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UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA FACULTAD DE FILOLOGíA DEPARTAMENTO DE FILOLOGíA ESPAÑOLA ESTUDIO LÉXICO-SEMÁNTICO DE LOS TÉRMINOS QUE DELIMITAN TIEMPO EN 'DÍA'. (INVESTIGACIÓN DIACRÓNICA) Tesis doctoral dirigida por el Dr. CRISTÓBAL CORRALES ZUMBADO y presentada por Mª LAURA IZQUIERDO GUZMÁN. AÑO 1992 BIBLIOTECA GONZALO DE BERCEO

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UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA

FACULTAD DE FILOLOGíA

DEPARTAMENTO DE FILOLOGíA ESPAÑOLA

ESTUDIO LÉXICO-SEMÁNTICO DE LOS TÉRMINOS QUE DELIMITAN TIEMPO EN 'DÍA'.

(INVESTIGACIÓN DIACRÓNICA)

Tesis doctoral dirigida por el Dr. CRISTÓBAL CORRALES ZUMBADO y

presentada por Mª LAURA IZQUIERDO GUZMÁN.

AÑO 1992

BIBLIOTECA GONZALO DE BERCEO

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I N T R O D U C C I Ó N G E N E R A L

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«Al principio creó Dios, el cielo y la tierra. La tierra era soledad y caos y las

tinieblas cubrían el abismo (...). Entonces dijo Dios "Haya luz" y hubo luz. Vio Dios que la luz era buena y la separó de las tinieblas, y llamó a la luz DÍA y a las tinieblas NOCHE. Hubo así TARDE y MAÑANA. Día primero».

"Génesis "

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Desde los orígenes de la Humanidad, todos los pueblos han sentido la necesidad de

medir el tiempo. Las constantes astronómicas le han marcado el camino inicial, pero no ha sido

suficiente porque ese tiempo real se les escapaba a toda precisión puntual, necesitaban

establecer unidades de tiempo más fijas, para ello acuden al ciclo solar, al ciclo lunar y así dan

cuenta de ese cambio real de los días y las noches, pero no les es suficiente; se inventan

artilugios mecánicos que han ido perfeccionándose a lo largo de la historia como el reloj de

sol, el reloj de arena, el reloj de agua o de péndulo hasta llegar a los electrónicos y atómicos

del siglo actual. Pero todos los elementos externos no son suficientes, porque el hombre sólo

encuentra la posibilidad total de formalizar ese tiempo dentro de la lengua, instrumento eterno,

inherente a su propia naturaleza humana, con la que es capaz de establecer sus propios

límites subjetivos y no depende del continuo de la realidad externa, que es incapaz de darle

medido el tiempo porque no pone límites y sólo el hombre a través de su capacidad lingüística

ha podido resolverlo en su beneficio bajo los condicionantes de su entorno.

Nuestra investigación diacrónica está basada en el "Estudio léxico-semántico de los

términos que delimitan tiempo en las 24 horas del día" y por tanto está enfocada en este

sentido, que es descubrir las posibilidades lingüísticas de nuestra lengua en esta pequeña

parcela léxica desde sus orígenes medievales hasta la época actual. Hemos elegido este título

tan largo y no, por ejemplo, el de «Campo semántico día» porque, aparte de que hubiese

resultado un trabajo diferente al tener que estudiar todas las variantes significativas y no sólo

las de esa precisión temporal, nos hubiésemos cerrado la posibilidad de estudiar todos los

términos léxicos relacionados con esa base de contenido cuando, en nuestro caso concreto,

sabíamos que podíamos enfocar nuestra búsqueda en la doble vertiente del léxico estructurado

y del léxico no estructurado lingüísticamente. Pues pensamos que ambas modalidades

debemos de entresacarlas y marcar sus diferencias para presentar más claramente todos los

términos o formas lingüísticas usadas en la delimitación del 'tiempo' en las 24 horas del día,

tanto si son términos estructurados como nomenclaturas o si entre ellos se produce algún

trasvase.

Nuestra investigación, por tanto, es diacrónica pero no una diacronía asistemática sino,

por el contrario, estudiamos la lengua analizando sus cambios a partir de tres cortes

sincrónicos en los que observamos la estructura existente, pero sin perder de vista, a

continuación, la posible mutabilidad del sistema; pensamos que ambas posibilidades no se

excluyen, sino que forman parte de nuestra realidad lingüística, como nos afirma Coseriu

(1958:161): «La lengua se hace, pero su hacerse es un hacerse histórico, y no cotidiano: es un

hacerse en un marco de permanencia y continuidad (...). Pero el mantenerse parcialmente

idéntica a sí misma y el incorporarse nuevas tradiciones es, precisamente, lo que asegura su

funcionalidad como lengua y su carácter de "objeto histórico"» (1). Seguimos estas directrices y

de igual modo que Rodríguez Adrados (1975:130-140), pensamos que en un estudio de

Semántica estructural, además del interés científico propiamente lingüístico, está también el de

hacernos comprender sistemas de pensamientos alejados del nuestro; que sólo mediante las

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palabras que los expresan pueden corresponderle. Por ello hay que tener en cuenta hechos

como la fosilización que mantiene estructuras que ya no continúan vivas, por eso es necesario

para solucionar estos problemas, como dice Coseriu (1958:154), estudios sincrónicos con

estos planteamientos de una diacronía a través de parciales visiones sincrónicas. La lengua

funciona sincrónicamente y se constituye diacrónicamente; aunque estos términos no son

antinómicos ni contradictorios porque ambos se realizan en su funcionar, así que su estudio

debe implicar la superación de la antinomia como tal. Según esto, no seguimos el

planteamiento saussureano que sólo considera los cambios e ignora la continuidad de la

lengua, porque como nos puntualiza Coseriu (ob.cit.:157-159):«El cambio no puede entenderse

fuera de la continuidad de la lengua». La diacronía, por tanto, no puede olvidar la sincronía, es

decir los estados de lengua que se ordenan a lo largo del llamado "eje de sucesiones", porque

ignorar que la lengua se continúa en el tiempo es estar fuera del objeto. Incluso Pottier

confirma que la sincronía no es real, es una forma ficticia ya que siempre hay un devenir. Así

estamos convencidos de que en una investigación científica de contenidos no tenemos por qué

separar de nuestros objetivos una proyección metodológica histórica en la que se inserte la

descripción de los planteamientos lexemáticos; todo lo contrario, podemos llegar a unas

conclusiones más ricas, si se quiere, hasta extralingüísticas, pero que nos las ha posibilitado el

estudio, incluso, inmanentista de la propia lengua. Por ello, aunque hemos procurado ser

inmanentista en nuestra investigación, sin embargo, toda ella ha estado situada dentro de las

coordenadas: lingüística/ extralingüística, estructura/ nomenclatura, con el deseo de delimitar o

deslindar ambos bloques y con la consabida precaución de no dejarnos llevar de la realidad

extralingüística tan cercana a la lingüística.

Seguimos la linealidad cronológica porque en nuestro trabajo es más consecuente con

los fines y el método que nos proponemos. Nuestros cortes sincrónicos han venido marcados

por la apreciación de algún cambio en el campo léxico. El primero abarca hasta el siglo XV, el

segundo hasta el XVIII y el tercero hasta la época actual. En cada uno de estos, el

planteamiento es sincrónico y en ellos intentamos observar los diferentes niveles del sistema

de Lengua, Norma y Habla, hasta donde nuestras limitaciones nos lo permiten. Las variedades

diatópicas quedan fuera de nuestro estudio porque nuestra línea de búsqueda es diferente, no

obstante esto no es obstáculo para que aportemos algunas manifestaciones parciales.

En las citas seleccionadas de nuestras fuentes, hemos procurado dejar constancia de

cada uno de los ejemplos de distribución encontrados. De este modo, aunque no hacemos un

estudio distribucional, sí lo de jamos planteado. Y, aunque tenemos en cuenta las relaciones

sintagmáticas porque partimos de ellas, no las estudiamos con la misma profundidad que las

paradigmáticas, en las que se basa fundamentalmente nuestra investigación.

Con método de tipo deductivo-hipotético (Trujillo 1980: 165-188) partimos del uso de las

lexías, que estudiamos y delimitamos en función de sus relaciones opositivas, en diferentes

contextos; tomamos como base el término más amplio temporalmente DÍA, lexía que, como

archilexía del campo (2) incluye a todas las demás y a partir de ella presentamos las

oposiciones e inclusiones de los términos que forman nuestro campo lexemático. No sólo nos

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han interesado aquellas lexías que pudiesen formar la estructura del campo sino todas aquellas

que tuviesen relación con el título propuesto, así encontramos términos nomencladores que

funcionan también lingüísticamente en la delimitación del tiempo en las 24 horas del día. No

obstante, no nos hemos librado de simultanear un proceso metodológico inductivo de recogida

de material y catalogación de todos los datos, que ha sido la fase empírica e indispensable

sobre la que hemos podido desarrollar el proceso deductivo-hipotético que es el que marca

esta investigación y argumentos de nuestras conclusiones, a pesar de que la investigación

lingüística de esta parcela del contenido no se ha visto supeditada a la mera plasmación

empírica. En esto, estamos totalmente de acuerdo con Dolores Corbella (1986:20) que afirma:

«por eso nos resistimos a limitar nuestro estudio a uno sólo de estos métodos: la lingüística

está necesitada de los desarrollos de ambos, de desarrollos deductivos de grandes teorías a

partir de unos datos mínimos y de desarrollos exhaustivos, de carácter inductivo, a partir de

análisis de textos», y es en esta línea en la que hemos elaborado nuestro quehacer, en el que

nos interesa abordar el estudio de nuestra parcela léxica desde el punto de vista diacrónico,

estableciendo estructuras, cambios funcionales en el sistema ya sea en su contenido (cambios

semasiológicos) o en su significante (cambios onomasiológicos), siguiendo para ello a Coseriu

(1977:11-86).

Nuestra línea de trabajo es similar a la iniciada en la Universidad de La Laguna y

llamada por Coseriu (1990:245): «Escuela de Gregorio Salvador» (que continúa los postulados

de Coseriu). En nuestra terminología hemos tenido la base de las tesis doctorales que nos han

precedido, muy especialmente las de R. Trujillo (1968), Inmaculada Corrales (1969), Cristóbal

Corrales (1975), Dolores Corbella (1986), y otras más recientes que las hacemos constar en la

Bibliografía.

Disponemos de un corpus de más de 30.000 citas, recogidas y seleccionadas

personalmente de nuestras fuentes documentales, como diccionarios de todas las épocas,

textos, preferentemente, de obras literarias e históricas, y a partir del siglo XVIII lo

incrementamos con algunos ejemplares de periódicos además de, en la época actual, con una

encuesta entre diferentes niveles de hablantes. Este material que, en nuestra primera etapa de

metodología inductiva, lo hemos ordenado cronológicamente y lo hemos sistematizado en

función de nuestros fines, pensamos adjuntarlos en un volumen como anexo a este trabajo,

pero dada su amplitud hemos desechado esta idea y únicamente aportamos una pequeña

muestra de las autoridades sobre las que se fundamenta nuestra investigación.

En la selección del material de las fuentes literarias hemos tratado de recoger,

únicamente, aquellos usos léxicos denotativos, por eso no hemos incluido textos poéticos a

partir del Renacimiento porque temíamos perdernos en el campo apasionante del lenguaje

literario donde las significaciones asociativas y connotativas son constantes y normales.

Como categoría gramatical fundamental recogemos los sustantivos y sustantivaciones

de procesos de metábasis (infinitivos>sustantivos: amanecer). No obstante, no hemos

desechamos otras categorías (verbos, adverbios) entre las que presentan cierta relación y nos

ayudan a ver mejor la distribución del campo, aunque no las planteamos de igual modo, ni son

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el fundamento de nuestro mayor interés, porque no podemos ignorar la presencia de ciertos

adjetivos derivados, ya que estamos de acuerdo con Ramón Trujillo (1968) cuando señala que

la pareja nominal sustantivo-adjetivo, desde el punto de vista semántico son una unidad, no

una dualidad, a pesar de que el verdadero portador de la autonomía significativa sea el

sustantivo y el adjetivo sea una diferencia sustancial que pueda operar en combinaciones con

varios sustantivos.

En el aspecto formal, hemos respetado la ortografía de las citas textuales, sólo hemos

actualizado alguna grafía medieval, especialmente, por dificultades de la impresora.

En el inicio de nuestras búsquedas contamos con la ayuda de los diccionarios ya que

hacemos un estudio del léxico como fase previa, aunque las delimitaciones de los vocablos del

campo no las señalamos a partir de sus acepciones, que utilizamos como base, sino que

hemos antepuesto las de nivel de uso de nuestras fuentes. Sólo en la fase final aunamos las

lexías para observar sus relaciones opositivas para destacar la funcionalidad del campo y los

cambios de relaciones producidos por desplazamientos más o menos sensibles en la lengua,

dada nuestra investigación diacrónica, pues el tiempo altera todas las cosas y no hay razón

para que la lengua escape de esta ley universal. Es más, aunque resulte paradójico, es

precisamente la continuidad la que implica necesariamente la alteración, el desplazamiento de

términos más o menos considerables de sus relaciones (como ya apuntaba Saussure 1967:

143).

Este trabajo es una continuación y ampliación del que presentamos en esta Universidad

de La Laguna como tesina con el título de Estudio de los términos que delimitan tiempo en las

24 horas del día, que es sólo una visión sincrónica de un corpus documental elegido entre los

años 1950-1970).

N O T A S

l.- Stephen Ullmann defiende la investigación histórica estructural en "Historical semantics and the structure of

the vocabulary", en Miscelanea homenaje a André Martinet, I, La Laguna, 1957, págs.289-303.

2.- El profesor Ramón Trujillo (1980: 185) afirma: «Archilexema, noción que si bien tiene una cierta validez

«lógica» en el campo de la nomenclatura, resulta totalmente incongruente con los hechos semánticos normales de

cualquier lengua natural». En nuestro campo estudiado comprobamos la validez de esta afirmación ya que nuestro Día-

1 funciona como nomenclatura, pero, no obstante, no nos resulta tan incongruente el que presente una doble

funcionalidad como archilexema, por eso hacemos uso de él, que también, siguiendo la terminología de Pottier,

llamamos indistintamente archilexía.

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INTRODUCCIÓN TEÓRICA Hemos realizado el estudio de una pequeña parcela léxica: "términos que delimitan

tiempo en las 24 horas del día", porque como nos enseña Coseriu (1986:27): «No es

indispensable abordar de entrada todo el léxico de una lengua en bloque. Se puede comenzar

más modestamente por establecer sistemas parciales bastantes simples, reservándose la

posibilidad de ordenarlos ulteriormente en sistemas más complejos (o de grado superior)». No

obstante, esto nos ha motivado a hacer algunas consideraciones teóricas que nos han guiado

en nuestra investigación y desde ella trataremos de justificarlas.

Partimos de Saussure (1967, 2ª p., cap.V) que nos dice: «En un estado de lengua todo

se basa en relaciones» pero, ¿cómo funcionan estas relaciones?, nos sigue afirmando, «Las

relaciones y las diferencias entre términos se despliegan en dos esferas distintas, cada una

generadora de cierto orden de valores; la oposición entre esos dos órdenes nos hace

comprender mejor la naturaleza de cada uno. Ellos responden a dos formas de nuestra

actividad mental, ambas indispensables a la vida de la lengua».

Este apartado se refiere a las relaciones Sintagmáticas y Asociativas y aunque estas

pueden ser varias según el estado de lengua (sustancia conformada) o habla (sustancias sin

conformar), lo recogemos para aplicarlo al léxico, a lo referente al contenido, que supone en el

campo de la lingüística la parte más difícil de sistematizar. Su dificultad nos viene,

precisamente, por su proximidad con la realidad extralingüística, pues es la última capa

lingüística anterior al paso de la realidad, hecho que nos puede llevar a confundir ambos

planos: el lingüístico y el extralingüístico. Nuestro campo de estudio es el primero y en él sólo

nos interesa el contenido, el significado que es analizable a través de los rasgos distintivos que

caracterizan a un signo con relación a las demás invariantes de la lengua, no como una

descripción de los objetos que designa; para R. Trujillo (1974:197-211), el significado no se

establece en función de un valor sino de las relaciones sintagmáticas y paradigmáticas. De

aquí que los significados dependientes del sistema lingüístico sólo pueden ser investigados por

procedimientos lingüísticos.

El plano léxico es el menos estudiado y, como hemos indicado anteriormente, es el que

ocasiona mayor dificultad en su delimitación; la gramática desde su inicio ha sido más clara,

porque dispone de una terminología especial para sus significados (singular / plural, masculino/

femenino) y además puede no ser coincidente con la expresión. Pero en el léxico ambos

planos no se separan, se estudian conjuntamente porque no dispone de una terminología

específica para el contenido, se emplea la misma palabra que corresponde a su significante,

por ejemplo, la palabra DÍA puede representar el contenido, la expresión y los dos a la vez,

hecho que obliga a todo estudioso del contenido léxico a formular unas marcas diferenciadas

en cada caso. En nuestro trabajo usaremos las siguiente: mayúscula para las lexías

(significante y significado) por ejemplo: DÍA; en cursiva para el significante: Día y comillas

simples para el contenido: 'día'; las escisiones semánticas de cada lexía, dado que en todas las

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épocas y en cada caso no se presentan con la misma evidencia, las hemos unificado con una

marca numérica: Día-1 y Día-2.

EL LENGUAJE Y LA REALIDAD

Seguimos en nuestro primer planteamiento con Saussure (1967:128): «El signo

lingüístico une no una cosa y un nombre, sino un concepto y una imagen acústica». Este

pensamiento que tantos frutos ha dado en el siglo XX difiere del tenido anteriormente. Ya

desde los orígenes de la gramática, los filósofos griegos dudaban de si el lenguaje se debía a

la naturaleza o a una convención, si había algún vínculo real entre el significado y la forma de

la palabra. Platón en sus Diálogos sostiene que existe tal vínculo, y por tanto, el descubrir el

origen de una palabra y su significado era como revelar verdades de la Naturaleza (1). Esta

idea se mantuvo por los estoicos griegos y Sócrates en el Cratilo, dice: «Tanto da que la

misma cosa quede significada por medio de una sílaba o de otras; ni siquiera cuenta que

añadamos o quitemos alguna letra, mientras en el nombre quede expresada con toda la fuerza

la esencia de la cosa». Esta idea que fundamenta un tipo de relación semántica de las palabras

y las cosas no es mantenida por el concepto del significado actual, sólo se acerca al de las

Nomenclaturas. Frente a estas corrientes naturalistas surge la de los anomalistas que se

manifiesta con una postura contraria, la falta de correspondencia entre las palabras y las cosas.

Similar controversia se produjo en Roma, testificada en la obra de Varrón (siglo II a. J. C.). Del

mismo modo, los escolásticos en la Edad Media veían en el lenguaje una herramienta para

analizar la estructura de la realidad y dan gran importancia al significado, de aquí la repetida

frase: «Verba significant res mediantibus conceptibus» (la forma de las palabras significan tanto

el concepto de las cosas como las cosas mismas). De este modo, surgen desacuerdos

filosóficos entre nominalistas y realistas sobre el tipo de relación que se establece entre

conceptos-cosas. Hoy todos los investigadores se inclinan por el carácter arbitrario de las

relaciones entre los dos planos, pero tampoco se puede negar que existen algunos hechos

apasionantes, que han sido observados por algunos lingüistas, como que en latín una familia

de adjetivos CAECUS 'ciego' que presentan en la sílaba inicial la vocal -A- esta denota 'defecto

físico'. Del mismo modo Y. Malkiel presenta un larga lista de adjetivos españoles bisílabos en

los que coinciden el esquema -ó-o y que se agrupan en un campo semántico muy

característico (BOBO, TONTO, ÑOÑO, etc). Así se han formulado varias relaciones con los

sonidos onomatopéyicos que se enmarcan en el llamado "simbolismo fonético" y aunque esta

no es la línea de nuestra investigación, aportamos algunas elucubraciones que justifican esta

posibilidad, por ejemplo notamos dominio de la vocal -A- en los términos que participan del

sema 'presencia de luz solar' y ausencia de ella en los términos que se oponen con la marca

'no presencia de luz solar'. Esta aportación la comprobamos desde los términos latinos (MANE,

MATINA, ALBA, MATURICARE.../ NOX, VESPER, CONTICINIUM...).

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Seguimos comprobando esta tendencia de partir de las cosas significadas al acercarnos

a las Etimologías de San Isidoro; sus definiciones están en esta línea, en ellas alternan la

justificación de la realidad y de la etimología, así resultan muy curiosas y hasta de gran

amenidad, como por ejemplo NOCHE: «La palabra «noche» deriva de «nocivo», porque «hace

daño» a los ojos. Precisamente tiene la luz de la luna y de las estrellas para que no se

encuentren sin claridad alguna y sirva de alivio a cuantos trabajan de noche, y para

proporcionar luz suficiente a seres vivos que no puedan so portar la luminosidad del sol (...)»

(2). Es decir, da explicaciones con cierto subjetivismo que nada tienen que ver con el concepto

de significado lingüístico que se tiene en la época actual; más bien se asemeja al REFERENTE

en el que las palabras no significan o nombran sino que se refieren o establecen referencias a

las cosas. Saussure al definirnos el signo lingüístico quiso dejar claro lo realmente lingüístico y

eliminar toda referencia a la realidad, su conocida dicotomía de significante y significado así lo

acredita. Pero su gran aportación no logró cancelar la debatida cuestión que se replantea

cuando surgen los famosos diagramas triangulares de Ogden-Richars y Ullmann que, aunque

mantienen el dualismo de significante y significado, hacen reaparecer la noción de la cosa, el

referente, que se afianza más aún en el diagrama trapezoidal de Hegel, el cual junto al

significante y significado sitúa el concepto y la cosa.

Delimitar el significado lingüístico ha sido y es problemático, como ya hemos expresado

anteriormente, por su cercanía a la realidad extralingüística. Otras disciplinas como la lógica

moderna también se ha preocupado por esta cuestión, es el caso de Frege (3) que, en el siglo

pasado, ha demostrado como la significación y designación de un signo no coinciden e intenta

distinguir la "referencia" que designa lo que la palabra quiere decir y el "sentido" que expresa

como una palabra formula su significado. Todorov (1979:59) lo evoca y justifica con las lexías

LUCERO DEL ALBA y LUCERO DE LA TARDE, que tienen la misma referencia que es

Venus, pero no el mismo significado porque son diferentes momentos del día.

Hoy se opina que no hay relación directa entre el significante y la realidad, ya que el

pensamiento de Saussure sigue abriendo caminos con su planteamiento: «el signo es

arbitrario», un mismo objeto se designa de distinto modo en diversas lenguas, hecho que

demuestra que no hay relación directa entre la palabra y la realidad. Incluso, las palabras

onomatopéyicas, que eran el principal argumento que esgrimían los antiguos para defender o

justificar su pensamiento, pueden evolucionar mediante cambios fonéticos y perder su carácter

originario. La mayoría de las palabras son inmotivadas originariamente, por lo cual la realidad

misma no es objeto de la lingüística, pero no puede evitar el objeto mental, el concepto que

está en relación con la realidad extralingüística. En esto incide Lamíquiz (1985:70): «Cada

lengua aplica sus peculiares virtualidades sistémicas al marcar límites de significación en la

materia amorfa del contenido» y lo ejemplifica con la consabida comparación entre la lengua

española y francesa de los términos madera, leña, bosque, selva frente a bois y forêt.

En nuestro campo sacamos ejemplificaciones que las exponemos en el trabajo, por

ejemplo MEDIODÍA frente a MIDI francés (véase capítulos siglo XX y "horas de las comidas").

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Apresjan (1978:50) que nos aporta similar pensamiento: «Las diferentes lenguas

descomponen y sistematizan de diferente manera el mismo material», acude al apoyo del

conocido ejemplo de los colores y su diferente gama cromática en función de cada lengua.

Seguimos nuevamente el pensamiento de Saussure (1967:206) cuando confirma: «la

lengua es forma, no sustancia», idea aceptada y madurada por Hjelmslev y de la que Lamíquiz

(1985:70) se hace eco y completa este pensamiento al exponer que la sustancia conceptual es

la base del contenido para el hablante, e intenta demostrarlo con el ejemplo real de que igual

que la madera es la base de un ebanista, «de manera homóloga el hablante valiéndose de la

sustancia básica del con tenido conceptual amorfo, puede conformar unidades de significación

lingüística, unidades que se verán precisadas por una forma específica y distinta, en el proceso

dinámico de sistematización de las unidades lexemáticas que constituirán las estructuras

lexemáticas de la lengua que hable». Siguiendo estos postulados podemos afirmar, respecto a

la relación entre lenguaje y realidad, que es el lenguaje y no la realidad quien nos organiza el

mundo en nuestra mente, de tal manera que desconocemos las dimensiones reales que él no

asume, por eso no podemos poner límites y decir hasta aquí llega el día, la noche o la mañana,

nuestro planteamiento debe ser diferente, debemos distinguir los significados. E incluso así,

tampoco podemos afirmar esto es día, esto es noche o esto es mañana, sino que hemos de

saber distinguir lo que en cada lengua sería 'día','noche','mañana', porque ella no pone límites

en las cosas sino en el significado de cada cosa.

G. Mounin (1979:185) en su trabajo sobre "La estructuración semántica de las

denominaciones de la división del tiempo", nos quiere manifestar el fracaso de una

estructuración conceptual completa, partiendo de una ciencia de la naturaleza, y después de

intentarlo desde otros supuestos como los socioculturales y los del tiempo civil, vuelve a

fracasar ante la imposibilidad de ponerle límites a los términos y llega a afirmar: «La

estructuración semántica de un campo no se ordena semánticamente y de manera absoluta ni

por condiciones lingüísticas formales ni por exigencias conceptuales no lingüísticas»(pág.190).

Esta imposibilidad que de forma casi triunfalista pregona G. Mounin, a nuestro juicio está

motivada por un enfoque erróneo, en primer lugar porque no se da cuenta de que es la lengua

la que pone sus límites a la realidad y en segundo lugar porque quiere justificar una estructura

común y única entre varias lenguas. Nos lo recuerda R. Trujillo (1980:133): «Y una cosa está

ya hoy clara para algunos: una teoría lingüística que no parta de la investigación del valor de

los elementos de una lengua determinada no resultará luego aplicable a los hechos concretos

(comprobados o posibles)».

Coseriu (1990:277), defensor de todo el pensamiento del estructuralismo europeo, ha

salido al paso, en varias ocasiones, de interpretaciones diferentes entre el lenguaje y la

realidad. El nos confirma que el mundo de los significados, el del lenguaje, es un mundo

ordenado, no es el mundo caótico y continuo de las cosas como tales.

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ESTUDIO DEL LÉXICO ESTRUCTURADO Y NOMENCLADOR

Hemos aclarado anteriormente el marco de la funcionalidad del lenguaje en el plano

significativo, no obstante, en él nos encontramos con una dualidad léxica formada por: «léxico

estructurado» y «léxico nomenclador», o como llama a este último Ramón Trujillo (1974:197-

211): «léxico ordenado». En otro estudio, el mismo profesor (1980:141) aclara: «Porque en el

léxico hay estructuras y órdenes; objetos creados por el lenguaje y nombres para «cosas»

independientes del lenguaje. Mal procedemos si la tomamos así como así (...), todos ellos

miembros de series de nomenclatura y correspondientes a una clasificación no lingüística de la

realidad (...). Las nomenclaturas o «palabras-cosa» no son, por supuesto, elemento

desdeñable en el mecanismo de una lengua; lo que ocurre es que no forman estructuras

semánticas propiamente dichas (...)». Del mismo modo, Coseriu (1977:185-209) trata

extensamente el problema e identifica esta dualidad con la de «Significación y Designación»,

igualmente estudiada ampliamente por él.

Ambas dualidades son fundamentales en la semántica estructural, aunque el significado,

como ya hemos expuesto, es lo puramente lingüístico y la designación, como referencia a un

objeto o a un estado de cosas, dependerá de lo extralingüístico. Ramón Trujillo (1980:141) nos

dice: «...una cosa son las estructuras semánticas de una lengua y otra las relaciones que

pueden guardar con ellas las nomenclaturas existentes en el seno de esa lengua». Estas dos

posibilidades han sido detectadas desde los griegos, aunque ahora se confirman como

conocidas debido a los enfoques estructuralistas, especialmente europeos. Su deslinde facilita

la tarea de sistematización al simplificarse el número de términos que son estructurables. Ya

Saussure nos advertía que «la lengua no es una nomenclatura» y así lo han reconocido varios

lingüistas como Eugenio Coseriu (1977:96-100), Gregorio Salvador (1985:69), Ramón Trujillo

(1974:197-211), junto a que la lengua se estructura lingüísticamente, pero que incluye en su

léxico las terminologías, las nomenclaturas en las cuales la relación es directa entre el signo y

la cosa designada y su estructuración obedece a una ordenación según criterios de la realidad

y no del propio sistema de la lengua. Por eso G. Salvador (1990:363) nos advierte que es la

permanente confusión de las palabras con las cosas, de los referentes con los significados, en

la que todos caemos alguna vez. Enseñanza que volvemos a encontrar en Ramón Trujillo

(1980:133): «La lexicología dialectal no puede seguir confundiendo orden con estructura,

porque un orden no es más que el aspecto que presenta una serie de cosas desde un punto de

vista determinado, que siempre es exterior al mismo, mientras que una estructura es el ser

mismo de un conjunto como tal y de sus elementos, considerado desde la perspectiva del

conjunto mismo y del cual no son más que funciones».

Las investigaciones actuales (4) parece que ya han sentado las bases de su

diferenciación, sus límites están aparentemente claros desde un punto de vista teórico, pero en

la práctica, cuando intentamos separarlos, podemos confundirnos. Muchas veces, no se suelen

reconocer con claridad, especialmente cuando en Lexicología se adopta como punto de

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referencia las cosas designadas, lo que ocasiona una confusión entre el significado y la

realidad extralingüística (5). Ante esta situación nos preguntamos ¿de dónde se parte para la

creación de un término? La respuesta es clara en una descodificación de la lengua, ante una

realidad lingüística dada, pero no lo es tanto si intentamos desde el origen de ella llegar a lo

lingüístico. ¿De dónde se parte?, ¿de la realidad lingüística o extralingüística?, y nos volvemos

a preguntar, dicho de otra manera, ¿partimos de lo intuitivo, de lo puramente subjetivo, o de lo

objetivo primario? Pues estas dos posibilidades las hemos detectado en el estudio de nuestros

términos, por eso nos seguimos preguntando ¿cuál de las dos posibilidades fue primero?, sin

que haya una respuesta concreta pues confirmamos en nuestra investigación que ambas han

existido desde los orígenes latinos de nuestra lengua; no obstante, comprobamos que las

estructuras semánticas eran más simples que las actuales, y que, a medida que avanza la

mutabilidad diacrónica que afecta visiblemente a sus significantes, detectamos que va

afectando igualmente a sus significa dos; las estructuras de contenido van ganando en

complejidad como queda demostrado en nuestra investigación. Así, por ejemplo, en los

estudios de lengua latina se tiende más a la observación de tecnicismo que de léxico básico

funcional. El lenguaje nomenclador al ser más objetivo es más fácil de captar, más preciso

porque se conoce la realidad extralingüística. Por eso llegamos a creer que el léxico

estructurado y el nomenclador o terminológico son dos realidades lingüísticas con diferente

grado de complejidad.

Hay quien opina que los términos nomencladores deben ser excluidos de un estudio

lingüístico ante la afirmación de que no son analizables al ser excluyentes y no oponerse. Esto

es cierto, pero participamos del convencimiento de que aunque son diferentes tipos de léxicos,

seguimos la idea de Coseriu, se debe incluir en la lengua tanto el léxico de las terminologías

como el léxico nomenclador; a pesar de que con ello se matiza la postura de Saussure

cuando nos afirma que la lengua no es nomenclatura. Insistimos que estamos de acuerdo, pero

creemos que estos términos sí deben estudiarse y más aún en una comprobación diacrónica,

porque estamos conformes con R. Trujillo (1980:141) cuando dice: «Las nomenclaturas, o

«palabras cosa», no son, por supuesto, elementos desdeñables en el mecanismo de una

lengua; lo que ocurre es que no forman estructuras semánticas propiamente dichas, sino

elementos «relacionados» de manera diversa y sumamente interesantes, con tales estructuras

y en cuya definición intervienen» y añadimos aún más, es a través de una comprobación

diacrónica cuando podemos sorprendernos al observar trasvases detectables en los cortes

sincrónicos. Puede ocurrir que sus límites varíen de modo que unas veces pueden ser precisos

como los existentes en los nombres de los días de la semana, que, aunque impuestos por una

convención, se trata de nomenclaturas dentro del lenguaje común. Otras veces, estas

nomenclaturas se vuelven imprecisas ante la influencia del lenguaje común, por ejemplo,

cuando se dice: «¡un minuto, por favor!», este término MINUTO puede ser en la realidad 'un

cuarto de hora', es decir esta nomenclatura deja de serlo para significar 'un poco de tiempo',

con lo cual MINUTO puede convertirse en una polisemia al desdoblarse en dos objetos

15

mentales distintos, uno con límites precisos pero artificiales en la realidad (Nomenclatura) y otro

del lenguaje común con límites imprecisos en la realidad.

La lengua, por tanto, puede seguir los límites dados por la naturaleza, pero no los sigue

forzosamente, es más, la realidad, insistimos, no conoce límites, sino gradaciones; quien pone

los límites es el lenguaje. Baldinger (1970:50) así lo reconoce y asimismo Coseriu (1990:239-

288).

FUNCIONAMIENTO DE LAS ESTRUCTURAS

Los términos estructurados son inclusivos, es decir, el término negativo o no marcado (-),

puede englobar al término positivo o marcado (+): Así DÍA puede oponerse a NOCHE pero

también puede incluirlo ('día'+'noche'), como ocurre en el lenguaje con el género masculino y

femenino que, igualmente, se oponen y en otras ocasiones el masculino puede incluir a los

dos. Además son únicamente los términos estructurados los que pueden comprobarse en la

doble relación paradigmática y sintagmática, porque son estructuras impuestas a la realidad

por la interpretación humana, de tal modo que son arbitrarias, libres y no motivadas

objetivamente, además de ser constantes desde el punto de vista sincrónico. En un análisis

hay que enumerar los rasgos semánticos mínimos distintivos (semas o marcas) más

importantes de cada unidad léxica, con los que se establecen sus relaciones y diferencias con

otras unidades. El profesor Trujillo (1980:177) nos deja claro este funcionamiento semántico:

«...en semántica las unidades básicas, manejadas por el hablante son los contrastes o «ejes»,

ya que aunque un elemento léxico pueda contener varios, puede ser usado en función de

cualquiera de ellos por separado». Así la significación ha de entenderse como relación interna

de significados, como formación de oposiciones significativas. Las oposiciones son claras, los

límites en la realidad son imprecisos. Por ejemplo: los límites entre el día y el alba, entre el día

y el ocaso o entre el ocaso y la noche son totalmente imprecisos. Esto ocasiona, por ejemplo,

problemas en el lenguaje jurídico (tema tratado por Austin y Fillmore) porque necesita de

límites precisos que se fundamenten en la realidad y esto es imposible (6). Sobre este

particular nos cuenta Baldinger (1970:58) una anécdota sobre lo ocurrido en un juzgado

cuando surgió la necesidad de trazar los límites que separan 'claro' y 'oscuro', motivado por el

hecho de que un automovilista en un atardecer marchaba sin luz y provocó un accidente y

ante la pregunta ¿qué grado de oscuridad se necesita para que un automovilista se sienta

obligado a conducir sin luz?, les fue muy difícil precisar, no pudieron señalar una hora

numérica, porque la naturaleza varía según los momentos. Este ejemplo es ilustrativo de cómo

la lengua pone sus límites lingüísticos, pero no la realidad. Esta imprecisión real de 'claro' y

'oscuro' es la misma que entre 'día' y 'noche'. Del mismo modo sería un error decir que

CREPÚSCULO tiene límites imprecisos en el plano de la lengua porque participa de rasgos

que se dan en DÍA y NOCHE, sólo es una intersección. En esta línea se define R. Trujillo

(1980:186): «...los famosos «límites borrosos» tan socorridos en la pseudo-semántica es

16

siempre un problema del sujeto hablante en su búsqueda de una coherencia que realmente no

existe», aquí alude al esfuerzo del hablante en establecer la relación lengua-realidad que

necesita comunicar y expresa la dificultad de que su sistema no prevea todas las posibilidades

o que su inteligencia no acierte con la elección más ajustada en cada ocasión.

Y es más, situados en el plano de lo puramente lingüístico, Saussure nos ha dejado la

herencia, plenamente aceptada por otros lingüistas, de que sólo por oposición hay valores en la

lengua, pero para que estos se puedan producir se necesita una base de comparación y sobre

ella se podrán observar las relaciones de inclusión, intersección y exclusión. Además de

fundamentarnos en el principio del binarismo, por ejemplo de las oposiciones de DÍA/NOCHE,

MAÑANA/TARDE, AMANECER/ANOCHECER, defendido por Jakobson (1956:60-65), mientras

que Trubetzkoy esté en contra y Martinet (1965:81-87) presente un sistema de seis términos

que distribuye en positivos (+), negativos (-) y neutro (0) (que podría corresponder a nuestro

Día-2, NOCHE, Día-1) y complejo positivo, complejo negativo y complejo polar (AMANECER,

ANOCHECER, ATARDECER). Aunque es comprobable que en estos seis términos se

producen, igualmente, oposiciones binarias: neutro o polar, complejo o simple, positivo o

negativo (7). El binarismo u oposiciones binarias es el principio más importante que gobierna

la estructura de la lengua, así nos lo confirman varios lingüistas como J. Lyons (1980:254) o

Ramón Trujillo (1980:179-180): «Si no se tiene en cuenta este notable hecho de los ejes

semánticos (binarios), resultan incomprensibles la mayor parte de las actuaciones lingüísticas

que comprobamos». Además, como nos enseña Coseriu (1976:35-55), dentro de un sistema

de relaciones semánticas hay una tensión opositiva más o menos vigorizada que oscila entre

valores polares y neutros. Si no se polariza se produce la neutralización que es un hecho de la

significación no de la designación, comprobado en DÍA que incluye 'día' + 'noche', y si no se

diferencian se produce el sincretismo como también admitimos en DÍA (Día-1 y Día-2).

No obstante, dentro de un paradigma las oposiciones pueden presentar situaciones

ambiguas, de modo que una palabra puede pertenecer simultáneamente a dos campos

semánticos (8) al oponerse a otras dos con un rasgo diferente, que las convierte en otros

signos. Además una misma palabra (9) contiene unidades significativas distintas si se opone a

unidades expresivas distintas.

De aquí, llegamos al principio de funcionalidad de Coseriu (1986:187-217) que se basa

en la solidaridad entre el plano del contenido y el plano de la expresión en el lenguaje en

general y en las lenguas. Así, no podrá haber una oposición de significados sin una oposición

de significantes, pero sí es posible una diferenciación de significantes sin una oposición de

significados. Por ejemplo, DÍA contiene unidades significativas distintas según se oponga a

unidades expresivas distintas: Día-1/SEMANA = 'temporalidad', Día-2/NOCHE = 'luz solar'.

Opera en campos semánticos o microestructuras diferentes. En el primer ejemplo la noción de

'temporalidad' sustenta la oposición 'Día'/'Semana' y es diferente de la segunda en la que 'luz

solar' es la base de la oposición Día-2/NOCHE. Por lo tanto el principio de funcionalidad está

condicionado por el de oposición en lo que concierne a los rasgos distintivos (10).

17

FUNCIONAMIENTO DE LAS NOMENCLATURAS

Si debido a la imposibilidad de gran parte de nuestro léxico de constituir estructuras, lo

único que logramos son definiciones objetivas, nos encontramos con las terminologías o

nomenclaturas que se caracterizan fundamentalmente por ser exclusivas, por ejemplo: PRIMA,

TERCIA, SEXTA, NONA; además son términos lingüísticos por su significante y su componente

gramatical y no, de forma clara, por su significado que se manifiesta como extralingüístico.

Hasta aquí es evidente, pero las dificultades comienzan al establecer los límites entre ellas y el

léxico ordinario ya que es patente el paso de uno a otro, aunque no muy frecuente, por

ejemplo, en una visión diacrónica, SEXTA, que es nomenclatura romana pasa a SIESTA, voz

del léxico común, así como MAITÍN, voz del léxico estructurado pasa a MAITINES, término

nomenclador eclesiástico. Y aún se pueden complicar más estos trasvases cuando un mismo

término pertenece, en una visión sincrónica a ambas modalidades, por ejemplo, DÍA, lexía que

puede funcionar como nomenclatura que designa ‘las '24 h. del día' y por ello pertenece a la

serie: «...HORA, DÍA, SEMANA, MES...» o puede funcionar como archilexía de nuestro campo

semántico (Día 1).

Dentro de este bloque léxico tendríamos que hacer la diferenciación entre nomenclaturas

populares (de oficios, agrícolas, temporales (Horas)...) y términos científicos y técnicos,

específicos de diferentes ramas del saber. Aunque se han querido englobar con las mismas

características, pensamos que pueden diferenciarse en su mayor o menor grado de objetividad

con relación a la realidad expresada, en ser más o menos etiquetas hechas.

Las terminologías científica van unidas a las ciencias, sus evoluciones marcan su

supervivencia o caducidad relativa, las variaciones de criterios clasificadores pueden llevar a

variaciones en las nomenclaturas. Por ejemplo, las nomenclaturas horarias romanas no han

llegado en su totalidad hasta el siglo XX, pues como opina Vidos (1965:263-264): «…aunque

estos términos envejecen jamás mueren». Esta afirmación se corrobora en las horas

nomencladoras romanas: PRIMA, TERCIA, SEXTA, NONA, pues, aunque varía su uso en el

siglos XIV y XV, por la aparición del nuevo sistema horario nomenclador, no se pierden

definitivamente, sino que se repliegan en los usos eclesiásticos e incluso perduran en zonas

aisladas como residuos de su uso temporal. Así, en Canarias registra Manuel Alvar (ALEICan-

II,Map.716) el término PRIMA con sus diferentes valores temporales, en los que ya no

funciona de modo tan evidente como tal nomenclatura.

Hasta el siglo XVIII son más abundantes las nomenclaturas populares como son las que

se registran en nuestro estudio. La irrupción de terminología científica y técnica va pareja al

progreso científico de tal modo que el número de términos, actualmente, debe de ser muy

superior al de las nomenclaturas populares; este aumento progresivo ha llegado a plantear una

cierta inquietud entre los lingüistas, como se advierte en Ramón Trujillo (1974:197-211).

Es una afirmación reiterada la idea de que las "terminologías científicas y técnicas" no

pertenecen al lenguaje ni a las estructuraciones léxicas del mismo modo que las palabras

18

usuales, sino que constituyen utilizaciones del lenguaje para clasificaciones diferentes de la

realidad o de ciertas secciones de la realidad, al no estar estructuradas del mismo modo, al no

seguir las normas del lenguaje sino las de las ciencias, las de las técnicas y las de la realidad

de las cosas, por tanto es un léxico, más bien, ordenado que no nos da ningún dato de

información de las cosas sólo las nombra. Pertenecen a la lengua por sus significantes y su

funcionamiento gramatical y por ciertas funciones léxicas de relación como la derivación.

Desde el punto de vista del contenido las clasifica Coseriu (1977:97-98) en subidiomáticas, por

pertenecer a ámbitos (11) limitados dentro de cada comunidad idiomática, y por otro lado

interidiomática (o virtualmente interidiomáticas) por pertenecer al mismo tipo de ámbito en

varias comunidades idiomáticas (por ejemplo, la estructura horaria numérica es común en

varios idiomas).

Estas características son las que facilitan la traducción, ya que los significados se

conocen en virtud de la ciencia o la realidad y la sustitución de significantes no es problemática

porque pueden ser calcos perfectos. Este hecho no ocurre igual, según hemos expuesto, con

los términos estructurados lingüísticamente. Estas terminologías se conocen en la medida de

que aumente nuestro conocimiento en esa ciencia y no en el mayor o menor grado de

competencia lingüística, por eso un médico o un matemático, por ejemplo, no tiene por qué

conocer qué es un "morfema" o un "sintagma" si no ha estudiado las taxonomías lingüísticas.

En cambio, las "nomenclaturas populares" sí son más generales y nombradas, forman

parte de las denominaciones cotidianas, como SALIDA DEL SOL, CANTO DEL GALLO,

conocidas por todos, igual que CABALLO, ARADO, etc. Estas clasificaciones populares que

pueden ser diferentes a las terminologías científicas o técnicas y sin embargo, intentan

imitarlas, son manifestaciones en el habla y se nota una tendencia descriptiva de las imágenes

de los objetos designados, por ejemplo,. en botánica junto a HORTENSIA, HYDRANGEA

HORTENSIA (términos cultos, técnico y científico respectivamente), está Flor de Mundo (forma

popular), las tres son nomenclaturas pero la versión popular es más descriptiva. También

puede influir en sus descripciones populares motivos subjetivos, como en el nombre técnico

TAGINASTE, científico ECHIUM SIMPLEX y el popular Orgullo de Tenerife. A similar

conclusión ha llegado Max Steffen (12) en "Nombres populares de algunas plantas canarias",

en donde nos da los nombres vulgares y técnicos del HYPERICUM y hace un estudio detenido

en su aspecto semántico como por ejemplo, en uno de los nombres populares, Corazoncillo,

que se debe a la forma acorazonada de las hojas, o Leña de brujas, por la importancia que

durante algún tiempo tuvo el hipérico en los conjuros como se refleja en el nombre palmero

dado. Sobre la diferenciación de estos vocabularios especiales es interesante la aclaración de

Fremiot Hernández (1987).

Estas determinaciones de la designación por medio de las cosas pueden llegar a una

fijación del significado en el plano de la Norma de la lengua, esta afirmación de Coseriu

(1977:105) la confirmamos en los ejemplos de las lexías compuestas de nuestro trabajo: SALIR

EL SOL, PONERSE EL SOL, u otras combinaciones posibles con otros verbos, ya que no son

justificables desde el punto de vista de la realidad, se conoce actualmente que el sol no es el

19

protagonista del fenómeno, pero la realidad ya es indiferente, las lexías se han situado con

fuerza en la Norma de la lengua, de tal forma que casi pueden ser manifestaciones del

«discurso repetido»(13) (lo que tradicionalmente está fijo en la expresión y no es cambiante)

que en estos casos pueden ser combinables y reemplazables como los elementos de la

«técnica del discurso» (13) (lo analizable sincrónicamente y estructurable) porque pueden ser

reemplazadas por palabras simples, como es evidente en SALIR EL SOL, RAYAR EL DÍA,

OCULTARSE EL SOL, pueden oponerse a ANOCHECER, ATARDECER, AMANECER y ser

reemplazadas por AMANECER, CLAREAR, ANOCHECER, ya que funcionan como verdaderas

«Perífrasis léxicas» (14) y como tales su estudio pertenece a la Lexicología, pero, nos asalta

la duda si estas perífrasis son nomenclaturas populares o unidades léxicas estructuradas. Ante

esto creemos que las llamadas "Nomenclaturas populares" tienen unos márgenes de movilidad

mayores que las terminologías científicas y técnicas, porque su único cambio va supeditado a

la parcela científica-técnica a la que pertenecen; pero, por el contrario, las populares son más

susceptibles de funcionar como términos estructurados o nomencladores e incluso de

incorporarse en un determinado momento a unos u otros; además de poder justificarse como

realizaciones propias de las diversidades motivadas por la arquitectura de la lengua (15).Estos

ejemplos ya los definió Ch. Bally: «A la norma pertenecen asimismo los «clichés léxicos», es

decir los sintagmas léxicos tradicionalmente fijados, pero no justificados por una necesidad

distintiva» que son estas combinaciones consagradas por el uso, SALIR EL SOL es un «cliché

léxico» desde muy antiguo y no es necesario al sistema que dispone de otra lexía simple,

AMANECER.

Otra característica de los términos nomencladores, como apunta Ramón Trujillo

(1974:206-207), es que no contraen implicaciones sintagmáticas y paradigmáticas, sólo

pertenecen a la clase gramatical.

De todas formas, como opina Baldinger (1970:54), la diferencia entre el léxico

estructurado, lingüístico, y el léxico nomenclador, terminológico, no es tan nítida como Coseriu

quisiera verla. De igual modo nos dice Ullmann (1972), que está de acuerdo con Coseriu,

pero se pregunta si las nomenclaturas populares, botánicas, zoológicas, etc. deben

equipararse a las terminologías técnicas y científicas; esta misma duda ya la planteamos, pues

sabemos cuántas etimologías populares y estructuraciones particulares hay depositadas en

esas nomenclaturas que confirman nuestro punto de vista ya expuesto sobre su diferenciación,

es más, especificamos como posible en relación con el contenido de estas nomenclaturas la

metáfora, sin embargo la polisemia es casi una enfermedad.

En las nomenclaturas no se produce el binarismo u oposiciones binarias tan importantes

en la estructura de la lengua, pero sí se pueden establecer otras relaciones de sentido entre

lexemas agrupados en conjunto, por ej. LUNES / MARTES / MIÉRCOLES /... /DOMINGO,

estas relaciones que las denomina J. Lyons (1980:270) de incompatibilidad (similar a lo de

término exclusivo de Coseriu) se trata de un contraste dentro de la similitud. Lyons igual que

Fillmore (16) (que afirma que sólo ha logrado hacerse una idea muy inadecuada de la teoría

europea actual de los campos semánticos) nos hablan de las estructuras seriales y cíclicas; en

20

esta ordenación seriada que se manifiesta en escalas, se ordenan de manera estricta, por

ejemplo las horas temporales, las nomenclaturas temporales romanas, PRIMA / TERCIA /

SEXTA / NONA. En las cíclicas podríamos encajar los períodos de tiempo como los "Días de la

semana" ('Lunes','Martes','Miércoles'...) porque se ordenan sus términos en sucesión esto

motiva que no sean analíticas: «...el miércoles viene después del martes» y «…el martes viene

después del lunes». El hecho de que exista DOMINGO como 'fin de la semana' no invalida su

estructura cíclica, así: « el día siguiente al Domingo vino Pedro» = ' lunes'. De esta manera, al

considerarlas, únicamente, como seriales ambas estructuras pueden ser operativas en el

mismo conjunto léxico. Fillmore en los ciclos representa series lineales pero cerradas y pone

como ejemplo: MAÑANA, TARDE, NOCHE y PRIMAVERA, VERANO, OTOÑO, INVIERNO

(17). Para nosotros no es igual el primer ejemplo que el segundo, porque MAÑANA se

superpone y al mismo tiempo se opone a NOCHE y no dispone, por tanto, de una estructura

circular cíclica ni lineal y, aunque en algunos momentos presenten una estructura cíclica, es

diferente desde el momento en que una lexía no descarta a la otra, como en los "días de la

semana" y las "estaciones del año".

Hay otro tipo de ordenación que nos da Lyons (1980:272), que es la que se establece en

relación «parte-todo» por ejemplo, 'segundo', 'minuto', 'hora', 'día', 'semana', 'mes', 'año'. En el

significado de cada una de ellas hay esta relación que Fillmore denomina series lineales, no

cíclicas.

Según ya hemos expuesto, no todas las oposiciones son binarias como serían,

especialmente, las estructurables; cuando abarcan más términos son las «taxonomías

múltiples» (Goeffrey Leech 1974:127-128) que son las series de tecnicismo (Oro, Cobre,

Hierro, Mercurio = Metal), los meses del año o las jerarquías numéricas de horas; estas son,

como toda taxonomía, categorías exclusivas que pueden dar lugar a contradicciones y

relaciones incoherentes:«El lunes pasado fue martes» en donde está clara su incoherencia, e

igualmente contra- dicciones: «Las seis horas es antes de las tres horas» e incluso tautologías:

«El domingo es el día siguiente del sábado» o «anterior al lunes». Existen, como dice Adrados

(1975:128), dificultades para fijar la noción que organiza toda la cadena, pues, a veces, da la

sensación de que los términos se oponen entre sí con matices diferenciales no muy uniformes.

Las oposiciones en cadena son graduales que, según Ramón Trujillo (1976:185-189), son las

menos lingüísticas; pensamos por ello que estas llamadas «oposiciones graduales» tienen

similitud con las «incompatibilidades» de Lyons, que es una relación léxica igual que la

oposición y que, como ya hemos indicado anteriormente, consiste en un contraste dentro de la

similitud.

Hasta aquí hemos intentado ir delimitando, con el apoyo de las ejemplificaciones, estos

dos bloques léxicos estructurados y no estructurados, cuya dificultad inicial en su diferenciación

es palpable dada la proximidad de la función léxica con la realidad designada por los lexemas.

Ello ha motivado que algún lingüista joven, como H. J. Niederehe, haya intentado recuperar

para la semántica lingüística las terminologías técnicas y científicas, porque no encuentra

separación absoluta entre los tipos de léxicos y se opone abiertamente a Coseriu; del mismo

21

modo G. Bossong se opone a la tesis de Coseriu de que en las terminologías la significación

coincide con la designación. Ante esto, Coseriu, en un artículo que titula "Palabras, cosas y

términos"(18) sienta las bases de sus criterios utilizando para ello los términos de nuestro

campo lexemático: DÍA, NOCHE, CREPÚSCULO, y deja claro que la designación no es la

referencia a lo extralingüístico como tal sino la contribución del conocimiento de las cosas al

hablar. Pero no se cierra con Coseriu este problema, pues en el quehacer de los

transformacionalistas actuales se está iniciando un proceso de reducir el significado a los

estados de cosas extralingüísticas designadas en el habla, dejando totalmente descuidado el

plano funcional de la lengua y como insiste Coseriu, (1977:185 y ss) la distinción entre

significación y designación corre peligro de perderse por completo, ante las llamadas

«restricciones semánticas» que van aumentado el confusionismo entre ambas, al identificar el

significado con el objeto real designado, y lo que es verdaderamente lingüístico no se está

entendiendo y valorando, sólo se revaloriza lo designativo. Además de esta corriente están

surgiendo nuevas tendencias (especialmente americanas) que siguen la misma trayectoria, por

lo cual Coseriu (1990:239-282) ha levantado nuevamente su voz contra la llamada semántica

«cognitiva» o Semántica de los «prototipos», muy desarrollada en los últimos años no sólo en

EE.UU. sino también en Europa (19), cuyos fundamentos teóricos son de la sicóloga Eleonor

Rosch (20) que ha querido unir lo psicológico con lo lingüístico; se opone al análisis

componencial y se pretende hacer una verdadera revolución "roschiana" no sólo en semántica

sino también en los conocimientos de los universales. Esta «semántica de los prototipos» se

basa exclusivamente en sus relaciones de designación con respecto a las cosas, sin diferenciar

ni distinguir entre léxico estructurado y léxico no estructurado y es más, estudia con preferencia

las nomenclaturas y terminologías, considera todo el léxico como nomenclatura y por lo tanto

ignora la neutralización, fenómeno tan característico en las estructuras de la lengua y que sólo

es identificable en las relaciones opositivas del significado.

Comete un error, como señala Coseriu, al identificar y confundir las clases objetivas con

las categorías mentales y le atribuye a estas últimas la gradualidad que es propia de las clases

objetivas: El paso de gradualidad se da entre el día y la noche como hecho objetivo, no entre

los significados 'día' y 'noche'. La continuidad es de las cosas y de sus propiedades, no de los

significados y de los rasgos semánticos (Coseriu 1990:270). Pero el error más grave que

comete, y el más elemental que se puede cometer en semántica, es el de confundir

significaciones con las cosas designadas.

En la última década del siglo XX siguen las posturas encontradas en esta distribución

léxica, tan evidente para los estructuralistas europeos y tan ignorados o con un enfoque

diferente en la semántica norteamericana. Cada postura tiene sus justificantes, sus

planteamientos son contradictorios. Eugenio Coseriu (1990:281) junto a la defensa de su

quehacer lingüístico aboga para que se haga una lingüística esqueológica (del griego

σkєvos=cosa), una lingüística de las cosas que incluso abarque dominios de la gramática

(muchos aspectos gramaticales del hablar están determinados por el conocimiento de las

cosas) pero debe ser estudiada sólo como disciplina auxiliar de la "lingüística del texto" (para

22

determinar lo extralingüístico del habla), para que nunca se confunda con la lingüística de las

lenguas, con la única semántica posible. Pues, de lo contrario, pensamos que el confundirlo

sería no hacer una ciencia de la semántica y retroceder a los orígenes de la concepción del

mundo clásico, que ignoraba la diferenciación entre el léxico estructurado y el léxico no

estructurado al no poner límites entre lo lingüístico y extralingüístico, como parece que

defienden ciertas tendencias actuales, por ejemplo, las de enfoque pragmático.

N O T A S

1.- Así nos lo recuerda John Lyons, Introducción a la lingüística teórica, Barcelona, Teide, 1972, pág.5.

2.- San Isidoro, Etymologiarum, damos la versión española de José Oroz y M.A. Marcos Casqueros, Madrid, Edit.

Católica, 1982.

3.- Gottlob Frege, Estudios sobre Semántica, trad. de Ulises Moulines, Barcelona, Ariel, 1984, págs. 64-65.

4.- Nos referimos especialmente al estructuralismo europeo.

5.- Lexicología tradiciones y estudios de Semántica actual norteamericana. Nos remitimos al apartado teórico, págs. 4l-

44.

6.- Charles J. Fillmore, Proceedings of the Parassesion on the lexicon , "on the organization of Semantic Information in

the lexicon", Chicago, CLS, 1978, págs.148-173.

7.- Cfr. en Benjamín García Hernández, 1980, nota 22, págs.32-33.

8.- Coseriu (1977b) define campo semántico: «paradigma constituido por unidades léxicas de contenido (lexemas) que

se reparten una zona de significación común y se encuentran en una oposición inmediata unas de otras», pág.

170.

9.- El concepto de palabra es examinado por Gregorio Salvador (1990:352), Dolores Corbella (1986:65) y John Lyons

(1981:45-61).

10.- Benjamín García Hernández (1980), págs. 39 y ss, recoge los "Principios de lexemática" según establece Coseriu

(1976: 222 y ss).

11.- Para Coseriu (1977b:100-101), «ámbito» es el espacio en el que se conoce o no un objeto material o inmaterial,

como elemento de un dominio de la experiencia o de la cultura. Frente al «ámbito» está la «zona lingüística» que

es el espacio en el que se conoce y se emplea una palabra como signo lingüístico. El «ámbito» puede ser más

estrecho que la zona correspondiente o, por el contrario, incluirla.

12.- Max Steffen, en su Curso monográfico "Nombres populares de algunas plantas canarias", Cfr. en J. Régulo Pérez,

Rev. de Historia, T. XIII, nº 77, (Enero-Marzo 1947), La Laguna.

13.- Coseriu (1977b:116-117).

14.- Recogemos de Coseriu (1977:117), Perífrasis léxicas son todo sintagma capaz de funcionar en un campo léxico

como unidad opuesta a palabra simple.

15.- (Idem: 118-119), Arquitectura de la lengua es el conjunto de diferencias internas de la lengua histórica (Diatópicas,

Diastráticas y Diafásicas).

16.- "Quaderni de Semántica" 12, págs.226-230, Cfr. en Coseriu: "Semántica estructural y semántica cognitiva".

17.- Cfr. Ignacio Bosque: "Sobre la teoría de la definición lexicográfica", en Verba, 9, 1982, pág.109.

18.- In memoriam Inmaculada Corrales, La Laguna, 1987, págs. 175-185.

19.- B. Pottier se confiesa partidario de la Semántica Cognitiva, ya que para él es la verdadera semántica. Declaración

hecha en el curso de "Semántica léxica", dado en el Instituto Universitario de Lingüística "Andrés Bello" de la

Universidad de La Laguna, 27 de Abril a 8 de Mayo, 1992.

20.- Eleonor Rosch, "Natural categories" en Cognitive Psychology, 1973.

76

E D A D M E D I A

SIGLOS VII-XV

« Las lenguas no comienzan a escribirse por estar altas y maduras, pues no son las

lenguas, sino las vidas de los hombres quienes maduran»

Américo Castro

77

Al intentar entrar en ese mundo oscuro y amplio de la Edad Media, se nos presentan

dificultades de documentación, ya que sólo disponemos de obras literarias, glosarios,

vocabularios de obras concretas y algún diccionario como el Universal Vocabulario de A.

Palencia (1490), El Vocabulario de Romance en Latín de Nebrija (1516) y muy especialmente

para el latín medieval de sus inicios las Etimologías de San Isidoro de Sevilla, obra

importantísima por ser lo poco que tenemos para conocer esa época, ella es el mejor ejemplo

del latín del siglo VII y nos sirve de puente entre el mundo clásico y el medieval, por eso nos

identificamos con Menéndez Pelayo cuando dice: «Colocado entre una sociedad agonizante y

moribunda y otra infantil y semisalvaje, pobre en artes y de toda ciencia, y afeada además con

toda suerte de escorias y herrumbres bárbaras, su gran empresa debía ser transmitir a la

segunda de estas sociedades la herencia de la primera. En el siglo VIII cuando España fue

invadida por los árabes, en esta remota provincia romana terminará la cultura clásica y son las

Etimologías la huella de la duradera latinización de la Península Ibérica».

De aquí que nos encontramos en el español medieval con dos corrientes que se cruzan,

se superponen y se confunden, que son: El latín, que continúa como lengua culta y el romance

incipiente que, como lengua vulgar, quiere madurar para adquirir fuerza, pero antes tiene que

luchar con todas sus vacilaciones ortográficas y de contenido. Y es precisamente este último

aspecto el que más nos interesa, por no decir el único, en nuestra investigación, sometida a las

presiones ejercidas por una u otra lengua, entre las que intentamos sacar el origen, primera

estructuración de nuestro campo semántico y la distribución de aquellos términos que

funcionan en él.

Además, ese latín se apoya, especialmente en esta etapa de la Edad Media, en el

empuje que la Iglesia ofrece a la cultura y pensamiento de entonces, ya que gran parte de la

cultura medieval está fundamentada en la tradicional dualidad latino-cristiana y será un fiel

reflejo de ella el panorama lingüístico; por ello, se justifica en la lengua castellana el uso y

mantenimiento de varias de nuestras lexías. Y, aunque a partir del siglo XII se encuentren

documentos y obras literarias totalmente redactadas en romance, es cuando se puede afirmar

que el latín medieval ha perdido conciencia de unidad porque sus límites son contradictorios,

como nos lo demuestra el estudio de los glosarios latinos-medievales en los que leemos, por

ejemplo VESPER,-ERIS: «qualquiere ora del día». Así, hay una maraña de términos que nos

confunden y nos acercan más al problema lingüístico de ese mundo que se debate entre dos

grandes presiones, como su poder y su deseo innovador y popular frente al conservadurismo

culto impuesto por el latín. Y ese mundo entre dos tendencias es la Edad Media.

En este primer corte, aparentemente sincrónico, de nuestra Edad Media hemos seguido

de forma paralela la evolución de los restos latinos junto a la realidad de la lengua española en

la que detectamos tres pequeñas variaciones: (véase panorámicas I y II de usos de lexías)

1º.- Hasta el siglo XII, una mayor convivencia con el latín.

2º.- En el siglo XIII deseo de autonomía con el gran apoyo de Alfonso X.

3º.- Siglo XV etapa de transición.

78

Las tres épocas las estudiamos de manera continua, incluidas en un mismo corte

sincrónico, quizás artificial, porque tememos no tener suficiente espacio en cada una de ellas

para llegar a unas conclusiones que nos aporten cambios en la estructura del campo, dada la

dificultad de documentación y las razones antes expuestas de falta de claridad y unidad

lingüística.

RELACIÓN DE TÉRMINOS RECOGIDOS EN EL SIGLO XII Albores, Alvores

Alva

Al Alva de la man

Crebar albores

Crieban los albores

Amaneçio

Remaneçio

Ixie el sol

Apuntare el sol

Salie el sol

Venie la mañana

Rayar el sol

Sol quiera rayar

Día

De día

Día de cras

Día de mannana

Ora de medio día

Mannana

Man

Matino

Matines

Cras

Cras a la mannana

Cras mañana

Gallos mediados

Noche-Noch

De noche - de noch

Anochesca

Trasnochar

Trasnochados

Puesto el sol

Cantar los gallos

79

Los segundos gallos

Mediados gallos

Vigilia

Oración

Prima

Ora terçia

Almorzar

Yantar

A través de esta lista de lexías usadas, fundamentalmente, en el Poema de Mio Cid, se

puede plantear la hipótesis de que la abundancia de perífrasis, que funcionan como verdaderas

lexías complejas, justifica la pobreza lingüística del momento, que se acentúa con el limitado

número de términos usados. E incluso en varias de ellas notamos relaciones temporales-

espaciales que funcionan fusionadas: SALIR EL SOL, VENIR LA MAÑANA, EL SOL QUIERE

RAYAR, además de la presencia de verbos.

RELACIÓN DE TÉRMINOS A PARTIR DEL SIGLO XIII Albores-alvores

Alvorada

Amanescer-amaneçer

Amasco

Anochecer

Aurora

Cena

Cenado-a

Cenar

Cutiano

Cras

Declinar

Día

Gallo (canto del)

Gallos primeros

Hora

Levantar-levar-lievar

Luna

Matutino-a

Matino

Matinas-Matines-Maitines

Matinada

Matinal

Meridiana

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Merenda-Merienda

Madurgada-Madrugada

Madurgar

Medio (medio día)

Meidia- Meydia

Mannana

Man

Noche-nochi-noch

Oratión-oraçión

Oi-oy

Ora-oras

Orto

Prima

Siesta-Siesto

Sonochada

Sol-Solano

Terçia

Trasnochada

Trasayunar

Tiniebra

Tocar (viesperas tocas)

Vesperada

Velar

Velador

Vigilia

Vies-peras-vísperas

Yantar

Según este listado, se gana en precisión, no abunda tanto las lexías complejas y

aumenta el número de términos usados. Nuestra hipótesis es que se inicia una etapa que

empieza a madurar lingüísticamente.

En la relación de frecuencia dada por Dolores Corbella en su Estudio sobre el léxico del

Libro de Apolonio, se mantiene el siguiente orden:

FT FT

Día 31 Romanescer (v) 2

Ora(Hora) 23 Tarde (sust.) 2

Comer (v) 9 Yantar (sust.) 2

Yantar (v) 8 Çena (sust.) 1

Manya 5 Çenar (v) 1

81

Manyana 5 Madurgar (v) 1

Oraçion 5 Madurguada(sust.) 1

Comer (sust.) 4 Matinada (sust.) 1

Tarde (adv.) 3 Noche (sust.) 1

Almorzar (v) 2 Terçia (sust.) 1

Amanesçer (v) 2 Cutiano (adv.) 1

Mediodía (sust.) 2

DIES- DÍA.

Es la lexía más registrada, así lo constatamos a través de nuestras fuentes

documentales, no obstante, nuestras posibilidades de comprobación léxica se ven muy

limitadas ante la falta de documentación, especialmente en los inicios medievales, porque,

hasta que podemos encontrar un texto escrito, tenemos que dar «un salto en el vacío» como

expresa muy acertadamente Cristóbal Corrales (1977:307) y cuando disponemos de ellos se

dificulta su estudio por la convivencia de dos sistemas léxicos: el latín que se sigue usando

como lengua culta y el incipiente romance que se fundamenta en el latín vulgar y que madura

su autonomía lingüística. Por ello, para conocer la estructuración de nuestro campo lexemático

en la Edad Media tenemos que seguir rastreando ese latín tardío.

Raimundo de Miguel en sus "Sinónimos latinos" nos dice: «Dies, designa el tiempo como

duración prolongada indefinidamente, con abstracción de toda clase de cualidades» =

Tempus», definición que aunque no concreta y no nos satisface, nos ayuda a detectar en esta

lexía latina una diferenciación gramatical de género que se convierte en un rasgo distintivo

semántico (ver capítulo del latín) pues se puede decir: «Dies hic»,«dies haec» junto al deíctico

que ayuda a su significación 'este día', que cuando es masculino indica, casi siempre, 'un día

determinado': «dies tertius» y este género es el exclusivo para el plural, mientras que el

femenino indica 'un tiempo' o 'día indeterminado'. Esta dualidad génerica la comprobamos en

el Officium parvum Beate Marie et officium defunctorum conocido por «Libro de las Horas» joya

bibliográfica del arte gótico conservada en la Universidad de La Laguna (1) del que recogemos:

«(...)revertetur in terram suam in illa die», «In die ac nocte granata», «Tota die exprobrabant»

junto a: «Per singulos dies venediam» en donde se manifiesta claramente su doble presencia

de género y como en plural se prefiere el masculino. Además de estas variaciones

morfológicas que se reflejan en su contenido, contamos con otra doble posibilidad significativa,

diferenciada ya en San Isidoro de Sevilla en sus Etymologiarum del siglo VII, antes no hemos

podido documentarnos, dice así:

«1.- Dies est praesentia solis, sive sol supra terras, sicut nox sol sub terris. Ut enim dies

aut nox sit, causa est aut supra terram sol, aut sub ternis. Dies legitimus viginti quattuor

horarum, usque dum dies et nox spatia sui cursus ab oriente usque ad alium orientalem solem

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caeli volubilitate concludat. Abusive autem dies unus est spatium ab oriente sole usque ad

occidentem.

2.- Sunt autem dici spatia duo, interdianum atque nocturnum; et est dies quidem

horarum viginti quattuor spatium autem horarum duodecim.

3.- Vocatus autem dies dies a parte meliore. Unde et in usu est ut sine commemoratione

noctis numerum dicamus dierum, sicut et in lege divina scriptum est: génesis l.5:«Factum est

vespere et mane dies unus» (2).

Sus aportaciones nos afianzan la duplicidad de acepciones: La primera se define en

función de su sema temporal «Consta de veinticuatro horas», «desde que el sol aparece por

oriente hasta su siguiente orto»; la segunda afirma que DIES se compone de dos partes de

doce horas: INTERDIANUM y NOCTURNUM ('diurna' y 'nocturna') (véase gráfico nº 6) y que se

llama DIES a la mejor de las dos partes, se omite NOX.

De aquí, llegamos a la conclusión de que, se define fundamentalmente Dies-1 y que en

el habla se impuso la 2ª acepción que, además de indicar temporalidad limitada, añade el sema

específico 'la presencia de luz solar'. Desde este dato podemos, en su contenido, señalar que

continúan las dos variedades latinas de DIES que diferenciamos así:

Dies-1 = 'duración de 24 horas'

Dies-2 = 'duración de 12 horas' + 'luz solar'

Ambas se inician en el mismo punto, 'cuando hace su aparición el sol sobre la Tierra',

sólo varía el momento de finalizar porque Dies-1 no tiene el sema específico de 'luz solar' y

además incluye a Dies-2 (véase gráfico nº 6).

Sobre el inicio de DIES aclara San Isidoro:

«4.-Dies secuncum Aegyptios inchoat ab ocassu solis; secundum Persas ab ortu solis;

secundum Athenienses a sexta hora diei; secundum Romanos a media nocte. Unde et tunc

gallicinium est, quorum vox diei ostendit praeconium, quando et mesonyctius afflatus fit» (3).

En el siglo XV, Alfonso de Palencia (4) confirma la observación de San Isidoro: «El día

según los egipcios y los caldeos comiença desde prima noche fasta comienço de otra noche; y

segund los romanos desde media noche quando cantan los gallos y segund otros desde medio

día...». Sacamos la conclusión de una mayor tendencia nomencladora en atenienses y

romanos al estructurar sus horas (sin fijarse en la naturaleza), los primeros parten del espacio

de DIES y otros de NOX; los egipcios y los persas se fijan más en la evolución natural

considerando que DIES se inicia con 'la luz solar', (Persas) y 'falta de luz solar' (Egipcios), San

Isidoro expresa un concepto similar a los Persas (véase gráfico nº 7).

83

84

85

En la delimitación de la lexía DIES es constante 'la presencia del sol', así lo indica San

Isidoro: «Solem per se ipsum moveri, non cum mundo verti. Nam si fixus caelo maneret omnes

dies et noctes aequales existesent; sed quoniam alio loco cras occasurum, alio occidisse

hesterno videmus, apparet eum perse ipsum moveri non cum verti... oriens diem facit, occidens

noctem induat» (5).

Las lexías DIES/NOX están en oposición por sus sememas 'presencia de luz solar' o 'no

presencia de luz solar', aunque DIES por su duplicidad significativa parece más dominante en

su relación. En la reseña de San Isidoro nos deja entrever que ambas lexías no funcionan con

una precisión nomencladora de un momento numérico concreto de día, sino sólo con la

presencia del sema específico 'luz solar' o 'no luz solar'. Insiste San Isidoro en el apartado

"sobre los efectos del sol": «Sol oriens diem facit, occidens noctem inducit, nam dies est sol

super terras, nox est sub terras. Ex ipso enim sunt horae: ex ipso dies, cum ascendent; ex ipso

etiam nox, cum occiderit; ex ipso menses et anni numerantur; ex ipso vicissitudines temporum

fiunt» (6) Aquí se confirma la oposición DIES/NOX.

Había un absoluto desconocimiento del latín durante la Edad Media, Américo Castro (7)

nos permitirá saber algo acerca de ello. Al consultar el término DIES nos dice, ver: «asidue,

jupiter, evax, nudius tertius, nuper pridie, dietium, diurnus, epatis, auge, perendie, predie»,

todos estos términos encontrados en los Glosarios latino-españoles de la Edad Media nos

demuestran su confusionismo, no hay unas normas establecidas, se mezclan términos latinos

y formas nuevas romances, queda atrás la claridad de los romanos e incluso la de San Isidoro.

Menéndez Pidal en los Orígenes del español nos habla de la lengua de la península

Ibérica hasta el siglo XI y señala que en un único Cancionero de Zéjeles de Ben Guzmán (8)

en el estribillo de una albada mozárabe se lee: «Alba, alba de luz, en una die», aquí la lexía

DIES está usada en género femenino y con el significado señalado anteriormente de Dies-2

'cuando hay luz', pero no sabemos cuando acaba. Esto confirma nuestra hipotética impresión

de que el género femenino indica el término marcado e intenso.

Entre notarios se registra las expresiones «ex oidierno die vel tempore», construcción

semejante al latín clásico que usa el masculino 'un día determinado' «dies quartus» y el

femenino 'un día indeterminado' «dies longa» y que se mantiene esa diferenciación

morfológica-semántica hasta el siglo XV = Dies-2 (véase gráfico, nº 6).

La forma romance DÍA (9) aparece registrada por primera vez en documentos de latín

vulgar, datados en 978 (Oelschläger) (10), esto lo confirman Corominas- Pascual (DCECH),

Martín Alonso (EI), Corripio (DEGLC), los cuales dicen que DÍA < latín DIES, (siglo X)

'periodo de 24 horas'. En sus acepciones nos dan, únicamente, la del sema temporal, no la de

'presencia de luz solar'. Este dato es una base para nuestra idea hipotética de que Día-1 está

presente en el nivel de lengua y Día-2 se impone en el habla coloquial, porque quizás la

Iglesia con su simbolismo de 'luz' le ha dado fuerza, ya que en la Biblia DíA significa 'el día del

Señor'. No obstante, hemos registrado una definición en la Biblia, Gén.1, 14, 16 que afirma:

«Día natural es aquel que dura mientras el sol está sobre el horizonte y se opone a la noche».

Así nos lo confirma Damián Iguacen Borau en DPCI que recoge la siguiente cita de San

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Ambrosio: «Si tú recibes la Eucaristía cada día, cada día se transformará para ti en el día. Si

hoy Cristo está contigo, también hoy él resucita para ti: el día ya es llegado» y « Para todos

aquellos que han sido hechos fijos de la luz e hijos del día que ha de venir, el día del Señor».

Alfonso de Palencia (1490) especifica: «Dies: El día legítimo contiene xxiiii horas; y en otra

manera acostumbran dezir un día el espacio que el sol nos luze desde oriente a occidente».

Esa expresión de Palencia «... en otra manera acostumbran decir» prueba que, aún en el siglo

XV, no es aceptada plenamente Día-2, aunque se registra por la fuerza del uso en el habla y la

colaboración del simbolismo eclesiástico.

Martín Alonso en (DME) y (EI) define la lexía DÍA: « Tiempo que el sol emplea en dar

aparentemente una vuelta alrededor de la tierra», sin incluir la que observamos anteriormente

en Día-2, adjunta otras acepciones que no nos interesan por no desviarnos del objetivo

fundamental de nuestro trabajo, y sólo en la acepción nº 6 recoge «Día e Noche», siglo XV =

'por mucho tiempo' (adverbio), que no nos aclara demasiado, pero registra la oposición «Día e

Noche». Sólo en la acepción nº 2 de (EI): «s. XVI al XX, tiempo que dura la claridad del sol

sobre el horizonte» que hace referencia a Día-2. Por lo tanto a través de lo constatado en los

diccionarios y vocabularios pensamos que Día-2 termina por imponerse y aceptarse en la

lengua a partir del siglo XVI, aunque se usaban con anterioridad, la registramos desde el XIII

en nuestras citas literarias.

Menéndez Pidal (11) recoge una serie de textos anteriores al siglo XI que nos han

servido de fuentes en esta etapa tan oscura y difícil, ante la falta de textos en los que poder

estudiar nuestras lexías. Estos son las Glosas Silenses (2º mitad siglo X), Documentos

notariales, inscripciones sepulcrales y Fueros como el de Avilés; en todos los ejemplos

sacados de ellos la lexía DÍA parece señalar únicamente 'temporalidad' junto con otros valores

significativos que conforman diversas variantes 'tiempo indefinido', 'vida'...etc. que se apartan

del eje sémico de nuestro campo. Por ejemplo, en el Auto de los Reyes Magos se usa con la

indeterminación 'en su vida', 'tiempo indeterminado', en cambio en el Fuero de Avilés: «unas

buscar ire oi toth lo dia e darlo lei» pág .64, en donde la temporalidad es más precisa, creemos

que hace referencia a la unidad '24 horas'. En Disciplina Clericales está la versión latina y

romance y las estudiamos como la misma lexía: «encerró una perrilla dentro de una cámara e

la fizo estar tres días sin comer» pág. 127, y la versión latina: «Et caniculam quam apud se

habebat duobus diebus ieiunare coegit et die tertio» pág.33. En ambos contextos expresa

temporalidad limitada '24 horas' que es nuestro Día-1. No obstante, en otros ejemplos se

manifiesta de forma clara la oposición DÍA/NOCHE, fundamentada en sus semas 'presencia de

luz solar'/ 'no presencia de luz solar'; a esta variante la seguimos reconociendo como Día-2 y

es frecuente en el Poema de Mío Cid: 311 «El día es exido, la noch querié entrar»pág.123,

semejante oposición se establece en las categorías adverbiales: DE DÍA/DE NOCHE.

La lexía JORNADA tiene un significado muy cercano, parece sinónima de Día-1 o quizás

de Día-2, implica un sema temporal, su género es femenino y significa 'el camino que se hace

durante un día'; probablemente es tomada de las lenguas galorrománicas donde JORNADA

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deriva de JORN = 'día'. Concretamente en Santa María Egipciaca (920) pág.135, (660)

pág.128, y similares ejemplos tenemos en Berceo, Santo Domingo (516) pág.56; es traducción

de «jorneé» que está en los manuscritos franceses y quizás de aquí venga «Jour» y «Giorno»

del francés e italiano, respectivamente, y con el contenido significativo de Día-2.

En el siglo XIII existe la misma dualidad significativa que hemos indicado en latín; se

afianza la forma romance DÍA que, aunque está muy usada con acepciones que implican

temporalidad poco concretas como: «hoy día», «cada día», «en sus días»,etc., existe la

dualidad Día-1, Día-2, que son las únicas variantes que nos interesan en nuestra búsqueda:

Día-1 (-)

Día-2 (+) Día-2 NOCHE

Así que, a partir de aquí, ya podemos ir marcando la estructura de nuestro campo, en el

que Día-1 se perfila como término extenso que incluye a Día-2, que es el intenso y marcado y

manifiesta una oposición privativa de exclusión con NOCHE.

En el siglo XIV sigue la misma estructuración, los ejemplos son abundantes de Día-1,

pues sólo en el Libro de Buen Amor presenta una frecuencia superior a las cien veces, además

de las que están usadas como otras variantes. La lexía JORNADA sigue junto a DÍA aunque

con menor frecuencia, a pesar de que ya se le está marcando el sema 'trabajo de un día',

'camino de un día', pero aún en nuestra lengua no ha logrado quedarse solamente con el sema

'temporalidad' como en francés JOUR, italiano GIORNO.

Las construcciones adverbializadas DE DÍA / DE NOCHE, que originariamente se

oponen, pueden neutralizarse en «de día y de noche»= 'constantemente' según constatamos

en el Libro de Buen Amor: « De noche é de día allí sea el estrado» II, pág.156.

En el siglo XV ya Nebrija nos resume todas estas variantes de usos en su Vocabulario

de romance en latín: Día natural es de xxiiii oras = Dies -ei. Día artificial es de xii oras = Dies -

ei. Día y Noche (Adv.) = Diu noctusque. Jornada es 'el camino de un día' = Iter diei. Con el

auge del latín en este siglo, se estudia y se traduce. Nuestra estructura romance, a fines de la

Edad Media, es similar a la latina así expuesta en DIES-EI. Existen las dos variantes (Día-1,

Día-2) que son definidas por Día natural y Día artificial que entre los romanos era Dies civiles y

Dies naturalis respectivamente, aunque ahora ha cambiado la importancia de su delimitación,

porque no podemos afirmar que Día-2 se use atendiendo únicamente a su temporalidad

nomencladora como señala Nebrija, cuando especifica que es de '12 horas', sino que su uso

está más en función de su sema 'luz solar' expuesto por San Isidoro y confirmado en nuestras

fuentes.

De todos modos, en todas las citas recogidas de la Edad Media se manifiesta la

presencia de DÍA como unidad temporal, unas veces limitadas y otras no, pero solamente se

precisa cuando se refiere a las 24 horas. Así era su significado desde el latín y sigue en la

época actual, quizás, por poder tener un valor nomenclador se ha mantenido con tanta fuerza y

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constancia, pero sólo en esa variante, porque junto a ella existen otras de temporalidad no

precisa, similar a los orígenes medievales.

En la Celestina recogemos: «CEL-Loco es, señora, el caminante que, enojado del

trabajo del día, quisiesse bolver de comienço la jornada para tornar otra vez aquel lugar»

pág.169, en la que JORNADA hace referencia a Día-2.

Las acepciones encontradas de DÍA son las siguientes según nos confirma los datos

aportados por los diccionarios:

l.- Tiempo indefinido

2.- Edad

3.- Vida

4.- Actualidad

5.- Momento

6.- Temperatura, clima

7.- Santo, su día

8.- Tiempo limitado (24 h.)

JORNADA

9.- Tiempo que hay luz solar

En nuestras citas, sólo justificamos las de los puntos l, 3, 4, 5, 8y 9, las restantes no la

podemos confirmar en la Edad Media aunque sí en el siglo XX; pero de ellas, sólo nos

interesan las expuestas en los números 8 y 9.

Aún en el siglo XV existe vestigio del latín, R. Menéndez Pidal en La lengua de Cristóbal

Colón. pág. 15 nos documenta esto con una redacción en lengua latina del joven Colombo en

Génova hecha por un notario y las únicas palabras textuales, que esas actuaciones le

atribuyen, están en latín: «Interrogatus si est de proximo recesurus respondit: «Sic, die crastino de mane pro Ulisbona» (l2).

Esto prueba que nuestra lengua sigue una evolución paralela a la latina, que está vigente

y adquiere ahora fuerza. En las obras literarias de este siglo se registra la dualidad Día-1,

Día-2 que en un principio no aparecía muy claramente definida, se impone el concepto de

inclusión y oposición, no marcado con anterioridad de forma tan manifiesta.

Los adjetivos siguen la estructuración latina, se mantienen Diurnus>diurno, junto a

quottidianus> cotidiano, cutidiano y las adverbiales cotiano, cutiano con un significado similar

'diario', 'día a día', así lo usa Berceo en Santo Domingo, San Millán, Milagros de Nuestra

Señora, Sacrificio de la Misa, y el Libro de Apolonio, con lo cual estamos de acuerdo con la

aportación de Dolores Corbella que justifica la datación del término CUTIANO en el siglo XIII

(1220-50, Berceo) y no en el siglo XV (1444, Juan de Mena). Aguado señala en Juan Ruiz el

uso de cotiano 'de cada día' y en el Evang. de San Mateo: «Nuestro pan cutidiano nos da oy».

Señala V. García de Diego en "Etimología españolas" (RFE VII, 1920: 113-149) que: «el

aragonés conoce cutio 'diario', 'constante' y cutiano < cottidianum de la misma significación» y

Dolores Corbella (1986b: 355) nos confirma que con él coinciden varios autores al tratarlo de

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aragonesismo y que fue de uso general en toda la Edad Media como lo atestiguamos en

Berceo, Alfonso X el Sabio, Libro de Alexandre, Libro de Apolonio, en el Cancionero de Baena,

etc., pero pronto fue sustituido por cotidiano, que según Corominas fue documentado en la

segunda mitad del siglo XIII y lo relegó completamente al ámbito del aragonés.

DIURNO que en latín era 'lo relativo a cada día', 'diario', y así en las glosas estudiadas

por A. Castro se encuentra diurnus: 'cosa de cada día' (E.2227), DIURNUS = QUOTIDIANUS.

En la lengua romance, concretamente en El libro conplido en los iudizios de las estrellas se

presenta como opuesto a NOCTURNO < NOCTURNUS y que según Ernout-Meillet (13) (s.v.

Diurnus), «diurnus» se hizo por analogía a él y se confunde con «Diuturnus» y así se justifica

en los ejemplos de la anterior obra citada: «Los luminosos son dos: Luminar diurno e luminar

nocturno» pág.23 o «quando el sol en las nacencias diurnas o la Luna en las nacencias

nocturnas.» IV. pág.197, similares ejemplos están en IV, pág.162 y I, pág. 47, con lo cual ha

habido una variación significativa con respeto al latín, que intentamos esquematizar:

LatínRomance

Dies-1 QUOTIDIANUS Día-1 COTIDIANO

DIURNUS Día-2 DIURNO

Dies-2 INTERDIANUS (Asimilan semas específico)

(Recogen los semas específicos). (gráfico nº 8)

Los adjetivos se caracterizan por marcar el sema específico del sustantivo. Hay, por

tanto, en ellos transposiciones, que es una relación orientada en sentido único.

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91

CONCLUSIONES

1.-Aunque en el latín ya hicimos constar la existencia de Dies-1, Dies-2, San Isidoro aún

señala como significado fundamental 'el tiempo de 24 horas' = Dies-1 y aunque hace referencia

a Dies-2 'espacio de tiempo iluminado por la luz solar', dice que es «abusivo» este uso. Esto

nos hace pensar que posiblemente ha cambiado su apreciación, ya que entre los romanos se

anteponía Dies-2 por su distribución bipartita del campo. Ambas coinciden en el sema común

‘se inicia con la luz solar’ y presentan semas diferentes Dies- 1 ‘temporalidad 24 horas’, se

divide en dos partes: ‘presencia de luz solar’ y ‘no presencia de luz solar’; además en género

masculino es ‘día determinado’; mientras que Dies-2 se define por ‘temporalidad 12 horas’,

‘presencia de luz solar’, ‘la mejor parte’ y en género femenino es ’día indeterminado’.

2.-Desde que podemos aportar datos (siglo X), escritos en lengua romance, sólo existe

la constante de 'tiempo indeterminado' o un significado de temporalidad concreta de ' 24 horas'.

En los diccionarios se hace mención de esta. En el siglo XV Alfonso de Palencia no hace

referencia a Día-2 e incluso Martín Alonso (DME) (EI) destaca la acepción de ' tiempo

iluminado por la luz solar', sólo a partir de los siglos XVI al XX, mientras que Nebrija en el siglo

XV señala la diferencia, pero en función de la temporalidad Día-1 = 24 horas y Día-2 = 12

horas, no al sema específico de 'luz solar'. No obstante, en nuestras fuentes literarias

registramos esta dualidad, existente en latín, en el Poema del Mío Cid, La Biblia en el siglo XIII,

Libro de Alexandre; pero en el siglo XIV D. Juan Manuel sólo la usa con el valor de Día-1 y en

las fuentes textuales del siglo XV se incluyen los dos.

3.-Ante estos datos nos inclinamos a dar la conclusión hipotética de que Día-2 se usaba

en el nivel de habla popular con tal fuerza que se impuso apoyada por el auge del simbolismo

de 'la luz del día' difundida por la Iglesia y sólo fue aceptada en el nivel culto a finales de la

Edad Media, más concretamente, a partir del siglo XVI, como diferenciación significativa en la

norma de la lengua. Así, a partir de esta época, queda su estructuración como un calco de la

latina, después de pasar por ese espacio intermedio de la Edad Media, en el que no es tan

diferenciado.

4.-Del mismo modo, mientras que en latín se presenta una relación de inclusión en

oposición privativa, esta se pierde en los inicios de la lengua romance medieval, en la que DÍA

parece consolidarse como término nomenclador e incluso la variante Día-2 se define con el

sema específico 'tiempo de 12 horas',pero, en el habla popular, que no considera tan

específico el sema temporal, no desaparece la oposición DÍA / NOCHE que se consolida con

fuerza en el siglo XVI, imitando la estructuración latina romana. Este otro planteamiento sería:

Día-1 (-) Día '24 h.'

Día-2 (+) Día '12 h.'

Según esta doble posibilidad, pensamos que el español medieval no las distingue

claramente, sino que las superpone y confunde (véase gráfico nº 9).

92

93

M E D I O D Í A

Lexía compuesta romance que procede del latín medius-dies 'medio día', documentada

por primera vez en 1124 según el diccionario de Corominas-Pascual (DCECH), apoyado en

Oelshläger y confirmado en nuestras fuentes literarias, pues es habitual su uso desde el

Poema de Mio Cid. Antes, sólo tenemos los testimonios de San Isidoro que en sus

Etymologiarum dice: «13 «Partes diei tres sunt: mane, medidies et suprema», 15 «Meridies

dicta quasi medidies, hoc est medius dies, vel quia tunc purior dies est. Merum enim purum

dicitr. In toto enim die nihil clarius meridie, quando sol de medio caelo rudilut et omne orbem

pori claritate in lustrat»(14), con su línea de justificación de los significados, atendiendo a

causas etimológicas que intenta relacionar con la realidad extralingüística, en muchas

ocasiones nos ayuda a sacar los semas específicos de estos términos latinos usados en los

inicios de nuestra Edad Media, de ese latín tardío y popular, semilla de nuestra lengua

castellana. Según estos datos hay una división léxica tripartita incluida en DIES: MANE,

MERIDIES, SUPREMA, similar a las observada en el latín clásico. En el punto 15 nos confirma

su origen como lexía compuesta MEDIDIES 'medio día' y su paso a MERIDIES en función de

su sema 'pureza de la claridad del sol en ese momento', que se impone como lo hizo el latín

clásico; así, desde sus orígenes, participa su significado del criterio temporal 'momento de

mayor luz solar', diferenciación que Ernout-Meillet justifica por etimología popular (s.v.

Meridies).

La lengua romance en el siglo XIV neutraliza en MEDIODÍA estos dos sememas, no

obstante, en cada distribución se puede manifestar un sema como específico, y según sea uno

u otro podemos separar: Mediodía-1 = 'luz solar muy directa e intensa' y Mediodía-2 = 'mitad

del día', atiende a la temporalidad. Martín Alonso (EI) los diferencia con Mediodía verdadero =

'hora del día en que está el sol en el más alto punto sobre el horizonte' y Mediodía medio =

'momento en que queda dividido en dos partes iguales el día civil medio', aunque en la primera

etapa de la Edad Media se tiende a generalizar como sema específico el de temporalidad,

'mitad del día', quizás por influencia del significado de MERIDIES latino en el que, aunque se

neutralicen ambos, hay una tendencia nomencladora temporal. En el Poema de Mio Cid: «e

lidió con ellos su campo,/e duróles la batalla desde ora/de terçia asta ora de medio día»

pág.100, en el Libro de Alexandre: (1240) «Ya passava medio día el sol torçie el peso»

pág.185, (2444) pág.222, Libro de Apolonio: (461) «Fue ante de medio día el comer aguisado»

pág. 135, en este como en Santa Maria Egipciaca se manifiesta una referencia clara a las doce

del día: (926) «medio día era esa hora» pág.135, similares citas textuales recogemos del

Poema de Fernán González pág. 87, 207 y de Berceo en casi todas sus obras consultadas,

aunque varía su significante pues en algunos casos aparece la síncopa Meydía o Meidía,

motivada como afirma Lanchetas porque obedece a las exigencias del metro, igual que en latín

sustituyen Meridie-m por Medi-Diem; de todos modos esta circunstancia no afecta al significado

que es la base de nuestra búsqueda y comprobamos que su sema específico sigue estando

relacionado con la temporalidad: (380) «miérco(r)es es a meydia murió otra vegada» San

94

Millán, pág. 142, (454) « Más era de medio día, nona querie estar» Santo Domingo, pág. 54,

en el Libro de Buen Amor: « A ora de medio día, quando yantava la gente» pág. 293, en el

Poema de Juçuf: « hora de mediodía», pág. 344. En todos estos ejemplos MEDIO DÍA es

definidora de una hora.

En la Crónica General de España de Alfonso X se presenta la oposición entre MEDIO

DÍA / MEDIA NOCHE que está fundamentada en los sememas bipolares que oponen DÍA /

NOCHE: «Otrossi fallamos en las hestorias que a aquella hora que Jhesu Cristo nasçió,

seyendo media noche, aparesció una nube sobre España que dio tamaño claridat et grand

resplandor et tamaña calentura cuemo el sol en medio día cuando va más apoderado sobre la

tierra» pág. 87. La oposición es posible por destacar como sema específico de MEDIODÍA 'la

claridad y calor solar', que nos hace pensar en el Mediodía verdadero anteriormente aludido.

Esta doble posibilidad significativa está motivada por los semas específicos de Día-1 y Día-2, e

incluso su mayor o menor uso así mismo se condiciona (véase gráfico nº 10).

En el siglo XV A. de Palencia, fiel a su influencia latina muy similar a San Isidoro, recoge

la lexía MERIDIES a la que atribuye el género masculino y la define como: «cierto tiempo del

mediodía». En este siglo, por primera vez, aparece acompañada de una hora numérica en el

Corbacho y especialmente en La Celestina: «Nunca dá menos de doze; siempre está hecho

relox de mediodía» pág. 210 y II pág.8: «doze del día».

Además, su significante se une de manera definitiva como una sola lexía compuesta, ya

no es tan dudosa como en el siglo XIII, está más firme y se relaciona con las doce del día

cuando atiende a su temporalidad. Funciona con un valor nomenclador (relacionado con

Día-1) que es neutralizable con la variante MEDIODÍA que atiende al sema específico de Día-2.

Paralela a esta lexía está MERIDIANA, latinismo formado sobre el n. pl. del adjetivo

Meridianus-a-um que en latín es 'sueño o descanso de mediodía' y que en nuestra Edad

Media, como señala Manuel Alvar en el Vocabulario de la Poesía española medieval, es igual

que MEDIODÍA, aunque Louis Sas en el Vocabulario del libro de Alexandre específica dos

acepciones:

1) 'siesta', (893) «Allí vinien las aves temen la meridiana» pág.175, aquí no ha variado

desde el latín y adopta también su significado.

2) 'Comida del mediodía', (1878) «Vienol el mondadero a la meridiana» pág. 205 o en

(1994) pág. 208, aunque aquí, quizás, exprese 'tiempo'.

Lanchetas, en la obra de Berceo, la relaciona con MEDIO DÍA y dice que MERIDIANA en

el latín vulgar suple hora y significa 'hora de dormir la siesta al mediodía' (Santa Oria, pág.66),

aunque puede desprenderse del sema 'dormir la siesta' ya que en romance dispone de otro

término SIESTA < HORA SEXTA y ser únicamente 'mediodía', en Milagros de Nuestra Señora:

«No la tenie más fresca a la meridiana» pág.30.

En el siglo XV ya no se registran las lexías latinas MERIDIES, MEREDIANA o

MERIDIANA, solamente Alfonso de Palencia recoge MERIDIOR: «reposar al tiempo del

mediodía durmiendo o dexando de trabajar».

95

En El libro conplido en los iudizios de las estrellas, Aly Aben nos expone una distribución

del día en cuatro partes, formadas por dos coordenadas cuyos polos son MEDIODÍA/

MEDIANOCHE, SUBIDA DEL SOL/PUESTA DEL SOL; esta distribución tiene interés para

comprobar el uso nomenclador del MEDIODÍA, según ya indicamos, y cómo con toda

plasticidad nos dice: «E una partida de los sabios antiguos dizen que si las fortunas fueren en

la parte oriental, demande sus cosas desde que sube el sol tro a mediodía. E si fueren en la

parte meridional demande sus cosas del mediodía tro a que's pone el sol. E si fueren en la

parte occidental, demande sus cosas desde que's pone el sol tro a medianoche. E si fueren

en la parte septemtrional, demande sus cosas desde media noche tro a que suba el sol otro

día» pág. 30 (véase gráfico nº 11).

96

97

S I E S T A

Muy relacionada con la lexía compuesta MEDIODÍA, porque comparte un mismo espacio

temporal, registramos SIESTA ya desde Berceo con implicación temporal. Este término viene

de HORA SEXTA (romana), así lo atestigua Corominas, Lanchetas y Aguado(15), el primero

nos comenta lo referente al uso en las obras de Berceo, por ejemplo en (23) pág.132 de Duelo

de la Virgen, (28) pág.89 de San Millán, y otros, en los que la palabra SIESTA está tomada

con el significado de 'descanso'. La recogemos también con la acepción de 'calor propio de esa

hora' como en Juan Ruiz: (461) «fasia la syesta grant...perdíame de sed» o en: (1352) «venido

se el estivo é la siesta affyncada» pág. 185; igual que en Don Juan Manuel. José María

Aguado dice que temporalmente es de 'doce a tres de la tarde', en este sentido ha habido un

traspaso de una nomenclatura latina (Sexta hora) a una lexía romance que no precisa de una

hora concreta, sino que es una 'etapa del día' y que va extendiéndose hacia la tarde, de aquí el

antiguo POSIESTA que ya Cejador lo señala en su vocabulario como: «atardecer, al caer del

calor o siesta», y que registramos en nuestras fuentes: (560) « Fuerte día fazia de frio/ a la

posiesta en llegando» Cantar de Rodrigo, pág.87 (aquí aparece como 'la tarde'), además de en

el siglo XV, en La Refundición de las Mocedades de Rodrigo (580),pág.13, e igualmente

recogemos SIESTA en el mismo poema: «A Rodrigo llegó el apellido/quedando en siesta

estaba adormilado;» pág.127, o en la expresión popular del romance de "Una gentil dama y un

rústico pastor": (6) «ven acá, pastorcico, si quieres tomar placer;/siesta es de mediodía, que

ya es hora de comer» pág. 869.

Observamos que en el siglo XV, únicamente aparece la lexía SIESTA en aquellas

composiciones populares anónimas o que datan de los siglos anteriores, ya hemos

comprobado que está presente en los siglos XIII y XIV. Esto nos hace pensar que la variante

de 'temporalidad' originaria de la HORA SEXTA romana se está perdiendo, y por eso, en el

siglo XX le anteponemos el término Hora, haciendo una lexía compuesta, LA HORA DE LA

SIESTA, que no era necesaria en sus orígenes, pero al perder este valor designativo temporal

ha adquirido el de 'sueño que se toma después de comer'.

Lanchetas (15) nos confirma nuestra opinión: «De la hora de sexta ú hora sexta ha

tomado su origen actual la palabra SIESTA en cuyo vocablo nadie reconoce ya el concepto de

'tiempo' sino la idea de 'sueño' o 'descanso'. La locución «hora sexta», perdido el sustantivo

quedó reducida al numeral SEXTA, y con esto se sustantivó aquel ordinal. La circunstancia de

ser la hora de sexta aquella en que los monjes, después de la comida, se retiraban á

descansar ó dormir (cfr. el refrán «post prandium dormire») es la que contribuyó a que se

tomara después el descanso o sueño para la hora en que se buscaba descanso o se estaba

descansando». Resumida su evolución:

HORA SEXTA > SEXTA > SIESTA

'tiempo' ‘tiempo de más calor' 'descanso, sueño

después de comer'

98

CONCLUSIONES

1.- La lexía compuesta MEDIODÍA 'medio día', puede referirse en su contenido a Día-1

o a Día-2 o hacerse partícipe de ambas lexías, así el uso temporal nomenclador sigue como

designación más conocida y generalizada, en lengua romance, motivada por Día-1. Este

hecho difiere del latín que conoce más Día-2 'tiempo iluminado por la luz solar'.

2.- Del latín se recoge MERIDIANA, que puede aparecer como 'sueño o descanso a

mediodía' según figura en esa lengua, pero dado que no es necesaria porque es sustituida por

SIESTA, deja de usarse en el siglo XIV e incluso puede figurar como sinónimo de MEDIODÍA.

3.- Cuando MEDIODÍA es ' tiempo de luz solar más fuerte o directa', es menos frecuente

porque igual que Día-2 se está imponiendo en el habla. No obstante, está neutralizada con

MEDIODÍA (mitad de Día-1), ya que no hay una diferenciación clara, aunque los diccionarios

nos hablan de Mediodía verdadero y Mediodía medio.

4.- SIESTA <HORA SEXTA, en la lengua medieval coincide con MEDIODÍA, de aquí

pasa a 'hora del calor de mediodía', y 'tiempo que sigue al mediodía', ya que es el momento de

la comida y SIESTA es 'descanso después de comer'.Así el contenido de esta palabra ha ido

cambiando, está pasando de designar 'tiempo' a un hecho que no tiene ninguna relación

temporal,'descanso','sueño',aunque no ha desaparecido totalmente su valor designativo antiguo

que queda relegado. De este modo un término nomenclador latino, deja de serlo en su

evolución de la lengua española, iniciada desde la primera etapa medieval, porque pasa a ser

un término estructurable. SEXTA y SIESTA es un doblete, una pareja originada por la

adquisición repetida, una vez como herencia y otra como préstamo, de una misma voz latina.

5.- La estructuración de estas lexías serían:

99

NOCHE

La lexía NOCHE procede de Nox-ctis, que se usa en la primera etapa de la Edad Media,

en ese latín tardío que convive con las nuevas formas romances que se inician. San Isidoro en

sus Etymologías define NOX en función de las connotaciones que sugiere 'la falta de luz' en

esta parte del día (16) y que marca la oposición DIES/NOX: «Dies est praesencia solis sive

smol supra terras, sicut nox sol sub terris» (Día es la presencia del sol sobre la tierra y noche el

sol bajo la tierra). En la acepción 2 aporta una nueva valoración de contenido que opone a

DIES/NOX por 'tiempo de trabajo'/'tiempo de descanso'. Es constante el protagonismo del sol,

incluso Alfonso Palencia (S. XV) de forma similar dice: (3096) «Nox noche se dixo que turba la

vista y algunas vezes recibe algund resplandor aviendo luna... Nox noche e absencia del sol

mientra desde que se pone viene al nascimiento» pág.129.

En las definiciones de los diccionarios se insiste en el semema 'la falta de luz solar' y

abarca el tiempo que dura este fenómeno, así lo comprueban Corripio (DEGLC): «tiempo en

que el sol está debajo del horizonte», Martín Alonso (EI): «Tiempo en que falta sobre el

horizonte la claridad del sol» y todos coinciden, especialmente Corominas-Pascual (DCECH),

en precisar su aparición en lengua romance en el siglo XII; participamos de esta afirmación

pues en el Poema de Mio Cid ya está presente y con una frecuencia considerable en los textos

estudiados, lo que nos lleva a afirmar que es una lexía de todos los tiempos y que funcionan

con constancia sus semas específicos, según ellos la definimos:

1.- 'Oscuridad', 'no presencia de luz solar'.

2.- Temporalidad supeditada al sema del punto l.

3.- Se opone a Día-2 y se incluye en Día-1.

Este significado se mantiene aunque varíen sus significantes, como en los documentos

del siglo XII aparece la forma culta latina, así en los del año 1150, 1160 "Fazañas de

Palenzuela": «Don Joan ladron de Ribiella que vinod a cassa de D. Cid de nocte.»

(Crestomatía, Menéndez Pidal, pág.63), en Disciplina Clericales de Pedro Alfonso está el étimo

latino junto al romance en XXVII, pág.73, como en el Auto de los Reyes Magos: «otra nocte me

lo catare» pág.11, « Por tres noches me lo vere» pág.12.

En el Poema de Mio Cid y con la forma evolucionada es el mismo significado de 'etapa

oscura del día, cuando se descansa, se duerme', la temporalidad es consecuencia del sema

'etapa oscura' considerada como una unidad que se opone a Día-2: (824) «que ruegen por mi

las noches e los días» ‘continuamente’ pág. 151, (1699) «El día es salido e la noch es

entrada» pág. 199, esta oposición se manifiesta de manera más evidente en la categoría

adverbial DE NOCHE/DE DÍA, en el Fuero Juzgo: «et aquelos que façen ciercos de nueche e

facen sacrificio a los diablos» Crestomatía I. pág.263.L.VI.

En Berceo continúan las inseguridades en su significante (Noche, Nochi, Noch), pero no

cambia su significado, no varía la estructura de nuestro campo, aunque, a veces, desde el siglo

XIII hay deseos de diferenciar etapas en la noche, como 'la noche primera', Prima noche

presente en los Proverbios morales. pág. 404.

100

En los siglos XIV y XV se ofrece la oposición NOCHE/MAÑANA, igual que NOCHE/Día-

2, pero el significado sigue igual, es decir, 'tiempo sin presencia de luz solar', y es una lexía

muy frecuente, sólo de la Celestina sacamos 57 citas y por primera vez figura marcada por la

precisión horaria numérica: «CEL - Esta noche/MELIB - Di a qué hora/ CEL - A las doze» II.

pág. 63, «E aun la una le levantaron que era bauxa porque la hallaron de noche con unas

candelillas» pág. 243.

El sema específico de NOCHE genera una transposición a través de la que se desarrolla

la forma adjetiva NOCTURNO, lexía derivada de Nox,-ctis, es un cultismo de NOCTURNUS,-

A,-UM, usado ya por Cicerón con el significado de 'perteneciente a la noche'. Se registra en

todos los tiempos, en El libro conplido de los iudizios de las estrellas III:«E assí como iudgan

por el sol en las questiones e en los fechos diurnus, assí iudgan de la Luna en los fechos

nocturnos.» pág. 149, aunque Corripio (DEGLC) la fecha en el siglo XIV y Corominas-Pascual

(DCECH) en el siglo XV,en A. de Palencia (UV) está constatado su uso, la única variación que

notamos afecta nuevamente al significante, en la Celestina presenta una ortografía vulgar: «

por la sangre de aquella noturna ave» pág.150, en pág.158 o en «fue topado de los alguziles

noturnos» II. pág.115.

Este adjetivo se introduce en el español medieval, directamente del latín con el mismo

significado.

MEDIA NOCHE

Ya en el siglo XIII está la lexía compuesta MEDIA NOCHE, por tanto no estamos de

acuerdo con Martín Alonso (DME) que la data desde los siglos XIV y XV como: «hora en que

el sol está en el punto opuesto al mediodía», pues según nuestras fuentes es anterior: «Pero

que media noche era/ metiose con ellos a la carrera» pág.363, Libro de la infancia y muerte de

Jesús (S. XIII), y en el Libro de Buen Amor: «Facia la media noche, en medio de las salas» II.

pág.89. Inicialmente esta lexía tiene un valor delimitador de 'tiempo'. El Vocabulario de las

obras de don Juan Manuel de Huerta Tejada nos apoya en su búsqueda: «Et a la tarde darle

comer comunalmente en tal manera quelo aya tollido entre media noche e ora de maytines»

pág.76, o en: «Et señaladamente fasta que sea çerca de media noche non les deven dexar

dormir en ninguna manera nin de ora de matines adelante. Mas quanto de la media noche

fasta ora de matines diuen los dexar dormir en la mano» pág.28, en ellas es pertinente

'temporalidad' + 'oscuridad'.

101

PARTES DE LA NOCHE En el latín medieval es evidente el deseo de marcar o diferenciar cada una de las etapas

de la noche, nuestra primera referencia parte de San Isidoro que la estructura en siete:

VESPER = 'atardecer' (Tinieblas)

CREPUSCULUM = 'crepúsculo'

CONTICINIUM = 'conticinio'

INTEMPESTUM = 'intempesto'

GALLICINIUM = 'gallicinio'

MATUTINUM = 'madrugada' (retirada de las tinieblas y la llegada de la aurora)

DILUCULUM = 'alba', 'aurora'

Todas ellas incluidas en NOX y según Alfonso Palencia (1490), que sigue con similitud a

San Isidoro, hecho que hemos evidenciado en otras ocasiones, la divide así: «y de la noche

son ocho tiempos o partes»

TARDE = «poniéndose el sol»

CREPÚSCULO = «quando comiença las TINIEBRAS»

CONCUBIO = «quando los ombres aduermen»

NOCHE INTEMPESTA = «quando todos los animales profundamente reposan»

CONTICINIO =«quando todas cosas parecen estar callando y adormidas»

GALLICINIO = «quando los gallos comienzan cantar»

DILÚCULO = «quando mas espesas vezes cantan anunciando la cercanía del alva»

ANTELUCANO = «quando ya el alva comiença a desparzir las tinieblas»

Consultados los vocabularios de Nebrija (Vocabulario de Romance en latín) y de

Raimundo de Miguel ("Vocabulario español-latín" en NDLEE) nos aportan unas

estructuraciones diferentes, más simples:

PRIMA NOCHE = lat. Sublimina prima, crepusculum-i.

NOCHE= 'cuando todos se acuestan'= lat., nox concubia

NOCHE MEDIA= lat. Nox intempesta sive media, Silentium-ii, Conticinium-ii.

Esta estructuración datada por Nebrija es más usual y más simple, ya que la de

Raimundo de Miguel la distribuye en cinco partes. Estas aportaciones de los diccionarios no se

registran todas en el uso de la lengua, no dispone de términos para estas matizaciones de

cada momento y tiende a reducir su sistema, así incluye en Día-2 las lexías en las que el rasgo

'oscuridad' no es total y que en latín se incluían en NOX. Sólo difieren las aportaciones de

Alfonso de Palencia que la justificamos por el resurgir culto del latín en el siglo XV.

102

LATÍN ROMANCE (Nebrija) S. XV (A. Palencia)

S. VII (San Isidoro)

NOX NOCHE NOCHE

VESPER TARDE

CREPUSCULUM NOCHE PRIMA CREPÚSCULO

CONTICINIUM NOCHE CONCUBIO

INTEMPESTUM NOCHE MEDIA NOCHE INTEMPESTA

" " CONTICINIO

GALLICINIUM GALLICINIO

MATUTINUM DILÚCULO

DILUCULUM ANTELUCANO

Como a lo largo de nuestro trabajo estudiamos las lexías anteriores, no intentamos

explicarlas aquí, sólo nos referiremos a las no estudiadas posteriormente como CONTICINIO,

que la definen San Isidoro, Alfonso de Palencia y Raimundo de Miguel con el mismo sema

específico 'primera parte la noche, cuando todos callan', viene del latín, usado por Varrón,

CONTICESCERE = 'callar', equiparable el castellano la hora del silencio.

INTEMPESTA NOCHE, es un calco latino, ya Virgilio dice INTEMPESTA NOX = 'noche

muy entrada', 'la hora en que todo se recogen'. Se le intenta dar un valor temporal que,

originariamente, la lexía INTEMPESTA no tenía por su prefijo negativo IN-, como lo explica A.

Palencia: (219) «Intempesta noche se dize por incierto tiempo porque no pueden considerarse

las horas de la noche también como las horas del día y los antiguos ponían tempestad por

tiempo; intempesta es noche profunda y obscura que dizimos midia (sic) noche quasi

importuna quando todos querían reposo. Ca tempestino es oportuno en sazón y es intempesta

noche ante que los gallos canten que es tiempo de media noche conviene saber intempestivo

y no sazonado para tomar trabajo: antes es a desora lo que entonces se faze»

103

CONCLUSIONES

1.- NOCHE, 'tiempo durante el cual falta la luz solar'. En nuestras fuentes literarias no

apreciamos las divisiones que nos registran San Isidoro y A. Palencia, sólo las conocemos a

través de dichos diccionarios. No obstante, observamos un deseo de diferenciar PRIMA

NOCHE, MEDIA NOCHE y NOCHE que se matiza con las "horas eclesiásticas" usadas para

sus rezos y los "cantos del gallo".

2.- Las lexías que en latín delimitan las zonas intermedias de intersección entre DÍA y

NOCHE no se mantienen en su uso como VESPER, CREPUSCULUM, etc., así observamos

que VESPER se incluye indistintamente en DÍA o en NOCHE hasta que es sustituido por

TARDE. El mismo fenómeno ocurre con MATUTINUM que de ser 'la retirada de las tinieblas,'la

llegada de la aurora' pasa a significar la 'hora de Matines' o 'Maitines' que es 'a primeras horas

de la madrugada' (12 a 3 de la noche) (véase capítulo de las nomenclaturas).

3.- DILUCULUM se ofrece igualmente débil hasta que es sustituido por ALBA y ALBOR

que adquieren un significado temporal que en latín no tenían.

4.- NOCHE es una lexía con su sema específico preciso 'no presencia de luz solar', que

la opone a DÍA (Día-2), así es su significación desde los orígenes latinos y así nos ha llegado

desde la Edad Media hasta hoy.

5.- Todas las divisiones de NOCHE que en latín estaban formalizadas con sus rasgos

distintivos, se han simplificado en el español medieval. Ante este hecho afirmamos y nos

sumamos a las deducciones del profesor Gregorio Salvador (17) cuando dice: «lo

predominante en el cambio de las estructuras semánticas del latín en romance ha sido la

anulación de rasgos distintivos, su desemantización, la desaparición de unidades lexemáticas,

con la consiguiente reducción de ellas y de la red de relaciones en cada campo».

104

M A Ñ A N A Según Corominas-Pascual la lexía MAÑANA viene del latín vulgar *Maneana,

abreviación de HORA *MANEANA 'en hora temprana', derivada del latín MANE 'por la mañana'.

Por tanto, es una palabra romance que viene del latín hispánico (Rohlfs, Léxico, pág.169, 82. 2

y mapa 48). Solamente en San Isidoro está presente la forma latina clásica, que en una

distribución tripartita de Dies-2 'tiempo de luz solar' la incluye: «13- Partes diei tres sunt: mane,

meridies, et suprema» y en la acepción 14 nos la define y rastrea su supuesta etimología que

afecta al significado: «Mane lux natura et plena, nec iam crepusculum. Et dictum mane a mano;

manum enim antiqui bonum dicebat. Quid enim melius luce? Alii mane aestimant vocari a

Manibus; quorum conversatio a luna ad terram est. Alii putant ab aere, quia manus, id est rarus

est atque perspicuus» (18).

Esta observación de San Isidoro es igualmente apuntada por Ernout-Meillet y Corripio,

ambos ven su origen en MANUS 'bueno', 'claro', que, como es evidente, gira en torno a sus

semas de significado calificativo, no extensivo. No obstante, ya hemos constatado que la

'temporalidad' la adquiere desde el latín clásico y así se recoge en el latín hispánico de San

Isidoro y posterior, Nebrija en su Vocabulario de romance en latín dice: 'mañana del día' =

MANE, DILUCULUM-I.

En las formas romances mantienen el mismo significado en sus categorías adverbial y

sustantiva (19), aunque alternen los significantes; en el vocabulario de Cejador figuran sus

variaciones:

MAN

MAÑANA DE MAN (e) 'el amanecer'

MANNA 'la mañana'

MAÑANA, MANNANA (formas adverbiales 'de mañana')

GRAND MAÑANA o GRAND MANNANA (función superlativa)

Efectivamente en nuestras fuentes literarias figuran en el siglo XII: Man, Mañana,

Mañana Prieta (esta última expresión la justifica Menéndez Pidal en su Vocabulario del Cantar

de Mio Cid con el significado de 'cerca de la mañana' y Man, f. como 'mañana', 'el amanecer')

así en: (323) «Pasando va la noch, viniendo la man» P. Mio Cid, pág. 124, (95) «Grandes

yentes se le acojen essa noch de todas/partes otro día mañana pienssa de cavalgar» pág.127,

(456) «Ya crieban los albores e venie la mañana,/ixie el sol, Dios que formoso apuntava/En

Castejón todos se levantavan» pág.131, (1122) «Passe la noche e venga la mañana» pág.

169. El Cantar está salpicado, abundantemente, de estos ejemplos, a través de los cuales

observamos una oposición entre NOCHE/MAÑANA, con la misma base significativa que opone

a NOCHE/Día-2, aunque no podemos apreciar su extensión temporal, pues hay usos en donde

sí se matiza, pero se consigue con expresiones como en: (1686) «oy es día bueno e mejor sera

cras/por la mañana prieta todos armados seades», aquí Mañana Prieta es 'cerca del

amanecer', 'cerca de la mañana' (nos apoyamos anteriormente en Ramón Menéndez Pidal) o

en esta otra: (881) «Dixo el rey "mucho es mañana"» pág. 155, con el significado de 'es muy

pronto'.

105

En el siglo XII MAÑANA implica 'la presencia de luz solar en los primeros momentos del

día', en Disciplina clericalis recogemos: «Nom sea el gallo mejor velador que tú, el qual vela a

las mañanas y tú duermes» pág.187, que justifica lo indicado anteriormente, pues sería una

oposición con NOCHE y una inclusión en Día-2, en oposición privativa, atendiendo a su

localización temporal en los primeros momentos del día, 'al amanecer', 'al alba', aunque no se

delimita su fin, pero no abarca lo mismo que Día-2.

En el siglo XIII no cambia su significado 'luz solar en las primeras horas del día' y sigue

alternando sus significantes: «De noche era pobre, rico a la mannana» Santo Domingo, pág.

43, «otro día mannana, venida la luz clara» Milagros de Nuesta Señora, pág.117, «I toviese el

sabbado otro día la man» Duelo de la Virgen, pág.136. Estos ejemplos sacados de las obras

de Berceo se repiten en Santa María Egipciaca: (705) «Un poco come de su pan,/después

duerme fasta la man./» pág.129, que alterna con la forma Manyan en la misma obra; en el

Poema de Alexandre: (409) «Otro día mannana apres de los alvores» pág.161, en el Poema

de Fernán González: «Otro día mannana los pueblos descreydos/todos fueron en campo de

sus armas guarnidos.» pág.24, en donde está apuntando a un significado paralelo 'al

amanecer'. Junto hay expresiones que intensifican la temporalidad de 'primeras horas del día'

como en: (96) «madrugaron grant mañana/solos pasan por la montana» Libro de la infancia y

muerte de Jesús» pág.360.

Hasta los siglos XIII y XIV alternan sus diferentes significantes, pero no sus significados,

el sema específico de 'luz solar' es constante, además de 'en los primeros momentos del día'

pero no delimita temporalmente hasta donde abarca. En el Arcipreste de Hita, Libro de Buen

Amor está la lexía MAÑANA como sustantivo 'primera parte del día' y en función adverbial

«misa de mañana» que en la liturgia se llama Misa de prima o Misa de aurora con igual

significación temporal. D. Juan Manuel en el Libro de Patronio usa las expresiones adverbiales

intensificadoras Gran mañana, Grant mañana, Tan mañana = 'muy de mañana', 'de

madrugada', 'al rayar el alba' que adelantan o especifican ese primer momento de la mañana: «

que puso con él de ir un día grand mañana á los catar... et madrugaron mucho» pág.388,

«una tarde dijo al fijo mayor que otro día grand mañana quería cabalgar,... et otro día vino el

hijo infante mayor al rey, pero no tan mañana como el rey su padre dijera» pág.391.

Confirmamos lo matizado por Huerta Tejada en el Vocabulario de las obras de don Juan

Manuel sobre el hecho de que no se suele encontrar mucho en su obra la lexía MAÑANA como

sustantivo, es más frecuente verla acompañada en aparentes locuciones; porque no se trata de

locuciones tales sino de diversos usos de la palabra Mañana-Mannana en el sentido de

'temprano', 'primeras horas del día'.

En el Cancionero tradicional "Canciones de San Juan, está la lexía con matiz afectivo,

escrita en diminutivo que intensifica 'las primeras horas de la mañana', por ejemplo en

CCCXLIX pág.910, "Romance de Juanesa" pág.874 o en: «oh, que mañanica mañana/la

mañana de San Juan/ cuando la niña y el caballero/ambos se iban a bañar» CDLXXVI

pág.970. Se usa también la forma adverbializada De Mañana 'en las primeras horas':(69) «otro

día de mañana/el rey de missa salía» “Romance del Conde Alarcos”, pág.902.

106

Ya en el siglo XV el término MAÑANA parece que adquiere la delimitación de 'una parte

del día', aunque no pierde el sema específico que desde el XIII es 'presencia de luz solar', que

lo implica pero no se define únicamente con él, sólo se da por sabido cuándo es la mañana y

qué la caracteriza, así en P. López de Ayala en el Libro de Cetrería (Vid. Crestomatía II

pág.487), en el Corbacho págs.118, 257, en La Celestina pág.7 y II pág.177.

El significante Mañana se usa también para sustituir a la lexía latina CRAS 'al día

siguiente', que perdura en la Edad Media, documentada desde los orígenes como en el Poema

del Mio Cid: (1686) «oy es día bueno e mejor será Cras» pág. 199, (1808) «e Cras a la

mañana ir nos hedes sin falla» pág.204. Cuando CRAS va perdiendo vigencia se acompaña de

MANNANA, para casi desaparecer a partir de los siglos XIV y XV, en que se sustituye por

MAÑANA con el significado de 'día siguiente al de hoy', creándose una nueva lexía que

sustituye a la latina CRAS. En los siglos XIII y XIV recogemos: «A la misa mañana vos en

buen hora yd» Libro de Buen Amor pág. 222. En el Romancero (S. XV) se confirma la

sustitución del significante latino por el romance y mantiene el significado originario: (24) «que

si hoy fuese la suya, Mañana será la vuestra» pág. 854.

En la Celestina págs. 113, 229 y 262 se sigue confirmando la tendencia a desaparecer

de la forma latina (véase gráfico nº 12), aunque no muere definitivamente, pues en el siglo XVI

resurge muy débilmente, defensores como Valdés en su Diálogo de la lengua dicen que

prefieren CRAS a MAÑANA porque le da licencia: «el refranero que dize: oy por mi y CRAS por

ti» págs.113 y 151. Y a fines del XVII Ayala Manrique la considera: «como palabra castellana

antigua» (Gili Gaya. Tesoro, s.v. Cras), Dicc. Aut. La evolución del término CRAS latino a

MAÑANA del castellano, es un cambio onomasiológico de significante no de contenido y

aunque no nos afecta a los fines de nuestro trabajo, lo aportamos como curiosidad.

Podemos afirmar que MAÑANA es una lexía con dos significados diferentes que

la llevan a ser dos signos distintos: 1º- Mañana 'primera parte del tiempo con luz solar', incluida

en Día-2. 2º- Mañana 'día siguiente al de hoy', que es Día-1+ sema 'posterioridad'.

Con el mismo significado del punto 1º está el antiguo MATINO 'mañana', forma vulgar

sincopada del cultismo MATUTINO<Matutinum-i, sustantivo registrado en el Poema de Mio Cid:

(72) «Esta noch yagamos e vayámonos al maitinos» pág.108, que según Menéndez Pidal (22)

tiene un significado de 'la madrugada', 'al alba', igual que el que interpreta Cejador y seguimos

registrando en Santo Domingo: (353) «Daban las cosas malas salto a los maitinos» pág. 51, y

todavía el Marqués de Santillana usa este término que después se queda relegado a la

salutación campesina; así parece en: « A Dios de buena estrena ! y a ti te de buen maitinos»

(Lucas Fernández) y en el refranero «Quien a buen vezino ha buen maitinos». En el Diálogo

de la lengua de Valdés MAITNOS continúa como desde el siglo XV (s. v., Martín Alonso DME)

con el significado de 'la mañana', sin especificar un momento dentro de ella o si es toda

completa. En el siglo XIII la forma Maitinada está presente en el Libro de Alexandre con el

mismo significado temporal 'mañana', 'madrugada': «Rogóla quelle diesse de temprano çenada,

107

108

que fuesse recalcando de bona matinada» pág.217, y que Cejador nos confirma que es 'al

amanecer' y Margherita Morreale, en su estudio Apuntes para un comentario literal del Libro de

Buen Amor, presenta MAYTINADA junto a VISPERADA como anotaciones litúrgicas y dice que

el sufijo -ada sirve para determinar 'hora' o 'periodo de tiempo' (cf. invernada, trasnochada). En

el DCECH de Corominas-Pascual consta Amaitinar del catalán dialectal madrugar, forma

derivada de Matutinum,-i en su forma sincopada que se mantuvo con MANE igual que en latín,

pero pierde fuerza cuando surge MAÑANA que es propia del castellano.

La forma culta del adjetivo MATUTINO 'lo relativo a la mañana' viene del latín

MATUTINUM,-i, usado en el latín medieval por San Isidoro, quien nos lo define así: «12

Matutinum est inter abscessum tenebrarum et aurorae adventum; et dictum matutinum quod

hoc tempus inchoante mane sit» (21) y lo incluye en NOCHE, como última parte y en el

llamado «Libro de Horas»(1), escrito en latín entre los siglos XIII y XIV: «Deus homo captus

est hora matutina», « A custodia matutina usque ad noctem speret Israel in domino».En el

español medieval está en Berceo: «El clamado...estrella matutina» Milagros de Nuestra

Señora pág.9, «Tovieron su vigilia con grandes estadales,/udieron los maitines, las missas

matinales» San Millán pág.139. Lanchetas nos lo confirma, sin embargo no es de uso

frecuente en el español medieval, sólo en los siglos posteriores. Modernamente, por galicismo,

se dice Matinal 'cosa de la mañana', que convive con los duplicados cultos Matutino y Matutinal

(s.v. Corominas-Pascual DCECH).

Todas estas palabras se relacionan con Matuta, de origen latino 'madre o diosa de la

mañana', por ser derivadas de ella. Así encontramos una serie de significantes dependiendo

del latín: MATUTINUM,-I>matino, matinal, maitinos, maitines<matin y de MATUTINUS,-A,-UM>

matutino, matinal. En plural Maitines y posteriormente Maitines, igual que Matinada y

Maytinada, cuyo significado temporal no varía, pero sí se bifurca en su uso al adquirir alguna

de estas formas la significación de 'preces que se recitaban en este tiempo', por ejemplo

MATINES 'maitines que se rezaban hacia el amanecer'. Esta lexía la registramos con

frecuencia porque la recoge la Iglesia y la difunde muy abundantemente debido a su auge e

influencia en la sociedad medieval (ver capítulo de las nomenclaturas); y ante esto, estamos

de acuerdo con Coseriu que confirma la relación y colaboración cultural de interferencias e

influencias recíprocas entre la lengua y la religión de una misma comunidad (20). Según

Menéndez Pidal, en el vocabulario del Cantar del Mio Cid, Matines se halla como variante

formal de MAITINES en un manuscrito de la primera mitad del siglo XVI del "Compendio

historial de Diego Rodríguez de Almela" (Abad Juan 521).

109

CONCLUSIONES

l.- El término MAÑANA (véase gráfico nº 13) se opone a NOCHE en la primera etapa de

la Edad Media. En el siglo XV, si existe esa oposición, no figura tan claramente, su significado

es 'principio del día', casi paralelo 'al amanecer', e indica un espacio temporal sin delimitarse

por ninguna característica, sólo presenta oposición con TARDE.

2.- La oposición MAÑANA/NOCHE se fundamenta en su sema cualitativo

'claridad/oscuridad', porque MAÑANA atiende a 'claro', mientras que la oposición

MAÑANA/TARDE atiende a la temporalidad 'antes del mediodía'/'después del mediodía'.

3.- Las lexías que significan 'mañana' proceden de MATUTINUM-I y MANE que

desarrollamos:

Distribuidos sus usos en la Edad Media sería:

Siglo XII-MAN, MANNA, MAÑANA/NOCHE='claridad'/'oscuridad

Siglo XIII - 'comienzo de la mañana'

DE MAÑANA (adv.) 'de día'='presencia de luz'

Siglo XIV 1º)-GRAND MANNANA, GRANT MANNANA 'prima aurora' DE MAÑANA, MUY

DE MAÑANA 'madrugada' 'al rayar el alba', 'temprano', 'primeras horas del día'.

2º)- CRAS MAÑANA>MAÑANA 'al día siguiente'

Siglo XV 1º)-MAÑANA, - Espacio temporal sin delimitar que se opone a TARDE aunque

no es específico el sema 'luz solar' ni se opone a NOCHE.

2º)- MAÑANA 'día siguiente a hoy'

110

4.- Entre las lexías derivadas de MATUTINUM,-I nos sorprende un cambio significativo

en algunas de ellas, se produce la división en dos acepciones que se oponen porque una se

introduce en NOCHE, ya que su sema significativo marcado no es 'luz solar'. De esta forma

se desplaza de la significación originaria latina, al adquirir un camino propio en el lenguaje

eclesiástico como ocurre con los términos MATINES o MAITINES que designa 'un rezo

eclesiástico en un momento temporal', que abarcaría 'desde las doce de la noche a las tres de

la madrugada' e incluso, posteriormente, se extenderá 'al amanecer', que era su origen. Según

esto superviven dos significaciones: l)- La que mantiene su eje sémico en 'la mañana' y está

sujeta a las variaciones del campo lexemático. 2)- La lexía que presenta tendencia

nomencladora y que se independiza por el papel dominante de la Iglesia en esta etapa

histórica. Así ha perdurado en los siguientes siglos, sin entorpecer las otras acepciones de las

restantes lexías como MATUTINO, MATINAL (adj.) MATINO, MAITINO (sust.) que en el siglo

XIV era lo relacionado temporalmente con 'las primeras horas de la mañana' y en el siglo XV

con 'toda la mañana'.

111

112

MADRUGADA

Como nos indican Corominas-Pascual, Cejador, Lanchetas y Martín Alonso, el antiguo

MADURGAR es una creación medieval sobre el latín vulgar *Maturicare, derivado de

MATURARE 'hacer madurar', 'acelerar', 'darse prisa' y de esta acepción pasó a 'levantarse

temprano', documentada por primera vez en Berceo con el significante Madurgar: «Los monjes

que madurgan a los gallos primeros» Santo Domingo pág.458, igualmente está en Libro de

Apolonio y Conde Lucanor.

En el latín clásico el adverbio MATURE (Corominas-Pascual s.v. Madrugar) significaba

'pronto', 'temprano', 'de mañana', 'de madrugada' en el latín de la hispana Eteria (S. V). En las

Glosas de Silos se halla: « de maturi» ('de noche'). Nebrija en su Vocabulario de romance en

latín la identifica con la latina ANTELUCANUM TEMPUS, MATUTINA LUCUBRATIO. Américo

Castro en Glosarios latino españoles de la Edad Media, aporta ANTELUCANO 'madrugar'

(Glos. Escorial 2360) y ANTELUCARE ='ante lucem surgere'. En la misma línea lo relaciona

Alfonso de Palencia que nos dice que ANTELUCANO es «quando ya el alva comiença

desparzir las tinieblas». Desde San Isidoro se introduce esta lexía en el latín medieval incluida

en NOX, no se delimitan aún las zonas intermedias que participan de 'oscuridad'+ 'claridad' por

eso en sus Etymologiarum consta MATUTINUM y DILUCULUM como últimas partes de NOX,

aunque MADRUGADA se identifica con MATUTINUM que es 'la retirada de las tinieblas y la

llegada de la aurora', antes de DILUCULUM 'alba', 'aurora'.

En nuestras fuentes literarias recogemos Madurgada y Madrugada en Berceo (s.XIII),

Lanchetas nos lo confirma y aclara: «Nuestro actual Madrugar es metátesis de Madurgar, y, por

tanto, de formación posterior» (ob.cit. pág.447), con el significado de 'muy temprano', 'al

amanecer'. La categoría sustantiva procede del participio pasivo de MADURGAR, son formas

de participio sustantivado. Martín Alonso (DME) confirma su origen y documentación en el siglo

XIII con el significado de 'alba','amanecer','tiempo durante el cual amanece'.

Registramos usos de las diversas categorías como verbo, sustantivo y adverbio en las

que sus semas, que atienden a la 'temporalidad', coinciden en 'la madrugada es final de la

noche' como en: «El viernes en la noche fasta la madrugada/ sofrí grant amargura, noche

negra e pesada» Duelo de la Virgen pág.136. En el siglo XIV ya marca un momento temporal:

«Falléme con Alda a la madrugada» Libro de Buen Amor II, pág.60, con el mismo significado

en: (447) «Otro día allí vengo con muy fria madrugada» Rimado de Palaçio, pág.192, o en

Coplas de Mingo Revulgo: (1) «Andas esta madrugada/la cabeza despeñada» pág.796.

Cuando se pretende matizar su contenido en una locución adverbial que significa 'antes

de que amanezca', 'muy temprano' se usan los ponderativos GRAND MADRUGADA: «Padre-

dixo el ninno-non vos negaré nada,/ Ca con los cristianiellos fui grand madurgada,/ con ellos

odi missa ricamientre cantada» Milagros de Nuestra Señora, pág. 89 o en la misma obra

BUENA MADURGADA: (408) «Fuesse end otro dia de buena madurgada», pág.100.

113

La categoría verbal presenta similares matizaciones temporales aunque se afiance la

acción de 'ir pronto', 'ir antes de tiempo', como se desprende en los ejemplos: «Mur de

Guadalhajara un lunes madrugava» Libro de Buen Amor II, pág.189, «madrugó un día, et

metióse en el bano» Libro de Patronio, pág.413, en los Proverbios Morales: (546) «y siervo que

mendrugo comerié de centeno/por su causa madrugó a comprarle pan bueno» pág.409, en la

Celestina II hay un refrán: «pues, por mucho que madrugue, no amanesce más ayna»

pág.129, aquí la acción en MADRUGAR es personal e independiente del momento temporal,

no obstante implica 'empezar antes el día'. (véase gráfico nº 14).

Alfonso Palencia y Nebrija dicen que MADRUGAR (verbo) es palabra de uso general en

todas las épocas, pero sólo conservada en castellano y portugués, donde también se pasó al

sustantivo MADRUGADA.

CONCLUSIONES

1.-MADURGADA o MADRUGADA es lexía del español medieval, de origen verbal y que

adquiere la categoría sustantiva que delimita 'tiempo', aunque su significado esté algo

restringido al verbal 'iniciar pronto el día'. El sustantivo es sinónimo de AMANECIDA en

romance y de ANTELUCANUM, MATUTINUM y DILUCULUM del latín.

2.-Por sus usos MADRUGADA se sitúa en el momento que NOCHE se debilita, no se

superponen, hay una relación opositiva, se acaba NOCHE/empieza MADRUGADA, aunque, a

veces, se pierde su límite como ocurre en latín con las lexías equivalentes, que son incluidas

en NOX. En nuestra lengua medieval no se incluye y además cambia la perspectiva de su

observación:

'oscuridad' NOCHE MADRUGADA 'claridad'

NOCHE finaliza y MADRUGADA anticipa el inicio del día (véase gráfico nº 14)

independientemente de si ya participa o no de 'la luz solar', quizás ese punto de intersección

vaya variando con la evolución diacrónica, estreche más su relación y cambie la estructura del

campo.

114

115

AMANECER

Es de creación medieval sobre el latín vulgar hispánico *Admanescere (a semejanza de

advesperascere), derivado de MANE 'por la mañana'. La forma Manescere se halla en

documentos latinos hispanos del siglo VII según nos con firma Corominas-Pascual (DCECH) y

lo anticipa Cuervo (DCR,T.I): «El die lunis manescente, Rege equitante suo equo rosello cum

totos suos varones» (Docum. del arch. de San Juan de la Peña), (Du Cange). Martín Alonso

(EI) recoge la acepción: 1) «Empezar a aparecer la luz del día», es el significado que tiene en

el Cantar de Mio Cid, ya expuesto por M. Pidal en su Vocabulario, y que confirmamos en

nuestras fuentes: (1413) «Idos son los cavalleros e dello pensaran,/ remaneçio en San Pero

Minaya Albar Fañez» pág.186. Esta lexía es, originariamente, un verbo con matiz incoativo que

lo transmite a su forma sustantiva posterior; el sema específico es 'empezar a salir la luz del

día', no tiene una marca temporal concreta sino que se extiende al tiempo que dura 'el paso de

la oscuridad a la claridad'. Con este valor se encuentra en la Edad Media y continuará hasta el

siglo XX.

La forma sustantiva no la registramos en nuestras fuentes en el siglo XV, no obstante

Nebrija en su Vocabulario de romance en latín da constancia de su existencia junto a otras

lexías de esta microestructura: ALBOREAR, AMANECER = LUCESCO,-IS; 'amanecer de

mañana'=DILUCULO,-AS; AMANECER (Nombre)=DILUCULUM,-I; 'amaneciendo' (dv.)

=DILUCULO; 'cuando amanece'= ALBA = AURORA, DILUCULUM. Así comprobamos que las

lexías latinas LUCESCO,-IS(v) y DILUCULUM,-I(sust.) son sustituidas por AMANECER en

ambas categorías en nuestra lengua medieval con el mismo significado incoativo de 'iniciar la

luz del día' y 'el tiempo de iniciarse la luz del día'.

En el siglo XIII Berceo utiliza diferentes formas para su significante: Amanescer,

Ammanecer, Remaneçer, así lo registramos en nuestras fuentes y nos apoyamos en el estudio

de Lanchetas sobre Berceo: (737) «Ante que amanesciesse echaronlis çelada» Santo

Domingo; (6) «La mata que paresçio al pastor ençendida/Et remaneçio scura commo ante tan

cumplida» Loores de Nuestra Sennora, pág.93, en este ejemplo adquiere el significado de

'aparecer alguna cosa al rayar el día' (M. Alonso, EI); en San Millán aunque el significado no

varía, sí hay una variación formal en: «que mal día (l')amasco al que a mal vecino» pág.104.

Además, Rufino J. Cuervo nos informa que Berceo usa el pretérito Amasco a semejanza de

nasco, visco, forma que en el siglo XV será Amanescio.

A menudo se construyen expresiones con DÍA, MAÑANA, ALBA, SOL, LUZ, etc. como

«Amaneció el día», que son extensibles igualmente a otros verbos comos RAYAR, APUNTAR,

para fortalecer o especificar el sema temporal que no está marcado y que, mediante estas

perífrasis se consigue. Hay tendencia a usar el participio de presente como observamos en la

Disputa del alma y el cuerpo:(3) «Un sábado esient, domingo amanezient» o en el Poema de

Alfonso XI:(1429) «Con los moros nos veremos/luego cras amanesçiente» pág. 195, en las

que el sema 'iniciar el día' o 'empezar a aparecer la luz del día' se fortalece. En el Libro de

Alexandre, Louis Sas, que se apoya en la documentación dada por Oelschläger, observa el

116

mismo significado 'aparecer la luz del día', 'amanecer', por ejemplo en: (2490) «Non devie este

día, sennor amaneçer» pág. 226.

En el siglo XIV Huerta Tejada destaca las formas Amanesçe, Amanescer, Amanicer,

variaciones en su significante que no afectan a su significado, sigue siendo un verbo

intransitivo: «estuvo en oraçión fasta que amaneçio./E desque vino el alba, su camino

endereçó». Gesta Mocedades de Rodrigo, pág.231, como en: «et ante que amaneciese fuese

para la puerta del rey...» Libro de Patronio, pág.370 y (271) «échase omne sano e amanesce

frio» Rimado de Palacio, pág. 143.

En el siglo XV no se aprecia variación, como se advertirá en algunos ejemplos de

nuestra documentación: (17) «Cada día que amanece, por mi hazen oraçión» Romance del

Conde Fernán González donde es evidente su matiz incoativo y el sujeto «día» tal y como se

usaba en los siglos anteriores. En la Celestina II págs.7,107 y 119 sigue estando presente la

categoría verbal, no la sustantiva que es la que más nos interesa, esto es prueba de que otras

lexías o perífrasis léxicas cubren el contenido dejado por el término latino DILUCULUM.

Igualmente esta forma verbal puede compartirse con las combinaciones léxicas que se usan

desde el siglo XII, como QUEBRAR ALBORES: (235) «Apriessa cantan los gallos e quieren

quebrar albores» Poema Mio Cid.

ALBA - ALBOR - ALBORADA

Según Ernout-Meillet viene del adjetivo latino ALBUS,-A,-UM que significaba 'blanco', se

aplica entre otras cosas también al sol, a la luz, a la estrella de la mañana; de ahí surge en

español ALBA (h. 1140, Corominas), igual que en francés es AUBE, y sus derivados

ALBOR<ALBOR-oris 'blancura' (h. 1140), ALBORADA (lª mitad S. XIII), ALBOREAR (1495). En

nuestra lengua medieval adquiere ese matiz temporal que no tenía en latín, ya que su sema

específico era de color 'blanco'. Su significado medieval se incrementa con 'luz del día antes de

salir el sol', 'el amanecer' (Martín Alonso, EI, s.v. Alba).

San Isidoro usa el DILUCULUM latino, como 'última parte de la noche'. Del mismo modo

Raimundo de Miguel en su Tratado de sinónimos y Vocabulario español-latín, incluido en

NDLEE, establece una relación de sinónimos latinos con el término medieval ALBA (f.) =

AURORA, DILUCULUM, PRIMA MANE, PRIMA LUCES, ALBENTE CAELO, en las que justifica

el significado medieval adquirido.

En el mismo eje sémico está ALBOR, que en latín era 'blancura' y a partir del siglo XII es

'tiempo del amanecer', 'luz del alba', usado fundamentalmente en plural desde el Poema de Mio

Cid: (238) «Abuelta de los albores» o en: (1137)«o con los albores» = 'al amanecer', en el

Poema aparece con frecuencia formando la lexía compleja QUEBRAR ALBORES 'romper el

día', expresión justificada por Menéndez Pidal en su vocabulario Cantar de Mio Cid

(quebrar<crépare = neutro 'romperse' que da la forma medieval * Crebar): (3545) «Troçida es la

noche ya criaban los albores» pág. 290 (la noche ha pasado ya rompe el día). En el

117

Vocabulario medieval castellano de Cejador figura ALBORES, ALVORES 'luz del alba'. En

Berceo encontramos lo mismo: (892) «Ante de los albores fueron bien recabdados,/quando el

sol isió fallolos bien domados» Milagros de Nuestra Señora, pág.198 ('antes de amanecer'), en

Santo Domingo: (367) «la noche escorrida, luego a los alvores, cantó la sancta missa». En el

Libro de Alexandre (802) pág. 172 y en todas las citas que disponemos del siglo XV está en

número singular como en esta de la Refundición de Mocedades de Rodrigo: (670) «El albor quería quebrar,/et aún el día non era claro,/quando assomaban/los cinco reys moros por el

llano», pág.141, similar a estas son las de (1086) pág. 167 y (1132) pág.170 en las que se

repite la expresión de principios de la Edad Media, Albor quebrar 'el amanecer'. En el Romance

del prisionero: «que vivo en esta prisión,/que ni sé cuando es de día,/ni cuando las noches

son,/sino por una avecilla/que me cantaba al albor», ALBOR es 'luz del alba' que

temporalmente es 'al amanecer'

ALBA, ALBORADA según Corominas-Pascual y Cejador tienen el mismo significado,

aunque difiere su significante. La lexía ALBA se documenta desde el Poema de Mio Cid (Alva,

Alba, Albor), que según Menéndez Pidal es 'amanecer': (1100) «Al alva de la man» expresión

pleonástica ante la repetición del sema 'luz solar', ya que ALVA está incluida en MAN, similar

construcción la hallamos posteriormente en la Gran Crónica de Alfonso XI: «La noche fue

salida e vino el alva de la mañana fermosa e honrada e cumplida de vitoria para la

Christiandad. E quando el rrey don Alfonso vio esclarecido el fermoso luzero, ovo muy grand

plazar» pág. 492.

A partir del siglo XIII se registra indistintamente ALBA y ALBORADA, además, coinciden

en su sema temporal con AURORA, AMANECER y ALBOR, según parece en los usos

textuales, por ejemplo, en el Duelo de la Virgen: (161) «Nunca cuyde veer la luz del alvorada»

aquí significa 'luz del día', igual que en el Libro de Alexandre: (345) «Luego que asomo la luz

del alvorada», mientras que en el Poema de Fernán González «movyeron se otro día quando

al alborada» pág.199, en donde indica además temporalidad 'al amanecer'.

ALBA-ALVA en el Libro de Buen Amor mantiene sus semas de 'blancura' 'luz del día

precursora de la mañana' «Lunes ante del alva començé ni camino» II pág.48, en: (1046)

«mandé que se las diesen de noche o al alba» en donde manifiesta una oposición con

NOCHE. En la obra Libros de los Estados de Don Juan Manuel es 'amanecer'.

En el siglo XV adquiere mayor difusión en las albadas del Cancionero tradicional: « Al

Alba venir, buen amigo/al alva venid (...)/venid al alba del día (...)/ venid a la luz del día/»

CDLXVIII pág.967. El alba es el momento del día en el que tenían lugar los encuentros

amorosos, hay luz que se inicia y hay tranquilidad: «¿Quando saldréis, alba galana,/cuándo

saldréis, el alba?/ Resplandece el día/crecen los amores,» CDLXXI, pág.968.

ALBORADA 'tiempo' + 'luz' y 'blancura', participa de los mismos semas que ALBA y

ALBOR. En el Poema de Júçuf es la forma que aparece: (55) «Dixo el negro: «Señor, yo diye

un colpe ad aquel vuestro cativo que foyía en l'alborada» pág.345, y en (58-59) pág. 345. En el

Cancionero tradicional se registra junto a ALBA, ALBOR, Albore, con el mismo significado,

pensamos que se prefiere una u otra forma en función de las necesidades métricas, así lo

118

comprobamos en estas citas:(5)«Non finquéis dormida/fembra enamorada/pués el alborada/ a

amor nos convida/» CDLXXII, pág. 968, o bien en: (1) «Recordedes, niña,/con el

albore/oiredes el canto/del ruiseñore/» pág.968. En la Celestina: « Ya no veo las músicas de la

alvorada (...) ya no las cuchilladas ni ruydos de noche» II, pág.153 similar uso se da en los

versos incluidos: « Papagayos, ruyseñores,/que cantays al alvorada, llevad nueva a mis

amores,/ como espero aquí asentada» II, pág.179

En todos los ejemplos medievales se mantiene el sema específico de 'luz o claridad

blanquecina' del latín y, además, se añade el sema de temporalidad 'primera luz del día' y con

él se marca una diferencia en la estructuración del campo por ser incluida estas lexías en Día-2

y no en NOCHE como en latín (San Isidoro s.v. Nox). En el Poema de Alfonso Onceno hay una

superposición de las lexías MAÑANA, DÍA, AMANECER (v.) y ALBA, de modo que

comprobamos lo expuesto anteriormente, ya que los tres sustantivos tienen como punto de

intersección el ser portadores del sema específico 'primera luz del día', y el verbo AMANECER

las incluye en su proceso, según parece en (1502)«E a Dios pedía/que la mañana llegase;/e

Dios le envió el día/e non quiso que tardase/» y (1503) « E el Saturno complió/su curso e amanesció/el alba luego salió/e la luz esclareció».

Consultado el Universal Vocabulario de A. de Palencia nos sorprende las explicaciones

dadas de los términos, pues no se ajustan a la realidad de la norma de usos lingüísticos del

siglo XV y están más en la línea de los orígenes medievales. Sus aportaciones son similares a

las que da San Isidoro, no sabemos si es que parte de él o si refleja el vocabulario latinizante

de la lengua culta del siglo XV, no presenta el habla de su época, más bien aúna las dos

tendencias, la latina arcaizante y la medieval. Esto lo planteamos porque nos ha llamado la

atención el hecho de que cuando ya hemos dejado atrás lexías y distribuciones de los orígenes

latinos, las volvemos a encontrar en Alfonso de Palencia únicamente, no en otras fuentes, por

ejemplo, dice: «ALVA, 49 b = bruma, 11.6 b DILUCULO se dize quando ya comiença parecer la

luz del día en el tiempo del alva prenunciando el sol desde oriente(...) pero diluculum es

nombre...el alva del día. 135 b AURORA. 309 b Noche». Según lo expuesto, da la misma

estructuración que San Isidoro, es NOCHE porque incluye ALVA en ella, como en latín, y sólo

muy débilmente en Día-2 que es la adoptada en la lengua romance y además porta el sema

'bruma' = DILUCULO, no hay 'luz', 'blancura', como hemos constatado desde el siglo XI al XIII.

Sólo en los Glosarios latino- españoles de la Edad Media, recogidos por Américo Castro figura

la lexía DILUCULUM,-I = MANNANA (Gl. Escorial 1023), y establece una relación sémica con

AMANE--CER, AURORA, MATUTA.

ALBORECER como verbo derivado de ALBOR, intr. se documenta en el XIII (s.v.

Nebrija, Cejador) y posteriormente surge ALBOREAR (Nebrija), ambos con el significado de

'amanecer o rayar el día'. No obstante, no está en nuestras fuentes literarias, sólo AMANECER

por ser lexía más popular y conocida, o bien las locuciones populares QUEBRAR ALBORES,

EXIE EL SOL, etc. ya señaladas.

Junto al ALBA figura LUZERO, LUCERO, 'estrella de la mañana', 'estrella del alba',

documentada desde la Biblia (Job.11-17). Martín Alonso (DME), (EI) alude a LUZERO (de luz)

119

m. y lo registra desde el XIII (Berceo, Milagros (1255) hasta la época actual como 'Astro que

precede al sol del día', así se usa en el Vocabulario eclesiástico (1499) según Fernández

Santaella: «Aquella estrella que llaman luzero del alba que precede al sol del día.». Louis Sas

en su estudio sobre el Libro de Alexandre recoge la cita: (2603c) «Tardava el luzero nos podía

espertar» pág. 357, en estos casos llega a marcar 'tiempo', aunque su sema específico no lo

sea. En las "Serranillas" I - CLXX VIII 9: «vi serrana sin argayo/andar al pie del otero/más clara

que sale en mayo, ell alba, nin su Luzero» pág. 662.

Lucero del alba, Lucero de la mañana o Lucero de la tarde, para todas estas

expresiones el referente es el mismo, el planeta Venus al que comúnmente llaman estrella de

Venus, pero en su uso lingüístico es diferente, difieren sus significados. Alfonso de Palencia

aporta una explicación de uso y relación con la realidad: «LUZERO: Fosforus por luzero que

trae luz. -Hesperus(...) en latín luzero porque parece agora prima noche y después al alva del

día, -Iubar(...) se dizen los rayos del sol ó de estrella o es la estrella que al alva sale ante quel

sol y parece assaz antes que el sol sea salido que es al luzero. – Lucifer (...) es estrella que

luze más que otra alguna estrella(...) y de su resplandor antes del día lança la sombra: esta

estrella a la mañana se dize luzero y a la prima noche es poniendose el sol vespero(...) Lucifer

es el luzero que sale al alva y precede al sol y anuncia la mañana y derrama con su resplandor

las tinieblas de la noche» pág. 11O.

AURORA, cultismo que viene de AURORA,-AE (f.), desde el siglo VII se registra en el

latín de San Isidoro, incluida en NOCHE: «Diluculo quasi iam incipiens parva diei lux. Haec et

aurora, quae solem praecedit. 14 Est autem Aurora dici clarescentis exordium et primus

splendor aeris, qui Graece eos dicitur; quam nos per, derivationem auroram vocamus, quasi

eoraram.» (23). Corominas-Pascual (DCECH) nos afirma que, a pesar de esta aparición tan

temprana (está documentada en Berceo), los textos posteriores dan la impresión de un uso

puramente culto y artificial: «ell alva, aquí llaman en latín Aurora» será el uso en Alfonso X y

es «luz difusa y sonrosada que precede inmediatamente la salida del sol», según Libro de

Sabios de Astronomía (ed.Rico y s.II, pág.281).

En nuestra fuentes literarias figura con muy poca frecuencia, en Santa Oria: «La madre

benedicta de los cielos sennora/mas fermosa de mucho que non es la aurora/ non lo puso por

plazo nin sola una hora» pág.61, presenta, incluso, un valor ponderativo de belleza más que un

matiz temporal. Similares ejemplos están en el Libro de Buen Amor págs.138-139-140-141, en

el Cancionero tradicional (recogido en el S.XV) se usa AURORA con un valor significativo de

'belleza' «Diosa de la mañana», no obstante, también tiene el sema significativo de tiempo

'primera luz del día', similar al Cancionero de Baena: «Cerca la ora qu'el planeta enclara/ al

oriente, que es llamada Aurora,/ fui me a una fuente por lavar la cara».

A. de Palencia, UV (1490): 39 d «Aurora propio nombre de deesa es el primer

resplandor del día en el ascenso del sol quando el ayre conmovido antel sol induze el alva o se

dize del primero claror del ayre movido por el sol.». Según esta definición AURORA es parte

120

del ALBA o similar a ella, ambas participan del sema 'primer resplandor del día', aunque

AURORA se quede relegada en el lenguaje literario y ALBA se imponga en el uso.

CREPÚSCULO es otro cultismo, recogido por San Isidoro que siguiendo el latín culto

dice: « 7-Crepusculum est dubia lux. Nam creperum dubium dicimus, hoc est inter lucem et

tenebras» (24) y la incluye en NOX, siguiendo la distribución bipartita del día (Día-2).

Corominas-Pascual presenta la primera documentación en el UV de A. de Palencia que

la define así: «9701 -crepusculum que es dubdosa luz pero dubdare si en anocheciendo o en

amaneciendo sea la tal cercanía; Crepusculum luz dubdosa entre la noche y el día. - 309 b-

Noche». Ha definido esta lexía, igual que San Isidoro, incluyéndola en NOCHE, aunque admite

la doble posibilidad, 'claridad que hay desde que raya el día hasta que sale el sol' y 'desde que

el sol se pone hasta que es de noche'. En nuestras fuentes literarias la registramos en Alfonso

X y no sabemos a cual de los dos momentos temporales se refiere: «Esso a de pasar de la

noche de oras non yguales a la ora que se pone el crepuscul.», «Aquella es la hora del

ponimiento cierto del crepuscul» Libro de Armellas, (c.1270); en Libro del saber, T.II (ed.

1863, 75): «Sepas que el crepuscul es puesto»; igual que en la misma obra T. II, 178 (Libro

Astrolabio Redondo, c.1277). Martín Alonso (DME) constata esta presencia de CREPUSCOL,

m. en el S. XIII 'crepúsculo'. Según estos datos recogidos, esta lexía está presente en el

español medieval, únicamente, en el nivel culto pues es sustituida por ENTRE DOS LUCES y

LUBRICÁN en la lengua popular.

121

O R T O

Desde los orígenes se está muy preocupado y pendiente del sol, que es el gran

protagonista. Sus apariciones y desapariciones aparentes son observadas por el pueblo que

así lo juzga y así se expresa. San Isidoro nos informa sobre el curso del sol en "De itinere

solis": «Sol oriens per meridiem item habet. Qui postquam ad occasum venerit et Oceano se

tinxerit, per incognitas sub terra vias vadit et cursus ad orientem recurrit.» (25) y sigue

afirmando sobre las cuatro zonas del cielo "quattuor partibus caeli": «Climata caeli, id est

plagae vel partes, quattor sunt, ex qui bus prima pars orientalis est, unde aliquae stellae oriun

tur. Secunda occidentalis, ubi nobis aliquae stellae occidunt. Tertia septentrionalis, ubi sol

pervenit in die bus maioribus. Quarta australis, ubi sol pervenit noctibus maioribus. 2 - oriens

autem ab exortu solis est nuncupatus» (26), (véase gráfico nº15) .

ORTO 'salida de un astro por el horizonte' es un cultismo. No es una lexía de uso en

nuestra lengua medieval, por eso no la registramos en nuestras fuentes literarias, aunque

Lanchetas en su estudio de la obra de Berceo cita ORTO como 'salida, origen, principio', y

afirma que es una voz muy usada en el latín eclesiástico: «iam lucis ortu sidere: a solis ortu

usque ad occasum», posiblemente el latín eclesiástico la impuso posteriormente. En el nivel

popular abundan las lexías complejas como APUNTAR EL SOL, RAYAR EL SOL, SALIR EL

SOL, que significan lo mismo, evidenciando la pobreza de la lengua que no dispone de un

término preciso y ha de emplear estas perífrasis descriptivas del momento real, que

demuestran el influjo en los términos lingüísticos de la falsa creencia de la teoría geocéntrica

(27). En el Poema de Mio Cid (231) pág.118, en el Libro de Alexandre (2541 d) pág.357 y El

cantar de Rodrigo (281) pág.81 aparece RAYAR EL SOL en construcciones similares a esta:

(298) «Fueron correr a Gormas,/quando el sol era rayado» pág.117. En el Poema de Mio Cid

alterna con (1090) «exe sol» pág.167 y (3464) «saliere el sol» pág.286, como en el Libro de

Alexandre: (1327) «El sol era sallido al pueblo levantado» pág. 344, o en el Libro de Buen

Amor que se presenta con cierta frecuencia: (1210) «El sol era salido, por el mundo rayado»

(rayar el alba) II, pág.124. Similar construcción nos aporta el Romancero: (34) « Ellos otorgan

el campo mañana en saliendo el sol » "Romance del Conde de Carrión" pág.844. En La

Celestina se sustituye «sol» por «día»: «SEP - Ve tú donde quisieres; que antes que venga el día, quiero yo ver a Celestina a cobrar mi parte...» II, pág.94.

122

123

CONCLUSIONES

1.- Resulta conflictivo poder delimitar las múltiples lexías que confluyen en la misma

‘temporalidad’. Encontramos cultismos latinos (ALBA, AURORA, ORTO, CREPÚSCULO),

lexías latinas que adquieren en romance su significación (ALBA) y lexías complejas o perífrasis

que denotan ese momento (SALIR EL SOL, RAYAR EL SOL…). Todas son definidoras del

momento de esa realidad, incluidas en el proceso significativo de AMANECER, pero es difícil

de diferencias sus rasgos propios, aunque cada una de ellas tenga su sema específico, pero no

está marcado en el uso de la lengua.

2.- El cambio más destacado es el aumento de lexías simples y expresiones populares,

que se incluyen en Día-2 y no en NOCHE como era en latín. En esta etapa medieval hay

menos precisión y, por lo tanto, más pobreza léxica:

3.- AMANESCER, verbo que dado su matiz incoativo de 'empezar la luz del día', incluye

en su proceso una serie de lexías sustantivas de difícil delimitación. Junto a este verbo figuran

las lexías populares CREBAR ALBORES o QUEBRAR ALBORES y ALBORECER que difieren

de MADRUGAR, que es 'empezar antes el día' y no incluye 'la luz solar' porque no es una

marca relevante o le puede resultar indiferente (véase gráfico nº 16).

4.- ALBA amplía sus rasgos significativos. En latín sólo tenía el sema 'color blanco' y, en

cambio, en la lengua romance medieval, tanto ALBA como sus derivados ALBOR y

ALBORADA, de uso muy frecuente, sin perder el sema originario adquieren el de 'tiempo', de

124

tal modo que ALBA llega a ser el sustantivo correspondiente al proceso expresado por el verbo

AMANECER.

5.- AURORA, CREPÚSCULO y ORTO son cultismos de escaso uso, sólo se mantienen

en las manifestaciones lingüísticas cultas, no en el uso popular medieval que las suple por las

lexías complejas: APUNTAR EL SOL, RAYAR EL SOL, EXIE EL SOL (Poema del Cid), SALIR

EL SOL (fundamentada en la teoría geocéntrica de Tolomeo), que sustituyen a ORTUS, igual

que ENTRE DOS LUCES a CREPUSCULUM y AURORA a ALBA, ALBOR.

6.- Existen por tanto dos corrientes, una culta latinizante y otra nueva romance más

popular, manifestada en la duplicidad de lexías:

AMANECER, ALBORECER, ALBOREAR 'empezar la luz del día'

ALBA, ALBOR, ALBORADA 'luz blanquecina al empezar el día'

LUZERO 'luz', 'estrella de la mañana'

AURORA 'color', 'brillo al amanecer'

CREPÚSCULO 'entre dos luces'

ORTO 'la salida del sol', 'el nacimiento del día'.

Todas estas lexías participan en el proceso de AMANECER (véase gráfico nº 17) sin

llegar a formar un microcampo, puesto que la categoría sustantiva de AMANECER no existe

aún, sólo se establece una estructura lineal:

125

126

VESPER, SUPREMA, TARDE

Las lexías latinas VESPER y SUPREMA se introducen en el latín medieval (San Isidoro,

s.v. Ety. V: 541, nº 3, l3). La primera se extiende a la lengua romance con el significado

temporal:(143) «Dictum enim est duos clericos de civitate quadam vespere ut expatarentur

exise» Disciplina clericalis, pág.23, cuya interpretación en lengua romance es :(142), («Dizen

que los clérigos salieron de la cibdat a la tarde para se ir a spaçiar»). San Isidoro ya le daba el

significado de 'atardecer' y la incluía en NOX, como 'primera parte de la noche', aunque nos

ejemplifica con una cita bíblica del Génesis 1.5: «Factum es vespere et mane dies unus» = ( y

de la tarde y la mañana formó un día), cuyo alcance significativo no sabemos porque se ignora

la noche. La lexía SUPREMA es para él 'la última parte del día', 'cuando el sol tuerce su curso

hacia el ocaso', (Ernout-Meillet, s.v. Suprema), y la incluye en la distribución tripartita del día:

«Partes diei tres sunt: mane, meridies et suprema» Ety. V, nº 30, 13.

De las dos lexías que da San Isidoro sólo VESPER pasa a la lengua romance.

Consultados los Glosarios latino españoles de la Edad Media de A. Castro, encontramos datos

sorprendentes: TARDE = VESPER, pero a continuación se dice VESPER = «qualquier ora del

día» (Gl.Esc.2132) y «tardío» (Gl. Toledo 1098), VESPERUS: «estrella que aparesce quando

anocheze» (Gl. Esc.2070), VESPERO «stella quae initio noctis exit» (Gl. Esc. 2070),

VIESPRAS (Gl. Esc. 2132).

En el Vocabulario de Romance en latín de Nebrija consta: TARDE del DíA = VESPER,-

ERIS y VESPERA,-AE, ANOCHECER = ADVESPERASCO,-IS, ANOCHECIENDO (nombre)

=CREPUSCULUM VESPERTINUM, BISPERAS = HORA VESPERTINAE, BISPERADAS =

PSALMI VESPERTINI, TARDIA (cosa assi) = SEROTINUS,-A-UM y TARDUS,-A,-UM.

Estudiada toda esta relación comprobamos que la lexía latina VESPER y sus derivados están

presentes, pero su significado es de difícil precisión, puede estar incluida en Día-2 y NOCHE.

En nuestras fuentes literarias no registramos VESPER, sólo las variantes formales

Viespera, Víspera, Viespra, Vispra, Vesperada, Bisperada, Bisperas, Ora de Vísperas, que

portan en su significado el mismo matiz temporal de 'última parte de la tarde', 'atardecer',

incluso 'al anochecer'. Martín Alonso (EI) presenta VISPERA (ant. viespera) como 'la tarde'.

Lanchetas da otra explicación: VIESPERAS < latín VESPERAS es 'la séptima de las ocho

horas en que está distribuido el rezo divino'. Y en relación al tiempo y a dicho rezo, comprende

un período de tres horas, que empieza a las seis de la tarde y dura hasta las nueve de la noche

(véase capítulo de Las nomenclaturas y gráfico nº 49). El término VESPERO o VESPERA

debió considerarse temporalmente 'a la caída del sol', en el equinoccio de primavera, pues

entonces el sol se pone a las seis, hora en que empieza con las vísperas (Lanchetas s.v.

vísperas, 784). Recogemos citas en Santo Domingo (570) y (572) pág. 58, (377) pág. 61, en las

que hay similares ejemplos a «Iogo hasta las viesperas sobre la tierra dura» o en los Milagros

de Nuestra Señora: (50) «Bien a ora de vísperas el sol bien enflaquido» pág.111, en las que

es 'hora de rezo eclesiás tico'. En el Libro de Alexandre encontramos Biespera, Bispera , s.f.

con el significado 'el anochecer' y según Louis Sas y Oelschläger se registra también con valor

127

adverbial, como encontramos en La Celestina: «¿Paréscete, hermana, que me traes por

buenas estaciones e que es cosa justa venir de bisperas...?» II, pág. 165.

En el Vocabulario del Fuero Juzgo hay constancia de Vespera, Viespera, Vespra,

Viespra, que proceden del VESPERA latino y adquieren el significado de 'víspera', en la que el

sema temporal no es tan preciso porque va adquiriendo otro valor en el lenguaje eclesiástico,

especial mente en plural, diferenciación morfológica que se matiza semánticamente. Aguado lo

observa: «Vispras<vesperas 'el lucero de la tarde', que al pasar a la lengua del español

medieval significa las preces que la Iglesia primitiva cantaba al anochecer, adelantadas hoy a

poco después de mediodía», también significa: «la vigilia o día anterior a una festividad por

comenzar entonces con aquellas preces al rezo de esta». Ejemplo: Crónica General de

España de Alfonso X pág. 92.

Según lo que vamos rastreando en su contenido, podemos indicar que VESPERADA,

desde el siglo XIV o un poco antes, no alude a 'tarde', sino a 'la hora de vísperas' y podría

tomarse también por 'el atardecer', igual que la Hora del Hespero. Es usada desde Berceo con

valor temporal: (183) «non tornarie a casa fasta la vesperada» Sacrifiçio de la missa, que

Lanchetas interpreta 'por la tarde', 'al oscurecer'; similar cita encontramos en el Libro de Buen

Amor II: «A la bisperada/de la cruz descendido» pág.72 y señala Margherita Morreale (1963:

322) que también figuran en los Salterius medievales y en la Biblia de Alba, además bisperada

y maytinada aparecen como anotaciones litúrgicas.

El adjetivo VESPERTINO viene del latín, usado por San Isidoro (s.VII): «Vespertinum

officium est in noctis initio, vocatum ab stella vespere, quae surgit oriente noctem» (Ety.

VI.Vol.5, 18) (El oficio vespertino es el que tiene lugar al comienzo de la noche y recibe este

nombre por la estrella vésper que surge por el oriente al venir la noche).

Como recapitulación de lo aquí expuesto, llegamos a la conclusión de que el término

latino VESPER 'la tarde', 'el atardecer' y sus derivados, especialmente VISPERA, que en su

variación morfológica de número llevan una diferenciación semántica, pasan a la lengua

romance significando 'tiempo' hasta aproximadamente el siglo XIV, en que se refugian en la

lengua eclesiástica y van adquiriendo un valor de términos nomencladores (véase el capítulo

de Las nomenclaturas). Sólo perdura la forma adjetiva del cultismo VESPERTINO, que se

incorpora al español a partir del siglo XVI como 'concerniente o relativo a la tarde', del cual

surgieron otros derivados posteriores como VESPERTINA, f. (siglos XVIII-XX), «Acto literario

que se celebraba por la tarde en las Universidades» (Dic. Aut. 1726).

Dada la debilidad de la lexía VESPER, quizá por haberse fosilizado como una

nomenclatura eclesiástica, siente la lengua la necesidad de completar el sistema con otra lexía

romance que se empieza a usar definitivamente en el siglo XIV, tras un empleo muy débil en el

siglo XIII (Berceo, Alexandre), que es TARDE, sustantivo f. 'segunda mitad del día'. Esta

acepción, que es la que nos interesa para nuestro estudio, se encuentra en Berceo, Libro de

Apolonio, Gran Conquista de Ultramar, fue una sustantivación del adv. TARDE correspondiente

al adj. latino TARDUS, común a todos los romances de Occidente, y sustantivado ya en 1220-

50. El BDELC de José Corominas aporta esta fecha, mientras que Martín Alonso en su EI

128

(s.v. Tarde) la sitúa en los siglos XIV-XX: «tiempo que hay desde mediodía hasta anochecer».

Sin embargo Corripio (DE) la fecha en el siglos XII: «tiempo que transcurre desde el mediodía

hasta al anochecer». Lanchetas no da testimonio de ella en las obras de Berceo y en nuestras

citas del mismo autor la registramos en su categoría adverbial. Únicamente en Santo Domingo

hay una forma sustantiva, que es la siguiente: (558) «Un sabbado a la tarde las viesperas

tocados. / Iban para oirlas las yentes aguisadas» pág. 57, que difiere de esta otra en función

adverbial: (707) «Miércoles era tarde, las estrellas salidas, / pero aun eran las yentes

adormidas» pág. 62. En el Libro de Alexandre se encuentran también las dos categorías pero

seleccionaremos, únicamente, la sustantiva por su acepción delimitadora de 'tiempo': (1701)

«Quando vino la tarde/ que quisieron posar» pág.613 y esta otra: (440) «Después bien a la tarde recudió el varón;/ demandó a beber agua, que vino non...» Libro de Apolonio, pág.132.

Dolores Corbella (1986b) en el cómputo de frecuencia de esta obra nos confirma a TARDE

(sust.) con una frecuencia total de 2 (localizado en 420a y 440a) y el adverbio = 3 (en 169b,

235d, 652d).

En el siglo XIV ya esta lexía está impuesta en su uso, lo comprobamos en todas las

obras estudiadas de las que seleccionamos estos ejemplos: (23) «Jacó en este comedio

estaba entrepensado / por razón de la tarde que no vio fijo,» Poema de Yuçuf, pág.341, o en

«Escoté la meryenda é partyme dalguera;/Rogóme que fyncase con ellas esta tarde» Libro

Buen Amor II, pág.44. En D. Juan Manuel, y según el estudio de Huerta Tejada, se confirma

con pleno significado temporal la forma sustantiva; este autor escribe que TARDE es en su

primera acepción «la tarde, tiempo desde el mediodía al anochecer», y como segunda

acepción figura la forma adverbial de tiempo, que se mantiene con su antiguo valor de «fuera

de tiempo, con posterioridad al tiempo en que debiera realizarse algo, con morosidad», con lo

cual ya la frecuencia de uso se ha invertido: 1) Sustantivo, 2) Adverbio. A partir de aquí sólo

tendremos en cuenta la primera categoría: «et cuando fue contra la tarde llegó el fijo de la

buena mujer(...). Et desque llegó la tarde asentóse a comer(...). Mas cuando vino la noche et

los vio echar en la cama,» Libro de Patronio, pág.407, similar ejemplo figura en el Libro de la

caza, pág. 46.

En el siglo XV la única variación está en la puntualización numérica que acompaña a la

lexía, ya que en esta época cambia el sistema nomenclador de horas, como comprobamos en

esta cita de la Celestina: «SOS - Que son ya las quatro de la tarde e no nos ha llamado ni ha

comido» II, pág.129.

SERUM es un tercer término latino que se introduce en la Edad Media, ya San Isidoro lo

cataloga con el significado de 'anochecer', junto a VESPER que es 'atardecer', 'la primera parte

de la noche', así lo justificamos textualmente: «17- Serum vocatum a clausis seris, quando iam

nox venit, ut unisquique somno tutior sit.» (Ety. V.30, pág.540) (se dice así porque las puertas

están cerradas, cuando ya llega la noche, para sentirse más seguro en su sueño). Esta lexía de

similar significado que TARDE ha seguido un camino paralelo en otras lenguas, hoy

encontramos en francés e italiano su uso sustantivado ya que es SOIR y SERA

respectivamente, mientras que en español es TARDE.

129

En el español medieval ha habido un cambio onomasiológico de significantes, porque

hasta el siglo XIII es Vesper, Vespera y posteriormente Tarde. Y además, derivado del latín

SERUS 'tarde' (adv.) con el sufijo -anus, está SERANO (SARAO) (Covarrubias s.v. Serao) que

es 'baile nocturno' (h.1537), y el gallego SERAO 'anochecer', que Gregorio Salvador (1985:173)

considera un lusismo típico, de la misma raíz es el francés soirée, galicismo que se usa ahora

con el sentido del ya castizo sarao.

En el siglo XIV se documenta en el Libro de Alexandre: (1790) «Caen en el serano las

bonas rociadas,/ entran en flor las miesses, ca son ya espigadas» y Luis Sas le atribuye el

significado de 'atardecer', 'anochecer'.

SOJORNO 'la última parte del día', es una lexía compuesta de SO y DIURNO (m.) que

ha evolucionado igual que JORNAL, JORNADA. En el Libro de Buen Amor la registramos: «De

palos é pedradas ovo un mal sojorno» pág.267, en su delimitación sufre el mismo problema

que DÍA y JORNADA.

SONOCHADA, según Cejador, se refiere 'a las primeras horas de la noche', similar

opinión la da Martín Alonso (DME), que la recoge como derivada de SONOCHAR (compuesto

de SO, 'bajo', 'debajo de' y NOCHE) verbo intransitivo, registrado en los siglos XIII-XIV: «Velar

en las primeras horas de la noche». La categoría sustantiva es «Tarde o principio de la noche»

y la encontramos en Berceo: (332) «De qual guisa qe avino, en una sonochada/era de Santo

Iohan vigilia sennalada.» San Millán, pág.135. En Berceo recogemos otras citas con la

expresión Hora Postremera, pero no podemos identificar su momento temporal: «Tenie que era

toda complida la carrera/E que li venie cerca la hora postremera» Milagros de Nuestra

Señora, pág.32.

C O N C L U S I O N E S

1- VESPER es una lexía latina que en el siglo VII San Isidoro la incluía en NOX y que

pasa al español medieval como 'última parte del día'. Con el mismo significado que SUPREMA

se presenta en latín medieval (San Isidoro s.v. Dies); VESPER 'la tarde' (véase gráfico nº 18)

en latín clásico, y sus derivados, sufre un desplazamiento hacia 'el atardecer', ya que en su

lugar se encuentra TARDE con su nuevo uso sustantivado.

2- La forma derivada VÍSPERA adquiere una doble posibilidad significativa, marcada

fundamentalmente en sus diferencias gramaticales de número, así VÍSPERA, en cualquiera de

sus variaciones formales es 'últimas horas de la tarde', 'anochecer', 'atardecer', hasta el siglo

XIV, y VÍSPERAS, que es recogida por el lenguaje eclesiástico, pasa a ser 'hora de rezo

litúrgico' y queda establecida como una nomenclatura.

3- TARDE se emplea definitivamente en el siglo XIV como 'tiempo desde mediodía hasta

el anochecer'. Ha habido una simplificación del sistema al ocupar TARDE la zona de VESPER

y SUPREMA. La lexía TARDE se incluye en Día-2 y desplaza a SUPREMA a la noche, como

'fin del día'. (véase gráfico nº 18)

130

4) Se ha producido un cambio onomasiológico en los significantes, en el paso progresivo

del latín al romance que podría esquematizarse así:

Ha habido una simplificación de términos en el sistema, mientras que el latín dispone de

VESPER, SUPREMA y SERUM, en español medieval sólo está TARDE y muy débilmente

SERANO.

131

132

A N O C H E C E R

Martín Alonso en su Diccionario medieval español figura la lexía ANOCHECER como

procedente del latín noctescere (de nox-ctis = noche) 'empezar a faltar la luz del día', 'venir la

noche', y la documenta a partir del siglo XII en el Poema Mio Cid: «(432) Ante que anochesca

pienssan de cavalgar», pág. 129, Menéndez Pidal da relación de ella en su Vocabulario del

Cantar de Mio Cid: «Anocheçer>an-noctescere». En el Libro de Alexandre:(1538) «Luego lo

ovieron morto, asmaron al fazer, quando anocheçiesse de vivo lo prender» pág.194. Según

Rufino José Cuervo, etimológicamente es un compuesto de «a», que expresa 'tránsito a cierto

estado' o 'aproximación', y un simple Nochecer, correspondiente al latino Notescere, 'empezar

a ser noche'. En todas las citas recogidas sólo figura la categoría verbal con matiz incoativo e

igual que AMANECER es 'comenzar a hacerse de día' (MANE), del mismo modo ANOCHECER

es 'comenzar a hacerse de noche'. Así lo seguimos encontrando en Berceo: «Los días son

grandes, anochezra privado,/escrivir en tiniebra es un mester pesado» Santa Oria, pág.46; la

obra de D. Juan Manuel, según nuestras fuentes y el Vocabulario de Huerta Tejada, nos da

testimonios del uso de ANOCHECER como verbo intransitivo. En el siglo XV sigue la misma

lexía, por ejemplo en Generaciones y semblanzas, pág.17. Pero, aunque se registra en todos

estos siglos, no es de mucha frecuencia, pues al mismo tiempo se documenta la presencia de

otras lexías o locuciones que expresan idéntico significado, como LOBREÇER, de la cual se

tiene conocimiento desde el siglo XIII, y participa de los semas específicos de 'oscurecer'

'anochecer'. Louis F. Sas la recoge en el Vocabulario del Libro de Alexandre: (1151) «El solo

era entrado querie lobreçer» pág.182, y no difiere nada en su contenido con otra cita del

Poema de Fernán González: «El sol era ya puesto, quería anocheçer» pág.149, que considera

curiosamente como sujeto a «el sol», según creencia de la época. Por extensión se usa

también ESCURECER que, según Louis F. Sas es sinónimo del verbo ANOCHECER y se

registra en el Libro de Alexandre, en Berceo Loores a Nuestra Señora (75), pág. 96, (114)

pág.134, textos en los que se presenta el verbo acompañado de los sustantivos, en función

de sujeto, SOL o DÍA: «el sol escureçió», «oscureçió el día», y en donde el sema 'oscuridad'

es relevante. Estas construcciones son propias de esta etapa (Rufino José Cuervo, s.v.

Anochecer).

En los Glosarios latino españoles de la Edad Media de Américo Castro se ofrece una

serie de términos latinos con el significado de 'oscurecer', como VESPERUS: «estrella que

aparece cuando anocheze» (glos. Escorial 2070). OBNUBILO: «oscurecer» (glos. Escorial

2813), OBUMBRO (mb): «escurecer» (glos. Esc. 2800), OTENEBRO (obt.-): «escurecer» (glos.

Esc. 2807), TENEBRO: «escurecer» (glos. Esc. 3061). Nebrija en su Vocabulario de romance

en latín (c.1495) relaciona ANOCHECER con NOCTESCO-IS y ADVESPERASCO-IS, mientras

que «Anocheciendo» (que le da valor nominal) con CREPUSCULUM VESPERTINUM. Es

curiosa esta última relación, pues aún no hemos registrado la categoría sustantiva.

133

O C A S O

Viene del latín OCCASUS,-US<del participio occidens -tis de OCCIDERE = 'morir', 'caer',

'ponerse' (el sol). En nuestra lengua medieval existe, nos dan razón de ella los Diccionarios y

Vocabularios, pero no la recogemos en nuestras citas literarias; por ello pensamos que se

encuentra en la lengua culta como palabra latina, pero no es de uso en la lengua popular,

donde OCASO es sustituida por expresiones coloquiales descriptivas del momento real.

Solamente en San Isidoro, en su latín del siglo VII nos dice: «Ianuae caeli duae sunt oriens et

occasus. Nan una porta sol procedit, alia se recipit» (Dos son las puertas del cielo: el oriente y

el ocaso. Por una puerta aparece el sol, por la otra se acuesta) Etymologiarum III nº 4, pág.

461. (véase gráfico nº 15).

El pueblo es fiel seguidor del protagonismo del sol en el proceso del día y la noche y así

lo manifiesta en sus creaciones lingüísticas: El son se pon, abaxó el sol, El sol entrado, estas

expresiones, que se acoplan como lexías complejas, son las más usadas en toda la Edad

Media en sustitución del OCCASUS latino. Así lo confirmamos con las citas seleccionadas del

Poema del Cid: (29) «Non era puesto el sol», (416) «Aun era de día, non puesto el sol»

pág.128, similares a las del Libro de Alexandre (77), (88) de la pág.149 o en la Celestina II pág.

22 y el Romance de Mocedades de Rodrigo que dice: «Señor, non sea culpado/ca aun, fasta el

sol puesto,/es todo el día mi plazo» pág.137. De igual significado es esta otra forma que

registramos: «E de que abaxó el sol, el aldeano saltó sus buex del arado» Disciplina Clericales

XXIII, pág. 155, como la del Poema de Fernán González.:«El sol era ya baxo que se que ría

tornar» pág.175.

134

CONCLUSIONES

1.- ANOCHECER es un verbo documentado desde el siglo XII, que proviene del latín con

el mismo significado 'venir la noche', 'empezar a faltar la luz del día'. Se opone a AMANECER,

aunque ambas participen del aspecto incoativo con relación espacio-temporal. Convive junto a

LOBREÇER, OSCURECER que porta como relevante el sema específico de 'aumento

progresivo de la pérdida de luz solar'.

2.- No se registra la categoría sustantiva.

3.- OCASO que en la época medieval no es muy usada, no figura en nuestras fuentes

textuales, sólo constatamos su datación por los trabajos lexicográficos, no obstante, estamos

seguros de su presencia en la lengua culta de influencia latinizante porque en el habla popular

es sustituida por expresiones coloquiales en las que el sol es el protagonista: EL SOL SE PON,

ABAXÓ EL SOL, EL SOL ENTRADO... En las que puede variar la organización de sus

significantes pero su contenido siempre es el mismo.

135

CONCLUSIONES GENERALES DE LA EDAD MEDIA

Estamos de acuerdo con G. Matoré (1983:19) que nos dice: «aux yeux d'un homme

d'aujourd'hui, les conceptions médiévales du temps se présentent d'une manière contradictoire

(...). "Une multiplicité de temps, telle est la réalité temporelle pour l'esprit médiéval"». Por eso

las lexías encontradas las podemos distribuir en tres apartados:

I) Horas romanas que se mantienen en la Edad Media y que se trasladan a las Horas

eclesiásticas en la liturgia de las Horas y que incluso, desde aquí, siguen funcionando como

nomenclaturas.

II) Los elementos de la naturaleza: El sol, la luna, los gallos e incluso las comidas

ayudan a marcar diferentes momentos. Así nos lo demuestran varias lexías, en gran parte

complejas, que intentan describir esa temporalidad identificable (véase capítulos de Las

nomenclaturas y Las horas de las comidas).

III) Las lexías que forman el campo lexemático.

Señalamos a continuación las conclusiones, pero antes expondremos algunos puntos

que nos justifican los resultados obtenidos:

A) A partir del siglo XII hay un cambio en los significantes (véase panorámicas nºs I y II)

y aunque siempre tengan una apoyatura latina, la adaptan a la nueva lengua que se inicia con

sus vacilaciones formales ortográficas y sus superposiciones de contenido, que dificultan la

estructuración del campo. Por ello no hemos podido ceñirnos, únicamente, a las categorías

nominales (sustantivos y adjetivos) sino que nos hemos extendido a los verbos porque

sabíamos que transcurrida esta primera etapa iban a sustantivarse, como ha ocurrido

actualmente con MADRUGAR, AMANECER y ANOCHECER.

B) Adentrarnos en el plano del contenido, que es lo que realmente nos interesa, nos ha

supuesto una gran dificultad, teníamos miedo de que nuestra propia estructura lingüística

condicionara nuestra conclusiones de forma inconsciente, pues pretender hacer un estudio

sincrónico de la Edad Media y librarnos de los prejuicios del anacronismo ha sido y es una

lucha. Porque el tiempo medieval (como ya observó Matoré) es lineal, orientado por la Creación

y los fines escatológicos, atemporales o con la presencia relativa de duración cosmológica;

acentuado esto hasta el siglo XIV en el que ya se establecen unas limitaciones más concretas,

reflejadas en la lengua cuando se separan las horas laicas de las horas canónicas que regulan

la vida monástica. Por eso damos como conclusiones sólo aquellos casos en los que creemos

estar seguros.

C) Nos aventuramos a dar unas aportaciones sobre el latín hispánico medieval de la

primera etapa basándonos, fundamentalmente, en los datos que San Isidoro nos trasmite y

completamos con otras aportaciones ya señaladas. Nos ha interesado su obra Etymologiarum

porque es una información muy valiosa en esa etapa tan falta de datos y, aunque la

justificación de sus acepciones, en muchas ocasiones, se sale de lo puramente lingüístico, al

intentar dar la etimología de las palabras basándose en la realidad y, a veces, con toques algo

infantiles como producto de la época, no obstante, resulta muy interesante su distribución

136

conceptual, la consideramos un anticipo de los estudios estructuralistas de los campos

lexemáticos, pues la organiza del mismo modo, parte de un término amplio (DIES) que incluye

a los demás (véase gráfico nº 19) (Distribución bipartita DIES/NOX). E incluso aporta otra

estructuración lineal de términos relacionados temporalmente: HODIE ('hoy'), QUOTIDIE

('todos los días'), CRAS ('el día de mañana'), HESTERUM ('Día anterior'), PRIDIE ('día

precedente'), PERENDIE ('día antes o anterior'). Difiere por tanto de la distribución formal de

los diccionarios y enciclopedias monolingües y bilingües que disponemos a partir del siglo XVI.

Tenemos que confesar que nos entusiasmamos cuando descubrimos las Etimologías de San

Isidoro de Sevilla, pues, desde nuestra perspectiva temporal, dentro de su arcaísmo es un

innovador.

Hechas estas aclaraciones, recapitulamos nuestras conclusiones generales de la Edad

Media:

1.- Nuestra estructuración medieval se fundamenta en la latina, pero es diferente, más

sencilla y menos motivada, pues incluso la distribución bipartita DÍA/NOCHE tan evidente en

latín, aunque existe y se da testimonio de esa realidad, se difumina lingüísticamente, se

superpone la oposición simbólica de la 'luz de la eternidad' y 'victoria de fuerzas diabólicas'

(según San Bernardo) sobre la 'temporalidad', por eso nuestro Día-2 no aparece con tanta

frecuencia (ver capítulo DÍA) y gana en uso Día-1, que en latín no era tan relevante (véase

gráficos nos 20 y 21). Igualmente, la oposición MATUTINO / VESPERTINO, frecuente en latín,

en la Edad Media española no se registra del mismo modo y sólo surge en el siglo XVI, que es

cuando se establece una distribución temporal más concreta.

2.- NOCTE en latín se presenta como archilexía de subgrupo del semema 'falta de luz

solar', además de figurar como término opositivo en el simbolismo eclesiástico 'oscuridad

donde se agitan las fuerzas malignas y diabólicas', aunque pueden ser santificadas por la

presencia de un ser puro (de aquí los rezos nocturnos) y además, dada su amplitud temporal,

es precisada sus partes con siete lexías que marcan las características significativas, basadas

en la realidad de cada momento, sus definiciones así nos lo justifican (véase gráfico nº 19). Las

siete lexías latinas que delimitan la noche, aunque pasan a la lengua romance (A. de Palencia,

s.v. Noche) hay una tendencia generalizada a simplificar el número de términos léxicos.

NOCHE reduce las subdivisiones existentes en latín y se divide, además, atendiendo a

fenómenos naturales como "El canto del gallo" o los usos eclesiásticos de las Horas de

Maitines, funcionando ambos como términos nomencladores. La matizada complejidad de las

estructuras latinas desaparece en los primeros siglos y luego resurge en el S. XV, al separarse

el tiempo laico o profano.

137

138

3.- Es frecuente el uso de variadas y repetidas perífrasis que forman verdaderas lexías

complejas en sustitución de las latinas y que tienen su origen, fundamentalmente, en

descripciones de la realidad, porque será la naturaleza la que marque la pauta y las

condicione, especialmente en el nivel popular, así SALIR EL SOL, CLAREAR EL DÍA,

CANTAR EL GALLO, QUEBRAR ALBORES, OSCURECER EL DÍA. Algunas de ellas

funcionan más como nomenclaturas que como elementos de una estructura y reflejan la

pobreza del sistema de la lengua medieval. No obstante, seguirá siendo el latín el ideal de

lengua culta.

4.- Palabras latinas como Sexto originan un doblete romance en la forma culta Sexto y

la popular Siesta que han seguido caminos distintos y significaciones diferentes, con lo cual ha

habido un proceso de españolización de los términos latinos, son cultismos que se barbarizan y

sufren la vulgarización junto al mantenimiento clasicista.

5.- Entre los siglos X-XII se usa un gran número de voces que ya en el XIII están

olvidadas. Hubo algún vocablo hoy perdido o existente en otras lenguas romances, por ejemplo

MAÑANA y MATINO que figuraban como sinónimas, hoy se han separado quedando MAÑANA

en español y MATINO ha pasado al francés MATÌN, al italiano MATTINO y al catalán MATIN, lo

mismo ocurrió con SERUM que da en francés SOIR, en italiano SERA, mientras que en

español adoptó TARDE.

6.- Entre los siglos XII-XIV hay una gran complejidad de términos, de perífrasis, que se

agrava con el confusionismo ortográfico. Esto demuestra la pobreza de la lengua porque se

inicia sin haber sido codificada y porque en esos momentos conviven dos líneas de creación

lingüística que reconocemos como culta y popular, las cuales producen duplicidad de lexías y

distinta organización del campo lexemático. (véase gráficos nos 20 y 21).

7.- En el siglo XV se empiezan a notar ciertos cambios en el sistema, junto a mayores

similitudes con el latín, de tal manera que en algunos casos no sabemos si son innova ciones o

arcaísmos motivados por el resurgir de la lengua latina como ideal culto. Por ejemplo, las

aportaciones de Alfonso de Palencia se parecen más a las de San Isidoro que al uso de la

norma de la lengua medieval.

8.- Las zonas de intersección entre los términos DÍA/NOCHE no se expresan con

claridad, sólo existen las locuciones o lexías complejas descriptivas de esos momentos: «Exie el sol», «Ponerse el sol», « El sol abaxo», incluidas en los dos verbos que significan ese

proceso como AMANECER ('iniciar el día' o como extensión hacerse MANE), que se opone a

ANOCHECER ('iniciar o hacerse NOCHE'). En estas lexías observamos la composición sémica

espacio-temporal que funcionan semánticamente de manera sintética.

139

140

9.- La vía culta de formación de lexías en el español medieval es la de transposiciones

que orientan su relación en sentido único, especialmente en los adjetivos que como norma se

forman sobre la base latina y portan el mismo significado:

DIURNO<DIURNUS,-A,-UM 'relacionado con el día'

COTIDIANO<QUOTIDIANUS,-A,-UM 'lo de cada día'

MATUTINO<MATUTINUS,-A,-UM 'lo referido a la mañana'

VESPERTINO<VESPERTINUS,-A,-UM 'lo referido a la tarde'

NOCTURNO<NOCTURNUS,-A,-UM 'lo referido a la noche'

Y estas transposiciones pueden llevar un desarrollo que implica un cambio de categoría

en un orden transpositivo:

MANE (adv.) (sust.) > AMANECER (verbo)

MATURICARE > MADRUGAR (verbo) > MADRUGADA (sust.)

TARDUS (adv.) > TARDE (sust.)

Y así varios términos medievales son producto de un desarrollo que puede, a su vez, ser

el punto de partida de un nuevo desarrollo. Son lexías que se originan por un proceso de

derivación o composición del latín, que como lengua culta será la fuente y el modelo.

10.- Se registran sustituciones o cambios onomasiológicos que no afectan al campo

semántico al no cambiar su significado, como ejemplo tenemos: VESPER es sustituido por

TARDE, CRAS por MAÑANA.

11.- Las oposiciones que se producen en el sistema del campo son simples binarias, en

las que sus términos se incluyen con valores opuestos que no son neutralizables:

Día-2/ NOCHE

MAÑANA/ NOCHE

MEDIODÍA/ MEDIANOCHE

No obstante, hay algunos términos que se incluyen y se presentan en oposiciones

privativas y que pueden neutralizarse cuando no se produce la polarización, pero quizás esto

ocurre porque no confluyen otras vías de conceptualización, posiblemente simbólicas, sino

lineales temporales, así:

Día-1 incluye Día-2/NOCHE Día-1 Día-2(+)

Día-1 incluye NOCHE (-) NOCHE(+)

(Día-1 es el término extensivo, no marcado, Día-2 y NOCHE son términos intensivos y

marcados, aunque en DÍA pueden neutralizarse)

141

Día-2 incluye a MAÑANA Día-2 MAÑANA(+)

Día-2 incluye a TARDE (-) TARDE(+)

(Día-2 y MAÑANA pueden neutralizarse, no MAÑANA 'antes del mediodía' y TARDE

'después del mediodía' que se opone.

Así puntualizamos que las oposiciones y las intersecciones no se manifiestan, las lexías

limítrofes se acumulan al participar de uno u otro semema de los subgrupos 'presencia de luz

solar' (incluidas en Día-2) / 'no presencia de luz solar' (incluidas en NOCHE).

142

143

N O T A S

1.- Officium parvum Beate Marie et officium defuncto rum, 155 h. sin foliación, de fecha dudosa entre siglos XIII

y XIV, 8º manuscrito de letra gótica y miniaturas, guardado en la Biblioteca de la Universidad de La Laguna.

2.- San Isidoro de Sevilla, Etimologias, Vol.I-II (Edición bilingüe), Ed. de José Oroz Reta y Manuel A. Marcos

Casquero, Madrid, Editorial Católica (Bibl.Autores Cristianos), 1982.

Vol.I - Libro V pág. 537: «1- Día es la presencia del sol o el sol sobre la tierra, como la noche es el sol bajo la

tierra. El día, en realidad, consta de veinticuatro ho ras, hasta que el día y la noche han concluido su curso en el

movimiento de rotación del ciclo desde que el sol aparece por oriente hasta su siguiente orto. De manera abusiva se

dice día al espacio de tiempo que media entre la aparición del sol y su ocaso».

«2- En consecuencia, dos son las partes del día: una diurna y otra nocturna. El día tiene veinticuatro horas; y

cada una de sus partes, doce».

«3- Se llama día a la mejor de las dos partes. De ahí también que en la práctica contemos el número de los

días sin hacer mención alguna de la noche del mismo modo que en las Sagradas Escrituras: (Génesis 1.5 está escrito:

«Y de la tarde y la mañana formó un día».

3.- San Isidoro ob.cit. pág.539: «4- Entre los egipcios comenzaba a computarse el día desde el ocaso del sol;

entre los persas, desde el orto; entre los atenienses, des de la hora sexta del día; entre los romanos, desde la media

noche; de ahí que ese momento se llama también «canto del gallo»; porque su voz lo asemeja a un mensajero del día,

y es cuando también sopla el mesonyctius. (Diccionario Thesaurus,s.v. Dies, hace alusión a esta cita de San Isidoro).

4.- John M.Hill, Universal vocabulario de Alfonso de Palencia (Sevilla 1490). (Registro de voces españolas in

ternas), Madrid, RAE.1957.

5.- San Isidoro, ob.cit. Vol.I - Libro III, pág.465 nº 50 «El sol se mueve por sí mismo y no da vueltas en conexión

con el mundo. Si permaneciera estático en el cielo todos los días y las noches resultarían iguales; pero como un día

vemos que se oculta por un lugar y el día anterior su ocaso se había producido por otro, es prueba de que se mueve

por sí mismo y de que no da vueltas en conexión con el mundo. Al parecer trae el día; al ocultarse, se produce la

noche».

6.- San Isidoro, ob.cit. Vol I, libro III, pág.467: «El sol, al salir, produce el día; al ocultarse, origina la noche.

Pues es de día cuando el sol está sobre la tierra; de noche, cuando se encuentra bajo ellas.

En él tienen origen las horas; de él depende el día cuando se levanta y también la noche cuando

se oculta; con relación al sol, se cuentan los meses y los años; de él proceden las estaciones anuales».

7.- Américo Castro, Glosarios latinos-españoles de la Edad Media, Madrid, Anejo XXII de la Revista de

Filología española, 1936.

8.- A.R. Nykl, El cancionero de Aben Guzmán, 1933, pág.184. Poeta cordobés muerto en 1160 y copiado en

oriente, en el siglo XIII, por alguien que no entendía nada de las voces románicas insertadas en los versos árabes

(Canción 82a), y las deforma lastimosamente.

9.- Según V. Väänänem en Introducción al latín vulgar, los temas en -e- (5ª decl.) pasan a los temas en -a- (lª

declinación). El punto de partida fueron los dobletes en -ie- y en -ia- (luxuries/luxuria de los cuales la forma en -(i)a ha

terminado por ganar la partida).

l0.- Oelschläger, A Medieval Spanish Word-List, Univ. Of Wisconsin, 1940.

11.- Orígenes del español (Estado lingüístico de la península Ibérica hasta el siglo XI), Madrid, 1950.

12.- En pág.172-173 del Vol. Ciudad de Génova, Cristóbal Colón, Documentos y pruebas de su origen

genovés. 1932, acta notarial de 25 de agosto de 1479.

13.- Ernout y Meillet, Dictionnaire étymologique de la langue latine. París, 1967 (4ª edic.).

14.- San Isidoro, ob.cit.V.30, 13-15, pág.540: «Meridies o Medidies se llama, así, como si dijéramos medio día.

O tal vez porque en ese momento el día es más puro. En efecto «puro» se dice Merum. Y es que a lo largo del día es

más puro... En efecto «puro» se traduce MERUM y es que a lo largo del día nada más claro que el mediodía que es

cuando el sol resplandece en medio del cielo e ilumina todo el cielo con claridad igual»

15.- R. Lanchetas, Gramática y vocabulario de las obras de Gonzalo de Berceo, Madrid 1900 (pág.704-5-6) y J.

M. Aguado, Glosario sobre Juan Ruiz, Madrid, 1929.

16.- San Isidoro, ob. cit. V, 31 - 1, págs. 541-537

17.-Gregorio Salvador,"Lexemática Histórica" en Actas I Congreso Internacional de Historia de la Lengua

Española, (Cáceres 1987), Madrid, Arco Libros, 1988,pág.638.

144

18.- San Isidoro, ob.cit. libro V-31, nº 13,14, pág.541 «Tres son las partes del día: mañana, mediodía y tarde»

«La mañana es la luz rebosante y plena después del crepúsculo. Y se le llama MANE, derivada de MANUM, que era

como los antiguos denominaban al «bien». Pues ¿qué bien hay mejor que la luz? Otros piensan que MANE deriva de

los dioses MANES cuya morada se sitúa entre la luna y la tierra. Hay quien opina que el nombre deriva «del aire»,

porque éste es MANUS, es decir, es ligero y transparente».

19.-Corominas-Pascual (DCECH) dice que es probable que el empleo más antiguo sea como adverbio en el

sentido de 'temprano, por la mañana', en esta acepción lo hallamos en el Cid: (2111) « otro día mañana», (881)

«mucho es mañana (muy temprano) (881). De ahí pasaría a emplearse como sustantivo, la mañana (Cid, Berceo).

20.- Según Coseriu en Introducción a la lingüística es clara la relación con la religión en las «interdicciones del

lenguaje» debidas a creencias o a otros motivos de índole religiosa, pues el hecho de que una comunidad lingüística

pertenezca a una determinada comunidad religiosa implica la existencia de determinados términos en su vocabulario; y

añade: «Hay relaciones que no se pueden desconocer entre la religión organizada como institución y la formación de

las lenguas comunes y literarias, y también entre la religión y la conservación de determinadas lenguas, merced a su

empleo litúrgico» pág.77.

21.- San Isidoro, ob.cit. V 31, nº 4-12, pág.542-43. Es el período que media entre la retirada de las tinieblas y la

llegada de la Aurora. A este tiempo se les denomina «matutino», porque en él comienza a fraguarse la mañana.

22.- Ramón Menéndez Pidal, Vocabulario Mío Cid, pág.752-753

23.- Ob.cit. V 31 nº 4-13-14 pág. 542 «13- El alba es como una pequeña luz del día que empieza a brillar. Se la

llama también Aurora, que precede al sol. 14-La Aurora es el comienzo del día que empieza a clarear y el primer

resplandor del aire, que en griego se dice eos; nosotros, por derivación, lo llamamos «Aurora».

24.- Ob.cit. v nº31- 7, pág. 542 «Crepúsculo es la luz incierta, ya que «incierto» se dice en latín CREPERUM,

esto es, entre la luz y las tinieblas».

25.- Ob.cit III. V.I. nº 52, pág.467 «El sol, después de surgir por el oriente, continúa su camino por el mediodía,

llega luego hasta el ocaso y se sumerge en el océano, bajo la tierra sigue su curso al través de desconocidas sendas, y

vuelve a aparecer de nuevo por el oriente».

26.- Ob.cit. L.III. Vol.I, pág.461 «Las regiones del cielo, es decir, sus partes o zonas, son cuatro: la primera es

la oriental, por donde tienen su orto las estrellas; la segunda, la occidental, por donde algunas estrellas realizan su

ocaso. La tercera, la septentrional por donde aparece el sol en los días más largos. Y la cuarta la austral por donde

sale el sol cuando las noches tiene una duración mayor. 2-El oriente recibe su nombre por el ORTO del sol».

27.- Teoría tradicional aceptada hasta los tiempos de Copérnico. Postulaba la inmovilidad de la Tierra,

alrededor de la cual giraba el sol, las estrellas y los planetas, con lo que los movimientos de estos resultaban

complicadísimos (epiciclos). Esta teoría fue impugnada por Copérnico (1473- 1543) con su teoría HELIOCÉNTRICA, en

la que explica los movimientos de los planetas de forma muy sencilla y afirma que Tolomeo había tomado lo aparente

por lo real. Demuestra que el movimiento aparente del Sol se debe al movimiento real de la Tierra, la cual gira, como

los demás planetas, alrededor de aquel. Ante la censura eclesiástica fue declarada obra prohibida y herética en 1543,

sólo admitida, ante los esfuerzos y demostraciones de Galileo (1564- 1642), en el año 1610.( N.E.Larousse,1984).

145

S I G L O S XVI y XVII

DEL CREPÚSCULO DEL MEDIEVALISMO AL ALBA DEL RENACIMIENTO

146

Seguimos estudiando nuestras fuentes con el deseo de ver si nuestro campo lexemático

ha sufrido alguna variación. Estamos en un momento de cambio cultural y lingüístico;

pensamos hipotéticamente que se afianzan las aportaciones ya observadas en el siglo XV y,

como rasgo especial, ahora la lengua española adquiere un grado de madurez.

No contamos con diccionarios especiales de esta época, seguimos con la base de

Nebrija y lo dicho por Covarrubias en su Tesoro de la lengua castellana o española.

En este segundo corte sincrónico, partimos de la archilexía DÍA que se sigue imponiendo

como lo demuestra su frecuencia de uso, pues como ejemplo diremos que, aunque hemos

desechado muchas citas, contamos con un corpus de 760 ejemplos textuales de DÍA en las

fuentes del siglo XVI y de 1074 en las del XVII, y todos ellos referidos sólo a las acepciones

relativas a Día-1, Día-2, porque no hemos recogido las otras variantes que se apartan algo de

nuestro objetivo e incluso hay muchos usos en los que DÍA funciona unida a otras lexías de

nuestro campo y la incluimos en otros apartados como, por ejemplo: «la mañana del día»,

«alba del día».

Ahora, como en sus orígenes, DÍA se mantiene con la doble posibilidad de Día-1 =

'espacio de tiempo de 24 h.', Día-2 = "espacio de tiempo en que hay luz solar".

Covarrubias (s. v. Día) antepone la acepción de Día-2:«espacio de tiempo que el

hemisferio es alumbrado con la presencia del sol y su luz; y a éste se opone la noche, con su

obscuridad y tinieblas» a la de Día-1: «Otras vezes el día se toma por el que comúnmente

llamamos natural, causado del movimiento rapto del sol, cuyos orbes con todos los demás

celestes lleva tras sí el movimiento del primer móvil de oriente a occidente, que consume de

espacio de tiempo veintiquatro horas...».

Con esto, hay evidencia de que Día-2 se ha impuesto en el sistema de la lengua, aunque

haya casos en los que Día-1 y Día-2 se confunden en el habla, ya que ambas lexías tienen el

mismo límite inicial que es el amanecer: «Luego como amanesçió el día siguiente, que fué

lunes a los seys de mayo» Historia del emperador Carlos V de Pedro Mexía, pág.463.

Estudiada la frecuencia de uso en nuestras fuentes literarias, encontramos que Día-1

está en primer lugar, ya que no es el término marcado, intenso, sino el no marcado y extenso,

que incluso en ocasiones puede funcionar como una nomenclatura y que como tal se incorpora

en otra serie temporal: AÑO, MES, SEMANA, DÍA, HORA.

En cada corte sincrónico procuraremos no repetir la base de la estructura que se

mantiene igual, y sólo comentaremos aquellos aspectos que nos parecen diferentes y

novedosos.

147

TÉRMINOS ENCONTRADOS EN LOS SIGLOS XVI y XVII

Día

Jornada

Diurno

Cotidiano-a

Mediodía

Meridiano

Siesta

Sestear

Resistero

Noche

Media Noche

Prima Noche

Nocturno

Nocturnancia

Noturnino

Anoche

Queda

Mañana (sust.)

Mañana (adv.)

Mañanear

Mañanica

Maitino-Maitin

Tan de mañana

De mañana

Cras (S.XVI)

Matutino

Madrugada

Madrugar

Madrugón

Amanecer (v.)

Amanecer (sust. S. XVII)

Salir el sol

Aclarar el día

Esclarecer

Aclarar

Abrir el día

148

Declararse el día

Descubrirse el día

Llegar el día

Venir el día

Entre dos luces

A la primera luz

Alba

Aurora (sust.y nombre propio)

Alva del día, Alba del día

Luz del alva

Albor

Alborada

Alborear

Rosicler

Crepúsculo

Lubricán

Tarde

Vespertino

Anochecer, Anocheçer, Anocher

Ponerse el sol

Venir la noche

Anochecer el día

Oscurecer los rayos del sol

A luces muertas

Cerrarse el día

Cerrar la noche

Esconderse el sol

Caerse el sol

Ocaso

Observamos que, respecto al listado anterior (a partir del siglo XIII), ahora se imponen

unos cultismos (VESPERTINO, CREPÚSCULO, OCASO...) y se olvidan otros (CRAS, TERÇIA,

VESPERADA...). Además se normalizan, ante su unificación de uso, lexías como MAÑANA o

TARDE, de las que surgen nuevos desarrollos léxicos. Pensamos, hipotéticamente, que

estamos en una etapa de transición con una mayor evolución lingüística.

149

Frecuencia de DÍA en el siglo XVI:

Día-1 Día-2

Amadís de Gaula: 91 35

La vida de Lazarillo de Tormes: 41 3

Diana Enamorada: 32 10

Segunda Celestina: 24 6

Menosprecio de corte y

alabanza de aldea: 15 1

Epistolario Espiritual: 46 4

de Bº Juan de Ávila.

Guía de pecadores: 48 5

Las Moradas: 21

Libro de las Fundaciones: 17 2

Diálogo de la lengua: 19 1

Historia del Emperador Carlos V: 293 2

Día-1 es mucho más frecuente ya que no es el término marcado sino extenso.

Siglo XVII:

Guzmán de Alfarache: 310 38

Don Quijote de la Mancha: 122 16

(Según Fdez.Gómez)

La ilustre fregona: 25 7

La Gitanilla: 38 4

El Licenciado Vidriera: 1

El celoso extremeño: 3 5

El Coloquio de Cipión y

Berganza: 2 5

Rinconete y Cortadillo: 27 1

La Galatea: 1

Obras Satíricas y festivas: 58 8

La vida del Buscón: 12 2

El burlador de Sevilla: 5 2

El vergonzoso en Palacio: 5

La verdad sospechosa: 6 6

El lindo Don Diego y

El desdén con el desdén: 12 1

Las paredes oyen: 5 1

Las mocedades del Cid: 8 1

150

El Diablo Cojuelo: 16 3

La vida es sueño y

El Alcalde de Zalamea: 26 3

DÍA es una lexía muy frecuente en Amadís de Gaula, donde Día-1 se presenta como

unidad temporal concreta: (1160) «pero conviene que la acabemos o passe primero un año y

un día, como es costumbre en la Gran Bretaña» III, pág.752, o en: (735) «La reyna les rogó

que por su amor se detuviessen dos días» IV, pág. 1212. Aunque con menor frecuencia, no

faltan los usos de Día-2 que se oponen a NOCHE: (305)-(310) «y saliendo del castillo

anduvieron todo aquel día de consuno fasta la noche, que alvergaron en casa de un

infançón(...), y otro día oyendo misa (...), entraron en su camino» I, pág.177. En otros ejemplos

implica 'claridad': (470) «Entonces esclareció el día, y vieron ayuso en la ribera (...)» III, pág.

742.

En el La vida del Lazarillo de Tormes es más frecuente Día-1 que Día-2, aunque en el

momento de iniciarse el día se unifican porque Día-1 comienza cuando acaba la NOCHE

'tiempo de no presencia de luz solar'. En la Diana Enamorada, y en la Segunda Celestina se

sigue produciendo lo mismo, tenemos la impresión de que Día-1 y Día-2 empiezan juntos,

'cuando sale la luz solar' (véase gráfico nº 22b) como se manifiesta aquí: «y tú señor, súfrete,

que más días hay que longanizas; que otro día amanecerá y hará buen tiempo que yo salgo

por fiadora que antes de ocho días ella no te ruegue que no te vayas» pág.448.

En las citas estudiadas notamos que el matiz temporal de DÍA es reducible y ampliable,

puede ser su sema 'un momento', y en otros ejemplos parece ampliarse a 'años' como en: «y

todas las torpezas y deshonestidades que cometieron desde sus primeros días (...), y gastaban

sus días en deleites y vanidades» Guía de Pecadores, pág. 30 y 31. Con este ejemplo se llega

a la conclusión de que la lengua en este caso, no establece límites, serán nuestros usos los

que los impongan. Notamos que la lexía DÍA es difícil, en muchas ocasiones, limitarla

temporalmente, tenemos un concepto real que es su duración de '24 horas', pero en la lengua

no siempre es así y esto complica nuestra observación y planteamiento. Ante esto nos

preguntamos ¿Cómo resolvemos este problema?, pues, simplemente, convenciéndonos de

que sólo estudiamos esta limitación temporal y no todas las ramificaciones de significados

posibles que nos llevarían a otro estudio como podría ser "El término DÍA y todas sus

posibilidades significativas". Esta idea nos guía y es la única forma de no perdernos en una

maraña de contenidos denotativos y connotativos que en todos los niveles lingüísticos

podemos encontrar. Así, dejando constancia de este hecho, seguimos en nuestra línea, en

relación a su eje temporal y cuyas tres posibilidades significativas son, resumiendo:

I.- DÍA: Con el sema temporal indefinido, 'tiempo' variable y de difícil precisión.

II.- DÍA: Con el sema temporal '24 h.', en usos en los que parece funcionar como un

término nomenclador y que se puede cruzar con otros campos asociativos (Días de la semana)

y (Períodos temporales: 'hora', 'día', 'semana', 'mes', 'año'...).

151

III.- DÍA: Con el sema temporal que incluye a 'día' y 'noche', no funciona como tal

nomenclatura, porque se relaciona con inclusiones y oposiciones. Este último apartado es el

que nos interesa en nuestro trabajo, aunque la voz DÍA se utilice con otros campos.

Así constatamos, por ejemplo, en las obras de Santa Teresa que no figura la

diferenciación de las unidades Día-1 y Día-2, ya que únicamente se insiste en la oposición con

NOCHE o encontramos usos dudosos en los que no se sabe a cual de las dos se refiere como

en: «no cesarnos en todo el día de nevar» Libro de las Fundaciones, pág.268.

En el Diálogo de la lengua de Valdés nos encontramos con expresiones en donde no

significa un tiempo concreto, al presentarse en las locuciones como el día de oy: «todas las

otras lenguas que el día de oy en España se usan» pág.21, en la que significa 'en este

momento', o en otras como algunos días ha: «Yo os prometo, si no fuesse cosa contraria a mi

profesión, que me avría, algunos días ha, determinadamente puesto a hazer un libro» pág.17,

que es 'algún tiempo hace'. Así en la misma obra de Valdés: «En la qual muchos días ha

desseo platicar en vos» pág.3, tiene el sentido de 'momentos', 'ocasiones'.

Junto a esta indeterminación temporal, también se usa con precisión y es casi una

nomenclatura: « a pan de quince días, hambre de tres semanas,» Diálogo de la lengua,

pág.64. En otros ejemplos de la misma obra funciona como Día-1: «Passaba un día de ayuno

por un lugar suyo » Diálogo de la lengua, pág.97. En La Historia del Emperador Carlos V de

Pedro Mexía recogemos 295 veces la lexía DÍA, de modo que por su elevada frecuencia de

uso se impone. Sacamos algunos ejemplos de este documento histórico y no literario como

nuestras anteriores fuentes y, efectivamente, aumenta también su frecuencia como término

nomenclador '24 h.': «en veynte y quatro días del mes de febrero, día del bienabenturado

apóstol» pág. 10.

En Vida y hechos de Estebanillo González encontramos ejemplos muy claros de una y

otra variante, aunque figuren en un tanto por ciento considerable en usos en los que no se

delimitan con facilidad, y sólo con la ayuda del contexto se pueden diferenciar; en estos casos

se presenta un fenómeno de sincretismo (1): «en el cual su Majestad mató en sólo un día seis

toros salvajes»II, pág.154, o «el día que me hallaba melancólico no visitaba a nadie» II, pág.81.

En otras ocasiones se puede delimitar por el contraste con NOCHE, se establece la

oposición y no se produce el fenómeno de sincretismo como en: «Tenían cada día pendencia

él y el veedor (...) y a la noche sucedía con ambos aquello de(...)» Estebanillo pág.117, «Me

dieron las dos unciones (...) babeando todo el día» II, pág.221, en estos dos ejemplos no

sabemos su significación exacta, pues DÍA puede ser 'espacio temporal de 24 horas', o 'el

tiempo en que hay luz solar'.De las 148 citas, sólo 15 están marcadas como Día-2, el resto

pertenece a Día-1 y a usos no delimitados claramente, a pesar de que las de tiempo ilimitado

como 'un instante', 'actualidad', o 'tiempo indefinido' ya las desechamos por no ajustarse a

nuestra línea de búsqueda, pues no estudiamos DÍA con todas sus variantes de usos, sino los

términos que delimitan tiempo en las 24 horas del día.

Según esto, las posibilidades de DÍA como lexema puente se pueden reducir a dos

funciones:

152

1.- Como archilexía del campo que es objeto de nuestra investigación y que

denominamos Día-1. 2.-Lexía de otro campo o estructura en la que participa: «MINUTO,

SEGUNDO, HORA, DÍA, MES, AÑO...». E incluso en varios ejemplos no podemos descartar la

capacidad de que pertenezca a las dos, como por ejemplo: «vendía yo más en un día que los

demás desta profesión en una semana» pág.180, o en: «Detuvime una semana en Cazalla (...),

adonde cada día cogía una zorra por la oreja» pág. 176. Esta segunda es otra línea de enlace

de nuestra archilexía con ese otro campo. Cuando DíA funciona dentro de este campo

semántico es cuando adquiere un nombre cada día de los que forman la unidad superior

SEMANA. Así Lunes, Martes, Miércoles.. Domingo forman una estructura lineal en la que sus

términos, al ser términos excluyentes funcionan inequívocamente como nomenclaturas. (véase

capítulo «Días de la semana»), aunque Coseriu los considera como campos seriales ordinales

(1977:222). Así en el Guzmán de Alfarache recogemos: «y el otro día lunes habían de correrse

toros en la plaza» II, pág.94 o en: «como si los más días tuviesen algún privilegio y el martes

alguna maldición del cielo» III, pág. 175.

De estos ejemplos se manifiesta su relación significativa con «DÍA, SEMANA, AÑO...» y

también es la archilexía del campo. Se produce, por tanto, lo que Gregorio Salvador define

como "superposiciones e interferencias de campos, de unidades léxicas que pertenecen a

conjuntos o subconjuntos diferentes" (1). Estamos de acuerdo con su observación pues en

nuestro campo se dan casos de estas superposiciones e interferencias:

LUNES-MARTES-MIÉRCOLES...(Nomenclaturas o campo

serial ordinal)

DÍA HORA-DÍA-SEMANA-MES-AÑO...(Es un subsistema,

unidimensional y forma un campo gradual)

DÍA-MAÑANA-TARDE-NOCHE.. (Campo lexemático, bidimensional

antonímico

Hay otros ejemplos que registramos con frecuencia como la locución: el día de hoy 'en

la actualidad', que presenta otras referencias a otras posibles relaciones, que no son objeto de

nuestro estudio, por eso sólo lo dejamos planteado: «porque el día de hoy no tratan a cada

uno más de conforme se trata» Estebanillo II, pág.39. En el Guzmán de Alfarache hay que

hacer un gran esfuerzo de selección, de los 348 ejemplos recogidos sólo 38 se refieren a

Día-2, los demás son de Día-1 como archilexía de nuestro campo. Además, en otras funciones

significativas se presenta como unidad poliparadigmática, por ejemplo cuando hace referencia

a otras unidades temporales de la serie de lexías adverbiales deícticas temporales: «AYER,

HOY, MAÑANA, PASADO MAÑANA...» que son casi sustitutivas de DÍA (Día-1) en el uso, pero

junto llevan una referencia implícita interna, pues además de significar 'el espacio temporal de

153

24 h.' aportan un nuevo sema específico, 'presente', 'actualidad' (HOY), 'pasado' (AYER),

'futuro' (MAÑANA), según el momento cronológico en que se encuentre el hablante.

Covarrubias dice: «Ayer es el día precedente inmediato a oy», así AYER es 'día anterior',

HOY es 'día actual' y MAÑANA es 'día posterior'. Estas lexías, aunque sean adverbiales, se

pueden usar solas porque tienen significación suficiente o bien se pueden reforzar usando

ambas el día de ayer, el día de hoy, el día de mañana. De estas locuciones, la única que

puede alterar el orden sintáctico y que puede funcionar como una variante de contenido más

amplio es: Hoy día que significa 'actualidad'. Estos usos registrados en esta época, perduran

hasta el siglo XX.

Hallamos otra relación con la lexía JORNADA (sust.), que la venimos siguiendo desde la

Edad Media y que manifiesta unas marcas temporales que la introducen en nuestra parcela,

por eso nos hace estar, constantemente, recogiéndola y desechándola. Pues, en ocasiones

nos hace pensar que sea un caso de superposición e interferencia, lo que el profesor Gregorio

Salvador llama unidad léxica poliparadigmática, como así lo es DÍA. Nuestra sospecha de su

coincidencia con JORNADA se nos acentúa cuando observamos la relación etimológica y

semántica con el francés (JOUR) y con el italiano (GIORNO), aunque en nuestra lengua su

significación está más cercana a la de Día-2. Según Covarrubias JORNADA es: «lo que un

hombre puede andar buenamente de camino en un día, desde que amanece hasta que

anochece; y comúnmente se suele tassar diez leguas. Dixese de la palabra toscana jorno, que

vale día... Jornada suele tomarse alguna vez por todo un camino que se haze, aunque sea de

muchos días.»

Comparando dos citas sacadas de La vida de Estebanillo González comprobamos que

no está clara la diferenciación entre DíA y JORNADA: «a donde di parte a Su Alteza de toda la

jornada y sucesos della. Estuve allí muchos días» II, pág. 175 con esta otra: «que el día que

más caminábamos no pasaba de dos leguas» pág.160, en donde se han neutralizado, como

en: «y al cabo de cuatro jornadas» pág. 87. En Amadís de Gaula figura su uso: «y lo llevaron a

un monasterio que a una jornada de allí estava» IV, pág.1116 (45), como en Guzmán de

Alfarache: «cuando llegamos a el fin de la jornada» IV, pág.37. Estos casos los enumeramos

como ejemplos de las interferencias significativas entre lexías que pertenecen a conjuntos o

subconjuntos distintos (véase gráfico nº 22a).

En los siglos XVI y XVII el término marcado e intenso Día-2 es mucho menos frecuente

que Día-1 en el paradigma, al ser Día-2 el término marcado. En el XVII hay indicios de que el

momento de empezar DÍA no es constante, como en el XVI 'al inicio de la luz solar', sino que ya

hay tendencia a funcionar ambos individualmente. El término marcado Día-2 puede ir

acompañado de los números horarios, a pesar de que funcionen como nomenclaturas, pues al

decir: «once del día» Estebanillo González, pág.166, se sabe certeramente que es de la

mañana y no de la noche, pero se tiene en cuenta Día-1, que empieza a la 1h. y es de noche;

esto es prueba que se neutralizan también en este caso. En otros figuran ejemplos de usos

horarios, en Guzmán de Alfarache: «Serían como las ocho del día»II, pág.173, igual a «hasta

154

las nueve del día» II, pág.135, «pasé hasta casi las diez del día» III, pág.157 o en el Coloquio

de Cipión y Berganza: «ni volvió en sí hasta las siete del día» pág.307 (véase gráfico nº 22b).

En los adjetivos no se nota ningún cambio, se sigue manteniendo la oposición DIURNO /

NOCTURNO, como en la Edad Media. El diccionario de Covarrubias señala esta diferencia

opositiva y dice:«dividen el arco diurno en doze porciones que llaman horas planetarias y el

nocturno en otras tantas, y a estas llaman horas desiguales; pero mayores o menores,

siempre son doze». En Lope de Vega DIURNO es referido a Día-2, mientras que COTIDIANO

mantiene el significado medieval 'lo relativo a cada día' aunque, a veces, parece evidente su

dependencia entre Día-1 y Día-2, al referirse al sema 'reiteración de la temporalidad de día',

como por ejemplo: «Di en tener mis devociones cotidianas y en visitar (...)» Estebanillo

González II, pág.183, mientras que DIURNO se marca por el sema cualitativo 'luz solar'. Esta

tendencia puede ser motivada por una mayor relación significativa con el sustantivo, respecto

al doble uso medieval.

155

156

C O N C L U S I O N E S

1.- Se reconocen en el sistema de la lengua la existencia de Día-1 y Día-2 que

encontramos en latín y Edad Media, aunque se impone con más frecuencia Día-1, ya que al ser

el término no marcado y extenso da posibilidades de irradiación del significado, mientras que

en Día-2 no es posible, si no pierde su marca de rasgo más relevante, 'tiempo iluminado por la

luz solar'.

2.- Además de esta doble posibilidad de Día-1 y Día-2, que formarían parte de la

estructura del campo lexemático, se detectan en esta época otros usos significativos irradiados

que nos confirman a DÍA como unidad poliparadigmática.

3.- Día-1 y Día-2 se inician conjuntamente con 'la presencia de luz solar'. Es esta una

tendencia popular, motivada por los frecuentes casos de neutralización, lo que la convierte en

un lexema sincrético, DÍA.

4.- Los usos significativos de DÍA que afectan a la 'temporalidad' y que lo convierten en

un lexema puente, vienen definidos por los siguientes semas:

a) Sema temporal indefinido, variable y de difícil precisión cuando pertenece a la serie:

INSTANTE, MOMENTO, HORA, DÍA..., que es cuantitativamente gradual (Coseriu 1977:226).

b) Sema temporal '24 h.', en usos en que DÍA funciona como término nomenclador en

otra serie: HORA, DÍA, SEMANA, MES, AÑO..., que es unidimensional gradual.

c) Sema temporal implícito + 'claridad' y 'oscuridad', que no funciona como tal

nomenclatura porque tiene una serie de términos que se incluyen y se oponen. De aquí surgen

Día-1 y Día-2.

5.- A su vez, cada uno de estos puntos significativos tienen la posibilidad de relación con

otros campos lexemáticos, pudiendo producirse verdaderas interferencias o superposiciones:

a) El sema 'temporal indefinido' lleva a DÍA a relacionarse con los semas específicos

'pasado', 'presente' y 'futuro': el día de ayer, el día de hoy, el día de mañana, en los que DÍA

parece sufrir un proceso de desemantización, así hoy día es 'actualidad'.

b) Cuando porta el sema temporal completo de '24 horas', como término nomenclador,

DÍA puede funcionar en una serie temporal unidimensional gradual: HORA, DÍA, SEMANA... y

ser sustituido por equivalentes temporales en los días de la semana: LUNES,

MARTES...DOMINGO, que según Coseriu es un campo serial ordinal, pero para nosotros son

nomenclaturas que pueden sustituir a DÍA, igual que el numeral que lo puntualiza: «3 de mayo

de l99l» (véase gráfico nº 22B).

c) Cuando al sema temporal se le añade como relevante el de 'oscuridad' y 'claridad

solar', o solamente 'claridad solar', surge la relación con JORNADA que está, aparentemente,

significando lo mismo en la norma del hablante (véase gráfico nº 22A).

6.- Dada la posibilidad de relación de Día-1 con otros campos, se justifica su incremento

de frecuencia de uso sobre Día-2. Acentuada por los casos de sincretismo, cuando se produce

en la realización lingüística la neutralización, tan frecuente en el habla.

157

7.- Aunque notamos una mayor complejidad significativa, como hemos detallado

anteriormente, no son necesarias diferenciaciones morfológicas que funcionen

semánticamente, hecho que evidenciamos en latín y la Edad Media en lo referente al género

masculino y femenino, ahora es suficiente que la intencionalidad del hablante se refleje en los

contextos oracionales.

8.- En el siglo XVII notamos un incremento superior de riqueza significativa y no se

precisa tanto el inicio coincidente de Día-1 y Día-2 con 'la aparición de la luz solar', quizás por

un mayor influjo de los usos horarios numéricos que marcan esta dimensión, ya que el

concepto nomenclador de DÍA lo inicia a la 1h., por eso se usa «8h. del día» , pero al

desligarse de esta distribución numérica es pertinente que se marque con 'inicio con la luz

solar' (véase gráfico nº 22B).

158

M E D I O D Í A

En el siglo XVI es frecuente que MEDIODÍA sea un término nomenclador puntual, así lo

comprobamos en Amadís, en donde recogemos: «y al tercero día, a la hora de mediodía, llegó

a vista de un muy hermoso castillo» I, pág.56 (490) o «llegó a las tiendas dos oras después de

mediodía» III, pág. 776 (195). En Lazarillo de Tormes está con el mismo valor: «En este tiempo

dio el relox la una después de medio día» pág.151, en la Diana Enamorada: «a la hora que el

sol se acercaba al medio día» pág.16 o: «y el sol toca ya la raya del mediodía», «es ya casi

medio día» pág.16. Sin cambiar está en Lope de Rueda Comedia Armelina pág.96, en Pedro

Mexía Historia del Emperador Carlos V que dice: «Siendo a las quatro después de medio día»

pág.272.

En la literatura religiosa se marca el sema 'luz solar plena', así lo observamos en

Epistolario Espiritual pág.26, en Guía de pecadores pág.69, en el Libro de las Fundaciones

pág.276.

En el siglo XVI, esta lexía compuesta mantiene sus rasgos pertinentes medievales de

'luz solar plena', este sema la incluye en Día-2, y el de 'momento temporal puntual' (12 h.), que

la convierte en término nomenclador como Día-1. Del mismo modo, en ella se puede producir

un fenómeno de neutralización y sincretismo similar o motivado por Día-1 y Día-2, aunque por

esa misma causa no sea tan evidente la existencia de Mediodía-1 y Mediodía-2.

En el siglo XVII, no se manifiesta con mucha frecuencia su designación nomencladora.

Se impone una relación implícita con la hora de la comida principal (ya se detectaba en la Edad

Media) y no se especifica su duración ni momento, sólo que es MEDIODÍA sin señalar ningún

rasgo como relevante, excepto la relación cotidiana con la hora de la comida. Así se constata

en Guzmán de Alfarache: «sería mediodía. Pedí de comer» pág.108 o: «acudiendo al

mediodía donde hubiese sopa» II, pág.180, como en: «comienza en la cama por la mañana y

acaban a mediodía, la mesa puesta» pág.69. En Estebanillo González págs.48, 177 y II pág.24

hace la misma referencia y es constante la identificación de MEDIODÍA con HORA DE

COMER.

En Cervantes esta lexía precisa implicar 'una hora', 'un momento conocido del día en el

que el sol está más resplandeciente', como se advierte en el Quijote: «¿No ves que son éstas

las que aquí vienen, resplandecientes como el sol a medio día», «a la hora de mediodía, una

señora muy hermosa le llamó desde una ventana» pág.580, o en el Vergonzoso en Palacio:

«cuando el sol doraba el mediodía» pág.15. En las obras de Quevedo encontramos las

mismas posibilidades significativas: 1) 'Momento preciso del día en el que el sol está más

radiante en lo alto', 2)'Tiempo de la comida principal'. En Lope de Vega hay certeza del

momento que señala MEDIODÍA, aunque es usada unas veces por su 'momento horario', otras

por su 'luz' y 'presencia del sol', y otras como la 'hora de la comida'. Todas estas variantes son

coincidentes temporalmente y pueden neutralizarse.

En sus obras recogemos, además, la lexía MERIDIANO como 'lo relativo o concerniente

a la hora del mediodía'. Martín Alonso en EI constata este adjetivo desde el siglo XVI al XX,

159

tomado del latín meridianus 'referente al mediodía' (Corominas-Pascual DCECH.s.v.

Meridiano).

Junto a la lexía MEDIODÍA está SIESTA, que se ha considerado temporalmente

sinónima, así en el Vocabulario en lengua castellana y mexicana de Fray Alonso de Molina

figura SIESTA 'en el medio del día' y en los Glosarios de voces comentadas en ediciones de

textos clásicos de Carmen Fontecha se acentúa esta posibilidad significativa de 'calor' + 'hora

del mediodía', así por ejemplo cayda la siesta es 'pasada la ahora del mediodía'. Según estos

trabajos, SIESTA ha adquirido su antiguo valor latino de HORA SEXTA. El diccionario de

Covarrubias así lo dice: «dixose de la hora sexta que es el medio día». En nuestras citas

literarias la recogemos con una relativa frecuencia, en Amadís de Gaula sólo una vez: «Allí

descendió Amadís a su señora, y dixo: -Señora, la siesta entra muy caliente; aquí dormiréys

hasta que venga la fría» I, pág.285 (420), la misma relación con el 'calor del momento' está

expresada en la Diana Enamorada: «hora de la siesta» pág. 78, similar a «en tanto que

durarían los calores de la siesta» pág.107, aunque en las demás de las ocho recogidas

presenta rasgos específico de 'sueño', 'descanso a esa hora': «y el sol toca ya la raya del

mediodía me holgaré de tener en este deleitoso lugar la siesta» pág. 118 y similares están en

págs.106, 108. En la Segunda Celestina seguimos confirmando lo mismo: «y con esto vamos a

reposar la siesta» pág.122 y pág.168.

Según estos datos hay dos variantes: 1) 'Tiempo del mediodía (o después) en que

aprieta más el calor', 2) 'Descanso o sueño después de la comida'.

En el siglo XVII encontramos la novedad del verbo SESTEAR 'descansar en ese

momento de más calor, después de la comida principal'. Mientras que la lexía SIESTA está

perdiendo el sema temporal originario, porque, incluso para su sema 'momento de más calor',

que era el específico en la Edad Media, surge ahora la lexía RESISTERO (2), aunque la

frecuencia de este nuevo término sea muy pobre, pues frente a 19 apariciones de SIESTA sólo

tenemos 4 de SESTEAR y 1 de RESISTERO. Fernández Gómez en el cómputo de frecuencia

del Quijote aporta 10 citas de SIESTA y, estudiados estos ejemplos, confirmamos dos

variantes: 1) 'Hora de mucho calor, el sol está en lo alto', 2) 'Hora de dormir la siesta después

de comer', en las que se incrementan con un rasgo marcado de temporalidad.

Como justificación de ella ejemplificamos: «avía venido un coche del corregidor para

bolver en él, pues la gran siesta no permitía bolver a cavallo» La ilustre fregona IV, pág.188 y

para la 2ª acepción está en la págs. 279, 316; en el Quijote leemos: «Angélica había dormido

más de siestas con Medoro» pág. 555 o: «Vinieron a pasar a un prado lleno de fresca yerba

(...) y forzó pasar allí las horas de la siesta, que rigurosamente comenzaba ya a entrar»

pág.377. Igualmente figuran estos semas de 'calor' y ' sueño o descanso' en Guzmán de

Alfarache pág.114, en Mocedades del Cid pág.219, en las obras de Lope de Vega como en la

Gatomaquia págs.25,26, en las que parece se superponen ambos rasgos, aunque son más

frecuentes los de la segunda variedad 'hora de dormir la siesta después de comer' y además el

verbo SESTEAR se basa en ella, aunque sólo lo registramos en la obras de Cervantes, como

160

en Rinconete y Cortadillo: «salieron los dos a sestear» pág.135, «almorzaba en la cama,

levantábame a las once, comía a las doce y a las dos sesteaba en el estrado» El casamiento

engañoso, pág.786.

El término RESISTERO que según Aut. es «el tiempo de mediodía hasta las dos, en el

verano, cuando el sol hiere con más fuerza o bien el calor causado por la reverberación del

sol», lo encontramos en Estebanillo González: «nos llevaron a todos tres a una jaula de hierro

(...) nos dejaron a escuras y al resistero del viento» II, pág.245, (en donde el autor aplica

irónicamente esta palabra a una noche helada de Diciembre).

Recopilando lo expuesto, aceptamos el seguimiento detallado que nos ofrece Martín

Alonso en su Enciclopedia del Idioma, que parte de HORA SEXTA latina o de MEDIODÍA, que

en el siglo XIII es: «tiempo después del mediodía en que aprieta más el calor» y en el XVII ya

es: «tiempo destinado para dormir o descansar después de comer», y consideramos que

aunque no se ajuste a su significado originario, aún no ha perdido su sema 'temporal'.

C O N C L U S I O N E S

1) MEDIODÍA no ha cambiado con respecto al corte sincrónico anterior.

2) SIESTA es una lexía que en su significado puede aunar o diferenciar sus tres rasgos

sémicos en las correspondientes variantes:

1º 'temporalidad' = MEDIODÍA

2º 'momento de más calor' = RESISTERO

3º 'tiempo del sueño o descanso después de comer', surge el verbo = SESTEAR.

3) SIESTA está sufriendo un proceso de cambio semántico, además del experimentado

en el plano de la expresión, ya iniciado desde el latín al romance. Ahora, ante la necesidad de

nuevos términos, surge el verbo SESTEAR que es 'descansar en esa hora' y SIESTA adquiere

el significado de 'tiempo de descanso después de comer'.

161

N O C H E

Esta lexía se mantiene con el mismo contenido significativo que en la Edad Media,

aunque aumenta su frecuencia, así lo comprobamos por ejemplo en Amadís de Gaula, donde

la hemos registrado 109 veces en contextos que hemos seleccionado, después de desechar

otros, ante la abundancia de usos similares. En la mayoría de los ejemplos recogidos se nota

claramente la oposición NOCHE/DÍA, porque sus semas específicos se oponen, con lo cual ya

podemos afirmar, hipotéticamente, que la estructuración del campo es bipolar, según la marca

de sus dos archisememas y sostenida sobre estas dos archilexías. En el Vocabulario de Fray

Antonio de Molina anotamos tres posibilidades de NOCHE: «1º) Noche generalmente. 2º)

Noche quando se acuestan todos. 3º) Noche y muy noche». De estas variantes de contenido

parece desprenderse que la 1ª «Noche generalmente» incluye a las otras dos, y esto se

aprecia al marcar PRIMA NOCHE = 'prima en las horas', seria lo mismo que 'primera etapa en

la noche'. Así nos lo justifican nuestras citas literarias, como en Amadís: (180) «Entonces eran

ya passadas las dos partes de la noche; Galoar se echó a dormir cabe el fuego assí armado,

y quando el alva començó a romper levantóse» pág.289. No obstante, NOCHE abarca todo el

tiempo 'desde que oscurece hasta que amanece al día siguiente'; e incluso se presenta como

sinónimo de OSCURIDAD: (340) «pues quando el rey de allí salga yo la abriré y seyendo tan noche que los del palacio sossieguen, por allí podremos entrar sin que de ninguno sentidos

seamos» pág.16.

NOCHE está delimitada por Día-2 y MAÑANA, a las que se opone en virtud de ese sema

específico 'oscuridad', que en varias ocasiones se intensifica acompañándose del adjetivo

ESCURA o del participio en función adjetiva CERRADA, como encontramos en Amadís: 375

«ya la noche era cerrada, que quasi nada veyan (...) y oyó entre los árboles gemir (...) mas no

veya quién, que la noche era escura y los árboles muy espessos»III, pág.832.

NOCHE es un término marcado e intenso igual que Día-2, estos términos parecen que

son los que más interesan. NOCHE se marca por el sema 'oscuridad total': «no quisiera yo

noche tan escura, porque es peligro para huir, porque no ve hombre por donde va, hasta que

ha dado de narices» Segunda Celestina, pág.127.

En las obras seleccionadas del siglo XVII recogemos un total de 567 citas de la lexía

NOCHE en las que se presenta como 'unidad temporal' + 'no presencia de luz solar', se

incluye en Día-1 y se opone a MAÑANA. Esta afirmación la constatamos en varias obras

estudiadas, como es Estebanillo González: «fuímonos a bañar una noche al muelle (...) y a la

mañana echéles la bendición» pág.154, «con este triste sentimiento pasé toda la noche(...)

venida la mañana me asomé a una reja del castillo» II,pág.59, similares ejemplos figuran en

Guzmán de Alfarache, en La vida del Buscón y Obras satíricas y festivas de Quevedo, en las

de Calderón, Tirso y en las demás obras especificadas en este siglo. Desechamos varias citas

de Calderón porque sus términos presentaban valores connotativos, que no eran útiles para

nuestro trabajo; no obstante, los que seleccionamos están en la misma línea indicada

anteriormente, aun que en ellos se concreta el sema de temporalidad 'todo el tiempo que hay

162

oscuridad' y en otros es más específico el de 'oscuridad y silencio', especialmente en los

niveles literarios: «este es el jardín y aquí / pues de la noche le incubre / el manto (...)» El

médico de su honra, pág.53 o en El Alcalde de Zalamea: «pues ya tiene/la noche sus sombras

negras» pág.146, en donde es evidente que su uso literario no necesita el sema de

'temporalidad'. Similar proyección destaca A. David Kossoff en Vocabulario de la obra poética

de Herrera, en donde dice que NOCHE es: «Período del día que carece de luz», «obscuridad

natural diaria».

Covarrubias (s.v. Noche) insiste en que NOCHE es 'todo el tiempo que hay sombras y

falta de luz solar', que MEDIANOCHE es 'a las 12 h.' y lo anterior es la PRIMA NOCHE, división

que ya se matizaba en la Edad Media. En el Rufián Viudo de Cervantes figura: «sentarse a

prima noche y las horas que se echa el golpe», en el Guzmán de Alfarache leemos:

«partamos la noche. Nosotros tomaremos de la media (...) hasta el día, dejando la prima»

pág.28 o en Estebanillo González: «habiendo de partir las galeras a prima rendida y estando

mi amo en la marina con el principe, y el aposento solo, y la noche obscura» págs.110-111.

Según esto continúa la tendencia de dividir lingüísticamente la noche en partes. Ya

Covarrubias informa de que hay un deseo de diferenciar la primera parte de la noche.

MEDIANOCHE hace referencia al punto medio de la totalidad de la noche (Noche-1), se

opone a MEDIODíA y presenta un uso nomenclador ya expuesto por Covarrubias y manifiesto

en nuestras fuentes literarias: (655) «una noche a la medianoche» Amadís de Gaula III,

pág.125, en El Deleitoso: « y es menester que al punto de la media noche vais al arroyo»

pág.185, en la Historia del emperador Carlos V de Pedro Mexía: «antes de media noche, que

hazía muy oscura» pág.504, en el Quijote: «y poco antes de la media noche sería cuando

llegamos» pág.819, y en el Guzmán de Alfarache: «después de la media noche se saltó una

borrica de la caballeriza» II, pág.134. En todos estos ejemplos hay constancia de que se quiere

precisar el momento.

No obstante, se sigue imponiendo las marcas numéricas para delimitar un momento

concreto. Estas precisiones horarias son frecuentes en Quevedo: «dejé dormir a los demás

hasta las once de la noche» La vida del Buscón, pág.194 y págs.157 y «las doce» pág.158, en

El Diablo Cojuelo puntualiza: «las once la noche en punto» pág.13, como Cervantes escribe:

«Las once sería de la noche» La ilustre fregona pág.296, y similar ejemplo está en la Segunda

Celestina: «mas lo que queda acordado, es que yo le dé música esta noche a las once»

pág.49 e incluso en El Diablo Cojuelo dice: «Las dos de la noche» pág.76.

Partiendo del semema 'tiempo de no presencia de luz solar', se sigue afianzando el

cultismo NOCTURNO en función de adjetivo, ya registrado en la Edad Media, esto lo

constatamos en la Segunda Celestina pág.375 o en la Diana Enamorada que dice: «como

suele hazer la nocturna luna» pág.20. Para Covarrubias NOCTURNO es «todo lo que

pertenece a la noche». En el siglo XVII es de uso frecuente y participa de los mismos semas

que NOCHE, el que atiende a la 'temporalidad' (mientras hay oscuridad) y el cualitativo

'oscuridad', así lo expresa Cervantes cuando leemos: «Y si es assaltos nocturnos y secretos»

163

Persiles II, VI pág.84 o en el Gallardo español: «miren al mar y miren a la tierra/en las del día y

las nocturnas horas» V. pág.2, que expresa 'tiempo'.

En Lope de Vega estas variaciones se matizan con diferentes lexías que pueden ser el

adjetivo NOCTURNO y el sustantivo NOCTURNANCIA del que Martín Alonso (EI) da

testimonio de su presencia a partir del siglo XVII y le adjudica la significación referente a la

'temporalidad': «Tiempo de la noche muy entrada, que es desde las nueve a las doce» y la

usa Lope de Vega en sus Rimas y Sonetos, como afirma Fernández Gómez en Vocabulario

completo de Lope de Vega, cuando nos ofrece esta documentación: «Tomé la pluma Fabio al

gallicinio,/Passada la intempesta nocturnancia» R.T. 23 (Cfr. Fdez Gómez II, pág.1911). En

Cervantes consta la presencia del adjetivo NOTURNINO en: «¡Jesús, y qué fantasma

noturnino» Rufián Viudo pág.226.

Recogemos ejemplos del adverbio ANOCHE, y no sabemos si desecharlo por hacer

referencia, aparentemente, a otro día, pero dado que observamos en varias citas que puede

marcar 'temporalidad' incluida en Día-1, ya que su sema específico es 'que ya no es esa

noche', 'la noche anterior a ese momento', la hemos incluido. En Lope de Vega tenemos:

«Anoche, entre la una y las dos, estaba hablando» Dorotea, pág.35 (Cfr. Fernández. Gómez I,

pág.967), si esta frase se emite estando situado temporalmente el hablante dentro de las 24

horas del día, hace referencia a la noche que ya ha pasado de ese mismo día. En otros

ejemplos parece marcar una diferencia temporal, como en Guzmán de Alfarache: «y me dijo su

criado no haber estado esta noche bueno(...). Y anoche lo visité» II, pág.263. En este ejemplo

parece establecer su diferencia entre la primera parte de la noche y el resto, la encontramos

aún más distante en: «Quien te sacó anoche del corral, te sacará hoy del retrete» III, pág.158,

en donde es clara la oposición entre ANOCHE/HOY, como dos unidades temporales que

aluden a días diferentes.

Creemos que depende de la perspectiva del hablante, según funcione mentalmente la

estructura lingüística de su campo, pues puede empezar DÍA a medianoche o al amanecer,

como encontramos en El Alcalde de Zalamea: «Estaba anoche gozando la seguridad

tranquila» pág.180. Según lo expuesto ANOCHE participa de 'oscuridad' + 'temporalidad

retrospectiva de la noche anterior al momento que se habla', aunque sea dentro del mismo día.

Este adverbio lo presentamos por ser un caso de asimetría de la Norma lingüística de difícil

justificación y carente de toda lógica, pero que apoya nuestra tesis de neutralización de Día-1 y

Día-2 que motiva con fuerza su influencia, incluso al adverbio.

164

FRECUENCIA DE NOCHE EN NUESTRAS CITAS

SIGLO XVI NOCHE, NOCTURNO, ANOCHE

Segunda Celestina 69 1

La vida de Lazarillo de Tormes 24

Diana Enamorada 18

El Deleitoso 5

Comedia Armelina 4

Comedia Eufemia 12

Epistolario Espiritual 6

Guía de pecadores 6

Libro de las Fundaciones 16

Hª del emperador Carlos V 34

Amadís de Gaula 109

SIGLO XVII

Guzmán de Alfarache 169

La vida de Estebanillo González 35

Obras de Cervantes 163 4 2O

El Quijote (Fdez.Gómez) 229 1 13

El burlador de Sevilla 16 1

El vergonzoso en palacio 8 1

La verdad sospechosa 15 2

La vida del Buscón 20

Las paredes oyen 13 1

Las mocedades del Cid 4

El lindo don Diego 3

El Diablo Cojuelo 25

De obras de Calderón 35

Obras satíricas y festivas 23 2 1

165

C O N C L U S I O N E S

1.- En NOCHE sigue imperando el sema específico de sus orígenes, 'falta de luz solar',

e incluso se intensifica con adjetivos adjuntos como OSCURA, CERRADA. La oposición con

Día-2 es más relevante que en la Edad Media.

2.- Se acentúa la bipolaridad de los archisememas del campo, no se produce

intersección, los usos horarios numéricos nos demuestran esto, pues se dice «las once de la

noche» e incluso «las dos de la noche» frente a «las diez del día».

3.- El adjetivo NOCTURNO sigue con vigencia su relación cualitativa del sema específico

'oscuridad' y añade el de 'temporalidad', 'lo referente al tiempo que dura noche'. En relación a

este último se crea un sustantivo femenino derivado del adjetivo culto que es

NOCTURNANCIA.

4.- Las divisiones de NOCHE se quedan reducidas, definitivamente, a PRIMA NOCHE y

MEDIANOCHE, y se mantiene este último como término nomenclador opuesto a MEDIODÍA.

De este modo apoyan la estructura bipolar indicada en el punto 2 de estas conclusiones.

5.- En el siglo XVII, especialmente, se mantiene una oposición privativa entre

NOCHE/MAÑANA, NOCHE/ALBA, en las que, aunque presenten los semas

'oscuridad'/'claridad', no son los más relevantes, porque funciona como pertinente el de

'temporalidad' ('fin del día'/'principio del día'), y pensamos hipotéticamente que es una

oposición popular al no diferenciarse Día-1 y Día-2, así advertimos que funciona en la mayoría

de obras literarias, como en La vida del Lazarillo, La vida de Estebanillo González, La vida del

Buscón, mientras que en Guzmán de Alfarache y Amadís de Gaula alternan las dos

oposiciones NOCHE/Día-2 y NOCHE/MAÑANA.

6.- Del cómputo de frecuencia sacado de nuestras fuentes, destacamos que Día-1 está

en la misma proporción que NOCHE, mientras se queda más reducida la de Día-2 porque

compite con MAÑANA.

166

M A Ñ A N A

La lexía MAÑANA ya la hemos registrado en la Edad Media con sus variantes formales y

con su significación de 'tiempo que transcurre desde que amanece hasta mediodía', incluida en

Día-2, y cuyo sema específico es 'la luz solar' (Martín Alonso DME y EI, s.v. Mañana). Martín

Alonso aporta dos lexías producto del desarrollo como son MAÑANEAR 'madrugar

habitualmente' y MAÑANICA o MAÑANITA (f.) 'Principio de la mañana', que según Fernández

Gómez, en su Vocabulario completo de Lope de Vega, está usada en versos como: «Serranas

de Aldegüela,/Las mañanicas de Abril/al valle salen alegres» ALD, (Cfr. pág.237), «Mañanitas

de Pascua/de Resurrección,/después de tres días/amanece el sol» MIS (Cfr. pág.259), ambas

fechadas a partir del siglo XVI. La segunda acepción de MAÑANA en EI es, a partir del siglo

XVI: «Espacio de tiempo desde la medianoche hasta el mediodía: a las tres de la mañana».

Esta variante no la hemos encontrado en nuestras citas literarias, por eso no la tendremos en

cuenta. Fray Alonso de Molina en el Vocabulario sólo registra la forma sustantiva

correspondiente a la primera acepción «Mañana del día», y la adverbial «Mañana después de

hoy».

Valdés en el Diálogo de la lengua usa MAITINO 'la mañana': «quien ha buen vezino, ha

buena maitino» pág.42. La palabra es conocida en la Edad Media, pero en el siglo XVI hemos

de considerarla fuera de uso, ya que no volvemos a encontrarla y su aparición en Valdés

quizás se justifica como arcaísmo mantenido en el lenguaje estereotipado de los refranes. El

propio Valdés emplea normalmente MAÑANA: «Tornemos a hablar en lo que comencé a

deziros esta mañana» pág.3, o «podréis hazer la primera parte de la obra de lo que platicamos

esta mañana, y la segunda de lo desta tarde» pág.156. Volvemos a leer la lexía MAITINO y

MAITíN en el Vocabulario de refranes y frases proverbiales de Gonzalo Correas: «Kien tiene

buen vezino, tiene buen maitino; o buen amigo», «el sol ke sale a bon maitín», ambas tienen

el mismo significado y se sitúan 'al amanecer', 'cuando sale el sol'.

En el Amadís de Gaula la lexía MAÑANA se utiliza más de 70 veces, de ellas 15 son de

la categoría adverbial DE MAÑANA. En esta obra se define por su oposición a NOCHE y su

punto de partida es 'la presencia de luz solar', como por ejemplo:(1150) «y quando a la barca

llegué, era ya noche cerrada, assí que uve de esperar a la mañana» IV, pág.1301, o (1780) «le

hiziesse compañía aquella noche; (...) y otro día de mañana mandó Amadís llamar a Isanjo»

IV, pág.1309, en donde la categoría adverbial tiene el mismo significado temporal. En el

Lazarillo de Tormes se presenta la misma oposición: «Venido la noche (...) huve miedo de

quedar en casa solo y fuyme (...). Venida la mañana, los acreedores buelven » pág.196.

En la Segunda Celestina se sigue advirtiendo que MAÑANA es 'espacio de tiempo desde

que amanece hasta mediodía'. En la Diana Enamorada se insiste en la oposición: «passaremos

la noche y luego en la mañana iremos al templo» pág.59, en Guía de pecadores esta

oposición es clara: «¡O oscuridad profunda! ¡o noche perpetua! (...) y no la verás, ni el

resplandor de la mañana que se levanta» pág.54, o «tan larga le parece aquella noche, que

hace de contar las horas del reloj (...) y todo se le va en desear la luz de la mañana» pág.54.

167

Seguimos confirmando lo mismo en Santa Teresa, Libro de las Fundaciones págs. 204, 219,

226, 239, 253, así como en la Historia del emperador Carlos V de Pedro Mexía pág.293.

Todas las citas del S. XVI se unifican en este significado y únicamente podríamos añadir que

forma parte de la distribución tripartita MAÑANA, TARDE y NOCHE presente en el Epistolario

Espiritual: «In primis les ha de aconsejar se desocupen un poco por la mañana, y otro á la

tarde o noche, y rezen algunas oraciones» págs.20,21. En Menosprecio de corte y alabanza

de aldea de Fray Antonio de Guevara se presenta la misma distribución tripartita: « ¡O quál

apacible es la morada del aldea, a do el sol es más prolixo, la mañana más temprana, la tarde

más perezosa, la noche más quieta.» pág.92. La lexía MAÑANA se define por sus semas 'luz

solar' + 'primera parte del día', porque funciona en oposición con NOCHE y TARDE, atendiendo

a estos rasgos definidores. Por tanto, sigue dominando su antiguo valor ya que es un término

marcado.

En el siglo XVII es constante su uso con este significado: «Digo que por la mañana/ la

compañía haré marchar» El Alcalde de Zalamea pág.161, similares ejemplos están en El

médico de su honra pág.115, en Las paredes oyen pág.234 y así hasta más de 259 oraciones

en las que MAÑANA se nos perfila igual. Notamos un incremento de la forma adverbial en

expresiones ya hechas, como muy de mañana, bien de mañana, de mañana, tan de mañana,

en las que su sema temporal parece restringirse a 'las primeras horas de la mañana', como en

La Dorotea: «De mañana salen a buscar la vida» pág.162, en El vergonzoso en Palacio

pág.132, en El burlador de Sevilla: «¿tan de mañana, señor,/te levantas?» pág.155, en

Estebanillo González pág.68, Guzmán de Alfarache IV, pág.127. En El Buscón, Quevedo sólo

usa de mañana con el mismo significado de 'primeras horas'. Estas expresiones sustituyen

formalmente, aunque no en el contenido, a las medievales registradas desde el S. XIII como

gran mañana 'muy de mañana' y de la que hemos tenido constancia sólo en Amadís:(720)

«otro día de gran mañana llegó al puerto el maestro Elisabad» IV, pág.1070. Estas

expresiones adverbiales, tan abundantes en esta época, se justifican por un deseo de marcar

el 'inicio del día, de la luz solar' y dado que la lexía MAÑANA abarca un espacio amplio de

tiempo 'desde que amanece hasta mediodía', necesita un elemento ponderativo que justifique

ese primer momento inicial. Pues sólo de esta forma o en su categoría sustantiva, cuando se

acompaña de la precisión horaria numérica, se puede parcializar una parte de la mañana.

Cervantes en el Quijote dice: «Desde lugar a 16 de Agosto, a las 4 de la mañana» (cita

recogida por Fernández Gómez, V.II y III, Cfr. pág.176), esta es la hora más temprana

registrada, pues de aquí se aumenta sus posibilidades a las «cinco de la mañana» en

Guzmán de Alfarache II, pág.189, «durmieron lo poco que de la noche les quedaba, y a (...) las

seis de la mañana, bajó Carrizales,» en El celoso extremeño , pág.123, «yo estaré contigo

antes que den las siete de la mañana» El Diablo Cojuelo pág.73, u «ocho de la mañana» en

La Gitanilla, pág.116, y así es posible encontrar hasta las «diez de la mañana» en el Buscón,

pág.204. La precisión horaria nos aclara que MAÑANA se ha anticipado y que participa del

sema 'oscuridad', específico de NOCHE, y que en función de él se oponía a MAÑANA; ahora

podemos encontrar oposición e inclusión. De todas formas, en virtud de su inclusión, aún no se

168

presenta como término léxico estructurado, sólo es un pequeño indicio de que algo está

cambiando. Por tanto, no estamos de acuerdo con Martín Alonso que en la segunda acepción

de MAÑANA, en EI, afirma que desde los siglos XVI-XX es: «espacio de tiempo desde la

medianoche hasta el mediodía». Nosotros sólo confirmamos en el siglo XVII la presencia de

algunos usos horarios que figuran como señales de un futuro cambio en la estructura del

campo lexemático, pero aún no se puede afirmar con absoluta certeza.

La lexía MAÑANA en su categoría de función adverbial, con el significado de 'al día

siguiente al de hoy', la recogemos con mucha frecuencia, una vez desaparecido el antiguo

latinismo CRAS al que sustituye. En este caso, al salirse su significado del objetivo de nuestro

estudio, pensamos desechar todo el material recogido, pero no lo hemos hecho porque

intentamos apuntar algo de lo observado, aunque en futuros cortes sincrónicos no lo

estudiemos, ya que creemos que se mantiene hasta la época actual con idénticas

características. En el siglo XVI, Valdés alude al término latino en su Diálogo de la lengua del

siguiente modo: « Por la mañana diré cras, pues me da licencia el refranejo que dize: Oy por

mi y cras por ti» págs.113-114. Aquí es 'día siguiente' similar al significado latino y medieval

como el mismo Valdés nos lo con firma: «Soy contento, y porque tenemos ya averiguado que lo

más puro castellano que tenemos son los refranes, en ellos mesmos os lo quiero mostrar (...)

Otro dize: Oy por mi y Cras por ti y en latín: «Hodie pro me et cras pro te».

Ahora, el uso más abundante figura en oposición a HOY como en: «Hoy aquí, mañana

en Francia» Guzmán de Alfarache pág.176. Del significado preciso del 'día siguiente', se puede

ampliar al de 'tiempo futuro' que se opone al de 'tiempo presente', sin unos límites concretos: «

Hoy está la más desdichada criatura del mundo y la más menesterosa, y mañana tendrá dos o

tres coronas de reinos» Don Quijote, pág.393 y en Quevedo: «Que si hoy se ha perdido,

mañana se ganará» Obras satíricas y festivas pág.102.Incluso la expresión unida de hoy a

mañana ya no funciona oponiéndose, sino marcando unos límites de principio a fin con el

sentido de 'rapidez', 'fugacidad' como parece justificarse en Guzmán de Alfarache: «Cuanto

diferirlo de hoy o mañana, sin que mañana llegue» pág.182 o en La vida de Estebanillo

González: « y de hoy a mañana, mudaba de cuartel y buscaba nuevo alojamiento» II, pág.90.

Paralelamente existe una expresión similar pero con un adverbio de lugar: «yo te

responderé aunque me preguntes de aquí a mañana» Don Quijote, pág.911 y no acompañada

por un adverbio de tiempo como en las anteriores, aunque su sentido no difiera. No obstante,

es mucho más concreta cuando la lexía MAÑANA se usa como adverbio, sin estar

acompañada de otro término que modifique su significado, pero sí notamos que puede tener

una ampliación con valor de 'futuro' sin concretar: «Pues si mañana serás olvidado» Guzmán

de Alfarache II, pág.48, aquí implica 'futuro' si se aleja la perspectiva del hablante, pero si se

acerca indica 'rapidez'.

Se nos podrá acusar de que esta categoría adverbial no forma parte del campo

lexemático de las categorías sustantivas que estudiamos. Si la incluimos es porque

consideramos que es un medio más para llegar a nuestras conclusiones y aunque nuestra

169

investigación la hacemos en el contenido, este no se puede separar de su significante, el cual

en muchas ocasiones nos ha servido de guía, como es el caso del significante Mañana.

El significado de cada una de las categorías léxicas de este significante Mañana son:

1) Sust. 'Desde que amanece el día hasta mediodía'

2) Adv. 'Al día siguiente al de hoy'

Significados distintos para las categorías de las palabras también diferentes. Sin

embargo, ambos tienen en común el rasgo sémico 'empezar día'.

El adverbio MAÑANA, pertenece a otro campo temporal, quizás de ordenación lineal de

los adverbios deícticos temporales «...AYER, HOY, MAÑANA, PASADO MAÑANA...», en el

que todos sus términos incluyen como base delimitadora a Día-1, que es la unidad cronológica

concreta, como término nomenclador, mientras que a los adverbios le corresponde la

referencia al pasado, presente y futuro (véase gráfico nº 22A):

Día-1 + 'pasado' Día-1 + 'presente' Día-1 + 'futuro'

AYER HOY MAÑANA

170

C O N C L U S I O N E S

1.- La lexía MAÑANA se impone definitivamente en el sistema como 'tiempo que

transcurre desde que amanece hasta mediodía'. Es portadora del sema específico 'luz solar' y

'primera parte del Día-2'. Su índice de frecuencia así lo justifica, por ejemplo en el siglo XVII de

259 citas seleccionadas 147 se refieren al significado anterior, 69 al adverbio 'al día siguiente al

de hoy' y 10 a los usos horarios (véase gráficos nºs 23 y 24).

2.- Según sus semas definidores se opone a NOCHE, en función de sus marcas

'presencia de luz solar'/'no presencia de luz solar', y en virtud de estos rasgos contrastivos

pueden llegar a fusionarse en la expresión de la noche a la mañana que es 'rapidez'.

3.- Han desaparecido otros significantes medievales y si queda alguno como Maitino,

está relegado al lenguaje formulario de los refranes. Únicamente hay una pequeña muestra de

modificación semántica, no de categoría, al adquirir el sufijo diminutivo en MAÑANICA y

MAÑANITA, que le hace reducir el significado temporal en 'primeras horas de la mañana',

'principio de la mañana'. Esta misma matización la adquieren las locuciones adverbiales, tan

usuales en el siglo XVII como: muy de mañana, tan de mañana, bien de mañana, de gran

mañana, al interpretarlas como 'muy temprano', 'de madrugada'.

4.- El uso horario numérico utiliza la lexía MAÑANA, igual que DÍA, como término

marcado: «diez del día», «diez de la mañana», y se empieza a delimitar su uso exclusivo

cuando no se incluye en Día-2 y participa de 'oscuridad antes de salir el sol', pues en una

muestra muy reducida hemos encontrado «las cuatro de la mañana», «las cinco de la mañana». Esto, quizás, sea el inicio de un cambio en el sistema del campo lexemático que

estudiamos (véase gráfico nº 24). No compartimos totalmente la afirmación de Martín Alonso

en EI que fecha desde el siglo XVI: «tiempo desde medianoche hasta mediodía».

5.- En el siglo XVII se impone definitivamente la lexía adverbial MAÑANA, que relega la

latina CRAS 'al día siguiente al de hoy'.

6.- Empieza a funcionar una distribución tripartita de Día-1: MAÑANA, TARDE, NOCHE,

en la que puede haber una base del concepto nomenclador, porque Día-2 se apaga y la

organización es lineal o circular cerrada, al ser repetitiva:

Día-1 ('24 h.')

MAÑANA TARDE NOCHE

*(8 h.) *(8 h.) *(8 h.)

Esto nos hace pensar que subyacen dos tendencias, una que se basa en la Naturaleza,

cuyos términos funcionan en un conjunto estructurado en relación a su rasgo pertinente

'presencia o no presencia de luz solar', aunque lo sea más por su subjetividad; y otra que se

define con criterios más objetivos, como 'la temporalidad', que los hace funcionar como

términos nomencladores y que, posiblemente, se usen en expresiones más cultas por su

precisión.

171

172

M A D R U G A D A

Seguimos registrando MADRUGADA, en su categoría sustantiva, junto a su verbo

originario MADRUGAR que se mantiene con mayor frecuencia (ver cómputo). El Vocabulario

de Fray Antonio de Molina anticipa en sus acepciones el sustantivo, pero no en el Glosario de

voces comentadas en ediciones de textos clásicos de Carmen Fontecha se insiste en

considerar en la primera acepción la categoría verbal MADRUGADA, según los ejemplos:

«levantarse muy temprano» Don Quijote y la expresión madrugar antes del día es 'levantarse

muy de mañana'. Covarrubias intenta marcar el momento temporal en MADRUGAR:

«levantarse de buena mañana, quasi matutinar, a matuta, que es la diosa de la mañana,

conviene a saber, la aurora», y aunque esta lexía en su uso verbal no nos interesa al no

delimitar un tiempo concreto, dado que la acción de MADRUGAR implica una parte del día, 'por

la mañana', a 'primera hora', como se indica en el Guzmán de Alfarache: «gustaba muchas

veces madrugar las mañanas del verano y salirse a pasear un poco» III, pág.135, en

Estebanillo González: «Madrugarnos muy de mañana» pág.168, en Don Quijote: «Madruga

muy de mañana» I, II, pág.98, en Lope de Vega: « Me hallaba el alba al madrugar el día»

Gatomaquia, pág.13, hemos decidido no desecharla totalmente y, además, porque de la forma

verbal, atendiendo al sema 'acción de levantarse antes', surge el sustantivo MADRUGÓN,

recogido en Don Quijote: «Dar un madrugón» 'levantarse muy temprano' y porque

MADRUGADA se está canalizando por el sema que atiende a la 'temporalidad': «Oh angel que

a mi alborado/estás, y hecha de flores,/remedia ya mis dolores,/mi alma ésta madrugada»

Segunda Celestina, pág.55. Aunque no está muy claro su momento, en el Guzmán de

Alfarache parece ser propio de ella 'la falta de luz solar', como se advierte en: «Y es

madrugada lo trujo antes de amanecer delante de sí» III, pág.39, «con la escasa luz de la

madrugada» III, pág.156, mientras que en El Diablo Cojuelo es 'después de la noche' e

implica la 'primera luz solar': «a cualquier hora de la noche y de la madrugada», pág.81,

«porque aguardan a la madrugada visita del sol» pág.126. Incluso en Lope de Vega en

Jerusalén (cfr.Fernández Gómez) hay una derivación del sustantivo en forma adjetiva que

precisa ese momento de 'la salida de luz solar': «La noche apresuró de lastimada/su carro

elado, anticipada un hora,/y fue a llamar llorando a la rosada/ventana de la luz madrugadora»

V.I., pág.197. En su uso adverbial presenta las mismas dudas significativas; en Cervantes está

clara su localización « de noche y de madrugada/me embiste de amor la fiebre» La

Entremetida V, pág.178, igual que en el Guzmán de Alfarache: « muy de madrugada con una

soya de paño» IV, pág.246.

Sólo nos aclaran sus límites temporales los usos horarios numéricos que recogemos,

únicamente, en el Guzmán de Alfarache: «hasta que ya después de las dos de la madrugada

me pareció que ya abrían la puerta» III, pág.156, «serían como las tres de la madrugada,

entre dos luces» II, pág.87. Con ese uso se intenta marcar con precisión que MADRUGADA no

está afectada por el sema específico 'primera luz solar' que portaba en los inicios medievales e

incluso en el siglo XVI, ahora sólo es pertinente el sema marcado verbal 'empezar antes el día'

173

que en el sustantivo sería 'el inicio del día', y puede participar de la 'oscuridad' de NOCHE,

aunque este rasgo no sea aún muy relevante, porque en otras ocasiones se sigue oponiendo y

creemos que esta segunda posibilidad es la realmente definidora, por lo menos, hasta este

segundo corte sincrónico, aunque nos justifica la hipótesis de que en el siglo XVII se inicia un

nuevo cambio en el sistema.

C O N C L U S I O N E S

1.- La significación de MADRUGADA en el siglo XVI, igual que en los siglos anteriores es

paralela temporalmente a ALBORADA, aunque se le añada, como específico de la categoría

verbal 'acción hecha antes de tiempo' que sería 'el momento antes de que surja el día'. De

todos modos, aún se sigue usando con más frecuencia la categoría verbal. (MADRUGAR=10,

MADRUGADA=3).

2.- En el siglo XVII, aumenta su frecuencia de uso: MADRUGAR=25, MADRUGADA=19

y hay desarrollos a otras categorías, como la adverbial DE MADRUGADA=5. No obstante, no

transmiten sus límites temporales, ni su sema específico 'antes de amanecer' porque puede

incluirse o bien oponerse a NOCHE, por ejemplo en El Diablo Cojuelo MADRUGADA es

'cuando sale el sol' y se opone a NOCHE, mientras que en el Guzmán de Alfarache es anterior,

'antes de amanecer', cuando apenas hay 'luz solar' y se incluye en NOCHE.

3.- La precisión horaria nos indica que MADRUGADA es 'antes de amanecer' y participa

de la 'oscuridad', aunque este uso es muy reducido, es sólo un indicio de un cambio que se

quiere producir.

4.- El uso más generalizado es iniciar MADRUGADA cuando se acaba NOCHE y su

punto de intersección es mínimo (véase conclusiones de MADRUGADA, Edad Media); ya que

presenta preferencia por 'las primeras horas del día' e implica 'presencia de luz solar' que la

hace coincidir con ALBORADA.

5.- Aunando estos dos usos, que todavía no podemos separarlos definitivamente, pues

sólo es una pequeña señal no generalizada, podemos exponer la hipótesis de que desde el

siglo XVII, igual que hemos observado con MAÑANA, no es relevante en una de sus variantes

el sema específico 'luz solar' que sí lo era en la Edad Media, concretamente cuando se

acompaña del aporte numérico horario, porque sólo incide en la 'temporalidad'.Esta duplicidad

aparente que llamaremos Madrugada-1 y Madrugada-2 están fundamentadas en la relación de

dependencia con Día-1 y Día-2, pues si se neutralizan en el momento de iniciar DÍA (que fue lo

más generalizado en la Edad Media) surge Madrugada-2 que es 'la presencia de la primera luz

solar', pero si por el contrario, su dependencia significativa es con Día-1, y su precisión

nomencladora es la que marca la pauta, surgen esos usos tímidos de Madrugada-1: «dos de la

madrugada», «tres de la madrugada», igual que lo que está ocurriendo con MAÑANA (véase

Conclusiones de MAÑANA).

174

A M A N E C E R

En el siglo XVI aún no hay constancia de la categoría sustantiva, sólo encontramos la

verbal en todas las citas recogidas de las obras literarias, tales como Amadís de Gaula, la

Diana Enamorada, el Diálogo de la Lengua, Libro de las Fundaciones, Historia del emperador

Carlos V, etc. y, revisados el Vocabulario en lengua castellana y mexicana de Fray Antonio de

Molina y el Glosario de voces comentadas en ediciones de textos clásicos de Carmen

Fontecha, sólo figura AMANECER que se opone a ANOCHECER, ambos verbos de aspecto

incoativo. Y con el mismo significado y diferente significante se sigue usando la expresión o ya

lexía compleja, SALIR EL SOL, como una implicación que aún funciona en la lengua, aunque

en la realidad se discuta; los ejemplos más abundantes figuran en Amadís de Gaula, similares

a este: « y como era a tal hora que salía el sol»III, pág. 726 (770). En el siglo XVII la seguimos

encontrando con mayor uso, por ejemplo en La vida de Estebanillo González II, pág.202, en

Guzmán de Alfarache: «ya era del sábado el sol salido casi con dos horas, cuando vine a

saber de mi» pág.106, similar a IV, pág.133, en Las mocedades del Cid pág.228; en el

Coloquio de Cipión y Berganza pág.225, en Obras satíricas y festivas pág. 135, etc.

Junto a esta lexía compleja, en el siglo XVII figuran las perífrasis léxicas o unidades

léxicas estereotipadas (3) que pertenecen a la técnica del discurso, como ACLARAR EL DÍA,

ESCLARECER, ACLARAR, ABRIR EL DÍA, DECLARARSE EL DÍA, DESCUBRIRSE EL DÍA,

LLEGAR EL DÍA, VENIR EL DÍA, A LA PRIMERA LUZ, VENIR EL NUEVO DÍA, que

sorprendentemente han ido sustituyendo el término SOL por DÍA, con relación a la Edad Media,

quizás por el conocimiento de la teoría heliocéntrica de Copérnico, confirmada científicamente

por Galileo en el año 1610 y que, no obstante, dejó su influjo en algunas expresiones

lingüísticas que siguen funcionando e incluso perduran en el siglo XX, como SALIR EL SOL en

oposición a PONERSE EL SOL, que actúan como sinónimos ocasionales o estilísticos de

AMANECER y ANOCHECER.

Estas lexías complejas las registramos en Don Quijote: «esperad que aclare el día»

pág.847, 850, e incluso Covarrubias da relación de ella (s.v. aclarar) y Kossoff, ejemplificando

con la obra de Herrera dice: «Esclarecer: 2 intr. empezar a amanecer». Otras variedades están

presentes en Don Quijote: «apenas comenzó a descubrirse el día (...) cuando los cinco de los

seis cabreros se levantaron y fueron a despertar a Don Quijote» pág.351, o: «esperad que

venga el nuevo día» pág.838. Fernández Gómez en la obra de Lope de Vega registra «Abrir el día», «Declarar el día». Añadiremos que en todas estas perífrasis léxicas está presente la

idea de que DÍA 'comienza al amanecer', como nos lo corrobora esta cita de El Diablo Cojuelo:

«en cuyo temeroso piélago se anegó toda esta confusión, llegando el día, que fue mucho que

no se perdiera el sol con la gran polvareda» pág.136. No obstante, todas es tas lexías

complejas que hemos ido estudiando, pertenecen a la categoría verbal y sólo nos interesan

parcialmente, pero las incluimos en este primer estudio léxico porque tenemos la certeza de su

futura sustantivación (El DHRAE aporta una cita fechada entre 1569-73, en donde está

presenta la categoría sustantiva. Este dato no es relevante, pero nos confirma que a fines del

175

siglo XVI y especialmente en el XVII, ya se está fraguando un cambio). Así parece que se

quiere iniciar este proceso en el siglo XVII, pues en nuestro cómputo de frecuencia junto a las

verbales (58 citas), figura Al amanecer loc. o modismo adv. con una frecuencia de 10 veces, y

aunque la muestra aún es muy reducida, ya hay evidencia de un deseo de cambio. Así lo

ejemplificamos con citas del Guzmán de Alfarache: «prometiéndome que el día siguiente al amanecer sería conmigo su señora»II, pág.128, de La vida de Estebanillo González: «salí al amanecer de la villa» pág.199, Don Quijote: «una noche se salieron del lugar sin que persona

los viese; en la cual caminaron tanto, que al amanecer se tuvieron por seguros de que no los

hallarían» pág.294, y también en esta misma obra, en la pág. 816.

AMANECER como nos explica Covarrubias y ya lo hemos dicho anteriormente (s.v.

amanecer), participa del antiguo adverbio latino MANE y es 'hacerse de día', 'empezar a

aparecer la luz, la claridad'.

176

A L B A

En la obra Los italianismos en español de J.H. Terlingen (4), se incluye como cultismo a la

lexía ALBA junto a AURORA. Ambas lexías casi se identifican en el proceso de AMANECER,

aunque hay una gran diferencia de frecuencia de uso porque AURORA se relega al lenguaje culto

y poético, en cambio ALBA ha entrado con fuerza desde el español medieval y en los siglos

.XVI-XVII se mantiene del mismo modo, por ejemplo en el Amadís de Gaula figura 23 veces, en el

Don Quijote 10 y en otras obras del siglo XVII está 34 veces , sin contar sus derivados como

ALBOR (10), ALBORADA (6), y los verbos ALBOREAR, ALBORAR.

ALBA (Alva) ha recogido el sema temporal y ALBOR parece perderlo para significar 'el color

blanco' que antiguamente era específico de ALBA, e incluso los derivados como ALBOREAR

parece que van en la misma línea sémica del significado cromático, no temporal, aunque al ser

descriptivo lo llevan implícito.

No obstante, en el S.XVI ALBA está incluida en DÍA y se opone a NOCHE, en función de su

sema 'cromático' que implica 'claridad', 'luz' frente a 'oscuridad' y, además, se define como un

momento temporal. Pedro Mexía, en la Historia del emperador Carlos V dice: «y la ora fue al alva,

principio del día y fin de la noche y escuridad» pág.11 o «salieron de la çiudad una noche (...),

dieron sobre el lugar al quarto del alba pág.277. Esta expresión quarto del alba está presente en el

lenguaje militar y es 'el último de los cuartos en los que para los centinelas se dividía la noche' (cfr.

desde Nebrija) (DHRAE s.v. alba).

Su origen es de uso medieval, por eso incluye en NOCHE y se mantiene en un ámbito

reducido, porque ahora la oposición lingüística NOCHE/ALBA se manifiesta en función de sus

semas específicos 'oscuridad'/'claridad', y es tan marcada como la de NOCHE /DÍA, pues con

ALBA se especifica 'el principio del día', ‘su primer momento’ ya que en esta época no matizan las

zonas intermedias porque pasan de no verse los unos a los otros a verse perfectamente; en

definitiva, no conocen 'penumbra' sólo 'oscuridad'/'claridad' como nos lo justifican los usos: «y

quando anduvo una pieça rompio el alva, y vio ante sí dos cavalleros armados» Amadís de Gaula

I, pág. 215 (205), o en la misma obra «la noche era muy escura. Y luego el conde y Galdar se

vistieron y subieron al castillo, y oyeron la vuelta de la gente (...) que con el alva del día pareçieron

muchas naves» III, pág.673 (1060-65), «y assí anduvieron toda la noche con harto temor (...) y

quando al alva del día pareçió, los marineros pudieron más reconocer» IV, pág.1026 (25), «Mas la

noche fazía tan escura que no se veyan los unos a los otros (...) Assí anduvieron hasta que vino el

alva del día, que muy cerca unos de otros se vieron» IV, pág.1145 (30-35). Esta misma oposición

se justifica con una cita de Don Quijote, en la pág.455.

Con el afán de destacar el sema 'blancura', 'claridad' del nuevo día, surgen construcciones

de locuciones con un complemento redundante como MAÑANA. DÍA, LUZ, así es posible el alva

del día, la luz del alva, romper el alva, 'amanecer', 'empezar a aparecer la luz del día', que se usan

en el siglo XVI y registramos con frecuencia en Amadís de Gaula: «Aquella noche holgaron, y al

alva del día las donzellas se levantaron» I, pág.116 (580) y similares en III, pág.691 (15), IV

pág.1143 (270), y de romper el alva en «Y a esta hora començava a romper el alva, y ahún

177

estarían de la villa una legua. Pues el día venido» IV, pág.1155 (125) como en Don Quijote: «no lo

viese una vez salir, al romper del alba» pág.703.

Esta misma combinación está presente en un artículo de Manuel Barrios Díaz en donde

recoge del Archivo Parroquial de Tacoronte, “Cartas de vínculo y donación de D. Felipe Machado

Espícola el 31-8-1660”: « (…) escuchó, en incipientes auroras, rezos de maitines, vuelo de

campanas, voces de bronce que anunciaban las misas que el cura Machado mandara a decir «al

romper el alba»», Cfr. en el periódico “El Dia” 22-9-1991 (XVII/ 59).

Esta unión no se produce cuando señala un momento temporal dentro del AMANECER, y

aunque esta es menos frecuente en el siglo XVI, no lo es en el XVII, cuando parece que su

significado se restringe al temporal, pues ya en Don Quijote se dice: «la del alba sería cuando Don

Quijote salió de la venta» pág.257 (en donde se sobrentiende 'hora del alba'), o: «dilátelo, a lo

menos hasta la mañana (…) no debe de haber desde aquí al alba tres horas» págs. 445, 446, y en

esta línea están también los ejemplos sacados de Estebanillo González como: «no salí de Palacio

hasta el cuarto del alba, haciendo a mis valientes estar toda la noche a escuras» II, pág.190,

«Gastaba las horas del día en esta forma: desde el alba, hasta las nueve, ejercitaba el oficio de

destilador de aguas (...) de las nueve a las once» II, pág.14, «y así, dejando dormido a mi

compañero, y dos horas antes del alba» pág.177.

Según Kossoff, en el Vocabulario de la obra poética de Herrera, la lexía ALBA ( Alva) es

'amanecer', así: «huía la alba, que en torno resplandeçe». Lope de Vega la usa con frecuencia,

constatado por Fernández Gómez que nos ofrece varios ejemplos sacados de sus obras, en los

que ALBA es 'un momento o tiempo al amanecer' y también 'la luz primera del amanecer': «¿a qué

hora Busto se acuesta?/ Al alba viene a acostarse» La estrella de Sevilla, que difiere de este

ejemplo de Calderón: «Salió el Alba y con el alba/ trayendo la luz por guía» El Alcalde de Zalamea

pág.183.

Este sema originario de 'primera luz blanquecina al amanecer' se está quedando relegado al

lenguaje poético en el siglo XVII, pues en este siglo ALBA se define con rasgos delimitadores de

tiempo: Misa del alba es la que se celebra en algunos templos al romper el día, así nos corrobora

este uso la investigación histórica hecha por Domingo Martínez de la Peña en su Historia de Arico

(1991) que recoge: «La denominada capellanía de misas de alba, de los días de precepto, había

sido creada por Francisco Delgado Mexía y su esposa» pág. 205. Y por su extensión se transmite

la temporalidad a la locución o modismo adverbial Al alba 'al amanecer'.

Será el término ALBOR el que recoja el sema originario, como nos indica Covarrubias al

definirlo: «el resplandor que precede a los rayos del sol, antes que suba del orizonte que va

apartando las tinieblas de la noche e introduziendo el día», así mismo nos los confirma Martín

Alonso (E.I) que dice: «ALBOR, m. poético siglos XVI al XX, albura, blancura perfecta», y así lo

comprobamos en varias citas textuales de Lope de Vega como por ejemplo: «Zulemilla el de

Granada/(...) me ha dicho que entrando allá/una puerta me abrirá/del alva al primer alvor» PRIF

(cfr. Fdez Gómez pág.182), y también en EL desdén con el desdén de Moreto: «Desde que el

albor primero/con que amaneció al discurso/la luz de mi entendimiento/ví el día de la razón»

178

pág.147.

ALBOR parece estar incluido en ALBA o ser una parte de ella, 'su luz', 'claridad'; de aquí que

se registre «el primer albor» o «albores». La diferencia de número no afecta a su significación.

AURORA

Junto a ALBA puede estar AURORA, cultismo de uso generalizado en la poesía del siglo

XVI, así parece haberlo sentido Herrera, como préstamo del latín, porque dice: «esta se llama alva

en español» (cfr. Kossoff), la relación es en virtud de su sema de significación cromática, no la

'blancura' específica del ALBA, sino por otras tonalidades más indefinidas y más bellas que la

configuran como una lexía más propia para el lenguaje literario poético, hasta tal punto que llega a

personificarse como una Diosa de la mañana o del día (Día-2). Sólo en la Diana Enamorada figura

10 veces y está en oposición a Noche, pues dice así: «La hermosa, rubicunda y fresca Aurora/ha

de venir tras la importuna noche; /sucede a la tiniebla el claro día» pág.181-82, «Pues llegado el

tiempo que la rubicunda Aurora con su dorado gesto ahuyentaba las nocturnas estrellas, y a las

aves con grave canto anunciaban el cercano día» pág.74.

En otras fuentes la encontramos 24 ocasiones, Fernández Gómez en Don Quijote la

contabiliza 8 veces y en todos los ejemplos se alternan el sustantivo con el nombre propio. La

diferenciación de género en el artículo es sólo una variante formal del significante, no afecta al

contenido y la lexía mantiene el género femenino, lo justifica Andrés Bello (5); así se encuentra: «y

bolveréme a la aurora/a preseguir mis novelas» Las paredes oyen pág.134 o en Lope de Vega «Al

nacer el aurora/ de luces ricas» A.V. (cfr. Fernández Gómez pág.121), aunque dada su poca

frecuencia no detectamos cambios semánticos.

En los siglos XVI y XVII penetra en el habla española, además de los latinismos ya citados,

el galicismo ROSICLER, que porta semas específicos de significación cromática, 'rosa' y 'claro'.

Los diccionarios consultados así lo registran, por ejemplo (Martín Alonso (EI), Corripio (DE),

aunque su uso es más bien poético, por sus connotaciones de belleza, similar a AURORA, así lo

emplea Moreto: «y aunque es verdad que en Cintia/el hermoso rosicler/Amaneció en mi deseo/a la

luz del querer bien» El desdén con el desdén pág.215, en Calderón sigue la misma línea

connotativa.

179

CREPÚSCULO

CREPÚSCULO, LUBRICÁN y ENTRE DOS LUCES son tres lexías que significan lo mismo

porque es 'el tiempo que ni es de día ni es de noche'. Así lo notifica el DCECH de

Corominas-Pascual que hace una diferenciación (s.v. Crepúsculo): «las denominaciones populares

fueron hasta entonces «entre dos luzes y lubricán» (o entrelubricán); otro concurrente lo formó el

uso sustantivado de anochecer y amanecer, que ya se registra en el siglo XVI. En 1616 empleado

literariamente, (Góngora)». Martín Alonso considera CREPÚSCULO igual que LUBRICÁN, en

función de su sema 'luz dudosa', pero en el siglo XVII ya significa 'el tiempo que dura esta claridad',

como parece en esta cita, (cfr. por Fernández Gómez) de la Arcadia de Lope de Vega:

«Crepúsculo, el tiempo medio del alva al sol, y desde que se pone hasta la noche se cierra, y así

se llama Matutino y Vespertino». En el siglo XVI no la hemos registrado.

Similar uso está en las citas (cfr. Fernández Gómez) en Don Quijote «Y assí como coménço

a anochezer, un poco más adelante del crepúsculo» II,III, pág.134 o en el Persiles: «Me hallé al

crepúsculo del día en una tierra no conocida» I,VI, pág.22. Aunque en ambas citas difiera el

momento de la realidad, sin embargo, lingüísticamente funcionan con los mismos semas. En

Cervantes y Lope de Vega hay varios ejemplos en los que delimita 'tiempo', como hemos indicado

anteriormente, pero también hay otro uso, quizás más antiguo, en donde únicamente funciona su

sema de 'luz solar dudosa', como vemos en El Diablo Cojuelo de Vélez de Guevara: «Pero que ya

el día no nos deja pasar adelante (...), son sus primeros crepúsculos y viene el sol haciendo

cosquillas a las estrellas» pág.51. La lexía CREPÚSCULO es un cultismo de poca frecuencia,

porque coexiste con LUBRICÁN, que según Covarrubias es: «Aquel tiempo de crepúsculo en que

se va mezclando la luz con las tinieblas, y nuestra vista se desliza en no poder ver perfetamente lo

que se nos pone, delante en alguna distancia, y assí se dixo de lubricus, lubrica, lubricum», y sigue

diciendo: «Algunos quieren que se aya dicho quasi lubricán, interpuesta la –R- porque en aquel

tiempo el pastor no acierta a divisar si el animal que ve es su perro o es el lobo» Unas

explicaciones similares las dan Martín Alonso (EI s.v. Lubricán) y G. Correas en su Vocabulario de

refranes y frases proverbiales (s.v. Lubrikan) . Cfr. también en Oudín (6): «Lubricán y entre

lubricano» 'el crepúsculo', y el DCECH nos confirma que LUBRICÁN es 'crepúsculo', documentado

en 1580, usado por F. de Herrera con –R- por influjo de Lóbrego, de aquí que en gallego, en varias

zonas, se diga Lubicán «lobezno, mezcla de loba y perro, muy dañoso».

Así, mientras que en el siglo XVI hay una superposición entre CREPÚSCULO y LUBRICÁN

en relación a su sema espacífico 'claridad dudosa', en el XVII, CREPÚSCULO, aunque mantiene

este sema, empieza a delimitar 'el tiempo que dura esa claridad', y el sema referente a 'claridad

dudosa' se queda como específico de LUBRICÁN, usado en la lengua poética de Herrera. La

lexía compleja ENTRE DOS LUCES, como forma popular y más frecuente, la recogemos,

especialmente, en Cervantes y Lope de Vega como por ejemplo: «era entre dos luces» El Celoso

Extremeño, pág.102 o «y un día que, entre dos luces, iba yo diligente a llevarle» Coloquio de

Cipión y Berganza, pág.220. Similares ejemplos son los de Lope de Vega, recopilados por

Fernández. Gómez.

180

Notamos que en estos momentos imprecisos de intersección entre ‘día’/’noche’, se

aumentan los giros lingüísticos estereotipados que intentan expresar con mayor objetividad ese

momento de características definidoras tan subjetivo.

Como recapitulación diremos que la lexía CREPÚSCULO durante los siglos XV y XVI

significa 'claridad dudosa' + ‘desde que raya el día hasta que sale el sol’ y ‘desde que el sol se

pone hasta que es de noche’, pero en el XVII se amplia su significado a 'tiempo que esa claridad

dura', aunque su uso se reduzca a la expresión culta cuando surge en la lengua popular la lexía

LUBRICÁN y el sintagma lexicalizado ENTRE DOS LUCES que recogen, únicamente, el sema

referente a la 'claridad'.

181

C O N C L U S I O N E S

1.- El verbo AMANECER continúa sin sustantivarse, no se ha producido aún la conversión

de categoría gramatical aunque a fines del siglo XVI y XVII surgen extensiones en locuciones o

modismos adverbiales como al amanecer y algún caso aislado de sustantivación.

2.- El proceso de AMANECER 'venir la luz del día' se parcela en varias lexías sustantivas

que lo especifican y coinciden en la referencia real:

ALBA - 'primera luz blanca' + 'momento temporal'

ALBOR - 'luz + color blanquecino, claro'

AURORA - 'luz + color amarillo oro'

ROSICLER - 'luz + color rosado claro'

CREPÚSCULO MATUTINO - 'luz dudosa' + 'tiempo'

(véase gráfico nº 25).

182

3.- En el siglo XVII se inicia un cambio semántico porque ALBOR, aunque presenta

duplicidad de número que no le afecta a su significado, pierde su sema específico de

'temporalidad' y retiene el de 'color blanco', ‘luz’ que era el específico de ALBA, que tampoco lo

pierde, pero se debilita al ser más relevante el de 'temporalidad'. Mientras que ALBA se convierte

en el sustantivo del proceso global de amanecer, por eso cuando quiere significar su antiguo

contenido de 'color blanco', se expresa mediante locuciones formadas con un complemento

redundante como MAÑANA, DÍA, LUZ, por ejemplo: alba del día, lucero del alba, romper el alba.

4.-CREPÚSCULO, que no lo registramos en el siglo XVI, figura en el XVII con poca

frecuencia, con un sema temporal añadido. Como es un término culto, surge en el habla popular

LUBRICÁN y ENTRE DOS LUCES, lexías con designación y referencia a la realidad.

5.- AURORA, aunque ha circulado paralela a ALBA, ahora se distancia en relación a su

frecuencia de uso, pues ALBA se impone en el sistema de la lengua y AURORA se relega al

lenguaje poético y además difiere en su sema de 'color', ALBA que originariamente es 'blanco',

'claro', ya no lo presenta como específico, sino genérico y AURORA que es 'amarillo oro' lo

mantiene en su categoría sustantiva, no cuando se personaliza y se convierte en nombre propio.

6.- Ante la pérdida o desplazamiento del sema de ‘color’, ‘luz’ en ALBA y su difusión en el

uso popular, se introduce el galicismo ROSICLER que en el lenguaje poético convive con ALBOR,

que es más antiguo, y AURORA, que se personaliza.

7.- ALBA es el término más extenso de todos ellos, casi podríamos decir que intenta incluir a

los demás, aunque aún no la vemos como la archilexía del microcampo. No obstante, mantiene

una oposición bilateral fuerte, aunque momentánea, con NOCHE. Esta oposición ALBA/NOCHE

es similar a Día-2/NOCHE y se fundamenta en sus semas 'claridad'/'oscuridad'. De esta línea

significativa se sigue manteniendo ALBORADA 'la madrugada', 'cuando se inicia la luz del albor' y

la categoría verbal ALBOREAR 'empezar la luz del día', 'aclarar', incluido en AMANECER 'empezar

el día'.

8.- No todas las lexías que se incluyen en este apartado presentan igual uso, las

condicionan las diferencias diastráticas y según esto las podríamos distribuir en tres apartados:

a) Las de difusión y uso popular generalizado en el sistema de la lengua: ALBA,

ALBORADA, ALVA DEL DÍA, ENTRE DOS LUCES y los verbos AMANECER, ALBOREAR.

b) Las de uso mixto y poco frecuentes: LUCERO DEL ALBA, AURORA, CREPÚSCULO,

LUBRICÁN.

c) Los cultismos en el lenguaje poético: ALBOR, AURORA, ROSICLER, CREPÚSCULO

(véase gráfico nº 26).

183

184

T A R D E

En esta época el sustantivo TARDE está en pleno uso como ‘tiempo que hay desde

mediodía hasta anochecer’ (Martín Alonso s.v. Tarde) y así figura en el Vocabulario de Fray Alonso

de Molina, que recoge «Tarde del día» y en el Glosario de Carmen Fontecha: «Mañana en la

tarde» = ’mañana por la tarde’.

En nuestras citas literarias del siglo XVI siempre figura con este significado, se conoce su

momento temporal y no sufre superposiciones ni ambigüedades; así lo comprobamos en el

Lazarillo: «por manera que la tarde ellos bolvieron mas fue tarde» pág.196, «porque Fileno ha de ir

esta tarde» Diana Enamorada, pág.100, o en Sta. Teresa Libro de Fundaciones págs. 127, 277,

281.En el Diálogo de la lengua de Valdés se mantiene como en las obras anteriores: «holgando

que hablemos esta tarde en lo que más nos contentará» pág.4, «podréis hazer la primera parte de

la obra de la que platicamos esta mañana, y la segunda de lo desta tarde» pág.156. En el

Epistolario Espiritual págs. 18,20 seguimos confirmando lo mismo.

TARDE está limitada entre NOCHE y MAÑANA: «que ha estado aquí conmigo toda esta

tarde y aún parte de la noche» Segunda Celestina, pág.74. En virtud de estas oposiciones puede

figurar en una distribución tripartita de DÍA: «¡O quál apacible es la morada del aldea, a do el sol es

más prolixo, la mañana más temprana, la tarde más perezosa, la noche más quieta» Menosprecio

de Corte y alabanza de aldea, pág.92. Similar distribución aparece en Epistolario Espiritual,

pág.20.

En el siglo XVII, en nuestras fuentes literarias recogemos 120 ejemplos y Fernández Gómez

nos aporta 43 de la obra Don Quijote; según esto podemos afirmar que, aunque no sea tan

frecuente como DÍA, MAÑANA o NOCHE, sí está consolidada en su uso y ya ha quedado

relegado definitivamente el significante latino Vesper. Covarrubias nos confirma: « Tarde puede

sinificar lo que ay de día desde las doze hasta que se pone el sol, y en esta sinificación dezimos

mañana y tarde» y se manifiesta como uso corriente y popular cuando G. Correas en Vocabulario

de refranes y frases proverbiales incluye: «A la mañana los montes, a la tarde las fontes» o «a la

mañana paro, i a la tarde sin agua».

De la obra Guzmán de Alfarache seleccionamos 27 citas y de Estebanillo González 25, en

las que su significado no varía y se mantienen sus oposiciones, como en Quevedo, Obras satíricas

y festivas pág.58 y en El Buscón págs. 194,195. Del mismo modo lo justificamos en las obras de

Ruiz de Alarcón y Calderón.

Resumiendo lo hasta aquí expuesto, situamos TARDE entre MAÑANA y NOCHE, a las que

se opone por sus semas:

TARDE: 'claridad solar' + 'segunda parte del día’ (Día-2)

MAÑANA:'claridad solar' + 'primera parte del día’ (Día-2)

NOCHE: 'oscuridad' + 'tiempo que dure esa oscuridad' Cuando adopta el sufijo diminutivo,

TARDECITA, su localización temporal se relega al momento final de la tarde, ‘al anochecer’. Junto

a esto, figura la lexía TARDE acompañada del aporte numérico que le confiere una posibilidad

185

nomencladora, los ejemplos más frecuentes son los de 2 h. a 5 h. de la tarde, tanto en el siglo XVI

como en el .XVII. Pedro Mexía en su Historia del Emperador Carlos V escribe: «fue otro día a las

quatro horas de la tarde» pág.509 y «se supo en Valladolid el mismo día que pasó, a las cinco de

la tarde» pág.164. En el Guzmán de Alfarache recogemos: «a la una de la tarde salí por la ciudad

con un calor tan grande» II, pág.193, y de las «dos de la tarde» V, pág.123; similares son las

encontradas en El Diablo Cojuelo pág.156 y en Don Quijote: «sería como las dos de la tarde

quando llegaron a la aldea». Con la hora más frecuente es «las tres de la tarde», según consta en

El Alcalde de Zalamea pág.123 o en Estebanillo González: «Empezóse nuestra comedia a las tres

de la tarde» pág.120 y tantas citas más. De las «siete de la tarde» sólo encontramos un ejemplo

en La verdad sospechosa pág. 102. Esto nos facilita la hipótesis de que entre las 3 h. y 5h. es el

momento más concreto de la tarde a la que hace referencia, pues a partir de las 5 h. ya declina el

sol, como se nos confirma en el Guzmán de Alfarache: «ya cuando el sol declinaba, serían las

cinco de la tarde» pág.85.

El adjetivo VESPERTINO es un cultismo que inicia su uso en el siglo XVII, según nuestras

citas, porque Martín Alonso (EI) lo data desde el siglo XVI como: «Concerniente o relativo a la

tarde», pero no dudamos de esta fecha porque sabemos de su existencia sólo por las citas

textuales que Fernández Gómez nos ofrece en el Vocabulario completo de Lope de Vega y

además destaca esta lexía dentro del grupo de términos específicos de astronomía y astrología:

Estrella vespertina, Héspero, Lucero vespertino, Crepúsculo. Los ejemplos son sacados de la

Gatomaquia, 38: «al vespertino sol», de la Arcadia que define «Crepúsculo, el tiempo medio

Estrella del alva del sol, y desde que se pone hasta que la noche se cierra, y assí se llama

Matutino, y Vespertino», en donde parece establecer la oposición MATUTINO/VESPERTINO,

como 'principio de la mañana'/'final de la tarde'. No participamos de la idea de que este adjetivo se

haga extensible a toda la temporalidad explícita de TARDE, ya que es más específico de las

‘últimas horas’, porque hereda la influencia significativa del antiguo VESPER.

186

C O N C L U S I O N E S 1.- La lexía TARDE está adoptada definitivamente en la lengua española, incluida en Día-2 y

opuesta a MAÑANA, en relación a su extensión temporal 'primera parte del día'/'segunda parte del

día' y en oposición a NOCHE por su sema 'claridad solar'/'oscuridad'.

2.- La presencia del sufijo diminutivo en TARDECITA la lleva a un cambio de contenido

porque se reduce su contenido temporal y se retrasa 'al anochecer' como sema específico.

3.- Como término marcado, admite el apoyo numérico de horas, que se hace más frecuente

en las intermedias de tres a cinco, pues las zonas limítrofes son propensas a la intersección con

otras lexías, como DÍA, MEDIODÍA y NOCHE.

4.- El adjetivo VESPERTINO, resto culto del latín, se empieza a usar débilmente en el siglo

XVII (Lope de Vega) con el significado de 'lo relativo a la última parte de la tarde' y se opone al

también cultismo MATUTINO 'lo relativo a la primera parte de la mañana'. Según esto no hay un

adjetivo que se refiera a ‘toda la tarde’.

187

A N O C H E C E R

Figura la categoría verbal ANOCHECER en el Vocabulario de Fray Alonso de Molina junto al

adv. ANOCHE y curiosamente, aunque tengan relación etimológica no la tiene tanto

semánticamente, pues sus significados difieren aunque participen del mismo sema genérico 'falta

de luz solar', ya que sus semas específicos son diferentes. En los Glosario de voces comentadas

en ediciones de textos clásicos de C.Fontecha está únicamente la categoría verbal, y en nuestras

fuentes literarias es constante el uso de ANOCHECER 'ir aumentando la oscuridad', 'hacerse la

noche', así parece en: «llegaron queriendo anocheçer a Mariñan» Historia del emperador Carlos V.

pág.361. Del mismo modo, figuran construcciones como VENIR LA NOCHE 'el proceso del paso

del día a la noche', por ejemplo: «Señor, la noche viene, que a poca de ora no nos podríamos

conoscer unos a otros» Amadís IV, pág.1112 (445) en donde la ‘oscuridad’ es total.

Covarrubias sólo incluye el verbo ANOCHECER en su TLCE: «Hazerse noche por averse

ya el sol puesto debaxo del orizonte y privándonos de su luz». Es, por tanto, la misma lexía ya

registrada desde los siglos .XII y XIII, con los semas 'empezar a faltar la luz del día', 'venir la noche'

(P. Cid).

En el siglo XVII además del proceso de ‘hacerse de noche’ implica ‘tiempo’ y es ‘momento

del día’, así parece en La Ilustre fregona: «ni desde que anochece hasta la mañana» pág.264,

aunque siga con frecuencia esta categoría léxica, ya hay deseos de desarrollos lexemáticos,

según advierte Martín Alonso, se registra, el m. adv. al anochece 'al acercarse la noche' y

anochecida f. 'tiempo en que anochece'. En nuestras fuentes constatamos la existencia del m.

adv. y el sustantivo ANOCHECER, que es el que realmente nos interesa en el estudio de nuestro

campo lexemático, pero sólo lo encontramos en Guzmán de Alfarache II: «desde que allí

llegamos, hasta el anochecer» y en Obras satíricas y festivas de Quevedo, en donde incluso se

les añade el sufijo de número plural: «Anocheceres y Amaneceres» págs. 149,151, pero aquí

pierde como específico el sema referente a la ‘temporalidad’.

En Cervantes está presente la forma adverbial al anochecer: «ayer al anochecer» Don

Quijote pág.812, 242 como en La Gitanilla: «dijese a la gitana vieja que al anochecer fuese a su

casa» pág.18. También la encontramos en El Diablo Cojuelo: «al anochecer partiera a la palestra»

pág.207 o en La Vida es sueño «La acción principia al anochecer» pág.3, en todas estás citas se

mantiene la 'temporalidad'.

Ante la falta de un sustantivo que indique este momento, en el siglo XVI se usa TARDECITA

'el anochecer', según nos confirma Martín Alonso (EI), pero no disponemos de una ejemplificación

en nuestras fuentes literarias.

Junto a ANOCHECER se mantiene vigente la lexía compleja PONERSE EL SOL, como:

(585) «assí fueron todo aquel día; (...) y al sol puesto llegaron al castillo» Amadís I, pág.270, que

marca un momento temporal y así lo seguimos observando en los ejemplos del siglo XVII:

«salieron al poner del sol en dos rocines» Guzmán de Alfarache pág.230. De igual significado son

otras expresiones como caer el sol, presente en la Segunda Celestina: « ya el sol quería ponerse

188

teniendo el cielo lleno de (...) que ya barruntaban la noche con la caída del sol » pág.405, y

esconderse el sol en Las paredes oyen: «Vendré después/que se esconda el sol dorado» pág.226.

Además hay una amplia gama de giros creativos literarios para expresar ese momento y

esa significación: «el sol dexando el hemisferio» Diana enamorada pág. 60 o «luz del sol

començara a dar lugar a las tinieblas» pág.71, «antes que el sol esconda su lumbre» pág.136,

aunque son creaciones literarias individuales y no forman parte de nuestro estudio porque no

pueden entrar en la sistematización del campo, solo actúan estas expresiones como sinónimos

ocasionales o estilísticos. En todos estos ejemplos sigue imperando el antiguo concepto del

protagonismo del sol y, aunque en esta época se desmiente científicamente esta teoría

Heliocéntrica, en la lengua no pierde su capacidad significativa porque algunas de estas

expresiones se han lexicalizado.

189

O C A S O

Cultismo que existe desde el siglo XIV en nuestra lengua y que lo registramos con muy

poca frecuencia, pues en el siglo .XVI sólo figura tres veces en La Diana enamorada, en

construcciones como: «al tiempo que el sol estaba cerca del ocaso» pág.121, en las que se

mantiene su antiguo valor más locativo que temporal y significa 'la caída del sol' o 'la puesta del sol

al trasponer el horizonte', así la define Martín Alonso (EI). En el Vocabulario completo de Lope de

Vega de Fernández Gómez están recogidos textos en los que su uso es poético: «en noche

obscura el ocaso/de tus divinas estrellas». En Don Quijote y otras obras estudiadas no la hemos

encontrado, aunque Fernández Gómez en el Vocabulario de Cervantes cita su presencia en La

Galatea.

190

C O N C L U S I O N E S

1.- ANOCHECER continúa su uso como categoría verbal 'hacerse de noche' y en el siglo

XVII ya hay deseos de desarrollar la categoría sustantiva ANOCHECER. ANOCHECIDA con

significado temporal 'el tiempo que se hace de noche', aunque su uso es muy reducido.

2.- PONERSE EL SOL, aparece frecuentemente y convive con otras expresiones populares

que se han lexicalizado como CAER EL SOL, ESCONDERSE EL SOL, etc., que son lexías

complejas que actúan como sinónimos ocasionales e incluso estilísticos de ANOCHECER, pero

aún no se han sustantivado.

3.- OCASO, cultismo de escaso uso y que se manifiesta en la lengua poética, adquiere el

significado de 'la caída del sol', 'la puesta del sol', que presenta aún su antiguo valor locativo

(véase gráfico nº 15).

191

CONCLUSIONES GENERALES DE LOS SIGLOS XVI y XVII

1.- A través de este segundo sincrónico en nuestra visión diacrónica, podemos aportar que

el sistema de la lengua, aunque mantiene lo expuesto en la Edad Media con relación a nuestro

campo, incorpora los cambios que se inician en el siglo XV, como el sistema horario numérico, la

reducción de las partes de la noche, etc. y pensamos que en el siglo XVII ya se va perfilando el

futuro cambio con cierta tendencia a una mayor complejidad significativa que es paralela a la

reducción en el uso del número de lexías.

2.- Creemos que la dualidad de niveles socioculturales sigue dejando huella, ya que la

distribución sistemática de los términos se duplica, canalizada en dos tendencias: Una objetiva con

inclinación nomencladora que atiende a la realidad extralingüística y otra más subjetiva y de difícil

precisión porqur su realidad es lingüística, aunque hagan referencia a los fenómenos de la

naturaleza. No obstante, la estructuración de nuestro campo es más clara que en la Edad Media

porque sus oposiciones son más diferenciadas.

3.- La oposición bipartita NOCHE/Día-2 fundamentada en sus sememas 'tiempo no

iluminado por la luz solar'/ 'tiempo iluminado por la luz solar', motiva otras oposiciones tan

marcadas y con uso tan frecuentes que llegan a sustituirla, como: NOCHE/MAÑANA, oposición

relevante de la que surge, en el lenguaje estereotipado, la expresión de la noche a la mañana en

donde estos dos términos contradictorios se unifican. Otra oposición que participa de los mismos

sememas es NOCHE/ALBA, pero es menos frecuente. Estas oposiciones de uso, quizás, más

populares y generalizadas, nos sugieren la posibilidad de una doble organización sistemática

(véase gráficos nºs 23 y 27):

A.- Es una sistematización bipolar, fundamentada en la oposición NOCHE/Día-2, en la que

se intuye la diferenciación entre Día-1 y Día-2. Aunque se siente la necesidad de un uso horario

numérico, en el que se marca el inicio de Día-1 a la 1 h, de aquí que en el siglo XVII empecemos

a registrar cambios tan importantes, como que MAÑANA ya no se define en función de su sema

'luz solar' sino por la relevancia de la 'temporalidad' o de su sema 'el inicio de día', en usos como

« las tres de la mañana» o «las cuatro de la mañana», pero esto es sólo un indicio de cambio,

dada su poca frecuencia (véase gráficos nos 24 y 28).

B.- La oposición Día-2/NOCHE no es tan marcada como la de NOCHE/ MAÑANA que se

mantiene en relación a su semema ‘no presencia de luz solar’/’presencia de luz solar’ y no

participa de la distribución anterior sino que depende de la neutralización de Día-1 y Día-2, que

empiezan con MAÑANA y se inician ‘cuando amanece’, y aunque pueda establecerse una

distribución tripartita, no afecta al sema de la ‘temporabilidad’, así MAÑANA se incluye en Día-2

(véase gráfico nº 29).

4.- Esta dualidad en la conceptualización lingüística se nos confirma en el siglo.XVII con

MADRUGADA, que se ve afectada igual que MAÑANA, pues su significado básico 'un poco antes

de iniciarse la luz solar' sigue la sistematización B y, además. se puede introducir en la

sistematización A, supeditada a la diferenciación de Día-1 y Día-2, por ejemplo, cuando surge

«tres de la madrugada»..

192

5.- El sema relativo a la 'temporalidad' se intensifica como rasgo marcado en la mayoría de

lexías, por ejemplo CREPÚSCULO en el siglo XVII significa 'tiempo'. Quizás este sema sea el eje

impulsor del futuro cambio, como ya señalamos hipotéticamente.

6.- De aquí surgen tendencias a sustantivar los verbos que expresan proceso como

AMANECER, ANOCHECER, y estas nuevas categorías se marcan por presentar como rasgos

relevantes la 'temporalidad'. Aunque la conversión de categoría en sus homónimos

léxicos-gramaticales, en los casos anteriores, es sólo un indicio del futuro cambio en el campo

lexemático, pues la frecuencia registrada aún es muy breve, y no se puede observar en este

planteamiento sincrónico, sino a través de nuestro estudio diacrónico.

7.- Hay datos para pensar que no conocen o no expresan lingüísticamente las zonas

intermedias entre 'la oscuridad' y 'la claridad', porque las oposiciones de sus términos se

intensifican y las intersecciones no figuran.

8.- La presencia de un uso de distribución tripartita del día en MAÑANA, TARDE y NOCHE,

si bien nos sugiere una tendencia nomencladora en tres espacios temporales de ocho horas cada

uno, no podemos afirmarlo, pero sí observar que la justificamos en la sistematización expuesta en

el apartado B (véase gráfico nº 29).

9.- La precisión horaria que en sus inicios afectaba o se acompañaba, especialmente, por

las archilexías de los subsistemas Día-2 y NOCHE, ahora hay tendencia a generalizarla a los

términos marcados MAÑANA, TARDE, MADRUGADA, mientras que DÍA y NOCHE van

perdiendo frecuencia porque surgen «once de la mañana», «tres de la tarde», «tres de la

mañana», «dos de la madrugada». Este nuevo cambio, igual que los anteriores es de poca

frecuencia, por eso lo consideramos de la misma manera, sólo como señal del nuevo cambio o

reajuste futuro del sistema.

10.- Se han producido nuevos desarrollos de procesos de derivación en los que se avanza,

un poco más, en la serie transpositiva iniciada desde el latín. Así:

SIESTA (sust.) SESTEAR (verbo)'dormir o descansar después de comer'

MAÑANA (sust.) MAÑANEAR (verbo)

MAÑANITA-CA (sust.)'primeras horas de la mañana'

TARDE (sust.) TARDECITA (sust.) 'última parte de la tarde'

NOCTURNO (adj.) NOCTURNANCIA (sust.) 'primeras horas de la noche'

MADRUGAR (verb.) MADRUGADA (sust.) 'tiempo un poco antes de salir el sol'

193

194

11.- En el siglo XVII reaparece muy tímidamente en el uso literario el cultismo VESPERTINO

‘lo relativo a las últimas horas de la tarde’, que se opone a MATUTINO ‘lo relativo a las primeras

horas de la mañana’.

12.- No encontramos términos latinos, sólo se mantienen algunos cultismos que se van

relegando al lenguaje culto poético:

13.-Hay varios ejemplos de «campo de dispersión» en expresiones y locuciones que rozan

el campo al tener un rasgo pertinente: DECLARSE EL DÍA, CLAREAR EL DÍA, CERRARSE EL

DÍA, ROMPER EL DÍA, A LUCES MUERTAS, etc, todas estas lexías complejas se refieren a las

intersecciones entre 'oscuridad' y 'claridad solar'.

14.- Hay desarrollos en los que el sufijo diminutivo provoca un cambio significativo, que

implica la reducción de la cuantificación de la ‘temporalidad’ en el significado de un término como

MAÑANA (sust.) que pasa a MAÑANITA-CA, junto a la reducción designativa a un momento

concreto de la mañana, 'a las primeras horas'. Proceso similar ha sufrido TARDE (sust.) que

desarrolla TARDECITA 'últimas horas de la tarde', 'el atardecer'. Y aunque en ambas lexías el

proceso léxico gramatical es el mismo, su resultado semántico es contradictorio:

MAÑANITA TARDECITA

'primeras horas 'últimas horas

de la mañana' de la tarde'

195

15.-Como conclusión final que aúna todo lo expuesto, creemos, hipotéticamente, que una

fuerza de habla más popular tiende a estructurar el campo lexemático en relación al eje sémico

bipolar 'presencia de luz solar' / 'no presencia de luz solar' que corresponde a la sistematización B

(expuesta en el punto nº 3 de estas conclusiones). Y una segunda tendencia de pretensión más

culta que se guía por el sema 'temporalidad' y que por su objetividad implícita puede tocar con la

funcionalidad nomencladora que correspondería a la sistematización expuesta en el apartado A,

anteriormente detallada. Pero, cuando las dos sistematizaciones se aúnan, lo que también puede

ocurrir, nos encontramos con un diagrama de campo bidimensional NOCHE/Día-2, con su

archilexía Día-1. Y es entonces, cuando el diagrama expresa las dimensiones de «temporalidad»

y «luz y oscuridad solar». (Véase gráfico nº 27).

196

197

N O T A S

(1) G. Salvador: "Lexemas puente y lexemas sincréticos" en Semántica y lexicología del español. Madrid, Paraninfo,

1985, págs. 12,49.

(2).- RESISTERO, (véase Nota nº5 de Los siglos XVIII-XX).

(3).- "Lexías complejas" como las considera Pottier en Lingüística general. Teoría y descripción págs. 344 y ss.).

Este es el término que hemos adoptado en nuestra terminología, aunque podríamos llamarlas "perífrasis léxica" como las

llama Coseriu (Principio de semántica estructural pág.117, 3.4.3) o "Unidades léxicas estereotipadas" como L.Guilbert (en La

creative lexicale cap.II). Estamos de acuerdo con Mª Ángeles Pastor (Indagaciones lexemáticas a propósito del campo léxico

'Asir', 1990, tesis doctoral, Univer. Granada), en que el nombre que se les dé no importa, puede servir cualquiera. Lo que sí

sabemos es que son unidades difíciles de clasificar, y por ello nosotros plantearemos únicamente su existencia porque,

además, son conmutables por AMANECER y las consideramos sólo variantes formales de habla popular, en el lenguaje

estereotipado del discurso repetido. Estas combinaciones léxicas las ha estudiado G. Salvador (1990:339-365) cuando nos

habla de “Las solidaridades lexemáticas”, pero no profundizamos en su aplicación porque conocimos su planteamiento

cuando ya teníamos redactado este trabajo.

(4) T. Terlingen: Los italianismos del españo desde la formación del idioma hasta principios del S.XVII, Amsterdam,

1943.

(4) A. Bello, Gramática de la lengua castellana (nota nº 271) dice: «En tiempos de Cervantes se decía también "el"

antes del sustantivo que comenzaba por "a" no acentuada; el aurora, el alegría, el arena».

(5) Oudin: Tesoro de las lenguas francesa y española, París, 1607.

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R E F E R E N C I A S B I B L I O G R Á F I C A S

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372

ÍNDICE GENERAL

I-INTRODUCCIÓN GENERAL 3

Método 6

INTRODUCCIÓN TEÓRICA 9

El lenguaje y la realidad 10

Estudio del léxico estructurado y nomenclador 13

Funcionamiento de las estructuras 15

Funcionamiento de las nomenclaturas 17

Notas 22

II-FUENTES DOCUMENTALES 23

Textos de los siglos VII al XV 25

Textos de los siglos XVI y XVII 28

Textos de los siglos XVIII, XIX y XX 30

Revistas y periódicos 33

Diccionarios y vocabularios 34

Atlas lingüísticos 38

Términos recogidos del Diccionario de Casares 39

Encuestas 43

III-ESBOZO DEL USO HORARIO ROMANO Y TÉRMINOS TEMPORALES EN ‘DÍA’ 47

Uso horario romano 49

Horas de las comidas 66

Conclusiones 70

Notas 75

IV-EDAD MEDIA - DESDE EL SIGLO VII AL XV 76

Relación de términos recogidos en el siglo XII 78

Relación de términos a partir del siglo XIII 79

DIES-DÍA 81

JORNADA 87

Conclusiones 91

MEDIODÍA 93

SIESTA 97

Conclusiones 98

NOCHE 99

MEDIA NOCHE 100

PARTES DE LA NOCHE 101

373

Conclusiones 103

MAÑANA 104

Conclusiones 109

MADRUGADA 112

Conclusiones 113

AMANECER 115

ALBA-ALBOR-ALBORADA 116

AURORA 119

CREPÚSCULO 120

ORTO 121

Conclusiones 123

VESPER, SUPREMA, TARDE 126

Conclusiones 129

ANOCHECER 132

OCASO 133

Conclusiones 134

CONCLUSIONES GENERALES DE LA EDAD MEDIA 135

Notas 143

V-SIGLOS XVI y XVII 145

Términos encontrados en los siglos XVI-XVII 147

DÍA 150

Conclusiones 156

MEDIODÍA 158

SIESTA 159

Conclusiones 160

NOCHE 161

Conclusiones 165

MAÑANA 166

Conclusiones 170

MADRUGADA 172

Conclusiones 173

AMANECER 174

ALBA-ALBOR, AURORA 176

CREPÚSCULO, LUBRICÁN, ENTRE DOS LUCES, ROSICLER 179

Conclusiones 181

TARDE 184

Conclusiones 186

ANOCHECER 187

OCASO 189

374

Conclusiones 190

CONCLUSIONES GENERALES DE LOS SIGLOS XVI-XVII 191

Notas 197

VI-SIGLOS XVIII, XIX y XX 198

Lexías recogidas de nuestras fuentes 201

Lexías utilizadas en las encuestas 202

DÍA 203

Conclusiones 211

MEDIODÍA 212

SIESTA, RESISTERO 215

Conclusiones 217

NOCHE 219

MEDIANOCHE 228

Conclusiones 231

MAÑANA 233

MEDIA MAÑANA 237

Conclusiones 239

MADRUGADA 241

Conclusiones 246

AMANECER 249

ALBA 252

ALBOR 254

AURORA 255

ORTO 256

CREPÚSCULO MATUTINO 256

Conclusiones 259

TARDE 261

MEDIA TARDE 263

Conclusiones 266

ATARDECER 268

ANOCHECER 270

OCASO 272

CREPÚSCULO VESPERTINO 273

Conclusiones 276

Notas 279

CONCLUSIONES GENERALES DE LOS SIGLOS XVIII- XX 280

Notas 292

375

VII-SALUDOS 293

VIII-HORAS DE LAS COMIDAS 297

Conclusiones de la Edad Media 304

Conclusiones siglos XVI y XVII 309

CONCLUSIONES GENERALES DE HORAS DE LAS COMIDAS 314

IX-NOMENCLATURAS 318

Distribución nomencladora 320

PRIMA, TERCIA, SEXTA y NONA 321

VIGILIAS, GALLICINIO 324

MAITINES, VÍSPERAS 325

Conclusiones de la Edad Media 327

SIGLO XVI-XVII 329

MAITINES, LAUDES, VÍSPERAS, COMPLETAS 330

PRIMA

Conclusiones de los siglos XVI al XX 336

Notas 337

X-DISTRIBUCIÓN NUMÉRICA DE HORAS 338

XI-DÍAS DE LA SEMANA 339

Notas 341

XII-CONCLUSIONES GENERALES DE LA INVESTIGACIÓN DIACRÓNICA 342

XIII-REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 363

XIV-INDICE GENERAL 372

XV-RELACIÓN DE GRÁFICOS 376

376

RELACIÓN DE GRÁFICOS

Nº l.- Distribución nomencladora romana de las HORAS y VIGILIAS (HORAE ET VIGILIAE). 52

Nº 2.- Distribución latina de Dies-2. 63 Nº 3.- Distribución nomencladora (DIES '24horas') 72 Nº 4.- Estructuración de los términos marcados y sus adjetivos latinos. 72 Nº 5.- Distribución del paradigma lexemático latino. 74 Nº 6.- DIES en la Edad Media. 83 Nº 7.- Inicio de Día-1. 84 Nº 8.- Estructura medieval - A. 90 Nº 9.- Estructura medieval - B. 92 Nº 10.- MEDIODÍA (Mediodía medio y Mediodía verdadero). 96 Nº 11.- MEDIODÍA, MERIDIANA y MERIDIONAL, relación semántica espacio-temporal. 107 Nº 12.- Evolución del término latino CRAS. 107 Nº 13.- Incorporación de MAÑANA en la Edad Media 111 Nº 14.- MADRUGAR > MADRUGADA. 114 Nº 15.- Las cuatro partes o regiones del cielo que justifican a ORTUS y OCCASUS,

según San Isidoro. 122 Nº 16.- AMANECER: proceso verbal. 125 Nº 17.- Lexías sustantivas en AMANECER. 125 Nº 18.- Cambios onomasiológicos desde el latín al siglo XV (VESPER, TARDE). 131 Nº 19.- Distribución del latín medieval en la primera época y desarrollo del anagrama. 137 Nº 20.- Estructura medieval (Primera etapa, influencia latina). 139 Nº 21.- Estructura medieval del romance popular. 142 Nº 22A- Relaciones significativas de DÍA. 155 Nº 22B- DÍA en el uso horario numérico. 155 Nº 23.- MAÑANA. Delimitación y ampliación significativa. 171 Nº 24.- Delimitación horaria de MAÑANA. 171 Nº 25.- Lexías usadas en el siglo XVII (AMANECER). 181 Nº 26.- Diferencias diastráticas (Lexías de 'amanecer'). 183 Nº 27.- Sistematización -A. I-Campo lexemático: bipolaridad opositiva. 193 Nº 28.- II-Distribución nomencladora:'temporalidad' excluyente. 193 Nº 29.- Sistematización -B. Distribución tripartita de 'día'. 196 Nº 30.- Representación gráfica de las posibilidad desde empezar 'día' en diferentes

sistemas lingüísticos del siglo XVIII. 205 Nº 31.- Esquematización horizontal de MEDIODÍA. 218 Nº 32.- Posibilidades de usos de MEDIANOCHE / MEDIODÍA. 230

377

Nº 33.- Representación gráfica de las intersecciones que motivan los cambios en el campo lexemático 'día'. 248

Nº 34.- Representación gráfica de la tendencia a debilitarse las intersecciones a fines del siglo XX. 248

Nº 35.- Representación gráfica de las intersecciones incluidas en AMANECER. 260 Nº 36.- Representación de posibilidades de usos de MEDIA TARDE / MEDIA MAÑANA.267 Nº 37.- Resultados de las intersecciones del microcampo 'anochecer'. 278 Nº 38.- Oposiciones privativas. 287 Nº 39.- Resultados de nuestras fuentes en el siglo XX. 289 Nº 40.- Distribución estructurada. Distribución nomencladora en el siglo XX. 291 Nº 41.- Salutación. 296 Nº 42.- Diferentes usos temporales de CENA. 310 Nº 43A- Uso cronológico de las Horas de las comidas. 317 Nº 43B- Desplazamientos de lexías incluidas en 'comidas'. 317 Nº 44.- Distribución de HORAS (Horas romanas, eclesiásticas, milicia, temporales, uso

horario actual). 322 Nº 45.- Distribución de HORAS en la Edad Media. 322 Nº 46.- Distribución medieval de usos temporales. 328 Nº 47.- Distribución eclesiástica medieval. 328 Nº 48.- VIGILIAS o VELAS (guardias militares) en la Edad Media. 328 Nº 49.- Horas canónicas hasta el siglo XIX. 335 Nº 50.- Horas canónicas, siglo XX. 335 I.- Panorámica de la datación cronológica de las lexías registradas en nuestras fuentes. 361 II.- Panorámica de la datación cronológica de las lexías registradas en nuestras fuentes. 362