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Universidad Externado de Colombia
Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales
Maestría en Gobierno y Políticas Públicas – Prom XX
Seminario de descentralización y ordenamiento Territorial
Docente: Walfa Tellez
Estudiantes: Malagón, Felipe; Rodríguez, Diana; Senior, Pablo.
La extranjerización en la propiedad de la tierra: El fenómeno del
acaparamiento y sus alcances en África y América latina. Una mirada desde
la perspectiva de la seguridad alimentaria
Introducción
La extranjerización en la propiedad de la tierra a través del fenómeno del
acaparamiento de la misma toma importancia en la agenda pública global a partir
de 2007, motivado por la crisis alimentaria y continuado por la crisis financiera de
2008, aunque en realidad sus manifestaciones son vigorosas desde principios de
los años noventa, de forma regular sobre todo, en países en vías de desarrollo
(Eguren, 2013).
Este artículo se centrará en revisar el fenómeno del acaparamiento de tierras como
proceso central de la extranjerización de la propiedad de la tierra, que actualmente
está, por un lado, reconfigurando la forma en que los países delimitan sus fronteras
internas y los derechos sobre el uso de la misma, y por el otro, desconfigurando
primero, las oportunidades de mantener a comunidades de pescadores, nómadas y
pequeños agricultores en una red de seguridad alimentaria segura y sostenible, y
segundo la posibilidad latente de una reforma agraria que asegure la equidad y el
desarrollo en el campo en países que aún en el siglo XXI tienen una gran cantidad
de personas que dependen del sector agrícola pequeño y mediano como sustento
económico y a quienes el acaparamiento de tierras disminuye las posibilidades de
un desarrollo auto determinado. (Zimmerle, 2012)
2
Este documento abordará en la primera sección la explicación del fenómeno del
acaparamiento de tierras o land grabbing desde una óptica general para continuar
en la segunda sección con el análisis de sus alcances en África y América latina
siempre pensando en la seguridad alimentaria como supuesto fundamental de este
fenómeno. La tercera sección desarrolla un análisis sobre las políticas públicas
alrededor del land grabbing y la seguridad alimentaria en los países receptores de
este tipo de inversión y se concluye con algunos comentarios finales sobre el tema
en general.
1. Extranjerización, acaparamiento y seguridad alimentaria.
A partir de 2007 a razón de la crisis alimentaria mundial y la exacerbación de la
misma con la crisis financiera de 2008, la agricultura en el extranjero se convirtió en
una nueva estrategia de suministro y abastecimiento de alimentos para los
gobiernos dependientes de importaciones de este tipo como los países del golfo
pérsico, China, Korea del sur entre otros, con grandes capitales de inversión y lobby
político. La fiebre por la tierra adquirió una nueva dimensión y muy rápidamente se
le dio una nueva etiqueta, a saber, acaparamiento de tierras. (Zimmerle, 2012)
Friends of the Earth define el acaparamiento de tierras de la siguiente manera:
“El acaparamiento de tierras se produce cuando la tierra que se utilizó anteriormente
por las comunidades locales es arrendado o vendido a inversionistas externos,
incluidas las empresas y los gobiernos. Por lo general, se toma la tierra para los
cultivos de productos básicos para vender en el mercado en el extranjero,
incluyendo los cultivos para agrocombustibles y alimentos. Sin embargo, el
acaparamiento de tierras también se produce para despejar tierras para
plantaciones de árboles (cultivados para compensaciones de carbono), reservas
protegidas, minas y, a menudo puede ser el resultado de las inversiones
especulativas cuando los fondos predicen una alta tasa de retorno de las inversiones
de la tierra”.1
1 Friends of the Earth International, NAPE, Land, life and justice, April 2012. Accessed under: http://www.foei.org/en/resources/publications/pdfs/2012/land-life-justice/at_download/file
3
En efecto, el land grabbing o acaparamiento de tierras como fenómeno
relativamente reciente en términos de su exposición mediática y académica es
definido generalmente como un proceso masivo de adquisición de tierras de unos
estados a otros, con la sola finalidad de abastecerse de alimentos, pero este no es
su único objetivo2.
En efecto, las presiones inflacionarias de la crisis alimentaria que estalló en 2007
han impactado negativamente las balanzas comerciales de países como Qatar o
EAU que poseen una baja cantidad de tierra arable y que dependen en gran medida
del comercio internacional para suplir a su población de alimentos, pero la crisis
financiera de 2008 y la búsqueda de nuevas maneras de producir energía han
ayudado a que el proceso de acaparamiento de tierras tome otros matices y se
refleje en definiciones mucho más amplias como la expuesta arriba.3
Es así como el acaparamiento de tierras así como la reconcentración de la tierra y
el capital se da en dos mega sectores amplios de manera general: el conjunto de
cultivos comodín4 y otros sectores alimentarios, y el amplio sector no alimentario
(FAO, 2014).
Especificando, de acuerdo con la FAO, la demanda de agro combustibles y la
presión por inversiones más seguras y rentables han hecho que la adquisición de
tierras como activo, pero también como fuente de materia prima para etanol o
biodiesel, se dispare en América Latina, África y el sudeste asiático y se hayan
prendido las alarmas de organizaciones internacionales y movimientos campesinos
sobre su posible efecto negativo sobre la seguridad alimentaria y la vida rural de los
países que permiten que este fenómeno se propague.
2 Esta idea no es del todo falsa, sobre todo en vista de que algunos gobiernos y/o empresas de China y de las naciones del Golfo Pérsico están negociando contratos para arrendar tierras o exportar alimento con distintos gobiernos alrededor del mundo (FAO, 2014). 3 En esta línea, Eguren (2013) argumenta que es la globalización de la demanda de alimentos, de agro-combustibles y de
tierras para producirlos, lo que articula y emparenta el land grabbing de hoy con el acaparamiento de tierras que se produjo
en los años noventa en los países andinos (Eguren, 2013).
4 Cultivos de productos de fácil exportación.
4
Sin embargo, y como se ampliará en la segunda sección de este documento, la
seguridad alimentaria no es la única razón que sustenta el acaparamiento de tierras
en Sudamérica y África5. Sin embargo es pertinente esbozar de manera general la
dinámica de este fenómeno y algunos aspectos puntuales del mismo.
En primer lugar se debe exponer el supuesto sobre el que se fundamenta que la
solución a la crisis alimentaria de principios de 2007, potenciada por la crisis
financiera de 2008 es el acaparamiento de tierras. El supuesto fundamental de la
solución de las crisis convergentes es que existen tierras sub utilizadas, marginales
y poco pobladas en países en vía de desarrollo que representan un activo explotable
por los grandes capitales del mundo y que generarían sustento a la economía local
(FAO, 2014).
Este supuesto expone que existe intrínsecamente una medida de eficiencia en el
uso de la tierra6, lo cual es erróneo pues existen distintas percepciones de esa idea
dependiendo del contexto cultural, político y económico en que analicemos esa
afirmación. Otro punto débil del supuesto es la evidente realidad. Los inversionistas
claramente no tienen interés en ese tipo de tierras sub utilizadas, marginales y poco
pobladas, sino en aquellas que son productivas y en donde generalmente existen
comunidades explotándolas por sus recursos. Es una combinación de distintos
factores agroecológicos, una infraestructura bien desarrollada y la proximidad a
fuentes de agua, así como de condiciones sociopolíticas y jurídicas favorables, lo
que explica el atractivo de ciertos lugares (FAO, 2014). Y éstos no siempre, si no es
que nunca, se encuentran en tierras marginales disponibles.
5 Autores como Borras y Franco, plantean que el land grabbing va mucho más allá de solo pensar en la inseguridad
alimentaria de los países y lo ubican como una de las estrategias de negocio de tierra para minería (oro, carbón y demás metales), reserva de tierras para compensación por emisiones, bosques madereros, que finalmente afectan el compromiso de los pequeños productores y las comunidades de usar el suelo de su nación tal cual la vocación productiva de su zona así lo demanda. 6 De acuerdo con Meizen-Dick (2009), muchos de los acuerdos de compra de tierras y acaparamiento de las mismas por
parte de inversionistas extranjeros se basan en esta idea de sub utilización del suelo por parte de los campesinos. Sin embargo en la mayoría de los casos si existe explotación de estas tierras por parte de campesinos pobres que usufructúan el terreno con cultivos pan coger o criando animales. Estos usos son generalmente sobrevalorados por los reportes oficiales porque no son cuantificables pero son muy importantes para el sustento de los más pobres del campo. El acaparamiento a gran escala de este tipo de tierras puede poner en peligro el bienestar de los pobres al privarlos del acceso a la red de seguridad alimentaria que este tipo de ¨baldíos¨proporcionan.
5
De igual manera, tanto la FAO (2014) como Meznick-Dick (2009) muestran que los
países con mayores inversiones en adquisiciones de tierras alrededor del mundo
son principalmente países árabes (EUA, Qatar, Libia, Kuwait) y algunos asiáticos
(China, Corea del Sur, Vietnam). Sin embargo dependiendo del continente
encontramos otros actores inter regionales y empresas transnacionales con
capitales de distinto origen que actúan como sujetos activos en estas adquisiciones
aunque no existe homogeneidad en cuanto al objetivo de las mismas. A pesar de
ser un fenómeno sustentado de manera elocuente y económicamente beneficioso,
se deben subrayar algunos aspectos críticos que el acaparamiento de tierras o land
grabbing como expresión de la extranjerización posee.
Cabe resaltar que la expresión land grabbing es muy utilizada en la literatura
académica para referirse al acaparamiento de tierras pero que existen otras muy
usadas también. El término presiones comerciales sobre la tierra es bastante
utilizado para referirse al mismo proceso pero con un tinte mucho más específico y
atendiendo no solo la ampliación del fenómeno mucho más allá de la simple crisis
alimentaria sino una aceptación en el discurso de esta práctica. Autores como
Borras y Franco interpretan que esta apertura del concepto es en realidad un
debilitamiento del contenido denunciatorio de la expresión original (land grabbing),
y marca un cambio en el discurso desde las llamadas de alarma del acaparamiento
internacional de tierras, hacia su aceptación (Borras y Franco, 2010 en Eguren,
2013).
La denuncia académica que hacen estos autores se sustenta también en un
contexto en donde existen de igual forma argumentaciones que sostienen otros
autores sobre las posibles situaciones “gana-gana” que podrían emanar del
acaparamiento de tierras si este proceso es manejado de una manera transparente
y equitativa con campesinos y pequeños y medianos agricultores. Los proponentes
de ese tipo de análisis y los inversionistas detrás de estas grandes adquisiciones de
tierras listan múltiples beneficios que estas inversiones podrían tener para la
población que vive en el campo, entre ellas la creación de empleos dentro y fuera
del sector rural, desarrollo de infraestructura agrícola y algunos beneficios que
6
podrían generar reducción de la pobreza rural tales como la construcción de
escuelas y puestos de salud (von Braun & Meinzen-Dick, 2009).
Otro, y uno de los más destacados efectos ‘spillover’ que mencionan von Braun y
Meinzen-Dick, es el aumento de recursos destinados a la investigación para nuevas
y mejoradas prácticas agrícolas que permitan asegurar una producción constante y
unos precios estables en el Estado receptor de esta inversión, lo que en el largo
plazo se traduciría en un aumento no solo de la seguridad alimentaria del país a
razón de la mayor productividad sino también en un crecimiento de las
exportaciones de alimentos a otros países, aumentando la importancia del sector
agrícola en el PIB.
A pesar del positivismo, es necesario traer a colación el hecho que lo anterior sería
plausible siempre y cuando estas inversiones se realizaran en países con derechos
de propiedad sobre el uso de la tierra claros y con representación campesina fuerte,
pues relaciones de poder desiguales entre los capitales que adquieren la tierra, los
privados o gobiernos que la venden y los campesinos que la usufructuaban pueden
concluir en acuerdos y negocios que pueden poner en riesgo el sustento de los más
pobres del campo (von Braun & Meinzen-Dick, 2009).
A pesar de los diferentes matices y objetivos que el acaparamiento de tierras
evidencia y busca, la dinámica que se genera entre los países receptores de estas
inversiones y cómo el land grabbing afecta o no la forma en que estos aseguran a
su población de un posible estado de inseguridad alimentaria es el propósito de
abordaje de este documento, esto sin dejar de lado que existen traslapes entre
distintas aristas del fenómeno que tratarán de tenerse en cuenta en su totalidad con
el fin de proveer una mirada integral pero enfocada al tema de seguridad
alimentaria.
De acuerdo con la FAO, y siguiendo la discusión y el enfoque arriba expuestos, el
acaparamiento de tierras se puede dividir en tres dimensiones particularmente
específicas: i) la compra de tierras a gran escala, ii) la participación de gobiernos y
capital extranjeros en esas compras y iii) el impacto negativo que esas adquisiciones
7
tienen sobre la seguridad alimentaria del país receptor de dichas ¨inversiones¨
(FAO, 2014).
Esta multidimensionalidad que expone la FAO pone de relieve por primera vez entre
las definiciones, el tema de la seguridad alimentaria y su relación con el
acaparamiento de tierras, aunque esta relación debe ser analizada de manera
cuidadosa y no entrar en discusiones populistas sin sustento. La ONU y la FAO
reconocen que existen dos dimensiones evidentes asociadas con la inseguridad
alimentaria. Una es la dimensión del acceso a los alimentos, pues el hecho que las
personas no puedan acceder a ellos no significa que no exista una oferta adecuada.
La segunda se relaciona con el hecho de que existe una cadena de desperdicio de
alimento desde el lugar en que se produce hasta que llega a las mesas de los
consumidores.
De acuerdo con estas dos dimensiones propuestas por la ONU y la FAO se puede
afirmar que producir más alimento no es entonces la única solución a la crisis de
seguridad alimentaria en el mundo. Así las cosas, vale la pena preguntarse si el
fenómeno de land grabbing puede afectar de manera negativa la seguridad
alimentaria de los países que reciben este tipo de inversiones teniendo en cuenta
las dimensiones arriba mencionadas y si el proceso en América Latina ha sido o es
diferente al que se ha llevado a cabo en África.
2. LA EXTRANJERIZACIÓN DE LA TIERRA Y EL FENÓMENO DEL LAND
GRABBING EN AMÉRICA LATINA Y ÁFRICA
Si bien el proceso de land grabbing o acaparamiento de tierras puede tener una
dinámica diferente en cada país de acuerdo a su contexto político, económico y
social, existen algunos rasgos generales que podemos agrupar por continente para
facilitar el análisis macro de este fenómeno en América Latina y África. En la sección
anterior se describió en qué consistía el proceso de land grabbing y se mencionan
algunas de sus características principales, así como el supuesto fundamental en
que se basan este tipo de inversiones y algunas críticas académicas frente a las
mismas. Sin embargo hay que ahondar en el análisis de esas mismas
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características en estos dos continentes e identificar aspectos específicos en que
se diferencian o son similares.
En un artículo muy detallado sobre el proceso de acaparamiento de tierras en
América Latina con datos a 2011, analistas e investigadores de la FAO recopilaron
información sobre este proceso en la región y encontraron datos interesantes de
analizar a la luz de lo expuesto en la sección anterior. Existen características
distintivas que se presentan en la región respecto al land grabbing que ocurre en
África a saber:
La transacción de tierras es mayoritariamente privada, es decir, existían títulos
de propiedad y fueron negociados de manera transparente.
Los gobiernos de Madagascar, el Congo, Sudan, Tanzania, Zambia, entre otros
países africanos han logrado negociar exitosamente cuantiosas cantidades de tierra
sin mucha resistencia debido a que la titulación de predios es precaria en la mayor
parte del continente africano y porque los campesinos y pobres del campo no tienen
representación política que los defienda de este tipo de acuerdos comerciales
(Daniel, 2011). En América Latina, aunque no sucede lo mismo, son las elites
rurales quienes se han convertido en intermediarios de los grandes capitales para
adquirir grandes extensiones de predios de forma negociada y privada (FAO, 2014).
Que este fenómeno se presente así en la región no necesariamente representa algo
positivo, solo pone de relieve la estructura de la propiedad que predomina en
América Latina: grandes terratenientes privados avalados por el Estado y con
mucha influencia política.
Existe poca incidencia de capital asiático en la región, contrario a lo que sucede
en África.
A pesar de esta afirmación de la FAO, Sosa (2014) encuentra que si existen
inversiones de parte de capitales asiáticos, solo que no de manera directa como
ocurre en África. Existen grupos como Al-Khorayef de origen árabe con inversiones
en Argentina y Brasil, Beidahuang y Pengxin Group, ambas compañías chinas con
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presencia en Argentina y Bolivia (Sosa, 2014), entre otros. Aunque no son
abundantes, parece que se debe tener cuidado con la afirmación de la inexistencia
de este tipo capital en la región, pues como se mencionó arriba, las elites rurales de
cada país han sido clave para evitar la inversión directa a través de gobiernos y han
promovido la asociación privada en fondos de capital muchas veces sin
nacionalidad pero con amplio poder económico para adquirir tierras en gran
cantidad.
Existen sin embargo, más similitudes que diferencias entre el proceso de
acaparamiento de tierras entre América Latina y África que no deben ser pasadas
por alto y que son importantes y relevantes de mencionar, pues exponen una
realidad que muchos países del continente no han querido aceptar y es la repetición
de procesos que parecen lejanos pero que se aplican en Colombia de la misma
forma en que se aplican en Kenya.
De acuerdo con FAO (2014) y en la misma línea de Sosa (2014) se pueden describir
cuatro factores principales que han impulsado la fiebre de tierras en América Latina,
factores que si se revisan casos generales en África explican de igual manera este
fenómeno en ese continente.
En primer lugar, está la demanda mundial creciente de alimentos, forraje y
biocombustibles, que han impulsado este fenómeno de manera sustancial.
Se estiman alrededor de 1.500.000 hectáreas apropiadas para agro-combustibles
en América Latina entre el periodo 2002-2012, con algún porcentaje de esas
hectáreas destinadas a la producción de algunos alimentos específicos y ganadería
extensiva (Sosa, 2014). Cabe resaltar que el acaparamiento de tierras para
producción de biocombustibles está profundizando la desigualdad en materia
propiedad agraria y no solo por la vía de la compra o el despojo de la tierra, sino a
través de las concesiones estatales y la compra de derechos sobre la tierra y su uso
(Sosa, 2014).
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El uso de biodiesel como fuente de energía alternativa ha sido promovido por
Estados Unidos y la Unión Europea desde hace varios años, influyendo
directamente en el aumento de la producción de maíz como fuente primaria para la
producción de este combustible. Las inversiones en tierra se hacen en países que
tienen ventaja comparativa para producir este tipo de materia prima por el bajo costo
de la mano de obra y de la tierra en sí misma, lo que ha puesto a África y América
Latina en el ojo de este fenómeno.
En segundo lugar, se evidencia que el incremento sustancial en la demanda de
minerales y productos madereros por parte de los países con ingresos medios
dentro y fuera de la región y por parte de los BRICS ha ocasionado el crecimiento
de las industrias extractivas, las cuales requieren capturar o controlar las tierras para
este propósito (FAO, 2014). Sosa (2014) sostiene que desde 2003 América Latina
se ha convertido en una región en donde se priman las concesiones mineras y que
para 2012 ya ocupábamos el 25% del total de inversión mundial en este tipo de
producción. Lo más grave del caso es que muchas de estas concesiones tienen
lugar en territorios habitados por indígenas, como es el caso en México y Perú, y
que esta demanda creciente de minerales va a tender a aumentar en el mediano
plazo.
En tercer lugar, se encuentra que las políticas las políticas relacionadas con las
distintas respuestas a la crisis ambiental y al cambio climático han desencadenado
el acotamiento de grandes extensiones de tierra en la región. Así las cosas las
explotaciones forestales industriales y la conservación (reducción de emisión a
través del cultivo y proyectos como REDD+) son dos actividades que se llevan a
cabo en el sector no alimentario y que hacen parte del acaparamiento de tierras
(FAO, 2014).
En última instancia se encuentra, como ya se había mencionado en la introducción,
que la crisis financiera ha llevado a que los inversionistas vean la adquisición de
tierras arables como un activo seguro en tiempos difíciles. Si bien se ha explicado
como el acaparamiento de tierras se ha llevado a cabo en América Latina y como
este se ha desarrollado frente a la experiencia africana aún hay que concentrarse
11
en la dinámica que existe entre este proceso y la búsqueda de seguridad
alimentaria.
La reunión de FAO en Roma en el año 2008 propuso dos vías para atacar la crisis
alimentaria que venía presentándose desde 2007: en primer lugar propuso impulsar
la producción a través de la inversión en el sector agrícola y en desarrollo rural y en
segundo lugar sugirió proveer de alimentos a los más pobres en las áreas rurales y
urbanas a través de mallas de seguridad alimentaria y medidas de protección a los
más vulnerables (Daniel, 2011). Es importante tener esto en cuenta para
contrastarlo con las características antes mencionadas y preguntarse en qué parte
de la estrategia de inversión comercial en tierras arables cae la solución para
aumentar la seguridad alimentaria en el mundo.
De acuerdo con Daniel (2011) en este modelo de inversión agrícola en el que se
enmarca el land grabbing no hay cabida para los pequeños agricultores o
campesinos que viven del pan coger. No solo estos pierden generalmente sus
tierras y el derecho al uso de las mismas, sino que los mini cultivos desaparecen
para dar espacio a grandes cultivos industriales diseñados para exportación de
alimento casi exclusivamente pero no siempre como lo mencionamos
anteriormente, y sin incluir la inserción de esta mano de obra campesina que queda
disponible y sin manera de sustentarse. Madagascar y Ghana son dos ejemplos en
África en donde la inversión en tierra para producción de biocombustible es enorme,
así como la cantidad de campesinos que han sido desplazados por los grandes
latifundios (Daniel, 2011).
2.1 EVIDENCIA ESTADÍSTICA Y OTRAS GENERALIDADES DEL LAND
GRABBING EN AMÉRICA LATINA Y ÁFRICA.
Como se explicó en los apartados anteriores, el proceso de extranjerización de la
propiedad de la tierra a través del acaparamiento, aunque ha sido un proceso global,
guarda marcadas diferencias desde la concepción, alcance de acuerdos, y sobre
todo, intención de cultivos, en cada una de las regiones en las que se ha
manifestado con mayor o menor vigor.
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Aunque contenga diferencias contextuales, el acaparamiento ha promovido un
proceso de desplazamiento a gran escala en las zonas rurales más pobres del
mundo, todo esto sin la adecuada compensación y la consecuente destrucción de
la ecología local para hacer espacio a este nuevo tipo de agricultura. (GRAIN, 2014).
África, Asia y América son los tres continentes con mayor número de operaciones
legales que se pueden catalogar como acaparamiento de tierras, como lo demuestra
la figura No. 1:
Como se puede observar, el continente africano lidera en número de acuerdos y
cantidad de hectáreas por acuerdo firmado. Efectivamente, del total de acuerdos de
tierras revisados por “La matriz de la tierra”, 754 ofertas de tierra que cubren 56,2
millones de hectáreas se encuentran en África, en comparación con 17,7 millones
en Asia y 7 millones en América Latina. Las transacciones de tierras reportadas en
África se refieren a una superficie equivalente a 4,8 por ciento de la tierra agrícola
total de ese continente7.
7 Transnational Land Deals for Agriculture in the Global South – Analytical Report based on the Land Matrix Database,
April 2012, see also http://www.landcoalition.org/publications/transnational-land-deals-agriculture- global-south
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Al analizar el tema por continentes, se evidencia que América Latina y África
concentran 633 acuerdos comerciales totales, en los que África aporta una cuota de
455, mientras que América latina aporta 178 acuerdos, todos estos datos de la
“Matriz de la tierra”, como se observa en la figura No. 2.
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Según los datos de la “Matriz de la tierra” y la gráfica de No. 3, un gran número de
países (84) son reportados como blanco de los inversionistas extranjeros, pero sólo
11 de ellos concentran el 70% de la superficie específica reportada. Entre esos 11
países, 7 son africanos, a saber, Sudán, Etiopía, Mozambique, Tanzania,
Madagascar, Zambia y República Democrática del Congo. En el sudeste de Asia,
Filipinas, Indonesia y Laos se ven particularmente afectados. En América Latina se
destacan Brasil y Argentina con el mayor número de acuerdos. (Gomez, 2011)
Al revisar la matriz en términos de la destinación específica de acuerdos, se hace
evidente que la seguridad alimentaria no es el objetivo principal de la adquisición de
tierras, sino la ampliación de la productividad de la tierra hacia cultivos mixtos de
gran extensión, en aras de sacar el mayor provecho de las tierras, dejando de lado,
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como se mencionó, las posibilidades de las comunidades locales de un desarrollo
auto-sostenible y que tenga en cuenta los pilares de la seguridad alimentaria.
TABLA. NÚMERO DE PROYECTOS EN LA REGIÓN POR DESTINO DEL ACUERDO
Subregión 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 total PROJ
Central Africa Si Si Si Si Si Si Si Si Si Si No No no 38
Central America No Si Si Si Si Si No No Si Si No No No 16
Eastern Africa Si Si Si Si Si Si Si Si Si Si Si Si Si 228
Northern Africa No Si Si Si Si Si Si Si Si Si No No Si 45
South America Si Si Si Si No Si Si Si Si Si Si No No 162
Southern Africa Si No No Si No Si Si Si No No No No No 8
Western Africa Si Si No Si Si Si Si Si Si No No Si Si 136
1. Sin especificar 2. Biocombustibles 3. Conservación 4. Cultivos de alimentos. 5. Para huella de
carbono 6. Madera y fibras 7. Ganadería 8. Productos no agrícolas 9. Energías renovables 10.
Turismo 11. Bosques 12. Industria 13. Otros
FUENTE: autores con datos de Land Matrix
3. LAS POLÍTICAS PUBLICAS DETRÁS DEL ACAPARAMIENTO DE TIERRAS
Como se observa, los procesos de extranjerización de la tierra tienen implicaciones
directas en la geografía económica de los países en donde se presenta este
fenómeno pero también influye sustancialmente en la forma de uso de los predios
y en el tipo de políticas que deben configurarse para afrontar temas de Estado como
lo son: la seguridad alimentaria, la soberanía alimentaria, la producción de
commodities. (Gomez, 2011)
La seguridad alimentaria busca garantizar un sustento para los campesinos que
labran la tierra, la adecuada distribución de los alimentos en la comunidad y la
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disminución del hambre y la pobreza en el mundo. Para esto, la producción de
alimentos debe i) estar disponibles para las comunidades (precios); ii) tener una
distribución adecuada en el terreno local (transporte efectivo y centros de
distribución) y deben ajustarse a las necesidades y planes alimenticios tanto de la
población más pobre como del resto de los grupos que se pretendan asegurar,
atendiendo a las directrices del PMA. (Roth, 2013)
Al respecto, la propia USAID plantea que para mejorar la seguridad alimentaria, los
países deben desarrollar y mejorar las tecnologías a su alcance; reducir las barreras
de género y fortalecer y posibilitar el ambiente para los pequeños productores a
través de las siguientes estrategias: Infraestructura rural, Educación y
Aseguramiento de los derechos de propiedad. (Roth, 2013)
Sin embargo, se observa claramente que, con el fenómeno del acaparamiento de
tierras, no se cumple la tercera estrategia para mejorar la seguridad alimentaria en
el mundo, puesto que no se garantizan los derechos de propiedad de los pequeños
productores. Esta situación afecta, según los datos de OXFAM en el reporte EJOLT,
más de 82 millones de hectáreas de tierra en todo el mundo, que han sido adquiridas
mediante procesos de acaparamiento de tierras (GRAIN, 2014)
Como se resaltó en los anteriores apartados, estos procesos de acaparamiento son
parte de un sistema complejo, que incluye una amplia gama de actores (estatales y
no estatales) a diferentes niveles. La adquisición de tierras a gran escala (LSLA) a
menudo va de la mano con los problemas de desplazamiento, las estructuras de
gobierno débiles, la corrupción, los conflictos y daños y perjuicios al medio
ambiente. (Verhoog, 2012). Es importante resaltar que existe una conexión
importante entre la seguridad alimentaria y la búsqueda de políticas públicas que
implementen reformas agrarias con el objetivo de redistribuir la tierra, pues aunque
no recibe mucha atención mediática, este tipo de reformas tienden a mejorar la
producción doméstica de alimentos pero además a que estos lleguen a los sectores
más pobres, pues son estos los que estarían en frente de estos mini cultivos
productivos en el campo (Daniel, 2011).
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Lo anterior representa un reto para las administraciones latinoamericanas y
africanas que deseen garantizar la seguridad alimentaria de sus naciones, mientras
están inmersos en procesos de acaparamiento de tierras en sus territorios, pues
ambos continentes tienen una larga historia de reformas agrarias fallidas y de
concentración de la propiedad rural, situación que no solo afecta la inequidad en
estos países sino que merma la posibilidad de una reforma agraria integral que
permite redistribuir la tierra de manera que los más pobres del campo tengan un
sustento digno.
Siguiendo esta misma linea, (Roth, 2013) plantea que si bien la adopción de las
Directrices Voluntarias (DI) y las consultas en curso para el desarrollo de los
Principios para la Inversión Agrícola Responsable (RAI) demuestran un consenso
global emergente sobre las políticas y prácticas para afrontar la tenencia de la tierra
y derechos de propiedad seguros para la gente de todo el mundo, los especialistas
están de acuerdo en que el fortalecimiento de la propiedad de derechos
consetudinarios, la seguridad alimentaria y los beneficios sociales para los territorios
que la misma conlleva, requieren pasos adicionales. La propuesta de Roth es la
siguiente:
a. Inversiones en agricultura por parte de los privados y gobiernos interesados.
No basta con extraer los recursos para satisfacer la demanda interna (del
país extractor) sino que también hay que desarrollar mecanismos de
cooperación que incluyan inversiones en infraestructura rural que permita a
las poblaciones vulnerables de las zonas acceder a un sustento que les
permita adquirir alimentos.
b. Clarificación y formalización de los derechos de propiedad. Esta
recomendación está dada fundamentalmente donde las condiciones legales
impiden a los colonos de la tierra, acceder y usarla, pero sobre todo, poseerla
en condiciones de competitividad. (Roth, 2013)
Ahora bien, en la otra orilla, autores como Verhoog plantean que el marco
institucional de las naciones para mermar el efecto del acaparamiento de tierras en
las comunidades locales debe tener al menos las siguientes características: (1) un
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diseño que tenga como objetivo principal la seguridad de la población más
vulnerable de acuerdo al contexto de cada país. (2) que prevenga el desplazamiento
forzado en cualquiera de sus manifestaciones y (3) que garantice la sostenibilidad
ambiental de la agricultura ya sea intensiva o de pan coger. (Verhoog, 2012)
Finalmente, la misma autora plantea que hay que fortalecer el proceso de
adquisición de tierras en su estructura, al garantizar: 1) mayor transparencia en la
información, 2) mecanismos eficientes de monitoreo y 3) mayor representatividad
de los sectores afectados – shareholders y stakeholders - de tal forma que una
mejor regulación institucional disminuirá las posibilidades de afectar el sustento de
las comunidades alrededor de estos proyectos ( (Verhoog, 2012).
4. COMENTARIOS FINALES
La seguridad alimentaria no es un tema menor en la agenda pública mundial y las
soluciones que a este problema se planteen deben ser pensadas en un contexto
institucional, político, económico y social adecuado para el lugar geográfico en
donde se vayan a aplicar.
El fenómeno del acaparamiento de tierras fue proyectado en un principio como la
solución más eficiente, pues estaba fundamentado en el aprovechamiento de tierras
marginales y poco productivas a través de la adquisición de las mismas por grandes
capitales que las iban a poner a producir alimento para todo el mundo. La inocencia
con la que organizaciones internacionales como la ONU y la FAO aceptaron esta
propuesta e intercedieron en alguno lugares del mundo para que se llevaran a cabo
sorprende, pues es conocido que la rentabilidad de corto y mediano plazo es la
variable que mueve este tipo de inversiones especulativas, más no el desarrollo
rural de los países que las reciben.
El land grabbing como se expuso en este documento ha tendido a favorecer otro
tipo de presiones económicas que se separan de la solución al problema de
seguridad alimentaria en el mundo. La creciente demanda por biocombustibles y la
búsqueda de inversiones seguras desde un punto de vista financiero han impulsado
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un cambio del fenómeno hacia la adquisición de tierras con estos objetivos. Aunque
en un primer lugar no parecen relacionados, estos cambios de paradigma tienen un
efecto profundo en los países receptores de este tipo de inversiones, por cuanto
continúan perpetuando un modelo de estructura de la propiedad rural inequitativo y
poco modificable en América Latina y África, por cuanto los Estados pierden cada
vez más la soberanía sobre el territorio y la posibilidad de intentar reformas agrarias
integrales que incluyan la redistribución de la tierra como objetivo primordial de las
mismas.
Hablar de reforma agraria puede que en el siglo XXI parezca salido de foco, y puede
que haya cierta razón en esa afirmación, debido a que la academia ha hecho
esfuerzos enormes para proponer enfoques de reforma agraria que no se
concentren en la distribución de la propiedad de la tierra sino en otros aspectos que
podrían en el largo plazo contribuir a la reducción de la pobreza y el desarrollo
económico y rural de los países que tienen población dependiendo en gran medida
del agro y de lo que el campo les representa como sustento económico. Sin
embargo es un error creer que porque existen otros caminos de reforma agraria se
debe permitir que la concentración de la tierra continúe y las elites rurales crezcan
en poder. La representación campesina se ve mermada en ese contexto y la
visibilidad de las miles de personas que aun dependen de la agricultura campesina
tradicional se reduce por cuanto sus necesidades no tienen voz.
La inseguridad alimentaria se presenta en mayor medida en países pobres, en
donde el acceso a los alimentos no se da por falta de oferta, sino por falta de
oportunidades económicas que permitan a la población más vulnerable tener un
sustento mínimo para suplirse de comida, entre ellas la posibilidad de seguir
usufructuando terrenos que les permiten incorporarse a dinámica agrícola así sea
de manera marginal. Allí donde esta dinámica no se tenga en cuentas seguirá
predominando el pensamiento económico y la eficiencia por encima del
entendimiento social del campo como un sistema poco aprovechado y
sobrevalorado.
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Bibliografía
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