en Asistencia Infantil. Asimismo se sugería el dominio de al menos
un idioma extranjero, para lo que la Universidad ofrecía el establecimiento de la
cátedra de inglés de carácter voluntaria a cualquier alumna que lo solicitara. El
predominio de las mujeres en esta carrera se hace evidente cuando observamos
que el Anuario presenta la información en femenino y no en masculino como lo
hace en el resto del Anuario.
Las alumnas que examinamos cursaban sus estudios fundamentalmente en
las Facultades de Comercio y Administración (posteriormente de Contabilidad y
153
Universidad de Sinaloa, Anuario, Op. Cit., pp. 125-140.
78
Administración) y Ciencias Químico Biológicas aunque una parte de ellas eran
alumnas de la Escuela de Enfermería y Obstetricia, Facultad de Derecho y
Ciencias Sociales, Economía, Ciencias Físico Matemáticas y Superior de
Agricultura. Además, tras la creación de la Escuela Normal la Universidad de
Sinaloa mantuvo abiertos sus cursos de Profesor Normalista hasta que egresaron
todos los estudiantes por lo que entre 1947 y 1963 una parte de los alumnos aún
se hallaban inscritos en esta carrera.
La creación de la escuela Normal de Sinaloa en 1947 y la consecuente
retirada de las alumnas de la universidad causó una baja del alumnado que
tardaría más de quince años en recuperarse. Los factores que incentivaron su
incremento fueron básicamente la creación de escuelas destinadas a labores
consideradas como extensiones de las domésticas y el establecimiento de la
primera casa de estudiantes femenina en Culiacán. Para analizar este incremento
de alumnado se tomará en cuenta la elección de carrera de las estudiantes así
como su percepción del período.
Un elemento que no puede dejarse por fuera es la presencia en la
universidad de mujeres que no eran alumnas. Si a principios del siglo XXI la
Universidad Autónoma de Sinaloa es un mundo de hombres, esta diferencia
proporcional entre hombres y mujeres era aún más marcada a mediados del siglo
XX. Aún así es de gran importancia abordar este punto pues de acuerdo con
Echeagaray Gutiérrez La mujer universitaria: Antecedentes y situación actual fue
entre 1941 y 1965 cuando la mujer empezó a ganar espacios en las diferentes
áreas de la Universidad, a ampliar su desempeño docente y a ocupar puestos
directivos154. En 1950, los profesores varones no sólo eran más sino que estaban
mejor ubicados que las profesoras. Ocupaban prácticamente todos los puestos
154
Guadalupe Irene Echeagaray Gutiérrez, “La mujer universitaria: antecedentes y situación actual en Beatriz Rodríguez Pérez y Antonio Corrales Burgueño (comps.) Op. Cit., pp. 85-88.
79
directivos e impartían más asignaturas por profesor que las maestras. Éstos se
localizaban en todas las escuelas y facultades, mientras que ellas sólo en la mitad
(incluyendo la preparatoria, que no es formación profesional, la Normal que estaba
en proceso de derogación y la facultad de Comercio y Administración).
La segregación de las mujeres de los puestos de poder es evidente pues
sólo se incluyó a una mujer en los catorce miembros del Consejo Universitario, la
directora de la Escuela Normal (actividad considerada femenina), la Prof. Emilia
Obeso. Lo que evidencia que todos los puestos de decisión de la Universidad de
Sinaloa, entre los que se contaban las direcciones de las escuelas y facultades, la
sociedad de profesores y la federación de estudiantes eran dirigidas por varones.
En ningún artículo de la Ley Orgánica se prohibió ni restringió el acceso de las
mujeres a estos cargos, pero es posible que en la práctica sí funcionaran
mecanismos de exclusión que justifiquen su ausencia, mientras que “la igualdad
formal de oportunidades” ayuda a legitimizar el orden establecido.155 De igual
manera sólo una mujer formó parte del personal directivo y administrativo, la
Profa. Carolina Bazúa Arredondo quien se desempeñó en la sección de Educación
Física.
La organización del sistema escolar evidencia la manera como se organiza
la sociedad en cuanto al sexo. Mientras que las encargadas de la educación
preescolar y primaria son mayoritariamente mujeres (lo que se entiende como
bajos salarios, trabajo poco calificado y bajo status social), esta tendencia se va
invirtiendo conforme se sube en jerarquía. La mayoría de los directores de
escuela, de los inspectores y de los maestros universitarios, fueron y siguen 155
Universidad de Sinaloa, Anuario, Op. Cit., pp. 32-33. La Ley Orgánica en su artículo 9 establecía que el Consejo Universitario estaría integrado por el Rector, el Secretario Gral. de la Universidad, un representante del C. Gobernador, los directores de las Escuelas, Facultades y del Instituto, un representante alumno por cada Escuela o Facultad y los presidentes de la Federación de Estudiantes Universitarios y la Sociedad de Profesores. Pierre Bordieu y Jean Claude Passeron, La reproducción…, Op. cit., pp. 202-203. En realidad esta igualdad formal beneficia a los grupos privilegiados pues encarna en sí misma las diferencias sociales.
80
siendo varones. Nótese que no ha habido ni una sola mujer ocupando la rectoría
en la historia de la Universidad de Sinaloa156. El personal docente estaba
constituido por 76 profesores, de los que sólo trece eran mujeres157 y tres de ellas
(las Profas. Emilia Obeso, Agustina Achoy y Velina León de Medina) se
desempeñaban en la Escuela Normal recientemente separada de la Universidad
de Sinaloa. Su permanencia en la lista de personal docente y su participación en
el Consejo Universitario (la Profra. Achoy formó parte del Consejo Universitario en
tanto que Directora de la Escuela Normal) seguramente obedeció al compromiso
de la Universidad a mantener abiertos sus cursos hasta que egresaran todos los
alumnos inscritos. De hecho, en el ciclo escolar 1950-1951 aún cursaban sus
estudios en la Universidad de Sinaloa once alumnos de la Escuela Normal de los
que cuatro eran mujeres. En el anuario ninguna mujer figuró en el Cuadro de
Honor lo que hace necesario estudiar si eso se debió efectivamente a su deficiente
desempeño escolar o a la apreciación de los profesores que consideraron más
importante el estudio para los varones que para las mujeres. Pues no hay que
olvidar que al interior de la Universidad continuaba la tradición de presentar
exámenes orales, al mismo tiempo que entre las mujeres el silencio continuaba
siendo considerado una virtud. De esto se puede inferir que las mujeres menos
acostumbradas como grupo social a expresarse públicamente se desempeñaran
con mayor timidez o lentitud lo que les ocasionaría menores notas que a
compañeros que contaran con los mismos conocimientos pero fueran capaces de
expresarse de una manera más fluída158.
156
Irene Payne, Ideología sexista y educación, pp. 53-59, en Dale Spender y Elizabeth Sarah, Op, Cit., p. 56 157
Universidad de Sinaloa, Anuario, Op. Cit., pp. 13-28. 158
Pierre Bordieu y Jean Claude Passeron, La reproducción…, Op. cit., pp. 193-194, 219. « Donde más se pone de manifiesto el sesgo de clase es en las pruebas en las que el corrector tiene que recurrir a los criterios implícitos y difusos del arte tradicional de calificar… ocasión de formular juicios totales, pertrechados de los criterios inconscientes de la percepción social, sobre personas totales.”
81
Como se observa en la tabla 1, a excepción de Graciela Sotelo, quien
impartió la cátedra de Física con Lab 1º, todas las maestras estaban dedicadas a
materias consideradas apropiadas para la mujer: docencia, labores domésticas,
idiomas, música, secretariado y estaban asignadas principalmente a la
preparatoria, el nivel más bajo contemplado en el anuario para el personal
docente. La razón de su ubicación en este nivel puede entenderse si tomamos en
cuenta que la Universidad admitía alumnos que sólo habían acreditado su
enseñanza primaria con el requisito de que cursaran cinco años de Bachillerato
antes de ingresar a las escuelas o facultades. Los tres primeros eran comunes y
los dos últimos se dividían en ciencias y humanidades.
De las ocho maestras del nivel preparatoria, con menor nivel y por lo tanto
menor prestigio, el 75% se concentraban en los cursos comunes, más de la mitad,
62.5% en los dos primeros años y una en el tercer año. Es significativo que sean
la Profa. Agustina Achoy, directora de la Escuela Normal y miembro del Consejo
Universitario y la Profa. Carolina Bazúa, quien era la única mujer que formaba
parte de la Sección de Educación Física, las dos únicas que se ubicaron fuera de
los cursos comunes. La Profa. Achoy en el quinto año de humanidades. Aún así la
materia a su cargo entraba en el perfil de las tradicionalmente femeninas, al
relacionarse con el cuidado de la salud (Psicología). Mientras que Educación
Física y Premilitar se impartía en los cinco años de bachillerato pues era
obligatoria para los alumnos de secundaria, preparatoria, normal, comercio y
escuelas técnicas y optativa para el resto de los miembros de la comunidad
universitaria159. Sin embargo, es probable que al haber dos maestros de esa
materia, la Profa. Bazúa Arredondo se encargara de las alumnas y el Prof.
Francisco Mendoza de los varones.
159
Universidad de Sinaloa, Anuario, Ibid., pp. 21-28 y 73.
82
Del resto de las docentes dos se desempeñaron en la Escuela de Comercio
y Administración, ambas en el primer año por ser el único que se impartía ya que
era un programa de nueva creación. Así aunque la Sra. Florencia González estaba
registrada en la Facultad de Comercio y Administración, los cursos de Inglés 3º C
e Inglés 4º C correspondían a la Facultad de Enseñanza Comercial y Técnica, de
la que sólo funcionaba el quinto año de la carrera de Contador Público y Auditor,
mientras que sus materias se impartían en el tercero y el cuarto. Por otro lado, en
la carrera de Contador Privado en el tercer año (el único que se impartía pues al
igual que Contador Público Auditor se estaba derogando) se cursaba Inglés 3º C.
0 10 20 30 40
Preparatoria
Normal
Comercio y
Administración
Ciencias Químico
Biológicas
Derecho y Ciencias
Sociales
Ciencias Físico
Matemáticas
Hombres
Mujeres
Gráfica 1. Áreas en las que se desempeñaron los maestros de la Universidad de Sinaloa del ciclo escolar 1950-1951 divididos por sexo. Fuente: Universidad de Sinaloa, Anuario 1950-1951, Universidad de Sinaloa, Culiacán, 1950, pp. 13-28.
En conclusión, las profesoras representaban el 17.1% del profesorado y
sólo impartían clases en la mitad de las escuelas o facultades, los profesores en
cambio, impartían clases en todas las escuelas. En segundo lugar, mientras que el
76.9% de las maestras sólo impartían una materia. El 60.3% de los maestros
impartían dos o más asignaturas. Finalmente, los profesores representaban el
83
100% de los maestros en las facultades de Ciencias Físico Matemáticas, Derecho
y Ciencias Sociales y Ciencias Químico Biológicas y las maestras el 16.6% en la
facultad de Comercio y Administración, el 42.8% en la escuela Normal y el 20.9%
en la escuela Preparatoria. En lo que concierne a los cargos directivos las mujeres
representaron el 7.1% de los miembros en el Consejo Universitario y ocuparon el
6.6% de los puestos del personal directivo y administrativo.
Nombre Cátedra Escuela o Facultad
1 Profa. Agustina Achoy Psicometría pedagógica Psicología
Normal
Preparatoria
2 Profa. Carolina Bazúa A. Educación Física y
premilitar Preparatoria
3 Srita. Guadalupe Félix Rea Economía doméstica
Preparatoria
4 Sra. Florencia González Inglés superior 1º C
Inglés 3º C Inglés 4º C
Comercio y administración
5 Sra. Pastora de Grijalva Lengua Viva I 3º C Lengua Viva I 4º C Lengua Viva I 5º C
Preparatoria
6 Sra. Guadalupe J. de
Valenzuela Mecanografía Preparatoria
7 Profa. Velina León de Medina
Organización, Administración y
Estadística Escolares
Normal
8 Profa. Emilia Obeso Técnica de la
enseñanza 3º C Normal
9 Srita. Enriqueta Pérez Inda Cultura Musical 1º Preparatoria
10 Profa. Guillermina Rangel Escritura Muscular Comercio y
Administración
11 Q.F. Graciela Sotelo de Ibarra Física con Lab. 1º Preparatoria
12 Q.F. Gloria Verdugo Ciencias
Biológicas con Lab. 1º C
Preparatoria
13 Sra.Gertrudis Villa de Tena Mecanografía Preparatoria Tabla 1. Profesoras de la Universidad de Sinaloa en el ciclo escolar 1950-1951 Fuente: Universidad de Sinaloa, Anuario 1950-1951, Universidad de Sinaloa, Culiacán, 1950, pp. 13-28.
84
Capítulo III
Las alumnas de la Universidad de Sinaloa
III.I Una universidad de hombres: La mayoría masculina
La Universidad de Sinaloa durante el período de 1947 a 1963 presentó un
incremento de su alumnado que se debió principalmente al desarrollo económico
que vivió Sinaloa y particularmente Culiacán y que tuvo entre sus mayores
manifestaciones la apertura de las presas. Estas grandes obras de ingeniería
atrajeron a la población a la ciudad y a la máxima casa de estudios provocando
que el alumnado prácticamente triplicara su número en un lapso de poco más de
tres lustros. Los alumnos podían inscribirse como ordinarios (se inscriben con la
finalidad de adquirir un grado o título universitario), oyentes (sólo persiguen
finalidades culturales y no aspiran a obtener un grado o título universitario) y libres
o especiales (los que desean asistir a clases y presentar los exámenes sin que
esto les dé derecho más que a recibir la boleta de calificaciones).
Para inscribirse en la Universidad era necesario presentar la solicitud de
inscripción, dos fotografías tamaño credencial, realizar el pago, certificado médico
y certificado de haber concluido todos los cursos precedentes. En el caso de la
Escuela Secundaria, Preparatoria, Enfermería y Obstetricia, Contador Privado,
Funcionario Bancario y Contador Público y Auditor: el certificado de educación
primaria. Para el Ciclo Profesional de la Escuela Normal y los dos últimos años de
Bachillerato: Certificado de Secundaria. Certificado de los tres primeros años de
Preparatoria para los dos últimos y ese mismo certificado más el certificado de
Ciencias o Humanidades para ingresar a alguna Facultad. Cuando era
reinscripción se consideraba al alumno regular si había aprobado todas las
materias del año anterior e irregular si había reprobado una o más asignaturas160.
160
Ibid., pp. 77-83.
85
A finales de la década de los cuarenta, en el ciclo escolar 1947-1948 la
Universidad contó con 227 alumnos, la tercera parte de ellos eran mujeres (33%);
dieciséis años después, en el ciclo 1962-1963, el estudiantado alcanzó un total de
668, pero las mujeres disminuyeron proporcionalmente y sólo representaron el
10.3% del alumnado. El crecimiento económico requirió personal capacitado y la
Universidad de Sinaloa, única institución a nivel superior existente en el estado,
fue la encargada de proveer la mano de obra especializada. El aumento del
alumnado en el curso de estos dieciséis años (294.27%) fue muy superior al
aumento de la población de la ciudad de Culiacán (3.39%), según los datos de los
censos de 1950 y 1960 aportados por el INEGI161.
Al mismo tiempo, en el ciclo 1947-1948 la Escuela Normal Urbana
Vespertina abrió sus puertas por lo que en lo sucesivo los aspirantes a profesor ya
no se inscribieron en la Universidad sino en la institución creada ex profeso para
ellos. Sin embargo, a quienes ya estaban cursando sus estudios, se les permitió
concluir el ciclo (la enseñanza normal en la Universidad de Sinaloa contó con dos
ciclos: Secundario y Profesional), por lo que fue hasta en la década de los
cincuenta cuando finalmente la Universidad cerró totalmente sus cursos para los
normalistas. Debido a que la obtención del título implicaba entre otros requisitos la
elaboración de un trabajo por escrito y la presentación de un examen
profesional162, la universidad continuó expidiendo títulos de enseñanza normal a lo
largo de la primera mitad de la década de los cincuenta.
161
INEGI, Censo General de Población y Vivienda 1950, Cuadro 9, Población económicamente activa e inactiva, p. 38 y INEGI, Censo General de Población y Vivienda 1950, Cuadro 19, Población económicamente activa e inactiva, p. 174. 162
Universidad de Sinaloa, Anuario, Op. cit., pp. 105-106.
86
La separación de la universidad de la enseñanza normal en su nivel
secundario163 trajo como consecuencia una fuerte caída del alumnado que tardó
una década en recuperarse, quizás lo lento de este aumento se debió al poco
crecimiento poblacional que experimentó Culiacán a lo largo de la década de los
cincuenta. Un factor importante en esta recuperación fue la diversificación de la
oferta educativa. En aras de cumplir con las necesidades que impuso el desarrollo
regional, la Universidad agregó los planes de estudio de aquellas profesiones cuya
demanda era evidente y modificó algunos de los antiguos. Las escuelas creadas
en este período fueron la de Economía y la Superior de Agricultura (con la carrera
de Ingeniero Agrónomo, la agricultura fue la actividad a la que se dedicó la mayor
parte de la población económicamente activa del estado según los censos de
población y vivienda de 1950 y 1960, véase anexo 3). Se reabrió la de enfermería
y se modificaron los programas de Comercio (que primero se llamó Comercio y
Administración y después Contabilidad y Administración, con lo que se elevó de
carácter subprofesional a profesional) y de Ciencias Químicas, en adelante
Ciencias Químico Biológicas, al crearse la carrera de Ingeniero Químico.
De lo anterior se puede concluir que el período de 1947 a 1963 presentó
tres etapas, la primera incluye a los tres primeros ciclos y está caracterizada por
una continua y drástica disminución del alumnado. La segunda va del ciclo 1950-
1951 al de 1954-1955 y comprende los años con menos alumnos y la tercera va
de 1955 a 1963, es decir, los ciclos de recuperación del estudiantado. Al final de la
primera etapa la Universidad había perdido más de la tercera parte de sus
alumnos (38.3%). Las estudiantes habían decrecido en mucha mayor medida que
los varones, pues mientras que ellas sufrieron un descenso del 61.3%, ellos sólo
disminuyeron en un 26.9%, además, a mitad de la etapa, los varones habían
aumentado con respecto al inicio del período.
163
Gilberto López Alanís y Margarita Armenta Pico (Coords.), Op. Cit., p. 90.
87
La segunda etapa mostró constantes, aunque pequeñas fluctuaciones. En
su inicio contó con 124 alumnos y al final presentó un pequeño aumento del
18.5%, presagio del incremento que se registró durante la tercera etapa. Dicho
incremento se debió a los varones, pues a pesar de ser el período más crítico para
la universidad, su presencia se mantuvo e incluso aumentó a lo largo de la etapa
(19% más con respecto a 1950). En lo que respecta a las mujeres, los
incrementos y disminuciones se intercalaron ciclo con ciclo. Al cabo del período la
presencia de las mujeres no tuvo ningún cambio real, pero debido al aumento de
los hombres, proporcionalmente las alumnas habían descendido del 20.9% al
17.6%.
45 44
25 26
23 24
20
26
48
54
50
59
65
58
54
69
0
10
20
30
40
50
60
70
80
1947-
1948
1948-
1949
1949-
1950
1950-
1951
1951-
1952
1952-
1953
1953-
1954
1954-
1955
1955-
1956
1956-
1957
1957-
1958
1958-
1959
1959-
1960
1960-
1961
1961-
1962
1962-
1963
Gráfica 2. Número de alumnas de la Universidad de Sinaloa por ciclo escolar. Fuente: Archivo Histórico de la Universidad Autónoma de Sinaloa (AHUAS), Libro de inscripción CU 97 1947-1963.
88
Obsérvese en la gráfica 2 como en la curva de inscripción de las alumnas
es evidente el descenso del alumnado en la primera etapa, durante la segunda
etapa el número de alumnas fluctúa aunque los cambios son muy pequeños,
mientras que la tercera etapa muestra claramente el incremento del estudiantado.
En cambio la gráfica 3 muestra como la presencia de los jóvenes, si bien también
presentó una disminución durante la primera etapa, se caracterizó por presentar
una mayor estabilidad a lo largo de todo el período que se vio beneficiada por un
drástico aumento en la segunda mitad de la tercera etapa.
152165
11198 98
116 116 121
161 156 161
214
247
299
498
599
0
100
200
300
400
500
600
700
1947-
1948
1948-
1949
1949-
1950
1950-
1951
1951-
1952
1952-
1953
1953-
1954
1954-
1955
1955-
1956
1956-
1957
1957-
1958
1958-
1959
1959-
1960
1960-
1961
1961-
1962
1962-
1963
Gráfica 3. Número de alumnos de la Universidad de Sinaloa por ciclo escolar. Fuente: AHUAS, Libro de inscripción CU 97 1947-1963.
La última etapa inició con 209 alumnos y concluyó con 668, es decir, con un
incremento del 319.6% y aunque el incremento no fue constante a lo largo de
todos los ciclos, sí fue generalizado. Con excepción del ciclo 1956-1957 los
hombres aumentaron año con año, por lo que al final del período habían logrado
un alza del 372%. Las mujeres presentaron disminuciones en los ciclos 57-58, 60-
89
61 y 61-62, aún así el balance fue positivo y al final del período se habían
incrementado en un 143.75%, sin embargo, el incremento masculino fue de más
del doble que el de las mujeres, por lo que la proporción hombre-mujer bajó del
22.9% al inicio de la etapa al 10.3% al final del período de estudio.
En conclusión, la población estudiantil de la Universidad de Sinaloa
aumentó su alumnado en un 339% a lo largo de los 16 años de estudio lo que
marcó el inicio del proceso de masificación de la educación universitaria, proceso
que a nivel nacional tuvo lugar en la década de los sesenta aunque como
podemos ver en el caso sinaloense tuvo sus orígenes en la década precedente164.
Sin embargo, el incremento ocurrido en la década de los cincuenta no se debió al
ingreso de las mujeres a las aulas universitarias, de hecho, a pesar del aumento
real de las estudiantes en la máxima casa de estudios, el porcentaje de mujeres
del alumnado total bajó del 22.8% en el ciclo 1947-1948 al 11.3% al final del
período de estudio. De cualquier manera, es claro que las principales razones de
ese incremento se encuentran en el crecimiento económico de la región que trajo
consigo la necesidad de especialización laboral y redundó no sólo en el aumento
de la matrícula universitaria sino también en la diversificación de la oferta
educativa sobre todo en carreras en las que se consideraba apropiado el ingreso y
desempeño laboral de las mujeres.
164
Guadalupe Irene Echeagaray Gutiérrez, “La mujer universitaria: antecedentes y situación actual en Rodríguez Pérez Beatriz y Antonio Corrales Burgueño (comps.), Op. Cit., pp. 85-88. A conclusiones similares llegó Echeagaray Gutiérrez quien considera que en el lapso de 1941 a 1965 la mujer empezó a ganar espacios en diferentes áreas de la entonces Universidad de Sinaloa, no sólo como alumna, sino también como docente e incluso directiva en áreas culturales. Si bien su presencia era verdaderamente minoritaria con respecto a los hombres y su actividad docente se centraba en las áreas de menos prestigio y más acordes al ideal femenino: la escuela normal (parte de la universidad hasta 1947), la educación secundaria y preparatoria y las carreras consideradas femeninas; mujeres como Socorro Astol, Emilia Obeso, Velina León de Medina y Victoria Cervantes de Ibarra representaron verdaderas figuras de influencia en su momento. Esta segregación que ubica a los hombres en los puestos directivos y de decisión incluso en las áreas mayoritariamente femeninas, tales como la docencia, continúa en la actualidad y no es privativa del estado de Sinaloa sino que se lleva a cabo a nivel mundial. Michael W. Apple, Op. Cit., p. 41.
90
Este incremento se ha mantenido más allá de la década de los sesenta e
incluso se intensificó a partir de 1970, lo que indica un avance en términos de
transformación de los patrones sociales tradicionales165. Sin embargo, aún en la
actualidad la presencia de la mujer sigue siendo relativamente baja sobre todo en
las áreas consideradas masculinas tales como las ingenierías, mientras que
continúa concentrándose en las que tradicionalmente han sido pretendidas
femeninas, ejemplo: las humanidades y las administrativas. El mismo fenómeno se
observa en la educación técnica o comercial, que por no requerir educación
preparatoria cuenta con mayor número de mujeres que de hombres, además de
reproducir los estereotipos de roles tradicionales al inclinarse ellas principalmente
por el secretariado (act. administrativa) y ellos por la mecánica y la electricidad,
entre otras (pertenecientes al área de la física y las matemáticas).166.
III.II Carreras propias para hombres y carreras para mujeres:
La elección de carrera
A inicios de la década de 1950, las mujeres residentes en Sinaloa,
superaban ligeramente en número a los hombres (1.2%), sin embargo entre la
población entre 15 y 29 años eran más los hombres que las mujeres que cursaban
algún tipo de estudios, el porcentaje de mujeres era del 43.58% con respecto al
total de alumnos de esa edad. Evidentemente, la educación de la mujer seguía
considerándose menos importante que la del hombre. Esta falta de formación
intelectual traía consecuencias laborales, ya que mientras que de la población total
de hombres el 54.79% estaba considerado económicamente activo, sólo el 6.61%
de las mujeres estaba en la misma posición, lo que se entiende por el hecho de
que el 53.25% se dedicaba a los quehaceres domésticos, sólo un poco menos del
165
Carmen Audelo López, La feminización de la educación superior, en Rodríguez Pérez Beatriz y Antonio Corrales Burgueño (comps.) Op. Cit., pp. 35-36. 166
Ibid. Beatriz Rodríguez Pérez y Antonio Corrales Burgueño presentan numerosas gráficas sobre el número y distribución del alumnado masculino y femenino a finales del siglo XX.
91
porcentaje de hombres económicamente activos. De estos datos se desprende el
que en realidad las mujeres estuvieron mucho más ocupadas que los hombres,
pues no hay que olvidar que el porcentaje de ellas que desempeñó labores
remuneradas se encontró, en muchos casos, al regreso a su casa, con un hogar
que administrar y seguramente la responsabilidad del cuidado de los niños,
enfermos y ancianos recayó también en ellas167.
Diez años después la situación de los hombres y mujeres en el estado,
presentó algunos pequeños cambios. El porcentaje de hombres activos
económicamente aumentó en alrededor de quince puntos porcentuales y alcanzó
el 69.81% del total del sexo masculino. Mientras que el de las mujeres, a pesar de
haber tenido un aumento superior al doble se ubicó apenas en el 13.55% del total
de mujeres. A este porcentaje es necesario sumar el 78.13% de las dedicadas a
los quehaceres domésticos, actividad que seguía siendo desempeñada
exclusivamente por ellas, lo que da un total de 91.68%. Destaca que mientras que
el número de mujeres incapacitadas para trabajar, receptoras de ingresos no
provenientes del trabajo o residentes en instituciones de reclusión o de
beneficencia aumentó el 45.67% con respecto a la década anterior, el número de
hombres en este caso, aumentó aproximadamente ocho veces su valor
(812.86%). El porcentaje de mujeres con respecto a hombres en esta situación
bajó del 19.51% en 1950 al 4.16% en 1960.
La proporción del número de mujeres con respecto a los hombres
disminuyó un poco, por lo que ya no fueron ellas las más numerosas, sino que
ahora los hombres eran 2.49% más que ellas168. Para esta década se cuenta
además con el número de hombres y mujeres que asistieron a instituciones de
enseñanza profesional y subprofesional. Lo primero que resalta es la superioridad
167
INEGI, Censo General de Población y Vivienda, 1950, Op. cit., p. 38. 168
INEGI, Censo General de Población y Vivienda, 1960, Op. cit., p. 174.
92
del número de mujeres con respecto al de hombres, lo que no concuerda con los
datos extraídos de los libros de inscripción de la entonces Universidad de Sinaloa.
Un segundo análisis muestra que la presencia femenina no se enfocó al
aprendizaje de profesiones, sino de subprofesiones y trabajos especializados. Es
decir, que si bien las mujeres sí presentaron una mayor permanencia en las aulas
que los varones a lo largo de esta década tanto en nuestro estado como en
nuestra ciudad, éstas encauzaron sus esfuerzos principalmente a las carreras
cortas impartidas en las numerosas academias existentes en ese entonces en
Culiacán y en otras partes del estado, donde se impartían sobre todo Comercio,
Secretariado y Enseñanza doméstica. Obsérvese en la gráfica 4, la distribución de
hombres y mujeres en las diferentes áreas del conocimiento, es evidente que si se
elimina la fila “Subprofesiones y trabajos especializados” la presencia femenina
disminuye en un 92.36%, mientras que los varones disminuyen en un 61.50%. Al
descartar esta fila, las mujeres quedan reducidas al 25.21% del total del
alumnado.
La segunda ciudad en importancia por el número de alumnos cursando
estudios en instituciones de enseñanza profesional y subprofesional era Mazatlán,
aunque el 86% de esos jóvenes (hombres y mujeres), asistieron a instituciones de
enseñanza subprofesional. Quedaría pendiente el estudio de las mujeres que
realizaron los quehaceres domésticos como trabajo remunerado, el porcentaje de
mujeres jefas de familia y por lo tanto responsables de dos jornadas de trabajo,
una remunerada, generalmente fuera del hogar, y otra no remunerada y enfocada
al cuidado de la casa y de los niños, la distribución de las labores domésticas (si
es que la hubo) dentro de la familia, así como las instituciones de educación
superior fuera del estado preferidas por la sociedad sinaloense de ese momento.
93
Finalmente, sólo queda destacar, que si bien se verificó un aumentó real y
proporcional de mujeres estudiantes y trabajadoras, también se observa un
aumento de hombres económicamente activos y mujeres dedicadas a las labores
del hogar, de lo que se puede inferir que en realidad los patrones sociales
continuaban vigentes y el hombre seguía erigiéndose como el proveedor frente a
la mujer situada principalmente en el ámbito privado.
Gráfica 4. Asistencia a Instituciones de enseñanza profesional y subprofesional por sexo en el Estado de Sinaloa y en la ciudad de Culiacán. INEGI, Censo General de Población y Vivienda, 1950, Op.
Cit., p. 36 y INEGI, Censo General de Población y Vivienda, 1960, Op. Cit., pp. 170-173.
Los aumentos y disminuciones de la inscripción en el período están
fuertemente relacionados con la creación y desaparición de carreras en la
Hom Sin Muj Sin Total Sin Hom Cul Muj Cul Tot Cul
Humanidades 5 2 7 3 0 3
Profesiones Científicas
1 1 2 1 1 2
Ingeniería Civil 90 3 93 43 1 44
Agronomía 23 2 25 8 1 9
Otras ingenierías
9 0 9 3 0 3
Química 9 14 23 6 11 17
Derecho 54 7 61 24 5 29
Economía 5 1 6 2 0 2
Profesiones administrativas
49 10 59 20 9 29
Medicina 57 10 67 25 4 29
Profesiones asistenciales
1 1 0 1 1
Enseñanza general
38 61 99 21 34 55
Subprofesiones y trabajos
especializados 564 1440 2004 162 519 681
Otros estudios 13 7 20 3 1 4
Total 917 1559 2476 321 587 908
94
Universidad de Sinaloa. Según el artículo 4 de la Ley Orgánica de la Universidad
de Sinaloa de noviembre de 1947 la Universidad estaba formada por la Escuela
Secundaria, la Escuela Preparatoria, la Escuela de Comercio, la Escuela de
Enfermería y Obstetricia, la Facultad de Ciencias Químico Biológicas, la Facultad
de Ciencias Físico-Matemáticas y la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales169.
Cinco años más tarde en 1950 en concordancia con el Anuario170 publicado
por la misma Universidad de Sinaloa esta contaba con un bachillerato de cinco
años dividido en Bachillerato de Ciencias y Bachillerato de Humanidades, la
Escuela para la carrera de Contador Privado, la Escuela de Enfermería y
Obstetricia, la Facultad de Enseñanza Comercial y Técnica para las Carrera de
Contador Público y Auditor, la Facultad de Comercio y Administración para las
Carrera de Contador Público y Auditor, la Facultad de Ciencias Físico-
Matemáticas para la carrera de Ingeniero Topógrafo e Hidrógrafo, la Facultad de
Ciencias Químico Biológicas para la carrera de Químico Farmacéutico Biólogo y la
Facultad de Derecho y Ciencias Sociales para la carrera de Licenciado en
Derecho.
Las mujeres de nuestro estudio eran alumnas de la Normal en sus dos
ciclos: secundario y profesional, de la Escuela de Enfermería y Obstetricia a partir
de su reapertura en 1955, de la Facultad de Ciencias Químico Biológicas (primero
llamada de Ciencias Químicas), de la Facultad de Ciencias Físico-Matemáticas, de
la Facultad de Enseñanza Comercial y Técnica, de la Facultad de Derecho y
Ciencias Sociales y de la Facultad de Estudios Agrícolas. Las alumnas no se
comportaron de la misma manera en cuanto a su elección profesional en todo el
período de estudio, por lo que analizaremos sus características comparándolas
con las de los hombres y siguiendo la división de nuestro período en tres etapas,
169
Universidad de Sinaloa, Anuario, Op. cit., p. 32 170
Ibid., pp. 125-140.
95
la primera del ciclo 1947-1948 a 1949-1950, la segunda de 1950 a 1955 y la
tercera de 1955 a 1963.
El comportamiento de las alumnas al interior de la universidad y de sus
respectivas carreras estuvo fuertemente influido por la probabiblidad que
representaba para ellas inscribirse en esa formación. Así, era menor el nivel de
selección y de exigencia para una joven que se inscribía en la Escuela Normal o
en la de Química, en las que era “natural” su presencia que para una que se
inscribiera en Derecho o en Agronomía, carreras consideradas apropiadas para
los hombres. El criterio de sex ratio basta, según Bordieu y Passeron, para dividir
las disciplinas, el origen de esta división se encuentra seguramente en la división
del trabajo que cataloga a las mujeres en los trabajos de relaciones sociales. De
ahí que un empleo sea más o menos probable en la medida en que sea adecuado
a las expectativas objetivas y colectivas de su clase o categoría. En este proceso
es fundamental la esperanza objetiva, es decir, la interiorización que el individuo
hace de sus posibilidades en la sociedad basándose en las relaciones de clase
que le han sido enseñadas desde el hogar171.
Este proceso ha sido destacado por varios autores que han llamado la
atención sobre la relación existente entre las labores tradicionalmente realizadas
en el hogar (limpieza, cuidado de la salud, de los niños, de la ropa, etc.) y la
elección profesional y laboral de las mujeres. Bordieu y Passeron por ejemplo,
hablan de una interiorización de una necesidad externa que se actualiza al
momento en que las jóvenes, guiadas por el prejuicio, eligen, consciente o
inconscientemente, carreras universitarias acordes a la disposición femenina172.
Esta tendencia se observa en la gráfica 5, pues entre las profesiones, las mujeres
eligieron principalmente enseñanza, y Química, seguidas de derecho y medicina
171
Bordieu y Passeron, La reproducción…, Op. cit., pp. 138, 210. 172
Ibid., p. 122.
96
(la que a pesar de ser muy estimada entre las jóvenes de la época no era fácil de
cursar por no encontrarse en la oferta educativa de la Universidad de Sinaloa,
como se mencionará más adelante, muchas de las aspirantes a esta carrera
ingresaron a la escuela de química).
Un elemento que es necesario tomar en cuenta al momento de estudiar la
elección profesional es la gradual devaluación de las carreras elegidas por las
mujeres por el solo hecho de ser elegidas por ellas, así como el intento de
controlarlas cada vez más desde el exterior. En general la feminización de una
profesión coincide con una gran oferta de mano de obra femenina disponible y
barata o con la idea de que es sencillo realizarlo porque requiere poca calificación,
sin embargo, esta misma falta de calificación hace indispensable un mayor
control173.
La primera etapa contó con alumnas y alumnos en la Normal en sus dos
ciclos: Profesional y Secundario; en Economía (una alumna se inscribió para el
ciclo 1947-1948 y un alumno en el ciclo 1949-1950) y en la escuela de Comercio,
que se transformó en escuela de Comercio y Administración. Esta última fue la
que contó con el mayor alumnado femenino, mientras que entre los hombres se
mantuvo a lo largo del período como una de las tres primeras opciones. Durante el
primer ciclo de esta etapa la mitad de los alumnos de esta escuela eran mujeres,
pero al final habían descendido al 25.5%. La Escuela de Derecho y Ciencias
Sociales no recibió alumnas el primer ciclo pero recibió a una en los dos ciclos
siguientes y contó con una fuerte presencia masculina. Tal era el predominio entre
los hombres que en el primero y en el tercer ciclo fue la escuela que concentró al
mayor número de alumnos.
173
Michael W. Apple, Op. Cit., pp. 63-64.
97
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30
40
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70
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1947-1948 1948-1949 1949-1950 1950-1951 1951-1952 1952-1953 1953-1954 1954-1955 1955-1956 1956-1957 1957-1958 1958-1959 1959-1960 1960-1961 1961-1962 1962-1963
Ciencias Físico-Matemáticas Ciencias Químico Biológicas Contabilidad y Administración Derecho y Ciencias Sociales
Economía Enfermería y Obstetricia Normal Superior de Agricultura
Gráfica 5. Número de alumnas de la Universidad de Sinaloa por carrera y ciclo escolar. Fuente: AHUAS, Libro de inscripción CU 97 1947-1963.
Finalmente, la escuela de Ciencias Químico Biológicas aumentó sus
alumnas cada año, logrando tener para el tercer ciclo un 50% más de estudiantes
en comparación con el primero. La presencia de los hombres fue poca, aunque
estable y debido al incremento de las mujeres, al final de la etapa se habían
igualado. En esta etapa la escuela de Ciencias Físico-matemáticas no contó con
alumnas y sus alumnos descendieron en un 50%.
La segunda etapa recibió alumnos en Ciencias Físico Matemáticas,
Comercio y Administración, Ciencias Químico Biológicas, Derecho y Ciencias
Sociales y Economía. A partir de este momento la Universidad ya no recibió a los
alumnos de la Normal. La participación de las mujeres en la Escuela de Ciencias
Físico Matemáticas se limitó a esta etapa y aun en esta fue muy pequeña pues
consistió en una sola alumna en los dos primeros ciclos de la etapa. En cambio (y
98
en contraste con la etapa anterior) los hombres presentaron un aumento sostenido
por lo que al final de la etapa los estudiantes de ingeniería eran aproximadamente
cinco veces más que al inicio de la década.
La Escuela de Economía sólo tuvo alumnos en el último ciclo, 1954-1955,
con una proporción de cinco hombres por cada cuatro mujeres. La escuela de
Derecho y Ciencias Sociales presentó un aumento constante de alumnas del 50%
cada ciclo, con excepción de 1953-1954, cuando el número permaneció igual que
el ciclo anterior. El aumento entre los hombres no fue tan grande pero fue
constante con excepción del ciclo 1951-1952, que presentó un descenso del 2%
con respecto al curso anterior. Aún así al final de la etapa las mujeres apenas
representaban el 11.5% de los estudiantes de Derecho.
La escuela de Ciencias Químico Biológicas presentó una disminución
constante de su alumnado, siendo el ciclo 1954-1955 el más crítico para las
mujeres, pues el número de educandas disminuyó en un 25% con relación al ciclo
anterior, aun así, esta escuela fue, en los cinco ciclos de la etapa, la primera
opción de las alumnas quienes superaban en número a los varones, entre quienes
pasó a ser la cuarta opción. Anteriormente y a causa de la separación de la
Normal, esta escuela era la tercera dentro de las preferencias masculinas.
Finalmente, la escuela de Comercio y Administración sufrió una disminución de su
alumnado a pesar de que en el ciclo 1952-1953 su alumnado femenino aumentó
en un 50% y en el ciclo 1954-1955 en un 25%. De cualquier manera, las alumnas
del último ciclo de esta etapa apenas eran el 55.5% de las alumnas del ciclo 1950-
1951 y el 16.6% de la escuela. Aunque en menor medida, los hombres
disminuyeron en un 28.5%.
La Escuela de Economía sólo tuvo alumnos en el último ciclo, 1954-1955,
con una proporción de cinco hombres por cada cuatro mujeres. La escuela de
99
Derecho y Ciencias Sociales presentó un aumento constante de alumnas del 50%
cada ciclo, con excepción de 1953-1954, cuando el número permaneció igual que
el ciclo anterior. El aumento entre los hombres no fue tan grande pero fue
constante con excepción del ciclo 1951-1952, que presentó un descenso del 2%
con respecto al curso anterior. Aún así al final de la etapa las mujeres apenas
representaban el 11.5% de los estudiantes de Derecho.
La escuela de Ciencias Químico Biológicas presentó una disminución
constante de su alumnado, siendo el ciclo 1954-1955 el más crítico para las
mujeres, pues el número de educandas disminuyó en un 25% con relación al ciclo
anterior, aun así, esta escuela fue, en los cinco ciclos de la etapa, la primera
opción de las alumnas quienes superaban en número a los varones, entre quienes
pasó a ser la cuarta opción. Anteriormente y a causa de la separación de la
Normal, esta escuela era la tercera dentro de las preferencias masculinas.
Finalmente, la escuela de Comercio y Administración sufrió una disminución de su
alumnado a pesar de que en el ciclo 1952-1953 su alumnado femenino aumentó
en un 50% y en el ciclo 1954-1955 en un 25%. De cualquier manera, las alumnas
del último ciclo de esta etapa apenas eran el 55.5% de las alumnas del ciclo 1950-
1951 y el 16.6% de la escuela. Aunque en menor medida, los hombres
disminuyeron en un 28.5%.
La escuela de Derecho y Ciencias Sociales contó al final del período con
más de la cuarta parte de los estudiantes de la Universidad (26.7%) gracias a la
preferencia de que gozó entre los varones, para quienes era la primera opción. No
era ese el caso de las mujeres, cuya presencia fue modesta y aunque se
incrementó a lo largo de la etapa, al final de ésta sólo representó el 5.5% de los
alumnos de la escuela. El crecimiento de la escuela de Contabilidad y
Administración fue aún más espectacular pues al final de la etapa había
cuadriplicado su alumnado (423.5%). Nuevamente gracias a la inscripción
100
masculina, pues la presencia femenina disminuyó en un 4.45% a pesar del
incremento real de las jóvenes estudiantes.
La disminución de alumnas fue casi constante para la escuela de
Economía. Esta fue la única escuela que no presentó aumento de discípulas en el
período. Por el contrario y a diferencia de la casi nula presencia de los varones en
esta escuela en los dos períodos pasados, su participación en esta etapa creció
sobremanera sobrepasando tres veces su inscripción al inicio del período. De esta
manera, a pesar de que las alumnas del último ciclo eran 33.3% menos que las
del primero, el alumnado general se incrementó en un 160%. Otra escuela que
mostró un gran aumento debido exclusivamente a los varones fue la de Ciencias
Físico-Matemáticas. En ella no hubo presencia femenina, pero la masculina
aumentó en un 462.5% en los ocho años de esta etapa.
Finalmente se encuentra el caso de la escuela de Enfermería y Obstetricia,
escuela que reabrió sus puertas en esta etapa después de haber permanecido
cerrada por diez ciclos174. Aunque su crecimiento no fue muy grande (37.5%) su
participación fue importante en el aumento del alumnado femenino. Las
estudiantes de enfermería representaron entre el 12% y el 26% del total de las
alumnas durante los ciclos de la tercera etapa y el 1.6% del total de alumnos al
final de la etapa. Al contrario de las dos escuelas anteriores, en Enfermería, el
incremento se debió exclusivamente a las alumnas, pues a lo largo de las tres
etapas de nuestro estudio ningún hombre se inscribió en esta escuela.
174
La Escuela de Enfermería fue inaugurada durante el ciclo escolar 1934-1935, sin embargo, debido a la ausencia de alumnas inscritas en el período 1943-1944 cerró sus puertas que no volvieron a abrirse sino hasta el ciclo 1955-1956.
101
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1947-1948 1948-1949 1949-1950 1950-1951 1951-1952 1952-1953 1953-1954 1954-1955 1955-1956 1956-1957 1957-1958 1958-1959 1959-1960 1960-1961 1961-1962 1962-1963
Agricultura Ciencias Físico Matemáticas Ciencias Químico Biológicas Contabilidad y Administración
Derecho y Ciencias Sociales Economía Normal
Gráfica 6. Número de alumnos de la Universidad de Sinaloa por carrera y ciclo escolar. Fuente: AHUAS, Libro de inscripción CU 97 1947-1963.
La gráfica 5 muestra claramente el predominio de inscripción en las
carreras de Contabilidad y Administración y Ciencias Químico Biológicas entre las
mujeres, así como la inscripción constante en Derecho y Ciencias Sociales. Los
hombres, de acuerdo con la gráfica 6, se inclinaron principalmente a Derecho y
Ciencias Sociales y Ciencias Físico-Matemáticas, aunque mantuvieron una
presencia constante en Contabilidad y Administración y una muy pequeña
inclinación hacia Ciencias Químico Biológicas. La tercera etapa presentó para
ambos sexos una inscripción continua en la escuela de Economía y en el caso de
las mujeres también en la de Enfermería y obstetricia. Por último, los cuadros
permiten apreciar que aunque para ambos sexos la separación de la Enseñanza
Normal de la Universidad de Sinaloa representó un descenso en el número de
alumnos en el caso de las mujeres la disminución se acentuó al coincidir con una
reducción en la inscripción en la escuela de Contabilidad y Administración.
102
III.III Los jóvenes estudiantes: La edad de los alumnos universitarios
A lo largo de los dieciséis ciclos de estudio lo primero que se pone en
evidencia al momento de analizar a los alumnos de acuerdo con su edad es que la
mayoría de ellos se concentra entre los 16 y los 23 años (72.3%), la edad normal
de los alumnos que ya han concluido sus estudios secundarios y se encuentran
cursando estudios técnicos o profesionales. Continuando con la división en tres
etapas se agrupará a las edades en cuatro categorías. La primera para los
alumnos de once a quince años (segundo grupo en importancia entre las mujeres);
la segunda para los que cuentan entre 16 y 23 años (grupo mayoritario para
ambos sexos), la tercera para los de 24 a 30 años (segundo grupo en importancia
entre los hombres) y la cuarta de 31 a 56 (véanse las gráficas 7 y 8).
Las dos alumnas más jóvenes del periodo se inscriben en el primer ciclo de
estudio y cuentan con once años de edad. Entre los hombres la edad mínima es
de doce, de los cinco jovencitos de esta edad, cuatro se inscriben en la primera
etapa del período y el otro a inicios de la segunda etapa. La razón posible de esto
es que en estos años la Universidad todavía incluía entre sus programas a la
enseñanza normal en sus dos ciclos: secundario y profesional. Para ingresar al
ciclo secundario sólo se requería haber concluido la educación primaria, por lo
tanto la edad de ingreso era menor.
Las dos alumnas mayores (de 44 y 45 años) se ubicaron en la tercera
etapa, en el ciclo 1955-1956. Mientras que los tres estudiantes más maduros (dos
de 56 y uno de 59 años), se inscribieron en los inicios de la primera y de la
segunda etapa. Al avanzar en el tiempo observamos un gradual aumento de la
edad de los alumnos. De ahí que en la primera etapa se observe un mayor
número de alumnos menores de 16 años que en el resto del período de estudio. El
84.9% de las alumnas y el 72% de los alumnos de esta edad se inscribieron en la
103
primera etapa, situación ligada a la progresiva separación de la Enseñanza
Normal.
En esta etapa se observa que la mayoría de los alumnos oscilaron entre los
once y los 30 años (98.1% de las mujeres y el 96.8% de los hombres). Lo cual es
lógico si recordamos que en ese intervalo se encuentra el 92.8% del total de los
alumnos de menor edad. Los alumnos de entre 16 y 23 años tuvieron
preponderancia a partir de la segunda etapa. Después de que los alumnos de la
enseñanza normal se retiraron de la Universidad los alumnos de 16 años o
menores disminuyeron porcentualmente mas no desaparecieron pues siguieron
existiendo carreras (ahora llamadas técnicas) para las que la educación
preparatoria no era necesaria o era cursada como parte de los estudios (ejemplo:
Enfermería y posteriormente Trabajo Social. Aún en la actualidad las carreras
técnicas o comerciales son consideradas carreras para mujeres).
En el primero y en el último ciclo de la segunda etapa ninguna de las
alumnas tienen menos de 16 años. En cuanto a las de 24 años o más la tendencia
a incrementarse es muy clara, ya que sólo una de las alumnas del primero y del
segundo ciclo de esta etapa tienen 24 años o más, su número se duplica para el
tercer año, se mantiene en el cuarto y vuelve a duplicarse para el quinto y último
año de la etapa.
En lo que concierne a los hombres, esta etapa es la que ostenta la más
escasa presencia de menores de 16 años (6.6% del total de esta edad), los que de
hecho desaparecen en los dos últimos ciclos de la etapa y no vuelve a haber
estudiantes de esta edad hasta los dos últimos años del período de estudio, donde
encontramos el 21.3%. Como se mencionó anteriormente los alumnos de entre 16
y 23 años componen el grupo mayoritario, en esta etapa el predominio es evidente
pues representan casi la cuarta parte del total de los alumnos (78.6%).
104
1947-1948 1948-1949 1949-1950 1950-1951 1951-1952 1952-1953 1953-1954 1954-1955 1955-1956 1956-1957 1957-1958 1958-1959 1959-1960 1960-1961 1961-1962 1962-1963
No especifican Menores de 16 16-23 24-30 Mayores de 30
Gráfica 7. Número de alumnas de la Universidad de Sinaloa por edad y ciclo escolar. Fuente: AHUAS, Libro de inscripción CU 97 1947-1963.
Finalmente durante la mitad de los ciclos de la tercera etapa no se inscriben
alumnas menores de 16 años mientras que las alumnas de 24 años o más
alcanzan los porcentajes más altos de todo el período. Antes de la tercera etapa
las alumnas mayores de 23 años no habían alcanzado un porcentaje tan alto. Al
inicio de la segunda mitad de la década de los cincuenta, durante el ciclo 1956-
1957 sólo el 1.8% de las alumnas tenían menos de 16 años, mientras que la
tercera parte de las estudiantes (33.3%) era mayor de 23 años, el mayor
porcentaje para este grupo de edad en todo el período.
Obsérvese como en las gráficas 7 y 8 es evidente el predominio de los
alumnos entre 16 y 23 años y que el incremento del alumnado se relaciona
directamente con el aumento de los estudiantes de este grupo. Al mismo tiempo la
presencia de los menores de 16 años disminuye de la primera a la segunda etapa
y reaparece débilmente para la tercera. En el caso de las estudiantes el descenso
en la inscripción de las menores de 16 años se relaciona con la separación de las
105
normalistas de la universidad. Por último, aunque hubo fluctuaciones entre los
estudiantes mayores de 24 años aún así su presencia como grupo no fue muy
significativa a lo largo del período de estudio.
1947-1948 1948-1949 1949-1950 1950-1951 1951-1952 1952-1953 1953-1954 1954-1955 1955-1956 1956-1957 1957-1958 1958-1959 1959-1960 1960-1961 1961-1962 1962-1963
No especifican Menores de 16 16-23 24-30 Mayores de 30
Gráfica 8. Número de alumnos de la Universidad de Sinaloa por edad y ciclo escolar. Fuente: AHUAS, Libro de inscripción CU 97 1947-1963.
III.IV Influencia familiar: Las alumnas y sus padres
A finales de la década de 1950 la actividad agrícola era la base de la
economía en Sinaloa, el 67.58% del total de la fuerza de trabajo se consagraba a
esta actividad, en segundo lugar estaban los servicios (8.1%), la industria de la
transformación (7.54%) y el comercio (6.9%). El resto de los trabajadores se
dedicaban principalmente a otras industrias y a los transportes. Culiacán
representaba el 23.22% del total de la fuerza de trabajo del estado y su economía
se organizaba con el mismo modelo que la estatal.
106
La agricultura empleaba, además de directivos y jornaleros, a
profesionistas, oficinistas y vendedores. En la industria extractiva la mayoría de los
empleados se desempeñaban en los transportes y el trabajo de oficinas y en
segundo lugar en la producción de bienes y servicios, la venta, la dirección y como
profesionistas. Los servicios era el área que reunía al mayor número de
profesionistas, aunque de hecho éstos se encontraban en todas las ramas de
actividad. El número de profesionistas era muy escaso comparado con el de los
vendedores, transportistas, oficinistas, obreros, artesanos y jornaleros dedicados a
la producción de bienes y servicios. De hecho, los profesionistas sólo
representaron el 8.6% de las personas dedicadas a estas actividades. Con esto se
explica el auge observado en las carreras subprofesionales y en los trabajos
especializados sobre la enseñanza profesional.
La gran importancia de las actividades agrícolas, del sector servicios y de la
industria de la transformación, explica algunas modificaciones hechas a los planes
de estudio de la Universidad de Sinaloa, así como la presencia de materias
enfocadas a los tres principales campos de trabajo (véase el anexo 2 Planes de
Estudio de la Universidad de Sinaloa), tales como las asignaturas optativas:
Contabilidad de Industrias Extractivas, Contabilidad de Servicios Públicos y
Contabilidad de Cooperativas Agrícolas en el cuarto año de la Carrera de
Contador Público y Auditor o de Derecho Agrario en quinto año de la Licenciatura
en Derecho. Del mismo modo, la industria extractiva explica la presencia de un
semestre en Topografía de Minas en el segundo año de la carrera de Ingeniero
Topógrafo e Hidrógrafo.
Para finales de la década siguiente, la proporción de profesionistas
hombres y mujeres activos económicamente en el estado de Sinaloa se había
acercado mucho. Desde luego que la presencia masculina continuaba siendo
mayor, pero ahora las mujeres eran el 43.52% del total de estos profesionistas; en
Culiacán, las profesionistas eran el 43.34%, la mayor parte de ellas en los
107
servicios y el comercio. Sin embargo, a pesar del crecimiento numérico de las
universitarias, alrededor de dos terceras partes de las mujeres económicamente
activas se desempeñaron en la agricultura (35.44%), las ventas (16.51%) y los
trabajos de oficina (13.02%). Es importante destacar aquí que el 17.84% de las
mujeres activas económicamente se desempeñaban prestando servicios
personales en hogares, instituciones o empresas de servicios personales,
recreativos o de servicios, número mayor real y proporcionalmente al de los
hombres en esas circunstancias. Pues sólo el 2.45% de los hombres activos
realizaban este tipo de funciones y del total de personas que prestaron estos
servicios, más de la mitad, el 61.5% fueron mujeres. Estas personas estuvieron
consideras en un renglón aparte y no fueron contabilizadas dentro de los oficios y
profesiones. Desde luego que la mayor parte de estas mujeres se ocuparon en el
sector servicios.
Al igual que en las mujeres, la agricultura fue la principal actividad de los
hombres en esta época, ya que a ella se dedicaron más de la mitad de los varones
(58.51%). Algunos de ellos serían los padres de las y los alumnos de la
universidad, otros serían egresados y otros incluso serían padres y antiguos
alumnos. Los relacionados con la producción de bienes y servicios, los
vendedores, los oficinistas y los profesionistas les siguieron en número. Es claro
que la organización de la economía de nuestra ciudad no cambió mucho a lo largo
de la década de los cincuenta a pesar de su crecimiento, el cual, seguramente
tuvo un fuerte apoyo en el aumento del número de egresados de la Universidad de
Sinaloa.
Las necesidades de una ciudad en crecimiento económico redundaron en el
aumento del alumnado de la Universidad de Sinaloa. Una gran parte de ellos se
integró a la economía en expansión y contribuyó a mantener el ciclo de
crecimiento económico y por lo tanto universitario, a través no sólo de ellos
mismos sino también de sus hijos. Como lo reafirmarán las antiguas alumnas de la
108
Universidad de Sinaloa, la mayoría de los hijos y las hijas de las familias más
pudientes no ingresaron a la Universidad de Sinaloa, pues como se observa en la
información obtenida de los libros de inscripciones del Archivo Histórico de la UAS,
así como en la información recabada en las entrevistas, la mayoría de los alumnos
pertenecieron a la clase media y fueron hijos de agricultores, industriales,
comerciantes, profesionistas y personas dedicadas a la producción de bienes y
servicios. Lo cual es perfectamente entendible pues estos oficios congregaban a la
mayoría de la población económicamente activa de Culiacán a mediados del siglo
XX175.
Las actividades de los padres de las alumnas son extremadamente diversas
y comprenden una variedad de oficios que incluyen labores de los tres sectores:
primario (campesinos, jornaleros y agricultores), secundario (pequeño industrial,
industrial, obreros) y terciario (comerciantes, choferes, profesionistas). En total
suman 45 oficios o profesiones176 que serán agrupados en cuatro conjuntos. En el
primero se ubicará a quienes desempeñan actividades de dirección tales como:
agricultores, gerentes e industriales; en el segundo a los profesionistas:
periodistas, químicos, profesores, médicos, licenciados, contadores, ingenieros,
etc.; en el tercero a los jubilados, finados y a aquellos de los que no se mencione
la profesión; finalmente en el cuarto grupo se clasificará a quienes desempeñen
oficios artesanales, manuales o de nivel técnico tales como tipógrafo, talabartero,
zapatero, carpintero, deportista, herrero, electricista, mecánico, músico,
comisionista, fisioterapeuta, boticario, farmacéutico, artesano, obrero, chofer,
175
INEGI, Censo General de Población y Vivienda 1950, Cuadro 9 y 10, Población económicamente activa e inactiva, p. 38 y Fuerza de trabajo por grupos mayores de ocupación principal, p. 40 e INEGI, Censo General de Población y Vivienda 1950, Cuadro 19 y cuadro 22, Población económicamente activa e inactiva, p. 174 y Población económicamente activa, por grupos mayores de ocupación principal y rama de actividad, p. 196. 176
Zapatero, tipógrafo, talabartero, reportero, químico industrial, químico, profesor, periodista, pequeño industrial, obrero, normalista, músico, militar, médico, maestro, licenciado, mecánico, jubilado, jornalero, ingeniero, industrial, herrero, gerente, fisioterapéutico, finado, filarmónico, ferrocarrilero, farmacéutico, empleado, electricista, doctor, deportivo, contador, comisionista, chofer, catedrático, comerciante, carpintero, campesino, boticario, artesano, albañil, agricultor, agente, abogado.
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ferrocarrilero, empleado, agente, albañil, campesino, jornalero, militar, entre otras,
así como a los comerciantes.
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Sin oficio Profesionistas Act. Manuales y técnicas Directivos
Gráfica 9. Padres de las alumnas de la Universidad de Sinaloa por ocupación y ciclo escolar. Fuente: AHUAS, Libro de inscripción CU 97 1947-1963.
Como se observa en la gráfica 9 la mayoría de los padres de las alumnas
se dedicaban a actividades manuales o técnicas. Una de las razones del
predominio de este grupo es que en él se encuentran los empleados y los
comerciantes, quienes constituyen prácticamente la tercera parte del total de los
padres de todo el período de estudio (31.9%). La profesión más numerosa era el
comercio (17.3%), seguida de la agricultura (15.8%) y los empleados (14.6%).
Otro grupo numeroso era el constituido por las alumnas huérfanas de padre
(12.7%). En lo que concierne a los hombres (véase gráfica 10) la mayoría de sus
padres también se dedicaba a las actividades manuales o técnicas, mientras que
los profesionistas constituían el grupo menos numeroso. Los dos grupos restantes:
directivos y aquellos de quienes se desconoce el oficio, mostraron incrementos a
lo largo del período y se mantuvieron más numerosos que los profesionistas. Los
110
oficios más numerosos fueron, al igual que entre los padres de las estudiantes, los
empleados (12.5%), agricultores (21.7%) y comerciantes (16.7%)177.
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Sin oficio Act. Manuales y técnicas Profesionistas Directivos
Gráfica 10. Padres de los alumnos de la Universidad de Sinaloa por ocupación y ciclo escolar. Fuente: AHUAS, Libro de inscripción CU 97 1947-1963.
Durante la primera etapa casi la mitad de los padres de ellas se dedicaban
a actividades manuales o técnicas (48.2%), seguidos de los que se dedicaban a
actividades directivas, de los que carecían de un oficio o no lo mencionaron y
finalmente de los profesionistas (10.1%). Al igual que la tendencia general del
período, los dos principales oficios de la primera etapa fueron el comercio y la
agricultura (20.2% cada uno), seguidos de los empleados (13%)178. Entre los
padres de los jóvenes casi la mitad de ellos desempeñaban actividades manuales
o técnicas (47.4%), seguidos por los directivos (25.23%), por quienes no señalaron
su profesión (16.1%) y por los profesionistas (11.2%). Las principales ocupaciones
177
El cuarto grupo más numeroso del período lo constituyeron los padres finados que constituyeron el 13.3% del total. 178
El cuarto grupo más numeroso del período lo constituyeron los padres finados que constituyeron el 13% del total.
111
fueron la agricultura, pues era desempeñada por casi una cuarta parte de los
padres de los alumnos (23.5%) y el comercio (18.6%).
En la segunda etapa los agricultores, empleados y comerciantes eran el
grupo más numeroso y constituían poco más de la mitad de los padres de las
jóvenes (16.8% en cada oficio). En consecuencia más de la mitad de ellos se
dedicaban a actividades manuales y técnicas (51.2%), casi la cuarta parte eran
profesionistas (24.3%), seguidos de los agricultores que eran la totalidad de los
directivos y de los carentes de oficio (7.5%). En lo que respecta a los padres de
los alumnos, aproximadamente la quinta parte era comerciante (19.8%), los
empleados eran el segundo grupo más numeroso (15.6%) y en tercer lugar se
encontraban los agricultores (12.5%)179. En cuanto a los cuatro grupos, el más
numeroso seguía siendo el de los que se ocupaban en actividades manuales o
técnicas que constituía el 48.6% de los padres, es decir, casi la mitad de ellos. El
segundo grupo era el de los que no indicaron su profesión (22%) seguido por el de
los directivos (15.1%) y los profesionistas (14.2%).
Finalmente la tendencia continuó durante la tercera etapa y las tres
profesiones más numerosas fueron nuevamente los comerciantes (16.4%), los
empleados (14.6%) y los agricultores (14%)180. La mayoría de los padres de las
alumnas se dedicaban a actividades manuales y técnicas (45.5%), una quinta
parte eran profesionistas (20.1%), en tercer lugar se encontraban los directivos
(16.6%) y finalmente aquellos de quienes se desconoce el oficio (17.7%). Entre los
padres de los hombres más de la quinta parte son agricultores (23.1%), de hecho,
ellos constituyen casi la totalidad de los que desempeñan puestos directivos
(24.1%), en segundo lugar se encuentran los comerciantes (15.6%) y los
empleados (12%) que junto con el resto de los dedicados a actividades manuales
o técnicas siguen constituyendo el grupo más fuerte de la etapa al conformar
cerca de la mitad de los oficios (45.5%). El grupo menor es el de los profesionistas
179
El 17.6% de los padres de las alumnas estaban muertos. 180
Al igual que en las otras dos etapas los finados eran uno de los grupos más numerosos (14.4%)
112
que alcanza sólo el 12.3% del total. Finalmente, en el 18% de los casos no se
señala el oficio y de entre ellos en el 13.4% la razón es que las alumnas son
huérfanas de padre.
Las actividades de las madres de las alumnas eran mucho menos diversas.
De hecho un fuerte porcentaje de ellas se dedicaban a las labores domésticas (en
cuatro ciclos ama de casa era la actividad de todas las madres y en tres ciclos
sólo existía otro oficio aparte del de ama de casa), unas cuantas fueron
declaradas finadas y el resto se dividió en tan sólo unos cuantos oficios o
profesiones: Química, profesora o maestra, oficinista, laboratorista, enfermera,
empleada, costurera, secretaria, telegrafista, agricultora, estudiante, oficial del
registro civil y comerciante. Ninguna de las madres de las estudiantes
desempeñaba actividades directivas y entre las madres de los hombres sólo se
presentó una de las actividades que clasificamos como directivas: la agricultura.
En definitiva, nuevamente las actividades manuales o técnicas constituyeron la
principal ocupación, pues entre ellas quedaron comprendidas las labores
domésticas.
Cabe destacar que las madres de las alumnas que se desempeñaban como
profesionistas eran más porcentualmente que las de los alumnos y que en ambos
casos este grupo se incrementó a lo largo del periodo. Aparentemente el nivel
educativo de ellas sí influyó en el ingreso de las jóvenes a la universidad.
Seguramente la propia experiencia de esas mujeres dentro del mundo laboral las
motivó a buscar mejores opciones de vida para sus hijas. Otro elemento que se
observa en el gráfica 11 es la fuerte presencia de madres de mujeres de las que
no se señala el oficio, a diferencia de las madres de los estudiantes (véase la
gráfica 12) entre quienes el grupo de las que no se señala su oficio es muy
pequeño.
113
Al observar las gráficas 11 y 12 también se hace evidente que aún cuando
las labores del hogar son la principal ocupación a lo largo de todos los años de
estudio, porcentualmente era mayor el número de las madres de los alumnos que
el de las de las alumnas que se dedicaron a esta actividad. Finalmente, a
diferencia de los padres ninguna mamá era jubilada ni pensionada y el número de
alumnos y alumnas huérfanos de madre es mucho menor que el de huérfanos de
padre.
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Sin oficio Act man y técnicas Profesionistas
Gráfica 11. Madres de las alumnas de la Universidad de Sinaloa por ocupación y ciclo escolar. Fuente: AHUAS, Libro de inscripción CU 97 1947-1963.
Al inicio de la primera etapa, en el ciclo 1947-1948, las madres de las
alumnas eran casi todas amas de casa (88%) y aunadas a las comerciantes
sumaban el 88.6%, seguidas por las mujeres de las que no se menciona la
ocupación (7.1%) y por las profesionistas (4.1%). En cuanto a los alumnos el
95.5% de las madres eran amas de casa, obviamente las actividades manuales o
técnicas conformaban el principal grupo (96.7%), seguidas por las profesionistas
114
(1.8%) y por las que no se les señaló la profesión (1.4%). Obsérvese la diferencia
de porcentajes entre las madres profesionistas de hombres y mujeres, así como
entre las que no se les señaló profesión.
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Sin oficio Act. Man. y técnicas Directivas Profesionista
Gráfica 12. Madres de los alumnos de la Universidad de Sinaloa por ocupación y ciclo escolar. Fuente: AHUAS, Libro de inscripción CU 97 1947-1963.
Para la segunda etapa del período ninguna de las mamás era profesionista.
El 94.1% de las madres de las alumnas era amas de casa, del resto no se indicó
el oficio 5.8%. En lo que respecta a los jóvenes una de las madres era directiva
(agricultora). La gran mayoría se dedicaba a las labores del hogar (98.7%), se
omitió el oficio de 0.9% y como ha sido una constante a lo largo de las tres etapas,
el principal grupo fue el de las que desempeñaban actividades manuales o
técnicas (98.9%). Finalmente, la tercera etapa presentó la mayor variedad de
oficios, aunque ama de casa continuó siendo la principal ocupación y representó el
82% entre las madres de las alumnas y el 94.9% entre las de los alumnos. Por lo
tanto las actividades manuales o técnicas englobaron a la mayoría de las madres
(83.8% de las madres de las estudiantes y 95.2% de los varones). Entre los
115
jóvenes hay un aumento real de madres dedicadas a actividades directivas
aunque porcentualmente su presencia es menor (0.1%). Las madres
profesionistas alcanzan el mayor porcentaje del período (10% las de las alumnas y
2.4% las de los varones). Finalmente las madres de quienes no se señala el oficio
sólo representan el 6.1% entre las mujeres y el 2% entre los muchachos.
En conclusión, los y las alumnas de la Universidad de Sinaloa a mediados
del siglo XX eran principalmente hijos de empleados, agricultores, comerciantes y
amas de casa. La presencia de los hijos de profesionistas (padre, madre o ambos)
fue incrementándose a lo largo del período y era más marcada entre las
estudiantes que entre los varones. Los padres con actividades directivas
mantienen una fuerte presencia a lo largo de todo el período mientras que apenas
hay madres en ese tipo de funciones. Finalmente, un grupo considerable de los
inscritos era huérfano de padre y sólo unos cuantos carecían de madre.
En general, el aumento de porcentaje de las ocupaciones más débiles no
significó una mayor presencia de las clases marginadas en la Universidad, sino
que obedeció al aumento del alumnado, pues de hecho, si bien los padres sin
oficio o los profesionistas aumentaron al final de periodo con respecto al principio,
la mayoría siguió siendo hijos de personas que se desempeñaban en actividades
directivas, técnicas o manuales. Lo mismo ocurre con las madres, pues si bien las
profesionistas aumentaron mucho proporcionalmente, el aumento de las madres
amas de casa amplió la brecha entre las profesionistas y las dedicadas a los
quehaceres domésticos. Este mismo proceso presentó la sociedad en general
donde los y las profesionistas presentaron grandes avances numéricos a lo largo
del período pero siguieron representando una parte muy pequeña de la población
económicamente activa dominada por la agricultura, las ventas y los oficinistas
(véase anexo 3)181. En conclusión el aparente crecimiento numérico de los padres
181
Pierre Bordieu y Jean Claude Passeron, La reproducción… Op. cit., p. 140.
116
y las madres profesionistas sólo es una consecuencia del aumento del alumnado y
no significa en realidad una mayor participación de este grupo social en esa área.
117
Capítulo IV
Los y las estudiantes
La percepción de las estudiantes permitió valorar y comprender los datos
duros y fríos extraídos del archivo. De esta manera los registros de inscripción
iluminados por los comentarios de las antiguas estudiantes adquirieron nuevos
significados. Sin embargo no fue fácil obtener las impresiones de las
universitarias, el primer obstáculo fue localizarlas pues algunas no radican ya en
esta ciudad, otras tienen horarios de trabajo muy cargados, otras utilizan sus
apellidos de casadas y otras ya fallecieron. Afortunadamente ninguna de las
solicitadas se negó a colaborar y la mayoría estuvo dispuesta a proporcionar los
datos de otras compañeras con las que conservan algún tipo de relación y cuya
experiencia pudiera enriquecer este texto. Como parece natural entre más nos
alejamos en el tiempo más se dificultó encontrar ex-universitarias con
posibilidades de compartir sus recuerdos, de las mujeres que cursaron estudios
profesionales entre 1947 y 1949 sólo fue posible localizar a dos, las cosas
mejoraron para la segunda etapa (ciclos 1950-1951 a 1954-1955) y fue
relativamente fácil conseguir profesionistas producto de la última etapa (1955-
1956 a 1962-1963).
Los encuentros tuvieron lugar en las casas de las entrevistadas durante el
mes de julio y fueron grabados y transcritos para su posterior utilización, con
excepción del de Delia Pérez Sánchez quien reside en la ciudad de México y cuya
entrevista fue realizada por teléfono y al igual que el resto, grabada para
posteriormente ser transcrita. A las mujeres consultadas se les informó con
anterioridad del objetivo de la charla y se les interrogó sobre las razones que las
impulsaron a cursar una carrera universitaria y los motivos que las llevaron a elegir
entre las opciones que ofrecía la Universidad de Sinaloa. Otros puntos en los que
se profundizó fueron las relaciones entre maestros y alumnas, entre compañeros y
118
compañeras y entre las jóvenes que cursaban estudios universitarios y las que no
lo hicieron.
Las charlas buscaron también esclarecer el propósito con el que las
mujeres estudiaron y con el que sus vidas eran concebidas. La posición en la
escala social y las profesiones de los padres ayudaron a construir la imagen de la
universitaria de mediados del siglo pasado. Lo que se complementó con los
comentarios que las mujeres recordaron haber escuchado a sus padres,
hermanos y miembros de su grupo social de ambos sexos. Finalmente se abordó
el tema de la deserción y el rendimiento escolar. El desempeño profesional de las
entrevistadas, sus relaciones laborales y familiares una vez casadas y las razones
que ocasionaron su retiro o su permanencia del mundo laboral fueron los últimos
puntos que se intentaron esclarecer a lo largo de las conversaciones.
Los criterios que definieron la lista de candidatas a entrevistar fueron la
carrera elegida, buscando que hubiera tanto estudiantes de las carreras
consideradas tradicionalmente femeninas como jóvenes que rompieron con el
estereotipo tradicional. En segundo lugar se atendió al diferente origen de las
alumnas tratando de que fuera diverso e incluyera a hijas de agricultores,
empleados, profesionistas y de padres fallecidos. Posteriormente se buscó que no
todas las alumnas fueran originarias de esta ciudad. Un factor que no se tomó en
cuenta a la hora de seleccionarlas fue la titulación, debido a que en la base de
datos extraída de los libros de inscripción no se indica si las alumnas recibieron o
no su título, ni si concluyeron sus estudios. Esta situación permitió confrontar
experiencias de vida diferentes, pues algunas alumnas cambiaron de carrera,
otras no concluyeron sus estudios, unas más estudiaron dos carreras y de las que
terminaron las asignaturas algunas se titularon en tiempo y forma, otras lo hicieron
con retraso y algunas más nunca obtuvieron el título.
119
La buena disposición de las antiguas alumnas de la Universidad de Sinaloa
a auxiliar en este proyecto, la diversidad de experiencias tanto laborales como al
interior de la universidad y el diferente origen de las entrevistadas permitieron
llevar a cabo este capítulo que se debe totalmente a ellas y es un reflejo de sus
recuerdos así como de la difusión de las imágenes estereotipadas que afectaban
el desarrollo escolar de las mujeres y sus expectativas de desempeño en la edad
adulta. El capítulo conserva la separación del período en tres etapas que
corresponden cronológicamente a la creación de la Escuela Normal de Sinaloa y
la separación de las alumnas normalistas de la Universidad (ciclos 1947-1948 a
1949-1950), la búsqueda de la estabilidad (ciclos 1950-1951 a 1954-1955) y el
aumento del alumnado (ciclos 1955-1956 a 1962-1963).
Finalmente, para la elaboración de las entrevistas y la redacción de este
capítulo se tomó como modelo a los textos de María Teresa Fernández Aceves182
y de Gabriela Cano183. Fernández Aceves en la parte final de su texto incluye el
relato de la vida de tres estudiantes del período a través de los cuales confirma
sus conclusiones. Cano, por su parte, intenta explicar cómo la decisión de cursar
estudios universitarios y la elección de la carrera estaban fuertemente
influenciadas por el contexto que rodeaba a las alumnas, es decir, la presión de
las costumbres y los roles sociales impuestos a los y las estudiantes.
En general se seguirán las ocho hipótesis propuestas por Fernández
Aceves184 con excepción de las dos concernientes a los momentos en que
182
María Teresa Fernández Aceves, Op. Cit., pp. 97-118. 183
Gabriela Cano, “Género y construcción cultural de las profesiones en el porfiriato: magisterio, medicina, jurisprudencia y odontología”, en Historia y grafía, UIA, núm, 14, México, 2000, pp. 207-243. 184
María Teresa Fernández Aceves, Op. Cit., p. 99. 1.- La mayoría de las graduadas eligieron carreras consideradas femeninas, que requerían paciencia, habilidad manual, atención a los detalles, docilidad, cualidades atribuidas a las mujeres. 2.- A finales de la década de 1920 y principios de 1930 las mujeres tapatías empezaron a incursionar en las llamadas profesiones masculinas que ofrecía la Universidad. 3.- A partir de la década de 1930 se dio un acceso creciente de las mujeres a las carreras profesionales. 4.- Las graduadas de la Universidad de Guadalajara eran mujeres de la clase media, que se fueron incorporando lentamente al proceso de modernización del nuevo Estado Mexicano. 5.- Las mujeres que tuvieron la oportunidad de ir a la
120
tuvieron lugar ciertos fenómenos en la Universidad de Guadalajara por haber sido
posteriores en la Universidad de Sinaloa. De esta manera, en este capítulo se
tratará de poner en evidencia, a través de lo que las alumnas consideraron
significativo recordar y exponer, el ambiente en el que se encontraban inmersas,
buscando captar, a través de sus recuerdos, su percepción individual sobre la
preparación académica realizada, cómo pensaron, vieron y construyeron su
mundo estudiantil. En ese sentido también resulta importante rescatar de sus
recuerdos su percepción y experiencia sobre la manera en que fueron apoyadas o
criticadas, tanto por su círculo familiar y social como fuera de él, para finalmente
vislumbrar, a través de la mirada actual de ellas, los años, ahora lejanos, de sus
estudios universitarios y de su incursión en el mundo laboral.
IV.I La feminización de las profesiones
Durante los últimos años de la década de los cuarenta, las estudiantes
normalistas vivieron el proceso de cambio de las aulas de la Universidad de
Sinaloa a las de la Escuela Normal. Las aspirantes a maestras de nuevo ingreso
acudieron directamente a las instalaciones de la Normal pues la separación de
ambas escuelas iniciaba ese año, mas como la universidad se había
comprometido a que las alumnas ya inscritas en sus cursos terminaran el ciclo que
estudiaban en ese momento, la presencia de jóvenes normalistas en las aulas
universitarias continuó en este período. Las que habían concluido el ciclo
secundario en el año escolar 1946-1947 cursaron el profesional en las aulas de la
Normal y en adelante, todas las que culminaron sus estudios de primaria o
secundaria y estaban interesadas en el magisterio se educaron en la institución
Universidad y obtener un título, lo lograron porque su familia tenía cierta solvencia económica o porque ellas trabajaban (Jacinta Curiel). 6.- Las graduadas quizás desarrollaron una profesión a través del desempeño de trabajos en su área, que les permitieron una independencia económica. 7.- Las profesionistas que eligieron carreras llamadas masculinas, se enfrentaron al rechazo de la sociedad porque se habían convertido en “muchachas indecentes” y se les desvalorizó en su profesión. 8.- A pesar de sus estudios universitarios no alcanzaron una considerable movilidad social.
121
recientemente creada, con lo que se logró concretar el paso de todas las
estudiantes normalistas de una a otra institución.
La docencia era una de las carreras más solicitadas entre las jóvenes por
ser considerada femenina y poder estudiarse en esta ciudad. De hecho, a nivel
nacional la feminización de esta tarea tuvo lugar a finales del siglo XIX, al concebir
el magisterio como una maternidad espiritual. La profesión docente era
considerada una actividad idónea para mujeres viudas o solteras de pocos o
medianos recursos económicos185 y carentes de responsabilidades familiares
como las que implicaba el ser esposas, madres o hijas. Después de todo, el
matrimonio y la maternidad continuaban siendo, medio siglo después, las
principales labores de las mujeres186 al mismo tiempo que las actividades
remuneradas económicamente no eran consideradas adecuadas para las mujeres
casadas.
Medicina era la otra carrera hacia la que se inclinaban una gran parte de las
mujeres pero la imposibilidad de cursarla en la Universidad de Sinaloa debido a su
inexistencia y la dificultad que la mayoría de las mujeres presentaba para cursar
estudios superiores fuera de su ámbito debido a las labores que tradicionalmente
tiene asignadas, a saber, ser esposa y madre,187 hizo desistir a la mayoría de ellas
que optaron casi siempre por Ciencias Químico Biológicas pues sólo algunas
cuantas lograron el apoyo de sus padres y disponían de los recursos económicos
necesarios para cursar una carrera profesional en la ciudad de México o en
Guadalajara, los destinos principales para los estudiantes culiacanenses que
cursaban sus estudios fuera del estado. Este fenómeno no fue privativo de nuestro
estado, de hecho, antes que Matilde Montoya, de profesión partera, decidiera
inscribirse en la Escuela de Medicina de la Universidad Nacional a finales del siglo
185
Michael W. Apple, Op. Cit., p. 74. Como ya se mencionó anteriormente las mujeres con más posibilidades optaban por otro tipo de profesiones, pues buscaban el prestigio y la cultura más que un medio de subsistencia. 186
Gabriela Cano, “Género y construcción cultural de las profesiones…, pp. 207-208. 187
Guadalupe Irene Echeagaray Gutiérrez, Op. Cit., p. 88.
122
XIX, las mujeres interesadas en la medicina cursaban en esa misma escuela los
estudios de farmacia u obstetricia y posteriormente se desempeñaban, en un gran
número de casos, como parteras188.
A esto se sumaba el que durante la primera etapa de nuestro estudio no era
muy bien visto entre algunas capas de la sociedad el que las mujeres estudiaran
en la universidad, pues su imagen todavía se hallaba ligada a su nombre anterior
“Universidad Socialista del Noroeste”, nombre que adoptó en 1937 para concordar
con el gobierno del Presidente Gral. Lázaro Cárdenas y que conservó hasta 1945,
año en que se aprobó una nueva Ley Orgánica que sólo tuvo vigencia dos años y
que le dio su nuevo nombre: Universidad de Sinaloa. Por esta razón los padres
temían que si sus hijas ingresaban a la universidad se volvieran socialistas o
ateas. Al mismo tiempo, el miedo a que sus hijas fueran tachadas de vagas o peor
aún, lo fueran, no ayudaba mucho a que las apoyaran en su ingreso a la
universidad. Por este motivo, mientras que la creación de la Escuela Normal de
Sinaloa favorecía la educación de las mujeres en una carrera considerada
femenina (sobre todo entre las jóvenes de clase media baja, entre quienes la
docencia era considerada prestigiosa189), las creencias sociales y los roles
impuestos a las jóvenes obstaculizaron el ingreso de las alumnas a la universidad,
quienes por lo tanto sólo constituían un pequeño grupo al interior de las pocas
facultades que ofrecían carreras universitarias en ese momento.
De acuerdo con Gabriela Cano, la razón del rechazo experimentado por las
jóvenes que intentaban cursar estudios universitarios, sobre todo en carreras no
188
Gabriela Cano, “Género y construcción cultural de las profesiones…, pp. 232-237 189
Michael W. Apple, Op. Cit., pp. 76-77. Gradualmente mujeres de clase media alta fueron incursionando en la docencia, aunque las escuelas en las que se desempeñaron unas y otras generalmente no fueron las mismas. Aun en la actualidad la mayoría de las jóvenes de clase media alta que se desempeñan como maestras lo hacen en escuelas privadas orientadas a la educación de las jóvenes de la clase media alta y alta a diferencia de las de un bajo extracto social que ingresan al sistema de educación pública, donde convivirán con jóvenes de su mismo origen. Michael Apple opina al respecto que esa diferencia podría mostrar como a pesar de pertenecer ambas mujeres a un grupo marginado, las relaciones de clase influyen, tal y como sucedía desde la época colonial en su manera de vivir la dominación patriarcal.
123
consideradas femeninas residía en que estos actos eran percibidos como
alteraciones a las convenciones de género, es decir, transgresiones a las
definiciones culturales de lo femenino y lo masculino. Por lo que además de que
muchas mujeres no estuvieron dispuestas a pagar el precio de contar con un título
universitario, muchos padres prefirieron evitar a sus hijas esa experiencia
negándoles el permiso necesario para ingresar a la universidad190.
De acuerdo con las alumnas de este momento, el rechazo social y familiar
que experimentaron durante esta época muchas estudiantes fuera de la
Universidad prácticamente desaparecía dentro de las aulas. Este tipo de
comentarios deben tomarse con reservas, pues es poco probable que al interior de
la Universidad no se presentaran los comportamientos considerados normales en
la sociedad, es más probable que al conservar tanto hombres como mujeres sus
roles dentro de las aulas las alumnas no percibieran ninguna anormalidad.
Asimismo, todas las murmuraciones que circulaban sobre su ingreso a la
universidad o peor aún sobre su incursión en ámbitos considerados masculinos
como las Ingenierías, Agronomía e incluso Derecho y Economía llegaban a las
alumnas de modo indirecto y normalmente no les fueron expresadas cara a cara,
lo que eliminaba sus posibilidades de explicar a quienes las rodeaban sus
verdaderas actividades dentro de la universidad191. De esta manera, a diferencia
de lo que temían sus padres, un gran número de las alumnas emplearon su
tiempo libre en colaborar en las tareas del hogar, trabajar para ayudar en el
sustento familiar o en su propia manutención, participar en cafés literarios e
incluso algunas colaboraron con la escritora Inés Arredondo en la creación del
grupo de Teatro Universitario.
El ambiente universitario era respetuoso, tanto entre los compañeros como
entre los maestros y los alumnos. Además la obligación de realizar prácticas
190
Gabriela Cano, “Género y construcción cultural de las profesiones…, p. 209. 191
Entrevista realizada a Delia Pérez Sánchez el 17 de Julio de 2005.
124
laborales estrechaba los lazos entre las estudiantes y sus profesores. Esto era
particularmente evidente en el caso de las estudiantes foráneas pues
generalmente necesitaron buscar actividades extraescolares que les ayudaran a
sufragar sus gastos, pues aún cuando lo habitual era que sus padres se
encargaban de su sostén, no era raro que el dinero no fuera suficiente.
La Universidad no contaba con un gran alumnado por lo que los grupos
eran pequeños y la separación de las normalistas de la Universidad amplió la ya
de por sí gran brecha entre hombres y mujeres, de esta manera además de que
había muy pocas mujeres en la universidad su proporción era aún más escasa en
cada salón. Los grupos en los que sólo se inscribían una o dos mujeres no eran
casos aislados y, en ocasiones, llegó a haber una sola mujer en toda una carrera.
Un ejemplo de esta situación lo representó Delia Pérez Sánchez, la única mujer de
su grupo en la escuela de Derecho, carrera considerada masculina. Ella no sólo
era la única estudiante de su grado, sino que por algunos años fue la única mujer
en toda la escuela.
El caso de Delia Pérez Sánchez presentó algunas similitudes con el de
Matilde Montoya, primera mujer graduada de medicina en la Universidad Nacional.
Ambas jóvenes ingresaron a carreras consideradas masculinas en búsqueda de
una posición económicamente más holgada de la que vivían hasta ese momento.
La carencia de suficientes recursos hizo necesario en ambos casos que
continuaran trabajando mientras estudiaban. Así, Pérez Sánchez, a su llegada a
Culiacán se desempeñó como voluntaria en la Cruz Roja, en ese entonces dirigida
por el Doctor Mario Camelo, a cambio de hospedaje en el mismo edificio de esa
institución con la finalidad de poder ingresar a la universidad, posteriormente su
trabajo fue remunerado por lo que pudo alquilar un lugar propio.
Una vez terminado el primer año en la Facultad de Derecho y Ciencias
Sociales, trabajó en el despacho del Licenciado Gaxiola, quien en ese momento
125
se desempeñaba como Procurador. La cercanía a estos dos profesionistas, el
Doctor Mario Camelo y el Procurador Gaxiola, hombres de íntegra reputación y
gran prestigio entre la sociedad culiacanense, proporcionó a Delia Pérez la
protección y estabilidad que la resguardaron, a pesar de estar sola en la ciudad,
de la hostilidad social que rodeaba a una gran parte de las estudiantes
universitarias. He aquí otra similitud con Matilde quien en sus años de estudiante
disfrutó del apoyo de Joaquín Baranda, secretario de Justicia e Instrucción Pública
a quien llamaba “usted mi bondadoso protector” e incluso en una ocasión que
reprobó injustamente un examen de griego, el Presidente Díaz personalmente
intercedió por ella ante el profesor del curso192.
La mayoría de las jóvenes que se inscribieron en la Universidad de Sinaloa
a finales de la década de los cuarenta pertenecían a la clase media. Por lo tanto,
las principales causas de deserción fueron las dificultades económicas de la
familia y el matrimonio. Aún cuando ni el costo de la colegiatura ni el de los libros
eran muy elevados193, sí suponían que la familia gozaba de la holgura necesaria
para solventar dichos gastos sin menoscabo de las necesidades básicas. Para las
mujeres clase media baja, la universidad representaba el principal recurso de
ascenso social. De hecho, las que lograron concluir sus estudios y se
192
Gabriela Cano, “Género y construcción cultural de las profesiones…, pp. 233-235. 193
Universidad de Sinaloa, Anuario, Op. Cit., pp. 85-90. En la Universidad de Sinaloa tanto el pago de la inscripción como el de la colegiatura se realizaban de manera anual y estaba prohibida la exención del pago fuera parcial o total, aunque era posible obtener la diferición de pago. Los alumnos que no estaban al corriente en los pagos no podían figurar en la lista de exámenes y no tenían derecho a cuenta de asistencia, ni a realizar trámites universitarios. Para 1950, último año de la primera etapa las tarifas de inscripción (Ins) y colegiatura (Col) eran las siguientes: Escuela Normal (Ciclo secundario y profesional) Ins: $1.00, Col: $10.00; Escuela de Comercio Ins: $4.50, Col: $54.00; Escuela Preparatoria tres primeros años Ins: $2.50, Col: $30.00; dos últimos años Ins: $3.50, Col: $42.00; Esc. de Enfermería y Obstetricia Ins: $2.50, Col: $24.00; Fac. de Comercio y Admón. Ins: $5.00, Col: $60.00; Fac. de Ciencias Físico Matemáticas Ins: $5.00, Col: $60.00; Fac. de Ciencias Químico Biológicas Ins: $5.00, Col: $60.00; Fac. de Derecho y Ciencias Sociales Ins: $5.00, Col: $60.00, Cuota por uso de laboratorio Bachillerato $5.00, Fac. de Ciencias Químico Biológicas $10.00; Examen extraordinario $5.00; Examen a título de suficiencia alumnos inscritos $10.00, alumnos no inscritos $20.00; Exámenes profesionales Profesor normalista $15.00; Contador Privado $20.00; Enfermera y Partera $20.00; Demás carreras $30.00; Certificado de estudios $5.00; Certificado del Acta del Examen Profesional $5.00; Títulos o diplomas en pergamino $40.00; Duplicado de credencial $1.00; Revalidación de estudios por cada año de En el país $5.00; En el extranjero $10.00
126
desempeñaron profesionalmente experimentaron una mejoría apreciable en su
calidad de vida. Esto fue evidente en las jóvenes de la clase media baja y baja,
mientras que para las de clase media y media alta, la educación no representó un
verdadero medio de ascenso social194.
Al igual que en la segunda y la tercera etapa las jóvenes no eran las únicas
estudiantes, mujeres que habían enviudado o que habían sido abandonadas por
sus esposos veían en la universidad el medio que les permitiría sostenerse no sólo
a ellas y a sus familias, sino también, en un futuro, a sus hijas con sus familias.
Este dato generalmente se guardaba en secreto y sólo era conocido por las
personas cercanas a la familia, Por este motivo no era raro que las mujeres solas
estimularan a sus hijas a cursar estudios universitarios fuera a nivel profesional o
subprofesional tratando de garantizarles, gracias a esta herramienta, mejores
oportunidades que las que ellas habían vivido. Se consideraban profesionales
aquellas carreras que implicaban haber cursado la preparatoria, mientras que
aquellas a las que se ingresaba con la primaria o la secundaria se les consideraba
subprofesionales.
Desde luego el ingreso a la universidad quedaba siempre supeditado a la
capacidad económica, que constituía entre las mujeres de clase media baja la
principal causa de deserción, pues aunque los horarios de las clases de la
universidad permitían cumplir con una jornada de trabajo, las que tenían
dependientes económicos se veían en muchos casos en la necesidad de contar
con dos empleos. La mentalidad de la época no terminaba de aceptar el trabajo
femenino y lo castigaba con estrategias tales como menor sueldo a igual trabajo,
labores más arduas para las mujeres con igual sueldo que los hombres, horarios
de trabajo despreciados por los hombres, entre otras tácticas, lo que traía como
consecuencia un recrudecimiento de las condiciones de trabajo para las mujeres
194
Michael W. Apple, Op. Cit., p. 78.
127
desposeídas económicamente o carentes de una figura masculina que se hiciera
cargo de sus gastos.
Estos mecanismos de exclusión se presentan a lo largo de la historia en
muchos países relegando a las mujeres a trabajos menos calificados o de tiempo
parcial lo que por un lado las hace percibir menores salarios pero por el otro les
permite un mayor tiempo libre que destinar a otro trabajo remunerado o a las
labores del hogar, que siguen siendo consideradas, por la mayoría de los
hombres, responsabilidad exclusiva de la mujer, a pesar de que un grupo de ellas
ya no las considera su total responsabilidad. Estas medidas dejan a los hombres
los puestos directivos, mejor pagados y más calificados y a las mujeres con dos
jornadas de trabajo (la doméstica más la remunerada) y menos prestigio social.
Por otro lado, aunque en algunos casos la necesidad de trabajo remunerado fuera
de casa resulta en la incorporación de otros miembros de la familia en la
realización de trabajo doméstico, generalmente no sucede de esa manera y la
sobreexplotación de la mujer que cumple con dos jornadas laborales redunda en
un deterioro de sus relaciones personales y laborales lo que la coloca en una
situación aún más vulnerable.195.
El mismo Justo Sierra a principios de ese siglo (1902) había defendido la
vigencia de esas condiciones argumentando que el sueldo de las mujeres no
componía el principal ingreso de la familia y que por lo tanto no era necesario que
estuviera al mismo nivel que el de los hombres, evidentemente Sierra no
concordaba con Mateana Murguía quien años antes (1889) protestó por la
desventaja salarial, arguyendo que cuando una mujer por viudez o soltería
prolongada necesitaba trabajar, además de percibir un menor salario disponía de
195
Ibid., pp. 57, 61-62. A pesar del número creciente de mujeres que forman parte del mundo laboral remunerado no hay suficientes estudios a este respecto. Catherine Clarricoates, Todo en el mismo día, pp. 94-109, en Dale Spender y Elizabeth Sarah, Op, Cit., Clarricoates analiza la manera como las maestras-amas de casa salen a flote de esta situación, así como los motivos que las llevaron a elegir esta profesión y los complejos de culpa que las afectan. En el texto se señala la presión que sufren la mayoría de estas mujeres al tratar de ser buenas profesionistas sin dejar de ser excelentes madre y esposas.
128
menores oportunidades de trabajo debido a las costumbres de la época196 que les
impedían desempeñar numerosas labores.
Entre las jóvenes de clase alta las carreras subprofesionales, es decir, las
que no requerían preparatoria tales como comercio, o las técnicas entre las que
se encontraban secretaria taquimecanógrafa y secretaria bilingüe constituían un
mayor atractivo debido a su menor duración. Estas carreras además de requerir
menos estudios previos y permitir el ingreso con sólo la primaria o secundaria
cursada, se componían de menos años de estudio. Las egresadas de comercio,
capacitadas para auxiliar en bancos o en otras instituciones, en muchas ocasiones
contaban con sólo catorce o quince años de edad. Esto ocasionó que no fuera
raro el que incluso después de haber ingresado a la Universidad de Sinaloa a
alguna de las carreras profesionales, una parte de ellas desertaban con el objetivo
de optar por una formación más breve.
Finalmente, el matrimonio era y continuó siendo a todo lo largo de la
primera etapa de nuestro período una de las principales causas de deserción de
las jóvenes, sobre todo en los primeros dos años de estudio, pues al igual que
Justo Sierra y Ezequiel A. Chávez, en esa época nadie pensaba que cualquier
actividad fuera preferible al matrimonio y la maternidad, principales funciones de
las mujeres197. La familia tenía mayores expectativas para los hijos varones que
para las chicas y las mismas estudiantes se vieron influidas por los roles
tradicionales al momento de elegir su vocación, su profesión y desde luego, su
permanencia tanto en las aulas como en el mercado laboral.
IV.II En búsqueda del equilibrio
Durante la segunda etapa la Universidad de Sinaloa recibía en sus aulas
principalmente a los jóvenes de la clase media. Sólo unas pocas alumnas
196
Gabriela Cano, “Género y construcción cultural de las profesiones…, pp. 233-215. 197
Ibid., pp. 208.
129
provenían de la clase media alta y muy pocas de la clase media baja y aunque las
relaciones entre ellas eran cordiales, las estudiantes de los diferentes grados y
carreras se conocían y convivían en aparente igualdad, al interior del aula la
posición económica las separaba e impedía el trato continuo y asiduo. De hecho,
entre las alumnas de diferentes estratos el trato fuera de la universidad era
prácticamente inexistente198. El caso de los jóvenes era diferente pues además de
los hijos de la clase media, muchos miembros de la clase alta decidían cursar sus
estudios en las aulas de la Universidad de Sinaloa. Sin embargo, a diferencia de
sus compañeras, entre ellos la diferenciación social se mantenía vigente y
marcada dentro de las aulas.
Las jóvenes de más recursos económicos que deseaban cursar estudios
universitarios lo hacían principalmente en la ciudad de México, sólo unas cuantas
hijas de las familias destacadas estudiaron en la Universidad de Sinaloa. Un
ejemplo de esta situación lo constituyeron las hermanas Camelo Arredondo. Su
padre era médico militar y su madre poseía tierras para el rumbo de Eldorado.
Todas cursaron primaria y secundaria en el Colegio Montferrant y posteriormente
ingresaron a la Universidad de Sinaloa a diferencia de la mayoría de las jóvenes
que optaban por la carrera de comercio al finalizar la primaria. Las dos mayores
cursaron la preparatoria en la ciudad de Guadalajara y los estudios profesionales
en la ciudad de México199. Cuando llegó el turno a las dos menores ingresaron a la
preparatoria y a las escuelas de la Universidad de Sinaloa, aunque sólo la menor
de ellas logró graduarse.
198
Cuando las alumnas son entrevistadas acerca de sus compañeras dos cosas son evidentes: el poco trato y la ausencia de conversaciones que no tuvieran que ver con las asignaturas, así como el que la agrupación de las jóvenes estaba en función de su posición en la escala social. 199
Entrevista realizada a María Amparo Camelo Arredondo: “Mis hermanas como no sólo estudiaron sino que lo hicieron fuera de la ciudad sí fueron motivo de habladurías, las personas se preguntaban qué andarían ellas haciendo por allá. La primera [en irse a estudiar] por edad fue Inés [Inés era la mayor de las hermanas, posteriormente desarrolló una brillante carrera literaria bajo el nombre de Inés Arredondo]. Cuando salieron de la preparatoria y [ella y Vita Podesta, también exalumna del colegio] se fueron a México a la universidad estaban en una residencia para señoritas a cargo de monjas. Las hermanas de Vita hicieron lo que hacían muchas al terminar el colegio se iban a Tucson a un internado a estudiar inglés, un año o dos años, estudiaron en el Immaculate Heart Academy un colegio de monjas. Era el colegio de moda, un internado de puras mujeres y de monjas.”
130
Entre las estudiantes la deserción escolar era muy grande, además, a pesar
de que no se decía abiertamente, tanto la mayoría de los hombres como de las
mujeres estaba consciente de que la prioridad en la vida de la mujer era el
matrimonio, por lo que tanto sus actividades escolares como laborales estaban
supeditadas a la vida en pareja. Las mujeres que se casaban antes de terminar la
carrera abandonaban los estudios y la gran mayoría de las que ya se
desempeñaban profesionalmente renunciaban a sus trabajos. Para la mayoría de
las señoritas eso era tan normal que en ocasiones no era necesario que el esposo
se los pidiera, pues “se sabía” que una vez casadas su lugar era dentro de sus
hogares y debían encargarse del esposo, la casa y los hijos.
La deserción femenina se manifestaba sobre todo en los cambios de nivel,
así, sólo unas pocas egresadas de primaria cursaban la secundaria, de las que la
concluían, la mayoría no ingresaba a preparatoria y menos aún a la formación
profesional. Finalmente, una vez inscritas en la universidad, la deserción era más
fuerte al término del segundo año de la carrera y la principal causa por la que las
alumnas abandonaban los estudios, además del matrimonio, era para optar por
una carrera corta. Ese fue el caso de María Amparo Camelo Arredondo, hermana
de la escritora Inés Arredondo, quien tras cursar aproximadamente dos meses de
contabilidad, para la que en ese momento no se requería haber cursado la
preparatoria, la abandonó para estudiar la preparatoria e inscribirse
posteriormente en la carrera de leyes en la que sólo permaneció dos años. Al cabo
de ese tiempo, Amparo se inscribió en la Escuela Normal de Sinaloa en la recién
creada carrera de educadora o maestra de Jardín de Niños de la que se retiró al
término del segundo grado para contraer matrimonio.
De las alumnas entrevistadas el 50% no contrajo matrimonio por lo que
hasta la actualidad se desempeñan laboralmente, aunque en todos los casos en
áreas distintas a las de su formación profesional. Aún así, al término de sus
131
estudios incursionaron en el mundo laboral de su formación universitaria donde
destacaron por sus logros y del que se retiraron cuando encontraron mejores
oportunidades en las que hasta la fecha se mantienen. El 25% de las alumnas
entrevistadas no concluyeron sus estudios debido a que contrajeron matrimonio,
esa costumbre se hallaba tan arraigada que incluso ante los ojos de los maestros
una alumna que se casaba no necesitaba seguir estudiando. Finalmente el 25%
restante, a pesar de haberse casado, sólo se retiró del mundo laboral por un lapso
corto e inmediatamente posterior a la boda. Al cabo de pocos años regresó al
trabajo realizando diversas actividades relacionadas con su carrera y permaneció
en esas labores hasta hace pocos años. Actualmente sigue trabajando mas sus
actividades no están directamente referidas a su carrera.
Dada la gran autoridad que ejercían los padres en sus hijos, el principal
aliciente para el ingreso a la universidad eran los comentarios escuchados en el
hogar. Las jóvenes cuyos padres reconocían los privilegios de la educación (aun si
no se referían a la profesional) eran las más propensas a optar por una carrera
profesional y aquellas en cuyas casas no se hablaba de la importancia de los
estudios universitarios tendían más a orientarse a las entonces llamadas “carreras
cortas”: comercio, contador privado, taquimecanógrafa y economía doméstica,
principalmente e inglés y secretaria bilingüe si los padres contaban con una
situación económica holgada pues el estudio del inglés implicaba radicar una
temporada en el extranjero.
Entre las jóvenes de la clase alta era menos común el ingreso a la
universidad, pero ya no porque fuera mal visto, el ejemplo de Doña Veneranda
Bátiz y de su hija, ambas de reconocido prestigio y egresadas de esa institución,
servía de modelo a las jóvenes con recursos económicos y deseos de estudiar. La
razón de su ausencia en la Universidad de Sinaloa tenía su origen principalmente
en dos factores relacionados con sus recursos económicos.
132
En primer lugar, la posibilidad de estudiar en la ciudad de México, de hecho,
la mayoría de las pocas egresadas del Colegio Montferrant (institución que
albergaba principalmente a las jóvenes de la clase media alta y alta y que contaba
con primaria, secundaria, comercio y economía doméstica) que cursaron estudios
universitarios200 no se inscribieron en la Universidad de Sinaloa sino en
universidades de la ciudad de México o incluso del extranjero. La segunda razón
era que ni ellas ni sus padres sentían la urgencia de que se capacitaran para el
trabajo, quienes por algún motivo se incorporaban al mundo laboral generalmente
lo hacían en los bancos donde la capacitación recibida en el colegio era suficiente.
Un ejemplo de este caso lo constituyen las hermanas Dimópulos Ruiz.
Fedra, alumna de Ciencias Químico Biológicas en este período, se desempeñó
primeramente como química en la botica “El Refugio”, tiempo después se convirtió
en Jefa de Farmacia del Instituto Mexicano del Seguro Social. Posteriormente y
debido a su afición a la repostería creó una pastelería que existe hasta la
actualidad. Ninguna de sus hermanas, todas menores que ella cursaron estudios
universitarios, una de ellas se desempeñó desde su graduación del Colegio
Montferrant como secretaria del Banco Provincial y posteriormente fundó una
Agencia de Viajes que al igual que la pastelería continúa dando servicio.
Si alguna joven de la clase alta deseaba continuar sus estudios tras su
“carrera corta” o tras la secundaria pero no estaba interesada en ser profesionista
el “Immaculate Heart” en Nogales era el colegio de moda. Aún cuando esta
escuela contaba con programas de estudio completos las señoritas culiacanenses
asistían a el con la intención de estudiar inglés. El internado estaba a cargo de un
grupo de religiosas y era exclusivamente para señoritas. Uno o dos años después
de su ingreso, las muchachas regresaban a la capital del estado de Sinaloa para
200
Dado que el Colegio las capacitaba para el trabajo la mayoría de las egresadas no cursó estudios universitarios. Incluso aún cuando era posible cursar allí mismo la secundaria, la mayor parte de las alumnas optó por comercio y sólo eran unas cuantas las que cursaron allí la secundaria.
133
contraer matrimonio o entrar a trabajar a un banco bajo la mirada complaciente y
vigilante de sus padres.
De la misma manera, como entre las jóvenes de la clase alta el estudio de
una carrera universitaria no obedecía a una necesidad económica sino a un deseo
personal, la intervención de los padres en la elección de carrera se hacía evidente
en la autorización a estudiar fuera de la ciudad o no. Las mujeres de nuestro
estudio pertenecen en su mayoría a la clase media y pudieron elegir ellas mismas
entre las carreras de la Universidad de Sinaloa. Sin embargo, el abanico de
posibilidades no era muy grande. La Facultad de Ciencias Físico Matemáticas que
albergaba a todas las ingenierías y la Escuela Superior de Agricultura donde se
estudiaba Agronomía eran territorio fuertemente masculino. Así las pocas
opciones restantes tuvieron como consecuencia el que en la gran parte de los
casos las aspirantes a universitarias eligieron su carrera descartando las carreras
e inscribiéndose en la que no hubiera sido eliminada.
La principal razón por la que los padres se oponían a que las hijas
acudieran a las universidades de otras ciudades tenía que ver con el cuidado de la
reputación. Se pensaba que una mujer fuera de la supervisión de sus padres
podría descarriarse, así, en muchas ocasiones aunque los padres confiaban en
sus hijas prefirieron que estudiaran en la capital del estado. Decisiones como ésta
eran tomadas por el padre de familia, sin embargo, en la vida diaria era la madre
quien tenía la última palabra y se encargaba de los hijos y el hogar.
Las jóvenes universitarias no se enfrentaban a problemas serios con la
sociedad, ni con sus familias, aún aquellas que se aventuraron en las carreras
masculinas disfrutaron de cierta tranquilidad. Podían ser consideradas “raras” por
las personas que las rodeaban, pero las cosas no iban más allá. Sobre todo en la
clase alta en la que los padres no interferían en la vida de las hijas que era
responsabilidad de las madres. Además, la discreta distancia que separaba a las
134
jóvenes de las distintas clases sociales dificultaba la propagación de los
comentarios a ese respecto. No era el mismo caso de los hombres a quienes se
les insistía sobre la importancia de contar con una formación profesional cuando
se va a ser jefe de familia y cuya educación era supervisada directamente por los
mismos padres. Los mismos maestros consideraban digno de vergüenza el que
las alumnas obtuvieran mejores resultados que sus compañeros. Este fenómeno
es analizado por Bordieu y Passeron201, quienes explican que los grupos para los
que generalmente es más difícil acceder a cierto grado de educación (las mujeres
por ejemplo) sufren de una selección más exhaustiva, por lo que a pesar de las
características particulares que los ponen en una situación de desventaja (una
educación menos cuidadosa) se encuentran mejor calificados que un alumno
promedio de un grupo favorecido (como el de los hombres). Pero, a medida que
ese grupo alcanza ese nivel de estudio, el proceso de selección disminuye.
De esta manera aunque en las aulas no se percibían diferencias entre los
hombres y las mujeres; en los hogares de la clase alta la diferencia se evidenciaba
en la libertad e indiferencia que reinaba en la mayoría de los casos respecto a los
estudios de las hijas, lo que no ocurría con los estudios de los hijos, que además
de ser estimulados eran vigilados de cerca por el padre de familia. Este desinterés
tenía su origen en la manera como se relacionaban los padres con sus hijas, dado
que la opinión social de la época las ubicaba en el matrimonio, los padres
concebían como más útiles aquellas formaciones que se relacionaran con las
actividades domésticas y en consecuencia no se interesaban en su desempeño
académico.
De este modo, la indiferencia no era un rechazo hacia el hecho de que las
mujeres estudiaran, sino que manifestaba la prioridad que tenía el rol de esposa y
madre sobre las demás facetas de la vida de la mujer. Muchos años en las aulas
eran vistos como esfuerzos vanos que no fructificarían, en cambio, los cursos de
201
Pierre Bordieu y Jean Claude Passeron, La reproducción…, Op. cit., pp. 114-115, 120, 123.
135
economía doméstica, corte y confección, etc. se percibían como básicos para sus
futuras funciones en el hogar e incluso como instrumentos de supervivencia en
caso de viudez o soltería.
Al interior de la escuela el ambiente era de respeto, los maestros, a veces
eran bromistas, a veces estrictos pero siempre estaban preocupados por el
aprendizaje de los alumnos. Los compañeros cedían a las alumnas los primeros
puestos en las aulas y bajaban las escaleras detrás de ellas. Por el contrario al
momento de subirlas los jóvenes pasaban en primer lugar para evitar que debido
al movimiento natural de las faldas quedaran al descubierto las piernas de sus
compañeras. En las horas libres las bancas de los pasillos del edificio de la
universidad (actualmente el edificio central frente a la plazuela Rosales) se
llenaban de alumnas que leían, estudiaban o conversaban entre ellas o con sus
compañeros. Los jóvenes se recargaban en el barandal para divertirse y fumar y
cuando una muchacha era vista por un maestro por esos rumbos inmediatamente
era conminada a entrar a la universidad. Las fiestas del día del estudiante se
celebraban en las mismas instalaciones de la universidad y las muchachas nunca
fumaban en público.
Las alumnas foráneas que no contaban con familiares o amistades que
pudieran darles alojamiento residían en la casa de la estudiante, por lo que en ella
convivían chicas de diferentes partes del estado y de diferentes posibilidades
económicas, una gran parte de ellas eran estudiantes de enfermería. En esta
etapa cursaban sus estudios las señoritas Martha Abreu Martínez y María Teresa
Moraila Martínez quienes no contaban con muchos recursos materiales y vivían en
el estadio universitario. Ambas eran muchachas serias y destacaban por su
dedicación al estudio.
A principios de la década de los cincuenta la Escuela Normal de Sinaloa
funcionaba en la calle Victoria, donde actualmente se encuentra la secundaria
136
Emilia Obeso. A diferencia de la Universidad, las alumnas de la Escuela Normal
procedían principalmente del área rural y pertenecían en gran medida a la clase
media baja. Esta tendencia se originó en las primeras décadas del siglo XX. En
ese momento los maestros rurales eran generalmente clase media baja rural,
aunque ocasionalmente provenían de un área urbana. Sus numerosas carencias
económicas (bajo salario e irregularidad en el pago) produjeron una gran fe en la
educación202 y en las herramientas proporcionadas por esta para ascender
socialmente que aún hoy se transmiten del maestro a los alumnos en el área rural.
Allí también la relación de las alumnas y los maestros era de mucho respeto y ya
que la profesión de maestro normalista había sido gradualmente abandonada por
los hombres por carecer de prestigio social y económico, los grupos estaban
formados por una mayoría femenina. Entre las familias de menos recursos la
carrera normalista gozaba de mucha aceptación para las chicas pues era
aceptada socialmente como una carrera femenina y aunque no disfrutaba de
mucho prestigio sí proporcionaba un cierto grado de estabilidad a quienes la
desempeñaban.
Una vez terminados sus estudios la mayoría de las alumnas se
incorporaban al mercado laboral y es que las prácticas les habían dado el primer
contacto con el mundo del trabajo por lo que si bien no siempre podían
desempeñarse en el mismo centro donde habían realizado sus prácticas, casi
siempre optaban por conseguir un trabajo para disponer de cierta libertad y
autonomía económica. En esa época funcionaba la Botica “El Refugio” propiedad
de Doña Veneranda Bátiz y en la que trabajaban ella y su hija, esa botica abrió las
posibilidades de muchas jovencitas que pudieron además realizar en ella sus
prácticas profesionales e iniciarse en el mercado laboral.
En el trabajo el ambiente era cordial entre hombres y mujeres sobre todo en
aquellas carreras consideradas femeninas, quienes no se casaron o
202
Mary Kay Vaughan, Op. Cit., p. 28.
137
permanecieron varios años solteras hablan de un ambiente laboral que les
permitió obtener un amplio desarrollo que no se vio afectado por el hecho de ser
mujeres. Marisa Camelo Arredondo, la menor de las cuatro hermanas y egresada
de la Universidad de Sinaloa se desempeñó entre otros tantos puestos como
directora de la Biblioteca de la Universidad. Su hermana Amparo colaboró en una
pequeña escuela para niños especiales que se ubicaba a espaldas del Hospital
Civil, en la escuela Primaria No. 8 y en la Escuela Sócrates, antes de suspender
sus estudios y renunciar a la docencia por el matrimonio.
En este período la universidad llegó a los mil estudiantes sumando
secundaria, preparatoria y profesional, lo que para el momento era una gran
cantidad de alumnos. La preparatoria estaba orientada a dos áreas: sociales y
ciencias por lo que las alumnas decidían desde antes de entrar a la preparatoria la
carrera que querían cursar y en función de ella elegían el bachillerato. En general
la proporción de mujeres con respecto al tamaño de los grupos siempre fue
pequeña y aunque hubo casos de grupos con mayoría femenina eso no era
común.
La situación en la Normal de Sinaloa era completamente diferente, la
presencia femenina era fuerte, la mayoría de las estudiantes provenía del medio
rural y el nivel económico de las alumnas era más bajo que en la universidad, una
gran parte pertenecía a la clase media baja. Desde luego que había circunstancias
propias de la época que eran similares en ambas instituciones como el respeto
con el que los maestros y compañeros trataban a las alumnas y la incursión en el
mundo laboral previa a la terminación de los estudios, factor fuertemente
impulsado por los maestros al ser considerado clave en su formación.
Finalmente, la segunda etapa se caracterizó por la presencia de muchachas
de la clase media alta y media. La totalidad de las entrevistadas coincidieron en
que a pesar del respeto que dominaba las relaciones entre ellas y sus compañeros
138
éstas eran más bien distantes y casi se limitaban a la interacción que tenía lugar
dentro de las aulas, pues señalaron que al final de las clases e incluso en las
horas libres entre clases aprovechaban para realizar sus tareas escolares y
domésticas en sus propias casas. Asimismo concordaron en concebirse a ellas
mismas como muchachas serias y en algunos casos hasta tímidas.
Las posibilidades que ofrecía la Universidad de Sinaloa a sus alumnas
consistían en: Contabilidad y Administración y Ciencias Químico biológicas,
carreras consideradas fuertemente femeninas, en ésta última se inscribieron todas
aquellas que querían estudiar Medicina pero que no contaron con el permiso para
estudiar en la ciudad de México. Las carreras de Leyes y Economía eran
socialmente aceptadas para las mujeres pero no contaban con muchas alumnas,
eran mayoritariamente masculinas. Finalmente, en las Ingenierías y la carrera de
Agronomía las mujeres eran escasas, hubo ocasiones en que sólo se hallaba
inscrita una mujer por toda la carrera.
IV.III La recuperación y aumento del alumnado
Para la tercera etapa de estudio de nuestro periodo la educación
representaba una herramienta de sostén de la clase media. Atrás había quedado
la época en la que el Colegio Rosales recibía a los hijos de la élite, la Universidad
de Sinaloa seguía siendo símbolo de lujo, pero ya no de la clase alta, sino de la
clase media. Los hijos de los profesionistas: maestros y doctores principalmente,
convivían con los hijos de empleados, comerciantes, alguno que otro hijo de
agricultor (sobre todo del resto del estado) y casi ningún miembro de la clase baja.
A pesar de que la mayoría de los estudiantes pertenecían a la clase media,
sólo unos cuantos pertenecían a la clase alta y prácticamente ninguno a la clase
baja, los estudiantes universitarios representaban una minoría en comparación
con el total de jóvenes de la clase media. El porcentaje de jóvenes que egresaban
139
de la Secundaria era mayor que el de los que ingresaban a la preparatoria, el
fenómeno se repetía y nuevamente una gran parte de los egresados no
continuaba los estudios profesionales y de los que seguían preparándose una
parte lo hacía fuera del estado. Finalmente, muchos desertaban a lo largo de los
cinco años de la carrera, sobre todo en los primeros dos años de estudio.
La clase baja no estaba excluida de la educación universitaria mas el costo
de los libros, el pago de las colegiaturas y la exigencia en el vestir (por ejemplo
estaba prohibido el acceso a los exámenes en camiseta) impedían el ingreso de
este grupo. Los jóvenes de escasos recursos se veían generalmente en la
necesidad de estudiar carreras cortas, tales como contador privado o
taquimecanógrafa, para acelerar el ingreso al mercado laboral y sostenerse a sí
mismos o incluso colaborar en los gastos del hogar.
Los muchachos de la clase alta en su mayoría emigraban a las grandes
urbes del país: la ciudad de México, Guadalajara o Monterrey, o incluso a los
Estados Unidos de Norteamérica (EUA) a cursar sus estudios profesionales. Las
chicas disfrutaban de una estancia en los EU donde podían aprender inglés o
permanecían en la ciudad y cursaban estudios cortos tales como comercio,
economía doméstica o secretaria bilingüe. Las dos primeras se estudiaban
principalmente en los Colegios Montferrant y América. El hecho de que los
egresados de escuelas particulares cursaran estudios, profesionales o no, en los
EUA fue una constante en todo el país tanto para hombres como para mujeres,
aunque generalmente ellas no cursaron en ese país estudios profesionales. Este
fenómeno tuvo como elemento fundamental, desde luego no único, la
conservación del estatus de las clases media y alta203.
En lo que concierne a la clase media, el principal impulso de ingreso a la
Universidad provenía de la familia. La obediencia y la autoridad que los padres
203
Valentina Torres Septién, Op. Cit., pp. 215, 238.
140
ejercían sobre sus hijos fue el principal factor al momento de decidir inscribirse a la
Universidad en su nivel profesional. Salvo contadas excepciones, sólo las hijas
que contaban con la autorización y apoyo de sus padres empezaron estudios
universitarios. De hecho, en general las estudiantes universitarias provenían de
familias donde el estudio les había sido inculcado desde la infancia y la
universidad era la etapa final de un largo proceso, algo predecible, obvio.
Las carreras de contador privado y taquimecanógrafa requerían para su
ingreso la primaria terminada. Para cursar estudios en la Escuela de Enfermería y
en la Escuela Normal era necesario haber concluido la secundaria, por lo que
estas dos carreras eran consideradas subprofesionales. Finalmente, el resto de
las carreras: leyes, contabilidad y administración, ciencias químico-biológicas, las
ingenierías, agronomía, economía, etc. tenían como requisito haber concluido la
preparatoria y por lo tanto eran consideradas profesionales.
La mentalidad de la época sostenía al matrimonio como objetivo de vida de
las mujeres. De ahí que los estudios de cualquier tipo: profesionales,
subprofesionales o incluso los de las llamadas “carreras cortas” tenían como fin
dar a la mujer las armas necesarias para afrontar la vida en caso de soltería o
viudez. Lo mismo se aplicaba al trabajo, mientras que era aceptado que las
mujeres solteras y viudas trabajaran, sólo se admitía que las casadas trabajaran
cuando la necesidad económica era imperiosa.
El trabajo de las esposas era mal visto. Los hombres sentían que perdían
algo si su mujer trabajaba. Una mujer casada debía ajustarse a lo que su marido le
diera. Las esposas que conseguían la autorización de su marido para trabajar se
enfrentaban a un mundo lleno de obstáculos y rechazos. Incluso con frecuencia
las compañías se negaban a contratar a mujeres casadas o embarazadas. El
trabajo fuera del hogar no eximía a ninguna mujer del cumplimiento de las labores
domésticas. La autoridad del marido impedía a las mujeres cumplir con los
141
compromisos sociales generados en el trabajo, lo que a su vez dificultaba las
buenas relaciones laborales y les traía represalias. Finalmente, el horario de
trabajo les impedía asistir a los eventos de la sociedad y ahondaba la brecha
existente entre las esposas amas de casa y las que se desempeñaban como
profesionistas.
Las circunstancias eran difíciles y algunas mujeres llegaron a ocultar su
matrimonio y se desempeñaron laboralmente bajo el nombre de solteras, otras se
desarrollaron en el negocio del esposo con la ventaja de poder desempeñarse en
su hogar y otras más colaboraron en el negocio familiar. Sin embargo, la gran
mayoría acató las reglas y una vez casada, prefirió retirarse del mundo laboral.
Ya que el matrimonio se entendía como el fin último de la vida femenina, el
ideal a alcanzar, la mayoría de las jóvenes, en parte voluntariamente y en parte
presionadas por sus familias y por la sociedad optaron por las llamadas carreras
cortas, que no sólo les permitían trabajar y ganar su propio dinero más rápido, sino
que además las dejaba “disponibles” para el matrimonio varios años antes que a
sus compañeras profesionistas.
Debido a que la decisión de que las hijas estudiaran o no recaía en cierta
medida en el padre de familia, una gran parte de las jóvenes que estudiaban
provenían de familias en las que la mayoría, sino es que la totalidad de los hijos
estudiaban. De hecho, gran parte de las entrevistadas pertenece y recuerda haber
conocido principalmente a hermanas y no a muchachas que estudiaban mientras
sus hermanas no lo hacían.
La sabiduría popular decía “Educa bien al primero que los demás seguirán
su ejemplo.” Sin embargo allí era donde entraba en juego otro de los factores, las
posibilidades económicas. En algunas ocasiones los papás apoyaban al hermano
mayor con la intención de que finalizados sus estudios universitarios apoyara a la
142
economía doméstica y con eso a que el resto de los hijos estudiara, en otras, lo
urgían a cursar carreras cortas y/o subprofesionales que le dieran un rápido
ingreso al mundo laboral para que al igual que en el primer caso, sus aportaciones
al gasto familiar permitieran a los hermanos menores llegar a ser profesionistas.
Del mismo modo que la decisión de estudiar o no una carrera universitaria
no recaía exclusivamente en la joven, sino que dependía de una red intrincada en
la que se mezclaban las presiones sociales hacia el matrimonio, las posibilidades
económicas, la voluntad de los padres y finalmente el deseo de la chica, la
elección de carrera dependía también de numerosos factores entre los que
nuevamente la inclinación o vocación de la muchacha no era el predominante.
Las pocas mujeres que decidían estudiar una carrera universitaria y
contaban con el consentimiento de sus padres encontraban como primer
obstáculo las posibilidades económicas de la familia. A pesar de que entre las
jóvenes ricas no era excepcional estudiar la universidad fuera de Culiacán, sólo
muy pocas contaban con la disposición y el permiso para hacerlo, la mayoría
permanecía en Culiacán y se contentaba con carreras cortas. Desde luego
aquellas que salían de la ciudad se encontraban con un universo de posibilidades.
Las jóvenes de la clase media, en quienes se centra nuestro estudio por
representar casi la totalidad de las jóvenes inscritas en este período, debían
escoger de entre las carreras que ofrecía la Universidad de Sinaloa, en ese
momento la única institución que impartía educación profesional. El abanico de
posibilidades se acotaba aún más si se toma en cuenta que todavía en buena
parte de la tercera etapa de nuestro periodo, agronomía, economía y las carreras
de la facultad de ciencias físico matemáticas, eran fuertemente masculinas.
Fueron muy contadas las mujeres que se aventuraron en esa época a
incursionar en las “carreras masculinas”, sin embargo no puede negarse que su
143
escasa presencia preparó el camino a las futuras generaciones e influyó en la
opinión de la sociedad al respecto de estereotipar las carreras como propias de un
sexo. Después de descartar las carreras “masculinas” las jóvenes podían elegir
entre ciencias químico-biológicas, enfermería, contabilidad y administración y
leyes, en estas dos últimas la presencia femenina también era muy escasa pero
socialmente aceptada.
Desde luego que la Normal continuaba siendo una opción muy importante,
más entre las mujeres que entre los hombres, pues si bien no contaba con mucho
prestigio social ni económico, proporcionaba cierta seguridad y estabilidad. Sin
embargo, no era profesional, ni era impartida en la Universidad de Sinaloa. Lo
mismo ocurría con enfermería, pues al ser subprofesional no gozaba del mismo
prestigio que las otras carreras. Mucho menos al encontrarse rodeada de tabúes y
prejuicios que entorpecían el libre ingreso de las aspirantes204.
La Universidad tal y como lo señalaba en su nombre no se restringía a los
estudiantes de Culiacán sino que recibía en sus aulas a jóvenes de todo el
estado. Desde luego las dificultades de hospedaje y transporte para las jóvenes de
otras partes del estado influyeron en su inscripción lo que trajo como
consecuencia que la mayoría de las alumnas fueran originarias o residentes de la
capital del estado.
De las alumnas provenientes de otras partes del estado muchas eran hijas
de agricultores por lo que disfrutaban de cierta holgura económica. El resto vivían
con tutores o en la casa de la estudiante. Esta última no era exclusiva para las de
muy pocos recursos lo que ocasionaba ciertos desórdenes que quedaban fuera
del control de la universidad y que se profundizaron durante el movimiento de los
204
Entre ciertos grupos de la sociedad la carrera de enfermería se consideraba indeseable debido a que algunas enfermeras se habían relacionado sentimentalmente con doctores casados. Los padres por lo tanto, preferían que sus hijas no cursaran esa carrera para evitar que fueran juzgadas o que se vieran en una situación similar.
144
llamados “enfermos”205. Sin embargo, en ella se alojaron muchas jóvenes serias y
estudiosas que de no ser por la existencia de esta casa no habrían podido realizar
una carrera profesional.
La sociedad no sabía como reaccionar ante estas jóvenes, cada vez más
numerosas que se empeñaban en ser profesionistas. Había quienes las
admiraban por decidirse a cursar una carrera y a pesar de que la universidad no
impedía que las jóvenes realizaran el ideal de la mujer, a saber formar un hogar,
una gran parte de la sociedad las consideraba raras o locas. La extrañeza era
mayor si además ingresaban a alguna ingeniería o estudiaban en una universidad
fuera de la ciudad. Una gran parte de los padres no estaban dispuestos a pagar el
precio de que sus hijas fueran consideradas raras e intentaron disuadirlas. Muchas
se desanimaron y abandonaron la universidad, sin embargo ni las presiones
sociales ni la obediencia al padre y al esposo lograron desterrar a la totalidad de
las jóvenes de las aulas primero y del mercado de trabajo después.
A pesar de la turbación que rodeaba a las estudiantes y de la hostilidad
hacia las mujeres casadas que querían seguir trabajando, el ambiente que reinaba
al interior de la universidad tanto en las aulas, como en las oficinas era agradable
y fraternal. Los maestros y los compañeros de clase trataban con respeto a las
205
Bernardo Méndez Lugo, “Capitalismo dependiente y crisis universitaria en Sinaloa: el caso de los “Enfermos”” en Arturo Martínez Náteras et al., Op. Cit., pp. 91-109. La “Enfermedad” fue una corriente del movimiento político estudiantil sinaloense posterior a nuestro periodo de estudio pues se manifestó a partir de 1972 y se desgastó sistemáticamente, tanto en sus planteamientos teóricos como prácticos en los años posteriores. Las ideas de los “enfermos” tienen su origen en los planteamientos de la Liga Comunista 23 de septiembre. Opositores a este movimiento opinaron en aquel momento que los líderes políticos regionales filtraron en el movimiento de estudiantes a policías y seudoizquierdistas que confluyeron con otros jóvenes del lumpen político y social y formaron al grupo de los “enfermos”, demostrando, según ellos, una clara impotencia para demostrar con argumentos, las incipientes posturas políticas que adoptaron. Tiempo después instrumentaron su tesis en la que afirmaban que la universidad era una fábrica, los estudiantes, materia prima y los maestros, obreros; pues “la UAS era una institución burguesa que generaba plusvalía” a la que era necesario destruir. De acuerdo con los “enfermos”, lo pobres tienen necesidad de oponer al capitalismo la violencia revolucionaria y la fuerza organizada del pueblo. El hecho de que muchos de los miembros originales de esta corriente habitaran en las casas de estudiantes trajo como consecuencia que, debido al contacto de la vida diaria, el movimiento se propagara rápidamente entre los alumnos de las casas de estudiantes quienes llegaron a constituir una importante parte fracción dentro de la “enfermedad”.
145
estudiantes. En las carreras donde las mujeres tenían poca presencia, había una
especie de cuidado especial hacia las compañeras quienes eran vistas no sólo
como hermanas sino como joyas que merecían cuidados especiales.
El respeto era a todos los niveles y los maestros, salvo muy contadas
excepciones, siempre se dirigían a las estudiantes como a señoritas sin importar
su edad y a los caballeros como hombres. Atendían sus dudas en las oficinas y en
muchos casos les ofrecían realizar sus prácticas profesionales en sus negocios u
oficinas e incluso desempeñarse laboralmente bajo sus órdenes o gracias a su
recomendación en otros establecimientos. El respeto continuaba en los centros de
trabajo y sólo se interrumpía si la joven continuaba trabajando una vez casada.
De la misma manera la relación entre el personal administrativo y las
alumnas era amistosa. Las alumnas que después de graduadas se incorporaron a
la universidad como catedráticas continuaron disfrutando del ambiente cordial que
reinaba entre la familia universitaria. De acuerdo con sus testimonios, la
universidad fue para estas jóvenes más que una obligación, un goce, un espacio
de libertad donde convivieron mientras se preparaban para el futuro. En la
universidad maduraron, se definieron como mujeres y profesionistas y
establecieron las amistades que las acompañaron por muchos años, incluso
muchas encontraron allí a sus futuros esposos y otras más como consecuencia de
sus trabajos.
146
Conclusión
Este estudio se encuentra dividido en tres capítulos. El primero aborda la
educación de las mujeres en la historia de México y el contexto que rodeó a las
estudiantes de la Universidad de Sinaloa entre 1947 y 1963 y se basa
principalmente en información bibliográfica. El segundo proporciona datos sobre
las variables principales de las alumnas y por lo tanto parte de la investigación
realizada en el libro de inscripciones CU 97 1947-1963 resguardado en el Archivo
Histórico de la Universidad Autónoma de Sinaloa. El tercer capítulo presenta la
percepción de algunas alumnas con respecto a su paso por la Universidad con el
objetivo de comprender mejor los datos duros extraídos del archivo y para su
realización se utilizaron entrevistas confrontadas con información bibliográfica.
Estas conclusiones conservan el orden del resto del trabajo, por lo que
primero aparecen las concernientes al primer capítulo y al final las del tercero. En
“La educación de las mujeres en la historia de México” se plantea como, al igual
que en otros lugares y en otras épocas, la incursión de las mujeres de Sinaloa al
mundo laboral fue acompañada de su paso por las aulas. Si bien es cierto que el
trabajo de las mujeres siempre ha existido, también lo es el que históricamente el
sexo femenino ha desempeñado labores de bajo prestigio social y poca
remuneración económica. En un principio las mujeres que necesitaban trabajar lo
hacían realizando actividades consideradas femeninas, es decir, aquellas que
normalmente desempeñaban en sus hogares. De este modo, las primeras
ocupaciones de las mujeres consistieron en el cuidado y educación de los niños,
ancianos y enfermos; la limpieza y administración de hogares, la confección y el
arreglo de ropa y la preparación de alimentos, tal y como consta en el Padrón de
vecinos de la villa de Culiacán realizado a inicios del siglo XIX en el que se
observa que la mayoría de las mujeres que percibían ingresos económicos se
dedicaban a las labores del campo o eran lavanderas o costureras.
147
Conforme transcurrió el tiempo fue haciéndose necesaria la
profesionalización de su trabajo. Al mismo tiempo, la diversificación de las ofertas
educativa y laboral brindó un abanico más amplio de posibilidades a los varones
quienes pudieron alejarse de las actividades de menor prestigio o remuneración
económica y optar por los oficios con mejores perspectivas, dejando libres
numerosos puestos que fueron poco a poco ocupados por mujeres con carencias
económicas dispuestas a afrontar a una sociedad que no veía con buenos ojos el
que ellas trabajaran fuera de sus hogares ni siquiera en el caso de las viudas o
solteras.
Las mujeres de la clase baja continuaron realizando labores relacionadas
con las tareas domésticas mientras que las de clase media buscaron capacitarse
para llenar el vacío que dejaban los varones en su ascenso y para lograrlo
prolongaron su permanencia en el sistema educativo. Aún así las presiones
sociales eran muy fuertes y la mayoría optó por profesiones semejantes a las que
desempeñaban sus compañeras de menos recursos, es decir, aquellas que no
rompían con el estereotipo de los roles sociales y se inscribieron en carreras
destinadas al cuidado de los enfermos, tales como enfermería o química, a la
educación de los niños, preceptoras o maestras, y la asistencia administrativa y
comercial entre otras.
En Culiacán la instrucción a nivel técnico se adquiría principalmente en
academias o instituciones privadas que capacitaban a las jóvenes en los
conocimientos básicos de comercio y administración con lo que podían
desenvolverse como asistentes de bancos, comercios e incluso en la
administración de pequeñas empresas. Como se mencionó en el capítulo dos “La
educación superior en México”, la Universidad de Sinaloa ofrecía a sus alumnos
tanto carreras profesionales como subprofesionales, estas últimas eran más cortas
y requerían menos estudios previos por lo que eran preferidas por las mujeres,
148
mientras que las primeras contaban principalmente con estudiantes del sexo
masculino.
Las primeras estudiantes obtuvieron certificaciones que les permitieron
desenvolverse como empleadas de comercio, maestras, químicas, secretarias,
etc. Mas el desarrollo agrícola aceleró el crecimiento económico y los hombres no
pudieron cubrir todas las vacantes que se fueron creando lo que requirió de la
cooperación de todas las que estuvieran dispuestas a pagar el precio que
implicaba desarrollarse académica y profesionalmente. Es decir, no sólo era
necesario graduarse de una carrera profesional, lo que implicaba pasar un mayor
tiempo en las aulas y por lo tanto postergar el matrimonio que era considerado
junto con la maternidad la mejor opción para las mujeres, sino que también
requería incorporarse a dos ámbitos tradicionalmente considerados masculinos: la
universidad y el trabajo directivo.
Poco a poco fue aumentando el número de mujeres que se inscribían en la
Universidad de Sinaloa y al mismo tiempo que aumentaba el número de ellas fue
creciendo y modificándose la oferta educativa con la intención de adaptarse al
crecimiento económico de la región. Culiacán, capital del estado de Sinaloa
experimentó en los primeros años del siglo XX un crecimiento que requirió la
expansión de los servicios. Este crecimiento se debió a la llegada de inmigrantes
atraídos por la construcción de presas y canales en el estado. Sinaloa basaba su
economía en la producción agrícola y en esos años además recibió el impulso de
la agricultura aerocomercial que promueve los cultivos rentables. Estos dos
cambios repercutieron favorablemente en la economía del estado y la Universidad
de Sinaloa buscó cubrir las necesidades que implicaba el desarrollo.
De esta manera la carrera de comercio o comercio y administración cambió
a contabilidad y administración, ciencias químicas se transformó en ciencias
químico-biológicas, se crearon las carreras de economía, enfermería e ingeniero
149
agrónomo, además de las ya existentes de derecho y ciencias sociales y
enseñanza normal. Esta última se separó de la universidad en los primeros años
de nuestro estudio debido a la creación de la Escuela Normal Urbana Vespertina.
El período de nuestro estudio abarca dieciséis ciclos escolares de finales de
la década de los cuarenta a principios de la de los sesenta (1947-1963) y fue
dividido en tres etapas. La primera abarca los tres ciclos de la década de los
cuarenta y coincide con un descenso del número de alumnos de ambos sexos
debido a la separación de la enseñanza normal. Debido a que la profesión de
maestra era aprobada socialmente para las mujeres y a que coincidió con una
menor inscripción en la carrera de comercio y administración, la población
estudiantil femenina prácticamente redujo su número a la mitad. Entre los
hombres, en cambio, el descenso equivalió aproximadamente a la tercera parte
del alumnado.
La segunda etapa fue un momento de estabilidad para los alumnos
universitarios y aunque hubo pequeñas fluctuaciones en la inscripción en general
se mantuvo a lo largo de los cinco años de esta etapa. Los cambios en la oferta
educativa junto con el aumento de población estimularon el ingreso de alumnos de
ambos sexos lo que fue la característica de la tercera etapa. Entre las mujeres una
de las principales razones del incremento estuvo ligada directamente a la
modificación de la oferta educativa, pues se debió a la inscripción en las recién
creadas carreras de economía y enfermería. La segunda causa fue el aumento
gradual de estudiantes en las carreras socialmente aceptadas como femeninas:
ciencias químico-biológicas, contabilidad y administración y derecho y ciencias
sociales. Entre los hombres, además del incremento gradual en la inscripción, la
creación de las carreras de economía e ingeniero agrónomo determinó en gran
parte el aumento del alumnado.
150
La Universidad admitía en sus aulas a estudiantes de cualquier edad y
debido a que al inicio de nuestro período de análisis la enseñanza normal aún
formaba parte de sus programas de estudio, muchos alumnos ingresaban al
terminar la primaria. En aquella época lo que diferenciaba a una carrera
profesional de una subprofesional no sólo era la duración de los cursos, sino
también los estudios previos requeridos. Los aspirantes a una carrera
subprofesional sólo requerían haber terminado la primaria, pues la Universidad
misma impartía el ciclo secundario, aunque era posible, tanto para los hombres
como para las mujeres, cursarla en otras instituciones. Los interesados en
conseguir un título profesional debían además cursar la preparatoria, la cual debía
cursarse en la misma Universidad.
Debido a que algunos alumnos de la Universidad cursaban el ciclo
secundario tras haber cursado la primaria y otros ya se desempeñaban
económicamente (algunos alumnos, sobre todo de la escuela de derecho y
ciencias sociales eran maestros y algunas eran viudas buscando recursos que les
permitieran ofrecer una mejor vida a sus familias) el intervalo de edad iba de los
once a los 59 años. Aún así, la mayoría tenía entre 16 y 23 años, la edad
promedio de los jóvenes estudiantes de preparatoria y universidad. Entre las
mujeres, los primeros dos años, en los que la enseñanza normal todavía formaba
parte de los planes de estudio, el grupo menor de 16 años es numeroso. De igual
manera, esos dos años son en los que los varones menores de 16 años
alcanzaron el mayor porcentaje de todo el período. Al final, en los dos últimos
ciclos se observa un leve crecimiento de ese grupo en ambos sexos, en el caso de
las mujeres, seguramente debido a la creación de la carrera de enfermería que no
requería la preparatoria. En cuanto a los jóvenes entre 24 y 30 años se observa un
leve crecimiento a lo largo de los 16 ciclos de estudio, mientras que entre las
mujeres la curva fluctúa irregularmente. Por último, mientras que los hombres
mayores de treinta años aumentan en la tercera etapa con relación a la primera y
segunda, las mujeres de esta edad presentan un gran aumento en los primeros
151
años de la tercera etapa pero posteriormente empiezan a disminuir al grado de
desaparecer para el último año del período.
En cuanto a las ocupaciones de los padres de los y las alumnas eran
principalmente empleados, agricultores, comerciantes y amas de casa. La
presencia de los hijos de profesionistas (padre, madre o ambos) fue
incrementándose a lo largo del período y era más marcada entre las estudiantes
que entre los varones. Los padres con actividades directivas mantienen su
presencia a lo largo de todo el período mientras que apenas hay madres en ese
tipo de funciones y todas son madres de alumnos no de alumnas. A finales de la
primera etapa, los padres directivos muestran un leve descenso y se mantienen en
ese nivel hasta el primer ciclo de la tercera etapa cuando inician un aumento que
se mantendrá hasta el final del período. Finalmente, un grupo considerable de los
inscritos era huérfano de padre y sólo unos cuantos carecían de madre.
Proporcionalmente, el número de alumnas con madres cuyo oficio se desconoce
fue mayor que el de los estudiantes, de la misma manera que el número de
mujeres con madres profesionistas era mayor que el de sus compañeros en esa
situación.
Por último, el capítulo 3 “Los y las estudiantes”, presenta la manera como
las alumnas recuerdan haber vivido esos años. En general las familias de las
estudiantes de clase media, que eran la mayoría, reconocieron la importancia de
la educación por considerarla una herramienta que las ayudaría a ascender
socialmente, aunque la gran parte de las estudiantes consideró que a la larga los
estudios profesionales en realidad sólo las ayudaron a mantener el mismo nivel de
vida. En lo que respecta a las jóvenes de la clase media alta la opinión de sus
familias oscilaba entre los que consideraban que los estudios profesionales sólo
retrasaban el matrimonio y la maternidad, las mejores opciones para cualquier
mujer y los que actuaban con indiferencia ante la decisión de sus hijas de estudiar.
La reacción frente al estudio de los hijos era diferente y allí tanto la clase media
152
como la clase media alta estaban de acuerdo en considerarlo crucial para su vida
futura.
Debido a que la mayoría de las estudiantes de la Universidad de Sinaloa
pertenecían a la clase media, el principal impulso que las llevó a cursar una
carrera universitaria provino de sus hogares, en los que desde pequeñas les
inculcaron el valor del estudio al grado de que consideraron a la universidad como
una etapa obvia en sus vidas. Es natural por lo tanto, que en las familias con
varias hijas, la mayoría e incluso la totalidad de ellas, optaran por la formación
profesional. Desde luego que hubo casos en los que sólo una de las hermanas
asistía a los cursos universitarios, pero eso no fue la generalidad durante el
período.
En lo que respecta a la carrera a elegir nuevamente la decisión se relacionó
con el factor económico. Las jóvenes de más recursos podían optar por estudiar
fuera del estado si contaban con el consentimiento de sus padres y por lo tanto
tenían a su disposición un abanico más amplio de opciones. Las que
permanecieron en la universidad eligieron su carrera casi siempre por el método
de eliminación de opciones. La oferta educativa de la Universidad no era muy
grande y se reducía aún más cuando se consideraba que las escuelas de ciencias
físico-matemáticas, agricultura y derecho y ciencias sociales no eran consideradas
apropiadas para las mujeres. Aunque a mediados del período la opinión cambia
con respecto a Derecho y a partir de ese momento su presencia en las aulas se
volvió constante. Así, las aspirantes decidieron en la mayoría de los casos entre
Contabilidad y administración y Ciencias químico-biológicas, pues la enseñanza
normal ya no se impartía en esa institución y enfermería y economía no existían
en los primeros ocho años de nuestro estudio.
Las alumnas de clase media vivieron más o menos la misma situación y
aunque muchas de ellas estaban convencidas de su elección de carrera, una gran
153
parte basó su decisión descartando la o las carreras hacia las que sentía menos
afinidad. Finalmente, las de menos recursos optaron en muchos casos por
carreras cortas que les permitieran un más rápido acceso al mundo laboral.
En general, las alumnas con más dificultades económicas buscaron
desempeñar actividades remuneradas económicamente al mismo tiempo que
estudiaban. De hecho, los horarios de clases de la universidad estaban diseñados
para permitírselos y los maestros las exhortaban continuamente a que lo hicieran,
tuvieran o no necesidad económica. La casa de estudiantes no fue un factor
determinante de apoyo, pues además de que no albergaba solamente a las más
necesitadas, en general era considerada una casa para estudiantes normalistas,
pues la mayoría de las residentes acudían a esa escuela. Posteriormente un grupo
considerable de estudiantes de enfermería compartió el edificio con las aspirantes
a maestras.
Todas las entrevistadas coincidieron en destacar el ambiente de respeto y
cordialidad que existía entre los maestros, compañeros y personal de la
universidad hacia ellas. Mas cuando alguna rompía con los patrones sociales al
continuar estudiando tras haber contraído matrimonio la reacción de la sociedad
podía ser muy diferente. Lo mismo se aplicaba al mundo laboral, el trabajo de las
jóvenes solteras era bien visto e incluso alabado, de las mujeres viudas sin fortuna
económica se esperaba que trabajaran para sostener a sus familias, pero el
desempeño profesional de una mujer casada podía ser interpretado como un
rechazo a conformarse con el sueldo de su esposo o como una situación
económica verdaderamente desfavorable.
Finalmente, el número de alumnas de la Universidad de Sinaloa constituía
sólo una pequeña parte de las mujeres pertenecientes a la clase media y a pesar
de su incremento real a lo largo de los dieciséis años de estudio, su porcentaje
con respecto al de los varones disminuyó pues estos crecieron en mayor medida y
154
siguieron representando al grueso de la población estudiantil. Con el paso del
tiempo, de la misma manera que la universidad fue adaptando su oferta a las
necesidades y al crecimiento económico de la región, la sociedad fue
acostumbrándose a que cada año un mayor número de jovencitas ingresaba a los
estudios universitarios y se incorporaban al mundo del trabajo.
La decisión de unas cuantas de romper con los roles asignados a la mujer
tuvo eco y fue el inicio de un largo proceso de disminución de la brecha entre
hombres y mujeres que aún hoy continúa y cuyo estudio es imprescindible para
orientar las políticas educativas y luchar por una discriminación positiva que ayude
a revertir la situación de desventaja que sufre la mujer en la mayor parte del
mundo, pues si bien sus posibilidades laborales y su desarrollo personal se
incrementan a medida que aumenta su escolaridad, estamos muy lejos aún de
lograr una sociedad equitativa e igualitaria para hombres y mujeres.
155
Anexos
Anexo 1
Índice de gráficas, mapas y tablas
Mapa 1 Culiacán 1943 55
Mapa 2 Culiacán 1965 56
Mapa 3 Crecimiento de Culiacán de 1943 a 1965 57
Tabla 1 Profesoras de la Universidad de Sinaloa en el ciclo
escolar 1950-1951 79
Gráfica 1 Áreas divididas por sexo en las que se
desempeñaron los maestros de la Universidad de
Sinaloa en el ciclo escolar 1950-1951 81
Gráfica 2 Número de alumnas de la Universidad de Sinaloa
por ciclo escolar 1947-1963 85
Gráfica 3 Número de alumnos de la Universidad de Sinaloa
por ciclo escolar 1947-1963 86
Gráfica 4 Número de alumnas de la Universidad de Sinaloa
por carrera y ciclo escolar 1947-1963 90
Gráfica 5 Número de alumnos de la Universidad de Sinaloa
por carrera y ciclo escolar 1947-1963 94
Gráfica 6 Número de alumnas de la Universidad de Sinaloa
por edad y ciclo escolar 1947-1963 97
Gráfica 7 Número de alumnos de la Universidad de Sinaloa
por edad y ciclo escolar 1947-1963 98
Gráfica 8 Padres de las alumnas de la Universidad de Sinaloa
por ocupación y ciclo escolar 1947-1963 100
Gráfica 9 Padres de los alumnos de la Universidad de Sinaloa
por ocupación y ciclo escolar 1947-1963 101
156
Gráfica 10 Madres de las alumnas de la Universidad de
Sinaloa por ocupación y ciclo escolar 1947-1963 103
Gráfica 11 Madres de los alumnos de la Universidad de
Sinaloa por ocupación y ciclo escolar 1947-1963 104
157
Anexo 2
Planes de estudio
Escuela Preparatoria Bachillerato de cinco años (Para los alumnos que sólo tengan acreditada su enseñanza primaria) Bachillerato de ciencias Bachillerato de humanidades Horas a la semana PRIMER AÑO 1º de Matemáticas 5 1º de Geografía 3 1º de Ciencias Biológicas (con laboratorio) 4 1º de Lengua y literatura españolas 3 1º de Lengua viva I 3 1º de Educación Cívica 3 1º de Cultura Musical 2 Dibujo de imitación 3 Talleres de economía doméstica 3 Educación Física y Premilitar 2 31 SEGUNDO AÑO 2º de Matemáticas 4 2º de Geografía 3 2º de Ciencias Biológicas (con laboratorio) 4 2º de Lengua y literatura españolas 3 1º de Raíces Griegas y Latinas 3 2º de Educación Cívica 3 2º de Lengua Viva I 3 2º de Cultura Musical 2 Dibujo Constructivo 3 Mecanografía 3 Educación Física y Premilitar 2 33 TERCER AÑO 3º de Matemáticas 4 3º de Geografía 3 1º de Física (con laboratorio) 4 3º de Ciencias Biológicas (con laboratorio) 4 3º de Lengua y literatura españolas 3 2º de Raíces Griegas y Latinas 3
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Horas a la semana: 3º de Educación Física 3 3º de Lengua Viva I 3 1º de Historia Universal 3 Modelado 2 Educación Física y Premilitar 2 34 BACHILLERATO DE CIENCIAS CUARTO AÑO 4º de Matemáticas 5 2º de Física (con laboratorio) 4 1º de Química (con laboratorio) 4 2º de Historia Universal 3 1º de Historia de México 3 4º de Lengua Viva I o 1º de Lengua Viva II 3 Higiene 2 Introducción a la Filosofía 2 Educación Física y Premilitar 2 Electivas 2 a 7 30 a 35 QUINTO AÑO 3º de Física (con laboratorio) 4 2º de Química (con laboratorio) 4 2º de Historia de México 3 5º de Lengua Viva I o 2º de Lengua Viva II 3 Literatura Universal 3 Lógica 3 Educación Física y Premilitar 2 Electivas 10 a 11 32 a 33 Para tener derecho a ingresar a las Escuelas o Facultades Universitarias que se indican, los alumnos cursarán las materias electivas señaladas a continuación: Para Medicina, Veterinaria y Facultad de Ciencias (Departamento de Biología) CUARTO AÑO 4º de Ciencias Biológicas (con laboratorio) 3 Dibujo anatómico 2 Modelado 2
159
Horas a la semana: QUINTO AÑO 5º de Ciencias Biológicas (con laboratorio) 4 Psicología 3 Ética 3 Para Ciencias Químico Biológicas CUARTO AÑO 4º de Ciencias Biológicas (con laboratorio) 3 Dibujo Constructivo 2 QUINTO AÑO 5º de Matemáticas 5 5º de Ciencias Biológicas (con laboratorio) 4 Para Ciencias Físico Matemáticas CUARTO AÑO Dibujo Constructivo 2 QUINTO AÑO 5º de Matemáticas 5 Cosmografía 3 BACHILLERATO DE HUMANIDADES CUARTO AÑO 4º de Lengua y literatura españolas 3 1º de Química (con laboratorio) 4 2º de Historia Universal 3 1º de Historia de México 3 4º de Lengua Viva I 3 1º de Lengua Viva II 3 1º de Literatura Universal 3 Higiene 2 Introducción a la Filosofía 2 Educación Física y Premilitar 2 Electivas 3 a 5 31 a 33 QUINTO AÑO 3º de Historia Universal 3 2º de Historia de México 3
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Horas a la semana: 5º de Lengua Viva I 3 2º de Lengua Viva II 3 2º de Literatura Universal 3 Lengua Mexicana e Hispanoamericana 3 Lógica 3 Psicología 3 Ética 3 Educación Física y Premilitar 2 Electivas 3 a 5 32 a 34 Para tener derecho a ingresar a las Escuelas o Facultades Universitarias que se indican, los alumnos cursarán las materias electivas señaladas a continuación: Para la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales CUARTO AÑO: 1º de Lengua y Literatura Latinas 3 QUINTO AÑO: 2º de Lengua y Literatura Latinas 3 Para Economía CUARTO AÑO: 4º de Matemáticas 5 QUINTO AÑO: 5º de Matemáticas 5 Nota: Los tres primeros años son comunes para los Bachilleratos de Ciencias y Humanidades. ESCUELA PARA LA CARRERA DE CONTADOR PRIVADO PRIMER AÑO Aritmética y álgebra 5 Contabilidad Comercial 1º Curso 5 Documentación y Prácticas Comerciales 5 Nociones de Derecho 3 Inglés 1º Curso 5 Castellano 1º Curso 3 Mecanografía 3 Caligrafía 3 Deportes 2 34 SEGUNDO AÑO Cálculos Mercantiles 1º Curso 5
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Horas a la semana: Contabilidad Comercial 2º Curso 5 Prácticas de Contabilidad 1º Curso 5 Organización de oficinas 3 Derecho Mercantil 3 Inglés 2º Curso 5 Castellano 2º Curso 3 Teoría económica 1º Curso 3 Geografía económica 3 Deportes 2 37 TERCER AÑO Cálculos Mercantiles 2º Curso 5 Contabilidad Comercial 3º Curso 5 Prácticas de Contabilidad 2º Curso 5 Contabilidad Industrial 3 Organización de empresas 3 Títulos y operaciones de crédito 3 Legislación Fiscal 3 Inglés 3º Curso 5 Conferencias de Castellano 3 Teoría Económica 2º Curso 3 Deportes 2 40 NOTA: De este plan de estudios sólo se imparte el tercer año y concluido éste perderá su vigencia dicho Plan por acuerdo dictado por el H. Consejo Universitario. ESCUELA DE ENFERMERÍA Y OBSTETRICIA ENFERMERÍA PRIMER AÑO Anatomía y fisiología humanas 4 Higiene, Microbiología y Parasitología 4 Asistencia de enfermos de medicina 3 Prácticas de asistencia de enfermos de medicina 3 Trabajo social 1º Curso (semestral) 3 Psicología y ética para enfermeras 2 Alimentación y preparación de alimentos (semestral) 3 22
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Horas a la semana: SEGUNDO AÑO Patología, Terapéutica y Farmacia 4 Asistencia de enfermos y de Cirugía 3 Prácticas de Asistencia de enfermos de Cirugía 5 Trabajo social 2º curso (semestral) 3 Fisioterapia (semestral) 3 Laboratorio (semestral) 3 21 TERCER AÑO Ginecología 3 Enfermedades transmisibles 3 Higiene infantil y Pediatría 3 Higiene mental y Psiquiatría 3 Trabajo social 3º Curso 3 Dietética 3 Inglés (Optativa) 3 21 OBSTETRICIA PRIMER AÑO 1º Curso teórico de Obstetricia 5 1º Curso de Clínica de Obstetricia 10 15 SEGUNDO AÑO 2º Curso teórico de Obstetricia 5 2º Curso de Clínica de Obstetricia 10 Puericultura 3 18 NOTA: En el primer año de enfermería las clases se impartirán en la Universidad y en el Hospital; en el segundo año en la Universidad, en el Hospital y en el Departamento de Salubridad, y el tercer año en la Universidad, en el Hospital, en Salubridad y en Asistencia Infantil. Se estima necesario que las aspirantes al título de enfermera estudien por lo menos un idioma extranjero; en este sentido se puede establecer la cátedra de inglés con el carácter de voluntaria para cualquiera alumna que lo solicite.
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FACULTAD DE ENSEÑANZA COMERCIAL Y TÉCNICA PARA LA CARRERA DE CONTADOR PÚBLICO Y AUDITOR BACHILLERATO Horas a la semana: PRIMER AÑO Aritmética razonada 5 Prácticas comerciales 5 1º Curso de Inglés 5 Mecanografía 5 Taquigrafía 5 1º Curso de Lengua Castellana 3 Geografía General 3 31 SEGUNDO AÑO Álgebra 5 2º Curso de Inglés 5 Geografía de la República Mexicana 5 1º Curso de Teneduría de Libros 5 Escritura Muscular 3 2º Curso de Lengua Castellana 3 Historia General 3 29 TERCER AÑO 3º Curso de Inglés 5 1º Curso de Francés 5 2º Curso de Teneduría de Libros 5 1º Curso de Cálculos Mercantiles 5 1º Curso de Complementos de Matemáticas 3 Historia de México 3 3º Curso de Lengua Castellana 3 Lógica y ética 3 32 PROFESIONAL CUARTO AÑO Prácticas de Contabilidad 5 4º Curso de Inglés 5 2º Curso de Francés 5 1º Curso de Cálculos Financieros 5 2º Curso de Cálculos Mercantiles 3
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Horas a la semana: Historia del Comercio 3 Introducción al Estudio del Derecho y Nociones de Derecho Civil 3 2º Curso de Complementos de Matemáticas (Optativa) 3 32 QUINTO AÑO Contabilidad Industrial y de Costos 5 2º Curso de Cálculos Financieros 3 Contabilidad de Cooperativas y Agrícolas 3 1º Curso de Derecho Mercantil 3 1º Curso de Legislación Fiscal 3 1º Curso de Economía Política 3 Derecho Constitucional 3 Sociología 3 26 SEXTO AÑO 2º Curso de Derecho Mercantil 3 2º Curso de Legislación Fiscal 3 2º Curso de Economía Política 3 1º Curso de Auditoría 3 Prácticas de Costos 3 Derecho Administrativo 2 Contabilidad de Servicios Públicos 3 Curso Monográfico de Contabilidad de Industrias Extractivas 3 Estudio Contable de Sociedad, Asociaciones, Liquidaciones, Quiebras, Fusiones, etc. 3 26 SÉPTIMO AÑO Estudio Contable de los Impuestos al Comercio y a la Industria 5 Discusión de Problemas de ejercicio de la carrera de Contador Público y Auditor 3 Estadística 3 2º Curso de Auditoría 3 Derecho del Trabajo 3 Análisis e Interpretación de Estados Financieros 3 Contabilidad Bancaria 3 Contabilidad de Seguros 3 26 NOTA: De este Plan de Estudios que va sucesivamente derogándose, sólo funciona el Quinto Año de regularización.
165
FACULTAD DE COMERCIO Y ADMINISTRACIÓN PARA LA CARRERA DE CONTADOR PÚBLICO Y AUDITOR Horas a la semana: PRIMER AÑO Practicas Comerciales 5 1º de Contabilidad 5 1º de Cálculos Mercantiles 5 Complementos de Matemáticas 3 1º de Inglés Superior 3 Literatura General 3 Escritura Muscular 3 Mecanografía 5 32 SEGUNDO AÑO 2º de Contabilidad 5 2º de Cálculos Mercantiles 3 1º de Cálculos Financieros 5 2º de Inglés Superior 3 Introducción al Estudio del Derecho 3 Historia del Comercio 3 1º de Economía Política 3 Sociología 3 Geografía económica 3 31 TERCER AÑO 3º de Contabilidad 5 2º de Cálculos Financieros 3 1º de Costos 5 1º de Derecho Mercantil 3 1º de Derecho Fiscal 5 2º de Economía 3 Organización Comercial 3 Derecho Constitucional 3 30 CUARTO AÑO 2º de Costos 5 Sociedades 3 1º de Auditoría 5 2º de Legislación Física 3 3º de Economía 3
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Horas a la semana: 2º de Derecho Mercantil 3 Estadística Aplicada a los Negocios 3 Derecho Administrativo 3 OPTATIVA ENTRE: Contabilidad de Industrias Extractivas Contabilidad de Servicios Públicos Contabilidad de Cooperativas y Agrícolas Inglés Superior _______ 31 QUINTO AÑO 2º de Auditoría 3 Est. Cont. de Impuestos 5 Discusión de problemas 3 Análisis de Estados Financieros e Interpretación 3 Organización y Administración de Empresas 3 Derecho del Trabajo 3 Seminario 3 OPTATIVA ENTRE: Contabilidad Bancaria Contabilidad de Seguros Inglés Superior _______ 26 NOTA: Para ser inscrito en la Facultad de Comercio y Administración, en el primer año Profesional, se requiere comprobar el haber cursado y aprobado todas las materias de la enseñanza secundaria o los tres primeros años de la Escuela Preparatoria. De este Plan de Estudios, que inició su vigencia en el presente año escolar, sólo se imparte el primer año. FACULTAD DE CIENCIAS FÍSICO MATEMÁTICAS PARA LA CARRERA DE INGENIERO TOPÓGRAFO E HIDRÓGRAFO PRIMER AÑO Complementos de Álgebra 3 1º Curso de Geometría Analítica y Cálculo Diferencial e Integral 3 Física (Mecánica y Fluídos) 4 Dibujo Topográfico 3 Topografía General 3 Meteorología y Climatología (un semestre) 2 Elementos de Geología Física e Hidrología para Topógrafos 3 Prácticas parciales de Topografía 3 24
167
Horas a la semana: SEGUNDO AÑO 2º Curso de Geometría Analítica y Cálculo Diferencial e Integral 3 Cálculo Práctico 3 Teoría de Errores y Geodesia 3 Astronomía Práctica 4 Complementos de Topografía 4 Óptica Geométrica y Fotogrametría 4 Hidráulica 3 Topografía de Minas (un semestre) 2 26 FACULTAD DE CIENCIAS QUÍMICO BIOLÓGICAS PARA LA CARRERA DE QUÍMICO FARMACÉUTICO BIÓLOGO PRIMER AÑO Química Inorgánica con prácticas 9 Análisis Químico Cualitativo 9 Física General con Prácticas 6 Complementos de Álgebra (semestral) 3 27 SEGUNDO AÑO Química Orgánica Acíclica 3 Análisis Químico Cuantitativo 9 Físico-Química aplicada a la Biología 5 Microbiología General (microbios patógenos para el hombre) Con prácticas 6 Botánica y Drogas Vegetales 6 Anatomía Comparada 3 32 TERCER AÑO Química Orgánica Cíclica 3 Análisis Bromatológicos 6 Farmacia Galénica 6 Análisis Químico Clínicos 6 Farmacia Química Inorgánica con prácticas 6 Inmunología y sus aplicaciones con prácticas 5 Fisiología e Histología 3 35 CUARTO AÑO Farmacia Química Orgánica con prácticas 6
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Horas a la semana: Química Legal, Análisis Toxicológicos y Químico-legales 6 Tecnología Farmacéutica con Prácticas 5 Parasitología 5 Bioquímica 3 Farmacodinamia 5 Higiene pública, Legislación farmacéutica y Farmacia comercial 3 33 FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS SOCIALES PARA LA CARRERA DE LICENCIADO EN DERECHO PRIMER AÑO Introducción al Estudio del Derecho 3 Sociología 3 Derecho Civil 1º Curso 3 Derecho Romano 1º Curso 3 Economía Política 1º Curso 3 15 SEGUNDO AÑO Economía Política 2º Curso 3 Derecho Romano 2º Curso 3 Teoría General del Estado 3 Derecho Civil 2º Curso 3 Derecho Penal 1º Curso 3 Derecho Procesal Civil 1º Curso 3 15 TERCER AÑO Derecho Constitucional 3 Derecho Civil 3º Curso 3 Derecho Procesal Civil 2º Curso 3 Derecho Penal 2º Curso 3 Derecho Administrativo 1º Curso 3 15 CUARTO AÑO Derecho Civil 4º Curso 3 Garantías y Amparo 3 Derecho Administrativo 2º Curso 3 Derecho Mercantil 1º Curso 3 Derecho Procesal Penal 3 Derecho del Trabajo 1º Curso 3
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Horas a la semana: Derecho Internacional Público 3 21 QUINTO AÑO Derecho Agrario 3 Derecho Mercantil 2º Curso 3 Medicina Legal 3 Derecho del Trabajo 2º Curso 3 Derecho Internacional Privado 3 Filosofía del Derecho 3 18
170
Anexo 3 Información de los Censos Generales de Población y Vivienda 1950 y 1960 INEGI Censo general de población y vivienda 1950
Tabla 1 Asistencia a Instituciones de enseñanza INEGI, Censo general de población y vivienda 1950, Cuadro 7, p. 36.
Hombre Sin Mujer Sin Total Sin Hombre Cul Mujer Cul Total Cul
Menores de 6 y mayores de
29 años 156743 156723 313466 36319 36411 72730
6 años 2645 2760 5405 613 634 1247
7 a 12 26540 25771 52311 6421 6061 12482
13 y 14 6803 6144 12947 1761 1632 3393
15 a 17 2905 2148 5053 963 713 1676
18 y 19 636 428 1064 251 147 398
20 a 24 499 434 933 227 149 376
25 a 29 219 281 500 99 89 188 De 6 a 29
años que no asisten
118887 125115 244002 26255 28361 54615
Tabla 2 Población de 25 años o más según años de estudio realizados * Años de estudio terminados y aprobados INEGI, Censo general de población y vivienda 1950, Cuadro 8, p. 37.
Hombre Sin Mujer Sin Total Sin Hombre Cul Mujer Cul Total Cul
Población total
315877 319804 635681 72909 74197 147106
Menores de25 años
197946 199049 396995 45175 46041 91216
Ninguno * 49993 53710 103704 10238 11229 21467 1 a 6 años * 56515 58227 114742 13711 14134 27845
7 a 9 * 2257 1883 4140 823 715 1538 10 a 12 * 1174 614 1788 475 262 737 13 a 29 * 1020 136 1156 459 75 534
No indicados
6972 6185 13157 2028 1741 3769
171
Tabla 3 Población Económicamente Activa e Inactiva INEGI, Censo general de población y vivienda 1950, Cuadro 9, p. 38.
Hom Sin Muj Sin Total Sin Hom Cul Muj Cul Total Cul
Población Total 315877 319804 635681 72909 74197 147106
Menores de12 años 117251 112731 229982 26624 25722 52346
Económi camente
activa
Ocupados 173086 21169 194255 39251 5788 45039 Desocupados hasta 12 sem
448 67 515 176 22 198
Desocupados 13 sem y más 305 73 378 63 6 69
Económi camente inactiva
Quehaceres Domésticos
170312 170312 38615 38615
Escolares ** 16438 13427 29865 4461 3454 7915 Otros 8349 2025 10374 2334 590 2924
**Escolares, colegiales y estudiantes Tabla 4 Fuerza de Trabajo por ramas de actividad INEGI, Censo general de población y vivienda 1950, Cuadro 10, p. 39.
Sinaloa Culiacán
Total de la fuerza de trabajo 194770 45237 Agricultura, Silvicultura, Caza y Pesca 131637 25842
Industrias
Extractivas 961 133 De Transformación 14697 4504 De Construcción 3989 1130
Electricidad, Gas, etc. 368 115 Comercio 13464 4356
Transportes 5035 1146 Servicios 15925 4764
Act. Insuficientemente especificadas 8694 3227
172
Censo general de población y vivienda 1960
Tabla 5 Población económicamente activa por grupos mayores de ocupación principal INEGI, Censo general de población y vivienda 1960, Cuadro 22, pp. 194, 196.
Hom Sin Muj Sin Tot Sin Hom Cul Muj Cul Tot Cul
Profesionistas y Técnicos en
todas las ramas de actividad
4683 3609 8292 1571 1202 2773
Personal directivo
1519 136 1655 452 43 495
Oficinistas 9617 3952 13569 3396 1541 4937
Vendedores 15576 6426 22002 4779 1953 6732 Agricultura, Ganadería, Silvicultura,
Caza y Pesca
146330 18098 164428 31538 4193 35731
Obreros, arte-sanos y jorna-leros de la ind.
extractiva
856 31 887 204 14 218
Obreros, arte-sanos y jorna-leros de la pro-ducción de bie-nes y servicios
28890 2326 35871 10633 772 11405
Servicios personales
4694 6086 10780 1321 2111 3432
Suma 216472 41012 257484 53894 11829 65723
173
Tabla 6 Población económicamente activa por rama de actividad INEGI, Censo general de población y vivienda 1960, Cuadro 21, pp. 176, 183.
Hom Sin Muj Sin Tot Sin Hom Cul Muj Cul Tot Cul
Agricultura, ganadería, silvicultura, caza y pesca
147290 19045 166335 31783 4396 36179
Industrias
Extractivas 1165 154 1319 329 84 413
De trans-formación
18740 2798 21538 6662 822 7484
Construcción 7394 250 7644 2310 103 2413
Industrias Electrcidad,
gas, etc. 444 45 489 158 17 175
Comercio 16551 6295 22846 5289 2060 7349
Transportes 9054 386 9440 2368 108 2476
Servicios 15368 11877 27245 4939 4217 9156
Act. Insuficientemente especificadas
466 162 628 56 22 78
Suma 216472 41012 257484 53894 11829 65723
Tabla 7 Población económicamente activa por posición en la ocupación INEGI, Censo general de población y vivienda 1960, Cuadro 23, pp. 200, 203.
Hom Sin Muj Sin Tot Sin Hom Cul Muj Cul Tot Cul
Obrero 43965 21711 65676 12305 5560 17865
Jornalero de campo 64022 1724 75746 15709 650 16359
Empleado de cualquier categoría
20967 10597 31564 6750 3726 10476
Patrón 1213 156 1369 445 72 517
Trabajan por su cuenta
Ejidatario 34672 1176 35848 6919 265 7184
Agricultor 31433 1080 32513 5705 214 5919
Otro 14777 4506 23283 5793 1331 7124
Ayuda a la familia sin retribución
1423 62 1485 268 11 279
Suma 216472 41012 257484 53894 11829 65723
174
Tabla 8 Población económicamente activa e inactiva INEGI, Censo general de población y vivienda 1960, Cuadro 19, p. 174. *Otros: Comprende a las personas que viven en reclusión y de beneficencia, alas que perciben ingresos no provenientes del trabajo, a niños que dentro de las edades no comprendidas en este cuadro, no asisten en la escuela, ancianas, incapacitadas para trabajar, etc.
Hom Sin Muj Sin Tot Sin Hom Cul Muj Cul Tot Cul
A C T I V A
Suma 216472 41012 257484 53894 11829 65723
De 8 a 11 años
Ocupados 755 182 937 178 48 226
Desocupados 11 6 17 2 2
De 12 años y más
Ocupados 212688 40496 253184 52894 11689 64583
Desocupados hasta 12 sem
2776 300 3076 750 79 829
Desocupados más de 12 sem 242 28 270 72 11 83
I N A C T I V A
Suma 93572 261487 355059 22248 64125 86373
Quehaceres domésticos
236364 236364 56956 56956
Escolares colegiales y estudiantes
25706 22173 47879 7622 6699 14321
Otros * 67866 2950 70816 14626 470 15096
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Bibliografía
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