Universidad Nacional de Córdoba

Facultad de Derecho y Ciencias Sociales

Escuela de Ciencias de la Información

Seminario Optativo de Sociología de la Historieta Realista

El Eternauta: el conocimiento, capital definitorio del campo del poder

Lic. Sebastian Horacio Gago

Año 2009

Introducción y objetivos

Hace más de medio siglo, en la revista semanal Hora Cero, era publicada por primera vez El Eternauta, reconocida como una de las mejores historietas de ciencia ficción de la literatura argentina.

El relato es acerca de una invasión extraterrestre en la ciudad de Buenos Aires. El enemigo es muy poderoso y utiliza la organización, la información y la tecnología para invadir civilizaciones menos dotadas para la conquista y la destrucción. Frente al desastre inminente, los habitantes de la gran ciudad responden con solidaridad y valentía, además de tener una capacidad inventiva que los ayudará a luchar y sobrevivir en condiciones desiguales.

Para perfilar mi trabajo, he partido postulando que el problema central –y, a su vez, impulso central de la narración- de El Eternauta, es una continua lucha de los hombres sobrevivientes por definir un de modo lucha y de comprensión de la naturaleza del invasor, lo cual se tornará la única vía posible para prever y contrarrestar sus ataques. Así pues, el arma más letal para el ser humano no es el enemigo en sí, sino la ignorancia e incapacidad de conocer sus propósitos y objetivos. Y sólo con un habitus ajustado a esa necesidad cognoscitiva, se podrá delinear una estrategia de acción coherente con el objetivo último de sobrevivir.

Por eso, me propuse describir y comprender ciertas propiedades o aspectos de lo que Pierre Bourdieu llama el espacio social externo y el espacio social interno de la historia que es, en definitiva, un mundo social construido. En particular, indagué las disputas entre los seres humanos sobrevivientes para definir qué tipo de “capital conocimiento” será la guía o la base de estrategias tendientes a derrotar a los invasores extraterrestres. En este sentido, Oesterheld deja un mensaje claro acerca de cuál es el tipo de producción intelectual que debe primar para escapar de una fatalidad colectiva: sufrir ignorancia mientras luchamos ante una realidad avasallante.

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Marco Conceptual

En este breve artículo me propongo analizar el capital conocimiento como especie definitoria de la estructura del campo del poder dentro del espacio social general de El Eternauta que, como afirmamos más arriba, es un mundo social construido. Para ello, hemos tomado como referentes teóricos a Pierre Bourdieu, a través de los libros Las Reglas del Arte1, del mismo, y Las prácticas sociales: una introducción a Pierre Bourdieu2, de Alicia Gutiérrez, y a Roberto von Sprecher, a partir de su trabajo Modelos de sociedad y de agentes sociales en “El Eternauta” y “Mort Cinder”, de Héctor Germán Oesterheld.

Bourdieu dio a su corriente sociológica el nombre de estructural-constructivismo ya que, por un lado entiende que existen en el mundo social estructuras objetivas independientes de la conciencia y de la voluntad de los agentes, en virtud de las cuales éstos últimos actúan y se relacionan. Y por otro lado, Bourdieu mantiene que las realidades sociales son resultado de un proceso de construcción histórica, que las prácticas sociales se dan entre las formas objetivadas -reglas e instituciones- y las formas subjetivadas -representaciones, formas de sensibilidad, ideología- de la realidad social.

En Las Reglas del Arte, el autor francés estudia a nivel sociológico la novela La Educación Sentimental, de Gustave Flaubert: “La estructura de la obra, que una lectura estrictamente interna saca a la luz, es decir la estructura del espacio social en el que se desarrollan las aventuras de Frédéric, resulta ser también la estructura del espacio social en el que su propio autor está situado”3. Tal enfoque nos será útil para analizar el corpus elegido, considerando al capital conocimiento como especie definitoria de la estructura del campo del poder dentro del espacio social general de El Eternauta que, como afirmamos más arriba, es un mundo social construido.

Al respecto, decimos con Bourdieu que un campo cultural es un espacio ligado a saberes, ciencia, arte y, más específicamente, al capital conocimiento, “… y se impone como una hipótesis indispensable para rendir cuenta de las desigualdades de las perfomances escolares”4. Se trata entonces de un espacio

1 Pierre Bourdieu, Las reglas del arte. Génesis y estructura del campo literario. Anagrama. Barcelona. 1995.

2 Gutiérrez, Alicia B. Las prácticas sociales: una introducción a Pierre Bourdieu. Tierradenadie Ediciones. Madrid, 2002.

3 Pierre Bourdieu. Idem. p. 84 Alicia B. Gutiérrez. Idem. p.26.

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relativamente autónomo, con leyes propias y cuya trayectoria (en donde habrá o no estrategias de subversión, conservación, revoluciones parciales y otros procesos que involucran antagonismos) podremos comprenderla si tenemos en cuenta tanto factores internos como presiones provenientes de campos externos, en donde la especie específica de poder es de naturaleza diversa al capital conocimiento.

En el modelo de sociedad creado por el autor, se libran disputas entre diversos agentes para definir qué tipo de poder intelectual será la guía de estrategias para la acción. Podremos así inferir las posiciones y las visiones del mundo de cada uno de los agentes protagonistas del relato, considerando al espacio global donde se desarrolla la historia un campo social, es decir, un espacio dinámico donde habrá diferentes propiedades: posiciones y relaciones entre posiciones, agentes, trayectorias, habitus, estrategias y capitales en juego que definirán diversos subcampos de relativa y variable autonomía.

Para los fines del estudio, dividimos el espacio social global de El Eternauta en dos campos antagónicos: el campo de la invasión, compuesto por seres extraterrestres que atacan el planeta y, por otro lado, el campo de la resistencia terrícola, dividida principalmente en dos subcampos, cada uno de los cuales detenta capitales y habitus bien definidos: la corporación militar y los civiles.

Como ya hemos aclarado, nuestro objetivo específico será analizar el desarrollo de la lucha por definir qué especies de capitales en juego, y principalmente qué tipos de capital conocimiento humano, van a prevalecer, y el papel que esta disputa va a cumplir en la construcción y elección de estrategias para vencer al enemigo invasor, dotado de un poder marcial y de un conocimiento inmensurable a ojos de los terrestres.

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Desarrollo

El espacio de la resistencia humana en El Eternauta. Evolución, posiciones, capitales y trayectorias

Hemos mencionado más arriba que, a los fines de un análisis sociológico, hemos dividido el espacio social general de El Eternauta en dos grandes campos antagónicos.

Uno de éstos, sobre el cual nos referiremos muy sintéticamente pues no será particular motivo de nuestro estudio, es el campo de la invasión extraterrestre. La estructura de este espacio se define en función de la distribución de algunos capitales específicos en juego: el capital “inteligencia”, entendida ésta como el poder de razonamiento y de intelección, y el capital “tecnológico-militar” extraterrestre, que es consecuencia del poder anterior y se traduce, a lo largo de la historia, en armas y acciones concretas: nieve mortal, teledirección de seres invasores inferiores, poder de fuego de hombres-robots, emisión de rayos paralizantes y fulminantes, poder voraz de los cascarudos, nubes alucinógenas. Reiteramos, pues, que en virtud de la mayor o menos posesión y administración de estos capitales específicos, se definirá la jerarquía de posiciones (estructura) que ocupan, respectivamente, los siguientes seres:

Los “cascarudos”, insectos gigantes con un enorme poder de voracidad, teledirigidos desde una estación extraterrestre de control de operaciones.

Los “gurbos”, una especie de monstruos gigantes y torpes, que pesan varias toneladas y arrasan con todo a su paso, también teledirigidos por la estación de control.

Los “hombres robot”, seres humanos esclavizados por el invasor, que también han sido puestos al servicio del enemigo a través de un teledirector ubicado en su nuca.

Los “manos”, humanoides súper-inteligentes con decenas de dedos en cada miembro superior, resultan ser la cara visible, los ejecutores de la invasión, aunque no son quienes la dirigen.

Los “ellos”, verdaderos directores de la invasión. No aparecen en todo el relato, y conservan una imagen invisible de seres todopoderosos y siniestros. Los “ellos” han dominado y esclavizado los planetas donde vivían los “manos”, los “cascarudos” y los “gurbos”, y ahora están prestos a avasallar la humanidad entera.

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Por otro lado, hemos el campo de la resistencia humana, dividida –tal cual hemos mencionado- en dos subcampos con posesión de capitales y habitus bien definidos (que describiremos más adelante): la corporación militar y los civiles.

Para empezar a describir este espacio social y la evolución de sus estructuras externa e interna, resolvimos dividir el tiempo de la historia en cuatro fases, separadas por hechos relevantes que podrían compararse con los mojones que delimitan territorios. Es decir, representaremos las posiciones y relaciones en el espacio social como así también las trayectorias, capitales y habitus de los protagonistas más relevantes, según el paso del tiempo. A continuación quedan señalados los períodos a los que hacemos referencia.

Primer arranque: la historia antes de la nevada

El relato de Juan Salvo, el eternauta, comienza en el año 1963 en un chalecito ubicado en un barrio de clase media de los suburbios del Gran Buenos Aires. Cuatro amigos se encuentran jugando al truco: Salvo, el dueño de casa y de una pequeña fábrica de transformadores y amante del aeromodelismo; Favalli, profesor de Física en la facultad de Ingeniería, apasionado por la electrónica; Lucas, empleado bancario y también adicto a la electrónica; y Polsky, jubilado y fabricante de violines. El grupo mantiene una relación de amistad horizontal y amena y, como todas las noches, se reúnen en la buhardilla de Juan.

Nuestros protagonistas son agentes insertos en un mundo social que por entonces se mueve según las reglas de juego de una sociedad capitalista, donde el campo económico tiene preeminencia sobre el resto de los campos que componen el espacio social general. Por ende, las relaciones de dominación cultural y política están fuertemente determinadas por la propiedad de los medios de producción económica. Propiedad a su vez garantizada por el monopolio, dentro del territorio nacional, de la violencia legítima por parte del Estado.

Cabe aclarar que en los años ‘50, la economía nacional experimentaba un sostenido crecimiento industrial. Las ramas de actividad fabril más importantes eran la metalmecánica, la petroquímica y la siderurgia, que requerían, entre otros factores, mano de obra especializada. Además, existía un movimiento obrero fuertemente constituido, aunque en el plano político buena parte de las masas enfrentaron de forma no organizada y clandestina tanto a los regímenes antidemocráticos como a los patrones capitalistas aliados a los primeros para salvaguardar las relaciones de dominación social vigentes.

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Segundo arranque: de la nevada hasta la aparición de militares

De improviso, el orden social originario se quiebra. Fuera del chalet la gente se muere al ser tocada por una nevada fosforescente. Nuestros cuatro protagonistas, junto a Elena y Martita, esposa e hija de Salvo, sobreviven porque la casa está cerrada y aislada del exterior. Todavía no lo saben, pero ha comenzado una invasión extraterrestre.

Con el espacio social anterior destruido, se transforma y se invierte la estructura del poder y dominación en la sociedad, desde el momento en que el campo económico ya no impondrá su lógica y sus leyes al resto de los campos del espacio social global. Desaparece el régimen de propiedad privada y surge en la sociedad algo semejante al imperio de la ley de la selva. Sin embargo, existirá la posibilidad de reconversión de los capitales previos detentados por los agentes para hacerlos gravitar dentro de nuevas estructuras de una realidad cambiante.

En este período de la historia no existen estrategias ni prácticas sociales de resistencia, porque el grupo no sabe a quién resistir. Sólo hay una “situación Robinson”, es decir, una lucha por la supervivencia y por la adaptación, donde priman valores de solidaridad hacia dentro del grupo cuyo liderazgo es asumido por Favalli.

El profesor fue capaz de ajustar su habitus5 a la nueva situación objetiva y planificó con lógica científica la supervivencia, basándose en una anticipación muy certera de la naturaleza de la hecatombe: “El desastre se extiende al mundo entero”. Entre otras cosas, Favalli impondrá prácticas que se arreglan a una situación de aislamiento del grupo, que él mismo define como “la ley de la jungla”, y mantendrá la moral del colectivo humano procurando tranquilidad y alentando el trabajo en equipo (“Nos moriremos si no sabemos aguantar”, asegura).

Favalli logra deducir qué tipo de estrategias serán las más valiosas para sobrevivir entre tanta adversidad. En primer lugar, tiene la idea de crear trajes herméticos para protegerse de la nevada mortal, y que les permita salir de la casa

5 La imagen de sabio -un capital simbólico añadido a su vasto capital conocimiento- y del poder de adaptación a la nueva realidad que ostenta Favalli, también es construida por Juan Salvo al comienzo de la historia, no bien el profesor de Física empezó a liderar las acciones del grupo en medio del desastre climático y se aprestaba a estrenar el traje hermético: “Nunca sospeché que hubiera tanto coraje en Favalli. El desastre le golpeaba a él tanto o más que a cualquiera de nosotros: sus amigos, sus discípulos de la facultad, sus colaboradores en el laboratorio, todos habían sido aniquilados. Su mundo, más rico sin duda que el nuestro, había concluido, y sin embargo no había perdido la cabeza. Desde el principio había asumido el papel de director de nuestro pequeño grupo”.

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para conseguir recursos vitales (agua, víveres, remedios). En segundo lugar, impone el objetivo de abastecerse de armas, elementos que reforzará la capacidad combativa del grupo, capital que pasa a revalorizarse como uno de los preeminentes en el nuevo escenario social de supervivencia: “Muy pronto esto será como la jungla… todos contra todos”, deducción de Favalli que a su vez relativiza una momentánea esperanza sobre la llegada de socorros. Además, el profesor de Física pone en práctica su ingenio a través de otros logros técnicos: fabricó un extractor de aire para quitar los copos mortales del interior de la casa, y consiguió esto gracias al uso de un generador de energía.

En cada una de estas acciones el poder de cálculo racional de Favalli se manifiesta, aunque a veces no opere de forma totalmente reflexiva. Por ejemplo, prioriza el valor de la subsistencia de los miembros del propio grupo antes que pensar en salvar a otros humanos ajenos a la casa, posición que será avalada por los hechos: la muerte de Lucas, el ataque a la casa por parte de un sobreviviente (el homicida de Lucas), el asesinato de un humano desesperado por otro superviviente que quería quedarse con su traje aislante. Por último, el estado de violencia reinante entre las personas, derivado de la crisis y la anarquía, será el motivo principal por el cual Favalli impondrá su interés de escaparse de la ciudad lo antes posible, para marcharse a un lugar más seguro.

De esta manera, gracias al capital conocimiento y al liderazgo del ingeniero, como así también al sentido práctico y la capacidad de iniciativa de Salvo, el grupo logra cohesionarse y orientar sus objetivos a la extrema circunstancia que se vivía, enfocando las energías en solucionar los problemas inmediatos, sin pensar tanto en la catástrofe y en lo ya perdido.

No obstante, podemos observar en otros sobrevivientes, como Lucas y Polsky, un claro desajuste de su habitus con la nueva situación, reflejada en actitudes teñidas de pesimismo, desesperación y desconfianza, y sus trágicos finales significan que no hay posibilidad de sobrevivir aislado del grupo, la deserción significa la muerte. Verbigracia, el mismo Lucas confiesa que “es difícil acomodar la cabeza a la nueva situación”, y lamenta haber perdido su anterior vida, con sus amigos, su empleo, sus compañeros de trabajo, entre otras “propiedades” con las que contaba en el espacio social anterior a la nevada. Esta subjetividad le lleva a tomar posiciones contrarias a los intereses del grupo, reflejada en la falta de confianza en las intenciones de Favalli, el descreimiento en el valor imperecedero de la amistad, y una actitud poco prudente ante la

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posibilidad –peligrosa, según la predicción de Favalli- de encontrarse con sobrevivientes humanos externos a su grupo. De hecho, la imposibilidad de Lucas de adaptar a tiempo su sistema interno de disposiciones a la nueva realidad objetiva lo llevó a sucumbir asesinado por una persona común que le robó su traje aislante.

Por otra parte, debemos agregar que en una de las salidas por la ciudad, los protagonistas suman otro miembro al grupo: Pablo, un niño que se salvó de la catástrofe el quedar encerrado dentro del sótano de una ferretería. Pronto Pablo demostrará su astucia y sosiego durante las vivencias junto a sus compañeros de expedición, Favalli y Salvo, con lo cual entendemos que el habitus del pequeño tuvo un significativo grado de ajuste a la nueva realidad. Pero desafortunadamente, durante una de las expediciones que realizó junto a Favalli y Salvo, fue raptado junto a un camión que el grupo usaba de transporte.

Para finalizar, decimos que en tales circunstancias existió un doble enemigo: los humanos sobrevivientes extraños a los protagonistas y la situación climática (nevada mortal). No obstante, la lógica científica de Favalli le llevará a confirmar su sospecha de que la humanidad está sufriendo una invasión extraterrestre, a partir de la observación de algunos indicios: el derribamiento de cinco aviones bombarderos por parte de una extraña ráfaga destructora, y la caída de esferas incandescentes provenientes del espacio exterior sobre el centro de la ciudad.

Tercer arranque: la resistencia humana organizada

Este tramo de historia se dispara mientras el grupo protagonista se aprestaba a mudarse del chalet con dirección a una región más segura de la Argentina. De repente, unos soldados sobrevivientes buscan reclutar a toda la gente que encuentran para hacer frente a “una invasión extraterrestre”. Juan Salvo, Favalli y Pablo se unen al ejército, mientras que Elena y Martita se quedan en la casa. Entre los sobrevivientes civiles se suman dos personajes más: Mosca, un historiador que toma nota de todos los sucesos; y Franco, un obrero fundidor rico en conocimientos técnicos y estéticos.

La catástrofe no es natural, sino provocada y a partir de ahora los protagonistas no estarán aislados. La anomia general que caracterizó las dos etapas anteriores es superada y, como afirma Roberto von Sprecher, el espacio que inicialmente se constituyó como el de la supervivencia se convertirá luego en

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campo de la resistencia humana6. Ahora el objetivo es organizarse, el grupo de resistencia se agranda y surgen nuevas prácticas debido básicamente a dos cuestiones: primero, la evolución de la estructura de posiciones en el campo de la resistencia humana, con el agregado de nuevos estratos sociales y la división del espacio entre militares, con rol dominante, y civiles, con rol de dominados. Además, los sucesivos enfrentamientos entre humanos e invasores serán el resorte de diferentes prácticas que iremos analizando brevemente en el transcurso del texto.

Como hemos afirmado, en los inicios de la trayectoria de la resistencia humana organizada, queda establecida claramente una jerarquía de posiciones en este campo, al punto que podríamos considerarlo dividido en dos subcampos.

Por un lado, los militares, encabezados principalmente por un Mayor del Ejército, ocupan el rol de dirección del grupo y la legitimidad de su poder de mando tiene origen en la estructura social anterior a la nevada: las Fuerzas Armadas, a mediados del siglo XX detentaban, además de su capital estratégico-militar, un poder simbólico más significativo que en la actualidad. Más allá de eso, su capital específico les daba un reconocimiento para imponer su autoridad y dirigir las acciones del frente de resistencia humana.

Por otro lado, los civiles, quienes si bien se encuentran en una posición dominada respecto de los militares, cuentan con ciertas especies de capital y de habitus que le posibilitarán desarrollar estrategias de lucha heterodoxas y con un grado de ajuste a las condiciones objetivas mayor que las estrategias de los militares. Por lo tanto, existirá cierta autonomía relativa dentro del accionar de los civiles, lo cual se observa desde el momento en que, en virtud de su accionar colectivo, Juan Salvo, Franco y Favalli pasan a ocupar posiciones relevantes dentro del campo de la resistencia humana.

Nos proponemos, pues, describir los deslizamientos y modificaciones producidos en la estructura de posiciones del campo del poder de la resistencia humana, según el transcurso de las acciones.

Inicialmente, los militares impusieron su mando en virtud de sus capitales simbólico e institucional, que les daba autoridad para dirigir al frente humano.

6 von Sprecher, Roberto. Arte desde los géneros y medios de comunicación masivos en Argentina: modelos de sociedad y de agentes sociales en “El Eternauta” y “Mort Cinder”, de Héctor Germán Oesterheld. Fondo Nacional de las Artes. 1996. p.158

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Luego, surgirá un período de transición estructural durante el cual las maniobras de lucha de las Fuerzas Armadas resultarán ineficaces: la estrategia militar defensiva y obsoleta, además de la falta de precaución y sensatez en la toma de decisiones, contrastaron drásticamente con la capacidad de resocialización que tuvieron los miembros de las milicias civiles, sobre todo los ocupantes de los puestos de vanguardia7, y esto se debió a la posesión de una estructura de capitales como el conocimiento teórico-técnico, el saber popular enriquecido por la técnica aplicada, la visión antropológica acerca de la naturaleza del enemigo8 y la capacidad psicológica e intelectual para hacer de la palabra un arma de lucha. Estos poderes, reconvertidos en un nuevo espacio social general, resultaron más adaptados al objetivo de resistir y permitieron al subcampo civil conquistar espacios, pese a su posición inicial dominada -aunque relativa y variablemente autónoma- respecto de los militares. Finalmente, en este largo y parcialmente exitoso camino de los protagonistas “tratando de identificar al verdadero enemigo que se revela esquivo y oculto detrás de seres de otros planetas esclavizados”9, el mando militar reconoce su incapacidad para encontrar estrategias ajustadas a un nuevo tipo de guerra a librarse, reflejada simbólicamente en un nuevo salto en la historia: la defección del Mayor.

Antes de desarrollar la última fase del relato, describiremos a los principales protagonistas de la resistencia humana organizada, en cuanto a sus capitales, posiciones, habitus y trayectorias.

Juan Salvo

Su instinto de supervivencia -en parte derivado de su condición de padre de familia- y su vocación de aprender nuevos conocimientos, se sumarán a sus capitales previos revalorizados en la situación de crisis: la experiencia militar -Salvo es subteniente de reserva del Ejército y había hecho un curso de tiro-.

Por todo esto, Salvo ocupó posiciones significativas en el campo de la resistencia humana: fue colocado como jefe de la vanguardia de las milicias

7 Los referentes del frente de vanguardia de la resistencia humana organizada eran el teniente Juan Salvo, los obreros Alberto Franco y Menardo Sosa, el valiente y precoz Pablo, y el profesor Favalli, aunque éste último era retenido por los militares en el cargo más intelectual de consejero del Estado Mayor. También podemos sumar al cabo Amaya, aunque no integraba la fuerza principal de choque miliciana, sino de un segundo pelotón de soldados profesionales.

8 von Sprecher, Roberto H. “Discurso montonero en las historietas de Héctor Germán Oesterheld”. Publicado en Astrolabio No. 4, Centro de Estudios Avanzados de la Universidad Nacional de Córdoba. 2007

9 von Sprecher, Roberto H. 1996. p.63.

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civiles, donde junto a Alberto Franco y a Favalli protagonizó la mayoría de las luchas y los descubrimientos más significativos dentro del conflicto. Además del puesto de mando, el eternauta ganó buenas dosis de crédito de parte de los militares de profesión, líderes del frente humano10.

En su trayectoria irá cambiando su sistema de disposiciones de acuerdo a las responsabilidades que le tocaban. En este proceso, fue fundamental su relación con Favalli y sus experiencias de combate con Franco11. Esto, sumado a un rico bagaje de conocimientos técnicos aplicados, derivados de su posición en el espacio social anterior –miembro de la clase media, dueño de una fábrica de transformadores y aficionado al aeromodelismo y la electrónica- le permitirá tomar un significativo protagonismo después de la defección del mando militar.

Favalli

Favalli tiene dotes de dirigente y ejecutor, pero su autoridad sobre el resto del grupo no tiene origen en su vocación de mandar sino en su capital conocimiento. Su fama de “sabio”, además de su ocupación de profesor de Física en la universidad (capital conocimiento institucionalizado), lo llevaron a ser posicionado como consejero del Estado Mayor militar.

Su estructura del capital conocimiento también incluye saberes teóricos y técnicos actualizados, que resultaron pertinentes para conseguir un dominio práctico que le permitieron prever soluciones durante el desarrollo de la acción, aun sin tener plena consciencia de porqué escogía tal o cual posibilidad objetiva. Sus evaluaciones criteriosas e innovadoras de las situaciones derivan también de una mirada antropológica: no analizar a los enemigos desde una lógica propia, sino ponerse en el lugar del otro y tratar de comprenderlo relativizando las creencias propias. El habitus de científico12, pues, le resultará al profesor un arma realista y creativa para poder elegir sin reflexionar demasiado determinados

10 Entendemos este prestigio como otra especie de capital: el capital simbólico, propiedades que parecen inherentes a la persona misma del agente, como la autoridad, la reputación, la fama o el prestigio mismo.  Es decir, el capital simbólico es, según Bourdieu, capital social, económico, cultural o de cualquier especie, en cuanto conocido y reconocido, o sea legitimado.  Y cuando hablamos de crédito, nos referimos a contar con la confianza suficiente de los demás –sobre todo de los mandos superiores- para proponer estrategias o desarrollar iniciativas de acción con un cierto margen de autonomía. Un caso ejemplar de autonomía relativa en la acción fue la propuesta de Salvo al Mayor del Ejército para salir de noche a explorar la ciudad junto al obrero Franco.

11 “La voz del fundidor fue como una sacudida... Mientras yo, que era el jefe del grupo, no hacía otra cosa que encogerme como un conejo asustado, él se exponía al peligro: él no olvidaba, como yo, de que estábamos allí para combatir al enemigo…” Salvo reconoce así la mayor capacidad de adaptación que Franco demostró al inicio del proceso de resistencia.

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medios para llegar a ciertos fines, actuando con eficacia en una realidad cambiante y en su mayor parte desconocida. Es que la fórmula de cálculo racional está tan interiorizada en Favalli, que él puede decidir una estrategia sobre la marcha, y resultar ésta exitosa, aunque no se la haya proyectado del todo conscientemente.

A fin de cuentas, las especies de capital conocimiento del protagonista resultarán ser las más significativas e imprescindibles para la supervivencia del grupo que, en este caso, representa a la humanidad entera. Aunque todo plan de acción, por más adecuado que sea, se ejecuta en virtud de una decisión política, que en esta ocasión resultó ser un factor externo perturbador para la gravitación del capital conocimiento. Por ello, a la resistencia humana le llevó un buen tiempo -suficiente como para perder una cantidad crucial de recursos humanos y materiales- reorientar sus estrategias de acción según la concepción intelectual de Favalli, mucho más acorde a las nuevas condiciones objetivas de lucha que los saberes y visiones del mundo del mando militar.

Franco

Alberto Franco es un joven obrero fundidor cuyo cúmulo de saberes tiene su origen en su formación especializada que probablemente, como muchos otros obreros de la época, adquirió al estudiar en escuelas técnicas. Pero además Franco está enriquecido por su espíritu de iniciativa, su audacia y cierta frialdad. Asimismo, es diestro para la actuación (realizó un curso de teatro vocacional en la fábrica donde trabajaba) y tiene interés por las historietas de ciencia ficción13, interés que lo inspiró para construir “el traje aislante más perfecto”, según el propio Salvo.

12 Para ilustrar el funcionamiento constante del habitus intelectual en Favalli, podemos mencionar el acertado cotejo que él hace entre la técnica para cazar elefantes de la India haciéndolos entrar en dos empalizadas, y el bloqueo de calles que consistía en una sutil trampa del enemigo, ignorada por el mando militar, previa al desastre de Plaza Italia. Además, sobre el final de la historia la aparición de un “mano” –ser inteligente- que auxilió a los protagonistas humanos contra el invasor y ofreció una alianza con ellos, confirma la certeza de la visión antropológica de Favalli, inclinado a comprender al invasor y sus intenciones como base para la acción. El profesor contemplaba la posibilidad de una estrategia de subversión por parte de seres extraterrestres esclavizados quienes, en caso de apropiarse y librarse de la tecnología de sus amos, podrían llegar a unirse a quien estructuralmente ocupa una posición homóloga de poder en el espacio interplanetario, es decir, el frente de la resistencia humana.

13 La ficción científica clásica, cuyas tramas o temáticas no son realistas mas sí verosímiles, refleja la inquietud popular acerca del futuro que despertó el espectacular avance tanto científico como tecnológico alcanzado a mediados del siglo XX.

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Este cúmulo de conocimientos y aptitudes previas reconvertidas redundaron en un habitus bastante ajustado a la nueva situación objetiva. Como miliciano, Franco fue capaz de prever situaciones y generar hábilmente soluciones durante el desarrollo de las diferentes acciones14. Su saber, que podríamos llamar “popular”, combinado con el capital conocimiento teórico-práctico de Favalli, fue fundamental para elegir al calor del combate determinados medios de lucha y poder llegar eficazmente a ciertos fines.

Podemos observar, pues, una alianza entre civiles de diferentes estratos socio-culturales -intelectuales y obreros-15, la cual se manifiesta a través del protagonismo colectivo: verbigracia, cuando Favalli y Franco capturaron un lanzarrayos, logrando a partir de la aplicación de sus conocimientos técnicos reconvertir una potente tecnología de destrucción invasora en un valioso capital bélico de la resistencia humana. La afinidad de intereses de ambos protagonistas los orienta, pues, a apropiarse del capital conocimiento del enemigo.

Por otra parte, esta comunión de intereses de ambos protagonistas puede detectarse cuando Franco coordina acciones con Favalli o le realiza consultas frente a ciertas coyunturas: en una oportunidad, le preguntó al ingeniero si se podía hacer algo para librar a los hombres robots de su esclavitud. En otro pasaje del relato, Favalli asintió la idea de Franco de examinar la cúpula de la invasión, donde presumiblemente se hallaban tanto el mayor capital tecnológico como el más alto mando del campo enemigo -los omnipresentes y ocultos “ellos”-. En otra ocasión, además, Franco sugirió a Salvo llevar el cadáver de un “mano” para que sea examinado por el profesor de Física, en lo que representa otro ejemplo del interés de apropiarse del capital conocimiento del enemigo.

Nos es posible rastrear, a lo largo del relato, indicios de la valoración positiva que Oesterheld realiza sobre el capital conocimiento técnico y tecnológico, incluyendo versiones literarias como lo es la ficción científica. Estas valoraciones asoman en algunos diálogos entre protagonistas, pensamientos o en situaciones de combate16.

14 Franco puso en juego su capacidad resolutiva desde la primera salida de exploración junto al teniente Salvo. Primero, su capital conocimiento expresivo o artístico le permitió engañar y vencer al enemigo, un “mano” que los había hecho presos. Luego, su ingenio puesto al servicio de la lucha le valió para hacer explotar con granadas una central de teledirección de la invasión. Asimismo, logró deshacerse de un regimiento de “cascarudos”, al hacer chocar un camión contra un lanzarrayos, destruyendo a los invasores junto a su poderosa arma letal.

15 von Sprecher, Roberto H. 1996. p.164

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Mosca

Ruperto Mosca es un periodista aficionado que se sumó al grupo de la resistencia organizada, junto con Franco y otros supervivientes. A lo largo del relato, se limita sólo a registrar hechos y preguntar inoportunamente a los milicianos acerca de los detalles de los combates que se iban librando contra el enemigo. Ante sus consultas, la respuesta más común que recibe es la indiferencia que lo hace quedar en ridículo. “Pasan tantas cosas que no tengo tiempo de escribirlas”, dice Mosca a Salvo luego de la batalla de la cancha de River. Al respecto, el eternauta piensa: “Estábamos viviendo la historia, no escribiéndola”.

Su estructura de capital conocimiento se ciñe al capital saber enciclopédico pero no aplicado, es decir, el mero interés de acumular datos sin una finalidad práctica. Este capital, al ser reconvertido en esta la situación objetiva - una lucha donde el ingenio, la prudencia y la astucia eran elementos indispensables para enfrentar al enemigo -, tuvo una gravitación casi insignificante.

La distinción entre los dos protagonistas intelectuales del relato -Favalli y Mosca- es clara. Frente a héroes individuales almidonados y retratados al óleo de la historia oficial, trabajo encarnado por Mosca, en El Eternauta los héroes son humildes, anónimos y solidarios, y nunca tendrán estatuas ni figurarán en libros de historia. Pese a esto, en su lucha colectiva producirán la historia o, como define Bourdieu, harán época: “Hacer época significa indisolublemente hacer existir una nueva posición más allá de las posiciones establecidas, por delante de

16 Ejemplo de estas apreciaciones es el rol de Favalli -profesor de Física y amante de la electrónica- en la historia. Una vez organizada la resistencia, el protagonista irá conquistando posiciones en el campo del poder hasta acabar imponiendo su concepción del conocimiento como vía para la acción y reasumirá el liderazgo del frente humano. Además, podemos mencionar el papel significativo en la lucha que asumen Menardo Sosa y Alberto Franco, los referentes obreros del relato; éste último irá ganando, a través de su trayectoria como miliciano, importantes dosis de capitales tanto social como simbólico que lo pondrán en una posición de poder semejante a la de Juan Salvo. Hay más valoraciones positivas del saber teórico y técnico aplicado en los relatos del cabo Amaya, Franco y Sosa sobre sus respectivas experiencias frente a la nevada mortal. Amaya se salvó gracias a la pericia técnica de uno de sus soldados, quien estudiaba Ingeniería; Sosa lo logró porque el técnico de la fábrica donde trabajaba hizo las ropas especiales para él y sus compañeros; y Franco, impulsado por su afición a la historietas de ciencia ficción, fabricó, según Juan Salvo, “el traje aislante más perfecto que viera hasta entonces”. Cabe destacar, al respecto, que Oesterheld fue director de Más Allá, la más importante revista argentina de ciencia ficción de la década de 1950. La otra cara de la moneda de la valoración del autor es la ridiculización que hace de las aptitudes bélicas de los seres esclavizados por el invasor, privados de inteligencia y teledirigidos desde una estación de control. La mala puntería y los movimientos lentos y torpes de los hombres-robot es muestra de lo señalado.

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estas posiciones, en vanguardia, e, introduciendo la diferencia, producir el tiempo”17.

Si bien en su trayectoria Mosca se reveló como un agente poco apto para el combate, ofrecerá sin embargo muestras de coraje, solidaridad y lealtad: él fue quien le salvó la vida a Pablo, el chico de 12 años vecino de Juan Salvo, escondiéndolo en la pileta de las focas del jardín zoológico. Además, el historiador profesó una confianza ciega hacia el liderazgo del teniente, sin intención de abandonarlo jamás en la cruzada humana. Al ajustar relativamente su habitus, entendió, como esbozamos líneas más arriba, que la deserción significaba la muerte.

El Mayor

El capital específico de las Fuerzas Armadas eran las armas y el capital estratégico-militar, los cuales en un principio se impusieron en virtud de su peso simbólico e institucional. A partir de esta cuota de autoridad, la corporación castrense logró acabar con la anomia general vivida y dirigir las acciones defensivas y ofensivas de los humanos.

No obstante, la fuerza armada funcionó, durante el liderazgo de los militares sobre el campo de la resistencia, como vía de un capital conocimiento de corte epistemológico positivista, que se revelaba impasible y obsoleto ante una situación que requería velocidad de adaptación a los repentinos cambios, sobre todo con respecto a las maneras de comprender las estrategias de lucha y los objetivos del enemigo.

Más allá de ello, en la relación entre los militares y los referentes del subcampo civil, se producían situaciones paradójicas: si bien el Mayor poseía un habitus de mando autoritario y excesiva confianza en sus ideas teñidas de triunfalismo, supo otorgar cierta autonomía a las iniciativas de los milicianos, lo cual era un efecto del campo de luchas por la imposición de una visión del mundo. Por ejemplo, aprobó el interés de Franco y Salvo por realizar una salida nocturna de exploración18. Otra paradoja que era efecto de la lucha librada en el campo de

17 Bourdieu, Pierre. 1995. p. 237.18 La autorización del Mayor puede entenderse como una manera de acomodar el cuerpo, es

decir, de ajustar su habitus a una situación inestable marcada por la incertidumbre y el desconocimiento acerca de la verdadera dimensión de los acontecimientos vividos. Esta postura relativamente abierta hacia tomas de posición diversas a la visión ortodoxa de la guerra propia de las Fuerzas Armadas, no acarrea un debilitamiento de la posición de poder del Mayor. Por el contrario, es una concesión necesaria para evitar conflictos con los subordinados civiles, que

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la resistencia humana lo constituyó su relación con Favalli. Por un lado, la palabra del consejero era respetada por el Mayor, no sólo por su capital cultural institucionalizado (ingeniero y profesor de Física), sino también por su poder técnico-intelectual en estado incorporado y generador de prácticas ajustadas a la realidad. Y por otro lado, sus posturas críticas y pesimistas respecto de la estrategia de lucha defensiva y obsoleta sostenida por los militares, además de su continuo llamado a la precaución y a la sensatez a la hora de analizar las prácticas del enemigo y de tomar decisiones, le valieron a Favalli más de una vez la reprobación castrense.

En fin, los posteriores fracasos del plan de lucha de los militares, sumados a la persistente capacidad de Favalli para generar nuevas respuestas a los interrogantes que se planteaban de un momento a otro19, generaron un cambio de posiciones en el campo del poder. El reconocimiento del mando militar de su propia incapacidad para encontrar estrategias ajustadas a un nuevo tipo de guerra a librarse20 con reglas de juego diversas a las prácticas militares argentinas convencionales, se reflejó simbólicamente en la renuncia del Mayor.

Cuarto arranque

ayuda al jerarca militar a fortalecer el consenso sobre su posición de mando; además, el Mayor puede haber entendido que el hecho de abrir el juego a otras apuestas puede, en última instancia, ayudar a fortalecer la supervivencia del campo en sí mismo, pues se obtendría valiosa información sobre el peligroso y siniestro enemigo. Por su parte, la arriesgada jugada de los agentes civiles Franco y Salvo, derivada de su interés en enfrentar el estado de desconocimiento acerca de los objetivos de los invasores, puede interpretarse como parte de una estrategia heterodoxa que fue posible en este marco de relativa autonomía dentro del espacio de la resistencia.

19 La prueba del fracaso de la concepción de lucha de los militares es el desastre en Plaza Italia. Favalli, al encontrar calles bloqueadas, se sirvió de su dominio práctico para alertar sobre una emboscada del invasor, y sólo la perspicacia de Franco pudo salvar a los humanos de la derrota total. El Mayor, quien antes del combate dejóse llevar por un optimismo ingenuo y la esperanza de vencer fácilmente al enemigo, después del enfrentamiento reconoció su inferioridad estratégica y su inútil triunfalismo: “El profesor Favalli sabía mucho más que ninguno de nosotros… y él tenía razón. Ahora lo veo todo claro como veía él… no cabe duda que nos trajeron a una trampa: acaban de bloquearnos la única vía de escape que teníamos”.

20 Las nuevas condiciones objetivas requerían de otros métodos y concepciones acerca de la naturaleza del combate. El conocimiento técnico aplicado y la capacidad intelectual fueron cruciales para sortear obstáculos. Sólo agentes dotados de estos capitales podrían librado batallas que iban más allá del poder de fuego, como el descubrimiento y la destrucción de las nubes alucinógenas por parte de Salvo y de Franco, y el combate psicológico-intelectual entre Favalli y el “mano” en el túnel del subterráneo.

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Luego de que la corporación militar cediera el mando, el protagonismo del disminuido frente humano recayó en los tres protagonistas de las milicias civiles: Juan Salvo, Alberto Franco y Favalli.

Este desplazamiento de posiciones de mando resultante del juego de luchas en el campo de la resistencia se debió, como dijimos, a la visión obsoleta y anacrónica de la guerra que tenían las Fuerzas Armadas del país. Los militares profesionales argentinos, en lugar de orientar sus recursos y objetivos en pos de la defensa de los intereses nacionales frente a los externos, dirigían sus esfuerzos para reprimir y eliminar a opositores internos al régimen político y social vigente. En este sentido, las Fuerzas Armadas de otras naciones, como la Aeronáutica Francesa, se mostraron más ajustadas a la necesidad de utilizar recursos intelectuales y tecnológicos más avanzados para enfrentar al enemigo21.

Frente al vetusto y errático habitus militar argentino, la implacable lógica científica de Favalli hecha habitus, le proveerá de una visión pesimista -pero no inmovilista- de la adversa situación, es decir, una actitud realista que permitirá mantener la resistencia hasta las últimas consecuencias. Como ya hemos dicho, este habitus de científico, sumado al sentido práctico de Salvo y de Franco (quienes han engrosado su estructura de capital debido a que sus parciales triunfos le dieron ganancias significativas de capitales conocimiento, social y simbólico), permitirán a los humanos hacer diagnósticos rápidos y resolver22 al calor de la acción, mostrándose más acertados que otros agentes para entender la realidad y enfrentarla hasta las últimas consecuencias.

Pero los éxitos bélicos no hubiesen sido posibles sin los valores de solidaridad, cooperativismo y lealtad entre los humanos23. De hecho, tras el desastre en Plaza Italia el grupo de civiles liderado por Salvo acabó siendo el más

21 El invasor disponía de tales poderes técnico y tecnológico que fue capaz de desarrollar dispositivos que anulaban al arma humana de destrucción más potente: la bomba atómica.

22 El eternauta da una idea de cómo, con el fluir de la trayectoria del grupo protagonista, cada agente tenía sus habitus suficientemente ajustados a la realidad, condición que les permitía obrar eficazmente sin necesidad de reflexionar sobre las prácticas realizadas –distinto a lo acontecido durante el inicio de la catástrofe-: “Favalli, Elena, Martita y yo repasamos la planta baja. Lo hicimos casi sin hablar, con eficiencia rápida. Ya nos conducíamos como los veteranos que éramos” (…) “Cuando amaneció ya los trajes aislantes estaban casi listos: Pablo tuvo razón, los nuevos trajes eran mucho mejores que los anteriores”.

23 “Todos necesitamos confiar en alguien. Martita y Elena confían en mí, lo mismo que Pablo y Mosca y los otros. Yo confío en Fava, en el Mayor, aunque sé que en el fondo, ellos son tan impotentes como yo”, señaló Juan Salvo a un leal Mosca.

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numeroso. Este sentimiento de cooperativismo y fidelidad colectiva24 fue clave en los enfrentamientos librados en el túnel del subterráneo, la batalla intelectual entre Favalli y el “mano”, el episodio de falsa atracción amorosa entre Franco y una mujer-robot, y el combate en la Plaza de los Dos Congresos con la consiguiente destrucción de la base invasora.

Finalmente, tras el regreso de los héroes al hogar para reencontrarse con Elena y Martita, hay un contraataque invasor efectuado a través de una sutil trampa: un informe radial habla de zonas de seguridad libres de la nevada. La huida hacia ese lugar lleva a la derrota, pero hasta en ese momento extremo, Favalli pone en juego su lógica implacable y su valor de solidaridad para planificar su misma desaparición como ser humano. Junto a Franco y compañía, el ingeniero se sacrificará para salvar a su amigo Salvo y, de algún modo, intentar preservar la descendencia de la especie humana.

Salvo y familia logran escapar hacia una nave extraterrestre, dentro de la cual el ex teniente entabla una última lucha tecnológica donde pone en juego su capital conocimiento para descifrar sus controles, es decir, apropiarse intelectualmente de la tecnología alienígena. La derrota de la resistencia es total, en virtud del fracaso de la búsqueda del conocimiento que los humanos emprenden para entender y derrotar al invasor, pero al menos Elena, Martita y Salvo lograron escapar y así librarse de la esclavitud. Éste último se convertirá en el eternauta, quien buscará a su esposa e hija desaparecidas.

24 “Todos necesitamos confiar en alguien. Martita y Elena confían en mí, lo mismo que Pablo y Mosca y los otros. Yo confío en Fava, en el Mayor, aunque sé que en el fondo, ellos son tan impotentes como yo”, señaló Juan Salvo a Mosca tras admirar la lealtad del historiador hacia él.

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Conclusión

En este artículo hemos perseguido el objetivo de describir, dentro del relato de El Eternauta, las disputas entre los seres humanos sobrevivientes para definir qué subespecie de capital conocimiento será la guía o la base definitoria de estrategias de acción eficaces para derrotar a los invasores extraterrestres.

Para ello, establecimos un parangón entre las dos principales concepciones del saber en pugna durante la mayor parte de la historia, una vez que el espacio social anterior a la nevada mortal fuera destruido. En esta línea, el capital armas actuó, durante el liderazgo de los militares en el frente humano, como vía de un capital conocimiento estratégico militar. Si bien el poder militar demostró capacidad organizativa al principio, acabó revelándose invariable, anacrónico y obsoleto frente a una situación donde la velocidad de adaptación a los repentinos cambios (ajuste de los habitus) era crucial para sobrevivir.

Por otro lado, el bagaje intelectual de los civiles, cuyo mayor exponente es Favalli, tiene su origen epistemológico en una concepción más contemporánea del conocimiento, el cual es considerado una construcción más relacionada con la práctica empírica, es decir, un saber abocado a la solución de problemas en la vida del hombre. Oesterheld, al colocar a este capital como el más atinado para apropiarse del saber que podía llevar a la salvación de la humanidad - que consiste básicamente en tratar de entender los propósitos del invasor y a las novedosas estrategias y tácticas de guerra que plantea-, se adelanta al tiempo, pues concibe nuevas formas de aprehender la realidad poco valoradas en la época de producción de su obra.

El obstáculo clave para encauzar la resistencia orientándola manera más ajustada, fue político, desde el momento en que el polo del poder de mando social estuvo ocupado por la corporación militar. Estimo, pues, que la valoración social tanto del dominio práctico y tecnológico como de ciertos principios como el cooperativismo, la solidaridad colectiva y la empatía, es la base sobre la cual el autor sugiere que el hombre puede forjar un destino común libre de servidumbre y alienación económica, cultural y política.

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Bibliografía consultada

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Bourdieu, Pierre. Sociología y Cultura. Editorial Grijalbo. México D.F., 1984.

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von Sprecher, Roberto H. Discurso montonero en las historietas de Héctor Germán Oesterheld. Publicado en Astrolabio No. 4, Centro de Estudios Avanzados de la Universidad Nacional de Córdoba. 2007

von Sprecher, Roberto H. Arte desde los géneros y medios de comunicación masivos en Argentina: modelos de sociedad y de agentes sociales en “El Eternauta” y “Mort Cynder”, de Héctor Germán Oesterheld. Informe Final. Fondo Nacional de las Artes. 1996

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